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INTRODUCCIÓN
Una hora y media demora el viaje a Villa Cerro Castillo siguiendo el tramo pavimentado de la
carretera austral y que se acaba irremediablemente unos metros más al sur de lasúltimas casas de
poblado que miran la vía vertebral de la región de Aysén. Hace exactamente cinco años uno
demoraba 2 horas porque la ruta era de ripio.
Villa Cerro Castillo, también llamado “Villa Castillo” o “Cerro Castillo” es un un pueblo pequeño
ubicado en la margen sur de la carretera austral. Me dirigía a esta ella para comenzar un curso de
capacitación en tejido a telar y teñido de lana.
En la tarde, mientras conversaba con las integrantes del taller artesanal “La Amistad”, al calor de una
ronda de mate amargo, comencé a recolectar trozos de una tradición textil que latía bajo la tierra.
La capacitación la había iniciado con una introducción general sobre el mundo de la textilería y su
contexto cultural, con la idea de mostrarles a esas artesanas la inserción de la artesanía textil chilena
y regional. Abordé temas como la importancia de la textilería indígena de América, la influencia
textil española, la tradición textil mapuche y el mestizaje cultural de la artesanía contemporánea.
Lentamente las mujeres fueron contando sus experiencias en el mundo del tejido, sus aprendizajes, la
sabiduría de sus abuelas y madres, la importancia del color en los tejidos, los nombres de los
implementos del telar y de algunos textiles...
Me encontré entonces que en ese sector, donde todos pensábamos1 que la textilería no funcionaba con
códigos de identidad claros2, existe una tradición textil muy rica, que ha permanecido oculta a la
mirada externa por la escasez actual de tejedoras y de tejidos.
De acuerdo con los relatos de las artesanas, esta tradición no sólo estaría basada en elementos
culturales provenientes de Chiloé, sino que también tendría influencias mapuche continentales.
La mayor parte del instrumental textil es nombrado con palabras derivadas del mapudungun; muchas
de las mujeres tienen apellidos de origen mapuche y para mi sorpresa, un tejido aún conserva su
nombre mapuche...
Apareció en escena la MATRA, primero en el recuerdo de las mujeres, reconocida como un textil de
uso casero, “para poner en las bancas o a los pies de la cama...”
Luego, esta prenda se hizo real: en el sector El Claro-Lapparent, 25 Km. al interior de Villa Cerro
Castillo, la familia Muñoz conservaba un textil, algo más pequeño que una frazada, al que llamaban
Matra.
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Aquí la referencia esexplícita al mundo de la intervención social, mundo construido sobre la base decategorías
desarrollistas y muchas veces paternalistas respect de los sujetos y contextos que se intenta intervenir y transformar.
Entonces me refiero a un mundo que comparto y que contribuyo a construir: prfesionales, técnicos, promotores
socioculturales somos algunos de sus miembros.
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Códigos que posean la misma claridad que los del mundo textil mapucheo campesino chileno por
ejemplo. Véase Mege, xxxx, Alvarado, xxxx,
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Esta pieza fue tejida por la madre del dueño de casa, (que actualmente debe tener unos 70 años) hace
más o menos 40 años. Según la versión de su dueño, la madre le tejió una matra a cada uno de sus
hijos, como un último regalo. Estaba perdiendo la vista y no quería dejar a sus hijos sin un
“recuerdo”.
Es una pieza de hermosa factura, en la que se despliega una gama de colores que hace recordar un
Relmü... (Alvarado, 1998)
Estar frente a este textil me hizo pensar en muchas cosas, ¿Es este el único elemento asociado a lo
mapuche, o es posible que encontremos otros elementos culturales de ese origen?, ¿Por qué se lo
guarda con tanta reverencia? ¿Por qué actualmente es usado en el hogar, si sabemos que es un textil
que forma parte del apero del caballo? ¿Cómo se explica la calidad de este tejido si actualmente las
mujeres no demuestran una habilidad importante en el tejido?
Todas estas preguntas me fueron abriendo un mundo que había que explorar, que era necesario
recorrer, pues intuía que podía ser una clave que nos permitiera fortalecer el trabajo de capacitación y
convertir un curso de tejido y teñido en un proceso de rescate de la tradición textil que latía bajo ese
frío austral.
A medida que avanzaba en mi búsqueda, no sólo se había abierto el mundo textil mapuche, sino que
también el mundo mapuche completo, invitándome a conversar con él, a redescubrirlo. Pensé
entonces en el Abuelo Simón Quiñinao, que al despedirse de mí allá en Collico, me dijo “nos
volveremos a ver, no se vaya a olvidar de nosotros, pueh”.
El trabajo que presento a continuación es el primer tramo de un camino extenso y muy antiguo, que
recorre desde el país mapuche hasta estas lejanas tierras patagónicas. Definiré aquí la ruta a seguir, el
mapa que me orienta y las preguntas -algunas ya enunciadas- que me llevo como equipaje.
Abordaré de manera descriptiva lo que hasta el momento se conoce de esta pieza textil y para ello me
apoyaré en aquellos que ya han avanzado en el estudio de la textilería mapuche.
EL MAPA, LA RUTA
Nuestro recorrido comienza con una pregunta clave, ¿Qué es una Matra?.
La exploración que nos invita a realizar esta pregunta nos lleva a considerar dos respuestas
simultaneas, una tiene que ver con la realidad sustancial de la pieza textil nombrada así; la otra se
relaciona con la palabra que denomina al objeto y su(s) significado(s).
Matra, el textil
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utensilio y bestia”; el chañuntuku o pellón, una “...complicación del pelero, que nace al ser puesto
sobre la montura.” (50); y finalmente la kutama o alforja que sirve para transportar los víveres.
Mege describe la matra como “...un tejido que se pone entre el pelero y la montura -lo llamamos
“sudadero”- y posee una función que no se relaciona de manera estricta con el equipamiento del
caballo. Una matra nos recuerda, en sus dimensiones y diseños de figura y color, a las lama. Se
pueden ocupar las mismas categorías de las Lama para ordenar las matra. Lo que en realidad las
distingue es una franja de tejido horizontal diferente que se ubica en su centro. Esta franja marca el
punto donde se dobla sobre el lomo del caballo para caer hacia ambos costados. Existen algunas en
que la franja aludida no se ubica en el centro del textil, sino en una posición de asimetría, en donde
queda desplazada del centro, de modo que si se coloca sobre el lomo del caballo, la prenda es más
larga hacia un lado que al otro. Si sucede esto, estamos enfrentados a una matra de mujer, que monta
tradicionalmente de lado y necesita una tela que aísle sus piernas del contacto con el pelaje del
caballo.” (53)
Más adelante agrega, “Esta franja de tejido diferente de la matra no implica tanto un cambio de punto
en el tejido, como una interrupción momentánea de los motivos que contiene. La franja se
“sobrepone” a los motivos, acentuándolos. Es lo que los lingüistas llaman una “marca sémica”, en
directa relación al sexo del usuario del símbolo.”
Tenemos entonces que la Matra como pieza textil forma parte de un conjunto de piezas que se
relacionan con el apero del caballo. Que puede ser clasificada en dos tipos de acuerdo a una “marca
sémica” que diferenciaría su uso de acuerdo al género.
Pero además este autor nos da a conocer que la matra es un textil que transita, que no se queda sólo en
su función primaria, sino que cumple funciones en otro ámbito, el del hogar: “Las matra, a diferencia
de los chañuntuku, son utilizadas como choapinos y, eventualmente, como cobijas.” (1990: 53-54).
"Matras confeccionadas con faz de urdimbre simple y adornadas sólo con listas de colores o de
peinecilla se hacen sobre todo para vender. Las que no se tejen para la venta generalmente están
cubiertas de floats y poseen una combinación de colores y una perfección en la elaboración de sus
decorados realmente admirables." (p. 159)
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Por otra parte, Millán de Palavecino (1963) las describe someramente como “un tejido grueso,
dibujado con la urdimbre en diferentes colores de hilo de lana" (p. 439-440), para luego pasar también
a la descripción de su fabricación, con mucho detalle.
De acuerdo a nuestros autores la matra es un textil utilizado como parte del apero del caballo, capaz
de contener una gran carga simbólica a través de la profusa decoración que se les coloca, pero
también a través de la ausencia de decoración (tejidos para la venta).
Este textil también es capaz de compartir dos ámbitos de funcionalidad, el de los aperos y el de los
enseres.
MATRA, LA PALABRA
Decidí explorar el universo lingüístico de la Matra a partir de la siguiente afirmación: es una palabra
de origen mapuche; y “debe” significar tejido para el apero en español. Confirmar lo anterior,
validaría la hipótesis de una influencia mapuche muy clara en el sector donde estaba trabajando.
Pero en la primera revisión de textos, esta certidumbre se transformó en inquietud: la palabra, que
apareció en algunos de los diccionarios que estaba revisando, no se asociada a un textil determinado.
Entonces me enfrenté a la siguiente pregunta: ¿La palabra Matra que permite nombrar y definir la
realidad de un textil, es verdaderamente una palabra mapuche?
Después de revisar todos los diccionarios mapuche-español que encontré, no puedo volver a afirmar
con seguridad que Matra sea una palabra de origen mapuche.
Sin embargo, la riqueza de esta situación está precisamente en la búsqueda, que se transformó en un
juego de asociaciones, de reinvención de palabras a partir de esta palabra.
Ninguna de ellas define una pieza textil determinada ni hace referencia a ella, aunque la segunda
palabra pudiera aplicarse o referirse a “lana apermazada”
Renové la exploración y algunas páginas más adelante (pág 266) encontramos otras palabras que se
podían acercar a Matra:
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♦ MÙCHRA: Cosa burda y gruesa
♦ MÙCHRAVÜU: Hilo burdo, grueso
Al revisar el diccionario de Fray Félix De Augusta, (1966), sí encontré la palabra tal como se escribe
actualmente:
♦ MATRA: El tuétano. -(foro) s., la canilla. Füchake -nei o füchake troi nei: tiene
las piernas largas. -namun, s.c., la canilla. -kug, el antebrazo (p. 142)
♦ MATRAN: adj., enmarañado, apelmazado.//-n, n enmarañarse (los cabellos),
apelmazarse (la lana) (143)
Ambas se corresponden con los términos de Erize traducidos de igual manera, pero escritos de forma
diferente.
Seguí indagando otras alternativas relacionadas con el tema, pues la situación de encontrar la palabra,
pero significando otra cosa muy diferente a lo que buscaba, me desconcertó. Así fueron apareciendo
otros términos, que a su vez me llevaban a una sorpresa mayor:
Si bien todos estos términos sí nos hablan de objetos usados en el ámbito de los aperos, pensamos que
son sinónimos del Chañu, del que ya nos habló Mege. Augusta también considera esta palabra:
En el diccionario de Andrés Febres (1846) –uno de los más antiguos para la lengua mapuche-, no
aparece la palabra; sólo hallé éstas:
Finalmente, revisé el diccionario etimológico del doctor Rodolfo Lenz y me encontré con la siguiente
definición:
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Me enfrentaba entonces al problema de que efectivamente Matra era una palabra mapuche, pero cuyo
significado poco tenía que ver con el textil denominado así.
Pensé entonces en encontrar mejores resultados allende los Andes, pero no mejoró mi suerte. En el
artículo de Chertudi y Nardi, antes citado, matra se considera una palabra del español o del lenguaje
criollo. En la lista de palabras que presentan con su correspondencia mapuche podemos observar:
¿Deberé entender que para los mapuche de argentina las matra son alfombras?
Algo de esto también nos adelantó Mege al afirmar que a las matra se las puede definir con las
categorías de las Lama.
En el vocabulario que registra Taullard (19 ) Matra aparece traducida como “Jerga, sudadera. Prenda
de ensillar y Matrón “la misma de mayor tamaño (168)
¿De dónde provenía entonces la palabra? o mejor dicho, ¿Por qué esta palabra designaba un textil
usado en el apero del caballo?
Luego de ver frustrado mi intento de demostrar claramente la correspondencia directa entre signo y
significado, comenzó a dar vueltas en mi cabeza una sugerente aunque descabellada idea: ¿Será
posible que estemos frente a una metonimia? Que el textil denominado Matra sea “el tuétano, la
médula” de la montura. Y fui más allá al pensar que la profusión decorativa puede estar dando cuenta
simbólicamente de la “consistencia” de este textil.
Quiero dejar lanzada esta idea como uno de los ejes fundamentales que guiarán el camino que queda
por recorrer. También quiero acompañarla con todas las dimensiones desde donde abordaré la ruta de
las Matra, la dimensión técnica, donde me interesa no sólo describir la factura del textil sino que sus
variaciones formales; la dimensión simbólica, donde abordaré la decoración y sus posibles
significados; la dimensión funcional, donde me interesa dar cuenta del recorrido del textil desde el
ámbito ecuestre al doméstico, donde actualmente se la reconoce en las localidades donde la encontré;
la dimensión geográfica, para explorar la dispersión geográfica en el uso de esta pieza.
Es preciso detener la marcha, tomar unos mates, contemplando el paisaje y la ruta, porque con las
escarchas que han caído, podríamos resbalar y caer pesadamente sobre el hielo.
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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
Alvarado, Margarita
1998 “Ñimin, trarün, wirin: tres procedimientos expresivos en el universo
textil mapuche”. Actas VI Jornadas de la literatura y la lengua Mapuche.
Temuco, Universidad de la Frontera.
Erize, Esteban
1960 Diccionario comentado Mapuche-Español. Araucano, Pehuenche,
Pampa, Picunche, Rangülche, huilliche. Instituto de Humanidades,
Universidad del Sur, Buenos Aires.
Lenz, Rodolfo
19.. Diccionario Etimológico de las voces chilenas derivadas de lenguas
indígenas americanas, Universidad de Chile.
Mege, Pedro
1990 Arte textil mapuche. Ministerio de Educación-Mchap, Santiago.
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Taullard, Alfredo
1949 Tejidos y ponchos indígenas de Sudamérica. Edit. Guillermo Kraft.
Buenos Aires, Argentina.