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Homenaje a Luis Fabio Xammar 50

Señor Rector, Señores y Señoras:

Bajo el peso de una profunda congoja, la Facultad de Letras se reúne hoy


para rendir tributo a la memoria de Fabio Xammar, al marcar el tiempo
una primera señal de su ausencia inexorable. E n esta sala que se llenó
tantas veces con la riqueza creadora de su palabra y con la efusión hu-
mana de su personalidad, nos congregamos para expresar ideas que es
todo lo que constituye el simple y elegante funeral de quien no dejó tras
de sí más huella que la impalpable entelequia y la inasible emoción.
Como en los ritos más puros apenas si arde el fuego dentro del alabastro,
así apenas podemos hacerle honras en que la tristeza y la meditación se
agitan contenidas dentro de las frases.
Xammar fue ante todo un ser de espíritu. Por eso tuvo en esta casa su
hogar de formación durante largos años de estudiante y luego su cátedra
de maestro, desde donde irradió fuerza espiritual a toda una generación.
En contrario a lo que casi siempre se dice o se cree, la disciplina univer-
sitaria no limitó el vuelo audaz, inquieto y generoso de su alma.
Partió siempre del manantial fecundo de la cultura superior hacia
todos los horizontes del arte y de las letras y aun de la angustia social
que lo hería hondamente en contraste con sus éxtasis de esteta y su hu-
morismo despreocupado y señoril. Este sentido de clerecía riguroso que
lo enclaustraba dentro de la Universidad, pero al mismo tiempo lo impe-
lía hacia el más contrastado mundo externo, lo erige en símbolo sereno y
lo hace paradigma conductor. Vivirán por eso eternamente en la tradi-
ción de San Marcos tanto sus cuentos ateridos y extraños; sus indagacio-
nes ágiles, llenas de pulcras conclusiones, sobre Literatura Peruana; sus
finas notas de viaje en que palpita la vocación del infinito; y sobre todo el

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Publicado en Letras, n.° 36, Lima, WV de 1947, pp. 116-117.

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recuerdo de su síntesis calurosa de humanidad y talento, rara vez her-
manados en un sello tan vigoroso y exquisito.
La Facultad de Letras recoge con reverencia y amor el precioso lega-
do de Luis Fabio Xammar e incorpora para siempre su figura al friso de
efigies tutelares que coronan su arquitectura y protegen su marcha al
porvenir.

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Sobre la poesía de Mario Florián 51

En el haz lírico del P e r ú reaparece Mario Florián, autor y a de varias


obras s e ñ e r a s , con una adicional: El juglar andinista, que es concentra-
ción superada de su fresca, pura y e s p o n t á n e a poesía anterior. E n ella se
resumen la f i n u r a agreste y el temblor metafísico, ambos de extracción
telúrica, como el agua de los manantiales andinos que brota de la entra-
ña p l u t ó n i c a pero tiene la gracia de reflejar la nube en su inmediato
remanso. V o l u m e n m á s amplio y sucinto, seleccionador de signos y a
manifestados, pero al mismo tiempo lleno de r e l á m p a g o s nuevos, de
fugitivos venados hacia horizontes imprevistos que aseguran el desa-
rrollo de una conciencia en ignición, mutable y germinal.
H e saludado y a en otras ocasiones, con fervorosa simpatía, varios
aspectos de la personalidad lírica de Florián. C o n motivo de este libro,
quiero precisar algunos conceptos de sincero homenaje, en fiesta cordial
y solidaria y no en plan de análisis científico. P r i n c i p i a r é por algunos
datos biográficos que he recabado de él mismo. Mario nació en 1917 en
una perdida aldea de las sierras cajamarquinas que era revelación pe-
ruana de la Arcadia pastoril: rumor de ganados, plenitud vegetal. E l
n i ñ o asiste con sus sandalias nativas («llanques»), a la escuelita rural
bajo la mirada dura del padre y mélica de la madre. E l e m p e ñ o dulce de
ésta, contra la oposición paterna, consigue luego que el adolescente siga
estudios secundarios en el Colegio Nacional de San R a m ó n de Cajamarca.
Allí las viejas piedras están apretujadas por la fuerza musical del valle
bordado de sauces llorones, allí donde los A n d e s se tornan m á s bajos y
ondulan sin asperezas b á r b a r a s , dejando amplios cuadros de esmeral-
da. Esta visión reiterada de paisaje dulce y e c u m é n i c o modula su senso-
rio, que es esencialmente montaraz y está siempre alerta al vuelo de la
paloma y al canto de los «clarines» (cañas de m ú s i c a india). Luego viaja
a la ciudad universitaria de Trujillo e inicia estudios preparatorios de
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Publicado en Mercurio Peruano, n.° 275, Lima, u-1950, pp. 53-64.

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Derecho en 1937, siempre bajo el aliento esperanzado de la madre. Pero
impulsado por la vocación de belleza que bulle en su espíritu, cambia de
orientación y se dirige a L i m a para matricularse en la Facultad de Letras
en 1940. De este modo se encuentra ya en el desarrollo de su carrera
literaria. Allí alterna el aprendizaje de las materias del plan a c a d é m i c o
con las lecturas libres y la e n s o ñ a c i ó n mucho m á s libre a ú n , en la recos-
tada soledad de su alma rústica, no hecha a los trajines y a la verbosidad
de la urbe. Ese mismo a ñ o obtiene el Primer Premio en los Juegos Florales
Universitarios con sus poemas que se publican luego bajo el título de
Tono de fauna. Antes ha publicado algunos folletos de poesía: Voz para tu
nieve, Recinto de alma, Brevedad de lágrima, vacilación, con lampos de ter-
n u r a que anuncian una voz m á s alta. E n 1943 publica en Cajamarca
Noval, hallazgo y a seguro de sí mismo. E n 1944 viaja al Sur del Perú y
comercia con la luz elemental de los altos p á r a m o s , con la roca humana
y la roca floral, con Puno, Cuzco y Arequipa, emociones que se recogen
en su poemario Tierras del Sol editado en 1945. Ese mismo a ñ o de 1944
recibe el Premio Nacional de Poesía por su libro de canciones neo-
quechuas Urpi. E l Ministerio de Educación Pública imprime el libro en
1945. E n 1945 también escribe una tesis para la Facultad de Letras sobre
«La Poesía Indigenista en el P e r ú » . Por ese tiempo viaja a su tierra
cajamarquina y trabaja como Profesor del Colegio Nacional de Contu-
m a z á . Lo eligen Alcalde de aquel lugar. Pintoresca anécdota: en la Alcal-
día pretende actuar con independencia de la corriente política que impe-
ra por entonces, inspirado en el bien del pueblo, con la consecuencia
fulminante de la p é r d i d a de ambos cargos. Regresa a Trujillo y Lima.
Muerte de la madre. Lucha desigual por la vida llevando a cuestas la
carga de ser poeta, difícil equilibrio a menudo roto con desenlace oscuro
y trágico. Florián trabaja actualmente en la Biblioteca Central de la U n i -
versidad de San Marcos y no importuna a nadie, dentro o fuera de la
Universidad; no pertenece a instituciones ni frecuenta convivios, se des-
liza callado y cortés, r e s g u a r d á n d o s e cuanto puede de la feria estridente
que lo rodea. A la entrada del Museo Nacional de A n t r o p o l o g í a y A r -
queología Julio C . Tello, inscribió como leyenda mural que prepara el
á n i m o de los que ingresan, un soneto suyo que es un salmo a las puertas
del santuario, una invocación vibrante y unciosa para ver con vida pre-
sente y futura la grandeza milenaria del Perú.
A l margen de los valores intrínsecos que sin duda tiene la poesía de
Mario Florián, su significado m á s recóndito está en la circulación moder-
na, con sintetismo e imaginería vigentes, de un mensaje antiguo que pare-
ció dormirse para siempre en el corazón petrificado de la raza vencida o en
las aulas funerarias de los museos. Por lo que sabemos de la literatura del
antiguo Perú, entre la floración suntuosa de cosmogonías, epopeyas y

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fábulas místicas, se oyó la voz simple del liaravec que entregaba su intimismo
en versos cortos, penetrados de fragancia campera, suavemente idílicos,
desgarradoramente tristes por la reiteración de un destino infausto. U n
pathos místico lo transía y agitaba como follaje bajo el viento tempestuoso.
Su amor divino tocaba de luz sobrenatural el mundo en torno, d á n d o l e
palpitación fraternal al animal y a la roca, al hombre y al cosmos. Esta
actitud lírica, que extrae poderes ancestrales y hace cantar nuevamente a
la sangre, tiene otros representativos, pero creo que Mario Florián es su
m á s logrado intérprete. Su poesía es neoindia. Usa palabras quechuas
mezcladas en el español general y uno de sus libros — Urpi — tiene nom-
bre quechua. Pero eso es un accidente. L o primordial es a q u í su espíritu.
E n él se agolpan las presencias telúricas: «raíz de valle y flor de
cordillera» como dice en Noval. Los Andes con sus mirajes y sus hombres
— «¡oh las piedras del Ande donde el hombre ha llorado hace una eter-
nidad!»— alcanzan una plenitud sinfónica. Por ello El juglar andinista
— apelativo de este volumen — es el apelativo al mismo tiempo que mejor
le calza al poeta, aunque t a m b i é n sienta la costa m a r f i l e ñ a y le diga al
algarrobo de los m é d a n o s : «almíbar de oro es tu s o m b r a » . E n la quebra-
da andina nace y vuela la inspiración de Florián. Es una nota tierna que
sale del paisaje mismo como un murmullo del río o un trino en el alba. E l
diminutivo hispanoamericano, y a precisado como densidad de senti-
miento, es en él recurso de e x p r e s i ó n usual: «ay m i arado, m i aradito...»,
«Venadito de los montes, seamos amigos...». Esa ternura se hace filigrana
— firmeza metálica y gracia de arabesco — para cantar a la mujer:

Gacela de diamante y de suspiro.


No es para ti la pena.

Y se hace protesta y trocha de porvenir cuando en medio de la luz


eglógica percibe la injustita social sobre la herida abierta por siglos sobre
el torso de la raza:

¡En este instante


cae el foete gamonal
al yanacona!

Me excuso de anotar influencias pegadizas — a las que no han podi-


do librarse ni los grandes poetas — , así como de señalar con detalle el
desfallecimiento lírico en que incurre Florián a veces por dejarse llevar
del puro sentimiento, copiosidad que a veces lo hace caer en la inútil
repetición del tópico o en la vulgaridad romanticona. Estoy deseoso, m á s
que de analizar componentes químicos, de expresar m i a d h e s i ó n a esta
palabra rudimentaria, geológica, que emerge de los m á s viejos estratos
nacionales y que sin embargo es actual y l í m p i d a , palpitante y lozana.

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En tomo a La batalla

E n C a r l o s E . Z a v a l e t a se unen el instinto creador y el planeamiento inte-


lectual en s í n t e s i s equilibrada y p r o f u n d a . E n esta feliz r e u n i ó n de valo-
res que a m e n u d o se d e s a r m o n i z a n o e x c l u y e n , presentimos el s u r g i -
miento de u n gran artista del relato. E n los seis cuentos que componen La
batalla se ve m u c h o logrado e n semejante camino y u n horizonte promisor
en todo lo que se intenciona en las l í n e a s del esbozo. E l m i s m o autor, con
despierto sentido crítico, ha colocado sus creaciones con c r o n o l o g í a des-
cendiente: de la c ú s p i d e actual a la h o y a d a lejana de los p r i m e r o s pasos
literarios. De 1953, fecha de « L a Batalla» y «El P e r e g r i n o » , a 1952, de «El
Ultraje»; a 1951, de «La R e b e l d e » ; a 1948, de « U n a F i g u r i l l a » ; y a 1947, de
« M i s t e r X». Por esta d i s p o s i c i ó n , c o m o de c u r v a p e d a g ó g i c a , p o d e m o s
v e r el paso seguro del progreso d e s d e la borrosa p á g i n a inicial, no exen-
ta d e luces i n s i n u a n t e s , hasta la a r q u i t e c t u r a d e e s a s dos a m p l i a s ,
n e r v a d a s y vigorosas narraciones que abren el libro.
« M i s t e r X» n o acierta en forma a p r o p i a d a p a r a el relato p o l í t i c o de
c o g i t a c i ó n civil, o b s e r v a c i ó n y crítica del ambiente, a que parece aspirar.
E l c u a d r o de u n informe que se eleva al gobernante, con una m e z c l a de
lenguaje b u r o c r á t i c o , costumbrismo revolucionario y descarga i d e o l ó g i -
ca, no logra la u n i d a d funcional de u n a sátira n o v e l a d a . H a y c u a d r o s ,
momentos y voces que constituyen felices hallazgos; pero el conjunto no
expresa coherente e n e r g í a . « U n a F i g u r i l l a » tiene, e n cambio, la rotun-
d i d a d de u n ambiente c a m p e s i n o finamente c a p t a d o y de u n a tierna
e m o c i ó n frente al a l m a de u n n i ñ o . Partiendo del e s p í r i t u i n d i v i d u a l y
del contorno p r o v i n c i a n o , se ve a v a n z a r con m á s s e g u r i d a d a Z a v a l e t a
hasta sus visiones m á s complejas de la gran urbe. E l breve esquema
p s i c o l ó g i c o de « L a R e b e l d e » lo demuestra. L a f u e r z a p r i m i t i v a de las
pasiones familiares, con el m a r c o de la barbarie a l d e a n a , se contrastan
impetuosamente en «El Ultraje». «El P e r e g r i n o » es u n a n a r r a c i ó n g r á v i -
da de secuencia interior, lirismo penetrante y tragedia urbana. E l jadeo
S 2
Publicado en Suplemento Dominical de El Comercio, Lima, 29 de agosto, 1954.

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de la a d a p t a c i ó n del joven provinciano en Lima con sus alaridos de
sensualidad, sus complejos retrospectivos y su d r a m á t i c a insuficiencia
ante el derroche deslumbrante de la gran ciudad, está expuesto con sos-
tenida emoción y riqueza analítica. «La Batalla» es un retablo naturalis-
ta con variedad de figuras, dinamismo y densidad de ambiente. E l per-
sonaje central es el cóndor, en aquel juego sádico para aniquilar al sober-
bio animal poniendo en peligro la vida, o por lo menos las manos y los
ojos, especie de toreo nativo, gallardía bárbara en que se combinan la
sangre, el valor y la muerte y en que, como en la fiesta española, surge de
los arcanos un raudal de fuerzas naturales para refrescar la entelequia
de la vida presente. Auroleado por el sol, por la intrepidez de los cholos
y por el coro de las m u c h a c h a s , el c ó n d o r levanta su grandeza
protagónica. La piedad civilizada que se dispersa en la atmósfera contri-
buye a perfilar m á s su epicidad. E l paisaje, en éste como en los d e m á s
escenarios, está sobria y delicadamente apuntado.
L a forma en Zavaleta es personal, robusta, exacta, con una incesan-
te elevación hacia la esfera superior del arte. A ella ingresa con frecuen-
cia; no pocas veces su imagen asume el poder y la gracia de una fresca
originalidad. Cuando no lo consigue, mantiene dignidad y e m p e ñ o en el
a f á n . Para hacerle c o m p a ñ í a grata por este sendero y sin prurito magis-
tral, como simple intercambio de impresiones, quisiera observar que sus
regionalismos o peruanismos, tal como él los usa, no contribuyen a la
universalidad y por lo tanto a la plenitud humana y estética de su men-
saje. Anoto los siguientes: poto (de chicha), jai te, carbonero (en el sentido
de azuzador), cunda, trejo, llanques, revejido (en el sentido de p e q u e ñ o por
falta de desarrollo), vereda (en el sentido de acera), maltoncilla, pallas,
huaris. Considero que si estimaba indispensable su uso, como en el caso
de los quechuismos poto, llanques, pallas, huaris, ha debido estampar estas
palabras en cursiva y aclararlas en un vocabulario; o, por otro medio,
iluminarlas por la acción de un contexto a la vez ennoblecedor y explíci-
to. L a palabra lonche ha sido salvada por el primer sistema; pirca, por el
segundo. Saco, en vez de chaqueta o americana, me parece bien usado a
causa de su extensión geográfica, lo mismo que butifarra, canchón y, desde
luego, cholo. L a observación lingüística de la p á g i n a 96: «[...] como si
t o d a v í a fuese el n i ñ o Juancho —o cualquiera de los diminutivos neo-
quechuas: niño Juanico, Juañi, Juanacho, niño Fan o niño Fancito» la estimo
acertada y pintoresca, pero excesiva en su calificación para Juanico, pues
tanto en la raíz como en la desinencia hay una voz puramente e s p a ñ o l a .
Los alardes gramaticales son numerosos y a ñ a d e n prestigio innovador
al estilo. Sustantivos como recuesto, cercanidad, cerral; adjetivos como
repechosas, encobrada; verbos como lumbrear, vaivenear, faenar, le dan se-
d u c c i ó n de posturas descansadas a la frase.

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En conjunto, un bello libro y una tensa significación de porvenir. E l
colofón de Alberto Escobar muy ajustado, elegante y técnico. Disiento
del consejo, que me parece percibir, para que el autor se apegue más a la
dicción oral. El lenguaje escrito tiene su propia arquitectura, sus propios
materiales. Puede ser sencillo, aritmético, distraído; pero se desarrolla en
una esfera del pensamiento que le impone singular conformación. Ex-
cepcionalmente, para el discurso puede apegarse al lenguaje oral que
recoge con fidelidad o para los contrastes expresivos por impulso delibe-
rado, como en un caso genial de nuestra poesía.

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v. E L CASTELLANO EN EL PERÚ

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Fines de la enseñanza del Castellano
y la Literatura en el Perú 53

La referencia de todo el proceso educativo a sus fines o propósitos más


altos y depurados es una necesidad permanente. El largo camino que se
recorre en la enseñanza hace que a menudo nos detenga demasiado el
lugar de tránsito y nos perdamos en los accidentes de la travesía olvi-
dando el último objetivo. Tal como en un viaje nos pueden distraer hasta
la muerte el bosque inextricable o el vericueto de la montaña, capítulos
complementarios de una asignatura nos pueden arraigar definitivamen-
te, con renuncia involuntaria o deliberada de la meta que en un principio
nos habíamos propuesto. En la enseñanza del Castellano y la Literatura
sucede esto con frecuencia. Los medios supeditan a los fines. Dentro de
una educación elemental como es la Primaria y Secundaria, la Gramáti-
ca y la Historia de la Literatura no pueden tener un carácter indepen-
diente. Pueden ser materias diferenciadas pero con un norte común que
las regule y jerarquice. El gramatícismo que ha agobiado y en parte toda-
vía agobia nuestra escuela consiste en creer que la teoría gramatical, con
sus leyes abstractas y sus frondosas divisiones y subdivisiones, es la
panacea para los males del lenguaje. Un virtuosismo gramatical con su
pesada carga de memorización y su hostilidad a las esencias vivas del
habla, invade entonces lo mejor del esfuerzo didáctico, embargando pre-
ciosas energías y tiempo en un empeño interesante pero infecundo. Cosa
igual puede decirse de una Historia Literaria considerada como asigna-
tura autónoma. Ningún número de autores parecerá suficiente. ¿Quién
niega grandeza a aquel gran poeta, novelista o dramaturgo? Dentro de
una obra individual, ¿por qué silenciar este libro si se encomia el otro?
En la vida del autor, ¿por qué revelar estos hechos y callar aquéllos? En
la crítica, ¿por qué dar énfasis a tal aspecto si la complejidad de la crea-
ción literaria obliga al análisis detallado de múltiples características?
5 1
Publicado con este título por la Facultad de Educación de la Universidad de San Marcos
{segunda edición, Serie Problemas de la Educación Peruana, 1955, 15 p.).

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Resulta así cada vez más abundante la materia y más reducida la posibi-
lidad de la lectura, el comentario y la composición sobre los textos egre-
gios limitándose el aprendizaje a las frías y escuetas enumeraciones de
fechas, sucesos, nombres de libros y referencias críticas. Semejante resu-
men nada dice de la verdadera vida cultural del alumno y es una adición
extema y pegadiza que olvidará tan pronto como cumpla sus deberes del
examen. Sobre los daños de amontonamiento semejante, hay que añadir
el ningún beneficio que esta concepción de la Historia Literaria presta al
desarrollo lingüístico del joven. Gramática e Historia Literaria entendi-
das así como desarticuladas provincias del sistema metodológico, cons-
tituyen un derroche de afanes y pesadumbres y más que una ayuda son
un entorpecimiento para dicho sistema. Lo mismo se puede decir de la
composición, de la lectura o de cualquier otro sector de la materia.
El fin supremo de la enseñanza del Castellano y la Literatura, entre
nosotros, debe ser la adquisición del mayor dominio idiomático por el
alumno y la capacidad de continuar ensanchando y fortaleciendo ese
dominio, por sí mismo, en el resto de su vida. Todas las importantes y
seductoras secciones en que puede dividirse esta asignatura, estarán
condicionadas a dicho fin y tendrán la profundidad y desarrollo que
convenga a aquél. Serán como sectores convergentes en cuyo centro está
el poder regulador. El dominio lingüístico encierra una complejidad de
valores que analizaré luego; pero de inmediato quiero hacer notar que no
hay dominio perfecto y acabado del idioma ni en los escritores geniales.
La lengua perfecta es una creación ideal como lo es la salud perfecta. Ni
los m á s cultos hablistas, en el transcurso de una vida consagrada a la
erudición, logran señorear por completo aquella insondable vastedad
que es un solo idioma. Pero lo necesario en este caso es dejar expedito un
camino y abierta la vocación de recorrerlo. Es como despertar un sentido,
el sentido de la corrección y elegancia idiomática. No es llegar a la per-
fección, es orientarse hacia ella. Es la permanente ambición de expresar-
se bien y la seguridad para resolver los problemas de vacilación que se
presenten. Puedo no saber cómo se dice, en un momento dado, pero debo
saber cómo encontrar la solución. La escuela debe empeñarse más que
en enseñar cuantitativamente la lengua, en infundir en el alma del edu-
cando esa capacidad de continuar ampliando y vigorizando su relativo
dominio sobre ella. Esa capacidad acompañará al hombre por el resto de
su periplo vital, auspiciadora y materna, como una fuente constante de
mejoramiento. Del mismo modo, en la Odisea, la diosa Minerva al prepa-
rar a Telémaco para su largo viaje, antes que darle armas y avíos, le
infunde valor y audacia. Ellas le acompañaron con eficacia constante
hasta su retorno, a ítaca. La pronunciación será enseñada así, bajo el
afán estable del joven por conseguir las excelencias de la voz, la articula-

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ción y la entonación; el vocabulario, con el ideal de su enriquecimiento
como consecuencia de hábitos mentales firmemente arraigados; la elocu-
ción, por el incentivo de la palabra en público incorporada definitiva-
mente a su actividad en la esfera social respectiva; la redacción, como el
gusto perseverante de expresión superior que supone el lenguaje escrito;
la lectura, al calor de una vocación cultural inextinguible; la gramática,
gracias al celo, fijado firmemente, por la justeza y limpidez del habla; la
literatura, con la persistente devoción por la belleza que como una llama
apasionada prende en el alma juvenil para no apagarse jamás.
El dominio lingüístico a que podemos aspirar en la escuela, con su
consecuente proyección en el futuro del alumno, no es propósito simple,
sin embargo y siendo un fin global se subdivide en fines parciales de
acuerdo con las esferas en que se despliega el habla. Metodológicamente
juzgo que esos fines son los siguientes: el psicológico, el social, el nacio-
nal y el estético.
El fin psicológico se relaciona con la función espiritual de la pala-
bra, antes de ser sonido en la boca del hombre, como imagen verbal en la
conciencia. Hay un lenguaje interior en el cual están de acuerdo metafí-
sicos, lógicos y lingüistas. Sabido es el interés de la Filosofía Contempo-
ránea por la expresión humana desde que constituye la única revelación
realmente rica y explícita, hasta donde es posible captarla, del misterio
del ser. Mientras los demás seres se repliegan secretamente en sí mismos,
sin verterse hacia el exterior más allá de sus apariencias sensoriales, el
hombre emerge con una cálida emanación de su esencia ontológica por
medio del lenguaje. A l observarse el proceso del habla, se ha advertido,
pues, su doble carácter, en la conciencia y fuera de ella. En la conciencia
la palabra es un utensilio del pensamiento porque le sirve de forma defi-
nitiva, de neta delimitación, de plástico relieve. Podemos discutir el gra-
do en que el pensamiento y la palabra se unen e interdependen; pero no
su concomitancia. Desde luego hay que reconocer que el pensamiento es
anterior a la palabra y la palabra no expresa todo el pensamiento, espe-
cialmente para el que escucha. El pensamiento es continuo, sin intersti-
cios; y la palabra es cortada, con vacíos entre sus distintas unidades,
aunque el sentido las va uniendo por un hilo interior como el hilo que
une las cuentas de un collar. En la concepción platónica el pensamiento
y la palabra se continúan sin línea fronteriza formando una sola reali-
dad, como la emoción se continúa en el gesto que le sirve de descarga, y
de allí la definición de Cratilo: «las palabras son gestos fónicos». De la
Estética de Croce esa orientación ha pasado remozada a la moderna
lingüística, alentando el fecundo idealismo de la escuela de Vossler. E l
pensamiento, gracias a su unión con la palabra, se vuelve expresión, es
decir no sólo materia sino forma, como la obra de arte cuyo estado caóti-

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co, anterior a la forma, la reduce a potencialidad escasamente inteligible.
Los estudios lógicos de Husserl, de é p o c a m á s reciente, basados en el
a n á l i s i s del lenguaje, parten de esa estrecha r e l a c i ó n aunque se
independizan m á s los respectivos campos que corresponden al pensa-
miento y la palabra. Uno y otro, dice, «no coinciden simplemente en la
conciencia sino que forman una unidad í n t i m a m e n t e fundida, de carác-
ter peculiar, en la cual, no obstante, cada parte tiene diferente valor». L o
que llamamos pensamiento es «algo» m á s variado y complejo que la
simple ideación, un conjunto de vivencias p s í q u i c a s que se enlazan por
asociación a la palabra y la «llenan» de sentido. L a significación del
lenguaje resulta de esta incesante actividad del espíritu para «llenar» de
sentido las palabras. L a expresión es como una cifra que resulta de am-
bos «factores» los actos de dar sentido o intenciones significativas y las repre-
sentaciones verbales. Éstas contribuyen con un « c o n t e n i d o intuitivo»
que constituye en adelante el «sostén» del «acto de significar». L a fun-
ción del lenguaje es por esencia comunicativa. Pero esta función no sola-
mente se desarrolla entre el hablante y el oyente, dos personas distintas,
unidas sólo por la relación social, sino que tiene toda su vigencia en lo
que Husserl llama la «vida solitaria del alma». E n ellas las expresiones
d e s e m p e ñ a n gran papel, sin perder la significación que les corresponde
en el discurso comunicativo. L a c o m u n i c a c i ó n la realizamos con noso-
tros mismos, con alguna simplificación, pero con los caracteres esencia-
les del intercambio lingüístico entre dos sujetos diferentes. E n este últi-
mo caso usamos las palabras físicas, con vibración de las ondas sono-
ras; en el primero, usamos las palabras solamente representadas, no rea-
les. Ellas se representan y agitan en la imaginación, tienen la sonancia y
la forma que les presta la fantasía. Somos la misma persona que habla y
escucha. Por distintos caminos, desde la especulación estética y desde la
teoría del conocimiento, Croce y Husserl coinciden en la trascendencia
del lenguaje interior, de lo que uno llama el «diálogo entre el espíritu y sí
m i s m o » , y otro «las expresiones en la vida solitaria del alma», denomi-
naciones distintas para el mismo f e n ó m e n o de maravilloso desdobla-
miento de la conciencia.

E l curso de Castellano y Literatura tiene que proponerse, en primer


t é r m i n o , la elevada mira de la formación intelectual: éste es su fin psico-
lógico. Si el pensamiento y la palabra están estrechamente unidos, ense-
ñ a n d o lenguaje e n s e ñ a m o s los principios generales o categóricos del
pensamiento. No podemos e n s e ñ a r el lenguaje puro porque éste es una
degeneración que se llama psitacistno. E l nombre se inspira en el lenguaje
de los loros que es una imitación mecánica de lenguaje humano, pala-
bras vacías de sentido, sin n i n g ú n valor como significado. Trataremos
de acrecentar el vocabulario en cuanto atrás de cada palabra nueva hay

280
Universidad del Perú. Decana de América
una vivencia psicológica capaz de henchirla de sentido. Solamente así
las adquisiciones léxicas p e r d u r a r á n en la memoria del alumno con su
exactitud semántica. L a e n s e ñ a n z a de los vocablos no p o d r á por lo tanto
separarse de las experiencias culturales correspondientes. L a composi-
ción nos ofrecerá el campo m á s rico para arquitecturar las ideas. Redac-
tar es por excelencia ordenar elementos, seleccionarlos en cuanto a su
importancia, eliminar la hojarasca, vigorizar los puntos esenciales,
cohesionar todas las partes, adecuar estrictamente la intención signifi-
cativa con el signo verbal correspondiente, embellecer el proceso pen-
sante. La gran importancia que la composición tiene en el sistema educa-
tivo f r a n c é s se explica porque en ella se basa la suprema cualidad, la
ciarte, de que [se] enorgullece la inteligencia de ese país. L a elocución
oral, sobre todo en nuestro medio, debe aspirar al m á s severo reajuste
entre lo que se dice y lo que se piensa. Uno de los aspectos m á s descuida-
dos entre nosotros es la expresión en público, sencilla y elegante, aunque
no llegue a ser oratoria. Cinco entre cien son capaces de dirigirse a un
grupo mediano de personas y a ú n m á s pocos son los que saben lo que
están manifestando. N i siquiera parecen haber dominado el elemental
consejo horaciano de darle a su discurso principio, medio y fin sin que
discrepen entre sí. E l fondo de esta incapacidad está en la falta de disci-
plina mental para organizar r á p i d a m e n t e las ideas e intencionarlas en
las voces. L a lectura reflexiva, en el silencio del espíritu, con sus posibi-
lidades de observación, síntesis, meditación, placer estético y asimila-
ción de horizontes intelectuales puede ser un excelente ejercicio para la
f o r m a c i ó n de facultades generales. S i está bien dirigida la G r a m á t i c a
puede contribuir a ello, asimismo, con su vigor dialéctico, su estilo sen-
tencioso y su limpieza de aberraciones. E n general, no hay actividad
lingüística que no pueda orientarse con provecho a este f i n augusto de
cultivar las aptitudes permanentes de la inteligencia. L a p e d a g o g í a mo-
derna se ha inclinado con profundo interés a la expresión como parte de
una e n s e ñ a n z a globalizadora porque en la expresión está la g a r a n t í a del
saber adquirido. L a técnica decrolyana divide la o p e r a c i ó n didáctica en
observación, asociación y expresión. Nada se percibe si no se observa; nada
se incorpora al espíritu si no se compara y medita en un variado juego de
asociaciones; y nada se sabe positivamente si no se expresa. L a expre-
sión como t é r m i n o del aprendizaje, es para Decroly f u n c i ó n intelectual
antes que paramento exterior. L a expresión, entendida así, se convierte
fácilmente en lenguaje de comunicación social. Lombardo Radici lo con-
firma en los siguientes t é r m i n o s : «Sólo la conciencia incierta, pasiva, el
oscuro agitarse de los sentimientos, o la superficial p o s e s i ó n de pensa-
mientos apenas entrevistos, y por lo tanto no organizados í n t i m a m e n t e ,
pueden hacernos espiritualmente á f o n o s . E l que tiene una conciencia

versidad Nacional Mayor de San 281


Universidad del Perú. Decana de Am
clara de su vida Interior habla». «Hablar bien s e g ú n este concepto de la
lengua es pensar c l a r a m e n t e » .
El fin social de la e n s e ñ a n z a del Castellano y la Literatura se relacio-
na con el campo del lenguaje objetivo y supone el dominio sobre la len-
gua mía y ajena, sobre el instrumento c o m ú n , nexo de la unidad social,
que es indispensable para la c o m u n i c a c i ó n y la c o m p r e n s i ó n . Este len-
guaje tiene los caracteres de un patrimonio colectivo, rica herencia del
pasado y ofrenda que se reserva al porvenir. O r g á n i c a m e n t e es un vasto
sistema de signos que supervive gracias a la norma lingüística. E l primer
deber que hay que inculcar, en consecuencia, es el respeto a dicha nor-
ma. Este respeto está en la esencia del asentimiento humano para convi-
vir en cualquiera clase de estructura social, desde el agrupamiento sal-
vaje primitivo hasta la nación ultracivilizada. E l salvaje, m á s apremiado
por las asechanzas que conspiran en contra de la vida de la tribu, consi-
dera la intangibilidad del habla una garantía de supervivencia y tiene
m á s celo en su p r e s e r v a c i ó n que cualquier a c a d é m i c o o g r a m á t i c o de
gran cultura. L a norma lingüística se orienta al casticismo, como primer
impulso, o sea a la pureza del idioma dentro de su acervo tradicional y
ésta es su fuerza m á s característica, pero pronto se concilia con las nece-
sidades del crecimiento y de reforma, teniendo en cuenta el desarrollo
espiritual e histórico, al cual resulta ineficaz una dicción estrecha y ar-
caica. Esta conciliación no representa, sin embargo, una renuncia a su
índole reguladora, desde que las adquisiciones y renovaciones se reali-
zan también de acuerdo con leyes apropiadas a la luz selectiva de la
crítica y con el desideratum del tiempo, especie de filtro mágico que puede
m á s que todas las censuras. E l cambio arbitrario, sin necesidad ni fun-
damento, es rechazado de inmediato o se elimina solo, por la acción
depuradora del uso en un plazo m á s o menos cercano. Dentro del fin
social el alumno debe ser imbuido de respeto a la norma lingüística sin
cerrazón para lo razonablemente novedoso. Habrá que debatir con él en
un ambiente de tolerancia en q u é consiste lo equilibrado y justo en cada
caso. Frente al torrente extranjerizante de anglicismos y galicismos, por
ejemplo, no bastará la simple condenación de éstos sino la d e m o s t r a c i ó n
de la eficacia expresiva de los t é r m i n o s castizos promoviendo su uso y
consecuentemente su fuerza vivencial. Frente a la marea ascendente de
las jergas nativas cabe una actitud igual. E l problema de las jergas —que
parece tener gran actualidad entre nosotros — supone igual espíritu de
c o m p r e n s i ó n . L a jerga —que con alguna ignorancia se ha dado entre
nosotros por llamar «replana» — es natural en todos los idiomas. Todos
los idiomas tienen, dentro de sí y como en bolsillo secreto, una o m á s
lenguas especiales. No son un idioma nuevo porque no acatan su estruc-
tura sintáctica y morfológica. S u técnica, a veces tan ingenua que se re-

282
Universidad del Perú. Decana de América
duce a voltear el orden de las sílabas, consiste en sustituir las palabras
corrientes por otras misteriosas, apicaradas o metafóricas. E l mismo dic-
cionario de la Academia las reconoce como «lenguaje especial que usan
los individuos de ciertas profesiones y oficios, como estudiantes, toreros,
etc.» y las considera a n á l o g a s a las jerigonzas o lenguajes difíciles de
entender. Las jergas, partiendo de la solidaridad espiritual de un grupo,
a veces se extienden horizontal men te formando una vasta capa popular.
Es el caso del llamado arrabalero de Buenos Aires, que Jorge L u i s Borges
ha analizado tan finamente en El idioma de los argentinos y que o f i -
cia ritualmente en la cursilería sentimental del tango. Es el caso también
de la ascendente jerga criolla que ahora escuchamos en L i m a y que ha
llegado a mecerse con el dulce v a i v é n de alguna canción. L a jerga no es
en sí ilícita ni despreciable y antes por muchos conceptos puede ilustrar-
nos sobre la naturaleza del idioma y especialmente sobre su carácter
simbólico y m á g i c o . A d e m á s , algunas de sus palabras pueden ascender
y, venciendo todas las cribas, adquirir legitimidad y aceptación univer-
sal. Pero por el momento la jerga expansiva e invasora debe ser reducida
a su propio nivel a f i n de que no cubra con su creciente v e g e t a c i ó n la
ciudad de la cultura con sus torres delicadas y sus ágoras de pensamien-
to y de arte. Para ello deben actuar la escuela, el periodismo, la radio y
cuantos medios hay de d i f u s i ó n idiomática. Nadie debe actuar compeli-
do por la fuerza o por recursos legales sino por la responsabilidad ética
que representan las posiciones de influencia social. A los n i ñ o s y al
pueblo hay que hacerles notar lo que es palabra del cambiante galima-
tías a la moda y que pueden usar en sus juegos y charlas intrascendentes
y lo que es palabra noble y general del idioma, capaz de ser entendida
por todos y capaz de expresar, en este siglo y en el venidero, las altas
concepciones del espíritu. Cuando se dice que los organismos de cultura
no tienen nada que ver con el idioma que vive y medra por el pueblo, se
hace una falaz afirmación. E l pueblo contribuye, es cierto, a la evolución
idiomática, pero ésta no es menos ajena a la influencia culta. Desde el
Renacimiento la d i v u l g a c i ó n del lenguaje escrito ha contribuido pode-
rosamente a balancear lo popular con lo erudito. L o erudito desciende al
pueblo, cada vez m á s , y se vulgariza. Hierro es lo erudito y fierro lo popu-
lar, pero si analizamos el uso, parece que fuera lo contrario. E l pueblo
emplea cada vez m á s t é r m i n o s de biología, medicina, política, economía,
física y aun filosofía que antes se r e d u c í a n a sectores m u y limitados. E l
idioma marcha por la combinación de ambos factores. De tal modo que la
intervención de los organismos de cultura tiene que ser eficiente. L a do-
cencia de Bello en Chile, secundada por una intensa y mantenida cam-
p a ñ a pedagógica, constituye un ejemplo americano, en m á s de un aspec-
to, de lo que puede hacerse en materia idiomática por i n d u c c i ó n de las

283
Universidad del Perú. Decana de América
clases cultivadas sobre el pueblo. El fin social de la enseñanza del Caste-
llano y la Literatura consiste en dar dominio sobre el idioma en cuanto
es, por excelencia, el instrumento de la reciprocidad humana. Los hom-
bres, por él, son capaces de compartir sus pensamientos y experiencias
en las relaciones constantes de la vida. Es un valor objetivo, en conse-
cuencia, y debe mantenerse limpio y fijo, como la moneda, para que sea
útil a ese intercambio. Por la objetividad lo respeto como un bien común;
por la limpieza lo reconozco en su identidad; por la fijeza lo garantizo
para hoy y para mañana, sin perjuicio de su natural evolución. La soli-
daridad humana es la aspiración más vigorosa de nuestro tiempo. Con
ese ideal los idiomas tienden a ser ecuménicos y hasta se ha proyectado
un idioma que sería la clave de comunicación entre todos los pueblos. El
español es una de las grandes lenguas del mundo, por el linaje intelec-
tual y por su imperio geográfico. E l deber de cada país que lo habla es
contribuir a su universalidad restringiendo cada vez más las barreras
provinciales que se oponen a esa grande y generosa circulación. Es cier-
to que lo propio, aunque pequeño y defectuoso, se ama entrañablemente.
Pero el interés supremo de la comprensión es aún más digno de amor y
sacrificio. Por lo demás lo mejor de lo regional puede promoverse a esa
esfera superior si tiene valimento y encierra un mensaje cultural como ha
sucedido con ilustres palabras peruanas derivadas del quechua. El abu-
so de las formas regionales, ya sea en la pronunciación, en la construc-
ción o en el vocabulario, nos presenta ante los demás, como pintorescos
aldeanos aferrados a vestimentas y costumbres inciviles. El fin social del
lenguaje exige otras cualidades complementarias. No basta que respete
ese bien común, emblema del interés colectivo. Es necesario que usándo-
lo sea claro, sobrio, sincero y seguro en la resolución de las vacilaciones
idiomáticas. La claridad provendrá del rigor intelectual, de la autocrítica,
de la prudencia para hablar después de haber madurado el pensamien-
to. La sobriedad me obligará a ser lo suficientemente explícito en pocas
palabras. Es un deber de colaboración con los semejantes el reducir al
mínimo el mensaje que les obligo a escuchar, sin perjuicio de la elocuen-
cia. Esta, como sabemos, puede llegar a producirse hasta en el silencio,
como elogiaba Quevedo en Marco Bruto. La sinceridad, sin llegar al pro-
blema moral, hará que lo que digo se corresponda con lo que pienso o lo
que siento. Al margen de si hago bien o mal en mentir o fingir, lo cual
corresponde a la conciencia moral, en lo simplemente idiomático, la sin-
ceridad dará firmeza a mis palabras y confianza en los demás por cuan-
to digo. El artificio es muy difícil de sostenerse por mucho tiempo, salvo
el deliberado de la creación estética. La seguridad para resolver las vaci-
laciones idiomáticas se derivará de la cultura gramatical. La lengua ob-
jetiva, en su gran masa, es estable. Pero hay un sector de ella incierto

284
Universidad del Perú. Decana de América
como un terreno movedizo frente al cual nos quedamos a menudo per-
plejos. Esta divagación se resuelve por el fallo de la Gramática, la cual no
solamente dicta cómo se debe hablar sino que da la razón correspon-
diente. Saber la razón es adquirir plena conciencia y por lo tanto estar
seguro del camino que se emprende.
El fin nacional que persigue el curso de Castellano y Literatura es
otorgarle al País una vigorosa unidad en tomo a la lengua oficial y culta.
El bilingüismo es un retraso para esa unidad, aun cuando las lenguas
fuesen igualmente cultas. Si una nación como Suiza tiene admirable
unidad a pesar de ser trilingüe, es porque providencialmente en ella
concurren otras fuerzas de concentración nacional, las cuales operan a
pesar de la dispersión lingüística. En el Perú hay un abismo de cultura
entre el castellano y las lenguas aborígenes. Con espíritu patriótico e
indigenista, hay que desear y proponerse la castellanización del indio.
Cerca de tres millones de peruanos permanecen en un plano inferior de
la nacionalidad, condenados al silencio y por lo tanto al olvido. Para
casi todas las funciones ciudadanas no existen, mucho menos para el
diálogo superior del espíritu. Por lo tanto, necesitamos escucharlos en
sus reclamaciones ante la ley, en sus exigencias de orden económico y en
sus concepciones del mundo y de la vida. Es claro que junto con la luz
del idioma deben recibir reparaciones de orden social, pero a cada uno le
corresponde un deber. En tarea tan vasta y compleja, al maestro le corres-
ponde, por el momento, el deber de su alfabetización y castellanización.
Las lenguas aborígenes actúan, además, sobre el Castellano con una
influencia negativa sobre la pronunciación. Lo padecen muchos escola-
res cuyo origen se vincula a medios en que predominan dichas lenguas,
aunque no las sepan hablar. Es deber nacional aproximar lo más posible
la pronunciación a un arquetipo que deberá tener, a nuestro juicio, los
caracteres de la pronunciación costeña, sin los defectos de la costa: la
laxitud muscular que disminuye la energía articulatoria y la monotonía
de la línea melódica que necesita una mayor expresividad. El español, a
pesar de su nacimiento europeo, es lengua nacional del Perú. Aquí se ha
transculturado y es ya como una planta nativa que florece y fructifica
lozanamente. Es nuestro tanto como universal, dentro de la anfictionía
de pueblos con igual cultura. Es deber patriótico, por lo tanto, preservar-
lo y dignificarlo, como a un patrimonio de las generaciones, tesoro im-
palpable que nos han entregado incólume y que asimismo debemos en-
tregar a los que nos sucedan.
El fin estético de la enseñanza del Castellano y la Literatura es des-
pertar el sentimiento de la belleza en torno a la función idiomática. La
naturaleza íntima del idioma es estética. La representación verbal, con la
cual se funde la intención de darle significado, es intuitiva e igual por su

285
versidad del Perú. Decana de América
naturaleza a la representación estética. Por m á s humilde y consabido
que sea el lenguaje supone un acto creador como el de la poesía, por m á s
que sea inmensa la diferencia de grado entre ésta y aquél. Esas palabras
son, en el interior de la conciencia, originales y distintas a todas las que
se han dicho y se pueden decir por aquel hablante o por los d e m á s . C o n
las palabras del diccionario tienen tan sólo una coincidencia arquetípica
por cuanto se identifican en las líneas de la abstracción formal. La belle-
za inspira amor. Solamente sintiendo el idioma como belleza, de acuer-
do con su constitución íntima, podemos movilizar las fuerzas del alma
para seguir con alegría el penoso camino de la perfección lingüística. Y
solamente dentro de esa dirección espiritual podemos rescatar el lengua-
je de la oscura y rasante vulgaridad a la distinción preclara del estilo. La
e d u c a c i ó n es cultivo de la personalidad. A la escuela tradicional se le
achaca la omisión de esc cultivo y la consecuente inhibición en el alum-
no de los valores relevantes y conspicuos. L a escuela activa si quiere
desplegar gallardamente la personalidad tiene que promover el desarro-
llo del estilo al calor del gusto literario y artístico. No se trata de que
todos sean escritores y oradores. Ésta es una vocación que asiste exeep-
cionalmente a algunos espíritus selectos. Se trata sólo de que al escribir y
al hablar todos lo hagan con elegancia y originalidad, poniendo algo de
sí mismos como carácter distintivo de su mensaje. «Educar lingüísti-
camente es ni m á s ni menos que educar para la originalidad», dice Lombardo
Radini. «Originalidad, a ñ a d e , no significa otra cosa que sinceridad, y
ésta no es un raro privilegio de elegidos, sino que puede convertirse en
patrimonio de las zonas m á s modestas de la humanidad, pues toda cria-
tura por humilde que sea, debe sentirse ella misma, mirar su propia alma y
hablar como si una voz interior dictara sus palabras». Corresponde pues
a todos el derecho a la originalidad en el estilo revelando sus esencias
con simplicidad sin tratar de aparentar lo que no se tiene mediante la
galanura. Esa versión profunda de sí mismo p o d r á no ser un poema, pero
tendrá la gracia de una corriente natural de agua entre la fresca c a m p i ñ a .

286
Universidad del Perú. Decana de América
El aporte peruano indígena
en la formación del español 54

Más palabras dio el quechua hablado en el


imperio inca; los destructores de este imperio
tomaron allí gran porción de nombres y
los propagaron por toda América y España.

Ramón MENÉNDEZ PIDAL

En su clásica obra sobre los orígenes de nuestro idioma Gramática históri-


ca española, don Ramón Menéndez Pidal asigna al antiguo idioma de los
peruanos el primer puesto entre los grupos lingüísticos de América que
rindieron tributo a la vena caudalosa y absorbente del castellano. Desde-
ñando la oblación de las tribus diminutas y esparcidas que no estaban
preparadas para influir considerablemente, precisa tres grandes filones
de extracción léxica a partir de 1492: el caribe; el azteca y el quechua (o
quichua como prefiere llamarlo, al igual de la Academia Española en su
Diccionario de la Lengua). Y resalta la mayor importancia de este último,
mencionando como ejemplo las palabras cóndor, jaguar, alpaca, vicuña,
loro, pampa, chacra, papa y puna; pero sin clasificarlas en orden y gradua-
ción de cultura ni analizar más el punto. Es verdad que su monumental
indagación se descarga a propósito de semejante e m p e ñ o en el afán de
poner énfasis en el más antiguo, abundante y calificado de los afluentes,
el latín vulgar o hablado al que denomina, por antonomasia, patrimonio
hereditario de nuestra lengua. Mas tratándose de otros aportes que no
son el latín vulgar, como el germano y el árabe, distribuye las palabras en
una organización que corresponde a las distintas ramas de la cultura
que específicamente aquel pueblo ofrendó al pueblo español. Palabras
de un idioma extraño en el nuestro son equivalentes de valores de civili-
zación, sean ideas abstractas, objetos nuevos, usos y costumbres que se
han incorporado incrementando paralelamente el vocabulario y la vida.
En un idioma está inventariado el universo físico y espiritual que un
grupo humano logró concebir. Esa concepción no la realiza solo, sino
con la incesante cooperación del resto de los hombres. A l dar un pueblo
a otro la noción de algo virginal, que antes no conocía, le da, generalmen-
te, la palabra que lo designa. Así, juntando y ordenando palabras de otra
nación en lengua nuestra, se puede dibujar un corte seccional del grado
s
* Publicado en Letras. Lima, primer cuatrimestre, 1937, pp. [38]-50.

[287]
tiversidad del Perú. Decana de América
de progreso de aquella nación en el instante en que ambas entraron en
contacto y se produjo la osmosis espiritual con derivaciones en el habla.
Así M e n é n d e z Pidal analiza el adelanto de los á r a b e s a través de los
estratos verbales que del árabe quedan en el castellano. Es interesante
exponer, con brevedad, su técnica, para luego aprovecharla en el objeto
de nuestro estudio.
Durante ocho siglos de estancia en E s p a ñ a los conquistadores ára-
bes tuvieron tiempo y oportunidad de echar raíz profunda. E l pueblo
cristiano mantuvo con ello, aparte del choque guerrero, que es de por sí
fundidor, relaciones políticas, comerciales, artísticas y hasta sentimen-
tales como lo revela el Romancero y los frecuentes matrimonios entre
realezas de ambas religiones. Alrededor de las huestes cristiana y mora
que en la frontera estaban en continuo trato, tal y como saeta un baherí
que tiempla el aire con vivida legión de enaciados que parlaban de uno y
otro modo, gente mal afamada que servía al de mejor retribución y que
tenía por oficio tan pronto la traición como la g u í a de los ejércitos reales;
y sin que constituyera una profesión como la de éstos, había t a m b i é n
multitud de moros latinados o ladinos que s a b í a n romance, y cristianos
algarabiados que hablaban árabe. De todas estas circunstancias surge la
s a t u r a c i ó n arábiga del castellano. Pero surge porque los moros traían
algo distinto al desenfreno b á r b a r o de una i n v a s i ó n y que era su estado
superior de cultura. Por eso las palabras que importa el castellano se
agrupan en secciones que corresponden a fuerzas de penetración espiri-
tual y que son, principalmente, las que siguen: organización guerrera; ins-
tituciones jurídicas y sociales; comercio; agricultura; oficios; arquitectura. Como
capitanes impusieron su ejército en la p e n í n s u l a y se hicieron admirar.
Hay un grupo de palabras que corresponden a su destreza bélica: L a
hueste iba protegida por atalayas; p r o d u c í a p á n i c o con la ensordecedora
algarada que marchaba adelante y era conducida por e s p l é n d i d o s adalides
y protegida en su retaguardia por las reservas de la zaga. Mas el califato
no sólo maravillaba con el estruendo marcial sino con la vida pacífica de
ordenada y paciente capacidad civil. De allí la abundante denomina-
ción de instituciones jurídicas y sociales que poseemos con origen mo-
risco: alcalde, alguacil, zalmedina, almojarife, albacea, etc. L a aptitud comer-
cial, tan despierta de los árabes, obligaba a los e s p a ñ o l e s a mercar en
almacenes, albóndigas, almonedas; y a pesar o medir en quilates, adarmes,
arrobas, quintales, azumbres, almudes, cahíces y fanegas. E l amor a la tierra
fecunda, que trajeron de la sequedad africana, hizo a los conquistadores
artesanos admirables del agro. De su perfecto sistema de riegos tenemos
acequia, aljibe, alberca, albufera, noria, azuda; y de los exquisitos frutos que
lograron, albaricoque, albérchigo, acelga, algarroba, altramuz. Industriosos y
artífices, nos han legado los nombres de diversos oficios en que brillaron

288
Universidad del Perú. Decana de América
como alfajeme, alfayate, alabardero, alfarero, albéitar, albañil, alarife. Final-
mente, levantaron una deslumbrante y fina arquitectura propia, y de allí
alcázar, alcoba, almena, zaguán, azotea.
De tal modo que el trasiego de palabras corresponde a un trasiego
orgánico de vida superior, de impulso tamizado y pulido por la expe-
riencia de los siglos. Faltándole a Mcnéndez Pidal esta adecuación entre
las palabras y la civilización en lo que respecta al antiguo Perú, e inspi-
rado por la señal particular con que distingue al quechua entre las len-
guas aborígenes de América, indiqué a un grupo de alumnos del primer
año de Letras (1935) el tema de espigar en el Diccionario de la Lengua
Española (Real Academia de la Lengua, ed. 1925) las palabras con ori-
gen en nuestros idiomas indios con el objeto de hacer posteriormente
una clasificación racional al estilo de las que el eminente autor había
hecho con las palabras provenientes del árabe, del germano o del moder-
no francés.
El trabajo no es completo por cuanto el Diccionario no tiene una
elaboración así mismo completa en lo que se refiere a nosotros. De un
lado hay la reserva, que se traduce en un examen lento y en debate y
trámites dilatorios con que la Academia procede a canonizar las pala-
bras; y de otro el colapso que por varios años sufrió nuestra Correspon-
diente, que es la llamada a agitar el proceso. Pero esas limitaciones del
Diccionario, su carácter de cámara aséptica con tanto rigor selectivo, y el
hecho de que salvo algún e m p e ñ o memorable, los peruanismos no ha-
yan tenido procurador en Madrid, hace que las palabras halladas sean
muy meritorias. Las ungen de pureza y de necesidad. Son puras no por
castizo-latinas sino por adentradas en la esencia del castellano hasta
confundirse con su savia ascendente. Y necesarias porque careciendo de
cortesanos favores se han ubicado como por propio derecho, gracias al
imperativo de un mundo nuevo, en los sitiales de las más viejas y genti-
les palabras del habla. Faltarán, es cierto, muchas. Pero valdrán las pre-
sentes por las demás gracias a las adversas y severas circunstancias con
que han sido admitidas. Es una carta de ciudadanía saneada y ejemplar.
En todo el Diccionario fueron registradas más de doscientas palabras de
origen indopcruano, pero solamente aparecen las que tienen carácter
ecuménico y puedan decirse en la vastedad del mundo hispano o bien
las que se utilizan en la América Meridional o en zonas amplias que
comprenden varios países. Las reducidas al Perú han sido eliminadas
porque en realidad tienen categoría provincial, aunque muchas veces la
Academia ignora que rebasan ese límite. U n ejemplo es chala (espata del
maíz cuando está verde) a la que asigna un linde simplemente peruano.
En cambio Malaret, en su Diccionario de americanismos, confrontando dis-
tintos vocabularios nacionales le indica: Perú, Argentina, México, Boli-

sidad Nacional Mayor de San Mar 289


versidad del Perú. Decana de América
via y Chile, p r á c t i c a m e n t e toda América. E l mismo Malaret se refiere a
guacho (pobre, h u é r f a n o , solo) como general en el continente y aun en las
provincias e s p a ñ o l a s de Cuenca y Albacete, mientras la Academia le
atribuye un radio mucho menor y no le fija etimología ninguna, siendo
muy claro y reconocido su origen quechua. Semejante cosa podría decir-
se de soroche {Amér. Mer. Angustia que a causa de la rarefacción del aire
se siente en ciertos lugares elevados) que el Diccionario consigna sin
expresar su filiación lingüística, y de innumerables casos m á s en que la
palabra ha sido olvidada; o e m p e q u e ñ e c i d a la extensión en que reina; o
no se ha dicho su genealogía. E l cuadro es el siguiente:

Palabras que corresponden a objetos y estados de la vida social

AUCA (VOZ quichua que significa guerrero). Dícese del indio de una par-
cialidad, rama de los araucanos, que corría la pampa en las cercanías
de Mendoza.
CACHARPAS (del quichua cacharpayani, despachar, aviar al caminante), f.
pl, Amér. Mer. Trebejos, trastos de poco valor.
CALLANA (voz quichua), f. Amér. Vasija tosca que usan los indios america-
nos para tostar maíz o t r i g o . / / 2. Manchas callosas que se dice tienen
en las nalgas los descendientes de zambos o de negros. / / 3. Escoria
metalífera que puede beneficiarse. / / 4. Crisol para ensayar metales. /
/ 5. fig. Chile. Reloj de bolsillo muy grande. / / 6. Perú. Tiesto.
CAMARICO (voz quichua). Ofrenda que hacían los indios americanos a los
sacerdotes y d e s p u é s a los españoles, fig. y fam. Chile. Amorío, enredo
amoroso. Tener un camarico.
CANCHA (del quichua cancha, recinto cercado), f. Local destinado al juego de
pelota, riña de gallos u otros usos análogos. / / 2. Parte de la explanada
del frontón o trinquete en la cual juegan los pelotaris. / / 3. Amér. En
general, terreno, espacio, local o sitio llano y desembarazado. / / 4. Amér.
Corral o cercado espacioso para depositar ciertos objetos: cancha de ma-
dera. / / 5. Amér. Hipódromo. / / 6. Paraje en que el cauce de un río es m á s
ancho y desembarazado. / / 7. Colombia. Lo que cobra el d u e ñ o de una
casa de juego. / / 8. Uruguay. Senda o camino. / / 9. ¡Cancha! Interjección
que en el Río de la Plata se emplea para pedir que abran paso. / / 10. Arg.,
Costa Rica y Chile. Concederle alguna ventaja. / / 11. Forma fig. Chile y
Río de la Plata. Estar uno en su cancha. Estar uno en su elemento.
CARACHA (voz quichua). Enfermedad de los pacos o llamas y otros anima-
les semejante a la sarna o roña. E n Chile y Perú se llama también así a
la sarna de las personas.

290
Universidad del Perú. Decana de América
CARPA (del quichua carpa, toldo, enramada), f. Amér. Mer. Toldo, tenderete
de feria. / / 2. Chile y Perú. Tienda de campaña.
CHASQUI (VOZ quichua), m. Perú. Indio que sirve de correo.
CHINA (VOZ quichua). F. Amér. Central y Meridional. India o mestiza que
se dedica al servicio doméstico.
CHUCARO, RA (del quichua chucru, duro). Adj. Amér. Mer. Arisco, bravio.
Dícese principalmente del ganado vacuno y del caballar y mular aún
no desbravado.
CHUSPA (del quichua chuspa). f. Amér. Bolsa, morral.
CUMBE (voz quichua). M. Colomb. y Perú. Faja con que se ciñe a la cintura
el tipoy.
CUZMA (voz quichua), f. Sayo de lana sin cuello ni manga, que cubre hasta
los muslos, usado en algunas partes de América por los indios de las
serranías.
GUAGUA (voz quichua), f. Arg., Bolivia, Chile, Ecuador y Perú. Rorro, niño
de teta. En el Ecuador es común.
GUANDO (voz quichua), m. Colomb., Chile, Perú y Ecuador. Andas, pari-
huela.
GUARACA (voz quichua), f. Colomb., Chile, Ecuador y Perú. Honda, zurriago.
GUASO (VOZ quichua), m. y f. Rústico, campesino de Chile. / / 2. adj. fig.
Amér. Tosco, grosero, incivil.
GUAYACA (VOZ quichua), f. Amér. Mer. Bolsa, talega. / / 2. fig. Amuleto.
HUACA (voz quichua), f. guaca. Sepultura de los antiguos peruanos y de
otros pueblos de América.
HUAIRURO (voz quichua). Especie de fríjol de color amarillo, muy estimado
por los indios para collares, aretes y otras prendas de adorno.
HUASCA (voz quichua), f. Amér. Mer. Guasca. Tira corta de cuero y también
soga de cuerda.
HUINCHA (voz quichua), f. Chile, Cinta de lana de algodón. / / 2. Chile.
Cinta con que las niñas se ciñen la cabeza.
LLANTA (voz quichua), f. Chile. Mineral de cobre de color verde azulado. /
/ 2. Pedrezuelas de este mismo mineral o parecidas a él, que usaban y
usan todavía los araucanos para collares y sartas, y para adorno de su
trajes.
MARITATA (voz aimara). f. Chile. Canal de 8 a 10 m de largo y unos 50 cm
de ancho, con fondo cubierto de pellejos de carnero, para que hacien-
do pasar por él una corriente de agua a la cual se han echado minera-
les pulverizados, deposite ésta sobre aquéllos el polvo metalífero que
arrastra.

291
Universidad del Perú. Decana de América
M A T E (VOZ quichua), f. Chile y P e r ú . Calabaza que, seca, y conveniente-
mente abierta o cortada, sirve para m u c h í s i m o s usos domésticos.
M I N . Azogue que en las minas argentíferas de América se a ñ a d e al mine-
ral para facilitar el t é r m i n o de su trabajo en el buitrón.
MINGA (del quichua mine'ay, alquilar gente). Chile y Perú. Chapuza que en
día festivo hacen los peones en las haciendas a cambio de un poco de
chicha, coca y aguardiente.
PALLADOR (del quichua paella, campesino), m. Coplero y cantor popular y
errante de la América.
P A L L A S (pallados, del quichua paella, campesino), f. Baile de los i n d í g e n a s
del Perú.
PONGO (del quichua punco), m. Bolivia y Perú. Indio que hace oficio de
criado. / / 2 . Ecuador y Perú. Paso angosto y peligroso de u n río.
SIMPA (VOZ quichua), f. Arg. y Perú. Trenza.
TAMBO (del quichua tampu). m. Colomb., Ecuad., Chile y Perú. Venta, posa-
da, parador. / / 2 . A r g . Casa de vacas.
TOPO (voz quichua), m. Arg., Chile y Perú. Alfiler grande con que las in-
dias se prenden el m a n t ó n .
Tuco (del quichua tucu, brillante), m. A r g . Cocuyo. Perú. Especie de b ú h o .
VIRACOCHA {VOZ quichua con que se designaba a un dios). Nombre que los
antiguos peruanos y los indios chilenos daban a los españoles con-
quistadores.
Y A P A (voz quichua), f. Arg., Bol., Chile, Ecuador y Perú. A ñ a d i d u r a , ade-
hala, refacción.
YARAVÍ (voz quichua). Especie de cantar dulce y melancólico que entonan
los indios de América.

Palabras que corresponden a comidas

C A P I A (voz quichua, que significa maíz blanco), f. A r g . Dulce o masita


compuesta de maíz y azúcar. / / 2 . Colomb. Maíz tostado tierno o blan-
do.
CAUSA (del quichua causal, el sustento de la vida), f. fam. Chile. Comida
ligera menos abundante que el causeo, merienda / / 2. fam. Perú. Puré
de papas, aderezado con lechugas, queso fresco, aceitunas, choclo y
ají. Se come frío y es plato criollo.
CHARQUI (voz quichua), m. Amér. Mer. Tasajo.
CHUÑO (del quichua ch'uñu, patata helada y secada al sol), m. Amér. Mer.
Fécula de la patata.

292
Universidad del Perú. Decana de América
GUIÑAPO (VOZ quichua), m. Chile, maíz molido d e s p u é s de germinado que
sirve para hacer chicha.
HUMTTA {voz quichua), f. Arg., Chile y Perú. Pasta compuesta de maíz
tierno rallado mezclado con ají y otros condimentos que, dividida en
partes y envueltas cada una de éstas en sendas pancas u hojas de
mazorca, se cuece en agua y luego se tuesta al rescoldo.
LOCRO (voz quichua). Guisado de carne; patatas o maíz y otros ingredien-
tes, usado en la Amér. Mer.
M Á C H I C A (VOZ quichua), f. Harina de m a í z tostado que comen los indios
peruanos mezclada con a z ú c a r y canela.
M O T E (del quichua mutti, maíz cocido), m. Maíz desgranado y cocido con
sal que se emplea como alimento en algunas partes de América.
SANCO (del quichua sancu). m. Chile. Gachas que se hacen de harina tosta-
da de trigo o maíz, con grasa, agua, sal y algún condimento. Arg. Guiso
hecho con harina, sangre de res, grasa y cebolla.

Palabras que corresponden a la vida agrícola

C A N C H A (del quichua camcha, maíz tostado), f. Maíz o habas tostados que


se comen en la América del Sur. / / 2. Perú. Maíz tostado.
C A P Í (VOZ quichua), m. A m é r . Mer. Maíz. / / 2. Chile. Vaina de simiente
como el fríjol cuando está tierno.
CHACRA (VOZ quichua), f. Amér. Alquería o granja.
CHOCLO {del quichua choclo), m. Amér. Mer. Mazorca tierna de maíz. / / 2.
Cierto guisado hecho con este maíz.
CORONTA {del quichua ccoronta) f. Amér. Mer. Carozo.
G U A N O (VOZ quichua que significa estiércol, especialmente de pájaros), m.
Materia excrementicia de aves marinas que se encuentra acumulada
en grandes cantidades en las costas y en varias islas del Perú y del
Norte de Chile. Se utiliza como abono para la agricultura. / / 2. Cuba.
Penca de la palma.
JORA (de sora, voz aimara). Amér. Mer. Maíz.
LAMPA (VOZ quichua). Chile y Perú. Azada.
PANCA (voz quichua), f. Amér. Perfolla.
PIRCA (del quichua pirca, pared), f. A m é r . Mer. Pared de piedra en seco.
Pirca, tr. Amér. Mer. U n pasaje con muro de piedra en seco.
YANACONA (voz quichua). Dícese del indio que estaba al servicio personal
de los e s p a ñ o l e s en algunos países de la América Meridional. U.t.c.s.
Bol. y Perú. Indio que es aparcero en el cultivo de una tierra.

293
Universidad del Perú. Decana de América
Palabras que corresponden a individuos o fenómenos geográficos

CILAMPA (del quichua tzirapa, llovizna), f. Costa Rica y el Salvador. Llovizna.


COCHA (del quichua kocha, laguna), f. En el beneficio de los metales, estan-
que que se separa de la tina o lavadero principal de una compuerta. /
/ 2. Perú. Espacio grande y despejado, pampa. / / 3. Chile y Ecuador.
Laguna, charca.
GARÚA (VOZ quichua), f. Amér. Mer. Llovizna.
PAMPA (del quichua, campo). Cualquiera de las llanuras de la América
Meridional que no tiene vegetación arbórea.
PUNA (VOZ quichua). Amér. Mer. Tierra alta, próxima a la cordillera de los
Andes. Páramo.

Palabras que corresponden a plantas y animales

ACHIRA (VOZ quichua), f. Planta de la América Meridional de la familia de


alismáceas, de tallo nudoso, hojas ensiformes y flor colorada. Críase
en terrenos h ú m e d o s . / / 2. Planta del Perú de la familia de las
c a m a n á c e a s y de raíz comestible. / / 3. Chile. Cañacero.
AIRAMPO (VOZ quichua). Planta tintórea del Perú, especie de cacto cuya
semilla da un hermoso color c a r m í n con que se coloran los hilados.
ARRACACHA (del quichua racachá). f. Planta de la América Meridional de la
familia de las umbelíferas, semejante a la chirivía, pero de raíz m á s
larga y gruesa y muy exquisita.
CALLAMPA (del quichua ccallampa). f. Chile. Seta. / / 2. fig. Chile. Sombrero
de fieltro.
CHAGUAL (del quichua chaguar, estopa). A r g . , Chile y P e r ú . Planta
bromilácea, de tronco escamoso y flores verdosas. L a m é d u l a de tallo
nuevo es comestible; las fibras sirven para cordeles y la madera seca
para suavizadores de navajas de afeitar. / / 2. Chile. Fruto de c a r d ó n .
CHAÑAR (voz quichua), m. Amér. Mer. Árbol parecido al olivo en el t a m a ñ o
y las hojas; pero espinoso y de corteza amarilla. E l fruto, como ciruela,
es comestible y de sabor parecido al azufaifa. / / 2. Fruto de este árbol.
CHILCA (voz quichua), f. Amér. Mer. Arbolillomuy frondoso y balsámico,
de hoja verde clara, estrecha, dentada y blanda y flor amarilla. Se usa
en veterinaria y de ella se extrae una resina semejante a la pez.
CHONTA (del quichua chunta). f. Amér. Central y Perú. Árbol, variedad de la
palma espinosa, cuya madera, fuerte y dura, se emplea en bastones y
otros objetos de adorno por su hermoso color oscuro y jaspeado.

294
Universidad del Perú. Decana de América
COCA (VOZ aimará). f. Arbusto del Perú, de la familia de las eritroxíleas,
con hojas alternas, aovaladas, enteras, de estípulas axilares y flores
blanquecinas. Se cultiva en varias partes de la América del Sur donde
se toma el cocimiento de las hojas como el té o el café. E n lo antiguo
fueron éstas objeto de muchas supersticiones, y los indios gustan de
mascarlas.
COCHAYUYO (del quichua kocha, laguna, y yuyo, hortaliza), m. A m é r . Mer.
Planta marina en forma de alga que tiene m á s de tres metros de largo
por dos decímetros de ancho y es comestible.
CÓNDOR (del quichua cúntur). A v e del orden de las rapaces diurnas, espe-
cie de buitre de poco m á s un metro de largo y tres de envergadura, con
la cabeza y el cuello desnudos. Y en aquélla, c a r ú n c u l a s en forma de
cresta y barbas; plumaje fuerte de color negro azulado, collar blanco y
blancas t a m b i é n la espalda y la parte superior de las alas. Cola peque-
ña y pies negros. Habita en los Andes y es la mayor de las aves que
vuelan. / / 2. Moneda de oro de Colombia y Ecuador que equivale a 50
pesetas.
CONGONA (del quichua concona). f. Chile. Hierba glabra de la familia de
las p i p e r á c e a s y originaria del P e r ú ; con hojas verticiladas, pecio-
ladas, enteras y algo p e s t a ñ o s a s en la punta, y flores en las espigas
terminales.
C U Y (del quichua cui). m. Amér. Mer. Conejillo de Indias.
GUANACO (voz quichua), m. Mamífero, rumiante de unos trece decímetros
de altura y poco m á s de largo desde el pecho hasta el extremo de la
grupa; la cabeza p e q u e ñ a con orejas largas y puntiagudas; ojos negros
y brillantes; boca con el labio superior hendido; cuello largo, erguido,
curvo y cubierto, como todo el cuerpo, de abundante pelo largo y lus-
troso, de color generalmente pardo oscuro, gris, rojo, amarillento y has-
ta blanco; cola corta, alta, adornada con cerdas finas; patas delgadas y
largas, con pies de dos dedos bien separados y con fuertes u ñ a s . Tiene
en el pecho y en las rodillas callosidades como los camellos. Es animal
salvaje, que habita en los Andes Meridionales. / / 2. fig. Amér. P á p a r o ,
payo. / / 3. fig. Amér. Central. Tonto, simple.
HUACATAY {voz quichua). Especie de hierbabuena americana, usada como
condimento en algunos guisos.
HUINCHAN (voz quichua). Arbusto chileno de la familia de la terebrutáceas,
de flores blancas y p e q u e ñ a s , en racimos axilares y frutos negruzcos
de unos cuatro milímetros de d i á m e t r o .
ICHO (del quichua ichu). m. Planta de la familia de las g r a m í n e a s , e s p o n t á -
nea en los p á r a m o s de la cordillera de los Andes.

Universidad Nacional Mayor de San Marcos


Universidad del Perú. Decana de América
L L A M A (VOZ quichua), f. M a m í f e r o rumiante, variedad doméstica del
guanaco, del cual sólo se diferencia en ser algo menor pues tiene un
metro de altura hasta la cruz y aproximadamente igual longitud. E s
propio de la América Meridional, donde aprovechan su leche, carne,
cuero y pelo, que esquilan anualmente, como la lana de las ovejas; y,
domesticado, sirve como bestia de carga.
LORO (quizá del quichua uritu, con la / del art. / uritu, y de éste loro), m.
Papagayo, 1. acepción y m á s particularmente el que tiene el plumaje
A

con fondo rojo. / / del Brasil. Paraguay.


M O L L E (del quichua molli). m. Árbol de Bolivia, el Ecuador y Perú, de la
misma familia que el anterior y cuyos frutos se emplean para fabricar
una especie de chicha.
PACA (del quichua paco, rojizo), f. Mamífero roedor, de unos cinco decíme-
tros de largo, con pelaje espeso y lacio, pardo por el lomo y rojizo por el
cuello, vientre y costados; cola y pies muy cortos, hocico agudo y orejas
p e q u e ñ a s , redondas. E s propio de América del Sur en cuyos montes
vive en madrigueras; se alimenta de vegetales, g r u ñ e como el cerdo, se
domestica con facilidad y su carne es muy estimada.
PACO (del quichua paco, rojizo). Alpaca / / 2. Amér. Mineral de plata con
ganga ferruginosa. / / 3. Llama. Paco.
PAPA (del quichua papa), f. Patata. / / 2. De caña. Patata de caña.
POROTO (del quichua punttu). m. Amér. Mer. Especie de alubia de que se
conocen muchas variedades en color y tamaño. / / 2. Amér. Mer. Guiso
que se hace con este vegetal.
TOTORA (del quichua futura), f. Amér. Mer. Especie de anea o e s p a d a ñ a que
se cría en terrenos pantanosos o h ú m e d o s .
VICUÑA (del quichua vicunna). M a m í f e r o rumiante del t a m a ñ o del macho
cabrío, al cual se asemeja en la configuración general pero con el cuello
m á s largo y m á s erguido, cabeza m á s redonda y sin cuernos, orejas
puntiagudas y derechas y piernas muy largas. Cubre su cuerpo un
pelo largo y finísimo de color amarillento y rojizo.
VIRAVIRA (voz quichua). Chile. Planta herbácea de la familia de las com-
puestas, con hojas lanceoladas, flores en cabezuela; involucro de esca-
mas blancas. Está cubierta con una pelusa blanca; se emplea en i n f u -
sión como pectoral.
VIZCACHA (voz quichua). Roedor parecido a la liebre, de su t a m a ñ o y pela-
je, y con cola tan larga como la del gato que vive en el Perú, Bolivia,
Chile y Argentina.

296
Universidad del Perú. Decana de América
El problema del bilingüismo en el Pera

- I -

L a diversidad de lenguas en un país es su m á s poderosa fuerza de frac-


tura y d i s p e r s i ó n colectivas. Las naciones multilingües, como en el ejem-
plo clásico de Suiza, persisten no porque su pluralidad idiomática haya
dejado de ser funesta, sino porque allí han surgido factores de cohesión
excepcionales, principalmente de índole geográfica y política, que no
siempre aparecen y que han sido capaces de compensar aquella tremen-
da desunidad. E l largo equilibrio de Suiza no tiene tampoco ninguna
g a r a n t í a de persistir si nuevas corrientes de i n d u c c i ó n étnica o política
superan las tradicionales del país. Mucho m á s asegurado estaría su des-
tino si al interior de sus valles y en lo elevado de sus riscos y mesetas
floreciese una lengua propia, perfil de un alma definida, y si al exterior
hubiese irradiado una literatura tan rica como la de los pueblos escandi-
navos, no mayores en importancia. L a lengua unifica porque ella es el
vaso transparente en que se deposita la conciencia c o m ú n . No sólo es el
instrumento de la comunicación social. E s al mismo tiempo un arquetipo
de lógica y de belleza. L a m o r f o l o g í a y la sintaxis son los l í m p i d o s
escorzos de una concepción s o ñ a d a por el pueblo desde tiempos legen-
darios. Manifiestan su fantasía, sus hábitos mentales, su afectividad, su
energía, su ideal de música. Por eso, entre los lazos m á s fuertes de u n i ó n
nacional está el idioma y el b i l i n g ü i s m o es, en consecuencia, un incenti-
vo de disolución.
Pero los estudios modernos sobre b i l i n g ü i s m o no sólo destacan el
valor del lenguaje como nexo social: lo destacan t a m b i é n como valor de
inteligencia y de capacitación psicológica. Por el lenguaje el hombre es
homo loquens y esto lo hace unidad del grupo social; pero asimismo por el
lenguaje es homo sapiens y esto lo hace señor del pensamiento y de la vida
5 5
Publicado en Letras, n.° 19, Lima, v-vm de 1941, pp. 169-179.

[297]
dad del Perú. Decana de América
interior. Fuera del campo de la vida en c o m ú n , en el simple proceso del
pensamiento aislado, con relación a cada persona, el b i l i n g ü i s m o es un
elemento retardatario. L o ha demostrado así la psicología experimental
y fue la única conclusión clara y definitiva de la Conferencia Internacio-
nal de Bilingüismo celebrada en Luxemburgo. A esta Conferencia concu-
rrieron, de modo principal, educadores y sus ponencias se refirieron a
observaciones científicas en países bilingües. Los m á s notables trabajos
fueron los de Nicolás Ries, sobre el problema en Luxemburgo; John
Hughes y J . D. Saer sobre el problema en el país de Gales; O. Decroly,
sobre el problema en Bélgica: T h . Mockli, sobre el problema en Suiza;
Alejandro G a l i , sobre el problema en Cataluña; y comprendieron no so-
lamente informaciones y apreciaciones de carácter general sino con refe-
rencia a particulares elementos, como la intervención de la familia, de la
lengua oficial, de los dialectos, de la aptitud para las lenguas, de la
afectividad, del carácter, etc. E l campo de e x p e r i m e n t a c i ó n fue la escue-
la. N i n g ú n otro sitio es m á s a p r o p ó s i t o por lo accesible a esta clase de
investigaciones, pues en la escuela se congregan sujetos de distinta pro-
cedencia y condición, todos los cuales poseen una naturaleza en proce-
so de crecimiento y t r a n s f o r m a c i ó n . Nada está allí definitivamente for-
mado y todo se manifiesta de modo e s p o n t á n e o y natural. L a participa-
ción del lenguaje en la esencia del pensamiento se revela con una sor-
prendente claridad. Todas las verificaciones de los ú l t i m o s tiempos y
particularmente las de Piaget, han sido realizadas en n i ñ o s que expan-
den al mismo tiempo su inteligencia y su expresión. De tan precioso
campo, han surgido algunos datos ciertos y ellos nos hacen ver los con-
tratiempos siempre dolorosos y a veces dramáticos que sufren los escola-
res sujetos a la influencia de dos lenguas.

E l f e n ó m e n o m á s interesante para nosotros es el que se produce en


donde hay una lengua regional indígena que no es apta para la cultura
por su carencia de textos, en la cual no está escrita ni la ley ni la ciencia,
ni siquiera el letrero de la calle y que se bate en retirada agónica frente a
una lengua moderna y culta, dotada, a d e m á s , del imperio político. Es el
caso del gales, en Inglaterra, s e g ú n los estudios de Saer y Hughes.
Persigamos estas sugestivas investigaciones en su proceso y en sus re-
sultados. Para mejor c o m p r e n s i ó n , aclaremos que en casos semejantes,
se llama primera lengua a la aprendida de la madre y que constituye el
tejido mental de la primera edad; y segunda lengua a la que m á s tarde se
aprende, sea con los juegos, con el contacto de la calle, con la educación
escolar o con cualquier otro motivo posterior. L a primera lengua se ca-
racteriza por su gran fuerza psicológica: es un substrato í n t i m o que ha

1 6
«Estudio de los Problemas Psicológicos del Bilingüismo» por J . D . Saer. «Los Estudios
sobre el Bilingüismo en el País de Gales» por John Hughes.

298
Universidad del Perú. Decana de América
a c o m p a ñ a d o al n i ñ o en su e x p a n s i ó n inicial hacia el espacio y la l u z
exteriores, está saturado de intimismo cálido, y dilecto, constituye un
b á c u l o del que no se puede desprender en el incierto camino que sigue
hasta los nueve a ñ o s . Hasta esta edad el n i ñ o conoce pocas palabras. S u
reducido vocabulario se incrementa escasamente porque m á s que nue-
vas palabras le interesa aclarar las que posee y cuyo significado no en-
cuentra definido ni seguro. Hacia los nueve a ñ o s y en coincidencia con
un m á s vigoroso desarrollo mental se halla en aptitud de ampliar su
propia lengua y recibir el ingreso de otra. L a segunda lengua se caracte-
riza por su significación cultural, política, e c o n ó m i c a y práctica. E s uni-
versa], forma una a t m ó s f e r a luminosa de técnica y de belleza, conduce
r á p i d a m e n t e a los secretos de la ley y de la propia defensa, iguala al nivel
de las clases m á s poderosas, facilita el trabajo y es útil para la circula-
ción por todos los caminos de la vida. Resulta necesario y natural i r r u m -
pir en ella, aunque la primera permanezca yaciente en la subconciencia.
Tarde o temprano llega el momento en que el n i ñ o , el adolescente o el
adulto aprenden la segunda lengua. P o d r á n darse al respecto varios
casos: las dos lenguas se abren y se practican, cada una en su esfera y en
su oportunidad; la segunda lengua, por haberse aprendido en tierna
edad, vence a la primera y ésta se olvida; la primera lengua vence a la
segunda y el sujeto no conoce de ésta sino las frases o palabras indispen-
sables para sus relaciones con gentes de lengua oficial. Podemos consi-
derar estos y otros matices sobre el f e n ó m e n o , pero que son iguales para
las conclusiones de la observación psicológica. E n todos los matices, los
sujetos tienen una característica general: son bilingües en contraposición
a los sujetos monoglotas o sea los que no han tenido nunca relación sino
con una sola lengua. Ahora bien, ¿cuál es el efecto del b i l i n g ü i s m o sobre
el espíritu del niño? E l b i l i n g ü i s m o produce retardo mental y hace des-
cender el cociente de aprovechamiento escolar. D e s p u é s de examinar un
n ú m e r o suficiente de niños tanto bilingües como monoglotas se llega a
esta conclusión. Así lo demuestran pruebas tan sencillas como los tests
de dextralismo (orientación a la derecha y a la izquierda), tests de ritmo,
tests de vocabulario y tests de composición. Los cuestionarios estaban formu-
lados en la segunda lengua. Formulados en la primera, el resultado era
mejor, pero sin superar el resultado de los n i ñ o s monoglotas. Experi-
mentados en adultos bilingües, aun de e d u c a c i ó n universitaria, se con-
firman los resultados fundamentales. Bertrand Russell compara las pa-
labras con flechas que se disparan sobre un blanco determinado. E l blan-
co tiene un centro, pero t a m b i é n una vasta zona de aros concéntricos.
Pues bien, a medida que se habla mejor se v a pasando de los aros al
centro. E l hombre m á s expresivo es aquel que tiene una p u n t e r í a exquisi-
ta para acertar con las palabras precisas sobre el blanco de su objetivo

299
Universidad del Perú. Decana de América
intelectual. Pero nunca se llega a la absoluta precisión. L a misma pala-
bra, puesta en boca de dos personas monoglotas de igual cultura, tiene
que ofrecer variantes por la afectividad y el contenido ideológico. E l cen-
tro del blanco no es pues un punto sino un n ú c l e o de discreta amplitud.
Y si esa discrepancia se produce entre personas monoglotas de igual
cultura, ¿cuál no será entre una persona bilingüe de origen campesino y
cultura rudimentaria y una persona monoglota de origen urbano y cul-
tura superior? A la primera todo tiene que serle hostil. Utiliza un instru-
mento de expresión que no le es propio, que lo siente á s p e r o e insumiso y
1 0 utiliza en un medio en que la acción de personas m á s sabias y podero-
sas comprime desde el punto de vista espiritual. Su incertidumbre será
dolorosa, sus fallas le p r o d u c i r á n c o n f u s i ó n y cuando son objeto de bur-
la, como a menudo pasa, le d e j a r á n humillado y triste. De estas circuns-
tancias se origina el complejo de inferioridad que descorazona por la
sensación de que algo esencial falta para el cumplimiento de los cometi-
dos sociales que a todos nos incumben (sentiments d'incomplehtde de Janet).
De los individuos, este efecto perturbador pasa a los pueblos y fácilmen-
te el país queda dividido en sectores antagónicos, separados por un abis-
mo de i n c o m p r e n s i ó n y desconfianza. Esto sucede en el país de Gales
principalmente entre el aldeano bilingüe galés y el esquire (caballero de
habla inglesa), pero la regla es extensiva a todos los países y la podemos
aplicar al Perú, meditando con p r e o c u p a c i ó n nacionalista y humana.

- I I -

En el momento de la conquista española, en el Perú se hablaban distin-


tas lenguas i n d í g e n a s sobre las cuales se extendía como un manto polí-
tico el universal ritnasimi o quechua, lengua imperial de los incas. Sabe-
mos por los cronistas de Indias que los ejércitos c u z q u e ñ o s llevaban su
idioma y lo i m p o n í a n como necesidad de Estado en las regiones incorpo-
radas, de tal modo que en algunos lugares éste había logrado desplazar
por completo a la lengua nativa, en otros se hallaba superpuesto sobre
aquélla y en otros era apenas un estrato leve de vocabulario oficial para
las relaciones con el vencedor. E n su excelente libro, Pedro M . Ben-
venutto Murrieta nos brinda una síntesis sobre aquel panorama. E l
quechua tenía su á m b i t o propio en las cuencas de los ríos interandinos
Urubamba, A p u r í m a c , Mantaro, M a r a ñ ó n y parte de la del Huallaga,
con las variedades dialectales que corresponden a tan amplia zona, prin-
cipalmente el humea del Mantaro y el chinchaysuyo del M a r a ñ ó n y del
Huallaga. El aimara, con centro en la meseta del Collao, se extendía por el
sureste hasta Cochabamba en la actual Bolivia y por el noroeste hasta

1 1
Pedro M . BLNVENUTTO MURRIETA. El lenguaje peruano [1936].

300
Universidad del Perú. Decana de América
Canta, en el actual departamento de L i m a , a t r a v é s de una franja de
penetración que c o m p r e n d í a tierras de Cailloma, Cangallo, Huamanga,
Lucanas, Huancavelica, Yauyos y H u a r o c h i r í . E l yunga se hablaba en la
costa desde L i m a hasta el golfo de Guayaquil, diferenciado en innume-
rables dialectos o alternado, tal vez, en otras lenguas independientes, en
un panorama lingüístico poco estudiado y difícil de apreciar por su com-
pleta extinción al presente. Entre esos dialectos e s t á n el sec de Piura, el
quignam de Lambayeque y Chiclayo y el muchic de Trujillo. E l puquina
abarcaba la costa sur, hasta las riberas del lago Titicaca y el desierto de
Atacama. E n la cuenca del Huallaga predominaba la lengua chalona.
Hacia la ignota r e g i ó n de las selvas a m a z ó n i c a s se usaban numerosos
dialectos o lenguas emparentadas que en gran parte sobreviven, tales
como el campa, el aguarico, el machiguenga, el huarnya, etc., y que en é p o c a
reciente han sido individualizadas hasta el n ú m e r o de ochenta y dos.
E l mosaico lingüístico era, pues, profuso y abigarrado y la lengua
oficial no había logrado darle la unidad necesaria. Esta es una circunstan-
cia que hay que tener en cuenta porque si se quisiera resolver el problema
del bilingüismo peruano por el equilibrio y convivencia de dos lenguas
oficiales, se p r o m o v e r í a de inmediato la segunda cuestión: ¿Cuál lengua
indígena es la que debe subsistir en igualdad de prerrogativas con el cas-
tellano? ¿Por q u é el quechua del Cuzco en vez del huanca de Junín o el
chinchaysuyo del M a r a ñ ó n ? ¿Y por q u é no se v a a dar vida oficial a los
dialectos florestales? L a concesión a una lengua tendría, para ser justa,
que extenderse a todas las d e m á s y a sus respectivos dialectos, con lo que
el Perú sería una auténtica Babel y no nos e n t e n d e r í a m o s de una provincia
a otra con el consiguiente despedazamiento de la unidad nacional.
E l castellano es la lengua oficial que r e e m p l a z ó al quechua en su
esfuerzo de integración lingüística. Desde el punto de vista político y
cultural tenía una superioridad definitiva sobre las lenguas aborígenes.
Llegaba con un nuevo Estado y con una nueva civilización. No obstante,
su triunfo no fue de inmediato ni general. Diversos factores de orden
histórico y sociológico determinaron que el castellano no penetrase a las
islas quechuas y a i m a r a s del campesinado i n d i o disperso en las
anfractuosidades de los Andes. De tal modo que el castellano cubre al
país pero sobre él irrumpen, a manera de un a r c h i p i é l a g o que fuese tes-
timonio de tierras desaparecidas, rosarios de manchas isoglósicas. És-
tas no se pueden explicar sino por una inercia de la vida que sobre aque-
llas mismas petrificaciones de lenguaje p e r e n n i z ó el retardo de la cultu-
ra. Los indios que hablaban quechua y aimara se quedaron con sus idio-
mas arqueológicos como se quedaron con sus cultivos, con su gregaris-
mo, con su higiene, con sus supersticiones y con su alma de las edades
primitivas. L a explicación de por q u é subsisten las lenguas a b o r í g e n e s

301
Universidad del Perú. Decana de América
en la sierra peruana marginadas en todos los sentidos por el castellano,
es una explicación que no puede separarse de la subsistencia integral de
un estado de cultura. H a y en cambio indios que hablan castellano desde
hace varias generaciones; pero su condición de progreso lingüístico está
en consonancia con su progreso cultural y con su asimilación a la vida y
al ritmo del país. Como el progreso no puede detenerse por m á s que
avance con la lentitud de un glaciar, poco a poco i n u n d a r á como una
onda el Perú y con él el castellano a n e g a r á y s u p r i m i r á todas las islas
lingüísticas que restan en los Andes. E l panorama actual de aquellos
idiomas a b o r í g e n e s es el siguiente: en la costa, la región de las grandes
ciudades, de las industrias, de las vías de comunicación fáciles y del
ritmo moderno de la vida, las lenguas i n d í g e n a s han desaparecido. Los
habitantes de las c a m p a ñ a s , muchos de ellos indios de pura sangre,
hablan solamente castellano desde hace varias generaciones. E n la re-
gión de la sierra, de cultura desigual, con población dispersa y a veces
clausurada dentro de valles inaccesibles o altos p á r a m o s , se habla caste-
llano en las ciudades y quechua en la mayor parte de las c a m p a ñ a s , con el
núcleo m á s extenso y vigoroso en el departamento del Cuzco. L a regla no
puede ser absoluta porque a veces se escucha hablar quechua a gentes de
estratos inferiores de las ciudades o en los poblachos dispersos por los
campos y t a m b i é n porque de pronto hablan estas lenguas mestizos y
blancos envueltos en una a t m ó s f e r a regresiva, pero se cumple con la ley
general en cuanto a primera lengua. Es diferente el caso de gentes de las
ciudades que por razones de comercio con las gentes del campo hablan
el quechua como segunda lengua. Pero aun en las mismas c a m p a ñ a s de
los Andes el quechua está mellado por la penetración castellanizante.
Desde el Cuzco hacia el norte hay una declinación de su amplitud y de
su fuerza. E l departamento de Junín, en el centro, con sus industrias
modernas, sus ciudades comerciales y sus numerosas escuelas, es un
campo de lucha de las lenguas muy interesante y promisor. Cajamarca,
en el norte, tiene provincias enteras donde sólo se habla castellano como
Jaén, Chota y Cutervo. En sus d e m á s provincias, el castellano gana terre-
no día a día. L a lucha no se manifiesta ú n i c a m e n t e por la eliminación
del quechua sino por la relajación morfológica y sintáctica de éste bajo la
influencia del castellano. Así sucede con el quechua de Ancash y de
H u á n u c o que ha tomado del castellano la conjunción y. E n el «Apunchic
Jesucristoc Chusco Evangeliocuna» o sea «Los Cuatro Evangelios» tra-
ducidos al quechua de los departamentos de H u á n u c o y Ancash por la
«Britis and Foreing Bible Society» en 1923, por razones de proselitismo,
se condesciende con estas relajaciones que son u n s í n t o m a de agonía
próxima. Las lenguas no mueren porque admiten el vocabulario de otras
y, al contrario, como en el ejemplo del inglés moderno, éste puede ser un

302
Universidad del Perú. Decana de América
aspecto de su carácter imperial. Pero las lenguas sí mueren porque ceden
en sus esencias morfológicas y sintácticas, reductos vertebrales de su
organismo, aunque sea en detalles que aparentemente no tienen volu-
men como sus nexos y partículas. El aimara de Puno y el cholona de San
Martín se encuentran en iguales condiciones que el quechua del resto de
la sierra y lo mismo sucederá con los dialectos florestales de la montaña
cuando la vida nacional avance hacia su ámbito, ahora casi inexplora-
do. Éstas no son apreciaciones sentimentales, originadas por afán
hispanizante o por menosprecio a los valores terrígenos. Son simples
observaciones objetivas, basadas en la ciencia idiomática y en la reali-
dad peruana. Pero si quisiéramos dejarnos guiar por el sentimiento, lo
que afirmamos tampoco variaría porque antes que un afecto romántico
por las lenguas aborígenes nos interesa el indio que las habla. El bien
entendido afecto por el indio tiene que empeñarse, con viva impaciencia,
en su rápida castellanizados Esto puede no convenirle a políticos, a
estetas o a filólogos, pero le conviene al Perú y, sobre todo, le conviene al
indio. Sin embargo, una falsa solución puede darse que es capaz de
impresionar y que consistiría en fomentar el bilingüismo m á s o menos
con el siguiente razonamiento: está bien que el indio aprenda el castella-
no para su defensa, su cultura y su comercio, pero que no olvide el quechua
para el hogar, para la amistad y para la fiesta íntima de la vida. Semejan-
te manera de pensar no resuelve el problema porque el indio bilingüe
sigue siendo el indio inferior. Lo sabemos por las pruebas científicas a
que hacemos alusión al comienzo de este artículo: aunque se aprenda
bien una segunda lengua, la primera subsiste como un cauce mental que
no deja libre el pensamiento y el hombre bilingüe es un retardado psíqui-
co, en irremisible e injusto desnivel con el resto de sus conciudadanos.
De un lado tenemos, pues, el espectáculo de una lucha de lenguas
en que el castellano, lenta pero seguramente, bate a los dialectos aboríge-
nes; y de otro el de hombres, compatriotas nuestros, que por vivir un
estadio pretérito de la cultura, hablan lenguas aborígenes o hablan el
castellano como segunda lengua, en desigualdad, en ambos casos, con
los otros habitantes del Perú. Debemos fomentar en consecuencia, la
unidad lingüística nacional sobre la base del castellano, idioma perua-
no desde hace cuatrocientos años. La generación monoglota de lengua
indígena debe convertirse en generación bilingüe. Y la nueva generación
debe convertirse en generación monoglota de lengua castellana. Feliz-
mente el Perú marcha rápidamente al porvenir y el proceso tiene todos
los síntomas de una aceleración próxima. En ello nos da ejemplo México,
país no sospechoso de reaccionario, cuyos maestros tienen entre las co-
sas m á s bellas y positivas de su «Ideario», respetar y amar las lenguas
aborígenes, en cuanto son floraciones de un pasado ancestral, pero pro-
ceder a la rápida castellanización de los indios.

303
ersidad del Perú. Decana de América
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Universidad del Perú. Decana de América
Lenguaje e individuo

E l lenguaje es una institución social como la familia, las costumbres o las


tradiciones y en ese sentido se ubica fuera del hablante como una reali-
dad objetiva que lo ha antecedido y que lo s u c e d e r á d e s p u é s de su muer-
te. Pero bajo otra apreciación el lenguaje tiene un comportamiento subje-
tivo. Esto se produce cuando lo usamos como individuos capaces de
pensamiento y expresión. E n estas circunstancias, lo c o m ú n lo hacemos
particular, la propiedad pública la convertimos en í n t i m a por pertenen-
cia, y mediante ella meditamos y emitimos nuestro mensaje al exterior.
E l lenguaje tiene, así, un valor psicológico previo a su valor social.
No es solamente un ropaje de las ideas, válido en la boca del interlocutor.
Suena, con un timbre ideal, en la i m a g i n a c i ó n de cada persona, antes de
su vibración física en las ondas sonoras. Constituye la etapa final, p l á s -
tica y coherente, de la f o r m a c i ó n del pensamiento al cual da el toque de
gracia de su realidad estética. E l espíritu se desdobla entonces, maravi-
llosamente, para escucharse a sí mismo antes de dirigirse a los d e m á s .
Hay por lo tanto una expresión interna, anterior a la externa, y que pue-
de no terminar en ésta, cuando reflexionamos sin c o m p a ñ í a de nadie, en
el d i á l o g o secreto que Husserl denomina «el lenguaje de la soledad del
alma». Platón, en £/ Cratilo, vislumbra esa f u n c i ó n recogida y silenciosa
de las palabras. Benedetto Croce anota en nuestros días: «Se oye con
frecuencia decir a algunos que tienen en la mente muchos e importantes
pensamientos, pero que no aciertan a expresarlos. E n verdad, si real-
mente los tuvieran, los h a b r í a n a c u ñ a d o en tantas hermosas palabras
resonantes, y, por consiguiente, precisas». C o n esto quiere explicarnos
que el lenguaje es fundamentalmente e x p r e s i ó n callada del espíritu; y
que las palabras ciñen el pensamiento i m p o n i é n d o l e su línea escultórica.
El pensamiento anterior a la palabra puede ser potente, pero es nebuloso
y no alcanza a emerger de una zona oscura de la psiquis a la diafanidad
5
* Publicado en El Comercio. Lima, 27 de mayo de 1955.

[305]
Universidad del Perú. Dec
de la c o n t e m p l a c i ó n . Corresponde a la Filosofía fijar el grado de intensi-
dad con que la imagen verbal se vincula con la idea y el repertorio de
ricas interferencias que hay entre ellas. Por otra parte es necesario reco-
nocer la soberanía del pensamiento para el cual está hecho el lenguaje y
del cual recibe la impronta de sus profundos caracteres. Desde el punto
de vista lingüístico únicamente interesa dejar establecido que el lenguaje
es utensilio mental y que se piensa con el auxilio de las palabras.
E l otro valor subjetivo del lenguaje es su carácter esencialmente esté-
tico, sin mengua de los elementos lógicos que le corresponde sobrellevar.
El hablante no inventa el lenguaje que lees impuesto por la colectividad.
Sin embargo, aunque esas palabras son de todos, en el instante de la
expresión interna, les infunde vida personal, las anima de acento propio
y cadencia inesperada: las vuelve a crear s e g ú n el ritmo de su espíritu.
Este acto semidivino de creación es de naturaleza artística. Entre el m á s
humilde hablante y el poeta de genio habrá un abismo de grado pero no
de naturaleza. L a naturaleza es la misma de la intuición estética. L a s
palabras del diccionario son inertes arquetipos porque todavía no son
de alguien. E n cuanto el espíritu las incorpora las enciende del color y la
dulzura de la vida. Como Mefistófeies en el Fausto, podemos exclamar
cada vez que oímos una palabra: «¡Qué agradable sorpresa me da esta
joven creación!».
De los dos principios y a expuestos, el de la f u n c i ó n mental del
lenguaje y el de su esencia artística, se pueden derivar fecundas conse-
cuencias para apreciar su juego en la psicología individual. Si las pala-
bras e s t á n tan í n t i m a m e n t e unidas al pensamiento, un capital mezqui-
no de palabras r e d u c i r á las posibilidades de éste, mientras que un rico
vocabulario a m p l i a r á el á m b i t o de la ideación. E l retraso mental se
caracteriza por un vocabulario m i s é r r i m o ; la gran inteligencia o la gran
cultura, por un vocabulario opulento. C a d a palabra nueva trae a la
reflexión una luz nueva. Pongamos el ejemplo de los s i n ó n i m o s . Todo
hablante de español conoce el significado del vocablo distinto. Algunos
saben, a d e m á s , lo que significa heterogéneo. Aparentemente ambos tér-
minos expresan el mismo concepto y no es así en el fondo. Heterogéneo,
viene del griego helero, otro, y géneo, g é n e r o ; o sea lo que se comprende
de elementos de distinta especie, una complejidad de estructura expre-
siva que facilita la correspondiente complejidad de estructura i d e o l ó -
gica. Por eso se ha dicho, con tanta r a z ó n , que en rigor no hay s i n ó n i -
mos; y en este caso de distinto, saber toda la línea de su parentesco
s e m á n t i c o —diferente, diverso, vario, múltiple, ajeno, surtido, heterogéneo —
es dominar un amplio frente ideoconstructivo. La ambición de vocabu-
lario tiene, sin embargo, graves riesgos cuando es puro a f á n coleccio-
nista, sin temple cultural.

306
Universidad del Perú. Decana de América
Lo indicado tan someramente sobre el vocabulario se puede exten-
der a la construcción en su campo más noble, el del lenguaje escrito.
Como es sabido, el lenguaje escrito tiene excelencia sobre el lenguaje
oral. La razón está en que corresponde a un pensamiento más elaborado.
El que redacta medita cuanto quiere, con la responsabilidad del que afron-
ta infinitas ocasiones de censura, ordena sus ideas en jerarquía descen-
dente, calcula las proporciones y los efectos, se somete al castigo de la
revisión y autocrítica. El pensamiento del lenguaje oral es por su esencia
improvisado, se va desarrollando por integración asociativa con el pen-
samiento ajeno, es limitadamente responsable y su rapidez y centelleo
no alcanzan a compensar la trashumancia de sus larvados bocetos. La
oratoria constituye una excepción tanto más sorprendente cuanto más
se aproxima a la arquitectura y calidad del lenguaje escrito. Saber redac-
tar, por lo tanto, no es una habilidad más o un adorno más: es una ca-
tegoría humana, una facultad general desarrollada y alerta, capaz de
aplicarse ya no solamente a la redacción sino a toda tarea intelectiva.
Se infiere en consecuencia, que el lenguaje tiene para el individuo,
en su más honda raíz, un alto valor espiritual desde que puede dignifi-
car y multiplicar su actividad pensante. Pero no olvidemos su naturale-
za estética, gracias a la cual actúa en una esfera de creación, es decir, de
amor y libertad. Solamente amando libremente el idioma —la posible
redundancia es aquí excusable— a través de las bellas letras y en espe-
cial de ía poesía, interpretación suprema del alma y del cosmos, podre-
mos soportar sin pena el esfuerzo que a menudo representa su depura-
ción y su forja incesantes.

307
Universidad del Perú. Decana de América
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Universidad del Perú. Decana de América
El mestizaje y el vocabulario en el Perú 59

Sin intención ninguna de cabriola


ingeniosa podemos decir que desde
que tos españoles se embarcaron para
América eran ya españoles nuevos.

Amado ALONSO

1.° S i e l m e s t i z a j e es a d e m á s de u n a r e a l i d a d b i o l ó g i c a , u n a r e a l i d a d
c u l t u r a l q u e se d e s p l i e g a e n e l m u n d o d e l e s p í r i t u , e s d e i n t e r é s el l e n -
guaje americano y particularmente el lenguaje peruano para allegar l u -
ces a l a i n d a g a c i ó n g e n e r a l d e n u e s t r o c r u z a m i e n t o e t n o p s ico l ó g i c o .
2." E l l e n g u a j e h u m a n o es c o n s i d e r a d o e n n u e s t r o s d í a s c o m o u n
hilo capaz de conducirnos al conocimiento del ser por cuanto n i n g ú n
ser e m i t e h a c i a e l e x t e r i o r u n m e n s a j e s i s t e m á t i c o , e x c e p t o e l h o m b r e . L a
s i n t a x i s , o r g a n i z a c i ó n c o m p l e j a y v a s t a , es c a p a z p a r a B e r r r a n d R u s s e l l ,
de l l e v a m o s a conocer apreciablemente l a t r a m a d e l u n i v e r s o . («En c u a n t o
a m í , c r e o q u e e n p a r t e a base d e l e s t u d i o d e l a s i n t a x i s p o d e m o s a l c a n -
z a r u n c o n o c i m i e n t o c o n s i d e r a b l e d e l a e s t r u c t u ra d e l m u n d o » . El signi-
ficado y la verdad.)
3 ° S i e l l e n g u a j e f a c i l i t a u n saber s o b r e l a r e a l i d a d e n s u f o r m a m á s
g e n e r a l y a m p l i a c o m o es el m u n d o , c o n m a y o r r a z ó n f a c i l i t a ese s a b e r
sobre l a r e a l i d a d í n t i m a d e l h o m b r e , el ú n i c o ser m e n s a j e r o de s í m i s m o
p o r i n t e r m e d i o d e u n s i s t e m a de s i g n o s c o n v e n c i o n a l e s , v e r d a d e r a p r o -
y e c c i ó n d e l a l m a s o b r e e l p l a n o e x t e r i o r . C o n f o r m e e s t á c o n s t i t u i d o este
sistema, r e s u l t a d o de u n a s e l e c c i ó n h i s t ó r i c a de v a l o r e s f o n é t i c o s ,
m o r f o l ó g i c o s y s i n t á c t i c o s , e s t á c o n s t i t u i d o el f o n d o p s i c o l ó g i c o d e u n a
c o l e c t i v i d a d . S i t o d o s los h o m b r e s s o n i g u a l e s e n c u a n t o r e a c c i o n a n so-
bre l a n a t u r a l e z a s u p e r a n d o el a u t o m a t i s m o a n i m a l c o n l a i n t e l i g e n c i a y
m e d i a n t e s u s d o s g r a n d e s i n s t r u m e n t o s de t r a n s f o r m a c i ó n , l a p a l a b r a y
la m a n o , e l e s c e n a r i o g e o g r á f i c o es d i s t i n t o p a r a c a d a g r u p o d e e l l o s c o n
s u s e c u e l a d e d i f e r e n c i a s c o n d i g n a s e n el t r a b a j o , l a a l i m e n t a c i ó n , e l
vestido y la v i v i e n d a , diferencias que determinan a la larga el desarrollo
de i n c o n f u n d i b l e s p r i n c i p i o s r e l i g i o s o s , m o r a l e s , j u r í d i c o s y e s t é t i c o s .
C a d a objeto y e l c o n j u n t o d e los objetos s o n a p r e c i a d o s , entonces, d e n t r o
de u n a o r d e n a c i ó n c o n s c i e n t e , a l a v e z i n d i v i d u a l y g l o b a l , q u e es s u
5 9
Publicado en Revista Histórica, tomo X X V I I I , Lima, 1965, pp. 276-281.

[3 0 9 ]
versidad del Perú. De
p r o p i a visión del mundo ( « E s u n a especie de conocimiento e n que la co-
m u n i d a d entiende y e n c a u z a s e g ú n sus p r o p ó s i t o s los f e n ó m e n o s del
m u n d o en que vive. C a d a g e n e r a c i ó n la ha heredado de la anterior, la
m o d i f i c a con m i r a s a sus propios intereses y la transfiere a la siguiente.
Esta c o n c e p c i ó n la encuentra el n i ñ o y a f o r m u l a d a en el medio de c o m u -
n i c a c i ó n que v a a ser su lengua m a t e r n a » H e i n z SCHULTE-HERBRUGGEN. El
lenguaje y la visión del mundo.)
4. ° E l hecho de pertenecer a u n a c o m u n i d a d determina u n paralelis-
m o psicosocial entre visión del mundo y lenguaje. L a gran o r q u e s t a c i ó n
que son los sonidos i d i o m á t i c o s provienen de u n a idealidad e s t é t i c a rica
y coherente. L o s moldes a n a l ó g i c o s se relacionan con la m a n e r a peculiar
de u n pueblo para aprehender la realidad. L a m o r f o l o g í a verbal respon-
de a la variedad de conceptos que inspira el proceso durativo y que v a r í a
de u n a sociedad a otra y e n u n a m i s m a sociedad a veces de una é p o c a a
otra. E l n ú m e r o y el g é n e r o son el producto de ordenaciones característi-
cas, a veces l ó g i c a s , a veces puramente imaginativas. L a esfera de los
apreciativos con que se d e s d e ñ a , se d i s m i n u y e , se engrandece, se encare-
ce los objetos, responde a las vibraciones del sentimiento. L a construc-
c i ó n de la frase, su a b u n d a n c i a o su sobriedad, el lugar s e ñ a l a d o a s u s
elementos, la preferencia n o m i n a l o verbal, el ritmo solemne o nervioso,
expresan perfiles de la m e n t a l i d a d . E l vocabulario es el espejo de m ú l t i -
ples planos en que el hombre recoge y clasifica los objetos que lo rodean.
I m p o n e r el nombre es no s ó l o descubrir el objeto sino conquistarlo para
u n a c e r e b r a l i z a c i ó n reguladora del m u n d o . E l caos de las percepciones
se transforma en orden y jerarquía. E l vocabulario representa el esfuerzo
cognoscitivo de u n p a í s , u n a zona, a veces u n a g e n e r a c i ó n . N o es u n a
simple a c u m u l a c i ó n de voces sino u n esquema de c a t e g o r í a s . M á s allá
de sus funciones de intercambio, las palabras determinan una plastici-
d a d de i m á g e n e s . U n i e n d o sus diversos conjuntos puede lograrse u n a
perspectiva h o m o g é n e a del ambiente vital: m a n e r a propia de conocer e
interpretar la realidad disponible.

5. ° ¿ T i e n e u n lenguaje p r o p i o el mixtas o misticius hispanoamerica-


no que al m i s m o tiempo revele u n a r e p r e s e n t a c i ó n particular del cos-
mos?
Se puede afirmar que sí, con c a r á c t e r relativo y provisorio, e n miras
a m a y o r e s estudios sobre el castellano de A m é r i c a ; las lenguas a b o r í g e -
nes que constituyen su substrato a la vez que s u adstrato; y las corrientes
peregrinas de otras lenguas y c u l t u r a s a que se halla sujeto.
6. ° N o debe olvidarse que hubo u n momento crítico para el e s p a ñ o l
transculturado, en que p u d o s u r g i r u n n u e v o romance en A m é r i c a . Está
s e ñ a l a d o por R i c a r d o Rojas e n Eurindia. E s el m o m e n t o en que d e s e m -
barca el e s p a ñ o l m e d i e v a l en boca de soldados y aventureros intonsos,

310
Universidad del Perú. Decana de América
parla rústica pero con potencia evolutiva, que traia el dinamismo de
recientes y trascendentales cambios. H a y indicios de aquella eventuali-
dad y en el Perú está documentada por el e s p a ñ o l quechuizado, bastante
t a r d í o , de los cronistas indios Juan Santa C r u z Pachacutic y Felipe
H u a m á n Poma de A y a l a . L a segunda oleada, compuesta por teólogos,
juristas y maestros, establece monasterios, audiencias y universidades,
focos de lengua asimilante y móvil de la Edad Media. Pero ha quedado el
espíritu de ésta en la mayor libertad e impulso del e s p a ñ o l trasatlántico.
(«Es por consiguiente en el romance oral, m á s que en la lengua literaria
del Siglo de Oro, donde se ha de buscar la fuente de nuestro genio
idiomático». Ricardo ROJAS. Eurindia.)
7. ° ¿Cuál es el futuro del español americano? Producida la indepen-
dencia política, se buscó la independencia intelectual, pero no un nuevo
romance. D. A n d r é s Bello, la gran figura de este movimiento de libertad
civil, creyó desde el primer momento en un castellano universal que no
p r e t e n d i ó innovar sino m á s bien restaurar en su esencia normativa, si
bien a t e n i é n d o s e a lo viviente y no [a] lo autoritario sin vigilancia en el
uso. («Juzgo importante la conservación de la lengua de nuestro padres
en su posible pureza, como medio providencial de c o m u n i c a c i ó n y un
vínculo de fraternidad entre las varias naciones de origen español derra-
madas sobre los dos continentes. Pero no es un purismo supersticioso lo
que me atrevo a recomendarles. E l adelantamiento prodigioso de todas
las ciencias y las artes, la d i f u s i ó n de la cultura intelectual y las revolu-
ciones políticas, piden cada día nuevos signos para expresar ideas nue-
vas [...]». A n d r é s BELLO. Gramática castellana.) Bello no creía en el fatalismo
de la f r a g m e n t a c i ó n , como en el caso del latín, por f u e r z a de la disper-
sión y la a u t o n o m í a , al contrario de lo que pensaba Cuervo. H o y se tiene
fe en la unidad presentida por Bello, en general, con las salvedades que
señala Jorge Luis Borges en El idioma de ¡os argentinos: hay algo en los
vocablos de América que con ser los mismos de E s p a ñ a no lo sienten los
e s p a ñ o l e s . Es la connotación, diferencia de carga afectiva, por ejemplo, al
decir el vocablo pampa. Pero prolongando de otro modo la inquietud de
Cuervo está el pesimismo actual y sapiente de D á m a s o Alonso. Español
general el de A m é r i c a y asegurado por siglos, probablemente, en esta
condición, es sin embargo admitido por todos, su carácter dialectal.
u
8. E n este carácter dialectal del español de América reside el am-
plio campo de las identificaciones mestizas. U n dialecto adquiere mayor
individualidad conforme se relieve con series de isoglosas. L a investiga-
ción al respecto está en una etapa incipiente. H a b r í a que precisar las
constantes en fonética, sintaxis, m o r f o l o g í a y vocabulario. Los estudios
fonéticos apenas han comenzado, a pesar de algunas m o n o g r a f í a s aisla-
das y desiguales. E l cuadro sintáctico que nos presenta Kany (Charles E .

311
Universidad del Perú. Decana de América
K A N Y , American-Spanish Syntax) es libresco, dando prácticamente por ve-
raz y exacto el diálogo del relato, fuente sospechosa por imaginativa y
ajena a un propósito científico. Lo morfológico ha sido planteado de
manera esporádica: el voseo, el diminutivo, las flexiones arcaicas. Los
trabajos de mayor aliento son los relativos al vocabulario. Es apreciable
el caudal acumulado en México, Colombia, Argentina y Chile. Es signifi-
cativo el interés en este terreno del lenguaje americano.
9 ° En el Perú los estudios sobre dialectología hispánica tienen los
antecedentes honrosos de Juan de Arona y de Palma y, antes, los de los
gramáticos y lexicólogos coloniales. En la época actual el valioso libro de
Pedro M. Benvenutto Murrieta El lenguaje peruano (1936) abre un arco
promisor a las indagaciones que deben hacerse o que ya han principia-
do. Por lo menos se comprueba que hay curiosidad e inquietud.
10 ° ¿Podrá afirmarse la existencia de un lenguaje mestizo en el Perú?
Como un nuevo romance que fuese mezcla del español y del quechua no
lo hay. Lo hay sí como fondo anímico, en un grado y composición que
todavía no sabemos del todo. No se trata tanto de las formas sino de sus
contenidos y disposiciones. Las materias del mundo fenoménico se vier-
ten en las formas de pensamiento que son las palabras; y esas formas
henchidas y en sucesiones originales constituyen la función más pro-
funda del lenguaje, en la doctrina de W. von Humboldt. No hay duda
[de] que en el Perú tenemos esos moldes llenos y así dispuestos donde
podemos sorprender la tónica mestiza.
11.° Desde luego, en el Perú hay vestigios de formas estrictamente
mestizas, pero que no constituyen categorizaciones amplias. En lo
sintáctico el uso del gerundio precedido de está como prolijidad en la
expresión del presente; está queriendo comer por quiere comer, es de clara
transposición quechua. En lo morfológico Rafael Lapesa en su Historia
de ¡a lengua española recoge la conspicua mestización del posesivo quechua
y el sustantivo español, viday, viditay, agüelay, mi vida, mi vidita, mi
abuela, «de fuerte valor expresivo», extendida por el sur del Perú y no-
roeste argentino. En la entonación, Lapesa supone que hay mestizaje
lingüístico americano. («Muy probable es que se mantengan caracteres
prehispánicos en la entonación americana, tan distinta de la española.
La entonación americana es rica en variantes, extremas subidas y des-
censos melódicos, mientras la castellana tiende a moderar inflexiones,
manteniéndose alrededor de una nota sostenida y equilibrada. Rafael
LAPESA, Historia de la lengua española.) Lapesa rechaza la tesis de Rodolfo
Lenz de influencia aborigen decisiva sobre las letras. En cambio afirma
que «la contribución más importante y segura de las lenguas indígenas
está en el léxico».

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Universidad del Perú. Decana de América
12." El vocabulario, como expresión del mestizaje en el Perú y Amé-
rica abre el campo, por lo tanto, más vasto y colmado para el estudio. En
él podríamos distinguir, en primer término limitándonos al Perú, los
quechuismos. Para Menéndez Pidal el Perú dio el mayor número de voca-
blos aborígenes sobre los otros dos grandes focos, el azteca y el caribe. El
mérito singular de estas palabras no está, sin embargo, en su número
sino en su significado cultural. Por encima de la fatalidad geográfica de
toponimias y nombres de plantas y animales, tales como vicuña o coca,
expresan creaciones sociales tales como los nombres de comidas, de uten-
silios, de instituciones, de costumbres, de estados, todos elementos váli-
dos dentro de la vida presente, como chupe, porongo, ayllu, minga,
cacharpari, huacho. Algunos de estos quechuismos no son peruanismos sino
en su origen porque han adquirido ecumenidad dentro del español como
carpa, candía (recinto amplio), pampa.
E l mestizaje ha influido también en las palabras castellanas dándo-
les un sentido o una emotividad peregrina conforme lo requiere el modo
existencia! de este continente. De las palabras castellanas de escogen
unas y se desechan otras. Hay repertorios de preferencias y repertorios
de ausencias. También hay los peruanismos por omisión, la falta del
vocablo con la cosa designada por la vaguedad del género próximo. Hay
arcaísmos españoles vitales todavía en América. Hay neologismos nece-
sarios y aparentemente innecesarios. Estos últimos pueden justificarse
por su mayor expresividad o precisión sobre los vocablos propios de la
lengua así como hay otros neologismos de ociosa superabundancia. Hay
dentro de los peruanismos, dicciones provinciales, de área restringida y
dicciones que sobrepasan el área nacional o representan invasiones de
distintos focos continentales. E n suma, los peruanismos necesitan
clasificarse por estirpes, fenómenos y extensiones; y también agruparse
en sumas categoriales. Una palabra suelta puede no decir nada, pero
si veinte, treinta, sobre el mismo asunto, conforme lo indica Amado
Alonso (Estudios lingüísticos - Temas hispanoamericanos): «Las palabras
no son sin m á s los nombres que ponemos a los objetos reales, ya de por
sí y de antemano delimitados e individualizados; son un modo de divi-
dir, objetivar, delimitar y coordinar la realidad. La nomenclatura de
los colores, de los animales, de la vegetación, de las estimaciones y deses-
timaciones, de los sentimientos, de la vivienda, de las labores, del tiem-
po, de las acciones, de los procesos [...] Se organiza en íntima codepen-
dencia, como reflejo y a la vez instrumento de las agrupaciones code-
pendientes de los objetos, y las agrupaciones van formando en sus diná-
micas sistemas planetarios y constelaciones dentro de la total galaxia
del idioma».

313
13.° En conclusión, se propone al Congreso aprobar una Resolución
en los siguientes términos:
El primer Congreso sobre Ideas y Proceso del Mestizaje en el Perú;
Considerando
Que el estudio de las modalidades propias del lenguaje contribuirá
al conocimiento de nuestra original concepción del mundo basada en la
influencia del medio y en las aportaciones de dos culturas egregias;
Resuelve:
1 ° Recomendar el análisis del material sonoro, de las formas analógicas y
de los desarrollos sintácticos que nos son peculiares;
2. ° Propiciar una edición crítica del Diccionario de peruanismos de Juan de
Arona, así como la elaboración de un nuevo y vasto «Diccionario de
peruanismos», con los procedimientos lexicográficos modernos; y
3. ° Alentar los estudios de vocabulario en series de términos que compor-
ten coordinaciones subjetivas de la realidad por el hombre peruano.

/ \

314 Universidad Nacional Mayor de San Marcos


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Actualidad en la doctrina gramatical
de Andrés Bello*' 0

Entre el 13 y el 15 de este mes la ciudad de Lima será honrada por ilustres


especialistas en la obra del gran procer civil de América, para un «Colo-
quio sobre Andrés Bello» con motivo de cumplirse este año el segundo
centenario de su nacimiento ocurrido en Caracas el 29 de noviembre de
1781. La Academia Nacional de la Historia, con la colaboración de la
Academia Peruana de la Lengua y otras instituciones afines, ha organi-
zado este certamen que interesa a toda América y España, pero de mane-
ra especial a los países bolivarianos y a Chile, país éste en que desarrolló
la segunda y más notable parte de su luminosa trayectoria. Bellistas de
Venezuela, Colombia, Ecuador, Bolivia, el Perú y Chile participarán en
dicho convivio que será el primero de otros en tributo al genial polígrafo,
educador de un continente, una de cuyas facetas de unitario diamante es
la Gramática.
A manera de pregón del Coloquio, expongo algunas ideas sobre lo
que considero la modernidad de la Gramática de Bello, no obstante su
lejana publicación en 1847.
Bello reorganizó toda la disciplina que venía arrastrando desde el
Renacimiento una arquitectura anquilosada e inmóvil. En toda esta revi-
sión tuvo un equilibrio juicioso, conforme a su esclarecido carácter, de
acuerdo con el dechado que propone Gracián: «Todo gran hombre es
juicioso y todo juicioso es grande». Sus reformas fueron prudentes, con
ofrecimiento anticipado de «docilidad» para las críticas y para la reforma
ortográfica propuso una evolución por etapas a fin de no abrir contras-
tes violentos. E n Gramática también procedió con innovaciones radica-
les pero con un tono respetuoso y aprecio a los basamentos anteriores

6 0
Publicado en un diario de Lima, sábado 11 de julio de 1981. No hemos podido confirmar
el nombre del periódico. Este articulo tampoco figura en la bibliografía de José Jiménez
Borja presentada en la Obra selecta compilada y prologada por Alberto Tauro (Lima:
Academia Peruana de la Lengua, 1986). pN. del E . ]

náP^Syor de
Universidad del Perú. Decana de América
que le merecían aprecio. Era un romántico purificado, según su analista
Edoardo Crema, con emoción y hasta sensualismo, pero sin desorden,
oscuridad o misantropía. En carta al poeta peruano Mariano Nicolás
Corpancho le decía en 1858: «La imaginación y la sensibilidad son dotes
inapreciables que el arte no puede dar [...] pero que no pueden lucirse sin
el arte». Arte era para él «una competente posesión de la Lengua, que es
la primera y más indispensable de las preparaciones del poeta, com-
prendiendo en ella la versificación y el estilo». Ésta fue su inspiración al
renovar la Gramática: dar un arte de comunicación entre los pueblos
recién emancipados para que mantuviesen su unidad dentro del primer
elemento cohesivo que es la palabra. Arte no como procedimiento didác-
tico — que fue el gran error al comprenderlo — sino como ciencia y con-
ciencia del idioma. Cumplía sí el precepto pedagógico: «saber el porqué
de las cosas es saberlas dos veces». Una solidez en el lenguaje culto era
para él un material primario en la edificación monumental de nuestra
América, ya que su libro no estaba destinado a los españoles sino era
«para el uso de los americanos».
No trataré de la riquísima transformación que con aceptación de
España y América realizó en el corpus gramatical, sino en la actualidad
de esta transformación, teniendo en cuenta que como en toda obra huma-
na hay sectores caducos o remisibles.
En 1916, al publicarse el libro de Ferdinand de Saussure Curso de
lingüística general, se produjo lo que se ha llamado una revolución
copernicana, con tres nuevas dimensiones: el estudio sincrónico, es de-
cir en el plano del presente, con prescindencia del discurso diacrónico,
correspondiente a la línea histórica; la autonomía del locutor como fuen-
te de la expresión, con independencia de la lengua general que lo prece-
de y la sucede, diferenciando así el habla y la lengua, lo particular y lo
colectivo; y la emancipación del idioma de la lógica en el paralelismo
pensamiento-palabra, dictado autoritario de Descartes que se acató su-
misamente. Con esa libertad la lengua constituye una forma que determi-
na su método propio. Sus elementos lexicales, sintagmáticos y fonológicos
son un agregado de referencias mutuas, como en el juego de ajedrez, que
obedece a leyes propias. El error, sobre el particular, consiste en confun-
dir forma con sustancia.
Bello, con soberana intuición, cumplió esos tres cometidos en su
Gramática. Trató el idioma en el plano sincrónico. Hizo renuncia a «las
autoridades» o imposiciones de moldes pretéritos, por ilustres que fue-
sen, y describió el idioma actual, aunque usó el ejemplo de clásicos vita-
les como Lope y Cervantes y hasta el Romancero y Berceo, pero en cuanto
fortalecían usos contemporáneos, como los de Moratín o José Joaquín de
Mora, a los que acude con frecuencia. Pero más que los ejemplos litera-

316
Universidad del Perú. Decana de América
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Universidad del Perú. Decana de América
Nostalgia de Pedro Manuel Benvenutto Murrieta
(1913-1978) 61

Nos dejó hace un mes el gran espíritu, el gran señor Pedro Manuel
Benvenutto Murrieta. Tres atributos que confluían a cifrar su personali-
dad. En su espíritu, como él lo dijo de don Felipe Pardo y Aliaga, su
lejano maestro, en acucioso ensayo de 1968, brillaban la tradición, la
cultura y la fe. La tradición entendida como la búsqueda constante de la
identidad de un pueblo, acometida por imperialismos no siempre detec-
tados, sin ser hostil a los cambios racionales; la cultura como un equili-
brio entre sabiduría y expresión, entre sensibilidad y belleza, lejos de la
oscura anarquía; y la fe como el camino sobrenatural de la salvación, con
el complemento de las obras, incluida la justicia social, pero no al revés,
partiendo de ésta para llegar a Dios como epifenómeno, tal como lo pro-
pone cierta teología de la liberación. Creía con los Salmos que «el ven-
gador de la sangre / se ha acordado de los pobres»; pero también que
«cuando abre su mano se beneficia todo ser viviente», sin nuevos alie-
nados, los que algo poseen. Alma profunda, amaba los símbolos como
poderosas concentraciones de ideas, y por eso lo entristecía la declina-
ción, casi final, de la liturgia.
Nacido el 13 de mayo de 1913, en Lima, recibió de su hogar y espe-
cialmente de su madre, mujer inteligente y fina, doña Hercilia Murrieta y
Elizondo, armoniosa formación y amor al pasado evanescente. Ella le
dio la primera noticia de una ciudad crepuscular que se perdía y de otra
antecedente, ya sepultada en el tiempo. Surgió así su curiosidad por unir
en un diorama el cuadro de ambas para lo cual puso en actividad su
oído y su ojo recolectores, buscando información en los archivos y rela-
tos de los ancianos así como en los testimonios todavía en pie de monu-

*' Artículo publicado por el Secretario de la Academia Peruana de la Lengua, don José
Jiménez Borja, al cumplirse el primer mes de la inesperada desaparición del Académico
don Pedro M. Benvenutto Murrieta, acaecida el 1° de julio de 1978. [Publicado también
en El Comercio, Lima, 2-vin-1978. (N. del E.)]

[319]
Universidad del Perú. Decana de América
mentos, vestigios y rincones. Alcanzó todavía a moverse en una urbe
pequeña, coherente, depositaría, en que no había magnificencias ni mi-
serias, y en que las diferentes clases se aproximaban con las mismas
devociones, lenguaje y fantasía. En este ambiente, prolongado en la at-
mósfera francesa del colegio de los Sagrados Corazones, yendo y vinien-
do entre gentes decidoras y casas llenas de murmullos y añoranzas, se
desarrolló su vocación memorialista. El memorialista describe lo que ve
como persistencia del pasado y reconstruye lo que ya no existe, infun-
diéndole animación, color y poesía, completando la perspectiva que ro-
deó a los seres desaparecidos de quienes se ocupa la historia, sin preocu-
parse generalmente de este entorno. Don Ramón de Mesonero Romanos,
autoridad suma del género ante las modernas «suntuosidades» que se
superpusieron al viejo Madrid de principios del diecinueve, cree indis-
pensable el mensaje al futuro de lo que llama «mágicos recuerdos», para
que se pueda comprender la atmósfera en que discurrieron, tanto perso-
najes ilustres como anónimas turbas. Esto es lo que hizo Benvenutto
Murrieta con Lima de fines del siglo pasado y primeras décadas del
presente, a los diecinueve años, en la sorprendente prematuridad de su
ingenio. El vio el hospicio Manrique de la placita de la Recoleta y habló
con sus añejas moradoras, pero no vio a don Francisco García Calderón
ni su elección como Presidente de la República el 22 de febrero de 1881
en su casa, contigua a dicha placita, y, sin embargo, está expresa la acua-
rela contemporánea salpicante de bullicio, miniaturas y matices. Quince
plazuelas, una alameda y un callejón, publicado en 1932, con prólogo de
Jorge Guillermo Leguía, es el precioso continente de todo aquello y un
libro ya clásico en nuestra literatura. Leguía lo saluda como continuador
de nuestros tradidonistas e indica la admiración intelectual que desde
1929 tenía por el adolescente de dieciséis años, alumno de quinto año de
Media, que colaboraba en el Boletín Bolivariano de su dirección, y a quien
él, sin conocerlo personalmente, suponía un erudito de madura edad. A
esta erudición de documentos y consejas, de ciencia y populismo, unió
desde el principio el dominio de una redacción señera, precisa y genero-
sa, con tendencia a la oración amplia pero sin solemnidad ciceroniana,
matizada con travesura confidente, de sabor criollista: solidez y levedad
al mismo tiempo por el broche secreto del arte. Un lirismo puro encierra
el opúsculo Aguinaldo limeño (1956) que recoge cinco relatos para niños,
como si fuesen grabaciones del habla encantadora e ingenua de nuestro
pueblo, revelando su riqueza imaginativa y su tesoro mítico.
Por lo que escuchaba del coloquio vernáculo, pasó Benvenutto a la
lingüística severamente técnica en la que ha dejado un volumen de inex-
cusable consulta, El lenguaje peruano (1936), como sucedió en Alemania
el siglo pasado con otro gran recogedor de la leyenda infantil, Jacobo

320 Universidad Nacional Mayor de San Marcos


Universidad del Perú. Decana de América
Luis Grimm. Ese libro es un tratado amplio, con los fundamentos cientí-
ficos de que disponía entonces, que ha merecido el aprecio crítico de
autoridades españolas y americanas y que es el primer planteamiento de
un ensayo descriptivo de nuestro castellano. Allí reanuda, después de
más de medio siglo, los trabajos sobre el mismo campo que iniciara Juan
de Arona. Esta especialidad lo elevó muy pronto a la docencia universi-
taria, primero en su Alma Máter, la Universidad Católica del Perú y
luego en la Universidad de San Marcos para culminarla en el Rectorado
de la Universidad del Pacífico, donde acababa de cumplir, poco antes de
su muerte, brillante acción renovadora. Tenía planes más vastos para
sus estudios de lenguaje, pero contrariamente a lo que puede suponerse
y como ya se ha observado, la carrera universitaria en nuestro medio,
con sus limitaciones para la investigación, con el peso de su rutina peda-
gógica y con su turbulencia intermitente, no favorece, ni favoreció en este
caso, las vetas de una rica capacidad creadora.
Siendo su entierro humilde por propia disposición, de acuerdo con
el ascetismo con que pasó y concluyó su existencia, una multitud silen-
ciosa de grandes señores, de ancianas que recibieron el beso de su cari-
dad y de modestas personas, de toda condición étnica y social, lo despi-
dió con profunda emoción en el cementerio del Angel. Parecía que la
entera ciudad que él redescubrió como plata martillada, vieja y gentil, le
daba el último saludo. La misma ciudad que don Ramón del Valle-Inclán,
por todo calificativo, llamó «Lima la lueñe».

321
Decana de América
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vi. ALGUNOS DISCURSOS
EN LA ACADEMIA

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[Alberto Escobar]

Ocupa hoy una silla de nuestro Cuerpo Literario Alberto Escobar


Zambrano, signo encumbrado de las letras nacionales, con trayectoria
patricia, desbordada en la poesía, la crítica literaria, la instalación de
técnicas antes desconocidas, los estudios científicos del lenguaje, el em-
peño de selector y suscitador de obras ajenas y la cátedra universitaria
en que ha dejado escuela. Su presencia enriquece nuestro personal y
ensancha las posibilidades de peraltar la obra común.
Singularmente grato es para mí comprobar la satisfacción con que lo
acogen todos sus nuevos compañeros porque desde su primera juventud
entre las viejas paredes de San Marcos lo reconocí como depositario de
ideales superiores, sueño ferviente en los sentidos y señorío que enaltece
su trato. En la plenitud de la vida y quedándole mucho camino por de-
lante, su talento y consagración hacen ya densa su obra intelectual. Hay
un paralelismo que se cumple armoniosamente entre su vocación por el
estudio y su genitora capacidad de escribir. Como las dos columnas de
un arco se pueden seguir sus cursos académicos, becas, estancias en
universidades extranjeras, y la serie de concomitantes publicaciones.
Ingresa en San Marcos en 1946 y opta el grado de Bachiller en 1952 y el
de Doctor en Literatura en 1958. Pero entre uno y otro grado cumple la
peripecia de fecundos viajes a Italia en 1952-53 donde inicia su especia-
lización en Lingüística en la Universidad de Florencia, especialización
que más tarde consolida en España en las Universidades de Salamanca
y Madrid. Entre 1955 y 1957 ahonda este campo y lo amplía a la Estilís-

* ;
Publicado con el titulo «Discurso de respuesta [en la incorporación de Alberto Escobar]»
en el Boletín de ¡a Academia Peruana de ¡a Lengua. n.° 11, Lima, 1976, pp. 35-40.
6 1
Su tesis de Bachiller, Contribución para un estudio del cuento y de la novela, se encuentra
en la biblioteca de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas de la U N M S M registrada con
el código «LÍ/23/Bc». Asimismo, la tesis de Doctorado de Alberto Escobar (Realidady
estilo en «La serpiente de oro») se halla en el mismo lugar, con el código «Lc/079/A».
[N. del E . ]

[325]
/ersidad del Perú. Decana de América
tica y c o n c e p t u a c i ó n m o d e r n a de la Literatura e n A l e m a n i a , d o n d e se
g r a d ú a nuevamente de Doctor en la U n i v e r s i d a d d e M u n i c h , o s a d í a aca-
d é m i c a rara vez efectuada por u n peruano, a lo que se unen estancias en
las U n i v e r s i d a d e s de C o r n e l l y Puerto Rico. E n 1958 se incorpora a la
docencia en la Facultad de Letras de su A l m a M á t e r , ta U n i v e r s i d a d de
S a n Marcos. Para entonces la U n i v e r s i d a d se ha incrementado en pro-
p o r c i ó n y calidad y e s t á apta para la generosa ofrenda que le va a tribu-
tar en excelentes l í n e a s l i n g ü í s t i c o - l i t e r a r i a s . H u b o siempre algunos pro-
fesores con ansias de r e n o v a c i ó n , pero la pobreza y la estructura m i s m a
eran h i e r á t i c a s y g é l i d a s . N a d i e salía fuera del p a í s a perfeccionarse y
c a d a cual se autoformaba como p o d í a . A estas n u e v a s promociones se
les ofrece u n p a n o r a m a distinto, aunque t a m b i é n es cierto que a b u n d a n
los becarios que v a n y vienen sin que n a d a aporten. Escobar es u n ejem-
plo de los que a p r o v e c h a n con a v i d e z c a d a una de estas oportunidades
y a ello le debemos que sea fundador de disciplinas antes s ó l o avizoradas
por la inquietud de algunos. E s e a ñ o de 1958 inicia la e n s e ñ a n z a de
F i l o l o g í a R o m á n i c a y de I n t e r p r e t a c i ó n de Textos, y en 1963 T e o r í a y
A n á l i s i s L i n g ü í s t i c o s . C o n ello otorga altura a esta clase de estudios que
otros de s u s colegas t a m b i é n elevan en á r e a s equivalentes. D e lo que
atesora y transmite q u e d a r á n hitos en nuestra e v o l u c i ó n cultural. T a m -
b i é n de lo que crea en í n t i m a r e l a c i ó n con esta irradiante s a b i d u r í a .

D e s d e que fue a l u m n o e s c r i b i ó poemas de exquisita evanescencia,


r u m o r de pasiones y codicias estelares, cernidas p o r una e x p r e s i ó n i n -
transferible. De misma travesía se llama el poemario inicial, de 1950, al que
siguieron Cartones del cielo y de la tierra, en 1952, que m e r e c i ó el Premio
N a c i o n a l de P o e s í a , Diario de viaje en 1958 y País lejano en 1959. Nues-
tros poetas fallecen prematuramente pero ha habido resurrecciones glo-
riosas, la que en este caso no sería de sorprender. Partiendo de las costas
de la m ú s i c a , no es e x t r a ñ o por eso que en los altamares de la critica
literaria mantenga una sensibilidad, u n equilibrio, u n toque final de gusto
que es elemento no complementario sino esencial. A s í lo demuestra en
sus a n á l i s i s de la literatura p e r u a n a . Ellos e s t á n contenidos p r i n c i p a l -
mente en tres libros: La narración en el Perú en 1956 y 19[60] y Cómo leerá
Vallejo en 1973. L a critica literaria ejercitada por Escobar es la contempo-
r á n e a , asentada por él en nuestro p a í s , y que a m i juicio no ha tenido
s u p e r a c i ó n . Consiste en alejarse del impresionismo tradicional, de pura
i n t u i c i ó n , s i n e x p l o r a c i ó n y rastreo s i s t e m á t i c o s , e implantar u n des-
montaje de relojería, casi una m e c á n i c a de p r e c i s i ó n , siguiendo determi-
nadas reiteraciones en lo profundo y caracteres emergentes en lo exter-

6 4
E l año de la desaparición de Alberto Escobar, 2000, postumamente el Fondo Editorial de
la Universidad de San Marcos publica su poesía completa intitulada por su autor Mural
(Lima: Fondo Editorial U N M S M , 2000, 110 p.). con prólogo de Marcos Martos e
introducción de C . E . Zavaicta. [N. del E . ]

326
Universidad del Perú. Decana de América
no, en aplicación de lo que D á m a s o Alonso ha llamado «la ciencia de las
formas predilectas». Ésta es una tarea de laboratorio, una histología so-
bre el flanco escogido en que al principio no se percibe sino el m é t o d o
pero que paso a paso nos lleva al final deslumbramiento. E l dispositivo
pudiera parecer en exceso mecanicista; pero Escobar sabe infundirle un
soplo personal que escapa a toda f ó r m u l a preconcebida, a toda cifra
matemática, porque proviene de su adivinación poética, es decir, de lo
menos computable que encierra dicho horizonte. Así lo ha verificado
sobre tres grandes figuras de nuestras letras: el Inca Garcilaso de la Vega,
Ricardo Palma y César Vallejo. Del Inca Garcilaso ahonda su alma mes-
tiza de ternura titubeante t o d a v í a y su carácter de i n t é r p r e t e , a ratos
trágico, entre las dos vertientes de sangre que iban a constituir la nacio-
nalidad. Exalta la palabra quechua inmersa en el c o r a z ó n del Inca, amo-
rosamente maternal, al lado de la palabra castellana centelleante de l u -
ces del Renacimiento: el valor m á g i c o de un mensaje y el valor raciona-
lista del otro, sin que este ú l t i m o enturbie la lejanía sentimental y erecta
de su alma primigenia. De don Ricardo Palma elimina sin lugar a dudas
el concepto de pasadista o adorador de la Colonia, acentuando su actua-
lidad conforme a los dechados burgueses de su tiempo que sólo busca-
ban en el pasado remoto y aun en el inmediato vivido, una motivación de
liberalismo, belleza, romance, gracia, ironía. Sella el egregio estilo de
Palma con la impronta de la oralidad. Del minucioso cotejo entre los
primeros textos y los ú l t i m o s fluye una constante de a p r o x i m a c i ó n al
coloquio popular opuesto a la solemnidad y ceremonia del lenguaje es-
crito. C o n respecto a lo que es una tradición, aunque la desintegra para
disectarla, concluye en la modestia de que la última alquimia es un se-
creto del autor, reconocimiento a las limitaciones de una norma y tributo
a las e n e r g í a s arcanas del ser. E l avance sobre César Vallejo dicotomiza
su poesía en la fase de «canciones del h o g a r » que recargan los Heraldos
negros y Trilce, c o n d e n s a c i ó n tierna y patética de cuanto se puede sentir
del padre y de la madre, de la infancia conjunta con los hermanos, en el
pueblo perdido entre las cuencas andinas, dulzura trizada por la ausen-
cia y por la muerte; y en la fase de Poemas humanos y España aparta de mí
este cáliz, en que ese mismo desesperado amor se sublima en una catego-
ría universal, comprende a la globalidad de los hombres y se llena de fe
y de temblor metafísico. L a incisión sigue rigurosamente la intensidad
de los símbolos que trascienden lo anecdótico o pintoresco para abarcar
apotegmas grandiosos, estrujamientos lacerantes de la condición huma-
na y esperanzas luminosas del porvenir de la especie. E n el denso volu-
men Cómo leer a Vallejo, Escobar nos entrega algo m á s que una guía para
«el amable lector», como p o d r í a juzgarse por el recato del título, sino una
teoría integral de la obra, con erudición exhaustiva sobre un tema que ha

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inquietado al m u n d o c o n t e m p o r á n e o , en todos los pueblos y en todas las
lenguas, verdadero tributo de la cultura del P e r ú a s u m á x i m o exponente
en nuestro siglo. L o s fundamentos procesales de esta clase de investiga-
ciones que e x p u s o en la c á t e d r a universitaria e s t á n contenidos en el
libro La partida inconclusa [1970 y 1976], que es u n a noble entrega para el
r e m o z a d o tratamiento de la v a l o r a c i ó n literaria.
F i n a l m e n t e debo resaltar la antigua pero a h o r a m á s intensa y siste-
m á t i c a a p l i c a c i ó n de su h u m a n i s m o a la L i n g ü í s t i c a G e n e r a l y A p l i c a -
da. Se ha d e d i c a d o estos ú l t i m o s a ñ o s con e j e m p l a r fervor y s e v e r i d a d
c i e n t í f i c a a la e x p l o r a c i ó n casi intocada del laberinto i d i o m á t i c o del P e r ú ,
como acabamos de comprobar hace pocos momentos. Utiliza a este efec-
to u n instrumental d e p u r a d o que percibe los sonidos del habla en sus
contrapuntos m á s sutiles, el alargamiento, c o n t r a c c i ó n , cambio o e l i s i ó n
de u n a vocal; la p a r a l i z a c i ó n de u n a s í l a b a , la inestabilidad acentual;
fija los contrastes s i n t a g m á t i c o s en la h o r i z o n t a l i d a d o en la verticali-
dad; acepta en fin cuanto hay de peregrino e n esta o r q u e s t a c i ó n del decir
y del contradecir nacionales. E s crecido el n ú m e r o de comunicaciones a
C o n g r e s o s y de ensayos publicados en revistas de c a l i d a d m u n d i a l , en
distintos idiomas, principalmente i n g l é s y a l e m á n . De 1972 es s u libro
Lenguaje y discriminación social en América Latina, e n que el resultado de
todo este descriptivismo es llevado a lo social, v o l c a n d o la ciencia p u r a
en la palpitante realidad de nuestros pueblos d o n d e la lengua juega u n
papel decisivo en la d o m i n a c i ó n y l i b e r a c i ó n , c o m o eje p o l í t i c o , social y
cultural. S u p o s i c i ó n es con frecuencia radical pero n u n c a jacobina, su
temperamento discursivo distribuye proporciones y equidades y lo aleja
de la v o c i n g l e r í a que el tema ha suscitado recientemente. Sobre todo,
busca el ideal superior de la c o m u n i c a c i ó n h u m a n a para la m a y o r coin-
c i d e n c i a entre los i n d i v i d u o s y los g r u p o s y no p a r a el escarnio o la
injusticia entre ellos. Porque para é l el vocablo, por h u m i l d e que sea tiene
u n a resonancia a n í m i c a que lo conecta a u n estar del sentimiento, a una
f i g u r a c i ó n del m u n d o , a u n tejido de la cultura de c a d a n a c i ó n . F o r m a d o
yo en el idealismo vossleriano no s é si y a olvidado por los sobrecogedores
cambios que experimenta la L i n g ü í s t i c a , no p u e d o menos que a d m i r a r
esta t e n s i ó n vital hacia lo hondo de la conciencia que i l u m i n a c a d a uno
de los trazos a n a l í t i c o s de Escobar. De ellos no p u e d e s u r g i r guerra sino
fraternidad entre el castellano y las lenguas a b o r í g e n e s y entre el caste-
llano y sus diferencias dialectales puesto que la u n i d a d nacional las
c o m p r i m i r á en la c o m p r e n s i ó n y el amor. L o f u n d a m e n t a l es que hable-
mos no e n distintas lenguas y dialectos sino que hablemos con fraterni-
dad y s ó l o con la boca de la fraternidad. Porque en la isla de la Tempestad
shakespeariana h a b í a u n monstruo con cuatro patas y dos bocas. Por las
dos bocas hablaba asombrosamente i n g l é s , pero c a d a u n a de las voces

328
Universidad del Perú. Decana de América
que e m i t í a e r a n distintas. S e g ú n el texto, « s u v o z de delante le s e r v í a
para hablar bien de sus amigos y s u v o z de a t r á s para articular palabras
viles y hablar m a l de s u s a m i g o s » . Esta d u p l i c i d a d , a u n q u e les m a r a v i -
llaba que u n ser tan raro hablara en su p r o p i a lengua, es lo que m á s
conturbaba a los oyentes, i n c l u s i v e a C a l i b á n . Por lo d e m á s los i d i o m a s
no son garfios que i n m o v i l i z a n a los grupos sociales; son ante todo e s p í -
ritu y el e s p í r i t u es d i n a m i s m o y c r e a c i ó n . N o h a y n i n g ú n p a r t i c u l a r i s -
m o que no p u e d a convivir, integrarse, absorber o por ú l t i m o desvanecer-
se como u n perfume h i s t ó r i c o . C i r c u n d a n d o y vigorizando esta t e m á t i c a ,
h a c í a el plano de lo m á s reciente, Escobar ha editado e n c o l a b o r a c i ó n
con José Matos M a r y G i o r g i o Alberti Perú ¿país bilingüe? y con c a r á c t e r
de compilador y t a m b i é n de colaborador once ensayos bajo el título de El
reto del multilingüismo en el Perú, e n 1975 y 1972, respectivamente.
S a l u d o a A l b e r t o Escobar c u a n d o las puertas de la A c a d e m i a se
abren para h o n r a r la a l t í s i m a c a l i d a d de s u obra.

329
Universidad del Perú. Decana de América
Universidad Nacional Mayor de San Marcos
Universidad del Perú. Decana de América
[Luis Alberto Sánchez)'

L a Academia Peruana de la Lengua me ha conferido el grato honor de


dar la bienvenida a L u i s Alberto S á n c h e z cuando cruza el pórtico de
aquélla para convertirse en uno de sus m á s eminentes Miembros de
N ú m e r o . Derecho a ello y a lo tenía «desde hace muchos años» como dijo
D á m a s o Alonso al ofrecerle el agasajo con motivo de su nombramiento el
28 de abril de 1980, al terminar el vm Congreso de Academias de la Len-
gua E s p a ñ o l a celebrado en nuestra capital. Pues, tarde o temprano,
Sánchez y a está plenamente entre nosotros y quisiera saludar su presen-
cia no sólo con el afecto de nuestra generación sino con la luz de la crítica
que se vuelve escasa para una personalidad tan caudalosa y potente, tan
azogada y múltiple. Porque al querer encerrarlo en u n enfoque global me
da la sensación de fascinantes y esquivos espejos, dentro de los cuales
vibra toda la sensibilidad de nuestro tiempo.
Estamos, sin embargo, en la Academia y me debo a su disciplina
silogística aunque la inmensidad de la p r o d u c c i ó n y su r i q u í s i m a m u -
danza se colisionen con la brevedad obligatoria de estas líneas. E s u n
escritor adolescente en el Boletín de su colegio, desde cuyas p á g i n a s sal-
ta a las revistas escogidas de su época. S u curso natural f u e una r á p i d a
fluencia en el periodismo literario, g é n e r o de categoría en los primeros
tres decenios de este siglo, ornamentado con las firmas de M a r i á t e g u i ,
Valdelomar, Carrillo, Porras y Basadre. Junto al de ellos su nombre atrae
a los lectores y nace el nexo de S á n c h e z con las masas, porque sin dejar
de ser selecto ha sido siempre una voz de multitudes, especie de socie-
dad a n ó n i m a inconmensurable de la que es el ú n i c o miembro del direc-
torio, situación que c o n v e n d r í a a los m á s ambiciosos empresarios. Sobre
su traslúcida, nerviosa corriente de lenguaje adquirida en ese periodis-
6 Í
Publicado con el título «Discurso de respuesta [en la incorporación de L u i s Alberto
Sánchez]» en el Boletín de ¡a Academia Peruana de la Lengua, n.° 16, L i m a , 1981, pp.
45-52.

[331]
Universidad del Perú. Decana de América
mo literario, floreció la erudición. En el encuentro de los años diez y los
años veinte, la sabiduría de Menéndez Pelayo, con ser fría y lejana, y la
inmediata de solidez imponente de Riva-Agüero, caen en su red juvenil
pero no para repetirlas. No es un continuador sino el creador de un
nuevo sistema de erudición solidaria a Ja vida. Su ritmo se caracteriza
desde el primer momento de Los poetas de la revolución y Los poetas de ¡a
Colonia por la investigación auténtica expresada con agilidad, penetra-
ción y confidencia. Ha nacido su excelsa cualidad de comunicarse con
todos en un tono familiar sin que decaiga la nobleza y brillantez de las
ideas. Es la «difícil facilidad» de los romances viejos, tan festejada a
través de los siglos. Esta seducción puede ser explicada de distintas
maneras a la luz de la estilística, pero en última instancia será siempre
un secreto de arte, una refulgencia arcana. En 1928 nos sorprendió con
lo que se ha considerado su obra principal: La literatura peruana. Derrotero
para una historia espiritual del Perú, entonces con sólo dos tomos, pero que
ha ido creciendo en sucesivas ediciones, con nuevos horizontes, estima-
ciones y escolios, hasta alcanzar carácter monumental. Pero antes ya en
1922 había publicado su Elogio de don Manuel González Prada, clarinada
en tomo a una figura preterida, e m p e ñ o continuado insistentemente; en
1927, Don Ricardo Palma y Lima que rectifica posiciones y ahonda el nexo
del tradicionista con su ciudad y el mismo año Góngora en América. El
Lunarejo y Góngora, homenaje al tricentenario de la muerte del genial
poeta, redescubierto por la generación que lleva el nombre de aquel año,
coincidencia de un ánimo alerta a toda palpitación. Tres libros que cons-
tituyen una premonición de su largo e intenso trajín por siglos de litera-
tura nativa. El esquema sobre ésta es peregrino. No encontramos el tradi-
cional boceto de época, la biografía del autor, la exposición de la obra y la
crítica correlativa, sino un sondeo en múltiples direcciones para identi-
ficar literatura y cultura, una búsqueda de la fisonomía colectiva a través
de lo indígena precolombino y actual, de lo español transculturado, del
mestizaje y del criollismo, sin descuidar las influencias exóticas africa-
na, oriental, francesa, sajona y germana, así como las interacciones ame-
ricanas, hasta llegar a la fijación de constantes que conforman la más
aproximada figuración del rostro de nuestro ser. Para ello hay acopio de
recóndita información proveniente de códices y legajos, crónicas y edi-
ciones remotas, pero siempre con sus propias palabras «erudición no
molestosa», tomando a las personalidades como símbolos de una ebulli-
ción comunitaria que podría llamarse «espíritu nacional». Adelantán-
dose a Vallejo en su idea [de] que «toda obra o expresión genial viene del
pueblo y va hacia él» dice textualmente: «Busco la raíz de muchos fenó-
menos en el pueblo porque creo que la literatura es, ante todo y sobre
todo un fenómeno social, de origen popular». Así aquellas personalida-

332
Universidad del Perú. Decana de América
des son estimadas, antes que cumbres solitarias, floraciones de estratos
subyacentes que las potencian y nutren desde su raíz. Escritores de esti-
lo no acabado pero exuberantes de vida, de savia ascendente del paisaje
y del pueblo, como Manuel Ascencio Segura o Abelardo Gamarra, ad-
quieren en su juicio significación restauradora. L a g e o g r a f í a , la política,
el motín, la calle, las mujeres, el coloquio familiar, asumen tanta impor-
tancia como la corte, la Universidad, la jurisprudencia o la teología, el
arte oficial o las ciencias puras. Por algo este vasto y versátil tratado se
inicia con una bella d e s c r i p c i ó n de lo que es el p a í s desde el mar fresco
hasta la selva embriagadora, sobre el cual flota el s u e ñ o de la poesía
como una exhalación pánica.
L a m e n c i ó n de todos sus libros y trabajos será tarea bibliográfica
pasmosa, desde lejanas y extintas revistas hasta su Cuaderno de bitácora
ahora grabado por la radiotelefonía y que nos sacude cada m a ñ a n a con
su voz magistral a la vez que asequible, mezcla de autoridad y llaneza,
en que «lo bueno, s e g ú n el principio de Gracián, si breve, mejor». E l
amplio volumen Pasos de un peregrino son errante..., recolección antológica
con meditada p r e s e n t a c i ó n de Jorge Puccinelli, en que hay desde libros
completos, capítulos principales de libros y ensayos perdidos en revis-
tas y diarios, así como una breve muestra del mencionado Cuaderno de
bitácora, da una idea de lo enriquecedora que p o d r í a ser para la cultura
nacional la publicación de sus obras completas, anhelo que recojo como
una aspiración u n á n i m e de sus compatriotas. Pero siendo imposible
mencionar todos sus títulos, no puedo dejar de referirme a algunos re-
presentativos sobre los y a glosados porque conllevan la p e n e t r a c i ó n de
otros fascinantes territorios. H a cumplido con refinamiento el g é n e r o de
la biografía de ambiente novelesco, con m í n i m o de fantasía y excitante
vitalización del fondo documental. Su Don Manuel es en este campo la
medalla perfecta, tal vez por la devoción a la figura de G o n z á l e z Prada y
por la calma que lo llevaron al cincelado de una a r t e s a n í a maestra. E l
hecho se repite con variaciones en El señor Segura, hombre de teatro y en
Aladino o vida y obra de ¡osé Santos Chocano. E l personaje aparece siempre
cruzando la selva de sus circunstancias, en el sentido que Ortega le dio a
esta palabra, pero como a la vez que personaje es un dios de las letras, al
lado de aquéllas se abre el compartimiento crítico, la valoración escindida
y total de la obra. Esta serie comprende Haya de La Torre o el político,
Garcilaso Inca de la Vega, el primer criollo, Flora Tristán: una mujer [sola]
contra el Mundo. Valdelomar o la belle époque, sobresale para quienes ca-

** E l Fondo Editorial de la U N M S M y el Instituto Luis Alberto Sánchez reeditaron el libro


de Sánchez (Una mujer sola contra el mundo. Flora Tristán) en la Serie Clásicos
Sanmarquinos (Lima, 2004, 195 p.). Ésta edición lleva un «Discurso (a manera de
prólogo)» que Jiménez Borja ofreció en 1956 con motivo del retomo de Sánchez al
Perú. L a edición aquí citada lleva también una presentación de Marco Martos. [N. del E.]

idad Nacional Mayor 333


ersidad del Perú. Decan
minamos con el siglo y porque el mismo autor participa del reparto
— hay en el libro un dibujo de mano de Sánchez del rostro de Valdelomar—
por la ternura que envuelve el ambiente, por las perspectivas que rodean
al a ñ o 1916, signo p e q u e ñ o pero verdadera génesis de la literatura mo-
derna del Perú.
Hombre de viajes, en parte libres y en parte forzados, con frecuencia
se ha visto frente a personajes integrales, de compleja a n a t o m í a y alma
múltiple: los países. La energía plástica de su estilo, la p e n e t r a c i ó n psi-
cológica de su ingenio, su vocación multitudinaria, han facilitado la
interpretación de ellos. Un sudamericano en Norteamérica, La tierra del
Quetzal, Reportaje al Paraguay, Visto y vivido en Chile, son sus enfrenta-
mientos pictórico-sociales con aquellas comarcas. Pero toda esta aptitud
la ha volcado de preferencia, con amoroso deleite, en uno de sus libros
mejores: El Perú, retrato de un p r ó adolescente. Páginas escritas en el exilio
en 1956, tienen la a t m ó s f e r a poética de la nostalgia pero t a m b i é n el rea-
lismo de la estadística y el martillazo del impaciente, un verdadero cua-
dro como los de Laso o Sabogal, con nuestro paisaje vibrante al fondo de
la tela y el personaje de humanidad desgarrada en primer plano, aunque
todo se ilumina con un fulgor de esperanza.
El ensayo, esa libre ondulación del pensamiento entre digresiones y
alusiones vaporosas, que parece tan fácil y puede ser d e s p e ñ a d e r o irre-
parable, tiene en Sánchez un género de brillantez originalísima. Su salto
felino, su toque de esgrima, su contradicción aparente, su risueña ironía
junto al razonamiento sólido y la diafanidad expositiva se deslizan ha-
cia finales conclusiones. A l ensayo pertenecen ¿Existe América Latina?
Respuesta que no, pero que sí, con análisis en su épico caos en la natura-
leza y en el hombre, en los fragmentos que se cohesionan hacia una
integración afirmativa. América, novela sin novelistas es otro ensayo que
sin desconocer la narrativa meritoria hasta 1933, fecha de la primera
edición, la pone en contraste con la aventura geográfica del continente,
novela cósmica desmesurada y con su prehistoria e historia de estriden-
cia romántica, llenas también de materia novelesca. Vida y pasión de la
cultura en América es una excursión polémica en torno a la pasividad de
lo transculturadode Europa y la reacción genitora de americanos como
Whitman, Poe, Emerson, Bello, Rubén Darío, que contrainfluyen en E u -
ropa determinando nuevas direcciones al pensamiento y al arte. Balance
y liquidación del novecientos es asimismo otro estudio controversial en que
se extinguen los violines y los cisnes del modernismo y aparecen las
fuerzas de solidaridad con la vida, con el hombre, con la sociedad, en un
mensaje auténtico. Considero que a la generación novecentista la ha tra-
tado a veces con excesiva severidad y que su arielismo fue el deber de su
tiempo. E n los presentimientos de R o d ó hay todo un programa de

334
Universidad del Perú. Decana de América
antiimperialismo. Se puede repetir el juicio de Braulio Saez sobre un
gran erudito brasilero: «El padre de la crítica, como todos los padres, fue
injusto en algunas ocasiones». Maestro desde adolescente y que no acep-
ta jubilación, Luis Alberto no podía dejar de consagrar uno de sus mejo-
res ensayos a la e d u c a c i ó n superior como lo hace en La universidad no es
una isla. Para ello tiene la experiencia y el prestigio mejores en nuestro
país. A la vez que documentado de un largo proceso de m á s de medio
siglo, revelado por cifras y pormenores administrativos, es una filosofía
estructurada sobre la f u n c i ó n de la U n i v e r s i d a d como la m á s alta
promotora de la cultura nacional, centro de un sistema nervioso en ex-
p a n s i ó n y no una isla de vanidad intelectual. Están estudiadas las Re-
formas, desde la primera de 1571, la mayoría inútiles esfuerzos formales,
la lucha entre el humanismo y el tecnicismo que debe tener solución
armoniosa, la participación de los alumnos en el gobierno, institución
colonial que José Antonio Encinas restableció en 1931 con su colabora-
ción, ensayo fugaz que d e s a p a r e c i ó en 1933, y que él restableció en su
Rectorado de 1946. E n ambas ocasiones el sistema f u n c i o n ó sin caer en
el fanatismo d e m a g ó g i c o . Puntualiza el carácter de las Facultades, aho-
ra de tanta actualidad cuando hay el acuerdo general de restaurarlas y
fija el papel de la investigación y de la d i f u s i ó n del saber como responsa-
bilidad del claustro, tan premiosa como la f o r m a c i ó n profesional. E n fin,
un libro de plena actualidad. E n otro libro c o n g é n e r e , La universidad en
América Latina, atalaya el mismo problema a extensión continental.
Pero en Sánchez hay siempre un retorno a la literatura de m á s afini-
dad estética. Por eso dejando de lado su ponderada Historia de América y
otros alcances en este campo que lo han llevado hace tiempo a la Acade-
mia de la Historia, me referiré para cerrar este esbozo a las obras m á s
recientes: Escritores representativos de América, en dos series, impresas por
prestigiosa editorial de España, que patentiza la amplitud de su hori-
zonte crítico, encerrando en sendas m o n o g r a f í a s toda la inteligencia
americana de nuestro tiempo; El Doctor Océano, estudios sobre don Pedro de
Peralta Barnuevo, tema insondable pero digno de su sabiduría sobre nues-
tro conceptismo, cohesionado con elegante poder; y Testimonio personal,
memorias, en cuatro tomos terminados en 1976, pero que pueden exten-
derse, en que el abandono de la confidencia se mezcla con la dignidad
del pensamiento, el lirismo de la evocación con la línea geométrica de la
realidad, sin que falte el frenético dardo al tratarse de los extremos de
lucha. E n este amplio lienzo empapado de poesía, bordado de a n é c d o -
tas, salpicado de amor, de alegría y de sangre, la gente del futuro encon-
trará un venero de información de nuestro siglo, y p o d r á identificar a un
agonista de su turbulencia. Porque en esta obra literaria no se puede
separar al hombre del escritor. A l hombre que vivió con lealtad y sacrifi-

335
Universidad del Perú. Decana de América
ció S U S ideas políticas, que decoró a su patria en el destierro, que s u b i ó
hasta lo m á s alto y fue despojado hasta lo m á s í n f i m o , que es portador,
por lo tanto, de un mensaje de talento, levedad y sutileza; pero también
de honda raíz telúrica, de desgarramiento humano y de identificación
con el ser nacional.
Entregarse así al tumulto de las horas y a las pulsaciones de la vida
es en el famoso poema de Walt Whitman No me cierren tas puertas es otro
libro sin título y sin texto, para el cual efectivamente se cierran las puer-
tas de las bibliotecas. No obstante es un verdadero libro, s e g ú n las pala-
bras del poeta, escrito con el fuego de la guerra y sobre cuyas p á g i n a s se
queman las letras.

336
Universidad del Perú. Decana de América
[Javier Sologuren]

L a Academia Peruana de la Lengua celebra hoy el acto m á s significativo


de su calendario anual al conmemorar el Día del Idioma, coincidiendo
con un aniversario m á s de la muerte de Cervantes, genio en cuya obra se
resumen las fluencias estéticas que le dieron esplendor solar a nuestra
habla.
E s fecha consagrada a meditar sobre la materia m á s sutil y cohe-
sionante del espíritu: el lenguaje que hace posible el tránsito del pensa-
miento de cerebro a cerebro y teje la trama luminosa sobre la que descan-
sa la sociedad. E l homo sapiens llega a serlo desde que es homo loquens, es
decir, desde que habla con el grito o con el gesto m á s rudimentarios
haciendo posible el nexo para el trabajo diversificado, el pacto social que
no es un simple s u e ñ o de Rousseau, sino realidad incesantemente reno-
vada y perfeccionada, cada minuto de nuestra vida colectiva. Pero este
valor objetivo de maravillosa capacidad constructora, parte de una yema
intelectual eminentemente subjetiva. Hablamos porque pensamos y pen-
samos con palabras. Desde su interior, en lo que se ha llamado «la sole-
dad del a l m a » , el hombre habla sin mover los labios, es decir, se habla a
sí mismo en un portentoso desdoblamiento del espíritu y luego de oírse y
aprobarse, a veces en largo debate silencioso, profiere el mensaje percep-
tible por el camino de sus cuerdas vocales y el o í d o del oyente. Esta
riqueza interior edifica la personalidad creadora y es reconocida por la
Lingüística desde Platón hasta Chomsky.
Luego el lenguaje representa un valor colectivo tanto como un valor
íntimo y debe ser objeto de nuestra reverencia como tesoro de la comuni-
dad. Esta reverencia no supone un purismo estático que se achaca como
lugar c o m ú n a las Academias, las cuales han evolucionado por su parte,
sino un respeto a su poder genitor de cultura, en crecimiento y reforma
6 7
Publicado con el título «Palabras [en la incorporación de Javier Sologuren]» en el Boletín
de ¡a Academia Peruana de la Lengua, n.° 14, Lima, 1979, pp. 9-11.

[337]
Universidad del Perú. Decana de América
incesante como aquélla, sin perder su estructura fundamental que lo
hace identifícable.
En el caso del castellano se trata de la tercera de las lenguas del
mundo, después del chino mandarín y del inglés, hablado ya casi por
trescientos millones de personas y luz de un universo sociológico varia-
do y rico dentro de líneas generales de augusta homogeneidad. Además
de su natural gallardía, solidez y fineza los artistas de España y América
lo han dotado de cumbres diamantinas donde fulgura su capacidad de
interpretación de los más excelsos ideales de nuestro ser. Tiene, por otra
parte, para todas las naciones que lo hablan un poder de unidad nacio-
nal uniendo a su carácter ecuménico los caracteres regionales propios,
que se respetan como válidos en toda la comunidad. Según el censo de
1972 lo habla el noventa por ciento de nuestra población, sin que deje-
mos de mantener una actitud de respeto fraternal para las lenguas aborí-
genes, cuya majestad histórica es parte de nuestro acervo nacional y
cuyo substrato influye de manera notable en nuestra pronunciación,
nuestro vocabulario y en importantes apoyaturas anímicas.
A este Día le rendimos tributo tanto con mis palabras como con las
que dirá un altísimo poeta peruano sobre otro, no por distante menos
admirado. Javier Sologuren en su Discurso de Orden que será al mismo
tiempo de incorporación a la Academia tratará el tema de «Perspectivas
sobre la Poesía de Emilio Adolfo Westphalen». La institución se adelan-
ta por mi intermedio a saludar el ingreso de Sologuren que enjoya con el
esplendor de su inspiración nuestra esfera intelectual.
Él no sólo es una voz escogida de la lírica peruana contemporánea,
de sensibilidad, imaginación y radiosa visión del cosmos sino un gran
humanista, de erudición ancha y profunda y un generoso promotor de
otros poetas y escritores a quienes extiende la «Rama Florida» de su
hermandad. Dejo para Luis Jaime Cisneros la crítica más autorizada y
amplia de este peregrino trovador.

338
Universidad del Peni. Decana de América
La presente edición ha sido trabajada íntegramente en equipos
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