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Desde sus orígenes perteneció al Virreinato del Perú del Imperio Español. Fue una
ciudad de importancia menor en comparación con Lima y otras plazas coloniales.
Los intereses de España en estas tierras eran garantizar y apoyar la navegación de los
ríos que penetraban en el territorio, asegurar la posesión de las tierras y contribuir a
que fueran pobladas, facilitando así la circulación entre el Alto Perú y estos nuevos
dominios.
Así, la circulación y el comercio serán los rasgos dominantes de los primeros tiempos en
la Ciudad.
El casco urbano estaba amanzanado y cada manzana dividida en cuatro solares, que se
fueron adjudicando a los conquistadores y fundadores de mayor rango. El
planteamiento urbano de Buenos Aires respondió a los criterios de las ciudades de
colonización española de la época: un damero de manzanas cuadradas.
Pero la ciudad, que era la puerta atlántica del imperio español en Sudamérica, no tuvo
un desarrollo significativo hasta que se convirtió en capital del Virreinato del Rio de la
Plata en 1776.
A partir de las reformas borbónicas, en 1776 Buenos Aires fue designada capital del
recién creado Virreinato del Río de la Plata.
De este modo es como comenzó a ser una ciudad comercial de mayor importancia.
Estaba basada en el puerto y conectada con las ciudades del interior del Virreinato. En
1778, el Censo de Vértiz reveló una población de 24.205 habitantes.
Además de este centro cívico, alrededor de la Plaza Mayor se distinguían algunas áreas
estructurales. Por ejemplo, un barrio de residencias de las clases más acomodadas
hacia el sur. También un anillo de iglesias rodeando el centro.
Por otro lado, había un área periférica, casi rural, con menor densidad de población, en
la que se desarrollaban toda una serie de actividades “industriales”, como eran la
fabricación de tejas y de cal en hornos de ladrillo.
Fue el caso de Corrientes, Córdoba, Santa Fe, Belgrano e Independencia. Este proyecto
fue realizado por Bernardino Rivadavia, quien buscó romper con la herencia colonial
española.
Hacia fines del siglo XIX, estos barrios fueron incorporándose al entramado urbano de
la ciudad, y anexados dentro de los límites porteños como parte del ensanche. La
población aumentó paulatinamente. El Censo de 1855 contabilizó 93 mil habitantes.
Esta forma urbana de ocupación del suelo se fue expandiendo a través de los ejes de
circulación. Se conformaron así barrios periféricos que luego se vincularon entre sí y
consolidaron la trama urbana de la ciudad.
Y es que Buenos Aires crecía a pasos agigantados. Y lo hacía gracias al constante flujo
inmigratorio europeo. Un flujo que se aceleró tras la promulgación de la Ley de
Inmigración en 1876, la conocida como Ley Avellaneda.
A partir de 1890 el desarrollo industrial tomó fuerza y se sumó como factor clave de la
economía urbana. La planta urbana tradicional se transformó rápidamente, se consolidó
el área central y los barrios fueron adquiriendo diferentes funciones y jerarquías.
El motivo, las deficientes condiciones de salubridad que presentaba el sur. Pero también
las modas de la época, que privilegiaban los palacetes individuales.
En 1870 Buenos Aires aún presentaba una planta urbana pequeña que mantenía su
organización tradicional. Pero esta situación cambiará radicalmente en el último tercio
del siglo XIX.
Así, Buenos Aires se separó de su provincia. La Plata pasó a ser la sede de los poderes
Y la ciudad fue creciendo a dos velocidades. Los motivos fueron principalmente los
hábitos culturales y la diferente calidad del transporte.
De este modo, el Eje Norte continuó el movimiento iniciado por la clase acomodada en
1860 y fue recibiendo a la población de mayores recursos. Lo hizo beneficiado por muy
buenos servicios de transporte y por tierras altas.
El Eje Sur, en cambio, se vinculó a los sectores obreros, en relación con la creciente
localización industrial. El Eje Oeste, a pesar de que fue el primero que se vinculó como
tal con el centro, fue perdiendo impulso en este período.
Así, en 1970 solo un poco más de un tercio de la población del Área Metropolitana de
Buenos Aires vivía en la ciudad. El desarrollo industrial jugó un papel muy importante
en el crecimiento y en la concentración metropolitana.
Hasta 1930 se instalaron industrias sobre las vías férreas en la zona sur,
posteriormente se instalaron en el anillo que bordea a la autopista General Paz, y a
partir de 1960, se instalaron industrias en el norte, sobre esta vía.
Toda esta situación dio lugar a nuevas reconfiguraciones territoriales del Área
Metropolitana.
Se reconoce la consolidación del Eje Norte que se extiende en este período desde los
barrios de Retiro y Recoleta hasta Tigre. Los barrios en este eje están bien servidos por
el transporte público, y conectados por vías rápidas de circulación automotriz, con
recursos paisajísticos abundantes.
La ciudad en transformación
Desde mediados de la década de 1970, se consolidó un nuevo modelo económico que
provocó profundos cambios sociales, a partir de la implementación de medidas
orientadas a una jerarquización del distrito.
Una de las más significativas fue la desregulación del mercado de alquileres, con la
consecuente expulsión de un porcentaje importante de población de bajos recursos.
Esta disminución implicó la desarticulación del tejido industrial, tuvo impacto negativo
en las pequeñas y medianas empresas, generó un incremento del desempleo y provocó
gran parte del deterioro urbano de las zonas industriales, sobre todo en el sur de la
ciudad.