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(CIETS)
Facultad Evangélica de Estudios Teológicos
(FEET)
TRABAJO INDIVIDUAL
“UN PASEO POR EL MUNDO DE LOS SABIOS”
“Origen y naturaleza de la sabiduría hebrea”
“Sabiduria y Lieteratura sapiencial israelita”
Managua, 4-Marzo-2017
INTRODUCCION
El estudio de concepto, del origen y evolución sapiencial en el pueblo de Israel, según autores de este
profundo tema, no llevan primero a tener un enfoque basado en lo que llamamos literatura canónica,
donde se incluyen además del libro de Job, algunos Salmos, los Proverbios, Eclesiastés; entre otros, los
libros Eclesiástico y Sabiduría.
La finalidad de autores de temas sapiensales es dar a conocer en nuestros tiempo, la Sagrada Escritura y
el mundo ambiente en que nace la misma. Con estos estudios, los especialistas han pretendido de
acercarnos, a los que no tenemos especialidad alguna en este conocimiento científico de las sagradas
escrituras, una visión del mundo de los sabios antiguos de Israel.
El mundo o medio natural en el que se movían los sabios de Israel es el mismo de los libros sapienciales
del Antiguo Testamento, es decir, de Proverbios, Job, Eclesiastés o Qohélet, Eclesiástico o Jesús Ben Sirá y
Sabiduría de Salomón. Estos cinco libros son fruto del esfuerzo espiritual de generaciones y generaciones
de sabios, y forman un bloque de libros bien definido que se diferencia por su forma y contenido de lo que
es el Pentateuco, de los libros Narrativos, de los Profetas y de los denominados propiamente como
poéticos: Salmos, Cantar y Lamentaciones.
Se responden a preguntas como: ¿Qué se entendía por sabiduría en el Próximo Oriente Antiguo? ¿Los
conceptos que tenemos hoy de sabiduría y de sabio significan lo mismo que los del mundo antiguo al que
pertenece la Biblia? En cualquier hipótesis, los conceptos de sabiduría y sabio forman un binomio
inseparable, así como que para conocer todo lo abstracto no se puede separar de lo que es concreto, por
ejemplo: bondad/bueno, justicia/justo, belleza/bello, etc.
Con el paso del tiempo cambian mucho las circunstancias que modifican la manera de ver del hombre y
los puntos de vista que matizan la escala de valores en cada momento. Sin embargo, hay actitudes y valores
que se consideran adherentes al hombre que no puede haber ocurrido mucha variación entre significación
y significación. A la sabiduría y al ser sabio les cabe el gran honor de estar entre estos valores
imperecederos.
La idea ambigua y amplia de sabiduría/sabio, que cubre el ámbito del conocimiento experimental y
reflexivo del hombre con el fin de ocupar el puesto que le corresponde ante realidades mayores que él;
como son Dios y el mundo en general, dominar hegemónicamente su medio y realizar sus aspiraciones en
todos los órdenes de su vida. Los autores observan y reflexionan sobre estos puntos para poder detallar el
complejo formado por la dupla sabiduría/sabio.
DESARROLLO
Israel, pequeño e insignificante como pueblo y como territorio, siempre ha dependido de los pueblos
entre los cuales ha vivido y de los grandes Imperios que de manera alterna han tenido bajo su dominio, de
tiempos y tiempos, desde el rio Nilo en Egipto hasta el Tigris y Eufrates de pueblos sumerios antiguos.
El Próximo Oriente Antiguo se conoce como el Creciente Fértil o la Media Luna y con la zona desértica
que tiene límites. Este comprende la inmensa región en forma de arco (de aquí su nombre) que se
extiende desde la desembocadura de los ríos Eufrates y Tigris, en el golfo Pérsico, hasta la cuenca del Nilo.
Bordea el desierto de Arabia por el norte y el oeste. En esta zona nacieron, se desarrollaron y murieron las
grandes civilizaciones antiguas de Mesopotamia, de Egipto y las de los pueblos intermedios de Anatolia,
Siria y Palestina. El desierto, fue cuna de sabiduría y punto de referencia de los sabios de Israel. Un pueblo
forjado en el fuego de la historia, que ha sabido asimilar con fuerza influencia de toda índole, sin perder
rasgos esenciales de su identidad. Hoy se estudian su tradición y literatura sapiencial.
1- La sabiduría en Israel
¿Qué es un sabio? El término «sabio» que actualmente conocemos: (1) Persona que posee
conocimientos amplios y profundos adquiridos mediante el estudio. "muy pocos sabios han logrado
durante su vida y después de su muerte una fama tan extensa y resonante como la que Louis Pasteur
logró; los siete sabios de Grecia, fueron: Thales, Bías, Pitaco, Solón, Quilón, Cleóbulo y Periandro"
(2) Persona que muestra buen juicio, prudencia y madurez en sus actos y decisiones.
"los años le hacen a uno sabio"
Lo anterior, no describe adecuadamente la realidad de estos personajes en el antiguo Israel. Allí, como
en el Antiguo Oriente, los sabios no son personas despistadas, abstraídas en su ciencia, alejadas de las
preocupaciones diarias, profundos conocedores de su especialidad, ignorantes de otras materias y sin
ningún sentido práctico.
Al hablar de los sabios de Israel nos referimos a un grupo de personas bastante heterogéneas, que
incluye desde el educador hasta el filósofo o el teólogo, pasando por los preceptores (Persona que en
una casa acomodada se encargaba del cuidado y educación de los niños) de los príncipes o de la
nobleza y por los consejeros de la corte. En este sentido se puede decir que los sabios se mueven en un
ambiente social elevado, detalle que puede condicionar el contenido y el método de sus reflexiones.
Pero junto a esta sabiduría cortesana existe esa otra popular, como un simple producto de la
observación, de la experiencia y de los años.
La temática del sabio se remonta en ocasiones a altos niveles teóricos, como cuando trata el origen y la
naturaleza de la sabiduría, el problema del mal, el sentido de la existencia y de la actividad humana.
Pero en muchas ocasiones se mueve a niveles más sencillos y cotidianos: habla de la amistad, del
orgullo, la educación de los hijos, las formas de gobierno, el dominio de sí, el recto uso del dinero, etc.
La respuesta a todos estos problemas, teóricos y prácticos, que plantea la vida humana, no la busca en
archivos y bibliotecas, como el historiador; ni en un contacto directo con la palabra de Dios, como el
profeta. La busca en la experiencia humana general, sin duda iluminada en muchos casos por la fe.
Es el padre y la madre, son los antepasados, los años, los que enseñan y transmiten esa sabiduría. El
sabio no dice: «Oráculo del Señor». Se contenta con un modesto: «Hijo mío, haz caso de mi
experiencia, presta oído a mi inteligencia» (Prv 5:1); «Hijo mío, guarda los consejos de tu padre, no
rechaces las instrucciones de tu madre» (Prv 6:20). No se trata de una ciencia infusa (infundada por
otro ser o de Dios) ni de una palabra que viene sobre ellos como el caso de los profetas Amós o
Jeremías; por ejemplo «Oíd esta palabra que ha hablado Jehová contra vosotros …» (Amos 3:1) «Vino a
mi palabra de Jehová, diciendo: …» (Jer 2:1)
En el libro de Eclesiastés tenemos un ejemplo: «Y cuanto más sabio fue el predicador, tanto más enseño
sabiduría al pueblo; e hizo escuchar, e hizo escudriñar, y compuso muchos proverbios» (Ecl 12:9). «Muchas
e importantes lecciones se nos han transmitido por la Ley, los Profetas y los otros que les han seguido, por
las cuales bien se debe encomiar a Israel por su instrucción y sabiduría. Mas como es razón que no sólo los
lectores se hagan sabios, sino que puedan también estos amigos del saber ser útiles a los de fuera, tanto de
palabra como por escrito, mi abuelo Jesús, después de haberse dado intensamente a la lectura de la Ley,
los Profetas y los otros libros de los antepasados, y haber adquirido un gran dominio en ellos, se propuso
también él escribir algo en lo tocante a instrucción y sabiduría, con ánimo de que los amigos del saber, lo
aceptaran y progresaran más todavía en la vida según la Ley» (Prólogo del traductor del Eclesiástico: Biblia
de Jerusalén).
Por eso, el resultado es una experiencia de siglos y reflexión personal se funden en la persona y la tarea del
sabio de Israel. Por ejemplo en: «27. Instrucción de inteligencia y ciencia ha grabado en este libro Jesús,
hijo de Sirá, Eleazar, de Jerusalén, que vertió de su corazón sabiduría a raudales. 28. Feliz quien repase
esto a menudo; el que lo ponga en su corazón se hará sabio». (Eclo 50:27). Naturalmente, no puede
permanecer aislado de su propia época, de la cultura que lo rodea, de la problemática que surge en otros
pueblos vecinos, tan cultos como Egipto, Babilonia o Grecia. Cuando el autor afirma que el sabio «viaja por
países extranjeros probando el bien y el mal de los hombres», admite esta fuente de experiencia y
conocimiento.
Pero si algo se fue imponiendo con toda evidencia en Israel es la idea de que «toda sabiduría viene del
Señor» (Eclo 1:1). De Dios procedía la sabiduría que hizo famoso a Salomón. De Dios procede todo
verdadero conocimiento. Por eso, el sabio de Israel, sobre todo en las últimas épocas, es un hombre
profundamente religioso, que «madruga por el Señor y reza delante del Altísimo» (Eclo 39:5), ya que sólo
Dios puede «llenarlo de espíritu de inteligencia» (39:6).
Un texto del Eclesiástico refleja perfectamente esta fusión de elementos aparentemente dispares:
aportación del pasado y esfuerzo del presente, preocupación por la ley divina e interés por los enigmas y
proverbios, apego a lo típico de Israel y apertura internacional, estudio y oración, análisis minucioso y
petición de perdón. (parte de este proceso y ejemplo leemos en Eclo. 39:1-) Todo esto prepara el campo
para ser fecundado por la sabiduría divina, los consejos prudentes y los misterios.
Lo anterior no anula la personalidad de cada autor. El contacto con los libros sapienciales nos hace
descubrir personajes muy inversos. Desde el anciano sensato y modesto en su enseñanza hasta el anciano
desencantado de la vida que es Qohélet. Optimistas y pesimistas, serenos y apasionados, hombres
refinados y otros de escasa cultura van brotando. Está el que sonríe socarronamente tras su gran
descubrimiento de que «más vale vivir en el rincón de la azotea, que dentro de la casa con mujer
pendenciera» (Prv 21:9), y el que formula con maravillosa sobriedad: «También entre risas llora el corazón»
(Prv 14:13). Para captar más exactamente esta diversidad, es preciso tener en cuenta la evolución de la
sabiduría dentro de Israel.
Es un verdadero problema entre historiadores y exegetas del antiguo Israel determinar quiénes
eran estos hombres, llamados sabios, y que habitaban principalmente en la corte de los reyes de
Judá e Israel. Los autores califican a estos hombres sabios de muchas maneras. Se trata de
profesionales y no profesionales que poseían una buena cultura según los tiempos y que cubren
el larguísimo período de tiempo que va desde comienzos de la monarquía en Israel hasta finales
del Antiguo Testamento con probables prolongaciones antes, ciertas después. Se les identifica
con los maestros de la corte, que educaban a príncipes, funcionarios y oficiales reales:
secretarios, consejeros, etc.; con los maestros de las familias de clase elevada en la corte o fuera
de ella, o con los maestros populares que al final serán los escribas o peritos en la Ley.
El Sabio o maestro de Sabiduría fue tan estimado en todo el Oriente Antiguo de Mesopotamia a
Egipto que recibió el nombre de Padre y sus lecciones o consejos los dirigía a sus alumnos: reyes
o plebeyos, como a sus hijos. Los Sapienciales del Antiguo Testamento son también en esto un
magnífico testimonio, «Oye hijo mio, la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de
tu madre», (Prv 1:8; 2:1; 3:1; 4:1; 5:1; 6:1; etc.).
¿Formaban los Sabios una clase profesional como los Profetas o los Sacerdotes?
Unos lo afirman rotundamente, otros, sin embargo, lo niegan o no se atreven a opinar. De lo
que ninguno duda es de la gran actividad de estos sabios. Además de su función de consejeros,
de administradores, de maestros, etc., desarrollaron una actividad literaria, cuyos frutos han
llegado hasta nosotros. Hubo un momento de florecimiento literario que algunos han llamado
Ilustración salomónica. Así se explicaría mejor que la tradición de los libros sapienciales esté
unida a Salomón, porque en su tiempo se cultivó especialmente la Sabiduría. La labor anónima
de estos Sabios, como la de casi todos los autores de la antigüedad semita, fue creadora,
transformadora y compiladora. A esta actividad incansable de los Sabios se debe que hayamos
heredado un legado tan precioso.
La sabiduría de Israel, procedente de Jahweh (Jer 10:12) «El que hizo la tierra con su poder, el
que puso en orden el mundo con su saber, y extendió los cielos con su sabiduría», menciona a
Jehová Dios, un ser sapientísimo, que creó el universo con su Sabiduría, la cual quedó
impresa en las obras de la creación. También de manera muy especial, Dios derramó
sabiduría en la Ley; (Det 4:6) «Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra
sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos
estatutos y dirán: Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es ésta».
Israel, como todos los pueblos, observó e intentó penetrar la naturaleza de las cosas con el fin
de ordenarlas a su provecho. Eso fue en un principio la sabiduría: la facultad de distinguir lo útil
de lo nocivo, lo bueno de lo malo. Los hebreos expresaron pronto su sabiduría en adagios (frases
breves que encierran una lección o sentencia, el objetivo del adagio es enfatizar
un concepto ético o moral) y enigmas (Frase, enunciado, etc., de significado oculto o encubierto
que una persona propone a alguien para que descifre el sentido o le dé una solución) que se
transmitían de generación en generación; Jehová Dios es determinante en la transmisión del
conocimiento en (Det 6:7) «y las repetirás a tus hijos, y hablareis de ellas estando en tu casa, y
andando por el camino, y al acosarte, y cuando te levantes».
El acervo sapiencia de Israel obtuvo su más poderoso impulso con Salomón, el cual recibió de
Dios: (1Rey 3:12) «he aquí lo he hecho conforme a tus palabras; he aquí que te he dado corazón
sabio y entendido, tanto que no ha habido antes de ti otro como tú, ni después de ti se
levantara otro como tú», una sabiduría singular y compuso numerosos proverbios: (1Rey 4:32)
«y compuso tres mil proverbios, y sus cantares fueron mil cinco.» Organizó su corte al estilo de
las extranjeras, llamando a ella a varones inteligentes, que formaron la clase social de los
«sabios». En Israel tales sabios formaron una clase social, junto a los sacerdotes y profetas,
hombres de Dios como ellos, con una misión particular, el consejo que ellos deducen no de
comunicaciones directas de Dios, como los profetas, sino de la razón, de la piedad y de la
experiencia, da a sus sentencias un carácter más amplio que el directamente religioso.
Pero Israel reconoció desde un principio la Sabiduría divina, cuyos caminos sólo Dios conoce y lo
comunica a determinadas personas como: a José (Gen 41:39) «y dijo Faraón a José: pues que
Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. Tu estarás sobre mi casa,
y por tu palabra se gobernara todo mi pueblo;..»; a Moisés y los ancianos (Num 11:17) «Y yo
descenderé y hablare allí contigo, y tomare del espíritu que está en ti, y podre en ellos; y
llevaran contigo la carga del pueblo, y no la llevaras tu solo», a los constructores del tabernáculo
(Ex 35:30-33) «Y dijo Moisés a los hijos de Israel: Mirad, Jehová ha nombrado a Bezaleel hijo de
Uri, hijo de Hur, de la tribu de Judá; y lo ha llenado del Espíritu de Dios, en sabiduría, en
inteligencia, en ciencia y en todo arte,…» y trabajo en metal para los utensilios del Templo (1
Rey 7:14), a Josué (Det 34:9) «y Josué hijo de Nun fue lleno del espíritu de sabiduría, porque
Moises había puesto sus manos sobre el; ..» y sobre todo a Salomón (1 Rey 3:11).
Con ocasión de las reformas religiosas de Ezequías y Josías, los sabios hubieron de relacionarse
más con los sacerdotes y profetas. Si bien éstos condenaron a veces la sabiduría de los sabios, se
trataba de la sabiduría humana que nace del orgullo (Isa 29:14; Jer 8:9), no de la que procede de
Dios (Jer 18:18). Este contacto fue penetrando cada vez más la ciencia de los sabios de las
doctrinas tradicionales y la fue sacralizando. Los sabios multiplicaron los consejos morales
tendentes a ordenar la vida conforme a la Ley, en cuyo cumplimiento hicieron consistir la
verdadera sabiduría, y así remontarse hasta la Sabiduría, atributo divino.
El estudio de las relaciones entre Sabios y Profetas en Israel ocupa un puesto muy relevante
entre los autores modernos, porque el importante papel que jugaron unos y otros en la historia
de Israel.
Para historiadores del Israel antiguo y de exegetas, antes de Isaías no existe lucha entre
Profetas y Sabios; ésta comienza con Isaías: «¡hay de los sabios a sus propios ojos, y de los que
son prudentes delante de si mismos!» (Is 5:21). Los que se tienen por sabios son los consejeros
reales, por eso las profecías de Isaías van contra ellos: contra los sabios de Israel o los consejeros
del faraón de Egipto: “profecía sobre Egipto” (Isa 19); contra el rey de Asiria: (Is 10:13). Isaías no
está conforme con la política del rey Ezequías y de sus consejeros, inclinada hacia Egipto en
contra de Asiria, por influencia, quizás, de los consejeros de la corte que eran de origen egipcio.
En el fondo del pensamiento de Isaías late un argumento teológico: los israelitas buscan la
solución, su salvación, en los medios humanos al margen de su fe en Dios (Is 30:1-5; 31:1-3).
Esta tesis la había propuesto ya Isaías en otra ocasión: «Si no creéis, no subsistiréis» (Is 7:9) y
ahora la repite con otras palabras: «Vuestra salvación está en convertiros y en tener calma:
vuestra valentía en confiar y estar tranquilos» (Is 30:15).
Con Jeremías la lucha entre Profetas y Sabios llega a su punto de mayor interes. En su tiempo
el gobierno y dirección espiritual del pueblo estaba en manos de Sacerdotes, Sabios (Ancianos) y
Profetas (Jer 18:18 habla de Sacerdote - Sabio - Profeta; Ezq 7:26 de Sacerdote - Ancianos -
Profeta). Jeremías luchara contra los Sacerdotes (v.20,1-6); contra los falsos profetas (28);
contra los Sabios de Israel (8:8-9; 9:11); contra los de Teman (49:7) y los de Babel (50:35).
Se trata de ver cuáles son los manantiales de donde brota la Sabiduría, es decir, de dónde
se nutre el hombre en general y el israelita en particular para hacerse sabio. Para esto se
aborda tanto la Sabiduría popular como la culta, la profana como la sagrada, ya que en
nuestro contexto no se distingue entre una y otra, y porque nos interesamos en la Sabiduría
en cuanto es un bien apreciado por el hombre.
El masal se aplicaba al principio a los dichos populares breves, incisivos, irónicos. Así, por
ejemplo: «¡Hasta Saúl está con los profetas!», que en (1 Sam 19:24) es un dicho popular que
corre de boca en boca y en (1 Sam 10:12) se le llama masal. Equivale a (Jer 23:28) «¿Qué
tiene que ver la paja con el grano?», aunque aquí no aparezca ni como dicho popular ni
expresamente como masal. El mismo caso se repite en (Jer 31:29) «En aquellos días ya no se
dirá: "Los padres comieron las uvas agrias, y los dientes de los hijos tienen dentera"», y en (Ez
18:2) «¿Por qué andáis repitiendo este refrán...?».
También se contaría como masal (Gen 10,9) «De donde el dicho: "Intrépido cazador,
según el Señor, como Nemrod"». El contenido de un masal ha llegado a ser modelo o
paradigma.
En este sentido se habla de escuelas reales o de la corte, sostenidas por la casa real, que
florecieron sobre todo en tiempos de Salomón y del rey Ezequías, como mantiene la tradición
sapiencial (Prv 22:17; 24:23; 25:1). Algunos autores señalan diferencias notables entre la
escuela en Israel y la escuela de los grandes imperios. Se habla de «democratización» con
relación a Egipto y de escuelas de amplia audiencia no elitista. En estas escuelas se aprendía
a leer textos ya preestablecidos, tradicionales y otras cosas según el cargo que tenían que
desempeñar.
c.4. La experiencia
Siempre se ha considerado la vida del hombre en su medio ambiente natural, el
comunitario y hogareño, como la mejor escuela para aprender aquello que más necesita. Por
tanto toda Sabiduría tiene raíces en la vida vivida y experimentada de los pueblos. Si el
proverbio es sabiduría concentrada, lo es de la experiencia de vida de los pueblos que lo han
acuñado. Israel se ha forjado, como pueblo, en la dura experiencia de la vida, y sus Sabios
han comprobado experimentalmente la Sabiduría que viene de antiguo.
3.5. El intercambio
La comunicación entre los individuos y los pueblos forma parte de la vida humana. El
comercio o intercambio de bienes es una forma natural de la comunicación in-terhumana.
Pero también se pueden comunicar otros bienes y valores no tangibles; entre éstos resalta la
Sabiduría. La Sabiduría adquirida por la experiencia se puede comunicar a los demás e
históricamente así ha sucedido. Israel nace entre culturas ya muy desarrolladas que le sirven
de cuna, influencia de Egipto y de Mesopotamia; esto permite aumentar su sabiduría gracias
a la aportación de los otros pueblos. Los Sabios de Israel han sabido filtrar la sabiduría
extranjera según su propia identidad nacional y religiosa.
c.6. La tradición
Después de la experiencia personal, la tradición es la principal fuente de Sabiduría. Es
además la única forma de transmitir a las generaciones futuras la Sabiduría y los
conocimientos adquiridos. Nosotros conocemos muy bien la tradición escrita, pero antes de
ésta solamente existió la oral. Antes de que los Sabios recopilaran la Sabiduría israelita en las
colecciones que nos legaron (Prv 25:1), o que se han perdido, la Sabiduría corrió de boca en
boca. Los Maestros y Sabios de Israel procuraban transmitir a sus discípulos lo aprendido por
propia experiencia o de otros Sabios anteriores, o simplemente lo que el pueblo conocía. Esta
fue una de las funciones más importantes de la escuela o del discipulado en Israel y en todos
los pueblos de Oriente. Son preciosos los testimonios de Qohélet y de Jesús Ben Sira:
«Qohélet, además de ser un sabio, instruyó permanentemente al pueblo» (Qoh 12:9). «Yo
salí como canal de un río y como acequia que riega un jardín; dije: Regaré mi huerto y
empapare mis arriates, pero el canal se me hizo un río y el río se me hizo un lago. Haré brillar
mi enseñanza como la aurora para que ilumine las distancias; derramaré doctrina como
profecía y legaré a las futuras generaciones. Mirad que no he trabajado para mí sólo, sino
para todos los que la buscan» (Eclo 24:30-34).
3.7. La reflexión
La reflexión de los Sabios pertenece también a la experiencia, supone madurez intelectual
y psicológica. Las nuevas situaciones históricas de los individuos y de la comunidad obligan a
los Sabios a repensar lo establecido para adaptarlo a las circunstancias nuevas. Casi toda la
Sabiduría que llamamos culta es fruto de la reflexión de los Sabios.
Se trata de una obra sobre la muerte y la Duat (inframundo de la mitología egipcia, lugar donde se
celebraba el juicio de Osiris, y donde el espíritu del difunto deambula, sorteando malignos seres y
otros peligros, según se narra en el Libro de los Muertos, y pasa una serie de "puertas" en
diferentes etapas del viaje), tratadas de una manera pesimista que contradice las creencias
religiosas de la época.
Es una visión pesimista y pragmática de la vida; puesto que no se sabe lo que hay después de la
muerte, hay que aprovecharse de las alegrías de la vida mientras se pueda gozar de ella, es el
mensaje.
«Nadie viene de allá para decir lo que es de ellos», asegura con escepticismo, y propone vivir una
vida cómoda y tranquila: la vida es corta, hay que disfrutarla. El autor muestra desesperanza
además de descreimiento, desesperanza que se mostró en más escritos de la época, cuando Egipto
vivía momentos de crisis. Sin embargo es único el hedonismo que predica, y resulta insólito que
el faraón permitiera que se inscribiera en su tumba un texto que niega la vida eterna.
La canción del arpista fue rebatida en una tumba tebana del Imperio Nuevo: «Yo he oído aquellas
canciones que están en las tumbas de otros tiempos y las cuales hablan magnificando la existencia
en la tierra y despreciando el país de los muertos. ¿Pero por qué hacer así en los resguardos del
país de la eternidad, justo, correcto y privado de terror?»
Este es el testamento del excelente soberano de destino maravilloso:
Las generaciones se desvanecen y desaparecen, otras ocupan su lugar en el tiempo de los
ancestros.
Los dioses que vivieron antaño reposan en sus pirámides.
Los nobles y los bienaventurados están enterrados en sus tumbas.
Habían construido casas cuyo emplazamiento no existe ya.
¿Qué ha sido también de ellos?
He oído las palabras de Imhotep y de Hardedef que se citan en proverbios y han
sobrevivido a todo.
¿Qué ha sucedido con sus posesiones?
Sus muros se han desplomado, sus dignidades han desaparecido como si no hubieran
existido nunca.
Ninguno vuelve de allá abajo que nos cuente cuál es su suerte, que nos cuente lo que
necesitan, y tranquilice nuestro corazón hasta que nosotros lleguemos a ese lugar donde
ellos ya han llegado.
Que tu corazón, pues se apacigüe. El olvido te es favorable.
Obedece a tu espíritu por tanto tiempo como te sea posible.
Unge tu frente con mirra, vístete con lino fino, perfúmate con las maravillas verdaderas que
forman parte de la ofrenda divina.
Aumenta tu contento para que tu corazón no languidezca.
Sigue tu deseo y tu felicidad, colma tu destino sobre la tierra.
No expongas tu corazón a la inquietud hasta el día en que te alcance la lamentación
fúnebre.
Aquel cuyo corazón está hastiado no oye su grito. Y su grito no salva a nadie de la tumba.
Haz, pues, del día una fiesta, y no te sientas harto.
Mira, nadie lleva consigo sus bienes.
Mira, ninguno vuelve de los que se han ido.
Hay dos reseñas sobre este cantico de un escéptico arpista: una grabada en la tumba de
Nefer-hotep de la XVIII dinastía, y otra, en el papiro Harris n.500, de la época del Nuevo
Imperio Estudiado por G.Maspero en Etude egyptologique I (1989).
b) A la vista de estas expresiones epicúreas y escépticas, se vienen a considerar, que en la
Biblia dice Qhl casi lo mismo en: (Qohélet ó Ecl 9:3-10) << Este mal hay en todo cuanto
existe bajo el sol: que sea una misma la suerte de todos y que el corazón de los hijos de los
hombres esté lleno de mal y enloquecimiento durante su vida, y luego con los muertos.
Mientras uno está ligado a todos los vivientes, hay esperanza, pues mejor es perro vivo que
león muerto; pues los vivos saben que han de morir, más el muerto nada sabe y no espera
recompensa, habiéndose perdido su memoria. Amor, odio, envidia, para ellos todo se
acabó; no tendrán jamás parte alguna en lo que sucede bajo el sol. Ve, come alegremente
tu pan y bebe tu vino con corazón contento, pues que se agrada Dios en tus obras. Vístete
en todo tiempo de blancas vestiduras, y no falte el ungüento sobre tu cabeza. Goza de la
vida con tu amada compañera todos los días de tu fugaz vida que Dios te da bajo el sol,
porque ésta es su parte en esta vida entre los trabajos que padeces debajo del sol. Todo lo
que puedas hacer, hazlo en tu pleno vigor, porque no hay en el sheol, a donde vas, ni obra,
ni razón, ni ciencia, ni sabiduría».
La diferencia con el planteamiento del “arpista” egipcio, es que en el Qohélet bíblico se
destaca siempre la presencia y providencia de un Dios justo, que preside nuestra vida; pero
todo su ideal está dentro de la “aurea mediocridad” de que hacen gala los libros
sapienciales hebraicos. No se proclama el hedonismo como ideal de vida, sino el uso
moderado de los bienes de esta vida, pensando que hay un Dios justo que puede castigar
las demasía; pero aún no ha llegado la perspectiva luminosa de la “vida eterna” del libro de
la Sabiduría (s. II a.C.)
Esta invitación al goce de la vida surge de la inclinación de la naturaleza, y se acentúa si no
hay perspectiva de felicidad en ultratumba; por eso, en Qohélet 3:22, se dice: “y vi que no
hay para el hombre nada mejor que gozar de su trabajo; pues esa es su parte; y ¿Quién le
hará ver lo que ha de venir después?” La moraleja se concibe de tejas abajo, aunque se
recomienda la templanza en los placeres en (Prv 6:31, 22:22-23, 24:17-22, 25:21-22, 12:16,
21:17), porque Dios es fuente de todo bien y lo gobierna todo: “¿Quién puede comer y
beber sino gracias a Él?” (Ecl 2:25), pues todo lo hace Dios apropiado a su tiempo.. Conocí
que no hay para el hombre más que alegrarse y procurarse el bienestar en su vida, pues el
que uno coma y beba y se goce de su trabajo es don de Dios (Ecl. 3:11-15, 5:17, 6:2, 7:13-
14, 9:5)
Qohélet, para algunos estudiosos, es un texto tan provocativo, ¿cómo puede ser
considerado tranquilamente "palabra de Dios"? Y, sin embargo, nunca se vaciló en
considerarla como canonica, que, entre otras cosas, entró en las Megillót, (Palabra judía
que designa los cinco libros bíblicos que están escritos en rollos separados y se
leen en las sinagogas en los días de fiesta (Cantar de los Cantares, Ruth,
Lamentaciones, Eclesiastés y Esther). Actualmente se aplica el término a los rollos
encontrados en las cuevas del Mar Muerto. ) los cinco rollos sagrados de la liturgia,
paralelos a la fundamental tórah, y que se destinó al leccionario de la solemnidad de las
cabañas. Lo mismo puede decirse de la tradición cristiana, la cual, se esforzó en
interpretarlo de un modo más inofensivo de lo que el libro suena.
Para otros Qo, a través de una infiltración de elementos estoicos, epicúreos y escépticos del
helenismo, habría corregido la visión tradicional de la historia bíblica introduciendo el
sistema cíclico, heterogéneo y extraño a ella. Por tanto, dicen de Qo, un intelectual crítico,
pero sereno; incluso "un predicador de goces", como alguno ha escrito.
2. ¿UN MÍSTICO O UN ASCETA? Es sobre todo la patrística, seguida por la tradición cristiana
posterior, la que intenta orientar en un sentido completamente distinto el mensaje de la
obra. Ya Gregorio Magno en sus Diálogos reducía los pasajes escabrosos a otras tantas
objeciones de adversarios increyentes, a los cuales oponía Qo la enseñanza ortodoxa del
temor de Dios y de la observancia de los mandamientos (12:13).
En realidad, la Imitación de Cristo completaba la "vanitas vanitatum" del Eclesiastés con una
adición muy diferente y significativa: "praeter amare Deum et illi soli servire". El mensaje
del libro se transformaba en un canto del amor de Dios, superior a toda alegría humana; es
más, el desprendimiento, el descubrimiento de la inconsistencia de las cosas y de los
afectos terrenos permitían vislumbrar cada vez mejor el esplendor de lo eterno y de lo
infinito.
Más allá de este ámbito original de formación, el termino hakam (sabio=hkm) se fue
vinculando cada vez más al ámbito escolar y público, pues era necesario aprender de un
maestro, y la instrucción implicaba una capacitación profesional. Así, la tradición sapiencial
cultivada en el Oriente antiguo asumió como finalidad el desempeño público, como podría ser
el gobierno o el culto. El testimonio bíblico nos presenta los grandes focos de irradiación
sapiencial que conocía Israel:”la sabiduria de Salomon era mayor que la sabiduria de todos los
orietales y que toda la sabiduria de Egipto.
La era propiamente dicha de los sabios israelitas comenzó después del exilio de Babilonia.
Época difícil para el pueblo escogido: ausentes los profetas colosos del espíritu, y en total
decadencia las instituciones tradicionales, después de la hecatombe del a. 586 a. C. las
conciencias se replegaron sobre sí mismas buscando la solución de los problemas personales
No divisaban claramente todavía la revelación del más allá como punto de apoyo que alentara
los espíritus, crece la influencia del paganismo helenista. En estas circunstancias, y cuando se
iban acercando los tiempos mesiánicos, los sabios fueron:
c) Precursores del Evangelio: unos inquietando los ánimos con problemas cuya falta de
solución obligaba a anhelar los tiempos mesiánicos, otros con consejos de elevada moral, a los
que el Evangelio añadiría la motivación sobrenatural, algunos personificando la Sabiduría
divina y atribuyéndole efectos que realizaría el Mesías; finalmente, también, constatando la
revelación del más allá y abriendo perspectivas universalistas.
.
El objeto de la sabiduría extrabíblica fue hallar una vida feliz. No obstante, aparece en ella sus
creencias religiosas: politeísmo, dejando a veces entrever una cierta tendencia al monoteísmo,
creación del mundo por los dioses, su justicia y misericordia para con el hombre, elementos
positivos de moral individual, familiar y social, la retribución en el más allá, que si bien tiene
relación con la conducta del hombre, con frecuencia depende en último término de fórmulas
de carácter mágico.
Mientras que en Israel la sabiduría se fue sacralizando, en los demás pueblos conservó con
mayor intensidad su marca humana, y poco a poco su objeto se fue restringiendo a la ciencia
de la escritura.
Entre los escritos sapienciales extrabíblicos que contienen sentencias en algún modo similares
a las bíblicas pueden citarse: De Asiria la Sabiduría de Ahikar, compuesta en Mesopotamia en
el s. VII a. C. y que alcanzó gran difusión en Oriente; tiene sentencias parecidas a algunas de
(Prv 26:27; 27:7); el Poema del justo doliente, hallado en la biblioteca de Asurbanipal (s. VII),
de gran parecido con Job, aunque no puede probarse la dependencia literaria. De Egipto, la
Enseñanza para Ka-Gemmi (principio del tercer milenio), la Enseñanza de Ptah-hopet (ca. el
2600), la Enseñanza de Meri-ka-Re (ca. el 2100), de elevada moral y religiosidad; la Enseñanza
de Ani (ca. 2250-1180), y sobre todo la Enseñanza de Amenemope (1000-600 a. C.), que
presenta un parecido sorprendente con Prv 22:17-24, 22 (primera colección de los sabios),
tanto que muchos afirman su dependencia literaria respecto del escrito egipcio; otros piensan
en una fuente común (segun A. Marzal, La Enseñanza de Amenemope, Madrid 1966).
3.1 Egipto desarrolló desde antiguo la literatura sapiencial por medio de instrucciones o enseñanzas
y también en pequeños poemas. En las instrucciones un rey se dirige al príncipe heredero, un magnate o
visir a su hijo, un escriba a su sucesor; a todo alumno o discípulo se le llama indiscriminadamente «hijo».
En algunos poemas se tratan los grandes temas que preocupan al hombre de todos los tiempos: los
males de la vida presente, especialmente las injusticias, las dudas ante el más allá de la muerte, etc.
Entre las muchas instrucciones que total o parcialmente han llegado hasta nosotros, destacamos las
siguientes:
a. Máximas de Ptah-hotep
Es el manual más antiguo para la formación integral del hijo de un magnate. Trata prácticamente
todos los asuntos propios de un funcionario de la corte. Literariamente las sentencias se parecen
bastante al libro de los Proverbios, que servirán de modelo a otros escritos sapienciales con la misma
finalidad. Algunos ejemplos:
«La vejez ha llegado..., la desdicha está ahí; la debilidad reaparece... Lo que era bueno se ha
vuelto malo, todo sabor ha desaparecido... Lo que la vejez hace a los hombres es malo en
todos los aspectos». «Nadie es sabio de nacimiento».
«La injusticia nunca ha llevado su empresa a buen puerto». «La palabra es más difícil que
cualquier otro trabajo y sólo da autoridad a quien la domina a fondo». «No respondas en
estado de agitación». «Al sabio se conoce por lo que sabe y al noble por sus buenas acciones».
«El que escucha es un hombre a quien el dios ama, y el que no escucha es un hombre al que el
dios detesta».