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En el cuadro siguiente podemos encontrar las características más resaltantes de cada plan, además
de una breve descripción de los reglamentos más conocidos que instan su elaboración e
implementación.
Como observamos, la información es abundante respecto a este tema, en lo personal, recomiendo
no fijarnos tanto en la forma sino en el contenido, quiero decir que podemos tener un plan que
incluso pueda llamarse “plan de emergencia y contingencia”, pero si esta incluye la información
antes mencionada y sobre todo cumpla con el objetivo de minimizar los riesgos e impactos en la
organización ante situaciones de emergencia propiamente dichas, eso será lo más importante, al
mismo tiempo que cumpliremos con la exigencias legales vigentes sin ningún inconveniente.
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Publicado el 21/03/2014
¿ACTOS Y CONDICIONES
SUBESTÁNDARES O INSEGURAS?
Publicada el 8 de mayo de 2018
Uno de los primeros debates que leí en esta red social, era sobre cuál era la diferencia entre actos y
condiciones “subestándares” de las “inseguras”; el consenso en general de la diferencia entre uno
y otro por parte de los participantes era que, la determinación de un acto o condición
“subestándar” estaba condicionado bajo un patrón de comparación, ya sea este un procedimiento,
manual, estándar o norma vigente dentro de la organización, mientras que en el caso de los actos y
condiciones “inseguras” no existía tal patrón documentario, por lo que la determinación del riesgo
era establecida por la apreciación del evaluador. Otras participaciones indicaban que en la práctica
no interesaba la diferencia, ya que ambos términos hacen referencia al mismo fenómeno y a la
necesidad de una solución, por lo que podríamos establecer una equivalencia entre ambos.
Foto: mauritskuypers.com
Según Frank E. Bird Jr. y George L y Germain (Practical Loss Control Leadership-1986) si existe
una diferencia entre ambos conceptos, y esta diferencia viene establecida por el alcance; en este
aspecto los actos y condiciones “inseguras” solamente se enmarcan en el campo de la seguridad
industrial y a la pérdida que generan sus accidentes, limitándose a buscar responsables entre los
trabajadores, por lo tanto, el control de las causas básicas de los accidentes también recae sobre
ellos. Contrario a ello, los actos y condiciones “subestándares” adoptan una concepción más
integral ya que las pérdidas que estas puedan generar no solo implican cuestiones de seguridad
industrial, sino todas sus interrelaciones con la producción, calidad y costos, por lo tanto, el
control de las causas básicas no depende únicamente de los trabajadores, sino de un colectivo
compuesto por los diferentes niveles jerárquicos dentro de la organización. Para tal fin, es
necesario implementar estándares de desempeño como guías a través de los cuales se podrán
medir y evaluar los actos y condiciones que se desarrollan en correspondencia con los
establecidos, así se plantearán acciones correctivas concretas y más adecuadas. Hay que recordar
que los estándares, procedimientos, instructivos, etc., no solo permiten realizar una tarea de
manera segura, sino bien hecha en su totalidad, es por eso que Frank E. Bird Jr. añade que las
actividades en la organización no solo deben realizarse de forma “segura”, sino de forma correcta,
es decir, realizarlo con seguridad, calidad, productividad y efectividad.
Afirmaba Guy Ryder, director general de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), durante
el XX Congreso Mundial de Seguridad y Salud en el Trabajo celebrado en
Frankfurt, Alemania, en agosto pasado (2014), así mismo, afirmó que existen más víctimas
en el mundo a causa de accidentes laborales que las generadas por las guerras. De su intervención
también se pudo concluir que el trabajo informal a nivel mundial concentra la mayor parte de la
PEA, lo que sería una de las principales razones por la cual muchos trabajadores carecen de
protección y condiciones mínimas de seguridad en sus centros de trabajo; es por eso que, las
estadísticas sobre accidentabilidad laboral en la actualidad, no reflejan la magnitud real de los
mismos, a esto se agrega que también falta lograr un acuerdo real entre gobiernos, empleadores y
empleados para superar estas dificultades, a pesar de los avances en tecnología, medios y políticas
públicas en materia de seguridad y salud en el trabajo.
Foto: www.safety2014germany.com
El Perú no es ajeno a dicha realidad, según el estudio del INEI: Producción y Empleo Informal en
el Perú, Cuenta Satélite de la Economía Informal 2007-2012, revelaba que el empleo informal
constituía en el 2012 el 74,3%, habiéndose reducido apenas 5,5% respecto al 2007, esto quiere
decir que la información que brinda la Oficina de Estadística del Ministerio de Trabajo a través de
los datos que recaba mediante las notificaciones de accidentes e incidentes en el trabajo, es apenas
una porción de lo que sucede verdaderamente, puesto que se obvia todo ese universo que
constituye la actividad informal. Esto confirma lo señalado por G. Ryder en el país.
Foto: www.larepublica.pe
Por otra parte, si bien, la seguridad laboral como derecho humano básico, está muy lejos de ser
una realidad, al menos en el mediano plazo en el Perú, no se puede negar la existencia de
esfuerzos profesionales y de organizaciones que tratan de acercarla, es aquí donde la tarea de los
técnicos, especialistas e instituciones públicas y privadas comprometidas con la seguridad y salud
en el trabajo cumplen un rol importante en la concientización y fomento de la cultura de
seguridad. El camino es largo, la meta algo lejana, pero alcanzable.
Publicado: 27/10/2014