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Los aspectos del futuro

Lo banal sirve para designar las actitudes y fenómenos como poco importantes, sin
contenido, sin reflexión, poco comprometidos y hasta poco interesantes.
La banalidad surge cuando no piensas, cuando no eres crítico, cuando te ríes de los
malos chistes de tu jefe, o cuando no te ríes de la cómica que estás poniendo porque te
tomas muy en serio.
Tal vez sea fútil y vano discurrir sobre la banalidad o lo banal en nuestra cotidianidad,
ya que se ha convertido en el discurrir de los tiempos actuales en un jardín de momentos
banales, por no decir aburridos.
Lo cotidiano se hace banal cuando se hace repetitivo y lleno de gestos sin importancia,
sin reflexión y sin trascendencia, soporíferos.
Por ejemplo, la burocracia es banal, como el sucederse de las modas anuales, como el
consumo musical planetario o el simple movimiento repetitivo de ademanes y gestos de
un obrero o de la empleada sonriente ante el jefe.
Todo eso refleja la banalidad hoy en día como un concepto ensanchado “epistemológica
mente” hablando. Y entonces podemos hablar de la banalidad como el producto de un
sistema que te programa para consumir en un ciclo sin fin, poblado de contenidos
repetitivos, compartidos por todos y reiterados por todos. Todo se banaliza, hasta el mal.
Pero estás fuera de lo banal si logras trascender y/o trascenderte, si eres exitoso u
original, si hueles a éxito.
Ahora, esto de la trascendencia pareciera muy importante para algunos, dejar algo
hecho, no importa si después de una generación ya no saben quién eres, y en dos mil
años... ¡Imagínate!
El drama humano es su consciencia de su “in-permanencia” como sujeto, como
colectividad, y hasta como especie, si sales de tu ombligo y alargas la mirada
comprensiva de las cosas a unos 200.000 años.
Pero volviendo al tema, pareciera que si haces algo no banal, (algo que los demás no
hacen siempre), tienes probabilidades de que tu ego sea reconocido por cierto círculo de
la opinión pública, por ejemplo un reconocimiento cultural o un premio a la certidumbre
encontrada en medio de la incertidumbre.
El problema es como darte cuenta si estás siendo banal o no, cuando todos siguen una
moda que a final de cuentas es una forma de pensar, y conforman y replican con su
energía diaria una opinión que se ha vuelto banal.
Jung planteaba que debíamos alejarnos de la banalidad, de la masa, y trabajar sobre
nosotros para ser cada vez más individuos, es decir, tal vez menos banales.
Así que creo que sea poco importante si haces algo que trascienda o no, lo importante es
tratar de ser más individuos, no en el sentido egoísta, sino en el sentido comprensivo y
alejado de los dogmas y tabúes de la época y del espíritu de los tiempos que vives, y así
tratar de ir un poco más allá para edificar un lugar desde donde mirar fuera del campo
de concentración mental en el que estás.

“No hay nada más terrible, insultante y deprimente que la banalidad.”


Antón Pavlovich Chéjov

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