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Derecho Civil.

Responsabilidad
extracontractual
La responsabilidad. Delito o cuasidelito civil o acto ilíícito. Sistemas de
responsabilidad. Distintas doctrinas respecto de los elementos de la
responsabilidad extracontractual. Elementos de la responsabilidad.
Presunciones de culpa. Sujetos, objeto y extincioí n de la responsabilidad.
Causas eximentes y atenuantes de responsabilidad. Tendencias modernas en
materia de responsabilidad.
Capítulo I: Responsabilidad extracontractual

I) La responsabilidad

1- Conceptos generales

En términos generales, es responsable toda persona que debe asumir las consecuencias de un
acto. Y teniendo en cuenta lo anterior, se define la responsabilidad como la necesidad efectiva o eventual
en que un individuo se coloca de satisfacer toda violación dañosa a la conducta que debe realizar en la
sociedad.

Para los efectos de materializar o concretizar dicha definición, es importante dilucidar cuál es la
conducta que debe realizar el sujeto. Entonces, será importante conocer si este sujeto está vinculado con
otro por una relación contractual (y en este caso la conducta será precisamente la prestación definida en
la convención), o si no está unido a un vínculo contractual (en este caso, la conducta es básicamente la
reparación del daño).

El profesor Enrique Barros dice que en derecho, la responsabilidad civil establece los criterios y
requisitos para que esos daños puedan ser normativamente atribuidos al tercero que los ha provocado.
En el fondo, lo que hace la responsabilidad civil es determinar cuándo y en qué condiciones, la víctima
goza de una acción que le permite exigir la reparación.

De los anteriores conceptos, hay dos ideas que surgen con claridad:

- No existe responsabilidad civil sin daño. Se debe descartar cualquier tipo de responsabilidad
civil cuando no hay daño.

- El concepto de responsabilidad no se reduce solamente al derecho, sino que es aplicable a otros


aspectos dentro de la sociedad civil.

2- Clases de responsabilidad

a) Responsabilidad moral o ética

En este supuesto, el acento se va a colocar en la intención del agente, hay una vulneración a
ciertos deberes morales. Puede definirse como aquella por la cual una persona debe afrontar las
consecuencias que sus actos libres producen, sean para sí misma o para los demás.

b) Responsabilidad política

Ella es propia de los regímenes democráticos, en los cuales las autoridades están sujetas a un
cierto control por parte de los gobernados, por el mal uso de sus facultades, y por el incumplimiento de
las obligaciones que han contraído.

c) Responsabilidad jurídica

Es aquella que surge de la infracción a un precepto legal. La responsabilidad jurídica surge


cuando se exteriorizan los resultados de una determinada conducta, deben existir efectos o
consecuencias jurídicas; no basta con la mera intención del agente, sino que debe producirse una
externalización.

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La responsabilidad jurídica, puede ser a su vez:

- Responsabilidad jurídica civil: ella surge cuando se causa un daño a otra persona, de suerte tal
que la responsabilidad se traduce en la conducta equivalente o de reemplazo, que viene a ser el
pago de una suma de dinero equivalente al daño sufrido.

Se entiende normalmente que la responsabilidad jurídica civil está dentro de un ámbito


particular, no trasciende hacia lo colectivo.

En la responsabilidad jurídica civil, desde las instituciones de Gayo, se distingue entre:

- Responsabilidad civil contractual.


- Responsabilidad civil extracontractual.

En ambos casos, el deudor se obliga a reparar el daño irrogado. La diferencia está en la


existencia o no de un antecedente, de un vínculo jurídico que una al deudor con el acreedor. En
el caso del contrato, evidentemente que ese vínculo jurídico va a existir. En el caso de la
responsabilidad extracontractual, el deber de reparar el daño no nace a consecuencia de haber
existido un vínculo jurídico previo, sino que el origen de la obligación de reparar en la
responsabilidad extracontractual, es la infracción a un deber de conducta que se encuentra
recogido por el ordenamiento jurídico, y que responde al principio general de la prohibición de
causarle daño a otro.

- Responsabilidad jurídica disciplinaria: ella se origina en el incumplimiento de deberes


específicos de ciertas personas en su calidad de integrantes o funcionarios, por ejemplo, de la
administración del Estado, o de corporaciones o fundaciones de derecho privado.

- Responsabilidad jurídica penal: este tipo de responsabilidad parte de un supuesto determinado,


que es la existencia de una conducta que esté tipificada previamente a la comisión del hecho que
reviste caracteres de delito.

A diferencia de la responsabilidad jurídica civil, en la penal, sí está en juego un interés


social, un interés de la colectividad, que escapa al interés individual de la víctima. En el fondo, la
sanción penal, implícitamente conlleva una reparación de un daño social, que afecta a toda la
comunidad.

3- Algunos conceptos del profesor Pablo Rodríguez acerca de la responsabilidad civil

a) En qué consiste la responsabilidad civil

Él entiende que la responsabilidad civil es el deber jurídico que consiste en la obligación de


reparar los daños que se producen con ocasión del incumplimiento de una obligación.

Este autor entiende que la obligación es un deber de conducta, y por lo tanto, la obligación de
indemnizar surgirá cuando el deudor no alcanza la prestación a consecuencia de no haber obrado con el
grado de diligencia que le era exigible.

b) Elementos de la responsabilidad civil

En términos generales, entiende que los elementos de la responsabilidad civil son los siguientes:

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- Una acción u omisión descrita como hipótesis en la ley.
- De esa hipótesis surge una obligación civil.
- Esa obligación es incumplida por el agente.
- Causalmente derivado de dicho incumplimiento, se causa un daño.
- De ese daño surge un deber jurídico, que consiste en su reparación.

c) Elemento diferenciador

En la doctrina hay acuerdo en que la responsabilidad civil tiene un elemento diferenciador clave
con las demás, cual es la existencia de un perjuicio patrimonial. Siempre la responsabilidad civil persigue
un fin claro y preciso, que es restablecer un equilibrio de carácter patrimonial. La indemnización de
perjuicios no persigue técnicamente ni un enriquecimiento para quien la recibe, ni un empobrecimiento
para quien la realiza; se trata de conductas de reemplazo, se sustituye una obligación, que es la
incumplida, por otra obligación, que es la obligación indemnizatoria.

d) Conclusión

La conclusión de este profesor es que la responsabilidad civil es una sanción, y esta sanción tiene
por finalidad restablecer el ordenamiento jurídico cuando un sujeto no ha dado cumplimiento a sus
obligaciones, con indiferencia de cuál es la fuente de esa obligación. O sea, puede ser una infracción al
contrato o una infracción al principio general de no dañar a otro, y en ambos casos, la responsabilidad
civil opera como sanción.

II) Delito o cuasidelito civil o acto ilícito

1- Conceptos

a) Artículos 1437, 2314 y 2284

Del artículo 1437 se puede concluir que los delitos y cuasidelitos son una fuente de las
obligaciones. Se suele decir además que son una fuente de responsabilidad, en el sentido que el sujeto,
el agente, se encontrará enfrentado a una necesidad de indemnizar los perjuicios que causó a la víctima.

El artículo 2284 incisos 3 y 4 señala que si el hecho es ilícito, y cometido con intención de dañar,
constituye un delito. Si el hecho es culpable, pero cometido sin intención de dañar, constituye un
cuasidelito.

Y el artículo 2314, señala que el que ha cometido un delito o cuasidelito que ha inferido daño a
otro, es obligado a la indemnización; sin perjuicio de la pena que le impongan las leyes por el delito o
cuasidelito.

b) Conclusiones de estas normas

- Existencia de factores comunes entre el delito y el cuasidelito: ambos son un acto ilícito, y
ambos causan daño a una persona. La diferencia entre uno y otro está en el móvil psicológico, en
la intencionalidad. En el delito, el agente está consciente, o al menos se representa como posible,
los resultados perniciosos de su acción. En cambio, en el cuasidelito la actuación es negligente.

Sin perjuicio de esta distinción psicológica, en la práctica ella no tiene mayor relevancia,
porque en materia de reparación civil extracontractual, tanto el delito como el cuasidelito obligan

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a reparar el daño causado en los mismos términos, y ello se debe a que el punto clave de esta
obligación de reparar no está en el móvil, no está en el aspecto espiritual o intencional, sino que
está en la magnitud del daño causado.

Por ello, en esta materia cobra importancia lo dispuesto en el artículo 2329 inciso 1,
según el cual por regla general, todo daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra
persona, debe ser reparado por ésta. Esta norma contempla lo que se denomina el principio de
reparación integral del daño.

- En qué se distinguen y consecuencias de esa distinción: en materia civil contractual, se distingue


el incumplimiento doloso del culposo. En el incumplimiento culposo, se indemnizan los perjuicios
directos y previstos; y en el incumplimiento doloso se indemnizan además los imprevistos
(artículo 1558). En la responsabilidad extracontractual, que se indemnice todo daño, no significa
que se indemnice cualquier daño, sino que el daño debe cumplir ciertos requisitos, y uno de
ellos, es que el daño debe ser directo.

2- Delito y cuasidelito civil v/s delito y cuasidelito penal

a) Diferencia fundamental en la tipicidad

La gran diferencia está en la tipicidad. O sea, en materia penal existe lo que se denomina una
tipicidad cerrada, es indispensable que el hecho ilícito se encuentre previamente descrito por el
legislador. Sin esa descripción previa, no puede existir responsabilidad criminal.

En materia civil, en cambio, no se exige esa tipicidad cerrada. Se satisface el ilícito civil con que
exista un principio de carácter general, que es aquel que consiste en no causarle daño a otra persona.

Con todo, hay bastantes autores que han incluido como un elemento del ilícito civil, la
antijuridicidad, es decir, que la conducta del agente sea contraria al ordenamiento jurídico. Pero se trata
de una antijuridicidad amplia, es decir, se atenta contra el ordenamiento jurídico sin necesidad de que se
esté infringiendo un precepto legal en particular.

b) El por qué de la diferencia

Ello por las distintas consecuencias que tiene un ilícito civil y un ilícito penal. El ilícito civil queda
restringido a un ámbito particular o privado. En cambio, el ilícito penal importa una afectación mayor a la
sociedad toda.

3- Diferencias entre la responsabilidad penal y extracontractual

a) Sanción

En la responsabilidad extracontractual, la sanción corresponde a la indemnización de los


perjuicios ocasionados por el autor del daño a la víctima. El monto de la reparación va a estar relacionado
con la magnitud del daño causado. Hay algunos casos que contienen reglas distintas, como por ejemplo,
cuando hay un daño a la imagen se puede sancionar también con una publicación o un desmentido.

En cambio, en la responsabilidad penal, la sanción es de carácter represivo, el juez lo que hace es


imponer una pena, y esa pena responde a una graduación vinculada con la gravedad del delito.

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b) Jurisdicción

En la responsabilidad extracontractual, pueden ser competentes tanto los tribunales civiles como
los tribunales del crimen. Hay un caso de excepción, previsto en el artículo 59 del Código Procesal Penal,
y que se refiere a aquel caso en que la acción civil tiene como único objeto la restitución de la cosa, caso
en el cual la acción civil necesariamente debe interponerse dentro del proceso criminal.

En cambio, la responsabilidad penal solamente puede conocerse por un tribunal del crimen.

c) Capacidad

En materia de responsabilidad extracontractual, hay una regla especial que difiere de la regla
general en materia contractual. En materia extracontractual son absolutamente incapaces los menores
de 7 años. Entre los 7 y los 16 años, el sujeto puede ser declarado capaz cuando el juez determina que el
menor actuó con discernimiento. En el evento que el juez declare que el menor obró sin discernimiento,
serán responsables de los daños causados las personas a cuyo cargo esté. La plena capacidad se adquiere
a los 16 años (artículo 2319).

En materia de responsabilidad criminal, se dictó la ley 20.084, que estableció una ley de
responsabilidad penal juvenil o adolescente por infracciones a la ley penal. Esta ley modificó el entonces
artículo 10 número 2 del Código Penal, y derogó el numeral 3 del mismo artículo. Hoy en día, el artículo
10 número 2 señala que están exentos de responsabilidad criminal el menor de 18 años, agregando que
la responsabilidad de los menores de 18 años y mayores de 14, se regulará por lo dispuesto en la ley de
responsabilidad penal juvenil. Esta ley contempla un procedimiento especial, con una escala de penas
también especial, pasando las penas a llamarse medidas.

De la aplicación de la ley 20.084, se puede señalar que son plenamente capaces (se les aplica la
ley penal común), los mayores de 18 años. Entre los 14 y los 18 años, el autor del delito va a quedar
sujeto a la reglamentación especial de la ley 20.084. Y el menor de 14 años será inimputable.

d) Sujeto pasivo

En materia de responsabilidad extracontractual, el sujeto pasivo de la acción es el autor del daño


y sus herederos. Así lo señala el artículo 2316. Adicionalmente, no hay ningún inconveniente en que el
sujeto pasivo de la acción sea una persona natural o jurídica.

En materia penal, debido al carácter de la pena que se aplica, se habla de una responsabilidad
personalísima, y por lo tanto, ella es intransmisible a los herederos. Además, por regla general, se puede
sostener que, atendida la entidad y naturaleza de la pena, ella se aplica sólo a las personas naturales.

Excepcionalmente, el derecho penal puede afectar a personas jurídicas, como sucede con los
casos contemplados en la ley 20.393, que precisamente se refiere a la responsabilidad penal de las
personas jurídicas en delitos específicos. También el derecho penal se extiende a la persona jurídica en lo
que se refiere a la disolución de una asociación ilícita.

e) Sujeto activo

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En materia extracontractual, la regla general es que el titular de la acción es la víctima, quien
sufrió el daño, y sus herederos. Así se desprende de la primera parte del artículo 2315, que señala que
puede pedir esta indemnización no sólo el que es dueño o poseedor de la cosa que ha sufrido el daño, o
su heredero.

En materia criminal, hay un mayor interés por parte de la sociedad de que se sancionen
determinadas conductas. Por ese motivo, salvo los delitos de acción privada, el espectro de legitimación
activa es mayor. Así, el artículo 53 del Código Procesal Penal señala que la acción penal puede ser
ejercitada por cualquier persona, y aún de oficio por el Ministerio Público, salvo aquellos delitos en que
se requiera de la denuncia previa de la víctima.

f) Prescripción

En materia de responsabilidad extracontractual, este punto está regulado en el artículo 2332, y


contempla una prescripción de 4 años, contados desde la perpetración del acto.

En materia penal, el artículo 94 del Código Penal contempla distintos plazos de prescripción
según cual sea la gravedad del delito.

g) Elemento subjetivo

La responsabilidad penal siempre exige un elemento subjetivo: el dolo, por regla general; o la
negligencia cuando se habla de cuasidelito.

En la responsabilidad extracontractual, por regla general se exige el factor de imputación como


elemento de la responsabilidad. Pero hay ciertos casos restringidos, que se denominan de daño
contingente, en los cuales se advierte una regla diversa. También en menor medida, existe un sistema
dentro de la responsabilidad extracontractual, que se llama responsabilidad objetiva, en el cual el factor
de imputación se reemplaza por el riesgo creado. Por ejemplo, en materia de aeronavegación, o en
ciertas industrias peligrosas.

4- Diferencias entre responsabilidad civil contractual y extracontractual

a) Origen de la obligación incumplida

En materia contractual, está en el vínculo que liga a las partes. Es el contrato el que sirve de
fuente de la obligación que ha sido incumplida.

En materia extracontractual, la infracción es a un principio general de derecho, que es el deber


de no causarle daño a otra persona. El profesor Barros señala que en la responsabilidad extracontractual
el antecedente es el hecho ilícito que no está antecedido de una relación jurídica obligatoria.

b) Graduación de la culpa

En materia contractual, de los artículos 44 y 1547, se gradúa la culpa de acuerdo a las reglas que
se den los contratantes, o en subsidio, de acuerdo a las reglas contenidas en dichos artículos. En la
responsabilidad contractual, al contratante se le impone el actuar con un determinado grado de
diligencia, y ese grado de diligencia se medirá de acuerdo con cual es la culpa de que él responde.
En materia extracontractual, no existen artículos como el artículo 44 o el artículo 1547, de forma
tal que en materia extracontractual no existe la graduación de la culpa que sí existe en materia

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contractual. Y por ende, la pregunta es cuál es el grado de culpa de que responde el deudor. El profesor
Pablo Rodríguez señala que comprende cualquier grado de negligencia o descuido, conforme a los
estándares generales prevalecientes en la sociedad. Hernán Corral estima que el deudor responde de
toda culpa, incluso la levísima, ya que siempre que cause un daño, se generará el deber de repararlo.

Una opinión minoritaria es la del profesor Ramón Meza Barros, que entiende que en materia
extracontractual, el grado de culpa que es exigible es el de la culpa leve, y para ello, cita el inciso 1 del
artículo 2323, que emplea la expresión “un buen padre de familia”. Para la cátedra ello no es correcto,
porque precisamente el artículo 2323 se está poniendo en una situación particular, de lo cual no resulta
sencillo extraer una regla general.

c) Perjuicios de que responde el demandado

En materia de responsabilidad contractual, está el artículo 1558. De este artículo se deduce que
el incumplidor responderá siempre de los daños directos. Si el incumplimiento fue culpable, responderá
de los daños previstos; y si el incumplimiento fue doloso, responderá de los daños previstos e
imprevistos. Además, la jurisprudencia del último tiempo ha dejado establecido que es procedente la
indemnización del daño moral en la responsabilidad contractual.

En materia extracontractual, no existe una norma como el artículo 1558. Por el contrario, del
artículo 2329 inciso 1 se sigue el denominado principio de la reparación integral del daño, es decir, lo que
se busca es que resulten reparados todos los daños que haya sufrido la víctima. Pueden ser directos,
previstos e imprevistos; daño emergente, lucro cesante y daño moral.

d) Prueba de la culpa y el dolo

En materia contractual, se debe distinguir. En materia de culpa, ella se presume, es decir,


acreditado el incumplimiento contractual, se presume que dicho incumplimiento fue culposo. O sea, hay
una inversión de la carga de la prueba, lo que se desprende del artículo 1547 inciso 3, que señala que
corresponde probar que se ha empleado la diligencia debida a quien debía utilizarla. Por su parte, en
materia contractual el dolo sí exige prueba, salvo los casos en que la ley expresamente lo presume
(artículo 1459).

En materia extracontractual, la regla general es que deben ser acreditados tanto la culpa como el
dolo por parte de quien lo alega. Excepcionalmente, nuestro legislador contempla ciertas presunciones
de culpa, que justamente permiten facilitar la prueba de este elemento subjetivo.

e) Necesidad de la mora

En materia contractual, cuando se está en presencia de una obligación positiva (de dar o de
hacer), la mora constituye un elemento de dicha responsabilidad, y por ende, para que el deudor sea
obligado, es necesario que haya sido previamente requerido por el cocontratante al cumplimiento de la
obligación (artículo 1551). Si la obligación es negativa (de no hacer), no se requiere de este
requerimiento, toda vez que el artículo 1557 señala que basta con la sola infracción de dicha obligación
para entender constituido en mora al deudor.

En materia extracontractual, no existe la exigencia de la constitución del deudor en mora. No es


necesario colocar previamente en rebeldía al autor. Este tipo de responsabilidad surge precisamente por
la existencia de la infracción que trae aparejada causalmente un daño.

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f) Capacidad

En materia contractual, la plena capacidad se adquiere a los 18 años. Existe eso sí la posibilidad
de actuar por parte de un menor de 18 años, siempre que haya cumplido con la formalidad habilitante
previa, que corresponderá a la autorización correspondiente de su tutor o curador.

En materia extracontractual, la regla está contemplada en el artículo 2319. Son absolutamente


incapaces los menores de 7 años. Entre los 7 y los 16 años el juez debe declarar si el autor actuó con
discernimiento o no. Y es plenamente capaz el mayor de 16 años.

g) Responsabilidad

En materia contractual, cuando se está en presencia de un contrato bilateral, la responsabilidad


(entendiendo ésta como la indemnización de perjuicios que se sigue del incumplimiento) es indirecta, en
el sentido que en la mayoría de los casos se necesita pedir el cumplimiento o la resolución del contrato, y
junto con esa pretensión, se pide además la indemnización de los perjuicios. Excepcionalmente, en
algunos casos (como aquellos del artículo 1553), es posible demandar directamente la indemnización.
Por su parte, en los contratos unilaterales, sí es posible demandar directamente la indemnización, sin
necesidad de haber previamente accionado el cumplimiento o la resolución del contrato.

En materia extracontractual, la responsabilidad es siempre directa, es decir, ocasionándose el


daño, puede la víctima exigir su reparación, en la medida que se reúnan los demás elementos de la
responsabilidad.

h) Indemnización de perjuicios

En la responsabilidad contractual, es posible que las partes convengan, en un pacto especial que
se denomina cláusula penal, una indemnización a la que se tendrá derecho sin necesidad de acreditar la
existencia del daño, tal como lo indica el artículo 1542.

En materia extracontractual, no es posible que exista un pacto de esta naturaleza, y por lo tanto,
el demandado será obligado a reparar el daño efectivamente causado. Necesariamente se debe
demostrar la existencia del perjuicio. En materia extracontractual debe considerarse eso sí los casos de
daño contingente, en los cuales se permite demandar en una situación que no ha causado todavía un
daño.

i) Forma en que se responde

En materia contractual, la regla general es que las obligaciones son simplemente conjuntas, y por
lo tanto, cada uno de los deudores será responsable por la parte o cuota que les quepa en la obligación.
Excepcionalmente, podrá alterarse esta regla cuando exista un pacto de solidaridad, o se trate de una
obligación indivisible.

En materia extracontractual, la regla es distinta. Habiéndose cometido un ilícito civil por dos o
más personas, ellas serán solidariamente responsables de la reparación del daño (artículo 2317).

j) Responsabilidad por el hecho ajeno

En materia contractual, se deben distinguir dos situaciones. La primera situación es el hecho


proveniente de un tercero ajeno al deudor, caso en el cual ese hecho opera como una causa de

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exoneración de responsabilidad (en doctrina se denomina causa extraña), y lo que hace es precisamente
interrumpir el vínculo causal. Nuestro Código lo contempla en el artículo 1677, que si bien está con
ocasión del modo de extinguir las obligaciones pérdida de la cosa que se debe, se entiende que de ahí
surge una regla de carácter general. La segunda situación es el hecho del dependiente, porque en ese
caso sí surge responsabilidad para el empleador por el hecho de quienes están a su cargo. Así lo dice el
artículo 1679. Lo que se le imputa en este caso, es la culpa in eligendo y la culpa in vigilando.

En materia extracontractual, la responsabilidad es personalísima, sin perjuicio de lo cual, el


artículo 2320 señala que toda persona es responsable no sólo de sus propias acciones, sino del hecho de
aquellos que estuvieren bajo su cuidado. En estos casos, lo que se exige es que el demandado que va a
resultar condenado, tenga una relación de dependencia con el autor del daño. La mayoría de la doctrina
estima que en los casos del artículo 2320, no hay una situación de responsabilidad por el hecho ajeno,
sino que el artículo 2320 le impone a una persona determinada un deber de cuidado, y por lo tanto, si se
produjo el daño, es porque esa persona infringió ese deber de cuidado, y por lo tanto, la responsabilidad
será por el hecho propio y no por el hecho del tercero.

k) Avaluación anticipada de los perjuicios

En materia contractual ello es posible en virtud de la autonomía privada, y queda regulado en


una cláusula penal.

En materia extracontractual no es posible avaluar anticipadamente los perjuicios. Incluso, podría


entenderse que ello adolece de objeto ilícito.

l) Ubicación normativa

La responsabilidad contractual se regula a propósito de los efectos de las obligaciones, en el


Título XII del Libro IV.

La responsabilidad extracontractual está regulada en el Título XXXV del Libro IV.

m) Prescripción

En materia contractual, la responsabilidad contractual, por regla general, prescribe en el plazo de


5 años contados desde que la obligación se ha hecho exigible. Esta prescripción de 5 años admite
interrupción civil y natural, y se suspende en beneficio de ciertas personas.

En materia extracontractual, la responsabilidad prescribe en el plazo de 4 años contados desde la


perpetración del acto (artículo 2332). Esta prescripción puede interrumpirse civil y naturalmente, pero al
tratarse de una prescripción de corto tiempo, no admite suspensión.

n) Cúmulo de responsabilidad

El punto consiste en dilucidar si frente a un hecho que puede ser constitutivo tanto de
responsabilidad contractual como extracontractual, la víctima o demandante puede elegir el estatuto
jurídico al cual va a sujetar su acción. Un ejemplo, es el de la responsabilidad médica.
Nuestra doctrina y jurisprudencia no admiten el cúmulo de responsabilidades, es decir, no
admiten esta opción, no admiten que el demandante pueda elegir uno u otro régimen. Se señala que si el
agente y la víctima están unidos por un vínculo contractual, aquél prevalece por sobre la responsabilidad

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extracontractual, porque si las partes han establecido, en ejercicio de la autonomía privada, el estatuto al
cual van a sujetar sus relaciones jurídicas, no pueden desatenderse de él dejándolo de lado.

ñ) Acción popular

En materia contractual, no existen acciones populares. El acreedor sólo puede exigir de aquel que
por un hecho suyo o la sola disposición de la ley, ha contraído la obligación correlativa.

En materia extracontractual, excepcionalmente sí se admite la posibilidad de interponer una


acción popular, tal como lo señala el artículo 2333 respecto del daño contingente.

o) Riesgo

En materia contractual, la responsabilidad no se extiende a casos de riesgo, sino que exige una
situación concreta de incumplimiento. Hay un caso excepcional en materia de caducidad del plazo, en
donde sí se reconoce efectos jurídicos a una situación particular de riesgo.

En materia extracontractual, la regla general es que ella tampoco se extiende al riesgo. Pero hay
casos, como los de daño contingente, en los cuales se va a activar la responsabilidad extracontractual en
razón de un riesgo determinado.

p) Causalidad

En materia contractual, se exige una relación causal directa entre el incumplimiento contractual y
el daño. La causalidad, en ese evento, debe ser inmediata.

En materia extracontractual, en ciertas ocasiones el legislador admite una relación causal


indirecta o remota, precisamente en el caso de la responsabilidad por el hecho del dependiente.

q) Monto del perjuicio

En materia contractual, la ley en ciertos casos ha regulado cuál es el monto del perjuicio. Así
sucede, por ejemplo, en las obligaciones de pagar una suma de dinero, ya que el artículo 1559 determina
cuál es el monto y tipo de interés que deberá pagarse.

En materia extracontractual, no existe una norma que regule esta materia.

r) Culpa del acreedor

En materia contractual, en general no se considera la culpa del acreedor como una circunstancia
que permita aminorar la culpa. Por ello, Pablo Rodríguez señala que en términos generales, en la
responsabilidad contractual no se admite la compensación de culpas. Pero cuando la culpa del acreedor
es grave, es decir, cuando actúa con dolo, y ello impide el cumplimiento por parte del deudor de su
obligación, esa culpa del acreedor sí actúa como una causal de exoneración o de disminución de
responsabilidad.

La doctrina, en su generalidad, coloca a la culpa del acreedor como una causa extraña que
interrumpe el vínculo causal. Pablo Rodríguez lo coloca dentro del factor de imputación, entiende que la
culpa del acreedor, cuando es grave, elimina el factor de imputación. Pero el resultado es el mismo: el
deudor se verá exonerado de responder.

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En materia extracontractual, sí es considerada la culpa de la víctima como un elemento que
puede llegar a disminuir la indemnización. Dice el artículo 2330 que la apreciación del daño está sujeta a
reducción si el que lo ha sufrido se expuso imprudentemente a él.

s) Responsabilidad objetiva

En materia contractual, prácticamente no hay casos de responsabilidad objetiva. Pero existe por
ejemplo el caso de la ley de aeronavegación.

En materia extracontractual, cada día son mayores los casos de responsabilidad objetiva, pero
éstos requieren de un reconocimiento expreso del legislador. Un caso de responsabilidad objetiva
contenido en el Código es el del artículo 2327, que señala que el daño causado por un animal fiero, de
que no se reporta utilidad para la guarda o servicio de un predio, será siempre imputable al que lo tenga,
y si alegare que no le fue posible evitar el daño, no será oído.

III) Sistemas de responsabilidad

1- Introducción

Lo que buscan los sistemas de responsabilidad civil, es responder dos preguntas:

- De qué se responde.
- Por qué se responde.

Estas preguntas son relevantes si se considera, por ejemplo, que en una sociedad como la actual
es absolutamente imposible siquiera desplazarse sin causarle daño a otra persona.

Entonces, cuando se habla de sistemas de responsabilidad, al sujeto activo (el agente que causa
el daño) se le puede imponer la obligación de reparar el daño causado en función de dos elementos:

- En el primer elemento, la responsabilidad se va a imponer en función de la actividad subjetiva


desplegada por el agente. Este es el sistema subjetivo.

- En el segundo caso, la responsabilidad se va a imponer en función del riesgo creado por el


agente. Este es el sistema objetivo.

2- Teoría clásica o subjetiva

a) En qué consiste

En el sistema subjetivo, se va a imponer la obligación de responder los perjuicios a aquel que


haya actuado sin respetar, o infringiendo, el deber de cuidado y diligencia que le impone la circunstancia
de vivir en una sociedad. En otras palabras, el fundamento de la responsabilidad se encuentra en el
hecho de, dolosa o culpablemente, haber infringido ese deber de cuidado que debía emplear el agente
con su actuación.
El profesor Enrique Barros señala que este sistema supone una valorización de la conducta del
demandado, ya que la responsabilidad surge si aquél no ha observado el estándar de conducta debido.

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Dentro de este sistema de responsabilidad, es donde se inserta el llamado juicio de reproche, el
cual no debe pensarse que es un reproche de orden moral, sino que corresponde a un análisis que hace
el juez en orden a determinar si el sujeto obró o no con el grado de diligencia, si cumplió o no con el
deber de cuidado que, conforme a los estándares generales, él debía utilizar.

El régimen subjetivo de responsabilidad es aquel que adoptó nuestro legislador, y por lo tanto, es
la regla general y supletoria en materia de responsabilidad.

b) Críticas a esta teoría

- Ha quedado un tanto desfasada, porque esta teoría se creó cuando claramente existía una
sociedad agrícola. Después, con la revolución industrial, y hoy día con una sociedad
eminentemente tecnificada, se dice que se han multiplicado los riesgos de ocasionar y sufrir un
daño mediante situaciones de peligro. Frente a este problema de la situación de creaciones de
peligro, se dice que la teoría subjetiva no entrega armas para poder enfrentar esta situación.

- La dificultad que tiene el demandante de demostrar que el agente actuó con dolo o culpo. O
sea, se trata de una crítica de carácter probatoria.

c) Paliativos a estas críticas

Tanto la doctrina como la legislación, han tratado de establecer ciertos paliativos a estas
situaciones:

- El establecimiento de presunciones de culpa: algunas de estas presunciones son legales, y por


ende, importan una alteración de la carga de la prueba (artículos 2320, 2322, 2326, 2328 y 2329);
y también existen otros casos en que hay presunciones de derecho, es decir, se genera la
obligación de reparar por la sola circunstancia de haber incurrido el agente en la hipótesis
prevista previamente por el legislador (artículos 2321 y 2327).

- La jurisprudencia ha ido ampliando el concepto de culpa: así por ejemplo, se ha sostenido que
quien realiza un acto que pueda ser calificado de abuso del derecho, incurre en una situación
negligente. También por ejemplo, se ha dicho que actúa negligentemente aquel sujeto que no ha
modificado sus instalaciones, que no ha actualizado sus maquinarias, que no le ha impuesto a su
proceso productivo los avances tecnológicos que existen al día de hoy.

- Se ha buscado objetivizar el concepto de culpa: esto se logra dejando de escudriñar en el


aspecto espiritual del agente, y estableciendo, por el contrario, un parámetro objetivo de
comparación. Este parámetro objetivo de comparación está constituido por el llamado hombre
medio razonable. El juez se va a preguntar si el comportamiento que causó el daño lo habría
hecho o no el hombre medio razonable. Si la respuesta es afirmativa, entonces el juez debiera
excluir de responsabilidad al sujeto.

- Se le confieren al juez amplias facultades destinadas a la apreciación de la prueba: así, en


general en los nuevos procesos se le dan facultades al juez para apreciar la prueba conforme a las
reglas de la sana crítica o en conciencia.

3- Teoría de la responsabilidad objetiva o del riesgo

a) En qué consiste

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La idea que subyace en esta teoría es que si se crea un riesgo respecto del cual se obtiene un
beneficio, y a raíz de este riesgo se causa daño a un tercero, quien originó el riesgo deberá responder. Se
trata en este caso de un régimen excepcional, de derecho estricto, y que requiere de texto expreso de
ley.

Es importante tener en cuenta que en el régimen objetivo hay un importante cambio en la


perspectiva del análisis que hace el juez, de la concurrencia de los requisitos de la responsabilidad. En el
régimen subjetivo, el análisis se traduce en el juicio de reproche, es decir, si el autor actuó diligente o
negligentemente. Este juicio de reproche no se hace en el sistema objetivo, sino que en este sistema se
centra el análisis en la relación causal.

Hay una sentencia de la Corte Suprema del año 2010 que hizo referencia a tres materias:

- En cuanto al concepto: ha dicho que este tipo de responsabilidad se refiere a aquella cuyo único
antecedente es la causalidad, de modo que el demandado se halla en la obligación de indemnizar
los perjuicios que se acrediten como atribuibles al hecho causal. Este es un régimen que busca
mejorar la situación de las víctimas, dispensándolas de probar la existencia de una culpa en el
origen del daño.

- En cuanto a sus características: se dice que es de carácter excepcional, es decir, sólo opera
cuando el legislador interviene expresamente, y ello es así por cuanto su aplicación importa
otorgar un tratamiento particular sobre el régimen común y general.

- En cuanto al origen: señala que si bien se ha vinculado tradicionalmente el sistema de la


responsabilidad objetiva con las actividades riesgosas, no necesariamente responde a este
criterio. El análisis de la responsabilidad objetiva debe ser casuístico. En otras palabras, no vale
decir que se está frente a una actividad riesgosa para deducir necesariamente que el régimen de
responsabilidad es el objetivo, sino que se necesita de un texto expreso de ley que imponga este
tipo de responsabilidad.

b) Críticas a esta teoría

- Se suprime el elemento moral que está implícito en todo juzgamiento que se hace a un sujeto
en un caso de responsabilidad. En el fondo, siempre debe existir un principio de culpabilidad que
justifique la obligación de reparar el daño. En definitiva, toda sanción debe llevar implícito un
sentimiento de justicia, y si no es así, pierde su sentido.

- Desde el punto de vista económico, el régimen de responsabilidad objetivo puede paralizar la


iniciativa y el espíritu de la empresa, porque la responsabilidad objetiva hace responder de todo
daño con independencia de la licitud del obrar del agente.

- Encarece el desarrollo de una actividad, por cuanto obliga a la contratación de seguros de daño.

- A diferencia de lo que se puede pensar, dificulta la atribución de responsabilidad, porque en la


mayoría de los casos, no existe una sola causa que explique el daño.

IV) Distintas doctrinas respecto de los elementos de la responsabilidad extracontractual

1- Doctrina clásica de Arturo Alessandri

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- El daño.
- La culpa o dolo.
- Una relación de causalidad entre el dolo o culpa y el daño.
- La capacidad delictual.

2- Doctrina de Pablo Rodríguez Grez

- Hecho del hombre.


- Imputabilidad (dolo o culpa y capacidad).
- Antijuridicidad.
- Daño.
- Relación causal.

3- Doctrina de Hernán Corral

- Se necesita que el hecho o acto sea originado en la voluntad del ser humano, ya que solo las
personas con su inteligencia y voluntad pueden incurrir en responsabilidad.

- El hecho voluntario debe contrastar con el derecho, es decir, debe ser injusto o ilícito desde un
punto de vista objetivo.

- Es necesario que el hecho voluntario antijurídico haya efectivamente causado daño. Este
presupuesto se desdobla en dos:

- El daño propiamente tal.


- El vínculo causal entre el hecho ilícito y el perjuicio.

- El hecho voluntario debe ser, además, subjetivamente antijurídico. Esto significa que debe ser
reprochable o imputable a una persona, distinguiendo:

- Formas de imputación ordinaria (dolo y culpa).


- Formas de imputación extraordinaria (riesgo creado; responsabilidad objetiva).

Para el profesor Corral, la responsabilidad civil surge cuando puede verificarse un hecho
voluntario, ilícito, imputable y que ha sido la causa de un daño irrogado a una persona.

V) Elementos de la responsabilidad

Se seguirá en este tema a la doctrina clásica, agregándose dos elementos: el hecho del hombre y
la antijuridicidad.

1- El hecho del hombre

a) Concepto

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La responsabilidad civil siempre tiene como antecedente un daño atribuible a la conducta libre
del demandado.

b) Aspectos relevantes

Este comportamiento libre del demandado tiene dos aspectos relevantes:

- Aspecto externo o material: consiste en la conducta que despliega el autor del daño, conducta
que puede ser positiva (acción) o negativa (omisión). En general, en el derecho civil de la
responsabilidad, la omisión no conlleva responsabilidad.

- Aspecto subjetivo: se refiere a la voluntariedad, esto es, a la libertad del sujeto para actuar.

2- El daño

a) Concepto

Si se analizan los artículos 1437 y 2314, se concluye que la responsabilidad civil tiene un
elemento sin el cual ella no puede configurarse, cual es la existencia de un daño. En otras palabras, la
obligación de indemnizar perjuicios supone necesariamente que se haya ocasionado un daño. Se debe
recordar que es el perjuicio patrimonial el elemento que permite diferenciar la responsabilidad civil de
las demás formas o regímenes de responsabilidad.

Arturo Alessandri señala que daño es todo detrimento, perjuicio, menoscabo, dolor o molestia
que sufre un individuo, por insignificante que sea, en su persona, bienes, libertad, honor, crédito, afectos,
creencias, es decir, tanto en la esfera patrimonial como en la extrapatrimonial.

El profesor Ramón Meza Barros lo define como todo menoscabo que experimenta un individuo
en su persona y bienes, incluyendo la pérdida de un beneficio de índole material o moral, de orden
patrimonial o extrapatrimonial.

Muchos autores, con posterioridad a estas definiciones, han buscado ampliar el concepto de
daño, esa idea del detrimento y menoscabo, y buscar una concepción racional y jurídica. Uno de ellos es
por ejemplo el profesor Pablo Rodríguez, que traduce el concepto de daño a la existencia de una molestia
o un detrimento a un interés legítimo ante el ordenamiento normativo, así, dicho interés, atendido su
reconocimiento y amparo jurídico, represente o no un derecho subjetivo. Es aquí donde está el punto.
Las concepciones más clásicas asociaban mucho el daño a la existencia de un derecho subjetivo; pero
puede ocurrir que ese derecho subjetivo aún no se configure, y de todos modos se sufra un detrimento.
En este caso, se va a ver afectado un interés legítimo. No es lo mismo que un ratero sufra la pérdida de su
mano, a que un pianista sufra la pérdida de su mano. En el primer caso, el sujeto no podría decir que le
han privado la mano con la cual se gana la vida como ratero, porque no hay un interés legítimo. En el
segundo caso, sí sería plausible presentar una demanda. En el mismo sentido están los profesores
Enrique Barros y Hernán Corral.

b) Requisitos del daño indemnizable

- Debe ser cierto:

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- Definición: será cierto el daño cuando conforme a las leyes de la causalidad,
sobrevendrá razonablemente en condiciones normales, a partir de su antecedente
causal. En otras palabras, se dice que el daño debe ser real y efectivo, no eventual ni
hipotético.

Por ejemplo, se recibe todos los meses una suma de dinero que proporciona una
determinada persona, sin que tenga obligación de hacerlo. Si a raíz de un hecho ilícito esa
persona muere, la pregunta es si se puede demandar al causante de la muerte una
indemnización de perjuicios señalando que se le ha privado de un ingreso. La respuesta
es que no es posible esa demanda, porque el daño no es cierto, en el sentido que al no
existir una obligación de dar esa suma de dinero, esa persona podría haber podido privar
de dicha suma en cualquier momento.

Otro ejemplo es que una madre demanda frente a un accidente que sufre su hijo,
y señala que su hijo fue el mejor alumno de su curso, dio una excelente PSU, y el
accidente que le ha ocurrido lo ha privado de recibir excelentes honorarios futuros. Esta
demanda también se ha rechazado, señalando que se está frente a una conjetura, no hay
certidumbre en el daño que se está alegando.

- Daño futuro: el daño futuro es posible de indemnizar. O sea, pueden ser objeto de la
indemnización tanto el daño presente como el daño futuro. En este último caso, el juez
debe hacer una proyección, y determinar si conforme a las leyes de la causalidad, el daño
sobrevendría razonablemente en condiciones normales. De lo que se trata, es de
adelantar una reparación del daño que la víctima de todas maneras iba a sufrir. No se
trata de esperar a que el daño se configure, sino que se busca adelantar el reclamo.

- La pérdida de la chance: esta doctrina se coloca en el supuesto de la existencia de la


incertidumbre en cuanto a la obtención u ocurrencia del daño en su totalidad, como lo
plantea el demandante. En estos casos, el juez podría fijar el monto de la frustración de la
oportunidad de postular a la obtención de beneficio. O sea, se puede indemnizar la
opción, la chance que se tenía de obtener un beneficio, pero nunca el monto total de ese
beneficio.

- Relación directa con el hecho ilícito: el daño debe tener una relación directa con el hecho ilícito.
Lo que se busca es que el origen, que la fuente, que la actuación del agente tenga un vínculo
inmediato, sin intermediarios, con la ocurrencia del daño. Los daños indirectos no se indemnizan
ni en la responsabilidad extracontractual ni en la contractual.

- El daño debe ser causado por la acción de un tercero demandado y no por la víctima misma:
este es un requisito bastante razonable, que emana prácticamente de la lógica. Sin perjuicio de
ello, existen ciertos casos en los cuales se indemniza el daño que proviene de la propia víctima.
Así ocurre en la ley de accidentes del trabajo, en la cual es el trabajador quien se infringió él
mismo el daño, y no obstante esa circunstancia, el empleador debe indemnizarlo. Pero se
requiere de texto legal.

- El daño no debe estar reparado:

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- De qué se trata: lo que persigue este requisito es evitar una doble indemnización. La
responsabilidad civil no es fuente de lucro, y por lo tanto, el juez debe evitar que se
produzca una situación de enriquecimiento sin causa.

- Manifestación en el seguro: este principio está recogido en el Código de Comercio, en


materia de seguro. El artículo 517 de dicho Código dice que respecto del asegurado, el
seguro es un contrato de mera indemnización, y jamás puede ser para él la ocasión de
una ganancia.

En el mismo sentido, el artículo 532 del mismo Código señala que no es eficaz el
seguro sino hasta concurrencia del verdadero valor del objeto asegurado.

- Daño punitivo: esta es una institución propia del derecho anglosajón, en el que se
admiten dos vertientes de daño. Por un lado, está el daño propiamente reparatorio, y a
ello se le agrega un daño como sanción, se aplica una indemnización como sinónimo de
una pena. Esta última circunstancia no es admitida en nuestro derecho. En nuestro caso,
se restringe la indemnización sólo al concepto de reparación.

- El daño debe consistir en una turbación o molestia anormal: existe cierto grado de molestia que
las personas deben estar dispuestas a tolerar por el hecho de vivir en sociedad. De lo que se trata
es que el daño debe tener una entidad mínima, proporcionada a la actividad que deberá
desplegarse para obtener su reparación. No cabe dentro del daño indemnizable, aquellas
incomodidades que toda persona debe soportar por el hecho de vivir en sociedad.

c) Naturaleza del daño

- Daño material o patrimonial:

- Concepto: el daño es material cuando se está en presencia de una pérdida de carácter


pecuniaria, es decir, el daño debe recaer sobre bienes que tengan una significación
económica, que puedan ser avaluados en dinero, de manera tal que cuando este bien
sufre el daño, exista la posibilidad cierta de reemplazarlo por la indemnización de
perjuicios.

El daño patrimonial se divide en dos aspectos fundamentales:

- Disminución efectiva del patrimonio: en este caso, se habla de daño emergente.

- Impedimento para que el patrimonio del sujeto se haya incrementado: en este


caso, se habla de lucro cesante.

- Contenido:

- Daño emergente: es el detrimento patrimonial efectivo que sufre una persona a


consecuencia directa del hecho ilícito. De lo que se trata es que, a raíz del hecho
ilícito, desaparece del patrimonio un bien que antes formaba parte de él.

Por ejemplo, la muerte de un individuo generalmente conlleva una


atención médica, un funeral, la contratación de asesoría legal para perseguir las

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responsabilidades del caso, etc. Todo ese despliegue económico trae consigo un
empobrecimiento del patrimonio.

Cuando se conceptualiza el daño patrimonial, hay algunos autores que


dan una fórmula, señalando que el daño emergente es la diferencia que se
produce en el activo del patrimonio de una persona, a consecuencia del hecho
ilícito. Así, el daño emergente es igual a la diferencia entre el valor original del
patrimonio, y el valor actual del patrimonio.

En doctrina, se admite la distinción entre el daño emergente actual y el


daño emergente futuro. En materia jurisprudencial, este reconocimiento es más
tímido, porque resulta más complejo para el juez asignarle un valor a esas
prestaciones futuras; además para el demandante es más complejo acreditar ese
daño futuro.

- Lucro cesante: el lucro cesante es la utilidad, provecho o beneficio económico


que una persona deja de obtener como consecuencia del hecho ilícito. En este
caso, el juez necesariamente efectúa una proyección, y esa proyección consiste
en determinar si conforme al curso normal de las cosas, el demandante iba a
obtener ese beneficio.

A diferencia del daño emergente futuro, en el lucro cesante es menor la


existencia de certidumbre. Lo que se le exige al juez es una proyección razonable,
y esta proyección razonable el juez debe hacerla en concreto, analizando las
circunstancias de la víctima.

En materia de prueba del lucro cesante, es necesario acreditar:

- Cuál era la labor productiva de la víctima antes del daño.


- Que esa labor productiva se quebrantó a raíz del daño.
- Cuál es la pérdida económica que de ello se sigue.

- Daño moral:

- Concepto: al primer concepto que se configura en Chile de daño moral, se le denomina


el pretium doloris (precio del dolor). Este concepto emana de la definición dada por
Arturo Alessandri, quien entiende el daño moral como el dolor, la aflicción, el pesar que
le causa a la víctima el hecho ilícito. No hay, cuando se habla del daño moral, una
afectación propiamente tal al patrimonio, sino que a los sentimientos, afectos o creencias
de la persona.

Con el paso del tiempo, este concepto fue quedando muy restringido, porque
sólo podía abarcar aquello fenómenos que fueran psicosomáticos, es decir, que causaran
una aflicción en la víctima. Entonces, la doctrina comenzó a preguntarse qué pasa con el
daño a la imagen, o un daño de carácter corporal, o con el daño estético, todas
situaciones que no conllevan un dolor psicosomático. Entonces, la doctrina comienza a
ampliar la teoría del pretium doloris.

Así, Pablo Rodríguez señala que el daño moral corresponde a la lesión de un


interés de carácter extrapatrimonial, personalísimo, que forma parte de la integridad

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espiritual de una persona, y que se origina en la circunstancia de haberse verificado una
infracción o desconocimiento de un derecho, siempre que el acto infraccional se expanda
a la esfera interna de la víctima o de las personas ligadas a ella.

- Clasificación: el profesor Alessandri clasificó el daño moral en:

- Daño moral con proyección de orden patrimonial: lo que se quiere decir es que
el daño ha repercutido también en la actividad productiva del sujeto. Por
ejemplo, derivado de un accidente, se sufre un daño en un miembro que impide
realizar un el trabajo.

- Daño puramente moral: no existe una repercusión patrimonial. En el fondo, es


el pretium doloris. Lo que resulta dañado son los atributos morales de un
individuo. Por ejemplo, la muerte de un hijo.

- Indemnización del daño moral:

- Razones de su indemnización: en un comienzo, el daño moral no era


indemnizable. Por un lado, se decía que nuestro Código no habla de daño moral,
y por lo tanto, no puede el juez acceder a un capítulo de daño que no está
expresamente establecido en la ley. Se decía también que atendida su naturaleza,
no hay indemnización alguna que logre reparar un daño de esta entidad. Y
además se señalaba que por su naturaleza, se estará siempre en una fijación
caprichosa del monto de la indemnización.

Hoy estos criterios reduccionistas han quedado atrás, y no se duda de la


indemnización del daño moral, por diversas razones de carácter constitucional y
legal. Dentro de estas razones, se pueden encontrar las siguientes:

- El artículo 2314 se refiere al que ha inferido daño a otro. En el mismo


sentido, el artículo 2317 señala que las personas serán solidariamente
responsables de todo perjuicio. También el artículo 2329 inciso 1 señala
que por regla general, todo daño que pueda imputarse a malicia o
negligencia. O sea, dentro del título de la responsabilidad
extracontractual (Título XXXV del Libro IV), existe un sinnúmero de
disposiciones legales que permiten configurar un principio de carácter
general, que se denomina principio de la reparación integral del daño.

- Hay una disposición de difícil interpretación, que es el artículo 2331.


Esta norma dice que las imputaciones injuriosas contra el honor o el
crédito de una persona no dan derecho para demandar una
indemnización pecuniaria, a menos de probarse daño emergente o lucro
cesante, que pueda apreciarse en dinero.

Se interpreta esta norma señalándose que el artículo 2331 es de


carácter excepcional, en el sentido que sólo cuando se trata de las
imputaciones injuriosas en contra del honor, el legislador ha restringido
la indemnización al ámbito patrimonial.
En otras palabras, si la regla general fuera sólo la reparación del
daño material, el artículo 2331 no tendría sentido, porque significaría una

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reiteración ociosa de la regla general. El artículo tiene sentido en tanto la
regla general es otra, esto es, que por el hecho ilícito que causa daño,
procede no sólo la reparación del daño material sino que también la
reparación del daño moral.

A tal punto esto ha sido así, que varias sentencias del Tribunal
Constitucional se refieren a la constitucionalidad del artículo 2331. O sea,
se entiende que el derecho a la reparación integral del daño emana de la
Constitución Política, y por tanto una norma legal que restringe esa
posibilidad, es inconstitucional.

- El artículo 19 número 7 letra i de la Constitución Política contempla el


llamado error judicial. En esta disposición, se señala expresamente que el
sujeto tiene derecho a los perjuicios patrimoniales y morales.

- El artículo 40 de la ley 19.733, que se refiere a la libertad de opinión e


información y al ejercicio del periodismo, regula las consecuencias del
delito de injuria o calumnia grave cometido a través de medios de
comunicación social. En ese caso, la disposición señala que el sujeto
afectado tiene derecho a ser indemnizado por el daño emergente, el
lucro cesante y el daño moral.

- El artículo 3 de la ley 19.946 sobre protección de los derechos del


consumidor, reconoce expresamente el derecho del consumidor afectado
a ser indemnizado del daño moral que le haya infringido el agente.

- Criterios de avaluación: no existe una disposición legal que lo establezca, salvo


cuerpos normativos especiales, como la ley de accidentes del trabajo o el Código
Aeronáutico. En un esfuerzo creativo, la doctrina trata de entregar ciertos
parámetros que debe considerar el juez al momento de fijar el daño moral:

- La doctrina que determina el daño moral en relación con el daño


patrimonial.

- La doctrina que determina la cuantía del daño moral en función de la


gravedad de la falta.

- La doctrina que determina la cuantía del daño moral conforme a la


actividad que se desarrolla por el infractor, más o menos compleja, en
que se puede afectar o no a un mayor o menor número de personas.

- La doctrina que se basa en el mayor o menor desarrollo intelectual del


infractor.

- La doctrina que reconoce un elemento puramente subjetivo del juez.

- La doctrina de la indemnización de los placeres compensatorios.


De todas maneras, el juez siempre tendrá que considerar la naturaleza de
esta indemnización. A diferencia del daño patrimonial, la indemnización del daño
moral es meramente satisfactiva, no se puede pretender que mediante la

21
aplicación de la indemnización, se va a reparar íntegramente el daño causado. Se
trata de una aspiración a paliar los efectos dañinos del acto.

- Prueba: el daño moral requiere de prueba. No se trata de probar el monto del


daño (porque ello es imposible), sino que de lo que se trata es de acreditar la
concurrencia del elemento de la responsabilidad, esto es, que se sufrió un daño.
La Corte Suprema ha dicho en los últimos años que hay que acreditar:

- Que se cumplen los demás supuestos de la responsabilidad.


- Que existe un daño moral.
- La forma como se produjo ese daño.
- La existencia de la legitimación activa.

En general, lo que se utiliza es un informe de un psicólogo o psiquiatra.

3- El dolo y la culpa

Este elemento corresponde precisamente a aquel que distingue el régimen subjetivo de


responsabilidad en que nos encontramos. Este elemento se resume en el juicio de reproche que el juez le
formula al causante del daño por haber infringido dolosa o culpablemente el deber de cuidado que debía
seguir en su actuación en la sociedad.

a) El dolo

El artículo 44 inciso final del Código señala que el dolo es la intención positiva de inferir injuria a
la persona o propiedad de otro. Lo que exige este artículo es la intención positiva, es decir, el propósito
preconcebido de dañar. Lo que persigue el agente con su actuación es causarle un daño a la víctima. La
definición del artículo 44 ha planteado algunos problemas de interpretación:

- El profesor Arturo Alessandri, tomando el texto del artículo 44, señala que lo que caracteriza al
comportamiento doloso es la intención positiva, esto es, la conciencia de la malignidad, de
manera tal que si el autor obra a sabiendas de que causará el daño, pero sin intención de
provocarlo, no habrá dolo.

- Esta interpretación restringida no es compartida por la doctrina moderna (Pablo Rodríguez,


Enrique Barros y Hernán Corral). En particular, el profesor Rodríguez señala que los elementos
que permiten configurar el dolo son los siguientes:

- Que el agente haya previsto o representado racionalmente el resultado dañoso, por lo


menos como probable, esto significa que el agente descubrió la cadena causal que tiene
como consecuencia el daño.

- Que el agente acepte el resultado, y por lo tanto, asume que el perjuicio obedece a esa
acción precisa.

- Que el sujeto haya estado en situación de optar por una conducta opuesta a aquella
que causa el daño, y no lo hizo.
Teniendo en cuenta estos tres elementos, este profesor define el dolo como la conciencia
de que una acción u omisión de la que se es autor, es racionalmente idónea para generar un
daño, unido a la certeza de que éste se producirá.

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Al igual que en la responsabilidad civil contractual, la culpa grave en esta materia se
asimila al dolo.

b) La culpa

- Conceptos: la culpa no está definida en nuestro derecho civil, pero existen innumerables
conceptos doctrinarios. El profesor Arturo Alessandri, para definir la culpa, comienza señalando
que el artículo 44 recoge tres tipos de culpa, pero señala también que culpa o descuido sin otra
calificación significa culpa o descuido leve. De ahí entonces él deduce que el significado legal de
culpa es el de la culpa leve. En otras palabras, en materia extracontractual el agente incurre en
culpa cuando infringe el deber de cuidado impuesto al buen padre de familia.

En el mismo sentido, se pronuncia el profesor Meza Barros, citando una norma particular,
que es el artículo 2323 inciso 1, en donde se hace referencia explícita al cuidado de un buen
padre de familia.

El profesor Hernán Corral define la culpa en un sentido amplio y negativo, señalando que
corresponde a la omisión de la diligencia a la que se estaba jurídicamente obligado.

El profesor Pablo Rodríguez entiende que la culpa es un elemento de la responsabilidad


derivado del deber social de comportarse conforme a los estándares sociales mínimos impuestos
por la comunidad espontáneamente, sin provocar un daño que sobrepase dichos estándares.

El profesor Enrique Barros señala que es la inobservancia del cuidado debido en la


conducta susceptible de causar daños a otros.

En estas definiciones, el elemento común es que se actúa sin cuidado, de manera


negligente. Actuar sin cuidado o de manera negligente, se refiere respecto de un hombre medio,
un estándar general. Pero existen ciertos casos que se denominan de culpa contra legalidad, en
los cuales se va a incurrir en este elemento de la responsabilidad cuando el sujeto haya infringido
alguna de las disposiciones (por ejemplo una actividad regulada especialmente, o la lex artis).

- Características:

- A diferencia de la responsabilidad contractual, en materia extracontractual la culpa no


admite graduación.

- A diferencia de la responsabilidad contractual, en materia probatoria la culpa y el dolo


deben probarse por el actor, sin perjuicio de lo cual la ley establece ciertas presunciones
de culpa.

- En general, se estima que la culpa en materia extracontractual debe apreciarse en


abstracto. El juez debe establecer cuál es el hombre medio, el estándar general, el
modelo de conducta general, y sobre este modelo, se analiza si se actuó diligente o
negligentemente.

4- La relación causal

a) Definición

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Cuando se habla de relación causal, se debe tener en cuenta que el objeto de este elemento es
precisar que el resultado nocivo de la acción es una consecuencia directa y necesaria del hecho
imputable a una determinada persona.

Entre el hecho ilícito y el daño, debe existir una relación causal. Se define la relación causal como
el vínculo que encadena un hecho, acción u omisión, con un resultado que se presenta como
consecuencia directa, necesaria y lógica de aquél.

Dentro de lo que es la responsabilidad civil, el daño es un elemento relevante, indispensable. La


mera conducta reprochable no origina la responsabilidad civil, y por lo tanto, la labor del vínculo causal
es unir el comportamiento ilícito con el daño. Si no se puede establecer este vínculo, o si concurre lo que
se denomina una causa extraña que rompe el vínculo causal, entonces el agente no va a ser responsable
del daño causado.

b) Teorías

- Teoría de la equivalencia de las condiciones de Von Buri: es la teoría de la conditio sine qua non.
En esta teoría se plantea que todos los hechos que han concurrido a la producción del daño, son
causa de él, y desde el punto de vista de la responsabilidad, se trata de daños que son
equivalentes, de suerte tal que no corresponde hacer distingo de ninguna naturaleza.

En esta teoría, el juez se realiza la pregunta de si el demandado no hubiere actuado, se


habría producido el daño o no. Esta pregunta responde a un concepto particular, que se
denomina supresión mental hipotética, es decir, mentalmente se elimina al sujeto, y se debe
analizar si el daño se produce o no.

Esta teoría ha sido admitida en múltiples oportunidades, pero evidentemente que


produce una serie de injusticias, como por ejemplo si se regala un pasaje en avión y el avión se
cae.

- Teoría de la causa próxima de Bacon: reconoce que hay distintos hechos que desembocan en un
determinado resultado dañino, pero precisa que en general es el último de los sucesos el que
desencadena en el daño, o por lo menos lo determina directamente. La labor del juez será
entonces determinar cuál es ese último eslabón. El problema que esto plantea, es que muchas
veces hay concausas que pueden estar en tiempos distintos, pero que tienen la misma relevancia
o equivalencia a la luz del resultado dañoso.

- Teoría de la causa más eficaz o activa de Birkmeyer: en esta teoría se reconoce la existencia de
concausas, el daño tiene en su origen diversas causas, pero unas son más activas o
preponderantes que otras, y esas son las que se deben considerar como causa del daño causado.

- Teoría de la causa eficiente: en esta teoría, se distingue la condición, la causa y la ocasión. Se


dice que la causa es la productora del efecto; la condición lo hace posible o elimina un obstáculo;
y la ocasión se limita a favorecer la operatividad de la causa eficiente. En esta teoría, se atribuye
la calidad de causa a la condición que podría considerarse como la más operativa en el conjunto
de la situación.
- Teoría de la causa adecuada de Von Kries: se reconoce en esta teoría la existencia de diversos
factores que concurren como concausas del daño, pero el juez deberá considerar aquellos que
normalmente debieran ser el origen del perjuicio causado, y debe rechazar aquellas

24
circunstancias que actúen de manera fortuita. Así, el juez debe determinar que sólo será causa
del resultado la condición que es adecuada por sí misma para generar el resultado realizado en la
situación concreta.

- Teoría de la preponderancia de Binding: esta teoría más bien da un elemento para


complementar las demás. Señala esta teoría que en el análisis del elemento causal, deben primar
aquellas condiciones positivas por sobre las negativas.

- Teoría del seguimiento de De la Batier: esta teoría señala que el rol del juez, cuando operan
causas que permiten en una suerte de cascada la producción del daño, es tomar cada uno de los
eslabones que llevan al resultado, seguirlos y determinar cuál de todos ellos puede ser
considerado como causa idónea del resultado dañoso.

- Postura de Pablo Rodríguez: sostiene que la causa jurídicamente idónea para imputar
responsabilidad sobre un resultado nocivo, es aquella razonablemente previsible de acuerdo al
conocimiento, nivel cultural y desarrollo imperante en cada momento histórico de la sociedad.

Él pone como ejemplo que hoy en día se encuentra determinado que existen ciertas
sustancias que pueden producir un contagio de carácter infeccioso, y eso se puede extender a un
número indeterminado de personas de la población. Pero hace 100 o 300 años, ello no podía ser
un daño indemnizable, porque de acuerdo con los conocimientos que en esa época se tenían, no
era razonablemente previsible que esa sustancia produjera un contacto infeccioso en la
población.

Concluye este profesor que en general, el problema de la causalidad va de la mano con


determinar cuáles son los estándares prevalecientes en la sociedad en un momento
determinado.

c) Algunas notas importantes

- El examen de esta materia debe ir en estricta relación con el comportamiento desempeñado


por la propia víctima. La culpa de la víctima en relación con el vínculo causal, puede operar como
un elemento que excluye el vínculo causal, o que lo atenúe, es decir, puede eximir de
responsabilidad al agente, o disminuir dicha responsabilidad.

En general, se puede afirmar que cuando la víctima actúa con culpa grave o dolo, exonera
de responsabilidad al agente, salvo que éste haya actuado a la vez con dolo o culpa grave, porque
ahí habrá solo una disminución de responsabilidad.

Así, el artículo 2330 señala que la apreciación del daño está sujeta a reducción, si el que
lo ha sufrido se expuso a él imprudentemente.

- Teniendo en consideración las teorías señaladas precedentemente, salvo la de la equivalencia


de las condiciones, cabe preguntarse por qué no se indemniza el daño indirecto. La respuesta es
que a tal punto queda alejada la conducta del agente del daño, que razonablemente no puede
imponérsele la obligación de indemnizar los perjuicios.

- Por lo general, el daño no tiene por causa un solo acontecimiento, son múltiples los hechos que
concurren a su producción. Por este motivo, se habla de las concausas, que traen normalmente
aparejado un desplazamiento, un reparto de la responsabilidad entre las diversas causas del

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daño, siempre que sean causas directas. No puede haber concausas entre causas directas e
indirectas.

5- La capacidad

Nuestro sistema de responsabilidad civil extracontractual es el subjetivo, y en este sistema


subjetivo, la capacidad es indispensable, porque para efectuar el juicio de reproche, el juez
necesariamente debe plantearse si el sujeto activo obró con o sin discernimiento. Si el sujeto no entiende
que obró sin cuidado o negligentemente, no tiene discernimiento, y por tanto no puede realizársele el
juicio de reproche. La capacidad es la regla general, y la incapacidad una excepción, y como tal, de
derecho estricto.

El artículo 2319 regula esta materia, y plantea diversas situaciones de incapacidad:

- Los dementes:

- Definición: no están definidos en la ley, pero se trata de una palabra técnica a la que
deberá dársele el sentido que le confieren quienes profesan la ciencia o arte respectiva.

En términos generales, se entiende por demente la persona privada de razón,


comprendiéndose todos aquellos que sufren una psicosis. Enrique Barros señala que son
constitutivas de demencia las graves deficiencias a la capacidad intelectual o volitiva.

El demente es incapaz porque no se encuentra en situación de valorizar


moralmente sus actos, ni de prever cuáles son las consecuencias que de ello se siguen.

- Requisitos para que la demencia configure la incapacidad:

- Debe ser contemporánea a la ejecución del hecho. Se estima que en esta


materia no es aplicable el artículo 465 inciso 1, por cuanto comienza hablando de
los actos y contratos. O sea, se trata de una norma propia de la capacidad
negocial.

- La privación de razón debe ser total.

- El artículo 2318 se coloca en la situación del ebrio, señalando que el ebrio es


responsable del daño causado por su delito o cuasidelito. No es posible excusarse
de responder en esta circunstancia, por lo que se denomina la teoría del acto
libre en la causa, es decir, conscientemente el sujeto se colocó en esa situación.
Hay consenso en la doctrina que este concepto de ebriedad puede extenderse
también a problemas de drogas.

- Los infantes: de acuerdo con los artículos 26 y 2319, el infante es todo niño que no haya
cumplido 7 años de edad. El Código señala que estas personas no son capaces de delito o
cuasidelito civil, es decir, en el fondo, lo que hace el legislador es presumir de derecho que el
menor de 7 años carece del suficiente discernimiento.

- La persona mayor de 7 y menor de 16 años:

26
- Discernimiento: el artículo 2319 inciso 2 señala que queda a la prudencia del juez
determinar si el menor de 16 años (y mayor de 7) ha cometido el delito o cuasidelito sin
discernimiento. En el fondo, el legislador le entrega al juez el determinar si el causante
del daño tenía la capacidad suficiente para entender que ese hecho era ilícito, y que
podía traer como consecuencia la producción de un daño a un tercero. A diferencia de lo
que sucede con la culpa en materia extracontractual, el discernimiento es un examen
concreto, no es abstracto, es decir, se debe considerar al niño en particular y las
circunstancias y el medio que lo rodean.

- Responsabilidad del guardián: cuando el juez hace el examen de discernimiento,


existen dos opciones: el juez puede determinar que el menor actuó con discernimiento
(siendo entonces responsable del delito o cuasidelito civil), o que el menor actuó sin
discernimiento, caso en el cual se traslada la responsabilidad al guardián, es decir, aquella
persona que lo tenía bajo su cuidado, custodia o control. No se trata de una
responsabilidad derivada del hecho de un tercero, sino que es una responsabilidad por el
hecho propio del guardián, ya que él incumplió un deber que la ley le impuso
determinadamente a esa persona.

El artículo 2325 señala que las personas obligadas a la reparación de los daños
causados por las que de ellas depende, tendrán derecho para ser indemnizadas sobre los
bienes de éstas. En el fondo, lo que consagra el artículo 2325 es una acción de repetición,
es decir, si se tuvo que responder por el hecho ajeno, se tiene derecho a que el causante
del daño indemnice o restituya lo que se haya dado o pagado por ese daño. Si se sostiene
que el guardián responde por un hecho propio, entonces habrá que concluir que no hay
derecho de repetición, y no es aplicable el artículo 2325.

6- La antijuridicidad

a) Concepto

Desde siempre, la doctrina clásica en materia de responsabilidad civil extracontractual habla de


hecho ilícito pero no de antijuridicidad. En el fondo, entiende que la antijuridicidad es un elemento que
queda absorbido dentro del factor de imputación. O sea, cuando se le imputa al agente haber actuado
imprudentemente, no haber respetado el deber de cuidado, entiende la doctrina clásica que se le está
imputando que su actuar fue antijurídico, contrario a derecho.

La tendencia más moderna separa la antijuridicidad del factor de imputación, y la analiza como
un elemento independiente. En estas teorías más modernas, el énfasis se coloca en el daño, y se dice que
la existencia del daño hace presumir que existe una conducta antijurídica, salvo que exista una causal de
justificación.

El profesor Pablo Rodríguez define a la antijuridicidad como la contradicción entre una


determinada conducta y el ordenamiento normativo considerado en su integridad, es decir, la conducta
es contraria a derecho.

b) Clasificación

La antijuridicidad puede ser formal o material:


- Antijuridicidad formal: es formal cuando la conducta infringe una norma específica dentro del
ordenamiento jurídico. En el fondo, cuando se habla de antijuridicidad formal, se va a reconocer

27
que existe un ilícito civil típico, cerrado, porque la responsabilidad civil extracontractual concurre
por la sola circunstancia de que el agente infringió esa disposición legal, esa conducta tipificada
en la ley.

- Antijuridicidad material: aquí se escapa del tipo cerrado, del ilícito civil típico, y se reconoce que
la conducta también es antijurídica cuando se infringen ciertos conceptos de carácter general.
Entonces, habrá una conducta antijurídica cuando se contraviene el orden público, las buenas
costumbres, el sistema económico, el sistema político, los principios generales de derecho. O sea,
en materia civil, se reconoce la existencia de un ilícito genérico y abierto.

Teniendo en cuenta esta clasificación, se señala que los elementos del ilícito civil son los
siguientes:

- Cuando la antijuridicidad es formal, los elementos son el hecho del hombre, la capacidad, la
conducta descrita en la ley, el perjuicio y la relación causal. Aquí no se menciona el dolo y la
culpa, porque se entiende que desde el momento que el legislador tipifica una conducta en el
ámbito civil, su sola infracción hace nacer la obligación de indemnizar por el daño causado, es
decir, hay culpa contra legalidad.

- Cuando la antijuridicidad es material, se exigen los elementos generales del acto ilícito, esto es,
el hecho del hombre, la imputabilidad, la antijuridicidad, el daño y la relación causal.

VI) Presunciones de culpa

1- Generalidades

a) Por qué existen

Las presunciones que establece el Código tienen por finalidad colaborar con la víctima y soslayar
la dificultad que supone acreditar el elemento subjetivo de la responsabilidad civil extracontractual. Para
estos efectos, nuestro Código contempla, en los artículos 2320 a 2329, una serie de presunciones.

Es importante tener en cuenta que estas presunciones sólo facilitan la prueba del elemento
subjetivo de la responsabilidad, pero no liberan al demandante de establecer la concurrencia del resto de
los requisitos.

b) Qué debe cumplirse para poderlas invocar

Adicionalmente, debe tenerse en cuenta que el demandante se encuentra en el imperativo de


acreditar la concurrencia de los elementos de hecho que permiten configurar la presunción. Y habiendo
probado esos hechos, el efecto que produce la presunción es modificar la carga de la prueba, es decir,
será el demandado, el agente, quien estará en el imperativo de demostrar que actuó en forma diligente
(es decir, si adoptó todas las precauciones en su actuar que un hombre razonable hubiera adoptado.
Tratándose de culpa contra legalidad, el agente tendrá que demostrar que se cumplieron las normas
legales o reglamentarias pertinentes).

c) Cómo se agrupan

28
En general, las presunciones que se contemplan en el Código, se agrupan en:

- Presunciones de culpa por el hecho propio.


- Presunciones de culpa por el hecho ajeno.
- Presunciones de culpa por el hecho de las cosas.

2- Presunciones de culpa por el hecho propio

a) Regla del artículo 2329 inciso 1

El artículo 2329 inciso 1 señala que por regla general, todo daño que pueda imputarse a malicia o
negligencia de otra persona debe ser reparado por ésta. Esta disposición ha traído cierto debate de
carácter doctrinario, es decir, qué realmente contempla este artículo.

Para Arturo Alessandri y Carlos Ducci, se está frente a una presunción de carácter general
(presunción general de culpa), que se aplicará toda vez que el daño proviene de un determinado hecho o
circunstancia que por su naturaleza o por el contexto que lo rodea, puede ser atribuido a dolo o culpa del
agente.

Ramón Meza Barros no comparte la apreciación anterior de Alessandri y Ducci. Él señala que el
artículo 2329 inciso 1 no es más que una explicitación del principio general contemplado en el artículo
2314.

Hernán Corral señala que lo que hace el artículo 2329 es colocar de relieve la necesaria relación
causal, la necesaria existencia de un vínculo causal entre el hecho y el resultado dañoso. Él repara
especialmente en una frase del artículo 2329 inciso 1, en la que se señala “todo daño que pueda
imputarse a malicia o negligencia”. Entonces, esta frase, y en particular el concepto de “imputarse”, lo
que hace es poner de relieve la existencia del vínculo causal.

En general, nuestra doctrina mayoritaria estima que hay una presunción general de culpa.

b) Reglas del artículo 2329 inciso 2

Esta norma señala que son especialmente obligados a esta reparación:

- El que dispara imprudentemente un arma de fuego.

- El que remueve las losas de una acequia o cañería en calle o camino, sin las precauciones
necesarias para que no caigan los que por allí transitan de día o de noche.

- El que, obligado a la construcción o reparación de un acueducto o puente que atraviesa un


camino, lo tiene en estado de causar daño a los que transitan por él.

La mayoría de la doctrina entiende que se está frente a situaciones particulares o concretas de


presunciones de culpa por el hecho propio, es decir, acreditándose los supuestos de cada una de las
situaciones del artículo 2329, se va a presumir que el agente actuó de manera negligente.

Para Hernán Corral no hay una presunción de culpa, porque por ejemplo, el número 1 le exige a
la víctima que debe acreditar que se actuó imprudentemente. Por lo tanto, él señala que lo que se
establece en el artículo 2329 inciso 2 no son presunciones de culpa, sino que la necesaria existencia de

29
una relación causal entre el hecho y el daño, es decir, lo que establece el artículo 2329 es una presunción
de causalidad entre el hecho (disparo imprudente, remoción de losas u otros, y construcción o
reparación), y el resultado dañoso.

3- Presunciones de culpa por el hecho ajeno

a) Conceptos generales

Siguiendo el artículo 2316 inciso 1, es obligado a la indemnización el que hizo el daño y sus
herederos. Esa es la regla general. Sin perjuicio de lo anterior, y en forma excepcional, el artículo 2320
inciso 1 señala que toda persona es responsable no sólo de sus propias acciones, sino del hecho de
aquellos que estuvieren a su cuidado.

Se suele encontrar el fundamento a la regla del artículo 2320 inciso 1, en que la circunstancia de
tener a un sujeto bajo el cuidado de otra persona, el impone a esta persona ciertos deberes, en
particular, el deber de vigilancia, de suerte tal que no obstante agrupar estos casos como presunción de
culpa por el hecho ajeno, en la realidad se está frente a una presunción de culpa por el hecho propio,
porque es el cuidador, vigilante o guardador el que ha infringido una obligación propia, el deber de vigilar
que le impuso el ordenamiento jurídico.

Nuestro Código contempla esta presunción en términos generales en el artículo 2320 inciso 1, y
hay acuerdo en orden a que los casos indicados en el artículo 2320 y complementados en los artículos
2321 y 2322, no son sino la materialización de este principio de carácter general, y por ende, no se trata
de una enumeración taxativa, sino que siempre se va a tener la norma del artículo 2320 inciso 1 como
principio general.

Esta obligación de cuidado o vigilancia, conforme lo señala el artículo 2320 inciso final, cesará si
con la autoridad y el cuidado que su respectiva calidad les confiere y prescribe, no hubieren podido
impedir el hecho. Esta causal de exoneración de responsabilidad ha sido analizada de manera muy
exigente por la jurisprudencia, la que a modo de ejemplo, ha dicho que el demandado deberá probar que
se encontraba en una verdadera y real imposibilidad de evitar el daño, o sea, es un estándar de prueba
alto, se debe acreditar una absoluta imposibilidad.

b) Requisitos

- Debe existir una relación de dependencia o subordinación: esto no es sinónimo de un contrato


de trabajo, sino que es más amplio que ello. De hecho, si hubiera un contrato de trabajo, la figura
estaría más bien en el artículo 2322, que es una manifestación del principio general del artículo
2320 inciso 1.

La Corte Suprema, en sentencia de septiembre del año 2012, señaló que lo que interesa
es la existencia de una correlación de autoridad por una parte, y de obediencia por la otra.

- Deben ser capaces de delito o cuasidelito civil tanto el autor del daño como el civilmente
responsable: si el autor del daño fuera incapaz, la figura no va a ser la presunción del artículo
2320 inciso 1, sino que se debe aplicar el artículo 2319, el que distingue respecto del menor de
16 años y mayor de 7 años, el juicio de discernimiento que hace el tribunal.
El artículo 2320 inciso 1 establece una presunción simplemente legal de responsabilidad.
Si el autor del daño es un incapaz, se recurrirá al artículo 2319. Y el artículo 2319 exige que al
guardián se le pueda imputar negligencia. O sea, si el autor del daño es incapaz, se pasa de una

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presunción (artículo 2320 inciso 1) a un problema probatorio mayor, porque se deberá probar
que el guardián actuó de manera imprudente.

Este segundo requisito tiene un reconocimiento legal en el artículo 2325 parte final, que
hace referencia a que el que perpetró el daño (el autor) debe ser capaz de delito o cuasidelito,
según el artículo 2319.

- El hecho del autor debe ser ilícito.

- La víctima debe acreditar que el autor actuó de manera negligente: establecido que sea este
hecho, se presume entonces la responsabilidad del tercero civilmente responsable. O sea, no se
libera a la víctima de probar la culpa del autor directo del daño.

Enrique Barros precisa que la víctima debe acreditar que concurren todos los elementos
de la responsabilidad civil, y luego de eso opera la presunción para llegar al tercero civilmente
responsable.

- Una cierta relación física que permita efectivamente poder ejercer la facultad que haría posible
evitar el daño: se trata de un elemento de carácter material. Este requisito lo plantea el profesor
Pablo Rodríguez. Por ejemplo, que el alumno esté en el internado, que el aprendiz esté en el
taller, que el hijo esté en la casa, etc.

- Se trata de una presunción simplemente legal: por lo tanto, para exonerarse de esta presunción
del artículo 2320, el demandado tendrá que acreditar que cesó la obligación en los términos del
artículo 2320 inciso final. Eso sí, el artículo 2321 contempla una presunción de derecho.

c) Acción de repetición

La idea es que el tercero civilmente responsable que se ve en la obligación de indemnizar los


daños causados a la víctima, goza de una acción de repetición para dirigirse en contra del autor. Esta
acción está regulada en el artículo 2325, que señala que las personas obligadas a la reparación de los
daños causados por las que de ellas depende, tendrán derecho para ser indemnizadas sobre los bienes
de éstas, si los hubiere, y si el que perpetró el daño lo hizo sin orden de la persona a quien debía
obediencia, y era capaz de delito o cuasidelito, según el artículo 2319.

d) Responsabilidad de los padres por la mala educación y hábitos viciosos de sus hijos

- En qué consiste: esto está en el artículo 2321. Los padres serán siempre responsables de los
delitos o cuasidelitos cometidos por sus hijos menores, y que conocidamente provengan de mala
educación, o de los hábitos viciosos que les han dejado adquirir.

Nuestro Código, en los artículos 222, 224, 234, 236 y 237 consagra un verdadero
estatuto, en virtud del cual le impone a los padres, dentro del derecho de familia, una serie de
obligaciones o cargas que deben cumplir respecto de sus hijos, de manera tal que cuando se
verifica una de las situaciones contempladas en el artículo 2321, el legislador entiende que ese
padre o madre infringió el mencionado estatuto. O sea, se trata de una presunción por el hecho
propio, y no de una presunción por el hecho ajeno.
- Características principales:

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- Se está en presencia de una presunción de derecho, ya que el artículo señala que los
padres serán siempre responsables.

- El artículo 2321 recoge un principio general del artículo 2320 inciso 1; pero es un caso
particular, en cuanto se infringe este estatuto especial que el legislador le establece a los
padres.

- La circunstancia de ser un estatuto especial, modifica algunas exigencias del artículo


2320. Por ejemplo, en el caso del artículo 2321, no se exige que los hijos vivan dentro de
la casa de sus padres, como sí ocurre con el artículo 2320. Además, el artículo 2321 dice
que los padres son siempre responsables.

- El artículo 2321 es aplicable al menor de 18 años, con indiferencia de la circunstancia de


si ese menor de 18 años actuó con o sin discernimiento, en el caso de haber sido mayor
de 7.

- El artículo 2321 exige que la mala educación sea un hecho conocido, lo cual significa
que en la situación de que se trata, estos factores deben ser públicos y evidentes. Como
dice un autor, se trata de un comportamiento impropio que los padres han tolerado a la
vista de su vecindario.

- Se ha señalado que el artículo 2321 constituye una verdadera sanción de carácter civil a
aquellos padres que han infringido el estatuto a que se ha hecho referencia.

- Hay que tener en cuenta que el artículo 2321 se aplica por igual tanto al padre como a
la madre, no se hace distinción sobre el particular.

e) Responsabilidad de los empleadores por el hecho de sus dependientes

- Cuándo se responde: en la primera parte del artículo 2322, se señala que los amos responderán
de la conducta de sus criados o sirvientes en el ejercicio de sus respectivas funciones; y esto
aunque el hecho de que se trate no se haya ejecutado a su vista.

Evidentemente que el problema de interpretación radica en determinar en qué consiste


“en el ejercicio de sus respectivas funciones”. En términos generales, se entiende que las
respectivas funciones son aquellas tareas que son propias del dependiente, no aquellas que
asume por iniciativa propia y de las cuales no da cuenta su contrato de trabajo.

- Cuándo no se responde: el empleador no responde por el hecho del dependiente cuando se


reúnen las siguientes circunstancias:

- Que pruebe que el sirviente ha ejercido sus funciones de un modo impropio.


- Que los amos no tenían medio de prever o impedir tal situación.
- Que ellos hayan empleado el cuidado ordinario y la autoridad competente.

Reuniéndose estos tres requisitos, toda la responsabilidad recaerá sobre los criados o
sirvientes.

f) Otros casos

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Algunos ejemplos son:

- Ley del tránsito: el artículo 174 de la ley de tránsito señala que estarán obligados solidariamente
al pago de los daños y perjuicios causados, el conductor y el propietario del vehículo, a menos
que este último pruebe que el vehículo le ha sido tomado sin su conocimiento o autorización
expresa o tácita.

- Ley de ferrocarriles: esta ley señala expresamente que las empresas de ferrocarriles son
responsables de los daños causados por sus dependientes.

4- Presunciones de culpa por el hecho de las cosas

a) Idea general

Lo que subyace en este capítulo, es que toda persona es además responsable por el hecho de las
cosas que son de su dominio o que se encuentran a su servicio.

El profesor Pablo Rodríguez insiste aquí en la circunstancia de que se está en presencia de


presunciones por infracción a un deber de cuidado que tiene el dueño de estas cosas. En particular, él
señala que aquí hay culpa por el hecho propio que se expresa por la producción de situaciones de riesgo
creadas por una persona, y por la falta de cuidado con relación a las cosas de las cuales responde.

En este apartado, el Código no contempla un principio de carácter general como el artículo 2320
inciso 1. El Código regula casos particulares, y por lo tanto, fuera de los casos expresamente regulados
por el Código, la víctima tendrá la carga de acreditar todos y cada uno de los supuestos de la
responsabilidad civil extracontractual.

b) Responsabilidad por la ruina de un edificio

- En qué consiste: el artículo 2323 inciso 1 señala que el dueño de un edificio es responsable a
terceros (que no se hallen en el caso del artículo 934), de los daños que ocasione su ruina
acaecida por haber omitido las necesarias reparaciones, o por haber faltado de otra manera al
cuidado de un buen padre de familia.

- Cuáles son los requisitos:

- Que el demandado sea propietario del edificio cuya ruina ocasiona el daño cuya
reparación se exige.

- Que el daño provenga de la ruina, esto es, de la desintegración total o parcial de una
construcción.

- Que esta ruina se deba a la omisión de las necesarias reparaciones, o por haber faltado
de otra manera al cuidado de un buen padre de familia.

- Principales características:

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- El profesor Alessandri señala que se entiende por edificio, para estos efectos, toda obra
levantada por el hombre, destinada a la habitación o a otros fines análogos, y que
adhiere permanentemente al suelo.

- El artículo 2323 inciso 2 señala que si el edificio perteneciere a dos o más personas
proindiviso (comunidad), se dividirá entre ellas la indemnización a prorrata de sus cuotas
de dominio. O sea, el artículo 2323 contempla una situación de excepción respecto del
artículo 2317, en cuanto a quién o quiénes responden del daño, porque este último
artículo señala que cuando el delito o cuasidelito ha sido cometido por dos o más
personas, cada una de ellas será solidariamente responsable de todo perjuicio.

- Cuando la víctima del daño es un vecino, se contempla una exigencia previa que debe
satisfacer ese vecino para poder dirigirse en contra del dueño del edificio. Esta exigencia
previa es ejercer la acción del artículo 932. En el fondo, el legislador entiende que la
omisión en haber ejercido la acción del artículo 932, en parte es también causa del daño,
y por lo tanto, importa una sanción a esta desidia.

- El demandado puede excusarse o defenderse oponiendo la excepción de caso fortuito,


en los términos del artículo 934. No es admisible la excepción de caso fortuito cuando
logre acreditarse que sin el mal estado del edificio, dicho caso fortuito no lo hubiere
derribado.

- El legislador también se coloca en la situación que la ruina del edificio que ocasiona el
daño provenga de un vicio en su construcción. En este caso, el artículo 2324 contempla
una norma de reenvío al artículo 2003 regla 3, caso en el cual se hace responsable al
empresario de la construcción por los vicios de construcción, por los vicios del suelo, y
por los vicios de los materiales.

Tanto el artículo 2324 como el artículo 2003 regla 3, deben complementarse con
el artículo 18 de la ley general de urbanismo y construcción. Este artículo amplía el
campo de sujetos pasivos no sólo al constructor, sino que también al contratista, al
propietario primer vendedor, etc. Además, establece plazos especiales de prescripción.

c) Responsabilidad por daño que ocasione la cosa que cae o es arrojada de la parte superior de un
edificio

- En qué consiste: el artículo 2328 inciso 1 señala que el daño causado por una cosa que cae o se
arroja de la parte superior de un edificio, es imputable a todas las personas que habitan la misma
parte del edificio, y la indemnización se dividirá entre todas ellas.

- Reglas generales:

- El legislador distingue dos situaciones:

- La caída de una cosa: en este caso, su enfoque es el de sancionar una situación


de riesgo que ha sido creada.

- El arrojar una cosa: en este caso, existe una fuerza o actividad humana que
implica el traslado o desplazamiento de la cosa, que facilita su caída. Esta última

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circunstancia ha llevado a sostener al profesor Meza Barros que en realidad se
trata de una presunción por el hecho ajeno.

- Del daño son responsables todas las personas que habitan la misma parte del edificio, lo
que es una cuestión de hecho.

- La indemnización se divide entre todas esas personas. Pareciera ser que aquí hay una
regla excepcional a la responsabilidad solidaria del artículo 2317, porque la ley señala
que la indemnización se divide entre todas las personas, es decir, se estaría prorrateando
esa indemnización.

- No se aplica esta presunción cuando se pruebe que el hecho se debe a la culpa o mala
intención de alguna persona exclusivamente, en cuyo caso ella sola será responsable
(artículo 2328 inciso 1 segunda parte).

- El artículo 2328 inciso 2 contiene una acción popular, toda vez que cualquier persona
del pueblo tendrá derecho para pedir la remoción de aquellas cosas que, en la parte
superior de un edificio, amenacen caída y daño.

d) Responsabilidad por el hecho de los animales

- En qué consiste: el artículo 2326 señala que el dueño de un animal es responsable de los daños
causados por el mismo animal, aún después que se haya soltado o extraviado.

- Reglas generales:

- Se trata de una presunción o disposición de carácter general, en el sentido que se va a


aplicar a cualquier tipo de animal, teniendo presente la clasificación que para estos
efectos contempla el artículo 608 del Código, es decir, animales bravíos, domésticos y
domesticados.

- Esta responsabilidad cesa cuando la soltura, extravío o daño no puede imputarse a


culpa del dueño o del dependiente encargado de la guarda o servicio del animal.

- Lo que se dice del dueño se aplica a toda persona que se sirva de un animal ajeno
(artículo 2326 inciso 2 primera parte). Se entiende que se sirve de un animal quien lo
utiliza en los fines a que el animal se destina. Y esta última persona, es decir, quien se
sirve del animal, puede verse exonerada de responsabilidad cuando el daño ha
sobrevenido por una calidad o vicio del animal, que el dueño, con mediano cuidado o
prudencia, debió conocer o prever, y de que no le dio conocimiento.

- Nuestro Código, en el artículo 2327 regula qué sucede con el daño proveniente del
hecho de un animal fiero. En este caso, señala este artículo que el daño causado por un
animal fiero, de que no se reporta utilidad para la guarda o servicio de un predio, será
siempre imputable al que lo tenga, y si alegare que no le fue posible evitar el daño, no
será oído.

Algunos comentarios sobre esta norma:

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- Es un caso de responsabilidad objetiva, lo que se desprende del hecho que será
siempre imputable al que lo tenga, y que no será oído en cuanto a que no pudo
evitar el daño.

- Aquí podría haber un caso de antijuridicidad formal, en el sentido que el Código


Penal, al enumerar las faltas, contempla un caso particular en virtud del cual se
sanciona al dueño de animales feroces que por descuido culpable de su parte,
causaren daño a las personas.

El artículo 2327, desde la perspectiva civil, sanciona al que tiene al animal


fiero. En cambio, el Código Penal sanciona al dueño del animal fiero.

VII) Sujetos, objeto y extinción de la responsabilidad

1- Sujeto activo

a) Regla general

La regla general es que se entiende que el sujeto activo de la acción es la víctima, es decir,
aquella persona que ha sufrido el daño. Aquí se está suponiendo que el daño ya se ha producido o
configurado. Por lo tanto, se tiene la acción desde que se verifica el daño.

b) Daño contingente

- Concepto: por excepción, está lo que se denomina el daño contingente, es decir, ciertas
situaciones en las cuales se confiere una acción sin que se haya configurado el daño, y por lo
tanto, su finalidad es precautoria, es decir, la idea es precaver un peligro que puede llegar a
provocar un daño real.

- Tratamiento que le da el Código Civil:

- El legislador se pone en el supuesto de la existencia de una situación de peligro. Y de


esa situación de peligro, razonablemente puede derivar un eventual daño que sea
indemnizable.

- Esta situación de peligro debe ser imputable a la malicia o a la negligencia de una


persona.

- Se trata de una acción cuya finalidad no es resarcitoria, no es conceder al titular una


indemnización. El objetivo de esta acción es cautelar o precautorio.

- En cuanto al titular de la acción de daño contingente, el legislador distingue. Si el daño


amenaza a personas determinadas, sólo ellas son titulares de la acción. En cambio, si el
daño amenaza a personas indeterminadas, entonces el legislador confiere una acción
popular.

- Norma que lo recoge y aplicación: es el artículo 2333 el que recoge el daño contingente. Este
artículo señala que por regla general, se concede acción popular en todos los casos de daño

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contingente que por imprudencia o negligencia de alguien amenace a personas indeterminadas;
pero si el daño amenazare solamente a personas determinadas, sólo alguna de éstas podrá
intentar la acción.

El profesor Pablo Rodríguez estima que el artículo 2333, atendida la amplitud de sus
términos, en el fondo establece una regla general aplicable a cualquier situación en la que se
configuren las cuatro características o reglas dadas con anterioridad.

Una aplicación práctica del principio recogido en el artículo 2333, se recoge en el artículo
2328 inciso 2, relativo a aquellas cosas que se encuentren en la parte superior de un edificio o de
otro paraje elevado, y que amenacen caída y daño.

Finalmente, el legislador entiende que quien ejerce la acción de daño contingente, al


precaver un daño, está haciendo un servicio a la comunidad en ciertos casos, o está obligando al
demandado a adoptar ciertas medidas que de otro modo no lo hubiera hecho. Por este motivo,
es que el artículo 2334 señala que el demandado debe indemnizar al demandante los gastos o
costas en que incurra en la tramitación de estas acciones, y en su caso, deberá pagar la
remuneración que corresponda.

c) Daño en las cosas

Hay que preguntarse quién tiene acción para exigir la indemnización derivada del daño que se ha
infringido a una cosa determinada.

En este caso, el legislador contempla una legitimación activa amplia, porque no sólo le confiere
acción al dueño de la cosa, sino también a aquellos que por algún título se encuentren sirviendo de ella.
Por ejemplo, un usufructuario, un habitador o un usuario.

Esto está regulado en el artículo 2315, que señala que puede pedir esta indemnización no sólo el
que es dueño o poseedor de la cosa que ha sufrido el daño, o su heredero, sino el usufructuario, el
habitador o el usuario, si el daño irroga perjuicio a su derecho de usufructo o de habitación o uso. Puede
también pedirla en otros casos el que tiene la cosa con obligación de responder de ella; pero sólo en
ausencia del dueño.

d) Daño a las personas

- La víctima principal o directa del daño: esto en la medida que haya quedado en situación de
poder ejercer la acción.

- La víctima indirecta: se refiere a aquella persona que sufre un daño patrimonial o moral a
consecuencia del ilícito civil de que ha sido víctima otra persona. Por ejemplo, la muerte de un
estrecho colaborador.

La víctima indirecta ejerce una acción propia, es decir, la víctima indirecta demanda por
el daño que ella ha sufrido, y por lo tanto, no está ejerciendo una acción que haya recibido por
transferencia o transmisión de la víctima directa.

Esta especial situación, en doctrina recibe el nombre de daño reflejo, por repercusión o
por rebote. En definitiva, se tiene al autor, a la víctima, y por rebote a la víctima indirecta.

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El profesor Fabián Elorriaga define el daño reflejo o por repercusión como aquel que nace
a consecuencia del perjuicio provocado a la víctima inicial de un hecho ilícito, y que afecta a
personas diversas del sujeto inmediatamente perjudicado.

- Los herederos de la víctima: el heredero de la víctima va a ser titular de dos acciones.

- La primera es aquella que le correspondía a su causante, que éste no ejerció, y que se


transmitió a sus herederos (artículo 2315 primera parte, que señala que puede pedir esta
indemnización no sólo el que es dueño o poseedor de la cosa que ha sufrido el daño, o su
heredero).

Respecto de la transmisión de la acción de la víctima directa, no cabe duda de


que es transmisible la acción relativa al daño patrimonial. Pero existen dudas respecto de
la transmisión de la acción relativa al daño moral. En general, en Chile cuesta aceptar esta
segunda transmisión, pero hay autores, como Pablo Rodríguez, que sí admiten la
transmisión de la acción relativa al daño moral.

- La segunda acción es aquella que le corresponde como víctima indirecta.

2- Sujeto pasivo

a) Contra el causante del daño

Esto está en el artículo 2316 inciso 1, que señala que es obligado a la indemnización el que hizo el
daño. El profesor Alessandri plantea que dentro de este concepto, deberán incluirse también aquellos
que hayan actuado como cómplices o encubridores del agente. Para pensar de esta manera, señala los
siguientes argumentos:

- Todas estas personas (autor, cómplice y encubridor), en sus respectivos ámbitos, han concurrido
a la producción del daño.

- Cita el artículo 24 del Código Penal, que señala que toda sentencia condenatoria en materia
criminal lleva envuelta la obligación de pagar las costas, daños y perjuicios por parte de los
autores, cómplices y encubridores, y demás personas legalmente responsables.

- El artículo 2316 inciso 2 dice que el que recibe provecho del dolo ajeno, sin ser cómplice en él,
sólo es obligado hasta concurrencia de lo que valga el provecho. Interpretando a contrario sensu
esta disposición, se concluye que si el que recibe provecho por el dolo ajeno es el cómplice, éste
se encuentra obligado a reparar el total de los perjuicios. Hay una norma similar en materia de
vicios del consentimiento, cuando el dolo no es determinante.

b) Personas civilmente responsables

Van a ser sujetos pasivos de la acción el padre, el guardador, el tutor, el empresario, etc, lo que se
relaciona con las presunciones de culpa por el hecho ajeno.

c) Personas que se aprovechan del dolo ajeno

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Se trata del caso del artículo 2316 inciso 2, que señala que el que recibe provecho del dolo ajeno,
sin ser cómplice en él, sólo es obligado hasta concurrencia de lo que valga el provecho. Algunos
comentarios respecto a esta disposición:

- El sujeto pasivo, el demandado, no puede haber tenido conocimiento del dolo, porque si lo
hubiese tenido, entonces pasa a ser causante del daño, o cómplice, o al menos encubridor.

- El profesor Carlos Ducci señala que siempre se ha hablado de que en materia extracontractual
no se distingue el dolo y la culpa. Y el artículo 2316 habla del dolo. O sea, si el sujeto se beneficia
de un hecho culposo, no va a tener que reparar el provecho que haya obtenido.

- La exposición, la indemnización o restitución a que pueda verse obligado a realizar el


demandado, es limitada al monto del provecho que haya obtenido, aún cuando el daño sea
mayor. Esta limitación se explica porque los autores ven en el artículo 2316 inciso 2 un caso de
enriquecimiento sin causa.

- El profesor Juan Andrés Orrego dice que el artículo 2316 inciso 2 es una norma de carácter
objetiva, responde a un caso de responsabilidad objetiva, porque se aplica por la sola
circunstancia de haberse obtenido el beneficio.

Enrique Barros no habla de responsabilidad objetiva, pero en similar sentido, señala que
esta disposición afecta al tercero aún cuando él no haya incurrido en ilícito alguno.

d) Los herederos de las personas antes señaladas

Ello está en el artículo 2316, que señala que es obligado a la indemnización el que hizo el daño, y
sus herederos. La norma no era necesaria, porque el artículo 951 es bastante claro en el sentido de que
el heredero representa a la persona del causante, y lo sucede en todos sus derechos y obligaciones
transmisibles.

e) Responsabilidad solidaria de los varios autores de un delito o cuasidelito

Esto está en el artículo 2317, que señala que si un delito o cuasidelito ha sido cometido por dos o
más personas, cada una de ellas será solidariamente responsable de todo perjuicio procedente del
mismo delito o cuasidelito, salvas las excepciones de los artículos 2323 y 2328. El profesor Meza Barros
hace una interpretación extensiva de esta disposición, señalando que la solidaridad se extiende a todos
quienes hayan intervenido, ya sea como autores, cómplices o encubridores; y también se extiende la
solidaridad cuando sean varias las personas civilmente responsables.

El inciso 2 del artículo 2317 agrega que todo fraude o dolo cometido por dos o más personas
produce la acción solidaria del precedente inciso. La doctrina ha buscado una interpretación a este inciso
2, porque sino, pareciera ser una mera reiteración del inciso 1. Para evitar que el inciso 2 sea una mera
reiteración de la norma contenida en el inciso 1, la doctrina ha señalado que esta disposición no se
refiere a actos dolosos que constituyen un ilícito civil, sino que se refiere al dolo que incide en el
incumplimiento de una obligación cuando ésta no emana de un contrato. Entonces, si la obligación
emana de la ley o de un cuasicontrato, y esa obligación es dolosamente incumplida por dos o más
personas, esa responsabilidad sería solidaria, por el inciso 2 del artículo 2317.

3- Objeto de la reparación

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a) Concepto general

De los artículos 2314 y 2329, se desprende un principio de carácter general, que se denomina de
la reparación integral del daño. Esto significa que el perjuicio originado a raíz de un ilícito civil debe ser
completamente resarcido, considerando tanto el daño patrimonial como extrapatrimonial que se haya
irrogado a la víctima.

Confirma lo anterior el artículo 2331 que se refiere a una situación particular, en la cual se
restringe la reparación derivada de las imputaciones injuriosas sólo a la reparación del daño emergente y
el lucro cesante. Por ello se dice entonces que interpretado a contrario sensu el artículo 2331, se
concluye que en los demás casos, la reparación deberá ser integral.

Debe tenerse en cuenta que en los últimos 2 años, se han presentado requerimientos ante el
Tribunal Constitucional porque el artículo 2331 podría violar el derecho al honor del artículo 19 número
4. En opinión de la cátedra, la norma es inconstitucional pero no es necesario una inaplicabilidad, sino
que bastaría solamente una interpretación correcta.

La regla general es que la indemnización en materia de responsabilidad extracontractual busca


reparar en dinero a la víctima, es decir, que obtenga lo que hubiese tenido en su patrimonio en el evento
de no haber existido el ilícito civil. Esta afirmación evidentemente que tiene un matiz cuando se habla de
daño moral, porque atendida la naturaleza de ese tipo de daño, no puede haber una reparación por
equivalencia. La indemnización por daño moral es satisfactiva y no por equivalencia.

En todo caso, hay ciertas normativas especiales que amplían el objeto de la acción no sólo a la
reparación en dinero, sino que también a otras prestaciones. Así sucede con la ley 19.733, que es la ley
de ejercicio del periodismo, en cuyos artículos 16 y siguientes impone la obligación de publicar a su
costo, la sentencia judicial aclaratoria, y regula además el derecho de aclaración y rectificación. Se trata
aquí de eliminar cualquier vestigio del ilícito civil.

b) Reducción de la reparación por culpa de la víctima

Esto está regulado en el artículo 2330, que señala que la apreciación del daño está sujeta a
reducción, si el que lo ha sufrido se expuso a él imprudentemente.

El artículo 2330 contempla lo que se denomina el principio de la compensación de culpas, y esta


compensación de culpas parte del supuesto que en el origen del daño cuya indemnización se reclama,
causalmente ha intervenido un hecho proveniente tanto del agente como también de la víctima. Por
ejemplo, el sujeto que cruza imprudentemente por una avenida en lugar no habilitado, y es atropellado
por un sujeto que iba a exceso de velocidad.

Hay que tener en consideración que el artículo 2330 no es una norma de exoneración de
responsabilidad, sino que es una norma de atenuación de la responsabilidad.

Para constituir la excepción del artículo 2330, es el demandado (el agente o autor) quien tendrá
la carga de acreditar que en la producción del daño, causalmente intervino también el hecho de la
víctima.

Excepcionalmente en nuestra legislación, se presume el hecho imputable de la víctima, lo que


permite configurar la excepción del artículo 2330. Ello ocurre por ejemplo, en el artículo 176 de la ley de

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tránsito, en que se constituye la presunción respecto de aquel que cruza la calzada en lugar no
autorizado.

Se ha interpretado que esta es una disposición imperativa para el tribunal, de suerte tal que si no
la aplica, es causal de casación. La norma señala que la reparación “está sujeta a reducción”, y no que
“podrá estar sujeta a reducción”. Esto podría ser una salida para que el tribunal de casación se pronuncie
sobre el monto de la indemnización.

Respecto a la imprudencia, el artículo 2330 establece que la reducción procede cuando la víctima
se ha expuesto imprudentemente al daño. Y por lo tanto, la doctrina ha discutido si esa víctima tiene que
ser o no imputable desde un punto de vista civil. En otras palabras, la pregunta es si juega o no un papel
relevante en este aspecto la capacidad civil de la víctima. Esto es discutido. Enrique Barros reconoce que
es un tema sujeto a discusión, y plantea la pregunta de qué pasa con el menor de 7 años que cruza la
calle en un lugar no habilitado y de manera imprevisible. Para la cátedra, en ese ejemplo en particular, no
es el problema de la imputabilidad, sino que va a haber una interrupción del vínculo causal, en la medida
que el sujeto activo haya estado conduciendo cumpliendo las leyes del tránsito. O sea, causalmente no es
el manejo el origen del daño, sino que el cruce del menor de 7 años en lugar no habilitado al efecto.

c) Cúmulo de indemnizaciones

De lo que se trata es determinar si es viable acumular la indemnización que se deba por el autor
del delito o cuasidelito, con las prestaciones que se deban a la víctima en razón del daño que ha recibido.
Por ejemplo, el caso del seguro automotriz. La pregunta es si puede la víctima demandar al agente luego
de haber obtenido la reparación de su vehículo por la compañía de seguros.

Hay autores que se oponen a la posibilidad de que exista un cúmulo de indemnizaciones.


Sostienen, por ejemplo, que existiría un enriquecimiento sin causa por parte de la víctima al obtener dos
reparaciones. Otros ven un problema de falta de daño como requisito de la responsabilidad, porque si ya
se obtuvo la reparación por el seguro, significa que se eliminó el daño, no configurándose todos los
elementos de la responsabilidad civil extracontractual.

En contra, se plantea una situación de justicia. Se dice que no es justo que el autor del daño se
vea beneficiado por un contrato de seguro que tenía la víctima con un tercero. Este argumento no es tan
real por la existencia de la acción de repetición, puesto que la compañía de seguros puede demandar al
autor del daño.

El profesor Meza Barros dice que la solución se encuentra en indagar el contenido de la


prestación que deberá llevar a cabo el tercero. Si ese tercero va a reparar íntegramente el daño, Meza
Barros dice que entonces la víctima no tiene acción en contra del causante del mismo. Por el contrario, si
hay una reparación sólo parcial, entonces el saldo no cubierto por ese seguro, se podrá exigir al autor del
daño.

4- Extinción de la acción

Como regla general, se aplicarán los modos de extinguir las obligaciones generales. Pero se debe
tratar especialmente la renuncia y la prescripción.

a) Renuncia

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No hay inconvenientes en que ella opere, siempre que el ilícito civil se encuentre consumado. Si
se renunciase antes, podría entenderse que hay objeto ilícito por el artículo 1465. Evidentemente que la
renuncia estará amparada en el artículo 12 del Código.

Otra característica de la renuncia es que tiene efectos relativos, es decir, ella sólo afecta a la
víctima y a sus herederos; no afecta la acción emanada del daño por repercusión, es decir, a la víctima
indirecta.

Si esta renuncia está condicionada al pago de una determinada prestación, entonces se estará en
presencia de una transacción, porque esa prestación va a ser considerada una concesión recíproca por
parte del demandante. Sobre este particular, el artículo 2449 nos dice que la transacción puede recaer
sobre la acción civil que nace de un delito, pero sin perjuicio de la acción criminal.

b) Prescripción

La norma está en el artículo 2332, que señala que las acciones que concede este título por daño
o dolo, prescriben en cuatro años contados desde la perpetración del acto.

- El primer problema es si se trata de una prescripción de corto o de largo tiempo. La mayoría de


la doctrina, incluyendo a Pablo Rodríguez, Enrique Barros y Arturo Alessandri, estima que se trata
de una prescripción de corto tiempo. En el fondo, toda prescripción menor a los 5 años se
entiende que es de corto tiempo. Hernán Corral pone un punto a discutir, en el artículo 2524, que
señala que las prescripciones de corto tiempo a que están sujetas las acciones especiales que
nacen de ciertos actos o contratos, se mencionan en los títulos respectivos, y corren también
contra toda persona; salvo que expresamente se establezca otra regla.

O sea, pareciera ser que este artículo, que regula las prescripciones de corto tiempo, lo
hace sólo respecto de los actos y contratos, y no de aquellas acciones que emanan de la
responsabilidad extracontractual, y por ende, no es posible aplicar la distinción entre
prescripciones de largo y de corto plazo en esta materia. Esto es importante porque las
prescripciones de corto tiempo corren en contra de toda persona, y no se suspenden. En cambio,
siguiendo la interpretación de Hernán Corral, sosteniendo que se trata de una prescripción de
largo tiempo, se podrá aplicar el artículo 2509 del Código, y se deberá concluir que sí se suspende
esta prescripción.

Si bien el profesor Pablo Rodríguez cree que la prescripción del artículo 2332 es de corto
tiempo, y por ende no se suspende, estima excepcionalmente que sí lo hace en el caso del
artículo 2509 inciso final, porque este inciso señala que la prescripción se suspende siempre
entre cónyuges.

- Un segundo problema es desde cuándo se cuenta la prescripción. El artículo 2332 dice que
desde la perpetración del acto. Por tanto, corresponde determinar cuándo se entiende
perpetrado el acto.

Pablo Rodríguez entiende que la perpetración del acto quiere decir que la prescripción
comienza a correr desde que concurren todos y cada uno de los presupuestos que configuran el
ilícito civil.

Arturo Alessandri estima que el plazo se cuenta desde el día en que se cometió el hecho
dañoso o culpable, y no desde aquel en que se produjo el daño, si éste y el hecho no son

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coetáneos. El problema o crítica que se le hace a esta interpretación es que la acción podría
nacer prescrita si es que el daño tarda en manifestarse.

Enrique Barros señala que la prescripción sólo puede correr desde que la acción esté
disponible, es decir, desde el día en que el acreedor ha podido entablar su demanda, lo que
sucederá desde que se produjo o manifestó el daño, aunque la actuación del demandado se haya
agotado con anterioridad.

El profesor Barros previene que nuestro ordenamiento jurídico tiene una norma de
clausura, que si bien no está expresamente señalada, es un principio general, y es que las
acciones prescriben a los 10 años.

VIII) Causas eximentes y atenuantes de responsabilidad

1- Eximentes de responsabilidad

a) Ideas generales

Se ha señalado que el artículo 2329 inciso 1 establece un principio general en virtud del cual todo
daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona, deberá ser reparado por ésta. Sin
perjuicio de este principio y regla del artículo 2329, puede suceder que el autor del daño no se encuentre
en la necesidad u obligación de repararlo, y ello ocurrirá cuando concurra una causal eximente de
responsabilidad, o cuando se haya estipulado una cláusula de irresponsabilidad.

La teoría clásica siempre entendió que las eximentes de responsabilidad decían relación con la
ausencia del dolo o culpa por parte del agente. En otras palabras, el ilícito civil no se configura cuando no
ha existido un hecho imputable por parte del agente. Por ejemplo, el caso fortuito o fuerza mayor, que
elimina precisamente el factor de imputación.

Las doctrinas más modernas, particularmente las francesas y chilenas, buscan ampliar este
concepto de la ausencia de dolo o culpa, y entonces se comienza a hablar de la interrupción del nexo
causal. Así por ejemplo, el profesor Pablo Rodríguez señala que el nexo causal determina que un hecho
produce como resultado un cierto efecto dañoso, pero puede suceder que entre la actuación del agente
y el daño, irrumpa un hecho que implique una interrupción de la relación causal, necesaria para la
configuración del ilícito civil. Y entonces los autores plantean la existencia de la llamada causa ajena, es
decir, un hecho ajeno a la voluntad del agente que importa la interrupción del necesario vínculo causal
entre el hecho y el daño. Y estas causas ajenas se agrupan globalmente en tres grandes aspectos:

- En el hecho de un tercero.
- En el hecho de la víctima.
- En el caso fortuito o fuerza mayor.

b) Cuáles son las causales que eximen de responsabilidad civil

- Caso fortuito o fuerza mayor: está definido en el artículo 45 del Código, y suele distinguir entre
caso fortuito y fuerza mayor.

En materia extracontractual, hay algunos matices en cuanto a los requisitos que deben
concurrir para configurar el caso fortuito. Se dice entonces que en materia extracontractual, los
requisitos son los siguientes:

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- La interferencia del hecho de la naturaleza o acto de autoridad en la relación causal.

- La imprevisibilidad, es decir, quien lo alega no ha podido razonablemente


representárselo como posible.

- La irresistibilidad, esto es, quien lo sufre no ha estado en situación de evitarlo


empleando el cuidado y diligencia que imponen los estándares ordinariamente
aceptados.

- El acontecimiento no debe ser imputable al demandado. Aquí es el demandado quien


opone la excepción de caso fortuito o fuerza mayor, pero esta excepción no podrá
invocarse cuando el caso fortuito proviene de un hecho del mismo demandado. El
artículo 934 recoge este cuarto requisito.

- La falta de culpa: esta es la causal por antonomasia de la teoría clásica. El artículo 2329 habla de
imputarse a malicia o negligencia. Por lo tanto, si se elimina la malicia o negligencia, no podrá
existir un ilícito civil que configure la responsabilidad. Esta causal también la recoge el artículo
2320 inciso final, que señala que cesará la obligación de esas personas si con la autoridad y el
cuidado que su respectiva calidad les confiere y prescribe, no hubieren podido impedir el hecho.

- La culpa o el hecho de la víctima: el concepto que hay detrás de esto es que no es posible
imputar responsabilidad civil cuando el origen o causa del daño se encuentra en un hecho que ha
sido generado por la propia víctima.

Aquí se distinguen distintas situaciones:

- Si la culpa o hecho de la víctima es la única causa que origina el daño, no cabe duda que
hay una eximente de responsabilidad.

- Si hay concausas, se aplica el artículo 2330, y entonces habrá una rebaja de la


responsabilidad.

- Hay ciertas teorías modernas que plantean que el dolo subsume a la culpa, y por lo
tanto, si se logra acreditar que el comportamiento de la víctima ha sido doloso o con
culpa grave, aún cuando el autor del daño haya actuado negligentemente, va a estar
exonerado de responsabilidad.

Los requisitos para que opere esta causal son:

- Debe existir una relación de causalidad entre el hecho de la víctima y el perjuicio


causado.

- El hecho de la víctima no puede ser imputable al demandado.

- El hecho de la víctima debe ser culposo, siempre que no concurra con culpa del
demandado, porque en ese caso habrá una atenuante de responsabilidad.
- El hecho de un tercero: por ejemplo, qué sucede cuando dos autos colisionan en una vía a
consecuencia de que quien tiene de su cargo el cuidado de la misma, no ha cumplido con ese

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deber. Ese hecho de un tercero (omisión en la mantención de la ruta conforme a los estándares
previstos por el contrato de concesión) es el causante directo del daño.

El concepto de tercero va a ser todo aquel que es ajeno a la víctima y al demandado.

- Legítima defensa: se trata de una causal que mira al elemento de la antijuridicidad. Ella es
incorporada como una causal de justificación, es decir, opera como un elemento que elimina la
antijuridicidad, convirtiendo el acto objeto del reproche, en un acto que es legítimo y ajustado a
derecho. No habiendo norma especial en nuestro ordenamiento civil que regule la legítima
defensa, se aplicarán las disposiciones del artículo 10 del Código Penal. Se requiere que exista
una agresión ilegítima, la necesidad racional del medio empleado para impedirla y repelerla, y la
falta de provocación suficiente por parte del que se defiende.

- Estado de necesidad: sigue la misma lógica anterior, se trata de traer al derecho civil la causal de
justificación del artículo 10 número 7 del Código Penal. De lo que se trata, es que estará exento
de responsabilidad civil el que para evitar un mal, ejecuta un acto que produce daño en la
propiedad ajena, siempre que concurran las circunstancias señaladas en la norma.

Cuando se habla del estado de necesidad, hay algunos autores que introducen un matiz,
en el sentido de que algunos de ellos, más que una eximente de responsabilidad, lo insertan
como una atenuante de responsabilidad, en el sentido que no queda excluido el agente de
reparar todo daño, porque ello podría significar una afectación al principio de enriquecimiento
sin causa, y entonces se emplea la causal de estado de necesidad como una limitación del daño.

- Inmunidades especiales de ciertas personas: esta causal es tratada por el profesor Meza Barros.
Cita al efecto el artículo 61 de la Constitución, referido a las expresiones y votos que emitan los
senadores y diputados en el ejercicio de su cargo. En caso que se utilizara una expresión
injuriosa, no se podría recurrir al artículo 2331.

- Causales que agrega la doctrina moderna: otros autores agregan las demás causales que
establece el artículo 10 del Código Penal (el que obra violentado por una fuerza irresistible o
impulsado por un miedo insuperable; o el que obra en el ejercicio legítimo de un derecho).

2- Cláusulas de irresponsabilidad

Es difícil que en materia extracontractual pueda pensarse en una cláusula de irresponsabilidad,


porque ellas suponen que el autor del daño y la víctima convienen en que el primero no va a ser
responsable, o bien que su responsabilidad se atenuará en ciertos y determinados casos. Sin perjuicio de
ello, en materia civil, y en teoría, se plantean tres situaciones:

a) Irresponsabilidad por delito civil o culpa inexcusable

En el fondo, en estos casos se habla de un acto doloso, y por lo tanto, hay consenso en que aún
teóricamente, no es posible admitir una cláusula de esta naturaleza por la existencia de objeto ilícito.

b) Irresponsabilidad por daño en las personas

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Por ejemplo, qué sucede si dos boxeadores antes del combate pactan una cláusula de esta
naturaleza; o qué sucede si el dueño del toro pacta con el torero una cláusula de esta naturaleza. La
pregunta es si el toro ensarta su asta en el torero podría éste demandar al dueño del toro o no.

Aquí se está regulando un contrato sobre una cosa que está fuera del comercio humano, como es
el cuerpo de una persona. Por tanto, no se admiten estas cláusulas.

c) Irresponsabilidad por daño en las cosas o culpa excusable

Alessandri entiende que en este tercer caso, esta cláusula de irresponsabilidad es válida, y da las
siguientes razones:

- La ley no las prohíbe, ni son contrarias al orden público.

- Son cláusulas que miran el interés individual del renunciante, y por lo tanto, no hay
inconveniente en su renuncia. Y señala un ejemplo: qué sucede si dos propietarios rurales
colindantes firman una cláusula de exoneración de responsabilidad para el caso que los animales
de uno y otro crucen al predio vecino y afecten una plantación. Alessandri dice que en tal caso, se
está frente a una cláusula completamente válida.

El profesor Pablo Rodríguez discrepa del análisis de Alessandri en cuanto a que existe un interés
particular involucrado. Este profesor estima que siempre que se está en presencia de un ilícito civil, hay
un interés social en que el mismo sea sancionado por la vía de la indemnización de perjuicios. Teniendo
en cuenta lo anterior, él distingue dos situaciones:

- Estima que habrá nulidad de la cláusula si ella se limita a establecer una renuncia anticipada a
reclamar los daños provenientes de un hecho culposo.

- En cambio, admite su validez cuando la cláusula tiene un objeto concreto, que consiste
solamente en regular la reparación del daño causado, y siempre que se reúnan los siguientes
requisitos:

- Que el daño sea excusable, que no obedezca a dolo o culpa grave.

- Que el daño no afecte a una persona, que sólo recaiga en las cosas.

- Que la cláusula no sea una eximente de responsabilidad, sino solamente se reglamente


el derecho a ser reparado.

En resumen, lo que plantea este autor es que la renuncia o configuración de esta


eximente, antes de la configuración del ilícito civil, atenta contra normas de orden público. En
cambio, señala que nada obsta para que las partes, en ejercicio de la autonomía privada, regulen
la forma en que se materializará la prestación.

IX) Tendencias modernas en materia de responsabilidad

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- Ampliación del daño resarcible, como por ejemplo, el daño moral o el daño a la actividad social.

- Proceso gradual de socialización de los daños, a través de los seguros obligatorios o de la


seguridad social.

- Aumento de los factores de atribución, en los cuales no se exige a la víctima probar la culpa del
autor del daño. Así ocurre, por ejemplo, con el abuso del derecho, la equidad natural, la norma
de tolerancia entre los vecinos, o la solidaridad social.

- La objetivización de la responsabilidad, en casos como el daño informático, ecológico, de


productos medicinales, etc.

- La aligeración de la carga de la prueba a la víctima.

- La creación de presunciones de causalidad.

- La prevención y evitación de los daños, lo cual se manifiesta en el poder de la autoridad para


suspender y clausurar definitivamente una determinada actividad riesgosa.

- La certeza del cobro de la indemnización.

- Regulación de los contratos con cláusulas predispuestas.

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