Sie sind auf Seite 1von 23

SALA DE CASACIÓN CIVIL

Exp. AA20-C-2018-000586
Magistrado Ponente : GUILLERMO BLANCO VÁZQUEZ

En el juicio por cobro de bolívares (vía intimatoria), interpuesto

ante el Juzgado Segundo de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil,

Tránsito y Agrario de la Circunscripción Judicial del estado Portuguesa, por

los abogados MANUEL PARRA ESCALONA y AIDA FANI RAMÍREZ

FERNANDEZ, inscritos en el Instituto de Previsión Social del Abogado

(IPSA) bajo los números 9.857 y 212.439, respectivamente en su carácter de

endosatarios en procuración de la ciudadana WILDA JOSEFINA BERNAL

RAMÍREZ, titular de la cédula de identidad número V -7.598.740, contra la

ciudadana MARÍA ANDREINA RODRÍGUEZ VILELA , titular de la

cédula de identidad número V -15.272.181, asistida judicialm ente por el

abogado Greddy Eduardo Rosas Castillo, inscrito en el IPSA bajo el número

119.372 ; el Juzgado Superior en lo Civil, Mercantil y del Tránsito de la

mencionada circunscripción judicial, dictó sentencia en fecha 23 de julio de

2018, mediante la cual declaró con lugar el recurso de apelación interpuesto


por la parte demandada y anuló la sentencia recurrida solo en lo
concerniente a la experticia complementaria al fallo, manteniendo incólume

el convenimiento del pago de lo intimado. No hubo condenat oria en costas.

Mediante diligencia de fecha 9 de agosto del año 2018, la parte actora

anunció recurso de casación, el cual fue admitido en fecha 13 de agosto del

mismo año y formalizado tempestivamente. No hubo impugnación.

En fecha 23 de octubr e del año 2018, se asignó la ponencia

al Magistrado Guillermo Blanco Vázquez .

Cumplidas las formalidades legales, pasa la Sala a dictar su máxima

decisión procesal, bajo la ponencia del Magistrado quien con tal carácter la

suscribe y lo hace previa las siguientes consideraciones:

DENUNCIAS POR INFRACCIÓN DE LEY


CAPÍTULO I

Bajo el amparo del artículo 313 ordinal 2° del Código de

Procedimiento Civil el recurrente denuncia la infracción de los artículos 12

y 652 eiusdem por falta de aplicación.

Así, el formalizante sostiene que realizado la oposición al decreto

intimatorio, la parte intimada ha manifestado inequívocamente su voluntad

de “no ser juzgado bajo dicho procedimiento ” por lo cual, la causa debió

sustanciarse conforme a las reglas del procedimie nto ordinario conforme a

las previsiones contenidas en el artículo 652 de la ley adjetiva civil.

Continua señalando, que el efecto de la oposición en los procesos

monitorios es la anulación del decreto de intimación, por lo cual, no es

posible tener como v álido el pago efectuado por la parte intimada si la


misma ejerció la oposición al decreto intimatorio.
Para decidir la Sala observa :

Con relación al vicio denunciado, esta Sala en innumerables

oportunidades ha definido que falta de aplicación se produce cu ando se

niega la existencia o la vigencia de una norma dispuesta para resolver el

conflicto.

Así, el artículo denunciado establece que:


Artículo 652- Formulada la oposición en tiempo oportuno
por el intimado o por el defensor, en su caso, el decreto de
intimación quedará sin efecto, no podrá procederse a la
ejecución forzosa y se entenderán citadas las partes para la
contestación de la demanda, la cual tendrá lugar dentro de
los cinco días siguientes a cualquier hora de las indicadas en
la tablilla a que se refiere el Artículo 192, sin necesidad de
la presencia del demandante, continuando el proceso por los
trámites del procedimiento ordinario o del breve, según
corresponda la cuantía de la demanda.

Pues bien, el juez superior en la sentencia de alzada sostu vo lo

siguiente:
“…el juez a quo al decretar la intimación de la demanda, lo
hizo para que pagara la cantidad de UN MILLÓN
CUATROC IENTOS SESENTA Y CUATRO MIL
BOLÍVARES EXACTOS (Bs. 1.464.000), que comprende las
siguientes cantidades: monto del instrumento cambiario
objeto de la presente demanda, más los intereses calculados
por el Tribunal y el monto reclamados por conceptos de
costas procesales.
Y en cuanto al convenimiento, se observa que la demandada
convino en pagar la suma ordenada a pagar en el decret o
intimatorio.
Así las cosas, se debe precisar, que en virtud del
convenimiento de pago ofrecido por la demandada, este
juicio necesariamente debía culminar de una manera
atípica, es decir, prescindiendo tanto del resto de las
etapas procesales inherentes al procedimiento que nos
atañe, como de una sentencia definitiva que emitiera un
pronunciamiento sobre el fondo del asunto, sin tomar en
cuenta los alegatos y defensas opuestas tanto en el libelo
como en la contestación de la demanda, porque
precisamente por voluntad de las partes el conflicto de
intereses se solucionaría bajo otros términos y otras
condiciones estipuladas en ese medio de autocomposición
procesal celebrado, más aún en este caso concreto, en que
la parte demandada cumplió con la orden de pag o
establecido en el decreto intimatorio, por lo que no debió
el juez a quo, ordenar algo distinto a lo previsto en el
decreto intimatorio, que no fue impugnado por la parte
actora.
(…Omissis…)
En ese mismo sentido, frente al decreto intimatorio que no
fue atacado por la parte actora, se destaca además, que la
parte intimada en el caso de autos, si bien hizo oposición,
posteriormente procedió a convenir a convenir en pagar lo
ordenado en el decreto intimatorio, es decir, se conformó con
lo intimado, lo cual fue admitido por la parte actora,
quedando de esta manera firme el mismo y con fuerza de
ejecutiva, no siendo posible que el sentenciador mediante
otra decisión ordenara la experticia complementaria del fallo
si esta no fue acordada en el decreto intimator io que no fue
atacado por la parte actora. Así se decide.
De esta manera queda claro, que las razones de hecho y de
derecho expuestas en esta sentencia, nos lleva a declarar
que el juez a quo, al ordenar la experticia complementaria
del fallo para el cálcu lo de los intereses moratorios y de la
indexación monetaria, conceptos que no fueron acordados
en el decreto intimatorio, dejó de aplicar el artículo 272
del Código de Procedimiento Civil, cuyo mandato
establece la imposibilidad que se le impone a los juec es de
sentenciar sobre una controversia que ya ha sido resuelta
mediante una decisión que adquirió fuerza de cosa
juzgada. Así se decide.
Sobre la base de lo expresado, es preciso concluir que al
sentenciador no le es dable ordenar en la sentencia de fond o
algo distinto a lo previsto en el decreto intimatorio, siendo
que éste último constituye un acto decisorio con miras a
lograr la creación del título ejecutivo y por lo tanto, su
contenido equivale a una sentencia, que al no ser impugnada
dentro de los la psos legales, adquiere firmeza, y en atención
a ello, debe ser anulada la parte de la sentencia que
homologo el convenimiento de autos, en cuanto ordenó
realizar la experticia complementaria del fallo para el cálculo
de los intereses moratorios y de la ind exación monetaria,
toda vez que dichos conceptos no forman parte del decreto
intimatorio. Así se decide.
De los pasajes de la sentencia impugnada, se colige que el juez de

segundo grado consideró terminado el juicio por cobro de bolívares vía

intimatoria, por cuanto la parte intimada convino en el pago de la suma

reclamada, y en tal sentido, la observación presentada no era capaz de

revertir la consecuencia sobre la finalización del proceso monitorio por

efecto del pago.

Con relación al proceso de intimación , Giuseppe Chiovenda, citado

por Abdón Sánchez Noguera, nos indica que el señalado procedimiento

“resultó de la necesidad de obtener directamente del juez la orden de

prestación y notificar de esta al deudor, sin la necesidad de citación

previa.” (Vid. SÁNCHEZ NOGUERA, Abdón. Manual de Procedimientos

Especiales Contenciosos, Ediciones Paredes. Caracas)

En este mismo orden, Enrico Redenti, mencionado por Sánchez

Noguera, sostiene que “ el proceso especial de intimación permite al

acreedor dirigirse al juez, para que inaudita altera parte pueda emitir un

decreto que impone al deudor el cumplimiento de una obligación” . (Vid.

SÁNCHEZ NOGUERA, Abdón. Manual de Procedimientos Especiales

Contenciosos, Ediciones Paredes. Caracas)

De igual forma, el proce so de intimación es definido Luis Corsi , en

su obra “Apuntamientos sobre el Procedimiento por Intimación ” (Caracas,

1.986), como:
“aquel de cognición reducida, con carácter sumario,
dispuesto a favor de quien tenga derechos de créditos que
hacer valer, asistidos por una prueba escrita. Puede ésta
dirigirse en tal caso al Juez mediante demanda, y el
Juez, inaudita altera parte (sin oír a la otra parte), puede
emitir un decreto con el que impone al deudor que cumpla
su obligación. Esto debe ser notificado al deudor, y
entonces, o el deudor hace oposición y en tal caso surge de
ello un procedimiento ordinario, o el deudor no hace
oposición dentro del término, y entonces el decreto pasa a
ser definitivo-irrevocable, con los efectos ejecutivos de
una sentencia de condena...”.

Asimismo, esta Sala de Casación Civil mediante fallo número 194, de

fecha 10 de abril de 2008 (caso: ARB Consultores, C.A., contra Agrocaris,

C.A. y otro), ratificada en sentencia 375 de fecha 16 de junio del año 2016

(caso: Eva María Idrogo Rojas y otros contra Vicente Adolfo De Santis )

expresó:
“…Es propicio señalar que el decreto de intimación es una
orden de pago, en la que se conmina al deudor, para que
pague apercibiéndole de ejecución. Ello es así por ser una
orden de pago que eventua lmente se transformará en el
título a ejecutar, y por tanto es un presupuesto
indispensable que el decreto intimatorio especifique las
cantidades que deben ser pagadas por el deudor, pues el
intimado sólo puede pagar si conoce qué cantidad le es
requerida, lo que no puede es condenarse a un tercero a
pagar una suma de dinero, por medio de un proceso para
el cual no fue intimado ni se le informó cantidad exacta de
una deuda liquida y exigible .
De allí que sea obligatorio que el juez indique en el decreto
de intimación, el monto de la deuda y el nombre, apellido y
domicilio del demandante y demandado; pues ello implicaría
la determinación de la propuesta de sentencia condenatoria,
motivada sumariamente, la cual debe contener todos los
elementos necesarios p ara convertirse en su oportunidad en
un título ejecutivo, equivalente a sentencia pasada en
autoridad de cosa juzgada, de manera que, una vez notificado
el referido decreto se le concede al deudor un plazo, para
ejercer oposición y en tal caso surge de ell o un
procedimiento ordinario en que se obtendrá la sentencia
definitiva que

De los criterios jurisprudenciales y doctrinarios reseñados con

anterioridad se infiere lo siguiente: 1) el proceso especial de

intimación se erige como una vía expedita para el cobro de un


crédito y culmina mediante el pago de la cantidad intimada o con el
ejercicio de la oposición (tales circunstancias son excluyentes) y; 2)

que el decreto intimatorio es una sentencia condenatoria anticipada, la

cual encuentra supeditada su firmeza definitiva a la actividad del

intimado cuando hace valer la oposición referida en el artículo 652 del

Código de Procedimiento Civil.

Ahora bien, el sub iudice el juez ad quem consideró culminado el

proceso monitorio por cuanto el intimado había dado cumplimiento al

decreto intimatorio en los términos en los cuales fue librado, conforme a lo

cual, desde ese instante debe considerarse terminado el proceso

monitorio. Así se estable ce.

Así las cosas, al evidenciarse el pago de lo ordenado en el decreto de

intimatorio, mal pudo el juez aplicar las consecuencias establecidas en el

artículo 652 del Código de Procedimiento Civil, referidas a la sustanciación

de la causa por las reglas de l procedimiento ordinario, dado que, tal

circunstancia solo procede cuando no se haya dado cumplimiento al


decreto intimatorio y por ende, se haya presentado oposición al mismo .

Por los argumentos esbozados con anterioridad, esta Sala desecha la

presente denuncia. Así se decide.


II

Conforme a lo preceptuado en el artículo 313 numeral 2° del Código

de Procedimiento Civil, denuncia el formalizante la infracción del juez ad

quem por violación a la una máxima de experiencia y del artículo

12 eiusdem, por cuant o el juez de alzada “ negó la indexación ” de las

cantidades reclamadas.

Fundamenta el recurrente su delación señalando lo siguiente:


“…que al momento de negar la indexación o corrección
monetaria solicitada por la parte accionante en el libelo o
escrito de demanda está violando la recurrida una máxima de
experiencia, toda vez que desde el año 1992 nuestra casación
civil ha calificado como tal a la corrección monetaria o
indexación judicial, infringiendo de ese modo la recurrida el
ordinal segundo del artícu lo 313 del Código de
Procedimiento Civil, y simultáneamente, al contrariar una
máxima de experiencia y la solicitud expresa de indexación
contenida en el libelo de la demanda, viola igualmente la
recurrida el principio dispositivo establecido en el artícul o
12 del Código de Procedimiento Civil antes citado, motivo
por el cual, solicitamos que sea casada la sentencia
interlocutoria objeto del presente recurso de casación…”

Pues bien, de los pasajes del escrito de formalización previamente

reseñados infiere esta Sala que lo pretendido por el recurrente es lograr la

indexación del monto reclamado vía intimación.

Para decidir, se observa lo siguiente:

Chiovenda, citado por Humberto Bello Tabares en su obra “La

Casación Civil, Ediciones Paredes ” define las máxim as de experiencia

como:
“…juicios generales no privativos, de la relación jurídica de
que se trate, fundados en la observación de lo que
comúnmente acontece y que, como tales, pueden hacerse en
abstracto por cualquier persona sana de mente y de un nivel
medio de cultura.”

Para Eduardo Couture las Máximas de experiencias constituyen en:


“juicios fundados sobre la observación de lo que ocurre
comúnmente y puede formularse en abstracto por toda
persona de un nivel mental medio. Las máximas de
experiencias son normas de valor general, independientes del
caso específico, pero como se extraen de la observación de
que generalmente ocurre en numerosos casos, son
susceptibles de aplicación en todos los otros casos de la
misma especie.” (Vid. COUTURE, Eduardo, Estudios de
Derecho Procesal Civil, Tomo II. Pruebas en materia Civil,
Editorial Depalma, Buenos Aires, 1978)
En relación a las máximas de experiencias, esta Sala de Casación

Civil, en sentencia número 304, de fecha 11 de agosto de 2000, (caso:

Humberto Contreras Morales contra Jorge Joaquín Ribeiro Bertao) preciso

que:
“Conforme a la doctrina de la Sala, las máximas de
experiencia son conocimientos normativos que pertenecen a
la conciencia de un determinado grupo de personas, espacio o
ambiente; en fin, son definiciones o juicios hipotéticos de
contenido general desligados de los hechos concre tos que se
juzgan en el proceso, procedentes de la experiencia, pero
independientes de los casos posteriores de cuya observación
se han incluido y que, por encima de esos casos, pretendan
tener validez para otros nuevos”

De igual forma, con relación a la i nfracción por violación de máximas

de experiencia y la debida técnica para su denuncia en casación, esta Sala

en sentencia número 259, de fecha 19 de mayo de 2005, (caso Jesús Enrique

Gutiérrez Flores contra Carmen Nohelia Contreras ), ratificada en sentenc ia

número 260, de fecha 7 de octubre del año 2009 (caso: Eduardo y Gustavo

Alberto Sánchez Romero contra Melba Cristina Cárdenas Viuda De Sánchez

y otros) sostuvo lo siguiente:


“…para denunciar la violación de una máxima de
experiencia, no basta invocar solamente y de forma aislada la
infracción del artículo 12 del Código de Procedimiento Civil,
sino que se requiere que el formalizante precise la máxima
de experiencia a la que ha ce referencia, explique por qué
considera la existencia de esa máxima y delate la violación
de la norma jurídica a la cual fue integrada la máxima de
experiencia para su interpretación y aplicación...”

De la jurisprudencia señalada se evidencia que no es p osible

denunciar de forma aislada la violación del artículo 12 del Código de

Procedimiento Civil cuando se pretende cuestionar el fallo del superior por

violación de una máxima de experiencia, sino que además, debe el


formalizante delatar la violación de u n precepto jurídico a los efectos de

realizar la debida interpretación y aplicación al caso concreto.

Conforme a los argumentos planteados, observa esta Sala que la

denuncia presentada por el recurrente no reúne los requisitos mínimos para

su conocimiento puesto que se limitó a denunciar de forma aislada la

violación del artículo 12 del Código de Procedimiento Civil, sin

acompasarlo con otro precepto jurídico que haya de aplicarse en el caso de

considerarse como válida la violación de la máxima de experien cia

cuestionada. Así se establece.

De igual forma, es oportuno hacer las siguientes precisiones:

En la oportunidad de resolver la primera denuncia, esta Sala señaló

que el procedimiento especial de intimación culmina de dos formas: 1) con

el pago de lo intimado y 2) con la oposición al decreto intimatorio.

Así, es importante señalar que el decreto intimatorio es una orden de

pago dirigida al demandado, y en él deben establecerse montos específicos

a los efectos de que el intimado tenga certeza de la cantida d reclamada. En

tal sentido, cuando el proceso culmina con el pago de lo adeudado conforme

a lo ordenado en el decreto intimatorio, resulta materialmente imposible

que se establezca la indexación de la cantidad demandada, ya que el

mencionado ajuste por in flación tendría que ser realizado por expertos

contables antes de que se libre el decreto de intimación, desnaturalizándose

de esta forma el proceso especial cuya característica principal es la

celeridad mediante la cual se obtiene el monto reclamado.

Bajo los anteriores argumentos, esta Sala desecha la presente


denuncia. Así se establece.
III

Con apoyo al ordinal 2° del artículo 313 del Código de Procedimiento

Civil se denuncia la infracción del artículo 272 eiusdem, por error de

interpretación.

Sostiene el recurrente, que el juez de alzada yerra al interpretar el

alcance y contenido de la norma señalada por cuanto al verificarse la

presentación del escrito de oposición por parte del intimado, el decreto

quedaba inexistente y por ende era perfecta mente posible dictar sentencia

sobre el mérito de asunto con vista a la oposición presentada. Así, el

formalizante señala lo siguiente.


“…el decreto de intimación no surte ningún efecto procesal
en el presente juicio, toda vez que quedó anulado y sin
ningún valor como consecuencia de la oposición ejecutada o
propuesta en autos por la parte intimada, todo lo cual
significa que al dejar de tener vida legal el referido decreto
de intimación el contenido del mismo por ningún respecto
puede surtir los efectos de la cosa juzgada formal del modo
como está previsto en el artículo 272 del vigente Código de
Procedimiento Civil, razón por la cual estimamos que la
sentencia recurrida incurre en una errónea interpretación del
artículo 272 del código citado, toda vez que confiere efecto
de cosa juzgada formal a un decreto de intimación que dejó
de existir y que perdió toda validez procesal en el present e
juicio.”

Para decidir la Sala observa :

En primer lugar conviene señalar, que con relación a la denuncia por

la infracción del artículo 272 del Código de Procedimiento Civil, esta Sala

en sentencia número 961, de fecha 18 de diciembre de 2007 (caso: Carmen

Cecilia López Lugo contra Magaly Cannizzaro de Capriles y Otros ), apunto


que:
“La parte actora en la primera denuncia por infracción de ley
contenida en su escrito de formalización, delata la violación
de los artículos 272 y 273 del Código de Procedimiento Civil
mediante una denuncia por infracción de ley, siendo que
dichos artículos constituyen normas de carácte r procesal
que deben ser delatadas como vicios por defecto de
actividad, de conformidad con el ordinal 1° del artículo
313 del Código de Procedimiento Civil , esta Sala debe
advertir lo que a continuación se expresa:
Respecto al carácter procesal de las nor mas que refieren a la
cosa juzgada, la Sala en sentencia Nº 571 de fecha 25 de
julio de 2007, caso Arnolfo Marciales Macías contra Carlos
Javier Albertini Bermúdez, Exp. Nº 2006 -000839, expresó lo
siguiente:
‘En relación con ello, la Sala considera oportun o indicar
que el artículo 272 del Código de Procedimiento Civil es
una norma de carácter procesal, por cuanto regula los
efectos de las decisiones dictadas en ejercicio de la
función tanto en el mismo proceso, como en otro distinto.
Ahora bien, respecto de la infracción de las normas
procesales, esta Sala reitera el precedente establecido en
la sentencia de fecha 15 de marzo de 2005, caso: HENRY
ENR IQUE COHENS ADENS, contra HORACIO ESTEVES
ORIHUELA, respecto de que la norma procesal puede
constituir el fund amento propio de una denuncia de
quebrantamiento de forma, si es aplicada por el juez en
conocimiento de algún aspecto procesal surgido con
motivo de la tramitación del juicio, y puede ser
denunciada en el contexto de una denuncia de error de
juzgamiento, si la norma fue aplicada por el juez que
dictó la sentencia recurrida, para decidir la controversia.
De conformidad con lo expuesto, la Sala determina que
la infracción de la norma procesal configura un
supuesto del recurso de casación por quebrantamiento
de formas, si se refiere al iter procedimental o un
aspecto del mismo, o bien a la estructura formal de la
sentencia, y sólo podría constituir el fundamento
propio de una denuncia por infracción de ley, si la
norma procesal fue infringida por el juez al re solver la
controversia .
(…Omissis…)
Ahora bien, es necesario distinguir el supuesto de
violación de la cosa juzgada en el mismo proceso, de los
alegatos relacionados con la cosa juzgada recaída en
otro juicio. Pues en el primer caso se tratará de un
aspecto procesal surgido en este proceso, respecto del
cumplimiento de la sentencia que le puso fin al juicio,
mientras que en el segundo se trata de una situación
distinta –no ocurrida en el caso concreto -, relacionada
con el alegato de que la pretensión deduci da en el
nuevo juicio debe ser desechada por cuanto ya fue
decidida por sentencia definitivamente firme, en cuya
hipótesis se trata de un alegato incorporado en el
proceso por el demandado o los terceros, que debe ser
probado en ese juicio.
Por consiguient e, en el primer caso de la violación de la
cosa juzgada consta en las mismas actas del expediente,
mientras que en el segundo se trata de un hecho nuevo
incorporado al proceso, que debe ser probado mediante
el traslado al expediente de la copia de la decis ión que
adquirió fuerza de cosa juzgada.
Lo expuesto permite determinar que de ser irrespetada
la cosa juzgada con motivo del cumplimiento de la
sentencia definitivamente firme y, por ende, de forma
sobrevenida durante la tramitación del mismo juicio,
ello da lugar a una incidencia referida a un aspecto
netamente procesal surgido en el mismo proceso, cuya
solución deriva del examen de las propias actas del
proceso. En ese caso, la infracción del artículo 272 del
Código de Procedimiento Civil debe ser encuad rada en
el ordinal 1° del artículo 313 del Código de
Procedimiento Civil, por haber sido omitido o
quebrantadas formas procesales con menoscabo del
derecho de defensa.
Por el contrario, si la cosa juzgada es alegada en otro
juicio con el propósito de que l a nueva pretensión sea
desestimada, se trata de un hecho afirmado que debe ser
probado, mediante el traslado en copia de la decisión
definitivamente firme que puso fin al otro juicio, en cuya
hipótesis se trata de una prueba incorporada en el
expediente, y su examen es hecho por el juez para
determinar si desestima o no esa nueva pretensión. En esta
hipótesis, la infracción del artículo 272 del Código de
Procedimiento Civil, constituye el fundamento de una
denuncia de infracción de ley, pues de su interpret ación o
aplicación dependerá la suerte de la nueva demanda
respecto de la cual ha sido alegada la existencia de la cosa
juzgada’.
Del criterio jurisprudencial previamente transcrito, se evidencia que

para delatar el vicio por infracción del artículo 272 del Código de

Procedimiento Civil, es necesario verificar si la cosa juzgada infringida

emana del caso concreto o de otro proceso ya culminado.

Lo anterior tiene capital importancia, ya que, en el primer caso la

infracción del señalado artículo es consider ado como un aspecto netamente

procesal, por lo cual, la denuncia debe ampararse en el artículo 313,

numeral 1° (vicios de forma) del Código de Procedimiento Civil, por

violación al debido proceso que genera un menoscabo al derecho a la

defensa, mientras qu e en el segundo de los supuestos expresados el alegato

sobre la violación de la cosa juzgada –como medio de prueba - debe

denunciarse con base en el contenido del artículo 313, numeral

2° eiusdem (vicios de fondo).

En el sub iudice, se observa que la viola ción a la institución de la

cosa juzgada emana de una sentencia dictada en el mismo juicio,

adecuándose el caso de autos al primer supuesto explicado en párrafos

anteriores, por lo cual, ha debido el formalizante denunciar el

quebrantamiento de formas proc esales que menoscaban el derecho a la

defensa. Sin embargo, esta Sala ha flexibilizado la técnica a los efectos de

conocer los vicios denunciados, siempre y cuando el formalizante haya

logrado dibujar en forma clara el agravio sufrido por la actuación del juez

superior.

Así las cosas, conforme a lo anterior se procederá a conocer la

denuncia en los términos previamente esbozados.

Ahora bien, esta Sala ha señalado en reiteradas oportunidades que

la violación al debido proceso se configura cuando han sido quebrantadas


las formalidades bajo las cuales han de producirse las actuaciones

procesales, por lo cual, cuando los jueces se encu entren en el escenario

anteriormente descrito, deberán reponer la causa con la finalidad de

restablecer la situación jurídica infringida, siempre y cuando tal

reposición sea útil y necesaria , pues lo contrario, significaría que se

estarían vulnerando los m ismos derechos que presuntamente deben

tutelarse cuando se acuerda. (vid sentencia N° 436, de fecha 29 de junio de

2006, caso: René Ramón Gutiérrez Chávez contra Rosa Luisa García

García).

De igual forma, esta Sala en sentencia número 380, de fecha 2 de

agosto del año 2018 (caso: Eva Zavatti contra Adriana Auristela

Colmenares Medina) indicó que:


“…existe quebrantamiento u omisión de las formas
sustanciales que menoscaban el derecho de defensa, cuando
por acción u omisión del juez, se otorgan preferencias , se
acuerdan facultades, medios o recursos no establecidos por la
ley o se niegan los permitidos en ella, perjudicándose de esta
forma a una de las partes. Igualmente, se considera
quebrantado el mencionado derecho, en general cuando el
juez niega o cercena a las partes los medios legales con que
pueden hacer valer sus derechos, rompiendo así el equilibrio
procesal en perjuicio de uno de los litigantes”

Asimismo, esta Sala ha señalado que mas allá de verificarse la

violación al precepto legal, a los efecto s de declarar nula la actuación y

proceder a la reposición, es necesario que tal trasgresión se constituya en

un menoscabo al derecho de defensa de tal entidad que deje en estado de

indefensión a alguna de las partes . Así en sentencia número 229 de fecha

26 de mayo del año 2011 (caso: Filomena Ramírez Delgado contra

Epifanio Alexis Guerrero Guerrero y otros) , se dejó establecido lo


siguiente:
“…Asimismo, como lo ha sostenido la Sala, en un recurso
por defecto de actividad, lo más importante no es la
violación de la regla legal, sino su efecto: por menoscabo
del derecho a la defensa ; de no existir esta nota
característica, no procede la casación del fallo, porque el
procedimiento no establece fórmulas rituales, sino que busca
asegurar a las partes la o portunidad del efectivo ejercicio de
los derechos en el proceso.
Por este motivo, este Alto Tribunal ha señalado que la
indefensión que da lugar a la casación del fallo, es la
imputable al juez y existe cuando priva o limita el
ejercicio pleno de los medi os procesales que la ley les
concede para la defensa de sus derechos, pero no cuando
teniendo recursos a su disposición para enervar la
situación jurídica infringida, las partes no los ejercen, o
cuando una vez ejercidos los mismos son declarados
improcedentes, independientemente de las razones dadas por
el sentenciador.

Así las cosas, el artículo 272 de la ley adjetiva civil señala lo

siguiente:
Artículo 272 - Ningún juez podrá volver a decidir l a
controversia ya decidida por una sentencia, a menos que haya
recurso contra ella o que la Ley expresamente lo permita.

El artículo previamente citado, señala uno de los efectos de proceso o

institución procesal, conocido como “ cosa juzgada”.

Pues bien, la cosa juzgada es definida por Liebman, citado


por Kelsen como “la inmutabilidad del mandato que nace de una sentencia ”

(KELSEN, Hans, Teoría General del Estado, Editorial Nacional Edinal,

México).

Para Chiovenda, citado por Rengel Romberg la cosa juzgada es:


“la afirmación indiscutible y obligatoria para los jueces de
todos los procesos futuros, de una voluntad concreta de la
ley, que reconoce o desconoce un bien de la vida de una de
las partes.” (Vid. RENGEL ROMBERG, Arístides, Tratado
de Derecho Procesal Civil Venezolano, Ediciones Paredes
13° Edición, Caracas)
Landoni expresa que la cosa juzgada:
“no es un efecto de la sentencia sino que es, en rigor, una
cualidad que la ley agrega a aquella a fin de acrecentar su
estabilidad.” (Landoni, A. (2002). La osa juzgada: ¿valor
absoluto o relativo? Revista del XXIII Congreso Colombiano
de derecho procesal . 605-662 Bogotá: Instituto Colombiano
de Derecho Procesal).

Para González, la cosa juzgada:


“es la autoridad y eficacia de una sentencia judicial cuando
no existen contra ella medios de impugnación que permitan
modificarla o rectificarla .” (González, C. (2002). Cosa
juzgada y cosa juzgada fraudulenta. Revista de las XVIII
Jornadas Iberoamericanas de derecho)

Para el autor patrio Rafael Ortiz Ortiz la institución de la cosa

juzgada es:
“La presunción legal de una sente ncia cuya consecuencia
es la inmutabilidad de su contenido e intangibilidad de sus
efectos en virtud de haberse agotado contra ella todos los
recursos ordinarios y extraordinarios o por haber
transcurrido los lapsos para ejercerlos ” (Ortiz, R. (2004).
Constitución, proceso y fraude procesal. Revista de Derecho,
13, 41-82 Caracas: Tribunal Supremo de Justicia)

Con relación a la cosa juzgada, esta Sala de casación Civil en

sentencia número 112, de fecha 9 de marzo del año 2018 (caso: Leveca, S.A.

contra Omar Marambio Cortes, en el que intervino con el carácter de

tercero Nelson Ramírez Torres ), señalo lo siguiente:


“…la doctrina venezolana ha establecido que la cosa juzgada
es la autoridad y eficacia que adquiere una sentencia por
haber precluido, sea por cons umación o falta de actividad
oportuna de los recursos que contra ella concede la Ley.
La autoridad de la cosa juzgada dimana del ius imperiun
del órgano jurisdiccional legítimo que ha dictado el fallo “en
nombre de la República y por autoridad de la ley” (Ricardo
Henríquez La Roche. Código de Procedimiento Civil. Tomo
II, pg 274).
De modo pues, que la cosa juzgada es un efecto de la
sentencia, la cual presenta un aspecto material y uno formal,
siendo el primero de éstos el que trasciende al ex terior y
cuyo fin es prohibir a las partes el ejercicio de una nueva
acción sobre lo ya decidido, y segundo se presenta dentro del
proceso al hacer inimpugnable la sentencia, lo cual
conjuntamente con la inmutabilidad y la coercibilidad
constituyen los asp ectos para la eficacia de la autoridad de la
cosa juzgada.”

Conforme a los señalamientos doctrinarios supra esbozados, la cosa

juzgada se erige como una garantía que reconoce el estado (Vid. artículo 49

de la Constitución de la República Bolivariana de Ven ezuela) y que tiene


como finalidad afianzar la seguridad jurídica y la paz social como valores

fundamentales que sirven de base fundacional de la República,

manifestándose de esta forma el ius imperium que emana de la autoridad

jurisdiccional que dicto se ntencia.

Así las cosas, es prudente señalar que la cosa juzgada se divide

en: 1) cosa juzgada material y; 2) formal. La primera de ellas transciende

al proceso y no permite su impugnabilidad bajo ningún aspecto en todo

proceso futuro, mientras que la segu nda extiende sus efectos al proceso de

donde emana por no interponerse los recursos a que hubiera lugar, o

interpuestos los mismos hayan fracasado. Así, lo ha señalado esta Sala en

sentencia número 535 de fecha 22 de noviembre de 2011 (caso: Noel

Cordero contra Rosalind Roystone y otra ), cuando sostuvo que:

“…El juez se ve así ordinariamente en la necesidad de


resolver ciertas cuestiones surgidas en el curso del proceso,
que aparecen como antecedentes lógicos de su decisión final,
a tal punto que de ellas depende en todo o en parte la
resolución de la causa. Estas resoluciones interlocutorias,
deben quedar firmes, no ya para asegurar la permanencia del
resultado final del proceso, sino por exigencias de orden y
seguridad en el desarrollo del mismo, qu e permiten
desembarazarlo de estas cuestiones incidentales y llegar así
rápidamente al resultado final, que es la sentencia definitiva.
En la mayoría de los casos, este efecto se logra mediante la
simple preclusión de la cuestión misma, que impide
proponerla de nuevo en el curso del proceso, por haberse
agotado la facultad con su ejercicio; pero en otros, como
ocurre en nuestro sistema que admite en ciertos casos la
apelación de las sentencias interlocutorias, la firmeza de
éstas –lo mismo que la de las def initivas- que permite
obtener la permanencia del resultado, se logra mediante la
preclusión de las impugnaciones del fallo, que impide la
renovación de la cuestión en el mismo proceso.
De este modo, se produce la cosa juzgada ad intra, esto es,
en el interior del mismo proceso, impidiendo la renovación
de las cuestiones, consideradas cerradas en el mismo; pero
sin impedir su proposición en un proceso futuro, si la
naturaleza de la cuestión lo permite. En cambio, la sentencia
de mérito –salvo excepciones muy determinadas por la ley-
produce cosa juzgada ad extra, esto es, fuera del proceso en
que se dicta y asegura la inmutabilidad del fallo frente a todo
eventual proceso futuro que pueda iniciarse sobre el mismo
objeto.
En ambos casos se produce la cosa juzg ada por la
inmutabilidad del fallo, pero en el primero se habla de cosa
juzgada formal y en el segundo de cosa juzgada material.
(…Omissis…)
Puede decirse pues, que la cosa juzgada formal es la
inmutabilidad de la sentencia por la preclusión de los
recursos; y la cosa juzgada material, la inmutabilidad de los
efectos de la sentencia no sujeta ya a recursos, en todo
proceso futuro sobre el mismo objeto.
(…Omissis…)
La cosa juzgada formal (preclusión de las impugnaciones) es
el presupuesto necesario de la cos a juzgada material
(obligatoriedad en futuros procesos). Sin embargo, la cosa
juzgada formal no siempre tiene como consecuencia la
material”. (Subrayado de la Sala).
(…Omissis…)
Por otra parte la eficacia de la autoridad de la cosa Juzgada,
se traduce en tres (3) aspectos fundamentales: a)
inimpugnabilidad, según la cual la sentencia con autoridad de
cosa juzgada no puede ser revisada por ningún juez cuando
ya se hayan agotado todos los recursos que dé la ley,
inclusive el de invalidación (non bis in idem). A ello se
refiere el artículo 272 del Código de Procedimiento Civil; b)
Inmutabilidad, según la cual la sentencia no es atacable
indirectamente, por no ser posible abrir un nuevo proceso
sobre el mismo tema; no puede otra autoridad modificar los
términos de una sentencia pasada en autoridad de cosa
juzgada; y, c) Coercibilidad, que consiste en la eventualidad
de ejecución forzada en los casos de sentencias de condena;
esto es, “la fuerza que el derecho atribuye normalmente a los
resultados procesales”; se traduce en un necesario respeto y
subordinación a lo dicho y hecho en el proceso.
Al respecto, el maestro Eduardo J. Couture señala en su libro
"Fundamentos del Derecho Procesal Civil”, tercera edición,
pág. 402, lo siguiente:
“(…)La cosa juzgada es la autoridad y eficacia que adquiere
una sentencia cuando haya quedado definitivamente firme;
bien porque en su contra no se interpuso el recurso procesal
correspondiente o bien cuando habiéndose ejercido, fue
desestimado; la misma presenta un aspecto materia l y uno
formal, éste último se presenta dentro del proceso al hacer
inimpugnable la sentencia, mientras que la primera
trasciende al exterior, con la finalidad de prohibir a las
partes el ejercicio de una nueva acción sobre lo ya decidido,
obligando a su v ez a los jueces, así como al resto de las
personas, a reconocer el pronunciamiento de la sentencia que
contiene el derecho que debe regir entre las partes

Pues bien, en párrafos anteriores se estableció que el proceso

especial de intimación culmina con: 1 ) el pago ordenado en el decreto

intimatorio o, 2) con la oposición al señalado mandato de pago, por lo


cual, debe entenderse que ambas situaciones se excluyen entre sí .

Así las cosas, al evidenciarse en autos el pago de la cantidad

condenada en el decreto intimatorio, ha entenderse que el proceso monitorio

ha culminado, alcanzando la sentencia (decreto intimatorio) autoridad de

cosa juzgada, por lo cual, la oposición que se hiciera queda excluida de

forma automática.

En el sub iudice, actúa correctamente el juez de alzada al señalar que


no podía decidirse nuevamente la controversia, conforme a lo establecido en

el artículo 272 del Código de Procedimiento Civil, por cuanto quedó


verificado de autos que el intimado dio cumplimiento a lo ordenado por el

juez de la causa, lo cual permite concluir, que el proceso de intimación

había culminado. En tal sentido, no evidencia esta Sala la violación al

debido proceso alegada que haga necesario la reposición de la causa o

nueva decisión.

Bajo los anteriores argumentos, esta Sala desecha la presente

denuncia.

Así las cosas, al no prosperar ninguna de las delaciones presentadas

por el recurrente en casación, resulta forzoso para esta Sala declarar sin

lugar el presente recurso de casación, tal como se hará en la parte

dispositiva del presente fallo.

DECISIÓN

En mérito de las anteriores consideraciones, este Tribunal Supremo de


Justicia en Sala de Casación Civil, administrando justicia en nombre de la
República Bolivariana de Venezuela y por autoridad de la ley, declara: SIN
LUGAR el recurso de casación propuesto por la parte actora.

Se condena en costas del recurso de casación.

Publíquese, regístrese y remítase el expediente Juzgado Segundo de

Primera Instancia en lo Civil, Mercantil, Tránsito y Agrario de la

Circunscripción Judicial del estado Portuguesa . Particípese al Juzgado

Superior de origen conforme el artículo 326 del Código de Procedimiento

Civil.

Dada, firmada y sellada en la Sala de Despacho de la Sala de

Casación Civil del Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los once


(11) días del mes de noviembre de dos mil diecinueve (2019). Años: 209º

de la Independencia y 160º de la Federación.


Presidente de la Sala,

_________________________________
YVÁN DARÍO BASTARDO FLORES

Vicepresidente,

________________________________________
FRANC ISCO RAMÓN VELÁZQUEZ ESTÉVEZ

Magistrado Ponente,

___________________________
GUILLERMO BLANCO VÁZQUEZ

Magistrada,

______________________________________
VILMA MARÍA FERNÁNDEZ GONZÁLEZ

Magistrada,

_______________________________________
MARISELA VALENTINA GODOY ESTABA

La Secretaria Temporal,

_______________________________________
MARIAM JOSEFINA ALTUVE ARTEAGA
Exp. AA20-C-2018-000586
Nota: publicada en su fecha a las
La Secretaria Temporal,

Das könnte Ihnen auch gefallen