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el ’ filosofar
Problemas en su enseñanza
Compilación y prólogo
Guillermo A. Obiols
Eduardo Dabossi
GUILLERMO A. OBIOLS *
EDUARDO R A B O S S r
7
nielad filosófica no suelen ser objeto de estudios fundamen
tados teórica o empíricamente, o apoyados en la bibliografía
existente a nivel internacional.
Estas circunstancias influyeron para que un grupo de
docentes e investigadores del Departamento de Filosofía de
la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos
Aires, bajo nuestra dirección, planteara el “Programa para el
Mejoramiento de la Enseñanza de la Filosofía”, proyecto al
que la Secretaría de Ciencia y Técnica de la Universidad de
Buenos Aires le otorgó un subsidio en el marcó de la progra
mación UBACYT 91/93. El proyecto integra como investiga
dores principales a Margarita Costa, Martha Frassineti de
Gallo, María Cristina González, Francisco Olivieri, María
Isabel Santa Cruz y Nora Stigol, y como investigadores
auxiliares a Laura V. Agratti y Ana Claudia Couló.
El punto de partida del proyecto está constituido por la
convicción de que la enseñanza de la Filosofía en los distintos
niveles educativos atraviesa una situación crítica, en algunos
casos lindante con la extinción: no existe en la escuela
primaria, languidece en el bachillerato donde carece de
objetivos claros, de contenidos actualizados, significativos y
estructurados, y de una metodología adecuada, está ausente
en las otras modalidades de la escuela secundaria. La
situación es también crítica -aunque en otro sentido- en el
nivel universitario. En este caso, el problema más serio
parece ser la indefinición en cuanto a la dimensión profesio
nal de la práctica déla Filosofía y de su consiguiente inserción
en la trama social y cultural.
Frente a este panorama, el proyecto se propone realizar
un diagnóstico del estado actual de ia enseñanza de la
Filosofía en los distintos niveles e instancias de educación
formal, efectuar un estudio de las propuestas para renovar
dicha enseñanza, y realizar recomendaciones, propuestas y
acciones concretas para mejorar la enseñanza de la Filoso
fía, lo que redundará, pensamos, en una mejor inserción
social de la Filosofía.
8
2. Estudiar la bibliografía existente sobre el tema enseñan
za, estudio y aprendizaje de la Filosofía.
3. Establecer una conexión con otros grupos de trabajo
sobre el tema.
4. Efectuar recomendaciones sobre la mencionada ense
ñanza en las áreas de selección y formulación de objetivos,
selección y estructuración de contenidos, métodos de ense
ñanza y actividades de aprendizaje, recursos y formas de
evaluación.
5. Producir material didáctico y de divulgación filosófica
(educación no formal filosófica).
6. Actualizar la formación de profesores en ejercicio en
diversos niveles.
7. Despertar e! interés y el reconocimiento social por la
enseñanza de la Filosofía en sus distintos niveles.
9
comunicativas que incluye los trabajos “Género y enseñanza
de la Filosofía” de María Isabel Santa Cruz y “Filosofía y
divulgación” de Ana Claudia Couló. Y un cuarto grupo que
foca problemas de la enseñanza de la Filosofía en el nivel
secundario que comprende los trabajos de Martha Frassineti
de Gallo, “Las actitudes en la enseñanza filosófica”, en el que
se tematizan los aspectos formativos de la educación filosó
fica, “Concepciones de la Filosofía y enseñanza de la Filoso
fía en la escuela secundaria: un análisis a través de los
programas y los libros de texto”de Guillermo A. Obiols y Laura
V. Agratti, “Proyecto de lineamientos curriculares básicos
para el área de Filosófica ?n la escuela secundaria”' de
Guillermo A. Obiols y ‘ Filosofía: Prejuicios y Confusiones” de
Elena T. José.
El volumen incluye, además, dos trabajos adicionales:
“Los seminarios en la enseñanza de la Filosofía” de María
Cristina González, Eduardo Rabossi y Nora Stigoi, que se
ubica en el segundo núcleo temático y “Una bibliografía
acerca de la enseñanza, el aprendizaje y el estudio de la
Filosofía” de Guillermo A. Obiols, que ofrece herramientas
para comenzar a penetrar en el ámbito de las elaboraciones
serias de la enseñanza de la Filosofía.
10
o como discutidores de los trabajos presentados en las
Jornadas; a la profesora María Inés Rodríguez, directora del
Museo Roca, que gentilmente nos facilitó las instalaciones
para realizar las Jomadas; a la profesora Eleonora Baringoltz
que se desempeñó como Secretaria Académica de las Jorna
das; al Centro Editor de América Latina que aceptó publicar
este libro continuando con la tradición iluminista de “reunir los
conocimientos dispersos..., y transmitírselos a los que ven
gan detrás de nosotros...” (Diderot - D’Alembert).
Agradecemos muy especialmente a la Secretaría de Cien
cia y Técnica de la Universidad de Buenos Aires por el
subsidio que nos permite investigar este importante tema, la
compra de materiales bibliográficos y la organización de las
Jornadas sobre la Enseñanza de la Filosofía.
11
ENSEÑAR FILOSOFIA
Y APRENDER A FILOSOFAR:
NUEVAS REFLEXIONES
ED U A R D O R A B O SSI*
13
cierto tipo de problemas. Kant identifica “aprender a filosofar'1
con “aprender a ejercitar el talante de la razón" (CRP, loc.cit.).
3. La enseñanza-aprendizaje de filosofar no se puede ni
se debe realizar en el vacío. Existe una larga historia de
"intentos existentes de filosofía" (CRP, loc.cit.), una sucesión
de “sistemas de filosofía”, un núcleo reconocido de proble
mas filosóficos básicos. Ese es el material relevante para
ejercitarse en la práctica teórica. De él surgen los contenidos
en base a los cuales el aprendizaje de filosofar es posible.
4. Si saber filosofar es una condición necesaria para ser
filósofo, otra condición necesaria es que quien se aboque a
esa practica, plantée y elabore por sí los problemas que
realmente le preocupan. Dice Kant:
14
de la enseñanza-aprendizaje de la filosofía (o del filosofar) sin
tomar decisiones claras acerca del enfoque que se va a
preferir; es decir, sin decidir acerca de [a] el estado cognos
citivo de las proposiciones filosóficas y, en consecuencia, de
la “verdades” filosóficas, [b] la relevancia del status de la
filosofía como una práctica teórica, es decir, como una
actividad, y [cj la relación de esa práctica con los productos
teóricos del pasado. Creo, por fin, que los lincamientos que
surgen del enfoque crítico son los que deben regular las
discusiones y las eventuales decisiones acerca de qué
estrategias pedagógicas diseñar, adoptar y poner en prác
tica.2
II
15
tablecido por la comunidad ¡nvestigativa con un grado ade
cuado de difusión y permanencia. Esto es evidente.
Pese a ello, existen defensores del enfoque dogmático.
No es casual que las “razones” que cada dogmático da para
defender su sistema filosófico “verdadero" sean en el fondo,
y sin excepción, motivaciones extrafilosóficas: religiosas,
políticas o de mero sectarismo filosófico grupal.
El enfoque ecléctico -la segunda opción- es una mezcla
extraña e improductiva de algunos rasgos de los dos enfo
ques anteriores, aunque sus cgltores lo suelan presentar
como si fuera una variante o versión del enfoque crítico. Así,
el ecléctico rechaza la tesis dogmática de que existe una
única filosofía verdadera, pero a diferencia del enfoque crítico
alienta la misteriosa idea de que la verdad filosófica se reparte
en varios, en muchos o en todos los sistemas filosóficos. El
ecléctico parece compartir, hasta cierto punto, el énfasis del
enfoque crítico en la actividad de filosofar, y parece dispuesto
a asumir sus consecuencias pedagógicas. Sin embargo,
desnaturaliza ambas movidas al propiciar la idea de que
filosofar consiste, básicamente, en conocer la historia de la
filosofía, en llegar a comprender y glosar las tesis de algún
sistema filosófico del pasado o del presente y/o en establecer
relaciones comparativas entre
pensadores, sistemas y tesis filosóficos. No debe sorpren
der, pues, que el enfoque ecléctico resulte ser, en el fondo,
una especie de enfoque dogmático atomizado: hay varios o
muchos sistemas filosóficos “verdaderos", de lo que se trata
es de conocerlos, “adoptar” alguno, dominarlo y abogar en
favor de sus méritos. Filosofar es eso. Y enseñar a filosofar
es, en consecuencia, transmitir los mecanismos aptos para
una actividad tan peculiar.
Las críticas obvias al enfoque ecléctico son las que
corresponden a todo eclecticismo: la inestabilidad, lahibridez
y, en definitiva, la inoperancia. Curiosamente -o no-, el
enfoque ecléctico es el modelo vigente en muchos departa
mentos y facultades de filosofía.3 Tiene plena vigencia en
nuestro país, en Latinoamérica y en muchos otros países y
regiones. No por casualidad, ninguno de ellos ha sido ni es
productor de filosofía original y auténtica.4
16
III
17
de filosofía deben estar comprometidos con la práctica y con
la defensa un cierto punto de vista, ya sea un credo religioso,
político o “filosófico”, un credo nihilista (ésta no es una frase
contradictoria), o cualquier otro tipo de p jsición cue visualice
al egresado de filosofía como el activista de un.i causa que,
por razones no estrictamente filosóficas, se considera justa,
deseable, ineludible, etc. Adviértase que el enfoque dogmá
tico, en distintas versiones, es un instrumento ideal para este
tipo de visión.
Otros, por fin, defienden una visión profesional: quienes
egresan de filosofía son (deben ser) personas preparadas
para ejercer una ocupación en la que desarrollan ciertas
aptitudes adquiridas luego de un período de preparación
especializada. Adviértase que respecto de esta visión el
enfoque crítico y el ecléctico parecieran entrar en competen
cia. Veremos, sin embargo, que en definitiva sólo el enfoque
crítico sirve para las exigencias profesionales del filósofo. Y
esto me lleva al segundo paso del argumento.
IV
18
habilitante. Los requisitos básicos para llegar a ejercer una
profesión son fijados en muchos casos por el estado. Normal
mente, el control del ejercicio profesional es efectuado por los
propios pares profesionales.
La profesionalización de ios filósofos, en el sentido gené
rico de ‘profesión’ que acabo de explicitar, es un fenómeno
relativamente reciente. Comenzó a tomarforma en la primera
mitad del siglo pasado, se extendió durante su último tercio,
y se consolidó de manera definitiva a lo largo del siglo veinte.
Los signos de tal profesionalización abundan: miles y miles
de personas ejercen institucionalmente en todo el mundo la
actividad filosófica; innumerables asociaciones académicas
y profesionales las agrupan y celebran con frecuencia con
gresos, simposia, coloquios y otras actividades especializa
das; varios cientos de revistas especializadas y varios miles
de libros anuales garantizan un intercambio teórico constan
te, más allá de las fronteras nacionales. Se da, además, una
especie de standarización de los modelos de expresión
literaria, de ciertos criterios básicos para la apreciación de ia
excelencia profesional y del cursus honorum requerido. Es
tas manifestaciones de la profesionalización filosófica son
independientes de los parámetros geográficos, nacionales y
filosóficos.
Con otras palabras, no se trata de un fenómeno restringido
a una región, a un conjunto de países o a ciertas lineas,
movimientos o tradiciones filosóficas. El fenómeno posee, en
gran medida, un carácter ecuménico. Por eso constituye uno
de los rasgos peculiares más importantes asociados contem
poráneamente a la práctica de ia filosofía.
Nuestro país no ha quedado al margen de ese proceso. La
creación de la Facultad de Filosofía (13 de febrero de 1896)
constituyó el punto de partida de la organización de los
estudios de filosofía y del otorgamiento de los títulos profesio
nales correspondientes. Otros jalones importantes han sido
la sucesiva creación de carreras de filosofía en universida
des nacionales y privadas (en la actualidad existen registra
das carreras de filosofía en veinte universidades nacionales
y en quince universidades privadas), la aceptación del ingre
so de filósofos a la Carrera del Investigador Científico del
CONICET (década del sesenta) y la organización (todavía
embrionaria a nivel nacional) de una infraestructura académi-
co-institucional-comunicativa adecuada. Hay mucho para
agregar y bastante para reflexionar acerca del estado profe-
19
sional de la filosofía en nuestro país y en otras latitudes, pero
lo dicho es suficiente en este contexto.5
El tercero y último paso del argumento, es éste. Preparar
profesionales que posean un mínimo adecuado de competiti-
vidad, de acuerdo a cánones aceptados, involucra entre otras
cosas, lograr [a] la internalización de la reglas del arte, [b] el
manejo de un conjunto de contenidos relevantes y [c] el
desarrollo de aptitudes adecuadas para la creatividad y el
espíritu innovativo. Dado que la profesionalización de los
filósofos es un hecho innegable de la realidad contemporá
nea, las estrategias pedagógicas que se diseñen deben
proponerse maximizar los niveles de excelencia y de compe-
titividad propios de la profesión. Tomar en cuenta el hecho de
la profesionalización de los filósofos es, pues, indispensable
para toda reflexión acerca de la enseñanza-aprendizaje de la
filosofía. Y lo es, no sólo por la razón que acabo de dar, sino
porque permite decidir de manera trivial la polémica acerca
del perfil del egresado de filosofía. Pero hay más. Cuando se
piensa en el enfoque de fondo que va a regir, en definitiva, las
decisiones en torno a las estrategias pedagógicas, no pue
den caber dudas de que ni el enfoque ecléctico ni el dogmá
tico pueden ser de utilidad notoria. Sólo el enfoque crítico
puede servir para inspirar y para dar fundamento a las
estrategias pedagógicas adecuadas dentro de un contexto
de profesionalización creciente.
20
y pertenecen de manera obvia a tradiciones filosóficas con
trapuestas. Pero lo que suele pasar inadvertido es que todos
ellos, sin excepción, se han ganado la vida de la misma
manera, han seguido un cursus honorum parecido, han
aceptado determinados criterios de excelencia y han forma
do parte de una infraestructura académico-institucional, de
carácter nacional e internacional.
2. La profesionalización no implica la asepsia respecto del
compromiso que los filósofos, en tanto intelectuales, puedan
llegar a contraer en el ámbito político, en el cultural, en el
religioso, o en el que fuere. De manera paralela, la adopción
del enfoque crítico no implica un vaciamiento de los conteni
dos en aras de meras estrategias dialécticas, sino la posibi
lidad de elaborar y aceptar responsablemente las tesis filosó
ficas que se prefieran, bajo cánones adecuados de creativi
dad y excelencia.
3. Mi planteo está referido a los problemas de la enseñan
za de la filosofía en el nivel universitario. No niego que otros
niveles educativos planteen problemas específicos en lo que
hace a tal enseñanza. Pero creo que, en definitiva, se trata de
problemas contextúales que deben ser evaluados como
tales. La cuestión de fondo se plantea en el nivel universitario,
pues son sus egresados los que han condicionado y van a
seguir condicionando las prácticas de la enseñanza de la
filosofía en los niveles secundario y terciario. (Yen épocas de
la filosofía para niños, aún en el nivel primario y pre-escolar).
4. Las críticas a la inmoderada relevancia dada por el
enfoque ecléctico a la historia de la filosofía se proponen
atacar a quienes identifican filosofar con conocer la historia
de la filosofía o a quienes sostienen que estudiar la historia
de la filosofía es coextensivo con aprender a filosofar, o tesis
similares. No está en cuestión la legitimidad e importancia de
historiar contribuciones filosóficas del pasado y del presente,
de acuerdo a los cánones de rigor establecidos.
5. Imagino a alguien preguntando con un razonable aire de
perplejidad: “Pero, ¿pueden los filósofos hacer otra cosa que
enseñar filosofía (en el nivel secundario, terciario y/o univer
sitario) o investigar temas filosóficos?, ¿existen acaso otras
opciones?, ¿qué sentido tiene hablar ampulosamente de una
profesión tan magra, tan restringida?”. La pregunta es buena
y su respuesta es ésta. Qua filósofos servimos para bastan
tes más cosas de las que nos permitimos reconocer. He aquí
algunos ejemplos tomados al azar. Servimos como asesores
21
y aún como miembros de tribunales de ética profesional.
Servimos como expertos en el diseño, seguimiento y evalua
ción de proyectos de investigación. Podemos servir como
peritos judiciales en materias conceptuales, cognoscitivas y
éticas. Servimos como expertos en todo ámbito en el que
surjan problemas de índole teórica, sistémica o normativa,
etc.,etc. En suma, existen una serie de puntos en los que el
filósofo puede insertarse profesionalmente en la trama social.
Hay que identificarlos y promoverlos.6
6. Imagino, por último, a alguien preguntando con más
perplejidad aún: “¿Está usted sosteniendo acaso que tene
mos que dejar a un lado las cuestiones tradicionales de la
filosofía en aras de una fantasiosa participación en cuestio
nes cotidianas y, posiblemente, superficiales?” La respuesta
es no. Nada de lo expuesto requiere dejara un lado antiguas,
queridas y profundas cuestiones filosóficas que, tradicional
mente, se acostumbran sintetizar en cuatro preguntas bási
cas: ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?, ¿qué me cabe
esperar?, ¿qué es la persona humana? Pero adviértase esto:
quien sintetizó tan magistralmente esas preguntas básicas,
quien además les dio respuestas trascendentes y perdura
bles, fue el autor de lo que he dado en llamar ‘el enfoque
crítico’. Y si Richard Rorty tiene razón7, fue también quien
introdujo por vez primera la idea de que ser filósofo es ser un
profesional. Esas coincidencias no deben sorprendernos. Es
más, no se trata, obviamente, de meras coincidencias. Este
es ei meollo de las tesis que he tratado de defender.
Notas
22
enseñanza de la filosofía y el papel de los [profesores] sólo puede ser
determinados en concordancia con una idea clara y difundida de qué
constituye, en términos generales, la característica peculiar de la
filosofía como una rama del conocimiento... II. Debido a las caracte
rísticas generales de la filosofía... su enseñanza difiere de la de otros
tópicos. El objetivo fundamental de su enseñanza es entrenar al
individuo a que piense por sí mismo. No se excluye la adquisición de
conocimiento, pero está subordinada a la práctica del pensar inde
pendiente." (UNESCO, The Teaching of Philosophy, París, Unesco,
I953, pp. 185 y 186).
3Véase Rabossi, E., González, M. C. y Stigol, N., “Un modelo de
enseñanza-aprendizaje para un enfoque crítico de la filosofía”,
Revista de Filosofía y Teoría Política, (1986), pp. 58-63.
4Esta conclusión, que creo legítima, apunta a los efectos que ha
'tenido y tiene en nuestras prácticas filosóficas la vigencia, por lo
general indiscutida, del enfoque ecléctico. Por supuesto que no
cuestiona el mérito de quienes se propusieron crear en nuestro país
ias condiciones para el desarrollo de la práctica seria de la filosofía.
Me refiero a los llamados “fundadores” y a ias dos generaciones que
los sucedieron. La evaluación de sus contribuciones debe conectar
se -como debe serlo el tema general que planteo en este trabajo- con
una discusión acerca de las condiciones pasadas, presentes y
futuras del filosofar en un país como el nuestro. Una discusión tal no
puede ser abarcada dentro de las dimensiones del presente trabajo.
Para un importante análisis del tema, proyectado a Latinoamérica,
véase Miró Quesada, F„ Proyecto y realización del filosofar latino
americano, México, Fondo de Cultura Económica, 1981.
5El tema de los “modales” que predominan en las relaciones entre
nuestros filósofos, es digno de estudio. Forma parte de un conjunto
de fenómenos curiosos: la incomunicación, la descalificación, la
imposibilidad de organizar una entidad profesional representativa del
“gremio”, paro no hablar de la imposibilidad de constituir una acadé-
mia específica. Deseo aclarar que no estoy sugiriendo que sería
deseable que existiera una academia tal, sino que es interesante
evaluar cómo es que los historiadores, la gente de letras, los
geógrafos, la gentede ciencias de la educación, los economistas, etc.
lograron tener, pese a obvias y profundas diferencias, una conciencia
profesional suficiente como para constituir una académia, y cómo es
que los filósofos no lo lograron.
6 Es interesante señalar que el Departamento de Filosofía de ia
Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, ai
responder al requerimiento del Ministerio de Educación acerca de las
incumbencias del título profesional, siempre ha respondido que eran
dos: ser profesor de filosofía y ser investigador de problemas
filosóficos. Pero en 1988 hubo un cambio importante al formularse
como incumbencias una serie de ítems como los mencionados.
7 R. Rorty, Philosophy and the Mirror of Natura, Ptinceton,
Princeton University Press, 1979, III, sec. 1-2.
23
DISCUSION
24
clima afectivo de confianza y libertad es imprescindible
para ejercitar la racionalidad y muy especialmente la
creatividad.
25
Dicho de otro modo, el filósofo contemporáneo es un
profesor itinerante que se comunica especialmente
con sus pares de modo tal que la discusión racional
tiene un ámbito específico; sin desmedro de esta
competencia podría buscarse una inserción más direc
ta en la divulgación del conocimiento por los medios
ahora a nuestro alcance. Se me ocurre que charlas por
radio y televisión, artículos en diarios y revistas no
especializadas son actividades propias de un filósofo
contemporáneo que deben sertenidas en cuenta en las
reformas curriculares que se proyecten. Es necesario
contar con quien pueda hacer un buen guión de televi
sión con la defensa de Sócrates, por ejemplo.
En fin, creo que vale la pena centrar la discusión en
cinco puntos:
26
SEMINARIOS DE GRADO Y POSGRADO
EN LA ENSEÑANZA DE LA FILOSOFIA
EN LA UNIVERSIDAD
MARGARITA C O S T A *
27
bastante, sobre todo cuando el trabajo se reduce a la lectura
y discusión en clase de un texto filosófico y es el profesor
quien da una interpretación canónica de los distintos pasajes.
Esta es una tentación bastante fuerte. Tanto en el primer caso
mencionado (el del seminario-magistral) como en el segundo
(el seminario-trabajo práctico), el profesor se niega a abando
nar su pape! protagónico y a ser el poseedor indiscutido de la
verdad.
La cura para no incurrir en alguna de las dos mistificacio
nes mencionadas reside, en mi opinión, en un voto de
modestia intelectual que los profesores deberían practicar
con mayor frecuencia de la habitual y en brindar el mayor
estímulo posible al protagonismo de los estudiantes. Pero
aquí se impone un caveat. Aunque lo dicho hasta ahora sea
válido para cualquier seminario de que se trate, considero
indispensable distinguir los roles, metodologías y finalidades
de dos tipos de Seminarios: los Seminarios de Grado y los de
Posgrado y/o Doctorado.
Seminarios de grado
28
do. Esto impediría, entre otras cosas, que el profesora cargo
de un seminario se sintiera defraudado por la escasa inscrip
ción de alumnos, que en algunos casos no alcanza al cupo
mínimo, y evitaría hasta cierto punto el excesivo número de
inscriptos, que hace dificultosa y a veces infructífera la tarea.
José Gaos, en su obra titulada La Filosofía en la Universi
d a d , considera que ocho alumnos es un tope conveniente
para un seminario, pero pienso que puede elevarse a quince
en nuestro medio académico, aunque en mi opinión personal,
no debería superar los diez alumnos. Todo profesor se siente
halagado cuando tiene una nutrida asistencia de alumnos a
su seminario. Pero es preciso preguntarse: ¿pueden en esas
condiciones cumplirse adecuadamente los objetivos a al
canzar?
Una solución viable, cuando el número de aspirantes es
excesivo, es dividir su número en dos grupos, uno de los
cuales podría estar a cargo de un Profesor Adjunto o aun de
un Jefe de Trabajos Prácticos, con la coordinación del
profesor titular.
29
sea breve: no mas de dos o tres párrafos. De todos modos,
considero que en el seminario de grado la obra elegida para
trabajo de clase debe existir en versión española.
30
Seminarios de Posgrado
31
caso de que los hubiera. Aplicarán al máximo sus conoci
mientos de lógica y teoría de ¡a argumentación. Asimismo,
deberán estar preparados para hacer frente a objeciones e
interpretaciones divergentes, que pueden proceder tanto del
profesor como de los alumnos, si bien el papel protagónico
corresponde fundamentalmente a éstos.
32
Corolario
Notas
33
DISCUSION
I. Consideraciones generales
34
trabajo en ese aspecto: permite acrecentarla bibliogra
fía sobre el tema.
35
requisitos, material de trabajo, metodología y evalua
ción. Hay mucha claridad y precisión en la formulación
de estos aspectos, pero observo que no están contem
pladas la cantidad de horas requeridas y su distribu
ción, así como el porcentaje de asistencia a cumplir. Tal
vez esto corresponda a una reglamentación general
incluida en los planes de estudio en el caso de los
seminarios de grado y en la de los Departamentos de
Posgrado cuatido se trate de Seminarios de este nivel.
6. La autora del trabajo señala diferencias entre los
seminarios de grado y de posgrado en cuanto a orga
nización, requisitos (del profesor y de ios alumnos) y
metodología.
Me parece particularmente importante ahondar es
tas diferencias en lo que se refiere a las exigencias de
las monografías. En mi concepto, una monografía de
un Seminario de Posgrado debe satisfacer requisitos
de:
36
III. Otras consideraciones
37
za y de investigación en Filosofía, Mendoza, UN de
Cuyo, 1973) distingue el trabajo del profesor de Filoso
fía de nivel universitario en: lecciones, seminarios,
coloquios y comunidades de trabajo. Define al semina
rio como:
2. Sobre la Finalidad
38
previstos después de haber aprobado !as materias
troncales y -como dice la autora- es de esperar que los
alumnos apliquen sus conocimientos de Lógica, Teoría
de la Argumentación, Metodología de la Investigación
y -por supuesto- todas las otras materias que le sirvan
como marco referencia!. En un seminario de posgrado
se espera que el graduado maneje bien las técnicas de
investigación.
Algunos autores hablan de pre-seminarios, en ios
que se darían las técnicas de investigación y presenta
ción de un trabajo monográfico.
Es por ello que considero que el seminario propia
mente dicho lo es para el nivel universitario y no para
el secundario como lo indican Cirigliano y Villaverde
4. Origen
39
El mismo propósito inspira sin duda a Herbart,
cuando a comienzos del siglo pasado funda el primer
seminario universitario de Kónisberg el cual, si bien
subsiste únicamente mientras lo dirige su organizador,
sirve sin embargo como punto de partida para la
formación posterior de esta modalidad en las universi
dades.
De acuerdo con Jaime Pujol Balceils y José Luis
Fons Martín en Los métodos de la enseñanza universi
taria (Pamplona, Univ. de Navarra, 1981), fue Augustus
Hermán Frank quien, expulsado de la Universidad de
Leipzig, se refugió en Hall, donde organizó los primeros
seminarios y Christian Wolff continuó desarrollando
este método para difundir la filosofía de Leibniz y
propagar una actitud de apertura hacia la ciencia.
Para terminar, vale la pena recordar los conceptos
de Rodolfo Mondolfo cuando en 1949 decía:
40
LOS SEM INARIOS
EN LA ENSEÑANZA DE LA FILOSOFIA*
EDUARDO RABOSSr
NORA STIGOL***
MARIA CRISTINA GONZALEZ'***
41
importante señalar que la tarea de coordinación no debe
afectar ei principio de igualdad que caracteriza la investiga
ción dentro del seminario.
II
III
42
equipo directivo, y/o en una secuencia de exposiciones
magistrales de los propios alumnos, y/o - y éste suele ser ei
mejor resultado posible en ese contexto- en una lectura
grupal comentada de los textos elegidos.
SV
43
identificación en los textos de tesis y de argumentos, de su
reconstrucción en términos propios, de la elaboración de
trabajos críticos, de la presentación y defensa de tesis
propias, etc.
c. Los factores reglamentarios negativos suelen ser más
sutiles de lo que puede parecer a primera vista. Creemos que
sirve como ejemplo de lo dicho ta disposición de ¡a Facultad
de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires que
establece, correctamente, que es requisito de aprobación de
los seminarios la presentación de un trabajo personal de
carácter monográfico, pero que concede al alumno un plazo
de dos años, a partir de la terminación del seminario, para
presentarlo. Lo menos que puede decirse es que, desde el
punto de vista pedagógico relativo a los objetivos de los
seminarios, tal plazo es absurdo. Es obvio que permitir que la
entrega de los trabajos críticos del seminario se realice con
posterioridad a su terminación, favorece la deserción de los
alumnos participantes al perder contacto con el tema, con sus
pares y con el equipo directivo. Y aun en el caso en el que el
trabajo se entregue en el plazo previsto, también el resultado
es negativo: la elaboración del trabajo es solitaria y aislada
del contexto del seminario, donde podría haber tenido la
oportunidad de enriquecerlo, y el director o el equipo directivo
del seminario, alejado ya de la “efervescencia teórica" que
genera su clima de discusión, suele experimentar una sensa
ción de extrañamiento respecto de los temas tratados y de las
discusiones sostenidas. Esta nómina mínima puede exten
derse, pero los tres ítems incluidos son suficientes para
ejemplificar el grado de negatividad de los factores institucio
nales en la práctica de los seminarios.
VI
44
Ei seminario se desarrolló en dos etapas, de siete y cinco
semanas respectivamente. El objetivo de la primera etapa fue
el de lograr un manejo adecuado del texto básico propuesto
en el seminario, para alcanzar con ello un marco de referencia
común en el que apoyarse en ia segunda etapa.
Respecto a la metodología de esta primera etapa, la tarea
se llevó a cabo a lo largo de tres módulos horarios de dos
horas cada uno. Las dos primeras horas se dedicaron a
exponer y discutir las respuestas a un cuestionario entregado
oportunamente sobre partes específicas del libro, que los
participantes debían presentar por escrito. La tarea de las dos
horas siguientes se centró en el conocimiento de la bibliogra
fía complementaria; los participantes tuvieron a su cargo la
exposición de temas acotados de dicha bibliografía. El tercer
módulo horario de dos horas estuvo a cargo del profesor
titular; su tarea fue la de ofrecer marcos teóricos en los que
pudieran encuadrarse los temas propuestos para investigar
en la segunda etapa, y presentar bibliografía ampliatoria.
Paralelamente a estas actividades, los alumnos, con el
apoyo del equipo docente, iniciaron la tarea de elaboración y
redacción de trabajos críticos de acuerdo con temas que les
fueron asignados durante esta primera etapa.
El objetivo de la segunda etapa fue constituir el seminario
en su funcionamiento pleno. En este punto se contó con la
nómina de expositores, títulos de sus trabajos y discutidores.
Sobre esta base se asignaron fechas y horas de las exposi
ciones.
En la organización del cronograma se dejó libre una
semana, a fin de que los participantes pudieran preparar sus
exposiciones y coordinarlas con la tarea de los discutidores.
El seminario culminó con la lectura pública y discusión de los
trabajos. En la elección de temas y discutidores se puso
especial cuidado en constituir mesas de lectura que ofrecie
ran núcleos temáticos, esto es, mesas organizadas según
tesis relacionadas que de alguna manera favorecieran la
participación activa de los miembros del seminario.
Las reuniones de mesas de lectura siguieron el siguiente
esquema: lectura del trabajo, discusión del trabajo a cargo del
discutidor, respuesta del expositor y discusión por parte de
todos los participantes.
Iniciaron el seminario dieciséis alumnos, algunos de los
cuales pertenecían a las carreras de antropología, letras o
ciencias políticas. Del total de alumnos sólo dos abandonaron
45
y sólo uno hizo uso del período reglamentario de dos años
para presentar la monografía final.
VH
Notas
46
LA ENSEÑANZA DE LA FILOSOFIA
COMO LA ENSEÑANZA DE UNA TECNICA:
EL PROBLEMA DE LOS INSTRUMENTOS
DE EVALUACION
47
primero es un saber preposicional, esto es, la cláusula “que"
está seguida por el enunciado de una creencia, de una teoría,
de un elemento de prueba, es decir, de un enunciado que
expresa que algo es o no e3 el caso. “Saber cómo”, en
cambio, va seguido de una expresión que nombra operacio
nes. Así “sé que el sistema solar tiene nueve planetas” y “sé
cómo andar en bicicleta”.
¿Por qué vinculamos ambas cosas? La conexión reside,
a nuestro juicio, en la manera en que visualizamos el proceso
de enseñanza-aprendizaje en filosofía. Así, se trata de un
proceso cuyo objetivo es enseñar a filosofar, esto es, adquirir
y desarrollar las técnicas esenciales al quehacer filosófico
profesional. En este sentido damos prioridad al "saber cómo”,
nos proponemos que el alumno se entrene en el uso de las
herramientas necesarias para producir y elaborar finalmente
su propia respuesta a un problema filosófico. Es decir, no
entendemos la enseñanza de la filosofía como siendo priori
tariamente un “saber que” sino como un “saber cómo” tal que
le permita al alumno elaborar un conjunto de enunciados para
ser candidatos a ocupar el lugar que sucede a la cláusula
“que”.
Como se sabe, las técnicas son conjuntos de acciones
que involucran habilidades o capacidades de los agentes,
según un conjunto de instrucciones o mandatos. En nuestro
caso, el curso se propone entrenar a los alumnos en una serie
de habilidades en las que consiste el filosofar, con vistas a la
producción de tesis filosóficas y sus correspondientes argu
mentos justificuiui iut>.
Adviértase que no se trata de una ¡,iera “gimnasia intelec
tual” s!u objetivos ni resultados; por el contiario, creemos que
tiene un objetivo preciso cuyo resultado final consiste en
asumir y defender una posición propia, luego de haber
tamizac’j críticamente alguna o algunas posiciones alterna
tiva;:. ü , citando a Kant, no es “un uso dialéctico, esto es. tal
que sólo se proponga dar a los conocimientos una apariencia
de verdad y sabiduría; ésa es la labor de los meros sofistas.
El “saber cómo” no es tampoco un mero aprender instruc
ciones sino que, por el contrario, lo que se pretende es que
los alumnos implementen esas instrucciones y en virtud de
ello hagan filosofía.
48
It
49
que ni los objetivos, ni los criterios ni esos contenidos han sido
y son los mismos a lo largo del tiempo. La filosofía, al igual que
cualquier otra disciplina, se desarrolla en el seno de una
comunidad cuyos integrantes comparten ciertas realizacio
nes. Las características de esta comunidad han variado en ei
tiempo. Hoy, está constituida por filósofos profesionales que
trabajan en instituciones académicas, que se reúnen en
congresos, que publican sus resultados en revistas especia
lizadas y que proporcionan los modelos de problemas y de
soluciones filosóficas vigentes en cada época.3
Adviértase que estamos formando a un alumnado que va
ingresar necesariamente a esa comunidad investigativa.
En lo que dimos en llamar Modelo Vigente se da prioridad
al “saber que” y, si bien se realizan operaciones sobre esos
contenidos, es decir, si bien hay un “saber cómo”, éste es
diferente al “saber cómo" en que, a nuestro entender, consis
te el quehacer filosófico. Ai no ser el objetivo del modelo
vigente el que el alumno filosofe sino que conozca posturas
filosóficas, las habilidades a desarrollar no apuntan a aquel
fin, al de filosofar, sino que apuntan ai desarrolio de otras
capacidades.
El alumno es entrenado en técnicas tales como resumir,
esquematizar, glosar, parafrasear, memorizar, etc. Es obvio
que tales habilidades son útiles y necesarias, pero no son
ellas suficientes para hacer filosofía como lo pretende ei
Modelo Vigente. En el mejor de los casos sólo son técnicas
subsidiarias de otras que son las que, desde el Enfoque
Crítico, pretendemos desarrollar.
Itl
50
a. exámenes parciales y exámenes finales o totales, que
usualmente consisten en una exposición escrita y oral, sobre
algún tema o aspecto puntual, que se desarrolla en un breve
intervalo.
b. trabajos monográficos, que suelen consistir en resúme
nes, paráfrasis, entretejidos de citas textuales o glosadas.
IV
51
textos filosóficos a los que los alumnos, en la mayor parte de
los casos, acceden por primera vez. En general se selecciona
un capítulo de un libro o un artículo, autocontenido, en el
sentido de que en tal fragmento aparecerán una o varias tesis
y uno o varios argumentos a favor o en contra de dichas tesis.
Si el texto presupone nociones, conceptos o tesis desarrolla
dos en otros textos, la reunión de ampliación4 se habrá
ocupado de ellos.
En las reuniones de ampliación que preceden a la elabo
ración de las guías se hace una presentación del marco
teórico general pertinente al problema que en particular es
tratado en el texto elegido, de modo que el alumno no dispone
con antelación de un resumen, ni de un cuadro sinóptico ni de
una glosa del material a analizar.
Para responder a estas guías, tarea que los alumnos
hacen por escrito, disponen de una semana.
Dichos cuestionarios incluyen cuatro o cinco actividades
cuyas características presentamos en nuestro trabajo de
1986 y que rápidamente recordamos: rastrear ambigüeda
des y vaguedades, ejemplificar tesis, explicitar presupues
tos, reconstruir argumentos, formular ventajas y/o desventa
jas de las tesis, evaluar tesis o argumentos, adoptar posicio
nes propias frente a las tesis. Explícitamente se evitan
actividades que culminen en resumir, sintetizar, glosar, repe
tir o parafrasear el texto.
Semanalmente las guías son corregidas y devueltas a los
alumnos.
La corrección implica un comentario con sumo detalle
indicando aciertos y errores, que incluyen sugerencias, ob
servaciones e invitaciones a revisar o profundizar algunos
aspectos, que eventualmente podrán ser objeto de un desa
rrollo más amplio en los trabajos críticos. Asimismo se indica
alguna bibliografía relevante.
Es interesante señalar que cada trabajo no es objeto de
calificación numérica, sino de una calificación cualitativa. La
hipótesis que manejamos es que dichas guías de actividades
son el entrenamiento básico de las habilidades que quere
mos desarrollar, de modo que lo que importará evaluar es
cuál es ei punto máximo del desarrollo individual que cada
alumno logre a lo largo del curso. Así, a la totalidad de las
guías le corresponderá un valor numérico que no resulta de
notas parciales sino de la evafuación global del proceso.
Cada una de las actividades de cada una de las guías
52
constituye una suerte de ensayo de análisis filosófico. Preci
samente ésta es una de las ventajas que atribuimos a este
instrumento. Además, la obligación de contestar por escrito,
semanalmente, a un conjunto de problemas filosóficos, cree
mos que evita la actitud pasiva del alumno-oyente y estimula
el hábito de la comunicación escrita.
Hasta aquí las ventajas respecto de los alumnos. Respec
to de los docentes este tipo de trabajo permite un seguimiento
pormenorizado deí trabajo y del rendimiento de los alumnos.
b. Semanalmente también, con las guías respondidas en
la mano, el alumno participa de sesiones de discusión de sus
respuestas, en las que tiene oportunidad de contrastar su
trabajo con el de sus compañeros. De este manera todos, al
haber tenido la exigencia de producir sus breves escritos,
están en condiciones por igual de participar en el diálogo.
Haciaelfinaldela reunión y antes de entregarlas, quienes así
lo deseen pueden corregir sus propias respuestas.
c. Los trabajos críticos tienen una extensión de cinco a
diez páginas mecanografiadas a doble espacio. Los llama
mos “trabajos críticos” en lugar de “trabajos monográficos”
porque queremos hacer hincapié en el hecho de que no sean
meramente expositivos o de resumen. Versan sobre cuestio
nes puntuales. Deben incluir una toma de posición crítica y
propia sobre la cuestión elegida.
Habitualmente orientamos a los alumnos a que busquen
en las guías aquellas actividades que dieron lugar a alguna
perplejidad que, a su juicio, merezca tratamiento más porme
norizado. Descalificamos todo intento de abordar un tema no
acotado, general, o demasiado complejo para el tipo de
análisis que estamos proponiendo, esto es, se trata de un
ejercicio filosófico argumentativo.
Una dificultad con la que nos hemos encontrado ha sido la
de decidir cuántos de estos trabajos es posible programar a
lo largo del curso. Dada la extensión normal de un curso -d e
doce a catorce semanas-sólo es posible en principio progra
mar a to sumo dos trabajos críticos. La principal razón de esta
limitación es que para poder elegir un problema a tratar es
necesario disponer de un número mínimo de guías tal que sea
experiencia suficiente para abordar este tipo de tarea. Pero
por otro lado, si se opta por un único trabajo crítico, el alumno
no tendrá oportunidad de aprovechar las correcciones que
eventualmente se le hayan señalado para recogerlas e
intentar un nuevo ensayo. Una solución, no totalmente satis-
53
factoría, que hemos adoptado, ocasionalmente, ha sido la de
proponerles un único trabajo pero con la presentación de un
borrador previo.
Del mismo modo que para las guías, la corrección de estos
trabajos incluye de nuestra parte un cuidadoso análisis.
Es importante señalar que los alumnos manifiestan una
resistencia explícita, una cierta ambivalencia ocasionada por
su temor a no poder realizarlo y al mismo tiempo su deseo de
hacerlo. Creemos que esta situación se origina en el hecho
de que los alumnos están habituados a otros tipos de instru
mentos de evaluación y, además, se debe a la naturaleza del
recurso y a los plazos exigidos. Es decir, en general están
acostumbrados a que se les pide monografías que involucran
resúmenes, paráfrasis, entretejidos de citas textuales o glo
sados y se les ofrece un amplio plazo de entrega. Nosotros,
en cambio, exigimos la entrega de los trabajos para su lectura
y discusión pública a realizarse en la última semana de
clases.
d. Como acabamos de decir, en la última semana del
cuatrimestre los alumnos-autores leen sus trabajos y uno de
sus compañeros, elegido con antelación, tiene la misión de
discutirlo. El coordinador de la reunión, que es también un
alumno, generaliza la discusión a la audiencia.
54
los instrumentos de evaluación y los instrumentos de forma
ción son los mismos. En este sentido pensamos que el
proceso evaluativo no es una actividad separada e indepen
diente del proceso mismo de enseñanza-aprendizaje ni es un
estadio final ni un proceso paralelo, sino que ambos consti
tuyen un mismo proceso. Este es un punto importante en el
que vemos una marcada diferencia entre nuestra propuesta
y el Modelo Vigente.
VI
55
y en definitiva más valioso entrenar al alumno en las siguien
tes técnicas:
Notas
56
instituciones de enseñanza superior. Algunos de los objetivos de este
modelo son:
a. que el alumno acceda a las ideas de un filósofo tal como fueron
expuestas, lo más fielmente posible;
b. que el alumno acceda a las comentarios que glosan tales ideas;
c. que el alumno reconozca la influencia de autores anteriores o
contemporáneos en la obra estudiada;
d. que el alumno identifique la originalidad del planteo propuesto
por el autor bajo estudio;
e. que el alumno rastree la evolución de un concepto a lo largo de
la obra estudiada.
f. que el alumno advierta el carácter invulnerable de las tesis de
los filósofos, dadas las condiciones sociales, culturales e históricas
del momento de la producción de la obra.
Dados estos objetivos, los docentes, según este modelo, son
expositores fidedignos y trasmisores de las ideas de un filósofo, ya
sea bajo la forma de resúmenes, paráfrasis o combinación de citas
textuales. Y esperan de sus alumnos que pregunten en casos de
necesitar alguna aclaración a propósito de la exposición y que tomen
notas detalladas. Por lo demás la diferencia entre clases teóricas y
prácticas ste diluye, porque en unas y otras ambos docentes realizan
las mismas actividades y esperan del alumno una actitud pasiva de
mero oyente.
Este modelo suele culminar en una actitud enciclopedista que
pretende incluir ia mayor parte de obra de un autor y el mayor número
de sus comentaristas. Es un lugar común la queja de muchos
docentes que dicen: “no me alcanzó el tiempo para...”.
Parecería que está implícita la ecuación “a más Información más
aprendizaje”. Entonces es razonable esperar que el tiempo disponi
ble nunca sea suficiente. Y de allí que habría que tener más horas de
clases, olas materias deberían ser anuales y no cuatrimestrales para
poder alcanzar los objetivos previstos.
Además, este modelo parece fundarse en el supuesto de que
aprender filosofía es aprender historia de las ideas filosóficas y/o lo
que dijeron los filósofos más destacados. Se trata de un contenido
fijo, definitivo, que hay que incorporar sin modificar e independiente
mente de nuestro aquí y ahora.
3 Las cuestiones aquí planteadas en relación con la comunidad
filosófica, la profesionalización de la actividad filosófica, su variación
en el tiempo, etc., constituyen, sin duda, un tema de suma importan
cia que no podemos encarar en el presente trabajo. Esperamos
hacerlo en trabajos posteriores.
4 En general las reuniones de ampliación están a cargo del
profesor titular. Su duración es de dos horas semanales y tiene por
objeto presentar y discutir los marcos teóricos generales y algunos
temas específicos relevantes y ampliar la bibliografía pertinente.
57
DISCUSION
ALCIRA B. BONILLA*
58
cuando se trata de acotar lo “específicamente filosófi
co”. Para ello, las expositoras apelan a las categorías
kuhnianas de “comunidad científica" y de “paradigma”.
Así, “lo específico de la filosofía” resulta definido como
aquello que la comunidad filosófica
reconoce como modelos de problemas relevantes y
de soluciones filosóficas vigentes en cada momento.
En una ampliación del trabajo, sería deseable que a la
exposición de los principales modelos del filosofar
vigentes acompañara también la de los instrumentos
de evaluación más adecuados para cada caso y se
mostraran las posibilidades de su aplicación.
Sin embargo, no queda demasiado explícito si la
crítica y la propuesta se refieren a la enseñanza de la
filosofía en la carrera homónima, o abarcan también su
enseñanza en otros ámbitos del nivel superior.
Confieso que, en un principio, me produjo cierto
temor la lectura de la primera parte del título, por la
aparición en ella de la palabra “técnica”: “La enseñanza
de la filosofía como la enseñanza de una técnica". Sin
duda, mi temorse debió a cierta oculta sacralización d e .
la filosofía que opera desde los ángulos más recónditos
de nuestro imaginario profesional, según la cual nada
habría más distante de la filosofía que una “técnica”, un
saber meramente operativo. De todas formas, el ade
cuado empleo de la distinción ryleana (‘‘saber que” y
“saber cómo”) y la priorización de este último, entendi
do como el conjunto de operaciones y habilidades cuyo
ejercicio lleva al alumno a la producción y elaboración
de respuestas propias y creativas a los problemas
filosóficos, me tranquilizó al respecto. La distinción de
Ryle, además, se vuelve fundamental para la caracte
rización del MV y la del MC propugnado.
Sin embargo, no me parece del todo acertada la
opinión de las autoras de que en el MV “...se da
prioridad al ‘saber que' y si bien se realizan operacio
nes sobre esos conocimientos, es decir, si bien hay un
‘saber cómo' en que, a nuestro entender, consiste el
quehacer filosófico'. Si resulta evidente la diferencia
entre las habilidades y operaciones requeridas por
cada uno de los modelos, me parece que el problema
59
reside igualmente en ia diferencia de los modelos en el
“saber qué”. Creo que una descripción más ajustada de
ambos modelos, o de sus posibles variantes, llevaría a
formular también importantes precisiones sobre este
segundo aspecto.
La caracterización del MV como un modelo de corte
historicista y enciclopedista me parece un tanto apre
surada. Se puede ser enciclopedista sin ser historicis
ta, por un iado. Y, por otro, creo que el defecto principal
del modelo vigente no se encuentra en su “historicis-
mo”, pues deberíamos pensar hasta dónde lo es, sino
en el “academicismo”, entendida la palabra en su peor
acepción. Por “academicismo” quiero significar un con
junto de prácticas repetitivas y esclerosadas, que mu
chas veces convierten la filosofía en mala filología
preciosista y el filosofar, en lectura no productiva de los
clásicos, que prescinden del estado actual de la disci
plina y del saber en general y de su función social. Ello,
evidentemente, redunda en perjuicio de la propia ima
gen de los profesionales de la filosofía y de su falta de
vigencia social, tema que, a todas luces, daría para
alguna reunión futura. Al estado actual nos ha llevado
-creo-, no sólo una cierta inercia profesional, observa
ble también en otras partes del mundo, sino la necesi
dad, por momentos imperiosa, de refugiarnos en un
saber inocuo, crítico sólo en ia apariencia, que disimu
laba con el rigor de la filología y de la hermeneusis
textual minuciosa el terror que el compromiso con la
realidad, aun la realidad del saber, podía traer apare
jado.
Habida cuenta de las observaciones antes formula
das, estimo del mayor interés el sistema de evaluación
propuesto y no me caben dudas acerca de las ventajas
que su aplicación depara a docentes y alumnos.
Empero, me parece que las posibilidades de aplica-
cióh del sistema en su integridad se ven dificultadas por
las condiciones actuales del ejercicio de la docencia en
filosofía, particularmente:
60
tes y alumnos una disponibilidad de tiempo mayor de la
habitual. Por el lado de los docentes, entonces, sólo
puede llevarse a cabo en cátedras dotadas de varias
dedicaciones exclusivas y/o semiexclusivas, que no es
el caso más frecuente.
61
GENERO Y ENSEÑANZA
DE LA FILOSOFIA
i
MARIA ISABEL SANTA CRUZ
63
I
64
estudio son las mujeres. Pero estos estudios no son estudios
de un tópico cualquiera llevado a cabo por mujeres10 ni
tampoco tratamientos que se hacen desde cualquier discipli
na recortando como objeto a las mujeres, como si se tomaran
batallas o proceres. O pájaros o batracios. Ni el sujeto ni el
objeto son aptos para definir este tipo de estudios; el criterio
para definirlos es que ellos utilizan para analizar los fenóme
nos la categoría de género. Y es por eso que preferimos
hablar de “estudios de género”. Todo objeto es susceptible de
hacerse objeto de los estudios de género: una época, una
obra, un mito." Y, también, claro está, un texto o un problema
filosóficos. Porotra parte, a! menos en principio, la aplicación
del género ai análisis de los fenómenos puede, o podría, ser
llevada a cabo por hombres.12
Pero la ventaja principal de hablar de “teoría de género” es
que abre la perspectiva, en la medida que indica que se sale
del ámbito restringido de las mujeres tomadas por sí solas,
para llevar a cabo un examen mucho más complejo y más
rico.
No puedo entrar aquí en un análisis detallado de la
categoría de género ni, mucho menos, en los debates actua
les en torno a la significación de este concepto y la convenien
cia de mantenerlo, tema abordado en otros trabajos. Me
limitaré a recordar la definición que damos de “género” como
“la forma de los modos posibles de asignación a seres
humanos en relaciones duales, familiares o sociales, de
propiedades y funciones imaginariamente ligadas al sexo”.13
II
65
humana, la libertad, la igualdad, la justicia, etc.'4 La filosofía
no es algo que las feministas pueden dejar o tomar como si
se tratase de una mera técnica, porque las cuestiones filosó
ficas son un aspecto intrínseco del pensamiento y de la
acción feministas. No hay hechos sobre las mujeres que
hablen simplemente y por sí mismos con independencia de
alguna forma de conceptualización y de organización con
ceptual. En tal sentido las feministas no pueden evitar com
prometerse con cuestiones y asuntos filosóficos, a riesgo de
quedarse en el plano de la mera descripción o “crónica”.15
Me interesa, pues, subrayar que el feminismo no puede
prescindir de la teoría -de la teoría en general y de la teoría
filosófica en particular- ni rechazarla por considerarla una
forma del discurso dominante del patriarcado. Renunciar a la
teoría, renunciar a la razón y a los modos habituales del
trabajo intelectual sería realmente suicida. No estoy, pues, de
acuerdo, con la pretensión de instaurar un discurso femenino
o feminista que rompa los parámetros del discurso académi
co. Porque precisamente esa formación teórica que hemos
recibido en el ámbito académico es la que nos ha dotado de
las herramientas imprescindibles para elaborar un discurso
argumentativo que ponga de manifiesto y fundamente la
necesidad de la introducción de modificaciones dentro del
sistema imperante. La denuncia de la discriminación y la
fundamentación de su injusticia se elaboran con las armas
que el propio dominador nos ha dado. Y esas armas han
servido y siguen sirviendo. Es cierto que la filosofía que nos
enseñaron y que aprendimos, que la filosofía que transmiti
mos a nuestros alumnos ha sido elaborada por varones y
elaborada partiendo de las experiencias de los varones. Pero
no por ello debemos declararla invalidada, como pretenden
algunas direcciones feministas. Porque esa filosofía nos ha
enseñado a pensar y a pensar precisamente que es posible
descubrir sus raíces, sus presupuestos, y tratar de introducir
modificaciones. La filosofía nos ha enseñado, por sobre todo,
el ejercicio de la crítica y nos ha dado un aparato conceptual
precioso y la capacidad de argumentar con consistencia de
la que no podemos prescindir, a riesgo de quedarnos sin
poder decir nada que pueda ser oído.16
No hay, pues, duda alguna de la necesaria presencia de
la filosofía en el feminismo. No puede pensarse en la elabo
ración de una teoría de género sin una columna vertebral
filosófica. Cabe preguntarse ahora si la filosofía necesita del
66
género o, al menos, si la introducción de la categoría de
género es algo de lo cual la filosofía, si pretende seguir siendo
un saber crítico por excelencia, puede desligarse o no hacer
se cargo.
Creo que debe responderse sin dudas a esta pregunta.
Porque la filosofía, si queremos citar a Deleuze,
67
textos han sido escritos pensando en varones y dirigidos a
interlocutores varones y, en el caso de la mayoría, con
criterio, además, etnocéntrico y clasista. Los textos han
tenido y tienen por destinatario un público imbuido en un
sistema de valores consensuados: los varones blancos de
una cierta clase económica y cultural. Así, cuando leen los
textos, los varones, y paradójicamente también las mujeres,
los leen como varones blancos de una cierta clase y aceptan
como de suyo, y acríticamente, las ideas que transmiten y los
preconceptos sobre los que se sustentan.
III
68
problemas de género interdisciplinaria o disciplinariamente.
Ese es, de hecho, el espacio que tienen actualmente en
nuestro Facultad de Filosofía y Letras: seminarios de grado
o posgrado (yo he dado tres en estos últimos años) y trabajo
de discusión dentro del Area interdisciplinaria de Estudios de
la Mujer, creada a mediados de 1992.
Estas alternativas tienen la ventaja de que las mujeres
tienen así un lugar propio en el que su voz es oída y respetada
y en el cual se sienten “dueñas de casa”, pero tiene graves
riesgos y desventajas, tanto para las mujeres empeñadas en
la tarea como para la comunidad universitaria en la cual se
insertan. Para las mujeres, porque se encierran en una suerte
de ghetto y refuerzan así la situación de marginalidad y
aislamiento que siempre han tenido en el sistema institucio
nal. Para la institución, porque ignora ese trabajo, lo aísla y no
recibe entonces el aporte que los estudios de género signifi
can para el saber en su conjunto.
Las dos alternativas restantes son de carácter “integracio-
nista”. La tercera alternativa, la incorporación del tema del
género como contenido particular dentro del programa de
una o muchas asignaturas de la carrera de filosofía, tiene
también ventajas y desventajas. Por un lado, pone a los
alumnos en contacto con el tema, les hace advertirel sexismo
de buena parte de la producción filosófica. Pero su desven
taja consiste en que termina por dedicarse dos o tres clases
al tratamiento del tema y se encara el resto de la enseñanza
de la materia como si nada hubiera pasado.
En lo que toca a la cuarta y última alternativa, creo que
posee ventajas y prácticamente ninguna desventaja, en la
medida en que refuerza el carácter crítico que es definitorio
de la filosofía. Pero su aplicación supone conciencia de
género por parte de quien enseña filosofía.
69
Es una posibilidad, que creo interesante, aunque no es la
única. Puede ser un buen punto de partida. Mejor sería que
se encarara la enseñanza de todas y cada una de las
disciplinas teniendo conciencia de género y que se hiciera
tomar conciencia al alumnado del sesgo sexista que tiñe todo
el pensamiento filosófico occidental. Tomar esta posición no
significa rechazar lo valioso de la tradición filosófica. Es
preciso mostrar a los/as estudiantes la importancia de los
problemas que se han planteado y del modo en que se han
ido desarrollando y resolviendo a lo largo de los siglos. Hay
que dotar a los/as estudiantes de filosofía del aparato con
ceptual, del ejercicio de la crítica, de las técnicas adecuadas
de trabajo intelectual que les permitan penetrar en el sentido
y la verdadera comprensión de los problemas filosóficos.
Pero, simultáneamente, mostrar cómo ese pensamiento no
ha tenido siempre conciencia de su ignorancia de la perspec
tiva de género y ha olvidado así que se ha ido construyendo
por exclusión de una serie de problemas y por exclusión de
la mitad de la humanidad. Si la filosofía tiene por misión
formar personas con mentes claras, críticas, que sean
capaces de comprender, interpretar y argumentar con con
sistencia y apuntar soluciones a los problemas y respuestas
a las preguntas, es preciso que advierta y se haga consciente
de las exclusiones que ha ido operando y sigue operando a
lo largo de la historia. Es ya anacrónico, por ejemplo, -y esto
para tomar el caso más obvio y casi escandaloso- que se
encare la enseñanza de la antropología filosófica sin introdu
cir el género, que se siga hablando del Hombre como univer
sal, cuando en realidad se está atendiendo sólo al hombre
varón, convertido en medida y paradigma de la humanidad.
Es imposible examinar al hombre sin tener en cuenta que las
personas como tales están construidas en la relación entre
seres humanos que están genéricamente marcados. Es
inadmisible ignorar, además, todos los desarrollos teóricos
procedentes del campo del feminismo en por lo menos los
últimos veinte años.
70
a mujeres. Todos/as, enseñando a todos/as, como integran
tes de una comunidad académica filosófica, estamos obliga
dos/as a tomar en cuenta los aportes de un enfoque que hoy
ya no puede ser obliterado. Es cierto, lamentablemente, que
la actitud de los/as no feministas en el ámbito académico -y
no digo “los/as antifeministas”, porque casi nadie tiene el
valor de reconocerse como tal- consiste en dejar hacer y “no
meterse con las cosas de mujeres”. Eso supone, creo, en
buena medida, una actitud de “comodidad intelectual". El
problema es que se hallan frente a un dilema: si le reconocen
valor, no pueden ignorarlo. Si no lo ignoran, deben apropiarse
de ese saber, tenerlo en cuenta y tomar posición fundada
frente a él. Es mucho más fácil y cómodo negar a priori que
se trate de un saber valioso, de un aporte valioso para la
totalidad del saber que reconocerle valor. Pero es preciso
tomar conciencia del juego y reconocer que no hacerse cargo
«leí género cuando se enseña y se aprende filosofía es
padecer una ceguera intelectual, ya es difícil de disimular.
Porque las mujeres somos algo más que esos seres de
cabellos largos y de ideas cortas que quería Schopenhauer.
Notas
71
6 Cf. Boxer, M., ob. cit., p. 245; Braidotti, Rosi, “Théories des
études féministes: q u e l q u e s e x p é r i e n c e s contemporaines en Euro-
pe”, Les Cahiers du Grif45 (1990) p. 44,
7Si en los Estados Unidos los estudios de la mujer en sus inicios
surgieron por analogía con los “black studies”, en el ámbito europeo
sori más bien equiparables a los estudios marxistas tal como se
desarrollaron unas décadas atrás. Cf. Collin, Frangoise, “Ces études
qui sont ‘pas tout’. Fecondité et limites des études féministes”, Les
Cahiers du Grif45 (1990), p. 86. En nuestro país son una trasposición
de los estudios de la mujer de los Estados Unidos, pero no han
seguido con la misma orientación.
8Cf. Braidotti, R., ob. cit., p. 42; Collin, F., ob. cit., p. 82; Boxer, M.,
ob. cit. p. 241.
9 Constituimos, desde hace ya varios años, un equipo que
desarrolla proyectos de investigación subsidiados por la Universidad
de Buenos Aires y el CONICET y que está integrado por Ana María
Bach, María Luisa Femenías, AliciaGianella, Margarita Roulet, María
Cristina Spadaro y yo misma.
10Cf. Boxer, M., ob. cit., p. 241.
" Cf. Collin, F„ ob. cit., p. 83.
12 aunque este punto es bastante discutible, pues probablemente
el pensamiento tiene que tener una raíz en la experiencia y las
experiencias de las mujeres son de diferente naturaleza que las
experiencias de los hombres, a partir de las cuales se ha construido
todo el saber teórico de Occidente). Cf. Heath, Stephen, “Male
Feminism”, en Jardine, A. y Smith, P. (eds.), Men in Feminism, N.
York-London, Methuen, 1987, pp. 1-32.
,a Cf. M.l. Santa Cruz, A. Gianella, A.M. Bach, M. Roulet, M.L.
Femenías, “Teoría de géneroy filosofía”, Fem/nariaV(1992)9, P. 25.
14Louise Marcil-Lacoste lo ha mostrado muy bien en La rai'son en
procés, Paris, Nizet, 1986, 180-185.
15Cf. Grimshaw, Jean, PhttosophyandFeminist Thinking, Mínne-
apolis, University of Minnesota Press, 2- ed., 1988, pp. 33-34.
16En tal sentido, la “escritura de mujeres” no parece estratégica
mente útil.
17 Deleuze, Gilíes, Pourparlers, Paris, Les Editions de Minuit,
1990, pp. 186-187.
18 Para un análisis del concepto de objetividad cf. Fox Keller,
Evelyn, Reflexiones sobre género y ciencia, trad. cast., Valencia,
Alfons El Magnánim, 1991, pp. 75-125; Code, Lorraine, What Can
She Know? Feminist Theory and the Construction of Knowiedge,
Ithaca and London, Cornell University Press, 1991, pp. 27-70.
72
DISCUSION
73
ellas es generalmente jerárquica. Sin entrar en este
desarrollo, porque la cuestión de la jerarquía se articula
con el tema del poder y me apartaría demasiado2, diré
sólo, y como ejemplo, que las prácticas que, desde los
modelos culturales de género, se prescriben para las
mujeres devienen “femeninas” en relación a otras con
sideradas “masculinas" y al revés. Masculino/femenino
son construcciones sociales que cambian histórica
mente. Lo que entendemos, entonces, por mujeres y
varones es que se hacen, no nacen. O, lo que es lo
mismo, que el sexo no es igual al género.
Es por todas estas cuestiones, aquí apenas esboza
das, que afirmamos que los temas de género no atañen
sólo a las mujeres sino a todos, contrariamente a la
creencia difundida de que hablar de género es hablar
de mujeres. O, So que es peor, cosa de mujeres. A
propósito, Evelyn Fox Keller refiere la siguiente anéc
dota:
SI
74
ron la obra del autor con la época en que vivió salvo las
referencias biográficas.
Cuando me tocó enseñar de este modo, algunas
preguntas de alumnos y alumnas me producían fcierta
inquietud, mis respuestas no terminaban de conformar
me porque sentía que no cubrían sus expectativas.
Sospechaba que había datos que faltaban y que no
estaba mostrando, por ejemplo, continuidad histórica.
En una oportunidad, me tocó dictar Historia de ia
Cultura y me acerqué, entonces, a la historia social, un
enfoque bien distinto al de la historia política que había
estudiado en la escuela. En especial, la obra de José
Luis Romero, La cultura occidental, me despertó de mi
"sueño dogmático” -todos tenemos uno,aunque no
seamos Kant- y empecé a^ntender a la filosofía de otro
modo: como un producto culturál que tiene sentido en
una situación histórico-social determinada y que está
relacionada con otras formas de interpretación de la
realidad como el arte, la religión y la ciencia de cada
época, en la solución de los mismos problemas. Des
pués, la producción filosófica estudiada en abstracto,
separada de su contexto científico, social o histórico,
no tuvo más sentido para mí.
Otro despertar, qüe en este caso no fue de ningún
sueño porque la cuestión había sido invisible para mí,
me ocurrió hace algunos años con el descubrimiento
de las cuestiones de género. Desde entonces me
interesa la intersección de ambos temas, de la filosofía
como reflexión crítica a partir de un contexto determina
do y de la teoría de género como parte de esta nueva
realidad que fa filosofía no puede ignorar.
Por cierto, si la filosofía es una tarea de reflexión
crítica acerca de cuestiones que son actuales en cada
momento, hoy no puede eludir el problema que surge
de las prácticas del movimiento de mujeres y que
requiere legitimación teórica. Se necesita, en ese ám
bito, del afinamiento de herramientas conceptuales y,
por lo tanto, necesitamos de la filosofía'. La filosofía, a
su vez, necesita incorporar el punto de vista del género,
como un nuevo punto de vista crítico que enriquece su
perspectiva y la vuelve hoy coherente con su definición.
75
III
76
Es en este contexto en el que interesa destacar qué
puede descubrirse de novedoso con la incorporación
de una mirada de género. Creemos que lo importante
es que nos permite descubrir si hay o no sexismo,
androcentrismo y/o misoginia, actitudes que pueden
ser explícitas o aparecer sólo en los márgenes, desdi
bujadas, por ejemplo, en metáforas aparentemente
inocentes.4
A veces, descubrimos que el discurso explícito hace
referencia a entidades aparentemente universales, el
hombre, el sujeto - a veces hasta trascendental- que
siempre interpretamos como referidas al ser humano.
Sin embargo, una mirada más atenta nos permitirá
descubrir que alguna referencia a las mujeres las deja
afuera de estas nociones supuestamente neutrales.
Veamos un ejemplo. Aristóteles afirma en la Política:
77
que deben ser dominados por ios gobernantes, los
hombres.
Esta modalidad sexista que parte de Aristóteles,
legitima elorden patriarcal que agrega la jerarquía a la
diferenciación de funciones prescriptas para hombres
y mujeres: lo masculino es lo dominante, lo superior y
lo fuerte y lo femenino lo dominado, lo inferior y lo débil.
Sólo una lectura atenta y con óptica de género nos
permitirá descubrir si hoy continuamos todavía en
caminos parecidos. Si así fuera, es tiempo de que los
cambiemos.
78
discusión de un trabajo se entiende a la manera en que
se la ha tomado en la organización de estas jornadas,
es decir, se discute un trabajo previamente elaborado.
Por supuesto, no niego el valor de esta modalidad ni su
eficacia. Pero, lo que nosotras proponemos es diferen
te. Nuestro método, es el -como lo llamamos-“trabajo
teórico colaborativo". En él la discusión forma parte de
la producción del trabajo mismo, en lugar de tratar de
encontrar las fisuras de un trabajo ajeno. El trabajo
escrito que resulta presenta de modo unificado los
contenidos teóricos pensados en común.
Creemos que esta técnica también es útil para la
formación de los profesores/as de filosofía respecto de
cuestiones de teoría de género, aunque, por supuesto
no sería necesario que el proceso de pensar en común
culminara en la producción de un trabajo escrito. La
discusión, tratando de lograr una opinión común, es
eficaz en todo ejercicio intelectual.
Por último, una confesión: estos trabajos, el de
María Isabel Santa Cruz y el mío, más que una comu
nicación y su discusión, constituyen en buena medida
un trabajo teórico colaborativo, ya que lo que en ellos
hemos expuesto es resultado de la tarea conjunta que
sobre la temática del género venimos desarrollando
desde hace varios años.
Notas
79
de México (Cuernavaca, 27 de septiembre-1 de octubre de
1993).
3 Cf. Fox Keller, E., Reflexiones sobre género y ciencia,
trad. cast., Valencia, Edicions Alfons el Magnanim, 1989.
4 Sobre la metáfora cf. nuestro trabajo “Las apariencias
engañan", a publicarse en la revista del Area Interdisciplinaria
de Estudios de la Mujer de la Facultad de Filosofía y Letras
UBA.
5Aristóteles, Política, 1,13,1260 a. La cursiva es mía.
80
FILOSOFIA Y DIVULGACION
II
81
filosofía es posible, puesto que de hecho existe. Podrían
citarse ejemplos en Italia, España, EE.UU. y también en
nuestro país: el diario Clarín, la página editorial y el suple
mento cultural de La Nación, la revista Noticias, el suplemen
to Futuro de Página 12, son ejemplos de medios en los que
puede encontrarse con mayor o menor frecuencia algún
artículo o nota firmada por miembros de la comunidad filosó
fica argentina, desde diversas perspectivas teóricas. Sin
embargo, las cosas se complican cuando nos preguntamos
por el sentido y el valor de esa producción.
El antecedente más lejano del debate es La rebelión de las
masas de Ortega y Gasset. Ortega y Gasset inicia ia posición
“aristocrática” frente al problema: la disyuntiva hombres
“selectos” versus “vulgares”. Una posición similar adoptan
Horkheimer-Adorno, en términos de la dicotomía “obra de
arte” vs. “industria cultural.”1Dwight MacDonald, en un artícu
lo clásico (“Masscult y Midcult”, 1960)2 se ubica en el mismo
campo en cuanto a la evaluación de la cultura de masas. (Es
interesante señalar que tanto Horkheimer y Adorno como
MacDonald provienen de un campo políticamente opuesto al
de Ortega y Gasset, lo que nos permite suponer que las
posición en torno a este tema no coincide necesariamente
con las pertenencias ideológicas).
MacDonald divide la cultura occidental en dos subcuitu-
ras, una de tipo tradicional (Cultura Superior) producida por
y expresada en los textos académicos, y otra, narrativa,
fabricada para el mercado (Cultura de Masas, Masscult). La
Cultura Superior3 se caracteriza por el reconocimiento y el
respeto a una historia y a ciertos criterios o pautas de esa
historia, incluyendo la posibilidad de la vanguardia, que
siempre se asienta sobre (o reacciona contra).aquéllos. Ni el
objetivo de ganar dinero ni ia popularidad efectiva son deter
minantes de la Masscult. Hay obras populares en la Cultura
Superior (Tom Jones, las películas de Chaplin) y fracasos
económicos en la Masscult. “La diferencia se funda en sus
requisitos [...]: impersonalidad, falta de criterios de valoración
y total sumisión al espectador." [el subrayado es de MacDo
nald]. La Masscult se caracteriza por la falta de discrimina
ción: todo lo mezcla y lo confunde. Si por casualidad en esa
confusión aparecen rasgos de Cultura Superior no se produ
ce una elevación de la Masscult, sino que todo se degrada.
La Masscult es una parodia de la Cultura Superior.
La Masscult no debe confundirse con la Cultura popular.
82
Esta surge desde abajo, desde el pueblo, mientras que
aquélla “desciende desde lo alto. La fabrican técnicos pues
tos al servicio de hombres de negocios.”4 Pero MacDonald
introduce un nuevo elemento de análisis: la Midcult. La
Midcult es la Masscult disfrazada de Cultura Superior.
83
origine en la oferta o en la demanda, no importa. De hecho así
es y hay que buscar una solución.
Propone entonces la división del “gran público”en “peque
ños públicos” especializados, que permitirían financiar a los
verdaderos creadores: el teatro experimental, las revistas
culturales, canales pagos de televisión dedicados a temáti
cas específicas:
84
individuo puede vivir su identidad cultural libremente); no hay
criterios ni jerarquías; “un par de botas equivale a Shakes
peare10”; el ideal es el individuo multicultural: toda actividad
humana es cultura y toda actividad tiene por tanto el mismo
rango cultural. “Cultura” como cualquier actividad humana y
“cultura” como ciertas actividades específicas y especial
mente valiosas, equivalen y se mezclan. Lo que el posmoder
no busca, además, es la versión aséptica y edulcorada de
cada cultura, para servirse de cada una lo que más le agrade.
III
85
sentido débil de “deber”, ser valorativamente adecuado o
positivo. Es decir, que la cuestión original podría ser conside
rada una pregunta compleja divisible en dos partes: ¿Es
posible (empíricamente) divulgar la filosofía? ¿Es correcto
(bueno) hacerlo? Según sea la respuesta a cada uno de estos
dos interrogantes tendremos ahora cuatro posiciones posi
bles frente al problema.
86
expresión accesibles a la mayoría de un público sin formación
previa, porque tal cosa implicaría una simplificación excesiva
y una dogmatización de los contenidos de la filosofía. Inver
samente, si se mantiene, en los medios masivos, el nivel de
profundidad adecuado o deseable, no habría verdadera
incorporación de conceptos por parte de los lectores sino un
puro contacto con signos que carecerían de significado o,
peor aún, tendrían un significado deformado o incorrecto.
4. Se puede y se debe. La filosofía puede y debe ser
divulgada. El lenguaje complejo y oscuro de ciertos autores
y defensores de las'tesis 1 y 3»no es consecuencia de la
complejidad de sus conceptos, sino de la pobreza y falta de
claridad de su pensamiento, o de una escasa habilidad para
la expresión de sus ideas. Existen, por otra parte, argumentos
políticos y económicos: en una democracia, la mayoría debe
tener acceso a la información y a las decisiones sobre los
temas de investigación, así como a sus resultados. En una
civilización como la actual donde la información se ha conver
tido en un factor fundamental de poder, el derecho a la
información ha pasado a ser objeto de debate y defensa. La
información es ahora una necesidad económica fundamental,'
a la par de los bienes, de los servicios y de la energía.
También aparece en el debate el derecho de la mayoría en
una democracia a decidir sobre las posibles consecuencias
(negativas o no) de las investigaciones que se encaran, y a
contar con la información especializada necesaria para la
toma de decisiones políticas o sociales; como opuesto a una
posición tecnocrática, que deja sólo en manos de especialis
ta s las decisiones que deberían concernir a todos, y que en
consecuencia no se esfuerza en difundir la información que
se requeriría para una opción fundamentada.
Un cuarto argumento es de carácter económico: las
investigaciones filosóficas y científicas, así como la produc
ción artística y cultural dependen a menudo de un financia-
miento directo del Estado o de instituciones intermedias que
dependen a su vez del Estado. En estos términos se sostiene
que el contribuyente tiene derecho como mínimo a saber en
qué se emplean los recursos obtenidos por la recaudación de
sus impuestos y, como máximo, postura más discutible, a
influir o decidir directamente sobre el uso que se haga de
ellos.
En último lugar, con una crítica más externa, podría
acusarse a los defensores de las posturas 1 y 2 de adoptar
87
una suerte de snobismo intelectual, por el cual la difusión de
contenidos o pautas culturales implicaría su disgregación y
en consecuencia ia pérdida del valor de exclusividad.
Es difícil encontrar escritos que se ocupen directamente
de este tema y discutan en profundidad alguna o todas las
posturas que hemos señalado. No es intención de este
trabajo hacerlo, sino sólo señalar cuáles son las alternativas
posibles frente al problema y trazar algunas líneas para una
reflexión futura.
Por ejemplo:
88
en algunos, y dentro de ellos, si puede (debe) aparecer en
cualquier sección o estar reservada a secciones especializa
das (suplementos literarios, culturales, científicos).
4. Una cuarta decisión concernirá al difícil equilibrio que
debe ejercerse en cuanto al lenguaje: un lenguaje demasiado
técnico, excesivamente especializado, dificultaría o imposibili
taría la comprensión; un lenguaje demasiado poco especia
lizado nos haría caer en el peligro de la vulgarización, de ¡a
simplificación dogmática.
5. Por último, debería decidirse quién será el autor del
material; ¿los investigadores en filosofía, los docentes, perio
distas especialmente formados en el tema?
¡V
89
Notas
90
DISCUSION
CARLOS ALEMIAN*
91
bj. El abordaje temático desde la situación (válida
como tai para un grupo cultural) que suscita interrogan
tes, para cuya respuesta se puede recurrir al acervo de
la tradición.
Aunque un objeto identificado en a y en b puede ser
aproximada o exactamente el mismo, importa una
diferencia insoslayable: los objetivos, procedimientosy
niveles del abordaje.
T anto en a como en b, se acepta la filosofía como un
saber dado, propio de los cuadros del conocimiento en
perspectiva histórica o de la historia de la cultura
occidental.
En b2, en cambio, se la concibe como acción cog
noscitiva, en sus modalidades: Investigación genera
dora de conocimientos, o Investigación operacional
(generación de saber concreto que envuelve a intere
sados directos, como en el caso de la clínica médica).
¡I
92
ser del receptor, cuyo interés tiene especialmente en
cuenta para modificar o rehacer el mensaje.
A pesar de las diferencias entre los tres extremos
considerados, comparten un rasgo fundamental: uno
de los polos -e l emisor-, es activo, mientras que el
receptor es, como su nombre lo indica, receptivo.
Debemos observar que la perspectiva problemática
de la filosofía b2implica que el médium está del lado del
receptor, aunque naturalmente, esto no corta sus lazos
con el nivel de emisión. Por un lado, se integra en
circuitos comunicacionales disciplinarios. Por el otro,
se integra en un circuito comunicacional con el recep
tor. Pero lo que importa mayormente es que es este
último nexo lo que suscita el funcionamiento del prime
ro, en lo que a la difusión respecta.
El primum movens reside en la comunicación me-
dium-“receptor”. En el supuesto de que este último sea
una masa-en-comunicación, podemos ceñirnos al es
quema clásico del círculo, con sus componentes: 1.
segmento fuentes-comunicador; 2. segmento comuni-
cador-receptor. Sea cual fuere el modo del vínculo en
1, importa ver que en 2 se establece una retroalimen-
tación que hace de este semicírculo un círculo cerrado,
para sellar el éxito de la difusión.
El círculo gira mediante la iniciativa del médium,
pero ella es función del mercado, si se permite la
trasposición del nivel cultural, en “masa receptora”, al
del sustento social que supone la misma masa como
respaldo efectivo de la comunicatividad del medio-
emisor{así podemos llamarlo puesto que las fuentes le
son secundarias).
La masa se puede “ideologizar” en perspectiva
filosófica, analítica o reflexiva (eso hacen ios que se ha
dado en llamar hoy “formadores de opinión”, residentes
en los medios). No obstante, tal operación se asienta
siempre en la receptividad del destinatario, esbozada
por la situación en que está, y que abre un horizonte de
problemas potenciales (fija su interés).
Sobre la base de su horizonte problemático, acota
do en los límites de su conciencia posible, el mercado
(a distintos estrato?, distintos medios) tiende sus inte
reses como acción receptiva, para cuya satisfacción
93
pueden ser relevantes cuestiones filosóficas, o con
tratamiento filosófico, en la perspectiva problemática
94
LAS ACTITUDES
EN LA ENSEÑANZA FILOSOFICA
I. Introducción
95
son inseparables de aquél: ún profesor incapaz de gen;¡
actitudes positivas hacia su materia no logrará realment ^
que sus alumnos dominen ios contenidos que p re teill
transmitir ni que adquieran hábitos de trabajo adecuado.^
que desarrollen habilidades de distinto tipo; inclusive'-
resultará difícil ser un líder respetado sin recurrirá amena¿^
o castigos. Por otra parte, los conocimientos, los hábitos y
habilidades que se proponga como objetivos en la planifii^'-
ción de la tarea de clase apuntarán a adquirir o reíoiC'
determinadas actitudes. Y también tendrán ese efecto ¡ :
propias conductas en el aula, ya que él mismo, como líder f -
un grupo, aparecerá potencialmente como un modelo-
seguir. i;3e¿
En el presente trabajo, luego de una primera parte d o r^ ^
se caracterizarán en forma general las actitudes y se Ínter,4?**3"
rá detectar la valoración que de algunas de ellas h a c e ^
sociedad actual, se procurará analizar cómo se g e n e ré
actitudes positivas o negativas respecto del aprendizaje’•
cómo se pueden desarrollar actitudes favorables a través d'15®
aprendizaje, para finalizar con una propuesta ejemplificado^
de esta temática dentro del campo de la Filosofía. 1
96
- que la valoración sea positiva o negativa, las
í Hps serán favorables o desfavorables y les correspon-
^ i respectivamente respuestas del tipo 1.3.1. o del tipo
97
ello, aun cuando como adultos y como docentes podamos
justificar racionalmente de manera aceptable la clasificación
de actitudes realizada, el que podamos o no influir sobre
nuestros alumnos dependerá de muchos otros factores.
Procuraremos analizar por separado estas cuestiones en
la segunda parte.
A. Curiosidad intelectual
B. Esfuerzo persistente
C. Espíritu crítico y objetividad
CH. Sistematicidad
98
D. Confianza en el propio pensamiento e independencia
raciona!
E. Flexibilidad
F. Mentalidad abierta y respeto por el otro
99
tantes demandas del crecimiento tecnológico y a las exigen
cias de una competividad cada vez más difundida.
No obstante, podríamos plantearnos hasta qué punto
varias de las actitudes desvalorizadas hoy que mencionamos
antes, desvalorización que se advierte todavía más en el
adolescente, no son necesarias justamente para poder com
prender y actuar con eficacia en el mundo actual.
III.
en el proceso de enseñanza-aprendizaje
100
en cambio, es relativamente común que alumnos con un
elevado puntaje en lo que hace a una determinada aptitud,
muestren un explícito rechazo hacia las materias que tienen
que ver con ella. ¿A qué se debe, entonces, ia aparición de
esas respuestas?
Según Mager,
101
menos oiga hablar de ello, mejor.” Pero todos recordaban
cómo empezaron a aborrecer esa materia. Señalaban con
facilidad los argumentos o circunstancias que, en su opinión,
los inclinaban a eludir esa materia siempre que podían. Por
ejemplo, “Ningún profesor de inglés descendía a un nivel en
que los alumnos pudieran comprender lo que explicaba", o “El
profesor de Física se limitaba a leer el libro de texto en clase
y luego señalaba unos problemas sin darnos la información
necesaria para resolverlos.” Resumiendo algunos resultados
de la encuesta, se puede señalar que, sobre todo en el caso
de las asignaturas rechazadas, éstas habían quedado aso
ciadas a personas no gratas o circunstancias adversas en el
aprendizaje.5
Domínguez Reboiras y Orio de Miguel coinciden con
Mager en que
102
una gama variada de estímulos, llevan a mejorar la autoes
tima y a acrecentar la autoconfianza. Y propone la denomina
ción de factores adversos universales para los que producen
los efectos opuestos en la mayoría de los seres humanos.
¿Cuáles son estos factores? Algunos de los adversos
universales mencionados por Mager son los siguientes:
Miedo y ansiedad
Procedimientos que los provocan:
1. decirle al alumno que nada de lo que hace lo llevará al
éxito,
2. decirle: “No comprenderás esto, pero...”,
3. hacer que el alumno muestre su ignorancia, haciéndolo
resolver un problema difícil en el pizarrón ante la clase,
4. calificar arbitrariamente, etc.
Frustración
Procedimientos que la provocan:
1. presentar una cantidad tal de datos que el alumno no
pueda asimilarla,
2. hablar en voz tan baja que los alumnos casi no puedan
oír,
3 mantener en secreto los objetivos y/o el modo de
evaluación,
4. ofrecer apuntes ilegibles y/o textos oscuros, etc.
Humillación o perturbación
Procedimientos que las provocan:
1. comparar desfavorablemente en público a un alumno
con sus compañeros,
2. ridiculizar los esfuerzos de alguien,
3. menospreciar las preguntas de alguien,
4. decirle a un alumno: “Probablemente no comprenderás
¡a respuesta a esta pregunta”.
Aburrimiento
Procedimientos que lo provocan:
1. presentar la información con voz monótona,
2. avanzar demasiado lentamente en las explicaciones,
3. emplear sólo un modo de presentación de la materia,
4. leer el texto en voz alta, etc.
103
incomodidad física
Procedimientos que la provocan:
1. permitir excesivo ruido,
2. mantener a los alumnos en una situación pasiva dema
siado tiempo, etc.7
1. En lo académico:
«■proponer métodos más activos,
• incorporar propuestas de las alumnas en diversas activi
dades,
• valorar las inquietudes de las alumnas atendiendo las
preguntas o consultas que revelan verdadero interés, aunque
eso signifique alejarse del tema que se está tratando,
• hacer comentarios de actualidad,
• llevarlas al cine y al teatro,
• proponer actividades que supongan un desafío intelec
tual en los cursos de nivel alto,
• utilizar material adecuado y variado,
• trabajar en un clima apropiado y en instalaciones ade
cuadas,
• correlacionar contenidos y actividades con otras asigna
turas del mismo curso, proponer unidades integradas y
trabajos de campo amplios,
• redactar las guías de estudio con un vocabulario accesi
ble para las alumnas,
• incorporar contenidos de actualidad aunque eso impli
que eliminar otros,
• incorporar temas variados y atractivos que despierten
interés.
2. en la relación interpersonal:
• mostrar coherencia de actitud entre lo que se exige y lo
que se hace,
• estimular pequeños logros, marcar progresos,
104
»acercarse a las alumnas con problemas de aprendizaje
y/o conflictos personales mostrando interés en ellas,
• mostrar una actitud de compromiso con el grupo de clase,
• mostrar con hechos que el poner límites no implica no
tenerles afecto,
• tratar de mantener una comunicación fluida profesor-
alumna aun en los momentos más difíciles,
®permitir la espontánea manifestación de las condiciones
naturales de cada alumna,
• resolver tensiones existentes en el grupo de clase,
• acercarse a las alumnas mostrando confianza en ellas.
1. de acercamiento:
• aportar espontáneamente material vinculado a la mate
ria,
• mostrar empatia y buena disposición,
• formular preguntas fuera de clase que van más allá del
tema tratado,
• participar espontáneamente,
• hacer preguntas durante la clase que implican elabora
ción del tema que se está tratando,
• proponer actividades relacionadas con temas dados,
• recordar actividades, films, bibliografía de cursos ante
riores,
®preguntar sobre temas que han visto o escuchado fuera
de la hora de clase,
9 relacionar información de la materia con programas de
T.V. y/o películas y/o lecturas,
• adelantar tareas,
• no querer faltar a clase,
«colaborar espontáneamente con el profesor y las compa
ñeras, ya sea en tareas académicas o para resolver situacio
nes de tensión que se plantean en el aula.
2. de evasión:
• perder el tiempo deliberadamente,
• evitar hacer el trabajo propio de la materia,
105
• no tener los materiales necesarios,
• escribir o dibujar en la agenda o en otro lugar,
• conversar en clase de temas ajenos a los que se están
tratando, . , , .
• pedir salir de la clase reiteradamente con cualquier
excusa,
• interrumpir la clase con preguntas inatingentes,
• perturbar la clase de distintas maneras,
• negar a príori aptitudes personales para la materia,
• faltar reiteradamente,
• bostezar, recostarse en el banco, permanecertotalmente
pasiva,
• deambular por la ciase,
• bufar, rechazar propuestas,
• apurarse para intentar salir de la clase apenas toca el
timbre,
• mirar el reloj continuamente,
• responder frívolamente.
106
Sin duda, parecen coherentes con ese perfil las actitudes
que enumeramos en I. 2, y que retomaremos ahora:
• Curiosidad intelectual,
• Esfuerzo persistente,
®Sistematicidad,
« Espíritu crítico,
®Objetividad,
• Confianza en el propio pensamiento,
a Independencia racional,
• Flexibilidad,
• Mentalidad abierta,-
• Respeto por el otro,
• Respeto por la naturaleza,
• Creatividad,
107
económico que se obtiene con ellas, que tomaencuenta más
lo que se muestra que lo que se hace? ¿Qué puede hacer ese
docente, mal remunerado y desprestigiado socialmente, cuyo
accionar, por necesidad, fructifica mucho más tarde y que ni
siquiera parece ya un modelo identificatorio para los jóvenes
posmodernos? ¿Qué puede hacer, finalmente, si además se
plantea como paradigma el primero de los expuestos mien
tras sus alumnos adolescentes, y lo que es peor, los padres
de éstos, en muchos casos adolescentes por adscripción,
adhieren al segundo? Planteada en estos términos, la tarea
se asemeja a la de Sísifo y así, sin duda, la vive en muchos
casos el profesor actual, desde el aislamiento al que parece
reducirlo la labor áulica.
No obstante, como dice Mager en la cita de la introducción,
como profesionales de la enseñanza no podemos permitirnos
ser derrotistas. No todos nuestros alumnos son “posmoder
nos” ni todas las familias apuntan al modelo “exitista” y, si
estamos convencidos de que el paradigma elegido es viable,
aun cuando sea el menos difundido, vale la pena tratar de ser
los coprotagonisías de cambios en esa dirección. Aún sigue
siendo cierto que la adolescencia es la etapa en que se
accede al pensamiento forma!, pese a que no todos lo logren
ni lo hagan al mismo tiempo. Esto brinda enormes posibilida
des para el desarrollo de un pensamiento crítico, en la medida
en que pueden manejarse idealmente posibilidades muy
distintas entre sí y utilizarse comprensivamente estructuras
hipotético-deductivas. También se puede aprovechar el inte
rés que las imágenes despiertan en los adolescentes para
hacerlos acceder a otras dimensiones estéticas diferentes de
las que muestran los medios de comunicación masivos y fa
publicidad. Por otro lado, se puede partir de la conciencia
cada vez mayor de los peligros que acechan a nuestro
planeta para tratar de generar acciones concretas para
protegerlo. Además, se puede mostrar que el facilismo que
nos transmiten cotidianamente las pantallas de la T V. resulta
incompatible con la producción de muchos de los objetos que
usamos o disfrutamos y con la organización de las tareas en
que nos vemos involucrados. Hasta podríamos partir de Ja
realidad actual para señalar que, cada vez con más frecuen
cia, los países sometidos a ajustes económicos duros, como
e! nuestro, tienen poca paciencia con la corrupción generali
zada, y replantear el tema ético como una necesidad social
que se impone.
108
Finalmente, cabe reflexionar sobre el potencial modelo
identificatorio brindado por los profesores, que parece haber
entrado en crisis en los últimos tiempos. Freud decía al
respecto: “Estudiábamos sus caracteres y sobre la base de
éstos formábamos o deformábamos los nuestros”; como,
contrapunto a esto en una reciente encuesta realizada a
adolescentes de nuestra capital se recogieron respuestas
como la siguiente: “Yo no me llevo nada; la escuela no me dio
nada.’’10 Sin embargo, aplicando la técnica “imágenes de
profesores” con alumnos de la materia Didáctica especial y
prácticas de la enseñanza de la Filosofía, en la Facultad de
Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, hemos
podido encontrar, en los últimos años, coincidencias signifi
cativas en las imágenes positivas que rescataban los alum
nos de sus profesores secundarios, y lo mismo ocurría con las
negativas. En las primeras, los rasgos comunes eran: cono
cimiento profundo de la materia, buena metodología para
enseñar, entusiasmo, sentido de justicia, equilibrio emocio
nal, interés genuino por sus alumnos, y en las segundas
aparecían: conocimiento superficial y/o escaso de la materia,
carencia de una metodología eficaz, abulia, arbitrariedad,
rigidez, autoritarismo o permisividad excesiva. Estos rasgos,
por un lado, se relacionan con los factores universales de
Mager [ver parágrafo anterior], y por el otro, muestran que
ciertas actitudes de los profesores siguen dejando huellas, a
veces profundas, en sus alumnos.
IV. L a s a c titu d e s
e n la e n s e ñ a n z a f i l o s ó f i c a
109
nos conductas de acercamiento y evitar respuestas de recha
zo como las que señalábamos en el punto 11.1, tendrá en sus
manos posibilidades de influir positivamente sobre ellos que
no debería desperdiciar. ¿Cómo hacerlo?
Partiendo del listado de actitudes que hicimos, propone
mos a continuación algunas sugerencias respecto de conte
nidos, técnicas de conducción de clase, actividades y recur
sos que se pueden utilizar. Estas no deberían ser considera
das, de ningún modo, como recetas a seguir sino, antes bien,
como disparadores para nuevas propuestas.
110
los alumnos tendrán que consultar autores con posiciones
diferentes entre sí y hasta contradictorias, comprenderlos sin
distorsiones y proponer un diálogo entre ellos.
111
posición no coincida, tratando de defender sus argumentos.
112
A) a través de determinadas técnicas de conducción de
ciase,
B) a través de determinadas conductas de! profesor.
B. En lo que respecta a :
1.10. y 1.11. Actitudes: persistencia; honestidad intelec
tual.
Dependerá del profesor el aceptar o no trabajos a medio
hacer o quedar satisfecho o no con procesos incompletos de
elaboración de un tema respecto de objetivos planificados, el
enseñar a citar la bibliografía usada, el rechazar trabajos
copiados de otro, etc., y en todos los casos en que aparezca
una situación inaceptable, el justificar sus rechazos.
113
alumnos, de modo tai de poder evaluar la incidencia de la
institución misma en la formación y transformación de acti
tudes.
V . C o n c lu s ió n
114
Notas
115
DISCUSION
TELMA BARREIRCT
116
los valores humanistas se fueran marchitando... Y es
difícil también desde lo cotidiano, para mucha gente, y
entre otros para los docentes, para los que intentamos
dedicarnos a la filosofía o a tareas del pensamiento:
cada vez somos peor retribuidos y cada vez recibimos
menor reconocimiento social.
Razones para el desaliento y la desesperanza hay.
Pero frente a esto el trabajo plantea una disyuntiva real:
¿Qué debemos hacer como docentes?
¿Debemos ser neutrales, presuntamente asépti
cos? ¿Podemos darnos el “lujo” de ser indiferentes,
con lo cual, de hecho, contribuimos a desalentar, a
alimentar la desesperanza? ¿O debemos tratar de
sacudir esta suerte de abulia característica de la at
mósfera social, esta falta de entusiasmo y de proyecto
que esta era del posmodernismo parece alentar? (Sin
duda, agregaría yo, en beneficio del statu quo).
M. Frassineti sostiene asertivamente al iniciar su
trabajo que es responsabilidad'dei docente ayudar al
alumno en su crecimiento: para eso se educa. Y
haciendo uso de las palabras de Mager, dice textual
mente:
117
actitudes como un eje fundamental del proceso peda
gógico. Cuando se educa -d ic e - se contribuye a mo
delar actitudes, actitudes no sólo relacionadas con la
disciplina en cuestión, sino también relacionadas con
el conocimiento en general, con la forma de vincularse
los unos con los otros, y la forma de vincularse con la
realidad.
Y, de hecho, el docente incide con sus propias
actitudes en esta formación de actitudes en el alumno.
El docente imprime, con su propio accionar, aunque no
sea consciente de ello, una dirección motivacional al
alumno, ya que trasunta o deja traslucir un sistema de
valores; incluso más allá de lo que dice el docente se
expresa, con su modalidad, con sus gestos, y comuni
ca determinadas cosas al estudiante; nuestras actitu
des como docentes generan a su vez actitudes, resue
nan en los alumnos, que van tomando modelos de
identificación.
Por eso ese adolescente descripto por la autora,
que llega a la éscuela bombardeado por la cultura de
los medios, donde no sólo se exalta la imagen sino
también una voraz ideología consumista y exitista,
donde no hay lugar para lo reflexivo, lo humanista, lo
estético o lo sutil, ese alumno que llega muchas veces
escéptico y sin motivación, aparentemente sin ideales
y con poco entusiasmo para el estudio y la reflexión,
puede encontrar en los docentes figuras significativas
que lo estimulen, que le despierten interés y le generen
actitudes positivas hacia sus disciplinas; la filosofía, en
este caso.
Ante esto podemos preguntarnos: ¿vale la pena?
¿se puede? ¿se debe? ¿tenemos ganas de hacerlo?
M. Frassineti responde a estos cuatro interrogantes,
a mi entender. ¿Se debe? Sí, porque es la función del
docente, del educador, ayudar al crecimiento. ¿Vale la
pena? ¿Tenemos ganas de hacerlo? Es una respuesta
desde lo subjetivo, desde lo personal; la autora afirma
que sí, con su propuesta y con su actitud al presentar
este trabajo. ¿Se puede? Acá encontramos condicio
nantes de varios tipos: 1. Externos (la sociedad global,
la cultura dominante, la época en que vivimos); 2. El
118
clima institucional que vivimos en la escuela y 3. Lo que
ocurre en el aula, dentro del grupo y con el docente.
La autora sostiene que si encontramos formas de
facilitar y promover adecuadamente el trabajo en la
relación áulica, podemos contribuir a superar esos
obstáculos.
Un aporte muy interesante en esta discusión es el
análisis acerca de qué quiere decir que una materia es
“atractiva” para un alumno. ¿Cómo nos damos cuenta
de que una materia realmente le interesa a un alumno?
El trabajo aporta indicadores concretos en esta direc
ción. En este sentido me parece un instrumento muy útil
para un docente. Así como también me parece muy
interesante la enumeración que aportade recursos que
estimulan el interés y favorecen una actitud positiva.
En este punto me resultó particularmente interesan
te la introducción de dos vertientes distintas: una rela
cionada con lo que llama Martha lo “académico" y otra
con lo que afecta la “relación interpersonal”. Acá apa
rece considerado el tema de lo vincular, de los mensa
jes que se trasmiten en la comunicación; aparece, por
ende, el tema de lo afectivo, de la incidencia de cues
tiones emocionales en la aceptación o rechazo de una
materia.
Me parece importante reconocer el “impacto” que
tiene sobre el alumno el factor humano, la valorización
que el docente haga de su actividad, el rescate de su
ser tratado como persona, de ser confirmado, de no ser
descalificado, etc.
Y finalmente, en ei tercer parágrafo Martha presenta
su propuesta concreta de actividades y contenidos en
función de provocar distintos tipos de actitudes positi
vas. Correlaciona el estímulo para el desarrollo de
determinadas actitudes con ciertos contenidos, activi
dades y recursos. Muestra acá una línea, una tenden
cia; no son necesariamente actividades para copiar o
reproducir, sino sugerencias para disparar otras ideas.
Me parecieron ricas e interesantes las actividades
planteadas; permiten vislumbrar la índole de los recur
sos empleados; aparecen técnicas diversas, reflexi
vas, lúdicras; dramatizaciones, torbellinos de ideas,
etc. Con lo cual introduce abiertamente en la enseñan
119
za de la filosofía, entre otros, los recursos de la dinámi
ca de grupos.
Por último, en sus conclusiones, Frassineti alude a
un trabajo de F. Savater donde este filósofo dice a su
hijo adolescente:
120
las actitudes. El texto reconoce el origen de las actitu
des en la autopercepción y la percepción que tenemos
de lo que nos rodea.
Considero que ésta es, sin duda, una fuente impor
tante de formación de actitudes, pero que no es la
única; creo que debemos rescatar procesos de mayor
complejidad psicológica, como los que se analizan, por
ejemplo, al caracterizar la formación de los prejuicios.
En estos procesos aparecen involucrados factores
emocionales muy complejos, incluso aspectos incons
cientes que hacen a la estructura básica de la persona
lidad. Así, por ejemplo, rescataría los trabajos que se
han hecho en torno a la formación de la llamada
“personalidad autoritaria”, las investigaciones de T.
Adorno y su equipo en tomo a la formación de actitudes
racistas o etnocéntrícas. Se sostiene en ese marco
teórico la hipótesis de que en la formación de algunas
actitudes básicas queda la impronta de experiencias
muy tempranas, donde aparece la influencia de las
figuras parentales primarias. No sostengo por ello que
éste sea el caso de todas las actitudes que caracterizan
a una persona, pero sí quiero destacar que algunas
actitudes pueden tener un enraizamiento muy profun
do. Lo cual torna un gran desafío, valioso, pero desafío
al fin, introducir este tema en la educación formal, en la
escuela.
Acá se plantea también otro tema que quiero traer,
que es el de la “influencia”. Martha habla en varios
pasajes de su trabajo de la influencia positiva que
debemos ejercer sobre los alumnos. Este tema de la
influencia siempre me conmueve desde el punto de
vista ético. Me planteo la pregunta: ¿qué derecho
i tenemos a ejercer influencia? No altera esto la libertad,
no es una violencia a la autodeterminación? Natural
mente, esta pregunta tiene una respuesta hasta cierto
punto paradójica: no hay manera de educar sin influir.
No obstante, creo que hay una manera de eludir la
disonancia ética: una cosa es la influencia cerrada, que
se cierra sobre sí, y otra la influencia que permite el
cuestionamiento y la mirada crítica; y para esto se debe
propiciar el trabajo autoconsciente, la posibilidad de
121
revisar el propio proceso de aprendizaje y la naturaleza
misma de la influencia; se deben propiciar momentos
de crítica de esa figura de autoridad que es el docente.
Por último, si bien está presente en gran parte de la
propuesta pedagógica la apelación a lo grupal, yo
colocaría más sobre el tapete la gran incidencia que
sobre la formación y cambio de actitudes positivas
puede tener el grupo como lugar de encuentro, de
estímulo y de reflexión, lugar de cooperación y de
potenciación positiva mutua, si el docente puede con
tribuir a ello operando como coordinador y como facili
tador del aprendizaje, estimulando la constitución de
un grupo “sano”.
Sin duda, éste es el espíritu que campea a lo largo
del trabajo y que se trasunta en esta ponencia de
Martha Frassineti de Gallo.
122
CONCEPCIONES DE LA FILOSOFIA
Y ENSEÑANZA
DE LA FILOSOFIA
EN LA ESCUELA SECUNDARIA:
UN ANALISIS A TRAVES DE LOS PROGRAMAS
Y LOS LIBROS DE TEXTO*
GUILLERMO A. OBIOLS**
LAURA V. AG R ATTr*
I. Introducción
123
coexistentes en un determinado momento han incidido en If
selección y organización deponíenidos, en los propósitos de
dicha enseñanza y los objetivos de aprendizaje que se
intentaron alcanzar y, finalmente, en ios métodos didácticos?
¿Modificaron los distintos paradigmas los programas y ej
sentido general de la enseñanza de la filosofía en la escuela
secundaria? ']
Nuestra indagación tendrá un par de limitaciones que ej
necesario explicitar desde el inicio. En primer término, toma
remos como punto de partida en el tiempo la presidencia ds'
Mitre (1862-68), cuando se refunda el Colegio Nacional dt
Buenos Aires y se establecen, sucesivamente, los principa.'
les colegios nacionales en las capitales de varias provincias
argentinas. Es a partir de ia fundación de estos estableci
mientos que se considera que se inicia la escuela secundarij
argentina moderna, razón por la cual no es arbitrario partir de
este período.2Nuestro análisis se prolongará hasta principios!
de los años ’80 de nuestro siglo. En segundo lugar, el estudio!
tendrá como fuentes documentales y se limitará al análisis dei
programas de enseñanza y libros de texto o manuales parsj
el aprendizaje de ia filosofía. Consideramos a estas fuentes,!
junto con las memorias de inspectores o supervisores que;
acá no analizamos, como las principales para nuestro tra-|
bajo.
124
nos. El eclecticismo espiritualista no llega, sin embargo, a ser
hegemónico en la Argentina, donde, para la época, predomi
na el positivismo en los sectores dominantes, cuya influencia
se hace notar, en ei plano educativo, en la sanción de la ley
de enseñanza laica y, en lo que hace a la enseñanza de la
filosofía, en el poco peso que la misma tiene en los planes de
estudio. En el caso de la Argentina, y en particular en la
enseñanza secundaria, el eclecticismo se hace presente en
el que puede considerarse el primer Manual de Filosofía, tal
su denominación, escrito por Amadeo Jacques, Jules Simón
y Émile Saisset, ios tres discípulos de Cousin y el primero,
emigrado a la Argentina y organizador del Colegio Nacional
de Buenos Aires. En el Manual... se lee:
125
contenidos señalados en el Manual...: en quinto año se
estudia objeto y métodos de la filosofía, psicología y lógica y,
en sexto año, moral, teodicea e historia de Ja filosofía7. Por su
parte, las escuelas normales de profesores tenían, en 1888,
un curso de filosofía en quinto año que incluía la psicología,
la lógica, la moral y la teodicea, es decir, la única diferencia
con los colegios nacionales residía en la ausencia de la
historia de la filosofía.6 Es admirable la coherencia que hay
entre los programas y el Manual..., cosa que no vamos a
encontrar más adelante.
En el Manual... y en estos programas de fin de siglo está
la base de lo que tía sido la enseñanza de la filosofía en la
escuela secundaria en la Argentina del siglo XX. A lo largo de
este siglo la psicología se irá independizando progresiva
mente, aunque los programas todavía vigentes en el bachi
llerato común, en realidad, denominan a la asignatura de
cuarto año “Filosofía. Nociones generales y psicología”, pero
es conocida por aiumnos y profesores con el nombre de
“psicología”9. La historia de la filosofía desaparece, de la
lógica tiende a distinguirse la teoría del conocimiento y la
teodicea se va a transformar en una unidad de metafísica que
incluye el tratamiento del tema de Dios.
De este primer paradigma surgen algunas características
de la enseñanza de la filosofía que vale la pena tomar en
cuenta:
126
se entiende por tal la trasmisión de un conocimiento libresco
y de resultados más que dé procesos, incapaz de traducirse
en un saber hacer, vaciado de espíritu crítico y con pretensio
nes de abarcar el conjunto del saber.
5. No hay ninguna referencia a la Argentina (el Manual...
era editado en castellano en París), ni hay una preocupación
didáctica en el sentido de intentar motivar o “llegar” al alumno
y sus intereses o preocupaciones. No hay lecturas comple
mentarias, transcripción de fragmentos filosóficos, menos
aún ilustraciones.
127
De aquí en adelante el programa continúa con un trata
miento que pretende ser científico-positivo de los fenómenos
psíquicos.
Los contenidos de filosofía en los programas tienden a
agruparse alrededor de dos grandes temáticas: “lógica y
metodología de las ciencias” y “problemática filosófica” , con
un lugar ambiguo para el tema del conocimiento entre ambas.
Hasta principios de los años cincuenta el programa de
filosofía se reduce a una “Lógica y nociones de Teoría del
Conocimiento” y desde entonces se trata de una “Lógica,
nociones de Teoría del Conocimiento, de Etica y de Metafí
sica”. El régimen peronista agrega una última unidad en la
que se deberían tratar los siguientes temas:
128
IV. El paradigma fenomenológico
129
hallamos con libros que, aunque se pueda discutir su orienJ
tación y su capacidad de “llepar” a los alumnos adolescentes,!
son obras en las que hay información actualizada y válida,
para la época de su redacción.
V. El neotomismo;
Y que:
130
De 1985 es el libro de Carlos F. Lombardi Curso de
l Filosofía1S, editado por Plus Ultra, en cuyo prólogo se afirma:
VI. El logicismo
131
definiciones y clasificaciones y se halla escrita en un lenguaje
de difícil comprensión para sus presuntos destinatarios: los
alumnos adolescentes de la escuela secundaría.
Pocos años después, en 1969, Telma Barreiro de Nudlet
publica en Kapelusz Lógica dinámica. Nociones teóricas y
ejercicios de lógica tradicional y simbólica?', seguida en 1973
de los Elementos de lógica sim b ó licade la misma autora en
colaboración con Oscar Nudler, libro que se acompaña de
una carpeta de ejercicios y que publica la misma editorial,
Con estos últimos libros, al que habría que agregar Lógica
simbólica y elementos de metodología de la ciencia de Alicia
Gianella de Salama23, publicado por El Ateneo en 1975, se
producen dos novedades importantes:
Vil. Conclusiones
132
se reducían a una serie de nociones poco articuladas; hoy,
esta situación apenas se ha modificado.
Más allá de algunas breves instrucciones al pie de los
programas más antiguos, en las que en general se alude al
carácter formativo de la enseñanza de la filosofía y se exige
que se complete ei programa, no se sabe qué se pretende de
estas asignaturas, aunque todo parece reducirse a (a adqui
sición de algunos conocimientos, cierto vocabulario y la
comprensión de algunas doctrinas; poco parecen importar el
desarrollo de habilidades o de actitudes, hábitos o valores.
En lo que hace a los libros de texto, ios mismos realizan
“interpretaciones” de los programas, algunas de las cuales
son muy ceñidas formalmente a los mismos aún haciéndolo
bajo protesta -tal el caso de García Venturini-
Progresivamente, a través de los diferentes libros de texto,
se privilegian ciertas temáticas y determinados autores o
corrientes, diferenciándose los libros de texto por su conteni
do.
Sin embargo, desde el punto de vista de su forma es
notable la similitud de los distintos libros: mucha información
y casi ninguna actividad para que realicen los alumnos. En la
mayor parte de los libros de texto casi no hay referencias a la
Argentina, ni hay una preocupación didáctica en ei sentido de
intentar motivar o “llegar” al alumno y sus intereses o preocu
paciones.
De todos modos es a través de los libros de texto y no de
los programas que se producen actualizaciones y cambios en
la orientación de la enseñanza de la filosofía en la escuela
secundaria, permaneciendo los programas como un marco
muy general que si hoy desapareciera en poco alteraría la
enseñanza de la filosofía en el nivel medio.
133
Notas
134
12Romero, F. y Pucciarelli, E., ob. cit., p. 9.
13Fatone, V., Lógica y Teoría del Conocimiento, Buenos Aires,
Kapelusz, 1951. Fallecido Fatone en 1962, Francisco Olivieri agrega
algunos temas y capítulos y e! libro pasa a denominarse Lógica e
Introducción a la Filosofía.
14 García Venturini, J. L., Curso de Filosofía, Buenos Aires,
Troquel, 1960.
,5:García Venturini, J. L., ob. cit., p. 9.
16Hopkins, P., Filosofía, Buenos Aires, Ediciones Almagro, 1964.
17Casaubón, J. A., Nociones generales de Lógica y Filosofía, Bs.
As., Estrada, 1981.
18Lombardi, C. F., Curso de Filosofía, Buenos Aires, Plus Ultra,
1985.
,s Lombardi, C., ob. cit., p. 9.
20Colacilll de Muro, M.A. y J.C., Elementos de Lógica Moderna y
Filosofía, Buenos Aires, Estrada, 1965.
21 Nudler, T. B. de, Lógica dinámica. Nociones teóricas y ejerci
cios de lógica tradicional y simbólica, Buenos Aires, Kapelusz, 1973.
22Nudler, T. B. de y Nudler, O., Elementos de Lógica Simbólica,
Bs. As., Kapelusz, 1973.
23 GianeHa de Salama, A., Lógica Simbólica y Elementos de
Metodología de la Ciencia, Buenos Aires, El Ateneo, 1975.
24 Los últimos libros de texto publicados en la Argentina, que
podrían constituir un nuevo paradigma al que podría denominarse
“paradigma didáctico" porque, más allá de sus contenidos tienen en
común cierta preocupación didáctica, son los siguientes:
Arplni de Márquez, A. y Dufour de Ortega, A., Introducción a la
problemática filosófica, Buenos Aires, El Ateneo, 1984; Obiols, G.,
Curso de Lógica y Filosofía, Buenos Aires, Kapelusz, 1985 (Hay
nueva edición con el título Nuevo Curso de Lógica y Filosofía, 1993);
Dallera, O. Temas de Filosofía, Buenos Aires, Don Bosco, 1989;
Frassineti de Gallo, M. y Salatino de Klein, G„ Filosofía, esa
búsqueda reflexiva, Buenos Aires, A-Z, 1991.
135
DISCUSION
136
ques de los dos textos secundarios más representati
vos: el de Romero, en colaboración con Pucciarelli, por
una parte; y el de Fatone, por otra. Los autores no
designan con el nombre de “espiritualismo” al amplio
período filosófico argentino, iniciado en la década del
30, que recibiera la influencia de la filosofía alemana. Al
respecto, el motivo de la discusió;. es el siguiente: ¿el
denominado “paradigma fenomenológico” (en el que
se incluyen filósofos alemanes “espiritualistas” y “exis-
tencialistas"), reemplaza, en esta investigación, la más
corriente denominación de “espiritualismo”? Aclarar el
criterio seguido.
Cuarta temática: El análisis del “neotomismo”, en el
nivel secundario, omite marcos filosóficos generales
que permitirían explicar, más ajustadamente, las cau
sas de la edición de textos de filosofía pertenecientes
a esta corriente de pensamiento, a partir de la década
del 60. Cabe consignar que, para esta fechadlos
“espiritualismos” están en declinación. El documento
no vincula la demora del ingreso de la lógica simbólica
al nivel secundario con la influencia ejercida por las
corrientes “espiritualistas” argentinas, en sus dos ver
tientes: la vertiente laica y la vertiente tomista.
Primera temática
Segunda temática
138
la situación de minusvalía de la filosofía, en secundaria,
no se haya expresado ni en modificaciones en los
Programas (por cuanto los autores sostienen que du
rante casi un siglo las variantes programáticas fueron
casi nulas), ni en el registro de una menor carga horaria
para los cursos de filosofía.
Uno de los temas a considerar, al respecto, es el
largo período -señalado por los autores- que va desde
la edición del libro Manual de Filosofía, de Amadeo
Jacques y colaboradores (todos discípulos de Víctor
Cousin), en 1874, y la primera edición de 1938, del texto
que representa un cambio de “paradigma”, la Lógica y
teoría del conocimiento de Francisco Romero, en cola
boración con Eugenio Pucciarelli. Dentro de ese largo
período se ubica cómodamente el “positivismo” cuya
iniciacion es aproximadamente, desde principios de la
década dé! 80 hasta el comienzo de su declinación; a
partir de la década de 1920. Uno de los más grandes
opositores del positivismo en filosofía sabemos que fue
Coriolano Álberini, quien en 1934 publica su artículo
“La metafísica de Alberdi” en el que da a conocer un
bsquema histórico acerca del desarrollo del pensa
miento argentino. Tal esquema comprende:
139
Tercera temática
Cuarta temática
140
Es imprescindible destacar, previamente, que la
denominada por Alberini “cultura filosófica pura” se
expresó, en el país, a partir de la década del 30, en la
corriente denominada por algunos autores como “reac
ción espiritualista”, la que tuvo en la filosofía alemana
(en sus diferentes alternativas) su principal radio de
influencia. Esta corriente “espiritualista” se expresó en
su vertiente laica. A ella pertenecen, en el nivel secun
dario, los dos textos de lógica últimamente menciona
dos.
A su vez, la influencia del “neotomismo” en Europa
(especialmente en los países católicos), se hizo sentir
desde el último tercio del siglo XIX, a partir de la
Encíclica “Eterna Patris”, que establecía que el pensa
miento filosófico y pedagógico de Santo Tomás era,
desde ese momento, el pensamiento “oficia!” de ¡a
Iglesia católica. Sin embargo, la influencia tomista sólo
llega a las universidades argentinas a fines de la
década de 1940, a raíz de cambios políticos ocurridos
en el país. Estimo que las escuelas nacionales de
enseñanza media no recibieron el cambio a través de
la edición de textos secundarios, por cuanto pudieron
seguir con la enseñanza de la lógica aristotélica y de la
metafísica, que la corriente del “esplritualismo” laico no
había desechado. Precisamente, los estudios secun
darios de lógica simbólica ingresaron tardíamente, a
raíz de la doble influencia del “esplritualismo”: por una
parte, la influencia de la línea laica; por otra, la de la
línea neotomista.
Cuando aparece el primer texto de enseñanza de la
filosofía, en secundaria, de marcada orientación tomis
ta, es en 1960, con el libro de García Venturini -según
indican los autores-. En ese momento se hacía nece
sario reforzar el esplritualismo; y la coyuntura (o, mejor
dicho, la gravitación) de la nueva Ley de enseñanza
libre, de 1958, que permitió la fundación de universida
des privadas, fue un factor decisivo para acentuar, en
secundaria, la línea tomista.
En la misma década del 60 se producían cambios
decisivos en la filosofía europea y algunas corrientes
filosóficas que habían tenido menor repercusión en los
141
ámbitos universitarios argentinos (como es el caso de
dos corrientes surgidas en Alemania y Austria, en la
década del 20, la denominada “teoría crítica” y el
“neopositivismo lógico” -anticipo, en gran medida, de
la actual “filosofía analítica”), van a alcanzar predica
mento en los claustros de las universidades naciona
les, frente a la progresiva declinación de las metafísi
cas (tanto espiritualistas como existencialistas).
A mi juicio, la declinación del “espiritualismo” en el
pensamiento filosófico argentino motivó a los repre
sentantes de una de sus vertientes (el tomismo) a
mantener su influencia en los niveles secundarios de
¡as instituciones nacionales.
Notas
142
PR OYEC TO
D E L IN E A M IE N T O S C U R R IC U L A R E S B A S IC O S
P A R A E L A R E A D E F IL O S O F IA
E N LA E S C U E L A S E C U N D A R I A *
GUILLERMO A. OBIOLS**
I. El área de filosofía
en la escuela secundaria
143
sólo en la Argentina1. La otrora reina de las ciencias ha sido
impugnada desde mediados del siglo pasado por el cientifi
cismo que cuestionó sü utilidad y la acusó de constituir un
pseudosaber. La escuela secundaria, por su parte, dejó de
ser una escuela de minorías para ser una escuela multitudi
naria, con funciones superpuestas, burocratizada e ignoran
te de las transformaciones sociales que tenían lugar a su
alrededor. La combinación de ambas crisis da por resultado
una situación de marcado deterioro en la enseñanza filosófi
ca en la escuela secundaria2.
Sin embargo, las asignaturas de filosofía en la escuela
secundaria en la Argentina tienen una antigua tradición que
se remonta al siglo pasado. Figuras como Amadeo Jacques,
en el siglo XIX, y Francisco Romero o Vicente Fatone, en el
presente siglo, enseñaron filosofía en la escuela secundaria
y/o redactaron, en sus respectivas épocas, manuales para la
enseñanza de la filosofía que se usaron con gran éxito en
todos los países de habla castellana3. Desde la segunda
mitad del siglo pasado, la enseñanza de la filosofía siguió la
tradición francesa que ubicaba las asignaturas de filosofía
hacia el final del ciclo secundario y la hacía consistir en el
tratamiento de una serie de problemas o nociones, más que
en una historia de los sistemas filosóficos, que es la modali
dad italiana desde la reforma Gentile en 1925.
Aunque en algún momento concepciones de raíz cientifi-
cista insinuaron erradicar los estudios filosóficos, no sólo en
la Argentina, sino en países europeos con fuerte tradición
filosófica, como Italia4, en la actualidad, superada la época de
la especialización extrema, y de un cientificismo a ultranza,
hay consenso en casi todo el mundo acerca de la necesidad
de una formación filosófica no sólo en la escuela secundaria
y en el nivel terciario, sino que están en curso en varios
países, como EE.UU. o España, proyectos para una ense
ñanza filosófica a los niños ya desde el nivel primario, como
en el caso del programa “Philosophy for children” impulsado
por el Instituteforthe advancement of philosophy for children
de New Jersey, programa que actualmente se halla en
proceso de traducción y aplicación en España, entre otros
países5. En cuanto al nivel secundario de enseñanza, países
como España, Francia, Italia, Canadá, etc. han ratificado la
necesidad de una enseñanza filosófica en dicho nivel y
mantienen una labor de permanente investigación para el
mejoramiento de la misma. Parte de esa labor se refleja en los
144
libros y publicaciones periódicas que se citan como bibliogra
fía al final de este volumen y que en buena medida inspiran
esta comunicación.
Innecesario es entonces discutir acerca de la presencia de
la enseñanza de la filosofía en la escuela secundaria, pero,
en cambio, es fundamental preguntarse cuál es la manera
más adecuada de enseñarla, con qué objetivos, en qué
modalidades, con qué contenidos, etc.
En el plan de estudios del bachillerato común cuyos
programas datan de los años cincuenta, hay dos asignaturas
del área de filosofía: la primera, en cuarto año, titulada
“Filosofía. Nociones generales y psicología” y la segunda, en
quinto año, “Filosofía. Lógica, nociones de Teoría del Cono
cimiento, de Etica y de Metafísica”6. La asignatura de cuarto
año se fue transformando en una psicología científica, empí
rica o positiva (aunque bastante desactualizada y desestruc
turada), perdiendo su carácter filosófico, en la medida en que
la psicología emigraba de las facultades de filosofía y letras
y trataba de constituirse como ciencia. Debe entenderse
como legítimo este proceso de constitución de la psicología
como ciencia autónoma, y debe apoyarse la existencia de
una asignatura de psicología en la escuela secundaria, pero
el resultado ha sido que la asignatura de quinto año constitu
ye hoy ¡a única presencia significativa de la filosofía en el
bachillerato común, debiendo encarar dos temáticas marca
damente distintas: lógica y metodología de las ciencias
(unidades 1 a 5) y problemas filosóficos (unidades 6 a 9). Con
una carga horaria de sólo tres horas semanales, el tiempo es
notoriamente insuficiente para desarrollar ambas temáticas,
por lo cual los profesores, en su gran mayoría, optan por tratar
en sus cursos alguna de ambas.
En el plan de estudios del bachillerato con orientación
docente (BOD), cuyos programas datan de los años setenta,
se contempla la existencia de dos asignaturas: “Problemática
filosófica”, en cuarto año y “Lógica y metodología de las
ciencias” en quinto. Una distinción similar existe en el plan de
estudios de las escuelas de enseñanza media en la provincia
de Buenos Aires, que en el ciclo superior del nivel medio, en
cuarto año incluye una “Introducción a la filosofía” y en quinto
año “Metodología de la investigación y del trabajo científico”.
Ya en el nivel universitario, pero en el Ciclo Básico Común de
la Universidad de Buenos Aires, es decir, en la etapa prepa
ratoria, hay una distinción similar, ya que se encuentra una
145
asignatura denominada hasta hace algún tiempo “Introduc
ción al conocimiento científico” y hoy “Pensamiento científi
co” y otra denominada hasta hace poco “Problemas filosófi
cos” y al presente “Filosofía”. Debe hacerse notar que la
primera de estas asignaturas es obligatoria para todas las
carreras que se cursan en la UBA, mientras que la segunda
es optativa para la mayor parte de las carreras y obligatoria
para algunas carreras humanísticas.
Más allá de las denominaciones de las asignaturas puede
afirmarse que, hoy por hoy, puede distinguirse entre una
temática a la que podríamos llamar de lógica y metodología
de las ciencias, fundamentalmente de tipo instrumental, en la
que se busca que el alumno se familiarice con procedimientos
lógicos y comprenda algunos métodos científicos de amplia
aplicación, útiles tanto para desarrollar estudios superiores
como para una formación general, y una problemática filosó
fica, a través de la cual el alumno aborde algunas cuestiones
filosóficas socialmente significativas, se informe y reflexione
sobre ellas. Esta distinción se halla presente no sólo en
planes y programas, sino también en libros de texto en la
Argentina y varios países extranjeros.
En función de lo expuesto podría pensarse que sería
deseable que el área de filosofía en la escuela secundaria
comprenda, al menos, dos asignaturas que podrían denomi
narse “Lógica y metodología de las ciencias” y “Problemática
filosófica”, y que podrían incluirse en los dos últimos años de
estudio de este nivel, respectivamente.
146
las metas, contenidos, y métodos que deberían adoptarse.
Simplificando mucho, a menudo vemos enfrentarse irrecon
ciliablemente a conservadores y progresistas. Para unos, la
filosofía debe ser el punto de orientación del aprendizaje en la
tradición de los grandes pensadores y de los problemas
fundamentales; para otros, debe partirse de los intereses de
los alumnos, de su situación individual y social7.
147
filosofía represente la auténtica disciplina que estamos bus
cando, una disciplina que cultiva el pensamiento de los
estudiantes acerca de temas filosóficos y al mismo tiempo les
prepara para pensar en otras disciplinas?9
Sobre la base de lo expuesto, concretamente se proponen
los siguientes objetivos para las asignaturas mencionadas.
Problemática filosófica
148
* Desarrollar habilidad para emitir juicios personales fun
damentados sobre cuestiones filosóficas.
* Desarrollar una actitud de valoración positiva de la
filosofía.
* Desarrollar hábitos de discusión racional de ideas filosó
ficas.
* Desarrollar una actitud de tolerancia hacia las diversas
¡deas y teorías filosóficas.
* Desarrollar una actitud reflexiva y crítica.
III. Contenidos
149
significativos y capaces de interesarlo en la etapa evolutiva
en que se encuentra. Al respecto, en los planteos más
tradicionales se pretende introducir al alumno en una tradi
ción filosófica que se estima valiosa en sí misma, sin consi.
derar qué es lo que dicha tradición tiene de vital para un
adolescente de diecisiete años en la Argentina de fin de
siglo11. No se trata de rechazar el estudio de los clásicos, pues
muchas veces la situación se repite con autores contempo-
ráneos, sino de destacar al tratar cualquier temática, qué es
lo que los filósofos tienen para decir acerca del mundo en el
que nos encontramos, la vida de los adolescentes o los
problemas cotidianos.
La organización de los contenidos filosóficos puede ha
cerse con un criterio histórico o bien con uno problemático.
Como decíamos más arriba, la tradición italiana es, desde
1925, la enseñanza de la filosofía con un enfoque histórico,
mientras que la francesa, también seguida por ja Argentina,
es más bien la de considerar problemas y nociones filosófi
cas. En España, a una asignatura problemática sigue ya en
el final del bachillerato, en el Curso de Orientación Universi
taria, una asignatura de tipo histórico. Ambas modalidades
presentan argumentos asu favor y posiblemente las mejores
son las que logran una síntesis, es decir, realizar un enfoque
de tipo histórico problemático o que plantean los problemas
filosóficos en relación con la historia. El enfoque de tipo
problemático permite una mejor conexión de la temática
filosófica con las motivaciones y problemas del alumno
adolescente, posibilitando que la reflexión se dispare a partir
de las preocupaciones operantes en el mismo. Al respecto
decía Rodolfo Mondolfo:
150
Nos parece que el punto de partida problemático favorece
también una apertura a otras disciplinas (desde las matemá
ticas hasta el área de expresión pasando por las ciencias
R urales o las sociales) con las que los problemas filosóficos
se encuentran estrechamente relacionados, posibilitando,
una aproximación a un enfoque interdisciplinario en los
cursos de filosofía. La experiencia francesa, por ejemplo,
incluye al tratar un problema filosófico como podría ser el de
la libertad y el determinísmo, la consideración previa de los
enfoques de las ciencias naturales y sociales sobre la cues
tión, de modo que el curso de filosofía, ubicado en el último
año del bachillerato viene a culminar la formación del alumno,
integrando y profundizando en problemáticas ya considera
das'3. De todas maneras, la apertura hacia un enfoque
interdisciplinario no debe exagerarse e ir en desmedro del
tratamiento de una temática específicamente filosófica que
debería ser conocida y comprendida por el alumno.
Por otra parte, el tratamiento de los problemas filosóficos
no excluye el punto de vista histórico; así, por ejemplo, al
considerar el problema del conocimiento, el mismo puede ser
planteado a partir de su tematización en la filosofía de los
siglos XVII y XVIII y relacionarlo con el desarrollo económico,
social, político y científico de la época.
Si se acepta, en consecuencia, el punto de partida proble
mático, ¡os contenidos de los programas de las asignaturas
filosóficas serán, en el caso de “Lógica y metodología de las
ciencias” ¡a enunciación de algunos conceptos o nociones
fundamentales y en el caso de “Problemática filosófica" una
serie de problemas. En función de ¡o expuesto se proponen
ios siguientes contenidos, para cada una de ¡as dos asigna-
luras señaladas.
151
Al tratar esta temática, el profesor podrá incluir cuantas
consideraciones históricas estime necesarias, pero deberá
considerar el estado actual de los problemas.
Problemática filosófica
• Problema/s de estética.
• Problema/s de filosofía de la historia.
• Problema/s de filosofía de la ciencia y de la técnica.
• Problema/s de filosofía del lenguaje.
• Problema/s de filosofía del derecho.
• Problema/s de axiología.
152
IV. Orientación metodológica y recursos
para la enseñanza-aprendizaje
153
texto periodístico, la historieta o un video, pasando por breve;
obras filosóficas o fragmentos de textos filosóficos. Come
decía con bastante humor un grupo de profesores españoles
V. Evaluación
154
Aunque, como se señala más arriba, al presente se hallan en
desarrollo experiencias que inician una enseñanza filosófica
ua en la escuela primaria, es aconsejable por las razones
apuntadas que las asignaturas señaladas se incluyan en los
dos o tres últimos años de la escuela secundaria, ubicando,
i preferentemente en el penúltimo a “Lógica y Metodología de
las Ciencias” y en el último “Problemática Filosófica”16.
En lo que se refiere a la carga horaria semanal de estas
asignaturas sería deseable que contaran con no menos de
tres horas didácticas semanales, lo que permitiría desarrollar
adecuadamente tanto la teoría como la práctica de ambas
' asignaturas.
155
VIH. La formación
de los profesores de filosofía
Notas
156
3 Jacques, Amédée, Simón, Jules y Saisset, Émile, Manual de
Filosofía, París, Hachette, 1877; Romero, Francisco y Pucciarelli
Eugenio, Lógica y Nociones de Teoría del Conocimiento, Buenos
Aires, Espasa-Calpe, 1938. Desde la decimoséptima edición (1961 ?)
el libro se publica exclusivamente a nombre de F. Romero; Fatone,
Vicente, Lógica y Teoría del Conocimiento, Buenos Aires, Kapelusz,
1951. Fallecido Fatone en 1962, Francisco Olivieri agrega algunos
temas y capítulos y el libro pasa a denominarse Lógica e introducción
a la Filosofía.
4 Cfr. Vigone, L. y Lanzetti, C. (comp.), L'insegnamento delia
filosofía, Bari, Laterza, 1987, p. 2.
5El programa “Philosophy for Children" comprende varios volú
menes de M. Lipman y colaboradores, ya traducidos en Madrid por
Ediciones de la Torre. Al presente ya hay experiencias incipientes en
la Argentina, donde se ha constituido el “Centro de Filosofía para
Niños de Argentina”.
6Los principales programas nacionales del área se hallan trans
criptos en Obiols, Q.A. y Frassineti de Gallo, M., ob. cit, pp. 24 y ss.
7Martens, E. “Didáctica de la filosofía en Europa” en Revista de
Filosofía y de Didáctica de ia Filosofía, Madrid, Año III, Nro. 3,1985.
8Cfr. Obiols, G.A. y Frassineti de Gallo, M. ob. cit., pp. 7 y ss.
9 Lipman, M., “La utilidad de la filosofía en la educación de la
juventud” en Revista de filosoííayde didáctica de la filosofía, Madrid,
Año III, Nro. 3, 1985.
10 Salazar Bondy, A., Didáctica de la filosofía, Lima, Universo,
1968, p. 26.
11Cfr. Casaubón, J.A., Nociones generales de Lógica y Filosofía,
Bs. As., Estrada, 1981. Notas preliminares.
,2Mondolfo, R., “Didáctica de la filosofía" en Problemas de cultura
y educación, Buenos Aires, Hachette, 1952, p. 138.
13Cfr., por ejemplo, Vergez, A. y Huisman, D. Nouveau “cours de
philo”, París, Nathan, 1980.
14 Citado en Chátelet, F. La filosofía de los profesores, Madrid,
Fundamentos, 1971, p. 170.
15En Boletín Informativo de la Sociedad Española de Profesores
de Filosofía, Madrid, enero-junio 1985, Año VI, Nros. 14 y 15.
16En España las asignaturas filosóficas se encuentran en 3ro. y
5to. año del BUP, en Francia en el último año del bachillerato, en Italia,
los dos o tres últimos años de la secundaria superior.
17Sobre el tema de educación ética la bibliografía es vastísima y
va desde análisis de tipo psicológico sobre el desarrollo del juicio
moral en autores como Piaget y Kohlberg hasta libros difíciles de
clasificar como la Etica para Amador de Fernando Savater, Barcelo
na, Ariel, 1991.
157
DISCUSION
VIOLETA GUYOr
158
za de la filosofía aparecen interrogantes que ponen en
juego concepciones relativas a la filosofía misma en
cuanto conocimiento que exige explicitar las opciones
realizadas y a partir de ello es como cobra sentido la
postulación de los objetivos.
Con esto queremos significar que el problema de la
enseñanza de la filosofía es él mismo un problema
filosófico y que debe ser abordado filosóficamente,
tanto por los filósofos interesados en la problemática de
¡a transmisión del conocimiento filosófico como por los
propios profesores. De otro modo echamos mano de
una pedagogía de los objetivos cuyo grado de genera
lidad y abstracción soslaya la peculiaridad del campo
epistemológico propio de ía filosofía en la situacionali-
dad histórica de sus problemáticas.
Por otro lado, desde el punto de vista de los alumnos
produce una atomización y sectorización según una
taxonomía de habilidades, hábitos y actitudes que
desplazan la cuestión filosófica a los bordes de una
problematización pedagógico-psicologizante. Por el
contrario, la filosofía misma está dotada de los instru
mentos que le permitirían elaborar un modelo de trans
formación de lo que llamamos la práctica docente-
filosófica que va desde la cuestión epistemológica
hasta la inserción histórica de los contenidos o de los
problemas de elección para la elaboración de los
programas.
Entendemos que la práctica docente-filosófica arti
cula dialécticamente tres factores: docente-alumno-
conocimiento. El vínculo pedagógico que implica la
relación de los dos primeros está mediatizado por el
conocimiento filosófico mismo. Lo que está en juego es
el estatuto de tal conocimiento: será entendido como
proceso o como resultado, o como ambas cosas a la
vez. Optar por algunas de estas posiciones implica una
decisión filosófica-epistemológica y pedagógica, ya
que sus efectos se constatarán en las prácticas docen
tes mismas. De ello depende una enseñanza de la
filosofía “poblada de vicios", como señala el autor:
“verbalista, expositiva”, y a los alumnos como meros
sujetos pasivos destinados a repetir, reproducir, etc.; o
159
bien una filosofía que asuma el papel que le cabe en
nuestra problemática situación de fin de siglo: pensar
críticamente reinventando la filosofía a fa luz de los
problemas que nos atañen y que nos desafían. Una
filosofía, en suma, capaz de promover la actitud crítica
y el pensamiento de lo nuevo que nos acontece.
De otro modo, si bien fa reforma curricular es una
necesidad acorde a los tiempos, ella resultaría total
mente inútil si los profesores de filosofía no modifican
su relación con el conocimiento filosófico, es decir, si no
son capaces ellos mismos de someter su propia prác
tica docente, parafraseando a Kant, al supremo tribunal
de la razón filosófica. Ni pedagogización ni psicologiza-
ción del problema. La decisión del profesor de filosofía
es una decisión filosófica y de este modo sí será posible
plantearse los enfoques críticos, éticos de autonomía
y libertad, creatividad y compromiso con la realidad
social y política.
No queremos plantear aquí la discusión de si es
primero el huevo o la gallina por cuanto la reforma del
enseñarse constituye en objeto de investigación filosó
fica que tiende a establecer una nueva praxis educati-
va-filosófica. Todo esto sin duda se complica enorme
mente si, como termina planteando Guillermo Obiols, el
problema alcanza directamente a las instituciones en
las cuales realizan su formación los profesores de
filosofía y allí nos reencontramos nuevamente con el
mismo problema: ¿de qué filosofía se trata? ¿cuál es el
estatuto epistemológico del conocimiento filosófico en
señado? Creemos que estas cuestiones deberían ser
tomadas seriamente en cuenta a la hora de una reforma
curricular.1
Notas
160
riL U S U N A :
PREJUICIOS Y CONFUSIONES
elen a Te r e s a j ó s e *
161
No pedí ningún libro. Los alumnos podían recurrir a
cualquiera, pero se implementó un sistema de selección de
textos al que llamamos Fichas y que los alumnos fueron
numerando en forma correlativa. Cada Ficha -que consistía
en la fotocopia de algún texto publicado o preparado por m í-
fue trabajada en forma individual y/o grupal por los estudian
tes y cuidadosamente archivada junto a los trabajos prácticos
y a las pruebas escritas, de manera que tenían todo el
material bibliográfico a mano.
Para las pruebas integradoras los alumnos no sólo cono
cían los temas en que iban a ser evaluados, sino que también
les preparé un cuestionario guíacon cien cuestiones (pregun
tas, ejercicios, consignas).
Esta idea del cuestionario guía dio bastante resultado, ya
que los chicos manifestaron que de esa manera tenían claras
cuáles iban a ser las reglas de juego para aprobar.
Desde mi punto de vista tampoco percibí que era “facilitar
les" la tarea, ya que si ellos podían elaborar las respuestas a
las doscientas cuestiones (de las dos pruebas integradoras),
estarían más que cumplidos los, objetivos.
Ahora voy a referirme a los prejuicios y/o confusiones más
generales con los que tuve que luchar durante el transcurso
del año, desde el primer día en que realicé el diagnóstico,
surgidos en el tratamiento de la primera parte del programa.
162
natural de razonamiento; a organizar nuestro trabajo intelec
tual; a pensar y escribir mejor en lo que hace a la parte formal-
a detectar argumentaciones falaces. Es decir, que con todos
estos conocimientos sería más difícil que nos engañen con
charlatanerías.
Esto creó por lo menos una suspensión del prejuicio y
alguna expectativa.
Se la tiene por una cosa que interesa a todos y que por tanto
debe ser en el fondo simple y comprensible, o bien se la tiene
por tan difícil que es una desesperación el ocuparse de ella.
163
Lo que se presenta bajo el nombre de filosofía proporciona en
realidad ejemplos justificativos de tan opuestas apreciacio
nes, (Jaspers, K., La Filosofía, Buenos Aires, FCE, 1978).
164
cas - Clarividente - Parapsicóloga - Tarot al más alto nivel -
Soluciona todo tipo de problemas: unión de parejas; regresos
imposibles; destrabe de negocios y casas. (Y se consigna
domicilio, Matrícula Profesional y Registro Profesional).
165
• 9. Ciencia y Tecnología son ia misma cosa.
Para este punto también utilicé una ponencia que presen
té en el “Congreso Extraordinario Internacional de Filosofía”
realizado en Córdoba en 1987 y que adapté en forma de texto
para los chicos. Allí se distingue la Ciencia y la Tecnología en
cuanto a su: objeto, concepto de verdad, carácter, tipo de
leyes que formulan, fines, objetivo, producto final, tipo de
razón, predicciones, tipos de hombre que encarnan, actitud
ante los hallazgos, audiencia e implicancias éticas.
166
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ACERCA DE LA ENSEÑANZA,
EL APRENDIZAJE Y EL ESTUDIO
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GUILLERMO A. OBIOLS"
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Laterza, 1987.
VII. Publicaciones pe
dedicadas al tema de la enseñanza de la filosofía
173
INDICE
Prólogo
Guillermo A. Obiols y Eduardo Rabossi..............................7
La enseñanza de la Filosofía
como la enseñanza de una técnica:
el problema de los instrumentos de evaluación
M. Cristina González y Nora S tigoi ...................................47
Discusión. Alcira Bonilla .................................................58
Filosofía y divulgación
Ana Claudia C ou ló ......................................................... 81
Discusión. Carlos Alemián.......................................... 91
Las actitudes en la enseñanza filosófica
Martha Frassineti de Gallo............................................... 95
Discusión. Telma Barreiro......................................... 116
Concepciones de la Filosofía
y enseñanza de la Filosofía
en la escuela secundaria:
un análisis a través de los programas
y los libros de texto
Guillermo A. Obiols y Laura V. A gratti......................... 123
Discusión. Sara Ali Jafella........................................ 136