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La violencia intrafamiliar (I)

Hoy vamos a hablar de un tipo de violencia que, lastimosamente, es mucho


más común de lo que se cree.
POR M ARI SOL PAL ACIOS, AB C COLOR
27 DE SEPTI EMBRE DE 2011 - 08: 09

¿Qué es?

La violencia intrafamiliar es cualquier tipo de abuso de poder de parte de un


miembro de la familia sobre otro. Este abuso incluye maltrato físico, psicológico o
de cualquier otro tipo. Pero para que se considere que existe violencia
intrafamiliar en un hogar debe haber una actitud violenta repetitiva, no un solo
hecho aislado.

El/la víctima

Es víctima de violencia intrafamiliar cualquier persona considerada cónyuge del


agresor o que conviva o haya convivido de alguna manera con él. Entonces,
puede ser una actual o una expareja, o un pariente consanguíneo hasta el tercer
grado. Es importante destacar que también están considerados dentro de la
violencia intrafamiliar el maltrato infantil, la violencia hacia el adulto mayor y hacia
minusválidos.

¿Cómo se manifiesta?

Los tipos de maltrato pueden ser:

Físico: cuando se atenta contra el cuerpo de otra persona; son golpes o incidentes
graves, insultos, manejo económico, amenazas, chantajes, control de actividades,
abuso sexual, aislamiento, prohibición de trabajar fuera de casa, abandono
afectivo, humillación y no respeto de opiniones.

Sicológico: se ejerce con la intención de causar miedo, la intimidación o cualquier


tipo de insulto, descalificación o intento de control.

Sexual: si hay un acto sexual impuesto o en contra de la voluntad de la víctima.

Económico: cuando no se cubren las necesidades básicas de la persona.

El/la agresor/a

Se considera que una persona es violenta cuando no es capaz de controlarse en


una situación de diferencias de opinión. Si reacciona con gritos o golpes para
defender su postura, entonces se puede hablar de un agresor. Se considera que
si, en una pareja o familia con menos de cinco años de convivencia, ha habido al
menos tres ocasiones de agresión, esa pareja o familia puede estar viviendo
violencia intrafamiliar.

Causas

Las causas que una persona sea violenta están asociadas principalmente a
factores sicológicos —experiencias infantiles de violencia que dejaron secuelas—,
sociales —presión social, estrés—y económicos. Otro factor importante también es
el uso excesivo del alcohol o de drogas.

Los casos de violencia doméstica o intrafamiliar abundan, sin importar la clase


social, creencia religiosa o género. Tanto hombres como mujeres pueden
ejercerla. Lo importante es no callarse y denunciar estos hechos. El continuar
permitiendo este tipo de abuso tiene graves consecuencias para todos los
miembros de la familia, sobre todo para los niños, muchas de las cuales solo se
manifestarán pasados muchos años.

La televisión enemiga del diálogo familiar

Unos de los principales responsables de que exista mala comunicación entre


padres e hijos es el mal manejo o la excesiva permisividad que le dan a los hijos
de los tiempos y programas de televisión y sus aparatos electrónicos relacionados,
como son las consolas para juegos, muchas partes del Internet, Ipod's, etc.

Muchos jóvenes se están acostumbrando a la tecnología donde todo se lo dan


hecho por lo que los hijos están más pendientes y obsesionados con las imágenes
que ven, que en conversar con los padres. La vida real no la viven, solamente
viven lo que les da la televisión que es la comunicación en una sola dirección.

El exceso de televisión hace a los hijos más perezoso, retarda el aprendizaje y


cantidad de palabras, disminuye el ejercicio de reflexión, retrasa y limita la
adquisición de conocimientos en el colegio o vida estudiantil, eliminan la
creatividad y la reflexión e impide la formación de una personalidad equilibrada e
incluso pueden tener problemas al dormir.

Acostarse tarde después de ver mucha televisión hace muy difícil a la hora de
levantarse a la hora determinada y estar completamente descansado para rendir
satisfactoriamente en el colegio o el trabajo.

Cuando se pasa muchas horas viendo televisión es señal de que la familia como
conjunto tiene un problema o lo está iniciando. Los hijos, los padres o ambos no
quieren hablarse, prefieren ver televisión, alegando que están muy cansados para
conversar o que el programa que les distrae y necesitan un rato de ocio por
encima de la obligación de educar a la familia y convivir con ella.

El tiempo que la familia permanece unida en la casa que tiene que quedar
disponible sin interrupciones para que entre otra cosas que cada uno cuente las
experiencias que le han sucedido y las que no han podido hacer a pesar de
haberlas programado.

El exceso de televisión es el enemigo más fuerte de la conversación familiar, de la


lectura tranquila, de la realización de tareas, de salidas de paseo, etc.

Para que no haya exceso de televisión, sino un buen aprovechamiento de las


cosas positivas que tiene la televisión y sus aparatos electrónicos relacionados, es
cuestión de organizar un programa seleccionando las horas y los programas que
pueden ver cada uno de los que conforman la familia.

Pero la televisión tiene que estar eliminada durante las horas de la comida, cena,
se debe dedicar a la conversación y convivencia, ya que si la televisión esta
encendida impide hacerlo al resto de la familia.

En ningún caso la televisión debe estar en la intimidad de las habitaciones de los


hijos, así se evitara que vean programas inapropiados a sus edades. Incluso si un
hijo cambia de canal de televisión sin el permiso de los padres, la reacción
inmediata de los padres deberá ser apagar la televisión o castigarle sin que la
vea.

Hay muchos padres que permiten que sus hijos durante su vida escolar vean
muchas más horas de televisión que las dedicadas a la escolarización. Esto
supone para los hijos un enorme retraso competitivo en comparación con otros
jóvenes que tienen la vida ordenada en función a las prioridades que se han
comprometido para tener una buena educación y formación.

Los riesgos de ver demasiada televisión


Hace muchos años ya que los niños conviven de forma natural con la pantalla del
televisor y sabemos que de ella aprenden y adoptan hábitos. Cuando hablamos de
la televisión, son dos los problemas que hemos de tener en cuenta: el tiempo que
nuestros hijos pasan delante de ella y el tipo de programas que ven.
En relación al primer aspecto, es aconsejable fijar un tiempo máximo de antemano.
De este modo, nuestros hijos aprenderán gradualmente a seleccionar aquello que
más les gusta, sin adquirir el hábito de sentarse delante del televisor y tragarse
todo lo que le echen, sea lo que sea.

El tema de la programación es un poco más complejo y difícil de solucionar; es


importante que al respecto utilicemos el sentido común. Es cierto que hay muchos
contenidos televisivos que pueden resultar perjudiciales para los pequeños aunque
también es verdad que hay programas destinados a los niños que son muy
creativos y despiertan su curiosidad por las cosas. Personalmente, elijo proteger a
mis hijas de las escenas violentas y acompañarlas para que puedan ir formándose
cierto criterio al momento de elegir qué ver en la tele. Además, será menor la
influencia negativa de la televisión al dialogar e intercambiar opiniones sobre lo
que ven.

Sin embargo, hay niños que pasan mucho tiempo delante del televisor, incluso más
tiempo que el que emplean en cualquier otra actividad que no sea dormir. Este
exceso de tele resulta perjudicial en muchos aspectos. Aquí te contamos algunas
de las consecuencias del abuso de ver demasiada televisión. * Trastornos
oculares: el lugar donde se ve televisión debe estar iluminado y la pantalla nunca a
menos de 3 metros; acercarse más causa fatiga visual y trastornos oculares, además
puede provocarles dolor de cabeza.

 Trastornos en el sueño: ver programas violentos, excitantes o demasiado


ruidosos a la hora de acostarse puede provocar insomnio y pesadillas en los
niños.

 Hábitos de consumo perjudiciales: la publicidad mal orientada incita a los niños


a pedir todo lo que ven.

 Comportamiento poco social: la adicción a la televisión le quita tiempo al niño


para jugar con otros niños, para relacionarse con otras personas; el pasar horas
frente a la pantalla sólo limita a la escucha, a recibir sin participar.

 Otros: la teleadicción desafía al intelecto, produce obesidad, signos de


depresión, inmadurez, frustración, pereza y fatiga.

En síntesis, la televisión puede ser un gran entretenimiento para nuestros hijos y


puede enseñarles algunas cosas, pero... ¡a no abusar!: te aseguro que cuando los
niños empiezan a buscar otras vías de entretenimiento las cosas no van tan mal,
incluso van mejor que cuando la televisión se erige en reina de la sala de estar.

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