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Introducción:
Si la iglesia evangélica ha de crecer en número, se necesita evangelizar. Si los
creyentes han de crecer en el Señor Jesucristo, se necesita formar su carácter.
Y para formar su carácter, es necesario la enseñanza y la exhortación.
El apóstol Pablo manifestó un anhelo hacia los creyentes de la iglesia en
Colosas, basado en su conversión, que encierra el propósito de la Enseñanza y
exhortación, se podría llamar un ciclo para la vida de los creyentes. Leamos
Colosenses 1:9-10 para considerar cuatro aspectos del propósito de la
Enseñanza y exhortación, estos también son distintivos de la vida de un
creyente que crece espiritualmente.
Cada persona creyente debe saber no sólo que Dios quiere actuar
por medio de su vida, sino cómo quiere hacerlo.
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2. Que las personas creyentes vivan como es digno del Señor (Col. 1:10)
Este paso lógicamente sigue al de conocer la voluntad de Dios en los tres
aspectos ya mencionados. Toda información que se adquiera a través de la
Enseñanza debe tener efecto en la vida y conducta de la persona creyente.
Este efecto debe repercutir en la conducta, lo cual debe ser distintivo: “Para
que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo…”.
Piense en lo que significa andar dignamente. Es vivir de tal manera que Dios
esté completamente satisfecho y agradado con todo lo que se haga.
La persona creyente llega a saber cómo andar dignamente del Señor a través
del estudio de su Palabra. La Biblia está llena de consejos y mandatos que
indican a los hijos e hijas de Dios cómo portarse rectamente delante de Él.
Conclusión:
Hay cuatro pasos en el crecimiento de la vida espiritual de la persona creyente.
Estos pasos no forman un círculo que se cierra, sino un ciclo que va
extendiéndose.