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No cabe duda de la necesidad urgente de humanizar la globalización. Por eso hay que
impulsar el desarrollo humano como alternativa al actual ordenamiento mundial,
buscando un mayor equilibrio socioeconómico y político, con sostenibilidad, pensando
en la calidad de vida de las generaciones futuras. En este sentido es importante
analizar el concepto de desarrollo humano. De acuerdo con el PNU: El desarrollo
humano es un proceso en el cual se amplían las oportunidades del ser humano, de las
cuales las tres más importantes son disfrutar de una vida prolongada y saludable,
adquirir conocimientos y tener acceso a los recursos necesarios para lograr un nivel de
vida decente. Aparte de estas, otras oportunidades altamente valoradas por muchas
personas, van desde la libertad política, económica y social, hasta la posibilidad de ser
creativo y productivo, respetarse a sí mismo y disfrutar de la garantía de derechos
humanos. El desarrollo humano debe incluir dos aspectos: la formación de capacidades
humanas, mejor salud, conocimientos y destrezas. De acuerdo con este enfoque, el
ingreso, aunque importante, no es más que una de las oportunidades que la gente
desearía tener. Por eso, el desarrollo debe abarcar más que la expansión de la riqueza
y los ingresos. Su objetivo central debe ser el ser humano.
A partir de esta definición, se puede inferir que aunque se han logrado progresos en
materia de ingreso, servicios públicos, educación, entre otros, aún persisten las
desigualdades sociales y la exclusión en materia de participación en la toma de
decisiones en los asuntos que competen a la mayoría de la población.
Según Sen, el desarrollo debe estar ligado a la expansión de las libertades, lo cual
lleva a centrar la atención en los fines por los que cobra importancia el desarrollo y no
sólo en algunos de los medios, a pesar del papel que estos desempeñan en el proceso.
Es de vital importancia, entonces, eliminar las principales fuentes de privación de la
libertad: la pobreza, la escasez de oportunidades económicas, las privaciones sociales
sistemáticas, el abandono de los servicios públicos y la intervención de los Estados
represivos.
Se trata de un enfoque cualitativo del desarrollo, donde el centro y fin del mismo es el
ser humano y lo importante es no sólo el nivel de vida, sino la calidad de vida. Por eso
nada más alejado de la realidad que el dogma imperante en los círculos del
pensamiento económico neoliberal, según el cual lo que es bueno para la economía,
para el crecimiento, también lo es para toda la población.
Otra razón que explica la mayor relevancia actual del debate sobre desigualdad global
se debe a que el proceso de globalización de la información que estamos viviendo
constituye una auténtica revolución que está alterando drásticamente muchas de
nuestras concepciones. Parece razonable pensar que el bienestar que siente una
persona depende de sus posibilidades de desarrollo en términos relativos respecto de
su entorno. En el actual mundo globalizado, donde prácticamente todas las personas
conocen las condiciones de vida de los demás ciudadanos del mundo, la evaluación de
su propio bienestar no es la misma que cuando sólo se conocían las condiciones de
vida de entornos próximos. En tal contexto, la preocupación por conseguir unas
condiciones dignas de vida debe extenderse a todas las personas, no importa cuál sea
su país de residencia. De ahí la preocupación por la desigualdad global, la que existe
cuando comparamos a todos los ciudadanos del mundo de acuerdo con conceptos
como renta, riqueza, bienestar, consumo o nivel de educación.
Hay quienes sostienen que estamos avanzando en la más válida de las ideas, pero sin
que las sociedades de los países intervinientes hayan resuelto acabadamente qué
modelo de país ambicionan. Lamentablemente, hasta ahora la forma elegida ha sido
equivocada, porque no se ha aprovechado la experiencia obtenida por el modelo que
funciona efectivamente en la actualidad: la Comunidad Europea.
El problema de integración de los países de América Latina plantea muchas y muy
complejas cuestiones que no son fáciles de resolver.