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Definición de Autocuidado

Se entiende por autocuidado la inclinación por facilitarnos atenciones a nosotros mismos.


Como norma general, el autocuidado está dirigido a nuestra propia salud.
Ciertos hábitos saludables deberíamos realizarlos por propia iniciativa, como un conjunto de pautas
orientadas al bienestar físico y psicológico. La lista de medidas que son recomendables es de todos conocida:
buena alimentación, ejercicio moderado, evitar el alcohol y el tabaco, controlar el estrés y fomentar
el pensamiento positivo. Cada una de estas pautas es una manifestación del autocuidado. Hay un motivo
evidente que explica por qué actuamos así: el instinto de supervivencia. Así, de una manera más o menos
consciente sabemos que es necesario protegernos y cuidarnos para preservar nuestra vida.
Al margen del autocuidado relacionado con la salud como tendencia natural, este concepto se puede plantear
en situaciones específicas (por ejemplo, el autocuidado de la mujer embarazada o el relacionado con los
ambientes laborales).

El autocuidado se refiere a las prácticas cotidianas y a las decisiones sobre ellas, que realiza una persona, familia o
grupo para cuidar de su salud; estas prácticas son ‘destrezas’ aprendidas a través de toda la vida, de uso continuo,
que se emplean por libre decisión, con el propósito de fortalecer o restablecer la salud y prevenir la enfermedad

Algunos beneficios biológicos del ejercicio físico 1. Mejora la resistencia física 2. Regula la presión arterial 3. Ayuda
a mantener el peso corporal 4. mejora la flexibilidad y la movilidad de las articulaciones 5. Reduce la sensación de
fatiga. 6. Aumenta el tono y la fuerza muscular 7. Contribuye al metabolismo de la glucosa.

Algunos beneficios psicológicos del ejercicio físico Aumenta la autoestima. Mejora la autoimagen. Reduce el
aislamiento social. Rebaja la tensión y el estrés. Reduce el nivel de depresión Ayuda a relajarte. Aumenta el estado
de alerta. Disminuye el número de accidentes laborales. Menor grado de agresividad, ira, angustia... Incrementa el
bienestar general.

Como cuidar la mente: 1. Cuidar las horas de sueño(entre 6 y 8 horas) 2. meditación. Mejora el estado mental: 3.
organizar el tiempo: priorizar en base a tiempo y recursos. 4. cuidar las relaciones interpersonales  Debemos
afectar positivamente a los demás.  No relaciones con personas toxicas: pensamientos victimistas, egocentricos,
agresivas y manipuladoras.  La gente tónica, son “personas medicina”, después de estar con ellas la persona se
siente mejor.
5. Escuchar buena música, leer buenos libros 6. compartir las preocupaciones 7. ser positivo:  Adoptar una actitud
constructiva(aceptarse a un si mismo y a todo lo que esta alrededor) 8. Marcarse objetivos: tener un objetivo vital
y elaborar un proyecto de vida anima a mantener hábitos de vida mas saludables.

EL AUTOCUIDADO: MENS SANA IN CORPORE SANO

La primera persona en describirlo fue Dorothea Orem, una enfermera que lo definía como un fenómeno
activo que necesita que la persona utilice la razón para comprender su estado de salud.
El autocuidado, tal y como se entiende hoy en día, es el conjunto de acciones que realiza una persona
para mejorar su salud de forma intencionada. Esto incluye tanto las necesidades físicas como las
psicológicas o el aspecto físico, siempre desde el enfoque de tener un desarrollo personal positivo.
Además de mejorar nuestra calidad de vida, un buen autocuidado ayudará a prevenir enfermedades
graves y a recuperarse correctamente tras sufrir una dolencia leve o temporal. Las personas que lo
practican también contribuyen a aliviar la presión sobre el Sistema Sanitario. En este sentido, la
educación juega un papel crucial, ya que una sociedad que alienta al autocuidado tendrá una población
más sana y podrá redirigir recursos sanitarios a áreas más prioritarias.
La Asociación para Autocuidado de la Salud (ANEFP) promueve el autocuidado para mantener el
bienestar diario y prevenir enfermedades. Para ello, ofrecen un Decálogo que incluye recomendaciones
para desarrollar hábitos de vida saludable, saber cómo medicarse y cuándo acudir a un profesional.

AUTOCUIDADO VS AUTOMEDICACIÓN

Cuando hablamos de autocuidado, hablamos también de automedicación responsable. Este concepto


no debe confundirse con el consumo indiscriminado de medicamentos que deben ir acompañados de
receta: la clave está en la responsabilidad.
La automedicación responsable se refiere al uso de medicamentos sin receta que sirven para aliviar,
tratar o prevenir síntomas o problemas comunes de salud. También se englobarían aquí a aquellos
pacientes con patologías crónicas que ya saben cómo actuar sin ir a la consulta del médico.

AUTOCUIDADO DE ENFERMEDADES COMUNES

Para las enfermedades más comunes, como son el dolor de cabeza o el resfriado, la Sociedad Española
de Medicina de Familia y Comunitaria (semFYC), ha elaborado una completa “Guía práctica de la salud”,
dedicada tanto a médicos como a pacientes. Cuenta con datos esenciales sobre las enfermedades más
comunes, e indicaciones y orientaciones para saber cuándo consultar o pedir ayuda.
Además, a través de este blog también buscamos contribuir a esa labor educativa que favorece el
conocimiento en temas de salud por parte de la sociedad, a través de pequeños consejos y pinceladas
sobre algunas de las patologías más comunes.

EL AUTOCUIDADO Y KERN PHARMA

En nuestro compromiso con mejorar la calidad de vida de las personas, en 2011 lanzamos toda una
línea de autocuidado denominada Kern Pharma Consumer, a través de la cual comercializamos
medicamentos y productos de venta directa sin receta. Desde entonces, hemos ido ampliando nuestro
vademécum para ayudar al mayor número de pacientes posible.
En esta línea de productos encontramos soluciones para el alivio del dolor y la fiebre (Ibudol® y
Dolostop), para preparar un botiquín básico (con povidona, alcohol, agua oxigenada, apósitos o suero
fisiológico) o para encontrar ayuda para dejar de fumar (Nicokern) o para dormir (Dormikern o Somnolin),
entre otros.
Con el propósito de ayudar al autocuidado, también hemos creado un espacio web para que las madres
y padres descubran todo sobre el dolor de los más pequeños, llamado Planeta Dolor.
Además, una parte crucial del autocuidado es mantenerse activo y practicar ejercicio de forma regular,
de manera que contamos con Finisher®, nuestra línea de salud y nutrición deportiva.
La mujer y su salud tienen unas peculiaridades a tener en cuenta para practicar el autocuidado. Por
ello, Gynea se centra en ayudarles a mejorar la salud en todas las etapas de su vida: desde la
maternidad hasta la madurez.

SENSORIAL

El cuidado personal sensorial va dirigido a ayudar a calmar la mente.

Cuando puedes sintonizar los detalles de las sensaciones a tu alrededor, es más fácil vivir en el momento presente. Y
cuando estás en el presente, puedes dejar de lado más eficazmente los resentimientos relacionados con el pasado o
las ansiedades y preocupaciones sobre el futuro.

Cuando pienses en practicar el cuidado personal sensorial, ten en cuenta todos tus sentidos: tacto, olfato, sonido y
vista.

La mayoría de las personas responden más a uno que los demás, así que pregúntate cuál podría ser ese sentido para
ti. Puede parecer algo tonto, pero hay muchas sensaciones que, por sí mismas, nos provocan emociones positivas.

El problema es que solemos ir por la vida como pollo sin cabeza y no reparando en aquello que nos rodea.

¿Quieres ejemplos de estas prácticas? Son muy muy sencillos, te avisamos. Pero aprender a disfrutar de estos
pequeños momentos puede proporcionarte mucha calma y alejar el estrés de un golpe. ¿Lo probamos?
 Sentarte a observar el mar o un paisaje bonito reparando en todo lo que rodea el momento: los olores,
los sonidos, las sensaciones que te vienen en mente, etc.
 Acostarte y escuchar tu música favorita con los ojos cerrados.
 Beber un café, un té, un zumo, pon aquí tu bebida favorita, a sorbitos y con calma.
 Degustar un trocito de chocolate.
 Darte un masaje.
 Sentir el sol en la piel sentada sin hacer absolutamente nada.

EMOCIONAL

Cuando se trata de tu salud emocional, uno de los mejores consejos para el autocuidado es asegurarte de
comprometerte plenamente con sus emociones. Cuando los enfrentas de frente, realmente ayuda con el estrés.

Puedes sentirte tentada a rechazar sentimientos como la tristeza o la ira, pero es saludable sentirlos, aceptarlos y
seguir adelante.
Recuerde que las emociones no son «buenas» o «malas» en sí mismas. No eres culpable de las emociones que
sientes; solo cómo te comportas en respuesta a ellos. Cada emoción te indica algo, te da un mensaje, es una vía de
expresión. El problema es que, nos dedicamos a ignorarlas y rechazarlas, desatendiendo el mensaje que nos ofrecen.

ESPIRITUAL

Cuando una persona no es religiosa, suele tener la tentación de omitir la parte espiritual de su vida.

Sin embargo, el autocuidado espiritual no está solamente relacionado con la religión.

El cuidado personal espiritual se trata de conectar con tus valores y con lo que realmente te importa.

Agradecer todo aquello que te sucede y lo que tienes, expresar tus sentimientos, encontrar la parte positiva de tu
vida, ser congruente con lo que haces, meditar… todo ello te permite sentirte más tranquila y serena. Vivir la vida
con más calma, viviendo el presente.

FÍSICO

La importancia del cuidado personal definitivamente se extiende a los aspectos puramente físicos de su salud. La
actividad física es vital no solo para tu bienestar corporal sino también para ayudarte a desahogarte, canalizar tu
energía y quitarte un poco de estrés de encima. .

Puedes pensar que el gimnasio no está hecho para ti, pero esa es una forma demasiado estrecha de pensar en el
cuidado personal físico. Cuidar tu cuerpo no empieza y termina en un gimnasio. Amplia tu mente.

Puedes bailar en casa con tu música favorita, ir a pasear, nadar, coger la bici e ir a la montaña, correr en algún
parque cercano, hacer yoga, patinar… ¡no será por actividades que te mantengan activa!

Además, no debes olvidar que el autocuidado físico se trata solo de hacer deporte y moverse. Hay mucho más, como
por ejemplo:

Dormir las horas que necesites e incluso echarte una siesta si crees que te ayudará.

Comer sano y equilibrado.

Ser capaz de descansar del deporte cuándo estás agotada e incluso decir que no a los planes si no te aguantas en pie
y crees que no los disfrutarás.

SOCIAL

Finalmente, el autocuidado social es otra categoría que es importante para todos nosotros.
Puede verse diferente dependiendo de si eres introvertida o extrovertida. Sin embargo, conectar con otras personas
es necesario para la felicidad de una gran diversidad de personas.

Te ayuda a entender que no estás sola, a sentirte apoyada en momentos vitales complicados, a tomar decisiones con
más seguridad, a mantenerte motivada y superar los momentos de flaqueza.

El autocuidado social no se trata solo de hacer cosas con otros por el simple hecho de estar con alguien, sino de
elegir hacer cosas con personas que realmente te hacen sentir bien. Personas que te aportan y de las que te despides
llena de energía. Las personas tóxicas y que solo te dejan sentimientos negativos puedes sacarlas de tu vida sin
pestañear.

Aquí vale desde quedar con amigos para desayunar, llamar a alguien a quien hace tiempo que no ves, buscar alguna
actividad para conocer gente nueva, hacer una excursión con tu familia, etc.

No pongas el autocuidado como un propósito para el próximo finde, las vacaciones de Navidad o para año nuevo.
Sabemos que posponer nunca da buenos resultados.

A DEL AUTOCUIDADO

Cuidarse, cuidar y ser cuidado son funciones naturales indispensables para la vida, en tanto son
inherentes a la supervivencia. Al cuidarnos contribuimos a promover y desarrollar aquello que nos hace
vivir y por tanto, representa un conjunto de actos de vida que hacen que ésta continúe y se desarrolle.

Para conceptualizar el autocuidado podríamos retomar el concepto de cuidado de Colliere (1993) que dice
que: acto de mantener la vida asegurando la satisfacción de un conjunto de necesidades indispensables
para la vida, pero que son diversas en su manifestación. Las diferentes posibilidades de responder a
estas necesidades vitales crean e instauran hábitos de vida en cada grupo o persona. Cuidarse es un acto
individual que cada persona se da a sí misma conforme va adquiriendo autonomía, pero a su vez es un
acto de reprocidad que tiende a darse a cualquier persona, que temporal o definitivamente no está
capacitada de asumir sus necesidades vitales y requiere ayuda.

CA DEL AUTOCUIDADO

Cuidarse, cuidar y ser cuidado son funciones naturales indispensables para la vida, en tanto son
inherentes a la supervivencia. Al cuidarnos contribuimos a promover y desarrollar aquello que nos hace
vivir y por tanto, representa un conjunto de actos de vida que hacen que ésta continúe y se desarrolle.

Para conceptualizar el autocuidado podríamos retomar el concepto de cuidado de Colliere (1993) que dice
que: acto de mantener la vida asegurando la satisfacción de un conjunto de necesidades indispensables
para la vida, pero que son diversas en su manifestación. Las diferentes posibilidades de responder a
estas necesidades vitales crean e instauran hábitos de vida en cada grupo o persona. Cuidarse es un acto
individual que cada persona se da a sí misma conforme va adquiriendo autonomía, pero a su vez es un
acto de reprocidad que tiende a darse a cualquier persona, que temporal o definitivamente no está
capacitada de asumir sus necesidades vitales y requiere ayuda.

Desde hace tiempo este concepto ya era considerado, al menos para los griegos refiriéndose al
autocuidado como el cultivo de sí; lo que significaba hacer énfasis y valorizar la importancia de las
relaciones del individuo consigo mismo, es decir: hay que cuidarse y respetarse a sí mismo, en tanto que,
al intensificar la relación con uno mismo, se constituye sujeto de sus actos (Focault, 1987)

Además de esto, los griegos también tenían una visión integral de lo que debía ser el cuidado de sí, pues
enfatizaban la necesidad de cuidar no sólo el cuerpo sino también el alma. Para ellos, el cuidado de sí
incluía los cuidados del cuerpo, los regímenes de salud, los ejercicios físicos sin excesos y la satisfacción
mesurada de las necesidades. Además, incluía las meditaciones, las lecturas, las notas que se tomaban de
los libros o de las conversaciones escuchadas y la reflexión de las verdades que se sabían pero que había
que apropiarse de ellas aún mejor. (Focault, 1987)

Para los griegos el cuidado del cuerpo se realizaba mediante el temor al exceso, la escucha de las
perturbaciones, la atención detallada al no adecuado funcionamiento, el tener en cuenta elementos como
la estación, el clima, la alimentación y el modo de vida, en tanto estos podían perturbar al cuerpo y, a
través de éste, el alma. (Focault, 1987). Desde aquellos tiempos ya se comenzaba a dar importancia
al autocontrol como una forma de autocuidado.

Por otro lado, los avances científicos y tecnológicos, especialmente los relacionados con la medicina,
influyeron en el concepto y en las formas de fomentar el autocuidado. Se comenzó a hablar de dos tipos de
autocuidado de naturaleza diferente: aquellos relacionados con las funciones de conservación y de
continuidad de la vida llamados “care”, y los cuidados de curación “cure”, a los relacionados con la
necesidad de curar todo aquello que obstaculizaba la vida. Los cuidados de “care”, representan los
cuidados permanentes y cotidianos de tipo biopsicosocial necesarios para mantener la vida. Estos
cuidados son proporcionados y aprendidos en el proceso de convivencia y socialización, y deben ser
asumidos por cada persona a medida que adquiera mayores niveles de autonomía frente a la vida. Los
cuidados de “cure” son los utilizados para el tratamiento de la enfermedad además de los cuidados
habituales para promover la salud. (Colliere, 1993).

Las prácticas de autocuidado y su relación con la cultura

El papel que tiene la cultura en nuestro comportamiento es un hecho importante en la forma de adoptar el
autocuidado. De acuerdo con De Roux (1994) existen elementos que impiden esto, como pueden ser:
comportamientos que se encuentran arraigados por nuestras creencias y/o tradiciones culturales (en los
que a veces percibimos que nuestro propio bienestar no está relacionado a lo que podemos hacer nosotros
mismos, pensando que esa causa de algo más- divino, mala suerte o mágico, por ejemplo).

La mayoría de las veces los propios comportamientos nocivos que hacemos, aun teniendo conocimientos
que promuevan nuestra salud, evidencia las prioridades que tenemos al momento de cuidarla, ya sea
física y/o emocional. Desafortunadamente estamos acostumbrados a actuar cuando ya nos sentimos
enfermos; ante esto seguimos viendo que no tenemos una cultura de prevención ante cualquier malestar
ya sea físico y/o emocional (De Roux, 1994).

Otro elemento cultural que incide en la práctica del autocuidado son los estereotipos de género que se
presentan actualmente. De acuerdo con Colliere (1993) estos estereotipos de género hacen que, en los
hombres, por ejemplo, dado que se les ha impedido culturalmente la expresión de afectos y fomentado
conductas dominantes y autocráticas, generen un mayor cuidado y atención para sí mismos. En tanto, en
la mujer, dado que se les ha impuesto culturalmente el rol de cuidadora de otros, es decir concebir la
creencia de que deber ser para otros versus ser para sí (al ser madre); influye significativamente en la
forma de asumir el autocuidado de su vida, su cuerpo y su salud.
Si bien la cultura ha ido dejando una serie de consecuencias nocivas para la asunción del autocuidado y ha
condicionado todo un conjunto de comportamientos, prácticas, creencias y saberes con relación al cuerpo,
a la enfermedad y a la salud; practicar el autocuidado también comprende una serie de acciones y
actividades diarias que poco a poco podemos convertir en hábito para así reaprender y reinterpretar
nuestro conocimiento e importancia del cuidado de nuestra salud emocional, física y mental.

Podemos practicar distintas formas de autocuidado referentes para fomentar nuestra salud emocional,
algunas se aprenden a través del autoconocimiento, otras a través de nuestras relaciones con los demás y
sobre todo están las que nos hacen adquirir un mayor nivel de independencia y responsabilidad de
nuestras vidas.

El autocuidado de la salud mental

Hoy en día sabemos, por ejemplo, de la importancia que tiene una buena alimentación para la salud, pero
no por ello nos alimentamos correctamente. La salud ya no se considera simplemente como la ausencia de
enfermedad, sino que se entiende que una persona está sana cuando goza de un estado de bienestar
general y es consciente de ello (OMS, 2014).

Lo anterior significa que una persona es considerada sana si: es físicamente saludable, mentalmente
“estable”, de adapta y se relaciona pacíficamente en sociedad, puede realizar funciones diarias tanto
domésticas como laborales, ser social y económicamente productiva; reafirmando que ser sano no
significa solamente no padecer una enfermedad sino que, como en muchas culturas asiáticas se menciona,
es creer que ser “sano” es mantener un equilibrio entre mente, cuerpo, relaciones familiares-sociales, y en
sintonía con el ambiente.

El cuerpo humano, por sí solo, posee mecanismos maravillosos para mantener una buena salud. Si
nosotros como individuos nos apropiáramos de nuestras acciones, seríamos menos propensos a
enfermarnos. Sin embargo, si la enfermedad llegara a aparecer, un adecuado autocuidado, además médico
necesario, ayudaría a que el cuerpo sanara por sí mismo. (WHO, 2013).

La Salud Emocional

Las emociones y la salud están muy conectadas. Las personas que llegan a estar muy enfermas
(crónicamente incluso) o por ejemplo aquellas que tienen mucho estrés laboral, deberían de prestar
mucha mayor atención a su salud emocional, en general todas las personas debemos.

Nuestras emociones, como ya ha sido estudiado y comprobado durante varios años, tienen un gran efecto
en nuestra salud. Las funciones del cuerpo se ven irrumpidas y su inmunidad ante la enfermedad se ve
reducida si nos encontramos frecuentemente de mal humor, bajo estrés o nos enojamos fácilmente. Como
resultado, tenemos la disposición para presentar enfermedades como la hipertensión, una enfermedad
cardíaca, e incluso cáncer.
Las emociones también se relacionan a comportamientos saludables que podemos incluso igualmente
dañar como: comer en exceso, consumir bebidas alcohólicas, fumar y consumir drogas u otras sustancias.
Estos hábitos causan muchos problemas de salud a largo plazo como: diabetes, cáncer de pulmón, de
hígado, etc.

Las consecuencias para nuestra salud justifican la importancia de poder manejar adecuadamente nuestras
emociones, como el estrés principalmente, que no puede ser evitado. Por ello es muy importante que
aprendamos a cultivar emociones positivas, encontrar una manera de aliviar la tensión y negatividad; y
conscientemente crear hábitos que promuevan actividades que nos permitan sentirnos relajados y en paz,
que fomenten un autocuidado emocional.

Promoviendo Autocuidado: Favoreciendo la salud emocional y física.

¿Por qué y para que autocuidado?

La vida a veces parece una ola de ocupaciones laborales y/o familiares y llevar a cabo acciones para sobre
llevarla es muy estresante y a veces parece imposible. En un esfuerzo por mantener tus horarios bajo
control, a veces hacemos cosas que impactan negativamente en nuestra salud como: saltarnos comidas,
no tener tiempo para ir al gimnasio, e incluso cancelar planes con los amigos y familia. Cuando la vida
parece ocupada y difícil, el autocuidado es la primera cosa que tendemos a sacrificar; solemos pensar que
tomar tiempo para nosotros parece egoísta y nos ponemos la mayoría de las veces en ultimo lugar. Sin
embargo, esto no es así.

El autocuidado previene el estrés laboral: El excesivo y prolongado estrés también llamado burn
out reduce nuestra productividad y energía. Al incorporar actividades de autocuidado en nuestra rutina
regular, como por ejemplo caminar o socializar con amigos, daríamos a nuestro cuerpo y mente tiempo
para descansar y resetearnos.

El autocuidado fomenta relaciones saludables: Mantener relaciones con familia y amigos nos hará sentir
mas seguros con nosotros mismos, promoviendo nuestra autoestima. Cuando nos sentimos bien en
compañía de otros estamos felices y somos más abiertos a la comunicación; podemos mostrar a los demás
que somos saludables y que podemos poner límites, mostramos una actitud agradable y trasmitimos
energía positiva, misma que incrementa y fortalece la relación con los demás.

El autocuidado nos hace ser mas eficaces: Cuando tomamos tiempo para nosotros mismos y le damos a
nuestro cuerpo, la comida, el descanso y actividades que necesita, tendremos mayor energía que nos
impulsará a cumplir con las demandas del día, esto es, las actividades de autocuidado que realicemos
reforzaran nuestra mente y cuerpo.

¿Cómo practico autocuidado?

Paso 1: Evalúa tus habilidades, o para que eres bueno(a).


Examina tus propias estrategias pensando en que cosas ya has hecho y te han funcionado para cubrir las
demandas del día a día, e igualmente identificando en que momentos necesitas un descanso y que te gusta
hacer en esos momentos de des-estres. Identifica aquellas habilidades y siendo honesto en cuales de ellas
pueden ser más negativas que positivas, ejemplo: Positivas (respirar, meditar, escuchar música, hacer
ejercicio, ira caminar, tomar una ducha), Negativas (gritar, actuar agresivamente, sobre-reaccionar, tomar
en exceso, fumar, morderte las uñas, saltar comidas, conducir peligrosamente).

Paso 2: Identifica tus necesidades de autocuidado.

No todos tenemos las mismas necesidades de autocuidado. Tomate un momento para considerar que
valoras como importante y necesitas en tu día a día (necesidades de autocuidado diarias) y has un
comparativo contra lo que valoras y necesitas en un momento de crisis (necesidades de autocuidado en
una emergencia). Considera que el autocuidado va mas allá de cubrir solo tus necesidades físicas básicas,
toma en cuenta también tu bienestar emocional, psicológico, espiritual, social e incluso financiero.

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