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Mc Conkie
Predicador
de
Rectitud”
E l élder Bruce R. McConkie nació el 29 de
julio de 1915, en Ann Arbor, Michigan;
hijo de Oscar W. Y Vivian Redd McConkie.
Toda su vida él manifestó una inclinación por
las escrituras y una poco común
comprensión de las doctrinas de la Iglesia. La
mayoría de sus discursos y escritos han sido
temas doctrinales. Su educación regular
incluye un grado de derecho en la
Universidad de Utah y también ha tenido
experiencias en el campo del periodismo.
Élder McConkie fue llamado al primer
Consejo de los Setenta en octubre de 1946, y
al Consejo de los Doce en octubre de 1972.
Los servicios funerales del Élder McConkie se
realizaron el 23 de abril de 1985 en el
tabernáculo de Lago Salado.
"PREDICADOR DE RECTITUD"
Yo sé que mi Redentor vive!..." . Este testimonio central a la
vida, palabras y la misión de Elder Bruce R McConkie del quórum de
los 12 - fue expresado en palabras y relatado en los servicios
funerales del 23 de abril de 1985 en el tabernáculo de Lago Salado.
Hablando en la conferencia general menos de dos semanas
antes, Elder Bruce R McConkie había repetido el testimonio que dio
a la iglesia por casi cuatro décadas como autoridad general: "Y
concerniente a Jesucristo, yo testifico que el es el hijo del Dios
viviente y fue crucificado por los pecados del mundo. El es nuestro
Señor, nuestro Dios y nuestro Rey. Esto lo sé por mi mismo,
independientemente de cualquier otra persona. (Liahona, Jul. 1985,
pág. 11).
Elder McConkie había batallado el cáncer por más de 18
meses. Después de una operación en enero de 1984, los doctores le
dijeron que tenía solamente un corto tiempo para vivir. Pero
sostenido por su fe y ayuno, oraciones de la familia y amigos a
través del mundo. El continuó sin quejarse llevando a cabo los
deberes de su llamamiento, incluso percibiendo sus tribulaciones
cono una bendición. "Estoy bastante asombrado por los profundos
sentimientos de agradecimiento y me regocijo por la bondad del
Señor hacia mí", dijo en la conferencia de abril después de la
operación. "El me ha permitido sufrir dolor, sentir ansiedad, y sentir
su poder sanador" (Ensign, Mayo 1984, pág. 32)
Durante el año pasado, cuando él no había estado bien, el
presidente Gordon B. Hinckley en el funeral "El ha sido infatigable
en su propósito de la obra del Señor para abrir nuevas áreas, para
fortalecer el servicio misional, para edificar a los santos para
compartir solemne y sincero testimonio a la realidad y divinidad del
Señor Jesucristo y a la restauración de su vida".
En octubre, su salud empezó a deteriorarse. Recobrando
fuerzas para su testimonio público final, el pidió a su hermano
Briton una bendición. Luego en el día de la conferencia, se levantó
de su lecho de enfermo para testificar del Salvador.
"Soy uno de sus testigos, y en un día venidero sentiré las
marcas de los clavos en sus manos y pies y bañaré sus pies con mis
lágrimas.
Pero entonces no sabré mejor de lo que conozco ahora que El
es Hijo del Dios Todopoderoso, que El es nuestro Salvador y
redentor y que la salvación viene en y a través de su sangre
expiatoria y no hay otra manera". (Liahona, Mayo 1985 pág. 11).
Refiriéndose al conmovedor testimonio el presidente Hinckley
dijo: "¿Puede alguno de nosotros dudar que él ahora se ha
presentado al Señor a quien amaba que ha sentido las marcas de
los clavos en su manos y pies y bañado sus pies con sus propias
lágrimas? . Bien puedo imaginar que el ha repetido las palabras que
fueron dichas por Tomás de la antigüedad, "Mi Señor y mi Dios"
(,7n. 20:28). Creo que el ha recibido en respuesta las palabras "Bien
Hecho, buen siervo y fiel... entra en el gozo de tu Señor". (Mateo
25:21).
Durante su lucha con el cáncer, Elder Bruce McConkie
demostró fe de que él viviría hasta que su misión fuese llevada a
cabo. Incluso cerca no al final, cuando su enfermedad lo mantuvo
alejado de sus deberes, el se levantaría cada mañana, entonces
tendido encima en la cama totalmente vestido como evidencia que
el confiaba en el poder sanador del Señor.
"Para él quedarse en cama hubiese simbolizado que él lo había
abandonado", dijo un miembro de su familia. El compró un terno, un
par nuevo de zapatos y habló optimistamente de regresara los
muchos proyectos que él todavía quería emprender.
Cuando el recibió una bendición de Elder Boyd K. Packer, una
semana después de la conferencia, se le dijo que el era uno de los
fieles élderes de ésta dispensación [que], cuando salgan de la vida
mortal, continuarán en la predicación del evangelio ... en el gran
mundo de los espíritus". (Doct. y Con. 138:57).
"Continuando la bendición", relataba Elder Packer '...El
hermano McConkie lloró y dijo: 'Esta todo en las manos del Señor'.
El afirmó su deseo de hacer como el Señor deseara después que
salió de su casa ese día, por primera vez saco su ropa y se fue a la
cama. Cinco días después, 19 abril de 1985, él murió.
El día de su muerte fue tormentoso, pero la tarde de su funeral
fue cálida y hermosa. La flores de los terrenos de la manzana del
Templo y el interior del tabernáculo se hablaba de Primavera y
renovación. El presidente Spencer W. Kimball asistió, cono lo
hicieron mamá de Elder McConkie de 95 años, su esposa y familia y
miles de santos de los Ultimos días que habían sido fortalecido por
su prolongada misión.
El coro del tabernáculo canto "Creo en Cristo" un himno con las
pa labras escritas por Elder McConkie. En el verso cuarto, las luchas
de la mortalidad conocidas tan bien por el autor son vistas en su
contexto eterno:
Creo en Cristo: El permanece supremo, de El ganaré mi más
anhelado sueño; y mientras lucho a través de penas y dolor, se
escucha su voz: 'lo obtendréis'.
El Presidente Gordon B. Hinckley elogió al Elder McConkie por
su gran sentido en su misión. El apóstol sabía que su
responsabilidad, su infatigable confianza [fue] pararse ante el
mundo como un testigo especial del Salvador de la humanidad. El
hizo esto cono primer interés de su vida. Sus escritos, sus charlas,
viajes eran todos centrados en este gran objetivo.
El habló del celo del Elder McConkie en impulsar la obra en
Sud América. "Ahora la obra se ha desarrollado en una forma
maravillosa y gran diosa en ese gran continente... se le debe mucho
crédito al Hno. McConkie por la presente estatura de la obra allí".
El presidente Ezra T. Benson lo eligió corno un orador o
predicador de rectitud "Gracias sean a Dios por las palabras escritas
del testimonio del Elder McConkie permanecen para continuar
bendiciendo un mundo que lo necesita tan desesperadamente...".
"A menudo, cuando una pregunta doctrinal venía ante la
primera presidencia", continuaba él, Elder McConkie se le pedía
citar la escritura o comentar sobre la materia o asunto. El podía
citar escrituras literalmente y de una gran longitud". "El preveía a la
iglesia entera con un ejemplo de erudición del evangelio. El podía
enseñar el evangelio con facilidad porque él primero entendió el
evangelio".
El élder Boyd K. Packer también elogiaba la importante
contribución a la iglesia del Elder McConkie. "Para mi había un logro
coronante en el ministerio del Hno. McConkie... Si había un hombre
que se elevaba a un gran propósito, si había un hombre preparado
en contra de una necesidad del día, era Bruce R. McConkie". La
preparación y publicación de las nuevas ediciones de las escrituras
SUD. la cual "un día emergería ceno una señal del evento inspirada
en nuestra generación ... que no pudo haber sido hecho sin el élder
Bruce R. McConkie dijo él "Pocos sabrán la extensión del servicio
que rindió". Pocos pueden elogiar el tiempo de su vida de
preparación por esta contribución verdaderamente importante del
progreso del evangelio restaurado en la dispensación del
cumplimiento de los tiempos.
El Packer habló de la actitud de poco compromiso que tienen
sus asociados hacia su obligación de hablar la verdad. "No se daba
por hecho para Bruce R. McConkie de cambiar de antemano cono
sus discurso serían recibidos y entonces alterarlos. ¿Ni podían él
medir que debía decirse y cómo debía ser dicho al que pensará la
gente? ... cuando él era tentado a cambiar sus palabras, el espíritu
se retiraría una distancia... El sería impelido a arrodillarse a pedir
perdón y rogar por una renovación de ese compañerismo con el
espíritu, lo cual los escrituras prometen ser constante. Entonces el
aprendería una vez más lo que fue verdad de un hombre santo de
Dios que habló en los tiempos antiguos era aplicado a el también. El
hablaba cuando él era motivado por el espíritu Santo".
El élder James E. Faust habló de algunos de los logros del
Elder B. R. McConkie: "Para mi, la medida más grande de B.
McConkie es la medida de su corazón, la calidez de su alma, y la
profundidad de su testimonio". Elder Faust ilustró esta sensibilidad
cono una nueva autoridad general el planeó y condujo un seminario
en el cual el Elder McConkie iba a participar, sintiendo mi espíritu
de inadecuado, en una forma improvista dijo a mi Ruth: Desearía
tener la experiencia de Jim en la iglesia. En ese tiempo él ya había
sido Autoridad General por 30 años. Esto fue tan típico de su
preocupación sensitiva por otros".
En otra ocasión, un líder de la iglesia en Sud América se
disculpó por cometer un error de procedimiento. Elder McConkie le
busco para hacerle sentir cómodo: "Presidente no dé otras
disculpas", dijo él. " En esta iglesia comenzamos donde estamos,
comenzamos hoy. No miramos atrás; miramos hacia adelante. Por
favor no se preocupe".
Bruce Redd McConkie nació el 29 de julio de 1915 en Ann
Arbor,Michigan, el primer hijo de Oscar W. y Margaret Vivian Redd
McConkie. "Su vida comenzó como un milagro", dijo Elder Boyd K
Packer, fue un nacimiento muy dificultoso. Se penso que era un
aborto y los médicos trabajaron enérgicamente para salvar su
madre. Luego alguien escuchó un pequeño ruido y se volvió hacia
él".
La familia regresó a casa al Sur de Utah un año más tarde,
donde Bruce pasó su niñez en una granja. Un día, su padre le salvó
milagrosamente la vida, al escuchar los susurros del espíritu al
correr al huerto. Después de ver un caballo galopando, el pensó:
"Debo detener este caballo". No fue hasta después que lo había
hecho que él descubrió que el caballo había estado arrastrando su
hijo.
Cuando Bruce era un adolescente, la familia se mudó a la
ciudad de Lago Salado, donde él termino el liceo. Sirvió como
misionero en el este de los Estados Unidos desde 1934 a 1936,
luego obtuvo un grado de abogado de la Universidad de Utah en
1939. Después de 2 años fue asistente al procurador de la ciudad
de Lago Salado y fiscal de la ciudad, el paso 4 años como oficial de
seguridad e inteligencia en armada. Regresó a la vida civil con el
rango de Coronel Lugarteniente, se unió a la Legión y reservas
americana. Mas tarde, como Autoridad General, supervisó el
bienestar espiritual de los Santos de los Ultimos Días en el servicio
militar.
A los 32 años de edad Bruce McConkie regreso a una carrera
legal; después de la guerra en vez de ello, se unió al personal de la
editorial del Deseret News. Menos de un año después, el 10 de
octubre de 1946, presidente George A Smith lo llamó a servir en el
primer consejo de los 70. Mantuvo esa posición por 26 años durante
el cual sirvió como presidente de misión de Australia Sur por 3
años. Luego el 12 de octubre de 1972, el presidente Harold B Lee lo
llamó al quórum de los doce apóstoles.
Elder Bruce McConkie es mejor conocido y amado entre los
miembros de la iglesia por sus sermones y escritos sobre temas
doctrinales. Su obra enciclopédica, "Doctrina Mormona", cubriendo
más de 1.100 temas del evangelio, su 3 volúmenes del Nuevo
Testamento; sus 6 series de volúmenes sobre la Vida y Misión de
Jesucristo.
"El tenía su estilo único", dijo el presidente Hinckley, con
palabras medidas, firmes e inequívocas y con orden y lógica, él
reunía los patrones de sus discursos. Su lenguaje era claro, su
significado inequívocas ... El hablaba de una mente cultivada, pero
también, de un corazón sincero."
"Papá pagó el precio para aprender dijo su hijo Mark. "El
conocía o sabía que el entendimiento llega a la gente que se la
gana es un flash repentino que viene sin esfuerzo. Aunque había
leído las escrituras muchas veces durante su vida, el releía todos
los libros canónicos, tomando notas de todo lo que era mesiánico
por naturaleza, antes de escribir "El Mesías Prometido". Luego
cuando el escribió "El Mesías Mortal", el leyó los libros canónicos de
nuevo todo lo que era útil en analizar la vida del salvador. Para el
"Mesías Milenario", el leyó entero los libros canónicos, una tercera
vez y escribió todo lo que era milenario. Algunas personas no
pueden apreciar la intensa labor que le demandaba".
Una vez una hija le preguntó como el aprendía el evangelio.
Cuan do el era un joven, el dijo, cuando tenía 18 o 19 años, revisó
en libro de Mormón verso por verso , estudiando y haciendo
referencias cruzadas, y escribiendo cada verso en sus propias
palabras. El cubrió entero el libro de Mormón en esta forma y tenía
un montón de papeles, de más de un pies de altura cuando él
terminó. "Le pregunte lo que él hizo con aquellos papeles, y dijo que
los había tirado - no era el montón de papeles o lo que él escribió,
lo que era importante, sino la disciplina y el entendimiento que le
dio. Esta es la forma en que él se enseñó a si mismo".
Robert J. Matthews, decano de Educación Religiosa de la
Universidad de Brigham Young, nos cuenta del servicio misional
bajo el padre del élder Bruce R. McConkie en los días antes que el
Elder McConkie fuera una autoridad General. "Oscar McConkie era
un hombre capaz en su propio derecho. Un día nosotros los
misioneros le hicimos una pregunta; el pensó un momento y dijo.
"No sé la respuesta, pero me gustaría preguntarle a mi hijo Bruce".
"Le preguntó que edad tenía su hijo; cuando él me dijo que él
tenía solamente treinta, dije "cómo es que Ud. ,-siendo su padre, un
juez, un presidente de misión - sienta que Ud. tenga que
preguntarle la respuesta a su hijo. 'el respondió', "Ud. no conoce a
Bruce".
Años más tarde, el hermano Matthews trabajó con el comité de
publicaciones de la escrituras en la preparación de las nuevas
ediciones de las escrituras. "Uno de los mayores logros de Elder
Bruce R. McConkie en ese comité dice él, "Fue el capítulo de
encabezados individuales y la sección de resúmenes. (El leyó de
nuevo los libros canónicos mientras hacía este proyecto). Aunque
yo leía estos encabezamientos antes de la publicación,
frecuentemente me maravillaba y estoy maravillado y todavía estoy
impresionado con la calidad y visión donde pocas palabras pueden
decir mucho.
"Algunas veces algunos de nosotros que trabajamos con el
comité discutíamos los encabezamientos con él antes de su
publicación. El estaba siempre abierto y no a la ofensiva, y nunca le
vi el peso de su oficio para decidir un punto. A menudo diría en una
manera amigable: "Si Uds. amigos desean cambiar las palabras lo
pueden hacer" . 'Raramente lo hacíamos, y lo hacíamos sólo con su
asistencia'.
Velma Harvey, secretaria de Elder McConkie por treinta y dos
años, habla de su gracias. "En todos los años que yo trabaje para él
nunca dijo nada áspero". "Nunca he conocido un hombre más
cristiano".
Uno de los primeros misioneros del Elder McConkie, Robert
McDougall, resalta el gran impacto que su presidente de misión
tuvo en su vida. Un nativo australiano, fue llamado a servir una
misión de tiempo completo en su tierra bajo el presidente
McConkie. "Tengo que admitir con gran aprehensión el día que subí
a bordo del avión para responder el llamado... No había disponible
una casa de misión de entrenamiento y me sentí poco preparado y
muy nervioso.
"Nunca olvidaré el sentimiento de seguridad que tuve cuando
él me conoció en el aeropuerto y me tomó en su brazos(o me
abrazo) y luego pasó el fin de semana llevándome a todas partes
que él iba, conversándome, y teniéndome listo para servir".
El hermano McDougall recuerda bien la energía del élder
McConkie y su sentido del humor. "Recuerda una ocasión cuando él
invitó a sus misioneros a una reunión en la cima de una montaña de
4.000 pies. El enganche era que teníamos que caminar. Cuando
ellos llegaron a la cima, gastados, cansa dos, y jadeantes,
encontraron al élder McConkie fresco como una lechuga, es-
perándoles".
"En otra ocasión, el me hizo salir de la ducha a las 6:00 AM
para que reuniera a todos los misioneros en la región para una
reunión de todo el día Lo más sorprendente de la invitación era que
yo era un compañero menor y que él estaba a más de 2.000
millas".
"Empece a llamar a los otros misioneros para contarles acerca
de la reunión, recuerda él". Muchos pensaron que se trataba de una
broma del día de los tontos (en abril), pero eventualmente todos
ellos, incluyendo los élderes regionales, se reunieron para la
reunión".
Los misioneros esperaron por más de una hora para que
llegará su presidente de misión, muchos preguntándose si este
joven misionero había entendido el mensaje adecuadamente. Justo
cuando algunos estaban listos para llamar la reunión un engaño,
"un sonriente presidente estacionó su auto en el estacionamiento".
"Ese día nos sentamos junto a él y fuimos enseñados al estilo
del élder McConkie, escrituras puras por siete horas".
"El comenzó al decir que nos había pedido que nos
reuniéramos a discutir una escritura. Recuerdo hasta hoy el día, a
más de dos décadas después, el versículo exacto de lo que él
elaboró, lo separó, examinó cada referencia y contexto histórico por
siete horas. Cuando el hubo terminado, pasamos el día entero en un
versículo. El se detuvo porque era obvio que no podíamos
continuar, más, no porque él no tuviera más que dar. El sólo había
comenzado". ("El Heraldo de Provo", 21 de abril, 1985).
En 1937, élder Bruce R. McConkie se caso con Amelia Smith en
el Templo de Lago Salado. "Ella ha permanecido a su lado, una
verdadera ayuda idónea, 'escribió Elder S. Dilworth Young años
atrás". "En su joven vida matrimonial cuando el dinero era escaso,
ella lo agradaba por su habilidad en manejar un hogar, en cocinar,
cocer, y el trabajo o quehaceres del hogar. Con ocho niños que
cuidar, ella encontraba tiempo para estar a su lado en la caminata,
campismo, en las labores físicas de hacer en su casa... "Cuando
entra a su casa, uno ve ... una madre devota que es sin duda la
reina de la casa. Ella es un noble ejemplo de la mujer S.U.D.
comenta élder Young"(Ensign, Enero 1973, pág. 11).
"Papá era absolutamente loco con mamá", dice su hija Vivian .
"Había una afinidad natural entre los dos. Siempre nos repetía que
mamá era perfecta. Cuando niña, solía pelear con él acerca de lo
que siempre yo le decía, que él la ponía siempre en un pedestal.
Pero él me decía que era allí donde pertenecía. Después de haber
visto a mamá a través de estos años y cómo manejaba todo, veo
que él realmente esta en
lo cierto"
Una de sus hijas una vez le preguntó a papá qué es una
profetiza. Su respuesta: "Una profetiza es una mujer como tú
mamá".
"Así es como él trataba a mamá, dice Vivian. "El la adoraba; él
no permitiría ninguna crítica en contra de ella. Y él la quería para él
todo el tiempo - él siempre la quería en su cuarto con él".
Mark recuerda que los sábados en la noche era reservados por
sus padres como la noche de cortejo. "Su cortejo continuaba hasta
hoy".
Ellos disfrutaban los shows, salían por helados o palomitas de
maíz, o tan sólo salían a caminar. Una vez ellos, fueron juntos a una
fase de estudio de los pajarillos, y más tarde disfrutaron
recolectando y puliendo piedras, haciendo hermosa joyería para los
amigos. Estudiaban las escrituras juntos, y ella escuchaba cuando
el preparaba sus manuscritos y sermones.
Su primer hijo, Bruce, murió después de vivir solamente unas
pocas semanas. Los McConkies tuvieron 8 hijos más, que en las
palabras del presidente Gordon N. Hinckley, "maravillosamente
honran su nombre".
Los hijos hablaban del élder McConkie como un padre gentil y
sensitivo. "Papá era muy afectuoso con nosotros", dice Vivian. "En
cualesquier momento que nos viera - cuando éramos pequeños o
después cuan do crecimos - el siempre nos saludaba con un beso
en la frente". Y él tenía mucha alegría, consigo mismo. El hacía una
lista para un club de niños para él 'cena todo lo que tiene delante
de Ud.'; él les enseñaba modos en la "Encantadora Escuela
McConkie"; es les deleitaba con un gran número de poemas
humorísticos; entretenidamente les enseñaba a las niñas, en forma
de juego, como bailar; fehacientemente le decía a una de sus hijas
que un niño debía tener una recomendación antes que le pudiera
cortejar. En suma, le molestaban por cantar fuera de tono, y nunca
le dejaron que el 'guisado Boy Scouts' que él hacía para cenar
cuando Amelia estaba en el hospital con su última guagua. "Lo
tenía todo con él".
De acuerdo a sus hijos, él fue un padre paciente que nunca
levanto su voz. Una vez cuando ellos era jóvenes, el envío a alguien
a abajo a conseguir o traer una sandía para la cena. Pero estaba
llena de clavos - uno de sus hijos más jóvenes lo había usado como
colgador para practicar martilleo. "Papá miró la sandía sentado en
su plato y dijo, bueno, bueno, bueno. Nunca había visto nada cono
esto antes. "Es bueno que tengamos otra sandía". De modo que él
mando a uno de sus hijos de nuevo por una segunda sandía.
También regresó llena de clavos. Sin hacer un comentario de ello,
élder McConkie la abrió y rescató lo que pudo de la fruta.
A menudo llevaba a sus hijos al living, los ubicaba en un
cojín(el se tendería en uno en el suelo, su lugar favorito), y les
leería el Libro de Mormón - deteniéndose en algunos versículos para
conversar acerca de él, haciendo una experiencia divertida de él.
El usaba experiencias familiares para enseñar a sus hijos
principios correctos. "Un día cuando era adolescente caminaba con
él por una calle principal, 'recuerda Vivian', El miró el templo y
pregunto, 'Vivian, ¿Cuál es la definición de un templo? y le dije que
no sabía. Entonces él dijo, "Un templo es un santuario sagrado
apartado del mundo donde las ordenanzas sagradas son hechas
pertenecientes a la vida y salvación eterna". El me dio una
definición más o menos la que Ud. encontrará en uno de sus libros.
El a menudo nos haría preguntas corno esa".
Y desafiaba a sus hijos a hacer preguntas también.
"Cualesquier pregunta del evangelio que nosotros teníamos,
sabíamos que íbamos a tener más de una respuesta substancial.
"Algunas veces cuando le hacían preguntas del evangelio, el a
menudo enumeraría de memoria las referencias de escrituras
pertinentes y les desafiaría a estudiar la respuesta. Algunas veces
el preguntaba que pensaban ellos que sería la respuesta, y
entonces la discutiría con ellas. "El estaba interesado el cualesquier
tema que estuviéramos discutiendo, y era muy divertido para él, y
naturalmente llegaba a ser interesante y divertido para nosotros
también. A todos los niños les gustaba el evangelio porque el lo
amaba", "ya que amábamos a papá, llegamos a amar las cosas que
él amaba", dice Mark. "Porque papá amaba el Salvador y los
profetas, nosotros les amábamos. Sus héroes eran nuestros héroes.
Sus amigos llegaban a ser nuestros amigos".
Todo santo de los Ultimos Días que escuchó a Elder Bruce R.
McConkie enseñar el evangelio y compartir su testimonio apostólico
del Salvador puede expresar gratitud similar. A causa de su vida y
testimonio, nuestra fe ha sido aumentada y nuestra esperanza para
la vi da eterna es más brillante"
YO SÉ QUE VIVE MI SEÑOR
Por el élder Bruce R. McConkie
Del Consejo de los Doce
Bruce R. McConkie
DEL QUORUM DE LOS DOCE APOSTOLES
"Las llaves del Reino de Dios . . . se dan por el espíritu de revelación a cada hombre que es ordenado Apóstol y a la vez
apartado para ser miembro del Consejo de los Doce. Pero . . . sólo puede ejercerlas en su plenitud un hombre a la vez."
Hoy hablaré de la forma en que se emplean las llaves del reino, y también de dónde vinieron, quién las posee en la
actualidad y cuál es su futuro.
El sagrado relato comienza en la primavera de 1829, y se desarrolla a mediados del memorable mes de mayo. El Profeta
del Señor se encuentra en el vigésimo cuarto año de su existencia mortal, y le dicta Sagradas Escrituras a su escriba. La
sagrada palabra menciona el bautismo, sin el cual el hombre no puede ver el reino de los cielos ni siquiera entrar en él.
El Espíritu del Señor descansa sobr el vidente y su escriba. Desean el bautismo con la misma ansiedad que el
hambriento busca alimento. La Divina Providencia les guía a un lugar recluído a orillas del río Susquehanna, cerca de
Harmony, Pensilvania. Allí vuelcan su alma a Dios, el mismo que había mandado a su Hijo, sin mancha, que se
bautizara para servir de ejemplo a todos los hombres.
Entonces se efectúa el milagro. Los cielos se abren, y un ángel baja desde las alturas celestiales para comunicarse con
sus consiervos en la tierra. Se trata de Juan el Bautista, un ser ya resucitado, al que Herodes mandó decapitar mil
ochocientos años atrás en los hediondos recintos de la cárcel.
Este es el mismo Juan que, siendo hijo único del sacerdote Zacarías y de Elisabet, había sido ordenado por un ángel a la
temprana edad de ocho días para derribar el reino de los judíos.
El mismo Juan a quien acudieron los judíos en Betábara buscando el poder purificador del bautismo. Entonces fue que
el amado Bautista, para cumplir con toda justicia, sumergió al mismo Hijo de Dios en las turbias aguas de un río
palestino.
El mismo Juan que vio abrirse los cielos y al Espíritu Santo descender con la serenidad de una paloma, y descansar
sobre el personaje acerca del cual la divina voz dijo a continuación: "Este es mi Hijo Amado, en quien tengo
complacencia." (Mateo 3:17.)
Con la gloria de un ser resucitado, y en el nombre del Mesías por el que había sufrido la muerte de un mártir, confiere a
sus amigos mortales el Sacerdocio-de Aarón y las llaves de la ministración de ángeles y del bautismo por inmersión
para la remisión de pecados. (Véase D. y C. 13.)
Por primera vez en casi 1.700 años, seres mortales, actuando en nombre del Señor Jesucristo, pueden ministrar en favor
de los hombres para su salvación. La hora se acerca en que la lúgubre y tenebrosa obscuridad se rasgue para dar paso a
la luz celesti< que vendrá a iluminar nuestro planet sumergido en la ignorancia.
Pero esto es apenas el comienzo c gran designio. Otros mensajeros descienden de los reinos de luz y gloria. Pedro,
Santiago y Juan, que e su época poseían el sacerdocio y la: llaves correspondientes a la presidencia del reino terrestre,
visitas a José Smith y a Oliverio Cowdery.
Estos apóstoles de la antigüedad, que cuando mortales eran los amigo y confidentes del Señor Jesucristo; estos espíritus
escogidos que comieron y bebieron con El después que resucitó de los muertos; los verdaderos testigos del que murió
para que todos podamos vivir, llevan cabo algo maravilloso.
Confieren al nuevo profeta ya¡ que lo acompaña el sacerdocio según el Orden del Hijo de Dios, quien permanece como
sacerdote para siempre. Este Sacerdocio de Melquisedec es el orden más elevad y más sagrado que puede otorgarse los
mortales ahora o en el futuro. Incluye, y siempre ha incluido, el poc y la autoridad del sagrado apostolad
Junto con él, los esforzados mortales, que muy pronto, por mandato divino, reorganizan la Iglesia y el reino de Dios en
la tierra, reciben ciertas llaves de importancia trascendental. Son las llaves del reine por medio de las cuales obtienen el
poder de organizar, presidir, goberné y regular el reino de Dios en la tierra, cual es La Iglesia de Jesucristo de lo Santos
de los Ultimos Días.
También reciben las llaves de la dispensación del cumplimento de lo tiempos, la gloriosa era de la restauración y de la
renovación, la cu Dios designa para reunir todas las
cosas en Cristo; la edad de la revelación, y los dones, y los milagros,en la que El llevará a cabo la restauración de todas
las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo. (Véase D. y C.
27:12-13; 81:2.)
Habiendo sido comisionados de esa manera, y siendo poseedores del evangelio de salvación, pueden establecer de
nuevo el reino de Dios en la tierra y predicar otra vez el evangelio a todo el mundo y a todos los pueblos. El reino se
establece el día 6 de abril de 1830, y desde ese momento todos los miembros fieles de la Iglesia dedican su tiempo,
talentos y medios para llevarla verdad a los demás hijos de nuestro Padre Celestial.
Pero aún esto no es todo. Otras llaves debían entregarse. En un maravilloso día de abril de 1836, aparecieron Moisés,
Elías y Elías el Profeta, cada uno trayendo de su correspondiente dispensación las llaves y el poder que habían ejercido
cuando mortales. Es un día similar a aquel otro maravilloso de mil ochocientos años antes en el Monte de la
Transfiguración. (Véase Mateo 17:1-13.)
En ese entonces, en las cimas nevadas de un monte, después que el Padre había hablado desde la nube, sucedió que
Moisés y Elías, ambos llevados al cielo sin gustar la muerte, r volvieron en sus cuerpos físicos, a un templo no hecho
con manos, y otorgaron a Pedro, Santiago y Juan las llaves y poderes que poseían para esa época.
Y de la misma forma, esos ilustres personajes vuelven a la tierra en estos días. Esta vez, a un templo construido con los
diezmos y el sacrificio de los santos, estos mismos profetas de la antigüedad, ministrando ahora como seres resucitados
y glorificados, restauran las llaves y poderes que poseían.
Moisés, quién investido en la majestad del Sacerdocio de Melquisedec sacó de Egipto al cautivo Israel para llevarlo a su
Palestina prometida, trae de nuevo esas mismas llaves. Dichas llaves autorizan a los mortales a recoger las ovejas
perdidas de Israel que se encuentran en el Egipto del mundo, y llevarlas a la prometida Sión, donde las escamas de
tinieblas esclavizantes caerán de sus ojos. Estas llaves comisionan a los que las poseen para que recojan a todo Israel,
incluyendo las diez tribus, de todas las naciones de la tierra, y, como lo afirma la palabra profética, los lleven de uno en
uno y de dos en dos a los montes de la casa del Señor, para que sean investidos de poder desde lo alto.
Elías trae otra vez el evangelio de Abraham, el gran convenio abrahámico por medio del cual los fieles reciben
promesas de posteridad eterna, promesas de que por medio del matrimonio celestial su posteridad eterna será tan
numerosa como las arenas de la playa y las estrellas del cielo. Elías dala promesa, la misma recibida en la antigüedad
por Abraham, Isaac y Jacob, de que en el hombre moderno y sus descendientes todas las generaciones sean bendecidas.
Y ahora ofrecemos las bendiciones de Abraham, Isaac y Jacob a todos los que deseen recibirlas.
Elías el Profeta trae de nuevo las llaves del poder del sellamiento, la autoridad que permite a los hombres que viven
ahora, lo mismo que a Pedro en la antigüedad, sellar en la tierra y que sus hechos sean sellados eternamente en los
cielos. (D. y C. 110:11-16.)
Gracias a la venida de Elías el Profeta los bautismos que efectuamos en la tierra tienen validez en la eternidad.
Literalmente nos permiten ser miembros del reino terrestre, el cual es la Iglesia, y a la vez pertenecer al reino celestial
que es la gloria divina donde moran Dios y Jesucristo.
Y entonces, con el transcurso del tiempo, habrá "una unión eterna, completa y perfecta, así como un encadenamiento de
dispensaciones, llaves, poderes y glorias . . . desde los días de Adán hasta el tiempo presente" (D. y C. 128:18).
En el meridiano de los tiempos. Jesucristo ordenó a los Doce en las costas de Capernaum; les dio las llaves del reino a
Pedro, Santiago y Juan en el monte santo, y más tarde les dio esas mismas llaves a todos los apóstoles. (Véase Mateo
18:18.)
En nuestra dispensación, el Sacerdocio de Melquisedec se restauró en 1829; se ordenó a algunos hombres al santo
apostolado en febrero de 1835; varias llaves se dieron en distintos momentos, principalmente el 3 de abril de 1836; y
esto continuó hasta que todos los ríos del pasado desembocaron en el océano del presente y el hombre mortal poseyó
todas las llaves y poderes que se hayan otorgado a los hombres en épocas pasadas, desde Adán hasta el presente.
Como punto culminante, todas las llaves del reino se dan a los Doce en el invierno de 1844. Luego ellos reciben lo que
las revelaciones llaman la plenitud del sacerdocio, junto con el poder de conferir esta plenitud eterna a otros hombres.
Después que están debidamente investidos y autorizados, el Profeta les dice a los Doce:
"He sellado sobre vuestras cabezas todas las llaves del reino. He sellado sobre vosotros cada llave, poder y principio
que los cielos me han revelado. Ahora, no importa dónde vaya yo o lo que pueda hacer, el reino descansa sobre
vosotros. Pero, Apóstoles del Cordero de Dios, mis hermanos, sobre vuestros hombros descansa el reino, y ahora tenéis
que unir vuestros hombros y darle ímpetu. Si no lo hacéis seréis condenados." (Discourses of Wilford Woodruff, se¡. por
G. Homer Durham, Salt Lake City: Bookcraft, 1946, pág. 72.)
Y de esta forma se cumple la palabra divina en la cual el Señor había dicho anteriormente a los Doce:
"Porque a vosotros, los Doce, y a los de la Primera Presidencia, quienes son nombrados con vosotros para ser vuestros
consejeros y directores, se ha dado el poder de este sacerdocio, para los últimos días y por la última vez, en los cuales se
encierra la dispensación del cumplimiento de los tiempos.
"Poder que vosotros tenéis, juntamente con todos los que han recibido una dispensación en cualquier ocasión, desde el
principio de la creación;
"Porque, de cierto os digo, las llaves de la dispensación, las cuales habéis recibido, han descendido desde los padres, y
por último, se han enviado del cielo a vosotros." (D. y C. 112:30-32. )
Y de esta forma, también se estableció el sistema del Señor para la sucesión en la Presidencia. Las llaves del Reino de
Dios, los derechos y poderes de la presidencia eterna por medio de la cual se gobierna el reino terrestre, que primero se
revelaron desde los cielos, se dan por el espíritu de revelación a cada hombre que es ordenado Apóstol y a la vez
apartado para ser miembro del Consejo de los Doce.
Pero, puesto que las llaves le dan a uno el derecho de presidir, sólo puede ejercerlas en su plenitud un hombre a la vez.
Esta persona es siempre el Apóstol de mayor antigüedad, el Apóstol presidente, el sumo sacerdote presidente, el élder
presidente. Solamente él tiene la autoridad para dirigir a los demás, guía que todos están comprometidos a seguir.
Por lo tanto, a pesar de que cada uno de los Doce posee las llaves, las ejercen sólo hasta cierto límite, hasta que uno
llegue a ser el de mayor antigüedad, lo cual lo hace el Ungido del Señor en la tierra.
En conclusión, entonces, cuando José Smith, en manos de hombres malvados y asesinos, exhala el último aliento,
Brigham Young, siendo el Apóstol con mayor antigüedad en el reino terrestre, automáticamente pasa a presidir.
El siguiente aliento de Brigham Young es el que hincha de poder los pulmones de este siervo previamente ungido por el
Señor. No pasa más tiempo que el de un abrir y cerrar de ojos en que la Iglesia se encuentre sin un oficial presidente.
Cuando el presidente Kimball sea llamado a informar su labor en tan grande y exitoso ministerio, las llaves pasarán
instantáneamente a otro Apóstol que el Señor ya ha elegido. Y de esta manera el sistema de sucesión divina continuará
hasta la venida del Señor Jesucristo en las nubes de gloria para reinar personalmente sobre la tierra.
No tenemos por qué temer el futuro. Esta es la obra de Dios; es su reino, y El gobierna sus asuntos a voluntad.
Las llaves, habiendo sido entregadas al hombre en la tierra, se encuentran ahora en poder de los que El ha escogido.
Así como sé que Dios vive y que Jesucristo es verdadero, y que la verdad revalecerá, os testifico que esta obra rodará
hasta que llene toda la tierra, y hasta que el conocimiento de Dios cubra la tierra como las agua: cubren el océano.
Os doy este testimonio en mi nombre y en nombre de todos los fieles élderes del reino, y en nombre de todas las santas
hermanas que se mantienen a su lado con tanto valor, y sobre todo lo hago en el sagrado nombre de nuestro Señor
Jesucristo. Amén.
CÓMO OBTENER REVElACIÓN PERSONAL
". . . hablaré a tu mente y a tu corazón por medic del Espíritu Santo que
vendrá sobre ti y morará en tu corazón.
.Porque por mi Espíritu los iluminaré, y por mi poder les revelaré los
secretos de mi voluntad; sí, cosas que ojo no vio, ni oído oyó, ni han
llegado siquiera al corazón del hombre." (D. y C. 76:5, 7, 10.)
Ya me he referido a que podemos hablar con los ángeles, que
podemos soñar y tener visiones, que podemos ver el rostro del
Señor. Aquí tenemos una promesa en ese sentido:
"De cierto, así dice el Señor: Acontecerá que toda alma que deseche sus
pecados y venga a mí, invoque mi nombre, obedezca mi voz y guarde mis
mandamientos, verá mi faz y sabrá que yo soy." (D. y C. 93:1.)
El Profeta dijo que el velo podría desaparecer hoy en día, como
en cualquier época, si nos congregáramos los élderes del reino en
fe y en justicia y llenáramos los requisitos para tener las visiones de
la eternidad. Aquí tenemos una declaración hecha por José Smith:
Ejemplo N° 1
El Señor continuó:
"...te digo que tienes que estudiarlo en tu mente; entonces has de pre-
guntarme si está bien; y si así fuere, causaré que arda tu pecho dentro de ti;
por lo tanto, sentirás que está bien.
Mas si no estuviere bien, no sentirás tal cosa, sino que vendrá sobre ti
un estupor de pensamiento que te hará olvidar la cosa errónea; por lo tanto,
no puedes escribir lo que sea sagrado a no ser que te lo diga yo." (D. y C.
9:8-9.)
¿Cómo elegís una esposa? He oído a muchos jóvenes de la Universidad
de Brigham Young y de otras partes decir: "Tengo que sentir inspiración;
tengo que recibir revelación; tengo que ayunar y orar para que el Señor me
manifieste con quién debo casarme". Bien, quizás esto os extrañe un poco,
pero nunca en mi vida le pregunté al Señor con quién debía casarme. Nunca
se me ocurrió preguntarle. Fui y encontré a la jovencita que quería; evalué y
consideré la posibilidad, y supe qué era lo que debía hacer. Ahora bien, si
hubiera hecho las cosas a la perfección, hubiese acudido al Señor, lo cual no
hice; sino que todo lo que hice fue orar y pedir ayuda y dirección con
respecto a la decisión que había tomado. Lo más indicado habría sido
pedirle consejo en cuanto a la decisión y obtener una confirmación
espiritual de que la conclusión a la que mi libre albedrío y mis facultades
habían llegado, era la correcta.
El motivo de la oración
En una de las paredes de la Sala de Concilios de los Doce Apóstoles del
Templo de Salt Lake City, hay un cuadro que ilustra al Señor Jesús orando a
su Padre en el Getsemani.
En aquella ocasión, experimentarlo el más intenso sufrimiento físico y
espiritual, un padecimiento sin oomparacibn que es incomprensible para la
mentalidad del hambre, un dolor que redujo a la insignificancia la tortura
física que había de padecer en la cruz, nuestro Señor le suplicó a su Padre
que le infundiera fortaleza para llevar a cabo la eterna expiación.
Entre tildas las oraciones pronunciadas, ya en el tiempo ya en la
eternidad, por dioses, ángeles y mortales, ésta se destaca como la suprema
y única en su género.
En el Jardín de Getsemanl, fuera de las paredes que rodeaban la ciudad
de Jerusalén, el más grandioso hambre de la raza de Arfan, Aquel que era
perfecto en pensamiento y palabra, le suplicó a su Padre que pudiera salir
triunfante de la más atormentadora prueba a que pudiera someterse
persona alguna.
Allá, en la tierra de Judea, en la quietud de la noche y mientras Pedro,
Santiago y Juar dormían, con una oración en sus labios el Hijo de Dios tate
sobre si los pecados de todos los hambres bajo la condición del
arrepentimiento; si, allí, entre los olivos, con el espíritu de la adoración pura
y de la perfecta oración, el hijo de Marta se debatió bajo la carga más
abrumadora que un hambre pudiera soportar.
En ese momento, el gran Elohim depositó sobre su sofríante Siervo el
peso de todos los pecados de todos los hambres de todas las épocas, que
crean en Cristo y procuren conocerlo. Y el Hijo, que era a la imagen del
Padre, le suplicó a su divino Progenetor que le diera las fuerzas que
necesitaba para cimplir con el propósito principal por el cual habla venido a
la tierra.
En aquella hora toda la eternidad se detuvo en suspenso. La agonía
ocasionada por los pecados de los hombres que padeció Aquel que no
conocía el pecado fue tan inmensa, que hizo que echara sangre por cada
poro y que aun El "deseara no tener que beber la amarga copa" (D y C
19:18). Desde el alba de la creación hasta aquella suprema hora, y desde
esa noche de la expiación a través de todas las etapas de la eternidad, m ha
habido ni habrá para nadie prueba semejante a ésta.
"El Señor omnipotente, que reina, que era y que es desde todas las
eternidades", que descendió "del cielo entre los hijos de los hambres"
(Mosiah 3:5), el Creador, Sostenedor y Preservador de todas las cosas desde
el principio y que había nacido en el mundo siendo la única persona que
tenia a Dios como su Padre en la carne - el Hijo de Dios mismo, en cierto
modo incomprensible para la mente mortal-, llevó a cabo en ese murnnto la
expiación, gracias a la cual todos los hambres han de levantarse en
inmortalidad, al mismo tiempo que los que crean y obedezcan han de
levantarse ademas para heredar la vida eterna. Dios, el Redentor, los
redimió de la muerte temporal y espiritual que sobrevino sobre el género
humano con la caída de Adán.
Y fue en aquella hora en que El pagó nuestro rescate con su misma
sangre, que elevó la más ferviente y conmovedora oración personal que
habría de brotar de labios mortales. Dios, el Hijo, rogó a Dios el Padre que la
voluntad del Uno se rindiera a la del otro y que pudiera cumplir la promesa
que El mismo habla hecho cuando fue escogido para ser el Redentor:
"Padre, hágase tu voluntad, y sea tuya la gloria para sierre" (Moisés 4:2).
Efectivamente, caro Hijo obediente cuyo único anhelo se cifraba en
hacer la voluntad del Padre que lo habla enviado, nuestro Señor siempre oró
durante su vida mortal. Si bien Jesús heredó de aquel Padre, los poderes
intelectuales y espirituales mas grandes que hambre alguno haya poseído
jamás, siempre sintió la necesidad de orar. 0quizás debiéramos decir con
más propiedad que si oraba siempre era precisamente porque poseía más
grandes poderes y dones, pues ciertamente mientras más perfecto
espiritualmente es el individuo y más dotado.intelectualmente, más
claramente reconoce su necesidad de orar al darse cuenta cabalmente del
lugar que ocupa en el plan. infinito, y comprender que necesita la gula de
Dios. .Por esta razón, Jesús sintió con mayor intensidad y más que cualquier
otro hambre la necesidad de mantenerse en constante comunión con su
Padre, la fuente de todo poder, de toda inteligencia y de todo lo bueno:
Durante su ministerio Cristo seleccionó a sus Doce Apóstoles. ¿Cómo
hizo la elección de aquellos hambres que habían de ser los testigos
especiales que diesen testimonio de El y su ley "hasta los cabos de la tierra"
(D y C 109:23), y ---que hablan de sentarse con El en los doce tronos para
juzgar a toda la casa de Israel? La Biblia dice: "... fue al monte a orar, y pasó
la noche orando a Dios". Habiendo de este modo llegado a conocer la
intención y la voluntad de Aquel cuyo vástago El era, “...cuando era de
día,... escogió a doce ...a los cuales también llama apóstoles" (Lucas 6
r12-13).
Cuando se acercaba la hora de su arresto y su Pasión quedaba toa gran
verdad más que gi bar de modo indeleble en los Doce: que para que
tuviesen éxito en la obra que se les había asignado y merecieran un
galardón eterno con El y su Padre, debían ser uno aun como el Padre y El
eran una. En aquella hora de suprema importancia les enseñó esta verdad
integrándola en su eminente oración intercesora, fragmentos de la cual se
han conservado hasta hoy y se encuentran en el capitulo 17 de Juan.
E incluso después de su resurrección continuó orando al Padre.
Recordaos que, cuando ya glorificado perfecto, quiso otorgar a los nefitas la
experiencia espiritual más trascendental que pudiesen soportar, no se valió
de un sermón sino de una oración. El registro dice: "... y las cosas que dijo
en su oración no se pueden escribir", pero los que lo oyeron dieron el
siguiente testimonio:
"Jamás el ojo ha visto o el oído escuchado, hasta ahora, cosas tan
grandes y maravillosas como las que vimos y oímos que Jesús habló al
Padre:
Y no hay lengua que pueda hablar, ni hambre que pueda escribirlo, ni
corazón de hambre que pueda concebir tan grandes y maravillosas cosas
como las que vimos y olmos que habló Jesús; y nadie se puede imaginar el
gozo que llenó nuestras almas cuando lo oímos rogar por nosotros al Padre."
(3 Nefi 17:16-17.)
Y allá, en el Getsenani, dando el ejemplo-a todos los que se sientan
agobiados por el sufrimiento y las grandes aflicciones, El abrió su alma al
Padre. Ignoramos el contenido de aquella oración; tal vez, cara la oración
que elevó entre los nefitas, sus palabras ..n el Getserani no hubieran podido
escribirse sino entenderse sólo por el poder del Espíritu. Sí, sabemos que en
tres ocasiones diversas dijo en su oración: "Padre mío, si es posible, pase de
mi esta copa; pero no sea cara yo quiero, sino cara tfi" (Mateo 26:39).
La Biblia dice que cuando Jes5s le dijo al Padre, "... no se haca mi
voluntad, sino la tuya", sucedí6 que "se le apareció un ángel del cielo para
fortalecerle. Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor
axno grandes gofas de sangre que caeian hasta la tierra" (Lucas 22:42-44).
Repararas en el hecho notable de que el Hijo de Dios "oró más
intensamente"... El, que fue el único Ser perfecto que habría de recorrer
jamás los senderos polvorientes de este planeta; El, a quien El Padre dio su
Espíritu sin medida; el Hijo de Dios "oró más intensamente", enseñándonos
de este modo que no todas las oraciones son iguales incluyendo las suyas, y
que las pruebas más difíciles de la vida originan súplicas más fervorosas y
más llenas de fe ante el Altísimo.
De esto se desprende entonces, que debernos procurar aprender y
vivir la ley de la oración para que también podamos ir adonde El y su Padre
están. Teniéndolo presente, hagamos un resumen de los factores que
integran el glorioso privilegio de elevar nuestras oraciones a Dios.
Aprendamos a orar libre y eficazmente, no sólo con palabras sino con
verdadera intención y fervor a fin de atraer sobre nosotros, aun cara Cristo,
los poderes mismos del cielo. Tal vez los siguientes diez puntos nos ayuden
a concretar nuestras oraciones personales.
Que es la oración
Antes de venir a esta tierra morábamos en la presencia de nuestro
Padre Celestial, donde vetamos su rostro y conocíamos su voluntad; le
hablábamos, escuchábamos su voz y El nos aconsejaba y nos instruía. En
ese entonces andábamos por vista (véase 2 Corintios 5:7) mientras que
ahora, que nos hallamos alejados de la presencia de Dios y no varas su
rostro ni oímos su voz cara antes, andamos por fe; no obstante,
necesitamos su consejo y su dirección tanto o más que cuando nos
encontrábamos entre las huestes celestiales antes que el tundo fuese. En su
infinita sabiduría y conociendo nuestras necesidades, nuestro bondadoso
Padre instituyó la oración como el medio para que nos comunicáramos con
El. A continuación quisiera citar álgo que escribí hace un tiempo:
"Orar es hablar a Dios, sea vocalmente o con el pensamiento. En las
oraciones bien pueden incluirse expresiones de alabanza, acción de gracias
y adoración, puesto que el momento en que se eleva una oración es un
ocasión solemos, en que los hijos de Dios piden a su Padre Eterno aquellas
cosas temporales y espirituales que necesitan para segur adelante en
medio de las diversas pruebas que la vida terrenal les impone. La oración
da lugar a la oonfesi6n, pues es el manento en que los santos confiesan sus
pecados a Dios implorándole les conceda su perdón purificador." (Mormon
Doctrine, segunda edición, pág. 581.)
Oramos al padre
Se nos ha mandado orar al Padre (Elohim) en el nombre del Hijo
(Jehová). El Señor Jesús les dijo a los nefitas: "...siempre debéis orar al Padre
en mi nombre (3 Nefi 18:19). Las revelaciones son perfectamente claras en
cuanto a esto y sin embargo es asombrosa la abundancia de falsa doctrina y
erradas prácticas en las iglesias cristinas y ocasionalmente, aun entre los
santos fieles.
Hay quienes oran a los llamados "santos" rogándoles intercedan por
ellos ante Cristo. Los libros de oraciones oficales de las diversas sectas
religiosas oontienerc algunas oraciones dirigidas al Padre, otras al Hijo y
otras al Espíritu Santo, siendo la excepción más bien que la regla, que en
alguna iglesia se ofrezcan oraciones en el nombre de Cristo. Hay quienes
consideran que logran una catnuticaci6n especial con nuestro Señor
dirigiéndole directamente a El sus plegarias.
Cierto es que cuando oramos al Padre la respuesta viene del Hijo,
puesto que "hay... un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo
hambre" (1 Titmteo 2:5). Por ejemplo, José Sttú.th le pidió al Padre, en el
ncxtbre del Hijo, respuesta a sus preguntas, y la voz que le contestó no fue
la del Padre sino la del Hijo, porque Cristi es nuestro intercesor, el Dios que
gobio y regula este planeta (bajo el Padre).
También es cierto que a veces en sus respuestas, Cristo, por.
investidura divina de autoridad, sume la prerrogativa de hablar aro si fuera
el Padre, es decir, que habla en primera persona usando el nombre del
Padre porque Dios así lo ha autorizado. Podemos aprender mayores detalles
en cuanto a esta en el pronunciamiento oficial: "El Padre y el Hijo: Una
Exposición Doctrinal de la Primera Presidencia y los Doce", que comienza en
L3 página 512 de libro de Los Artículos de Fe, por el élder James E. Talrnage.
Además, cabe añadir que tanto nosotros amo todos los profetas
podemos con toda propiedad expresar alabanzas al Señor Jehová (Cristo);
cantar a su santo nambre "Aleluya",que significa "alabado sea Ya o Jah" y
equivale a "alabado sea Jehová". Mas debemos entender claramente que
siempre hemos de orar al Padre y no al Hijo, y que hgms de orar siempre en
el nanbre del Hijo.
Cómo oramos
Siempre hemos de dirigirnos al Padre, agradecerle sus bendiciones,
pedirle lo que con justicia necesitamos, y hacerlo en el nanbre de Jesucristo.
Cuando la ocasión y las circunstancias lo requieran y lo permitan,
confesad vuestros pecados, consultad al Señor con respecto a vuestros
problemas personales; alabadlo -por su bondad y su merced, y expresadle
vuestra adoración de un modo tal que lleguéis a sentiros unidos con Aquel a
quien adoráis.
Dos aspectos importantes con respecto a la debida forma de orar, que
muchas veces se pasan por alto y sin hacer esfuerzos por mejorarlos, y que
sin embargo merecen digna consideración, son:
a) Orad ferviente y sinceramente, con verdadera intención y con todas
las fuerzas de testa alma.
Las meras palabras no bastan; las vanas repeticiones no son
suficientes. La buena calidad literaria es de escaso valor. En realidad la
verdadera elocuencia no consiste en la excelente dicci6n(Si bien esto debe
procurarse), sino en el sentimiento que impregna las palabras,no importa
cuán deficientes éstas sean. Mormón dijo:"...pedid al Padre con toda la
energía de vuestros oorazones" (Moroni 7:48). Además,"le es imputado a
mal si un hambre ora y no lo hace con verdadera intención de corazón; sí, y
nada le aprovecha, porque Dios no recibe a ninguno de éstos (bbroni 7:9).
b) Orad por el poder del Espíritu Santo.
Este constituye el supremo logro en-la oración. La praresa es la
siguiente: "Y se os dará el Espíritu por la oración de fe" (D y C 42:14), "y si
sois purificados y limpiados de todo pecado, pediréis lo que quisiereis en el
nombre de Jesús y se hará" (D y C 50:29). De la era milenaria que está por
venir, cuando las oraciones serán perfectas, la Escritura dice: "Y entonces
se le concederá a cualquier hambre cuanto pidiere" (D y C 101:27).
Escrituras
3 Nefi 18:15-20 Moroni 7:6-9,483 Nefi 13:5-13,Alma 38:13-14,Alma
34:17-29, 3 Nefi 17:24, D y C 50:27-30,D y C 68:33,Alma 25:17.
LA SALVACIÓN DE LOS NIÑOS
Antes de su nacimiento mortal, ¿cuánto saben los espíritus sobre Dios y el plan de salvación?
Cada persona que nace en este mundo, viene de la presencia de Dios.
Todos nosotros lo vimos a El en aquel mundo eterno; todos oímos Su voz y
El nos enseñó sus leyes; aprendimos sobre Jesucristo y decidimos seguirlo
cuando fue elegido como nuestro Salvador y Redentor; conocimos y
comprendimos el plan del evangelio, y prorrumpimos en exclamaciones de
gozo al saber del privilegio que tendríamos de recibir un cuerpo mortal,
como parte de ese gran plan. Al regresar puros e inmaculados ante su Ha-
cedor, los niños -que en realidad son adultos en espíritu-, volverán a tener
aquel conocimiento completo del evangelio que tuvieron ante de venir al
mundo.
¿Serán los niños probados alguna vez?
De ninguna manera. Cualquier idea de que puedan ser probados en el
paraíso, durante el milenio, o después de él, es pura fantasía. ¿Para qué
podría ser probado un ser resucitado, que ya se ha levantado de la tumba
con un cuerpo celestial, y cuya salvación estaba ya garantizada? ¿Probaría
el Señor a alguien cuyo éxito en la prueba ya estuviera asegurado? En
realidad, habrá billones de personas que nazcan durante el milenio, cuando
Satanás esté atado, que "crecerán sin pecado hasta salvarse" (D. y C.
45:58), y por lo tanto, no serán probados.
"Satanás no puede tentar a los niños pequeños en esta vida, ni en el
mundo espiritual, ni después de la resurrección. Los niños que mueran
antes de llegar a la edad de responsabilidad, no serán tentados." (Doctrines
of Salvation, 2:56-57.) Esta es la terminante forma dé expresarse del
presidente Joseph Fielding Smith.
La viuda de sarepta
Encontramos a la viuda de Sarepta sufriendo hambre en la época del
profeta Elías. Este ha cerrado los cielos, y durante tres años y medio no hay
lluvia ni rocío. El Señor le dice un día a su Profeta:
"Levántate, vete a Sarepta de Sidón, y mora allí; he aquí yo he dado
orden allí a una mujer viuda que te sustente."
Al llegar a Sarepta, Elías ve a una viuda recogiendo leña, la llama y le
dice:
"Te ruego que me traigas un poco de agua en un vaso, para que beba."
viudas había en Israel en los días de agua en un vaso, para que beba.”
Al alejarse ella para hacerlo, él vuelve Elías, cuando el cielo fue cerrado
por tres a pedirle:
"Te ruego que me traigas también un bocado de pan en tu mano."
Y la mujer responde:
"Vive Jehová tu Dios, que no tengo pan cocido; solamente un puñado
de harina tengo en la tinaja, y un poco de aceite en una vasija; y ahora
recogía dos leños,para entrar y prepararlo para mí y para mi hijo, para que
lo comamos, y nos dejemos morir."
A pesar de lo que la viuda ha dicho, el Profeta insiste:
"No tengas temor; vé, haz como has dicho; pero hazme a mí primero
de ello una pequeña torta cocida debajo de la ceniza, y tráemela; y después
harás para ti y para tu hijo.
Porque Jehová Dios de Israel ha dicho así: La harina de la tinaja no
escaseará, ni el aceite de la vasija disminuirá, hasta el día que Jehová haga
llover sobre la faz de la tierra."
Con esto, se pone a prueba la fe de la mujer; ella pasa la prueba, y la
escritura dice:
"Entonces ella fue e hizo como le dijo Elías; y comió él, y ella, y su
casa, muchos días.
Y la harina de la tinaja no escaseó, ni el aceite de la vasija menguó,
conforme a la palabra que Jehová había dicho por Elías." (1 Reyes 17.)
Un tiempo después, el hijo de la viuda cae enfermo y muere, y Elías lo
resucita.
Es extraordinario el ejemplo de fe y devoción al Señor que vemos en la
vida de esta mujer, cuyo nombre ni siquiera conocemos. Cuando Jesús fue
rechazado por los suyos en Nazaret, comparó la incredulidad de sus
coterráneos con la fe de aquella desconocida israelita de la antigüedad:
"Y en verdad os digo que muchasaños y seis meses, y hubo una gran
hambre en toda la tierra;
pero a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda en
Sarepta de Sidón." (Lu. 4:25-26.)
Delante de la tumba
Los autores de los evangelios, nos dicen que María Magdalena y otras
mujeres acompañaron a Jesús y a los Doce Apóstoles en sus viajes
misionales por Galilea. Encontramos este grupo, escuchando lo siguiente de
labios del Maestro:
"El Hijo del Hombre será entregado en manos de hombres, y le
matarán; mas al tercer día resucitará. . ." (Mat. 17:22-23.)
Volvemos a hallar a estas mismas mujeres delante de la tumba abierta,
con la intención de ungir el cuerpo del Señor con especias aromáticas; allí
encuentran mensajeros angélicos que las tranquilizan:
"No está aquí, sino que ha resucitado. Acordaos de lo que os habló,
cuando aún estaba en Galilea,
diciendo: Es necesario que el Hijo del Hombre sea entregado en manos
de hombres pecadores, y que sea crucificado, y resucite al tercer día.
Entonces ellas se acordaron de sus palabras,
y volviendo del sepulcro, dieron nuevas de todas estas cosas a los
once, y a todos los demás.
Eran María Magdalena, y Juana, y María madre de Jacobo, y las demás
con ellas, quienes dijeron estas cosas a los apóstoles." (Lu. 24:6-10.)
Además, fue a María Magdalena a quien apareció por primera vez el
Señor resucitado. (Véase Marcos 16:9, y Juan 20:11-18.)
La edificación de Sión
Como es muy evidente en las Escrituras, Sión debe edificarse para
cuando el Señor venga nuevamente, y debe ser entonces iguala como fue
en la antigüedad. Esto sucederá durante el milenio, cuando todas las cosas
sean restauradas, o sea, que Si0n será perfeccionada después de la
segunda venida de Jesucristo. Pero mientras tanto, y especialmente ahora,
el Señor nos ha dado la responsabilidad de asentar los cimientos en
preparación para el porvenir. Se nos ha comisionado para preparar a la
gente para la segunda venida del Elijo del Hombre; se nos ha mandado
llevar el evangelio a toda nación, tribu, lengua y pueblo, establecer los
fundamentos de Sión y preparar todo para la venida de Aquél que va a co-
ronar la Ciudad Santa con su presencia y con su gloria. Nuestro llamamiento
a todas las personas, en todo lugar es: "A Sión venid, pues, prestos; en sus
muros paz gozad" (himnos ele Sión, N°85).
La ciudad de Enoc
Después que el Señor llamó a su pueblo Sión, las Escrituras dicen que
Enoc construyó una Ciudad Santa y que "Enoc y todo su pueblo anduvieron
con Dios... y aconteció que Sión no fue más, porque Dios la llevó a su propio
seno..." (Moisés 7:69).
Después que el pueblo del Señor fue trasladado -porque lo que Dios se
llevó fueron personas, y no el conjunto de viviendas que componían la
ciudad -, después que los santos justos fueron a morar al otro lado del velo,
otros también, habiéndose convertido y deseando justicia, buscaron una
ciudad con iguales cimientos y cuyo arquitecto fuera Dios, "y el Espíritu
Santo descendió sobre muchos, y fueron arrebatados hasta Sión por los
poderes del cielo". (Véase Moisés 7:4-69.)
Esta misma Sión que fue llevada a los cielos, va a volver durante el
milenio, traída nuevamente por el Señor, y sus habitantes se reunirán con
los de la Nueva Jerusalén, que será establecida entonces.
El recogimiento de Israel
Por las muchas referencias que se encuentran en Isaías, los Salmos y
otras escrituras, es evidente que muchas de estas verdades referentes a
Sión fueron enseñadas entre el antiguo pueblo de Israel. Isaías hizo mención
en particular a las estacas de Sión que serían establecidas en el día de la
restauFación.
Como es bien sabido, el antiguo pueblo de Israel fue dispersado entre
todas las naciones de la tierra porque desecho al Señor y lo substituyó con
ídolos de dioses falsos. Como también sabemos, el recogimiento de Israel
consiste en recibirla verdad, obtener nuevamente un conocimiento del
Redentor y regresar al rebaño del Buen Pastor. Según el Libro de Mormón,
consiste en "la época de su restauración a la verdadera Iglesia y al redil de
Dios, cuando serán juntados... y establecidos en todas sus tierras de
promisión" (2 Nefi 9:2).
Al congregar a Israel se cumplen dos propósitos: en primer lugar,
aquellos que han escogido a Cristo como su Pastor, que han tomado sobre sí
el nombre del Salvador en las aguas del bautismo, que buscan gozar de su
Espíritu en el presente y también ser herederos de la gloria celestial en la
vida venidera, necesitan reunirse para fortalecerse los unos a los otros y
ayudarse mutuamente a perfeccionar su vida; y, segundo, las personas que
aspiran ttl más alto galardón en la eternidad, necesitan estar donde puedan
recibir las bendiciones de la Casa del Señor, tanto para sí como para sus
antepasados que murieron sin el conocimiento del evangelio, pero que lo
hubieran recibido con todo su corazón si hubiesen tenido la oportunidad de
oír las buenas nuevas.
En los primeros días de esta dispensación, esto significaba reunirse
donde estaba la Casa del Señor, en las cumbres de las montañas de los
Estados Unidos. Solamente allí se encontraban los santos lo suficientemente
fuertes como para fortalecerse mutuamente; solamente allí existían templos
del Altísimo, donde se podían efectuar en su plenitud las ordenanzas del
evangelio para la exaltación.
Edifiquemos Sión
Cada uno de nosotros puede edificar una Sión en su propia vida, siendo
puro de corazón. Tenemos la promesa: "Bienaventurados los de limpio
corazón, porque ellos verán a Dios" (Mat. S:R). Y cada uno de nosotros
puede extender las fronteras de Sión al congregar a sus amigos y conocidos
junto con el rebaño de Israel.
Todo esto de lo cual he hablado, es parte del plan y programa del
Señor. El ha sabido el fin desde el principio; El ha ordenado y establecido el
sistema por medio del cual trabajamos. El ha dispersado a su pueblo
escogido entre todas las naciones de la tierra. Y en nuestros días ha
restaurado la plenitud del evangelio sempiterno por su bondad y gracia, por
medio de la revelación, la ministración de ángeles enviados desde su
presencia, su propia voz hablando desde los cielos y el don del Espíritu
Santo, llamándonos para que salgamos de las tinieblas a la maravillosa luz
de Cristo.
El nos ha mandado edificar nuevamente a Sión, nos ha mandado
vencer al mundo y abandonar toda cosa mala. Nos ha hecho sus agentes y
representantes, y nos ha comisionado para que salgamos a buscar las
ovejas perdidas de Israel y las invitemos a congregarse con los santos de
Dios, en su Iglesia verdadera.
Esta es una obra de gran magnitud e importancia primordial, que no
tiene igual en todo el mundo, pues no hay nada más grandioso en los cielos
ni en la tierra que el evangelio de Jesucristo.
Nos regocijamos en las gloriosas verdades que hemos recibido; damos
loor al Señor por su bondad y gracia, y tenemos la absoluta certeza de la
divinidad de esta obra.
Por revelación del Espíritu Santo a mi alma, yo sé que la obra en la cual
estamos empeñando nuestros mayores esfuerzos, es verdadera; sé que la
mano del Señor está en ella, sé que nuestro empeño se verá recompensado
y que llegará el día en que el conocimiento (le Dios cubra toda la tierra
como las aguas llenan los océanos. Somos el pueblo más bendecido y
favorecido de la tierra.
Que Dios nos dé la sabiduría, el fervor y la devoción, que El nos dé el
entusiasmo y el sentido común para cumplir con la misión que nos ha dado,
viviendo nosotros el evangelio a fin de salvar nuestra propia alma, y
ofreciendo estos gloriosos principios de salvación a sus otros hijos. Esta es
la obra del Señor y así lo testifico en su Nombre.
SOLAMENTE UN ÉLDER
por el élder Bruce R. McConkie Discurso pronunciado en el Seminario
de Representantes Regionales en octubre de 1974
Hermanos, ?qué pensáis del oficio de élder? A veces, cuando alguien
pregunta: "¿Qué oficio tiene usted en el sacerdocio?" se puede oír la
respuesta: "Soy solamente élder."
¡Solamente un élder! Solamente un título del que se enorgullece cada
uno de los miembros del Consejo de los Doce, y que honra al Presidente de
la Iglesia, quien es designado por revelación como el Primer Elder (véase en
Doc. y Con. 20:2, 5.); sólo el oficio al cual son ordenados millones de
hombres en las ordenanzas vicarias de los sagrados templos.
¡Solamente un élder! Tan sólo el oficio que permite al hombre entrar en
el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio y tener a su esposa e hijos
unidos a él eternamente; el oficio que lo prepara para ser el patriarca de su
posteridad y mantener eterno dominio en la Casa de Israel; que se requiere
para recibir la plenitud de las bendiciones en la Casa del Señor; sólo el oficio
que abre las puertas a la exaltación eterna en el más alto grado del mundo
celestial, donde el hombre (lega a ser como Dios es.
¡Solamente un élder! Sólo una persona que ha sido ordenada para
predicar el evangelio, edificar el reino y perfeccionar a los Santos; un
ministro cuya sola palabra es escritura; un poseedor del oficio que tiene el
privilegio de recibir los misterios del reino de los cielos, de tener los cielos
abiertos, de estar en comunión con la asamblea general y la Iglesia del Pri-
mogénito, y de disfrutar de la comunión y la presencia de Dios el Padre y
Jesucristo, el mediador del nuevo convenio. (Véase Doc. y Con. 107:19.)
¡Solamente un élder!,Cada élder de la Iglesia posee el mismo
Sacerdocio que su Presidente. Ningún apóstol puede elevarse ni se elevará
más en la eternidad, de lo que lo pueda hacer un fiel élder que viva la
plenitud de la ley del evangelio.
¿Qué es un élder? Un élder es un ministro del Señor Jesucristo. Es un
poseedor del sagrado Sacerdocio de Melquisedec. Está comisionado para
actuar en nombre del Maestro-que es el principal de los élderes-en el
ministerio entre sus semejantes. El es el agente del Señor, y tiene el
llamamiento de predicar el evangelio y perfeccionar a los santos.
¿Qué es un élder? Es un pastor, un pastor especial que se encuentra
cuidando la majada del Buen Pastor. Así está escrito: "Y vosotras, ovejas
mías, ovejas de mi pasto, hombres sois, y yo vuestro Dios, dice Jehová el
Señor:" (Ezequiel 34:31.) También escribió Pedro, quien fue el primer élder
de su época: "Ruego a los ancianos que están entre vosotros, yo anciano
también con ellos . . . (tengamos en cuenta que élder es la traducción de
"anciano" al inglés). Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros,
cuidando de ella, no por fuerza, sino voluntariamente; no por ganancia
deshonesta, sino con ánimo pronto; no como teniendo señorío sobre los que
están a vuestro cuidado, sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca
el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de
gloria" (1 Pedro 5:1-4). Sabed esto: Los élderes que sean ministros re-
sidentes en el reino de Dios, son designados para apacentar la grey de Dios,
para encargarse de su vigilancia, para su ejemplo.
¿Qué es un élder? "Y ahora venid, dice el Señor, por el Espíritu, a los
élderes de su Iglesia, y razonaremos para que entendáis... Por tanto, yo, el
Señor, os hago esta pregunta:
¿Para qué fuisteis ordenados? Para predicar mi evangelio por el
Espíritu, aun el Consolador que fue enviado para enseñar la verdad" (D. y C.
50:10, 1314). Un élder es un representante de Dios, enviado a easeñar el
evangelio para la salvación del hombre.
¿Quién puede medir el infinito valor de una de las almas por las cuales
Cristo dio su vida? Y aun así, ¿no es acaso el valor del alma de un élder aún
mayor siendo que él es su ministro, y está encargado de llevar al Padre
muchas almas que le son preciosas?
¿Apacientan todos los élderes la majada de Dios, se encargan de su
vigilancia y se yerguen como buenos ejemplos para los demás de la grey?
Escuchad la profética respuesta:
"Hijo del hombre, profetiza contra los pastores de Israel; profetiza, y
diles a los pastores: Así ha dicho el Señor Jehová: ¡Ay de los pastores de
Israel, que se apacientan a sí mismos! ¿No apacientan los pastores los
rebaños?
No corroborasteis las flacas, ni curasteis la enferma: no ligasteis la
perniquebrada, ni tornasteis la amontada, ni buscasteis la perdida; sino que
os habéis enseñoreado de ellas eón dureza y con violencia;
Así ha dicho el Señor Jehová; He aquí, yo estoy contra los pastores; y
requeriré mis ovejas de su mano, y haréles dejar de apacentar las ovejas: ni
los pastores se apacentarán más a sí mismos. . ." (Ezequiel 34:2, 4, 10,)
La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimas Días es el reino de
Dios sobre la tierra. No se trata de una democracia, ni una república, ni una
oligarquía; no es una dictadura ni ninguna otra clase de gobierno, sino un
reino. Funciona desde la parte superior hacia abajo. El Señor habla y sus
siervos obedecen. Los élderes actúan y se enseña al pueblo.
Nuestra gran necesidad y la responsabilidad que tenemos es:
perfeccionar a los élderes para que ellos puedan apacentar las ovejas, no
sea que éstas perezcan por su necesidad de la palabra de Dios. El principal
problema de la actualidad en la Iglesia, es lograr que los élderes sean la
fuerza activa que tome sobre sí la responsabilidad de "apacentar el rebaño
de
¿Cuáles son los medios de que disponemos para salvar a los élderes de
la Iglesias En realidad no existe una fórmula secreta. No podemos mover
una varita mágica y recobrar así a las personas inactivas sin hacer el
esfuerzo y luchar para lograrlo. Pero contamos con todo el programa de la
Iglesia, y en él cada individuo que desee recibir las bendiciones del
evangelio puede encontrar lo que le sea de mayor beneficio. Al enfrentarnos
con este problema (así como con cualquier otro), debemos hacerlo con el
claro entendimiento de que la única solución completamente aprobada, es
la que opera dentro de la estructura de la correlación del sacerdocio.
¿Qué es la rorrelnrirín del sacerdocio? Consiste en el sistema
administrativo de la Iglesia en el que tomamos todos sus programas, los
envolvemos en un solo paquete, los hacemos funcionar como una unidad e
involucramos a todos los miembros de la Iglesia en esa operación. Dicho
sistema requiere que operemos dentro de la estructura existente de la
Iglesia. Lejano quedó el día en que, cuando descubríamos la existencia de
un problema, formábamos un comité o alguna otra organización para
resolverlo. En lugar de ellos ahora utilizamos la organización revelada del
sacerdocio, o sea los maestros orientadores, en la forma establecida en la
Sección 20 correlacionando todas las operaciones del sacerdocio y las
organizaciones auxiliares, a través del Comité Ejecutivo del Sacerdocio y el
Consejo de Correlación de barrio. El presidente Harold E3. Lee definió la
correlación del sacerdocio como, "poner al snrerdorio donde el Seiror lo
puso, ayudándole a ti¡ /irnrilin n (uncionnr riel rindo en que debe funcionar."
(Véase: "Correlación y Genealogía del Sacerdocio", en Discursos
Dennrionalrs de Genealogía, 1968; Provo, Utah: Brigham Young University
Press, 1969, Pág. 55.)
Hay tres principios básicos en ta rorrelnrión del sacerdocio que nos
guían en la operación de todos los programas de la Iglesia, y párten de esta
declaración básica: La familia es la orgnnizncirín rnirs irnportnnfe, tanto en
esta vida como en la eternidad. La Iglesia con todas sus organizaciones
como agencias de servicio, se encuentran en situación de ayudar a la
familia. Los maestros orientadores representan al Señor, al obispo y al direc-
tor del sacerdocio, poniendo a disposición del padre, la familia y el individuo
la ayuda de la Iglesia y de todas sus organizaciones. Los tres principios
básicos de la correlación del sacerdocio son entonces:
1, - Todo está centrado en la familia y el individuo. Ellos lo hacen todo
en la Iglesia. Son responsables de la obra misional, de llevar a cabo su obra
genealógica, de proveerse todo lo necesario para su propio bienestar. No
llamamos misioneros ni nombramos comités para invalidar la
responsabilidad primordial de la familia y el individuo; no es el director del
grupo de los sumos sacerdotes el responsable por la genealogía del barrio;
no son los misioneros regulares o de estaca los responsables por la obra
misional, tanto de barrio como de estaca. En ambos casos son la familia y el
individuo los que deben responsabilizarse, ayudados por los especialistas de
la Iglesia.
2. - La Iglesia y todas sus organizaciones, se encuentran en situación
de ayudar tanto a la familia como al individuo. Misioneros, comités y
distintos tipos de especialistas, son llamados para ayudar a las familias. Son
los padres y no las organizaciones de la Iglesia, los responsables de criar y
educar a sus propios hijos en la luz y la verdad de los principios del
evangelio. Pero estas organizaciones han sido preparadas para ayudar a los
padres a llevar a cabo la obra que el Señor les ha encomendado. Para ser
precisos, nosotros no ayudamos a los misioneros sino que éstos nos ayudan
a nosotros. Nuestra responsabilidad primordial es llevar la voz de
advertencia a nuestro prójimo, y los misioneros, tanto los regulares como
los de estaca, son los especialistas llamados para ayudar en el proceso de la
enseñanza.
3. - Los maestros orientadores representan al Señor, al obispo y al
director del sacerdocio, poniendo a disposición de la familia y del individuo
la ayuda de la Iglesia y de todas sus organizaciones. Sin lugar a dudas, el
mayor de los defectos del sistema de la orientación familiar de la Iglesia, es
que casi no, se utiliza. En lugar de permitirles a los maestros orientadores
que lleven a cabo sus responsabilidades, a menudo interponemos un
"comité lateral", para después preguntarnos el porqué de la falta de interés
de aquéllos en su fundamental labor. Si tenemos la necesidad de recobrar
élderes no deberíamos interponer ninguna organización especial, sino
utilizar a los maestros orientadores y las organizaciones existentes de la
Iglesia.
La Iglesia tiene necesidad de cada élder. Ninguno de ellos puede ni
debe ser desperdiciado. La Iglesia debe perfeccionarse y enseñarse el
evangelio a toda criatura. No existe ninguna forma de hacerlo sin contar con
más misioneros. Necesitamos ayuda, y debemos comenzar con los inactivos
y los futuros élderes.
¿Quién es el responsable de activar a un élder descarriado? Pongamos
en orden nuestras prioridades. La principal y mayor de las
responsabilidades descansa en el mismo élder. El fue quien llevó a cabo con
su bautismo el convenio de servir al Señor; él prometió magnificar su
llamamiento cuando recibió el Sacerdocio de Melquisedec. Es su salvación lo
que está en juego. El es, en primer lugar, quien tiene la obligación de volver
al Señor y buscar sus bendiciones.
La segunda responsabilidad descansa en su propia familia. La
salvación es un asunto netamente familiar. Las mayores bendiciones que se
reciben por asistir a las reuniones de la Iglesia, las disfruta la familia ade-
más del mismo individuo. La meta principal de todos esos esfuerzos es la
preservación de la familia eterna. Después de la responsabilidad individual y
familiar, viene la de la Iglesia. La Iglesia hace posible la salvación. Es la
organización del Señor, mediante la cual se invita a todos los hombres a
hacer lo que deben para ganar el derecho de existir en la Eterna Presencia
de Dios. En casi todos los casos, el regreso del inactivo comienza con el
acercamiento por parte de alguien que tiene una posición eclesiástica, un
élder por ejemplo, que cumpla con las funciones de maestro orientador para
con él. No es nuestro propósito especificar los detalles de la participación de
la Iglesia en el proceso de la reactivación. Muchos son los conceptos que
pueden ser empleados, y el trabajo debe basarse siempre en el espíritu de
inspiración, y llevarse a cabo dentro de la estructura de la correlación del
sacerdocio, utilizando las organizaciones existentes con sus programas.
En el caso de las estacas, su presidente es el responsable por la
reactivación de los élderes. El es el élder presidente en la estaca y
desempeña la posición de director del Comité del Sacerdocio de
Melquisedec en la misma. Uno de sus consejeros es el vice director, y sobre
él puede delegar la mayor responsabilidad de llevar adelante el trabajo. El
presidente de estaca cuenta con la ayuda del Comité del Sacerdocio de
Melquisedec, además de todos los recursos de la estaca; puede también
utilizar a uno de los miembros del Sumo Consejo como ayudante para
trabajar con dos o tres quórumes de élderes. Pero, en forma especial y de
tremenda importancia, el presidente. de estaca utiliza a los obispos y los
presidentes de los quórumes de élderes en el proceso de reactivación de
estos últimos.
Los miembros del Sumo Consejo de la Estaca son hombres
emocionalmente estables, con sentido común y espiritualmente maduros;
se trata de algunos de los líderes más capaces y competentes de la estaca.
Ellos son los ojos, los oídos y la voz del presidente de estaca. Supongamos
que cada miembro del Sumo Consejo de la estaca que integre el Comité del
Sacerdocio de Melquisedec, tiene como principal asignación, el privilegio de
brindar la guía y ayuda necesarias a dos o tres quórumes de élderes. Esta
persona debe tener cuidado de no apoderarse de la dirección o funciona-
miento del quórum, sino que, basándose y extrayendo el material necesario
de su gran experiencia en la Iglesia, debe brindar sabios y bien fundamenta-
dos consejos.
Nada puede ser entonces más importante para el presidente de estaca
que: 1) involucrarse en el entrenamiento de los quórttmes de élderes; 2)
reunirse en forma regular con los presidentes de los quórumes, para
instruirlos y darles asignaciones; 3) llevar a cabo regularmente, él o uno de
sus consejeros, entrevistas preside el barrio y es el juez común en Israel.
Recibe los diezmos y las ofrendas (le los miembros; determina la dignidad
de éstos al extender recomendaciones para el templo; hace
recomendaciones para que los hermanos sean avanzados en el sacerdocio;
y los llama a ocupar posiciones de responsabilidad en el barrio; como sumo
sacerdote presidente, preside también el Comité Ejecutivo del Sacerdocio
del barrio y el Consejo de Correlación del mismo, aconsejando a sus
miembros, entre éstos, al presidente del quórum de élderes. El obispo
recibe asimismo, las evaluaciones del sacerdocio de parte del presidente del
quórum de élderes.
Pero al tratar en forma detallada la diaria operación del programa de
reactivación, debemos dirigirnos al presidente del quórum de de élderes. El
es quien preside sobre los miembros de su quórum. El debe "sentarse en
concilio con ellos e instruirlos de acuerdo con los convenios." (D. y C.
107:89.) Tiene también la responsabilidad del bienestar temporal y
espiritual de los élderes, y el importante llamamiento de guiarlos hacia la
vida eterna en el reino del Padre. Y esa responsabilidad se extiende a todos
los futuros élderes del barrio. Aparte del obispo, no hay otro en el barrio con
una responsabilidad comparable a la suya.
Algunos presidentes de quórum consideran tan pesada la carga de
reactivar a los élderes, que hasta creen inútil el esfuerzo. Uno de los
motivos de este punto de vista es la creencia por parte del presidente del
quórum, de que para salvar a sus hermanos debe desarrollar alguna clase
de programa especial o inventar algún sistema nuevo. Los procesos de
reactivación en realidad existen y se encuentran a disposición de cualquiera
que los quiera utilizar. Son fáciles y tienen la gran virtud de dividir la carga
de la responsabilidad entre muchos hombros, convirtiéndola así en liviana y
tolerable.
El proceso de reactivación consiste en: 1) utilizar a los maestros
orientadores. 2) utilizar a la Iglesia con todos sus programas y 3) dirigir al
quórum mismo de la manera más apropiada. El mejor trabajo de
reactivación es siempre el que se lleva a cabo “ de persona a persona”, en
la base “familia a familia”. El contacto personal es lo que tiene más valor;
es el hermanamiento. Todo esto lo hacen los maestros orientadores.
¡Utilizadlos en esta tarea de la reactivación!
La orientación familiar no tiene sustituto. No necesitamos designar
cotilités especiales de hermanamiento, para que lleven a cabo la tarea de
reactivar a los élderes y a los futuros élderes: no necesitamos emitir un
llamamiento ni una asig.tación especial para la obra de integración. En
lugar de esto, utilizamos a los orientadores fatlliliares para que cumplan
con su deber, que se ha recibido por revelación. Este programa, uno de los
mejores con que contamos en la Iglesia, consiste en visitar los hogares de
los miembros, vigilar y fortalecer a los santos, asegurarse de que no haya
iniquidades entre ellos, tanto en forma colectiva como individual, y de que
cada cual cumpla con sus responsabilidades.
Imaginemos un caso extremo, que se presente sumamente oscuro y
sea desalentador para quienes traten de hacer algo por ayudar. Pero aun
así, debe hacerse algo. Por algún lado hay que comenzar y la carga puede
aligerarse mediante la orientación familiar. Si cada maestro orientador
cumpliera con su responsabilidad de acuerdo alas bases establecidas,
¿cuántos mees pasarían antes de que hubiera por lo menos el doble de
élderes activos que podrían a su vez, ser utilizados de la misma manera? Tal
vez no sea fácil, pero no es imposible y puede hacerse.
Los maestros orientadores tienen un prestigio bien ganado. Sus
llamamientos son oficiales. Son enviados por su presidente de quórum, por
el obispo y por el Señor. Deberían visitar frecuentemente los hogares
asignados. Allí deben estar para llevar a cabo lo especificado en la Sección
20 de Doctrinas y Convenios. Deben hermanar e integrar a las familias
inactivas, para lo cual podrían utilizar actividades recreativas. El enfoque de
la noche de llegar es también un buen recurso; la familia inactiva puede
invitarse a una noche de hogar, donde puedan mezclarse el hermanamiento
familiar y las enseñanzas del evangelio.
Cada miembro de quórum, ya sea activo o inactivo, debería ser
invitado a participar en un comité especial o proyecto de quórum, tan
pronto corno sea posible darle a cada uno de ellos ese tipo de participación
activa. El servicio es rsetuial tiara la salvación.
La primera presidencia aprueba los proyectos para alentar a las
familias a asistir al templo. Se pueden llevar a cabo también seminarios
especiales para misioneros y otras asignaciones. Además, las fiestas
pueden ser de ayuda para lograr los fines del hermanamiento o integración
de las familias y personas inactivas. Cada miembro del quórum, debería re-
cibir una asignación eclesiástica; deben aprender a administrar las
bendiciones necesarias a los enfermos, etc.; las actividades del quórum con
características propias de hermanamiento, son ilimitadas.
Como todos sabéis, el programa de reactivación se resume de la
siguiente manera: 1) identificar a cada individuo; 2) llamar a los maestros
orientadores; 3) desarrollar relaciones personales; 4) hermanar a las
familias; 5) tener fiestas del quórum; 6) asignar responsabilidades
personales; 7) enseñar el evangelio; 8) revisar los progresos alcanzados; 9)
llevar a cabo entrevistas personales.
Una de las cosas más importantes que puede hacer el mismo quórum,
es enseñar a todos sus miembros las doctrinas de salvación. Pablo dijo que
la (e comienza escuchando, significando que la fe se genera en el corazón
humano, sólo cuando se escuchan las verdades del evangelio enseñadas
por los administradores legales y por el poder del Espíritu Santo.
Un quórum de élderes debe ser una escuela de profetas,un lugar en el
cual tanto los élderes como los futuros élderes, deben aprender cómo
pueden ellos junto con sus familias, lograr la paz en esta vida y la vida
eterna en el mundo venidero.
Hemos adoptado los libros canónicos, sin mbdificaciones, cambios o
tergiversaciones, como manuales de estudio del sacerdocio. Cada élder y
futuró élder debe leer, meditar y orar acerca de todo lo que está escrito en
las escrituras sagradas. Debemos aprender directamente de la misma
fuente del conocimiento.
Aún así, publicamos una guía de estudio que contiene las ayudas de
enseñanzas necesarias, así como los bosquejos de los pasajes que se deben
leer de acuerdo a los temas que se estudian. Bajo nuestro nuevo sistema,
hacemos dos cosas: 1) leer directamente los pasajes de las escrituras, del
comienzo hasta el fin; 2) estudiar por temas (tanto las doctrinas como las
obligaciones), con referencias tomadas de todas las escrituras sagradas.
Bajo este nuevo sistema de estudio de quórum, es por lo tanto esencial e
imperativo, que los miembros del quórum lleven consigo a las reuniones los
libros de escrituras. Así lo desea y lo ha pedido expresamente el presidente
Spencer W. Kimball. Un representante regional, el hermano Dean Larsen,
nos contó que el instructor de su grupo de sumos sacerdotes preguntó en
cierta oportunidad antes de comenzar con la lección: "Cuántos habéis
preparado la lección y trajisteis los libros canónicos para utilizar en la
clase?" Viendo que ninguno de los presentes lo había hecho, dijo: "Bueno,
en este caso, no puedo enseñaros la leccion, por lo cual hoy no es-
tudiaremos la que nos corresponde." El informe concluye que desde ese día
en adelante, todos los miembros de la clase comenzaron a llevar los libros
de escrituras. Una breve lección que se enseña una vez por semana, no es
más que una gota de agua en un océano de estudio. Nuestra nueva guía de
estudio está especialmente diseñada para abrir las puertas del estudio
individual de las escrituras, del mismo modo que para ayudarnos a llevar a
cabo un estudio mejor y más efectivo en el seno familiar.
Una de las clases de la Escuela Dominical ha sido específicamente
diseñada para servir de asistencia al proceso de conversión o reactivación.
Se trata de I a clase Principios Fundamentales del Evangelio (Gospel
Essentials). En esta clase se presentan doce lecciones sobre ternas básicos,
llevadas a cabo en un ciclo periódico. Después de estudiarlas, los alumnos
adultos pasan a la clase de Doctrina del Evangelio. Los maestros
orientadores mantienen contacto con sus f amilias, y se informan de la
importancia que para ellas tienen las lecciones, considerando los mismos
temas en sus visitas de orientación familiar. Entre las personas que
deberían asistir a un período de la clase de Principios Fundamentales del
Evangelio, están: investigadores, nuevos conversos, futuros élderes y
élderes inactivos.
Existe también otro asunto-muy a menudo ignorado-que deseamos
recomendar y alentar: se trata de la norma practicada por la Iglesia, de que
cada barrio tenga su propio coro. Sería muy apropiado que todos los élderes
y futuros élderes que tengan talento o inclinación musical, cantaran en esos
coros. Hay ocasiones especiales en las que los coros de élderes pueden
intervenir en reuniones de barrio o estaca. El presidente de estaca podría
requerir su participación durante las conferencias de estaca, por lo menos
una vez al año. Claro que es importante mantener a los coros de barrio
como la parte principal de la música de una conferencia de estaca, o de las
reuniones generales de la Iglesia. Los Himnos de Sión tienen un gran poder
de conversión, y el Señor ha dicho que le place escuchar el canto del
corazón. "Porque mi alma se deleita en el canto del corazón; sí, la canción
de los justos es una oración para mí, y será contestada con una bendición
sobre sus cabezas." (Doc. y Con. 25:12.)
La conversión es siempre resultado del buen trabajo misional. Los
hermanos que son ordenados élderes a los dieciocho años de edad y que
tienen por delante toda la obra misional, necesitan que se les brinde una
atención especial. Han estado recibiendo ayuda y aliento de su obispo por
años, y es entonces que el presidente del quórum debe asegurarse de que
se tomen las medidas necesarias para mantenerlos dignos y preparados,
hasta que reciban el llamamiento misional. Para predicar el evangelio se
necesitan élderes. El Señor desea más misioneros. Todo joven de la Iglesia
debe cumplir una misión. El servicio misional bendice la vida de un joven,
más que ninguna otra cosa o acontecimiento que pudiera ocurrir en esa
época de su existencia. Los quórumes de élderes deberían convertirse en la
agencia de la Iglesia que coronara los esfuerzos de involucrar a todos los
jóvenes en la obra del Señor, predicando el evangelio y declarando su
mensaje a sus otros hijos.
¿Cuáles son las obligaciones misionales del presidente del quórum de
élderes? ¿Qué debe hacer el presidente del quórum de élderes para
asegurarse de que cada joven se prepare para recibir su llamamiento
misional? Los jóvenes pueden aprender el evangelio poniendo énfasis
especial en la dignidad moral. Se les puede alentar a continuar
acrecentando sus ahorros destinados a la misión, a leer el Libro de Mormón
y a fortalecer su testimonio; pueden aprender las lecciones destinadas al
proselitismo misional y tal vez hasta podrían tener la oportunidad de
presentar algunas de ellas en la casa de algunos de sus hermanos inactivos;
deberían tratar de encontrar investigadores, deberían respirar y sentir el
espíritu de la obra misional; todo lo anterior, de acuerdo a la guía y el
aliente del presidente del quórum de élderes.
Por primera vez se encuentra disponible en este seminario una nueva
copia revisada de la edición del Manual del Sacerdocio de Melquisedec. Al
estudiarla, veréis que se ha revisado y vuelto a escribir para poner más
énfasis en los principios que en los aspectos de la técnica eclesiástica. Los
líderes del sacerdocio tendrán más necesidad que antes de aprender correc-
tamente los principios del evangelio. Ahora más que nunca, necesitamos la
inspiración para dirigir correctamente los asuntos relacionados con los
quórumes.
¡Pero todo esto encierra una recompensa!
"Alzad vuestros ojos, y mirad las regiones, porque ya están blancas
para la siega. Y el que siega, recibe salario." (Juan 4:35-36; cursiva
agregada.)
"He aquí, blanco está el campo, listo para la siega; por lo tanto, quien
quisiere cosechar, meta su hoz con su fuerza y coseche mientras dure el
día, a /in de atesorar liara su alma la salvación sempiterna en el reino de
Dios.- (Doc. y Con. 6:3; cursiva agregada.)
"Y ahora, he aquí, te digo que la cosa que te será de máximo valor será
declarar el arrepentimiento a este pueblo, a /in de traer almas la mí, para
que con ellas descanses en el reino de mi padre." (Doc. y Con. 15:6; cursiva
agregada.)
Regresemos ahora a la médula de nuestro tema: iSolamenle un élder!
Sólo el oficio que poseen los apóstoles y profetas en esta vida; sólo el que
poseerán en el momento en que se levanten en gloria inmortal y eterna
para entrar en su exaltación; sólo la puerta abierta para la paz en esta vida
y para la corona de gloria en la vida venidera.
¡Solamente un élderl Sólo un élder por el transcurso de esta vida ,y por
toda la eternídud. ¿Qué debemos entender por los "veinticuatro élderes", de
los cuales habló Juan? La respuesta revelada: "Entendemos que estos
élderes a quienes Juan vio eran aquellos que habían sido fieles en la obra
del ministerio, y habían muerto" (Doc. y Con. 77:5).
Escuchemos ahora las palabras escritas por Juan, relacionadas con
aquellos que fueron élderes (o ancianos) fieles mientras se encontraban en
esta vida y que son exaltados en los reinos futuros: ". . . he aquí una puerta
abierta en el cielo: . . . Y luego yo fui en Espíritu: he aquí, un trono que
estaba puesto en el cielo, y sobre el trono estaba uno sentado... Y alrededor
del trono había veinticuatro sillas: y vi sobre las sillas veinticuatro ancianos
sentados, vestirlos ele ropas blancas; y tenían sobre sus cabezas coronas
ale oro" (Apocalipsis 4:1-2, 4).
¡Solamente un élder! "Tenían sobre sus cabezas coronas de oro." Así
oró Moisés: ". . . ojalá que todo el pueblo de Jehová fuese profeta, que
Jehová pusiera su espíritu sobre ellos" (Números 11:29). Bien haríamos
nosotros en orar: "Haga Dios que todos los élderes (o ancianos) del pueblo
de Dios, sean fieles; que ellos apacienten las ovejas del Señor, que sean
vigilantes sobre el rebaño, que sean buenos ejemplos para el rebaño; todo
ello para la honra y gloria del Dios del cual son ministres." En el nombre de
Jesucristo. Amén.
El LIBRO DE MORMON - SU DESTINO ETERNO
BOSQUEJO
6. Todo hombre tiene que adorar al Padre como lo hizo Jesús para
salvarse.
Así dice el Señor: "Os digo estas cosas" -las que acabamos de citar
que dicen cómo Cristo ganó su salvación por adorar al Padre -"Os digo
estas cosas para que podáis comprender y saber cómo habéis de adorar y
a quién; y para que podáis venir al Padre en mi nombre y en el debido
tiempo recibir de su plenitud:"
¡Qué maravilloso es este concepto: Nosotros también podemos llegar
a ser como el Padre "porque si guardáis mis mandamientos," continúa el
Señor, "recibiréis de su plenitud y seréis glorificados en mi, como yo lo soy
en e1 Padre; por lo tanto, os digo, recibiréis gracia por gracia." (D&C
93:19-20)
8. E1 Hijo vino para hacer la voluntad del Padre en todas las cosas.
Jesús dijo: "Porque he descendido del cielo, no para hacer mi
voluntad, sino la voluntad del que me envió." (Juan 6:38).
También dijo: " ...Vine al mundo para cumplir -ha voluntad de mi
Padre, porque mi Padre me envió. Y mi Padre me envió para que fuese
levantado sobre la cruz..." (3 Nefi 27:13-14)
Y Pablo dijo de Él: "Se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo,
hecho semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se
humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de
cruz." (Filipenses 2:7-8)
¿Cómo puede expresarse mejor la relación que Cristo tuvo con su
Padre?
Bruce R. McConkie
Ese Jesús, de quien testificamos, expidió esta invitación: "Venid a mí .
. ."Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí . . ." (Mateo 11:28-29.
También dijo: ". . . Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el
único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado" (Juan 17:3).
Conocer a Dios en ese sentido completo que nos permita ganar la
salvación eterna significa que debemos saber lo que Él sabe, disfrutar lo
que Él disfruta, experimentar lo que Él experimenta. En el Nuevo
Testamento encontramos que debemos ser "semejantes a él" (1 Juan 3:2).
Pero antes de poder llegar a ser como Él, tenemos que obedecer
esas leyes que nos permitan adquirir el carácter, las cualidades y
atributos que Él posee.
Y antes de poder obedecerlas, es necesario saber lo que son;
debemos aprender de Cristo y su evangelio. Debemos aprender "que la
salvación fue, y es, y ha de venir en y por la sangre expiatoria de Cristo, el
Señor Omnipotente" (Mosíah 3:18). Es necesario que aprendamos que el
bautismo bajo las manos de un administrador autorizado es esencial para
la salvación, y que después del bautismo, debemos guardar los
mandamientos y "seguir adelante, con firmeza en Cristo, teniendo una
esperanza resplandeciente, y amor hacia Dios y hacia todos los hombres"
(2 Nefi 31:20).
Nuestra revelación dice: "La gloria de Dios es la inteligencia, o, en
otras palabras, luz y verdad" (D. y C. 93:36).
José Smith enseñó que "el hombre no puede ser salvo sino al paso
que adquiere conocimiento" de Dios y sus verdades redentoras
(Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 264) y que "es imposible que el
hombre se salve en la ignorancia" de Jesucristo y las leyes de su
evangelio. (D. y C. 131:6.)
Creemos en la veracidad del evangelio. Creemos que las personas
devotas en todas partes, dentro y fuera de la Iglesia, deben buscar la
verdad espiritual, deben llegar al conocimiento de Dios, deben aprender
sus leyes y luchar por vivir en armonía con ellas. No hay verdades tan
importantes como las que tienen que ver con Dios y su evangelio, con la
religión pura que ha revelado, con los términos y condiciones por los
cuales podemos obtener una herencia con Él en su reino.
Por tanto encontramos que Él ordena:
"Escudriñad estos mandamientos . ." (D. y C. 1:37).
". . . Estudia mi palabra que ha salido entre los hijos de los
hombres . . ." (D. y C. 11:22).
. . . Enseñarán los principios de mi evangelio, que se encuentran en
la Biblia y el Libro de Mormón, que contiene la plenitud de mi evangelio"
(D. y C. 42:12).
Por lo tanto encontramos a Jesús diciendo:
"Escudriñad los profetas . . ." (3 Nefi 23:5).
"Escudriñad las Escrituras... ellas son las que dan testimonio de mí"
(Juan 5:39) .
. . . Sí, os doy el mandamiento de escudriñar estas cosas
diligentemente . . ." (3 Nefi 23:1).
Cristo es el gran ejemplo, el prototipo de perfección y salvación: ". . .
Dijo a los hijos de los hombres: Seguidme . . ." (2 Nefi 31:10).
Y también: "¿Qué clase de hombres debéis de ser? En verdad os
digo, debéis de ser así como yo soy" (3 Nefi 27:28).
No conozco una mejor manera de responder a la invitación de Jesús
"aprende de mí" (Mateo 10:29), que estudiando las Escrituras con corazón
devoto.
No conozco una mejor manera de obedecer su consejo, "seguidme",
que viviendo en armonía con las verdades registradas en las Escrituras,
pues como preguntó Nefi: ". . . ¿Podemos seguir a Jesús, a menos que
estemos dispuestos a guardar los mandamientos del Padre?- (2 Nefi
31:10). (CR, abril de 1966, págs. 79-80.)
LOS COMENTARIOS DE ISAÍAS SOBRE LA IGLESIA DE LOS ÚLTIMOS DÍAS
Bruce R. McConkie
Siento en mi corazón que debo expresarme brevemente en cuanto
ala estabilidad, el crecimiento y el destino final del gran reino de los
últimos días que ha sido establecido como parte de la restitución de todas
las cosas.
Cuando hablo del reino me estoy refiriendo a La Iglesia de Jesucristo
de los Santos de los Ultimos Días, que en el sentido más completo, real,
literal y certero es el reino de Dios sobre la tierra. Como texto de mi
discurso leeré algunas palabras escritas originalmente por el gran profeta
Isaías, palabras que más tarde fueron citadas por el Cristo resucitado
mientras ministraba entre los nefitas. Cuando Jesús citó estas palabras,
las colocó en su perspectiva y dentro de su contexto. Acababa de anunciar
que se llevaría a cabo la restitución de todas las cosas; que el evangelio
se restauraría de nuevo en su plenitud; que Israel sería recogido; y que el
reino de Dios sobre la tierra se establecería en los últimos días. Entonces
citó estas palabras de Isaías, palabras dirigidas a la Iglesia que describen
específicamente la estabilidad, el crecimiento y el destino final de la
misma.
Así dijo el Señor ala Iglesia de Jesucristo:
"Ensancha el sitio de tu tienda, y extiéndanse las cortinas de tus
habitaciones; no seas parca, alarga tus cuerdas, y fortifica tus estacas;
"Porque hacia la mano derecha y hacia la izquierda has de crecer
(refiriéndose ala Iglesia); y tu posteridad heredará las naciones, y hará
habitar las ciudades desoladas.
"No temas, porque no serás avergonzada, ni te turbes, porque no
serás abochornada . . . " (3 Nefi 22;2-4).
"Porque los montes desaparecerán y los collados serán quitados,
pero mi bondad no se apartará de ti, ni será quitado el pacto de mi
pueblo, dice el Señor que tiene misericordia de ti" (lbid. versículo 10).
El convenio sempiterno es el evangelio. Esta promesa nos asegura,
entonces, que el evangelio de Jesucristo permanecerá y será administrado
por la Iglesia y el reino establecido en estos días.
"Y todos tus hijos serán instruidos del Señor; y grande será la paz de
tus hijos.
"En justicia serás establecida; [ y después esto, que se relaciona con
los días futuros] estarás lejos de la opresión, porque no tendrás miedo, y
del terror, porque no se acercará a ti.
"He aquí, [en cuanto a nuestra época] de cierto se reunirán [los
malvados[ en contra de ti, mas no por llamado mío; [ciertamente habrán
pruebas, problemas, persecuciones y cosas por el estilo, pero habiendo
reconocido esto nos hace esta gloriosa promesa] quien se juntare en
contra de ti, caerá por causa tuya. . ." lbid., versículos 13-15).
"Ninguna arma forjada contra de ti prosperará; y toda lengua que se
levantare contra de ti en juicio, tu condenarás. Esta es la herencia de los
siervos del Señor, y su justicia viene de mí dice el Señor" (Ibíd., versículo
17).
Ahora, creo que todos comprendemos que este gran reino de los
últimos días ha sido establecido por última vez y nunca mas será
destruido; nunca más habrá necesidad de una restauración futura.
Siempre son los mismos las ordenanzas y los principios de salvación, los
requisitos que los hombres deben cumplir para poder obtener una
herencia celestial. Dios no hace excepción de personas, y todos los
hombres, desde Adán hasta el último, deben obedecer la misma ley para
poder obtener una herencia celestial.
Pero hay una cosa en cuanto a esta dispensación que la distingue de
todas las anteriores. Esta vez, con la apertura de los cielos y la revelación
del evangelio en nuestro día, obtuvimos la certeza positiva de que el
evangelio permanecerá sobre la tierra; que el reino estaría seguro; que La
Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días permanecería entre
los hombres para preparar a la gente para la segunda venida del Hijo del
Hombre (CR, octubre de 1958, págs. 114-15).
LOS HOMBRES DEBEN NACER DE NUEVO
Bruce R. McConkie
. . .Para ganar la salvación en el reino celestial, los hombres deben
nacer de nuevo (Alma 7:14); nacer del agua y del Espíritu (Juan 3:1-13);
nacer de Dios, a fin de ser cambiados de su "estado carnal y caído a un
estado de rectitud", convirtiéndose en nuevas criaturas del Espíritu Santo.
(Mosíah 27:24-29.) Deben ser recién nacidos en Cristo (1 Pedro 2:2);
deben ser "engendrados espiritualmente" de Dios, nacer de Cristo,
convirtiéndose así en sus hijos e hijas. (Mosíah 5:7.)
El primer nacimiento se efectúa cuando los espíritus pasan de su
primer estado preexistente a la carne; el segundo nacimiento "al reino del
cielo" se verifica cuando los hombres mortales nacen de nuevo y
despiertan alas cosas del Espíritu y la rectitud. Los elementos del agua, la
sangre y el Espíritu están presentes en ambos nacimientos. (Moisés
6:59-60.) El segundo nacimiento comienza cuando los hombres son
bautizados en el agua por un administrador legal; y se completa cuando
en realidad reciben la compañía del Espíritu Santo, llegando a ser
criaturas nuevas por el poder purificador de ese miembro de la Trinidad.
La simple obediencia formal a la ordenanza del bautismo no significa
que la persona haya nacido de nuevo. Nadie puede nacer de nuevo sin el
bautismo, mas la inmersión en el agua y la imposición de las manos para
conferir el Espíritu Santo no garantizan por sí solos que una persona haya
nacido o nazca de nuevo. El nuevo nacimiento se verifica únicamente
entre aquellos que realmente disfrutan del don o compañía del Espíritu
Santo, únicamente aquellos que están plenamente convertidos, que se
han entregado sin reservas al Señor. De esta manera Alma se dirigió a sus
"hermanos de la iglesia", y directamente les preguntó si habían "nacido
espiritualmente de Dios", si habían recibido la imagen del Señor en su
semblante y experimentado el "gran cambio" en sus corazones, el cual
está siempre presente en el nacimiento del Espíritu. (Alma 5:14-31 .)
Aquellos miembros de la Iglesia que verdaderamente han nacido de
nuevo, se encuentran en un estado bendito y favorecido. Han logrado su
posición, no simplemente uniéndose ala Iglesia, sino a través de fe (1 Juan
5:1), rectitud (1 Juan 2:29), amor (1 Juan 4:7), y venciendo al mundo (1
Juan 5: 4). "Todo aquel que es nacido de Dios, no practica el pecado,
porque la simiente de Dios permanece en él; y no puede pecar, porque es
nacido de Dios, después de haber recibido ese Santo Espíritu de la
promesa" (Versión Inspirada, 1 Juan 3:9). (Mormon Doctrine, 2a. ed.
[ 1966], págs. 100-101.)
CONVENIOS
Bruce R. McConkie
Desde el punto de vista del evangelio, un convenio es un pacto
solemne, es un acuerdo, contrato o promesa mutua entre Dios y una
persona o grupo de personas escogidas. (D. y C. 5:3, 27-28; 54:4.) Ya que
Dios es parte en cada convenio del evangelio, se entiende que su
voluntad y su deseo con respecto ala relación contractual particular,
deben conocerse. Por tanto, los convenios vienen únicamente por
revelación, y ninguna persona o grupo de personas entra en un convenio
del evangelio, excepto sobre las bases de la revelación directa de Dios.
Resulta pues que, en cuanto a los hombres que ahora están viviendo
se refiere, los únicos que han entrado en convenios con el Señor son los
miembros de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Ultimos Días.
Sus profetas son los únicos líderes espirituales que reciben revelación
para la Iglesia y el mundo, y los santos mismos son los únicos que
disfrutan de la compañía del Espíritu Santo a fin de recibir revelación
personal. Las Escrituras, antiguas y modernas, contienen un registro de
muchos de los convenios del pasado y del presente. (1 Nefi 13:23-26.)
El nuevo y sempiterno convenio es la plenitud del evangelio y abraza
dentro de sus términos y condiciones a cada uno de los demás convenios
que Dios haya hecho o haga con los hombres. (D. y C. 132:5-7; 133:57.)
Las disposiciones de este convenio son que si el hombre cree, se
arrepiente, se bautiza, recibe el Espíritu Santo y permanece en la rectitud
hasta el fin, recibirá una herencia en el mundo celestial.
Todos los términos y condiciones del nuevo y sempiterno convenio
son aceptados por los hombres al momento de su bautismo bajo las
manos de un administrador legal. En efecto, por medio del bautismo, el
individuo firma un contrato de salvación. Si después del bautismo una
persona guarda el convenio del bautismo (o sea que permanece en la fe
hasta el fin), tiene su salvación asegurada. (2 Nefi 31; Mosíah 18:8-10.)
En la ordenanza de la Santa Cena los hombres renuevan el convenio
hecho en las aguas del bautismo, recibiendo nuevamente la seguridad de
que el Espíritu les acompañará en esta vida (D. y C. 20:77-79), así como la
de una herencia en la vida eterna del mundo venidero. (Juan 6:54.) Ellos,
por su parte, aceptan nuevamente guardar los mandamientos.
La ordenación al Sacerdocio de Melquisedec y la iniciación a esa
"orden del sacerdocio" llamada "el nuevo y sempiterno convenio del
matrimonio", son dos ocasiones en que los hombres hacen el convenio de
exaltación, prometiéndoseles, a través de su fidelidad todo lo que el Padre
tiene. (D. y C. 131:1-4; 84:39-41, 132; Números 25:13.)
El pago de diezmos es un convenio en conformidad, y a las personas
que lo observan se les aseguran bendiciones temporales y espirituales.
(Mal. 3:7-12; D. y C. 119.) La observancia del día de reposo es un
convenio entre Dios y su pueblo a través de todas sus generaciones.
(Exodo 31:16; D. y C. 59:9-20.) La Palabra de Sabiduría es un convenio
cuyo acatamiento asegura tanto fortaleza para el cuerpo como un don
espiritual especial. (D. y C. 89.) La Orden Unida con sus principios de
consagración fue y va a ser practicada por los santos por convenio
(D. y C. 42:30; 78:11; 82:11, 15, 21; 104:4 ), un convenio que asegura a
los fieles una recompensa celestial. (D. y C. 105:3-5.) En los templos, los
fieles participan de muchos convenios relacionados con la exaltación. Y
así sucesivamente, entre más fiel y devota sea una persona, más
convenios del Señor puede recibir, hasta recibirlos todos y asegurar su
llamamiento y elección.
Con frecuencia se han efectuado convenios especiales con propósitos
especiales a personas o grupos en particular. El Señor hizo convenio con
Noé de jamás destruir la tierra nuevamente por medio de otro diluvio, y
puso el arco-iris como un símbolo de dicho convenio. (Gén. 9:12-13.) A
Abraham le dio el convenio o circuncisión que debería continuar rigiendo
entre el linaje escogido hasta que fuese cumplido en Cristo. (Gén.
17:11-14; Moroni, 8:8.) Con Lehi, el convenio fue conceder que por
siempre, América fuese una tierra de herencia para su simiente. (2 Nefi 1.)
Una promesa similar recibieron los santos en estos últimos días. (D. y C.
38:20.) Como parte del gran convenio Abrahámico, se ofreció a Israel una
tierra especial de heredad. (Gén. 17.) El Libro de Mormón es un convenio
nuevo que constriñe a los santos de los últimos días, o sea, que después
de haber recibido este registro antiguo como un libro divino, se
comprometen a vivir sus enseñanzas y a seguir sus consejos. (D. y C.
84:57.)
Recordar y guardarlos convenios es una obligación permanente que
recae sobre el pueblo del Señor. (D. y C. 33:14; 35:24; 42:13, 78; 98:8.)
Nunca se asigna o se requiere nada de ninguno de los santos que sea
"contrario a los convenios de la iglesia" (D. y C. 28:12, 68:24, 107:63).
Toda enseñanza del evangelio debe ser "de acuerdo con los convenios" (D.
y C. 107:89). Aquellos que guardan sus convenios tienen la promesa del
Señor, dada con "un convenio inmutable", de que todas las cosas obrarán
juntas para su bien. (D. y C. 98:3.) Cada miembro de la Iglesia debe
suscribirse, sin ninguna reserva, a esta declaración revelada: "Y éste será
nuestro convenio: Andaremos en todas las ordenanzas del Señor" (D. y C.
136:2-4). "Benditos son los que han guardado el convenio y observado el
mandamiento, porque obtendrán misericordia" (D. y C. 54:6). (Mormón
Doctrine, págs. 166-68.1
LA EXPIACIÓN INFINITA
Bruce R. McConkie
La caída de Adán trajo la muerte temporal del mundo. La muerte
espiritual es estar desterrado de la presencia del Señor (2 Nefi 9:6) y
morir tocante a las cosas relacionadas con la justicia, o en otras palabras,
las cosas del Espíritu. (Helamán 14:15-18). La muerte temporal o natural
es la separación del cuerpo y del espíritu, en la cual el cuerpo regresa al
polvo del cual fue creado y el espíritu a un mundo de espíritus que
esperan el día de la resurrección.
Expiar es rescatar, reconciliar, redimir, recobrar, absolver, conciliar,
compensar, pagar el castigo. De esta manera la expiación de Cristo tiene
la intención de rescatar a los hombres de los efectos de la caída de Adán
con lo cual, se conquista tanto la muerte espiritual como temporal,
nulificando su efecto permanente. La muerte espiritual por la caída se ve
reemplazada por la vida espiritual de la Expiación, en el sentido de que
todos los que creen y obedecen la ley del evangelio obtienen vida
espiritual o eterna; vida en la presencia de Dios en donde aquellos que la
disfrutan están vivos a las cosas de justicia o cosas del Espíritu. La muerte
temporal de la caída se ve reemplazada por el estado de inmortalidad . . .
en una conexión inseparable que nunca más permitirá que el cuerpo
mortal vea la corrupción. (Alma 11:37-45; 12-16-18.) La inmortalidad
viene como un don gratuito, por la gracia de Dios solamente, sin obras de
justicia. La vida eterna es la recompensa por la "obediencia a las leyes y
ordenanzas del evangelio" (3erArtículode Fe).
"Adán cayó para que los hombres existiesen; y existen los hombres
para que tengan gozo", dijo Lehi. "Y el Mesías vendrá en la plenitud de los
tiempos, para redimir a los hijos de los hombres de la caída" (2 Nefi 2: 25,
26). "La expiación", explica el rey Benjamín, "fue preparada desde el
principio del mundo para todo el género humano que ha existido desde la
caída de Adán, o que existe, o que jamás existirá hasta el fin del mundo"
(Mosíah 4:7).
Y Moroni enseñó que Dios "Creó a Adán, y por Adán vino la caída del
hombre. Y por causa de la caída del hombre, vino Jesucristo, sí, el Padre y
el Hijo; y por Jesucristo vino la redención del hombre. Y a causa de la
redención del hombre, que vino por Jesucristo, son llevados de vuelta a la
presencia del Señor; sí, en esto son redimidos todos los hombres, porque
la muerte de Cristo efectúa la resurrección, por medio de la cual viene una
redención de un sueño eterno, del que todos los hombres despertarán, por
el poder de Dios, cuando suene la trompeta; y saldrán, grandes así como
pequeños, y se presentarán ante su tribunal, redimidos y libres de esta
eterna cadena de la muerte, que es una muerte temporal. Entonces se
pronunciará el juicio del Santo sobre ellos; y entonces será cuando el que
es impuro continuará en su impureza, y el que es justo continuará en su
justicia; el que es feliz permanecerá feliz, y el que es miserable continuará
en su miseria" (Mormón 9:12-14).
Y de esta manera el Señor dice que gracias a la Expiación, y después
de la "muerte natural" el hombre "pudiera ser levantado en inmortalidad
para vida eterna, aun cuantos creyeren. Y los que no creyeren, a la
condenación eterna; porque no pueden ser redimidos de su caída
espiritual, porque no se arrepienten" (D. y C. 29:43-44).
Si no hubiera habido expiación de Cristo (después de haber sucedido
la caída de Adán) entonces todo el plan y propósito conectado con la
creación del hombre se habría malogrado. Si no hubiera habido expiación,
la muerte temporal hubiera permanecido para siempre, y jamás habría
habido resurrección. El cuerpo habría permanecido para siempre en la
tumba, y el espíritu habría permanecido en una prisión espiritual por toda
la eternidad. Si no hubiera habido expiación, jamás habría habido una vida
espiritual o eterna para ninguna persona. Ni los mortales ni los espíritus
habrían sido limpios de los pecados, y todas las huestes espirituales del
cielo habrían terminado como diablos, ángeles de un diablo, o sea, como
hijos de perdición.
Jacob, hermano del justo Nefi, nos ha dejado estas palabras
inspiradas: "Porque como la muerte ha pasado a todo hombre para
cumplir el misericordioso designio del Gran Creador, también es necesario
que haya un poder de resurrección, y la resurrección debe venir al hombre
por motivo de la caída; y la caída vino a causa de la transgresión; y por
haber caído el hombre, fue desterrado de la presencia del Señor. Por
tanto, deberá ser una expiación infinita, porque si no fuera infinita, esta
corrupción no podría revestirse de incorrupción. De modo que el primer
juicio que cayó sobre el hombre habría durado eternamente. Y siendo así,
esta carne tendría que pudrirse y desmenuzarse en su madre tierra, para
no levantarse jamás. ¡Oh la sabiduría de Dios! ¡Su misericordia y gracia!
Porque he aquí, si la carne no se levantara más, nuestros espíritus
quedarían sujetos a aquel ángel que cayó de la presencia del Dios Eterno,
y se convirtió en diablo, para no levantarse más. Y nuestros espíritus
habrían llegado a ser como él, y nosotros seríamos diablos, ángeles de un
diablo, separados de la presencia de nuestro Dios para quedar con el
padre de las mentiras, en miseria como él, sí, semejantes a aquel ser que
engañó a nuestros primeros padres, quien se hace aparecer como un
ángel de luz, e incita a los hijos de los hombres a combinaciones secretas
de asesinatos y a toda especie de obras secretas de tinieblas" (2 Nefi
9:6-9; D. y C. 29:39-41).
Los niños y quienes no han llegado a la edad de responsabilidad son
automáticamente salvos en el reino celestial por virtud de la expiación.
"Los niños pequeños son puros, porque son incapaces de pecar", dice el
Señor, así pues, "la maldición de Adán les ha sido quitada en mí, de modo
que no tiene poder sobre ellos" (Moroni 8:8; D. y C. 29:46-50; Mosíah
15:25; Enseñanzas del Profeta José Smith, pág. 107). La maldición de
Adán incluye tanto la muerte temporal como la espiritual, y
respectivamente, ninguna de estas tiene poder sobre los niños y aquellos
que "no tienen entendimiento" (D. y C. 29:50), o sea, aquellos que no son
responsables. Todos estos se levantarán en la inmortalidad y a la vida
eterna.
Cristo ha sido la única persona que ha nacido en el mundo con el
poder de hacer posible la resurrección para él o para cualquier otro y para
expiar por los pecados de cualquier ser viviente. Esto se debe a que tenía
vida en sí mismo; tenía el poder de la inmortalidad por herencia divina. La
expiación vino por el poder de Dios y no del hombre, y a fin de
comprenderla, uno tiene que creer que nuestro Señor fue literalmente el
Hijo de Dios (un personaje inmortal) y de María (una mujer mortal). De su
madre heredó la mortalidad, el poder de dar su vida, de morir, de permitir
que el cuerpo y el espíritu se separaran. De su Padre, heredó el poder de
la inmortalidad, el poder de mantener su cuerpo y su espíritu juntos, o de
permitir voluntariamente que se separaran y de unirlos nuevamente en un
estado resucitado.
Él ejerció este poder convirtiéndose en las primicias de aquellos que
durmieron, y de una manera incomprensible para el hombre mortal, tuvo
el poder de transmitir los efectos de esta resurrección a todas las criaturas
vivientes. "Yo pongo mi vida, para volverla a tomar", dijo. "Nadie me la
quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y
tengo poder para volverla a tomar. Este mandamiento recibí de mi Padre"
(Juan 10:17-18).
Amulek dio su testimonio: "He aquí, os digo que yo sé que Cristo
vendrá entre los hijos de los hombres para tomar sobre sí las
transgresiones de su pueblo y expiar los pecados del mundo, porque el
Señor Dios lo ha dicho. Porque es necesario que haya una expiación; pues
según el gran plan de Dios Eterno, debe haber una expiación, o de lo
contrario, todo el género humano inevitablemente tendrá que perecer; sí,
todos se han obstinado; sí, todos han caído y están perdidos, y, de no ser
por la expiación que es necesario que se haga, deben perecer. Porque es
preciso que haya un gran y postrer sacrificio; no un sacrificio de hombre,
ni de bestia, ni de ninguna clase de ave; pues no debe ser un sacrificio
humano, sino un sacrificio infinito y eterno. Y no hay hombre alguno que
pueda sacrificar su propia sangre para expiar los pecados de otro. Porque
si un hombre mata, he aquí ¿tomará nuestra ley, que es justa, la vida de
su hermano? Os digo que no. Sino que la ley exige la vida de aquel que ha
asesinado por tanto, nada que no sea una expiación infinita puede
responder por los pecados del mundo" (Alma 34:8-12).
Cuando los profetas hablan de una Expiación infinita, quieren decir
exactamente eso. Sus efectos abarcan a todos los hombres, la tierra
misma y toda forma de vida en ella, y se extienden hasta los espacios
interminables de la eternidad. La palabra expiación, tal cual fue realizada
por Jesucristo, significa la liberación, a través de su muerte y resurrección,
de la tierra y todo lo relacionado con ella; del poder que la muerte ha
obtenido sobre ellos por medio de la transgresión de Adán . . . La
redención de la muerte, a través de los sufrimientos de Cristo, es para
todos los hombres, tanto los justos como los inicuos; para esta tierra y
para todas las cosas creadas sobre ella.
Gracias a la Expiación, y por la obediencia al evangelio, los hombres
tienen poder para llegar a ser hijos de Dios en el sentido en que han sido
espiritualmente engendrados de Dios y adoptados como miembros de su
familia. Han llegado a ser hijos de Dios y coherederos con Cristo de la
plenitud del reino del Padre. (D. y C. 39:1-6; 76:54-60; Romanos 8:14-17 y
Gal. 3:1-7, 1 Juan 3:1-4; Apocalipsis 21:7). Pues bien, la jurisdicción y el
poder de nuestro Señor van más allá de los límites de esta pequeña tierra
en la cual moramos. Él es, bajo el Padre, el Creador de mundos sin
número. (Moisés 1:33.) Y a través del poder de su expiación, los
habitantes de estos mundos, dice la revelación, "son engendrados hijos e
hijas para Dios" (D. y C. 76:24), lo cual significa que la expiación de Cristo,
siendo literal y realmente infinita, se aplica a un número infinito de tierras.
Aquellos que tienen oídos para oír, encuentran que esta doctrina se
enseña en la siguiente Escritura: "Y vimos la gloria del Hijo, a la diestra del
Padre, y recibimos de su plenitud; y vimos a los santos ángeles, y a
aquellos que son santificados delante de su trono, adorando a Dios y al
Cordero, a quien adoran para siempre jamás. Y ahora, después de los
muchos testimonios que se han dado de él, este testimonio, el último de
todos, es el que nosotros damos de él: ¡que vive! Porque lo vimos, aun a
la diestra de Dios; y oímos la voz testificar que él es el Unigénito del
Padre. Que por él, y mediante él, y de él los mundos son y fueron creados
y los habitantes de ellos son engendrados hijos e hijas para Dios" (D. y C.
76:20-24). (Mormon Doctrine, 2a. ed. [Salt Lake City: Bookcraft, 1966],
págs. 62-65.)
Gentiles
En diferentes épocas se le han atribuido varios significados al
nombre gentiles dependiendo del marco histórico o las enseñanzas
doctrinales. El significado literal es, "de la misma tribu o raza", y las
revisiones bíblicas frecuentemente ponen la palabra naciones en su lugar.
Los descendientes del hijo de Noé, Jafet, fueron llamados gentiles
(Gén. 10:1-5), y en este sentido los descendientes de Sem (antepasado de
Abraham) y de Cam (padre de la raza negra) no eran gentiles. En los días
de Abraham, el término se usó para referirse a aquellas naciones y
pueblos que no habían descendido de él, con la certeza adicional de que
todos los gentiles que recibieran el evangelio serían adoptados al linaje de
Abraham y serían contados entre su simiente. (Abraham 2:9-11.) El
Profeta enseñó que aquellos hijos adoptivos se convertían literalmente en
la sangre de Abraham. (Enseñanzas del Profeta José Smith.) En tos días
del antiguo Israel, aquellos que no eran del linaje de Jacob eran
considerados gentiles, aun cuando los árabes y otras razas de origen
semítico que pertenecen al linaje de Abraham no habrían sido gentiles en
el sentido estricto de la palabra.
Después de que fue destruido el reino de Israel y las diez tribus
fueron llevadas al cautiverio de Asiria, los del reino de Judá se llamaron
judíos y consideraron a todos los demás como gentiles. Este es el
concepto que se le debió haber enseñado a Lehi, Mulek y los demás judíos
que llegaron al Hemisferio Occidental para fundar las grandes
civilizaciones nefitas y lamanitas. Por lo tanto, no debe sorprendernos
encontrar que el Libro de Mormón repetidamente habla del judío y el
gentil como si esta frase marcara una división entre todos los hombres; o
encontrar que el Continente Americano es descrito como la nación de los
gentiles (1 Nefi 13; 3 Ne. 21), y encontrar la promesa de que el Libro de
Mormón surgirá "por vía de los gentiles". (Página de la portada del Libro
de Mormón; D. y C. 20:9.)
Por supuesto que la casa de Israel ha sido dispersada entre todas las
naciones, y José Smith (por medio de quien se reveló el Libro de Mormón)
era de la tribu de Efraín. Al mismo tiempo el profeta era un gentil,
significando que era un ciudadano de una nación gentil, y también que no
era judío. Los miembros de la Iglesia en general, son tanto israelitas como
gentiles. Ciertamente, el evangelio ha surgido en los últimos días en los
tiempos de los gentiles y, en gran medida, no irá a los judíos hasta que
llegue la plenitud de los gentiles. (D. y C. 45:28-30.)
Teniendo en mente el principio de que los gentiles son del linaje de
Israel por adopción cuando aceptan el evangelio, y que aquellos que no
creen en las verdades de salvación (no importa cuál sea su linaje) pierden
cualquier posición de preferencia que hayan podido tener, no es
inapropiado en nuestra época hablar de los miembros de la Iglesia como
israelitas y de los no creyentes como gentiles (Bruce R. McConkie,
Mormon Doctrine, 2a ed. [Salt Lake City: Bookcraft, 1966), págs. 310-11).
Bruce R. McConkie
Cuando Moisés concluía su ministerio en el antiguo Israel, después
de haber dirigido al pueblo a través de todas sus tribulaciones en el
desierto, aprovechó la ocasión de resumir, bajo la dirección del Espíritu,
las leyes, estatutos, juicios, ordenanzas y todo lo que se requería de
Israel; y después de haber hecho esto dijo:
"Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón;
"Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando, en tu casa, y
andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.
"Y las atarás como una señal en tu mano, y estarán como frontales
entre tus ojos;
"Y las escribirás en los postes de tu casa, y en tus puertas" (Deut.
6:6-9).
En otras palabras, Moisés les mandaba centrar sus almas y
corazones sobre el estudio, conocimiento y aprendizaje de las leyes del
Señor para que tuvieran la facultad de vivirlas y así obtener la salvación y
cumplir plenamente la misión señalada para ese pueblo escogido.
Ahora en nuestra época poseemos los libros canónicos de la Iglesia.
Tenemos la Biblia, el Libro de Mormón, las Doctrinas y Convenios y la Perla
de Gran Precio. En estos cuatro libros existe un total de 1579 capítulos. Yo
pensaría que no sería demasiado pedir que leyéramos, día tras día, tres
capítulos de uno u otro de estos libros; y si persiguiéramos tal curso,
leeríamos los cuatro Evangelios en menos de un mes, todo el Nuevo
Testamento en tres meses, el Antiguo Testamento en diez meses y toda la
Biblia en trece. Podríamos leer todo el Libro de Mormón en dos meses y
dos tercios, las Doctrinas y Convenios en mes y medio y la Perla de Gran
Precio en cinco días. Todo junto, leeríamos todos los libros canónicos en
menos de dieciocho meses y estaríamos listos para volver a comenzar.
No me parece que el Señor nos considere distintos al pueblo antiguo
de Israel. Debemos centrar todo nuestro corazón, alma y meditación
continúa en el evangelio y las cosas del Señor, para que podamos labrar
nuestra salvación y cumplir nuestras misiones. Mediante un estudio
regular y sistemático de los libros canónicos podemos acercarnos mucho
al curso que agradará al Señor y avanzar en nuestro propio progreso
eterno. De esta forma podremos obtener paz, satisfacción y felicidad en
esta vida y tener la esperanza de la vida eterna en el mundo venidero.
En el nombre de Jesucristo. Amén (CR, octubre de 1959, pág. 51).
LA PERFECCIÓN
Bruce R. McConkie
La perfección es de dos tipos: finita o mortal, e infinita o eterna. La
perfección infinita puede ser lograda por los santos justos en esta vida.
Consiste en una vida santa de devoción ala verdad, caminando en
completa sumisión ala voluntad del Señor, y colocando en primer lugar en
la vida las cosas del reino de Dios. La perfección infinita está reservada
para aquellos que superan todas las cosas y heredan la plenitud del Padre
en las mansiones venideras. Consiste en ganar la vida eterna, la clase de
vida que Dios lleva en el cielo más alto dentro del mundo celestial.
Muchas citas exhortan a los santos a ser perfectos en esta vida, un
logro que conducirá ala perfección eterna en la vida venidera, a menos
que por una rebelión e iniquidad posterior uno se aparte del camino recto
y estrecho. Aun a los santificados se les manda que estén alerta, no sea
que se alejen de la gracia. (D. y C. 20:31-34).
"El que ande en el camino de la perfección. éste me servirá", dice el
Señor. (Salmos 101:6.) Se mandó al antiguo Israel: "Perfecto serás delante
de Jehová tu Dios" (Deut. 18:13). Pablo escribió a los santos vivientes
amonestándoles: "Perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y
vivid en paz" (2 Cor. 13:11); dijo modestamente". . . no que. . .ya sea
perfecto", refiriéndose a sí mismo, pero exhortó "todos los que somos
perfectos" prosigamos "a la meta, al premio del supremo llamamiento de
Dios en Cristo Jesús" (Filipenses 3:12-15). Esto es, los santos perfectos
habían de perseverar hasta el fin en justicia para ganarse la perfección
eterna que asegura tal curso.
El joven rico, deseando encontrar el curso que conducía a la vida
eterna, recibió un consejo semejante del Maestro: "Si quieres ser perfecto,
anda, vende lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el
cielo; y ven y sígueme" (Mateo 19:15-22). Después de ganar la perfección
finita y hacerse tesoros en el cielo, se le mandó que siguiera a Cristo para
obtener la meta máxima.
Santiago dio a los santos una medida práctica por la que podían
medir su perfección mortal: "Si alguno no ofende en palabra, éste es
varón perfecto, capaz también de refrenar todo el cuerpo" (Santiago 3:2).
Noé (Gén. 6:9), Set (D. y C. 107:43) y Job (Job 1:1) están
considerados como hombres perfectos.
Lo mismo sería cierto de una gran hueste de profetas, apóstoles y
santos de las diversas dispensaciones. Alma dice que "hubo muchos,
muchísimos - que habían recorrido el sendero de la justicia perfecta ante
el Señor. (Alma 13:10-12.)
Cuando el Señor les dijo a los judíos "Sed, pues, vosotros perfectos,
como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (Mateo 5:48),
hablaba de la última perfección eterna en los reinos de su Padre. Después
de su propia Resurrección y cuando se le había dado "toda potestad . . .en
el cielo y en la tierra" (Mat. 28:18), amplificó su exhortación diciendo:
"Quisiera que fueseis perfectos como yo, o como vuestro Padre que está
en los cielos es perfecto" (3 Nefi 12:48).
En este sentido supremo nadie es perfecto excepto el Señor y los que
son semejantes a Él. Los coherederos con Cristo -aquellos que reciben,
poseen y heredan igualmente con Él en el reino de su Padre - son por lo
mismo los únicos que obtienen la perfección. "Todo el que fuere
perfeccionado, será como su maestro" (Lucas 6:40). Legan a ser
poseedores de todas las cosas porque caminan en aquella luz que "brilla
más y más hasta el día perfecto" (D. y C. 50:24). Superan todas las cosas,
heredan todo, obtienen todo lo que el Padre tiene y disfrutan de la
plenitud de su reino. (D. y C. 76:54-60; 84:33-40; 93:20-28.)
José Smith enseñó que las virtudes de Dios son el conocimiento, fe o
poder, justicia, juicio, misericordia y verdad. Después, en cuanto a sus
perfecciones dijo: "Lo que queremos decir con perfecciones es las que
pertenecen a todos los atributos de su naturaleza" (Lectores of Faith,
págs. 42-50). Por lo tanto Dios es un ser perfecto porque posee todos los
buenos atributos en su plenitud y perfección. Cualquier ser que llega a ser
perfecto -"como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" (Mateo
5:48), esto es, que tiene la clase y extensión de perfección poseída por la
deidad - debe ser como Dios.
Cristo es el ejemplo. "Él recibió la plenitud de la verdad, sí, aun de
toda la verdad" (D. y C. 93:26), según nos relata Juan. Esto es, el atributo
de verdad estaba perfeccionado en Él en el sentido eterno y no había
nada que no supiera. Si los hombres llegan a ser perfectos, deben hacerlo
sobre la misma base, progresando hasta obtener toda verdad, todo
conocimiento y todos los atributos de la deidad en toda su perfección. (D.
y C. 93:20-28). Solamente aquellos que guardan todos los mandamientos
y para quienes continúa la unidad familiar en la eternidad serán
merecedores de la perfección. (D. y C. 131:1-4; 132:16-32.) Esta clase de
perfección no llega por medio del Sacerdocio Levítico (Hebreos 7:1 1 ), ni
podemos, sin nuestros muertos justos, obtener este alto estado (Hebreos
11:40) (Mormón Doctrine, págs. 567-68).
LA LEY DE MOISÉS
Bruce R. McConkie
En un principio, el Señor le dio a Moisés el Sacerdocio Mayor y le
reveló la plenitud del evangelio. Pero Israel se rebeló y manifestó tan
grande iniquidad que su Dios le retiró el poder por el que pudo haber
llegado a ser un reino de sacerdotes y reyes y le dio una ley menor, una
ley de mandamientos carnales, un evangelio preparatorio, un maestro
para conducirlos a Cristo y ala plenitud del evangelio; dio la ley de Moisés.
(D. y C. 84:17-28; Gál. 3; Heb. 4:2, Versión Inspirada, Ex. 34:1-2.)
Moisés recibió muchas verdades del evangelio por medio de la
revelación, como por ejemplo los Diez Mandamientos registrados en el
capítulo 20 de Exodo. Estas verdades, siendo eternas por su naturaleza,
forman parte de la plenitud del evangelio sempiterno; siempre han sido
vigentes en todas las dispensaciones. Son parte de la "ley de Cristo" (D. y
C. 88: 21). Pero los detalles de la ley de Moisés consistían de ordenanzas y
presentaciones "añadidas a causa de las transgresiones" (Gálatas 3: 19), a
"diversas abluciones, y ordenanzas acerca de la carne, impuestas hasta el
tiempo de reformar las cosas "(Hebreos 9: 10) y la "ley de los
mandamientos expresado en ordenanzas" (Efesios 2: 15). Están
registrados en gran detalle en Exodo, Levítico, Números y Deuteronomio y
fueron conservados en las planchas de bronce que los nefitas llevaron
consigo. (1 Nefi 4: 15-16.)
Abinadí dijo que se dio la ley de Moisés para dirigir la atención de la
gente hacia Cristo, y que todas las cosas en ella "eran símbolos de cosas
futuras". "Israel recibió", dijo, "una ley muy severa, porque eran gente de
dura cerviz, prontos para hacer el mal y lentos para acordarse del Señor
su Dios; por tanto, les fue dada una ley; sí, una ley de ceremonias y
ordenanzas, una ley que tenían que observar rígidamente de d fa en día,
para conservar vivo en ellos el recuerdo de Dios y sus deberes hacia él"
(Mosíah 13:27-32). Pablo dijo '1a ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a
Cristo" (Gálatas 3: 24). Fue la "ley de los mandamientos carnales" (D. y C.
84: 27; Hebreos 7:16) porque fue dado para enseñar a los que
pertenecían a la raza escogida a controlar sus pasiones, superar las
lujurias de la carne, triunfar sobre las cosas carnales y avanzar hasta el
lugar en que el Espíritu del Señor pudiera fluir plenamente en sus
corazones.
La salvación se encuentra en Cristo y no en la ley de Moisés. "La
salvación no viene sólo por la ley", explicó Abinadí, "y si no fuera porque
Dios mismo va a expiar los pecados e iniquidades de los de su pueblo,
éstos inevitablemente perecerían, a pesar de la ley de Moisés" (Mosíah
13: 27-28). Al contrario, según enseñó Nefi, la ley fue dada para
demostrar al pueblo "la verdad de la venida de Cristo; porque con este fin
se ha dado la ley de Moisés; y todas las cosas que han sido dadas de Dios
al hombre, desde el principio del mundo, no son más que
representaciones de él" (2 Nefi 11: 4). Pablo también vio la necesidad de
enseñar con gran fuerza que los hombres son salvos por la gracia de Dios,
"y no por obras", esto es, las obras de la ley de Moisés. (Efesios 2.)
En cualquier época del Israel antiguo (incluyendo a los nefitas) en
que estaba vigente el Sacerdocio de Melquisedec y la gente gozaba de
sus bendiciones, aunque seguían observando las formalidades de la ley de
Moisés, la ley en sí quedó muerta para ellos. Los nefitas, por ejemplo,
antes del ministerio del Señor entre ellos, solamente poseían el
Sacerdocio de Melquisedec y durante todo ese período de 60años
guardaron la ley de Moisés. (2 Nefi 5: 10; Jar. 5; Mosíah 2: 3.) Claro está
que ellos poseían la plenitud del evangelio, y así Nefi anotó: "Es por la
gracia que nos salvamos, después de hacer todo lo que podemos. Y a
pesar de que creemos en Cristo, observamos la ley de Moisés y
esperamos firmemente en Cristo, hasta que la ley sea cumplida. Porque
para este fin se dio la ley; por tanto, para nosotros la ley está muerta, y
tenemos vida en Cristo a causa de nuestra fe; no obstante, guardamos la
ley a causa de los mandamientos" (2 Nefi 25:23-15).
En Cristo se cumplió la ley de Moisés, esto es, la ley de
mandamientos carnales. Quedaban vigentes las grandes y eternas
verdades reveladas por medio de Moisés, pero la ley menor que había
señalado la atención del pueblo hacia la venida del Señor llegó a ser una
letra muerta. "No penséis que he venido a destruir la ley o los profetas. No
he venido a destruir, sino a cumplir; porque en verdad os digo que ni una
jota ni una tilde ha pasado de la ley, sino que en mí toda ha sido
cumplida" (3 Nefi 12: 17-18). ,
"He aquí, os digo que se ha cumplido la ley que se dio a Moisés. He
aquí, soy yo quien se la di, y soy el que hice convenio con mi pueblo
Israel; por tanto, la ley se ha cumplido en mí, porque he venido para
cumplir la ley; por tanto, ha cesado. He aquí, no vengo para invalidar los
profetas; porque cuantos no se han cumplido en mí, en verdad os digo
que todos se han de cumplir. Y porque os dice que lo antiguo ha pasado,
no abrogo lo que se ha dicho acerca de las cosas que están por venir.
Porque he aquí, no se ha cumplido enteramente el convenio que hice con
mi pueblo; mas la ley que se dio a Moisés termina en mí. He aquí, yo soy
la ley y la luz. Mirad hacia mí, perseverad hasta el fin, y viviréis; porque al
que perseverare hasta el fin, le daré la vida eterna" (3 Nefi 15: 4-9)
(Mormon Doctrine, 2a. ed. [Salt Lake City: Bookcraft, 1966], págs. 434-36).
LA VERDADERA ADORACIÓN
Bruce R. McConkie
Después de la devoción y por la gracia de Dios, la fe y la obediencia
por parte del hombre, así como ciertas bendiciones que provienen del
espíritu llamadas dones espirituales son conferidas sobre el hombre. El
hecho de recibirlas quedará siempre sujeto a la obediencia de la ley, pero
como siempre están a disposición de todos los que la observan, se llaman
dones. Son señales y milagros reservados para los fieles y para nadie
más...
Su propósito, de la fe y de la obediencia, es iluminar, estimular y
edificar a los fieles a fin de que hereden paz en esta vida y sean guiados
hacia la vida eterna en el mundo venidero. Así mismo, la presencia de
ellas es una prueba de la divinidad de la obra del Señor, y, donde no se
encuentren, no se hallará tampoco la Iglesia y el reino de Dios...
Se espera que las personas fieles busquen los dones del Espíritu con
todo su corazón. Beben "(buscar) diligentemente ¡os mejores dones" (D. y
C. 46:8)", (procurar) los dones espirituales" (Corintios 12: 31; 1 Corintios 1
4: 1 ), "pedir a Dios, quien da dadivosamente" (D. y C. 46:7; Mateo 7:7-8).
A unos se dará un don y a otros otro; y "a algunos les (puede) ser
concedido tener todos estos dones, para que haya una cabeza, a fin de
que cada miembro reciba provecho de ello" (D. y C. 46: 29).
De los escritos de Pablo (1 Corintios 12: 13-14), y de Moro ni (Moroni
10), y de las revelaciones recibidas por José Smith (D. y C. 46), obtenemos
un claro conocimiento de los dones espirituales y la forma en que operan.
Entre otras cosas, vemos los siguientes dones, nombrados ya sea en estos
tres lugares o en alguna otra parte de las Escrituras: el don del
conocimiento por medio de la revelación "que Jesucristo es el Hijo de Dios,
y que fue crucificado por los pecados del mundo" (D. y C. 46:13), y
también el don de creer en el testimonio de los que han obtenido esta
revelación; los dones del testimonio, de conocer la veracidad del Libro de
Mormón, y de recibir revelaciones; los dones de juicio, conocimiento y
sabiduría; de enseñanza, exhortación y de predicación; de enseñar la
palabra de sabiduría y la palabra de conocimiento; de declarar el
evangelio y el ministerio; el don de la fe, incluyendo el poder para sanar y
ser sanado; los dones de sanidad, los milagros y la profecía; las visiones,
las visitas de ángeles y espíritus ministrantes y el discernimiento de
espíritus; el don de lenguas, la interpretación de lenguas, la interpretación
de idiomas y el don de la traducción; las diferencias de administración en
la Iglesia y las diversidades de la operación del Espíritu; el don de
mayordomía, "y que nadie ruede tener mayor don" (Mosíah 8:16; Alma
9:21; D. y C. 5:4; 43:3-4; Romanos 12:6-8). Y éstos de ninguna manera
constituyen la totalidad de los dones. En su sentido más amplio, son
infinitos en número e interminables en sus manifestaciones (Mormon
Doctrine, 2a. ed. [Salt Lake City: Bookcraft, 1966], págs. 314-15) .
LA PLENITUD DEL EVANGELIO
Bruce R. McConkie
El evangelio de Jesucristo consiste en el plan de salvación.
Comprende todas las leyes, principios, doctrinas, ritos, ordenanzas,
poderes, actos, autoridades y llaves necesarias para salvar y exaltar a los
hombres en el cielo más alto de la vida venidera. Consiste en el convenio
de salvación que el Señor hace con los hombres de la tierra.
Literalmente, la palabra evangelio significa buenas nuevas de Dios o
historia de Dios. Por lo tanto consiste en las buenas nuevas o noticias
relacionadas con Cristo, su Expiación, el establecimiento de su reino
terrenal y una posible herencia futura en su presencia celestial. "Y éste es
el evangelio", escribió como revelación el Profeta, "las buenas nuevas,
que la voz de los cielos nos testificó: Que vino al mundo, aun Jesús, para
ser crucificado por él, y llevar los pecados del mundo, y para santificarlo y
limpiarlo de toda injusticia; para que por él pudiesen ser salvos todos
aquellos a quienes el Padre había puesto en su poder y hecho por él" (D. y
C. 76:40-42).
Al ministrar entre los nefitas después de su resurrección, nuestro
Señor proclamó: "He aquí, os he dado mi evangelio, y éste es el evangelio
que os he dado: que vine al mundo a cumplir la voluntad de mi Padre,
porque él me envió. Y mi Padre me envió para que fuese levantado sobre
la cruz; y que después de ser levantado sobre la cruz, pudiese atraer a mí
mismo a todos los hombres, para que así como fui levantado por los
hombres, así también sean ellos levantados por el Padre, para comparecer
ante m í y ser juzgados según sus obras, ya fueren buenas o malas; y por
esta razón yo he sido levantado; por consiguiente, de acuerdo Con el
poder del Padre, atraeré a mí a todos los hombres, para que sean
juzgados según sus obras. Y sucederá que quien se arrepintiere y se
bautizare en mi nombre, será satisfecho; y si perseverare hasta el fin, he
aquí, yo lo tendré por inocente ante mi Padre el día en que yo me
presente para juzgar al mundo. Y aquel que no perseverare hasta el fin es
el que será cortado y echado en el fuego, de donde nunca más puede
volver, por motivo de la justicia del Padre. Y ésta es la palabra que él ha
dado a los hijos de los hombres; y por esta razón cumple las palabras que
he hablado; y no miente, sino que cumple todas sus palabras. Y nada
impuro puede entrar en su reino; por tanto, nadie entra en su reposo, sino
aquel que ha lavado sus vestidos en mi sangre, mediante su fe, el
arrepentimiento de todos su pecados ,y su fidelidad hasta el fin. Y éste/ es
el mandamiento: arrepentíos, todos vosotros, extremos de la tierra, y
venid a mí y bautizaos en mi nombre, para que seáis santificados por la
recepción del Espíritu Santo, a fin de que en el postrer día os halléis en mi
presencia, limpios de toda mancha. En verdad, en verdad os digo que éste
es mi evangelio (3 Nefi 27:13-21; D. y C. 39:5-6).
En su sentido más amplio, toda la verdad forma parte del evangelio;
pues toda es conocida y ordenada por la Deidad y procedente de ella y
toda la verdad ayuda al progreso. Pero en el alto sentido espiritual en que
se usa el término en las revelaciones, el evangelio se relaciona con
las verdades religiosas por las que los hombres pueden santificar y
purificar sus propias almas, obteniendo así la salvación en los mundos
eternos.
Los principios del evangelio fueron conocidos por el hombre
primeramente en la preexistencia y el progreso que se logró al¡ í fue como
resultado de la obediencia a ellos. Después, comenzando con el primer
hombre, Adán, el Todopoderoso ha dado dispensaciones del evangelio a
los hombres. Las revelaciones hablan de dos evangelios verdaderos y
éstos han sido revelados a los hombres según lo ameritara la situación;
uno es la plenitud del evangelio sempiterno (Apocalipsis 14:6; D. y C.
14:10), y el otro es el evangelio preparatorio (D. y C. 84 :26-27) .
La plenitud del evangelio consiste en aquellas leyes, doctrinas,
ordenanzas, poderes y autoridades necesarias para que el hombre pueda
obtener la plenitud de la salvación. Aquellos que poseen la plenitud del
evangelio no gozan necesariamente de la plenitud del conocimiento del
evangelio ni de la comprensión de todas las doctrinas del plan de
salvación. Pero sí poseen la plenitud del sacerdocio y el poder de
sellamiento por el cual los hombres pueden ser sellados a la vida eterna.
La plenitud del evangelio existe por causa de la plenitud del poder de
sellamientos y no por la plenitud del conocimiento del evangelio.
Por otra parte, el evangelio preparatorio es una porción menor de las
verdades salvadoras del Señor, una porción que prepara y enseña a los
hombres para un día futuro en el que podrá recibirse la plenitud del
evangelio una porción ,,je por sí .,ola no es suficiente para sellar a los
hombres a la vida eterna ni asegurarles una herencia en el mundo
celestial. El evangelio preparatorio "es el evangelio del arrepentimiento, y
del bautismo, y de la remisión de pecados, y de la ley de los
mandamientos carnales" (D. y C. 84:27). Es un sistema evangélico
administrado por el Sacerdocio Menor o Aarónico. Cuando se goza del
poder de otorgar el Espíritu Santo, poder reservado para los poseedores
del Sacerdocio de Melquisedec, entonces es manifiesta la plenitud del
evangelio. Juan el Bautista administró el evangelio preparatorio; Cristo
vino con la plenitud del Sacerdocio de Melquisedec y restauró la plenitud
del evangelio. (Juan 1:26-27;Hechos19:1-6.)
Nuestras revelaciones dicen que el Libro de Mormón contiene : la
plenitud del evangelio.(D. C. 20:9, 27:5; 42:12; 135:3.) Esto es verdad en
el sentido de que el Libro de Mormón es un registro de los tratos de Dios
con un pueblo que poseía la plenitud del evangelio, y por lo tanto las leyes
y principios conducentes a la mayor salvación se encuentran registradas
en ese libro.' En este mismo sentido la Biblia y las Doctrinas y Convenios
contienen la plenitud del evangelio.
Según lo expresó el presidente John Taylor, las Escrituras "son
simplemente registros, historias, mandamientos, etc. El evangelio es un
principio viviente, perdurador, eterno e incambiable que ha existido
contemporáneo con Dios, y siempre existirá, mientras dure el tiempo y la
eternidad, dondequiera que se desarrolle y se manifieste" (Gospel
Kingdom, pág. 88). La plenitud del evangelio no puede conservarse en la
palabra escrita. Las Escrituras guardan el registro del evangelio pero el
evangelio mismo consiste en el poder del sacerdocio y la posesión del don
del Espíritu Santo.
Así como existen maestros, religiosos, profetas y Cristos falsos,
también existen evangelios falsos. Pablo proclamó que todos los que
predicaran cualquier evangelio que no fuera el que es recibido "por
revelación de Jesucristo" serán anatemas. (Gál. 1:6-12.) Y la prueba
revelada por la que se puede identificar el verdadero evangelio será las
manifestaciones de revelaciones, visiones, milagros, señales, apóstoles,
profetas y todos los dones del espíritu que lo acompañarán. (Marcos
16:14-20.) Donde se encuentren estas señales, al¡ í está el evangelio de
Cristo; donde no se encuentren, no está (Mormón Doctrine, págs, 331-34).
EL EVANGELIO DE ABRAHAM