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En la segunda unidad, Delitos contra la vida, integridad corporal y de peligro contra las personas, se abordará el tema de Delitos que

atentan contra los bienes jurídicos tutelados de mayor jerarquía, es decir, la vida.

Es considerado de dicha forma, ya que sin este bien jurídico todos los demás no tendrían razón de ser. En nuestro país, la vida ha
perdido su valor y cuando se atenta contra ella la sociedad tampoco responde como se respondía hace algunos años. Ampliando esta
idea, se ha perdido la capacidad de asombro y cuando el pueblo mexicano es testigo de las muertes que se producen a diario por
consecuencia de alguna conducta delictiva, hay poca respuesta debido a que se ha vuelto una práctica ilícita frecuente.

Cabe decir que, es importante el contenido a revisar en la unidad debido a que, aquí se concentran los delitos de mayor impacto legal
y social. Es fundamental que los estudiantes de derecho tengan capacidad de comprender en qué consisten estos tipos penales.

Asimismo, se revisan aquellos delitos que atentan contra la integridad corporal, los cuales han ido en aumento de acuerdo a las
Fiscalías de los Estados. Dicho aumento se debe a diversos factores que la política criminal no ha podido descifrar para crear
programas de prevención eficientes, o la indiferencia social y la disminución al temor de la sanción aplicable.

En esta segunda unidad, se abordan los diferentes delitos derivados del desarrollo de una conducta ilícita en donde el agente logra
un resultado que se materializa en la pérdida de la vida, el daño a la integridad corporal y que ponga en peligro a las personas.

Homicidio

El delito de homicidio es definido por el Código Penal Federal (2018) en su artículo 302 como “Comete el delito de homicidio: el que
priva de la vida a otro” (p. 93). Tomando en consideración lo visto en la unidad 1, consideramos esta descripción del delito como un
tipo penal básico cuando se trate de homicidio simple intencional y la pena contemplada va de los 12 a los 24 años de prisión, pena
que resulta incongruente si recordamos que vulnera el bien jurídico tutelado de mayor jerarquía.

Por otro lado, esta legislación contempla situaciones que agravan la conducta y que puede ser asociada con un tipo penal compuesto.
Por ejemplo, el homicidio calificado es aquel que se haya cometido con las cuatro calificativas:

Cuando estas cuatro calificativas se cumplan, podría alcanzar el agente activo la pena máxima de entre 30 y 60 años de prisión.
Ejemplificando una atenuante sería el homicidio cometido en riña (entendiéndose por ésta, la contienda de obra y no de palabra
entre dos o más personas) y la pena aplicable será de 4 a 12 años de prisión.

De acuerdo con Alfredo Molinario (citado en Kierszenbaum, 2009), en la titularidad de la bien jurídica vida, hay un punto
particularmente interesante en el análisis del delito de homicidio, respecto de a quién pertenece el bien jurídico tutelado por la ley
en la represión de ese delito.

Este bien jurídico, siguiendo a Kierszenbaum (2009, p.207), suscita un doble orden de intereses. Por un lado, el interés de cada ser
humano en gozar de la vida, a la cual ha sido llamado y en la cual tiende a permanecer hasta por simple inercia vital. Dicho interés
halla, a su vez, un reflejo en el interés que tiene el Estado de tutelar ese derecho. Es claro que se trata de un interés análogo al que
tiene en tutelar
cualquier otro: el derecho al honor, el derecho a la libertad, el derecho a la propiedad, etc.

Esto ocurre porque una de las finalidades del Estado es tender a garantizar a cada individuo el goce y ejercicio pacífico de todos sus
derechos. Es en esta primera fase donde aparece el interés del sujeto, reconocido y protegido por el Estado. Por otra parte, hay un
interés directo del Estado en la conservación de la vida humana, como instrumento que ella es para la realización de sus finalidades,
entre otras, la finalidad demográfica, que explica su propia subsistencia. En efecto, el Estado, así como el individuo, tienden, por
inercia o por voluntad, a subsistir en el tiempo, y no podría hacerlo, como es evidente, sin pueblo, que es uno de sus elementos. El
Estado, pues, y ésta es la segunda fase, ve en la vida humana un instrumento que asegura su perpetuidad.

Fuerza es, pues, tener presente esta doble posición del Estado frente al delito de homicidio: posición de tutela de la vida humana,
que no se diferencia con la que ejerce respecto de los demás derechos, y posición respecto de la cual el Estado es sujeto directamente
lesionado. Aspecto, este, muy interesante, pues, como lo veremos al estudiar el problema del homicidio consentido por la víctima,
para la determinación de si tal hecho es o no delito, es preciso acudir a este principio, ya que, de lo contrario, podría cuestionarse su
acriminación por defecto de sujeto pasivo. Respecto a esto concluiremos que la titularidad del bien jurídico corresponde a los
individuos sujetos de derecho y no al estado.

Lesiones

De acuerdo al Código Penal Federal (2019), “el delito de lesiones es aquél que afecta el bien jurídico tutelado de integridad corporal”
(p.80). Dicho delito, se encuentra contemplado en el artículo 288 del Código Penal Federal e indica que para entender una lesión
debe pensarse no solamente en las heridas, escoriaciones, fracturas, contusiones, dislocaciones y quemaduras, si no
también, en toda alteración a la salud y cualquier otro daño que deja huella material en el cuerpo humano si son producidos por una
fuerza externa.

A partir de lo referido, una lesión se refiere a toda aquella situación que altere la salud o deje alguna marca física temporal o
permanente y, refiere a un resultado obtenido por un agente que debió utilizar la fuerza o algún instrumento para consumar el daño
ya sea de manera dolosa o culposa.

Ampliando lo anterior, una lesión puede ser comprendida como todo daño causado en la integridad corporal o en la salud física o
mental de una persona. En otras palabras, una lesión es una alteración o menoscabo de la integridad corporal. Para ser entendida de
esa manera, se requiere que exista la intención de dañar al agredido, (en ese orden de ideas, no debe considerarse lesión las
intervenciones mutilantes realizadas con propósitos médicos, y con el consentimiento de la víctima) por cualquier medio (violentos,
no violentos e incluso morales).

Por otra parte, el bien jurídico objeto de protección con estos tipos delictivos ha suscitado gran polémica en la doctrina. Por ello, se
tienen diversas corrientes que han mantenido como objeto de protección de las
lesiones la integridad física, la integridad psíquica, la salud y, finalmente, como postura
más amplia, aquella que propugna que estos tipos protegen el bienestar personal.
Ante lo mencionado, paralelamente de la agresión física se ha pasado a admitir junto
a ella a la agresión psíquica. Por lo tanto, el bien jurídico objeto de protección
considerará lo enunciado en el siguiente diagrama.

Las distintas modalidades de delitos de lesiones vienen tipificadas en el Capítulo I


Titulo XIX, del Libro II del Código Penal Federal, bajo la rúbrica "De las lesiones” del
artículo 288 al artículo 301 en el que se incluyen: a) los distintos tipos de lesiones, ya
sea simples o complementados (agravantes o atenuantes), b) las penas que serán
impuestas y, c) las medidas correspondientes para determinar cada tipo de lesión.

Finalmente, el bien jurídico en el delito de lesiones es la integridad y salud personales, entendiendo que el adjetivo alude a la doble
vertiente física y mental de las personas. De acuerdo con Cortázar (2013), en la antigüedad, la protección de la ley penal era restringida
a la persona física del hombre, de modo tal que los autores llamaron a esta clase de delitos, “delitos contra los miembros” y las
lesiones que no llegaban a quitar la existencia se resumían en los títulos de heridas y ofensas.

El carácter constitutivo de la herida, se encontró en la continuidad del cuerpo humano en la que se tuvo como criterio el
derramamiento de sangre. Es decir, eran ofensas o golpes las violencias recaídas sobre el cuerpo ocasionando dolor físico, sin producir
solución de continuidad y se distinguían en golpes con rastros o sin rastros según dejaran o no huellas en el cuerpo golpeado (Cortázar,
2013).

Desde esta línea argumentativa, se enuncia que del título de lesiones se apartaron por su resultado: la mutilación y la desfiguración,
delitos que en algunos casos eran títulos especiales y en otros casos considerados como lesiones calificadas. Es recién con el
cristianismo cuando dentro del concepto de lesión se incluye la perturbación del entendimiento del hombre, cambiándose el
concepto de lesiones corporales por el nuevo concepto de lesiones personales y queda sí, de modo definitivo incluido en la lesión,
tanto el daño físico como el daño psíquico.

Aborto

El aborto es una conducta típica contemplada del artículo 329 al 334 del Código Penal Federal mexicano (2018, p.97). Para el estudio
del derecho el aborto, se requiere comprender que dicho derecho se refiere a la interrupción del embarazo en cualquier época de la
gestación antes de que el feto llegue a su total desarrollo. Se entiende por delito de aborto, aquel cometido de manera intencional,
y que provoca la interrupción del embarazo, causando la muerte del embrión o feto en el claustro de la madre.

De acuerdo con el Periódico Feminista, las estadísticas muestran que aproximadamente 46 millones de mujeres alrededor del mundo
recurren al aborto inducido para terminar con un embarazo no deseado. Pero, el tratamiento legislativo que se le ha dado al aborto
varía enormemente de un país a otro, observándose una tendencia hacia la adopción de leyes más liberales (desde 1985, 19 naciones
han liberalizado sus leyes al respecto). Prueba de lo anterior, es que actualmente el 62% de la población mundial vive en 55 países
donde el aborto inducido está permitido, ya sea sin restricciones en cuanto a su causa, o por razones socioeconómicas; mientras que
el 25% vive en 54 países que lo prohíben completamente o lo permiten sólo para salvar la vida de la mujer.

Por otra parte, Jorge Buompadre (2010) explica que el bien jurídico protegido por las distintas figuras de aborto es la vida del feto.
En este Título, carece de relevancia la protección que se pueda dispensar a otros intereses distintos de la propia vida del nasciturus,
como ser la salud de la madre, el interés demográfico de la comunidad, etc., que podrían encontrar efectiva protección en otros
lugares del ordenamiento punitivo.

Lo que importa preservar es la vida intrauterina (Buompadre, 2010), cuya tutela no sólo surge desde el propio Código penal, sino que
la vida humana tiene reconocimiento expreso en la misma Constitución Nacional, la cual, a partir de la reforma de 1994, que introdujo
los Tratados sobre Derechos Humanos, ha establecido que la protección de la vida debe hacerse, por lo general, a partir de la
concepción. El problema que se presenta consiste en determinar a partir de cuándo estamos en presencia de una vida humana que
merezca protección penal. Sobre el particular, se han esbozado dos teorías:

Teoría de la fecundación Teoría de la anidación

Según la cual, la vida humana comienza desde que el Determina el comienzo de la vida humana como objeto de protección
óvulo es fecundado por el gameto masculino. A partir de penal desde que el óvulo fecundado queda fijado (anidado) en el útero
este momento, entonces, existe vida humana materno, fenómeno que se produce, aproximadamente, a los catorce días
merecedora de protección penal. desde el momento de la fecundación.

Manipulación Genética

Delito contemplado en el artículo 420 Ter, del Código Penal Federal que a la letra dice (2018, p.121), se impondrá pena de uno a
nueve años de prisión y de trescientos a tres mil días multa, a quien en contravención a lo establecido en la normatividad aplicable,
introduzca al país, o extraiga del mismo, comercie, transporte, almacene o libere al ambiente, algún organismo genéticamente
modificado que altere o pueda alterar negativamente los componentes, la estructura o el funcionamiento de los
ecosistemas naturales.

Asimismo, el Código Penal Federal plantea que para efectos de este artículo se entenderá como organismo genéticamente
modificado, cualquier organismo que posea una combinación nueva de material genético que se haya obtenido mediante la aplicación
de la biotecnología, incluyendo los derivados de técnicas de ingeniería genética. Por ello, este delito se encuentra en la clasificación
de los delitos que atentan contra el medio ambiente, específicamente contra la biodiversidad.

Las intervenciones en el genoma humano pueden afectar no sólo a bienes jurídicos individuales (como la vida, la salud, la libertad y
la intimidad), sino también a otros bienes jurídicos colectivos o de dimensión supraindividual. Dentro de estos últimos, se pueden
destacar, de acuerdo con lo apuntado por Romeo Casabona (1994), los siguientes intereses:

En México, el Código Penal Federal considero que presenta un vacío legal respecto de esta conducta típica al contemplarlo aún en la
clasificación de delitos contra la biodiversidad y no en delitos contra la vida.

Esto se debe a distintos factores, uno de ellos es que no es un delito que llame mucho la atención al ser opacado por otros delitos
que se cometen todos los días. De acuerdo con Álvarez (2019), una precisión fundamental, es que todas las prácticas científicas que
puedan afectar bienes jurídicos considerados de gran valía para todos y todas, como lo es la vida misma y el futuro de la humanidad,

requieren de ser reguladas por el derecho. Lo anterior, con la finalidad de poner límites social y éticamente aceptables. Esto último
debido a que, si el paradigma filosófico en el que descansan las acciones científicas, es el posmodernista, se tiende a relativizar el
“bien y el mal” al criterio de quien produce el conocimiento, sin contar con límites a la experimentación.

Peligro de Contagio

Este tipo penal se encuentra clasificado en los delitos contra la salud en el artículo 199 Bis del Código Penal Federal que a la letra dice
(p.53), el que a sabiendas de que está enfermo de un mal venéreo u otra enfermedad grave en período infectante, ponga en peligro
de contagio la salud de otro, por relaciones sexuales u otro medio transmisible, será sancionado de tres días a tres
años de prisión y hasta cuarenta días de multa. Si la enfermedad padecida fuera incurable se impondrá la pena de seis meses a cinco
años de prisión. Cuando se trate de cónyuges, concubinas, sólo podrá procederse por querella del ofendido.

Es importante analizar qué tipo de delito es debido a las consecuencias sociales que se determinan luego de su comisión, la cual
puede ser comisión por omisión y que se tenga la oportunidad de prevenir y no lo advierta el sujeto que padece la enfermedad. En
este caso, grave o incurable como lo distingue la legislación por lo que es necesario conocer los elementos que integran este delito y
se resuelva si vulnera la vida o solamente la salud de las personas. Por ello, nos encontramos frente a otro vacío legal ya que no se
distingue bien el bien jurídico tutelado por lo que, se necesita reformar algunos tipos penales que sin duda han evolucionado
socialmente pero no legalmente por lo que debe establecerse de manera precisa su ubicación legal.

En resumen, el delito de peligro de contagio es considerado un delito de acción debido a que el agente para su perpetración requiere
de la realización de movimientos corporales o materiales para la consumación del delito. Por lo tanto, el bien jurídico tutelado es la
salud individual y colectiva, así como la vida misma del individuo en la que recae la conducta cuando se trate de una enfermedad
incurable.

Disparo de Arma de Fuego

De acuerdo con el boletín # 36 de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal (2014), el disparo de arma de fuero será contemplado
en el Código Penal del Distrito Federal a partir del año 2014. El Pleno de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal aprobó tipificar
como delito el disparo de arma de fuego sin justificación, sancionándolo con una pena de dos a cinco años de prisión.

Continuando con lo enunciado en el boletín # 36 (Asamblea Legislativa del Distrito Federal, 2014), al fundamentar el dictamen por el
que se deroga la fracción XVI del Artículo 25, de la Ley de Cultura Cívica del DF y se adiciona un Capítulo IV, al Título Décimo y un
Artículo 211 Ter al Código Penal para el Distrito Federal, se enuncia que con la tipificación de este delito se pretende soslayar la
proliferación de la tenencia y el uso de armas que puedan ocasionar la muerte o lesiones de cualquier persona.

En ese orden de ideas, el diputado Arturo Santana Alfaro enunció lo siguiente:

Es común que en diferentes pueblos y comunidades de la Ciudad de México se disparen armas de fuego por sus costumbres, esto
además de cobrar la vida de un gran número de personas, refleja una conducta violenta que repercute en la preservación de la
armonía y la convivencia social, por lo que es indispensable cuidar y proteger la vida de los capitalinos. Por ello, el tipificar el disparo
con arma de fuego como tipo penal se da con el objeto de eliminar cualquier posibilidad de lesión o peligro para la vida de los
ciudadanos (Asamblea Legislativa del Distrito Federal, 2014).

De acuerdo con González (1955), el delito de disparo de arma de fuego constituye una figura autónoma, ya que el daño que causa o
pueda causar con el disparo es potencial. Es decir, en tanto que no se produzca el resultado que cause daño. En caso contrario, dicha
figura delictiva desaparecería para convertirse en un delito de lesiones.

Resulta antijurídico imponer una sanción por el riesgo que ocasiona el disparo a la vida o a la integridad corporal y por consecuencia
el mismo disparo produce daño material que podría ser homicidio o lesiones. Por ello, es importante que la descripción típica de la
conducta sea lo más precisa posible para evitar juzgar al agente activo por una conducta inexistente o que entre en otro tipo penal.

Otra circunstancia que se presenta en la confusión de conductas es la tentativa de homicidio. En otras palabras, determinar cuando
el sujeto activo tiene la intención de privar de la vida a una persona utilizando un arma de fuego o simplemente causarle una lesión.
En ambos casos, se pone en riesgo la vida. Sin embargo, no se puede asegurar cual era la intención del agente. Por lo que, ante esta
imposibilidad, se creó esta categoría del delito evitando que el juzgador supla la intención criminosa que inspiro a una persona
culpable del delito. Sin duda, este delito es de peligro cuya finalidad criminológica es evitar el uso de armas de fuego sin causa
justificada.

Abandono de Incapaz

De acuerdo con López (2014), el abandono de personas es un delito de omisión que se caracteriza por poner en peligro la vida o la
salud de una persona incapaz de valerse. Dicho lo anterior, este delito derivada de a) la colocación en situación de desamparo o del
abandono por parte de quien que tiene la obligación de mantenerla o cuidarla y b) la posibilidad objetiva de evitar el riesgo por medio
de la conducta debida. Aunado a ello, es considerado como un delito doloso, de peligro individual concreto. Además, se consuma por
el hecho de no aportar el numerario económico requerido para la subsistencia.
Asimismo, el abandono de personas es contemplado en el Código Penal Federal en el artículo 335 al 343 de la mencionada ley en el
que se describe como un delito que atenta contra los menores incapaces de valerse por sí mismos, una persona enferma e incluso al
cónyuge e hijos que se hayan dejado sin recursos para atender sus necesidades básicas o de subsistencia (p.98). Este delito,
comprende dos comportamientos, a) la exposición a peligro y b) el abandono en peligro. En ambas situaciones, el abandono puede
ser a un menor de edad o a una persona mayor incapaz de valerse por sí misma. Pero, este delito requiere que se tenga como
condición que la persona se encuentre bajo su protección o bajo su cuidado.

Aunado a lo referido, para la consumación del delito no basta con la comprobación de quehaceres negligentes. El dolo, directo o
eventual, que exige el abandono de personas, no puede presumirse, por el contrario, requiere acreditarse mediante elementos de
juicio probatorios idóneos que hagan surgir sin dudas razonables la existencia de este.

Omisión de Auxilio

Retomando a Abogados Portaley (2016), cometerá el delito de omisión de auxilio quien, sin tener un riesgo para sí mismo ni para
terceras personas, no apoye a quien se encuentre en una situación de desamparado y peligro expreso. Es, por lo tanto, un deber que
afecta a todos los ciudadanos, siempre que con la asistencia no asuman un riesgo excesivo, en cuyo caso el omitente estará exento
de responsabilidad penal.

En ese sentido, se pueden encontrar situaciones en las que la solución no sea tan sencilla y clara. Por ejemplo, imagine que observa
un accidente automovilístico y los conductores de otros vehículos asisten rápidamente a las víctimas, puede pensar que su
intervención no sea requerida y continua su camino. ¿Cometió el delito? En primera instancia no. Pero para ello, requirió asegurar
que la ayuda proporcionada, en cierta medida, suficiente.

No obstante, no es la misma atención que pueden proporcionar otros usuarios de la vía, (conductores o peatones), que el personal
correspondiente. Por lo que, tendrá que decidir, sobre si apoya o no a la asistencia que se esté prestando a los accidentados.

Finalmente, si una persona que se encuentra incapacitada para prestar personalmente el auxilio, al tener, por ejemplo, su movilidad
reducida (discapacitados, minusválidos, tetrapléjicos, etc…), no significa que no pueda cometer un delito de omisión del deber de
socorro. Por lo que, mientras pueda valerse de cualquier medio para pedir ayuda, tendrá la obligación de hacerlo. Actualmente, con
el uso habitual de teléfonos móviles, la población cuenta con medios para avisar a una ambulancia o a la policía sobre la necesidad
de apoyo sanitario.

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