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Nataly Díaz Linares

C.C. 1018471854

El ser humano en un cuerpo primitivo es ese mismo que ha ido evolucionando


durante siglo, siempre ante la necesidad de sobrevivir en un mundo que le exige su
propia existencia, desde que salió de una caverna hasta que evolucionó y vio en el
fuego una posibilidad de vida.

Tal vez este humano en su momento reaccionaba ante un instinto, más no ante una
conciencia, (la que lo hace un ser), esa misma que le permite sentir, oír, y no sólo
buscar sobrevivir, sino que también buscar vivir.

Una vez siendo seres en una sociedad nos dimos cuenta cuán importante son las
artes en nuestras vidas. Conocer el significado de vivir y cómo un simple saludo
puede llegar a reunir ejércitos para hacer el bien o para hacer el mal.

En el teatro como en la vida hemos aprendido que nuestro cuerpo es el que habla.
Una postura corporal ante una situación puede desencadenar que logremos
encontrar nuestro amor a primera vista, o tal vez un movimiento recto generará ante
una comunidad una expresión de autoridad.

Nuestro cuerpo nos permite comunicarnos y expresar lo que sentimos –muchas


veces sin saberlo-. En una escena de teatro podemos ver aquello que es ajeno a
nuestros ojos, aquellas expresiones que libera otra persona ante un guion, y darnos
cuenta que otros pueden percibir, sentir y vivir aquel sentimiento que afrontamos
con tan sólo una puesta en escena.

En un grito podemos ver toda una historia, cada director crea un personaje en su
libreto, pero sólo el actor puede darle vida a ese ser que nace de las experiencias y
conocimientos de toda una obra, teniendo así una herramienta para generar
estructuras comunicativas y enseñar algo, para demostrarle al público que bonito
color de voz puede tener el llanto de una madre suplicando piedad a su majestad
para que libere a su hijo, o como con una carcajada se puede enseñar al mundo el
dolor que deja una guerra; al final de cuentas el teatro es una expresión de nuestra
percepción como seres irracionales que somos ante una naturaleza.

Esta clase me enseñó no sólo a pensar como un ser que trabaja, come y muere,
me enseñó que convivimos en un espacio, y ese espacio puede ser el más insólito
Y en él pueden ocurrir muchas cosas, que tal vez sólo ocurran una vez.

Me enseñó que todos tenemos un propósito para vivir, donde todos absolutamente
todos, tanto animales como los mismos espacios de la naturaleza tienen una
expresión y reflejan algo. Así mismo en nuestros entornos laborales podemos ver
espacios de dialogo y de empatía, pero si percibimos a fondo muchas veces no hay
paz y tranquilidad, pero pretendemos que actuar bien y sonreír es significado de
que todos estamos bien, cuando nuestro papel como profesionales en Talento
Humano es enseñarle a la gente el arte de vivir y de reencontrarse con la pasión
que llevamos dentro, esa misma que nos permite dedicar toda una vida a ayudar y
a ver amaneceres, tantos como los que la noche nos permita.

La comunicación en mi vida es vital, desde mi papel en la sociedad donde hace


parte de mi profesión, en mi papel como ser en una sociedad es parte del todo, es
aprender a crear personajes en situaciones que se requiera, es aprender
contantemente a ser creativo para enfrentar una situación y es poder actuar ante
una situación que para mi vida se requiera.

Por último, quiero agradecer a esta materia a reafirmar mi amor por la comunicación,
poder experimentar a través del teatro una forma de comunicarme y de aprender a
hablar con mi cuerpo y con mi voz lo que una situación me requiera.

Gracias profesora Marcela por dejarme ver en usted un profesional apasionado por
su profesión y una persona dedicada a ver el lado positivo de esta sociedad, que
hoy por hoy debemos reconstruir.

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