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(También llamado el Bautista o Juan el Bautista; siglo I d.C.) Predicador judío, santo
en varias ramas del cristianismo y venerado en el islam y otras confesiones como
profeta (y, en el caso del mandeísmo, como Mesías). La tradición cristiana lo
considera el precursor de Jesús.
Hacia el año 28, Juan el Bautista comenzó a ser conocido públicamente como
profeta; su actividad se desarrolló en el bajo valle del río Jordán, donde predicaba
la «buena nueva» y administraba el bautismo en las aguas del río. En sus
predicaciones, que tuvieron gran acogida por parte del pueblo, exhortaba a la
penitencia, basándose en las exigencias de los antiguos profetas bíblicos.
El tono mesiánico del mensaje del Bautista inquietó a las autoridades de Jerusalén,
y Juan fue encarcelado por Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, cuyas
inmoralidades había denunciado. San Marcos narró en su Evangelio (6:14-29) la
muerte de San Juan Bautista: Salomé, hija de Herodías (la esposa de Herodes
Antipas) pidió al tetrarca por indicación de su madre la cabeza del profeta, que le
fue servida en una bandeja. El cuerpo de Juan fue probablemente enterrado por sus
discípulos.
SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS
«Sagrado Corazón» redirige aquí. Para otras acepciones, véase Sagrado Corazón
(desambiguación).
Pintura del Sagrado Corazón de Jesús en óleo sobre lienzo de la escuela
portuguesa, siglo XIX.
En la Iglesia católica, el Sagrado Corazón de Jesús es la devoción referida al
corazón de Jesucristo, como un símbolo de amor divino. La devoción al Sagrado
Corazón tuvo su origen en una corriente mística centrada en la persona de
Jesucristo, que concebía el corazón como centro vital y expresión de su entrega y
amor total.1 En tal sentido, la devoción al Sagrado Corazón refiere en particular a
los sentimientos de Jesús, y en especial a su amor por la humanidad, según lo
resume el Evangelio de Juan:
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de
pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el
mundo, los amó hasta el extremo.
Evangelio de Juan 13:1
Esta devoción insta a quienes la practican a tener, en palabras de Pablo de Tarso,
«los mismos sentimientos que Cristo Jesús» (Epístola a los filipenses 2:5).2 Un
número importante de congregaciones y de familias espirituales se conformaron en
torno a la devoción al Sagrado Corazón.1