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Resumen Manual DE LA Oliva

Derecho Procesal Civil I (Universidad Complutense Madrid)

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Procesal Civil II - Resumen del manual de la asignatura.

Derecho Procesal Civil II (Universidad Complutense Madrid)

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PROCESAL CIVIL II
SECCIÓN PRIMERA

TEMA 26: PROCESOS DECLARATIVOS: CLASES. ESQUEMA GENERAL DE LOS PROCEDIMIENTOS


ORDINARIOS. EL PROCEDIMIENTO LEGALMENTE ADECUADO

Los procesos declarativos pueden ser de dos clases: ordinarios, que son aquéllos hábiles para decir el Derecho en la
generalidad o en la mayoría de los casos; o especiales, caracterizados por una diferenciada previsión de los actos y de
su orden, así como, en ocasiones, de los principios básicos y de las reglas aplicables a diversas cuestiones que han de
solventarse en el seno del proceso, de los que son buen ejemplo los procesos sobre estado civil o capacidad de las
personas.

La LEC ha previsto a su vez dos modalidades dentro de los procesos declarativos ordinarios:

 EL JUICIO ORDINARIO

Ordinal-number 1. Demanda - el actor -demandante- ejercita inicialmente su pretensión a través de la


demanda, en la que deberán identificarse los sujetos, aquello que se pide y los fundamentos en que se
basa la demanda, y a la que hay que acompañar los documentos procesales y los documentos,
informes e instrumentos relativos al fondo que se establecen en el art. 265 LEC.

Ordinal-number 2. Examen de la demanda por el Letrado de la Administración de Justicia - el Letrado de


la A. De J. La examina y, en caso de que la admita, dicta decreto y le da traslado al sujeto pasivo del
proceso -al demandado- para que conteste en el plazo de 20 días.

Ordinal-number 3. Eventualmente, y en un plazo de 10 días, declinatoria del demandado si aprecia falta


de jurisdicción o competencia en el tribunal - ante el que se ha interpuesto la demanda. Su
interposición suspende el plazo para contestar la demanda.

Ordinal-number 4. Contestación a la demanda - el demandado puede formular en este momento todo tipo
de alegaciones frente a la demanda, ya sean relativas a cuestiones procesales o de fondo.
Eventualmente, junto a la contestación propiamente dicha y en el mismo escrito, caben la oposición a
la acumulación inicial de acciones, la reconvención conexa y la oposición del actor alegando la
compensación o la nulidad de negocio en que el demandante pretenda fundamentar su pretensión.

Ordinal-number 5. Audiencia previa al juicio - en la audiencia previa se procura que las partes lleguen a
un acuerdo, se depuran los posibles obstáculos procesales que impidan o dificulten la prosecución del
proceso, se formulan alegaciones complementarias y aclaratorias que no modifiquen el objeto del
proceso, se establece con precisión el objeto de la controversia, las partes fijan su posición ante los
documentos y dictámenes presentados con los escritos iniciales, y, por último, se proponen las
pruebas que se estimen necesarias, que, siempre que sean pertinentes y útiles, serán admitidas a
continuación por el tribunal.

Ordinal-number 6. Eventualmente, sobreseimiento del proceso si se aprecia en la audiencia previa un


obstáculo que impide la continuación del proceso.

Ordinal-number 7. Juicio - si hay hechos relevantes controvertidos que requieren la práctica de pruebas.
El juicio tendrá por objeto la práctica de las pruebas de declaración de las partes y de testigos, los
posibles informes orales y contradictorios de peritos, el reconocimiento judicial, en su caso, y la
reproducción de palabras, imágenes y sonidos. Practicadas las pruebas, las partes formularán
oralmente sus conclusiones con las que manifiestan si consideran que los hechos han quedado o no
probados como consecuencia de la actividad probatoria. Asimismo, cada parte informará sobre los
argumentos jurídicos en que se apoyan sus pretensiones.

Ordinal-number 8. Sentencia - que se dictará en el plazo de veinte días siguientes a la terminación del
juicio.

 EL JUICIO VERBAL

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PROCESAL CIVIL II
Ordinal-number 1. Demanda - ha de ajustarse por regla general a las exigencias que establece el art. 399
LEC para el juicio ordinario. Sólo podrá ser sucinta, esto es, con la mera identificación de las partes,
de lo que se pide y ahora también de los hechos, en los verbales en que no sea preceptiva postulación.

Ordinal-number 2. Examen de la demanda por el Letrado de la Administración de Justicia - si se acuerda


su admisión, se ordenará su traslado al demandado para que, en el plazo de 10 días, pueda contestar a
la demanda.

Ordinal-number 3. Eventualmente, el demandado podrá plantear en ese mismo plazo la declinatoria.

Ordinal-number 4. Contestación a la demanda - el demandado, en el plazo de 10 días, puede formular en


este momento todo tipo de alegaciones frente a la demanda, ya sean relativas a cuestiones procesales o
de fondo.

Ordinal-number 5. Citación para la vista - en el caso de que una de las partes haya solicitado, el Letrado
de la A. De J. las citará dentro de los 5 días siguientes, con indicación de día y hora. La vista tendrá
que tener lugar dentro del plazo máximo de un mes.

Ordinal-number 6. Vista - comienza con la comprobación de la subsistencia del litigio e invitando a las
partes a llegar a un acuerdo. Si no hubieren llegado a un acuerdo o no se mostrasen dispuestas a
concluirlo, se procederá primero a resolver las posibles cuestiones procesales y, si no se aprecia
ningún obstáculo para la continuación del juicio, las partes formulan, en su caso, sus aclaraciones y
fijan los hechos relevantes, determinando cuáles de ellos son controvertidos para, sobre ellos,
proponer prueba que será admitida o inadmitida en el acto. Contra esta resolución se establece recurso
de reposición que se resolverá en el mismo acto, debiendo formularse protesta en caso de su
desestimación para hacerlo valer en un momento posterior en segunda instancia. Se practica entonces
la prueba admitida. Por último, si el tribunal así lo entiende, puede conceder a las partes un turno de
palabra para que formulen oralmente sus conclusiones y se pone fin al juicio.

Ordinal-number 7. Sentencia - en los 5 o 10 días siguientes, según el asunto que debiera resolverse, el
juez dicta sentencia.

El procedimiento legalmente adecuado

El proceso debe discurrir por uno de estos dos cauces procedimentales, juicio ordinario o juicio verbal, que la Ley
considera adecuados a la naturaleza e importancia del asunto.

 Juicio ordinario. En virtud del aptdo. 1 del art. 249 LEC, se decidirán en juicio ordinario, por razón de la
materia, cualquiera que sea la cuantía:

o Las demandas relativas a derechos honoríficos de la persona


o Las demandas que pretendan la tutela del derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen, y las
que pidan la tutela judicial civil de cualquier otro derecho fundamental, salvo las que se refieran al
derecho de rectificación. En estos procesos será siempre parte el Ministerio Fiscal y su tramitación
tendrá carácter preferente.
o Las demandas sobre impugnación de acuerdos sociales adoptados por Juntas o Asambleas Generales o
especiales de socios o de obligacionistas o por órganos colegiados de administración de entidades
mercantiles.
o Las demandas en materia de competencia desleal, defensa de la competencia, en aplicación de los art.
81 y 82 del Tratado de la Comunidad Europea o de los art. 1 y 2 de la Ley de Defensa de la
Competencia, propiedad industrial, propiedad intelectual y publicidad, siempre que no versen
exclusivamente sobre reclamaciones de cantidad, en cuyo caso se tramitarán por el procedimiento que
les corresponda en función de la cuantía que se reclame.
o Las demandas en que se ejerciten acciones relativas a condiciones generales de la contratación en los
casos previstos en la legislación sobre esta materia, salvo lo dispuesto en el punto 12º del apartado 1
del art. 250.

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PROCESAL CIVIL II
o Las que versen sobre cualesquiera asuntos relativos a arrendamientos urbanos o rústicos de bienes
inmuebles, salvo que se trate de reclamaciones de rentas o cantidades debidas por el arrendatario o del
desahucio por falta de pago o por extinción del plazo de la relación arrendaticia.
o Las que ejerciten una acción de retracto de cualquier tipo.
o Cuando se ejerciten las acciones que la Ley de Propiedad Horizontal otorga a las Juntas de
propietarios y a ellos mismos, siempre que las acciones no versen exclusivamente sobre
reclamaciones de cantidad, en cuyo caso se tramitarán por el procedimiento que corresponda.
o Además, se seguirá el juicio ordinario para las demandas de cuantía superior a 6000€ y aquéllas cuyo
interés económico resulta imposible de calcular, ni siquiera de modo relativo.

 Juicio verbal. Con arreglo al art. 250.1 LEC, se decidirán en juicio verbal, según la materia y cualquiera que
sea su cuantía, las demandas siguientes:

o Las que versen sobre reclamación de cantidades por impago de rentas y cantidades debidas.
o Las que pretendan la recuperación de la plena posesión de una finca rústica o urbana, cedida en
precario.
o Las que pretendan que el tribunal ponga en posesión de bienes a quien hubiere adquirido por herencia
si no estuvieren siendo poseídos por nadie a título de dueño o usufructuario.
o Las que pretendan la tutela sumaria de la tenencia o de la posesión de una cosa o derecho por quien
haya sido despojado de ellas o perturbado en su disfrute.
o Las que pretendan que el tribunal resuelva, con carácter sumario, la suspensión de una obra nueva.
o Las que pretendan que el tribunal resuelva, con carácter sumario, la demolición o derribo de obra,
edificio, árbol, columna o cualquier otro objeto análogo en estado de ruina y que amenace causar
daños a quien demande.
o Las que, instadas por los titulares de derechos reales inscritos en el Registro de la Propiedad,
demanden la efectividad de esos derechos frente a quienes se oponga a ellos o perturben su ejercicio,
sin disponer de título inscrito que legitime la oposición o la perturbación.
o Las que soliciten alimentos debidos por disposición legal o por otro título.
o Las que supongan el ejercicio de la acción de rectificación de hechos inexactos y perjudiciales.
o Las que pretendan que el tribunal resuelva, con carácter sumario, sobre el incumplimiento por el
comprador de las obligaciones derivadas de los contratos inscritos en el Registro de Venta a Plazos de
Bienes Muebles y formalizados en el modelo oficial establecido al efecto, al objeto de obtener una
sentencia condenatoria que permita dirigir la ejecución exclusivamente sobre el bien o bienes
adquiridos o financiados a plazos.
o Las que pretendan que el tribunal resuelva, con carácter sumario, sobre el incumplimiento de un
contrato de arrendamiento financiero o contrato de venta a plazos con reserva de dominio, siempre
que en ambos casos estén inscritos en el Registro de Venta a Plazos de Bienes Muebles y
formalizados en el modelo oficial establecido al efecto, mediante el ejercicio de una acción
exclusivamente encaminada a obtener la inmediata entrega del bien al arrendador financiero o al
vendedor o financiador en el lugar indicado en el contrato, previa declaración de resolución de éste,
en su caso.
o Las que supongan el ejercicio de la acción de cesación en defensa de los intereses colectivos y difusos
de los consumidores y usuarios.
o Las que pretendan la efectividad de los derechos reconocidos en el art. 160 del Código Civil. En estos
casos el juicio verbal se sustanciará con las peculiaridades dispuestas en el capítulo I del título I del
libro IV de la LEC.

El art. 250.2 LEC dispone que se decidirán también en juicio verbal las demandas cuya cuantía no exceda de 6000€ y
no se refieran a ninguna de las materias que determinan la adecuación del juicio ordinario conforme al art. 249.1 LEC.

La determinación de la cuantía

 Cuando el objeto del proceso sea la condena de dar bienes muebles o inmuebles, con independencia de que la
reclamación se base en derechos reales o personales, se estará al valor de los mismos al tiempo de
interponerse la demanda, conforme a los precios corrientes en el mercado o en la contratación de bienes de la
misma clase.

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PROCESAL CIVIL II
 La anterior regla de cálculo se aplicará también: 1) a las demandas dirigidas a garantizar el disfrute de las
facultades que se derivan del dominio. 2) A las demandas que afecten a la validez, nulidad o eficacia del título
de dominio, así como a la existencia o a la extensión del dominio mismo. 3) A aquellas otras peticiones,
distintas de las establecidas en los dos casos anteriores, en que la satisfacción de la pretensión dependa de que
se acredite por el demandante la condición de dueño. 4) A las demandas basadas en el derecho a adquirir la
propiedad de un bien o conjunto de bienes, ya sea por poseer un derecho de crédito que así lo reconoce, ya sea
por cualquiera de los modos de adquisición de la propiedad, o por el derecho de retracto, de tanteo o de opción
de compra; cuando el bien se reclame como objeto de una compraventa, tiene preferencia como criterio de
valoración el precio pactado en el contrato, siempre que no sea inferior en el caso de los inmuebles a su valor
catastral. 5) cuando el proceso verse sobre la posesión, y no sea aplicable otra regla. 6) a las acciones de
deslinde, amojonamiento y división de la cosa común.
 En los casos en que la reclamación verse sobre usufructo o la nuda propiedad, el uso, la habitación, el
aprovechamiento por turnos u otro derecho real limitativo del dominio no sujeto a regla especial, el valor de la
demanda se fijará atendiendo a la base imponible tributaria sobre la que gire el impuesto para la constitución o
transmisión de estos derechos.
 El valor de una demanda relativa a una servidumbre será el precio satisfecho por su constitución si constare y
su fecha no fuese anterior en más de 5 años. En otro caso, se estimará por las reglas legales establecidas para
fijar el precio de su constitución al tiempo del litigio, cualquiera que haya sido el modo de adquirirla, y, a falta
de ellas, se considerará como cuantía la vigésima parte del valor de los predios dominante y sirviente,
teniendo en cuenta lo dispuesto en la regla segunda de este artículo sobre bienes muebles e inmuebles.
 En las demandas relativas a la existencia, inexistencia, validez o eficacia de un derecho real de garantía, el
valor será el del importe de las sumas garantizadas por todos los conceptos.
 En los juicios sobre el derecho a exigir prestaciones periódicas, sean temporales o vitalicias, se calculará el
valor por el importe de una anualidad multiplicado por 10, salvo que el plazo de la prestación fuera inferior a
un año, caso en que se estará al importe total de la misma.
 En los juicios que versen sobre la existencia, validez o eficacia de un título obligacional, su valor se calculará
por el total de lo debido, aunque sea pagadero a plazos. Este criterio de valoración será aplicable en aquellos
procesos cuyo objeto sea la creación, modificación o extinción de un título obligacional o de un derecho de
carácter personal, siempre que no sea aplicable otra regla.
 En los juicios sobre arrendamientos de bienes, salvo cuando tengan por objeto reclamaciones de las rentas o
cantidades debidas, la cuantía de la demanda será el importe de una anualidad de la renta, cualquiera que sea
la periodicidad con que ésta aparezca fijada en el contrato.
 En aquellos casos en que la demanda verse sobre valores negociados en Bolsa, la cuantía vendrá determinada
por la media del cambio medio ponderado de los mismos, determinado conforme a la legislación aplicable
durante el año natural anterior a la fecha de interposición de la demanda, o por la media del cambio medio
ponderado de los valores durante el periodo en que éstos se hubieran negociado en Bolsa, cuando dicho
periodo fuera inferior al año.
 Cuando la demanda tenga por objeto una prestación de hacer, su cuantía consistirá en el coste de aquello cuya
realización se inste o en el importe de los daños y perjuicios derivados del incumplimiento, sin que en este
caso sean acumulables ambas cantidades, salvo si además de instarse el incumplimiento, se pretende también
la indemnización. El importe o cálculo de los daños y perjuicios habrá de ser tenido en cuenta cuando la
prestación sea personalísima o consista en un no hacer, y ello incluso si lo que se insta con carácter principal
es el cumplimiento.
 En los pleitos relativos a una herencia o a un conjunto de masas patrimoniales o patrimonios separados, se
aplicarán a las reglas anteriores respecto de los bienes, derechos o créditos que figuren comprendidos en la
herencia o en el patrimonio objeto del litigio.

En los casos de procesos con acumulación de acciones y con pluralidad de partes, las reglas principales son las
siguientes:

 Si las acciones acumuladas son independientes o, como dice la LEC, “principales”, la cuantía se determina por
la acción de mayor valor.
 Si las acciones acumuladas provienen del mismo título o si junto con la acción principal se piden
accesoriamente intereses, frutos, rentas o daños y perjuicios, la cuantía se determina por la suma del valor de
las acciones acumuladas que sean de valor cierto o líquido.
 Si en una misma demanda se acumulan acciones reales referidas a un mismo bien mueble o inmueble, la
cuantía nunca podrá ser superior al valor de la cosa litigiosa.

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PROCESAL CIVIL II
 Si se reclaman varios plazos vencidos de una misma obligación, la cuantía será la suma de los importes
reclamados, salvo que se pida en la demanda declaración expresa sobre la validez o eficacia de la obligación.
 Los frutos e intereses no vencidos y los importes inciertos de plazos se excluirán del cómputo de la cuantía,
así como la petición de condena en costas. Si hay reconvención admisible, no se toma en consideración para la
cuantía y tampoco la acumulación de autos.

Tratamiento procesal de la inadecuación del procedimiento

Con arreglo al art. 254.1 LEC, “al juicio se le dará inicialmente la tramitación que haya indicado el actor en su
demanda”, pero si, “a la vista de las alegaciones de la demanda”, el Letrado de la A. de J. advierte que el juicio
elegido por el actor no corresponde al valor señalado o a la materia a que se refiere la misma demanda, acordará por
diligencia de ordenación que se dé al asunto la tramitación que corresponda.

Se pueden corregir de oficio errores aritméticos en la determinación de la cuantía o los “consistentes en la selección
defectuosa de la regla legal de cálculo de la cuantía, si en la demanda existieran elementos fácticos suficientes como
para poder determinarla correctamente a través de simples operaciones matemáticas”.

“Si la demanda se limitase a indicar sin más la clase de juicio que corresponde, o si, tras apreciarse de oficio por el
Secretario que la cuantía fijada es incorrecta, no existiesen en aquélla elementos suficientes para calcularla
correctamente, no se dará curso a los autos hasta que el actor no subsane el defecto de que se trate”. La vigilancia
por el Letrado de la A. De J., ex officio, de la adecuación del procedimiento comprende rectificaciones de lo indicado
en la demanda, siempre que tales rectificaciones se funden en el contenido de ese acto inicial del proceso y no
impliquen un pre-juicio del tribunal sobre el fondo u objeto.

Es posible la impugnación de la cuantía de la demanda por el demandado, pero, esa impugnación habrá de hacerse en
la contestación a la demanda y resolverse en la audiencia previa o en la vista. Es preciso aclarar que esa impugnación
por la cuantía no puede referirse al fondo del asunto, sino que, como resulta del art. 422.1 LEC, ha de consistir en
disconformidad con el valor de la cosa litigiosa o con el modo de calcular, según las reglas legales, el interés
económico de la demanda.

Por otra parte, la alegación de procedimiento inadecuado puede fundarse en una pretendida aplicación errónea de las
reglas que miran, no a la cuantía, sino a la materia. Esta alegación ha de formularse en la contestación a la demanda
tanto en el juicio ordinario como en el verbal.

TEMA 27: PREPARACIÓN DEL PROCESO CIVIL

Se tratará de actividades, normalmente a realizar por el abogado, consistentes en la formulación de reclamaciones


extrajudiciales, el intento de llegar a un acuerdo, el estudio y preparación del caso, la búsqueda de fuentes de prueba,
etc. La preparación del proceso civil es algo que, como regla, el ordenamiento no regula y deja en manos de los
justiciables y de sus abogados. Pero junto a estas actividades previas al proceso, hay otras que sí tienen una
regulación, como pueden ser las diligencias preliminares, la conciliación, las diligencias de comprobación de hechos
en materia de propiedad industrial.

Diligencias preliminares

Reciben el nombre de diligencias preliminares una serie de actividades previas al proceso cuya realización se puede
solicitar a los tribunales con la finalidad de preparar aquél, obteniendo datos que le son necesarios al futuro
demandante para la presentación de su demanda. Se trata de una actividad judicial no jurisdiccional, facultativa y de
preparación del proceso. Esas diligencias son numerus clausus. Son las que de forma tasada señala el art. 256.1 LEC:

1. Declaración de hechos o exhibición de documentos sobre capacidad, representación y legitimación;


2. Exhibición de cosa mueble;
3. Exhibición de un acto de última voluntad;
4. Exhibición de documentos y cuentas de sociedades o comunidades;
5. Exhibición del contrato de seguro de responsabilidad civil;
6. Petición de la historia clínica;
7. Concreción de las personas integrantes de un grupo de afectados;
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PROCESAL CIVIL II
8. Petición de información o exhibición de documentos cuando se pretenda ejercitar una acción por infracción de
un derecho de propiedad industrial o intelectual cometida mediante actos desarrollados a escala comercial;
9. Petición, de quien pretenda ejercitar una acción por infracción de un derecho de propiedad intelectual o
industrial, para que se identifique al prestador de un servicio de la sociedad de la información o solicitud de
que un prestador de servicios de la sociedad de la información aporte los datos necesarios para la
identificación de un usuario de sus servicios, con el que mantenga o haya mantenido en los últimos 12 meses
relaciones de prestación de un servicio, siempre que sobre uno u otro concurran indicios de que está poniendo
a disposición o difundiendo, de forma directa o indirecta, contenidos, obras o prestaciones objeto de tal
derecho sin cumplir los requisitos legales;
10. Otras diligencias previstas en leyes especiales.

En cuanto a la tramitación de las diligencias preliminares, deben resaltarse los siguientes puntos:

 Competencia - corresponde al Juzgado de Primera Instancia o de lo Mercantil del domicilio de la persona que
deba cumplir el contenido de la diligencia, es decir, “la persona que, en su caso, hubiere de declarar, exhibir
o intervenir de otro modo en las actuaciones que se acordaren para preparar el juicio”.
 Postulación y defensa - la intervención de procurador y abogado no es preceptiva para solicitar medidas
urgentes con anterioridad al juicio.
 Procedimiento
o Solicitud - el procedimiento se inicia con una solicitud escrita.
o Decisión y citación para la práctica de la diligencia - examinados los presupuestos exigidos en cada
caso, el tribunal procede a estimar o rechazar la solicitud (mediante un auto).
o Oposición - acordada la práctica de la diligencia y citadas las partes para su práctica, la parte que debe
cumplirla puede bien acceder a ello, o bien formular oposición a su práctica mediante escrito que debe
presentarse en los 5 días siguientes a la recepción de la citación. Formulada oposición por el requerido
a la práctica de la diligencia, se dará traslado de la oposición al requirente, quien podrá impugnarla
por escrito en el plazo de 5 días. Las partes, en sus respectivos escritos de oposición y de impugnación
de ésta, podrán solicitar la celebración de vista, que se realiza en la forma establecida para el juicio
verbal. Celebrada la vista, el tribunal dicta auto estimando o no la oposición. Si la desestima, contra el
auto no cabe recurso alguno y ha de condenarse en costas al requerido. Si la estima, cabe recurso de
apelación.
o Práctica de la diligencia - la práctica de la diligencia se realizará dentro de los 10 días siguientes en la
sede de la oficina judicial o en el lugar y del modo que se consideren oportunos.
o Negativa a llevar a cabo la diligencia - en caso de que la persona requerida no atienda el
requerimiento, los efectos varían en función de cuál sea el contenido de la diligencia, pero en todo
caso la LEC trata de dar la mayor efectividad a la omisión a favor del solicitante.
o Gastos y caución - Los gastos que se ocasionaren a las personas que hubieren de intervenir en las
diligencias serán a cargo del solicitante. Aparte de ello, el solicitante debe ofrecer, y el tribunal
acordar, la prestación de una caución por los daños y perjuicios que se pudieran ocasionar a las
personas requeridas si, tras la práctica de la diligencia, no se interpone demanda alguna.

El acto de conciliación

Sus principales características son:

a) El acto de conciliación es facultativo. Siendo meramente facultativo y nunca obligatorio, hay casos en que no
está permitido, porque en los mismos concurre algún interés público o está limitado el poder de disposición de
las partes. No se admitirán las peticiones de conciliación que se soliciten en relación con:

o Los juicios en que estén interesados los menores y los incapacitados para la libre administración de
sus bienes.
o Los juicios en que estén interesados el Estado, las Comunidades Autónomas y las demás
Administraciones públicas, Corporaciones o Instituciones de igual naturaleza.
o Los que se promuevan sobre materias no susceptibles de transacción ni compromiso.

El art. 139.2 LJV excluye también del ámbito de la conciliación las reclamaciones de responsabilidad
civil contra Jueces y Magistrados.

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PROCESAL CIVIL II

b) El acto de conciliación previo al proceso se realiza en presencia de un Juez o de un Letrado de la


Administración de Justicia.

El acto de conciliación está sometido a las siguientes reglas:

a) Competencia - la competencia objetiva la atribuye el art. 140 LJV a los Juzgados de Primera Instancia, a los
Juzgados de lo Mercantil y a los Juzgados de Paz, siempre que, en este último caso, la cuantía de la petición
sea inferior a 6.000€ y no se trate de cuestiones atribuidas a los Juzgados de lo Mercantil.

La competencia territorial se atribuye al Juzgado del domicilio del requerido y si no lo tuviera en territorio
nacional, el de su última residencia en España. Si el requerido fuera una persona jurídica, serán también
competentes los Juzgados del domicilio del solicitante, siempre que en dicho lugar radique delegación,
sucursal u oficina abierta al público o representante autorizado para actuar en nombre de la entidad y sin
perjuicio de la competencia que resulte para el eventual y posterior litigio.

b) Postulación y defensa - en los casos de conciliación no es preceptiva la intervención de procurador ni la de


abogado.

c) Procedimiento - se inicia mediante una solicitud escrita, con expresión de los datos de identificación de los
interesados y fijando con claridad y precisión lo que se pida y la fecha. Presentado este escrito, el Juez de Paz
o el Letrado A.J. lo admite, en su caso, señalando día y hora en que haya de tener lugar el acto de conciliación.
La admisión de la solicitud de conciliación interrumpirá la prescripción, tanto adquisitiva como extintiva,
desde el momento de su presentación. Si comparecen, los interesados, por sí mismos o por medio de
procurador, expondrán, por su orden, las razones que les asisten y los documentos en que las apoyan. El
resultado final dependerá de la voluntad de los interesados. En todo caso, el desarrollo de la comparecencia se
registrará, si fuera posible, en soporte apto para la grabación y reproducción del sonido y de la imagen y,
finalizado el acto, el Letrado A. J. dictará decreto o el Juez de Paz auto haciendo constar el resultado del acto
de conciliación.

d) Efectos

 Intentado sin efecto - se da si alguna de las partes no comparece (o si se impugna la competencia o


se recusa al Juez de Paz o al Secretario judicial o se alega alguna cuestión que pueda impedir la
válida prosecución del acto de conciliación).
 Intentado sin avenencia - se produce cuando, compareciendo las partes, éstas no llegan a un
acuerdo.
 Intentado con avenencia - tiene lugar cuando las partes, comparecidas, alcanzan un acuerdo.

e) Valor de lo convenido en conciliación - lo convenido en conciliación tiene fuerza ejecutiva y en caso de


incumplimiento cabe acudir a un proceso de ejecución en el que el testimonio del acta junto con el auto del
Juez de Paz o el decreto del Letrado A. J. tienen naturaleza de título ejecutivo judicial.

f) Impugnación de lo convenido en conciliación - el art. 148 LJV establece que contra lo convenido en acto de
conciliación podrá ejercitarse la acción de nulidad por las causas que invalidan los contratos, y que la
demanda ejercitando dicha acción deberá interponerse dentro de los 15 días siguientes a la celebración del
acto.

TEMA 28: EL INICIO DEL PROCESO: LA DEMANDA

La demanda: concepto, requisitos, estructura y documentos que han de acompañarla; el defecto legal en el
modo de proponer la demanda

En sentido jurídico-procesal, el término demanda tiene dos significados: a) la demanda es el acto de parte que inicia el
proceso; b) la demanda es el acto en que el actor ejercita su derecho a la tutela judicial efectiva, afirma la acción y
solicita una tutela jurisdiccional concreta. El art. 399 LEC dispone que la demanda debe contener los siguientes
extremos:
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PROCESAL CIVIL II

 Identificación y localización del actor y del demandado


 Mención del nombre y apellidos del procurador y del abogado, cuando intervengan.
 Exposición numerada y separada de los hechos, que se narrarán de forma ordenada y clara.
 Exposición numerada y separada de los fundamentos de derecho.
 Fijación con claridad y precisión de lo que se pida.

El encabezamiento debe contener sobre todo el quién, esto es, quién formula la demanda, frente a quién se dirige y
ante qué tribunal se presenta; los hechos y fundamentos de Derecho, constituyen el porqué; el suplico, contiene el qué
se pide; y los otrosíes, contienen peticiones accesorias. Entonces:

a) Encabezamiento - en él se hacen constar los siguientes extremos:

 Tribunal al que se dirige.


 Identificación y localización del actor y, en su caso, de su representante procesal y defensor
técnico.
 Identificación y localización del demandado.
 Concreción de la clase de proceso.

b) Hechos - en este apartado debe el actor consignar todos los hechos que considere relevantes para la estimación
de la demanda.
c) Fundamentos de Derecho - en este apartado se debe razonar sobre los aspectos jurídicos de la petición que se
va a formular. En este apartado hay que distinguir entre los fundamentos procesales y los fundamentos de
fondo. Los fundamentos de Derecho procesales son los encaminados a acreditar que no existe ningún
obstáculo a que el proceso se sustancie y se dicte en él una sentencia de fondo. Es común exponerlos en
primer lugar. Los fundamentos de Derecho de fondo son los encaminados a acreditar por qué la sentencia
debe ser estimatoria.
d) Suplico - es la parte de la demanda en que debe concretarse la tutela que se solicita y en la que es aconsejable
la mayor precisión posible. Si las peticiones son varias, hay que formularlas separadamente, distinguiendo, en
su caso, cuál es la petición principal y cuál es accesoria o cuál es la principal o cuáles son subsidiarias y en
qué orden.
e) Otrosíes - mediante la fórmula del otrosí se acostumbra a realizar en la demanda peticiones accesorias.
f) Fecha y firma - la demanda se suele concluir con la fecha y la firma. Debe ir firmada por el procurador y el
abogado, si su intervención es preceptiva o si, aun siendo facultativa, de hecho intervienen. Si el justiciable
puede comparecer por sí mismo y decide hacerlo así, deberá ser él quien firme la demanda.

Si el actor puede fundar su petitum frente al demandado en diferentes causas de pedir -todas ellas existentes en el
momento de presentar la demanda-, tiene la carga procesal de hacerlo, so pena de preclusión.

Para juicios verbales en que se actúe sin abogado y procurador (es decir, juicios verbales que lo sean por razón de la
cuantía y no de la materia, y siempre que aquella no exceda de 2.000€), el art. 437.2 LEC admite que el juicio pueda
comenzar mediante una demanda sucinta. La diferencia con una demanda ordinaria estriba en que la demanda sucinta
no tiene que contener una fundamentación completa de la causa petendi; bastará con la concreción de los “hechos
fundamentales en que se basa la petición”, sin exigirse fundamentación jurídica alguna. Además, para facilitar a los
ciudadanos la tarea de interponer su demanda sucinta, la LEC prevé que el demandante pueda formular su demanda
cumplimentando unos impresos normalizados que, a tal efecto, se hallarán a su disposición en el tribunal
correspondiente.

El sobreseimiento del pleito sólo tendrá lugar si no es en absoluto posible “determinar en qué consisten las
pretensiones del actor o, en su caso, del demandado en la reconvención, o frente a qué sujetos jurídicos se formulan
las pretensiones”. Junto a la demanda, el actor debe acompañar una serie de documentos:

 Documentos procesales - documentos que acreditan el cumplimiento de ciertos presupuestos procesales, como
pueden ser:

 El poder notarial conferido al procurador


 Los documentos o dictámenes que acrediten el valor de la cosa litigiosa, a efectos de
competencia y procedimiento
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 Documentos relativos al fondo del asunto

 Documentos en que las partes funden su derecho


 Los medios e instrumentos de pruebas
 Certificaciones y notas sobre asientos registrales
 Dictámenes periciales de prueba pericial extrajudicial
 Informes elaborados por profesionales de la investigación privada legalmente habilitados

 Documentos exigidos en casos especiales

La regla consiste en que se aleguen los hechos y se aporten los documentos por el actor junto con la demanda y por el
demandado en su contestación a la demanda.

La litispendencia: concepto, tiempo y efectos

La litispendencia no es sino el conjunto de efectos que lleva aparejada la incoación de un proceso y su pendencia en el
tiempo. En un sentido específico, el término litispendencia se utiliza para designar el primordial y más característico
de esos efectos: la imposibilidad de incoar un segundo proceso con el mismo objeto. La litispendencia, con todos sus
efectos procesales, se produce desde la interposición de la demanda, si después es admitida. El momento final de la
litispendencia, se sitúa únicamente por la doctrina y la jurisprudencia en el día en que alcance firmeza la sentencia o
resolución definitiva que ponga fin al proceso.

Efectos procesales de la litispendencia

 Excepción de litispendencia - imposibilidad de incoación de otro proceso idéntico objeto.

 Perpetuatio iurisdictionis - art. 411 LEC “las alteraciones que una vez iniciado el proceso, se produzcan en
cuanto al domicilio de las partes, la situación de la cosa litigiosa y el objeto del juicio no modificarán la
jurisdicción y la competencia, que se determinarán según lo que se acredite en el momento inicial de la
litispendencia”. Con base en este precepto, se puede definir la perpetuatio iurisdictionis como aquel efecto de
la litispendencia consistente en que la jurisdicción y la competencia del tribunal se determinan con arreglo al
estado de hechos existente en el momento de la presentación de la demanda, sin que los hechos posteriores
puedan afectar a la jurisdicción y competencia del tribunal.

 Prohibición de mutatio libelli - este efecto de la litispendencia, regulado en el art. 412 LEC, comporta que
una vez determinado el objeto del proceso en la demanda, en la contestación y, en su caso, en la reconvención,
las partes no podrán realizar con posterioridad alegaciones o peticiones que supongan una alteración
sustancial de sus pretensiones iniciales. No obstante, la LEC prevé toda una serie de casos en que, con
posterioridad a los actos antedichos, las partes pueden realizar alegaciones complementarias, básicamente
consistentes en hechos acaecidos con posterioridad o hechos anteriores de los que no se tenía noticia.
Asimismo, pueden realizar variaciones en sus pretensiones iniciales siempre que no supongan modificaciones
sustanciales.

 Ut lite pendente nihil innovetur - El art. 413.1 LEC establece: “no se tendrán en cuenta en la sentencia las
innovaciones que, después de iniciado el juicio, introduzcan las partes o terceros en el estado de cosas o de
las personas que hubiere dado origen a la demanda y, en su caso, a la reconvención, excepto si la innovación
privare definitivamente de interés legítimo las pretensiones que hubieran deducido en la demanda o en la
reconvención, por haber sido satisfechas extraprocesalmente o por cualquier otra causa”.

Los efectos materiales más importantes de la litispendencia son:

 La interrupción de la prescripción, tanto adquisitiva como extintiva.


 Los bienes o derechos objeto del proceso adquieren la condición de litigiosos.
 El deudor se constituye en mora, con los efectos que ello conlleva.

Admisión de la demanda: las funciones del Letrado de la Administración de Justicia

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Una vez presentada la demanda, el secretario judicial decidirá mediante decreto su admisión a trámite, y si considera
que la demanda debe ser admitida, dará traslado al tribunal para que éste se pronuncie acerca de la admisión o
inadmisión. Las demandas sólo se inadmitirán en los casos y por las causas expresamente previstas en la ley.

A. Inadmisión por motivos de fondo - ni el secretario judicial ni el tribunal tienen potestad para inadmitir a
trámite una demanda por motivos de fondo. No obstante, en todos los casos en que en una demanda se solicite
una tutela que en ningún caso podría ser concedida, el tribunal debería inadmitirla a trámite. Es lo que parte de
la doctrina ha denominado falta de accionabilidad.

B. Inadmisión por motivos procesales - el secretario judicial, antes de admitir una demanda, debe examinar y
controlar una serie de cuestiones de naturaleza procesal:

a. La capacidad para ser parte y la capacidad procesal.


b. La jurisdicción, la competencia objetiva y la competencia territorial.
c. La postulación y la defensa técnica cuando sean preceptivas.
d. La aportación de las copias de la demanda y de los documentos que la acompañan.
e. La determinación de la cuantía conforme a las reglas aplicables y la corrección de la clase de
procedimiento escogido por el actor.
f. La indebida acumulación de acciones en la demanda.
g. La liquidación de la tasa en los casos previstos en la Ley 10/2012, de 20 de noviembre.
h. No se admitirán las demandas “cuando no se acompañen a ella los documentos que la ley
expresamente exija para la admisión de aquéllas o no se hayan intentado conciliaciones o efectuado
requerimientos, reclamaciones o consignaciones que se exijan en casos especiales”.

En primer lugar, examinados todos estos extremos el secretario judicial dictará un decreto por el que admitirá
a trámite la demanda y, al mismo tiempo, dará traslado de ella y de los documentos que la acompañen al
demandado para que la conteste en el plazo de 20 días (ordinario) o de 10 días (verbal). Frente al decreto de
admisión del secretario sólo cabe recurso de reposición, sin perjuicio de “reproducir la cuestión” en la
primera comparecencia ante el tribunal en los términos establecidos en el art. 454 bis LEC. En segundo lugar,
si en la demanda concurre algún defecto subsanable y es subsanado por el actor en el plazo concedido para
ello, el secretario dictará decreto de admisión con las mismas consecuencias mencionadas en el párrafo
anterior. Finalmente, y en tercer lugar, puede suceder que el defecto no sea subsanable o no haya sido
subsanado en el plazo concedido. En estos casos, el secretario deberá dar traslado al tribunal para que éste
decida lo que proceda.

TEMA 29: CONDUCTAS POSIBLES DEL DEMANDADO ANTE LA DEMANDA. LA AUDIENCIA


PREVIA AL JUICIO

Conductas posibles del demandado ante la demanda

Ante la demanda, el demandado puede adoptar conductas muy diversas:

 Puede no comparecer. En tal caso, su incomparecencia dará lugar a que se le declare en rebeldía.
 Puede comparecer en el proceso. Aun compareciendo sus actitudes pueden seguir siendo muy diversas:

o El demandado puede comparecer a la demanda - con ella, el demandado evita las consecuencias
desfavorables que puede acarrear el ser declarado en rebeldía. También puede el demandado
comparecer en el proceso y no contestar a la demanda, pero proponer declinatoria.

o El demandado puede comparecer y evacuar el trámite de contestación a la demanda - En la


contestación a la demanda el demandado puede adoptar también posturas muy distintas:

 El demandado puede allanarse a la demanda.


 El demandado puede realizar alegaciones procesales.
 El demandado puede negar la existencia de los hechos alegados por el demandante como
fundamento de su demanda.

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 El demandado puede admitir la veracidad de los hechos alegados por el demandante pero
negar la consecuencia jurídica que pretende anudar a los mismos.
 El demandado puede alegar hechos nuevos en los que basar la petición de desestimación de la
demanda.
 El demandado puede formular reconvención.

La rebeldía

La rebeldía es la situación jurídica que se crea en el proceso por el hecho de la incomparecencia del demandado.
Características de la noción de rebeldía son las siguientes:

 La rebeldía se produce por el hecho objetivo de la incomparecencia del demandado en el proceso . Aunque la
rebeldía se dé con independencia de que la incomparecencia sea voluntaria o involuntaria, y despliegue los
mismos efectos, la diferencia entre uno y otro caso será esencial a los efectos de conceder o no ulteriormente
posibilidades de defensa al demandado rebelde.
 La rebeldía ha de ser inicial y total. Quiere esto decir que sólo es demandado rebelde aquél que no comparece
en el proceso desde un principio y a lo largo de toda su tramitación.
 La rebeldía es expresamente declarada por el tribunal, incluso de oficio. Esta resolución adoptará la forma de
diligencia de ordenación o de providencia, según la deba dictar, respectivamente, el Letrado de la
Administración de Justicia o el Tribunal.
 Comparecer en el proceso no es para el demandado un deber, sino una carga. El demandado no puede ser
coercitivamente obligado a comparecer en un proceso civil.

Los efectos que se derivan de la declaración de rebeldía son los siguientes:

 La declaración de rebeldía no será considerada como allanamiento ni como admisión de los hechos de la
demanda, salvo los casos en que la ley expresamente disponga lo contrario.
 La rebeldía trae consigo la preclusión, es decir, la imposibilidad de que si el demandado comparece
posteriormente, realice aquellos actos cuyo plazo de realización ya haya transcurrido. El demandado rebelde
puede comparecer en el proceso en cualquier momento de la sustanciación del mismo, pero debe aceptar el
proceso en el estado en el que éste se encuentre, sin que su comparecencia dé lugar a que se retrotraigan las
actuaciones y sin que se le permita realizar los actos que ya hayan precludo.
 La declaración de rebeldía da lugar a un particular régimen de notificaciones de las resoluciones procesales
que se dicten en el proceso.
 La situación de rebeldía también trae consigo ciertas especialidades en el régimen de los recursos.

La contestación a la demanda

La contestación a la demanda es el acto en el cual el demandado fija su posición frente a la acción o acciones
afirmadas por el actor en la demanda. El demandado, en la contestación a la demanda, puede:

 Allanarse total o parcialmente a la pretensión del actor.


 Admitir o negar los hechos aducidos por el actor.
 Alegar excepciones procesales.
 Alegar excepciones materiales.
 Formular reconvención.

Las excepciones: procesales y materiales

Una excepción es cualquier medio de defensa esgrimido por el demandado frente a la demanda, con el que pretenda
conseguir no ser condenado. Dentro de ese amplio abanico de los medios de defensa que el demandado puede utilizar,
se pueden distinguir dos grandes categorías: los medios de defensa o excepciones procesales o de forma y los medios
de defensa o excepciones materiales o de fondo.

Son excepciones procesales aquellas alegaciones en las que el demandado pone de manifiesto la falta de algún
presupuesto procesal, la existencia de algún óbice procesal, o la falta de requisitos de algún acto procesal en concreto.
La estimación de una excepción procesal, aunque pone fin al proceso, no impide la incoación de un nuevo proceso con
el mismo objeto, es decir, el actor podrá presentar una nueva demanda en la que no concurra el defecto procesal
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advertido. Son, en cambio, excepciones materiales aquéllas que se fundan en cuestiones de Derecho sustantivo y que,
de ser estimadas, conducen a una desestimación de la demanda y consiguiente absolución en cuanto al fondo del
demandado. Las excepciones procesales deben ser propuestas por el demandado en la contestación a la demanda. A
esta regla escapan las alegaciones que el demandado pueda querer hacer valer respecto de la falta de jurisdicción y
competencia del tribunal, que deben ser hechas valer necesaria y preclusivamente con carácter previo por medio de la
declinatoria. Sobre estas excepciones procesales alegadas por el demandado en su contestación a la demanda debe
pronunciarse el tribunal con carácter previo. En el juicio ordinario, el tribunal debe resolver tras oír a las partes en la
audiencia previa al juicio. La resolución sobre dichas cuestiones se realiza, como regla, de forma oral en el mismo
acto de la audiencia previa.

Como ha quedado dicho, son excepciones procesales todas aquellas alegaciones que, caso de ser estimadas, suponen
la existencia de un obstáculo a la válida prosecución del proceso y a su terminación mediante sentencia de fondo. Las
excepciones materiales, como ha quedado dicho, se distinguen de las procesales en que, en caso de ser estimadas,
conducen a la desestimación de la demanda y, por consiguiente, a la absolución del demandado en cuanto al fondo.
Las excepciones materiales son hechos nuevos y distintos de los alegados por el demandante en la demanda.

Tradicionalmente, la doctrina procesalista distingue dos clases de excepciones materiales: las propias y las impropias.
Para entender esta distinción, es necesario antes hacer referencia a otra: la que clasifica los distintos hechos jurídicos
relevantes para la resolución del fondo de un litigio en hechos constitutivos, impeditivos, extintivos y excluyentes.

a) Hechos constitutivos son aquellos en los que el actor basa su pretensión, es decir, son hechos que deben
concurrir para que pueda estimarse existente la acción afirmada por el actor en su demanda.
b) Hechos impeditivos son hechos producidos coetáneamente a los hechos constitutivos que impiden a éstos
desplegar su eficacia jurídica.
c) Hechos extintivos son aquellos que, acaecidos con posterioridad a los hechos constitutivos, suprimen o
extinguen la eficacia jurídica de éstos.
d) Hechos excluyentes son hechos que, además de acaecer con posterioridad a los hechos constitutivos, otorgan
al demandado un contraderecho que le permite enervar, destruir o paralizar la pretensión del demandante.

Toda excepción material consiste en la alegación de un hecho impeditivo, extintivo o excluyente. Se dice que son
excepciones propias las que están basadas en hechos excluyentes, y que son excepciones impropias las que están
basadas en hechos impeditivos o extintivos. Las excepciones propias sólo pueden ser estimadas por el tribunal si el
demandado las alega; por el contrario, las excepciones impropias podrían ser apreciadas no solamente si el demandado
las alega, sino también de oficio.

La reconvención

La reconvención es la conducta del demandado consistente en no limitarse a pedir su propia absolución, sino pedir la
concesión de una nueva tutela jurisdiccional frente al actor. Supone siempre una ampliación del objeto del proceso, en
la medida en que el demandado ejercita una acción nueva, y sólo puede ser formulada si se cumplen una serie de
requisitos y reglas:

o En el juicio ordinario debe ser formulada en el escrito de contestación a la demanda. En el juicio verbal, sólo
se admitirá si ésta es formulada y notificada al actor con, al menos, 5 días de antelación a la vista.
o Debe ser explícita.
o Debe existir conexión entre la acción ejercida por el demandando en la demanda principal y la acción o
acciones ejercitadas por el demandado por vía reconvencional. La conexión debe ser objetiva, es decir, que
debe existir identidad de petitum y/o causa de pedir.
o El art. 407.1 LEC permite que la demanda reconvencional se dirija no sólo contra el demandante o
demandantes iniciales, sino también frente a terceros.
o No cabe reconvención si el tribunal carece de competencia objetiva por razón de la materia o de la cuantía.
o La reconvención tiene como efecto que la misma sea tramitada conjuntamente con la demanda inicial, en un
mismo procedimiento, y decidida en una sola sentencia. El actor reconvenido tendrá un plazo de 20 días para
contestar a la reconvención, a partir de su notificación.

Alegaciones posteriores a la demanda y a la contestación a la demanda

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Tras la demanda y la contestación, ni el demandante puede ejercitar nuevas acciones, ni el demandado puede oponer
excepciones que habría podido esgrimir en su contestación, ni puede ya formular reconvención. Ahora bien, sí podrán
realizar alegaciones complementarias (peticiones o matizaciones de sus alegaciones iniciales). Y, también alegar
hechos que no pudieron aducir en su demanda o en su contestación, bien por tratarse de hechos nuevos, o bien por
tratarse de hechos anteriores desconocidos.

La audiencia previa al juicio en el juicio ordinario

Se trata de un acto público que habrá de registrarse en soporte apto para la grabación y reproducción del sonido y la
imagen. Se llevará a cabo para intentar un acuerdo o transacción de las partes que ponga fin al proceso, examinar las
cuestiones procesales que pudieran obstar a la prosecución de éste y a su terminación mediante sentencia sobre su
objeto, fijar con precisión dicho objeto y los extremos, de hecho o de Derecho, sobre los que exista controversia entre
las partes y, en su caso, proponer y admitir la prueba.

Las partes no tienen que acudir personalmente a la audiencia. Lo que la LEC prevé como normal es que comparezcan
en ella mediante Procurador y asistidas por Abogado. Si no comparece ninguna de las partes, se dicta auto de
sobreseimiento. Si comparece sólo el demandado, también se dicta este auto, salvo que el comparecido alegue interés
legítimo en la continuación del proceso. Si comparece sólo el actor, se celebra la audiencia. Si falta el Abogado del
demandante, se sobresee el proceso, con la misma salvedad de alegación de interés legítimo del demandado. Y si falta
el Abogado del demandado, la audiencia se entiende con el demandante.

Las finalidades de la audiencia previa son:

o Acuerdo de las partes que ponga fin al proceso


o Examen de cuestiones procesales - la LEC enumera varias cuestiones procesales, que pueden impedir la
válida prosecución y término del proceso mediante sentencia sobre el fondo. Estas cuestiones son:

 Falta de capacidad de los litigantes o de representación


 Cosa juzgada o litispendencia
 Falta del debido litisconsorcio
 Inadecuación del procedimiento, por razón de la cuantía o de la materia
 Defecto legal en el modo de proponer la demanda o la reconvención por falta de claridad o
precisión
 Indebida acumulación de acciones

o Alegaciones y pretensiones complementarias y aportación de documentos y dictámenes. Las partes pueden:

 Efectuar alegaciones complementarias


 Aclarar las alegaciones de los escritos de demanda y contestación
 Rectificar extremos secundarios de las pretensiones
 Formular peticiones accesorias o complementarias
 Alegar hechos relevantes ocurridos o conocidos con posterioridad
 Aportar documentos y dictámenes que se justifiquen en razón de sus nuevas alegaciones

o Actuaciones tendentes a determinar con precisión el objeto de la controversia.


o Proposición y admisión de la prueba y señalamiento y citación para juicio.

Alegaciones análogas a la audiencia previa en el juicio verbal - En el juicio verbal en un mismo acto, llamado
vista, se concentran prácticamente todas las finalidades que en el juicio ordinario cumplen la audiencia previa y el
juicio oral.

SECCIÓN SEGUNDA

TEMA 30: LA DETERMINACIÓN DE LOS HECHOS EN EL PROCESO CIVIL.

Papel del Tribunal y de las partes en la determinación de los hechos.

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El demandante presenta ante el tribunal unos hechos que se consideran jurídicamente relevantes y, en concreto, de
relevancia para la sentencia pretendida.

Los sistemas procesales civiles no se basan en la investigación ex officio de los hechos que se afirman relevantes y no
atribuyen a los tribunales la responsabilidad de procurar establecer su certeza positiva o negativa, sino que, sobre la
base de la referida experiencia, disponen que sean las partes de cada proceso los principales protagonistas de la
iniciativa y del esfuerzo conducentes a aquella certeza. Es decir, que cuando el proceso no entraña un predominante
interés público o social y no se rige, en consecuencia, por el principio de oficialidad, sino por el principio dispositivo,
son las partes procesales las que, además de la carga de alegar los hechos, desempeñan el papel decisivo en lo que es
su determinación o fijación como ciertos a los efectos del proceso. Rige, coherente y correlativamente al principio
dispositivo o de justicia rogada, el también denominado principio de aportación de parte. El art. 282 LEC, sobre
iniciativa de la actividad probatoria, dispone que “las pruebas se practicarán a instancia de parte” y el tribunal sólo
podrá acordar, de oficio, que se practiquen determinadas pruebas o que se aporten documentos, dictámenes u otros
medios cuando lo disponga la ley expresamente. En virtud de tales principios, las partes tienen la carga de alegar los
hechos que consideren relevantes como fundamento de sus pretensiones.

El art. 429.1, pfo. tercero LEC establece una posible iniciativa del tribunal, respecto de la proposición de prueba en el
juicio ordinario y, en concreto, en la audiencia previa. Establece este precepto que el tribunal, si considera que las
pruebas propuestas por las partes pueden “resultar insuficientes para el esclarecimiento de los hechos
controvertidos”, lo pondrá de manifiesto a las partes “indicando el hecho o hechos que podrían verse afectados por la
insuficiencia probatoria”. Y prosigue: “al efectuar esta manifestación, el tribunal, ciñéndose a los elementos
probatorios cuya existencia resulte de los autos, podrá señalar también la prueba o pruebas cuya práctica considere
conveniente”.

Cuando se opta por gravar al tribunal con la tarea de comprobar la certeza de los hechos procesalmente relevantes, el
Derecho ha de contener una regla determinante del sentido de la sentencia para el caso de que aquellos hechos
permanezcan en la certidumbre o la duda. Ordinariamente, esta regla es bien simple: no probados todos los hechos
históricos subsumibles en el supuesto de hecho de las normas de las que depende otorgar determinados tipos de tutela
jurisdiccional, procede denegarla.

Modos de determinación de los hechos: admisión y notoriedad.

La determinación de los hechos, a efectos del proceso, se alcanza mediante instrumentos diferentes, de entre los cuales
destaca la prueba. Pero, antes de la prueba propiamente dicha, puede entrar en juego la admisión de hechos, en virtud
de la cual quedan fijados como producidos o ciertos aquellos hechos que ambas partes admitan, expresa o incluso
tácitamente. La admisión de hechos se produce en los actos de alegaciones: en la contestación a la demanda, respecto
de los hechos alegados en la demanda o en otras oportunidades de alegación que cada tipo de proceso presente.

Otro modo de determinación o fijación de los hechos, distinto de la prueba y de la admisión de hechos, es la
notoriedad. El hecho notorio se puede tener como cierto, a los efectos procesales, sin necesidad de prueba. La
notoriedad es la cualidad que el tribunal atribuye a un hecho en razón de su general conocimiento como positiva o
negativamente cierto y por la cual considera innecesaria toda prueba sobre ese hecho. Son “hechos tan
generalizadamente percibidos o divulgados sin refutación con una generalidad tal, que un hombre razonable y con
experiencia de la vida puede declararse tan convencido de ellos como el juez en el proceso mediante la práctica de la
prueba”.

Además de la prueba, de la admisión de hechos y de la notoriedad, aún hay otras vías y mecanismos de determinación
de hechos como ciertos. Uno de esos mecanismos es el de las presunciones. Los conocimientos generales del juez le
pueden servir en la libre apreciación de la prueba y, desde luego, para la subsunción de hechos históricos concretos en
conceptos asumidos por una norma jurídica.

El denominado “juicio de hecho”

Como ya se adelantó, es usual denominar “juicio de hecho” a la actividad jurisdiccional que establece la llamada
“premisa menor” de la sentencia considerada como silogismo. La referida expresión se utiliza por oposición a una
tarea jurisdiccional, calificable de “juicio jurídico” y relativa a la “premisa mayor” y a la formulación de la
conclusión, que es el fallo o parte dispositiva de la sentencia. Ciertamente, esa tarea consiste, primordialmente, en
determinar las normas aplicables y su sentido (interpretación), enlazándolas con el caso histórico presente en todo
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proceso. Se trata, pues, sobre todo, de un trabajo con las fuentes del Derecho y con las herramientas de la
hermenéutica y, en fin, de la ciencia y la técnica jurídicas. En cambio, el “juicio de hecho” es, por un lado, juicio sobre
los hechos y, en ocasiones, un juicio que se denomina “juicio de hecho”(o “juicio fáctico”) porque no se somete a
reglas jurídicas. El “juicio de hecho” es el resultado de un conjunto de operaciones intelectuales, que pueden ser muy
diversas, y que entrañan, bastantes de ellas, aplicación de normas, no ya procedimentales, sino relativas a la misma
actividad enjuiciadora que conduce a establecer la premisa menor.

TEMA 31: LA PRUEBA CIVIL.

Podemos definir la prueba civil como aquella actividad que desarrollan las partes con el tribunal para que éste
adquiera el convencimiento de la verdad o certeza de un hecho o afirmación fáctica o para fijarlos como ciertos a los
efectos de un proceso. Aunque, como regla, la prueba civil es una actividad cuya promoción y práctica corresponde
primordialmente a las partes, obviamente está dirigida al juez, debe practicarse en su presencia y requiere servirse de
otras personas y objetos. De la actividad probatoria puede depender el éxito de las pretensiones de las partes, pero
también la calidad de la tutela judicial, pues permite al tribunal formar su convicción sobre los hechos. Se trata de una
tarea, pues, que requiere del cuidado y la atención de todos los sujetos del proceso.

La prueba civil y las presunciones se encuentran reguladas de forma sistemática en los Capítulos V y VI del Título
Primero del Libro Segundo de la LEC.

Objeto de la prueba

El objeto principal de la prueba son hechos. Más exactamente, podría decirse que la actividad probatoria versa sobre
afirmaciones de hecho o afirmaciones fácticas. Los hechos objeto de prueba pueden ser, en su relación con el Derecho
aplicable para resolver sobre el objeto del proceso, de dos clases: fundamentales y accesorios. Hechos fundamentales
son los que corresponden directamente al supuesto de hecho de la norma o normas decisivas en la aludida resolución
del objeto del proceso. Hechos accesorios son los que no encajan de esa forma directa en el precepto o en los
preceptos jurídicos inmediatamente atinentes al fondo del proceso, sino que guardan con la cuestión de fondo una
relación indirecta o mediata o, más frecuentemente, los que se refieren a aspectos secundarios de la parte fáctica de la
res in iudicio deducta.

Hay dos tipos de hechos que no son objeto de prueba: los hechos admitidos y los hechos notorios. El régimen de unos
y otros hechos no es exactamente igual, puesto que cabe sostener que los hechos admitidos o, para decirlo con los
términos legales, “los hechos sobre los que exista plena conformidad”, están exentos de prueba y no deben ser objeto
de ella, mientras que, respecto de los hechos notorios, lo que la ley afirma es que pueden considerarse no necesitados
de prueba. Excepcionalmente, el Derecho ha de ser objeto de la prueba. Tal sucede con el Derecho extranjero y con la
costumbre. Para este Derecho, quizá aplicable, no rige la regla iura novit curia y, en consecuencia, a las partes
corresponde demostrar su existencia, en el bien entendido de que la existencia del Derecho extranjero no se
circunscribe a la vigencia y a la literalidad de un determinado precepto positivo, sino al modo en que es entendido,
interpretado y aplicado tal precepto.

El Derecho extranjero “deberá ser probado en lo que respecta a su contenido y vigencia, pudiendo valerse el tribunal
de cuantos medios de averiguación estime necesarios para su aplicación”. Con mucha más frecuencia y con mayor
importancia de la que se reconoce y atribuye, son también objeto de prueba, no ya hechos históricos concretos, sino
reglas generales de carácter empírico. Será preciso hacer objeto de prueba “máximas de la experiencia” en la medida
en que no integren el acervo cultural general atribuible a cualquier juez o magistrado y, sin embargo, resulten
necesarias para juzgar.

Inutilidad, impertinencia e ilicitud de las pruebas: inadmisibilidad y admisibilidad de las pruebas

Han de admitirse las pruebas que no sean inútiles o impertinentes. Se satisface así el principio jurídico-natural de
audiencia, que comprendía la posibilidad, no sólo de alegar, sino también de probar.

Por prueba inútil o inconducente se debe entender aquélla que, según la experiencia, cabe razonablemente conjeturar
que no logrará el resultado apetecido, pues existe inadecuación de medio a fin. Prueba impertinente es, en cambio, la
prueba no relativa a hechos que guarden relación con el objeto del proceso (quae ad abiectum non pertinent).
Pertinente, pues, no es lo que parezca oportuno o conveniente o, incluso, necesario. Pertinente es lo que pertenece al
ámbito objetivo del proceso: lo que tiende a producir la certeza de hechos, que, siendo controvertidos, son relevantes.
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El art. 283.1 LEC viene a acoger este significado de impertinencia al decir: “no deberá admitirse ninguna prueba que,
por no guardar relación con lo que sea objeto del proceso, haya de considerarse impertinente”.

“No surtirán efecto las pruebas obtenidas, directa o indirectamente, violentando los derechos o libertades
fundamentales”, art. 11.1 LOPJ. La LEC se ocupa del aspecto procesal de la ilicitud de la prueba en su art. 287; ante
todo, se establece que cuando alguna de las partes entienda que en la obtención u origen de alguna prueba admitida se
han vulnerado derechos fundamentales, podrá alegarlo de inmediato, con traslado, en su caso, a las demás partes. Pero
también dispone este precepto que cabe que la cuestión sea suscitada de oficio por el tribunal. En todo caso, se
resolverá en el acto del juicio o, si se tratase de juicios verbales, al comienzo de la vista, antes de dar comienzo a la
práctica de la prueba.

Fenómeno distinto, aunque emparentado con la obtención u origen ilícito de un medio de prueba, es que se pretenda la
práctica, como prueba, de una actividad prohibida por la ley. En tal caso, el art. 283.3 LEC decreta la inadmisibilidad.

Se proponen las pruebas de forma oral al término de la audiencia previa o en la misma vista del juicio verbal, el
tribunal debe admitir las pruebas pertinentes y útiles y rechazar las pruebas inútiles y las impertinentes, así como las
que, por otras razones, resulten inadmisibles, entre las cuales, conforme a lo que se acaba de decir, habría que
considerar las pruebas cuya obtención u origen adolezcan de ilicitud procesalmente relevante. El art. 429.1 LEC dice
que “la prueba se propondrá de forma verbal, sin perjuicio de la obligación de las partes de aportar en el acto un
escrito detallado de la misma, pudiendo completarlo durante la audiencia. La omisión de la presentación de dicho
escrito no dará lugar a la inadmisión de la prueba, quedando condicionada ésta a que se presente en el plazo de los 2
días siguientes”.

Este deber de inadmisión de las pruebas impertinentes o inútiles no deja de serlo por el hecho, por ejemplo, de que la
ley no otorgue recurso alguno contra la resolución que admita medios de prueba y sólo los conceda contra la que los
inadmita o deniegue, como sucedía antes de la LEC. La admisión de una prueba inútil o impertinente no es inocua,
sino que puede resultar muy perturbadora y hasta dañina, porque no siempre se refiere a la cantidad de pruebas, sino
que cabe que ataña a la calidad de las mismas; en especial las pruebas impertinentes -no así las simplemente inútiles-
pueden introducir en el proceso hechos irrelevantes, que confunden y complican muy perjudicialmente el desarrollo
del proceso y la emisión de la correspondiente sentencia.

La LEC ha abandonado la regla de la irrecurribilidad en todo caso de la admisión de pruebas. El art. 285.2 LEC
establece que la resolución que decida sobre la admisibilidad de cada una de las propuestas de prueba, cualquiera que
sea su sentido, es recurrible en reposición, que se resolverá en el acto y si se desestimare, ya no cabrá recurso, aunque
sí la formulación de protesta de la parte correspondiente, “al efecto de hacer valer sus derechos en la segunda
instancia”. Este régimen de recursos frente a la admisión e inadmisión de pruebas es aplicable tanto al juicio ordinario
como al verbal.

Con la expresión medios de prueba se designan los distintos tipos de actividades que permiten a las partes con el juez
o, excepcionalmente, a éste solo, llegar a la convicción de la certeza positiva o negativa de las afirmaciones fácticas
que se han de fijar como verdaderas, falsas o dudosas, a los efectos del proceso.

La LEC contiene en su artículo 299 la enumeración de los medios de prueba propios del proceso civil. En su aptdo. 1
recoge 6 distintos medios de prueba: interrogatorio de las partes, documentos públicos, documentos privados,
dictamen de peritos, reconocimiento judicial e interrogatorio de testigos. Y el aptdo. 2 del mismo precepto añade
otros 2 medios de prueba: los medios de reproducción de la palabra, el sonido y la imagen, por un lado y, por otro,
los instrumentos que permiten archivar y conocer o reproducir palabras, datos, cifras y operaciones matemáticas
llevadas a cabo con fines contables o de toda clase.

Carga de la prueba

Como ya se ha dicho, en el proceso civil incumbe a las partes la responsabilidad principal respecto de la prueba. A
ellas corresponde proponerla y, en gran medida, ocuparse de que se practique. El Derecho procesal puede contener
normas por las que se atribuye a cada parte la incumbencia de probar cierto tipo de hechos. Mejor o peor formuladas y
ya sea en el plano legal, ya en el jurisprudencial, debe haber reglas que distribuyan la tarea de probar los hechos: ésa
es, para la communis opinio, la carga de la prueba en sentido formal.

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Teniendo como base la conocida y pacífica distinción de los hechos procesalmente relevantes en constitutivos, de un
lado e impeditivos, extintivos y excluyentes, de otro, se ha venido atribuyendo al actor o demandante la carga de la
prueba de los hechos constitutivos, mientras que al demandado le corresponde o tiene la carga de probar los hechos
impeditivos, extintivos y excluyentes. La carga de la prueba presenta, como antecedente no siempre necesario, el
levantamiento de la llamada carga de la alegación. A quien tiene la carga de probar unos hechos le corresponde
también, antes, alegarlos. Lo que sucede es que la carga de la prueba entra en juego aunque los hechos hayan sido
afirmados por quien no tenía la carga de hacerlo: es el denominado principio de adquisición, en virtud del cual surten
efecto los hechos que se aportan a un proceso, cualquiera que sea la parte que los ha alegado. De ahí que tanto la
carga de la alegación como la carga de la prueba se establezcan en torno a estos dos criterios:

1. Suponer que, dándose los hechos constitutivos, no concurren, salvo que se aleguen y prueben, hechos
impeditivos, extintivos y excluyentes. Por tanto, sin alegación y prueba de estos últimos, es suficiente la
alegación y prueba de los constitutivos para obtener la tutela jurisdiccional solicitada (principio de
normalidad);
2. debe distribuirse la carga de la prueba, de ordinario, atribuyendo a cada parte la que, según la experiencia,
suele estar más próxima a ella. En otros términos: a cada parte le corresponderá la prueba de lo que, conforme
a la razón y a la experiencia, es más fácil de probar para ella que para la parte contraria.

La LEC afirma que “corresponde al actor y al demandado reconviniente la carga de probar la certeza de los hechos
de los que ordinariamente se desprenda, según las normas jurídicas a ellos aplicables, el efecto jurídico
correspondiente a las pretensiones de la demanda y de la reconvención”. En cambio, “incumbe al demandado y al
actor reconvenido la carga de probar los hechos que, conforme a las normas que les sean aplicables, impidan,
extingan o enerven la eficacia jurídica de los hechos a que se refiere el apartado anterior”, es decir, los hechos
constitutivos.

La inversión de la carga de la prueba es, la más de las veces (por no decir todas), no un cambio en sentido inverso de
los criterios atributivos de dicha carga entre demandante y demandado, sino la exoneración, para un litigante, de la
carga que ordinariamente le correspondería y el paralelo gravamen del litigante contrario. De máxima importancia es
entender que la clasificación de los hechos constitutivos o impeditivos, extintivos y excluyentes es siempre relativa, es
decir, dependiente de la acción que se ejercite o afirme. Las normas sobre carga de la prueba son innegablemente
procesales. Se refieren, sin embargo, al contenido del juicio jurisdiccional y están fundadas en criterios racionales de
justicia. Se consideran, por tanto, de ius cogens y, en consecuencia, no susceptibles de inaplicación por acuerdo de las
partes.

Valoración de la prueba

La ley procesal puede determinar que la actividad probatoria sea apreciada o valorada por el juez o tribunal sin
sujeción a criterios precisos legalmente positivizados. En tal caso, estamos ante una apreciación o valoración libre de
la prueba o ante pruebas de libre valoración: el juzgador decide, con arreglo a su criterio -que se supone razonable-, si
esa actividad le ha convencido, o no, de la certeza o verdad de unos hechos. Cabe, por el contrario, que la ley señale al
juez el valor que debe atribuir a una determinada actividad destinada a la fijación de los hechos. Estamos, entonces,
ante la prueba legal o tasada.

Forma y tiempo de la prueba

Importante es el art. 289.1 LEC, en virtud del cual las pruebas se practicarán contradictoriamente y en vista pública, o
con publicidad y documentación similares a la de una vista, cuando no se lleven a efecto en la sede del tribunal. La
presencia judicial se refiere al interrogatorio de las partes y de testigos, al reconocimiento de lugares, objetos o
personas, a la reproducción de palabras, sonidos, imágenes y, en su caso, cifras y datos, así como a las explicaciones,
impugnaciones, rectificaciones o ampliaciones de los dictámenes periciales. Todas estas actividades probatorias -con
la excepción del reconocimiento de lugares- han de llevarse a cabo, además, en vista o audiencia pública.

En el proceso ordinario las anteriores actividades probatorias se practican en un trámite procesal específico: el juicio,
al que la LEC dedica los arts. 431 a 433. Según el primero de los preceptos citados, la finalidad principal y necesaria
del acto del juicio es “la práctica de las pruebas de declaración de las partes, testifical, informes orales y
contradictorios de peritos, reconocimiento judicial en su caso y reproducción de palabras, imágenes y sonidos”,
cuando el tribunal haya admitido alguna de estas pruebas en la audiencia previa; en caso contrario, esto es, cuando las
pruebas admitidas se limiten a la de documentos o a la de dictámenes escritos, ya aportados sin haber sido impugnados
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ni ser necesaria la presencia de su autor, no se celebra el acto del juicio. La práctica de las pruebas se realiza con
arreglo a las normas que la LEC establece para cada medio probatorio en particular y, a su término, tiene lugar -sin
solución de continuidad- otra finalidad del juicio, también enunciada en el art. 431 LEC y relacionada con la práctica
de la actividad probatoria: la formulación de las llamadas conclusiones, consiste en un resumen oral, breve y conciso,
sobre la valoración de las pruebas sobre los hechos controvertidos. Junto a estas finalidades propias del juicio, en el
acto pueden tener lugar otras actuaciones procesales, como el informe de las partes sobre los argumentos jurídicos ya
aducidos en apoyo de sus pretensiones.

En el juicio verbal, cuyo diseño obedece a la máxima concentración de actos, la proposición, admisión y práctica de la
prueba tiene lugar en la llamada “vista”, a cuyo efecto los litigantes “han de concurrir con los medios de prueba de
que intenten valerse”. Manda el art. 290 LEC que la práctica de todas las pruebas tenga lugar en “unidad de acto”,
esto es, concentradamente, en una vista o audiencia, aunque conste de varias sesiones.

Cuando exista serio peligro de que una prueba no pueda practicarse si se sujeta a las ordinarias disposiciones
temporales, las legislaciones más perfectas prevén el aseguramiento o el adelantamiento de la prueba, esto es, la
adopción de medidas que permitan practicar la prueba en su momento o su proposición y práctica antes del momento
procesal en principio previsto, e incluso antes del inicio del proceso mismo (arts. 293.1 y 297.1 LEC). Si el tribunal
estima fundada la petición de anticipación de la prueba, acordará que se practique y se determinará el momento de su
práctica, que habrá de ser antes del juicio o vista. Además, el aptdo. 3 del art. 295 contiene la importante disposición
consistente en negar valor probatorio a lo actuado si la demanda no se interpone en el plazo de dos meses desde que la
prueba anticipada se practicó, salvo que se acredite que, por fuerza mayor u otra causa de análoga entidad, no pudo
iniciarse el proceso dentro de dicho plazo.

Instituto jurídico distinto de la prueba anticipada es el de las medidas de aseguramiento de la prueba. Con las medidas
de aseguramiento se pretende que, en el momento procesal ordinario, sea posible practicar una prueba pertinente y
útil. Las medidas de aseguramiento de la prueba no son típicas, sino innominadas: las que resulten útiles para evitar
que, a causa de conductas o de acontecimientos naturales, se destruyan o alteren objetos materiales o estados de cosas,
de modo que, en su momento, no tenga sentido proponer o resulte imposible practicar una prueba. La ley supone que
esas medidas pueden resultar gravosas a personas distintas del solicitante e incluso ajenas al proceso. Por tal motivo,
el art. 298.1 LEC explica requisitos que -al menos parcialmente- cabría sobrentender. Pero, además, prevé que, de un
lado, el solicitante de la medida ofrezca garantizar la indemnización de los daños y perjuicios que la medida pudiere
causar y, de otro, que la persona que hubiere de soportarla ofrezca, por su parte, prestar caución bastante para
responder de la práctica de la prueba en su momento.

Las consecuencias de no interponer la demanda en los 20 días siguientes a la efectiva adopción de las medidas de
aseguramiento son aparentemente más rigurosas que las previstas en materia de prueba anticipada y consisten en el
alzamiento y, en su caso, la revocación de los actos de cumplimiento de la medida y en la condena al solicitante de las
costas y al pago de los daños y perjuicios que se hubieren causado. Las medidas de aseguramiento de la prueba
pueden también adoptarse sin contradicción previa, cuando “sea probable que el retraso derivado de la audiencia
previa ocasione daños irreparables al derecho del solicitante de la medida o cuando exista un riesgo demostrable de
que se destruyan pruebas o se imposibilite de otro modo su práctica”.

El art. 286 LEC contiene la previsión de que, precluidos los actos de alegación y antes de que transcurra el plazo para
dictar sentencia, ocurran o se conozcan hechos relevantes respecto del objeto del proceso. En tales casos, las partes
pueden presentar un escrito de ampliación de hechos, salvo que aún puedan alegarse en el acto del juicio o en la vista
del juicio verbal. Si estos hechos no son reconocidos, sino que han de estimarse controvertidos, es razonable que sobre
ellos pueda proponerse y practicarse prueba. El art. 286.3 LEC dispone que se practique la prueba pertinente y útil del
modo previsto en la ley según la clase de procedimiento cuando fuere posible por el estado de las actuaciones. En otro
caso, en el juicio ordinario, se estará a lo dispuesto sobre las diligencias finales.

TEMA 32: DECLARACIONES DE LAS PARTES Y PRUEBA TESTIFICAL

El interrogatorio de las partes

La LEC concibe que pueden ser medio de prueba las declaraciones de las partes sobre hechos relevantes del proceso,
de los que tenga noticia, sean o no personales del declarante, o preguntas formuladas por otro litigante: la parte
contraria, de ordinario, pero también un litisconsorte si, como no es infrecuente, existe oposición o conflicto de
intereses entre ellos. La prueba se propone en la audiencia previa o en la vista, según el tipo de proceso, indicando los
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hechos a los que se referirá el interrogatorio de la parte. Admitida la prueba y llegado el momento de su práctica, las
preguntas se han de formular oralmente, en sentido afirmativo y con claridad y precisión, sin incluir valoraciones ni
calificaciones, que, de producirse, se tendrán por no realizadas. El tribunal admite o no las preguntas si corresponden a
los hechos sobre los que el interrogatorio se admitió, pero la parte que haya de responder, o su Abogado, puede
también impugnar la admisibilidad de las preguntas y, si es el caso, hacer notar la existencia de valoraciones o
calificaciones improcedentes.

El comportamiento de la parte interrogada puede ser negativo, de tres modos distintos: por incomparecencia en el
juicio, por negativa a declarar o por respuestas evasivas o inconcluyentes. En el primero de los casos, se le impone
multa de entre 180 y 600€ y el tribunal puede considerar reconocidos los hechos en los que la parte hubiese
intervenido personalmente y cuya fijación como ciertos le sea enteramente perjudicial. En caso de negativa a
responder, tanto si es total, como si sólo se refiere a una o a varias preguntas, se le apercibe de idéntico efecto que el
de la incomparecencia: ficta confessio. Y lo mismo si las respuestas que diere el declarante fuesen evasivas o
inconcluyentes (arts. 304 y 307 LEC).

Después de regular, con carácter general, según se ha expuesto, el interrogatorio de las partes, se ocupa de LEC de
algunos casos y problemas concretos. En primer término, la declaración sobre preguntas relativas a hechos “ que no
sean personales del declarante”. A nuestro entender, no son hechos personales los que han sido sólo presenciados por
la parte a la que se pide que confiese. El carácter personal de los hechos implica protagonismo de la parte en ellos. En
el caso de preguntas sobre hechos no personales, la regla es que el litigante interrogado responda según sus
conocimientos, dando razón de su origen, como lo hace un testigo. Pero cabe también que proponga que la pregunta se
formule a un tercero que tenga conocimiento personal de los hechos, mostrándose dispuesto a aceptar las
consecuencias de las respuestas de ese tercero, como si fueran propias.

El aptdo. 1 del art. 309 dice que “cuando la parte declarante sea una persona jurídica o ente sin personalidad
jurídica, y su representante en juicio no hubiera intervenido en los hechos controvertidos en el proceso, habrá de
alegar tal circunstancia en la audiencia previa al juicio” y “deberá facilitar la identidad de la persona que intervino
en nombre de la persona jurídica o entidad interrogada, para que sea citada al juicio”. Pero si esa persona ya no
formara parte de la persona jurídica o del ente sin personalidad, el representante podrá solicitar que sea citada en
“calidad de testigo”. Además, el aptdo. 2 del mismo artículo trata de que cuando alguna pregunta se refiera a hechos
en que no hubiese intervenido, habrá de responder según sus conocimientos e identificar a la persona que, en nombre
de la parte -persona jurídica o entidad- sí hubiese intervenido en los hechos. A esta persona se la citará para ser
interrogada fuera del juicio, como diligencia final.

La prueba testifical ordinaria

La prueba por testigos puede definirse como la actividad procesal que provoca la declaración de un sujeto, distinto de
las partes y de sus representantes, sobre percepciones sensoriales relativas a hechos concretos, controvertidos y
procesalmente relevantes. El testigo ha de ser una persona, no necesariamente dotada de capacidad de obrar, aunque sí
de la capacidad de percibir y dar razón de su percepción. El testigo, por definición, no puede ser ni quien es parte ni
quien a la parte represente, con cualquier tipo de representación procesal (legal, necesaria o técnica), aunque, si el
litigio, la cosa o la res, es ajena al sujeto cuya cualidad de testigo se cuestiona, ordinariamente podrá ser testigo.
Además de lo anterior, el testigo tiene como misión transmitir declaraciones sobre hechos concretos o sobre
particularidades o detalles históricos concretos, basadas siempre en la propia percepción, bien directa y ocular (testes
visu), bien indirecta por relato de otros, testigos presenciales o asimismo indirectos (testes de auditu).

Una salvedad se impone a las consideraciones que se acaban de expresar: cabe que un testigo, además de poder
ofrecer noticia sobre unos hechos, “posea conocimientos científicos, técnicos, artísticos o prácticos sobre la materia a
la que se refieren los hechos”. Este es el caso del “testigo-perito”, previsto en el aptdo. 4 del art. 370 LEC: el tribunal
admitirá las manifestaciones que en virtud de esos conocimientos agregue el testigo a sus respuestas sobre los hechos.
Dando por sentado que los hechos sobre los que declara el testigo son hechos relevantes en el proceso, la declaración
sobre percepciones propias relativas a esos hechos convierte al testigo, de ordinario, en insustituible o infungible, al
contrario de lo que sucede, según veremos, con el perito, que se estima fungible. A su vez, de la finalidad del proceso
y de esa infungibilidad nace el deber de testificar, que, al modo de la doctrina alemana, cabría subdividir en un deber
de comparecer, otro de declarar y, por último, un deber de prestar juramento o promesa de decir verdad.

La prueba testifical ha de proponerse y admitirse, bien en la audiencia previa, tratándose del juicio ordinario, bien en
la misma vista del juicio verbal. Dispone el art. 362 LEC que, al proponer esta prueba, se exprese la identidad de los
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testigos, con indicación, en cuanto sea posible, del nombre y apellidos de cada uno, su profesión y su domicilio o
residencia. Pero cabe también identificar al testigo por el cargo que ostente o mediante la indicación de cualesquiera
otras circunstancias identificativas, así como del lugar en que pueda ser citado. Si se propone más de un testigo
respecto del mismo hecho, se ha de indicar el orden por el que se pretende que declaren (art. 366.1 LEC).

El interrogatorio de los testigos se lleva a cabo con arreglo a los siguientes puntos:

 Los distintos testigos se hallan incomunicados entre sí y no asisten unos a las declaraciones de los otros.
 La ley no señala orden en la práctica de este medio de prueba, pero lo normal es empezar por las pruebas
propuestas por el demandante.
 Cada testigo, antes de declarar, ha de prestar juramento o promesa de decir verdad, con la conminación de las
penas establecidas para el delito de falso testimonio en causa civil.
 Prestado juramento o promesa, se formulan a cada testigo una serie de preguntas generales.
 Se plantean al testigo las preguntas concretas sobre hechos relativos al objeto del litigio, comenzando por el
Abogado del proponente de la prueba. Las preguntas han de formularse con claridad y precisión.
 El tribunal decide sobre la inadmisibilidad de las preguntas en el mismo acto del interrogatorio. En caso de
admisión, las partes distintas de la que interrogue pueden impugnar las preguntas y también hacer notar las
valoraciones y calificaciones que estimen improcedentes y que, a su juicio, deban tenerse por no realizadas.
 El testigo ha de responder por sí mismo, de palabra, sin valerse de ningún borrador de respuestas, pero cuando
la pregunta se refiera a cuentas o documentos, se permitirá que los consulte antes de responder.
 Respondidas las preguntas iniciales, el testigo puede encontrarse en el trance de responder otras preguntas
sobre los mismos hechos, a cargo de los Abogados de las demás partes.
 Frente al deber de testificar puede alzarse, en ciertos casos, un deber de secreto respecto de los hechos sobre
los que verse el interrogatorio. La LEC se ocupa, en el art. 371, de las clases de deberes de secreto. El aptdo. 1
se refiere al inherente al “estado o profesión”, del testigo: lo manifestará así “razonadamente” y el tribunal,
tras considerar en fundamento de la negativa a declarar, resolverá, mediante providencia, lo que proceda en
Derecho.

El careo, los informes testificales y las respuestas escritas por personas jurídicas y entidades públicas

Cuando los testigos incurran en graves contradicciones, el tribunal, de oficio o a instancia de parte, podrá acordar que
se sometan a un careo, esto es, a una confrontación, cara a cara, sobre los extremos en que se producen esas
contradicciones.

Contiene la LEC, en los arts. 265.1 5º y 380, una regulación acerca de informes escritos, de carácter netamente
testifical. Se trata de informes sobre hechos relevantes en que se apoyen las pretensiones, elaborados por profesionales
de la investigación privada legalmente habilitados. En caso de que las partes funden sus pretensiones, total o
parcialmente, en los hechos que constan en tales informes, éstos han de acompañarse “ a toda demanda o
contestación”, con el mismo régimen, a esos efectos, que el de los documentos relativos al fondo del asunto. Pero lo
que ahora interesa es que se trata, desde el punto de vista de los medios de prueba, de declaraciones testificales
escritas, aunque tengan en común con muchos documentos el carácter de pruebas preconstituidas, es decir, producidas
antes del proceso y, de ordinario, con fines procesales.

El aptdo. 1 del art. 381 LEC dispone que “cuando, sobre hechos relevantes para el proceso, sea pertinente que
informen personas jurídicas y entidades públicas en cuanto tales, por referirse esos hechos a su actividad, sin que
quepa o sea necesario individualizar en personas físicas determinadas el conocimiento de lo que para el proceso
interese, la parte a quien convenga esta prueba podrá proponer que la persona jurídica o entidad, a requerimiento
del tribunal, responda por escrito sobre los hechos en los 10 días anteriores al juicio o a la vista”.

Valoración de la prueba testifical; el sistema de tachas

Precepto fundamental en esta materia es el art. 376 LEC: “los tribunales valorarán la fuerza probatoria de las
declaraciones de los testigos conforme a las reglas de la sana crítica, tomando en consideración la razón de ciencia
que hubieren dado, las circunstancias que en ellos concurran y, en su caso, las tachas formuladas y los resultados de
la prueba que sobre éstas se hubiere practicado”. Se consagra así la libre valoración de la prueba testifical, pero no,
como ya se ha repetido, la arbitrariedad. Reiteramos que las “reglas para la sana crítica” son normas empíricas de
buen sentido, que deben servir para lo que se denomina crítica o depuración del testimonio, esto es, para extraer
razonablemente de cada testimonio las partes o aspectos convincentes de la certeza, negativa o positiva.
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Para la valoración de la prueba reviste considerable importancia el sistema de tachas de los testigos, que la LEC
establece en los arts. 377 a 379. Consiste en la posibilidad que cada parte tiene que poner de manifiesto al tribunal
ciertas circunstancias concurrentes en los testigos de la parte contraria que, en general y en principio, pueden devaluar
y hasta descalificar el testimonio correspondiente. La tacha del testigo de la parte contraria persigue, cabalmente,
comunicar al Juez esas circunstancias por si el testigo no las manifiesta al inicio de su declaración, a fin de que el
juzgador no deje de tomarlas en cuenta, con libertad de criterio, al valorar el testimonio. Las tachas se han de alegar,
en su caso, en el lapso de tiempo que media entre la admisión de la prueba testifical y el comienzo del juicio o vista.
En los juicios verbales, sin embargo, parece razonable que las tachas se puedan oponer incluso después de las
declaraciones testificales. Se prevé la posibilidad de proponer prueba (salvo de testigos) sobre la tacha y la
sustanciación de una oposición a la tacha, también con posible prueba al respecto. Si no se formula oposición a la
tacha, se entiende que se reconoce su fundamento.

TEMA 33: LA PRUEBA DOCUMENTAL Y OTRAS PRUEBAS ANÁLOGAS

Por prueba documental suele entenderse el conjunto de actividades dirigidas a convencer al juzgador de la certeza,
positiva o negativa, de unos hechos mediante la apreciación de objetos que incorporan la expresión escrita de
pensamientos o actos humanos.

Documentos: concepto, clases y valor probatorio - documento es el objeto material que incorpora la expresión
escrita de un pensamiento o acto humano.

 Documentos públicos y documentos privados


 Documentos públicos propiamente dichos, en sentido procesal - se han de considerar públicos propiamente
dichos a efectos probatorios:

 Los documentos cuya confección final ha autorizado persona a la que está atribuido el oficio
de dar fe de la fecha, de los sujetos intervinientes en dicha confección y de los actos de tales
sujetos realizados en presencia del fedatario.
 Los documentos confeccionados por un funcionario que, en el ejercicio de sus funciones, da
fe de actuaciones del órgano en que ese fedatario se integra o de estados o situaciones que
constan en registros o archivos de un órgano público.
 Art. 317 LEC - a efectos de prueba se consideran documentos públicos:

o Resoluciones y diligencias de actuaciones que expidan los Secretarios


Judiciales
o Los autorizados por notario
o Los intervenidos por Corredores de Comercio Colegiados
o Las certificaciones que expidan los Registradores de la Propiedad y
Mercantiles de los asientos registrales
o Los expedidos por funcionarios públicos legalmente facultados

 Documentos públicos impropios, en sentido procesal - La LEC reconoce, en el aptdo. 2 del art. 319, que otras
leyes atribuyen el carácter de públicos a documentos, no comprendidos en la enumeración anterior, en los que
no interviene fedatario oficial o público. Estos documentos pueden tener un valor probatorio especial,
establecido expresamente en las correspondientes leyes. No son, en suma, documentos públicos propiamente
dichos, en sentido procesal. Y tampoco son documentos privados: tienen una fuerza probatoria superior a la de
éstos. Son, si bien se mira, los documentos oficiales.

 Documentos públicos extranjeros

 Documentos privados - como se desprende de todo lo anterior, son documentos privados los confeccionados
sin intervención de fedatario oficial y que, además, no hayan sido emitidos por entidades, organismos o
dependencias públicas, tengan o no atribuida legalmente la facultad de dar fe pública. El valor probatorio de
los documentos privados es, en principio, el que el tribunal les atribuya conforme a las reglas de la sana
crítica. Pero harán “prueba plena”, lo mismo que los documentos públicos, si su autenticidad no es
impugnada por la parte a quien perjudiquen. Si se impugna su autenticidad, cabe que la parte que lo haya
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aportado procure convencer al tribunal de esa característica, mediante el cotejo pericial de letras o por otro
medio de prueba que resulte útil y pertinente: si no se propone ese cotejo ni ninguna otra prueba, el
documento se valorará libremente. Cuando la parte a la que interese la eficacia de un documento electrónico
lo pida o se impugne su autenticidad, se procederá con arreglo a lo establecido en el artículo 3 de la Ley de
Firma Electrónica.

La parte a quien perjudique un documento privado se encuentra pues con la carga de impugnarlo si no quiere
que la ley imponga al tribunal tener por ciertos a) el hecho, acto o estado de cosas que documenten; b) la fecha
en que se produce esa documentación; y c) la identidad de las personas que intervengan en ella.

 Documentos confeccionados, enviados y firmados por medios electrónicos; la “firma electrónica” - la prueba
de la celebración de un contrato por vía electrónica y la de las obligaciones que tienen su origen en él, se
sujetará a las reglas generales del ordenamiento jurídico. En todo caso, el soporte electrónico en que conste un
contrato celebrado por vía electrónica será admisible en juicio como prueba documental. La firma electrónica
es el conjunto de datos en forma electrónica, consignados junto a otros o asociados con ellos, que pueden ser
utilizados como medio de identificación del firmante. La firma electrónica avanzada es la firma electrónica
que permite identificar al firmante y detectar cualquier cambio ulterior de los datos firmados, que está
vinculada al firmante de manera única y a los datos a que se refiere y que ha sido creada por medios que el
firmante puede utilizar, con un alto nivel de confianza, bajo su exclusivo control.

Se considera firma electrónica reconocida la firma electrónica avanzada basada en un certificado reconocido y
generada mediante un dispositivo seguro de creación de firma. La firma electrónica reconocida se utiliza para
remitir y recibir documentos mediante internet (o, eventualmente, redes similares) y cumple las siguientes
funciones:

 Identificar a las partes


 Autenticar el contenido del documento firmado
 Garantizar la confidencialidad
 Garantizar la efectividad de la comunicación

El aptdo. 5 del art. 3 LFE establece que “se considera documento electrónico la información de cualquier
naturaleza en forma electrónica, archivada en un soporte electrónico según un formato determinado y
susceptible de identificación y tratamiento diferenciado”. El aptdo. 6 del mismo art. 3 LFE presenta el
documento electrónico como “soporte” de distintos documentos, que son definidos en los siguientes términos:

 Documentos públicos, por estar firmados electrónicamente por funcionarios que tengan
legalmente atribuida la facultad de dar fe pública, judicial, notarial o administrativa, siempre
que actúen en el ámbito de sus competencias con los requisitos exigidos por la Ley en cada
caso.
 Documentos expedidos y firmados electrónicamente por funcionarios o empleados públicos
en el ejercicio de sus funciones públicas, conforme a su legislación específica.
 Documentos privados.

La LFE opta por considerar los documentos electrónicos con la referida firma electrónica como mero
“soporte” de los diversos tipos tradicionales de documentos. Según el aptdo. 4 del art. 3 LFE, “ la firma
electrónica reconocida tendrá respecto de los datos consignados en forma electrónica el mismo valor que la
firma manuscrita en relación con los consignados en papel”. Además, el aptdo. 8 del mismo art. se refiere a
la firma electrónica reconocida y afirma que “si se impugnare la autenticidad de la firma electrónica
reconocida, con la que se hayan firmado los datos incorporados al documento electrónico, se procederá a
comprobar que se trata de una firma electrónica avanzada basada en un certificado reconocido, que cumple
todos los requisitos y condiciones establecidos en esta Ley para este tipo de certificados, así como que la
firma se ha generado mediante un dispositivo seguro de creación de firma electrónica”. Este apartado
también aborda el fenómeno de los documentos suscritos con simple firma electrónica avanzada (esto es, la
no reconocida) y dispone que “si se impugna la autenticidad de la firma electrónica avanzada, con la que se
hayan firmado los datos incorporados al documento electrónico, se estará a lo establecido en el aptdo. 2 del
art. 326 de la LEC”.

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Finalmente, todos los sistemas de identificación y firma electrónica previstos en la LPAC y en la LRJSP
tendrán plenos efectos jurídicos

Relevancia del contenido del documento, respecto de su eficacia; interpretación del documento

La principal distinción es la existente entre los documentos que incorporan declaraciones de voluntad y los que
expresan declaraciones de conocimiento. No es que, según su contenido, sea mayor o menor su fuerza probatoria, sino
que tendrá mayor o menor eficacia jurídica lo probado. Si se trata de una declaración de voluntad, apreciada la
autenticidad del documento, la prueba de lo declarado debe surtir los efectos jurídico-negociales propios del caso
(según la vigencia de la autonomía de la voluntad, las disposiciones legales aplicables, etc.). Cuando el documento
materialice una declaración de conocimiento, la determinación de su autenticidad conducirá a tener como cierta la
declaración, con el contenido de que se trate, pero no necesariamente a considerar verdadero lo declarado.

Impugnación de la autenticidad de los documentos; los cotejos

Tanto respecto de los documentos públicos como de los privados cabe la impugnación de la autenticidad. Los
documentos públicos no impugnados hacen prueba plena; la impugnación comporta necesariamente ciertas
actuaciones de comprobación; sólo si esas actuaciones arrojan un determinado y preciso resultado negativo, los
documentos públicos pueden perder su fuerza probatoria específica. El art. 320 LEC se ocupa de la impugnación del
valor probatorio del documento público. Para que pueda hacer “prueba plena”, se ha de proceder necesariamente, a
alguna de estas operaciones:

 Comparar, cotejar o comprobar, las copias, certificaciones o testimonios fehacientes con los originales.
 Comprobar con los asientos se su Libro de Registro las pólizas intervenidas por Corredor de Comercio
Colegiado.

Si el cotejo o la comprobación arrojan el resultado de identidad, la específica fuerza probatoria del documento público
queda confirmada y deviene inatacable. La impugnación de la autenticidad de un documento privado puede ir seguida
de la petición de que se practique una prueba pericial específica, denominada cotejo de letras, muy distinta del cotejo
de los documentos públicos. El cotejo de letras consiste en una comparación, llevada a cabo por perito de designación
judicial, entre el documento cuya autenticidad se impugna y un denominado documento indubitado. El dictamen
emitido por el perito se valorará por el tribunal según las reglas de la sana crítica.

La obtención de la prueba documental; exhibición de documentos

Los documentos que puedan obtenerse de archivos, protocolos, expedientes administrativos o registros públicos, de
los que se puedan pedir y obtener copias fehacientes, han de obtenerse solicitando que se expidan dichas copias
fehacientes, sin que sea admisible no aportar de ese modo los documentos. La solicitud de exhibición de documentos
requiere: a) que la parte que la solicita no pueda disponer de ellos de otra manera; b) que los documentos sean
relevantes o pertinentes, ya respecto del objeto del proceso, ya para la eficacia de otros medios de prueba; c) que se
acompañe copia simple del documento o, en caso de que esto no sea posible, se indique en los términos más exactos
posibles el contenido de aquél.

La parte que recibe la solicitud de exhibición puede exhibir el documento o negarse a ello. A su vez, la negativa puede
carecer de motivación o ser motivada. Y, de ser motivada, cabe que se entienda justificada o injustificada. De lo que la
LEC denomina “negatividad injustificada” pueden derivarse una de estas dos consecuencias, previstas en sendos
apartados del art. 329 LEC: 1ª) que el tribunal, tomando en consideración las pruebas, atribuya valor probatorio a la
copia simple presentada por el solicitante de la exhibición o a la versión que del contenido del documento hubiese
dado; 2ª) que el tribunal requiera por providencia al destinatario de la solicitud para que los documentos en cuestión
“sean aportados al proceso, cuando así lo aconsejen las características de dichos documentos, las restantes pruebas
aportadas, el contenido de las pretensiones formuladas por la parte solicitante y lo alegado para fundamentarlas”. El
tribunal ha de optar por uno de los dos términos de la alternativa. Si opta por la segunda posibilidad, la resistencia de
la parte a exhibir podría originar que se procediere por desobediencia a la autoridad.

Justificada será una negativa que aduzca no estar en posesión del documento y, por ello, no poder exhibirlo. También,
por supuesto, entendemos justificada la negativa que se funde en referirse el documento a otros sujetos, ajenos al
proceso y cuyos bienes jurídicos (honor, intimidad, etc.) podrían resultar seriamente lesionados y, además, no contar
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con el consentimiento de esas personas. Las partes pueden también pedir la exhibición de documentos por terceros,
entendiéndose por tales quienes no sean partes procesales y tampoco partes de la relación jurídica controvertida o “ de
las que sean causa de ella”. Esta solicitud, a la que no hay que acompañar copia simple ni versión del documento, ha
de formularse al tribunal, porque, según el art. 330.1 LEC, la exhibición sólo procede si el tribunal entiende que el
documento “resulta trascendente a los fines de dictar sentencia”.

Finalmente, las dependencias del Estado, Comunidades Autónomas, Provincias, Entidades Locales y demás entidades
de Derecho público no podrán negarse a expedir las certificaciones y testimonios que sean solicitados por los
tribunales ni oponerse a exhibir los documentos que obren en sus dependencias y archivos, excepto cuando se trate de
documentación legalmente declarada o clasificada como de carácter reservado o secreto. En este caso, se dirigirá al
tribunal exposición razonada sobre dicho carácter.

Medios de reproducción de la palabra, el sonido y la imagen e instrumentos de archivo, conocimiento y


reproducción de palabras, datos, cifras y operaciones matemáticas - en cuanto a los medios de reproducción,
consisten en la reproducción ante el tribunal de las palabras, imágenes y sonidos captados mediante instrumentos de
filmación, grabación y otros semejantes. Distintos de los medios de reproducción, son los instrumentos que permiten
archivar, conocer o reproducir palabras, datos, cifras y operaciones relevantes llevadas a cabo con fines contables o de
otra clase procesalmente relevantes. El art. 384 LEC prevé que estos instrumentos sean examinados por el tribunal
“por los medios que la parte proponente aporte o que el tribunal disponga utilizar y de modo que las demás partes
del proceso puedan, con idéntico conocimiento que el tribunal, alegar y proponer lo que a su derecho convenga ”.
También para estos instrumentos probatorios puede resultar necesaria y pertinente una prueba instrumental, de modo
que vale para ellos lo establecido para los medios de reproducción de palabras, imágenes y sonidos.

La aportación de documentos y de otros medios de prueba análogos - algunos medios probatorios no se han de
llevar al proceso cuando proceda la práctica de la prueba. El art. 265.1 LEC exige que el actor, con la demanda y el
demandado, con la contestación, aporten:

o Los documentos en que las partes funden su derecho a la tutela judicial que pretenden.
o Los medios e instrumentos probatorios de que nos hemos ocupado en el epígrafe anterior, si en ellos se fundan
las pretensiones de tutela formuladas por las partes.
o Las certificaciones y notas sobre cualesquiera asientos registrales o sobre el contenido de libros de registro,
actuaciones o expedientes de cualquier clase.
o Los dictámenes periciales en que las partes apoyen sus pretensiones, sin perjuicio de lo dispuesto en los
artículos 337 y 339 LEC.
o Los informes, elaborados por profesionales de la investigación privada legalmente habilitados, sobre hechos
relevantes en que aquéllas apoyen sus pretensiones.

De no presentarse los documentos en los momentos dichos, precluye, con las indicadas excepciones, la posibilidad de
aportarlos al proceso. Esta carga de la aportación, con la demanda o la contestación, sólo se refiere a los documentos
fundamentales sobre el fondo, que son los relacionados con los hechos que cada parte tiene la carga de alegar y
probar. El demandante tiene la carga de aportar o designar, con la demanda, los documentos sobre el fondo que
guarden relación con los hechos que él aduce (o tiene la inexcusable carga de aducir) y con las argumentaciones
jurídicas en que funda su pretensión.

El aptdo. 3 del art. 265 LEC establece que el actor podrá presentar en la audiencia previa al juicio, o en la vista del
juicio verbal, los documentos, medios, instrumentos, dictámenes e informes, relativos al fondo del asunto, cuyo interés
o relevancia sólo se ponga de manifiesto a consecuencia de alegaciones efectuadas por el demandado en la
contestación a la demanda. Y, con carácter general, el aptdo. 5 del art. 426 LEC admite que en el acto de la audiencia
previa al juicio, las partes puedan aportar documentos y dictámenes que se justifiquen en razón de las alegaciones
complementarias, rectificaciones, peticiones, adiciones y hechos nuevos que es admisible formular y alegar en dicha
audiencia.

Según el art. 270 de la LEC, después de la demanda y la contestación, o, cuando proceda, de la audiencia previa al
juicio, el tribunal sólo admitirá al actor o al demandado los documentos, medios e instrumentos relativos al fondo del
asunto que se encuentren en alguno de estos casos:

o Ser de fecha posterior a la demanda o a la contestación o, en su caso, a la audiencia previa al juicio, siempre
que no se hubiesen podido confeccionar ni obtener con anterioridad a dichos momentos procesales.
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o Tratarse de documentos, medios o instrumentos anteriores a la demanda o contestación o, en su caso, a la
audiencia previa al juicio, cuando la parte que los presente justifique no haber tenido antes conocimiento de su
existencia.
o No haber sido posible obtener con anterioridad los documentos, medios o instrumentos, por causas que no
sean imputables a la parte, siempre que haya hecho oportunamente la designación a que se refiere el apartado
2 del art. 265, o en su caso, el anuncio al que se refiere el número 4º del apartado primero del art. 265 de la
Ley.

TEMA 34: DICTAMEN PERICIAL Y RECONOCIMIENTO JUDICIAL. LAS PRESUNCIONES

La prueba pericial - la prueba pericial recibe legalmente el nombre de dictamen de peritos. Con el término “dictamen
pericial” se alude al resultado de una serie de actos y operaciones que los nombres “ prueba de peritos” o “prueba
pericial” también abarcan y comprenden adecuadamente. La expresión “prueba por peritos”, en cambio, resalta el
papel instrumental de éstos en relación con la prueba, considerada predominantemente como resultado: la prueba se ha
logrado gracias a o mediante los peritos. La prueba pericial puede definirse como la actividad, generalmente
desarrollada por iniciativa o a instancia de las partes, en virtud de la cual una o varias personas expertas en materias no
jurídicas, elaboran y transmiten al tribunal información especializada dirigida a permitir a éste el conocimiento y
apreciación de hechos y circunstancias fácticas relevantes en el proceso.

El dictamen pericial, puede ser definido como la información que proporcionan personas con conocimientos
científicos, artísticos o prácticos sobre principios de su ciencia, arte o práctica, en relación con hechos o circunstancias
fácticas de influencia en el proceso civil. La actividad anterior al dictamen puede consistir en análisis o
reconocimiento de cosas o personas o, más simplemente, en el estudio de los principios, reglas y conclusiones de una
ciencia, una técnica o un arte.

Lo que de verdad diferencia al perito del testigo es que el elemento nuevo que constituye la típica o específica
aportación al proceso por parte del dictamen pericial son premisas mayores fácticas o máximas de la experiencia, ya
se suministren aisladas o aplicadas a hechos concretos. En cambio, lo que se nuevo y verdaderamente propio
proporciona el testigo son premisas menores, aunque para declarar sobre ellos tenga que subsumirlos en premisas
mayores. Por ser propio del perito suministrar, de una forma o de otra, máximas de la experiencia o reglas generales
fácticas, mientras que del testigo lo es la aportación de concretos hechos históricos, éste es infungible y sujeto de un
deber, mientras que al perito se le considera fungible.

 Clases de peritos - Hay peritos titulados y no titulados. Pero los peritos también pueden ser individuales o
corporativos. Asimismo, distinción de gran importancia en la LEC es la de los peritos designados directa y
libremente por las partes y los peritos designados por el tribunal, donde unos y otros peritos cumplen la misma
función, unos y otros han de prestar juramento o promesa, y a unos y otros incumbe la misma responsabilidad,
incluso penal. Pero los peritos designados por las partes sólo pueden ser tachados, no recusados, como pueden
serlo, en cambio, los que el tribunal designe.

 Dictámenes periciales aportados por las partes - el art. 336 LEC ordena la aportación con la demanda y la
contestación de dictámenes elaborados por peritos designados por las partes. Como regla, “los dictámenes de
que los litigantes dispongan, elaborados por peritos por ellos designados, y que estimen necesarios o
convenientes para la defensa de sus derechos, habrán de aportarlos con la demanda o con la contestación ”.
Estos dictámenes se formularán por escrito y a ellos se acompañarán los demás documentos, instrumentos o
materiales adecuados para exponer el parecer del perito sobre lo que haya sido objeto de pericia. Si no fuese
posible o conveniente aportar estos materiales e instrumentos, el escrito de dictamen contendrá sobre ellos las
indicaciones suficientes. Podrán, asimismo, acompañarse al dictamen los documentos que se estimen
adecuados para su más acertada valoración.

El aptdo. 5 del art. 336 LEC dispone que, “a instancia de parte, el juzgado o tribunal podrá acordar que se
permita al demandado examinar por medio de abogado o perito las cosas y los lugares cuyo estado y
circunstancias sean relevantes para su defensa o para la preparación de los informes periciales que pretenda
presentar. Asimismo, cuando se trate de reclamaciones por daños personales, podrá instar al actor para que
permita su examen por un facultativo, a fin de preparar un informe pericial”. Si no es posible, y se justifica, la
aportación con demanda o contestación, las partes tienen la carga de anunciarlos en esos momentos y el art.

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337.1 LEC ordena que los aporten, para su traslado a la parte contraria, en cuanto dispongan de ellos, y, en
todo caso, 5 días antes de iniciarse la audiencia previa al juicio ordinario o la vista en el verbal.

El art. 343 LEC dispone que sólo podrán ser objeto de recusación los peritos designados judicialmente. En
cambio, los peritos elegidos por las partes pueden ser objeto de tacha -en la audiencia previa al juicio, si se
trata del ordinario y en la vista, si del verbal- cuando concurra en ellos alguna de las siguientes circunstancias:

o Ser cónyuge o pariente por consanguinidad o afinidad, dentro del cuarto grado civil de una de las
partes o de sus Abogados o Procuradores.
o Tener interés directo o indirecto en el asunto o en otro semejante.
o Estar o haber estado en situación de dependencia o de comunidad o contraposición de intereses con
alguna de las partes o con sus Abogados o Procuradores.
o Amistad íntima o enemistad con cualquiera de las partes o sus Procuradores o Abogados.
o Cualquier otra circunstancia, debidamente acreditada, que les haga desmerecer en el concepto
profesional.

 Peritos designados por el tribunal - puede ser procedente que el tribunal designe perito, bien a instancia de
parte, bien de oficio, sin instancia de parte. A instancia de parte, la designación de perito por el tribunal cabe
en dos supuestos. En primer lugar, si cualquiera de las partes es titular del derecho de asistencia jurídica
gratuita. Entonces, no tendrá que aportar con la demanda o la contestación el dictamen pericial, sino
simplemente anunciarlo, a los efectos de que se proceda a la designación judicial de perito, conforme a lo que
se establece en la Ley de Asistencia Jurídica Gratuita. En segundo lugar, demandante y demandado, aunque
no tengan derecho a la gratuidad, pueden también solicitar en sus respectivos escritos iniciales que se proceda
a la designación judicial de perito, si entienden conveniente o necesario para sus intereses la emisión de
informe pericial. En tal caso, el tribunal procederá a la designación. El dictamen será a costa de quien lo haya
pedido. Si el perito o los peritos se designan a petición de ambas partes, los honorarios de prorratearán entre
ellas.

La designación judicial de perito se realizará en el plazo de 5 días desde la presentación de la contestación a la


demanda, con independencia de quien haya solicitado dicha designación. Cuando las partes que soliciten la
designación de un perito por el tribunal estén de acuerdo en que el dictamen lo emita una determinada persona
o entidad, así lo acordará el tribunal. De lo contrario, se procederá a la designación mediante sorteo, a partir de
una lista o relación de peritos. El perito designado ha de ser llamado para que manifieste si acepta el cargo. En
caso afirmativo, se le nombra y ha de prestar el juramento o promesa ya mencionados. Si el perito designado
aduce “justa causa” que le impida la aceptación, y si el Letrado de la A. De J. la considera suficiente, será
sustituido por el siguiente de la lista, y así sucesivamente, hasta que se pueda efectuar el nombramiento.

Para los casos de dictamen a cargo de perito designado por el tribunal, prevé el art. 345 LEC la posibilidad de
intervención de las partes en las eventuales operaciones que el perito haya de realizar. El perito designado
judicialmente emitirá su dictamen por escrito y lo hará llegar por medios electrónicos al tribunal dentro del
plazo que se le haya señalado, que, en todo caso, deberá concluir antes del acto del juicio o de la vista. Si se
trata de peritos designados judicialmente, la ley abre la puerta a posibles recusaciones de los peritos, en virtud
de causas expresamente fijadas, que son las de la LOPJ (art. 219) y, además, estas tres: 1ª. Haber dado
anteriormente sobre el mismo asunto dictamen contrario a la parte recusante, ya sea dentro o fuera del
proceso; 2ª. Haber prestado servicios como tal perito al litigante contrario o ser dependiente o socio del
mismo; 3ª. Tener participación en sociedad, establecimiento o empresa que sea parte del proceso.

 Contradicción procesal y valoración de la prueba pericial - el momento procesal para la contradicción es el


acto del juicio, en el proceso ordinario, o la vista, en los juicios verbales. Se prevé, sin exclusión de otras
posibilidades, que las partes puedan pedir:

o Exposición completa del dictamen


o Explicación del dictamen o de alguno o algunos de sus puntos
o Respuestas a preguntas y objeciones
o Respuestas a solicitudes de ampliación del dictamen a otros puntos conexos
o Crítica de un dictamen
o Formulación de las tachas que puedan afectar al perito
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El tribunal también podrá dirigir preguntas a los peritos y requerir de ellos explicaciones sobre lo que sea
objeto del dictamen aportado, pero no acordar, de oficio, que se amplíe, salvo que se trate de peritos
designados de oficio en los procesos especiales en los que tal designación es posible. Conforme al art. 348
LEC, el tribunal valorará los dictámenes periciales según las reglas de la sana crítica. La prueba pericial es,
pues, de libre valoración.

El reconocimiento judicial - es la actividad que, en orden al conocimiento y apreciación de hechos y circunstancias


concretos, de relevancia en el proceso, desarrolla el Juez poniéndose en personal contacto con lugares, objetos
materiales o personas. La prueba de reconocimiento judicial procede cuando, para el esclarecimiento y apreciación de
los hechos, sea necesario o conveniente el examen por el propio tribunal de algún lugar, objeto o persona (art. 353.1
LEC). El reconocimiento judicial ha de producirse a solicitud de parte, que habrá de expresar los extremos principales
a que quiere que el reconocimiento se refiera. Indicará también si pretende concurrir al acto con alguna persona
técnica o práctica en la materia, que puede cumplir, simplemente, una función de asesoramiento del litigante o
formular manifestaciones. Las demás partes podrán, antes de la realización del reconocimiento judicial, proponer otros
extremos que les interesen y asimismo manifestarán si asistirán al reconocimiento y, en tal caso, si se harán
acompañar de persona práctica o entendida.

No hay en la LEC ningún elemento que permita afirmar que la proposición de esta prueba se puede llevar a cabo, en
los juicios ordinarios, en un momento distinto del legalmente indicado, que es la audiencia previa al juicio. En los
juicios verbales, parece razonable proponer la prueba en la demanda o en la contestación. A lo que sí que se refiere la
LEC, es a que, acordada por el Tribunal la práctica del reconocimiento judicial, el Letrado de la A. J. señalará con 5
días de antelación, por lo menos, el día y hora en que haya de practicarse el mismo (art. 353.3).

En los arts. 356 y 357 LEC se prevé la posibilidad de que se practiquen conjuntamente el reconocimiento judicial y el
examen por los peritos del mismo objeto, lugar o persona y que el interrogatorio de testigos o de una parte se produzca
acto seguido del reconocimiento judicial, “cuando la vista del lugar o de las cosas o personas pueda contribuir a la
claridad de su testimonio”. El reconocimiento judicial se documenta en un acta detallada, que extenderá el Letrado A.
J. En el acta deberán consignarse “con claridad las percepciones y apreciaciones del tribunal”, así como las
observaciones que puedan hacer las partes, sus representantes y Abogados y las personas prácticas o entendidas en la
materia, que hubiesen concurrido al reconocimiento. En su caso, el acta ha de reflejar también las declaraciones de
testigos o de litigantes.

La valoración o apreciación de la prueba de reconocimiento judicial es libre. El juez debe, primero, practicar bien el
examen o inspección de la cosa, lugar o persona, de suerte que escapen a su percepción los menores detalles posibles.
Debe, después, procurar que se documente bien lo que ha percibido, para que el acta, junto con los restantes medios de
constancia, sirva en la eventual segunda instancia o incluso en otro proceso. Por último, ha de ponderar y valorar
adecuadamente sus propias percepciones, contrastándolas, en su caso, con el conocimiento proveniente de otros
medios de prueba.

Concepto y clases de presunciones - las presunciones no son un medio de prueba, sino que se encuentran entre los
sistemas o mecanismos para la fijación de los hechos, ciertamente relacionados con la prueba, pero distintos de ella. El
mecanismo de la presunción supone una labor deductiva, a partir de un hecho previamente introducido en el proceso.
Las presunciones son las operaciones intelectuales, imperadas o autorizadas por el Derecho positivo o consentidas por
el buen sentido de un hombre experimentado, que consisten en tener como cierto un hecho (el hecho presunto) o partir
de la fijación formal como cierto de otro hecho (el indicio o base). Son juicios de probabilidad de unos hechos,
verificados indistintamente por el legislador o el órgano jurisdiccional, en cuanto sujetos con autoridad para regular
las conductas ajenas como instrumento de fijación del supuesto de hecho de una norma legislada (en las presunciones
legales) o de los hechos en que se ha de fundar la sentencia jurisdiccional (en las presunciones judiciales), tomando
como base un hecho distinto elegido apriorísticamente (por el legislador en las presunciones legales) o fijado de modo
formal como acaecido históricamente.

Sobre el hecho que, en principio, podría quedar formalmente fijado como presunto, sí cabe prueba, a cargo de la parte
que no desee tal fijación. Se tratará de una prueba negativa, pero este carácter no priva de naturaleza probatoria a la
posible actividad descrita. Las presunciones no significan una exclusión general de los actos de prueba, sino que
exigen, en general, la prueba de los hechos base o indicios. Excepcionalmente, las leyes establecen presunciones
contra las que no cabe prueba en contrario.

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Es de universal aceptación la diferencia entre presunciones legales y presunciones judiciales, según que el enlace entre
el hecho indicio y el presunto lo establezca la ley o lo tenga por razonable y eficaz el propio juez. Fundamental es la
distinción entre presunciones legales llamadas “iuris tantum” y las denominadas “iuris et de iure”. Como regla, según
el art. 385.3 LEC, las presunciones que pueden establecerse a consecuencia de haberse recogido una máxima de la
experiencia en un precepto legal son presunciones que admiten prueba en contrario. La excepción -que debe constar
expresamente- son las presunciones indestructibles mediante tal contraprueba. En las presunciones judiciales, quien
pretenda deducir de un hecho indicio otro hecho, el hecho presunto, ha de lograr 1º) que el hecho indicio sea
considerado cierto, en virtud de prueba o por el juego de la admisión o reconocimiento de los hechos; 2º) convencer de
la existencia y aplicabilidad al caso de un “enlace preciso y directo según las reglas del criterio humano” o, con otros
términos, de la existencia y aplicabilidad al caso de una máxima de la experiencia en la que cabe fundar un juicio de
probabilidad cualificada de que, dado el hecho indicio, se ha producido también el hecho presunto.

Lo que especifica y caracteriza a las presunciones legales en las que se excluye la prueba en contrario, es el siguiente
esquema normativo: una determinada consecuencia jurídica se liga directamente a un determinado supuesto de hecho
(correspondiente al hecho indicio) que, o bien sustituye plenamente o bien se añade a otro supuesto de hecho
(correspondiente al hecho presunto). Este supuesto podría calificarse de genuino. Los otros, serían los supuestos de
hecho sustitutivo y alternativo.

En las presunciones “iuris tantum” hay un juicio de probabilidad que enlaza los dos (o más) supuestos de hecho y que
fundamenta la norma positiva de presunción, pero no se impide la “prueba en contrario”. Y si la ley no excluye, sino
que admite, la “prueba en contrario” y no impone de manera absoluta deducir del hecho indicio unas consecuencias
jurídicas es también porque no puede y no quiere considerar indestructible el enlace. La “prueba en contrario” puede
ser, desde luego, contraprueba del hecho que se presumiría. Pero, por no ser indestructible el enlace, resulta razonable
que la ya citada norma del art. 385.2 LEC permita, no sólo esa contraprueba directa del hecho llamado a ser presunto,
sino demostrar que, en el caso, no se ha dado el enlace explícito o implícito en la norma.

SECCIÓN TERCERA

TEMA 35: TERMINACIÓN NORMAL DEL PROCESO (LA SENTENCIA)

Conclusiones orales e informes - La finalidad de estos últimos actos de parte es, en cuanto a las conclusiones, el
resumen y la valoración del resultado de la prueba practicada por cada uno de los litigantes en relación con los hechos
relevantes para el proceso. Los informes, en cambio, son una última exposición de los argumentos jurídicos en que se
apoyen las pretensiones de las partes. Una vez que todas las partes hayan expuesto sus conclusiones propiamente
dichas, cada una, comenzando por el demandante o demandantes, “podrá informar sobre los argumentos jurídicos en
que se apoyen sus pretensiones, que no podrán ser alteradas en ese momento” (art. 433.3 LEC). “Practicadas las
pruebas, el tribunal podrá conceder a las partes un turno de palabra para formular oralmente conclusiones. A
continuación, se dará por terminada la vista y el tribunal dictará sentencia dentro de los 10 días siguientes ” (art.
447.1 LEC).

Las diligencias finales - La regla es que las diligencias finales se acuerden, mediante auto, sólo a instancia de parte.
Pero sobre esa instancia o solicitud debe resolver el tribunal conforme a los siguientes criterios:

 Improcedencia de acordar cualquier diligencia de prueba que se hubiese podido proponer por las partes.
 Procedencia de acordar las pruebas que se admitieron pero que no se pudieron practicar por causas ajenas a la
parte que las propuso.
 Procedencia de acordar las pruebas pertinentes y útiles, que se refieran a hechos ocurridos o conocidos una
vez precluidos los actos de alegación ordinariamente previstos.

Las diligencias finales se conciben no para que el tribunal promueva prueba, ni para que los litigantes puedan ser
descuidados y no hacer todo lo posible para que se practique cuando es razonable proponerla y practicarla, sino para
afrontar casos excepcionales, bien de no culpable imposibilidad de practicar la prueba admitida, bien de imposibilidad
de proponerla en sus ordinarios momentos. Las diligencias finales se practican como lo que son: actuaciones
probatorias llevadas a cabo en actos separados. El plazo para practicarlas es de 20 días, tras los cuales, las partes
disponen de otros 5 para presentar escrito en que resuman y valoren el resultado. Transcurridos los 5 días, vuelve a
computarse el plazo de 20 días establecido para dictar sentencia (art. 436 LEC).

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La sentencia de fondo: su formación interna - el esquema del iter interno del Juez hasta la sentencia debe
formularse con las siguientes cuestiones sucesivas:

Ordinal-number 1. Si el efecto jurídico pretendido tiene, en general, base en Derecho . Se comprende que, en caso
de ser negativa la respuesta, ya nada interesaría el resto y se estaría en condiciones de dictar sentencia
contraria a unas peticiones insostenibles in genere.
Ordinal-number 2. Si existe la norma alegada y si de ella, o de otra aplicable sin incurrir en incongruencia, se
deriva el efecto jurídico pretendido. No se trata, sin más, de comprobar la existencia y el contenido más
aparente de la norma invocada por el litigante, sino que habrá que realizar una elemental tarea interpretativa.
Y si ocurriese que la norma alegada no permite extraer la consecuencia apetecida por la parte, el Juez
considerará la posibilidad de aplicar otra, pero sin modificar sustancialmente la “causa de pedir”, de modo
que no otorgue una tutela distinta de la solicitada, con infracción del principio dispositivo y de la congruencia
debida entre pretensiones (o acciones afirmadas) y sentencia. En caso de respuesta positiva a esa segunda
cuestión, se ocupará de la siguiente:
Ordinal-number 3. Si los hechos alegados son subsumibles en el supuesto de hecho de la norma aplicable . En
otros términos, si es hacedera la subsunción de unos hechos, todavía hipotéticos, en la norma susceptible de
aplicación. Para esta operación, entrarán en juego máximas de la experiencia que relacionen premisas fácticas
menores (hechos concretos) con premisas mayores fácticas (máximas de la experiencia) y son muy probables
los silogismos auxiliares o instrumentales. Si es el caso, el juzgador se planteará la siguiente cuestión.
Ordinal-number 4. Si los hechos alegados pueden considerarse como ciertos, positiva o negativamente, o si son
dudosos. En este último supuesto, habrá de acertar en la determinación de la carga de la prueba, evitando
dejarse llevar por primeras apariencias que con frecuencia confunden.
Ordinal-number 5. Operación consistente en reiterar la subsunción de los hechos , no simplemente alegados e
hipotéticos, sino los ciertos y los dudosos, en la specie facti o supuesto de hecho de las normas aplicables.

Sentencias de condena ilíquida, sentencias con condenas de futuro y sentencias favorables a asociaciones de
consumidores o usuarios - El art. 219 LEC se ocupa de lo que su leyenda denomina “sentencias con reserva de
liquidación”. El precepto, de redacción algo rebuscada, puede resumirse en dos puntos, que son los siguientes:

Ordinal-number 1. No caben las sentencias meramente declarativas del derecho a percibir una cantidad de dinero
determinada o frutos, utilidades o productos de cualquier clase, lo que significa que no se pueden interponer,
con posibilidad de éxito, demandas en que se pretenda tal tutela. Y no caben tampoco las sentencias de
condena con reserva de liquidación, que generen un prolongado “incidente” de liquidación, “en ejecución de
sentencia”.
Ordinal-number 2. Excepcionalmente, caben sentencias de condena al pago de dinero, frutos, rentas, utilidades y
productos, pero el actor ha de comprometerse a tratar en un “pleito posterior”, es decir, en un proceso
declarativo posterior, lo relativo a la “liquidación” o cuantificación concreta.

Bajo el rótulo “condenas de futuro”, dispone el art. 220.1 LEC que “cuando se reclame el pago de intereses o de
prestaciones periódicas, la sentencia podrá incluir la condena a satisfacer los intereses o prestaciones que se
devenguen con posterioridad al momento en que se dicte”. En el art. 221, la LEC afronta el fenómeno de las
“sentencias dictadas a consecuencia de demandas interpuestas por asociaciones de consumidores o usuarios con la
legitimación a que se refiere el artículo 11 de esta Ley”. Y establece que tales sentencias “estarán sujetas a las
siguientes reglas”:

Ordinal-number 1. Si se hubiere pretendido una condena dineraria, de hacer, no hacer o dar cosa específica o
genérica, la sentencia estimatoria determinará individualmente los consumidores y usuarios que, conforme a
las leyes sobre su protección, han de entenderse beneficiados por la condena. Cuando la determinación
individual no sea posible, la sentencia establecerá los datos, características y requisitos necesarios para poder
exigir el pago y, en su caso, instar la ejecución o intervenir en ella, si la instara la asociación demandante.
Ordinal-number 2. Si, como presupuesto de la condena o como pronunciamiento principal único, se declarara
ilícita o no conforme a la ley una determinada actividad o conducta, la sentencia determinará si, conforme a la
legislación de protección a los consumidores y usuarios, la declaración ha de surtir efectos procesales no
limitados a quienes hayan sido partes en el proceso correspondiente.
Ordinal-number 3. Si se hubieren personado consumidores o usuarios determinados, la sentencia habrá de
pronunciarse expresamente sobre sus pretensiones.

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Exhaustividad de la sentencia. Relación entre exhaustividad y congruencia - en el aptdo. 1 del art. 218 LEC,
además de la indicación sobre la claridad y la precisión de las sentencias, se dispone que éstas deben ser “congruentes
con las demandas y con las demás pretensiones de las partes, deducidas oportunamente en el pleito ” y añade que
“harán las declaraciones que aquéllas [las pretensiones] exijan, condenando o absolviendo al demandado y
decidiendo todos los puntos litigiosos que hayan sido objeto del debate”.

 La omisión de pronunciamiento - Es fácil comprender que la exhaustividad de la sentencia resulta


consustancial a la misma función jurisdiccional (art. 1.7 CC: “Los Jueces y Tribunales tienen el deber
inexcusable de resolver en todo caso los asuntos de que conozcan, ateniéndose al sistema de fuentes
establecido”). Si los Tribunales han de pronunciarse en los procesos civiles sobre todas las pretensiones
deducidas por las partes y decidir todos los puntos litigiosos es, sin duda, porque la misma razón de ser de la
Jurisdicción, sustitutivo de la justicia privada, comporta esa exigencia, de forma que se estimaría incumplida
la función de los órganos jurisdiccionales, y defraudados los fines de la Administración de Justicia, si los
Tribunales pudieran, sin cometer infracción jurídica, dejar sin resolver las peticiones de tutela que se les
someten. Se llegaría a legitimar un retorno a la justicia privada. Una cosa es la infracción del art. 1.7CC,
además de la prevaricación, y otra, distinta, la “omisión de pronunciamiento” contemplada como vicio de la
sentencia por falta de exhaustividad. En la prevaricación no hay “fallo” porque éste se niega, con dolo, y en la
omisión de pronunciamiento no hay dolo de ninguna clase -o no es relevante- y, asimismo, existe un fallo,
aunque sea incompleto.

 La desestimación tácita de pretensiones - el art. 218 LEC viene a sostenerse lo siguiente: no hay en la
sentencia omisión de pronunciamiento sobre las pretensiones de una parte allí donde se desestiman
silenciosamente. Si las pretensiones de demandante y demandado se concretan como la ley lo dispone (arts.
399.51 y 4052 LEC) y si la sentencia se redacta con arreglo, no ya al art. 218 LEC, sino también conforme al
art. 2093 LEC, la desestimación tácita que entrañe omisión de pronunciamiento es, por un lado, relativamente
difícil de cometer, de hecho, porque el tribunal sólo tiene que seguir el orden de las peticiones de las partes. Y,
por otro lado, de Derecho, la desestimación tácita de pretensiones supone no atenerse a normas legales
distintas del art. 218 LEC.

1
Art. 399.5 LEC. “En la petición, cuando sean varios los pronunciamientos judiciales que se pretendan, se expresarán con la debida
separación. Las peticiones formuladas subsidiariamente, para el caso de que las principales fuesen desestimadas, se harán constar por su
orden y separadamente”.

2
Art. 405 LEC. Contestación y forma de la contestación a la demanda

“1. En la contestación a la demanda, que se redactará en la forma prevenida para ésta en el artículo 399, el demandado expondrá los
fundamentos de su oposición a las pretensiones del actor, alegando las excepciones materiales que tuviere por conveniente. Si considerare
inadmisible la acumulación de acciones, lo manifestará así, expresando las razones de la inadmisibilidad. También podrá manifestar en la
contestación su allanamiento a alguna o algunas de las pretensiones del actor, así como a parte de la única pretensión aducida.
2. En la contestación a la demanda habrán de negarse o admitirse los hechos aducidos por el actor. El tribunal podrá considerar el silencio o
las respuestas evasivas del demandado como admisión tácita de los hechos que le sean perjudiciales.
3. También habrá de aducir el demandado, en la contestación a la demanda, las excepciones procesales y demás alegaciones que pongan de
relieve cuanto obste a la válida prosecución y término del proceso mediante sentencia sobre el fondo.
4. En cuanto a la subsanación de los posibles defectos del escrito de contestación a la demanda, será de aplicación lo dispuesto en el
subapartado 2 del apartado 2 del artículo anterior”.

3
Art 209 LEC. Reglas especiales sobre forma y contenido de las sentencias

“Las sentencias se formularán conforme a lo dispuesto en el artículo anterior y con sujeción, además, a las siguientes reglas:

1.ª En el encabezamiento deberán expresarse los nombres de las partes y, cuando sea necesario, la legitimación y representación en virtud de
las cuales actúen, así como los nombres de los abogados y procuradores y el objeto del juicio.
2.ª En los antecedentes de hecho se consignarán, con la claridad y la concisión posibles y en párrafos separados y numerados, las pretensiones
de las partes o interesados, los hechos en que las funden, que hubieren sido alegados oportunamente y tengan relación con las cuestiones que
hayan de resolverse, las pruebas que se hubiesen propuesto y practicado y los hechos probados, en su caso.
3.ª En los fundamentos de derecho se expresarán, en párrafos separados y numerados, los puntos de hecho y de derecho fijados por las partes y
los que ofrezcan las cuestiones controvertidas, dando las razones y fundamentos legales del fallo que haya de dictarse, con expresión concreta
de las normas jurídicas aplicables al caso.
4.ª El fallo, que se acomodará a lo previsto en los artículos 216 y siguientes, contendrá, numerados, los pronunciamientos correspondientes a
las pretensiones de las partes, aunque la estimación o desestimación de todas o algunas de dichas pretensiones pudiera deducirse de los
fundamentos jurídicos, así como el pronunciamiento sobre las costas. También determinará, en su caso, la cantidad objeto de la condena, sin
que pueda reservarse su determinación para la ejecución de la sentencia, sin perjuicio de lo dispuesto en el artículo 219 de esta Ley”.
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Se prevé que la sentencia se puede redactar de modo que de los fundamentos jurídicos se deduzca o infiera la
desestimación de una pretensión, pero, precisamente para tal supuesto, se ordena al tribunal que no omita el
expreso pronunciamiento desestimatorio. El art. 209.4 LEC afronta así, por derecho, el fenómeno de la
desestimación tácita, tratando de eliminarlo.

Congruencia de la sentencia - la congruencia de la sentencia es una cualidad que se refiere, no a la relación entre sí
de las distintas partes y elementos de una sentencia, sino a la relación de la sentencia con las pretensiones de los
litigantes. La congruencia no es la coherencia interna. Y la incongruencia no es la existencia de contradicciones
internas.

 Incongruencia por ultra petitum o exceso - consiste en dar más de lo pedido.


 Presunta incongruencia por infra o citra petitum - (menos de lo pedido) una sentencia que concede menos
de lo pedido no es, por este simple hecho, incongruente. Y es que la congruencia obliga al tribunal a resolver
sobre la solicitud de tutela, pero, como es lógico, no obliga a otorgarla y, además, precisamente en la medida
en que se pide.
 Incongruencia por extra petitum - (fuera de lo pedido) es incongruente por extra petitum aquella sentencia
que, si bien no omite ninguno de los pronunciamientos exigidos por los litigantes, ni otorga más de lo pedido,
resuelve sobre algo que no es ni se corresponde con las pretensiones deducidas por los litigantes.

o Incongruencia por extra petitum y objeto del proceso - en los procesos regidos por el principio
dispositivo, la sentencia no es congruente cuando, de modo distinto a la omisión de pronunciamiento
o al otorgamiento de más de lo pedido, no versa sobre el objeto del proceso, determinado por las
pretensiones de las partes conforme a lo expuesto.

o Incongruencia por extra petitum y regla “ iuxta allegata et probata” - por lo que respecta a los
elementos fácticos, suele afirmarse que el tribunal incurre en incongruencia cuando se aparta, al
juzgar, de la observancia de la máxima “el juez juzgará según las alegaciones y pruebas de las
partes”. El art. 216 LEC ordena a los tribunales civiles, salvo disposición legal en casos especiales,
decidir los asuntos “en virtud de las aportaciones de hechos, pruebas y pretensiones de las partes”. Y
este precepto legal lleva por rótulo la expresión “principio de justicia rogada”, denominación
tradicional, en España, del principio dispositivo. En cuanto a los hechos alegados, existe
incongruencia si el fallo se basa en algún hecho no introducido tempestivamente por la parte como
fundamento de su acción o de su excepción. En lo tocante a los hechos probados, debemos tener en
cuenta que los hechos fundamentales de las pretensiones, además de ser alegados por las partes, han
de ser considerados por el tribunal, en la cuestión de su certeza (salvo que hubiese conformidad de los
litigantes), conforme a la actividad probatoria desarrollada precisamente a iniciativa de las partes.

o Incongruencia de la sentencia respecto de los fundamentos jurídicos de las pretensiones; la regla “ iura
novit curia” - las pretensiones de las partes entrañan los elementos que, según vimos configuran lo
que se denomina causa de pedir, causa petendi. Ante todo, conviene dejar sentado que la sentencia no
puede, sin incurrir en incongruencia, condenar o absolver con fundamento distinto de la causa de
pedir aducida por la parte correspondiente en pro de la condena o de la absolución (total o parcial). El
aptdo. 1 del art. 218 LEC dice que “el tribunal, sin apartarse de la causa de pedir acudiendo a
fundamentos de hecho o de Derecho distintos de los que las partes hayan querido hacer valer,
resolverá conforme a las normas aplicables al caso, aunque no hayan sido acertadamente citadas o
alegadas por los litigantes”.

La regla “iura novit curia” (“el tribunal, la curia, conoce los derechos, el Derecho”) significa, desde
hace más de un siglo, lo siguiente:

Ordinal-number 1. Que el Derecho no tiene que ser probado.


Ordinal-number 2. Que el tribunal puede y hasta debe aplicar el Derecho que conoce, como
estime más acertado, siempre que se atenga a la causa de pedir.

El presupuesto de correcta aplicación de la regla “iura novit curia” es doble: 1º) que el tribunal
respete, en su esencia, la causa petendi de la pretensión del litigante; 2º) que los demás litigantes
hayan podido, lo mismo que el tribunal, conocer y afrontar ese genuino fundamento de la pretensión.
La regla iura novit curia significa que es innecesario probar el Derecho vigente y alegarlo con
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exhaustividad y completa precisión. Esta máxima regla no implica, desde luego, relevar a las partes de
la carga de formular alegaciones jurídicas y de establecer el fundamento jurídico de sus pretensiones,
sino que permite, junto al deber de congruencia, combinar la más correcta aplicación del Derecho con
el derecho de las partes a disponer de lo suyo, con la estructura contradictoria del proceso y con las
garantías de la defensa en juicio, de modo que los litigantes no se puedan ver sorprendidos con un
argumento jurídico del tribunal, que no esperaban y que no habrían tenido oportunidad de debatir en la
instancia o en el recurso extraordinario de que se trate.

Términos de comparación para discernir la congruencia - según un esquema simplista de los tipos de
incongruencia, no haría falta más que una comparación entre la parte dispositiva de la sentencia (el “fallo”) y la
“súplica” o petición final de los diversos escritos en que las partes pueden formular o “deducir” pretensiones, para
establecer si la sentencia es o no congruente. Esta delimitación es desacertada. El mismo TS ha reconocido en otras
decisiones la necesidad de examinar los antecedentes y fundamentos jurídicos si se quería discernir la existencia o
inexistencia del vicio que nos ocupa.

Si la ampliación de la demanda no se ajusta a lo ordenado en el art. 401.2 LEC (“no se permitirá la acumulación de
acciones después de contestada la demanda”), la pretensión que en ella se deduzca no debe ser admitida por el
tribunal y si, inadmitida, se resolviere por el tribunal, la sentencia incurrirá en incongruencia por ultra o extra petitum,
según los casos. Si la ampliación de demanda se admite, pero no se resuelve sobre ella, habrá falta de exhaustividad.
Un segundo campo de interés es el de los supuestos de acumulación de acciones o pretensiones, pues para apreciar si
existe o no incongruencia en estos casos es necesario tener en cuenta los posibles nexos entre las distintas acciones
acumuladas: condicionalidad, incompatibilidad, eventualidad, etcétera. Cuando son varias las pretensiones y una -la
principal- es presupuesto de las otras, denegada la primera no resulta necesaria la expresa denegación de las
accesorias. Hay que referirse, en último lugar, a dos importantes institutos relativos a las pretensiones: la renuncia del
actor y el allanamiento del demandado a la pretensión deducida.

Motivación de la sentencia - el art. 120.3 CE impone que las sentencias sean siempre motivadas. Según el art. 209,
las sentencias han de atenerse a distintas reglas en su formulación. Esas reglas comprenden la existencia de unos
“antecedentes de hecho”, que incluyen, en su caso, la expresión de los hechos probados. Además, “en párrafos
separados y numerados”, las sentencias deben contener unos “fundamentos de derecho”, que han de expresar “los
puntos de hecho y de derecho fijados por las partes y los que ofrezcan las cuestiones controvertidas, dando las
razones y fundamentos legales del fallo que haya de dictarse, con expresión concreta de las normas jurídicas
aplicables al caso” (art. 209 LEC).

Por su parte, el art. 218.2 LEC dispone que “las sentencias se motivarán expresando los razonamientos fácticos y
jurídicos que conducen a la apreciación y valoración de las pruebas, así como a la aplicación e interpretación del
derecho”. La motivación deberá incidir en los distintos elementos fácticos y jurídicos del pleito, considerados
individualmente y en conjunto, ajustándose siempre a las reglas de la lógica y de la razón.

TEMA 36: TERMINACIÓN ANORMAL DEL PROCESO

Renuncia del actor - se trata de la renuncia del actor o demandante a obtener la tutela jurisdiccional que inicialmente
pretendía, con el efecto de una sentencia absolutoria sobre el fondo provista de fuerza de cosa juzgada material. La
LEC reconoce expresamente el poder de disposición de las partes en el aptdo. 1 del art. 19: “ los litigantes están
facultados para disponer del objeto del juicio y podrán renunciar, desistir del juicio, allanarse, someterse a
mediación o a arbitraje y transigir sobre lo que sea objeto del mismo, excepto cuando la ley lo prohíba o establezca
limitaciones por razones de interés general o en beneficio de tercero”. La renuncia puede ser total o parcial, con una
consiguiente absolución total o parcial (objetiva y/o subjetivamente). La renuncia parcial está ligada natural y
lógicamente a la pluralidad de objetos procesales, esto es, a la acumulación de acciones.

El actor puede tener o a él se puede atribuir:

 Un derecho subjetivo privado, que ha sido lesionado, insatisfecho o desconocido.


 Un derecho subjetivo público a obtener una tutela jurisdiccional concreta, que llamamos acción.
 La pretensión, que es un acto con una importante eficacia jurídica. Pretensión y afirmación de una acción son
inseparables. Pero la pretensión, en sí misma, no puede ser objeto de renuncia. Los actos no son renunciables
sino revocables.
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Puede renunciarse, por tanto, al derecho subjetivo privado y a la acción. En cuanto a la posible renuncia al derecho
que fundamenta la acción, conviene distinguir según esa renuncia sea preprocesal o intraprocesal. La primera es
esgrimible por el demandado como excepción material si el actor afirma en la demanda una acción que se basa en el
derecho renunciado. Acreditada la renuncia y la consiguiente carencia de acción, habrá de dictarse sentencia
absolutoria sobre el fondo. La renuncia intraprocesal al derecho que fundamenta la acción y la pretensión, envuelve
necesariamente, en cambio, una renuncia a la acción, es decir, al derecho a obtener la tutela jurisdiccional concreta
que se ha solicitado. Procede, si la renuncia es “legalmente admisible”, que se dicte sentencia absolviendo al
demandado. Si no lo es, se mandará, mediante auto, proseguir el proceso.

Conforme al art. 20.1 LEC, cabe renunciar “a la acción ejercitada o al derecho en que (el actor) funde su pretensión”.
Veamos las consecuencias de la renuncia a la acción sin renuncia al derecho (esas consecuencias han de ser muy
diferentes según los muy diversos tipos de acciones):

 Acciones basadas en derechos reales - aquí cabría admitir que la renuncia a la acción en absoluto implica la
del derecho subyacente.
 Acciones basadas en derechos de crédito - al producirse en estos casos el fenómeno inverso al anterior -cada
derecho de crédito se agota, en principio, en una acción declarativa- podría considerarse, a primera vista, que
la renuncia a este tipo de acciones conlleva la renuncia al derecho correspondiente. Pero, semejante
conclusión es precipitada. Pensamos que si se renuncia a obtener la tutela jurisdiccional consistente en que se
condene a pagar una determinada cantidad en concepto de principal e intereses, a consecuencia de un contrato
de préstamo, no se renuncia necesariamente al derecho subjetivo de crédito. Se sigue teniendo derecho a que
se devuelva el capital y los intereses, aunque se carezca de acción.
 Acciones constitutivas - en estos casos no cabe separar efectos propios de la renuncia a la acción y otros
propios de la renuncia al derecho.

Allanamiento del demandado - mediante el allanamiento, el demandado declara su voluntad de que, respecto de él
mismo, al actor se le otorgue la tutela solicitada. El allanamiento constituye una “declaración de voluntad del
demandado por la que éste muestra su conformidad con la pretensión del actor”. Se trata de que el demandado
exprese su voluntad conforme con que se otorgue al demandante la tutela que pretende. Como acto de disposición que
es, el allanamiento precisa de poder especial (art. 25.2.1º LEC) y es válido y eficaz si afecta a materia jurídica
sustantiva de carácter disponible y no contraría el interés o el orden público ni resulta perjudicial para tercero.

El art. 21 LEC regula, en su aptdo. 1, el allanamiento a todas las pretensiones del actor, disponiendo que el tribunal
dicte sentencia condenatoria, salvo que se aprecie que el allanamiento se hace en fraude de ley o que supone renuncia
contraria al interés general o efectuada en perjuicio de tercero. En estos casos, procede la continuación del proceso. El
allanamiento de un codemandado no resulta admisible cuando la res in iudicio deducta sea indivisible y haya peligro
de pronunciamientos contradictorios que lesionen la seguridad jurídica y el principio de audiencia.

El allanamiento no se debe confundir con el reconocimiento o admisión de hechos por parte del demandado respecto
de lo alegado por el actor en la demanda. El reconocimiento o la admisión de hechos no determinan necesariamente
una condena del demandado que reconoce o admite como ciertos los hechos aducidos por el actor, pues aún es posible
que la subsunción de esos hechos en las normas jurídicas no conduzca a la sentencia condenatoria (lo cual explica una
regla como la del art. 428.3 4 LEC). El único efecto de la admisión de hechos es fijarlos como ciertos y exentos de
prueba (cfr. Art. 281.3 LEC). Por lo demás, la admisión o reconocimiento de los hechos pueden considerarse
tácitamente producidos en casos de incomparecencia, silencio o respuestas evasivas, mientras que el allanamiento, al
igual que la renuncia, ha de ser expreso y, salvo disposición legal en casos especiales, no se puede deducir ni de la
incomparecencia ni del silencio del demandado ante la demanda.

Así como la renuncia, al determinar una absolución del demandado, conduce a la imposición de las costas del actor
(salvo los supuestos de renuncia parcial y, claro es, la apreciación de que se trataba de un caso dudoso), el
allanamiento y la consiguiente condena provocarán, de ordinario, la condena en costas del demandado (art. 394.1 5
LEC).
4
Art. 428.3. LEC. “Si las partes no pusieran fin al litigio mediante acuerdo, conforme al apartado anterior, pero estuvieren conformes en todos
los hechos y la discrepancia quedase reducida a cuestión o cuestiones jurídicas, el tribunal dictará sentencia dentro de veinte días a partir del
siguiente al de la terminación de la audiencia”.
5
Art. 394.1. LEC. “En los procesos declarativos, las costas de la primera instancia se impondrán a la parte que haya visto rechazadas todas
sus pretensiones, salvo que el tribunal aprecie, y así lo razone, que el caso presentaba serias dudas de hecho o de derecho.
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Desistimiento - es la declaración del actor en el sentido de no querer la prosecución del proceso por él iniciado.
Resulta razonable y justo que el desistimiento no deba ser siempre eficaz por decisión unilateral del actor. Aun cuando
no se reconociera que, desde cierto momento procesal, el demandado tiene un derecho a que se pronuncie sentencia
sobre el fondo, como sin duda le corresponde al actor, habría que admitir, cuando menos, que asiste al demandado el
legítimo interés, digno de protección, en obtener dicha sentencia: el demandado -que ya se ha visto convertido en tal
por decisión unilateral del actor- puede haber realizado esfuerzos y gastos conducentes, en principio, a su absolución
definitiva, con fuerza de cosa juzgada material.

El art. 20.1 LEC dispone que cabe el desistimiento unilateral hasta que el demandado sea emplazado para contestar a
la demanda. También cabe el desistimiento unilateral si el demandado se encuentra en rebeldía. En los casos de
desistimiento unilateral, el tribunal debe sobreseer el proceso. A partir de estos momentos, el desistimiento no puede
ser, sin más, unilateral. Por tanto, del escrito de desistimiento se dará traslado al demandado por plazo de 10 días. Si el
demandado presta su conformidad al desistimiento o no se opone a él dentro del referido plazo, el Letrado A. J. dictará
decreto acordando el sobreseimiento y el actor podrá promover nuevo juicio sobre el mismo objeto.

El desistimiento de uno solo de los varios demandantes o la conformidad de un solo litisconsorte pasivo no surten
ningún efecto. Es preciso que todos los demandantes estén conformes en desistir y, de ser varios los demandados,
todos ellos, en su caso, habrán de mostrarse conformes. En materia de costas, dispone el art. 396 LEC que si el
desistimiento es unilateral, se condenará en costas al actor. Y si el desistimiento y consiguiente sobreseimiento se
produce por consentimiento del demandado o demandados, no se impondrán las costas a ninguno de los litigantes.

Entre las manifestaciones del poder de disposición de los litigantes, mencionadas expresamente en el art. 19.1 6 LEC,
figura la de “someterse a mediación o a arbitraje”. Lo que quiere decir que, pendiente un proceso (si no, no hay
“litigantes”), éste puede terminar porque las partes decidan someter el litigio a la decisión de un árbitro o colegio
arbitral e incluso pretendan ponerle fin a través de un posible acuerdo entre ellas alcanzado gracias a la intervención
de un mediador. Estamos ante casos especiales de desistimiento bilateral, cualquiera que sea la situación del proceso
jurisdiccional.

Finalmente, el “desistimiento” en la segunda instancia o en recursos ulteriores, que puede formular, según se dice, el
recurrente, es cosa bien distinta del desistimiento hasta ahora analizado. Quien “desiste” en la segunda instancia no
expresa una voluntad de que el proceso termine sin sentencia sobre el fondo, carente de cosa juzgada material y
reservándose, por tanto, la posibilidad de reiterar eficazmente una pretensión. El que desiste en la segunda instancia o
en un recurso expresa algo distinto, a saber: su voluntad de no impugnar la resolución recurrida, que, en consecuencia,
deviene firme y, eventualmente, adquiere también fuerza de cosa juzgada material. Como para recurrir ha de
padecerse algún gravamen por la resolución recurrida y, además, querer verla sustituida por otra, el desistimiento en
los recursos no puede perjudicar injustamente a los recurridos y no requiere su conformidad. Es justa la condena en
costas, en tales casos, al recurrente que ha desistido: se encuentra en situación de vencimiento y ha sido él quien ha
provocado los actos procesales propios de la segunda instancia o del recurso de que se trate.

Transacción - es el contrato por el cual las partes, dando, prometiendo o reteniendo cada una alguna cosa, evitan la
provocación de un pleito o ponen término al pleito ya comenzado. La doctrina ha acuñado una distinción entre
transacción judicial y transacción extrajudicial, según que el llamado “contrato” se someta al órgano jurisdiccional y
por su homologación adquiera fuerza y termine el proceso o se trate de un pacto producido fuera del proceso y con
influjo simplemente indirecto sobre éste.

Caducidad de la instancia - es la terminación de los procesos en caso de que transcurran ciertos períodos de tiempo
sin que se registre ninguna actuación procesal (arts. 237-240 LEC). Se tendrán por abandonadas las instancias y
recursos en toda clase de pleitos si, pese al impulso de oficio de las actuaciones, no se produce actividad procesal
alguna en el plazo de 2 años, cuando el pleito se hallare en primera instancia; y de 1 año, si estuviere en segunda
instancia o pendiente de recurso extraordinario por infracción procesal o de recurso de casación. Estos plazos se
contarán desde la última notificación a las partes. El art. 238 LEC excluye la caducidad en casos de paralización
procesal originada por fuerza mayor o por cualquier causa no imputable a la voluntad de las partes o interesados.

Para apreciar, a efectos de condena en costas, que el caso era jurídicamente dudoso se tendrá en cuenta la jurisprudencia recaída en casos
similares”.
6
Art. 19.1 LEC. “Los litigantes están facultados para disponer del objeto del juicio y podrán renunciar, desistir del juicio, allanarse, someterse a
mediación o a arbitraje y transigir sobre lo que sea objeto del mismo, excepto cuando la ley lo prohíba o establezca limitaciones por razones de
interés general o en beneficio de tercero”.
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Además, la caducidad también se excluye respecto de cualquier proceso de ejecución, con arreglo al art. 239 7 LEC. Se
trata de que la responsabilidad civil de los sujetos jurídicos, que ha de hacerse efectiva sobre todos sus bienes
presentes y futuros (art. 1911 CC), no resulte neutralizada por la caducidad del proceso de ejecución en que se
pretendió, cabalmente, la exacción de tal responsabilidad.

El efecto procesal inmediato de la caducidad de la instancia es la terminación del proceso mediante decreto del
Secretario, frente al que sólo cabrá interponer recurso de revisión. Si la caducidad se produce en la segunda instancia o
pendientes recursos extraordinarios, el efecto es considerar desistida la apelación o los recursos y “ tener por firme la
resolución recurrida”. En cambio, si la caducidad se produce en primera instancia, el efecto es el del desistimiento, lo
que deja abierta la posibilidad de interponer nueva demanda, “sin perjuicio de la caducidad de la acción”.

En cuanto a las costas, el aptdo. 3 del precitado art. 240 LEC dispone que no se impongan a ningún litigante en caso
de caducidad. Cada uno deberá pagar las costas causadas a su instancia y las comunes “por mitad” o, mejor dicho, a
partes iguales, pues los litigantes pueden ser más de dos.

Sobreseimiento del proceso por causas distintas del desistimiento y la caducidad de la instancia - tanto el
desistimiento como la caducidad de la instancia pueden conducir a que el proceso se sobresea, es decir, finalice con
resolución que no resuelve sobre el objeto procesal y deja abierta la puerta a una nueva demanda sobre ese mismo
objeto. Hay, sin embargo, otros casos de sobreseimiento, por causas distintas de las referidas:

 Si el tribunal entiende que carece de la denominada competencia internacional.


 Cuando ninguna parte comparece a la audiencia previa al juicio o sólo comparece el demandado o no acude a
la referida audiencia el Abogado del demandante, si, en estos dos últimos casos, el demandado no alega
interés legítimo en que el proceso continúe.
 Si se estima la existencia de litispendencia o de cosa juzgada.
 Cuando el defecto o falta de índole procesal no son subsanables, o no se subsanan dentro del plazo concedido
al efecto.

Terminación del proceso en caso de desaparición del interés legítimo por satisfacción extraprocesal de las
pretensiones o por otras causas - el art. 22 LEC ha venido a regular los casos en que, como dice literalmente el
precepto, “por circunstancias sobrevenidas a la demanda y a la reconvención, dejare de haber interés legítimo en
obtener la tutela judicial pretendida, porque se hayan satisfecho, fuera del proceso, las pretensiones del actor y, en su
caso, del demandado reconviniente o por cualquier otra causa”.

Cualquiera que sea su razón de ser, la desaparición del interés legítimo se pondrá de manifiesto al tribunal y, si las
partes están de acuerdo, “se decretará por el Secretario judicial la terminación del proceso, sin que proceda condena
en costas”. En el art. 22.2 LEC se prevé, sin embargo, la posibilidad de que alguna de las partes mantenga que subsiste
interés legítimo en obtener la tutela pretendida, “negando motivadamente que se haya dado satisfacción extraprocesal
a sus pretensiones o con otros argumentos”. Entonces, el Letrado de la Administración de Justicia convocará a las
partes a una comparecencia ante el tribunal para debatir esa única cuestión. Terminada la comparecencia, el tribunal
decidirá, mediante auto, si procede, o no, continuar el juicio. Si el auto ordena la continuación del juicio, será
irrecurrible. Si acuerda su terminación será susceptible de apelación.

TEMA 37: LA SEGUNDA INSTANCIA

La segunda instancia es la serie o sucesión de actos procesales que, con la finalidad de dictar sentencia sobre un caso,
se desarrollan ante un tribunal de categoría superior a aquél ante el que se suscitó por vez primera ese mismo caso. El
tribunal de segunda instancia puede revisar el juicio de primera instancia, tanto en sus aspectos fácticos como en los
jurídicos, pero, de ordinario, sólo sobre la base de los materiales de la primera instancia y sin que se admita un
sustancial cambio de planteamiento del caso.

Alegaciones y prueba en segunda instancia - el recurso de apelación genera la segunda instancia. No hay segunda
instancia sin apelación. Pero, aunque en el ámbito de los procesos declarativos ordinarios no quepa, en general, más
7
Art. 239 LEC. “Las disposiciones de los artículos que preceden no serán aplicables en las actuaciones para la ejecución forzosa.

Estas actuaciones se podrán proseguir hasta obtener el cumplimiento de lo juzgado, aunque hayan quedado sin curso durante los plazos
señalados en este Título”.
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recurso de apelación que el procedente contra el auto o la sentencia que ponen fin a la primera instancia, en la
ejecución forzosa civil no es así, e incluso en los procesos declarativos están previstos genéricamente (art. 455.1 8
LEC) casos especiales de apelación contra resoluciones que no ponen fin a la primera instancia. Así, por ejemplo, son
apelables los autos que acuerden la suspensión del proceso civil por prejudicialidad penal o civil, o los autos que
denieguen diligencias preliminares o las rechacen por considerar justificada la oposición.

Alegaciones y prueba en segunda instancia - la segunda instancia se estructura como la primera, conforme a un
esquema simple: tras unas pretensiones y alegaciones iniciales, puede darse paso a una fase de prueba y tras ésta y las
correspondientes conclusiones, procederá a dictar sentencia (fase decisoria). Como se ha expuesto, la segunda
instancia se abre mediante el recurso de apelación, que, a su vez, ha de interponerse mediante un escrito en el que se
expongan los fundamentos de la impugnación y, claro es, la impugnación misma, con la suficiente concreción. Pero
éstas del escrito de interposición pueden no ser las únicas alegaciones que han de tomarse en cuenta. Cabe que la parte
que inicialmente no ha apelado se oponga a la apelación y cabe, asimismo, que, a la vista de la apelación inicial,
impugne también la resolución apelada, en la medida que le parezca conveniente si considera que dicha resolución le
afecta desfavorablemente. De este modo, el primitivo recurrido se convierte en recurrente, junto con el inicial. Se
presentarán, en tales casos, escritos de oposición y de impugnación. En pretensiones y contrapretensiones de los
litigantes en segunda instancia y lo que consideran esgrimible como fundamento de lo que pretenden. La fase de
alegaciones es, pues, una fase escrita e inexcusable: si no hay escrito de interposición, el recurso es inadmisible y
deviene firme la resolución respecto de la cual se preparó simplemente el recurso de apelación. Frente a la oposición a
la apelación no cabe respuesta escrita. Por su parte, si el apelado propone la impugnación de la sentencia, el art. 461.4
LEC da al apelante la oportunidad de manifestar por escrito lo que estime conveniente, al modo de la contestación a la
reconvención, en primera instancia.

Ante la sentencia que puso fin a la primera instancia cabe una impugnación fundada en la infracción en dicha instancia
de normas o garantías procesales. Cuando el apelante alegue la infracción de normas o garantías procesales en la
primera instancia, ha de citar “las normas que se consideren infringidas” y, “en su caso, la indefensión sufrida”.
Además, deberá acreditar que denunció oportunamente la infracción, si tuvo oportunidad para ello. Las pretensiones
impugnatorias no pueden apartarse de los fundamentos de hecho y de Derecho de las pretensiones formuladas ante el
tribunal de primera instancia.

De los arts. 460 y 461 LEC se desprende que cabe en la segunda instancia una actividad probatoria consistente:

a) En documentos que no hayan podido aportarse en la primera instancia, ni con la demanda ni con la
contestación ni en la audiencia previa al juicio ni en momento posterior. Estos documentos habrán de
aportarse con los escritos de interposición y de impugnación y, a nuestro entender, también a los efectos de la
mera oposición de la apelación, con el escrito correspondiente.

b) En las pruebas previstas en el art. 460.2 LEC, que son:

Ordinal-number 1. Las que hubieren sido indebidamente denegadas en la primera instancia,


siempre que se hubiere intentado la reposición de la resolución denegatoria o se hubiere
formulado la oportuna protesta en la vista.
Ordinal-number 2. Las propuestas y admitidas en la primera instancia que, por cualquier causa no
imputable al que las hubiere solicitado, no hubieren podido practicarse, ni siquiera como
diligencias finales.
Ordinal-number 3. Las que se refieran a hechos de relevancia para la decisión del pleito ocurridos
después del comienzo del plazo para dictar sentencia en la primera instancia o antes de dicho
término siempre que, en este último caso, la parte justifique que ha tenido conocimiento de
ellos con posterioridad.

La proposición de las pruebas se hará en los escritos de alegaciones.

Sentencia de segunda instancia

A. Eventual vista y sentencia; tratamiento de la apelación fundada en infracciones procesales - dispone el


art. 465.2 LEC que la sentencia se dictará dentro de los 10 días siguientes a la terminación de la vista y, en
8
Art. 455.1 LEC. “Las sentencias dictadas en toda clase de juicio, los autos definitivos y aquéllos otros que la ley expresamente señale, serán
apelables, con excepción de las sentencias dictadas en los juicios verbales por razón de la cuantía cuando ésta no supere los 3.000 euros”.
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caso de no haberse ésta celebrado, en el plazo de 1 mes, a contar desde el día siguiente a aquél en que se
hubieran recibido los autos en el tribunal de apelación. Una vista, a tramitarse conforme a lo que se dispone
para el juicio verbal, puede preceder a la sentencia aunque no se haya propuesto prueba o se haya inadmitido
toda la propuesta, si lo solicita alguna de las partes o el tribunal lo considera necesario.

Al dictar sentencia, el tribunal ha de ocuparse, ante todo, si es el caso, de la impugnación fundada en


infracción de normas o garantías procesales. Y a estos efectos se ha de distinguir entre infracciones procesales
in iudicando (en la sentencia) y pretendidas infracciones o vicios in procedendo. Si la infracción se hubiese
cometido al dictar la sentencia de primera instancia, la LEC dispone que, tras revocar la sentencia apelada, el
tribunal de segunda instancia dicte sentencia sobre el fondo: no hay, pues, reenvío de los autos al tribunal de
primera instancia para que vuelva a dictar sentencia. Y, si por el contrario, no se trata de infracciones
procesales producidas en la sentencia, la LEC manifiesta la voluntad de que sólo cuando no sea posible y
jurídicamente razonable vuelva el asunto al tribunal de primera instancia y a esta instancia misma. En esta
línea, el pfo. primero del art. 465.4 LEC no puede por menos de aceptar que, si la infracción procesal es de las
que determinan la nulidad radical de las actuaciones, el tribunal de segunda instancia lo declare así y las
reponga al estado en que se hallasen cuando la infracción se cometió, lo que supone remitir los autos al
tribunal de primera instancia. Y en este momento deviene relevante la alegación previa de indefensión.

Siempre en la línea de evitar al máximo la inutilidad de los actos ya celebrados, el pfo. segundo del art. 465.4
LEC dispone, en síntesis, que no se declare la nulidad de actuaciones “si el vicio o defecto procesal pudiere
ser subsanado en la segunda instancia”. Y seguidamente se establece el procedimiento para tal subsanación,
ordenando que, si se produce, dicte el tribunal de segunda instancia sentencia sobre el fondo. La LEC liga
literalmente el intento de subsanación a la procedencia, en caso contario, de la nulidad de actuaciones. Y,
además, guarda silencio acerca de la eventualidad de que el defecto no sea subsanable o de que, siéndolo, no
sea subsanado.

Si el defecto, de no ser subsanado, generaría nulidad de actuaciones, tal nulidad habrá de declararse, con la
subsiguiente remisión de los autos al tribunal de primera instancia. En este caso, el silencio legal se explica
porque la consecuencia de la no subsanación de un vicio de esa naturaleza no puede ser sino la nulidad.
Cuestión distinta es si ha de intentarse la subsanación en caso de que el vicio no sea de los que causan la
nulidad radical. La respuesta debe ser afirmativa, pues no se ve por qué cabría subsanar lo más y no lo menos.

B. La sentencia sobre el fondo en la segunda instancia - Escuetamente dispone el art. 465.5 LEC que el auto o
sentencia que se dicte en apelación (y en segunda instancia, por tanto, cuando sea el caso) deberá pronunciarse
exclusivamente sobre los puntos y cuestiones planteados en el escrito de interposición del recurso y, en su
caso, en los escritos de oposición o impugnación. La resolución no podrá perjudicar al apelante, salvo que el
perjuicio provenga de estimar la impugnación de la resolución de que se trate, formulada por el iniciante
apelado.

El objeto procesal en la segunda instancia - la especialidad del objeto procesal en la segunda instancia puede
sentarse en los siguientes puntos:

a) Objeto necesario de la segunda instancia es la pretensión impugnatoria del apelante, expuesta en el escrito de
interposición. Ante una sentencia total o parcialmente absolutoria recurrida por el primitivo demandante para
que se le otorgue lo que se le ha negado en primera instancia, salvo que la apelación se funde en infracciones
procesales y, sobre todo, en infracciones cometidas en la sentencia, no es atendible ninguna variación de los
sujetos y de la causa de pedir, respecto de lo que fuese objeto procesal de la primera instancia. Es atendible,
sin embargo, una variación (innovación) en el aspecto fáctico de la causa de pedir en los casos, ya señalados
antes, de hechos que no hubieran podido hacerse valer en primera instancia. Y si tales hechos resultan
subsumibles en normas que, lógicamente, no se alegaron en primera instancia, cabrá también una variación en
la faceta jurídica de la causa petendi.

Cuando la sentencia sea condenatoria (total o parcialmente) y la apele el primitivo demandado a fin de lograr
la revocación de los pronunciamientos de condena, no es atendible que el fundamento de la pretensión
impugnatoria sea nuevo o distinto del que, de una forma u otra, se adujo en primera instancia. Son admisibles
variaciones de lo que se pide que no conciernan a la sustancia de lo pedido en primera instancia: se puede
pedir menos y, en todo caso, habrá de pedirse menos que en primera instancia cuando la sentencia haya sido
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estimatoria, si el apelante es el primitivo demandante. Pero si el apelante es el condenado parcialmente (y
absuelto parcialmente), también estará pidiendo menos.

b) Objeto contingente de la segunda instancia es la pretensión impugnatoria que el inicialmente apelado puede
formular en el denominado escrito de impugnación.
c) Objeto contingente y accesorio de la segunda instancia puede ser la contrapretensión o contrapretensiones del
apelado, expuestas y fundadas en el escrito de oposición a la apelación.

TEMA 38: LOS RECURSOS EXTRAORDINARIOS

La finalidad que el legislador debe perseguir a la hora de configurar los recursos frente a las sentencias de segunda
instancia ha de ser, también, la correcta interpretación del ordenamiento jurídico. Esa finalidad es la que ha tenido
tradicionalmente en nuestro ordenamiento jurídico el recurso de casación. Se ha sostenido que la finalidad del recurso
de casación es múltiple. De un lado, la protección del llamado ius litigatoris, es decir, de los derechos e intereses de
las partes del proceso; de otro lado, la protección del llamado ius constitutionis, es decir, una finalidad que trasciende
de los intereses individuales de los litigantes consistente, de una parte, en asegurar que los tribunales interpretan y
aplican correctamente las leyes (función nomofiláctica) y, de otra parte, en sentar criterios generales sobre la
interpretación y aplicación del Derecho, es decir, crear jurisprudencia.

La compleja regulación actual del sistema de recursos extraordinarios - las principales notas que caracterizan el
sistema de recursos extraordinarios previsto en el articulado de la LEC (arts. 468 a 489 LEC) son las siguientes:

A. Bifurcación y alternatividad de los recursos extraordinarios. Frente a toda sentencia dictada por una AP
en segunda instancia cabe interponer recurso extraordinario por infracción procesal y, en ciertos casos, recurso
de casación. Mediante el primero, el litigante sólo puede hacer valer infracciones procesales; mediante el
segundo, el litigante sólo puede hacer valer infracciones sustantivas. Recurso extraordinario por infracción
procesal y recurso de casación son rigurosamente alternativos y excluyentes, tanto simultánea como
sucesivamente. Un mismo litigante no puede presentar ambos, sino que debe optar por uno de los dos.

B. Diversidad, como regla, en el tribunal competente para conocer del recurso extraordinario por
infracción procesal y del recurso de casación. La competencia funcional para conocer del recurso
extraordinario por infracción procesal se atribuye a la Sala de lo Civil y Penal del Tribunal Superior de
Justicia (TSJ), mientras que la competencia funcional para conocer del recurso de casación se atribuye a la
Sala Primera del TS.

C. Limitación en el acceso a la casación. Mientras que frente a las sentencias o autos definitivos dictados por
las AA.PP. en segunda instancia cabe, en todo caso, recurso extraordinario por infracción procesal, no sucede
lo mismo con el recurso de casación. Éste sólo podrá interponerse contra sentencias que presenten un rasgo
relevante, tasado por la ley (art. 477.2 LEC), como la vulneración de un derecho fundamental distinto de los
previstos por el art. 24 CE, una cuantía litigiosa mínima o el interés casacional.

Sin embargo, el sistema diseñado en los arts. 468 a 489 de la LEC no está vigente en su integridad por aplicación del
llamado “régimen transitorio”. Este “régimen transitorio” contenido en la Disposición final 16ª de la LEC, hace que
la actual regulación sobre recursos extraordinarios de la LEC (la de su Disposición final 16ª y, parcialmente, la de su
articulado) pueda calificarse de compleja. En virtud de la DF 16ª, no se dan las 3 notas esenciales del sistema previsto
en el articulado de la LEC: no sólo no está vigente la competencia de los TSJ para conocer del recurso extraordinario
por infracción procesal (por lo que, como acaba de decirse, en general, de ese recurso y del de casación conoce el TS);
tampoco existe la carga de optar entre recurso de casación o extraordinario por infracción procesal (y por tanto, es
posible interponer simultáneamente los dos recursos, que se tramitarán conjuntamente y se decidirán por el mismo
tribunal); y, por último, tampoco está vigente la posibilidad de recurrir en infracción procesal cualquier sentencia o
auto definitivo dictado en segunda instancia por una AP (la Disposición citada establece que sólo puedan ser
recurribles en infracción procesal las específicas resoluciones recurribles en casación pues, de otro modo, el TS se
vería inundado de recursos).

El recurso de casación

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Concepto y función - el recurso de casación es un recurso extraordinario (es decir, sólo cabe contra resoluciones
tasadas y por motivos tasados), a través del cual se pueden impugnar, en ciertos casos, las sentencias dictadas en
segunda instancia por las AA.PP. cuando a las mismas se les impute una infracción del ordenamiento jurídico
sustantivo.

Competencia - como regla general, el conocimiento del recurso de casación corresponde a la Sala Primera del TS. No
obstante, las Salas de lo Civil y Penal de los TSJ son competentes para conocer de recursos de casación siempre que:
a) se presenten contra sentencias de AA.PP. de su demarcación; b) el recurso de funde, exclusivamente o junto a otros
motivos, en la infracción de normas del Derecho civil especial o foral propio de la Comunidad Autónoma de que se
trate; y c) el correspondiente Estatuto de Autonomía haya previsto esta atribución.

Resoluciones recurribles - sólo son recurribles en casación las sentencias dictadas en segunda instancia por las
AA.PP. (art. 477.2 LEC). Además, las sentencias de segunda instancia de las AA.PP. sólo serán recurribles en
casación en alguno de los tres casos mencionados en el art. 477.2 LEC:

 Cuando se hayan dictado en procesos que tuvieran por objeto la tutela civil de derechos fundamentales,
excepto los que reconoce el art. 24 CE.
 Cuando la cuantía del asunto exceda de 600.000€.
 Cuando la cuantía del proceso no excediere de 600.000€ o éste se haya tramitado por razón de la materia,
siempre que, en ambos casos, la resolución presente interés casacional.

Según el Acuerdo de 30 de diciembre de 2011, tienen acceso a la modalidad de recurso de casación por interés
casacional: a) las sentencias dictadas en procesos determinados por razón de la materia, excepto las dictadas en
procesos cuyo objeto sea la tutela de derechos fundamentales (pues éstas disponen de su propia “modalidad” de
casación; b) las sentencias dictadas en procesos determinados por razón de la cuantía cuando ésta sea inferior a
600.000€; y c) las sentencias dictadas en procesos de cuantía indeterminada o inestimable. Existe interés casacional en
una sentencia cuando presenta una controversia jurídica que permite al TS fijar la doctrina correcta sobre el derecho
objetivo aplicado al caso. Los supuestos en los que concurre el interés casacional están tasados por la LEC. Tales
supuestos son los siguientes:

a) Cuando la sentencia recurrida se oponga a doctrina jurisprudencial del TS o resuelva puntos o cuestiones
sobre los que exista jurisprudencia contradictoria de las AA.PP.
b) Cuando la sentencia recurrida aplique normas que no lleven más de 5 años en vigor siempre que, en este
último caso, no existiese doctrina jurisprudencial del TS relativa a normas anteriores de igual o similar
contenido.

Motivo del recurso - dice el art. 477.1 LEC que “el recurso de casación habrá de fundarse, como motivo único, en la
infracción de normas aplicables para resolver las cuestiones objeto del proceso”.

Procedimiento - las fases del recurso de casación son las siguientes:

A. Interposición del recurso y remisión de autos. El recurso de casación se interpone directamente, sin previa
preparación, mediante escrito que ha de presentarse ante la AP que hubiere dictado la sentencia. El plazo es de
20 días, a contar desde la notificación de la resolución (art. 479.1 LEC). Según el art. 481 LEC, en el escrito
de interposición, el recurrente deberá expresar el supuesto del art. 477.2 LEC al que se acoge para impugnar la
sentencia y desarrollará los fundamentos en los que base la infracción de ley. También podrá pedir la
celebración de vista. El escrito de interposición deberá ir acompañado del justificante de constitución del
depósito previo, de la certificación de la sentencia impugnada y, en su caso, de las sentencias que acrediten la
oposición a la jurisprudencia del TS o la contradicción entre AA.PP. En caso de que invoque una norma con
vigencia inferior a 5 años, deberá manifestarse el recurrente sobre el tiempo de vigencia y la ausencia de
doctrina jurisprudencial aplicable al caso.

A continuación, el Letrado A. de J. tendrá por interpuesto el recurso de casación si acredita la constitución del
depósito y si fue presentado en plazo y contra una resolución recurrible. En otro caso, dará traslado al tribunal
a quo para que decida. Si el tribunal a quo -la AP- admite el recurso, dictará providencia, que no es recurrible
porque las partes recurridas podrán solicitar la inadmisión ante el tribunal de casación. Si lo inadmite, dictará
auto, contra el que cabrá recurso de queja ante el tribunal ad quem.

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Si el Letrado A. de J. o el tribunal a quo tiene por interpuesto el recurso de casación, aquel remitirá los autos
al tribunal de casación en el plazo de 5 días y emplazará a las partes, por plazo de 30 días, para que
comparezcan ante este tribunal. Si el recurrente no comparece en plazo, el Letrado A. de J. declarará desierto
el recurso y quedará firme la resolución recurrida (art. 482.1 LEC).

B. Admisión del recurso. Para ello, se pasarán las actuaciones al Magistrado ponente para que se instruya y
someta a la deliberación de la Sala lo que haya de resolverse al respecto. La inadmisión del recurso procederá
en los siguientes casos (art. 483.2):

o Cuando el recurso sea improcedente, por no ser recurrible la sentencia o por cualquier otro defecto de
forma no subsanable.
o Cuando el escrito de interposición del recurso no cumpla los requisitos establecidos, para los distintos
casos, en la LEC.
o Cuando el asunto no alcance la cuantía requerida, o no haya interés casacional por inexistencia de
oposición a doctrina jurisprudencial, por falta de jurisprudencia contradictoria o si la norma que se
pretende infringida lleve vigente más de 5 años o, a juicio de la Sala, exista doctrina jurisprudencial
del TS sobre dicha norma o sobre otra anterior de contenido igual o similar.
o En el caso de recursos de casación ante un TSJ, éste podrá inadmitirlos también cuando considere en
cualquier caso que ha sentado doctrina sobre la norma que se alega como infringida o sobre otra
anterior de contenido igual o similar.
o Cuando el recurso carezca manifiestamente de fundamento o se hayan resuelto ya en el fondo otros
recursos sustancialmente iguales.

Si la Sala entendiese que puede concurrir alguna de las causas de inadmisión, antes de resolver al respecto lo
pondrá de manifiesto a las partes personadas para que, en el plazo de 10 días, formulen las alegaciones que
estimen procedentes. Si, tras ese trámite, la Sala entendiese que concurre alguna causa de inadmisión, dictará
auto declarándolo así y declarando la firmeza de la resolución recurrida. También podrá la Sala declarar la
admisión parcial del recurso, es decir, admitir unos motivos e inadmitir otros. Frente al auto que resuelva
sobre la inadmisión del recurso no se dará recurso alguno.

C. Sustanciación. Admitido total o parcialmente el recurso, la sustanciación del mismo pasa por las siguientes
fases:

o Alegaciones de las demás partes. Al resto de litigantes se les entregará copia del escrito de
interposición, con los documentos adjuntos, y se les abrirá un plazo de 20 días para que formalicen su
oposición por escrito.
o Vista. A continuación, la Sala debe decidir si celebra o no una vista. La celebración de vista ha de
acordarse si todas las partes que han realizado alegaciones lo han solicitado o si el tribunal lo
considera conveniente para la mejor impartición de justicia.

D. Decisión. Dentro de los 20 días siguientes a la celebración de la vista, o al día señalado para votación y fallo,
la Sala dictará sentencia (art. 486.1 LEC). Si se desestima el recurso de casación, la sentencia confirmará la
sentencia recurrida. Si la sentencia es estimatoria, se casará, en todo o en parte, la sentencia recurrida y se
resolverá el fondo del litigio en los términos que correspondan.

Procedimiento de casación cuando también se interpone recurso extraordinario por infracción procesal - Como
ya se ha dicho, con el sistema de recursos extraordinarios vigente, cabe que, contra una misma sentencia, se
interpongan simultáneamente recurso de casación y recurso extraordinario por infracción procesal. En estos casos,
ambos recursos se tramitarán en un único procedimiento.

El recurso extraordinario por infracción procesal

Es un recurso extraordinario (es decir, que cabe contra resoluciones tasadas y por motivos tasados) a través del cual se
pueden impugnar ciertas resoluciones definitivas dictadas por las AA.PP. en segunda instancia cuando a las mismas se
les impute la infracción de normas procesales o la vulneración de los derechos fundamentales reconocidos en el art. 24
CE.

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Competencia - la competencia funcional para conocer de los recursos extraordinarios por infracción procesal
corresponde a la Sala Primera del TS; pero, excepcionalmente, si contra una misma sentencia se plantearan
simultáneamente los recursos de casación y extraordinario por infracción procesal y si, en ese caso, la competencia
para decidir el primero (el de casación) corresponde a la Sala de lo Civil y Penal del TSJ, será este tribunal quién
también tenga la competencia para resolver el segundo (el extraordinario por infracción procesal). Así pues, tanto si
conoce el TS como si conoce el TSJ, es siempre un mismo tribunal el que resuelve los motivos procesales y los de
fondo.

Resoluciones recurribles - son susceptibles de recurso extraordinario por infracción procesal las mismas resoluciones
que sean recurribles en casación conforme a lo dispuesto en el art. 477 9 LEC. Ahora bien, la DF 16ª 1.2.ª LEC sólo
permite presentar recurso extraordinario por infracción procesal independiente, sin formular simultáneamente recurso
de casación, cuando la recurribilidad de la sentencia se basa en los apartados 1º y 2º del art. 477.2 LEC, es decir,
cuando se trate de pleitos sobre derechos fundamentales sustantivos o cuando la cuantía del litigio sea superior a
600.000€.

Motivos - el recurso extraordinario por infracción procesal he de basarse, exclusivamente, en alguno o algunos de los
motivos previstos en el art. 469.1 LEC:

A. Infracción de las normas sobre jurisdicción y competencia objetiva o funcional. Es posible la denuncia de
la infracción de las normas de jurisdicción, de las de competencia objetiva por razón de la materia o por razón
de la cuantía, y de las de competencia funcional. Pero, además, hay que considerar admisible que se denuncie
también la infracción de normas de competencia territorial cuando se trate de normas imperativas. También
debe considerarse admisible que, con base en este motivo, se denuncie la infracción de normas de
competencia internacional y de sumisión de la cuestión litigiosa a arbitraje.

B. Infracción de las normas procesales reguladoras de la sentencia. Este motivo queda circunscrito a la
infracción de normas procesales reguladoras de la sentencia. No cabe, obviamente, denunciar por esta vía la
infracción de normas sustantivas, lo que desnaturalizaría la naturaleza y función del recurso extraordinario por
infracción procesal. Deben considerarse, a estos efectos, normas reguladoras de la sentencia, entre otras, las
siguientes:

o La que establece el deber de exhaustividad y congruencia de las sentencias.


o Las normas reguladoras de la motivación de la sentencia.
o También las que regulan la votación y fallo de los asuntos.
o También las que regulan su forma y contenido, así como su invariabilidad.
o También las que establecen en qué casos cabe pronunciar condenas con reserva de liquidación y
condenas de futuro.
o Y también las que disciplinan la existencia, el ámbito y los límites de la cosa juzgada material.
o Son igualmente normas reguladoras de la sentencia las que regulan la carga de la prueba.

C. Infracción de las normas legales que rigen los actos y garantías del proceso, cuando la infracción
determinare la nulidad conforme a la ley o hubiere podido producir indefensión. Son denunciables al
amparo de este motivo todas las infracciones procesales que no tengan cabida en los demás motivos del art.
469.1 LEC, siempre que la infracción determine la nulidad o hubiere podido producir indefensión.

D. Vulneración, en el proceso civil, de derechos fundamentales reconocidos en el art. 24 de la Constitución.


Se podrán denunciar al amparo de este motivo las violaciones de aquellos derechos fundamentales
consagrados en el art. 24CE, producidas en el proceso civil.

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Art. 477 LEC: “1.El recurso de casación habrá de fundarse, como motivo único, en la infracción de normas aplicables para resolver las
cuestiones objeto del proceso.
2. Serán recurribles en casación las sentencias dictadas en segunda instancia por las Audiencias Provinciales, en los siguientes casos:
1.º Cuando se dictaran para la tutela judicial civil de derechos fundamentales, excepto los que reconoce el artículo 24 de la Constitución.
2.º Siempre que la cuantía del proceso excediere de 600.000 euros.
3.º Cuando la cuantía del proceso no excediere de 600.000 euros o este se haya tramitado por razón de la materia, siempre que, en ambos
casos, la resolución del recurso presente interés casacional”.
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Presupuesto de admisibilidad del recurso extraordinario por infracción procesal es, según el art. 469.2 LEC, que, de
ser posible, la infracción haya sido denunciada previamente en la primera y/o segunda instancia, y que, en caso de
tratarse de un defecto procesal subsanable, se haya pedido su subsanación en segunda instancia.

Procedimiento del recurso cuando no se formula casación contra la misma sentencia - cuando una sentencia es
recurrida únicamente en infracción procesal, las fases del recurso son muy similares a las del recurso de casación. Se
puede decir que son casi idénticas. La única diferencia relevante es que en el recurso de casación en ningún caso ha
lugar a la proposición y práctica de prueba. La tramitación del recurso tiene las siguientes fases:

A. Interposición y remisión del recurso. La interposición del recurso ante el tribunal que haya dictado la
resolución que se impugna (tribunal a quo), en el plazo de 20 días desde el siguiente al de su notificación (art.
470.1 LEC). En el escrito de interposición, el recurrente deberá consignar y exponer separadamente cada uno
de los motivos de los previstos en el art. 469.1 LEC, y justificar la incidencia que ha tenido en el proceso la
infracción o vulneración invocada por el recurrente. Este podrá solicitar la práctica de prueba imprescindible
para acreditar la infracción o vulneración, así como la celebración de vista.

B. Admisión del recurso. Recibidos los autos en el tribunal ad quem, debe éste decidir sobre la admisión o
inadmisión a trámite del recurso. Para ello, se pasarán las actuaciones al Magistrado ponente, quien se
instruirá de las mismas y someterá a la deliberación de la Sala lo que haya de resolverse al respecto. La
inadmisión del recurso procederá en los siguientes casos:

o Cuando, no obstante haberse tenido por interpuesto el recurso, se apreciara en este trámite la falta de
alguno de los requisitos del mismo.
o Cuando el recurso careciera manifiestamente de fundamento.

Si la Sala entendiese que puede concurrir alguna de las causas de inadmisión, antes de resolver al respecto lo
pondrá de manifiesto a las partes personadas para que, en el plazo de 10 días, formulen las alegaciones que
estimen procedentes. Si, tras ese trámite, la Sala entendiese que concurre alguna causa de inadmisión, la
declarará mediante auto, pasando la resolución recurrida a ser firme. También podrá la Sala declarar la
admisión parcial del recurso, es decir, admitir unos motivos e inadmitir otros. Frente al auto que resuelva
sobre la admisión del recurso no se dará recurso alguno (art. 473.3 LEC).

C. Sustanciación. Admitido total o parcialmente el recurso, la sustanciación del mismo pasa por las siguientes
fases:

o Alegaciones de las demás partes . A las demás partes del proceso se les entregará copia del escrito de
interposición y se les abrirá un plazo de 20 días para que formalicen su escrito de oposición.

o Prueba y vista. La Sala debe decidir si admite la práctica de las pruebas propuestas por las partes y si
debe celebrarse o no una vista. La vista se celebrará si se hubiere admitido la práctica de alguna
prueba o si la Sala, de oficio o a instancia de parte, lo considerare oportuno para la mejor impartición
de la justicia. La vista habrá de celebrarse dentro de los 30 días siguientes al transcurso del plazo para
la presentación de los escritos de las demás partes. La vista comenzará con el informe de la parte
recurrente y después con el de las demás partes. La práctica de las pruebas se regirá por lo dispuesto
para los juicios verbales.

D. Decisión. Dentro de los 20 días siguientes a la celebración de la vista, o al día señalado para la votación y
fallo, la Sala dictará sentencia. Si se desestima el recurso, se devolverán las actuaciones al tribunal a quo.
Además, la sentencia es firme, porque frente a la misma no cabe recurso alguno. Si la sentencia es estimatoria,
sus efectos dependen de cuál sea el motivo estimado:

o Si la sentencia es estimatoria por infracción de normas sobre jurisdicción y competencia, a su vez hay
que distinguir según que la infracción haya consistido en haber actuado con falta de jurisdicción o de
competencia (lo más habitual) o, por el contrario, que haya consistido en haber apreciado
erróneamente esa falta de jurisdicción o de competencia (apreciación que es posible, pero extraña, en
las sentencias). En el primer caso, la Sala declarará la nulidad de todo lo actuado, quedando a salvo el
derecho de las partes a ejercitar las pretensiones ante quien corresponda (art. 476.2, párrafo 2.º LEC).

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En el segundo caso, se ordenará al tribunal de que se trate que retome el procedimiento y vuelva a
fallar el asunto (art. 476.2, párrafo 3.º LEC).

o Si la sentencia es estimatoria con base en el motivo 2º del art 469.1 LEC (infracción de las normas
procesales reguladoras de la sentencia) o en vulneraciones del artículo 24 CE que únicamente
afectaran a la sentencia recurrida, la Sala ad quem dictará una nueva sentencia sobre el fondo del
asunto (no procede, por tanto, la retroacción de actuaciones ni el reenvío al tribunal a quo; DF
16.ª.1.7ª y DF 16.ª.2 LEC), contra la que no cabrá recurso alguno (DF 16.ª.1.8.ª LEC).

o En todos los demás casos, es decir, si la sentencia es estimatoria con base en cualquier otro motivo, la
Sala anulará la resolución recurrida y ordenará que se repongan las actuaciones al estado y momento
en que se hubiere incurrido en la infracción o vulneración (sí hay, pues retroacción de actuaciones y
reenvío al tribunal a quo; art. 476.2, párrafo 4.º LEC, en relación con DF 16.ª.2).

Procedimiento del recurso cuando también se formula casación

A. Interposición y tramitación conjunta. El recurrente deberá interponer en un mismo escrito el recurso


extraordinario por infracción procesal y el recurso de casación. Todos los recursos que se interpongan frente a
una misma sentencia se tramitarán acumuladamente.
B. Examen de la admisibilidad de los recursos. En fase de admisión la Sala deberá examinar, en primer
término, si dicha sentencia sería recurrible en casación.
C. Decisión de los recursos. La Sala resolverá primero el recurso extraordinario por infracción procesal y, si éste
se desestima, entrará a resolver el recurso de casación.

El recurso en interés de la ley - el llamado recurso en interés de la ley es un expediente procesal previsto para que el
Ministerio Fiscal, el Defensor del Pueblo y ciertas personas jurídicas de Derecho público pudieran hacer que la Sala
Primera del TS unificara la doctrina jurisprudencial cuando las salas de lo Civil y Penal de los TSJ mantuvieran
criterios discrepantes sobre la interpretación de normas procesales. Debe tenerse en cuenta que este recurso no está en
vigor. Los arts. 490-493 LEC tienen suspendida su vigencia mientras no se proceda a reformar la LOPJ, en virtud de
lo dispuesto en el aptdo. 2 de la DF 16ª LEC: en el llamado “régimen transitorio” en materia de recursos
extraordinarios es imposible que se pueda presentar ningún recurso en interés de la ley, porque las Salas de lo Civil y
Penal de los TSJ no tienen competencia para conocer del recurso extraordinario por infracción procesal.

El recurso de queja - el recurso de queja es un recurso devolutivo que, como señala el art. 494 LEC, cabe interponer
“contra los autos en que el tribunal que haya dictado la resolución denegare la tramitación de un recurso de
apelación, extraordinario por infracción procesal o de casación”. El procedimiento del recurso de queja (art. 495
LEC) se ha simplificado notoriamente con la reforma introducida por la Ley 37/2011, que ha suprimido la fase de
reposición de este recurso ante el tribunal a quo:

A. El recurso de queja se interpone ante el órgano que debe resolver el recurso devolutivo no admitido, es decir,
ante el tribunal ad quem. La interposición se hará en el plazo de 10 días desde la notificación del auto que
tuvo por no interpuesto el recurso devolutivo. Con el escrito del recurso de queja debe acompañarse copia de
la resolución recurrida.
B. El tribunal resolverá la queja, mediante auto, en 5 días, siempre que fuera interpuesta en plazo. Si estima el
recurso de queja, ordenará al tribunal a quo que continúe con la tramitación del recurso devolutivo. Si lo
desestima, mantendrá la denegación del recurso devolutivo y lo comunicará al tribunal a quo.
C. El auto resolutorio del recurso de queja es irrecurrible.

TEMA 39: LA COSA JUZGADA CIVIL

De la cosa juzgada puede hablarse al menos en dos sentidos. Cosa juzgada es el estado de un asunto, antes litigioso,
cuando ha sido decidido por los órganos jurisdiccionales de forma definitiva e irrevocable. En el segundo sentido,
cosa juzgada es expresión que designa unos determinados efectos de ciertas resoluciones judiciales y, si se quiere
adelantar más, el principal efecto de la principal resolución procesal, que es la sentencia definitiva sobre el objeto de
un proceso.

Cosas juzgada formal y cosa juzgada material


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o LA COSA JUZGADA FORMAL - cuando contra una resolución no se concede recurso alguno o,
concediéndose, no se interpone o no se formaliza en los plazos previstos, la resolución pasa en autoridad de
cosa juzgada. La cosa juzgada formal es la vinculación jurídica que, sobre todo para el órgano jurisdiccional y
también para las partes, produce lo dispuesto en cualquier resolución firme, dentro del mismo proceso en que
se haya dictado dicha resolución. Un aspecto, de carácter negativo, de esa vinculación se identifica con la
firmeza o inimputabilidad y consiste en la imposibilidad de sustituir con otra la resolución pasada en autoridad
de cosa juzgada. Pero hay también un aspecto positivo de esa vinculación, que es el de la efectividad u
obligado respeto del tribunal a lo dispuesto en la resolución con fuerza de cosa juzgada, con la consiguiente
necesidad jurídica de atenerse a lo resuelto y de no decidir ni proveer diversa o contrariamente a ello.

o LA COSA JUZGADA MATERIAL - es un determinado efecto de algunas resoluciones firmes, consistente


en una precisa y determinada fuerza de vincular, en otros procesos, a cualesquiera órganos jurisdiccionales,
respecto del contenido de esas resoluciones. La cosa juzgada material subviene a la seguridad y a la paz
jurídicas. Porque a esas necesidades sirve una vinculación que impide: 1º) que una discusión jurídica se
prolongue indefinidamente; 2º) que vuelva a entablarse un proceso acerca de un asunto ya definido
firmemente por la Jurisdicción; y 3º) que se produzcan resoluciones y sentencias contradictorias o que se
reiteren, injusta e irracionalmente, sentencias con el mismo contenido.

Función negativa y función positiva de la cosa juzgada - la vinculación que entraña la cosa juzgada material se
proyecta de dos formas distintas. La primera y más elemental, cuando se promueve un proceso con el mismo objeto ya
decidido mediante resolución o sentencia firme en un proceso anterior. En este caso, la vinculación de la cosa juzgada
consiste en obligar al juzgador del segundo proceso a ponerle fin, a la mayor brevedad posible, porque, como es
patente, el segundo proceso es, más que inútil, perjudicial. Y si el proceso no se puede yugular, al menos se ha de
excluir una nueva sentencia sobre ese mismo objeto.

Si se incoa un segundo proceso con idéntico objeto que otro anterior, es claro que, cuanto antes, debe eliminarse ese
segundo litigio o, cuando menos, evitarse una nueva sentencia sobre aquel objeto. Pero si el segundo proceso no es
reproducción del primero, pues sus objetos esenciales son distintos, el tribunal de ese proceso posterior, en el caso de
que formen parte del asunto que ha de resolver elementos ya discernidos o decididos en sentencia firme anterior
recaída respecto de los mismos sujetos, deberá atenerse al contenido de dicha sentencia, sin contradecir lo dispuesto
en ella, sino tomándola, por el contrario, como indiscutible punto de partida. Ésta es la llamada función positiva o
prejudicial de la cosa juzgada. La LEC afirma esta función positiva de la cosa juzgada en el aptdo. 4 del art. 222: “ lo
resuelto con fuerza de cosa juzgada en la sentencia firme que haya puesto fin a un proceso vinculará al tribunal de un
proceso posterior cuando en éste aparezca como antecedente lógico de lo que sea su objeto, siempre que los
litigantes de ambos procesos sean los mismos o la cosa juzgada se extienda a ellos por disposición legal”.

Teorías sobre la cosa juzgada material

o La teoría jurídico-material de la cosa juzgada viene a consistir en entender que el viejo aforismo “la cosa
juzgada hace el derecho entre las partes”, expresa que la realidad jurídica es configurada, reformada o creada
en virtud de la sentencia con fuerza de cosa juzgada material. La sentencia sería más que una lex specialis,
puesto que crearía, en sentido estricto, el Derecho del caso concreto o la configuración jurídica real del
concreto trozo de historia contemplado en aquélla.

o Según la teoría jurídico-procesal de la cosa juzgada, la sentencia firme sobre el fondo no afecta, de ordinario,
a la realidad jurídica y la cosa juzgada consiste sólo en una determinada eficacia procesal: la vinculación de
los tribunales que, posteriormente, hubieran de emitir un juicio sobre la materia objeto de la sentencia de un
proceso anterior.

Ámbito de la cosa juzgada material - no hay cosa juzgada (material) a consecuencia de cualquier enjuiciamiento de
cualquier resolución, y tampoco todo enjuiciamiento es cosa susceptible de ser cosa juzgada.

A. Resoluciones que pueden producir fuerza de cosa juzgada material y materias cuyo enjuiciamiento
puede alcanzar esa fuerza.

Producen cosa juzgada material las resoluciones firmes sobre el fondo, es decir, las resoluciones judiciales
irrecurribles para todas las partes en las que se contiene la solución de una determinada controversia jurídico-
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sustantiva. Tiene efectos de cosa juzgada material tanto la sentencia firme que acoge la renuncia del actor como la
sentencia firme que acepta el allanamiento del demandado. También debe predicarse el efecto de cosa juzgada
material del auto firme que ordena la terminación anticipada del proceso por desaparición sobrevenida del interés.

Ha sido doctrina común la de que constituyen excepción, en cuanto a producir cosa juzgada material, las sentencias
firmes sobre el fondo que recaen en los procesos llamados sumarios. En sentido técnico-jurídico, se entienden por
sumarios, no los procesos que está previsto que se desenvuelvan más rápidamente que los ordinarios, sino aquellos en
que 1º) están legalmente limitados los posibles contenidos relevantes de los actos de alegación o los medios de prueba
(o ambos elementos) de que disponen las partes, y 2º) la tutela jurisdiccional que se proporciona está sujeta a los
resultados de una eventual apertura posterior de procesos plenarios, de modo que la sentencia puede ser distinta y aun
opuesta a la recaída anteriormente. Por eso, se niega a tal tipo de sentencia fuerza de cosa juzgada material.

Otra importante cuestión, acerca de las resoluciones con fuerza de cosa juzgada material, es la de si dicha fuerza ha de
atribuirse a las resoluciones firmes sobre cuestiones procesales, es decir: 1) las que ponen fin al proceso sin
pronunciamiento sobre el fondo por falta de alguno de los llamados “presupuestos procesales”; 2) las que finalizan el
proceso sin juzgar su objeto por la existencia de óbices procesales; y 3) otras resoluciones que deciden cuestiones de
contenido procesal y no finalizan el proceso. La respuesta a dicha cuestión debe ser negativa, porque la funcionalidad
de la cosa juzgada material muestra que, por decirlo así, la “cosa” de la que se predica o no el calificativo de
“juzgada”, es el tema de fondo, el objeto del proceso; y, en esta línea, el art. 222 10 LEC liga la cosa juzgada material
únicamente a las resoluciones sobre el fondo.

B. Límites de la cosa juzgada civil.

1) Límites subjetivos o personales de la cosa juzgada - como norma general, la cosa juzgada despliega
su eficacia sólo entre quienes hayan sido partes del proceso en que se produce la correspondiente
sentencia; y, consecuentemente, la vinculación negativa o positiva sólo opera si las partes de los
distintos procesos son las mismas. No obstante, el Derecho positivo establece casos excepcionales en
que la cosa juzgada alcanza a sujetos jurídicos distintos de los que litigaron en el proceso en que se
produjo la resolución con aquella fuerza. La excepcionalidad viene dada por la naturaleza específica
de lo que fue objeto de la sentencia y por las relaciones entre ciertos sujetos. Y en ciertos casos, la ley
tiene que optar entre una especial necesidad de seguridad jurídica y el más escrupuloso respeto al
derecho de audiencia o de defensa. A los límites subjetivos de la cosa juzgada alude el art. 222 LEC.

2) Límites objetivos de la cosa juzgada - una vez establecido que la virtualidad jurídica de la cosa
juzgada concierne a ciertos sujetos de derechos, hemos de determinar qué es lo que ha de considerarse
juzgado respecto de esos sujetos.

 Cosa juzgada, acciones afirmadas y fundamentos de la sentencia - el ámbito objetivo de la


cosa juzgada comprende las distintas acciones afirmadas por el actor, expresadas en las
distintas pretensiones, con los elementos que las delimitan: además de los sujetos, el petitum
y la causa de pedir. Y, en este sentido, el art. 222.2 LEC dispone que “la cosa juzgada
alcanza a las pretensiones de la demanda y de la reconvención”.

Hay cosa juzgada sobre los fundamentos jurídicos del fallo o parte dispositiva de una
sentencia. Es de necesidad que haya cosa juzgada material sobre un derecho subjetivo o una
relación o una situación jurídica si se ha efectuado un pronunciamiento, un juicio y una
10
Art. 222 LEC: “1. La cosa juzgada de las sentencias firmes, sean estimatorias o desestimatorias, excluirá, conforme a la ley, un ulterior
proceso cuyo objeto sea idéntico al del proceso en que aquélla se produjo.
2. La cosa juzgada alcanza a las pretensiones de la demanda y de la reconvención, así como a los puntos a que se refieren los apartados 1 y 2
del artículo 408 de esta Ley.
Se considerarán hechos nuevos y distintos, en relación con el fundamento de las referidas pretensiones, los posteriores a la completa preclusión
de los actos de alegación en el proceso en que aquéllas se formularen.
3. La cosa juzgada afectará a las partes del proceso en que se dicte y a sus herederos y causahabientes, así como a los sujetos, no litigantes,
titulares de los derechos que fundamenten la legitimación de las partes conforme a lo previsto en el artículo 11 de esta Ley.
En las sentencias sobre estado civil, matrimonio, filiación, paternidad, maternidad e incapacitación y reintegración de la capacidad la cosa
juzgada tendrá efectos frente a todos a partir de su inscripción o anotación en el Registro Civil.
Las sentencias que se dicten sobre impugnación de acuerdos societarios afectarán a todos los socios, aunque no hubieren litigado.
4. Lo resuelto con fuerza de cosa juzgada en la sentencia firme que haya puesto fin a un proceso vinculará al tribunal de un proceso posterior
cuando en éste aparezca como antecedente lógico de lo que sea su objeto, siempre que los litigantes de ambos procesos sean los mismos o la
cosa juzgada se extienda a ellos por disposición legal”.
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decisión sobre ese derecho subjetivo o esa relación o situación jurídica en el sentido de
reconocerlos como existentes y válidos. Cabe sostener en cambio, la ausencia de cosa juzgada
para los fundamentos de las decisiones sobre cuestiones prejudiciales heterogéneas. Porque,
sin lugar a duda, sobre ellas se juzga excepcionalmente y con una eficacia limitada al proceso
de que se trate.

 Cosa juzgada y excepciones: compensación, nulidad del negocio y otras excepciones - es


necesario distinguir entre defensas y excepciones procesales y defensas y excepciones
jurídico-mariales o de fondo. Lo que se decide respecto de las primeras puede estimarse
excluido de la cosa juzgada por la misma razón excluyente de las resoluciones o sentencias
que terminan el proceso sin entrar sobre el fondo. En cuanto a las defensas y excepciones
materiales o de fondo, cabe aducir que las pretensiones del demandado son, con gran
frecuencia, pura y meramente defensivas, es decir, contrapretensiones sin entidad propia
semejante a las del actor, pues no persiguen obtener una tutela judicial concreta como la que
pretende el actor, sino sólo que a éste se le niegue la tutela que pide. Pero, siendo esto muy
cierto, no justifica privar de fuerza de cosa juzgada al pronunciamiento jurisdiccional sobre
las excepciones, ya sea positivo y genere una sentencia absolutoria, o no.

3) Los denominados “límites temporales” de la cosa juzgada

 Cosa juzgada y situaciones nuevas - es posible que nuevos hechos determinen una situación
diferente de la que originó el primer proceso y sobre la que recayó la sentencia con fuerza de
cosa juzgada. Si la situación cambia y se plantea hacer de ella la “cosa de que se trata” en un
nuevo proceso, parece del todo razonable, sí, que en un segundo proceso no surta efectos
excluyentes de cosa juzgada la sentencia del proceso anterior. Pero esa ausencia de cosa
juzgada no se deberá al paso del tiempo o a que, como consecuencia de los cambios de la
situación, la cosa juzgada de la sentencia sobre el fondo del primer proceso haya rebasado
unos límites temporales, sino a que el objeto del segundo proceso es distinto del objeto del
primero proceso.

 Cosa juzgada y preclusión de las alegaciones de hechos y de elementos jurídicos - los


elementos fácticos y jurídicos que pudieron alegarse en un primer proceso no deben ser
jurídicamente relevantes, como hechos nuevos, en un proceso ulterior y, por tanto, deben
quedar comprendidos bajo la cosa juzgada, aunque de facto no fueran juzgados. La cosa
juzgada se proyecta, así, hasta un momento concreto: aquél momento procesal hasta el cual se
pudieron hacer valer cualesquiera elementos fácticos o jurídicos relativos a la situación objeto
del proceso.

Congruentemente, es necesario establecer la completa preclusión de la alegación de hechos o


títulos jurídicos que no sean posteriores al referido momento. Y también resulta necesaria la
coincidencia del momento a partir del cual los ingredientes nuevos son relevantes para
configurar una res distinta de la res iudicata y el momento hasta el cual todos los ingredientes
fácticos y jurídicos utilizables se entenderán cubiertos por la cosa juzgada, aunque no se
hayan utilizado. Todo eso se logra en la LEC mediante sus arts. 222.2, pfo. segundo y 400,
aptdo. 2: de un lado, “se considerarán hechos nuevos y distintos, en relación con el
fundamento de las referidas pretensiones, los posteriores a la completa preclusión de los
actos de alegación en el proceso en que aquéllas se formularen”; y de otro, “a efectos de
litispendencia y de cosa juzgada, los hechos y los fundamentos jurídicos aducidos en un
litigio se considerarán los mismos que los alegados en otro juicio anterior si hubiesen podido
alegar en éste”.

Cosa juzgada y objetos procesales: identidad y conexión de los objetos de procesos distintos

La total identidad de objeto, que permite desencadenar la función negativa o excluyente de la cosa juzgada requiere
identidad de sujetos, de petitum y de causa petendi. Así, pues, podrá o deberá operar la función negativa de la cosa
juzgada material si los sujetos son jurídicamente los mismos, si el petitum es el mismo y recae sobre el mismo bien de
la vida y si la causa petendi del objeto del segundo proceso coincide con la que cubre la sentencia firme del primer
proceso. Utilizando los conceptos de objeto actual y objeto virtual del proceso, cabría precisar que, a los efectos de la
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función negativa de la cosa juzgada material, existirá la identidad de objetos exigida por el art. 222.1 LEC cuando el
objeto actual del segundo proceso esté comprendido en su totalidad en el objeto actual o en el objeto virtual del primer
proceso.

Tratamiento procesal de la cosa juzgada

A. Tratamiento procesal de la cosa juzgada formal - las infracciones de la cosa juzgada formal pueden ser
objeto del recurso que corresponda a la clase de resolución que, a juicio del litigante infrinja la cosa juzgada
formal. Obviamente, toda infracción de la cosa juzgada material constituye, a la vez, infracción de la cosa
juzgada formal.

B. Tratamiento procesal de la función negativa de la cosa juzgada material - a propósito de non bis in idem
o función negativa, algunos autores afirman que la demanda, en el caso de que configure un objeto procesal
idéntico al ámbito de la cosa juzgada de un proceso anterior, habría de declararse inadmisible, pues debiera
reconocerse que la cosa juzgada material constituye un óbice procesal. La presencia de este óbice, una vez
reconocida, tendría que conducir, ex officio, a la más pronta terminación del proceso o, cuando menos, al
rechazo de la sentencia sobre el fondo (mediante sentencia o resolución absolutoria de la instancia) más que a
una sentencia desestimatoria de la demanda (o de la reconvención). Para el juicio ordinario, la LEC contiene
el siguiente régimen de tratamiento procesal de la cosa juzgada, en su función negativa:

 No procede la inadmisión de la demanda a causa de apreciar ex officio cosa juzgada en su


función negativa.
 Demandado puede alegar como excepción procesal, en la contestación a la demanda, la
función negativa de cosa juzgada. En esos casos, quien alegue la cosa juzgada habrá de
aportar la sentencia en que funde tal alegación, como documento público relativo al fondo del
asunto.
 Aunque la excepción de cosa juzgada no llegara a plantearse, el tribunal podrá apreciar de
oficio el non bis in idem en la audiencia previa al juicio, pues el art 421.1 LEC no condiciona
las decisiones del tribunal a alegaciones previas del demandado, sino que se refiere
directamente al tribunal.
 Si se hubiese opuesto cosa juzgada en la contestación a la demanda o si el tribunal, de oficio,
aprecia la existencia de resolución firme sobre objeto idéntico, la audiencia previa al juicio es
el momento procesal oportuno para resolver sobre tal cuestión, antes de proceder en razón de
otras finalidades de dicho acto. Si el tribunal aprecia la existencia de cosa juzgada, podrá dar
por finalizada la audiencia y dictar, en el plazo de los 5 días siguientes, auto de
sobreseimiento. Pero, “cuando la dificultad o complejidad de las cuestiones suscitadas sobre
litispendencia o cosa juzgada lo aconsejen, podrá también resolver sobre dichas cuestiones
mediante auto, dentro de los 5 días siguientes a la audiencia, que proseguirá en todo caso
para sus restantes finalidades. Si fuese necesario resolver sobre alguna cuestión de hecho,
las actuaciones oportunas, que ordenará el tribunal, se practicarán dentro del plazo
antedicho” (aptdo. 3 art. 421 LEC).

Si el tribunal considera inexistente la cosa juzgada, lo declarará así, motivadamente, en el acto


y decidirá que la audiencia prosiga para sus restantes finalidades. El auto de sobreseimiento es
susceptible de recurso de apelación, porque se trata de un auto definitivo. El tratamiento
procesal de la cosa juzgada en su función negativa se completa con la posibilidad de que la
infracción de las normas correspondientes se alegue como fundamento de una apelación,
generadora de la segunda instancia, en caso de que la cosa juzgada se considere
indebidamente rechazada y la primera instancia llegue a su término ordinario por sentencia
sobre el fondo.

C. Tratamiento procesal de la función positiva de la cosa juzgada material - en cuanto a la función o eficacia
positiva o prejudicial de la cosa juzgada, ha de hacerse valer en los respectivos escritos de alegaciones. A
estos escritos, habrá de acompañarse la sentencia en que se funde la pretendida eficacia prejudicial, con
arreglo a las precitadas normas relativas a los documentos en que se fundan las pretensiones. Cuando se
estime existente la cosa juzgada en ese sentido prejudicial, será la sentencia sobre el fondo el acto
jurisdiccional en que se manifieste. Finalmente, en el recurso de apelación y en el recurso extraordinario por
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infracción procesal, cabe alegar la infracción de las normas sobre la función positiva de la cosa juzgada, en
cuanto normas reguladoras de la sentencia.

La cosa juzgada y las resoluciones de los Letrados de la Administración de Justicia - sentado que las resoluciones
de los Letrados A. de J. son administrativas y no jurisdiccionales, nuestra tradición jurídica nunca ha predicado de las
resoluciones administrativas un efecto de “cosa juzgada”. Reservamos la noción de cosa juzgada para las resoluciones
judiciales.

TEMA 40: MEDIOS DE RESCISIÓN Y NULIDAD DE SENTENCIAS FIRMES. EL RECURSO DE


AMPARO CONSTITUCIONAL

Cuatro son las instituciones que en nuestro ordenamiento procesal permiten atacar resoluciones firmes: la revisión, la
audiencia al rebelde, el llamado incidente de nulidad de actuaciones y el recurso de amparo constitucional. Los cuatro
expedientes, aunque obviamente cuentan con sus respectivos ámbitos de actuación y con unos requisitos procesales
propios, tienen en común su carácter excepcional, siendo el recurso de amparo ante el TC un último remedio
absolutamente subsidiario y extraordinario.

La revisión

Concepto y naturaleza - la revisión es un medio extraordinario de rescisión de sentencias firmes. Se basa en motivos
tasados a través de los cuales el justiciable pone de manifiesto un hecho desconocido durante la sustanciación del
proceso que demuestra que la sentencia fue dictada injustamente. La revisión es un proceso autónomo y distinto de
aquél en que se dictó la sentencia cuya rescisión se pide. La acción que se afirma en la revisión es una acción de
impugnación autónoma. La revisión no es, por tanto, un recurso frente a la sentencia firme. Téngase en cuenta que los
motivos de revisión pretenden atajar la injusticia grave de la sentencia, pero sólo en lo que respecta a la injusticia
procesal, no en cuanto al fondo. La sentencia fue ganada “injustamente”, aunque su contenido no fuera en sí mismo
erróneo. De ahí que la estimación de un expediente de revisión sea sólo rescindente, sin que se decida de nuevo sobre
el pleito anulado; es decir, las partes podrán, si lo consideran oportuno, iniciar un nuevo proceso.

Ámbito de aplicación - la LEC habla siempre de revisión de sentencias firmes. De ello hay que deducir lo siguiente:
a) la sentencia firme puede haber sido dictada por cualquier órgano judicial civil; b) debe entenderse que la sentencia
ha de haberse dictado en un proceso plenario, porque las sentencias dictadas en procesos sumarios no tienen fuerza de
cosa juzgada y no impiden la incoación de un ulterior proceso plenario; c) cabría plantearse si, aunque la LEC habla
de sentencias firmes, es posible instar la revisión de autos firmes; pero dado que los autos no resuelven el fondo del
litigio, no parece probable que el motivo de revisión pueda concurrir respecto de un proceso terminado por resolución
en forma de auto.

Motivos de revisión - dice el art. 510 LEC que habrá lugar a la revisión de una sentencia firme en los siguientes
casos:

a) Si después de pronunciada, se recobraren u obtuvieren documentos decisivos, de los que no se hubiere podido
disponer por fuerza mayor o por obra de la parte en cuyo favor se hubiere dictado. Ha de tratarse de
documentos que ya existieran durante la pendencia del proceso anterior; ha de tratarse de documentos cuya
existencia se conocía; al demandante de revisión le incumbe la carga de probar que la falta de aportación del
documento en el proceso anterior se debió a fuerza mayor o fue imputable a la parte que ganó la sentencia; el
documento ha de ser decisivo.

b) Si hubiere recaído en virtud de documentos que al tiempo de dictarse ignoraba una de las partes haber sido
declarados falsos en un proceso penal, o cuya falsedad se declarare después penalmente. Ha de tratarse de un
documento decisivo.

c) Si hubiere recaído en virtud de prueba testifical o pericial, y los testigos o peritos hubieren sido condenados
por falso testimonio dado en las declaraciones que sirvieron de fundamento a la sentencia . Al igual que en el
caso anterior, es necesaria una sentencia penal condenatoria y, además, el testimonio o el dictamen pericial
debieron ser relevantes en el fallo.

d) Si se hubiere ganado injustamente en virtud de cohecho, violencia o maquinación fraudulenta .


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o Cohecho. Como en los demás casos en que la revisión se basa en la existencia de un delito, éste debe
haber sido declarado por sentencia.
o Violencia. Es indiferente quién ha sufrido y a qué tipo de delito dio lugar, siempre que tuviera
influencia en el pleito.
o Maquinación fraudulenta. Es, con mucho, la causa más frecuentemente invocada. Constituye
maquinación fraudulenta cualquier conducta dolosa o gravemente negligente de una de las partes que
impide o dificulta gravemente la conducta del adversario y que tuvo influencia en el sentido del fallo
de la sentencia cuya rescisión se solicita.

Se podrá interponer recurso de revisión contra una resolución judicial firme cuando el Tribunal Europeo de Derechos
Humanos haya declarado que dicha resolución ha sido dictada en violación de alguno de los derechos reconocidos en
el Convenio Europeo para la Protección de los Derechos Humanos y Libertades Fundamentales y sus Protocolos,
siempre que la violación, por su naturaleza y gravedad, entrañe efectos que persistan y no puedan cesar de ningún otro
modo que no sea mediante esta revisión, sin que la misma pueda perjudicar los derechos adquiridos de buena fe por
terceras personas.

Competencia - la revisión de sentencias firmes se solicitará a la Sala de lo Civil del TS o a las Salas de lo Civil y
Penal de los TSJ, conforme a lo dispuesto en la LOPJ. El art. 73.1 b) LOPJ prevé que las Salas de lo Civil y Penal de
los TSJ pueden conocer de la revisión contra sentencias dictadas por órganos jurisdiccionales del orden civil con sede
en la Comunidad autónoma, en materia de derecho civil foral o especial propio, si el Estatuto de Autonomía ha
previsto esta atribución.

Partes - de los arts. 511 y 514 LEC se deduce que son partes en el proceso de revisión quienes lo hubiesen sido en el
proceso en que se dictó la sentencia firma (o sus causahabientes). Serán, además, partes en el proceso de revisión
todos los demás sujetos que lo hubieran sido en el proceso anterior, a quienes se les emplazará para comparecer.
Finalmente, en el proceso de revisión interviene el Ministerio Fiscal, aunque no como parte, sino como informante.

Plazos - tradicionalmente han existido dos tipos de plazos para la presentación de la demanda de revisión, aplicables a
los cuatro supuestos del art. 510.1 LEC: uno absoluto y otro relativo. Así, en primer lugar, la acción de revisión está
sometida a un plazo absoluto de caducidad de 5 años a computar desde la fecha de la publicación de la sentencia que
se pretende impugnar. Si se presenta una demanda de revisión pasado ese plazo, debe ser inadmitida a trámite. En
segundo lugar, está sometida a un plazo relativo -también de caducidad- de 3 meses, que se computa “ desde el día en
que se descubrieren los documentos decisivos, el cohecho, la violencia o el fraude, o en que se hubiere reconocido o
declarado la falsedad” (art. 512.2 LEC). En este caso, la parte debe acreditar el diez quo. Sin embargo, cuando la
revisión se deba a una sentencia del TEDH, el plazo de solicitud es independiente y distinto de los mencionados
anteriormente: se formulará en el plazo de 1 año desde que adquiere firmeza la sentencia del TEDH.

Depósito - según el art. 513 LEC; para poder interponer demanda de revisión será indispensable que a ella se
acompañe el documento justificativo de haberse depositado en el establecimiento destinado al efecto la cantidad de
300€.

Procedimiento - el proceso se inicia mediante una demanda a la que se acompañarán los documentos procesales y de
fondo pertinentes y, en particular, el documento acreditativo de haber realizado el depósito, así como los documentos
que prueben la concurrencia del motivo. Examinada la presencia de los presupuestos de admisibilidad, el Letrado AJ
dicta decreto de admisión de la demanda y solicita que se le remitan todas las actuaciones del pleito cuya sentencia se
impugne. A la vista de los autos, el Letrado emplaza a cuantos hubieran litigado en el proceso, o a sus causahabientes,
para que en el plazo de 20 días contesten a la demanda de revisión, en los términos que consideren oportunos. A
continuación, dispone la LEC que se sigan los trámites del juicio verbal, es decir, se citará a las partes a una vista en la
que podrán alegar y probar lo que a su derecho convenga. Dispone también la LEC que el Ministerio Fiscal debe
informar sobre la revisión antes de que se dicte sentencia. Lo lógico es que ese informe se haga en el acto de la vista.
Finalmente, la interposición de una demanda de revisión no suspende automáticamente la ejecución de la sentencia
firme.

Efectos - si la demanda de revisión se desestima, la sentencia firme queda invariada y el demandante será condenado
en costas y perderá el depósito. Si la demanda de revisión se estima, la sentencia que recaiga en el proceso de revisión
lo declarará así, rescindirá la sentencia impugnada, mandará expedir certificación del fallo y la devolución del
depósito al demandante y se remitirán los autos al tribunal del que proceden para que las partes usen su derecho, según
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les convenga, en el juicio correspondiente. Contra la sentencia que dicte el tribunal de revisión no cabe recurso
alguno.

La audiencia al rebelde

La audiencia al rebelde es un expediente procesal de carácter excepcional que la ley pone en manos de aquella persona
que ha sido condenada en un proceso en el que permaneció en rebeldía por causas ajenas a su voluntad, para que, si se
cumplen ciertos requisitos, se rescinda la sentencia firme dictada y pueda ser oída. Como se recordará, la rebeldía
deriva del hecho objetivo de la incomparecencia del demandado. Pero la rebeldía puede ser voluntaria o involuntaria.
La rebeldía involuntaria puede obedecer: a) bien a que, aunque el demandado tuvo conocimiento de la demanda
presentada frente a él, hubo alguna causa que le impidió comparecer en el proceso; b) o bien a que desconoció la
pendencia del proceso, ya fuera porque el emplazamiento o citación se realizó en la forma legal, pero a través de una
tercera persona que no cumplió con su deber de hacérselo llegar, o ya fuera porque el emplazamiento o citación se
hizo por edictos. Pues bien, en este caso nos encontramos ante la siguiente situación: el proceso civil se ha sustanciado
respetando todas las normas legales y, sin embargo, el demandado no ha tenido realmente la oportunidad de
defenderse. El demandado ha quedado indefenso por causas que no le son imputables. El principio de audiencia, que
forma parte de la prohibición constitucional de indefensión, exige que al demandado se le dé la oportunidad de
defenderse que no tuvo, incluso aunque tal situación, que no le es imputable, tampoco sea imputable al demandante ni
al tribunal.

Para permitir la defensa del rebelde involuntario, la LEC dispone ciertas prevenciones. Así se intenta notificarle
personalmente la resolución que declara la rebeldía; si hubiera sido emplazado o citado por edictos por desconocerse
su domicilio, se le notificará la pendencia del proceso tan pronto como se tenga noticia de su paradero; se le permite
comparecer en cualquier momento de la sustanciación del pleito, aunque no se retrotraen las actuaciones; se le permite
proponer prueba en segunda instancia.

Presupuesto de la audiencia al rebelde es que este haya permanecido constantemente en rebeldía. Los casos en que
procede la audiencia al rebelde son los siguientes (art. 501 LEC):

o Fuerza mayor ininterrumpida, que impidió al rebelde comparecer en todo momento, aunque haya tenido
conocimiento del pleito por haber sido citado o emplazado en forma.
o Desconocimiento de la demanda y del pleito, cuando la citación o el emplazamiento se hubieren practicado
por cédula, a tenor del art. 161 LEC, pero ésta no hubiese llegado a poder del demandado rebelde por causa
que no le sea imputable.
o Desconocimiento de la demanda y del pleito, cuando el demandado rebelde haya sido citado o emplazado por
edictos y haya estado ausente del lugar en que haya seguido el proceso y de cualquier otro lugar del Estado o
de la Comunidad Autónoma en cuyos Boletines Oficiales se hubiesen publicado aquéllos.

La audiencia al rebelde está sometida a diversos plazos (art. 502 LEC):

o 20 días, a partir de la notificación de la sentencia firme, si dicha notificación se hubiese practicado


personalmente.
o 4 meses, a partir de la publicación del edicto de notificación de la sentencia firme (o, en su caso, a partir de la
notificación “por cédula” entregada a tercera persona), si ésta no se notificó personalmente.
o En todo caso, se establece un plazo absoluto de 16 meses desde la notificación -personal, “por cédula”
entregada a tercero o edictal- de la sentencia firme, transcurrido el cual no cabe en ningún caso solicitar la
audiencia.

La competencia para conocer de la audiencia al rebelde corresponde al tribunal que hubiese dictado la sentencia que
devino firme (art. 501 LEC). La audiencia al rebelde procede para pedir la rescisión de cualquier sentencia firme,
excepto las que, por disposición legal, carezcan de efectos de cosa juzgada (art. 503 LEC), es decir, las dictadas en
procesos sumarios.

Procedimiento, decisión y efectos - respecto de cómo se tramita la audiencia al rebelde, el art. 504.2 LEC se limita a
decir que se sustanciará por los trámites del juicio ordinario. De manera similar a lo previsto para la revisión, dispone
el art. 504.1 LEC que la interposición de la demanda de rescisión de una sentencia firme dictada en rebeldía no
suspende automáticamente la ejecución de la misma. Tras la sustanciación de los trámites del juicio ordinario, el
tribunal debe dictar sentencia, estimando o desestimando la acción de rescisión. Dicha sentencia no es susceptible de
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recurso alguno. Si la solicitud de audiencia y consiguiente rescisión de la sentencia firme se desestima, ésta quedará
invariada y el solicitante de la audiencia será condenado en costas. Si la sentencia es estimatoria, su contenido y
efectos serán los siguientes: a) se rescinde la sentencia firme. b) No se impondrán las costas a ninguno de los
litigantes, salvo que el tribunal aprecie temeridad en alguno de ellos. c) Se remitirá certificación de la sentencia
estimatoria al tribunal que hubiese conocido del proceso en primera instancia. d) El demandado rebelde podrá solicitar
y el tribunal deberá acordar la suspensión de la ejecución, si la misma no estuviese ya suspendida. Con esta sentencia
estimatoria termina la primera fase del procedimiento de la audiencia al rebelde: el denominado juicio rescindente. A
partir de aquí el procedimiento continúa con una segunda fase ante el tribunal que hubiera conocido del proceso en
primera instancia. En la primera fase se decide si hay que oír o no al demandado rebelde; en la segunda fase, si se
produce, se le oye. Esta segunda fase, según los arts. 507 y 508 LEC, se desarrolla en los siguientes términos:

o Se entregarán los autos por 10 días al demandado para que pueda exponer y pedir lo que a su derecho
convenga, en la forma prevista para la contestación a la demanda.
o De lo que expusiere se conferirá traslado por otros 10 días a la parte contraria, entregándole las copias de los
escritos y documentos.
o En adelante, se seguirán los trámites del juicio declarativo que corresponda, hasta dictar la sentencia que
proceda, contra la que podrán interponerse los recursos previstos en la LEC.
o Si el demandado no formulase alegaciones y peticiones en el trámite previsto, se entenderá que renuncia a ser
oído y se dictará nueva sentencia en los mismos términos que la rescindida, frente a la que no se dará recurso
alguno.

El “incidente” de nulidad de actuaciones

El denominado incidente de nulidad de actuaciones es un medio extraordinario de anulación de sentencias firmes o de


otras resoluciones firmes que pusieron fin a un proceso en que se cometieron ciertas vulneraciones de derechos
fundamentales que el justiciable perjudicado por ellas no pudo denunciar en el proceso en que se produjeron. La
finalidad que este medio extraordinario de impugnación de la cosa juzgada persigue en la actualidad es que, en
aquellos casos en que en un proceso se producen vulneraciones de derechos fundamentales consagrados en la CE y las
mismas no han podido ser denunciadas, por no haber oportunidad procesal para ello, se abra la posibilidad al
justiciable de corregir esas vulneraciones mediante un incidente (llamado de “nulidad de actuaciones”) para evitar, en
la medida de lo posible, un recurso de amparo ante el TC. El incidente de nulidad se puede utilizar frente a cualquier
vulneración de un derecho fundamental de los referidos en el art. 53.2 de la Constitución.

Son parte en el incidente, quienes sean parte legítima o hubieran debido serlo del proceso en que recayó la resolución
firme. Tribunal competente para conocer de este incidente es el que dictó la resolución que adquirió firmeza, incluso
aunque no fuera el que cometiera el defecto de forma causante de indefensión. Y, respecto del plazo, debemos tener en
cuenta que, el plazo relativo para promover este excepcional incidente es de 20 días desde la notificación de la
sentencia o resolución que adquirió firmeza, o desde que se tuvo conocimiento del defecto causante de la indefensión.
No obstante, existe también un plazo absoluto de 5 años, transcurrido el cual en ningún caso podrá instarse la nulidad
de actuaciones.

Procedimiento - el incidente se promueve mediante un escrito (que deberá cumplir los requisitos de una demanda). El
tribunal deberá inadmitirlo a trámite, mediante providencia sucintamente motivada, si se pretenden suscitar otras
cuestiones distintas de las propias de este incidente. Frente a esta providencia no cabrá recurso alguno. La admisión a
trámite no trae consigo automáticamente la suspensión de la ejecución o eficacia de la sentencia o resolución firme,
pero se puede solicitar y acordar dicha suspensión si, de lo contrario, el incidente pudiera perder su finalidad.
Admitido a trámite el escrito (y los documentos que con él se acompañen), por el Secretario judicial se da traslado a
las demás partes del proceso, para que en un plazo común de 5 días puedan hacer por escrito alegaciones sobre la
concurrencia o no del motivo de nulidad, y aportar los documentos que estimen pertinentes.

Decisión - especifica el art. 242.2 LOPJ (al igual que el art. 228 LEC) que si se estima la nulidad, se repondrán las
actuaciones al estado inmediatamente anterior al defecto que la haya originado y se seguirá el procedimiento
legalmente establecido. Si se desestimara la solicitud de nulidad, se condenará, por medio de auto, al solicitante en
todas las costas del incidente y, en caso de que el tribunal aprecie temeridad, impondrá además una multa de 90 a
600€. Contra la resolución del incidente no cabrá recurso alguno.

El recurso de amparo ante el Tribunal Constitucional

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Los derechos y libertades reconocidos en los artículos 14 a 29 de la CE serán susceptibles de amparo constitucional,
en los casos y formas que la propia LOTC establece, y sin perjuicio de su tutela general encomendada a los Tribunales
de Justicia. En concreto, el llamado recurso de amparo constitucional protege frente a las violaciones de los derechos
fundamentales y libertades públicas que tengan su origen en disposiciones, actos jurídicos, omisiones o simple vía de
hecho de los poderes públicos del Estado, las Comunidades Autónomas y demás entes públicos de carácter territorial,
corporativo o institucional, así como de sus funcionarios o agentes. Y es indudable que, entre los poderes públicos
cuyos actos pueden lesionar derechos fundamentales, se encuentran los órganos jurisdiccionales.

El plazo para interponer el recurso de amparo será de 30 días a partir de la notificación de la resolución recaída en el
proceso judicial (art. 44.2 LOTC). El recurso de amparo constitucional se iniciará mediante demanda en la que se
expondrán con claridad y concisión los hechos que la fundamenten, se citarán los preceptos constitucionales que se
estimen infringidos y se fijará con precisión el amparo que se solicita para preservar o restablecer el derecho o libertad
que se considere vulnerado. En todo caso, la demanda justificará la especial trascendencia constitucional del recurso.
El recurso de amparo debe ser objeto de una decisión de admisión a trámite, que corresponderá a una Sección del TC
compuesta por 3 Magistrados. Para que proceda la admisión es necesario, por una parte, acreditar el agotamiento
previo de la vía judicial (art. 44.1ª LOTC) y, por otra, que el contenido del recurso justifique una decisión sobre el
fondo por parte del Tribunal Constitucional en razón de su especial trascendencia constitucional, que se apreciará
atendiendo a su importancia para la interpretación de la Constitución, para su aplicación o para su general eficacia, y
para la determinación del contenido y alcance de los derechos fundamentales.

TEMA 41: CRISIS PROCESALES

Llamamos crisis del proceso a las situaciones que, respecto de la regular y ordinaria sucesión de los actos del proceso
en orden a la sentencia sobre el fondo, suponen óbice, dilación, suspensión o paralización.

La prejudicialidad - en un sentido amplio, se puede decir que surge un fenómeno de prejudicialidad siempre que en
un proceso una cuestión debe ser decidida lógicamente antes que la cuestión principal objeto del mismo. En un sentido
más estricto, se habla de prejudicialidad, o se dice que en un proceso existe una cuestión prejudicial, cuando la
decisión de la cuestión de fondo principal que constituye el objeto del mismo exige, o tiene como antecedente lógico,
resolver previamente otra cuestión sustantiva (no procesal), que, en hipótesis, podría haber dado lugar -o podría dar
lugar en el futuro- a otro proceso (en el que la cuestión ahora prejudicial sería la cuestión principal).

La prejudicialidad o las cuestiones prejudiciales pueden ser clasificadas con arreglo a dos criterios:

o En función del contenido o naturaleza jurídicos de la cuestión prejudicial, cabe hablar de cuestiones
prejudiciales homogéneas (que son de la misma naturaleza que la cuestión principal) y de cuestiones
prejudiciales heterogéneas (las de distinta naturaleza que la cuestión principal). En el ámbito del proceso civil,
las primeras se dan cuando son también civiles -léase civiles o mercantiles, es decir, propias del orden
jurisdiccional civil-. Se habla, en este caso, de prejudicialidad civil en el proceso civil. Las segundas son
penales, administrativas, sociales, constitucionales o de Derecho de la Unión Europea.

o En función del tribunal que puede conocer de ellas, las cuestiones prejudiciales pueden ser no devolutivas o
devolutivas. La prejudicialidad no devolutiva se da cuando el conocimiento de la cuestión se atribuye al
mismo tribunal que conoce de la cuestión principal. Por el contrario, la prejudicialidad devolutiva se da
cuando la decisión de la cuestión prejudicial corresponde a un órgano distinto del que está conociendo de la
cuestión principal. Las reglas generales sobre la prejudicialidad se encuentran en el art. 10 LOPJ (“ 1.A los
solos efectos prejudiciales, cada orden jurisdiccional podrá conocer de asuntos que no le estén atribuidos
privativamente. 2.No obstante, la existencia de una cuestión prejudicial penal de la que no pueda
prescindirse para la debida decisión o que condicione directamente el contenido de ésta determinará la
suspensión del procedimiento mientras aquélla no sea resuelta por los órganos penales a quienes
corresponda, salvo las excepciones que la ley establezca”).

Prejudicialidad penal en el proceso civil - Le LEC empieza por distinguir entre hechos con apariencia delictiva y
prejudicialidad penal. Así, el art. 40.1 LEC dispone que “cuando en un proceso civil se ponga de manifiesto un hecho
que ofrezca apariencia de delito o falta perseguible de oficio, el tribunal civil, mediante providencia, lo pondrá en
conocimiento del Ministerio Fiscal, por si hubiese lugar al ejercicio de la acción penal ”. Ahora bien, justo a
continuación, el art. 40.2 LEC viene a establecer que la puesta de manifiesto de un hecho con apariencia delictiva no
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es motivo suficiente para suspender el proceso, porque no siempre la existencia de un hecho aparentemente delictivo
hace surgir una cuestión prejudicial penal. Para que surja estrictamente una cuestión prejudicial penal, es además
necesario que exista un proceso penal pendiente sobre ese hecho supuestamente delictivo y, sobre todo, que la
calificación penal del hecho tenga influencia decisiva en la decisión del pleito civil. Si no se dan estos dos requisitos,
no hay cuestión prejudicial penal.

Sentado lo anterior, la prejudicialidad penal en el proceso civil sólo se da si concurren los dos requisitos establecidos
por el art. 40.2 LEC: a) que se acredite la existencia de causa criminal en la que se esté investigando, como hechos de
apariencia delictiva, alguno o algunos de los que fundamenten las pretensiones de las partes en el proceso civil. b) que
la decisión del tribunal penal acerca del hecho por el que se procede en causa criminal pueda tener influencia decisiva
en la resolución sobre el asunto civil. La cuestión prejudicial penal sólo surge, por tanto, si la calificación de un hecho
fundamental del proceso civil como delito o falta es decisiva para el sentido del fallo que en aquél haya de
pronunciarse, y si ese hecho ha dado ya lugar a la incoación de un proceso penal. Si se dan estos requisitos y surge la
cuestión prejudicial penal, ésta es devolutiva y suspensiva, es decir, se procederá a la suspensión del proceso civil a la
espera del resultado de la causa penal.

Frente al auto que acuerde la suspensión del proceso civil por prejudicialidad penal cabe recurso de apelación . Si el
auto deniega la suspensión, cabe recurso de reposición. La suspensión del proceso civil se mantendrá mientras esté
pendiente el proceso penal. Se alzará la suspensión cuando se acredite que el juicio criminal ha terminado o que se
encuentra paralizado por motivo que haya impedido su normal continuación. Así, se alzará la suspensión si el proceso
penal termina o se paraliza.

La LEC da un tratamiento especial al supuesto en que la prejudicialidad penal consista en la posible existencia de un
delito de falsedad de alguno de los documentos aportados al proceso civil. En este caso, la especialidad consiste en
que la suspensión del proceso civil se debe acordar sin esperar a la conclusión del procedimiento, tan pronto como se
acredite que se sigue causa criminal sobre aquel delito, cuando, a juicio del tribunal, el documento pudiera ser
decisivo para resolver sobre el fondo del asunto. No obstante, la suspensión no se acordará si la parte a la que pudiera
favorecer el documento renunciara a él. En tal caso, hecha la renuncia, se ordenará que el documento sea separado de
los autos. Lógicamente, si se renuncia al documento supuestamente falso como medio de prueba, deja de ser relevante
para la decisión del pleito y, en consecuencia, también deja de ser relevante la calificación jurídico-penal de su
falsedad. Por otra parte, si la causa penal sobre la falsedad del documento se hubiera iniciado en virtud de denuncia o
querella de una de las partes del proceso civil y el proceso penal terminara por resolución en la que se declarase que el
documento no es falso, la parte perjudicada por la suspensión del proceso civil podrá pedir que se le indemnicen los
daños y perjuicios causados, con arreglo a lo dispuesto en los arts. 712 y ss. LEC:

“Artículo 712 Ámbito de aplicación del procedimiento

Se procederá del modo que ordenan los artículos siguientes siempre que, conforme a esta Ley, deba determinarse en
la ejecución forzosa el equivalente pecuniario de una prestación no dineraria o fijar la cantidad debida en concepto
de daños y perjuicios o de frutos, rentas, utilidades o productos de cualquier clase o determinar el saldo resultante de
la rendición de cuentas de una administración.

Artículo 713 Petición de liquidación y presentación de relación de daños y perjuicios

1. Junto con el escrito en que solicite motivadamente su determinación judicial, el que haya sufrido los daños y
perjuicios presentará una relación detallada de ellos, con su valoración, pudiendo acompañar los dictámenes y
documentos que considere oportunos.

2. Del escrito y de la relación de daños y perjuicios y demás documentos se dará traslado por el Secretario judicial a
quien hubiere de abonar los daños y perjuicios, para que, en el plazo de diez días, conteste lo que estime conveniente.

Artículo 714 Conformidad del deudor con la relación de daños y perjuicios

1. Si el deudor se conforma con la relación de los daños y perjuicios y su importe, la aprobará el Secretario judicial
responsable de la ejecución mediante decreto, y se procederá a hacer efectiva la suma convenida en la forma
establecida en los artículos 571 y siguientes para la ejecución dineraria.

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2. Se entenderá que el deudor presta su conformidad a los hechos alegados por el ejecutante si deja pasar el plazo de
diez días sin evacuar el traslado o se limita a negar genéricamente la existencia de daños y perjuicios, sin concretar
los puntos en que discrepa de la relación presentada por el acreedor, ni expresar las razones y el alcance de la
discrepancia.

Artículo 715 Oposición del deudor

Si, dentro del plazo legal, el deudor se opusiera motivadamente a la petición del actor, sea en cuanto a las partidas
de daños y perjuicios, sea en cuanto a su valoración en dinero, se sustanciará la liquidación de daños y perjuicios
por los trámites establecidos para los juicios verbales, pero podrá el tribunal que dictó la orden general de ejecución,
mediante providencia, a instancia de parte o de oficio, si lo considera necesario, nombrar un perito que dictamine
sobre la efectiva producción de los daños y su evaluación en dinero, tras la presentación del escrito de impugnación
de la oposición. En tal caso, fijará el plazo para que emita dictamen y lo entregue en el juzgado y la vista oral no se
celebrará hasta pasados diez días a contar desde el siguiente al traslado del dictamen a las partes.

Dentro de los cinco días siguientes a aquél en que se celebre la vista, el tribunal dictará, por medio de auto, la
resolución que estime justa, fijando la cantidad que deba abonarse al acreedor como daños y perjuicios.

Este auto será apelable, sin efecto suspensivo y haciendo declaración expresa de la imposición de las costas de
conformidad con lo dispuesto en el artículo 394 de esta Ley”.

Prejudicialidad no penal (administrativa o social) y prejudicialidad civil en el proceso civil - por lo que respecta a
las cuestiones prejudiciales administrativas o sociales, la regla general sigue siendo que se trata de cuestiones
prejudiciales no devolutivas y no suspensivas. Es decir, los tribunales civiles pueden conocer de ellas, si bien la
decisión adoptada operará a los solos efectos prejudiciales, es decir, no tendrá fuerza de cosa juzgada material y, por
tanto, no surtirá efecto fuera del proceso civil en que se produzca. Ahora bien, el art. 42.3 LEC prevé que esta regla
general quede exceptuada: a) cuando lo establezca la ley; o b) cuando lo pidan las partes de común acuerdo o una de
ellas con el consentimiento de la otra. En tales casos, los tribunales civiles suspenderán el curso de las actuaciones,
antes de dictar sentencia, hasta que la cuestión prejudicial sea resuelta por el órgano competente, cuya decisión
vinculará a los tribunales civiles.

Por lo que respecta a la prejudicialidad civil en el proceso civil, el art. 43 LEC regula en qué casos puede dar lugar a la
suspensión del proceso:

o Es necesario que se encuentre pendiente un proceso civil que tenga por objeto principal lo que en el otro se
plantea como cuestión prejudicial.
o Es necesario que no sea posible la acumulación de procesos.
o Es necesario que lo pidan ambas partes o una de ellas y se oiga a la parte contraria.
o Si se acede a la petición, el procedimiento se suspende en el estado en que se encuentre, hasta que termine el
proceso que tenga por objeto la cuestión prejudicial.
o La decisión sobre la petición de suspensión adopta la forma de auto, frente al que cabe recurso de reposición
si la deniega y recurso de apelación si la acuerda.

Prejudicialidad constitucional: la cuestión de inconstitucionalidad - si un órgano jurisdiccional considera que una


norma (postconstitucional) con rango de ley aplicable al caso y de cuya validez dependa el fallo puede ser contraria a
la Constitución, planteará la cuestión (la llamada cuestión de inconstitucionalidad) al TC. Es decir, procederá la
cuestión de inconstitucionalidad cuando por vía interpretativa no sea posible la acomodación de la norma al
ordenamiento constitucional. La cuestión de inconstitucionalidad es una verdadera cuestión prejudicial devolutiva,
puesto que, una vez planteada, el Juzgado o Tribunal suspende el fallo hasta que recaiga sentencia del TC, a menos
que éste, mediante auto, inadmita la cuestión por falta de condiciones procesales o por ser notoriamente infundada, en
cuyo caso volverá a correr, para el órgano jurisdiccional, el plazo para dictar sentencia.

En cuanto al procedimiento, es de notar, ante todo, que la cuestión de inconstitucionalidad puede plantearse de oficio
o a instancia de parte. A instancia de parte puede producirse en cualquier momento y se formulará por escrito o de
palabra, según la regulación procedimental y, en buena medida, la voluntad de la parte. Cualquiera que sea el
momento procesal en que, por propia apreciación o por la de un litigante, surja en el Juez o en el colegio de jueces la
duda sobre la constitucionalidad o inconstitucionalidad de una norma aplicable, el órgano jurisdiccional planteará la
cuestión al TC sólo una vez concluso el procedimiento y dentro del plazo para dictar sentencia. La cuestión ha de
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formularse por medio de auto irrecurrible, previa audiencia de las partes y del Ministerio Fiscal por plazo común e
improrrogable de 10 días, y acompañando testimonio de los autos principales y, en su caso, de las alegaciones escritas
de las partes y el Ministerio Fiscal. Desde que el órgano jurisdiccional decida plantear la cuestión, quedará en
suspenso el plazo para dictar sentencia.

Llegados los autos al TC, si no procede la inadmisión, se dará traslado de ellos al Congreso y al Senado, por conducto
de sus Presidentes, al Fiscal General del Estado, al Gobierno, por conducto del Ministro de Justicia y, en caso de
tratarse o de afectar a norma de Comunidad Autónoma, a los órganos legislativo y ejecutivo de ella, a fin de que
puedan personarse y formular alegaciones en plazo común e improrrogable de 15 días. Concluido el plazo, el Tribunal
dictará sentencia en el plazo de 15 días, ampliable, mediante resolución motivada, a otro plazo ulterior, que no puede
superar los 30 días. Si el TC considera inconstitucional la norma cuestionada, en su sentencia debe declararlo así y
declarar también anulada la norma, precisando el alcance de tales declaraciones y anulando, en su caso, aquellos otros
preceptos de la misma Ley, disposición o acto con fuerza de ley a los que deba extenderse por conexión o
consecuencia. Finalmente, el Juez o Tribunal quedará vinculado desde que tuviese conocimiento de la sentencia,
constitucional y las partes desde el momento en que sean notificadas.

Cuestión prejudicial sobre Derecho de la Unión Europea - el Tribunal de Justicia de la UE será competente para
pronunciarse, con carácter prejudicial sobre la interpretación de los Tratados y sobre la validez e interpretación de los
actos adoptados por las instituciones, órganos u organismos de la Unión. Los principales rasgos de esta cuestión
prejudicial son:

o Son los tribunales nacionales quienes pueden plantearla al TJUE, con el efecto de suspender el proceso en el
que la cuestión surge.
o La cuestión ha de ser una quaestio iuris, de interpretación o de validez de las normas del Derecho de la UE.
No son planteables cuestiones sobre hechos ni sobre el Derecho interno.
o Plantear la cuestión supone y exige que el tribunal dude acerca de si una norma jurídica de la UE es válida y
acerca de cómo ha de interpretarse.
o La sentencia que dicte el TJUE no resuelve el litigio objeto del proceso en que la cuestión se suscitó, pero
vincula al tribunal que remitió la cuestión.

Cuestión incidental y procedimiento de incidentes - cuestión incidental es toda aquella que requiere de una decisión
judicial específica y distinta de la que resuelve sobre el objeto u objetos principales del proceso, por suscitarse sobre
asuntos relacionados con dicho objeto o con la concurrencia de presupuestos y requisitos del proceso o de sus actos.
Y, por su parte, llamase procedimiento de incidentes a la serie o sucesión de actos que se producen desde el
planteamiento de una cuestión incidental hasta su resolución definitiva. En sentido estricto, procedimiento de
incidentes es el previsto como cauce genérico para dar respuesta a cuestiones incidentales que no tengan señalada en
la Ley otra tramitación. Así pues, hay cuestiones incidentales que tienen un procedimiento específico y cuestiones
incidentales que no lo tienen.

Las cuestiones incidentales pueden ser de especial pronunciamiento o de previo pronunciamiento. Son cuestiones
incidentales de especial pronunciamiento las que no suspenden el curso ordinario del proceso y son resueltas en la
sentencia definitiva, separadamente y antes de entrar a resolver lo que sea objeto principal del pleito. Son cuestiones
incidentales de previo pronunciamiento, por el contrario, las que, por su naturaleza, supongan un obstáculo a la
continuación del proceso por sus trámites ordinarios y dan lugar a la suspensión del curso de las actuaciones hasta que
sean resueltas. Por lo tanto, la diferencia estriba en que unas provocan la suspensión y son resueltas con carácter
previo, y otras no. El procedimiento de incidentes genérico o común, se regula en los arts. 392 y 393 LEC, a modo de
un proceso completo, con sus alegaciones, prueba, decisión y recursos.

Suspensión del proceso por acuerdo de las partes - la suspensión del proceso por acuerdo de las partes es
contemplada como una manifestación del poder de disposición de los litigantes sobre el proceso y como una
excepción al impulso procesal de oficio. La suspensión del proceso debe ser solicitada por las partes (debe entenderse
que deben pedirlo todas las partes). La suspensión será acordada por el Letrado A. de J. mediante decreto, siempre que
no perjudique al interés general o a tercero y que el plazo de suspensión no supere los 60 días. Debe entenderse que si
el plazo de suspensión pedido por las partes es igual o inferior a 60 días el Letrado A. de J. debe concederlo, sin que
pueda conceder otro distinto. La suspensión se alzará y, por tanto, el procedimiento se reanudará si lo pide cualquiera
de las partes. Transcurrido el plazo por el que se acordó la suspensión, alguna de las partes ha de pedir en los 5 días
siguientes la reanudación del proceso. Si ninguna lo hace, se archivarán provisionalmente los autos, que permanecerán
en esa situación mientras no se solicite la continuación del proceso o se produzca la caducidad de la instancia.
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TEMA 42: COSTAS DEL PROCESO

La obligación de pago de los gastos procesales - los gastos procesales son la parte del coste de la Justicia que
soportan los litigantes. El art. 214.1 LEC precisa que “se considerarán gastos del proceso aquellos desembolsos que
tengan su origen directo e inmediato en la existencia de dicho proceso”. Actualmente en España los gastos que han de
soportar los litigantes comprenden, con carácter general, el pago de los honorarios de los Abogados, los derechos de
los Procuradores y los demás pagos que hayan de hacerse a terceros por actuaciones de éstos solicitadas por las partes
y ordenadas por el Juez a instancia de aquéllas. A estos pagos hay que añadir, para los sujetos a quienes afecta, el
desembolso de la tasa judicial. Cuando algún gasto pueda considerarse común a varias partes, la obligación de pago se
reparte por igual entre ellas. Mayores dificultades plantean los gastos derivados de actuaciones ordenadas de oficio
por el tribunal que conoce del proceso. En estos casos, la solución más extendida es la de esperar la finalización del
proceso e incluir estos gastos en la tasación de costas, de tal forma que su pago corresponderá finalmente a la parte o
partes que deban, por disposición legal o por decisión judicial, hacer frente al pago de las costas del proceso.

La responsabilidad directa del Procurador respecto de los gastos procesales de su mandante - todos los gastos
que se causaren a instancia del Procurador, excepto los honorarios de los abogados y los correspondientes a los
peritos, las tasas por el ejercicio de la potestad jurisdiccional y los depósitos necesarios para la presentación de
recursos, deben de ser pagados por éste, salvo que el poderdante le haya entregado los fondos necesarios para su
abono. La responsabilidad directa del Procurador no libera a su poderdante de la obligación de pagar los gastos
procesales, porque el Procurador que paga los gastos procesales puede luego reclamarlos de su mandante e, incluso,
exigir a éste que le provea previamente de fondos para atender al pago de los gastos que se produzcan a lo largo del
proceso.

Procedimientos especiales para la reclamación de ciertos gastos procesales

A. Procedimientos privilegiados para la reclamación de honorarios de Abogados y derechos de Procuradores - los


arts. 34 y 35 de la LEC ponen a disposición de los Abogados y Procuradores unos procedimientos para la
reclamación de sus honorarios y derechos. Los peritos y los testigos que intervienen en los procesos civiles no
pueden utilizar estos procedimientos para exigir el pago de sus honorarios e indemnizaciones.

B. Procedimientos para el cobro inmediato de cantidades debidas a testigos y peritos - la LEC regula un
procedimiento especial muy sencillo para la reclamación de las indemnizaciones debidas a los testigos que
declaren en los procesos civiles. Arts. 375 y 342.3 LEC.

La tasa judicial - el ejercicio de la potestad jurisdiccional en los órdenes civil, contencioso-administrativo y social
constituye el hecho imponible de una tasa que ha de ser satisfecha por quien promueva el ejercicio de dicha potestad
jurisdiccional y realice el hecho imponible de la misma. A tal efecto, el litigante debe realizar una autoliquidación en
el modelo oficial aprobado por la administración tributaria, ingresar, en su caso, la cantidad que resulte de la
autoliquidación, y acompañar el justificante del pago con el escrito cuya presentación esté gravada con la tasa. (arts. 2,
4.1, 4.2 y 7 de la Ley 10/2012). Las tasas satisfechas por el ejercicio de la potestad jurisdiccional forman parte de las
costas procesales, y por tanto, el litigante vencedor será, como regla, reembolsado de su pago al incluirse las tasas que
hubiese satisfecho en la condena en costas impuesta al litigante que haya visto desestimadas todas sus pretensiones.

El derecho al reintegro de gastos procesales: las costas

A. Concepto de las costas procesales - mediante el pago de las costas por el litigante vencido se pretende que la
parte a la que los tribunales han dado finalmente la razón pueda recuperar los gastos que haya tenido que
realizar para defender en juicio su derecho.

B. Costas en los procesos civiles (art. 241.2 LEC)

C. La condena en costas en los procesos civiles - la obligación de pagar las costas del proceso nace de manera
diferente según se trate de un proceso de declaración o de un proceso de ejecución. En los procesos de
declaración, para que una parte quede obligada a pagar las costas es preciso que exista un pronunciamiento
judicial expreso que así lo ordene. Este pronunciamiento, que se incorpora al fallo de la sentencia o resolución
que ponga fin a las actuaciones, se denomina condena en costas. En los procesos de ejecución el pago de las
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costas corresponde siempre al ejecutado, por disposición legal y sin necesidad de que exista una decisión
judicial que expresamente lo imponga.

 Primera instancia - La condena a pagar las costas de la primera instancia puede ser
impugnada a través de los recursos que la ley conceda contra la sentencia o resolución en que
aquélla se incluya. Así, el pronunciamiento sobre costas en la sentencia de primera instancia
puede ser impugnado mediante el recurso de apelación contra la sentencia (art. 394 LEC).

 Previsiones especiales - arts. 395 y 396 LEC.

 Los incidentes de naturaleza declarativa - es importante distinguir entre el proceso


principal y los incidentes declarativos que puedan plantearse en el curso del proceso y que
deban ser decididos mediante una resolución autónoma. Como regla general, las costas
causadas en los incidentes son objeto de un pronunciamiento independiente, en la propia
resolución que resuelve la cuestión incidental. Las costas causadas en los recursos también
son objeto de una decisión independiente. En relación con determinados incidentes, hay
normas que prevén especialidades en materia de condena en costas, pudiéndose destacar:

o Art. 22.3, II LEC


o Art. 85.2 LEC
o Art. 260 LEC
o Art. 516.2 LEC

 Los recursos - en cuanto a las costas causadas en la tramitación de los recursos de apelación,
extraordinario por infracción procesal o casación, la regla general es que, en caso de
estimación total o parcial del recurso, no haya condena en costas; cuando se desestime
completamente el recurso, deberá aplicarse la condena en costas al recurrente, salvo que la
interposición del recurso pueda justificarse en la existencia de “serias dudas” fácticas o
jurídicas del art. 398.1 LEC.

D. La tasación de las costas - la parte condenada a pagar las costas no queda obligada con los profesionales y
demás sujetos cuyos honorarios, derechos o indemnizaciones formen parte de las costas, sino con la parte
contraria, a la que ha de satisfacer esos importes para que ésta se reembolse de lo que ya haya pagado o
atienda el pago de las deudas que, por dichos conceptos, aún no haya satisfecho. De ahí que la efectividad de
la condena en costas haya de requerirla precisamente la parte favorecida por el pronunciamiento, reclamando
de la parte condenada la entrega de los importes correspondientes. Si esta última no paga voluntariamente, la
parte favorecida por el pronunciamiento sobre costas puede reclamar su pago a través de un procedimiento ad
hoc que le permitirá obtener la satisfacción de su derecho, mediante el inmediato embargo y venta de los
bienes del deudor, previo un trámite liquidatorio muy sencillo denominado tasación de costas (arts. 242 a 246
LEC).

TEMA 43: EL PROCESO DE EJECUCIÓN

El proceso de declaración es el instrumento de la función jurisdiccional declarativa. Sus actuaciones están orientadas a
facilitar la decisión del tribunal sobre la procedencia en Derecho de la pretensión, así como a asegurar que, antes de
que el tribunal decida, las partes dispondrán de suficientes oportunidades de actuación para defender ante el tribunal
sus respectivos intereses. Predominan en el proceso de declaración los actos de alegación de las partes y la actividad
probatoria. Los actos del Tribunal se limitan a ordenar la actividad procesal y, finalmente, a resolver sobre la
pretensión estimándola o rechazándola, pero sin producir cambio alguno en la realidad material. El punto de partida de
la actividad jurisdiccional ejecutiva es diferente. En el proceso civil de ejecución rige con plenitud el principio
dispositivo, por lo que, aunque el proceso de declaración tenga por objeto una acción de condena, termine con
sentencia estimatoria de la demanda y el condenado no la cumpla voluntariamente, no habrá proceso de ejecución si
no lo promueve el demandante victorioso.

Título ejecutivo y acción ejecutiva - el título ejecutivo es el documento del que resulta la existencia de un crédito y
al que el ordenamiento jurídico atribuye la eficacia de permitir que, con ese documento, el acreedor pueda solicitar la
tutela de su derecho mediante el proceso de ejecución.
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A. Sentencia firme de condena y títulos ejecutivos asimilados - el régimen jurídico de la ejecución de sentencias
se aplica, conforme a la LEC, a los siguientes títulos ejecutivos: las sentencias firmes de condena, los laudos o
resoluciones arbitrales, los acuerdos de mediación elevados a escritura pública de acuerdo con la Ley de
mediación en asuntos civiles y mercantiles, las resoluciones que aprueban u homologan transacciones
judiciales y acuerdos logrados en el proceso, las demás resoluciones judiciales que, por disposición legal
expresa, llevan aparejada ejecución.

B. Otros títulos ejecutivos - La LEC atribuye fuerza ejecutiva también, aunque con un régimen jurídico diferente
en algunos aspectos al de la ejecución de sentencias, a los siguientes documentos: las escrituras públicas; las
pólizas de contratos mercantiles firmadas por las partes y por el fedatario público que las intervenga; los
títulos al portador o nominativos, legítimamente emitidos, que representen obligaciones vencidas y los
cupones, también vencidos, de dichos títulos, siempre que los cupones confronten con los títulos y éstos, en
todo caso, con los libros talonarios; los certificados no caducados expedidos por las entidades encargadas de
los registros contables respecto de los valores representados mediante anotaciones en cuenta a los que se
refiere la Ley del Mercado de Valores, siempre que se acompañe copia de la escritura pública de
representación de los valores o, en su caso, de la emisión, cuando tal escritura sea necesaria; los demás
documentos que, por disposición legal expresa, lleven aparejada ejecución; el auto que establece la cantidad
máxima reclamable en concepto de indemnización, dictado en los supuestos previstos por la ley en procesos
penales incoados por hechos cubiertos por el Seguro Obligatorio de Responsabilidad Civil derivada del uso y
circulación de vehículos de motor.

Los documentos que se encuentran en alguno de los cuatro primeros casos anteriores solamente tienen fuerza
ejecutiva cuando en ellos se exprese una deuda que cumpla los siguientes requisitos: que se trate de una deuda
de dinero y que el importe de la deuda sea superior a 300€.

C. La acción ejecutiva. Relación entre acción ejecutiva y título ejecutivo - la acción ejecutiva se puede definir
como el derecho del acreedor a obtener una concreta tutela jurisdiccional ejecutiva. Es un derecho subjetivo
público cuyo contenido es una prestación a cargo del Estado consistente en la realización de la actividad
jurisdiccional ejecutiva precisa para satisfacer el derecho del acreedor. El título ejecutivo es imprescindible
para que exista acción ejecutiva: no hay acción ejecutiva sin título ejecutivo. El título ejecutivo es suficiente
para que el proceso de ejecución comience; basta para ello la mera presentación del título ejecutivo. Para
despachar la ejecución no se comprueba si la acción expresada en el título existe o no en realidad; a la vista
del título, si es formalmente válido, se tiene por existente la acción ejecutiva y el tribunal despacha la
ejecución e inicia las actuaciones ejecutivas correspondientes.

El tribunal de la ejecución

A. Competencia

 Ejecución de resoluciones judiciales y de transacciones y acuerdos judicialmente homologados o


aprobados - la competencia corresponde al tribunal que conoció del asunto en primera instancia o al
que homologó o aprobó la transacción o acuerdo.
 Ejecución de laudos arbitrales o de acuerdos de mediación - la competencia objetiva corresponde
a los Juzgados de Primera Instancia y la territorial al del lugar en que se haya dictado el laudo o se
haya firmado el acuerdo de mediación.
 Ejecución basada en otros títulos - la competencia objetiva corresponde a los Juzgados de Primera
Instancia. En cuanto a la competencia territorial, la LEC permite al ejecutante elegir entre los
siguientes fueros: el domicilio y demás fueros generales del ejecutado con arreglo a lo previsto en los
arts. 50 y 51 LEC; el lugar de cumplimiento de la obligación, según el título; cualquier lugar en que se
encuentren bienes del ejecutado que puedan ser embargados.

Hay que tener en cuenta, además, las siguientes reglas adicionales: si hubiese varios ejecutados, el
ejecutante podrá elegir el Juzgado que corresponda al fuero general de cualquiera de ellos; no es
aplicable la sumisión, expresa o tácita; para los procesos de ejecución que tengan por objeto exclusivo
la realización de una garantía real, la competencia se determina con arreglo a lo dispuesto en el art.
684 LEC.

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B. Tratamiento procesal de la competencia

 Examen de oficio de la competencia territorial - antes de despachar la ejecución, el tribunal debe


examinar de oficio su competencia territorial, atendiendo exclusivamente a los datos que resulten de
la propia demanda, del título ejecutivo y de los demás documentos aportados. Si el tribunal entendiera
que no es territorialmente competente, debe dictar auto absteniéndose de despachar ejecución e
indicando al ejecutante el tribunal ante el que se deba presentar la demanda.

 Declinatoria - el ejecutado podrá impugnar la competencia territorial mediante declinatoria. El plazo


para proponer la declinatoria es de 5 días a contar desde la primera notificación que se haga al
ejecutado en el proceso de ejecución. La declinatoria se sustancia y se decide igual que en el proceso
de declaración, conforme a lo previsto en el art. 65 LEC.

C. Acción del tribunal en la ejecución forzosa

 Actuaciones que corresponde al titular del órgano jurisdiccional - la LEC reserva al titular del
órgano jurisdiccional las siguientes actuaciones: dictar la orden general de ejecución por la que se
autoriza y despacha la misma; decidir sobre la oposición a la ejecución basada en motivos procesales
o de fondo; resolver las tercerías de dominio; las demás resoluciones que le confíe expresamente la
LEC.

 Actuaciones que corresponden al Letrado A. de J. - la LEC confía al Letrado A. de J. las siguientes


actuaciones: la concreción de los bienes del ejecutado a los que ha de extenderse el despacho de la
ejecución; la adopción de todas las medidas necesarias para la efectividad del despacho de la
ejecución; ordenar los medios de averiguación patrimonial, así como acordar las medidas ejecutivas
concretas que procedan.

Las partes en el proceso de ejecución

A. Concepto - son parte en el proceso de ejecución la persona o personas que piden y obtienen el despacho de la
ejecución y la persona o personas frente a las que ésta se despacha.

B. Legitimación - la legitimación activa corresponde a quien aparezca como acreedor en el título ejecutivo. La
legitimación pasiva corresponde a quien aparezca como deudor en el título, y a quien, sin figurar como deudor
en el título, se encuentre en alguna de las situaciones siguientes: responde personalmente de la deuda por
disposición legal o en virtud de afianzamiento acreditado mediante documento público; resulte ser propietario
de los bienes especialmente afectos al pago de la deuda en cuya virtud se procede, siempre que tal afección
derive de la Ley o se acredite mediante documento fehaciente; la ejecución se concretará, respecto de estas
personas, en los bienes especialmente afectos.

C. Postulación - en el proceso de ejecución las partes deben actuar con Abogado y Procurador. Esta regla
solamente tiene las siguientes excepciones: ejecución de resoluciones dictadas en procesos en que no sea
preceptiva la intervención de dichos profesionales, y ejecución derivada de procesos monitorios cuando la
cantidad por la que se despache ejecución no sea superior a 2000€.

D. Personación de las partes en el proceso de ejecución - Para participar efectivamente en el proceso las partes
tienen que personarse en forma en las actuaciones. El ejecutante se persona al presentar la demanda ejecutiva.
Al ejecutado se le notifica el despacho de la ejecución y puede personarse en cualquier momento para
defender sus derechos.

E. Pluralidad de sujetos en las posiciones de ejecutante y ejecutado - La pluralidad de ejecutantes en un proceso


de ejecución se puede producir por las siguientes causas: cuando en el título aparecen varios sujetos en la
posición de acreedor y todos ellos promueven conjuntamente la ejecución; en caso de acumulación de varios
procesos de ejecución promovidos por distintos acreedores; en caso de tercería de mejor derecho: el tercerista
pasa a ocupar la posición de ejecutante junto al acreedor que promovió la ejecución. En cambio, la pluralidad
de ejecutados en un proceso de ejecución se produce cuando se despacha la ejecución frente a varios sujetos
pasivamente legitimados.

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Los terceros respecto del proceso de ejecución - Hay ciertos terceros cuyos derechos o intereses pueden verse
amenazados por un proceso de ejecución seguido entre otros sujetos y a los que la ley tiene en cuenta, permitiéndoles
actuar en el proceso en defensa de sus derechos o intereses amenazados. Se encuentran en este caso: los dueños de
bienes embargados, terceros acreedores del ejecutado, ocupantes de inmuebles que vayan a ser enajenados en la
ejecución.

La demanda ejecutiva

A. Concepto - la demanda ejecutiva es el acto mediante el que se promueve el proceso de ejecución. Todo
proceso de ejecución se promueve mediante demanda ejecutiva y se inicia mediante auto que despacha la
ejecución.

B. Contenido de la demanda ejecutiva - debe incluir los siguientes contenidos: identificación de las partes,
fundamentación de la demanda (con la referencia al título ejecutivo, y la cita de los preceptos legales relativos
a la competencia del juzgado, fuerza ejecutiva del título, legitimación de las partes y procedencia del despacho
de ejecución), y la súplica (que debe indicar la tutela jurídica que se pretende y las peticiones
complementarias).

C. Documentos que han de acompañar a la demanda ejecutiva - con la demanda ejecutiva deben presentarse los
siguientes documentos: el documento que acredite la representación del procurador, el título ejecutivo, otros
documentos exigidos para casos especiales o que el ejecutante considere útiles.

D. Demanda ejecutiva en caso de ejecución de resoluciones judiciales - en este caso el contenido de la demanda
ejecutiva se simplifica pues basta que incluya: la solicitud del despacho de la ejecución y la identificación de
la sentencia o resolución cuya ejecución se pretenda. Respecto a los documentos a acompañar, no es necesario
que se aporte el título, pues al ser una resolución del tribunal ya consta en éste.

El despacho de la ejecución

A. Comprobación de los requisitos necesarios para el despacho de la ejecución - antes de resolver el tribunal debe
comprobar: la concurrencia de los presupuestos y requisitos procesales; la regularidad formal del título
ejecutivo, atendiendo a los requisitos de forma y de contenido exigidos legalmente; la conformidad de la
tutela ejecutiva que se pretende con la naturaleza y contenido del título; el cumplimiento de requisitos
temporales, que incluyen la caducidad de la acción ejecutiva, y el plazo de espera de 20 días antes de
despachar ejecución por resoluciones judiciales o arbitrales; y con carácter previo al despacho de la ejecución
el Letrado A. de J. deberá consultar el Registro Público Concursal a los efectos previstos en el apartado 4 del
artículo 5 bis de la Ley Concursal.

B. Denegación del despacho de la ejecución - si no concurren los presupuestos y requisitos legalmente exigidos,
y previa oportunidad de subsanación no aprovechada, en su caso, el tribunal dictará auto denegando el
despacho de la ejecución. Frente al auto que deniega el despacho de la ejecución cabe recurso de apelación
previa reposición facultativa. Estos recursos se sustancian sólo con el acreedor.

C. Orden general de ejecución y despacho de la misma - el tribunal, por medio de auto, dictará la orden general
de ejecución acordando el despacho de la misma cuando entienda que se cumplen todos los requisitos
exigidos en la Ley.

D. Decreto del Letrado A. de J. sobre medidas ejecutivas - después de la orden general de ejecución y el
despacho de la misma, en el mismo día o en el siguiente hábil, el Letrado A. de J. responsable de la ejecución
debe dictar un decreto que expresará: las medidas ejecutivas concretas que resultaren procedentes, incluido si
fuera posible el embargo de bienes; las medidas de localización y averiguación de los bienes del ejecutado que
procedan; y el contenido del requerimiento de pago que deba hacerse al deudor.

E. Notificación al ejecutado y comunicación al Registro Público concursal - el auto que contenga la orden
general de ejecución o acuerde el despacho de ésta, como el decreto del Letrado A. de J. sobre medidas
ejecutivas, junto con copia de la demanda ejecutiva, serán notificados al ejecutado. La notificación se hará al
procurador del ejecutado cuando conste su representación en las actuaciones.

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F. Recursos - contra el auto que autoriza y despacha la ejecución no se da recurso alguno; el ejecutado puede
impugnarlo promoviendo incidente de oposición a la ejecución, dentro de los 10 días siguientes a la
notificación. Contra el decreto dictado por el Letrado A. de J. cabrá interponer recurso directo de revisión, sin
efecto suspensivo, ante el tribunal que hubiere dictado la orden general de ejecución.

La acumulación de ejecuciones - La LEC contempla la acumulación de varios procesos de ejecución en uno solo,
distinguiendo los siguientes casos:

 Acumulación de procesos de ejecución pendientes entre el mismo acreedor ejecutante y el mismo deudor
ejecutado. En este caso la acumulación es imperativa y se acordará por el Letrado A. de J. de oficio o a
instancia de cualquiera de las partes.
 Acumulación de procesos de ejecución promovidos por distintos ejecutantes frente al mismo ejecutado . En
este caso la acumulación podrá acordarse a instancia de cualquiera de los ejecutantes, si el Letrado A. de J.
competente en el proceso más antiguo lo considera más conveniente para la satisfacción de todos los
acreedores ejecutantes.
 Acumulación de ejecuciones que se dirijan exclusivamente sobre bienes especialmente hipotecados. Esta
acumulación sólo es posible cuando todas las ejecuciones que se acumulen se sigan para hacer efectivas
garantías hipotecarias sobre los mismos bienes.

En todos los casos de acumulación de ejecuciones, las solicitudes de acumulación se tramitarán según lo previsto en la
LEC para la acumulación de procesos de declaración.

La oposición a la ejecución - desde que se le notifica el auto que contiene la orden general de ejecución y el despacho
de ésta, el ejecutado dispone de un plazo de 10 días durante el cual puede promover un incidente de oposición a la
ejecución. La oposición puede basarse en defectos procesales y en motivos de fondo (inexistencia de la acción
ejecutiva).

A. Oposición a la ejecución por defectos procesales - la oposición a la ejecución se puede basar en los siguientes
defectos procesales: carecer el ejecutado del carácter o representación con que se le demanda; falta de
capacidad o de representación del ejecutante o no acreditar el carácter o representación con que demanda;
nulidad radical del despacho de la ejecución por no contener la sentencia o el laudo arbitral pronunciamientos
de condena, o por no cumplir el documento presentado, o el laudo o el acuerdo de mediación los requisitos
legales exigidos para llevar aparejada ejecución, o por infracción, al despacharse ejecución, de lo dispuesto en
el art. 520 de la LEC; y la falta de autenticidad del laudo, cuando el laudo no haya sido protocolizado
notarialmente.

B. Oposición a la ejecución por motivos de fondo

o Oposición a la ejecución de sentencias y títulos asimilados - solamente puede


basarse en pago o cumplimiento de lo ordenado en la sentencia, realizado con
posterioridad a ésta, que habrá que justificarse documentalmente; caducidad de la
acción ejecutiva; y pactos y transacciones que se hubiesen convenido para evitar la
ejecución, siempre que dichos pactos y transacciones consten en documento público.
o Oposición de otros títulos - se puede basar en pago, que se pueda acreditar
documentalmente; compensación de crédito líquido que resulte de documento que
tenga fuerza ejecutiva; pluspetición o exceso en la computación a metálico de las
deudas en especie; prescripción y caducidad; quita, espera o pacto o promesa de no
pedir, que conste documentalmente; transacción, siempre que conste en documento
público; y que el título contenga cláusulas abusivas.

C. Tramitación de la oposición - la oposición a la ejecución abre un incidente declarativo dentro del proceso de
ejecución que comprende las siguientes actuaciones:

o Escrito promoviendo el incidente - en el plazo de 10 días.


o Efectos de la admisión a trámite de la oposición - cuando se trata de ejecución de
sentencias o de títulos asimilados a las sentencias, la admisión a trámite de la
oposición no suspende el curso de la ejecución. Si se trata de ejecución de otros
títulos, la admisión a trámite de la oposición sí suspende el curso de la ejecución.
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o Alegaciones del ejecutante sobre los motivos de oposición basados en defectos
procesales - en el plazo de 5 días.
o Trámite de subsanación - plazo de subsanación de 10 días.
o Auto resolviendo sobre los defectos procesales - concluidos los trámites de
alegaciones, el tribunal debe resolver mediante auto sobre los defectos procesales
alegados como motivo de oposición.
o Alegaciones del ejecutante sobre los motivos de fondo - en el plazo de 5 días desde
el traslado del escrito de oposición.
o Vista - solamente cuando el tribunal estime que no se puede resolver con los
documentos aportados.
o Auto resolviendo sobre la oposición - contra el auto que resuelva la oposición cabe
recurso de apelación. La apelación contra el auto que desestime la oposición no
suspende la ejecución.

La impugnación de actos ejecutivos concretos - las vías procesales para impugnar actos ejecutivos que infrinjan
normas legales se expresan en el art. 562 LEC, y las vías para impugnar actos ejecutivos que sean contradictorios con
el título ejecutivo se expresan en el art. 563.1 LEC.

Suspensión y término de la ejecución - el proceso de ejecución sólo se puede suspender por acuerdo de todas las
partes personadas en el proceso o, en los casos expresamente previstos en la Ley, entre los cuales se encuentran:

 Oposición a la ejecución en ejecuciones por títulos que no sean sentencias o títulos asimilados a sentencias.
 Admisión de demanda de revisión o de rescisión de la sentencia de cuya ejecución se trate.
 Concurso del ejecutado.
 Prejudicialidad penal, por hechos de apariencia delictiva que, de ser ciertos, determinarían la falsedad o
nulidad del título o la invalidez o ilicitud del despacho de la ejecución.

La ejecución forzosa termina cuando se consigue la completa satisfacción del acreedor ejecutante. La terminación del
proceso de ejecución por esta causa se acuerda por decreto del Letrado A. de J., contra el cual podrá interponerse
recurso directo de revisión.

TEMA 44: LA EJECUCIÓN DINERARIA

Ejecución dineraria basada en títulos de los que resulta una deuda líquida - cuando el título ejecutivo expresa una
deuda en dinero líquida, han de tenerse en cuenta las reglas siguientes:

 El acreedor puede reclamar en la demanda ejecutiva la cantidad vencida, y una cantidad adicional en previsión
para intereses futuros y para las costas de la ejecución.
 Para fijar la cantidad a obtener en el auto que despacha la ejecución, el tribunal deberá comprobar que lo que
se reclama como deuda vencida resulta debido según el título, y que la previsión para intereses y costas
respeta los límites legales. Si se cumplen esos requisitos debe despachar la ejecución por la cantidad que se
reclame en la demanda ejecutiva.

Arts. 572 a 578 LEC:

Liquidación de deudas líquidas - en algunos casos excepcionales la LEC permite que se produzca una ejecución
dineraria a partir de un título que no expresa una deuda de dinero líquida. Así sucede con algunas resoluciones que
imponen indemnizaciones de daños y perjuicios por actuaciones procesales; con los laudos o transacciones de los que
resulte una deuda de dinero pero sin determinar su importe preciso; o con las resoluciones dictadas dentro de un
proceso de ejecución no dineraria ordenando que se pague al ejecutante el equivalente pecuniario de la prestación
debida o una indemnización por incumplimiento de la prestación debida.

El requerimiento de pago - es el requerimiento que se efectúa al ejecutado después del despacho de la ejecución y
antes de actuar ejecutivamente contra sus bienes. Al ejecutado se le requiere para que pague inmediatamente la deuda;
si no paga en el acto, se procede de inmediato a embargar sus bienes.

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El embargo de bienes - en la ejecución dineraria, una vez despachada la ejecución, la actividad ejecutiva se orienta a
la obtención de la cantidad de dinero precisa para satisfacer al ejecutante. El dinero se obtiene mediante la realización
de bienes pertenecientes al deudor. Para ello es necesario identificar previamente sobre qué concretos bienes del
patrimonio del ejecutado se va a proyectar la actividad ejecutiva y a esta finalidad sirve un conjunto de actuaciones
propias del proceso de ejecución a las que se designa con el nombre de embargo de bienes. El embargo puede
definirse como la actividad procesal compleja llevada a cabo en el proceso de ejecución, enderezada a elegir los bienes
del ejecutado que deben sujetarse a la ejecución y a afectarlos concretamente a ella.

A. Objeto del embargo - el embargo ha de recaer sobre bienes pertenecientes al ejecutado. La LEC exige que los
bienes susceptibles de embargo cumplan los siguientes requisitos: patrimonialidad, alienabilidad y
embargabilidad (el embargo de bienes inembargables es nulo de pleno derecho).

B. Localización de los bienes del ejecutado - la LEC contempla las siguientes vías para localizar bienes del
ejecutado que puedan ser embargados:

o Designación de bienes por el ejecutante - el ejecutante puede designar bienes


pertenecientes al ejecutado en la demanda ejecutiva.
o Manifestación de bienes del ejecutado - cuando el ejecutante no designa bienes
suficientes el Letrado A. de J. debe requerir al ejecutado para que presente una
relación de bienes susceptibles de embargo y suficientes para cubrir la cantidad por la
que se haya despachado la ejecución.
o Investigación judicial del patrimonio - a instancia del ejecutante, el Letrado A. de J.
solicitará información sobre bienes del ejecutado a entidades financieras, organismos
y registros públicos y personas físicas y jurídicas que puedan disponer de dicha
información.

C. Selección de los bienes a efectos de embargo - no deben trabarse más bienes de los que sean suficientes para
cubrir la cantidad por la que se haya despachado la ejecución. El Letrado A. de J. debe decidir sobre la traba
de manera inmediata, realizando una selección de los bienes con arreglo al art. 592 LEC.

D. La traba o afección de los bienes - cuando haya que embargar bienes caben 2 posibilidades: 1) que el Letrado
A. de J. tenga conocimiento de bienes concretos susceptibles de embargo. En este caso, dictará resolución en
forma de decreto acordando el embargo del bien. 2) que el Letrado A. de J. no tenga conocimiento de ningún
bien susceptible de embargo. En este caso, además de usar los medios de localización a los que nos hemos
referido, el Letrado puede ordenar que se practique una diligencia de embargo. Esta diligencia se practica en
el domicilio del ejecutado, o en cualquier lugar en el que puedan encontrarse bienes que le pertenezcan, y allí,
los funcionarios embargan los bienes que encuentren.

E. Efectos del embargo - los principales efectos del embargo de bienes son: 1) el tribunal de la ejecución
adquiere la potestad de actuar sobre el bien embargado, para convertirlo en dinero con el que pagar al
ejecutante. 2) el ejecutante adquiere el derecho a percibir las cantidades que se obtengan mediante la
realización forzosa del bien embargado.

F. La tercería de mejor derecho - está regulada por los arts. 614 a 620 de la LEC, y es el instrumento que se pone
a disposición de los terceros que sean titulares de créditos privilegiados para hacer valer el privilegio en una
ejecución promovida por un acreedor que no sea preferente.

G. Garantía de la traba - desde que se embarga el bien hasta que puede convertirse en dinero mediante las
actuaciones ejecutivas de realización forzosa transcurre un tiempo durante el que pueden producirse hechos
que priven al embargo, total o parcialmente, de sus normales efectos, impidiendo o dificultando la satisfacción
del derecho del ejecutante. Los riesgos más importantes son: pérdida del bien o derecho trabado, que incluye
la desaparición física y la pérdida jurídica; y la disminución de valor del bien o derecho trabado. Para evitar o
reducir el riesgo de que se produzcan esos fenómenos, la LEC prevé una serie de actuaciones que pueden
realizarse a instancia del ejecutante y que se conocen con el nombre de medidas de garantía de la traba, que se
examinan a continuación.

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o Anotación preventiva de embargo - es la medida de garantía adecuada para el
embargo de bienes inmuebles. Consiste en dar publicidad al embargo mediante el
Registro de la Propiedad.
o Depósito judicial - es la medida adecuada para asegurar el embargo de bienes
muebles; previene fundamentalmente los riesgos de destrucción o deterioro físico, así
como que el bien mueble pueda ser transmitido por el ejecutado a un tercero que lo
adquiera de buena fe.
o Orden de retención - la orden de retención es la medida adecuada para garantizar el
embargo de créditos. El riesgo en este caso es que el deudor del ejecutado pague a
éste sin conocer la existencia de la traba. Mediante la orden de retención se consigue
que cualquier pago que realice el deudor del ejecutado a éste después de la orden no
sea válido.
o Administración judicial - la LEC prevé el nombramiento de un administrador
judicial como medida de garantía para los casos de embargo de frutos y rentas; y
embargo de empresas.

La realización forzosa - la realización forzosa o procedimiento de apremio es el conjunto de actuaciones del proceso
de ejecución dineraria que se proyectan sobre los bienes afectados a la ejecución con objeto de obtener el dinero
necesario para satisfacer el derecho del ejecutante.

El pago al ejecutante - las cantidades obtenidas mediante la realización forzosa se destinan a pagar al ejecutante. Si
tras el completo pago del ejecutante quedara sobrante, los acreedores posteriores del ejecutado pueden solicitar que se
distribuya entre ellos. Si no hubiese acreedores posteriores o quedara sobrante después de pagados éstos, se entregará
al ejecutado.

Ejecución sobre bienes hipotecados o pignorados - el acreedor que tiene su crédito asegurado con prenda o hipoteca
puede lograr la satisfacción de su derecho a través de diferentes vías: 1) promoviendo un proceso ordinario de
ejecución, en el que deberá pedir la realización del bien hipotecado o pignorado y, si prevé que no se obtendrá lo
suficiente para pagar la deuda, podrá pedir también el embargo y realización de otros bienes pertenecientes al
ejecutado. 2) promoviendo un proceso especial de ejecución, que tendrá por objeto exclusivo la realización del bien
hipotecado o pignorado.

TEMA 45: EJECUCIÓN NO DINERARIA, EJECUCIÓN DE TÍTULOS EXTRANJEROS Y EJECUCIÓN


PROVISIONAL

Ejecución no dineraria - es el proceso de ejecución que tiene por objeto satisfacer un derecho del ejecutante cuyo
contenido es distinto de la entrega de una cantidad de dinero. En la ejecución no dineraria el título ejecutivo es
siempre judicial. Se promueve mediante demanda ejecutiva y comienza mediante auto que despacha la ejecución. El
despacho de la ejecución se notifica al ejecutado, quien podrá formular oposición en el plazo de 10 días. En los
procesos de ejecución no dineraria cabe distinguir los siguientes tipos de actuaciones:

1) Las actuaciones ejecutivas se dirigen, en primer lugar, a intentar que el ejecutante reciba exactamente
la prestación a que tiene derecho según el título.
2) Sólo cuando las anteriores medidas no resultan efectivas, se sustituye la prestación no dineraria por un
equivalente pecuniario.
3) Tanto si la prestación debida se satisface en sus propios términos como si se sustituye por su
equivalente pecuniario, en los procesos de ejecución no dineraria suele ser necesario obtener dinero
para el pago de las costas y, en ocasiones, para indemnizar al ejecutante daños y perjuicios.

La LEC prevé ciertas medidas ejecutivas que son comunes a todo proceso de ejecución no dineraria:

1) Requerimiento al ejecutado para que cumpla en sus propios términos lo que establezca el título
ejecutivo, dentro del plazo que el tribunal estime adecuado.
2) Medidas de garantía que resulten adecuadas para asegurar la efectividad de la condena.
3) Embargo de bienes del ejecutado en cantidad suficiente para asegurar el pago de las eventuales
indemnizaciones sustitutorias y de las costas procesales.

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La ejecución no dineraria termina si el ejecutado, dentro del plazo que el tribunal le haya concedido, realiza la
prestación a que se refiera el título.

Ejecución de resoluciones judiciales y otros títulos extranjeros - la ejecución basada en resoluciones judiciales o
documentos extrajudiciales extranjeros requiere, como regla, una previa decisión de los tribunales españoles que
declare que el título extranjero de que se trate es ejecutable en España. Esta declaración de ejecutividad debe
solicitarse por la parte interesada en la ejecución del título extranjero y se decide sobre ella un procedimiento seguido
especialmente a tal efecto, tradicionalmente denominado procedimiento de exequátur. En estos casos, la ejecución
requiere, por tanto, dos procedimientos: el procedimiento de exequátur, encaminado a obtener la resolución de los
tribunales españoles que declare ejecutable en España el título ejecutivo extranjero, y el proceso de ejecución, que se
incoa tras la concesión del exequátur.

Ejecución provisional - la ejecución de sentencias de condena no firmes se denomina ejecución provisional, porque
sus efectos están condicionados a lo que se decida en el recurso que se haya interpuesto contra la sentencia que se
ejecuta: si el recurso se desestima y se confirma la sentencia provisionalmente ejecutada, las actuaciones de la
ejecución provisional devienen definitivas. Si el recurso se estima y se revoca la sentencia provisionalmente ejecutada,
cesa la actividad ejecutiva y se repone la situación al estado de cosas anterior al inicio de la ejecución provisional.

TEMA 46: LAS MEDIDAS CAUTELARES

Las medidas cautelares son el remedio arbitrado por el Derecho para conjurar los riesgos que la duración del proceso
puede suponer para la eficacia de los eventuales pronunciamientos que se dicten al final del mismo. La medida
cautelar es instrumental respecto del proceso principal, cuyo posible resultado favorable al demandante pretende
asegurar. Son cautelares las medidas necesarias para asegurar la efectividad de la tutela judicial que pudiera otorgarse
en la sentencia estimatoria que se dictare.

Presupuestos de las medidas cautelares - la LEC permite al justiciable solicitar la medida cautelar que estime más
adecuada a la luz de las circunstancias del caso. Hay un conjunto de presupuestos que en cada caso concreto la medida
cautelar solicitada debe cumplir para poder ser otorgada por el tribunal:

 Presupuestos materiales

o Adecuación de la medida a la situación jurídica cautelable - consiste en que la


medida pueda realmente cumplir su finalidad de asegurar la efectividad de la tutela
judicial que pudiera otorgarse en la sentencia estimatoria que se dictare.

o Menor onerosidad - la medida cautelar que en cada caso se solicite debe ser, de
entre las adecuadas para el fin propuesto, la menos gravosa o perjudicial para el
demandado.

o Peligro en la demora - art. 728.1 LEC.

o Apariencia de buen derecho - la ley exige al solicitante de una medida cautelar que
acredite indiciariamente el fundamento de la situación jurídica cautelable, a través de
una prueba semiplena que permita al tribunal un juicio de verosimilitud sobre el
aparente fundamento de la pretensión.

o Prestación de caución por el solicitante - arts. 729.3, 737 y 738.1 LEC.

 Presupuestos procesales

o Necesaria instancia de parte - tanto la iniciación como la determinación del objeto


del proceso cautelar quedan a la iniciativa de parte, y no del tribunal.

o Pendencia actual o próxima del proceso principal - las medidas cautelares se


solicitan una vez iniciado el proceso principal. Pero también pueden solicitarse antes
de la interposición de la demanda.
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o Jurisdicción y competencia del tribunal - Los tribunales españoles tienen


competencia internacional para adoptar medidas cautelares en aquellos casos en que
la tengan para conocer del proceso principal y ante ellos se inicie dicho proceso. Por
otra parte, los tribunales civiles, además de adoptar medidas cautelares en todo tipo
de procesos civiles, tienen también jurisdicción para adoptar medidas cautelares en
relación con procesos arbitrales. Por otra parte, cuando las medidas cautelares se
soliciten en un proceso ya iniciado, será competente el tribunal que esté conociendo
del asunto en primera instancia. Cuando las medidas cautelares se formulen durante la
sustanciación de la segunda instancia o de un recurso extraordinario por infracción
procesal o de casación, será competente el tribunal que conozca de la segunda
instancia o de dichos recursos. Y cuando las medidas cautelares se soliciten en un
proceso aún no iniciado, será competente el tribunal que lo sea para conocer de la
demanda principal.

o Postulación y defensa - como regla general, será preceptiva la intervención de


procurador y abogado. Ahora bien, la LEC dispone que la intervención de dichos
profesionales no es preceptiva para la solicitud de medidas urgentes con anterioridad
al juicio.

 Medidas cautelares específicas - podrán acordarse, entre otras, las siguientes medidas cautelares:

o El depósito de cosa mueble, cuando la demanda pretenda la condena a entregarla y se


encuentre en posesión del demandado.
o La formación de inventarios de bienes, en las condiciones que el tribunal disponga.
o La anotación preventiva de demanda, cuando ésta se refiera a bienes o derechos
susceptibles de inscripción en Registros Públicos.
o Otras anotaciones registrales, en casos en que la publicidad registral sea útil para el
buen fin de la ejecución
o La orden judicial de cesar provisionalmente en una actividad; la de abstenerse
temporalmente de llevar a cabo una conducta; o la prohibición temporal de
interrumpir o cesar en la realización de una prestación que viniera llevándose a cabo.

Procedimiento de las medidas cautelares - La LEC establece un régimen jurídico unitario para la adopción,
oposición, modificación y alzamiento de las medidas cautelares. Dada su finalidad, se establece un procedimiento ágil
y rápido. Esas medidas se solicitan, como regla, con la demanda principal, o a lo largo de la tramitación del proceso,
pero también pueden ser solicitadas antes de la interposición de la demanda, si se acredita la urgencia en su obtención.
Como regla, las medidas cautelares se adoptan previa audiencia del demandado, pero cabe la adopción de medidas
cautelares inaudita altera parte, por razones de urgencia o de efectividad de la medida.

TEMA 47: LAS ESPECIALIDADES PROCEDIMENTALES DE LOS PROCESOS ORDINARIOS Y LOS


PROCESOS ESPECIALES

En sentido amplio, los procesos declarativos especiales son aquellos que el legislador ha establecido para que sirvan
de cauce a la tutela jurisdiccional en ciertas materias. En principio, la previsión legal de procesos especiales se
justifica en que el legislador advierte que el enjuiciamiento de dichas materias a través de los procesos ordinarios no
sería adecuado porque las mismas exigen peculiaridades en su tratamiento jurisdiccional, es decir, están necesitadas de
una tutela jurisdiccional diferenciada. Las peculiaridades, singularidades o especialidades reclamadas por esas
materias pueden ser de muy variado tipo. Así, el legislador puede establecer normas especiales en instituciones tan
distintas como la postulación y defensa, la legitimación, la intervención procesal, la acumulación de acciones y de
procesos, la carga de la prueba, las diligencias preliminares y un largo etcétera. Hay casos en que, además, el
legislador establece un entero procedimiento distinto del propio de los procesos ordinarios. Pues bien, cuando las
especialidades de una materia son procedimentales estamos en presencia, en sentido estricto, de un proceso
declarativo especial. Cuando las especialidades de una materia no son procedimentales, sino de otro orden, y el
procedimiento a seguir es uno de los ordinarios (ya sea el juicio ordinario o el juicio verbal), estamos en presencia de
especialidades de los procesos declarativos ordinarios. Ejemplos:

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 Los procesos sobre capacidad, filiación, matrimonio y menores, cuya necesidad se debe a los diferentes
principios en que se inspiran, derivados de interés público que, en mayor o menor medida, está en juego en
estos temas.

 El juicio cambiario y el proceso monitorio, que son procedimientos para la tutela rápida de ciertos tipos de
créditos.

 Y los procesos de división judicial de patrimonios (para la división de la herencia y para la liquidación del
régimen económico matrimonial), necesarios dadas las peculiaridades de las operaciones a realizar y ambos
caracterizados por tratarse de procesos universales, es decir, procesos en que, a diferencia de los procesos
singulares, la actividad jurisdiccional no se proyecta sobre bienes o derechos considerados individualmente,
sino sobre la totalidad de un patrimonio.

o Entre estos últimos están los procesos concursales, que son universales, puesto que la actividad
jurisdiccional se proyecta ab initio sobre la totalidad del patrimonio del deudor.

TEMA 48: EL ARBITRAJE Y LA MEDIACIÓN

El arbitraje puede ser definido como aquella institución consistente en que dos o más personas pacten entre sí, o que
un tercero resuelva un litigio ya surgido o que pueda surgir entre ellas, excluyendo que los tribunales conozcan el
mismo. O, parafraseando los arts. 2.1 y 9.1. LA, el arbitraje es el modo de encomendar a un tercero la solución de
todas o algunas de las controversias sobre materias de libre disposición que hayan surgido o puedan surgir respecto de
una determinada relación jurídica, contractual o no contractual.

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