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El Perú, país de doce constituciones, consta de tres poderes de suma importancia, el Poder Legislativo,
Poder Ejecutivo y Poder Judicial, siendo el primero integrado por 130 congresistas que ejercen como
función el dar leyes y resoluciones legislativas, así mismo, velar por el respeto de la Constitución y de
las leyes, entre otras; en este contexto, suceden diversos conflictos entre la población y quienes al
ejercer el cargo contemplan interese individuales, tal es el caso que demuestra la demanda de
inconstitucionalidad que fue notificada al Congreso por el Tribunal Constitucional ante el nuevo
régimen laboral juvenil, el cual fue rechazado inmediatamente, mediante protestas por un sector
mayoritario de jóvenes y que el congreso, busca respaldar su propia posición.
Así mismo consta de organismos autónomos, como el Ministerio Público, que ejerce la función de
servir a la sociedad y administrar justicia, defendiendo la legalidad y los intereses públicos, es así que
este representa a la sociedad en los procesos judiciales, además de, impartir la protección por las
garantías constitucionales, que son el conjunto de instrumentos procesales que cumple la función de
la tutela directa de los derechos humanos; un caso muy común últimamente son las investigaciones
por corrupción hacia el expresidentes de la República, quienes se defienden de toda acusación y
evidencia presentando garantías constitucionales. Y el estado de Derecho, aquél ideal que la sociedad
demanda, respondiendo a las exigencias de la democracia.
Expuesto esto, ¿El Estado cumple con la Constitución, el respeto por los Derechos Humanos y las
garantías constitucionales son importantes dentro de un territorio?
[…] aún persiste en los ciudadanos la sensación de que sus derechos no están bien protegidos,
que el Estado mismo los viola con frecuencia y que, a través del sistema judicial, difícilmente
pueden conseguir justicia o una decisión oportuna que se base correctamente en el derecho. Se
aprecia una tremenda brecha entre la Constitución, las normas y el derecho, por un lado, y la
realidad de la aplicación del derecho, por otro. Se percibe que el Estado y las instituciones no
garantizan seguridad jurídica ni protección de derechos. (p. 47)
Evidenciando así, un Estado ajeno a los derechos que le corresponde a la sociedad, dejándolos sin
protección y el paradigma que prevalece una justicia inicua, y si lo logra solo es a beneficio de una
parte interesada, nos corresponde como ciudadanos ejercer nuestros derechos de manera justa y que
esto se apliqué equitativamente en todos los ámbitos.