Antes del año 2000, durante el gobierno de Alberto Fujimori, el estado peruano estuvo
sumido en corrupción, falto de libertad de expresión y existía una gran parte de la
población que repudiaba al gobierno. Sin embargo, tras la controvertida renuncia de Fujimori, Valentín Paniagua aceptó tomar el mando de un gobierno en transición, donde de manera explícita solicita a los peruanos a encomendarse en la tarea de reconstruir la institucionalidad, el respeto por los derechos humanos y la decencia en el Perú. Por ello, y ya pasado casi 20 años, podemos tener idea de cuánto creemos que se ha avanzado en esta tarea, cuáles fueron y siguen siendo los desafíos que debe enfrentar el país para cumplir esta tarea. Las respuestas a estas interrogantes serán explicadas en los siguientes párrafos. Han transcurrido once años desde la presentación del informe final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) de Perú. Esta funcionó entre los años 2001 y 2003 como componente de la transición política iniciada en 2001 tras la caída del gobierno de Alberto Fujimori y el cierre del periodo de violencia armada iniciado en 1980. La creación de la CVR fue una forma de responder a las víctimas de masivas violaciones de derechos humanos cometidas a lo largo de veinte años. Estas violaciones fueron cometidas tanto por las organizaciones subversivas, principalmente la organización Sendero Luminoso, como por las fuerzas armadas y la policía. En dos décadas, ningún gobierno había procurado ninguna investigación sobre los asesinatos, masacres, desapariciones y muchos crímenes más cometidos. Tampoco se había delineado una política de respeto de los derechos humanos ni mucho menos de atención a las víctimas. Por ello, cuando en 2001 se busca una reconstrucción de la democracia peruana, se decide seguir el ejemplo de otros países que había desarrollado políticas de búsqueda de la verdad. Argentina, Chile, El Salvador y Guatemala fueron, así, precursores del proceso iniciado en Perú. Ejemplo de esta corrupción es la relación entre Fujimori y Montesinos como se nos relata en: “Las redes de corrupción tenían, al centro, la íntima e intrincada alianza entre Fujimori y Montesinos. El primero se ocupaba fundamentalmente de la política y actuaba como imagen mediática populista; y el segundo negociaba secretamente con el alto comando militar y reunía fondos ilegales en medio de múltiples otras tareas de inteligencia desde el SIN, su cuartel general de espionaje. Durante la fase final del régimen de Fujimori, Montesinos mantenía enlaces con casi todas las ramas de la estructura de corruptela que controlaba el poder, manipulaba la información pública, saboteaba a la oposición y daba el mal ejemplo a los rangos inferiores de funcionarios y a la sociedad en general. El tamaño, alcance y composición de esta red fueron asombrosos (...). Por lo dicho hasta aquí, la forma más precisa de observar el trayecto seguido por la reconciliación en el Perú es a través del tratamiento dado a las recomendaciones de la CVR. Los discursos sobre la reconciliación pueden ser muy persuasivos y bienintencionados; pero, en última instancia, la reconciliación se medirá por la atención que el Estado y la sociedad sepan dar a las víctimas de la violencia. Y, por extensión, por el tratamiento que se dé a los ciudadanos en general. Como lo aseveró la CVR, la reconciliación en el Perú debe significar una transformación, en sentido democrático, de las relaciones entre Estado y sociedad y de los lazos que unen a los peruanos y peruanas en su vida cotidiana. Una constitución es un conjunto de reglas de convivencia, un pacto político y social. Ésta integra, establece, organiza, es decir, constituye las normas que rigen una sociedad. Además, se construye, funciona y evoluciona por el trabajo de su pueblo y representantes. A lo largo de la historia peruana, la gobernabilidad, confianza y los derechos de las personas se vieron afectados por el fenómeno de la corrupción, aquella que aparece en todas sus formas, tanto en el ámbito económico, social y político; afectando a la economía del país y de sus ciudadanos, así como sus derechos. Según menciona Huber:
“(…) la tenaz persistencia de la corrupción en todo el mundo y en todos sus
niveles, han dejado la impresión que el conocimiento acumulado no ha sido suficiente para frenar el fenómeno. (…) Sin embargo, estamos convencidos que una mejor comprensión del fenómeno, de sus causas, mecanismos y efectos, es indispensable para llegar a mejores resultados en la lucha anticorrupción. Dada la complejidad del fenómeno, estamos conscientes que será necesario superar diversos obstáculos: metodológicos, epistemológicos, financieros y hasta políticos. El Estado debería ser el primer interesado en proporcionar las condiciones para que se pueda realizar este tipo de estudios.” (HUBER, 2017: pp.32) En consecuencia, la corrupción es el principal problema que posee el país, dentro de la lucha por hacer respetar una constitución, que -a decir verdad- fue alterada, convenientemente, con fines de interés para un grupo selecto de funcionarios y/o mafia que dirigió el país durante muchos años. Sin embargo, no es el único problema, pues para hacer una convivencia eficiente y equitativa para todos, es necesario hablar de inclusión y la lucha por erradicar la pobreza. Uno de los caminos más eficientes para ello es por medio de la educación, puesto que a un pueblo con educación no lo engaña nadie y él mismo se hace respetar. En síntesis, la corrupción en nuestro país, es lo que no has sofocado en esta época, no solo con el tema de Fujimori, si no en los que lo preceden hasta la actualidad, cabe resaltar, que el gobierno del Ingeniero Alberto Fujimori fue una etapa de resurgimiento, porque se logro erradicar el terrorismo que en ese momento azotaba a nuestro Perú, no con ello se trata de santificar su mandato, porque también realizo abuso de autoridad, llamándolo así un dictadura por querer concentrar los poderes del estado.
Quiroz, A. (2013). Historia de la corrupción en el Perú. Lima: Instituto de Estudios
Peruanos / Instituto de Defensa Legal. Zapata, A. (Coord.) (2015). Perú: la búsqueda de la democracia 1960-2010. Tomo 5. Madrid: Fundación MAPFRE y Penguin Random House.