Sie sind auf Seite 1von 3

Colombianos por excelencia

Somos colombianos cuando nos conviene, en la medida de la falta de compromiso


con nuestro país y la de un sentido de pertenencia o desorden de prioridades en
éste. Cuando, por ejemplo, se siente algún orgullo exagerado cuando la selección
nacional de futbol gana un partido o en el momento en el que Colombia es
reconocida por cualquier situación deportiva internacionalmente o por otros
eventos artísticos; se puede incluso ver en algunos colombianos un orgullo por
tener la reputación que tiene de país narcotraficante y tener los capos más “duros”
en la historia como por el hecho de haber dado a luz a Pablo Escobar como país
lo que puede llevar a sentir un aire de superioridad en el ambiente por todo esto.
Pero en el momento de ser insultados o sobrepasados por otro país en cosas que
realmente importan simplemente lo pasamos por alto o asentimos porque de cierta
manera nos sentimos inferiores a los países desarrollados como menciona William
Ospina, al usar como ejemplo cuando tratamos de esconder nuestro marcado
acento que nos avergüenza al hablar en otro idioma, en contraste de un
americano o europeo que en lugar de eso lo resalta y se enorgullece de aquél al
ser una suerte de distintivo de origen además de su particular apariencia que los
diferencia y resalta en nuestras mentes impresionables.

En esencia los colombianos no estamos motivados a colaborar o contribuir al


desarrollo del país ya sea por nuestra historia o por nuestra reputación presente
resultado de nuestra historia, que de cierta manera hemos perdido la fe y
esperanza en nuestro potencial como nación en proceso de desarrollo.

Esta falta de compromiso se visualiza en la inacción del ciudadano promedio en el


campo político y como resultado se da la tradición de tener siempre las mismas
familias en el poder, principalmente porque estas son las más educadas,
codiciosas al haber probado el poder y tener el miedo de perderlo, y como
consecuencia trágica para el país y sus habitantes, la mayoría corruptas:
“El poder tiende a corromper y el poder absoluto corrompe absolutamente”1

Aquí se puede notar un ciclo vicioso en el que como consecuencia de la inacción


de los ciudadanos en general ya se le es prácticamente imposible a una persona
del pueblo, honesta y motivada a alcanzar el poder para hacer un cambio, ya que
los magnates mencionados no lo permiten al estar fuera de su interés alterar el
statu quo que tanto los beneficia.

Históricamente se define que las personas que en verdad tienen la voz y la


capacidad para imponer un cambio y mejora son silenciadas por nuestros
proclamados superiores y representantes de esta colorida república. El ejemplo
para lo anterior es uno de los más relevantes para la historia de Colombia: El
Bogotazo. El acontecimiento en el que fue asesinado Jorge Eliécer Gaitán y que
silenció por unos momentos al país entero al revelarle al pueblo de lo que es
capaz en realidad Colombia para luego estallar en una insaciable violencia por
parte de los dos partidos principales alimentada por el odio y la sed de venganza.
Estos hechos son probablemente los que mantienen un odio o repudio por parte
de nosotros en un rincón de nuestra mente al darnos cuenta de lo que hicimos y
de lo que somos capaces.

En su libro “Pa que se acabe la vaina” William Ospina afirma que en dicho
momento (El Bogotazo, 9 de abril de 1948) Colombia murió y nunca pudo volver a
nacer.

Consecuentemente de haber conocido sólo la violencia, desde eso parece que la


única manera de expresarse y hacerse escuchar es a través de las armas y es
cierto, a medida que sólo nos damos cuenta de un movimiento radical es cuando
ya ha avanzado en poder y secuestrado a varias personas, por ej. Aunque
viéndolo desde otra perspectiva las armas fueron el único curso de acción que le
puso un alto a La Violencia con el golpe de Estado de Rojas Pinilla.

Un curso de acción válido para solucionar esta problemática sería fomentar la


cultura ciudadana desde la educación y desde la familia, ya que se da el caso de

1
Aforismo mencionado por John Emerich Edward Dalberg-Acton.
niños criados por una empleada doméstica sin informarse sobre el estado de la
nación, viendo programas de televisión americanos asemejándose así a un
concepto de cultura que es muy diferente al local y que nunca funcionaría en
nuestro sistema actual; la mala educación y la falta de valores, contribuye a que
haya un pueblo ignorante de la imagen completa de nuestro potencial causando
una pésima imagen de la nación tanto para nosotros como para el exterior,
haciéndonos creer que es mejor irse del país cuando se dé la oportunidad. Esto
provoca que ni siquiera sea posible la inversión de conocimiento extranjero ya que
la mayoría de residentes colombianos que estudian en otros países se quedan allá
si tienen la posibilidad, probando aún más la falta de fe y esperanza que le
tenemos a esta pobre nación.

Así que no solamente tenemos que reforzar la educación histórica en nuestro


sistema pero también la social y cultural ya que nos matamos no sólo por un ideal
fallido sino también por un escudo de un país simbólicamente muerto.

Juan Camilo Arenas O.

Das könnte Ihnen auch gefallen