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Índice

Capítulo 1. Sueño 4
Capítulo 2. El inicio 7
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Capítulo 3. Días 22
Capítulo 4. La búsqueda 49
Capítulo 5. Recuerdos 66
Capítulo 6. Recreación 69
Capítulo 7. Lucha magníficamente 92
Capítulo 8. Your name 102
Palabras del autor 112
Ensayo 114

Traducción al español: Akatsuki (mi-castillo-de-arena.blogspot.com)


Original en inglés: https://archive.org/details/manga_Kimi_no_Na_wa
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Capítulo 1
Sueño

U
llena.
na voz y un aroma nostálgicos. Querida luz y calidez.
Estoy presionado contra alguien muy especial para mí, tan cerca que no hay espacio entre
nosotros. Estamos atados el uno al otro, casi inseparables. Como un bebé agarrado al
pecho de su madre, estoy completamente intocado por la ansiedad o la soledad. Nunca he
conocido el aguijón de la pérdida. Un hormigueo, una sensación exquisitamente dulce me
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Abruptamente abro los ojos. Ahí está el techo.
Estoy en mi cuarto. Es por la mañana. Estoy solo.
Tokio.
… Ya veo.
He estado soñando. Me siento en la cama.
En ese lapso de dos segundos, la sensación de unidad que me envolvió un momento antes se
desvanece sin dejar rastro, sin eco. Es tan repentino que, antes de tener tiempo de pensar, las lágrimas
vienen.
Cada vez es más común que cuando me levante cada mañana, por alguna razón, esté llorando.
… Y nunca puedo recordar lo que estaba soñando.
Me seco las lágrimas con mi mano derecha, y luego me la quedo mirando. Pequeñas gotas de
agua se adhieren a mi índice. Tanto el sueño como las lágrimas que brevemente llenaron mis ojos ya
se han evaporado.
Esta mano una vez sostuvo algo realmente preciado.
No lo sé.
Me rindo, salgo de la cama, dejo mi habitación y me dirijo al baño. Me lavo la cara, tengo la
sensación de que el sabor y la temperatura tibia de esta agua una vez me sorprendieron, y me miro en
el espejo.
Mi reflejo me devuelve la mirada. Parece vagamente infeliz.
Mirando al espejo, me arreglo el pelo, metiendo los brazos por las mangas de mi uniforme de
primavera.
Ato la corbata que finalmente me acostumbré a usar, luego me pongo la chaqueta.
Abro la puerta de mi apartamento…
Cierro la puerta. Ante mí…
El paisaje urbano de Tokio, al que finalmente me he acostumbrado, se extiende ante mí. Tal
como aprendí una vez los nombres de los picos de las montañas, ahora puedo nombrar algunos de los
rascacielos sin siquiera intentarlo.
Paso por el torniquete en la estación abarrotada, bajo la escalera mecánica…
Abordo un tren de cercanías. Apoyado contra la puerta, veo pasar el paisaje. La ciudad está llena
de gente: en las ventanas de los edificios, en los automóviles, en los puentes peatonales.
Un cielo brumoso y pálido de primavera. Cien personas por un automóvil, mil personas por un
tren, mil trenes que cruzan la ciudad.
Antes de darme cuenta, como siempre, mientras miro a esas calles…
Estoy…
… buscando a alguien. Solo una persona.
Estoy…

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Capítulo 2
El inicio

N
o reconozco ese tono de llamada, pienso vagamente.
¿Una alarma? Pero aún estoy dormido. Estaba por ahí anoche y no me metí en cama hasta
casi el amanecer.
—… ki… Taki.
Ahora alguien me está llamando. Es la voz de una chica…… ¿Una chica? 8
—Taki, Taki.
Su voz es ansiosa, suplicante, como si fuera a llorar. Una voz que tiembla de soledad, como el
brillo de las distantes estrellas.
—¿No me recuerdas? —La voz me pregunta ansiosamente.
No, no te conozco.
De repente, el tren se detiene, y las puertas se abren. Oh, cierto… Estaba en un tren. En cuanto
me di cuenta de esto, me puse en pie en un vagón del tren. Un par de amplios ojos estaban frente a mí.
Una chica de uniforme me está mirando, pero la presión de los pasajeros desembarcando me aleja a
empujones de ella.
—¡Mi nombre es Mitsuha! —La chica grita, quitándose el cordón que usa para atarse el pelo y
entregándomelo. Sin pensarlo, me estiro para cogerlo. Es de un naranja vívido, como un rayo de sol en
la espesa niebla. Me abro paso entre la multitud y agarro ese color.

En ese punto, mis ojos se abren.


La voz de la chica —su eco— aun murmura en mis oídos.
… ¿Se llama Mitsuha?
No conozco el nombre, ni a la chica. Parecía realmente desesperada de algún modo. Sus ojos
estaban brillando con lágrimas. Nunca he visto el estilo de uniforme que llevaba. Su expresión era seria,
incluso grave, como si el destino del universo reposara en sus manos.
Pero solo fue un sueño. No significa nada. Para cuando pienso en ello ni siquiera puedo recordar
su cara. Los ecos en mis oídos ya se han ido también.
Incluso así...
Incluso así, mi pulso aún está muy acelerado. Mi pecho se siente muy pesado. Estoy sudando.
Por el momento, cojo una buena bocanada de aire.
Haaaah…
—¿…?
¿Tengo un resfriado? Mi nariz y garganta se sienten más graciosas. Mis inspiraciones son un
poco menos fuertes de lo normal. Mi pecho… realmente está pesado. ¿Cómo lo digo? Físicamente
pesado.
Bajo la mirada a mi cuerpo y veo un escote.
Escote.
—¿…?
Los montículos suaves reflejan el sol de la mañana y la piel pálida y lisa brilla.
Una sombra azul profundo se encuentra entre los dos senos, como un lago.
También podría apretarlos, pienso, sin perder un latido.
Mis manos gravitan hacia ellos como una manzana cayendo al suelo.
……………
………… 9
¿……?
¡…!
La sensación me hace explotar la cabeza.
Whoa, pienso. ¿Qué es esto?
Sigo amasando seriamente.
Esto es… Wow… Los cuerpos de las chicas son increíbles…
—¿Hermana? ¿Qué estás haciendo?
Miro en dirección a la voz. Hay una chiquilla de pie allí. Acaba de abrir una puerta corredera.
Con mis manos aún presionando mi pecho, le doy la mi más honesta impresión:
—Estaba pensando que estas se sienten muy reales… ¿Huh?
Miro a la niña de nuevo. Tiene unos 10 años, con dos coletas y ojos almendrados, y parece del
tipo descarado.
—…¿‘Hermana’? —Pregunto a la niña, señalándome a mí mismo.
¿Eso significa que es mi hermana menor?
La niña parece completamente horrorizada.
—¿Aún estás dormida o algo? ¡Es. Hora. De. Desayunar! ¡Apúrate! —Ella golpea con fuerza la
puerta corredera.
Vaya fierecilla, pienso.
Me salgo del futón. Pensando en ello, tengo hambre. De repente, un espejo de cuerpo entero en
la esquina de mi visión atrae mi mirada. Camino un par de pasos por las esteras de tatami que decora el
suelo. Dejo que mi camisa de dormir suelta se deslice de mis hombros y caiga al suelo, quedándome
desnudo. Miro mi reflejo de cuerpo entero en el espejo.
Una larga melena negra fluye por mi espalda, aunque está enmarañado por el sueño. Una
pequeña cara redonda surge, ojos curiosos y labios que parecen vagamente divertidos por encima de un
cuello delgado, clavícula profunda y un pecho hinchado que parece proclamar: ‘¡Pues sí, gracias, estoy
bastante saludable!’ Debajo se atisba la leve sombra de las costillas, y las suaves curvas de la cintura.
No he visto uno de primera mano, pero este es definitivamente el cuerpo de una chica.
… ¿Una chica? ¿Soy… una chica?
Abruptamente, la nebulosa somnolienta que envuelve mi cuerpo se ha ido. Mi cabeza se aclara
al instante, luego se sumerge en la confusión.
No puedo soportarlo y grito.

—¡Hermana, llegas tarde!


Cuando abrí la puerta corredera y entré en el salón, la acusación de Yotsuha vino para
saludarme.
—¡Prepararé el desayuno mañana! —Dije a modo de disculpa.
Esta niña no parece haber perdido todos sus dientes de leche aún, pero parece convencida de
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que es mejor llevando las tareas diarias que su propia hermana mayor.
¡No puedo mostrar debilidad disculpándome!, pienso, abriendo la arrocera y sirviendo una
cucharada blanco brillante en mi propio cuenco. Whoops, ¿es demasiado? Bueno, no importa.
—¡Gracias por la comida!
Puse una generosa dosis de salsa de soja sobre un huevo frito, lo mezclé con el arroz y me lo
metí en la boca. Oh, yum. Esto debe ser el paraíso… ¿Hmm? Siento algo mirándome, en algún lugar
detrás de mi nuca.
—No estás normal hoy, ¿cierto?
—¿Huh?
La abuela me está observando mientras mastico la comida.
—¡Ella seguro estuvo con alguien ayer! —Yotsuha me sonríe—. Gritando así tan de repente.
¿Gritando? La abuela me inspecciona sospechosamente, y Yotsuha sonríe (burlándose de mí,
fijo).
—¿Huh? ¿Qué? ¿A qué os referís? ¡¿Qué?! —En serio, ¿qué pasa con ellas? Da cosa.
Ding-dong-ding-dooong.
De repente, el altavoz sobre la puerta empezó a sonar, definitivamente alto.
—Buenos días a todos.
La voz pertenecía a la hermana mayor de mi amiga Saya (actualmente trabajando en la Sección
de Información Diaria de la Región en el ayuntamiento). Este lugar, Itomori, es un pequeño pueblo con
una población de mil quinientos, por lo que la mayoría de las personas se conocen o al menos conocen a
alguien en común.
—Aquí van los anuncios matinales de Itomori.
El lento flujo de las palabras del altavoz divide las frases:
—Aquí van… los anuncios matinales… de Itomori.
Hay altavoces fuera también, y por todo el pueblo, así que los ecos de la retransmisión hacen
eco en las montañas y colinas como si sonara en círculos.
Dos veces al día, por la mañana y a la tarde, esta retransmisión de radio de prevención de
desastres suena por el pueblo. Cada casa tiene tiene un receptor que transmite fielmente los anuncios
diarios sobre los eventos locales: el calendario de los encuentros deportivos, cómo contactar a quien
esté a cargo de palear la nieve, los nacimientos de ayer, los funerales de hoy.
—Con respecto a las elecciones a alcalde de Itomori, que tendrán lugar el 20 del mes
que viene, el comité de elección ha-
Click.
El altavoz sobre el dintel se apagó. La abuela no lo alcanza por sí misma, así que sacó el enchufe.
Ella tiene más de 80 años y lleva su usual y tradicional kimono, pero incluso así, el gesto sin palabras
muestra su ira. Incluso cuando estoy impresionada por su ira fría, tomo el control remoto y enciendo el
televisor sin perder el ritmo. Retomando donde dejó la hermana de Saya, la sonriente mujer de noticias
NHK comienza a hablar.
—Estamos a solo un mes de la visita de un cometa que aparece solo una vez cada
1.200 años. Por unos cuantos días, el cometa podrá ser visible a simple vista. Con el 11
espectáculo celestial del siglo a la vuelta de la esquina, JAXA y los institutos de
investigación de todo el mundo están preparándolo todo para estudiarlo.
Hay una línea de texto en la pantalla —El Cometa Tiamat es visible a simple vista el mes
próximo— y una borrosa imagen de un cometa. Nuestra conversación ha perdido su momento, y la
única voz proviene de nosotras tres comiendo y de la retransmisión de la NHK. Nuestros suaves clinks y
clicks suenan un poco culpables, como si fueran murmullos durante las clases.
—… Solo haz las paces con él, ¿no? —De la nada, Yotsuha dice algo sin tacto.
—Es un problema de adultos. —Le solté.
Eso es cierto: esto es un problema de adultos. ¡Estúpida elección!
En algún en el viento, un milano real negro da un grito bastante tonto: Piiihyororo.

Despidiéndonos de la abuela al unísono, Yotsuha y yo nos dirigimos hacia la puerta. Los faisanes de
cobre del verano están coronando una tormenta.
Bajando por el estrecho camino pavimentado que va a lo largo de la colina y descendiendo
varias escaleras de piedra, salimos de la sombra de la montaña hacia la luz del sol. Bajo nosotras hay un
lago redondo, el Lago Itomori. Su superficie calma refleja el sol matinal, brillando como si nadie mirara.
Las verdosas montañas forman sus cordilleras bajo nubes blancas en un cielo azul, y una chiquilla con
coletas y una mochila roja salta por ahí sin razón. Entonces voy yo a su lado, la deslumbrante chica de
secundaria con las piernas desnudas. En mi cabeza, trato de agregar una gran partitura a la escena como
música de fondo. Ooh, es como el opening de una película japonesa… En otras palabras, vivimos en el
culo del mundo… muy japonés y con unas cuantas décadas de retraso.
—¡Miiitsuhaaa!
Después de que Yotsuha y yo nos separamos ante la escuela elemenral, una voz suena tras de
mí. Es Tesshi, pedaleando su bicicleta y luciendo maniático, con Saya sentada en la reja de la bici y
sonriendo.
—Apúrate y sube. —Tesshi gruñe—. Voy bien aquí. ¡No receles!
—Venga, eres pesada.
—¡Y tú rudo!
Es aún temprano en la mañana, y ya se están molestando el uno al otro como una pareja de
casados en una comedia.
—Los dos os lleváis muy bien.
—¡Ni de coña! —Los dos corearon.
Esta negativa es sinceramente divertida, y me río. Mi banda sonora mental cambia a un solo de
guitarra. Los tres somos amigos desde hace unos 10 años… La pequeña Saya, con sus trenzas y flequillo
recto, y Tesshi alto y delgado con su corte de rebabas y falta general de estilo. Siempre lucen como si
estuvieran peleando, pero dado que su conversación siempre está perfectamente sincronizada,
secretamente creo que podrían ser una excelente pareja.
—Oh, Mitsuha, vas bien peinada hoy. —Saya, que ha bajado de la bici, toca la zona alrededor de
mi coletero, sonriendo.
Mi pelo va como siempre: dos trenzas alzadas y atadas en la nuca con el coletero. Mi madre me
enseñó a hacerlo, hace mucho. 12
—¿Huh? ¿Qué pasa con mi pelo?
Su comentario chispea una colección de los comentarios que me perdí durante el desayuno. Lo
hice ‘bien’ hoy… ¿lo que significa que ayer fue raro? Mientras trato de recordar lo que sucedió, Tesshi se
inclina, pareciendo preocupado.
—Hey, hiciste que tu abuela te exorcizara, ¿no?
—¿Exorcizar?
—¡Sep, juré que fuiste poseída por un zorro!
—… ¿Disculpa? —Fruncí el ceño ante la inesperada declaración.
Saya me habla, pareciendo disgustada.
—¡¿Podrías dejar el ocultismo de una vez?! Mitsuha probablemente solo está estresada, eso es
todo. ¿Cierto?
¿Estresada?
—¿Huh? Espera, espera… ¿De qué va todo esto?
¿Por qué está literalmente todo el mundo preocupado por mí? Ayer fue… No puedo recordarlo,
pero estoy bastante segura de que fue un día normal.
… ¿Hmm?
Espera, ¿fue así realmente? Ayer, yo…
—… ¡Y más importante!
Una profunda voz de un megáfono eliminó mis preguntas.
Al otro lado de la carretera, con sus filas de invernaderos de vinilo, una pequeña multitud de
una docena de personas se reúnen en el estacionamiento municipal ridículamente grande. De pie en el
centro, sosteniendo un micrófono, está mi padre, más alto y de aspecto más audaz que el resto. El
pendón que lleva diagonalmente cruzando su chaqueta proclama orgullosamente: Candidato - Toshiki
Miyamizu. Aplica a la elección a alcalde.
—¡Más importante, la revitalización económica, para financiar la restauración del
pueblo! Solo cuando lo hayamos hecho realidad seremos capaces de establecer una
comunidad sana y libre de preocupaciones. ¡Como candidato, pretendo refinar a la
comunidad planeando con lo que he sido involucrado y visto para lograrlo! Llevaré a esta
región con nuevo entusiasmo, creando una sociedad local en la que todos —desde nuestros
niños a nuestros ancianos— puedan relajarse y disfrutar de unas vidas activas. He
renovado mi resolución para hacer de esta visión mi objetivo…
Es un discurso tan habilidoso que es casi apabullante. Me deja fría… Esta campaña suena como
si perteneciera a la televisión, no un aparcamiento rodeado de campos. Los murmullos que escudho de
entre la multitud —Sabes que va ser Miyamizu de nuevo esta vez de todos modos o Parece que ha
gastado mucho dinero— hacen que mi humor empeore cada vez más.
—Hey, Miyamizu.
—… Buenas.
Maravilloso. El saludo viene de los tres compañeros de clase que menos ganas tengo de ver.
Incluso en el instituto, son parte de son parte de lo llamativo —la multitud— y nos amenazan a nosotros
—los ‘drones— por cada pequeñez.
—El alcalde y el contratista. —Uno de ellos dice, lanzando una mirada deliberada a mi padre.
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Cuando sigo su ejemplo, veo al padre de Tesshi de pie junto al mío, radiante. Lleva una chaqueta
de su empresa de construcción y un brazalete que dice: Apoyo de Toshiki Miyamizu.
El chico me mira de nuevo, luego a Tesshi y continúa:
—Sus niños son muy amigos también. ¿Os dijeron vuestros viejos que salgáis juntos?
Qué estúpido. Ni siquiera respondo. Camino más rápido, tratando de largarme de aquí.
Tesshi sigue inexpresivo. Solo Saya parece molesta y un poco sonrojada.
—¡Mitsuha!
De repente, una voz alta irrumpe. ¡Yeep! Mi aliento se me atora en la garganta. No me lo creo.
Mi padre deja a medias su discurso para saludarme sin ayuda de la amplificación electrónica. Toda la
multitud se gira para mirarme.
—¡Mitsuha, enderézate!
Me pongo roja. Es tan injusto que casi me pongo a llorar. Quiero correr, pero lucho
desesperadamente contra la urgencia en su lugar.
La multitud está murmurando:
—Incluso es duro con la familia.
—Eso es un alcalde.
Oí a mis compañeros riendo.
—Ooh. Duro.
—Siento un poco de lástima por ella.
No podría ser peor.
La música ambiental que estaba sonando en mi cabeza hace un minuto ha desaparecido, y
reuerdo que este pueblo, sin una banda sonora, es un lugar absolutamente sofocante.

Con un agudo tak, tak, tak, la profesora escribe un breve poema en el encerado.
Por favor, no me preguntes ‘¿Quién va?’
Estoy esperando a mi amor, en el rocío de septiembre.
—Tasokare, ‘¿quién va?’ Este es el origen del término tasogare, o atardecer. ¿Conocéis la
palabra atardecer, no? —Hablando con voz clara, nuestra profesora, la Señorita Yuki, escribe Tasokare
en letras grandes en el encerado—. Es la ‘tarde’, ni de día ni de noche. Es una ventana cuando se ve
borrosa, haciendo que sea difícil decir quién es. Podrías esperar que no fuera humano. Es el momento
en que la gente se encuentra con demonios o con la muerte, y tiene otro nombre para reflejar esto.
Dicen, sin embargo, que incluso antes de ese, tuvo otros nombres.
La Señorita Yuki escribe los dos términos en el encerado, pero parece que ella solo está
moviendo las mismas palabras.
—¡Perdone, profesora! ¡Pregunta! ¿Qué hay sobre penumbra?
Alguien habla, y pienso: Sep, eso es. Conozco atardecer, por supuesto, pero la palabra que más
oigo decir a la gente para refertirse a tarde incluso desde que soy niña, es penumbra. Cuando la Señorita
Yuki oye esto, sonríe gentilmente. Sabes, nuestros profesores clásicos es más probable que den clase en 14
un instituto de pueblo como este.
—Supongo que es el dialecto local, ¿no? Oigo a la gente mayor de Itomori usar todavía palabras
del antiguo japonés aquí y allá.
—Porque aquí están los palos. —Proclama uno de los chicos, y el resto empiezan a reír.
No se equivoca. A veces la abuela usa palabras que me hacen querer preguntarle qué idioma
habla. Algunas de sus expresiones fueron abandonadas por la mayor parte de Japón hace siglos. were
abandoned by most of the rest of Japan a couple of centuries back. Reflexionando distraídamente, hojeo
mi cuaderno y luego, en una página que debería estar en blanco, veo algo escrito en letras grandes:

¿QUIÉN ERES?
… ¿Huh?
¿Qué es esto? Los sonidos a mi alrededor parecen desvanecerse, como si fueran absorbidos por
la desconocida caligrafía. No es mía. No le presté mi libreta a nadie tampoco. ¿Qué? ‘¿Quién soy?’ ¿Qué
se supone que significa?
—… zu. ¡Siguiente, Señorita Miyamizu!
—¡Oh! ¡Sí! —Me levanto apurada.
—Empieza a leer la página 98, por favor. —La Señorita Yuki me dice. Escrutando mi cara, añade,
sonando divertida—: Me alegra ver que recuerdas tu nombre hoy, Señorita Miyamizu.
Y con eso, toda la clase explota en risas.
¿Perdona? ¡En serio, ¿qué está pasando?!

—¿No recuerdas?
—… No.
—¿En serio?
—Sí, en serio. —Respondo, tomando un trago del zumo de plátano. Gulp. Yum.
Saya me está mirando como si fuera un bicho raro.
—… No, escucha. Ayer, olvidaste cuál era tu escritorio y tu taquilla. Tu pelo estaba todo
enmarañado, y ni te lo ataste. No llevabas el lazo de tu uniforme, y estabas en Babia todo el tiempo.
Traté de visualizar cómo debía lucir…
¿Qué?
—¡¿Qué?! ¡Ni de coña, ¿en serio?!
—Sep, actuabas como si tuvieras amnesia o algo así ayer.
Enrojecida, traté de recordar… Algo realmente está fuera de lugar. No puedo recordar lo que
pasó ayer. O, no… Recuerdo pequeños fragmentos.
¿Había… una ciudad desconocida? Un reflejo en un espejo… ¿Un chico?
Traté de recuperar mis recuerdos. Piihyororooo. En la distancia, un milano real se burla de mí. Es
la hora del almuerzo, y estamos charlando en una esquina del patio de la escuela, con cajas de jugo en la
mano.
—Umm... Parece que pasé todo el día en este extraño sueño. ¿Como... un sueño sobre la vida de
alguien más...? Mm, no recuerdo mucho de eso...
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—¡Lo tengo! —Tesshi grita de repente, y yo salto. Recoge su ejemplar de la revista oculta MU a
la mitad de la lectura y lo mete bajo nuestras narices, mientras escupe volando con entusiasmo—:
¡Memorias de tu vida pasada! ¡Eso es! Sep, sé que vas a decir que no es científico, pero si te lo digo de
otra manera y digo que tu mente subconsciente se ha vinculado con un multiverso basado en la
interpretación de multimundos de Everett…
—Déjate de tonterías. —Saya le regaña agudamente.
—¡Hey! ¡¿Fuiste tú quien garabateó en mi libreta?! —Escupí casi a la vez.
—¿Huh? ¿Garabatear?
Oh, supongo que no. Tesshi no es del tipo que pondría una simple línea como esa, y tampoco
tenía un motivo.
—Um, nada. No importa. —Dije, retrocediendo.
—¿Qué? ¿Qué significa ‘garabatear’? ¿Soy sospechoso de algo?
—Te dije que lo olvides.
—¡Whoa, Mitsuha, cómo eres! ¿Lo oíste, Saya? ¡He sido falsamente acusado! ¡Llama a un fiscal,
dame un fiscal! O espera, quizás es mejor un avogado. Hey, ¿a quién cogerías para algo así?
—De todos modos, Mitsuha, en serio estabas muy graciosa ayer. —Saya dice, ignorando
abiertamente las quejas de Tesshi—. ¿Estabas enferma?
—Hmm… Qué raro. Quizás estaba realmente estresada… —Pienso en los acontecimientos que
me han pasado.
Tesshi ya está absorto en su revista de nuevo, como si nada hubiera pasado. Esa es una de sus
virtudes, la forma en que deja ir las cosas.
—¡Eso tiene que ser! ¡Tienes toda clase de estrés últimamente!
Tiene razón. Incluso dejando de lado las elecciones, ¡ese ritual es esta noche! ¿Por qué, oh, por
qué, en este pequeño pueblo, tengo que tener un padre que es el alcalde y una abuela que es la
sacerdotisa principal del santuario Shinto? Entierro mi cara entre mis rodillas y suelto un profundo,
profunso suspiro.
—Aaagh… Quiero apurarme en graduarme e irme a Tokio. ¡Este pueblo es demasiado asfixiante!
Saya asiente: Lo sé. ¡Lo entiendo totalmente!
—Mi madre y mis hermanas han estado a cargo de las emisiones, una tras otra. ¡Incluso desde
niña, las vecinas me llaman la ‘pequeña emisora’, ¿sabes?! ¡Y ahora estoy en el Club de Radio por la
alguna razón! ¡Ni siquiera sé qué quiero hacer!
—¡Saya, una vez nos graduemos, marchémonos a Tokio juntas! ¡Incluso cuando crezcamos, en
este pueblo, seguiremos atascadas con la jerarquía escolar! ¡Nunca nos libraremos de esas viejas
tradiciones! Vamos, Tesshi, vienes con nosotras, ¿cierto?
—¿Hmm? —Ausente, Tesshi alzó la mirada de su revista.
—… ¿Estabas escuchando siquiera?
—Mm. No realmente, uh… Creo que solo me pasaré aquí el resto de mi vida.
HAAAAAAAAH. Saya y suspiramos a la vez. Por esto no es popular con las chicas… Aunque no es
como si yo me hubiera molestado en buscarme novio.
El viento murmulla suavemente.
Cuando me giro, el Lago Itomori está bajo nosotros: plácido, calmo y completamente 16
desinteresante.

Este pueblo no tiene librería o dentista. Hay un tren cada dos horas, buses que vienen dos veces al día;
no tenemos reportes atmosféricos de nuestra área, y aún somos un mosaico en las fotos de satélite del
Google Maps. La tienda de conveniencia cierra a las nueve, y vende cosas como semillas de verduras y
equipamento agrícola de alto nivel.
De camino a casa desde la escuela, Saya y yo aun estamos en el modo ‘queja sobre Itomori’.
No hay cadenas como McDonald’s o MOS Burger, pero tenemos dos ‘snack bars’. No hay
trabajo, ni chicas en busca de maridos y la luz del día dura poco. Queja, queja, queja, queja. La mayor
parte del tiempo, de hecho, encontramos la escasa población de la ciudad refrescante. Estamos casi
orgullosos de ello, pero hoy nos desesperamos en serio.
Tesshi ha venido empujando su bici junto a nosotras, en su propio mundo, e irritantemente
interrumpe en la conversación.
—¡Geez, anda ya!
—¿Qué? —Preguntamos, y Tesshi muestra una mueca que da miedo:
—Olvidad todo eso. ¿Paramos en el café?
—¿Huh…?
—¿Qué…?
—¡¿Qué…?!
—¡¿Un café?! —Coreamos al perfecto unísono.

Un metálico kachonk! se funde con el canto de las cigarras de la tarde.


—Aquí. —Tesshi sostiene las latas de zumo de las máquinas de vending.
Con un gemido motorizado, un anciano que viaja en su scooter eléctrico a casa desde los
campos cruza frente a nosotros, y un perro callejero que pasa se sienta y bosteza como si dijera: Sep,
¿por qué no? Os haré compañía.
El ‘café’ no era exactamente lo que te vendría a la mente. No era un Starbucks o Tully’s o uno de
esos fantásticos espacios que sirven pasteles, dulces y helado. Era solo una parada de bus en medio de
la nada con una máquina de vending y un banco con un emblema de un helado de unos 30 años
plasmado en él. Los tres nos sentamos lado a lado en el banco, tomando nuestro zumo, mientras el
perro descansa a nuestros pies. No sentimos que Tesshi nos engañara. Es más como: ‘Bueno, claro. ¿Qué
más sería?’
—Bien, me voy a casa.
Me despedí de los dos después de participar en un intercambio del que podía haberme
importado menos —‘Creo que hay un grado menos que ayer’, ‘No, creo que hay un grado más’— que
duró tanto como lleva terminar una lata de zumo.
—Buena suerte esta noche. —Dice Saya.
—Volveremos y lo observaremos. —Promete Tesshi.
—¡En serio no tenéis que hacerlo! ¡En serio, ni os atreváis! —Los advertí, pero por dentro,
estaba enviando una oración en su dirección. ¡Dad lo mejor para convertiros en una pareja de verdad,
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vosotros dos!
Tras subir las escaleras de piedra un rato, me giré, mirando a ambos mientras se sentaban en el
banco con el lago coloreado por el sol como decorado, y suavemente coloqué una melodía de piano
lírica sobre la escena. Mm-hmm, lucís muy bien juntos. Esta noche, debo realizar mi penosa obligación,
pero espero que vosotros disfrutéis de vuestra juventud.

—Awww, quiero hacerlo también. —Yotsuha gruñe.


—Es demasiado pronto para ti, Yotsuha. —Le silencia la abuela.
El clic constante de los pesos esféricos que se juntan resuena en un taller lo suficientemente la
abuelade como para solo unos ocho tatamis.
—Escucha la voz del hilo. —Le dice la abuela. Mientras habla, sus manos no se detienen en su
trabajo—. Si sigues enrollando hilos de esa manera, en poco tiempo, las emociones comenzarán a correr
entre tú y el hilo.
—¿Huh? Pero el hilo no habla.
—Nuestros cordones trenzados. —Continúa la abuela, ignorando la objeción de Yotsuha.
Las tres llevamos kimonos y estamos terminando los cordones que usaremos en la ceremonia de
esta noche.
Los cordones trenzados están hechos de hilos delgados trenzados juntos en una sola cuerda. Es
un arte popular tradicional que se ha transmitido durante mucho tiempo. Los cordones terminados son
lindos y coloridos, con todo tipo de diseños trenzados en ellos. Dicho esto, el trabajo requiere bastante
habilidad, por lo que la abuela está haciendo que Yotsuha aprenda. Yotsuha pasa el tiempo haciendo
trabajo auxiliar, enrollando el hilo alrededor de las pesas.
—Nuestros cordones trenzados contienen mil años de la historia de Itomori. Os digo que esa
escuela vuestra realmente debería dar prioridad a la enseñanza de este tipo de historia de la ciudad a
sus hijos. Escuchad, hace doscientos años...
Aquí vamos de nuevo, pienso con una pequeña sonrisa retorcida. Es el diálogo favorito de la
abuela, y lo he oído una y otra vez en esta sala de trabajo, incluso desde niña.
—Un fuego empieza en el baño de Mayugorou Yamazaki, el fabricante de sandalias de paja, y
quemó toda esta área, incluido el santuario y todos los registros antiguos. Era lo que la gente llama… —
La abuela me mira.
—‘El Gran Incendio de Mayugorou’. —Respondo levemente.
Mm-hmm. La abuela asiente, pareciendo satisfecha.
—¿Qué? ¡¿Llamaron al incendio como él?! —Yotsuha exclama, atónita—. Pobre señor
Mayugorou. —Murmura—. Que ataran su nombre a algo como eso.
—Gracias a ese incendio, no sabemos lo que significan nuestras danzas o los patrones en
nuestros cordones. Todo lo que quedaron fueron las formas. Aunque, incluso si no sabemos, no
debemos dejar que desaparezcan. El significado en esas formas saldrá a la superficie algún día.
Las palabras de la abuela tienen un ritmo único, como una balada tradicional, y mientras trenzo
mi cordón, digo las siguientes palabras con ella, silenciosamente reitándolas de memoria: El significado
en esas formas saldrá a la superficie algún día. Aquí, en el Santuario Miyamizu…
—Aquí, en el Santuario Miyamizu, esa es nuestra solemne obligación. Y aún… —En ese punto, la
abuela baja sus párpados, tristemente—. Y aún así, ese tonto hijo mío… Como si abandonar el 18
sacerdocio y dejar esta casa no fuera suficiente, tuvo que hacerse político…
La abuela suspira, y yo dejo escapar un pequeño suspiro debajo de él. Incluso no sé si amo este
pueblo o si lo odio, si quiero ir a algún lugar lejano o quedarme con mi familia y amigos para siempre.
Cuando quito mi cordón terminado de colores brillantes del soporte redondo, hace un clic suave y
solitario.

Creo que el sonido de la flauta de madera japonesa que fluye del santuario hacia la oscuridad
probablemente aterrorizaría a la gente de ciudad. Establece el ambiente para algún evento siniestro,
como en una vieja novela de misterio de asesinato.
Durante un tiempo, he estado realizando un baile ceremonial de doncella del santuario,
sintiéndome lo suficientemente sombría como para desear que un asesino como Jason o Jack el
Destripador — cualquiera realmente— me sacara de mi miseria.
En estas fechas, cada año, el Santuario Miyamizu celebra su festival de la cosecha, y Yotsuha y
yo tenemos la mala fortuna de ser las estrellas del espectáculo. En este día, llevamos atuendos de
doncella de santuario, nos pintamos con colorete los labios rojo brillante y usamos adornos para el
cabello, salimos frente a la audiencia de pie en el Salón de Kagura y bailamos la danza que la abuela nos
enseñó. Es una de las tradiciones cuyo significado se perdió en el incendio, y es realizada por dos
personas, moviéndose en sincronía. Ambas sostenemos campanillas con cuerdas de colores atadas a
ellas. Las hacemos sonar, sacudiéndolas una y otra vez, haciendo que las cuerdas fluyan y vayan tras
nosotras.
Durante mi último giro, atisbé a Tesshi y Saya por la esquina del ojo y me deprimí aún más. Esos
pequeños… ¡Les dije una y otra vez que no vinieran, ¿y aún están aquí?! ¡Los machacaré con mi poder
como doncella! ¡Les mandaré un montón de stickers de maldición por Line!
Dicho eso, la danza no es la parte que odio. Claro es un poco embarazoso, pero ya que la llevo
haciendo desde niña, estoy completely acostumbrada. No, no es esto. Es ‘ese’ ritual. Lo que es más
embarazoso cuanto más mayor me hago. Esa cosa que tengo que hacer tras esto. La parte que parece
diseñada intencionadamente para humillar brutalmente a las mujeres.
Oh, por el amor de… ¡No quiero!
Plagada con esos pensamientos, muevo mi cuerpo, y de repente, la danza acaba.
Agh. Aquí viene.
Munch, munch, munch. Munch.
Munch, munch, munch, munch.
Estoy masticando arroz intensamente. Cierro los ojos y sigo masticando, intentando no pensar,
tratando de no sentir el sabor, el sonido o el color. A mi lado, Yotsuha está haciendo exactamente lo
mismo. Estamos arrodilladas formalmente, una al lado de la otra, y una pequeña caja de madera
descansa sobre un soporte frente a cada una de nosotras. Y, por supuesto, más allá de eso, una
audiencia diversa de todas las edades y géneros nos mira.
Munch, munch, munch. Munch, munch.
Agh, juro…
Munch, munch, munch.
Tengo que acabarlo pronto.
Munch, munch.
19
Arrrgh.
Munch.
Rindiéndome, alzo la caja ante mí. La acerco a mis labios, intentando velar mi boca con la manga
de mi kimono.
Y entonces…
Aaagh.
Frunciendo los labios, escupo el arroz que he estado masticando en la caja. La mezcla de granos
y saliva gotea de mi boca como un líquido espeso y blanco. Siento como si hubiera escuchado a la
multitud moverse, murmurando: ¡Waaaaaaaaah! Sollozo por dentro. Por favor, que nadie me mire.
Sake hecho en la boca.
Es el tipo de sake más antiguo de Japón. Si se mastica arroz, mezclándolo con saliva,
simplemente dejándolo reposar, fermenta y se convierte en alcohol. Luego se ofrece a los dioses. Hace
mucho tiempo, escuché lugares en todo el país que solían hacerlo, pero no sé si otros santuarios todavía
hacen este tipo de cosas ahora en el Siglo XXI... ¡Y en serio, hacerlo con ropa de doncella de santuario
por encima! Quiero decir, ¿cuál es el punto?
Sollozando mentalmente, tomo otra pizca de arroz y me la llevo a la boca como un soldado.
Luego mastico de nuevo. Yotsuha está haciendo exactamente lo mismo, su expresión fría y serena.
Tenemos que hacer esto una y otra vez hasta que las pequeñas cajas estén llenas. Escupo saliva y arroz
de nuevo. Por dentro, estoy llorando.
De repente, mis oídos captan voces familiares. Sintiendo una mala premonición como una leve
oleada, levanto mis ojos ligeramente.
Maldiciones.
Quiero explotar y llevarme el santuario conmigo. Lo sabía: son mis tres llamativos compañeros
de clase. Me miran con sonrisas en sus caras y chismeando alegremente sobre algo. Hay demasiada
distancia entre nosotros para que realmente los escuche, pero siento que los estoy escuchando fuerte y
claro. ‘¡Eeeeee, nunca, nunca podría hacer eso!’ y ‘Es bastante osceno’, y ‘Tío, ¿cómo puede hacerlo en
público? Nadie se casará con ella ahora’.
Me hice una muy, muy firme resolución:
Cuando me gradue, dejaré este pueblo y me iré muy lejos.

—Ánimo, hermana. ¿A quién le importa si la gente de tu instituto te ve? Y, de todos modos, ¿ que te
tiene tan conmocionada?
—¡Debe ser genial ser una niña despreocupada y prepubescente!
Miro a Yotsuha. Me he puesto una camiseta y acabo de dejar la entrada del santuario.
Tras el festival de la cosecha, para cerrar la noche, ambas asistimos a un banquete para la gente
local que ayudó con el mismo. La abuela era la anfitriona, y Yotsuha y yo repartimos sake y damos
conversación.
—¿Cuántos años tienes, pequeña Mitsuha? ¿Qué?! ¡¿Diecisiete?! Ya veo… Teniendo a una
dulzura como tú por aquí para mí me hace sentir joven de nuevo.
—¡Sí, señor, anda que no pasan los años! Venga, ven, ¡bebe algo más!
Los entretuvimos casi desesperadamente, nos agotamos y finalmente nos soltaron, diciendo: 20
—Niñas, podéis volver a casa.
La abuela y los demás adultos aun están en la oficina del santuario, siguiendo con el banquete.
—Yotsuha, ¿sabes cuál es la edad media de los que había allá?
En el terreno, todas las luces del santuario están apagadas, y los sonidos fríos de las canciones
de los insectos hacen eco a nuestro alrededor.
—No sé. ¿Sesenta?
—Hice los cálculos en la cocina. Eran setenta y ocho. ¡Setenta y ocho!
—Huh.
—Ahora que nos hemos ido, ¡son noventa y uno allí! Están llegando a cien. Están en la etapa
final de la vida. ¡El inframundo podría enviar un segador a todo el lugar!
—Hmm...
A lo que estoy tratando de llegar es a que debemos rescatar a este pueblo lo antes posible, pero
la respuesta de Yotsuha es breve. Parece preocupada por algo más. Bueno, ella es solo una niña
pequeña, no entendería la agonía de su hermana mayor. Rindiéndome, miro al cielo.
La vasta extensión está llena de deslumbrantes estrellas brillantes, que brillan
trascendentalmente, como si las vidas humanas en la Tierra no fueran de su incumbencia.
—… ¡Eso es!
Mientras descendemos por la larga escalera de piedra del santuario, una al lado de la otra,
Yotsuha de repente grita. Lleva una expresión triunfante, como si hubiera encontrado un pastel que
alguien le escondió.
—Qué tal si… ¿Por qué no masticas un montón de sake y lo usas para pagar tu camino a Tokio?
Por un momento, me quedo sin palabras.
—... Tienes toda la mente para pensar en eso.
—¡Podrías enviar instantáneas y videos y llamarlo 'Santuario de la doncella del santuario' o algo
así! ¡Apuesto a que se vendería!
¿Debería preocuparme que mi hermana de 9 años vea el mundo así? Aún así, me doy cuenta de
que Yotsuha está realmente preocupada por mí, a su manera. Aw, ella es realmente linda, creo, un poco
más cariñosa que antes. De acuerdo, entonces, tal vez le dé a esta idea del negocio de sake un
pensamiento serio... Espera, ¿puedes vender sake por tu cuenta así?
—¿Bien? ¿Qué opinas, hermanita?
... Y eso es todo lo que tengo que decir.
—… ¡Espera no! ¡Sería contra las leyes del licor!
Espera, ¿ese era el problema?, me pregunto, y cuando vuelvo en mí, salí corriendo.
Todo tipo de incidentes, sentimientos, perspectivas, dudas y desesperaciones se mezclan dentro
de mí y parece que mi corazón está a punto de explotar. Corro por las escaleras, tomándolas de dos en
dos, aprieto los frenos debajo de la puerta torii en el rellano y succiono una gran bocanada de aire frío y
nocturno. Luego expulso el desorden desordenado en mi pecho junto con él:
—¡Estoy harta de este pueblo! ¡Estoy harta de esta vida! ¡Hazme un chico sexy en Tokio en mi
próxima vida, por favoooooooor!
21
Voooooooor. Voooooooor. Voooooooor. Voooooooor…
Mi deseo resuena en las montañas oscuras, luego desaparece como atraído por el Lago Itomori
debajo de mí. Las palabras salieron por impulso, y son tan tontas que mi cabeza se enfría, al igual que mi
sudor.
Ah, pero también así…
Dioses, si realmente estáis allí... Por favor...
Incluso si los dioses realmente existen, todavía no sé qué desear.
22
Capítulo 3
Días

N
o reconozco ese tono de llamada, pienso adormilada.
¿Una alarma? Pero aún estoy dormida. Y ¿sabes qué? Voy a volver a dormirme. Con los ojos
aún cerrados, tanteo por el móvil que sé que puse junto a mi futón.
¿Huh? 23
Me estiro más. Grr, Esa alarma es muy ruidosa. ¿Dónde lo puse?
—… ¡Ay!
Mi espalda golpea el piso con un enfático thud. Aparentemente, me las he arreglado para caer
de la cama. Ow, ow, ow… Espera, ¿qué? ¿Cama?
Finalmente abro los ojos y me siento.
¿Eh?
La habitación es completamente desconocida. Y estoy en ella. ¿Dormí en algún lugar anoche?
—… ¿Dónde estoy?
En el momento en que murmuro las palabras, noto una extraña pesadez en mi garganta. Por
reflejo, me puse una mano encima. La garganta que encuentran mis dedos es dura y angular.
—¿Hmm? —Mi voz se desliza de nuevo, y es muy baja. Me miro a mí misma.
… Se fueron.
Una camiseta que nunca antes había visto se me cae al estómago y no está allí.
Mis pechos se han ido.
Y justo en el medio de mi cuerpo extrañamente visible, hay... algo. Algo que afirma su presencia
con la fuerza suficiente para sobreescribir la sensación de equivocación precipitada por mis tetas
perdidas.
¿Qué es… esto?
Lentamente, extiendo mi mano, alcanzando esa área. Toda la sangre en mi cuerpo y toda la piel
que está sobre él está siendo arrastrada hacia ese punto.
... ¿Es esto, um...? Esa lo-localización, es...
……………
…………
……
Lo toco.
Y casi me desmayo.
¿Quién es este chico?
Estoy mirando una cara extraña en el espejo de un baño extraño.
Su peinado ligeramente llamativo roza sus cejas, aparentemente apuntando a una relación
casual / calculada de aproximadamente 6:4. Las cejas son tercas, pero sus ojos están bien abiertos y lo
hacen parecer un poco tonto. Sus labios agrietados parecen no estar familiarizados con el concepto de
humedad, y su cuello se ve rígido. Sus mejillas son delgadas, con líneas limpias, y por alguna razón, hay
una gran venda en una de ellas. Cuando lo toco con cautela, hay un latido sordo.
… Pero, aunque duele, no me despierto. Mi garganta está completamente seca. Giro el grifo,
lleno mis manos con agua y bebo. Es desagradablemente cálido y huele a productos químicos, como el
agua de la piscina.
—Taki, ¿estás despierto?
De repente, la voz de un hombre llama desde algún lugar en la distancia, y doy un pequeño grito
de alarma. 24
¿Taki?

—El desayuno era tu trabajo hoy, chico. ¿Recuerdas? Dormiste demasiado.


Nerviosa, me asomo a lo que parece una sala de estar. Mientras habla, un hombre de mediana
edad con un traje me mira e inmediatamente vuelve su atención a los platos.
—¡Lo siento! —Pido disculpas por costumbre.
—Me marcho. Hay sopa de miso, adelante y termínala.
—Um, sí señor.
—Y ve a la escuela. Incluso si llegas tarde.
Con esa nota, el hombre apila los platos rápidamente, los pone en la pequeña cocina, pasa junto
a mí mientras estoy petrificada en la puerta, va al vestíbulo, se pone los zapatos, abre la puerta, sale y la
cierra detrás él. Todo sucede tan rápido que apenas ha habido tiempo suficiente para que un milano real
llame una vez.
—... Qué sueño tan extraño. —Digo en voz alta.
Echo otro vistazo a la habitación. Hay fotos y bocetos de diseño de puentes y edificios y
estructuras en todas las paredes. El piso es un descuidado desorden de revistas y bolsas de papel y cajas
de cartón. Comparado con la casa de Miyamizu, ordenada como una antigua posada japonesa venerable
(todo gracias a la abuela), este lugar parece salvaje y sin ley. La habitación es muy pequeña,
probablemente un condominio. Si este es mi sueño, no tengo idea de dónde vino, pero estoy
impresionada por lo real que parece. Supongo que tengo una muy buena imaginación. Tal vez podría ser
algún tipo de artista cuando crezca.
¡Tweedle!
Una alerta de texto resuena desde las profundidades de la sala con una sincronización tan
impecable que parece un regreso. ¡Eep! Jadeo, corriendo precipitadamente de regreso a la habitación
donde estaba la cama. El teléfono está en el piso al lado de las sábanas, y hay un mensaje corto en su
pantalla.
¿Sigues en casa? ¡Ven aquí, corre!
Tsukasa
¿Eh? ¿Qué? ¿Qué es esto? ¿Quién demonios es Tsukasa?
En cualquier caso, supongo que tengo que ir a la escuela.
Escaneo el cuarto. Mis ojos se detienen en el uniforme de chico que cuelga junto a la ventana, y
cuando lo levanto, de repente me doy cuenta de otra emergencia.
¡Oh, por el amor de...! Necesito mear.

Haaaaaah. Lanzo un suspiro lo suficientemente fuerte como para desinflar todo mi cuerpo. ¿Qué les
pasa a los cuerpos de los chicos?
Logré hacer mis cosas de alguna manera, pero todavía estoy temblando de ira. Cuanto más
intentaba orinar, y cuanto más intentaba apuntar con los dedos, más cambiaba la forma y más difícil era
hacerlo. ¡¿Qué pasa con eso?! ¿Son estúpidos? ¿Son idiotas? ¿O este tipo es raro? ¡Arrrgh! ¡Nunca antes
había visto uno de esos! Y disculpa, ¡pero técnicamente soy una doncella de santuario!
25
Después de ponerme el uniforme, manteniendo la cabeza inclinada por la vergüenza horrible y
reprimiendo las lágrimas (en realidad no puedo luchar contra todas, y algunas se escapan), abro la
puerta del condominio. Bueno, por ahora, iré, creo, y levantaré la cabeza.
Y entonces…
Mis ojos están clavados.
La vista ante mí me deja sin aliento.
Estoy parado en el corredor exterior de un condominio de gran altura que probablemente esté
en una colina. Debajo hay una generosa alfombra de vegetación, como un gran parque. El cielo es de un
azul cerúleo vívido, sin la más mínima mancha. En el límite entre el azul y el verde, las filas de edificios
de todos los tamaños se alinean perfectamente, como un origami extra intrincado. Todos y cada uno
están estampados con diminutas y exquisitas ventanas como la malla de una red. Algunas de las
ventanas reflejan azul, otras están teñidas de verde y otras simplemente brillan bajo el sol de la mañana.
Puedo ver una torre roja, pequeña con la distancia, y un edificio plateado cuyas líneas redondeadas me
recuerdan vagamente a una ballena, y un edificio negro brillante que parece haber sido cortado de un
bloque de obsidiana. Estoy segura de que estos edificios y varios de los otros son famosos, incluso yo
reconozco algunos de ellos. A lo lejos, pequeños autos de juguete fluyen en líneas ordenadas y
ordenadas.
Es el escenario de la ciudad más grande de Japón, y comparado con lo que había imaginado, es...
En realidad, ahora que lo pienso, nunca he tratado de visualizar cómo sería antes, pero es mucho,
mucho más hermoso de lo que se ve en las películas y en la televisión. Me golpea fuerte, justo en el
pecho.
—Tokio. —Murmuro.
Este mundo es demasiado deslumbrante. Inhalo profundamente y entrecerro los ojos, como si
mirara al sol.

—Hey, ¿dónde compraste esto?


—En Nishi-Azabu, camino a casa tras las clases.
—Adivina quién abrirá para su próximo gran concierto.
—Hey, ¿quieres saltarte al club hoy e ir a ver una película?
—Un empleado de la agencia vendrá al mezclador esta noche.
¿Qué pasa con estas conversaciones? ¿Son estas personas realmente estudiantes de secundaria
japoneses modernos? ¿Quizás solo están leyendo publicaciones de la página de Facebook de alguna
celebridad?
Observo el aula desde donde estoy, medio escondida detrás de la puerta, sincronizando mi
entrada. Utilicé el GPS de mi teléfono para llegar aquí, e incluso entonces, me perdí increíblemente.
Cuando encontré la escuela, la campana del almuerzo ya estaba sonando.
Aún así, esta escuela… Ventanas de vidrio que ocupan paredes enteras, concreto desnudo,
coloridas puertas de hierro con ventanas redondas... Es tan anormalmente elegante que tengo que
preguntarme si es un lugar de la Expo Mundial o algo así. ¿Este chico, Taki Tachibana, un chico de mi
edad, vive en un mundo como este? Pienso en su nombre, que encontré en su manual de estudiante, y
su expresión engreída en su foto de identificación. Me molestan un poco.
—¡Taaaki! 26
—¡!
Alguien arroja abruptamente un brazo alrededor de mis hombros desde atrás, y doy un grito sin
palabras. Cuando miro, un tipo CEO con gafas (solo ordenado y sofisticado) me está sonriendo, lo
suficientemente cerca como para que nuestros flequillos casi se toquen.
¡Eeeeeek!
Disculpa, señor. ¡Esto es lo más cerca que he estado de un chico en mi vida!
—Mírate, apareciendo al mediodía. Vamos a comer.
Con eso, el niño con gafas se alejó por el pasillo, todavía abrazando mis hombros. No, en serio,
¡estás demasiado cerca!
—Ignora mi mensaje, ¿quieres? —Acusa, pero no parece enojado. Entonces lo descubro.
—... Disculpa... ¿Esto, Tsukasa?
—Ja-ja, ¿perdón? ¿Detecto una nota de contrición?
No sé cómo responder a eso, así que por el momento, me libero de su brazo en silencio.

—… ¿Te perdiste? —Takagi, un tipo grande y afable, grita, sin molestarse en ocultar su asombro—.
¿Cómo diablos lograste perderte camino a la escuela?
—Um... —Me tambaleo.
Los tres estamos sentados en una esquina de la amplia azotea. Se supone que es la hora del
almuerzo en este momento, pero no hay mucha gente alrededor. Tal vez están evitando el sol de
verano.
—Oh, um. Disculpad.
—¿'Disculpad'?
Takagi y Tsukasa se miran dudosamente. Vaya, eso es correcto: ahora soy Taki Tachibana.
—Uh, quiero decir, um... Oh. ¿Perdón...?
—¿Hunh?
—Lo siento...
—Dilo.
—... ¿Lo que sea?
Uh-huh, asienten, todavía pareciendo desconcertados. Ya veo, entonces él es el tipo de ‘lo que
sea’. ¡Entendido!
—Me estaba divirtiendo un poco. Tokio es como un festival. Realmente animado.
—... ¿Qué pasa con el acento? —Pregunta Takagi.
—¡¿Huh?! —¿Tengo acento? Me pongo roja.
—Taki, ¿dónde está tu almuerzo? —Pincha Tsukasa.
—¡¡¿Huh?!!
¡No traje uno!
Mientras busco en mi mochila escolar, sudando, se ríen.
27
—¿Tienes fiebre o algo así?
—Tsukasa, ¿tienes algo?
—Sandwich de huevo. Peguemos esa croqueta tuya aquí.
Aquí. Los dos me pasan el improvisado sandwich de croqueta de huevo. Su amabilidad toca mi
corazón.
—Gracias…
Ambos me sonríen sin palabras. ¡Pensar que los niños podrían ser tan elegantes y amables...!
¡No, Mitsuha, no lo hagas! ¡No te enamores de los dos a la vez!
Bueno, no, no me estoy enamorando de nadie, ¡pero Tokio es fantástica, de todos modos!
—Entonces, escucha, después de clase hoy, ¿quieres ir a ese café otra vez? —Pregunta Takagi, y
sin pensarlo, lo miro fijamente mientras toma un bocado de arroz.
—Sep, buena idea. —Responde Tsukasa. Tomando un trago de agua de una botella de plástico,
su garganta funciona sin problemas.
¿Eh? ¿Qué? ¿A dónde dijo que íbamos?
—¿Qué hay de ti, Taki? Vienes, ¿verdad?
—¡¿Cómo?!
—A la cafetería.
—¡¿Ca-ca-cafeteríaaaa?!
Los surcos entre sus cejas se profundizan, pero lo ignoro. Mi estado de ánimo está en alza y no
puedo reprimir mi emoción. ¡Eso es todo! ¿Quién se está riendo ahora, parada de autobús-café?

Dos perros pequeños vestidos con atuendos de estilo pop idol están sentados en una silla de mimbre,
mirándome con ojos como gotas de caramelo y moviendo sus colas con tanta fuerza que parece
probable que se salgan. Hay una increíble cantidad de espacio entre cada mesa y la mitad de los clientes
son extranjeros. Un tercio lleva gafas de sol, tres quintos llevan sombreros y ninguno lleva traje. No se
sabe a qué se dedica ninguno de ellos.
¿Qué es este lugar? ¿Los adultos van a cafés con sus perritos entre semana, a plena luz del día?
—Me gusta la carpintería en el techo.
—Pusieron un esfuerzo serio en eso.
Tsukasa y Takagi no parecen estar un poco intimidados por este espacio supremamente
moderno. Están sonriendo y discutiendo sus impresiones del interior. Aparentemente, estos muchachos
están recorriendo diferentes cafés porque están interesados en la arquitectura. ¿Qué tipo de
pasatiempo es ese? ¿No están los chicos de secundaria en revistas como MU?
—Taki, ¿sabes lo que quieres?
Impulsado por Tsukasa, dejo de diseccionar el café y dejo que mis ojos caigan en el pesado
menú encuadernado en cuero.
—¡...! ¡Podría vivir durante un mes con lo que cuestan estos panqueques!
—¿De qué época eres? —Takagi se ríe.
—Umm...
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Me estreso por un momento y luego recuerdo: Oh. Correcto. Esto es un sueño. Bueno, en ese
caso, ¿por qué no? Es el dinero de Taki Tachibana de todos modos. Solo comeré lo que quiera.

Ahhhh, qué gran sueño...


Los panqueques son del tipo pesado, una fortaleza sólidamente flanqueada por cosas como
mango y arándanos. Después de terminarlos, tomo café con canela, profundamente satisfecha.
Tweedle.
El teléfono en mi bolsillo suena... Huh. Hay una gran cantidad de símbolos de venas enojadas en
este texto.
—... ¡Agh! ¿Qué voy a hacer? ¡Dice que llego tarde al trabajo! ¡Alguien que probablemente sea
mi jefe está enojado conmigo!
—Espera, ¿tenías turno hoy? —Pregunta Takagi.
—Mejor apúrate y vete, entonces. —Dice Tsukasa.
—¡De acuerdo! —Me apresuro a levantarme—. Oh, pero...
—¿Qué pasa?
—Umm... ¿Dónde trabajo?
—… ¿Qué?
Los dos muchachos se han disparado más allá del asco. Parecen listos para romperse.
Dame un respiro. ¡No sé absolutamente nada sobre este chico!

—Disculpe, ¿todavía no está lista nuestra orden?


—¡Taki! ¡Ve a tomar la orden de la mesa doce!
—Esto no es lo que pedí.
—¡Taki! Te lo dije, ¡estamos sin trufas!
—¿Ya está listo nuestro ticket?
—¡Taki, estás en el camino! ¡Muévete!
—¡Taki, idiota, haz tu trabajo!
—¡Taki!
El lugar es un restaurante italiano deslumbrantemente lujoso. Es un edificio de dos pisos que
está abierto completamente, al estilo de un atrio. El techo está lleno de candelabros brillantes, y allí
también hay grandes hélices que giran lentamente. He visto algo así en una película. Taki Tachibana es
un mozo que usa corbata de lazo y, a la hora de la cena, el restaurante está muy ocupado.
Estoy siendo arrastrado de esta manera y por un torrente turbio de confusión, recibiendo
órdenes equivocadas, sirviéndolas mal, siendo molestado por los clientes y gritado por los chefs.
¡Vamos, gente, nunca he trabajado aquí antes! ¡En realidad, nunca antes había tenido un trabajo de
medio tiempo, punto! ¡Esto es una pesadilla total! Waaaah, en serio, ¿cuándo voy a despertar? ¡Todo
esto es tu culpa, estúpido Taki Tachibana!
—Disculpa. Tú. Chico. 29
—¿Huh? ¡Uh, ¿sí?!
Ya he pasado un poco más allá del cliente que me llamó y me doy la vuelta a toda prisa. ¿Cómo
se supone que debo saber para responder a ‘chico’, ¿huh?
Guau. El hombre es un matón obvio, con camisa de cuello abierto, cadena de oro y muchos
anillos torpes. Aún así, si vas a la siguiente ciudad desde mi pueblo, hay muchos tipos como él pasando
el rato frente a la estación. Su tipo me parece un poco más familiar que el brillo de celebridad de los
otros clientes. Cuando habla, hay un ligero sarcasmo en su voz:
—Escucha. Había un palillo de dientes en mi pizza.
—¿Huh?
El Señor Matón recoge la última porción de pizza de albahaca con la punta de los dedos. Hay un
palillo que sobresale del borde donde fue cortado, básicamente gritando que alguien lo clavó allí
después del hecho. Tal vez está bromeando conmigo. Estoy desconcertada, insegura de cómo
responder, y el Señor Matón continúa con una sonrisa aparentemente fija.
—Hubiera sido malo si hubiera comido eso, ¿verdad? Somos afortunados de haberlo notado.
¿Qué vas a hacer?
—¿Cómo...?
Tengo la sensación de que realmente no puedo darme el lujo de decir: Realmente metiste eso tú
mismo, ¿verdad, señor? Le doy una sonrisa sin compromiso... Por el contrario, la suya se desvanece.
—¡Te estoy preguntando qué vas a hacer al respecto!
Crash! De repente, patea la mesa con la rodilla y comienza a gritar. Al instante, el murmullo de
la conversación se congela. Yo también me tenso.
—… ¡Señor! ¿Pasa algo?
Aparece una mujer y me empuja fuera del camino. Ella me mira y susurra:
—¡Tengo esto!
Alguien más me agarra del brazo por detrás y me arrastra, un camarero que probablemente
haya trabajado allí más tiempo que yo.
—Estás actuando bastante raro hoy. —Dice, luciendo preocupado.
—¡Lo siento mucho por eso, señor! —Por el rabillo del ojo, veo a la mujer inclinándose
profundamente ante el matón.
El zumbido de fondo vuelve, como si alguien volviera a subir el volumen.
Estoy empujando una aspiradora industrial que es tan grande como una cortadora de césped sobre el
piso. El restaurante finalmente está cerrado. Las luces en los candelabros se han atenuado, y todas las
mesas han sido despojadas. Un empleado pule los vidrios, otro revisa las existencias en el refrigerador y
alguien más está haciendo algo con las computadoras en el mostrador de la caja.
La mujer que me rescató está limpiando las mesas una por una. Durante un tiempo, he estado
intentando, y no he podido, encontrar la oportunidad de hablar con ella. Su largo cabello tiene una onda
suave. A un lado, oculta sus ojos y no puedo leer su expresión. Aún así, sus labios brillantes están
curvados en una sonrisa amable. Sus brazos y piernas son delgados, y su cintura es muy pequeña, y aun
así tiene grandes tetas. Ella es increíblemente genial de alguna manera. Al pasarla, vislumbro la etiqueta 30
del nombre en ese orgulloso seno. Se lee Okudera. ¡Perfecto!
—¿Señorita Okudera?
Justo cuando me lanzo y hablo, alguien me golpea en la nuca.
—¡Es senpai para ti! —El chico que me agarró parece como si bromeara. Vuelve a la cocina, un
fajo de menús en mano.
Ya veo, así que ella es mi superior. ¡Bien!
—¡Um, Okudera-senpai! Eso fue realmente…
—Taki. Tuviste un día duro hoy, ¿no?
Mientras habla, se gira y me mira directo a los ojos. Sus largas pestañas se curvan hacia el techo,
sus ojos perfectamente almendrados son el epítome de la belleza, y su voz sexy envía un escalofrío por
mi espalda. Instintivamente me siento tentada a decirle ¡Te quiero! Mis mejillas se enrojecen un poco, y
a regañadientes bajo la mirada.
—Uh, no, no fue realmente ‘duro’, solo…
—Ese tipo estaba totalmente fuera de sí. Me encargué según el manual y le dejé comer gratis,
pero… —No parecía del todo enfadada. Ella voltea el trapo y comienza a limpiar otra mesa. Justo cuando
estoy por tratar de prolongar la conversación…
—¡Eek! ¡Okudera-senpai! —Otra camarera grita—. ¡Tu falda!
—¿Hmm?
La Señorita Okudera se gira para mirar su espalda, y su cara rápidamente enrojece. Ahora que
me fijo, puedo ver un corte horizontal justo sobre su muslo. Con un pequeño chillido sorprendido, ella
tira su delantal para esconder la lágrima.
—¿Estás herida?
—¡Geez! Asqueroso. ¿Fue ese tipo?
—Creo que esto ya pasó antes…
—¿Alguien te molestó?
—¿Recuerdas la cara del tipo?
Varios miembros del personal se reunieron alrededor de Okudera-senpai, charlando
preocupados. Con la mirada gacha, ella se marchó. Yo me quedé inmóvil, como una idiota, con las
palabras que había preparado aun en mi lengua. Sus hombros temblaron ligeramente. Creo que vi unas
lagrimillas en las esquinas de sus ojos.
Esta vez, necesito rescatarla.
El pensamiento pareció arder en mi interior, y antes de darme cuenta de lo que estoy haciendo,
agarré la mano de Okudera-senpai y empecé a caminar. Oí voces a mi espalda (‘¡Hey! Taki, pequeño…’),
pero los ignoré.

El verde puede ser un campo. La naranja es flores y mariposas. Quiero al menos un elemento de diseño
más. El marrón es... Claro, será un erizo. La crema es para su nariz.
Pellizcando los bordes de la rasgadura en la falda, la golpeo hábilmente. Por alguna razón, había
varios hilos de bordar en el kit de costura del vestuario, así que aprovecho la oportunidad para hacer 31
que este sea un trabajo de reparación complicado. La abuela me entrenó en costura, y es algo en lo que
soy particularmente buena.
—¡Todo listo! —Le entrego la falda a la Señorita Okudera. Solo me llevó unos cinco minutos
terminar.
—... ¿Eh? Esto es… —La expresión dudosa que ha usado desde que la arrastré al vestuario
cambia rápidamente a sorpresa—. ¡Esto es increíble! ¡Taki, guau! ¡Es incluso más lindo de lo que era
antes!
La rasgadura en la falda era una línea recta y horizontal de aproximadamente seis pulgadas de
largo, así que cuando la cosí, la convertí en una escena de un erizo jugando en un campo. La falda es de
color marrón oscuro, por lo que la pequeña decoración actúa como un acento; mi pensamiento como un
lindo motivo se vería especialmente bien en una belleza sofisticada como Okudera-senpai. Ella tiene una
cara hermosa, de modelo de revista, pero cuando sonríe, es más accesible, como una niña mayor del
vecindario.
—Realmente me salvaste hoy. Muchas gracias. —Finalmente logré decirlo.
—¡Heh-heh! —Los grandes ojos de Okudera-senpai se estrechan suavemente cuando sonríe—.
Si te digo la verdad, estaba un poco preocupada. Eres débil, Taki, pero siempre eres tan rápido para
luchar… —Mientras habla, sus delgados dedos golpean ligeramente su mejilla izquierda. Oh.
Vagamente, entiendo la razón del vendaje en la cara de Taki Tachibana.
—Me gusta más esta versión tuya. —Dice Okudera-senpai, un poco traviesa—.
Sorprendentemente estás en contacto con tu lado femenino, Taki.
Mi corazón salta con un bo-yo-yoing. Su sonrisa es absolutamente inmejorable. Me dan ganas
de darle todo lo que tengo gratis. Creo que es lo más precioso que he visto en Tokio hoy.

El tren amarillo que tomo para llegar a casa está vacío.


Por ahora, me he dado cuenta de que Tokio está lleno de todo tipo de aromas. Tiendas de
conveniencia, restaurantes familiares, las personas que paso, el borde del parque, los sitios de
construcción, la estación por la noche, el interior del tren... Casi cada diez pasos, los aromas cambian.
Nunca supe que los seres humanos tenían olores tan pronunciados cuando se reunían en un solo lugar.
Y por cada ventana iluminada que pasa rozando mi visión, hay una persona que vive en esta ciudad. Mi
corazón se conmueve extrañamente por las filas de edificios que se extienden hasta donde alcanza la
vista, por sus números vertiginosos y su peso abrumador, casi como una cadena montañosa.
Taki Tachibana es uno de los residentes aquí también. Suavemente, extiendo una mano hacia el
niño reflejado en la ventana del tren. Su cara me molestó un poco, pero supongo que no lo odio. Estoy
empezando a sentir una sensación de camaradería con este tipo, como si fuera un compañero soldado
que soportó este día difícil conmigo. Pero sabes…
—Ya sabes, este es un sueño realmente impresionante, si lo digo yo misma.
De vuelta en su casa, me tiro en la cama donde me desperté esta mañana.
Le contaré a Tesshi y Saya sobre todo esto mañana: ¡Escuchad el sueño que tuve! ¿No es
asombroso? ¿No os asombra mi fantástica imaginación? ¡Es como si realmente fuera a Tokio! Apuesto a
que voy a ser artista de manga, o no, espera, no soy tan buena en arte, pero apuesto que escribir novelas
sería un juego de niños. ¡Probablemente gane un montón de dinero! ¿Queréis ser mis compañeros de
cuarto en Tokio? 32
Fantaseando con esto y sonriendo para mí misma, me doy la vuelta sobre mi espalda, tomo el
teléfono de Taki Tachibana y empiezo a hojearlo con la yema del dedo. Oh, mira, él lleva un diario.
[7/9 Comida en el KFC con Tsukasa y demás] [6/9 Película en Hibiya]
[31/8 Tour de arquitectura — Edición Bahía] [25/8 ¡Día de paga!]
Mientras me desplazo hacia atrás a través de los encabezados, me impresiona a pesar de mí
mismo.
—Es muy minucioso.
Luego toco la aplicación de fotos. La mayoría de las imágenes son paisajes. Después de eso, la
mayoría son de él con Tsukasa y Takagi. Comiendo ramen juntos, yendo al parque juntos... Seguro que
son cercanos. Un tazón de carne, una tienda de soba en la estación, una hamburguesería de moda. El
camino a casa desde la escuela. Puesta de sol a través de los huecos entre los edificios. Las espaldas de
sus amigos. Estelas de chorro en el cielo por encima.
—Que suerte, viviendo en Tokio...
Mientras murmuro, un bostezo se escapa. Empezando a tener sueño, voy a la siguiente foto.
—Oh, es Okudera-senpai.
La imagen es de su espalda mientras limpia la ventana del restaurante, y se siente como una
foto sincera. En el siguiente, se dio cuenta y se volvió para mirar a la cámara, radiante y con un signo de
paz.
... Tal vez le gusta Okudera-senpai, pienso que de la nada. Sin embargo, seguramente no será
correspondido. Ella está en la universidad. Para ella, los chicos de secundaria todavía son solo niños.
Me siento en la cama y creo una entrada en su aplicación de diario. Luego empiezo a escribir
todo lo que experimenté hoy. Sobre cómo cometí muchos errores pero al final me conecté con
Okudera-senpai. Sobre cómo, de camino a casa desde el trabajo, caminamos juntos desde el restaurante
hasta la estación. Lo capturo todo en la entrada, queriendo informarlo, o alardear de ello, a Taki
Tachibana. Una vez que termino, bostezo de nuevo. Entonces, de la nada...

¿QUIÉN ERES?
Por alguna razón, recuerdo la línea garabateada en mi cuaderno de japonés. Vagamente, puedo
imaginar a Taki Tachibana en mi cuerpo, escribiendo esa nota en mi habitación en Itomori antes de que
se duerma. Que idea más extraña. Aún así, hay algo extrañamente persuasivo al respecto. Tomo un
marcador de punta de fieltro del escritorio y, en la palma de mi mano, escribo:
Mitsuha
Yaaaawwn...
Ese es el tercer bostezo. Como era de esperar, hoy me agoté. Fue un día colorido y
emocionante. Se siente como si me hubiera gastado todo en una lluvia color arcoíris. Incluso sin música
de fondo, este mundo me deslumbró de principio a fin. Me imagino lo sorprendido que reaccionará Taki
Tachibana cuando vea la escritura en su mano y, sonriendo un poco, me quedo dormida.

—… ¿Qué es esto?
Dije las palabras en alto, a pesar de mí. Estoy mirando a mi mano. Finalmente, dejo que mis ojos
pasen de las letras en mi palma a mi uniforme arrugado y corbata … Así que… ¿caí dormido sin
cambiarme?
33
—… ¡¿Qu-Qu-Qué es esto?!
Esta vez, en serio grité. Estamos desayunando, y mi padre me mira pero abruptamente pierde el
interés y regresa su atención a su cuenco. Miro a mi móvil, atónito. Hay una entrada en el diario
realmente larga que no recuerdo haber escrito.
… Y de camino a casa del trabajo, Okudera-senpai y yo fuimos hasta la
estación juntos, ¡solos los dos! Es todo porque estoy en contacto con mi lado
feminino.

—Taki, ¿quieres otro café hoy?


—Uh, lo siento, tengo trabajo después.
—Ha-ha. ¿Sabes a dónde ir?
—¿Huh…? ¡Hey! Tsukasa, cerebrito, ¿fuiste tú? —Alzo la voz sin intención. En realidad, me
gustaría que fuera él.
La expresión atónita de Tsukasa me dice que no fue él, sin embargo. Incluso sé que no hay razón
para que alguien buscara una liorta por sí mismo.
Levantándome de la silla, me disculpo a regañadientes:
—… Nah, no importa. Nos vemosa.
Mientras dejo el salón de clases, oigo la voz de Takagi detrás: Tío, hoy ha vuelto a la normalidad.
Un escalofrío incómodo me atraviesa y mis pies se enfrían. Algo muy raro me esta pasando.

—… ¿Qu-Qué?
Después de cambiarme a mi ropa de trabajo, tres de mis compañeros de trabajo están parados
afuera del vestuario cuando abro la puerta, bloqueándome el paso. Hay un miembro del personal
regular y dos estudiantes de medio tiempo universitarios, todos chicos, y me están mirando con ojos
que parecen inyectados en sangre o tal vez llorosos... De cualquier manera, no es bueno. Trago saliva, y
los tres comienzan a hablar conmigo en tonos amenazantes.
—Taki, cabrón, ¿qué crees que estás haciendo, saltando sobre nosotros?
—Será mejor que tengas una excusa, comadreja.
—Vosotros dos os fuistéis juntos ayer, ¿no?
—Huh... Espera, de ninguna manera, ¿en serio? ¿Lo hice? ¡¿Con Okudera-senpai?! —¿Significa
que la entrada del diario era real?
—¡¿Qué pasó con vosotros dos después de eso?!
—Uh, no, yo... realmente no recuerdo mucho...
—¡No me des esa basura!
Justo cuando parece que alguien me va a arrastrar por el frente de mi camisa, una voz fría
resuena por el pasillo:
—Okudera, reportándose para el deber.
Llega Okudera-senpai, sus largas piernas desnudas y los hombros asomando por la parte
superior brillando a la luz. Ella nos saluda con una sonrisa, sandalias de tiras haciendo clic 34
agradablemente.
—Hola a todos.
—¡Hola!
Es una especie de ídolo en este lugar, y frente a su impresionante presencia, los cuatro
respondemos al unísono. Por un momento, casi nos olvidamos de nuestro problema. Entonces Okudera-
senpai se da vuelta y me mira directamente:
—Hagamos que sea otro buen día. ¿De acuerdo, Taki?
Casi puedo escuchar el símbolo de un corazón que puntúa esa oración, tan dulcemente
entregada, seguido de un guiño que me dirigió antes de que ella desapareciera por la puerta. Me pongo
tan rojo que es como si alguien hubiera arrojado agua hirviendo sobre mi cabeza. Esto es demasiado.
Quiero ir a pulir todas las copas en el restaurante hasta que brillen, en este momento.
—… Oye. Taki.
Las voces de los chicos son tan oscuras que parece que resuenan desde las profundidades de la
Tierra, y vuelvo a mí mismo con una sacudida.
No está bien. Mientras el personal me interroga, casi gimiendo, me pregunto:
¿Qué está pasando aqui? ¿Me están haciendo bromas? ¿Están todos involucrados?... No, no
podría ser. ¿Qué hice mientras estaba fuera?
¿Qué diablos es ‘Mitsuha’?

Los pájaros están retumbando enérgicamente esta mañana. Hay una claridad recién nacida en el sol
temprano que entra por las puertas correderas de papel, y la mañana es tranquila, como siempre.
También así, aunque me acabo de despertar, una escritura desconocida con una cualidad de irritación
pura y concentrada está garabateada en mi brazo.

¿¿¿Mitsuha??? ¿Qué eres? ¿¿¿¿Quién eres tú????


Las letras son grandes y desordenadas, escritas aproximadamente con un marcador mágico
súper grueso, desde la palma de la mano hasta el codo.
—Hermana, ¿qué es eso?
Cuando levanto la vista, Yotsuha está parada en la puerta corredera abierta. Hago una mueca
que dice: Eso es lo que quiero saber.
La cara de mi hermana pequeña responde: Bueno, en realidad no importa.
—No estás masajeando tus pechos hoy, ¿Huh? ¡Rápido! ¡Hora! ¡Date prisa!
Cierra la puerta corredera con un golpe seco, como siempre, y la miro desde mi futón.
¿Eh? ¿Tetas? ¿No las estoy masajeando hoy?... ¿Perdona?
Mi mente produce una imagen gratuita de mí misma felizmente apretando mis propios senos...
¡Pe-pero eso es tan pervertido y asqueroso!

—¡Buenas! —Digo mientras entro al aula.


En el momento en que lo hago, todos los ojos de mis compañeros están sobre mí. ¡Eep! Doy un
pequeño jadeo. ¿Q-Qué?
35
Tratando de hacerme pequeña y discreta, cruzo a mi asiento junto a la ventana. Escucho
susurros.
—Miyamizu fue realmente genial ayer, eh.
—Uh-huh. No pensé que lo tuviera en ella.
—Sin embargo, su personalidad ha cambiado un poco, ¿sep?
—U-um, la gente me está mirando...
—¿Bueno, que esperabas? Después de lo que sacaste ayer, no pueden evitarlo. —Dice Saya.
—¿Qué saqué ayer? —Pregunto, sentándome.
Saya me mira a la cara, perpleja y preocupada.
—Sabes... durante la clase de arte de ayer, cuando estábamos dibujando esa naturaleza muerta.
¿Eh? ¿Realmente no lo recuerdas? ¿De nuevo? Honestamente, Mitsuha, ¿estás bien?
> Tú y yo estábamos en el mismo grupo. Se suponía que íbamos a dibujar el jarrón y las
manzanas, ya sabes, el tema que no tiene ningún sentido. Excepto que dibujaste un paisaje en su lugar.
Bueno, eso no importa. De todos modos, el grupo de Matsumoto estaba detrás de nosotros, y estaban
hablando desagradable, como siempre lo hacen.
> ¿Sobre qué, quieres saber? Um, bueno, sobre la elección de alcalde…
> ¿Eh? Detalles? Oh, ya sabes, cómo la administración de la ciudad está averiguando cómo
entregar subsidios, y es lo mismo sin importar quién lo haga, sino cómo hay ‘algunos niños’ cuyo
sustento depende de ello, etcétera. Cosas tontas como esas. Cuando los escuchaste, dijiste: "Es de mí de
quién están hablando, ¿cierto?” Entonces dije que pensé que probablemente así era. Quiero decir, si
me preguntas, te responderé, ¿cierto? Entonces, Mitsuha, ¿qué crees que hiciste?
> ¿En serio no te acuerdas? ¡Pateaste el escritorio con el jarrón justo hacia el grupo de
Matsumoto! ¡Y con una gran sonrisa en tu cara! Matsumoto y los demás se asustaron y, por supuesto, el
jarrón se rompió y toda la clase quedó en silencio. En realidad, ¡también me diste escalofríos!
—¿Qu-Qu-Qué demonios?
Me pongo pálida.

Después de la escuela, corro directamente a casa. Yotsuha y La abuela están en la sala de estar,
bebiendo té sin importarles el mundo. Mirándolos por el rabillo del ojo, corro escaleras arriba, me
encierro en mi habitación y abro mi cuaderno.
¿QUIÉN ERES?
Todavía se lee. Paso unas cuantas páginas más.
Mi piel se eriza. Ahora hay dos páginas enteras llenas de letras pequeñas en la misma letra.
Primero, en letras grandes:

Mitsuha Miyamizu
Luego hay muchos signos de interrogación a su alrededor y fragmentos de información personal
sobre mí.
Segundo año 2, Clase 3 / Teshigawara, amigo, fanático del ocultismo, tonto
pero buen chico / Sayaka, amiga, tranquila, bastante linda.
36
Vive con su abuela y su hermana pequeña Yotsuha / Salida en los palos / Su
padre es alcalde / ¿Es una doncella del santuario? / Parece que su madre está muerta
/ Su padre no vive con ellos / No tiene muchos amigos / Tiene tetas
Luego en letras más grandes aún:

¿¿QUÉ PASA EN SU VIDA??


Miro el cuaderno. Estoy temblando. El paisaje de Tokio brilla en mi mente, tan débil como una
bruma creciente. Cafés, un trabajo a tiempo parcial, amigos, caminar a casa con alguien...
Un rincón de mi corazón atrapa la cola de una conclusión imposible.
—¿Es esto…? ¿Podríamos haber...?

—¿Es esto en serio...?


Estoy escondido en mi habitación, mirando mi teléfono en negación. Durante un tiempo, mis
dedos han estado temblando como si pertenecieran en parte a otra persona mientras me desplazo por
las entradas de mi aplicación de diario. Entre los que escribí, hay varios encabezados que no recuerdo.

¡Primero Harajuku-Omotesando panini-rama! / En el Acuario de Odaiba


con dos chicos / Tour a la plataforma de observación y mercado /
¡Visité el trabajo de mi padre en el Distrito de Kasumigaseki!
Un rincón de mi mente capta la cola de una conclusión inconcebible. Puede ser esto…?

En mis sueños, somos esta chica y yo...


En mis sueños, este chico y yo...
¡¿Cambiamos cuerpos?!

El sol sale del borde de las montañas. Poco a poco, la luz del día baña la ciudad del lago. Los pájaros en la
mañana, el silencio al mediodía, los cantos de insectos en la noche, el brillo del cielo nocturno.
El sol sale entre los edificios. Poco a poco, la luz del día brilla en innumerables ventanas. La
multitud de personas en la mañana, el zumbido del mediodía, los aromas de la vida cotidiana a media
luz, el brillo de las calles por la noche.
Una y otra vez, estamos cautivados por momentos como estos. Y, poco a poco, aprendemos.
Taki Tachibana, Taki, es un chico de secundaria de mi edad que vive en Tokio, y...
A intervalos irregulares, inesperadamente, dos o tres veces a la semana, cambio cuerpos con
Mitsuha Miyamizu. Se dispara cuando nos quedamos dormidos. No tenemos idea de qué lo causa.
Nuestros recuerdos del tiempo que pasamos se desvanecen tan pronto como nos despertamos.
Se siente como un sueño lúcido.
Además, definitivamente nos estamos intercambiando. Las reacciones de las personas que nos
rodean lo demuestran más que nada.
Ahora que somos conscientes de que realmente estamos cambiando entre nosotros, estamos 37
empezando a aferrarnos a los recuerdos de los sueños. Por ejemplo, en este punto, incluso cuando
estoy despierta, sé que hay un niño llamado Taki que vive en Tokio.
Ahora estoy seguro de que hay una niña llamada Mitsuha que vive en una ciudad rural en algún
lugar. No tengo ninguna evidencia sólida o explicación racional, pero tengo este extraño sentido que me
dice que es real.
También comenzamos a comunicarnos entre nosotros. En los días en que cambiamos, dejamos
entradas en el diario o notas en el teléfono del otro.
También hemos intentado enviar mensajes de texto y llamadas, pero por alguna razón, ninguno
de los dos pudo comunicarse. De todos modos, tenemos suerte de haber encontrado una forma de
comunicarnos. Ambos necesitamos mantener la vida del otro intacta e intacta... Así que establecemos
reglas.
Pero aún así... apreté los dientes leyendo otra de las entradas del diario de Mitsuha. Al leer la
entrada de Taki en mi diario, mi sangre comienza a hervir. Honestamente, lo juro, esto es
completamente...

¡Ese tipo…
es tal...!
¡Esa chica…

¿Tú... te metiste en la cancha... a jugar baloncesto en el gimnasio? ¡Esa no


soy yo en absoluto! No solo eso, ¿qué haces saltando delante de los chicos? 38
¡Saya incluso me gritó y me dijo que mantuviera mi pecho, estómago y piernas
cubiertos adecuadamente! ¡Miradas masculinas! ¡Mira tu falda! ¡Esto es algo
muy básico!

¡Mitsuha, imbécil, no te vayas a comer pasteles locos y caros! Estás


volviendo loco a Tsukasa y a los otros chicos, ¡y ese es mi dinero!

¡Es tu cuerpo quien los come, Taki! Además, ¡también estoy trabajando
en ese restaurante! Además, estás tomando demasiados turnos. No puedo hacer
nada divertido de esta manera.

¡Eso es porque sigues quemando mi dinero! Y en serio, no importa lo


que haga, ¡no puedo hacer esos cordones trenzados con tu abuela!

De camino a casa, ¡Okudera-senpai y yo nos detuvimos y tomamos té!
Traté de pagarle el suyo, pero ella pagó lo mío. "Invítame cuando te gradúes
de la secundaria", dijo. ¿Puedes creerlo? "Esa es una promesa", le dije, todo
genial. Tu relación está floreciendo, entonces, de nada.

Mitsuha, ¿qué demonios crees que estás haciendo? ¡No te metas con
mis relaciones!

¡Taki! ¿Qué es esta carta de amor? ¿Por qué un tipo que no conozco se
me confiesa? ¿Por qué le dijiste que lo pensarías?

Jaja. No estás utilizando sus activos en absoluto. ¿No crees que


serías más popular si me dejas llevar tu vida?

¡No te llenes de ti mismo! ¡Ni siquiera tienes novia!

¡Tú tampoco tienes a nadie!



No es eso... no tengo uno, ¡simplemente no estoy buscando!

No es eso…

Ese es el tono de llamada de Mitsuha.


Es decir, estoy viviendo en el campo hoy, pienso adormilado. Increíble. Podré dedicar un poco
39
más de tiempo al proyecto de café en el que estoy trabajando con Teshigawara después de la escuela.
Sep, y también…
Me siento en el futón y miro mi cuerpo.
El pijama de Mitsuha se ha vuelto muy conservador últimamente. Ella solía dormir en una
camisa holgada sin sujetador. Esta mañana, sin embargo, lleva ropa interior que es un poco apretada y
esta camisa que se abotona hasta el final. No se sabe cuándo vamos a intercambiar, por lo que está
teniendo cuidado. Bueno, entiendo eso. Sí. Pero…
Alcanzo sus senos. Este es mi cuerpo hoy. Creo que no hay nada malo en tocar mi propio cuerpo,
como siempre. Solamente. Excepto. Pero…
Mis manos se detienen y murmuro en voz baja:
—... Supongo que no debería.
Se abre la puerta corredera.
—... Realmente te gustan tus pechos, ¿verdad, hermana?
Eso es todo lo que dice la hermana pequeña antes de cerrar la puerta corredera. La veo irse...
mientras amaso mis senos.
... Esto está bien, ¿cierto? Por encima de su ropa. Solo un poco.

—Abuelaaaa. ¿Por qué está el cuerpo del dios de nuestro santuario todo el camino? —Se queja Yotsuha.
La abuela, que camina frente a nosotras, responde sin darse la vuelta.
—Gracias a Mayugorou, tampoco lo sé.
¿Mayugorou?
—... ¿Quién es ese? —Le susurro a Yotsuha, que camina a mi lado.
—¿Huh? ¿No lo sabes? Es famoso.
¿Famoso? Realmente no entiendo cómo funcionan estas relaciones en el campo.
Las tres mujeres Miyamizu —yo, la abuela y Yotsuha— hemos estado caminando por caminos
de montaña durante casi una hora. Hoy, me dicen, estamos llevando una ofrenda al cuerpo del dios de
su santuario en la cima de la montaña. Estas personas viven en un cuento popular, pienso,
completamente impresionado.
El sol que brilla a través del dosel de las hojas de arce las tiñe de rojo brillante. El aire es fresco y
seco, y hay un fuerte aroma a hojas secas en el agradable viento. Octubre. Quién sabe cuándo sucedió,
pero ahora es pleno otoño en este pueblo.
Ahora que lo pienso, me pregunto cuántos años tiene esta anciana.
La idea viene a mí mirando la pequeña espalda delante de mí. Incluso en este sendero de
montaña, lleva ropa tradicional. Es una caminadora sorprendentemente fuerte, pero su espalda tiene
una inclinación de libro de texto, y está usando un bastón. Nunca he vivido con una persona mayor, así
que ni siquiera puedo comenzar a adivinar su edad o en qué tipo de forma se encuentra.
—¡Oye, abuela!
Me lanzo a correr, luego me arrodillo frente a ella, ofreciéndole la espalda. Después de todo,
esta viejita cría a Mitsuha y a su hermana, y siempre nos prepara almuerzos realmente buenos. 40
—Déjame llevarte a cuestas. Si quieres…
—Oh, ¿puedo? —Mientras habla, está felizmente bajando su peso sobre mi espalda. Percibo un
olor distinto de una misteriosa fragrancia que olí una vez en la casa de otra persona hace mucho tiempo.
Por un momento, tengo una sensación extraña y cálida, como si este momento hubiera sucedido antes.
La anciana no pesa nada.
—Abuela, eres muy ligera… ¡Whoa!
En el momento en que me paro, la carga adicional dobla mis rodillas (de Mitsuha). Yotsuha me
apoya apresuradamente, quejándose:
—¡Vamos, hermanita!
Ahora que lo pienso, el cuerpo de Mitsuha también es bastante endeble, delgado y liviano.
Moverse por el mundo de esta manera... es algo sorprendente. El pensamiento me llega un poco.
—Mitsuha, Yotsuha. —Escucho la voz de la anciana sobre mi hombro, sonando serena—.
¿Sabéis qué es musubi?
—¿Musubi? —Yotsuha hace la pregunta a mi lado. Se está sujetando mi mochila contra su
estómago.
Bajo nosotras, a través de las rendijas entre los árboles, puedo ver el lago redondo. Hemos
subido bastante alto. El cuerpo de Mitsuha está todo sudoroso por la subida cargando a la abuela a las
espaldas.
—En el idioma antiguo, nuestras deidad guardiana local es llamada Musubi, ‘el Creador de
Espíritus’. Es una palabra con varios significados muy profundos.
¿Deidad guardiana? ¿A qué viene esto tan de repente? Aun así, la voz de esta anciana es como
salida del programa de Manga y Folclore de Japón, y es bastante persuasiva.
—¿Lo sabíais? —Ella empieza de nuevo—. Trenzar cuerdas se llama musubi. Unir a la gente
también es musubi. El paso del tiempo es musubi. Todos usan la misma palabra. Es un nombre para
nuestro dios, y el poder de dios. Describe los cordones trenzados que hacemos, los actos divinos y el
propio flujo del tiempo.
Puedo oír el murmullo del agua fluir. Debe haber un torrente por aquí, pienso.
—Se juntan para tomar una forma, retorciéndose, a veces quedándose a medias, rompiéndose,
y luego volviéndose a unir. Ese es un cordón trenzado. Eso es el tiempo. Eso es musubi.
Sin querer realmente, visualizo una corriente de agua clara. Se topa con rocas y se divide, se
mezcla con otros, se une de nuevo y, visto en su conjunto, está todo conectado. Realmente no entiendo
lo que dice la anciana, pero siento que he aprendido algo muy importante. Musubi. Incluso después de
despertar, me aseguraré de recordar esa palabra.
El sudor gotea de mi barbilla, cayendo al suelo con un sonido distintivo y es absorbido por la
montaña seca.
—Aquí, bebe.
Tomamos un breve descanso a la sombra. La anciana me da un termo.
No es nada grande, solo té de cebada endulzado. También así, es sorprendentemente bueno, y
agoto dos tazas seguidas.
—¡Vamos! ¡Yo también! —Yotsuha molesta.
Esta puede ser la mejor bebida que he tenido. 41
—Eso es otro musubi.
¿Huh?
Mientras le entrego el termo a Yotsuha, involuntariamente miro a la anciana.
Ella está sentada en la base de un árbol.
—Poner cualquier cosa en tu cuerpo, ya sea agua, arroz o sake, también se llama musubi. ¿Lo
sabíais? Lo que pones en tu cuerpo se une a tu alma, ya ves. Y así, la ofrenda que "estamos haciendo"
hoy es una tradición importante destinada a conectar al dios y los humanos entre sí, una costumbre que
la familia Miyamizu ha observado durante siglos.
Antes de darme cuenta, los árboles y el lago bajo nosotras —ahora del tamaño de un libro de
bocetos— están medio ocultos por las nubes. Cuando alzo la mirada, los mechones de nubes aún sobre
su cabeza parecen delgados como el papel, transparentes y brillantes. Fluyen rápidamente en la
distancia y se disuelven en el fuerte viento. Estamos en una zona rocosa donde solo crece el musgo.
Finalmente hemos llegado a la cima.
—¡Lo veo, lo veo! —Yotsuha está saltando. La alcanzo y sigo su mirada.
Más adelante, hay una cuenca en forma de cráter del tamaño de un campo de atletismo, como si
la cima de la montaña hubiera sido arrancada. El interior es un área verde y pantanosa, y cerca de su
centro se encuentra un árbol masivo y solitario.
Nunca había imaginado una vista como esta, y me quedo mirando.
Es casi como un jardín flotante natural. Nunca podrás verlo desde la ciudad. Es increíble.
—Este es el borde del otro lado. —Dice la anciana.
Hemos bajado al piso de la cuenca y hay un pequeño arroyo que fluye frente a nosotras. El gran
árbol está más allá.
—¿Del otro lado? —Yotsuha y yo decimos juntas.
—El mundo oculto, el otro mundo.
El otro mundo. La voz de cuento popular de la abuela me acaricia la espalda como un viento frío.
Mis pies vacilan un poco. Una montaña sagrada, o un punto de poder, o un punto de guardado, sea lo
que sea, la atmósfera que lo satura realmente parece pertenecer a otro mundo.
Es mejor que no sea uno de esos lugares que no te deja salir una vez que entras.
—¡Yaaaay, es el otro mundo!
Yotsuha grita y salpica la pequeña corriente. Los niños tienen realmente algo, todos tontos y
llenos de energía. Bueno, el clima es agradable, y el viento y el arroyo son pacíficos. Probablemente me
avergonzaría más tarde si tuviera los pies fríos por algo como esto. Tomo la mano de la anciana para que
no se moje, y cruzamos el arroyo en los peldaños.
—Para regresar a nuestro mundo... —Comienza la anciana, de repente suena solemne—.
Vosotras dos debéis dejar atrás lo que es más preciado para vosotras.
—¡¿Huh?! —A pesar de mí mismo, mi voz se vuelve aguda—. E-espera, abuela. ¡No digas eso
después de que ya estamos aquí!
La anciana sonríe ante mi protesta y sus ojos se arquean. Puedo ver los huecos donde le faltan
dientes, y es realmente espeluznante.
—No hay nada que temer. Me refería al sake. Sácalo. —La anciana instruye, y tanto Yotsuha
como yo quitamos pequeñas urnas de nuestras mochilas. Son el tipo de cosas que sueles ver en los 42
altares sintoístas en las casas de las personas. Hecho de cerámica blanca brillante, sus formas
redondeadas tienen unos centímetros de ancho y se ensanchan en un pedestal en la base. Las tapas
están selladas con cordones trenzados, y puedo escuchar salpicaduras de líquido en el interior.
> Debajo del cuerpo del dios —Dice la abuela, mirando el enorme árbol— hay un pequeño
santuario. Ofrecedlos allí. Ese sake es la mitad de ti, ya ves.
La mitad de Mitsuha.
Miro la urna en mis manos. Es ese sake especial, el que ella hizo masticando arroz. Este sake fue
hecho ‘mezclando’ al arroz y este cuerpo... Y yo soy quien lo ofrece. Sintiéndome incómodo, como si
estuviera a punto de marcar un gol con un pase de alguien con quien he estado luchando, pero al mismo
tiempo extrañamente orgulloso, empiezo a ir hacia el gran árbol.
Esta podría ser la primera vez que escucho verdaderas cigarras nocturnas. Sé cuáles son porque
es el efecto de sonido que siempre usan para la noche en películas y juegos. Su melancólica y vacilante
canción hace eco a mi alrededor, en todas partes, y hace que toda esta experiencia parezca mucho más
emocionante que una película real.
Hay un fuerte susurro, y una bandada de gorriones brota de la maleza justo en frente de mí.
Después de haber tenido la impresión de que las aves simplemente colgaban de los árboles, me
sobresalto, pero Yotsuha corre tras ellos, dando vueltas y vueltas. Parece que se está divirtiendo.
Debemos estar bastante cerca de la ciudad, hay un ligero olor a cena en el viento. La idea de que es
posible distinguir tan claramente los aromas de la vida humana cotidiana me sorprende un poco.

—Ya está oscureciendo.


Después de completar los asuntos formales del día, Yotsuha parece aliviada, como si finalmente
hubiera terminado su tarea. El sol de la tarde ilumina a la niña y a la anciana de lado, como un reflector.
Es casi demasiado perfecto para la imagen.
—¡Quién...!
La vista del pueblo que se ve debajo de nosotros me hace exhalar a pesar de mí mismo. Puedo
ver la ciudad entera de Mitsuha alrededor del lago. Las sombras azules ya han envuelto la ciudad, pero
el lago que bosteza al lado refleja el cielo rojo. En las laderas aquí y allá, se acumulan nieblas rosadas de
la tarde. El humo de la cena sale de varias casas, arrastrándose alto y delgado, como señales de humo.
Los gorriones que se deslizan por el aire sobre la ciudad brillan al azar, como motas de polvo después de
la escuela.
—¿Crees que podremos ver el cometa pronto?
Yotsuha está buscando en el cielo, bloqueando la puesta de sol con su palma.
—¿Cometa?
Ahora que lo menciona, recuerdo que estaban hablando de algo así por la televisión durante el
desayuno, sobre cómo el cometa pasaría lo suficiente cerca como para verlo a simple vista dentro de
unos pocos días y cómo, justo después del ocaso de hoy, probablemente seríamos capaces de verlo si
mirábamos diagonalmente sobre Venus.
—El cometa… —Lo digo en alto una vez más.
De la nada, siento como si estuviera olvidando algo.
Entrecierro los ojos, buscando el cielo al oeste, y descubro que estoy mirando al más allá. Sobre
Venus, el cual está especialmente brillante, veo la cola azul brillante del cometa. En lo profundo de mi
memoria, algo está tratando de salir a la superficie.
43
Es cierto. Una vez, antes, yo… Ese cometa…
—… Hey, hey. Mitsuha.
Antes de saber que estaba allí, la abuela me está mirando… a mi interior. Mi sombra se refleja
en lo profundo de sus profundos ojos negros.
—Estás soñando, ¿no?

De repente… me despierto.
He tirado la sábana y se cae de la cama sin hacer ruido. Mi corazón late con fuerza lo suficiente
como para levantarme las costillas (al menos eso creo), pero no puedo escuchar los latidos de mi
corazón. Es extraño. Pero justo después de que se forma el pensamiento, poco a poco, empiezo a
escuchar mi sangre bombear. Los gorriones de la mañana afuera de la ventana, los motores de los
automóviles, el ruido de los trenes. Como si finalmente estuviera recordando dónde estoy, mis oídos
comienzan a captar Tokio.
—… ¿Lágrimas?
Me toco la mejilla y encuentro gotas de agua en la punta de mis dedos.
¿Por qué? No lo sé. Me limpio los ojos con la palma de la mano. Mientras lo hago, el paisaje
crepuscular de hace un momento y las palabras de la anciana están desapareciendo, como el agua
empapando la arena.
Tweedle.
Bajo mi almohada, mi móvil pía.
Ya casi estoy. Espero con ansias.

En un mensaje de Line de Okudera-senpai.


¿Casi aquí? ¿De qué habla…?
Y entonces entiendo.
—Espera, ¿Mitsuha…? ¡Otra vez no!
Con pánico, husmeo en mi diario y leo la anotación de Mitsuha:
—¡¿Una cita?!
Salgo volando de la cama y me marcho a toda velocidad.
¡Cita con Okudera-senpai en Roppongi mañana! Ella estará esperando ante
la Estación de Yotsuya a las 10:30. Es una cita a la que quiero ir, pero si
por mala fortuna acabas yendo tú, sé agradecido y disfruta.

Por fortuna, el lugar en el que quedamos está cerca. Corro lo más que puedo y llego con un margen de
diez minutos. Mientras cojo aire, compruebo mi móvil para asegurarme. Okudera-senpai parece no
estar aún. Incluso aunque es por la mañana en un fin de semana, la zona alrededor de la estación está
muy animada.
Me limpio el sudor, arreglo el cuello de mi chaqueta y murmuro “Mitsuha, idiota” tres veces.
Entonces, por si acaso, empiezo a buscar a Okudera-senpai.
… Estoy en una cita con Okudera-senpai. No solo eso, pero como si lo fuera, esta es mi primera 44
cita. Una primera cita con Okudera-senpai, que es como una idol, o una actriz, ¿o Miss Japón? Sep, eso
es poner el listón diabólicamente alto.
Mitsuha, idiota. Todavía no es demasiado tarde, así que te lo ruego, ¡cambia de lugar conmigo!
—¡Taaaki!
—¡Waugh!
Una voz me sobresalta por detrás, y le doy un grito muy cojo. A toda prisa, me doy la vuelta.
—Lo siento. ¿Te hice esperar?
—¡No, no estaba esperando! Uh, quiero decir, sí, lo estaba! O no…
¿Qué pasa con esa pregunta? Si le digo que esperé, podría hacerla sentir mal, y si le digo que no
estaba esperando, me arriesgo a hacerle pensar que llegué tarde. Aaagh, ¿cuál es la respuesta correcta?
—Um, yo, er... —Aturdido, miro hacia arriba. Okudera-senpai está parada allí, sonriéndome—.
¡...!
Mis ojos se abren de par en par. Lleva medias negras, una minifalda acampanada blanca y una
blusa negra sin hombros. El atuendo monocromático deja sus hombros y piernas deslumbrantemente
expuestos, y varios accesorios dorados se han colocado estratégicamente, como si colocaran un sello
cuidadoso en los encantos de su piel. Hay una gran cinta de color moca en su pequeño sombrero blanco.
Se ve increíblemente sofisticada e increíblemente bonita.
—… Acabo de llegar.
—¡Oh, bien! —Se ríe, sonando alegre—. ¿Vamos?
Ella toma mi brazo... Ah, por un momento, solo un momento, tu pecho tocó mi brazo. Tengo un
impulso repentino e inmediato de pulir cada ventana en este pueblo.

—La conversación sigue muriendo...


En el baño, estoy colgando mi cabeza muy, muy bajo. Tengo ganas de estrellarla contra el
espejo.
Tres horas después de la cita, y ya estoy más agotado que nunca en mi vida. No tenía idea de
que era tan malo con las chicas. No, eso no es. Espero que no sea eso. Todo es culpa de Mitsuha por
arrojarme a esta situación sin preparación. Y más que nada, es culpa de Okudera-senpai por ser
demasiado bonita.
Quiero decir, todos los que pasamos la miran con la boca abierta. Luego me ven caminando a su
lado y me miran mal, como si estuvieran pensando: “¿Qué está haciendo ese pequeño punk allí?” Eso es
lo que me parece, de todos modos.
Pues claro. Incluso yo sé que estoy fuera de mi alcance. ¡Mira, no la invité a salir! Quiero andar
agarrando los hombros de las personas y poner excusas para mí. En consecuencia, no tengo ni idea de
qué hablar. Okudera-senpai puede decirlo e intenta iniciar conversaciones conmigo, pero eso me vuelve
increíblemente incómodo, lo que hace que sea aún más difícil hablar. Es un círculo vicioso.
Maldita sea, Mitsuha, ¿de qué hablais tú y Okudera-senpai?
Con la esperanza de un salvavidas, abro mi teléfono y reviso las anotaciones de Mitsuha.
... Dicho esto, apuesto a que nunca has estado en una cita antes.
Y así, a continuación, he reunido una colección de enlaces 45
cuidadosamente seleccionados, ¡solo para ti!
—¡¿Qué, en serio?!
¡Mira eso! ¡Ella es prácticamente un dios! Abro los enlaces como si me aferrara a ellos por mi
querida vida.
Enlace 1: Cómo tengo una novia aunque tenga un trastorno de
comunicación
Enlace 2: ¡Habilidades de conversación para la persona que nunca, nunca
ha sido la más pequeña!
Enlace 3: ¡Ya no las enfermarás! Una característica de los textos que
les encantarán
... De alguna manera tengo la sensación de que me está vendiendo muy, muy poco.

Al caminar por el museo de arte, finalmente me siento un poco aliviado.


No estoy particularmente interesado en la exhibición de fotos, titulada Nostalgia, pero es genial
estar en un lugar donde no es extraño no hablar. Okudera-senpai está a cinco pies delante de mí,
paseando lentamente, mirando plácidamente las fotos. Furano, Tsugaru, Sanriku, Rikuzen, Aizu,
Shinshu... La exposición está dividida regionalmente, pero todos los paisajes rústicos me parecen
iguales. No conozco la manera correcta de apreciar las fotos, pero las únicas diferencias que puedo
distinguir son si el fondo es montañas u océano y si es verano o invierno. Las casas, las estaciones de
tren, los caminos y las personas parecen extrañamente similares. Supongo que el Japón rural
probablemente se ve así sin importar a dónde vayas. En ese caso, los distritos de Tokio tienen mucha
más personalidad. ‘Shibuya e Ikebukuro’, por ejemplo, o ‘Akasaka y Kichijouji’, o ‘Meguro y Tachikawa’.
Además, en la sección etiquetada Hida, mis pies se detienen solos. Este es diferente de los
demás.
Bueno no. Las fotos todavía se parecen, pero conozco este lugar: los contornos de las montañas,
la curva de la carretera, el tamaño del lago, la forma de las puertas rojas del santuario, la disposición de
los campos. Solo sé, la forma en que siempre puedes elegir tus propios zapatos de un desorden de
zapatillas dispersas sin siquiera intentarlo. En realidad, nunca fui a visitar a parientes en el país durante
las vacaciones de verano cuando era niño, pero así es como se siente. Tengo una sensación surrealista y
poderosa de déjà vu sobre el lugar. Esto es…
—¿Taki?
Cuando me giro hacia la voz, Okudera-senpai está de pie a mi lado. Por un segundo, olvidé que
ella existía.
—Sabes, Taki —Dice ella con una sonrisa—, pareces una persona diferente hoy.
Ella ejecuta un hermoso giro, como una modelo, y se aleja, dejándome atrás.

Lo pasé.
Todo lo que hice hoy fue caminar hasta la cita que Mitsuha planeó como si todo hubiera sido
una tarea. Seguí inventando excusas y ni siquiera consideré lo que Okudera-senpai, que estaba allí
conmigo, podría estar sintiendo. Aunque yo (bueno, Mitsuha) fui quien la invitó. Aunque debería haber
estado extasiado solo para pasar tiempo con ella. Aunque he pasado toda mi vida esperando un día 46
milagroso exactamente así.
Desde el puente peatonal, tengo una vista clara del grupo de edificios de Roppongi que
acabamos de dejar. Cientos de ventanas brillan doradas al sol de la tarde. Mis ojos vuelven a Okudera-
senpai delante de mí. Ella no dice una palabra. Su cabello brilla, y su sombrero y su ropa lucen
completamente nuevos. Hoy, al menos, podría haberse tomado todas esas molestias solo por mí. El
pensamiento hace que mi garganta se tense. Siento que el oxígeno se diluye repentinamente y es difícil
respirar. Busco palabras como si estuviese desesperadamente agitando la superficie del océano.
—¿Okudera-senpai?
Ella no se gira.
—… ¿Tienes hambre? Podríamos ir a cenar a algún lado...
—¿Por qué no lo dejamos para otro día? —Sugiere con el tono de una maestra paciente.
—Bueno…
De improviso, digo algo realmente descabellado. Okudera-senpai finalmente se dio la vuelta,
pero su expresión se desvaneció en el sol de la tarde.
—No puedo verlo claramente.
—Taki... Perdóname si me equivoco, ¿de acuerdo? Hace mucho tiempo, te gustaba un poco,
¿no es cierto?
—¡¿Qué?! —¡¿Ella lo sabía?! ¡¿Cómo?!
—Y ahora hay alguien más que te gusta, ¿no?
—¡¿Huuuuuuuh?! —Sudo tanto como si de repente me hubiera teletransportado a una selva
tropical—. ¡N-no, no la hay!
—¿De verdad?
—¡Eh, no lo hay! ¡No hay absolutamente nadie así!
Me pregunto...
Okudera-senpai examina mi rostro con escepticismo.
¿Alguien más que me gusta? No, no hay nadie así. Estoy bastante seguro de que no lo hay. Solo
por un momento, su largo cabello y la suavidad de sus senos parpadean en mi mente pero desaparecen
casi de inmediato.
—Bueno, olvidalo. —Su tono es brillante y claro, y su rostro retrocede.
¿Huh?
—Gracias por hoy. Te veré en el trabajo.
Okudera-senpai me agita una mano, luego simplemente se aleja, dejándome atrás.
Mecánicamente, abro la boca. Cierro. Abro de nuevo. Además, no salen palabras, y mientras lo
hago, la espalda de Okudera-senpai desciende del puente peatonal y desaparece entre la multitud
frente a la estación.

Miro el sol de la tarde, como si me hubieran abandonado al borde del verano. No hay interrupciones en
los autos que pasan por debajo del puente peatonal, y después de haberlos escuchado durante un
tiempo, empiezo a sentir que estoy en un puente real, sobre un río. El sol tardío es tan débil como una 47
linterna, y está desapareciendo detrás del tanque de agua en la parte superior de un edificio de uso
mixto. Me concentro en ello todo el tiempo, atentamente, como si tratara de reclamar algo.
Parece que hay otras cosas que debería estar haciendo, pero no puedo pensar en nada
específico. Solo quiero ir al pueblo de Mitsuha nuevamente, rápido. Convertirse en Mitsuha significa
hablar con ella también. Cuando nos intercambiamos, al mismo tiempo, estamos conectados de alguna
manera especial. Estamos intercambiando experiencias. Estamos unidos como hablaba su abueladma. Si
me convierto en Mitsuha, creo que podré hablar sobre lo que sucedió hoy. Quiero bromear con ella.
"Es por eso que no eres popular, ya sabes".
"Es tu culpa por haber prometido cosas sin verificar primero".
Abro el diario en mi teléfono. Hay más en la nota de Mitsuha.
El cometa debería ser visible para cuando la cita acabe.

¡Eeeeee, qué romántico! No puedo esperar a mañana.


Ya vayas tú o yo, ¡hagamos lo mejor en la cita!
¿Cometa?
Miro al cielo. Los últimos rastros de la puesta de sol ya se han ido. Algunas de las estrellas más
brillantes están fuera, y un avión está volando, zumbando débilmente, pero eso es todo. No hace falta
decir que no hay cometa.
—¿De qué está hablando? —Murmuro en voz baja.
Si un cometa que la gente pudiera ver realmente estuviera pasando, habría sido una gran
noticia. Quizás Mitsuha se confundió.
De repente, mi corazón tiembla con inquietud en sus rincones más oscuros.
Algo está tratando de emerger en mi mente.
Hojeo el teléfono y saco el número de móvil de Mitsuha, mirando esos once dígitos. Cuando
comenzamos a intercambiar, intenté llamar a este número varias veces, pero por alguna razón, nunca
cogió. Lo toco con la punta de un dedo. Se reproduce el sonido de llamada. Entonces oigo una voz del
hablante:
—El número que ha marcado no está disponible. O el número no está en servicio o la unidad está
apagada o fuera de rango...
Alejo el teléfono de mi oreja y presiono FINALIZAR LLAMADA.
Así que las llamadas realmente no pasan. Bueno lo que sea. Solo le contaré sobre el choque del
tren de un día la próxima vez que cambiemos. También le preguntaré sobre el cometa. Cambiaremos
mañana o pasado mañana, de todos modos.
Con ese pensamiento, finalmente bajo del puente peatonal. Hay una media luna pálida y lisa en
lo alto, sola, como si alguien la hubiera olvidado allí.
Pero después de eso, Mitsuha y yo nunca volvimos a intercambiar.

48
49
Capítulo 4
La búsqueda

M
uevo mi lápiz aburrido.
Las partículas de carbón se funden con las fibras del papel, las líneas se acumulan y la libreta
una vez blanca se oscurece más y más. Incluso así, no me las he arreglado para capturar por
completo las visiones en mi memoria.
Cada mañana, cojo el tren para ir a clase durante la hora punta. Me siento en aburridas clases.
Como con Tsukasa y Takagi. Camino por la ciudad, mirando al cielo. En algún lugar por el camino, su azul 50
se ha oscurecido un poco más. Poco a poco, los árboles alineados en las calles empiezan a cambiar de
color.
En mi habitación a la noche, dibujo. En mi escritorio, hay un montón de guías que tomé
prestadas de la biblioteca. Busqué las cordilelras de Hida en mi móvil. Busco unas que encajen con las
que recuerdo. Mantengo mi lápiz en movimiento, tratando de de copiarlas en el papel de algún modo.
Alguno días, llueve, oliendo como a asfalto. Algunos días está soleado con nubes que recuerdan
a ovejas. Algunos días, los vientos soplan fuerte, llenando a Tokio de arena amarilla.
Cada mañana, me monto en trenes concurridos. Voy a mi trabajo a tiempo parcial. A veces,
Okudera-senpai y yo trabajamos en el mismo turno. Me esfuerzo por mirarle a los ojos, para sonreír
apropiadamente, para hablar normalmente. Creo, muy firmemente, que quiero ser justo con todos.
Algunas noches aun hace tanta calor y humedad como en verano, mientras que otras me
recorren escalofríos por la espalda. No importa la temperatura, cuando estoy dibujando, tengo tanto
calor que siento como si tuviera una manta enrollada en Ia cabeza. El sudor cae ruidosamente sobre mi
cuaderno de bocetos. Emborrona lo que dibujo. Incluso así, las visiones del pueblo que vi como Mitsuha
están tomando formas, juntándose, poco a poco.
De camino a casa desde el instituto, de camino desde el trabajo, me salto el tren y tomo largas
caminatas. El escenario de Tokio cambia durante el día. Antes de darme cuenta, hay filas de enormes
gruas en Shinjuku y el Jardín Exterior alrededor del Santuario Meiji y Yotsuya, a los pies del Puente
Benkei y camino a la Colina Anchinzaka. Poco a poco, formas de metal y cristal se alzan al cielo. Más allá,
hay una luna blanca y brillante.
Finalmente, acabo varios dibujos del pueblo del lago.
Este fin de semana, iré allí.
Con esa resolución, siento la tensión drenarse de mi rígido cuerpo por primera vez en mucho
tiempo. Incluso ponerse en pie parece costar mucho trabajo, así que me desplomo sobre mi escritorio.
Justo antes de quedar dormido, deseo con fuerzas, como siempre hago…
… pero aun no me despierto como Mitsuha.

He metido mudas para tres días y mi cuaderno de bocetos en mi mochila. Pensando que podría hacer
algo de frío allá, cojo una chaqueta gruesa con capucha. Me pongo mi brazalete de la amistad de la
suerte en mi muñeca como siempre, y entonces dejo el condominio.
Salgo más temprano que de costumbre, así que el tren va vacío, aunque la Estación de Tokio aún
está llena de gente. Me pongo junto a unos extranjeros con maletas redondas, compro un billete
Shinkansen a Nagoya de la máquina automática, y me dirijo al Tokaido Shinkansen.
No creo a mis ojos.
—¿Qué…? ¡¿Por qué estáis aquí?!
Okudera-senpai y Tsukasa están de pie lado a lado junto a un pilar justo ante mí. Okudera-
senpai hace una mueca.
—Eh-heh-heh. ¡Bueno, aquí estoy!
… Bueno, ¿aquí estás? ¡¿Qué eres, la heroína de un anime super lindo?!
Miro a Tsukasa. Me devuelve la mirada, su expresión blanda como si dijera: ¿Hay algún
problema? 51
—¡Tsukasa, idiota! ¡Te pedí que me dieras una coartada ante mi padre y cubrieras mi turno en el
trabajo, ¿recuerdas?! —Reprendo a Tsukasa, que está en el asiento junto al mío, por lo bajo. Casi todos
los asientos no reservados en el tren bala están llenos de hombres de negocios con trajes.
—Takagi te está cubriendo en el trabajo. —Dice suavemente, mostrando su móvil.
—¡Déjamelo a mí! —Takagi alza los pulgares en el vídeo—. Aunque me debes una comida.
—Seréis unos malditos… —Murmuro secamente.
Pedírselo a Tsukasa fue un error. Estaba planeando saltarme las clases hoy y pasar el fin de
semana —viernes, sábado y domingo— en Hida. Fui a donde Tsukasa ayer y le rogué ayuda, diciéndole
que algo había pasado y que tenía que ir a ver sí o sí a un amigo, pidiéndole que hiciera preguntas y me
dejara usarle de excusa mientras me iba.
—Vine porque estaba preocupado por ti. —Tsukasa dice sin pizca de penitencia—. No podía solo
dejarte ir solo, ¿no? ¿ ¿Qué vas a hacer si resulta ser un juego de tejones1?
—¿Un qué de tejones?
¿De qué está hablando? Mis cejas se fruncen, y Okudera-senpai, que está sentada enfrente de
Tsukasa, se inclina.
—¿Vas a ver a un amigo que conociste online, Taki?
—¿Huh? No, lo del online fue una excusa, y, uh… —Ayer, Tsukasa fue realmente persistente al
preguntar a quien iba a visitar, así que fui vago y le dije que era alguien que conocí en una red social.
Tsukasa gravemente informa a Okudera-senpai:
—Francamente, sospecho que es una cita.
Casi escupo.
—¡No lo es!
—Parecías muy en las nubes últimamente, ¿sabes? —Mirando preocupado, Tsukasa extiende
una caja de Pocky2 para mí—. Solo iremos y observaremos de lejos.
—¡¿Qué soy, un niño de primaria?! —Exijo, arremetiendo.

1
El juego del tejón es un esquema de extorsión, a menudo perpetrado en hombres casados, en los cuales la
víctima o "la señal" se engañan en una posición comprometedora para hacerle vulnerable al chantaje.
2
El Pocky es una golosina japonesa que consiste de un palito de galleta cubierto con chocolate. En España se
comercializa con el nombre de Mikado.
Okudera-senpai me observa atentamente. Ella tiene una idea totalmente errónea sobre esto
también.
Este va a ser un viaje largo, pienso desganado.
—Próxima parada, Nagoya. —Una voz perezosa anuncia a través del altavoz del tren.
Los intercambios con Mitsuha empezaron y comenzaron de repente. No importa cuanto piense
en ello, no podía figurarme el por qué. Tras varias semanas, me costó sacudirme la sospeche de que
podría haber sido una serie de sueños extremadamente vívidos.
Sin embargo, tengo pruebas. No puedo creer que las entradas del diario que Mitsuha
dejó en mi teléfono salieran de mi cabeza. Esa cita con Okudera-senpai nunca podría haber sucedido si
hubiera sido yo mismo. Estoy convencido de que Mitsuha es una chica de verdad. El calor de su cuerpo,
su pulso, la forma en que respira, su voz, la luz roja que se alza sobre sus ojos cerrados, los vibrantes 52
sonidos en sus oídos, sentí todo eso. Experimentar su vida fue tan intensa que me convenció: si ella no
está viva, entonces nada lo es. Mitsuha es real.
Debido a eso, la forma abrupta en que terminó me está poniendo extrañamente incómodo. Algo
podría haberle sucedido. Tal vez ella tuvo fiebre. Tal vez hubo algún tipo de accidente. Incluso si estoy
pensando demasiado, al menos, ella también estará preocupada por la situación. Por eso decidí ir a
verla en persona. Pero…
—... ¿Perdona? ¿Realmente no sabes dónde está ella?
Estamos en un asiento de caja para cuatro personas en el tren expreso Hida. Okudera-senpai
suena incrédula y se tapa la cara con un almuerzo que recogió en la estación.
—… Eso es.
—¿Tu única pista es cómo se ve el pueblo? ¿Ni siquiera puedes contactar a esta chica? ¡¿Me
estás tomando el pelo?!
No les pedí que vinieran conmigo. ¿Cómo es que me culpan? Miro a Tsukasa, deseando que diga
algo. Lo hace, tragando un bocado de chuleta de miso.
—Eres un planificador de viajes abismal. —¡Esa no es la cuestión!
Los pierdo por un segundo. Estos dos piensan que están en algún tipo de excursión. Puedo leer
sus expresiones claramente. Simplemente no hay remedio. ¿Por qué están actuando superiores, de
todos modos?
—Bueno, no importa. —Dice Okudera-senpai. Inesperadamente, sonríe, alzando su pecho—.
No te preocupes, Taki. Te ayudaremos a buscarla.

—¡Oyeee, es muy lindo! Taki, mira esto, ¡mira!


En la estación local a la que finalmente llegamos después del mediodía, Okudera-senpai brota
sobre la tranquila mascota de la zona. Es un disfraz de vaca de felpa de cuerpo completo que lleva una
gorra de empleado de la estación. La cámara del teléfono de Tsukasa dispara clic tras clic en la pequeña
terminal.
—Estáis en medio.
Mientras miro el mapa local publicado en la estación, estoy aún más convencido de que estos
dos no serán de ninguna ayuda. Solo tendré que encontrarla yo mismo.
El plan es así: como no sé exactamente dónde está la ciudad de Mitsuha, tomaremos el tren
hasta un lugar que parezca cercano al paisaje en mi memoria. A partir de ese momento, todo lo que
tendremos que seguir serán los bocetos de paisajes que dibujé. Iremos por ahí mostrando los dibujos a
los residentes, preguntando si alguien los reconoce, trabajando lentamente hacia el norte a lo largo de
la línea local. Recuerdo que hay un cruce de ferrocarril en una de las escenas, así que seguir las vías
debería funcionar.
Es un enfoque muy vago, hasta el punto de que realmente no puedo llamarlo un "plan" en
absoluto, pero no se me ocurre otra forma. Además, no puede haber tantos pueblos construidos
alrededor de lagos. Estoy convencido de que probablemente encuentre algún tipo de pista esta noche,
aunque no tengo motivos para pensar eso.
Psicándome, doy un primer paso seguro, saliendo para hablar con el conductor del taxi solitario
estacionado afuera de la estación.
53

—… Esto no funciona…
Me dejo caer en una parada de bus, mi cabeza colgando.
Toda la confianza que tenía cuando empezamos a preguntar se ha esfumado.
Después de que el primer taxista me diera un seco “Nope, no me suena”, probamos en
comisarías, tiendas de conveniencia, de souvenirs, casas de huéspedes, cenas y a granjeros y escolares,
ajenos a cómo nos veíamos, pero nuestros resultados fueron totalmente negativos. El hecho de que solo
hubiera un tren local cada dos horas nos dificultaba el traslado, por lo que pensamos en tratar de
preguntarle a la gente en el autobús. Abordamos con buen humor pero éramos los únicos pasajeros. Ni
siquiera tenía ganas de preguntarle al conductor en ese momento, y la última parada fue en medio de la
nada, sin casas a la vista. Todo el tiempo, Tsukasa y Okudera-senpai aprovecharon alegremente su viaje
de un día, jugando juegos de palabras, cartas, juegos telefónicos, variaciones en piedra, papel y tijera, y
comiendo bocadillos. Finalmente, terminaron a cada lado de mí en el autobús, apoyados en mis
hombros y dormitando pacíficamente.
Ahoras, mientras toman una Coca Cola en la parada, suspiro. Lo oyen y reaccionan juntos:
—¡Oh, venga, Taki! ¡¿Ya te rindes?!
—¡¿Qué hay de todo nuestro trabajo duro?!
Lanzo otro suspiro, tan profundo que casi me levanta los pulmones. Okudera-senpai está usando
ropa extrañamente entusiasta para caminatas serias. En contraste, Tsukasa lleva pantalones chinos
como si estuviera paseando por el vecindario. En este punto, ambos conjuntos realmente me irritan.
—Vosotros habéis sido cero ayuda...
Ambos se ven inocentes, como si dijeran: ¿Oh, en serio?

—Tomaré un ramen Takayama.


—Un Takayama por aquí.
—Uh, bien, tomaré lo mismo.
—Oído cocina. ¡Tres ramen! —Dice la señora de mediana edad alegremente.
En nuestro camino sin frutos a la siguiente (anormalmente distante) estación, encontramos una
tienda de ramen que estaba milagrosamente abierta e hicimos una parada. Cuando la señora llevando
un pañuelo triangular nos dijo: "Vamos", su sonrisa parecía un faro, no muy diferente de la apariencia de
una tan esperada partida de búsqueda cuando estás perdido.
El ramen es bueno tambié. Al contrario que su nombre, es un ramen perfectamente ordinario
(pensé que podría tener ternera de Hida encima, pero era carne de cerdo a la brasa normal), pero tan
pronto como comí los fideos y los vegetales, puedo sentir a mi cuerpo recargarse. Tras vaciar la sopa del
cuenco y beber dos vasos de agua, finalmente cogí aire.
—¿Crees que podremos volver a Tokio hoy? —Le pregunto a Tsukasa.
—Hmm… No sé. Tal vez ya acabaran por hoy. ¿Quieres que lo revise? —Tsukasa aparentemente
no esperaba esto, pero saca su teléfono y comienza a buscar cómo llegar a casa.
—Gracias. —Le digo.
—Taki, ¿estás seguro de que está bien? —Pregunta Okudera-senpai. Ella está al otro lado de la
mesa y todavía no ha terminado de comer.
54
No estoy seguro de cómo responder, así que miro por la ventana.
El sol apenas está atrapado en el borde de las montañas, brillando pacíficamente sobre los
campos a lo largo de la carretera de la prefectura.
—No puedo explicarlo, pero comienzo a sentir que estoy en el camino equivocado. —Murmuro,
medio para mí mismo. Podría ser mejor volver a Tokio y reelaborar mi estrategia. Sería una cosa si
tuviera fotos, pero esperar encontrar la ciudad con bocetos como estos podría haber estado pidiendo
demasiado.
Al menos, así es como comienza a parecer cuando levanto mi cuaderno de bocetos y lo miro. Es
una ciudad rural completamente ordinaria, con el tipo de casas que ves por todas partes dispersas
alrededor de un lago redondo. Aunque me pareció tan sólido cuando terminé de dibujarlo, ahora parece
un paisaje anónimo y mediocre.
—Eso es el viejo Itomori, ¿no?
—¿Huh? —Me doy la vuelta y veo el delantal de la señora. Ella está vertiendo agua en mi vaso
vacío.
—¿Dibujaste eso, hijo? Di, ¿puedo echar un vistazo? —Me quitó el cuaderno—. Este es un muy
buen dibujo. ¡Hon, ven un segundo! —La mujer grita hacia la cocina.
Los tres la miramos boquiabiertos.
El dueño de la tienda de ramen sale de la cocina y considera el boceto, sonriendo un poco.
—Oh, sep. Eso era Itomori, seguro. Me trae recuerdos...
—Mi marido es de Itomori, ya ves.
¿Itomori?
De repente, recuerdo. Me levantó de la silla.
—Itomori… ¡Sep, Itomori! Claro, ¿por qué no podía recordarlo? ¡Es Itomori! ¡Está cerca, ¿noit?!
La pareja se ve desconcertada, intercambiando miradas perplejas. El hombre abre la boca:
—Chico… Sabes sobre Itomori, ¿no? Fue donde-
Tsukasa interrumpe en alto:
—¡¿Itomori?! Taki, ¿no me digas…?
—¿Qué, espera…? ¡¿Te refieres a donde el cometa…?! —Incluso Okudera-senpai habla, los ojos
abiertos.
—¿Huh…?
No entiendo lo que está pasando y miro al resto. Todos me miran con duda. La sombra de lo que
ha estado tratando de cruzar mi mente todo este tiempo susurra sigilosamente, creciendo cada vez más
siniestro.

El canto de un milano real cruza la atmósfera, lo bastante solitario como para congelar la sangre.
Una fila de barricadas de ‘NO PASAR’ se extienede tan lejos como el ojo alcanza a ver, arrojando
largas sombras sobre el asfalto roto. En una señal con vides enredadas alrededor se lee:
DE ACUERDO CON LAS ACTUACIONES BÁSICAS
55
DE ANTIDESASTRES, ESTA ZONA ES INNACCESIBLE.
NO ENTRAR.
—AGENCIA DE RECONSTRUCCIÓN
Y justo ante mí descansa Itomori, devastada por alguna fuerza inimaginable y mayormente
tragada por el lago.
—… ¿Realmente este es el lugar? —Okudera-senpai se me acerca por detrás, su voz temblando.
Sin esperar a que responda, Tsukasa responde, sonando desesperadamente animado:
—¡No puede ser! Es como dije: Taki está confuso.
—… Eso es.
Me limpio las lágrimas ante las ruinas, escaneando mis alrededores.
—No es solo el pueblo. Recuerdo ese patio de la escuela, las montañas alrededor, el instituto…
¡Lo recuerdo todo perfectamente!
Tengo que gritar las palabras para convencerme. Tras nosotros está el edificio del instituto,
negro y holliniento, con algunas de sus ventanas rotas. Estamos en el terreno del Instituto de Itomori,
mirando al lago.
—¿Así que estás diciendo que este es el pueblo que buscabas? ¿En donde vive tu amigo online?
—Tsukasa grita, esa parcheada sonrisa aún colgando de su voz.
—¡No es siquiera posible! Ese desastre ocurrió hace 3 años. ¡Cientos de personas murieron! ¡¿Lo
recuerdas, cierto, Taki?!
Y con eso, finalmente me giro hacia Tsukasa.
—… ¿Murió?
Pretendo mirar su cara, pero mi mirada lo atraviesa a él, al instituo, solo para disiparse en la
distancia. Sé que debo estar mirando a algo, pero no hay nada allá.
—¿Hace 3 años… ella murió?
Abruptamente, lo recuerdo.
El cometa que vi sobre Tokio hace 3 años. Incontables estrellas fugaces cayendo a través del
cielo en el oeste. Pensé que era precioso, como un sueño. Estaba todo excitado.
¿Fue entonces cuando ella murió? No.
No puedo reconocer eso.
Busco palabras. Pruebas.
—Eso no puede ser verdad… Quiero decir, mira, tengo las entradas en el diario que ella escribió.
Saco el móvil del bolsillo. Impulsado por el miedo insano de que la batería se agote para siempre
si me tomo demasiado tiempo, lo hojeo con pánico y muestro las entradas del diario de Mitsuha.
Realmente están ahí.
—¡…!
Me froto los ojos, con fuerza. Por un momento, las letras parecen retorcerse.
—¿Qué…?
Primero una letra, luego otra.
Las palabras que Mitsuha escribió empiezan a volverse símbolos ininteligibles. En poco tiempo, 56
el texto parpadea como la llama de una vela, y luego desaparece. Una por una, sus entradas
desaparecen por completo. Es como si un hombre invisible estuviera presionando BORRAR. Mientras
miro, todas sus oraciones desaparecen.
—¿Por qué…? —Pregunto muy tranquilamente.
El canto del milano real se escucha de nuevo, alto y distante.

Hace 3 años, en octubre, justo en esta época del año, Tiamat, un cometa con un período en la órbita
solar de 1.200 años, hizo su aproximación más cercana a la Tierra. Era un satélite a gran escala: su
período orbital es súper largo avergonzó al de 66 años del Cometa Halley, y tenía un radio de 10.4
billones de millas. No solo eso, pero se proyectó que pasaría aproximadamente a setenta y cinco mil
millas3 de la Tierra, más cerca que la luna. La cola de este brillante cometa azul fluiría a través de la
cúpula del cielo nocturno por primera vez en 1.200 años. El ambiente del mundo entero era festivo, ya
que dio la bienvenida al cometa Tiamat.
Hasta el momento en que sucedió, nadie anticipó que el núcleo del cometa se dividiría en las
proximidades de la Tierra. O que una masa rocosa de unos 130 pies4 de diámetro fue enterrada en su
núcleo helado. El fragmento del cometa se convirtió en un meteorito, cayendo en picado a la Tierra a la
velocidad devastadora de casi veinte millas por segundo5. Trágicamente, golpeó a Japón, en un área
residencial llamada Itomori.
El pueblo estaba en su Festival de Otoño ese día. La colisión ocurrió a las 8:42 PM. El punto de
impacto fue cercano al Santuario Miyamizu, que debía haber estado repleto de puestos de festivales y
lleno de gente.
El meteorito destruyó instantáneamente un área amplia, centrada en el santuario. La
destrucción no se limitó a las casas y al bosque. El impacto hizo un gran agujero en el suelo, formando
un cráter de casi media milla de ancho. Un segundo después, temblores de magnitud 4.8 sacudieron
ubicaciones a tres millas de distancia. Quince segundos después, el viento de la explosión se abrió paso,
infligiendo un daño enorme en la mayor parte del pueblo. La cifra final de muertos fue de más de
quinientos, un tercio de la población de la ciudad. Itomori se convirtió en la ubicación del peor desastre
de meteoritos en la historia humana.

3
120.700,80 km.
4
39,624 metros.
5
115.873 km/h.
Dado que el cráter se había formado justo al lado del Lago Itomori, el agua ingresó, creando
finalmente un cuerpo de agua en forma de calabaza, el Nuevo Lago Itomori.
Los daños en el lado sur del pueblo fueron relativamente leves, pero incluso los
aproximadamente mil residentes que escaparon se alejaron, uno tras otro. En menos de un año, tenía
problemas para funcionar como municipio. Catorce meses después de la caída del meteorito, a todos los
efectos, Itomori se había ido.
Estos son hechos de libros de texto y, por supuesto, ya los conocía. Hace 3 años, estaba en la
secundaria. Recuerdo haber visto el Cometa Tiamat desde una colina en mi vecindario.
... Pero eso es raro. No tiene sentido
Viví en Itomori como Mitsuha, varias veces, hasta el mes pasado. Eso significa que lo que vi, el
lugar donde vivía, no era Itomori. 57
El cometa y mi intercambio con Mitsuha no tuvieron nada que ver el uno con el otro.
Sería normal pensar eso. Es lo que quiero pensar.
Sin embargo, hojeando libros en esta biblioteca de la ciudad cerca de Itomori, estoy
irremediablemente confundido. Desde hace un tiempo, en el rincón más profundo de mi mente, alguien
ha estado susurrando: Aquí es donde estabas.
- Itomori desaparecida.
- Registros completos de Itomori, la villa que se hundió en una noche.
- La tragedia del Cometa Tiamat.
Pasé tomo tras tomo con títulos como eses.
Las fotos de los días pasados en Itomori muestran lugares inequívocos de donde he estado. Esta
es la escuela primaria a la que iba Yotsuha. El Santuario Miyamizu Shrine es donde su abuela es la
sacerdotisa principal. Este estacionamiento inútilmente grande, los dos bares justo al lado del otro, la
tienda de conveniencia que parece un granero, el pequeño cruce de ferrocarril en la carretera de
montaña y, por supuesto, el Instituto de Secundaria de Itomori... En este punto, los reconozco todos
claramente. Ver esas calles arruinadas con mis propios ojos ha agudizado mis recuerdos.
Me cuesta respirar. Mi corazón está inquieto, latiendo irregularmente, y se rehúsa a calmarse.
Se siente como si las vívidas fotos estuvieran absorbiendo en silencio el aire y cualquier sentido de
realidad.
Instituto de Itomori: último Festival del Deporte
La foto sobre esta frase muestra a los estudiantes de secundaria en medio de una carrera a tres
piernas. El par que va al final me resulta familiar. Una tiene flequillo y trenzas de corte recto. El cabello
de la otra chica está atado con un cordón naranja.
El aire se vuelve aún más escaso.
Siento como si la sangre, caliente, bajase por mi nuca, pero cuando la limpio con mi mano, solo
es sudor transparente.
—… Taki.
Alzo la mirada. Tsukasa y Okudera-senpai están de pie allí. Me entregan un único libro. Las letras
de aluminio en una fuente pesada están estampadas en su cubierta gruesa:
Desastre del cometa de Itomori -
Lista y relación de víctimas
Paso las páginas. Los nombres de las víctimas y sus direcciones van por distrito. Las recorro con
mi dedo. Sigo pasando páginas.
Finalmente, mi dedo se detiene en los nombres que reconozco.
Teshigawara, Katsuhiko (17)
Natori, Sayaka (17)
—Teshigawara y Saya…
Cuando murmuro, oigo a Tsukasa y Okudera-senpai coger aire.
Entonces, encuentro los nombres que lo prueban todo.
Miyamizu, Hitoha (82)
Miyamizu, Mitsuha (17)
58
Miyamizu, Yotsuha (9)
Los otros dos miran sobre mi hombro la lista.
—¿Es ella…? ¡Tiene que ser alguna clase de error! Quiero decir, ella es… —Okudera-senpai
parece como si fuera a ahogarse con las lágrimas—. Lleva muerta 3 años.
Tratando de negar sus palabras, grito:
—¡Hace solo dos o tres semanas, ella-!
Cuesta respirar. Inhalo desesperadamente y continuo. Esta vez, me sale como un murmullo:
—Me dijo que seríamos capaces de ver el cometa…
De algún modo me las arreglo para apartar mis ojos de las letras que deletrean Mitsuha.
—¡Así que…!
Cuando levanto la cabeza, mi cara se refleja en la oscura ventana ante mí.
¿Quién eres?, pienso de la nada.
De lo más profundo de mi mente, muy muy lejos, oigo una voz ronca:
… Oh, dios.
Tú eres…
—Estás soñando, ¿no?
¿Un sueño? Me estoy ahogando en una ola de confusión.
¿Qué…
… demonios…
… estoy haciendo?

En la habitación de al lado, puedo escuchar los sonidos de una cena. Alguien dice algo, hay una
carcajada y luego los aplausos resuenan como un aguacero. Ha estado sucediendo una y otra vez por un
tiempo. Me esfuerzo en escuchar, preguntándome qué tipo de grupo son. Sin embargo, no importa
cuánto escuche, no puedo distinguir una sola palabra. Todo lo que puedo decir es que están hablando
japonés.
¡Thunk! Hay un ruido fuerte, y lo siguiente que sé es que me desplomo con la cabeza sobre el
escritorio. Debí golpearme la frente; un dolor sordo sigue un poco más tarde. Estoy muerto de
cansancio.
No importa cuánto lea las ediciones de tamaño reducido de periódicos viejos y números
anteriores de revistas, parece que ya no puedo recordar el texto. Revisé mi teléfono varias veces, pero
ninguna de sus entradas en el diario está en él. Todo rastro se ha ido.
Con la cabeza todavía baja, abro los ojos. Mirando el escritorio una fracción de pulgada frente a
mí, trato de poner en palabras la conclusión a la que he llegado en las últimas horas.
“Todo fue solo un sueño” y... “¿Quiero creer eso o no?”
—El escenario parecía familiar porque inconscientemente recordaba las noticias de hace 3 años.
Es decir, ella era...
¿Qué era ella?
59
—… ¿Un fantasma? O no... Todo fue una...
Todo... mi...
—... ¿Ilusión?
Con un sobresalto, levanto la cabeza. Algo está desapareciendo.
Su…
—¿Cómo se llamaba ella…?
Tap, tap, llega un ruido repentino, y la puerta de madera se abre.
—Tsukasa dice que va a tomarse un baño. —Okudera-senpai entra llevando una de las ligeras
batas de la posada. La atmósfera en la habitación, que parecía fría y aislada, de repente se suaviza. Me
siento terriblemente aliviado.
—¿Uh, Okudera-senpai?
Me levanto de la silla. Está arrodillada ante su mochila.
—Hoy he estado diciendo todo tipo de rarezas… Lo siento.
Comprimiendo su mochila como si sellara cuidadosamente algo, Okudera-senpai se levanta. De
alguna manera ella parece moverse en cámara lenta.
—... Está bien. —Dice, sacudiendo la cabeza con una leve sonrisa.
—Lo siento, solo pudimos conseguir una habitación.
—Tsukasa me dijo lo mismo abajo. —Se ríe Okudera-senpai.
Estamos sentados uno frente al otro en la mesita junto a la ventana.
—No me importa mucho. Dicen que un grupo se quedó aquí esta noche, por lo que no tienen
habitaciones de sobra. El hombre que dirige la posada dijo que es un sindicato social de maestros.
Luego, riendo, me cuenta cómo la invitaron con peras asiáticas en el salón después de que ella
salió del baño. Es el tipo de persona que hace que todos quieran darle algo. El aroma del champú de la
posada me llega, como un perfume raro de una tierra lejana y extranjera.
—Mira. Itomori solía hacer cordones trenzados. Qué bonito. —Murmura Okudera-senpai,
hojeando un volumen de materiales locales de Itomori. Es uno de los libros que tomé prestados de la
biblioteca—. Mi madre usa kimonos a veces, así que tenemos varios de estos en casa. Oh...
Levantando mi taza de té, mi mano se detiene. Está examinando mi muñeca derecha.
—Eso en tu muñeca, Taki. ¿Es un cordón trenzado?
—Oh, esto es...
Dejo la taza sobre la mesa y miro mi brazo. Este es mi amuleto de la buena suerte: un cordón
naranja vivo, más grueso que un hilo, me rodeaba la muñeca.
... ¿Huh? ¿No es esto…?
—Creo que alguien me lo dio hace mucho. La llevo a veces, para que dé buena suerte…
La parte más profunda de mi mente destella de nuevo.
—¿Quién fuera? —Murmuro.
No puedo recordar.
60
Aún así, si siguiera este cordón, se siente que encontraré algo.
—… Tú también, Taki. —La gentil voz me hace levantar la cabeza para ver la preocupación en el
rostro de Okudera-senpai—. ¿Por qué no vas a tomarte un baño?
—Un baño… Cierto…
Pero casi de inmediato mi atención regresa al cordón trenzado. Siento como si perdiera algo
para siempre si la quito, y desesperadamente hurgo en mis recuerdos.
La cena terminó, aunque no sé cuándo terminó. La tranquila canción de los insectos otoñales
llena la habitación.
Alguien que hizo cordones trenzados me dijo algo una vez.
¿De quién es esa voz? Es amable, ronca y tranquila. Como algo de un cuento popular.
—Dicen que los hilos son el flujo del tiempo mismo. Se retuercen y se enredan, se separan y se
reúnen. Dicen que es el tiempo. Eso es…
Una montaña en otoño. El sonido de un arroyo. El olor a agua. El sabor del té de cebada dulce.
—Eso es musubi…
La escena irrumpe en mi mente.
El cuerpo del dios en la cima de la montaña. El bien que le ofrecimos.
—… ¡Ese lugar…!
Saco un mapa de debajo de la pila de libros y lo abro. Es un mapa de Itomori de hace 3 años que
encontré en una pequeña tienda independiente, cubierta de polvo. La topografía de cuando solo había
un lago. El lugar donde ofrecimos el sake debería estar muy lejos del área que destruyó el meteorito.
Si voy allí... Si ese bien está ahí...
Levanto mi lápiz, buscando una forma de relieve que parezca probable. Estaba al norte del
santuario, un lugar como una caldera. Desesperadamente, trato de encontrar algo en ese sentido.
Puede que escuche la voz de Okudera-senpai, distante, pero por ahora, no puedo apartar mis
ojos del mapa.

… ki… Taki.
Alguien me está llamando. Es una chica.
—Taki, Taki.
Su voz es urgente, rogando, como si fuera a llorar. Una voz temblando con soledad, como el
brillo de una estrella distante.
—¿No me recuerdas?

Me despierto.
… Es cierto. Estoy en la posada. Me quedé dormido sobre la mesa junto a la ventana. Puedo
sentir a Tsukasa y Okudera-senpai más allá de la puerta corredera, durmiendo en sus futones. La
habitación está extrañamente tranquila. No puedo oír insectos o coches. El viento tampoco sopla.
Me siento. El rozar de mis ropas es lo bastante alto como para aturdirme. Fuera de la ventana, el 61
mundo está empezando a escapar de la oscuridad.
Miro al cordón en mi muñeca. Los leves ecos de la voz de la chica acarician mis oídos.
¿Quién eres?, pregunto. Ni siquiera sé su nombre. Naturalmente, no hay respuesta.
Pero, bueno, eso está todo bien.

Okudera-senpai y Tsukasa,
Hay un lugar que necesito comprobar, no importa qué. Por favor, regresad a Tokio sin mí.
Perdón por ser tan egoísta. Juro que volveré más tarde. Gracias.
Taki
Escribo una nota. Con un pensamiento tardío, saco un billete de 5.000 yenes de mi cartera y lo
dejo bajo una taza de té junto con el diario.
Nunca nos hemos conocido, pero voy a ir a buscarte.

Es brusco y no dice mucho, pero es un tipo muy agradable, pienso, estudiando las manos nerviosas en el
volante a mi lado.
Es el hombre de la tienda de ramen. Él fue quien nos llevó ayer al Instituo de Secundaria de
Itomori y a la biblioteca del pueblo. Lo llamé muy temprano esta mañana, y todavía me hizo un favor y
me trajo en coche. Si esto no hubiera funcionado, estaba planeando hacer autostop, pero no puedo
imaginar que ningún coche me hubiera llevado a una ciudad abandonada en ruinas. Tengo mucha suerte
de haber conocido a este tipo en Hida.
Desde la ventana del lado del pasajero, tengo una vista hacia el borde del Nuevo Lago de
Itomori. Casas medio derruidas y asfalto roto languidecen en el agua. Incluso lejos de la costa, puedo ver
postes telefónicos y vigas de hierro que sobresalen del lago. Debería ser una vista muy desconcertante,
pero debo haberme acostumbrado a verlo en la televisión y en las fotos, porque empiezo a sentir que el
lugar siempre ha sido así. Por esa razón, realmente no sé cómo procesar lo que estoy viendo. ¿Debo
enojarme, llorar, asustarme o lamentar mi propia impotencia? La realidad de perder un pueblo entero
es probablemente demasiado para que la gente común pueda entenderlo. Dejo de buscar significado en
la escena y vuelvo los ojos al cielo. Nubes grises se ciernen sobre nuestras cabezas, como si los dioses
hubieran puesto una enorme tapa allí.
Viajamos al norte bordeando el lago, y cuando el coche ya no puede ir más allá, el hombre
aparca en un apartado.
—Parece que va llover. —Murmura, mirando a través del parabrisas—. Esta montaña no es muy
complicada, pero no te descuides. Si pasa algo, llámanos.
—Sí, señor.
—Y toma. —Me da una gran caja de comida—. Come esto.
Automáticamente, lo acepto con ambas manos. Pesa.
—Mu-Muchas gracias…
… Por todo. En serio. ¿Por qué harías tanto por mí? Oh, sep, y el ramen estaba súper bueno. No
puedo hacer que las palabras salgan como quiero… así que solo me las arreglo para decir:
—Gracias, en serio.
El tipo sonríe levemente, sacando un cigarrillo, y lo enciende. 62
—No sé que tiene que ver contigo. —Dice, exhalando humo—. Pero esa imagen de Itomori que
hiciste… Es buena.
Hay un nudo en mi garganta.
Un trueno distanta resuena suavemente.

Subo el camino hasta el santuario, el cual es tan vago como un sendero para ciervos.
A veces me detengo para comprobar el destino que he marcado en el mapa con el GPS en mi
móvil. Va todo bien: me estoy acercando. El escenario a mi alrededor parece familiar, pero solo subí esta
montaña una vez, en un sueño. No estoy muy seguro de ello. Eso significa que por ahora todo lo que
puedo hacer es seguir el mapa.
Después de bajar del coche, hice una reverencia y me quedé allí hasta que el vehículo quedó
completamente fuera de vista. Mientras, pensé en Tsukasa y Okudera-senpai también. Al final, este tipo
y esos dos vinieron hasta aquí solo porque estaban preocupados por mí. Debo haber parecido realmente
patético. Apunto a que pensaron que iba a llorar todo el tiempo. Probablemente los distraje
agresivamente: incluso si ellos querían deshacerse de mí, no pudieron.
No puedo seguir actuando así para siempre. No puedo seguir tomando ventaja de la ayuda que
otros me ofrecen, pienso firmemente, mirando al Nuevo Lago de Itomori a través de los huecos entre los
árboles.
De repente, una gran gota de lluvia cae en mi cara. Las hojas a mi alrededor empiezan a
sacudirse. Me pongo la capucha y empiezo a correr.

La lluvia sigue cayendo, con tal fuerza que puede llevarse toda suciedad. La temperatura cae
rápidamente, absorbida por la lluvia. Puedo sentirlo en la piel.
Como en una pequeña cueva mientras espero a que escampe. Hay tres grandes bolas de arroz
del tamaño de mi puño y montones de aperitivos. Los brotes de cerdo y frijoles estofados en rodajas
gruesas salteados en aceite de sésamo hacen que parezca un almuerzo de tienda de ramen tan
estereotipado que es divertido. Mi cuerpo tiembla de frío, pero a medida que como, gradualmente me
vuelvo a calentar. Al masticar los granos de arroz y al tragar, puedo sentir exactamente dónde están mi
garganta y mi estómago.
Esto es musubi, pienso.
—Poner lo que sea en tu cuerpo, ya sea agua, arroz o sake, se llama musubi. Lo que pongas en
tu cuerpo se une a tu alma, ya ves.
Ese día, decidí que recordaría esas palabras incluso después de levantarme. Lo dije en alto:
—… Se retuercen, a veces se deshacen, y se reúnen. Eso es musubi. Eso es el tiempo.
Miro al cordón en mi muñeca.
Todavía no se ha desgastado. La conexión sigue ahí.

Antes de darme cuenta, los árboles han desaparecido, y estoy en una zona rocosa. Bajo mía, puedo ver
fragmentos del lago en forma de calabaza a través de lagunas en las espesas nubes. Finalmente llegué a
la cima. 63
—… ¡Es allá!
Efectivamente, más allá de mí, está la cuenca en forma de cráter y el árbol sagrado gigante.
—¡Está realmente allí! ¡No fue un sueño!
La lluvia ha disminuido hasta lloviznar, goteando por mis mejillas como lágrimas. Froto
bruscamente mi cara con mi manga, luego comienzo a bajar la cuesta hacia la caldera.
Frente a mí, lo que era un pequeño arroyo en mis recuerdos ahora es un estanque de tamaño
decente. ¿Está hinchado por la lluvia o ha pasado suficiente tiempo desde ese sueño que cambió el
paisaje? De cualquier manera, el gran árbol se encuentra a varias docenas de metros al otro lado.
—Este es el final del otro mundo.
Recuerdo a alguien diciéndome eso alguna vez. ¿Esto desemboca en el Río Sanzu?
Doy un paso en el agua. Hay un gran eco por el chapoteo, como si hubiera metido el pie en una
bañera y me doy cuenta, con retraso, de que está anormalmente silencioso. El agua pesada está sobre
mis rodillas, y cada paso que doy hace un fuerte sonido de chapoteo. Empiezo a sentir que me estoy
volcando sobre algo puro y blanco con pies embarrados, manchándolo. Hasta que llegué, este lugar
había estado perfectamente en silencio. No soy bienvenido, pienso instintivamente. El calor de mi
cuerpo está siendo absorbido nuevamente, hacia el agua fría. En poco tiempo, el agua llega hasta mi
pecho, pero me las arreglo para cruzar de alguna manera.

El enorme árbol se alza con sus raíces entrelazadas alrededor de una gran losa de roca. No sé si el
“cuerpo del dios” es el árbol, la roca, o si la forma de los dos enredados es lo que la gente adora. Hay
una pequeña escalera en el espacio entre las raíces y la piedra, y cuando bajo, encuentro un espacio de
bostezo lo suficientemente ancho como para unas cuatro esteras de tatami.
El silencio aquí es aún más profundo que afuera.
Me desabrocho la chaqueta con las manos heladas y saco el teléfono. Lo verifico para
asegurarme de que no se mojó, luego lo enciendo. En la oscuridad, cada movimiento suena
violentamente fuerte. Con un vvum electrónico que parece completamente fuera de lugar aquí, el
teléfono cobra vida y lo uso como una linterna.
Este lugar está totalmente desprovisto de color o calidez. El pequeño santuario que revela la luz
es completamente gris. En un pequeño altar de piedra, dos urnas de cuatro pulgadas se sientan una al
lado de la otra.
—Es el bien que llevamos aquí.
Suavemente, toco la superficie. No sé cuándo sucedió, pero ya no tengo frío.
—Esta es la de su hermana...
Mi mano se cierra alrededor de la urna a la izquierda, confirmando su forma. Cuando la recoja,
hay una ligera resistencia y un leve y seco ruido de desgarro. El musgo había echado raíces.
—Y este es el que traje.
Me siento donde estoy, acerco la urna a mi cara y la alumbro. La porcelana era brillante antes,
pero ahora está cubierta de musgo. Debe haber sido mucho tiempo. Puse un pensamiento que ha
estado dentro de mí todo este tiempo en palabras:
—... ¿Entonces estuve intercambiando con la Mitsuha de hace 3 años?
Desato el cordón trenzado sellando la tapa. Debajo, hay un tapón de corcho. ¿Estuvimos 3 años 64
fuera de sincronía? ¿Se detuvo el intercambio porque ella murió hace 3 años cuando cayó el meteorito?
Saco el corcho. El leve aroma a alcohol se eleva. Pongo el sake en la tapa.
—La mitad de ella...
Acerco la luz a ella. El sake es claro, con varias partículas diminutas flotando en él. Reflejan la
luz, brillando en el líquido.
—Musubi. Retorcerse, a veces deshacerse, luego reunirse...
Levanto la tapa de sake a mis labios.
—Si el tiempo realmente puede "deshacerse", entonces... Solo una vez más...
¡Llévame con ella! Lo deseo y lo tomo de un trago. Cuando trago, el sonido es tan notorio que
me sorprende. Un bulto de calor viaja a través de mi cuerpo. Cuando toca el fondo de mi estómago,
estalla, dispersándose a través de mí.
—……
Pero nada sucede.
Por un momento, me siento muy quieto.
No estoy acostumbrado al alcohol, y me siento un poco acalorado. Mi cabeza se siente
ligeramente vaga y aturdida… Pero eso es todo.
No es bueno. No funcionó.
Alzo una rodilla, y me pongo en pie. Abruptamente, mi pie se tuerce. Mi visión gira. Me caigo,
pienso.
… Es raro.
Me he caído de espaldas, pero no importa cuanto tiempo pase, mi espalda no golpea el suelo.
Mi campo de visión rota, lentamente, hacia el techo de la cueva. Mi móvil aún está en mi mano
izquierda. La luz ilumina el techo.
—¡El cometa…! —Involuntariamente, lo digo en alto.
Hay un dibujo de un enorme cometa. Es una pintura muy vieja, grabada en roca: una gigante
estrella viajante, arrastrando su cola por el cielo. Los pigmentos rojos y azules atrapan la luz y brillan.
Gradualmente, la imagen empieza a alzarse desde el techo de la cueva.
Lo miro aturdido.
La imagen, el cometa pintado, está cayendo hacia mí.
Lentamente, cae hasta que está casi encima de mí. Brilla con el calor de su fricción contra la
atmósfera, y el trozo de roca se fusiona con el vidrio, brillando como una joya. Incluso esos detalles son
claros para mí.
Me caigo y mi cabeza golpea la roca en el momento exacto en que el cometa golpea mi cuerpo.

65
66
Capítulo 5
Recuerdos

C
ayendo por siempre.
O quizás alzándose.
En medio de la indistinta sensación de flotar, el cometa brilla en el cielo nocturno.
Sin avisar, se parte, y la mitad se desploma. El meteorito golpea una aldea en las montañas.
Mucha gente muere. Un lago se forma, y la aldea es destruida. 67
El tiempo pasa, y otra aldea crece alrededor del lago. El lago provee de pescado, y el acero
celestial, riqueza. La aldea prospera. Las eras pasan, y el cometa llega de nuevo. Otra vez más, la estrella
cae. Una vez más, la gente muere.
Esto ha pasado dos veces desde que los seres inteligentes se asentaron en estas islas.
La gente trató de recordarlo. Trataron de pasar este conocimiento a las generaciones venideran,
usando métodos que duraran más que las cartas. El cometa como un dragón. El cometa como cordones
trenzados. El cometa fracturado mientras se muestra como una danza.

De nuevo, las eras pasan. Oigo a un bebé llorar.


—Tu nombre es Mitsuha. —La voz de una gentil madre.
Entonces, con una sensación brutal, el cordón umbilical es cortado.
Incluso aunque éramos dos que vivimos como uno solo en el principio, incluso aunque estamos
todos conectados, los humanos son separados del cordón y caen en esta vida.
—Ambas sois los tesoros de papá.
—Eres una hermana mayor ahora, cariño.
Una pareja joven conversa. Poco después, la hermana pequeña de Mitsuha nace. Como a
cambio de esa alegría, su madre cae enferma.
—¿Cuándo volverá mamá del hospital? —La pregunta de la hermana pequeña es inocente, pero
la mayor sabe que su madre nunca volverá. Todos mueren. Es inevitable, pero no es fácil de aceptar.
—¡No podían salvarla!
El padre suspiró profundamente. Nunca ha amado a nadie tanto como a su esposa, y nunca lo
hará de nuevo. Es tanto una bendición como una maldición que, mientras crecen, sus hijas se parezcan
más y más a su madre.
—Encargarse del santuario no hará…
—¡¿Qué estás diciendo?! ¡¿Por qué crees que te adoptamos formalmente cuando os casastéis?!
El padre y la abuela pelean día a día.
—Amaba a Futaba, no al Santuario Miyamizu.
—¡Largo!
Tanto el padre como la abuela son demasiado mayores como para cambiar sus prioridades.
El padre no puede más, y se marcha.
—Mitsuha, Yotsuha. Desde ahora, estaréis con vuestra abuela todo el tiempo.
En una casa que hace eco con el click de las pesas de bola, las tres mujeres empiezan su vida
juntas.
Los días son pacíficos. Incluso así, el sentimiento de que su padre la abandonó se vuelve una
marca indeleble en Mitsuha.
¿Esos son…
… los recuerdos de Mitsuha?
Como si fuera arrastrado sin resistencia en un torbellino, experimento la vida de Mitsuha. 68

Entonces llegaron los días que ya conozco, los días de intercambio.


Visto a través de los ojos de Mitsuha, Tokio brilla como un exótico país extranjero. Incluso
aunque compartimos las mismas sensaciones, es como si estuviéramos viendo mundos completamente
diferentes.
—Que suerte… —Oigo a Mitsuha murmurar—. Apuesto a que están junto ahora mismo.
Es el día de mi cita con Okudera-senpai.
—Iré a Tokio un rato. —Ella le dice a su hermana pequeña.
¿Tokio?
Esa noche, Mitsuha abre la puerta corredera del cuarto de su abuela.
—Abuela, ¿puedo pedirte un favor…? —La larga melena de Mitsuha fue cortada. No es la
Mitsuha que conozco—. Dijeron que hoy se verá más brillante.
Teshigawara y los demás la invitan a salir: Vamos a ver el cometa.
¡Mitsuha, no!, grito.
Desde detrás del espejo. El repiqueteo de las campanas de viento. Mientras el viento revuelve
su pelo.
¡Mitsuha, no, no puedes ir allí!
¡Corre! ¡Sal del pueblo antes de que caiga el cometa!
Pero mi voz no la alcanza. No me nota.
En la noche del festival, Mitsuha y sus amigos miran al cometa, ahora más cerca que la luna.
El cometa de repente se divide, y su fuerte brillo, convirtiéndose en incontables estrellas
fugaces. Un enorme pedazo de roca se convierte en un meteoro y empieza a caer.
Incluso entonces, mirándolo, su único pensamiento es: Es precioso.
¡Mitsuha, corre!, grito más allá de mis pulmones. ¡Mitsuha, corre, por favor, corre! ¡Mitsuha,
Mitsuha, Mitsuha!
Y la estrella cae.
69
Capítulo 6
Recreación

M
is ojos se abren. En ese instante, estoy seguro.
Me levanto de golpe, mirando a mi cuerpo. Dedos delgados. Un pijama familiar. El peso de
los pechos.
—Es Mitsuha…
Las palabras se me escapan. Esta voz también. Esta estrecha garganta. Su sangre, su carne, sus
huesos, su piel. Todo en Mitsuha es cálido y está justo aquí. 70
—… ¡Está viva…!
Envuelvo mis brazos alrededor de mi cuerpo, abrazándome a mí mismo. Las lágrimas se me
escapan. Caen de los ojos de Mitsuha, como si una presa se rompiera. Su calor trae su propia alegría, y
yo lloro aún más fuerte. Dentro de mis costillas, mi corazón salta. Abrazo las rodillas, presionando mis
mejillas contra ellas. Me hago tan pequeña como puedo, queriendo abrazar todo su cuerpo.
Mitsuha.
Mitsuha, Mitsuha.
Es un milagro: uno que podría haberme sido negado para siempre, uno que se saltó toda
posibilidad.
—Hermana, ¿qué haces?
Alzo mi cabeza ante el sonido de la voz.
Yotsuha está de pie allí, con la puerta abierta.
—Oh… Hermanita… —Murmuro, los sollozos atragantando mis palabras.
Yotsuha está viva también. Mira, aturdida, a su hermana mayor, que está llorando y
moqueando, sintiéndose a sí misma.
—¡Yotsuhaaaaa!
Corro hacia ella, conducido por la urgencia de tocarla.
—¡Yeep! —Ella salta, cerrando la puerta corredera en mi cara—. ¡Abuela! ¡Hey, abuela! —Grita,
y oigo pasos bajando corriendo las escaleras—: ¡Mi hermana se ha roto finalmente! ¡Está
completamente embrujada! —Su voz hace eco desde el piso de abajo mientras ella corre directa hacia la
abuela.
… Vaya una niña más maleducada. ¡Después de que haya cruzado el tiempo y el espacio para
salvar a este pueblo!

La chica de la NHK está muy alegre. Acabo de ponerme mi uniforme escolar y bajar al piso de abajo. Ha
pasado tiempo desde que mi mitad inferior se siente tan vulnerable, y para sacudirme la sensación, me
mantengo alto y firme, mirando la televisión.
—El Cometa Tiamat será visible a simple vista durante una semana. Pasará más
cerca a la Tierra a aproximadamente las 7:40 de esta tarde, momento en que se espera sea
más brillante. El espectáculo astronómico que solo ocurre una vez cada 1.200 años ha
alcanzado su clímax, y varias festividades tendrán lugar…
—¡Esta noche! ¡Aún hay tiempo! —Murmuro. Estoy temblando de los nervios y la excitación.
—Buenos días, Mitsuha. Yotsuha se ha ido ya.
Me giro, y la anciana está de pie allí.
—¡Abuela! ¡Pareces estar bien! —Sin pensarlo, corro hacia ella.
Lleva una tetera, probablemente planeando disfrutar de algo de té en el salón.
—¿Huh?… Tú eres… —Se quita sus gafas de leer y me da un vistazo a la cara. Sus ojos se
entrecierran suavemente—. No eres Mitsuha, ¿no?
—¿Qué…?
71
¡¿Cómo?! Me siento culpable, como si algún crimen que yo supiera que nunca vería la luz, fuera
expuesto... Espera. Esto podría facilitar las cosas.
—Abuela… ¿lo sabías?
No hay ningún cambio particular en la expresión de la anciana. Mientras habla, se sienta en una
silla sin piernas.
—No. Pero al observarme últimamente, lo recordé. Cuando era niña, también tuve algunos
sueños extraños.
¡¿Escuchas eso?! Eso es asombroso, entonces debería ser una conversación rápida.
Justo lo que esperaría de una familia de cuentos populares japoneses. Me uno a ella en la mesa,
y la anciana me llena una taza también. Bebiendo su té, ella continúa su historia.
—Eran sueños muy extraños. Más que sueños, de verdad. Eran otra vida. Me convertí en un
chico que no conocía en una ciudad que nunca había visto antes.
Trago fuerte. Exactamente como nosotros...
—Pero un día, terminaron, así como así. Todo lo que recuerdo ahora es que tuve sueños
extraños. Mis recuerdos de en quién me convertí en ellos desaparecieron por completo.
—Desapareció...
Mi corazón da un vuelco, como si me hubieran dicho el nombre de una enfermedad que estoy
destinada a contraer. Ella está en lo correcto. Por un momento, olvidé el nombre de Mitsuha. Traté de
convencerme de que todo era una ilusión. La cara arrugada de la anciana adquiere un toque de soledad:
—Así que atesora quién eres ahora y las cosas que estás viendo. No importa cuán especial sea,
un sueño es un sueño. Desaparecerá seguro algún día, una vez que te despiertes. Todos pasamos un
momento así, ya sabes: mi madre, yo y tu madre.
—Eso es... ¡¿Qué pasa si...?!
De repente, me golpea. Este podría ser un papel transmitido a través de la familia Miyamizu: la
capacidad de comunicarse con alguien que viva unos años en el futuro para escapar del desastre que
ocurre cada 1.200 años. El papel de una doncella del santuario. Algo que la línea de sangre Miyamizu
adquirió en algún momento... Un sistema de advertencia heredado de generación en generación.
—¡Tal vez los sueños de los Miyamizu fueron todos por hoy! —Miro a la anciana a los ojos,
hablando firmemente—: Abuela, escucha.
Ella levanta la cabeza. Por su expresión, no puedo decir cómo tomará lo que estoy a punto de
decir.
—Esta noche, un meteorito golpeará la ciudad de Itomori, y todos morirán.
Esta vez, las cejas de la anciana se fruncen en una duda inconfundible.

—Nadie creería boquiabierto de esa manera. —Esa vieja dice algunas cosas sorprendentemente
normales.
Corro colina abajo hacia la escuela secundaria, meditando en silencio para mí.
Ella cree en los sueños de intercambio, pero no en el impacto del meteorito. ¿Qué tipo de
equilibrio tiene ella, de todos modos?
Llego muy tarde y casi no hay nadie alrededor. Las llamadas de los faisanes de cobre hacen eco,
piichik paachik, y es solo otra mañana pacífica en la ciudad. Tendremos que hacerlo nosotros mismos, 72
pienso.
—¡No hay forma de que deje morir a nadie! —Lo grito en voz alta, enfáticamente, como si
martilleara la resolución en mi propia mente. Corro aún más rápido. No queda ni medio día hasta que
ese meteorito caiga.

—Mitsuha, ¿qué…? ¡T-Tu pelo…!


—¡Chica, ese pelo! ¡¿Qué demonios?!
En el momento en que entro al aula, Teshigawara y Saya miran mi cara (la de Mitsuha),
estupefactos.
—Oh sep, ¿el pelo? Era mucho mejor antes, ¿cierto?
Mientras hablo, aparto el pelo hasta los hombros lejos de la parte posterior de mi cuello. Ahora
que lo pienso, Mitsuha cortó la mayor parte de su largo cabello en algún momento, ¿no? Prefiero el pelo
largo y negro, así que no soy fanático de esto... ¡No, eso no es lo importante ahora!
—¡Olvidad eso!
La boca de Teshigawara está tan abierta que prácticamente puedo escuchar el efecto de sonido
del shock. Saya me examina inquisitivamente. Miro de un lado a otro entre ellos.
—¡Si nada cambia, todos morirán esta noche!
El zumbido en el aula se detiene en seco. Todos los ojos de nuestros compañeros están sobre
mí.
—E-espera, Mitsuha. ¿Qué estás diciendo?
Saya se levanta apresuradamente y Teshigawara me agarra del brazo y tira de mí. Mientras me
sacan del aula, mi cabeza finalmente se enfría un poco. Supongo que es natural que no me crean. Tal vez
sea como dijo la anciana, y no es razonable esperar que la gente compre algo como esto de la nada.
Estaba tan entusiasmado con el intercambio por primera vez en mucho tiempo que me convencí de que
las cosas funcionarían de alguna manera.
Hmm… Esto podría ser más difícil de lo que esperaba.
... O eso pensaba, pero en lo que respecta a Teshigawara, esa era una preocupación
desperdiciada.
—Mitsuha, ¿es eso real?
—¡Sí, es de verdad! Esta noche, el Cometa Tiamat se dividirá y se convertirá en un meteorito, y
es muy probable que llegue a este pueblo. No puedo revelar mis fuentes, pero obtuve la información a
través de un canal confiable.
—¡Eso es... una emergencia total!
—Vamos, Tesshi, ¿para qué estás tan serio? ¿Eres realmente tan tonto? —Naturalmente, Saya
no pilla nada de eso—. ¿Cuál es esta fuente tuya, de todos modos? ¿La CIA? ¿NASA? ¿De qué estás
hablando? ¿"Canales confiables"? ¿Pretendes ser espía ahora? Honestamente, Mitsuha, ¿qué te pasa?
—Ella no podría ser más sensata.
Desesperado, vuelco todo el dinero de la billetera de Mitsuha.
—¡Saya, por favor! ¡Pagaré, así que toma esto y ve a comprar lo que quieras! ¡Entonces al
menos escucha lo que tengo que decir! 73
Estoy rogando, y mi expresión es muy seria. Sorprendida, Saya me mira larga y duramente.
—Pero siempre vas corta de dinero... ¿De verdad vas tan lejos?
¿Eh? ¿Es así? ¡Pero ella quemó mi dinero como loca!
Saya suspira, como si se hubiera resignado a sí misma:
—... Supongo que tendré que hacerlo, entonces. Nada de esto tiene sentido, pero está bien, al
menos escucharé. Tesshi, dame la llave de tu bicicleta. —Ella se dirige a la entrada principal, gruñendo—
: Esto no es suficiente para más de un par de dulces baratos.
Bueno. Parece que la cantidad no fue suficiente, pero ella cree que lo digo en serio ahora.
—Voy a ir a la tienda de conveniencia. Tesshi, vigila de cerca a Mitsuha. No está en sus cabales.

Y entonces Teshigawara y yo nos colamos en una habitación en el edificio del club que ya nadie usa y
elaboramos un plan de evacuación para la ciudad. El objetivo es sacar a las 188 familias, unas quinientas
personas, de la zona de peligro antes de que caiga el meteorito. Lo primero que pensamos es transmitir
una orden de evacuación.
Después de analizar las inevitables ideas ridículas: ¡Nos haremos cargo de la residencia oficial del
primer ministro! ¡O el edificio de la Dieta6! ¡O la NHK!
¡El Centro de Radiodifusión de Shibuya, o al menos la sucursal de NHK Gifu-Takayama!
Comenzamos a hablar sobre cómo no todos en la ciudad estarán en casa con sus televisores o radios
encendidos y cómo incluso más personas estarán fuera debido al Festival de Otoño esta noche. Luego
nos quedamos en silencio, pensando.
—... ¡El sistema de alerta de desastres! —Grita Teshigawara de repente.
—¿Sistema de alerta de desastres?
—¿Hunh? No me digas que no lo sabes. Hay altavoces por todo el pueblo, ¿recuerdas?
—Oh... ¿Esa cosa que comienza a hablar de la nada todas las mañanas y las tardes? ¿Quién
nació, quién tiene un funeral, ese tipo de cosas?
—Sep. Puedes escuchar eso por todo el pueblo con seguridad, ya sea que estés dentro o fuera.
¡Si enviamos la orden por eso...!

6
La Dieta sería equiparable al Parlamento en Japón.
—¿Huh? Pero, eh... ¿cómo? Eso viene del ayuntamiento, ¿no? ¿Nos dejarían transmitir cosas si
lo pidiéramos?
—Pssh. No.
—Entonces, ¿qué hacemos? ¿Secuestro del Ayuntamiento? Quiero decir, creo que tendríamos
una mejor oportunidad para eso que para tomar NHK, pero...
—Heh-heh-heh. —Con una sonrisa espeluznante, Teshigawara escribe algo en su teléfono.
Caray, este chico se ve feliz—. ¡Podemos hacer esto!
Me tiende su teléfono.
Frecuencias superimpuestas, leo, y abajo una explicación.
—¿Qué…? ¿En serio? 74
Teshigawara ensancha sus fosas nasales y asiente con orgullo.
—Uh, Tesshi... ¿Por qué sabes cosas como esta?
—Bueno, siempre fantaseo antes de dormirme, ¿sabes? Acerca de destruir el pueblo, asolar el
instituto, cosas así. ¿No lo hacen todos?
—¿Eh...? —Eso me asusta un poco. Pero no, esto es...
—Esto es asombroso, Tesshi! ¡Podría funcionar!
Sin pensarlo, paso un brazo por los hombros de Teshigawara.
—¡H-hey, no te acerques demasiado!
—¿Huh?
Whoa. Incluso sus orejas son rojas.
—¿Qué es esto? Tesshi, ¿estás avergonzado?
Alzo la mirada hacia la cara de Teshigawara desde abajo, sonriéndole. Bueno, bueno, Mitsuha,
no vas a dejar que te tomen a la ligera, ¿no? ¡Venga, venga! Presiono mi cuerpo contra el suyo un poco
más. Aquí vamos… ¡toma regalo! Nos sentamos lado a lado en un viejo sofá, y Tesshi ya está pegado a la
pared, así que no tiene a donde huír.
—¡Hey, Mitsuha, para ya! —Teshigawara se resiste, sus gran cuerpo temblando. Es un tío,
seguro… Bueno, y yo. Entonces, abruptamente, salta, subiéndose a la espalda del sofá, y grita—: ¡Te lo
dije, para! Una soltera a tu edad… ¡no es apropiado!
—Ja…
Incluso su cuero cabelludo está rojo. Está sudando balas y sus ojos se ven casi llorosos.
—¡Jajajaja! ¡Tesshi, eres…! —A pesar de mí mismo, rompo a carcajadas.
Es realmente un buen tipo. Estoy seguro de que puedo contar con él.
Pensé en él como en un amigo antes, pero me gustaría conocerlo a él y al resto en persona y
hablar con ellos como un chico pronto. Mitsuha, Teshigawara, Saya y yo. Si Tsukasa, Takagi y Okudera-
senpai estuvieran ahí también, sé que sería genial.
—Lo siento, Tesshi. Solo estaba feliz porque me creyeras… —Contengo la risa, y Teshigawara
está malhumorado—: ¿Me ayudarás a pensar en el resto del plan de evacuación? —Le sonrío.
La cara de Tesshi sigue roja aún, pero incluso así, asiente seriamente.
Una vez se acabe esto, vendré a ver a este también, pienso, sintiéndome un poco deslumbrado.
—¡¿U-u-u… una bomba?! —Saya grita. Ella está comiendo una mini tarta con una envoltura de plástico
transparente.
—Técnicamente, se llaman explosivos acuáticos de gel. Son como dinamita. —Teshigawara le
explica, sonando orgulloso. Él está machacando unas patatas fritas, y yo estoy comiendo gotas de
chocolate. Saya compró una tonelada de comida en una tienda de conveniencia y la extendió por todo el
escritorio, por lo que parece que estamos teniendo una fiesta.
Teshigawara y yo estamos parados detrás de un mapa, delineando nuestro plan de evacuación
cuidadosamente diseñado para Saya. Casi quiero tocar música enérgica para preparar el escenario. Algo
percusivo y un poco desquiciado, algo que suena como una reunión de estrategia. Tomando un trago de
leche de café de un paquete del tamaño de una pinta, Teshigawara continúa: 75
—Hay muchos explosivos en el almacén de la compañía de mi padre, para cosas de
construcción. Si no tengo que preocuparme de que me atrapen después, puedo arrebatar todo lo que
necesitemos.
—Entonces, a continuación… —Digo, abriendo una envoltura de pan de melón. Tengo mucha
hambre y, por alguna razón, todo lo que como cuando estoy en el cuerpo de Mitsuha sabe muy bien.
—¡¿Y-y-y... vas a secuestrar la señal?! —Se quebra la voz de Saya.
Comiendo pan de curry, explica Teshigawara:
—Los sistemas inalámbricos de alerta de desastres inalámbricos como el nuestro son fáciles de
controlar, siempre que conozcas la frecuencia de transmisión y la de activación superpuesta. Los
altavoces están hechos para que se activen siempre y cuando se coloque una frecuencia específica sobre
el audio.
Pan de melón en una mano, retomo donde lo dejó él:
—Eso significa que podemos enviar la orden de evacuación a toda la ciudad desde la sala de
transmisión de la escuela. —Señalo el mapa de Itomori. Hay un círculo con un diámetro de poco menos
de una milla, centrado en el Santuario Miyamizu, y trazo su borde con el dedo—. Esta es el área que se
supone que reciba el daño del meteorito. Como puedes ver, el Instituto de Itomori está fuera. —Toco la
ubicación del instituto de secundaria—. En otras palabras, solo necesitamos evacuar a las personas aquí,
al patio de la escuela.
—Pe-pero eso es... —Saya comienza a tartamudear nerviosamente—. ¡Eso es un crimen en toda
regla! —Incluso mientras tartamudea, se pone la fresa, que guardó para el final, en la boca.
—Nunca conseguiremos que la gente de aquí se mueva sin cometer un delito. —Le digo
fríamente, barriendo las gotas de chocolate que había esparcido por el mapa. Así es. Siempre y cuando
las personas dentro de este círculo se salven, no importa si es un delito o no.
—Ya sabes, Mitsuha, es como si fueras una persona diferente.
Sonrío y tomo un gran bocado de pan de melón. Cuando estoy en este cuerpo,
inconscientemente empiezo a hablar un poco como una niña, pero he abandonado por completo el
intentar actuar como Mitsuha. Mientras estos muchachos estén seguros cuando todo termine, nada
más importa. Mientras todos estemos vivos, las cosas saldrán bien.
—… Entonces. Tú eres la encargada de la transmisión, Saya. —Le digo alegremente.
—¡¿Por qué?!
—Bueno, estás en el Club de Radio, ¿cierto?
—Además, tu hermana mayor está a cargo de la radio en el Ayuntamiento. Consigue que te diga
la frecuencia. —Dice Teshigawara.
—¿Huh? No puedo…
Ignorando la protesta de Saya, Teshigawara se señala felizmente a sí mismo:
—¡Soy el chico de los explosivos!
—Y yo voy a hablar con el alcalde. —Digo, señalándome.
—¡¿Huh?! —Saya está muda, y Teshigawara retoma la explicación:
—Probablemente podamos organizar la evacuación por nuestra cuenta con el plan del que
acabamos de hablar. Pero si el ayuntamiento y los bomberos no salen al final, no hay forma de que
todos en las ciento ochenta y ocho familias se muevan, ¿sabes? 76
—Por eso necesitamos convencer al alcalde. —Le digo—. Soy su hija. Si puedo explicárselo
racionalmente, estoy seguro de que lo entenderá.
Teshigawara cruza los brazos y asiente, dándose palmaditas en la espalda.
—¡Es una estrategia perfecta!
Así es exactamente como me siento. Es cierto, nuestros métodos son un poco difíciles, pero no
creo que haya otra forma de hacerlo.
—Jaaaaaah... —Saya nos mira con la boca abierta, aunque no puedo decir si está asombrada u
horrorizada—. Bueno, estoy impresionada de que lo hayais pensado hasta ahora, pero... Todo esto es
solo en caso de que ocurra algo, ¿no?
¿Huh?
No esperaba esa pregunta tan tarde en el juego, y estoy sin palabras.
—Uh... no exactamente...
Si Saya no se sube a bordo, este plan no funcionará. No sé qué decirle, y busco algo que decir.
—¡Eso no es necesariamente así! —Bruscamente, Teshigawara salta, sacando la pantalla de su
teléfono—. ¿Sabes cómo se hizo el Lago Itomori?
Saya y yo miramos de reojo la pantalla. Es un sitio que se parece a la página de inicio de la
ciudad, con un encabezado que dice: Los Orígines del Lago Itomori. Luego las palabras: “Un lago
originado por un meteorito hace 1.200 años, e increíblemente raro en Japón”.
—¡Es un lago de meteorito! ¡Este lugar ya ha sufrido al menos un impacto de meteorito!
Mientras Teshigawara dice esto, una mirada triunfante en su cara, algo hace click en mi mente.
Empiezo a hablar antes de saberlo siquiera:
—Eso es… ¡Tiene razón! ¡Es por eso!
Por eso hay una imagen del cometa en un lugar como ese, me doy cuenta. El Cometa Tiamat
tiene un ciclo de 1.200 años. El Lago Itomori es un lago meteórico de 1.200 años. El meteorito golpea el
suelo cada tanto tiempo, cuando el cometa pasa. Un desastre presagiado. Eso significa que sería
inevitable. Esa imagen era tanto un mensaje como una advertencia.
Me siento como si me hubiera ganado un inesperado aliado. Ya no puedo contenerme más.
¡Los preparativos para esto fueron dispuestos hace mil años!
—¡Muy buena, Tesshi! —Sin pensarlo, lanzo mi puño, y Teshigawara lo choca.
—¡Sep!
Esto funcionará. ¡Lo hará!
—¡Hagámoslo!
Nos giramos hacia Saya, hablando al unísono, volando de entusiasmo.

—… ¿De qué estás hablando? —La voz es ruda y pesada, como el sonido de unas tijeras cortando cartón.
Me enrojecí muchísimo. Hablé más alto, sin sentirme más amedrentado:
—¡Te lo dije! Tienes que evacuar a la población, solo por si acaso, o-
—Cállate un minuto. —Su voz no se alzó del todo, pero parece gritarme. 77
El padre de Mitsuha, el Alcalde Miyamizu, cierra sus ojos pesadamente y se recuesta en la silla
de su oficina. La espesa piel cruje audiblemente. Entonces exhala, lentamente, y mira fuera de la
ventana. Las sombras de las hojas se balancean ante la luz de la tarde.
—… ¿El cometa va a partirse en dos y caer sobre este pueblo? ¿Más de 500 personas podrían
morir?
Golpea la mesa con la punta de sus dedos, haciendo una larga pausa. Entonces, finalmente, gira
su mirada hacia mí. Mis rodillas sudan. Por primera vez, me doy cuenta que es por donde más suda
Mitsuha cuando está nerviosa.
—Sé que cuesta creerlo, pero tengo motivos para-
—¡Cómo osas venirme con una tontería así! —De la nada, explota. Las arrugas entre sus ojos se
hacen más profundas—. ¿Las ilusiones corren por el linaje de Miyamizu? —Se queja en voz baja, como si
hablara consigo mismo. Me fija con una mirada penetrante y habla en voz baja—: Escucha, Mitsuha. Si
hablas en serio conmigo, entonces estás enferma.
—... ¿Qué?
Las palabras no salen. Me doy cuenta de que la confianza que había tenido en la sala del club
hace solo treinta minutos desapareció sin dejar rastro. La sensación incómoda de que en realidad estoy
equivocado se está construyendo rápidamente. No, eso no es verdad. No estoy engañado, y no estoy
enfermo. Soy-
—Enviaré un coche por ti. —El alcalde levanta el teléfono, de repente parece preocupado.
Comienza a marcar, iniciando una llamada incluso mientras me está hablando—. Haz que un médico del
hospital de la ciudad te mire. Después de eso, escucharé lo que tienes que decir.
Las palabras envían una sacudida desagradable a través de mí. Este tipo me está tratando
seriamente a mí, a su propia hija, como un caso de locura. En el momento en que se registra, todo mi
cuerpo se pone tan frío como el hielo, mientras que el núcleo de mi cerebro se inflama tanto que podría
estar ardiendo.
Es rabia.
—… ¡No me hables así, bastardo! —Las palabras salen como un grito.
Los grandes ojos del alcalde están justo frente a mí. Sin pensarlo, lo agarré por la corbata y lo
levanté. El auricular del teléfono cae al suelo al lado del escritorio, y escucho el pequeño zumbido de
una línea muerta.
—... Ah…
Relajo mi agarre. Lentamente, la cara del hombre retrocede. Los labios del Alcalde Miyamizu
están flojos y tiemblan ligeramente, en estado de shock o desconcierto. Nos miramos a los ojos.
Ninguno de nosotros puede mirar hacia otro lado. Un sudor frío abre cada poro de mi cuerpo.
—Mitsuha. —El alcalde suena como si peleara por dejar salir el aire—: No… ¿Quién eres? —Está
temblando. Con una sensación desagradable, como un pequeño insecto alado que llevaba el viento, las
palabras permanecen en mis oídos durante mucho tiempo.

Débilmente, puedo escuchar las reverberaciones del martilleo en la distancia. Es entre el mediodía y la
tarde. El pueblo está demasiado tranquilo, y también parece que desde muy lejos alcanzan mis oídos
con la brisa. Tok-tok, tok-tok.
Tras dejar la oficina del alcalde, camino penosamente por el camino de la colina que domina el
78
lago, imaginando un clavo clavado en la madera dura al ritmo del ruido. Un clavo de hierro, acuñado en
astillas oscuras y estrechas, destinado a oxidarse. Probablemente se estén preparando para el Festival de
Otoño en el santuario, pienso distraídamente, mirando las linternas de madera que bordean el camino.
Al escuchar las voces de los niños sobre mí...
—¡Vale, nos vemos luego!
… miro hacia arriba.
Más arriba, niños con mochilas se saludan unos a otros.
—Mm-hmm, os veré en el festival.
—Veámonos debajo del santuario.
Con eso, un niño y una niña se separan de su amigo y vienen corriendo hacia mí. Están en la
mitad de la escuela primaria, probablemente de la edad de Yotsuha.
Cayó sobre el santuario.
—¡No vayas! —El chico está a punto de pasar corriendo y sin pensarlo, lo agarro por los
hombros—. ¡Sal de la ciudad! ¡Cuéntale a tus amigos también!
Entre mis brazos, la expresión de un niño que ni siquiera conozco se desliza hacia el terror.
—¡¿Qué te pasa?!
Aparta mis manos. Vuelvo a mis sentidos.
—¡Hermana!
Cuando me giro hacia la voz, Yotsuha está corriendo cuesta abajo hacia mí, con su mochila y una
expresión preocupada. Los dos niños hacen un descanso y se van corriendo. No puedo hacer cosas como
esta. Solo pareceré espeluznante.
—¡Hermana! ¡¿Qué les hiciste a esos niños?! —Yotsuha se abalanza sobre mí, agarrando mis
brazos y mirándome a la cara.
¿Qué se supone que debo hacer ahora?
Miro a Yotsuha. Ella espera ansiosamente que yo diga algo.
—Si Mitsuha hubiera intentado... —Murmuro los pensamientos tal como vienen. ¿Podría
haberla convencido? ¿Soy yo quien no puede hacerlo?
Yotsuha está desconcertada, pero la ignoro y sigo adelante:
—Yotsuha, antes de que llegue la noche, toma a la abuela y salid de la ciudad.
—¿Huh?
—¡Si os quedais aquí, moriréis!
—¡¿Qué?! Hermana, vamos, ¿de qué estás hablando?
—Esto es importante. —Le digo, pero Yotsuha alza la voz desesperadamente, tratando de
rechazar mis palabras:
—¡Hermana, vete! —Sus ojos están llenos de lágrimas. Ella está asustada. Mientras Yotsuha
habla, se pone de puntillas y me mira a los ojos—. De repente te fuiste a Tokio ayer también. ¡Has
estado rara todo el tiempo últimamente, hermana!
—¿Huh? 79
Siento una sensación extraña…
¿Tokio?
—Yotsuha, ¿acabas de decir Tokio?
—¡Heeey, Mitsuhaaa!
Es Saya. Cuando alzo la mirada, está saludando desde la parte de atrás de la bici que
Teshigawara pedalea. Frena, resbalando un poco sobre el asfalto.
—¡¿Hablaste con tu padre?! ¡¿Cómo te fue?!
Teshigawara se inclina hacia adelante. No puedo responder. Estoy confundido. Ya no sé qué
pensar. El alcalde no escucharía una palabra de lo que dije. No solo eso, le preguntó a su propia hija
quién era ella. Lo hice hacer eso. ¿Es porque soy Mitsuha? ¿Es por eso que no funcionó? En ese caso,
¿dónde está ella ahora? Yotsuha dice que Mitsuha fue ayer a Tokio. ¿Por qué? ¿Cuándo fue ‘ayer’?
—¿Oye, Mitsuha? —Oigo la voz perpleja de Teshigawara—. ¿Qué le pasa a tu hermana? —Le
pregunta Sayaka a Yotsuha.
¿Dónde está Mitsuha? ¿Dónde estoy ahora?
¿Y si…?
Levanto mis ojos. Más allá de las casas, los contornos ondulados de las montañas se construyen
unos sobre otros, y más allá de ellos, hay una cresta azul brumosa. La montaña que subí. El cuerpo del
dios en la cima. El lugar donde bebí el sake. Un viento suave y frío sopla desde el lago, agitando el
cabello recién corto de Mitsuha. Los mechones acarician mis mejillas suavemente, casi como las yemas
de los dedos de alguien.
—¿Está ella... allí? —Murmuro.
—¿Huh? ¿Qué? ¿Qué pasa? ¿Hay algo ahí arriba?
Yotsuha, Saya y Teshigawara siguen mi mirada.
Mitsuha, si estás allí...
—¡Tesshi, déjame tomar prestada tu bicicleta!
Mientras hablo, agarro el manillar y se lo arranco. Me siento a horcajadas sobre el asiento y
luego me levanto.
—Oye, ¿qué? ¡Mitsuha!
El asiento es realmente alto. Levantándome para pedalear, empiezo a subir el camino de la
colina.
—¡Mitsuha, ¿qué pasa con la operación?!
A medida que me alejo, Teshigawara me grita. Parece que podría estar a punto de llorar.
—¡Prepáralo, tal como lo planeamos! ¡Por favor! —Mi grito resuena por la ciudad silenciosa.
Separada de su cuerpo, la voz de Mitsuha rebota entre las montañas y el lago, llenando el aire
por un momento. Como persiguiendo esa voz, pisoteo los pedales con todas mis fuerzas.

Alguien está golpeando mi mejilla.


Es una presión muy leve, probablemente solo la punta de un dedo índice. Sea quien sea, está 80
siendo amable, tratando de no hacerme daño. La punta del dedo es muy frío. Escalofriante, como si un
momento antes hubiera estado tocando hielo. ¿Quién demonios me despertaría así?
Abro mis ojos.
¿Huh?
Está realmente oscuro. Quizás sea aún de noche.
Otro toque en mi mejilla. No… Esto es agua. Gotas de agua han estado golpeando mi cara.
Cuando me siento, finalmente lo noto.
—… ¡Soy Taki! —Sin quererlo, lo digo en alto.

Mientras subo los estrechos escalones de piedra, el sol de la tarde alcanza directo mis ojos. Debo haber
estado en la oscuridad durante un rato. Los ojos de Taki sollozan. Cuando he llegado a la cima, mi
suposición se confirma: estoy en la montaña del cuerpo del dios.
¿Qué hace Taki aquí?
Sin realmente entender lo que está sucediendo, emerjo desde debajo del árbol gigante y
comienzo a caminar a través de la cuenca. Taki lleva una parka de camping pesada y zapatos para
caminar con suelas gruesas de goma. El suelo es suave y húmedo, y podría haber dejado de llover: la
hierba baja está llena de gotas de agua. Cuando miro hacia arriba, sin embargo, el cielo está
perfectamente despejado. Delgadas nubes trituradas fluyen en el viento, brillantes y doradas.
Mis recuerdos son extrañamente vagos.
Aún incapaz de recordar nada, en poco tiempo llegué al borde de la cuenca, al pie de la ladera.
Miro hacia la colina. Toda esta área es una depresión. La cima de esta pendiente es la cima de la
montaña. Empiezo a escalar. Mientras lo hago, busco en mis recuerdos, tratando de recordar lo que
estaba haciendo antes de venir aquí. Entonces mis dedos tocan el borde.
Festival de musica. Un kimono de verano ligero. Mi propia cara, cabello corto, reflejado en un
espejo.
Así es.

Ayer fue el Festival de Otoño. Tesshi y Saya me pidieron que fuera, así que me puse mi ropa tradicional y
salí. Era el día en que se suponía que el cometa debía ser más brillante, así que íbamos a observar. Sí,
eso fue todo. Todo parece muy distante de alguna manera, pero definitivamente fue ayer.
Mi nuevo corte de pelo realmente sorprendió a Tesshi y Saya. La boca de Tesshi se abrió tanto
que prácticamente se podía escuchar el efecto de sonido del shock. Estaban tan sacudidos que sentí un
poco de pena por ellos. Durante todo el camino hacia la colina, susurraron a mis espaldas.
—Hey, ¿crees que tiene roto el corazón?
—¡¿Por qué sueltas eso?! ¿Eres un viejo del siglo pasado?
Cuando llegué al final de la carretera estrecha y me giré al espejo de tráfico, allí estaba: un
enorme cometa en el cielo nocturno, directo sobre nosotros. Es grande, con una cola brillando color
verde esmeralda, y su cabeza es más brillante que la luna. Si entrecierro los ojos, podía ver partículas a
su alrededor coo polvo fino. Olvidamos hablarnos y solo nos quedamos allí con nuestras bocas abiertas
como idiotas, mirando, fascinados, durante mucho tiempo.
Entonces, al mismo punto, me di cuenta de que el cometa se partiera en dos. Había dos grandes 81
y brillantes cabezas, y una parecía estar acercándose mucho. Poco después, varias delicadas estrellas
fugaces empezaron a brillar a su alrededor. Era como si los cielos se cayeran. No, esa noche, las estrellas
realmente cayeron. Era una visión sacada de un sueño, un cielo nocturno imposiblemente hermoso.

Finalmente llegué a la cima de la colina. El viento es frío. Bajo mía, Una manta de nubes se despliega
como una alfombra brillante. A través de ellos, puedo ver el Lago Itomori, que comienza a teñirse con
tenues sombras azules.
¿Eh?, pienso. Que extraño.
Durante un tiempo, he estado temblando tanto que es como si alguien me hubiera puesto hielo.
De la nada, tengo tanto miedo que no puedo manejarlo. Estoy aterrada, ansiosa, triste y sola, y
siento que podría perder la cabeza. Estoy sudando frío como si se hubiera roto un grifo.
¿Y si…?
Quizás me haya vuelto loca. Tal vez me quebré antes de saber que estaba sucediendo.
Estoy asustada. Estoy asustada. Quiero gritar en este momento, pero la respiración agitada es lo
único que sale de mi garganta. Mis párpados se abren más y más, impulsados por un pensamiento que
no es mío. Las superficies de mis ojos están desérticas. Están mirando el lago. Lo sé. Lo he visto.
Itomori se ha ido.
Se ha formado un lago redondo más grande, que se superpone al Lago Itomori. En algún lugar
dentro de mi mente, pienso: Bueno, por supuesto que sí. Después de todo, algo así cayó sobre nosotros.
Después de ese plomo, una masa sofocante cayó sobre nuestras cabezas. Así es.
Esa noche yo...
Es como si mis articulaciones se hubieran roto sin un sonido. Caigo de rodillas en el acto.
Esa noche... yo...
El aire que se escapa de mi garganta se convierte en una voz, apenas:
—Esa noche…
Los recuerdos de Taki me inundan. El desastre del cometa que destruyó un pueblo entero. El
hecho de que Taki realmente vivió en Tokio 3 años en el futuro. El hecho de que, para entonces, yo ya
no estaba en ninguna parte. La noche que cayó la estrella. En aquel entonces, yo...
—… ¿Morí…?
¿Dónde viven los recuerdos humanos? ¿Están en un circuito sináptico del cerebro? ¿Las retinas y las
puntas de los dedos contienen recuerdos también? ¿O hay un colectico invisible, amorfo, místico y
espiritual en algún lugar, y allí todos los recuerdos? Algo que llamaríamos corazón, mente o alma. ¿Es
algo que puede sacar y volver a colocar, como una tarjeta de memoria con un sistema operativo?
El asfalto se cortó hace un tiempo, y he estado pedaleando por caminos de montaña sin
pavimentar. El sol bajo parpadea a través de los huecos entre los árboles. El cuerpo de Mitsuha suda sin
parar, y mi flequillo está pegado a mi frente. Mientras pedaleo, me limpio el cabello de la cara junto con
el sudor.
El alma de Mitsuha debe estar en mi cuerpo ahora mismo. Después de todo, mi corazón está
aquí, en el de ella. Pero... Esto es algo en lo que he estado pensando por un tiempo. 82
Incluso ahora, estamos juntos.
Mitsuha, o al menos un fragmento de su corazón, todavía está aquí. Por ejemplo, sus dedos
recuerdan la forma de su uniforme. Cuando me lo pongo, naturalmente sé la longitud de la cremallera y
la rigidez del cuello. Cuando los ojos de Mitsuha ven a sus amigos, me siento aliviado y feliz. Sin siquiera
preguntar, puedo decir a quién le gusta Mitsuha y con quién no se siente cómoda. Cuando veo a la
abuela, recuerdos que ni siquiera debería haber tenido, surgen en mi mente, como un proyector con el
foco roto. El cuerpo, los recuerdos y las emociones están unidos inseparablemente.
Taki.
He estado oyendo la voz de Mitsuha en mi interior desde hace un rato.
Taki, Taki.
Su tono es apremiante, rogando, como si fuera a llorar. Una voz temblando de soledad, como el
brillo de las estrellas distantes.
La imagen borrosa se afina.
—Taki. —La llamada de Mitsuha—. ¿No me recuerdas?
Y entonces recuerdo lo que pasó ese día.

Ese día, en lugar de ir a clase, Mitsuha cogió un tren.


Fue a la gran terminal, donde se detiene el Shinkansen a Tokio. El tren local que tomó para
llegar aquí iba vacío, a pesar del hecho de que era hora punta, cuando los estudiantes van para clase.
Como no había escuelas a lo largo de la pista, todos los que viajaban por aquí conducían.
—Voy a ir a Tokio por un momento.
Este había sido el anuncio abrupto de Mitsuha a su hermana pequeña cuando salieron de la casa
esa mañana.
—¿Huh? ¿Ahora? ¡¿Por qué?! —Pregunta Yotsuha, sorprendida.
—Um... ¿Para una cita?
—¡¿Qué-?! ¡Hermana, ¿tienes novio en Tokio?!
—Uh, bueno... No es mi cita. —Sin saber cómo explicarse, Mitsuha se echa a correr—. Volveré
esta noche. ¡No te preocupes!
Mirando el paisaje que pasa por la ventana del tren bala, Mitsuha se pregunta:
¿Por qué voy a la cita de Okudera-senpai y Taki? No es que los tres podamos pasar el rato juntos.
Además, nunca he estado en Tokio antes. ¿Podré encontrar a Taki? Incluso si lo hago, ¿le molestará que
me esté presentando de la nada? ¿Se sorprenderá? Tal vez se enoje...
Con una facilidad sin complicaciones que casi invita a la decepción, el Shinkansen se desliza
hacia Tokio. Las multitudes increíbles dejan a Mitsuha sin aliento, pero ella trata de llamar a mi celular.
—... Debido a que la unidad está fuera de alcance o apagada, el número que está tratando de llamar es...
Ella cuelga. Al igual que las otras llamadas, no se realizó.
Mitsuha nunca lo encontrará, piensa.
Aún así, después de mirar el panel de información de la estación como si fuera un cuestionario,
se dirige a la ciudad, confiando en sus vagos recuerdos.
83
Pero si lo veo...
Ella viaja en la línea Yamanote, el autobús de la ciudad, camina, toma otro tren y luego camina
un poco más.
¿Qué voy a hacer? Probablemente le moleste, ¿cierto? Tal vez sea incómodo.
O tal vez…
Ella ve las palabras ‘Cometa Tiamat en su punto más cercano mañana’ en una gran
pantalla de televisión al aire libre.
O, si lo encuentro, tal vez, ¿él...?
Cansada de caminar, mira las luces brillantes de los edificios desde un puente peatonal y piensa,
casi rezando:
Si encuentro a Taki, tal vez sea un poco feliz...
Ella comienza a caminar de nuevo, todavía pensando.
Nunca lo encontraré buscando a lo loco. No, pero sé una cosa seguro. Si nos encontramos, lo
sabremos de inmediato. ‘Tú eras el que estaba en mí. Yo, la que estaba en ti’.
Mitsuha está segura de esto, como si fuera tan simple como sumar dos y dos.
El sol de la tarde se cuela a través de la abertura entre los techos de la platforma de la estación,
tan débil como un débil destello.
Los pies de Mitsuha están adormilados por toda la caminata que ha dado, y se planta en un
banco con sus piernas estiradas ante ella. Mira ausente al sol poniente, el cual es mucho más pálido y
menos confiable que en Itomori.
Una música suena, y una voz anuncia:
—El tren local a… Chiba… está llegando a la… Línea 4.
Un tren amarillo se desliza a la plataforma. Los vagones levantan un viento cálido que le
revuelve el cabello. Mitsuha mira las ventanas del tren sin verlas realmente.
De repente, su respiración se corta.
Se pone de pie de un salto como si la hubieran picado.
Él había estado allí, en la ventana que acababa de pasar frente a ella.
Mitsuha se lanza a toda velocidad. Los vagones se han detenido, y ella alcanza la ventana casi de
inmediato. Sin embargo, el tren nocturno está abarrotado y no puede encontrarlo de nuevo desde
afuera. Con un sonido como una exhalación gigante, las puertas se abren. El vagón está tan apretado
que la gente prácticamente se está derramando, haciendo que Mitsuha se estremezca. Incluso así,
murmurando ‘Perdón’ y sudando detrás de las rodillas, se abre paso entre la multitud. Con otro suspiro
gigante, las puertas se cierran. El tren comienza a moverse. Repitiendo ‘Perdón’ una y otra vez, poco a
poco, Mitsuha avanza. Luego, frente a un chico, se detiene. Los sonidos a su alrededor se desvanecen.
Soy yo. Mi ‘yo’ del instituto de secundaria de hace 3 años.

No puedo ir más allá en la bicicleta.


En cuanto tuve la idea, la rueda delantera se enganchó en una raíz y me resbalé.
Por reflejo, agarro el tronco de un árbol cercano. La bicicleta se desliza por debajo de mí y cae 84
por la pendiente, golpeando el suelo a unos tres metros por debajo con una enorme raqueta. Las ruedas
están dobladas fuera de forma.
—Lo siento, Teshigawara. —Murmuro suavemente, y salgo corriendo por el estrecho sendero de
la montaña.
¿Por qué lo olvidé? ¿Por qué no me acordé hasta ahora? Mientras corro, miro los recuerdos que
brotan dentro de mí.
—Mitsuha, ese día, hace 3 años, viniste a verme.

Taki. Taki, Taki.


Desde hace un rato, Mitsuha ha estado dándole vueltas a mi nombre en silencio en su lengua.
No la he notado en absoluto, incluso aunque estoy frente a ella. Ella sigue preocupándose por el tono
que debería usar para dirigirse a mí y por la expresión que debería usar, tan seriamente que parece
estallar en llanto. Luego, forzando una sonrisa brillante, ella dice:
—Taki.
Mi ‘yo’ del instituto queda atónito al oír mi nombre sin más, y alzo la mirada. Aun somos de la
misma altura, así que sus grandes y vagamente llorosos ojos están justo ante mí.
—¿Huh…?
—Um, ¿tú…? —Sonriendo desesperadamente, Mitsuha se señala a sí misma.
—… ¿Huh?
—¿No me recuerdas? —Pregunta aún más extraña y tímidamente, mirándome a través de sus
pestañas.
—¿Quién eres?
Mitsuha sufre un pequeño escalofrío, y entonces rápidamente se sonroja. Baja la mirada,
hablando en una voz apenas inaudible:
—Oh… Lo siento…
El tren se balancea. Todos los pasajeros se ajustan para mantener el equilibrio, excepto Mitsuha,
que se tambalea hacia mí. Su cabello roza la punta de mi nariz, y capto el leve aroma del champú.
—Lo siento. —Murmura de nuevo.
Qué chica tan rara, piensa mi ‘yo’ de secundaria.
La mente confusa de Mitsuha se acelera desesperadamente.
Pero eres Taki, entonces ¿por qué...?
Para los dos, el tiempo pasa torpemente.
—La próxima estación es... Yotsuya.
El anuncio ofrece a Mitsuha un poco de alivio. Al mismo tiempo, sin embargo, se siente
insoportablemente triste. Aún así, ella no puede quedarse aquí por más tiempo. Las puertas se abren y
ella se mueve con el resto de la multitud para salir del tren.
Al verla retroceder, me arrepiento de pensar: Tal vez esta chica rara es alguien que debería
conocer. Este inexplicable e intenso impulso me lleva a gritar:
—¡Disculpa! ¿Cuál es tu nombre? 85
Mitsuha se da vuelta, pero las olas de pasajeros que desembarcan la empujan más lejos. A toda
prisa, se desata el cordón trenzado que le ata el cabello. Ella me lo extiende y grita:
—¡Mitsuha!
Sin pensarlo, me estiro para alcanzarlo. Es de un naranja vívido, como un delgado rayo de sol
vespertino en el tenue tren. Me abro paso entre la multitud y agarro ese color apretado.
—¡Mi nombre es Mitsuha!

Ese día, hace 3 años, viniste a verme.


Finalmente, Io sé.
Una chica que no reconocí me habló en el tren una vez. Para mí, eso había sido todo, y lo olvidé
completamente. Pero Mitsuha había venido a Tokio cargando con el peso de todos esos sentimientos, y
había sido herida profundamente, regresando a su hogar, y se cortó el pelo.
Hay un nudo en mi garganta. Aun no hay nada que pueda hacer por ello ahora, así que sigo
corriendo, sin fuelle. Mi cara y cuerpo (de Mitsuha) están llenos de sudor y suciedad. Lo siguiente que sé
es que los árboles se han acabado, y estoy en una zona rocosa, con nubes que son como una alfombra
dorada bajo mí.
Finalmente he llegado a la cima.
Aspiro una gran cantidad de aire frío. Entonces, como si estuviera expulsando todas mis
emociones de la boca del estómago, grito a todo pulmón.
—¡Mitsuhaaaa!

Oigo una voz.


Ladeo mi cabeza. Me pongo en pie, mirando alrededor.
Estoy en la zona rocosa que rodea el cuerpo de la cuenca del dios. El sol de la tarde casi se ha
ido, y todas las sombras están estiradas y alargadas. El mundo está dividido fuertemente en luz y
oscuridad, pero no hay nadie alrededor.
—... ¿Taki? —Murmuro.
Respiro profundamente el aire frío. Entonces grito, usando la garganta de Taki:
—¡Takiiii!

Lo escucho
Ella está aquí. Mitsuha está aquí.
Salí corriendo, subiendo la cuesta hasta el pico de la montaña.
Hago un escaneo completo de 360 del área, pero no hay nadie... Ella tiene que estar aquí, sin
embargo. Lo siento en mi núcleo.
—¡Mitsuhaaa! Estás aquí, ¿verdad? ¡En mi cuerpo!

86
¡Es Taki!
Estoy segura. Grito una pregunta al cielo vacío:
—¡Taki! ¡Taki, ¿dónde estás?! ¡Puedo oírte, pero…!
Empiezo a correr alrededor de la base.

Puedo oír una voz. Solo una voz.


Realmente no sé si, mi voz —la voz de Mitsuha— realmente está creando sonido o si solo está
haciendo eco en algo como mi alma. Después de todo, incluso si estamos en el mismo lugar, debemos
estar separados por 3 años.
—Mitsuha, ¿dónde estás?
Incluso así, grito. No puedo gritar. Corro alrededor del borde de la cuenca con todo lo que
tengo. Si lo hago…

Si lo hago, alcanzaré a Taki. Corro, impulsada por esa ilusión.


—¡Oh!
Gritando a pesar de mí misma, me detengo.

Me detengo, a regañadientes mirando atrás.


Justo ahora, estoy seguro de que pasé junto a ella.
Hay una cálida presencia ante mí. Mi corazón está saltando en mi pecho.

No puedo verle, pero sé que Taki está aquí, muy cerca de mí. Mi corazón está acelerando
Él está aquí. Estiro mi mano.

Ella está aquí. Estiro mi mano.


… Pero mis dedos no tocan nada.
—¿Mitsuha?
Espero una respuesta. Nadie responde.
No es bueno, ¿entonces? ¿No podemos vernos?
Una vez más, miro alrededor. Estoy de pie, en la cima de la montaña, solo.
Al final de mi ingenio, bajo la cabeza y dejo salir un suspiro largo y delgado.
El viento sopla suavemente, levantando suavemente mi cabello. Mi sudor se ha secado por
completo. Sintiendo una repentina caída en la temperatura, miro el sol de la tarde. Mientras estaba
distraído, se deslizó debajo de las nubes. Liberados de la luz solar directa, la luz y la sombra se funden y
los contornos del mundo se vuelven suaves y vagos. El cielo aún brilla, pero la Tierra está envuelta en 87
sombras pálidas. El aire está lleno de luz rosa indirecta.
Así es. Había nombres para esta hora del día. Ocaso, tasogare. El momento en que los contornos
se difuminan, cuando puedes encontrar algo que no es de este mundo. Murmuro su antiguo nombre.

Penumbra.
Nuestras voces se solapan. No puede ser.
Lentamente, aparto mi mirada de las nubes al espacio justo ante mí.
Mitsuha está ahí.
Me está observando, sus ojos bien abiertos, la boca colgando abierta.
Esa expresión tonta me parece graciosa y adorable. La emoción es más fuerte que mi sorpresa y,
lentamente, empiezo a sonreír.
—Mitsuha.
Cuando la llamo, los ojos de Mitsuha se llenan rápidamente de lágrimas.
—... ¿Taki? ¿Taki? ¿Taki? ¿Taki? —Mientras se repite como una idiota, sus manos encuentran
mis brazos. Sus dedos se aprietan, apretando—. ¡Taki, estás aquí de verdad! —Su voz suena ronca y
tensa. Grandes lágrimas ruedan por sus mejillas.
Finalmente nos hemos conocido. Realmente conocido. Nos enfrentamos, Mitsuha como
Mitsuha, yo como yo, en nuestros propios cuerpos. Me siento profundamente aliviado. Una sensación
de profunda paz brota dentro de mí, como si, después de haber estado en el extranjero por un largo
tiempo en un país donde no sabía el idioma, finalmente haya regresado a casa. Una alegría tranquila me
llena.
Mitsuha sigue sollozando.
—Vine a verte. —Le digo.
Sus lágrimas son tan claras y redondas como pequeñas canicas. Sonrío y sigo adelante:
—¡En serio, fue un viaje duro!
Eso es correcto: camino, camino aquí. En algún lugar, incluso el tiempo es diferente. Mitsuha me
mira parpadeando.
—¿Huh? ¿Pero cómo? En aquel entonces, yo...
—Me bebí el sake que hiciste.
Mientras le digo, recordando cuánto he pasado por esto, las lágrimas de Mitsuha se detienen en
seco.
—¿Huh...?
Ella se queda sin palabras. Bueno, claro que lo es. Cualquiera se conmovería con eso, ¿cierto?
—T... Tú...
Lentamente, Mitsuha se aleja de mí.
—... ¿Hmm?
—¡Tú... ¿te bebiste eso?!
—¿Huh?
88
—¡Idiota! ¡Pervertido! ¡¿Qué...?! —Su cara es de color rojo brillante. Aparentemente, ella está
enojada.
Espera, ¿es algo por lo que enojarse?
—¡Oh! Me tocaste el pecho, ¿verdad?
—¡¿Qué?! —completamente nervioso—. ¿Có-cómo sabes sobre...?
—¡Yotsuha te vio! —Mitsuha coloca sus manos en sus caderas, hablando como si estuviera
regañando a un niño.
—Uh, sep, lo siento... Yo solo... —¡Tch! Pequeño putrefacto podrido. Mis palmas se ponen
sudorosas. Una excusa. Tengo que darle una excusa. De improviso, dejo escapar—: ¡Una vez! ¡Fue solo
una vez!
¡Como si fuera cualquier tipo de excusa! ¡Soy un imbécil!
—…¿Sólo una vez? Hmm...
¿Eh? Ella lo está considerando. Entonces ‘Solo una vez’ ¿está bien? De hecho, podría superar
esto. Sin embargo, como si se corrigiera a sí misma, las cejas de Mitsuha se arquean.
—¡No, es lo mismo sin importar cuántas veces lo hagas! ¡Idiota!
Entonces no va a funcionar. Rindiéndome, aplaudo y agacho la cabeza para disculparme.
—¡Lo siento! —Realmente no puedo decirle que en realidad las sentía cada vez.
—Oh, eso es…
La expresión de Mitsuha cambia abruptamente. Ella señala mi mano derecha con sorpresa. Echo
un vistazo a mi muñeca.
—Oh, sep. Esto.
Es el cordón trenzado. El que me dio hace 3 años. Deshago el pequeño sujetador de metal que
lo mantiene en su lugar y lo desenrollo de mi muñeca, hablando con Mitsuha mientras trabajo:
—Escucha, no vengas a visitarme antes de que nos veamos. ¿Cómo se suponía que supiera que
eras tú? —Le paso el cordón a Mitsuha—. Toma. —Recordando lo que sintió en ese tren, una suavidad
llena mi pecho—. Lo he tenido durante 3 años. Esta vez, quédatelo.
Mitsuha levanta la vista del cordón en sus manos y sonríe feliz.
—¡Uh-huh! —Cuando sonríe, no me había dado cuenta antes, pero es como si todo el mundo
estuviera feliz junto con ella.
Mitsuha envuelve el cordón alrededor de su cabeza verticalmente, como una diadema, y lo ata
con un lazo sobre su oreja izquierda.
—¿Qué tal? —Se sonroja, mirándome a través de sus pestañas. El cordón trenzado rebota al
costado de su pecho, como una cinta.
—Uh…
No funciona en realidad, pienso. Es algo infantil. Y no tenía que haberse pegado tal tajo en el
pelo. Primero se muestra sin preguntar, y luego se trauma sin razón… Me gustan las melenas negras,
¿sabes?
Esa es mi reacción inmediata. Sin embargo, en casos como este, los cumplidos son el mejor
movimiento. Incluso yo lo sé. ¡Incluso las Habilidades de conversación para la persona que nunca,
nunca ha sido el más popular! El enlace que Mitsuha me envió dijo que siempre era seguro felicitar a las 89
mujeres.
—... Bueno, no está mal.
—¡¿Qué...?! —La expresión de Mitsuha se nubla de inmediato.
¿Eh?
—¡No crees que me quede bien!
¿Qué? ¡¿Cómo lo supo?!
—Ja... ja-ja... Lo siento.
—¡Sinceramente! ¡Eres un…! —Ella aparta la cara, completamente disgustada.
¿Qué es esto? Hablar con las chicas es imposible...
Entonces Mitsuha estalla en carcajadas. Ella sostiene sus costados, riendo. ¿Qué pasa con ella,
de todos modos? Llorando y enojándose y riéndose...
Aún así, mirándola, el impulso comienza a acumularse dentro de mí también. Miro hacia abajo,
me tapo la cara y me río. Mitsuha se está riendo junto a mí. Por alguna razón, hemos comenzado a
divertirnos. Nos reímos a carcajadas juntos. En nuestro rincón del mundo suavemente iluminado y
medio iluminado, nos reímos y reímos como niños pequeños.
Poco a poco, la temperatura está bajando. Poco a poco, la luz se desvanece.
—Mitsuha.
Me arrepiento de recordar cómo me sentía cuando era niño, cuando jugaba después de la
escuela, queriendo quedarme con mis amigos durante horas y horas más pero sabiendo que era casi la
hora de irme a casa.
—Todavía tienes cosas que debes hacer. Escucha.
Describo el plan para ella que había tramado con Teshigawara y Saya. Mientras escucha,
Mitsuha asiente seriamente, y me doy cuenta de que recuerda que la estrella cayó, que la ciudad
desapareció. Que ella murió una vez. Para ella, esta noche es una recreación.
—Esta aquí…
Mitsuha mira hacia el cielo, y mientras susurra, su voz tiembla ligeramente. Sigo su mirada. En el
cielo occidental, que se está volviendo de un azul profundo y oscuro, la forma del Cometa Tiamat de
cola larga es apenas visible.
—Todo está bien. Lo lograrás. —Lo digo definitivamente, tanto para convencerme a mí como
cualquier otra cosa.
—Sí, lo intentaré... Oh, ya es penumbra…
Antes de darme cuenta, Mitsuha también notó el cambio de color de las sombras pálidas.
—… Ya ha terminado. —Termino.
Los últimos rastros del sol de la tarde se desvanecen del cielo. La noche llegará pronto. Como
para aplacar la ansiedad de arrepentimiento que se acumula dentro de mí, forzo una sonrisa y hablo
alegremente:
—Hey, Mitsuha. No nos olvidemos el uno al otro después de despertarnos... —Saco un rotulador
de mi bolsillo. Agarro la mano derecha de Mitsuha, luego escribo en su palma—. Escribamos nuestros
nombres. Aquí.
Le doy el rotulador a Mitsuha.
90
—… ¡Claro!
Ella rompe en una sonrisa. Es como ver florecer una flor. Ella toma mi mano derecha y coloca la
punta del rotulador contra ella.

Tunk.
Hay un ruido pequeño y fuerte a mis pies. Miro hacia abajo y ahí está el rotulador en el suelo.
—¿Huh? —Levanto la cabeza. No hay nadie delante de mí—. ¿Qué…?
Doy vuelta de un lado a otro.
—¿Mitsuha? ¿Hey, Mitsuha? —Llamo más fuerte.
Ninguna respuesta.
Inquieto, paso por la zona. Las sombras se hunden en la oscuridad azul-negra. Debajo de mí hay
nubes plomizas, sin rasgos distintivos, y en la penumbra debajo de ellas, puedo distinguir el Lago Itomori
en forma de calabaza.
Mitsuha se ha ido. La noche ya está aquí.
Estoy de vuelta en mi propio cuerpo, 3 años en el futuro.
Miro mi mano derecha. No hay cordón trenzado en mi muñeca ahora. En mi palma, solo hay una
línea delgada, corta y medio dibujada. Lo toco suavemente.
—... Te iba a decir... —Murmuro en voz baja a la línea—. No importa en qué parte del mundo te
encuentres, te encontraré de nuevo. Lo juro.
Arriba en el cielo, el cometa no se ve por ningún lado, y algunas estrellas comienzan a brillar.
—Tu nombre es Mitsuha.
Cierro los ojos, asegurándome de mis recuerdos, convirtiéndolos en algo con lo que puedo
contar.
—Está bien. ¡Lo recuerdo!
Profundizando la confianza, abro los ojos de nuevo. Hay una media luna blanca en el horizonte
lejano.
—Mitsuha, Mitsuha... Mitsuha, Misua, Misua. ¡Te llamas Misua! —Estoy gritando su nombre en
la media luna.
> ¡Su nombre es…!
De repente, el bosquejo de la palabra que quise pronunciar se desdibuja.
Rápidamente agarro el bolígrafo y escribo la primera letra de su nombre en mi palma... O lo
intento.
—¡......!
Después de una sola línea, mi mano se detiene. La punta de la pluma comienza a temblar.
Quiero hacer que deje de temblar y agarrarlo con fuerza. Intento apuñalarlo como una aguja para tallar
un nombre que no desaparecerá. La pluma no se moverá ni una fracción de pulgada. Mis labios se
mueven.
—… ¿Quién eres tú?
91
La pluma se cae de mi mano.
Están desapareciendo. Tu nombre. Tus recuerdos.
—¿Por qué vine aquí?
Quiero atarlos de alguna manera, para juntar los fragmentos de la memoria, así que los digo en
voz alta.
—Ella... ¡vine a verla! ¡Vine a salvarla! ¡Quería que ella viviera! —Está desapareciendo. Algo tan
precioso para mí está desapareciendo—. ¿Quién eres tú? ¿Quién eres, quién eres, quién eres...? —
Incluso las emociones que sé que sentí me están dejando—. ¡Alguien importante, alguien que no puedo
olvidar, alguien que no quería olvidar!
Todo se desvanece, la pena y el amor por igual. Ni siquiera sé por qué estoy llorando ahora. Mis
emociones se desintegran, se desmoronan como un castillo de arena.
—¿Quién eres, quién eres, quién...?
Después de que la arena se haya erosionado por completo, solo queda una cosa. Sé que es
soledad.
En ese momento, lo entiendo.
De ahora en adelante, este sentimiento será todo lo que quede conmigo. No tendré nada más
que soledad, una carga que alguien me obligó a soportar.
Bien, pienso desafiante. Incluso si el mundo es cruel, incluso si todo lo que tengo es soledad,
seguiré viviendo con todo lo que tengo. Incluso si esta emoción es todo lo que tengo, seguiré luchando.
Incluso si estamos separados, incluso si nunca nos volvemos a ver, lucharé. ¡Como si alguna vez me
resignase a esto!
La resolución poderosa y fugaz se siente como si estuviera peleando con los dioses.
Muy pronto, olvidaré incluso el hecho de haber olvidado algo.
Y así, haciendo que esa única emoción sea mi punto de apoyo, exijo al cielo nocturno por última
vez:
—¡¿Cuál es tu nombre?!
El grito se convierte en eco, rebotando en las montañas oscuras. Al hacer su pregunta sobre el
vacío una y otra vez, disminuye poco a poco.
Finalmente, el silencio desciende.
92
Capítulo 7
Lucha magníficamente

C
orro.
Estoy corriendo por una oscura pista de ciervos, repitiendo su nombre una y otra vez.
Taki, Taki, Taki.
Todo está bien. Recuerdo. Nunca olvidaré.
Por fin, a través de los huecos en los árboles, empiezo a vislumbrar las luces de Itomori. El viento
me trae fragmentos débiles y dispersos de música del festival. 93
Taki, Taki, Taki.
Cuando miro al cielo, el Cometa Tiamat está allí, brillando más que la luna, su larga cola se
arrastra detrás de él. El terror casi me hace retroceder, pero grito su nombre y lo pisoteo.
¡Tu nombre es Taki!

Escucho el sonido de un ciclomotor, y cuando levanto la cabeza, un faro se eleva sobre la pendiente y
brilla en mis ojos.
—¡Tesshi! —Grito, corriendo hacia él.
—¡Mitsuha! ¿Dónde diablos has estado?
Parece que me está regañando, pero realmente no puedo explicarlo. Tesshi está en su uniforme
escolar con las mangas enrolladas, y está usando un casco con una gran luz unida a él, como si estuviera
haciendo espeleología. Le doy el mensaje de Taki.
—Dijo que te rompió la bicicleta y lo lamenta.
—¿Quién lo hizo?
—¡Yo!
Las cejas de Tesshi se fruncen, pero apaga el motor del ciclomotor y enciende la luz del casco sin
decir una palabra. Él se echa a correr.
—¡Será mejor que me des toda la historia más tarde! —Dice en voz alta y áspera.

SUBESTACIÓN DE ITOMORI
TERRENO PROPIEDAD DE LA COMPAÑÍA
- PROHIBIDO EL PASO -
Dice una placa en la cerca de alambre. Más allá, los transformadores y las torres de acero
forman una silueta complicada. Es una instalación no tripulada, y las únicas luces que puedo ver son las
luces rojas en la maquinaria aquí y allá.
—¿Esa cosa se viene abajo? ¡¿De verdad?! —Pregunta Tesshi, mirando hacia el cielo.
Estamos frente a la valla de alambre de la subestación, mirando el cometa brillante.
—¡Va! ¡Lo vi! —Mientras hablo, lo miro directamente a los ojos.
Tenemos dos horas hasta que caiga.
No hay tiempo para explicar.
Por un momento, Tesshi parece dudoso. Luego, con un agudo "¡Ah!", sonríe. Su sonrisa se ve
como algo que ha reunido por pura desesperación.
—Lo viste, ¿eh? ¡Entonces supongo que tenemos que hacer esto!
Tesshi prácticamente rasga su bolsa de deporte. Está lleno de tubos que parecen bastones de
carrera envueltos en papel marrón: explosivos acuáticos en gel. Trago saliva. Tesshi saca un gran
cortador de pernos, coloca sus cuchillas contra la cadena envuelta alrededor de la puerta de la
subestación y dice:
94
—Mitsuha. Si hacemos esto, no hay vuelta atrás.
—Por favor. Asumiré toda la responsabilidad.
—¡Idiota! ¡Eso no es lo que estoy preguntando! —Tesshi suena enojado, y por alguna razón, se
sonroja un poco—. ¡Bueno, los dos somos criminales ahora!
Corta la cadena, y el fuerte traqueteo rompe la oscuridad.

—Cuando se vaya la luz en la ciudad, ¡la escuela debe cambiar al generador de emergencia de
inmediato! ¡Entonces podrás usar el equipo de transmisión!
Tesshi grita en dirección al teléfono. Él conduce el ciclomotor, y yo estoy detrás de él, con el
teléfono en la boca. Casi ningún automóvil nos pasa, y estamos comenzando a ver las luces de las casas
dispersas a lo largo del camino oscuro de la prefectura. Nos dirigimos a un área entre las laderas de las
montañas, donde se concentran las luces: el Santuario Miyamizu, el lugar del Festival de Otoño. De la
nada, siento una extraña nostalgia, como si hubiera regresado a casa después de un largo tiempo fuera.
—Mitsuha, ella quiere hablar contigo.
—¿Hola? ¡¿Saya?! —Me puse el teléfono en la oreja.
—¡Waaaaaah, Mitsuhaaaa! —Saya suena como si estuviera llorando—. Vamos, ¿realmente
tienes que hacer esto? —Su voz ansiosa envía una punzada en mi corazón. Si estuviera en sus zapatos,
probablemente estaría llorando también. Incluso escabullirse solo a la sala de transmisión por la noche
es algo que haría solo por un amigo.
—Saya, lo siento, ¡pero te lo ruego! ¡Por favor! —En este punto, eso es todo lo que puedo
decir—. Nunca te pediré nada más mientras viva, pero si no hacemos esto, mucha gente morirá. Una vez
que comience el anuncio, ¡repítelo todo el tiempo que puedas!
No hay respuesta Todo lo que puedo escuchar del receptor son pequeños ruidos sordos.
—¿Saya? ¡Saya!
Me pongo nerviosa.
De repente, escucho una pequeña voz:
—¡Bueno! ¡Ay, ya no me importa! ¡Dile a Tesshi que es mejor que me compre algo también!
—¿Qué dijo ella?
Poniendo el móvil en el bolsillo de mi falda, le grito lo suficientemente fuerte como para ser
escuchado por el motor del ciclomotor.
—¡Qué mejor que le compres algo también!
—¡Bien, hagamos esto! —Tesshi grita con determinación, como si tratara de reprimir algo, y
justo entonces, detrás de nosotros, hay un estallido como un gran fuego artificial estallando.
Paramos el ciclomotor y miramos hacia atrás. Dos, tres, uno más. Las explosiones hacen eco una
tras otra, y a mitad de la montaña, donde estábamos hace unos minutos, se está levantando un espeso
humo negro. En cámara lenta, una enorme torre de transmisión comienza a inclinarse.
—¡Tesshi...! —Mi voz tiembla.
—¡Jaja! —El aliento de Tesshi también es tembloroso. Suena como una risa.
Hay una explosión aún mayor, y las luces de la ciudad se oscurecen instantáneamente.
—Oye. —Entona Tesshi, sonando algo aturdido. 95
—No hay energía. —Digo, afirmando lo obvio.
Funcionó. Lo hicimos.
De repente, sirenas bien arriba, comienzan a aullar.
¡oooOOOOOOOOoooooo…!
El ruido reverbera en los altavoces de toda la ciudad. Es un sonido siniestro, como el grito de un
gigante, y rebota en las montañas, impregnando el área.
Es Saya. Ella ha secuestrado el sistema inalámbrico de prevención de desastres.
Intercambiamos asentimientos sin palabras, luego montamos el ciclomotor nuevamente.
Mientras corremos hacia el santuario, los altavoces que transmiten la voz de Saya nos estimulan.
Lentamente, con calma, como si sus gritos llorosos anteriores fueran falsos, ella entrega el mensaje que
se nos ocurrió:
—Este es el ayuntamiento. Se produjo una explosión en la subestación de Itomori.
Existe el peligro de nuevas explosiones e incendios forestales.
El ciclomotor de Tesshi sale de la carretera de la prefectura y sube por una estrecha pista de
montaña. Es la pendiente más suave hasta el santuario; de esta manera, podemos llevar el ciclomotor
hasta la parte trasera del edificio principal y evitar las escaleras de piedra al acercarse al santuario.
El asiento se sacude violentamente, y me aferro a la espalda de Tesshi mientras escucho la voz
de Saya resonando por la ciudad. Ella suena exactamente como su hermana mayor. Nadie sospecharía
que esto no es una transmisión desde el ayuntamiento.
—Se solicita a las personas en los siguientes distritos que evacuen al Instituto de
Secundaria Itomori inmediatamente. Distrito Kadoiri, Distrito Sakagami, Distrito
Miyamori, Distrito Oyazawa...
—Eso es. ¡Vamos, Mitsuha!
—¡Sí!
Saltamos del ciclomotor y corremos por el conjunto de escalones de madera hasta la ladera de
la montaña detrás del santuario. Desde entre los árboles, puedo ver los techos de las largas hileras de
puestos instalados en los terrenos del santuario y la gente que se agita entre ellos, como peces que se
apiñan demasiado en un tanque oscuro. Mientras corremos, nos quitamos los cascos y los tiramos.
—Repito: Ayuntamiento de Itomori. Se ha producido una explosión en la
subestación. Existe el peligro de nuevas explosiones e incendios forestales...
Cuando llegamos al pie de las escaleras, estamos detrás del edificio principal del santuario. Las
siluetas de las personas reunidas para el festival están justo delante, y escucho un murmullo incómodo.
Tesshi y yo nos precipitamos en medio de ellos como si estuviéramos corriendo entre nosotros,
gritando.
—¡Correeeed! ¡Se acerca un incendio forestal! ¡Este lugar no es seguro! —La voz de Tesshi es
increíblemente alta, como si estuviera usando un megáfono.
También grito, decidida a no ser menos:
—¡Por favor, corred! ¡Hay un incendio forestal! ¡Corred!
Emergemos en el centro del terreno.
—¡Sí, dijeron que realmente hay un incendio forestal!
—Vamos, salgamos de aquí. 96
—¿Vamos al instituto?
La transmisión puso en marcha la evacuación, y nuestros gritos la empujan. Hombres y mujeres
con ropa tradicional, niños y ancianos tomados de las manos comienzan a dirigirse hacia la puerta del
santuario en la salida. Me siento aliviada. Si las cosas siguen así, lo haremos con seguridad. Todo es
gracias a él...
¿Él?
—¡Mitsuha! —Tesshi llama mi nombre bruscamente. Lo miro—. ¡Esto no es bueno!
Siguiendo su mirada a nuestro alrededor, veo a muchas personas sentadas y en calma por los
puestos o de pie, hablando sin hacer nada. Incluso están fumando cigarrillos o bebiendo, charlando y
disfrutando de la noche.
—¡No hay forma de que estemos moviendo a todas estas personas a menos que se produzca un
incendio forestal real! Tenemos que hacer que envíen a los bomberos y dirijan la evacuación. Ve al
ayuntamiento, y esta vez asegúrate de que el alcalde... —La voz nerviosa de Tesshi está justo encima de
mi cabeza, pero suena terriblemente lejos.
¿Él?
—Oye. ¿Mitsuha? ¿Qué pasa?
—... Tesshi, escucha, ¿qué haré?
Mi mente no está funcionando y, antes de darme cuenta, le ruego a Tesshi.
—Su nombre... ¡No recuerdo su nombre!
La cara de Tesshi se retuerce de preocupación. De repente, me grita:
—¡A quién le importa, idiota! ¡Mira alrededor! ¡Empezaste todo esto!
Me está mirando furioso. Tardíamente, me doy cuenta de que el llamado de Saya —Por favor,
evacúen a la Instituto de Secundaria de Itomori— ahora es errático, como si estuviera a punto de estallar
en llanto.
—¡Mitsuha, vete! —Tesshi da un grito desgarrador, prácticamente rogando esta vez—. ¡Ve a
hablar con tu padre!
Mi columna se endereza como si me hubiera abofeteado en la cara.
—… ¡Sí!
Asiento lo más firme que puedo, luego me lanzo a toda velocidad, tratando de liberarme.
Detrás de mí, escucho a Tesshi gritar de nuevo:
—¡Dije que corrierais! ¡Id al instituto!
La voz de Saya resuena por toda la ciudad:
—Hay peligro de incendios forestales. Por favor, evacúen al Instituto de Secundaria
de Itomori.
Me abro paso entre la pesada multitud, debajo de la puerta del santuario, bajando las escaleras
de piedra al acercarme al santuario.
“Tú empezaste todo esto", dijo Tesshi. Tiene razón: esto es algo que yo, nosotros, comenzamos.
Todavía corriendo, miro el cometa en lo alto. Con las luces en el suelo apagadas, el cometa es
aún más brillante. Su larga cola fluye sobre las nubes. Está dispersando escamas brillantes como una 97
polilla gigante. No voy a dejar que te salgas con la tuya, pienso, como desafiándolo a una pelea.
Todo está bien. Lo vas a hacer.
Alguien me lo dijo una vez con convicción. Me repito las palabras en silencio.

Era principios de otoño y todavía estaba en la secundaria.


Finalmente me había acostumbrado a vivir solo con mi padre, y después de terminar una cena
que ambos habíamos trabajado duro para hacer (y aún no había sido tan buena), estaba bebiendo té y
comiendo una manzana mientras papá disfrutaba una cerveza.
Ese día, las noticias sobre el acercamiento más cercano del cometa se habían apoderado de la
televisión. No estaba tan interesado en las estrellas o el cosmos, pero me pareció sorprendente cómo el
universo se desborda con fenómenos que existen en una escala completamente diferente de los
humanos, como una órbita solar que dura 1.200 años o un radio orbital de más de 10.4 mil millones de
millas. Por como fueron las impresiones, fue tonto. Aún así, me pareció tan asombroso que me hizo
temblar y, al mismo tiempo, tan aterrador que también hizo que mi corazón temblara.
—¡Mira! —De repente, el locutor que había estado haciendo comentarios gritó de emoción—.
El cometa parece haberse dividido en dos. Alrededor hay... lo que parecen ser innumerables
estrellas fugaces.
Cuando la cámara se acercó, el cometa realmente se había bifurcado sobre el fondo de los
rascacielos de Tokio. Líneas finas como una lluvia de meteoritos aparecieron y desaparecieron en su
punta. Había una belleza delicada, casi artificial, y mis ojos se agrandaron.

Abruptamnte, la radiotransmisión fue interrumpida por el click de una puerta abriéndose.


Oigo un breve escalofrío de Saya, y entonces varias voces masculinas familiares emergen de los
altavoces:
—¡Niña, ¿qué estás haciendo?!
—¡Rápido, cortadlo!
Se oye una silla caerse, y entonces la radiotransmisión se corta con un penetrante escalofrío.
—¡Saya…! —Me detengo, llamando por su nombre involuntariamente.
Los profesores la pillaron. Grandes gotas de sudor salen como si acabaran de recordar su
trabajo, cayendo al asfalto con gotas audibles. Estoy en el camino que rodea el lago, el que va al
ayuntamiento y la escuela secundaria, y empiezo a escuchar voces desconcertadas de varios evacuados:
—¿Qué? ¿Qué pasa?
—¿Huh? ¿Hubo algún tipo de problema? ¿Qué hay de la evacuación?
Oh no. Un momento después, una voz vuelve a sonar desde los altavoces inalámbricos:
—Este es el Ayuntamiento de Itomori.
No es Saya o su hermana mayor. Es el tipo de mediana edad a cargo de las retransmisiones del
ayuntamiento, alguien a quien oigo muy de vez en cuando:
—Estamos investigando las circunstancias que rodean a este incidente. Pedimos que
los residentes mantengan la calma. Por favor, quedaros donde estéis y esperad por más
instrucciones. 98
Me tambaleo hacia adelante otra vez.
Descubrieron de dónde venía la transmisión, y el ayuntamiento contactó a la escuela. Saya será
interrogada por los maestros. Tesshi estará en grandes problemas también, si esto sigue así.
—Repito: mantened la calma. Quedaros donde estéis y esperad por más
instrucciones.
¡No pueden quedarse donde están! ¡Tengo que hacen que detengan esta retransmisión!
Dejo la carretera de la prefectura, cayendo del hueco en el asfalto hacia una pendiente cubierta
de maleza. Es un acceso directo al ayuntamiento. Las espinas de los arbustos me raspan y me pican las
piernas desnudas. Una telaraña se aferra a mi cara, y pequeños bichos alados entran en mi boca.
Finalmente, llegué al final de la pendiente y salí corriendo al asfalto nuevamente. No puedo ver
a nadie a mi alrededor. Solo hay la voz de la retransmisión, que emite órdenes para quedarse quietos.
Mientras corro, escupo la saliva que se ha acumulado en mi boca y me limpio la cara sudorosa, surcada
de lágrimas y pegajosa con la manga. Mis piernas se han vuelto líquidas y me tambaleo. Incluso
entonces, sigo corriendo. Voy cuesta abajo y no pierdo velocidad. Estoy en una curva suave, y me estoy
acercando a la barandilla. Debajo está la pendiente hacia el lago.
—… ¡¿Huh?!
Un sentimiento de que algo va mal me hace mirar en esa dirección. El lago brilla levemente.
Estiro mis ojos.
No, es el agua brillando. Su calmada superficie está reflejando el cielo. Como un espejo, el lago
revela dos colas brillando…
¿Dos?
Ladeo mi cabeza al cielo.
Oh, el cometa…
Finalmente…
—… ¡Se dividió!

Voy pasando canales. Cada emisión jadea excitada sobre el inesperado espectáculo astronómico.
—El cometa se ha partido definitivamente en dos.
—Esto no se predijo de antemano, ¿correcto?
—Aun así, vaya una visión más extraordinariamente fantástica…
—¿Es seguro concluir que el núcleo del cometa se ha dividido?
—Las fuerzas de marea no parecen haber superado el límite de Roche 7 , por lo que es
posible que ocurriera una anormalidad de algún tipo dentro del cometa…
—Mientras tanto, el Observatorio Nacional de Astronomía no ha declarado nada…
—Un caso similar ocurrió en 1994, cuando el Cometa Shoemaker-Levy 98 cayó en
Júpiter. En esa ocasión, se partió en al menos veintiún fragmentos…
—¿Supones que es peligroso?
—Los cometas son masas de hielo, así que creemos que se fundirá antes de alcanzar
la superficie de la Tierra. Incluso si se convierte en meteorito, en términos de probabilidad, 99
es extremadamente bajo que caiga en una zona habitada…
—Es difícil predecir las trayectorias de los fragmentos en tiempo real…
—El hecho es que estamos siendo testigos de un fenómemo astronómico magnífico,
combinado con el hecho de que sucede de noche en Japón; podría ser la clase de buena
fortuna que viene una vez cada mil años para aquellos que vivimos en esta era…
—¡Voy a ir a mirar! —Le digo a mi padre.
Sin siquiera pensarlo, salto de mi silla y corro escaleras abajo.
Desde una colina vecina, observo el cielo nocturno. Contiene innumerables luces brillantes,
como si otra Tokyo estuviera en el cielo. Era como la escena de un sueño, una visión que era
simplemente hermosa.

El cometa, partido en dos, trae mi propia soledad a un alivio absoluto mientras corro por la ciudad
desmayada como un niño perdido.
¿Quién, quién? ¿Quién es él?
Sin sacar mis ojos del cometa, corriendo como si me estuviera cayendo por siempre, trato de
pensar desesperadamente.
Alguien importante. A quien no puedo olvidar. A quien no quiero olvidar.
No queda mucho hasta el Ayuntamiento. No mucho hasta que el cometa se convierta en un
meteorito.
¿Quién? ¿Quién? ¿Quién eres?
Invoco cada pedazo de mi fuerza y aumento la velocidad.

7
En astronomía, se denomina límite de Roche a la distancia mínima que puede soportar un objeto, que mantiene
su estructura únicamente por su propia gravedad y que orbita un cuerpo masivo, sin comenzar a desintegrarse
debido a las fuerzas de marea que genera el objeto principal.
8
El Shoemaker-Levy 9 (SL9, como suele abreviársele) fue un cometa que colisionó con Júpiter en 1994,
proporcionando la primera observación directa de una colisión extraterrestre entre objetos del sistema solar. Esto
generó una gran cobertura en los medios de comunicación hasta tal punto que el S-L9 se hizo popular y fue
observado por astrónomos de todo el planeta dada su importancia a nivel científico. Asimismo, los impactos
proporcionaron nueva información sobre Júpiter y destacaron su papel en la reducción de basura espacial del
sistema solar interior.
¿Cuál es tu nombre?
—¡Aah! —Grito automáticamente.
Mi tobillo se atoró en un bache en el asfalto, y en cuanto me doy cuenta de que estoy cayendo,
el suelo ya es imminente. Hay un golpe en mi cara. Mi cuerpo cae limpiamente. Un dolor penetrante se
esparce en mí. Mi campo de visión gira, y conciencia se vuelve negra.
………………………
………………
…… Pero.
Tu voz me alcanza.
—Así que no nos olvidemos el uno del otro al despertar. 100
Eso es lo que dijiste entonces, y…
—Escribamos nuestros nombres.
Escribiste en mi mano.
En el suelo, abro mis ojos.
Mi visión borrosa por el dolor encuentra mi mano derecha apretada. Abro los dedos o trato de
hacerlo. Son rígidos y de madera. Incluso así, poco a poco, los desenrollo.
Hay letras allí. Fuerzo los ojos.

Te quiero
Por un momento, dejo de respirar. Trato de ponerme en pie. Mis músculos se sienten débiles, y
me lleva tiempo. Incluso así, me las arreglo para ponerme de pie de nuevo, en el asfalto. Entonces miro
a la palma una vez más. Todo lo que está escrito allí, en una nostálgica escritura que he visto en algún
lugar antes, son las palabras: Te quiero.
… Pero esto no es… Las lágrimas fluyen, y mi visión se emborrona de nuevo. Algo cálido se
esparce en mí, como un manantial que está mezclado con las lágrimas. Aun llorando, me río,
hablándote:
Esto no es decirme tu nombre.
Entonces una vez más, avanzo con todo lo que tengo.
No temo a nada ya. No temo a nadie. Ya no estoy sola.
Finalmente entiendo.
Estoy enamorada. Estamos enamorados.
Eso significa que nos reuniremos de nuevo. Estoy segura. Y viviré.
Sobreviviré a esto.
No importa qué suceda, incluso si la estrella cae, viviré.

Justo hasta que sucedió, nadie se las arregló para predecir que el núcleo del cometa se sacudiría cerca
de la Tierra, o que habia una gran masa de roca enterrada en su corazón cubierto de hielo.
El pueblo estaba celebrando su Festival de Otoño ese día. El impacto ocurrió a las 8:42 PM. El
punto de impacto fue cercano al Santuario Miyamizu, donde se llevaba a cabo el festival.
El meteorito destruyó instantáneamente un área amplia, centrada en el santuario. El cráter
formado por el impacto era de casi media milla de ancho. El agua del lago cercano lo llenó, tragando los
restos del pueblo. Itomori se convirtió en el lugar del peor desastre de un meteorito en la historia
humana.
Recuerdo esas cosas cuando miro al Nuevo Lago de Itomori, con forma de calabaza. Refleja el
sol en medio de la mañana, sereno sin fin. Cuesta imaginar que hace 3 años fue el punto de tal tragedia.
No puedo creer que el cometa que vi en el cielo sobre Tokio hiciera esto.
Estoy de pie en la cima de una montaña rocosa, solo. Estaba aquí cuando me desperté.
Sin ninguna razón en especial, miro a mi mano derecha. Hay un único trazo en mi palma.
—¿Qué es esto…? —Murmuro en silencio—. ¿A qué vine aquí?
101
102
Capítulo 8
Your Name

T
engo unos hábitos que adquirí inconscientemente.
Por ejemplo, cuando me siento apurado y nervioso, me toco la nuca. Cuando me lavo la cara,
me miro a los ojos, reflejado en el espejo. Incluso en las mañanas cuando tengo prisa, cuando
salgo por la puerta principal, me detengo y miro el paisaje. 103
También miro mi palma sin razón.
—La próxima estación es…Yoyogi… Yoyogi.
Mientras el audio sintetizado anuncia la estación, me doy cuenta de que lo estoy haciendo de
nuevo. Aparto la mirada de mi mano derecha, mirando ausentemente fuera de la ventana en su lugar.
Nos desplazamos lentamente, y más allá del cristal, la multitud de gente de pie en la platforma fluye.
Abruptamente, todo mi cuerpo se rompe. Un latido después, pienso: Es ella.
Estaba de pie en la plataforma.
El tren se detiene. Incluso esperar a que las puertas se abran parece ser eterno, y dejo el tren a
la carrera. Me giro en círculo, analizando la plataforma. Varios pasajeros me lanzan miradas sospechosas
mientras pasan, y mi cabeza finalmente se enfría.
No estoy buscando a nadie en particular. “Ella” no es nadie. Este es otro hábito que he pillado, y
un probablemente raro.
Lo siguiente que sé, aun en la platforma, es que estoy mirando mi palma de nuevo.
Solo un poco más, pienso.
Solo un poco más lejos. Solo un poco más.
No sé qué deseo acompaña a esas palabras, pero en algún lugar a lo largo del camino, he
empezado a ansiarlo.

—Apliqué en su compañía porque me encantan los edificios- O, no… quiero decir, los paisajes de ciudad.
El paisaje en que la gente vive sus vidas en general.
Las caras de los cuatro entrevistadores ante mí se nublan ligeramente.
No, no, solo es mi imaginación, pienso. Esta es la primera vez que he logrado llegar a la segunda
ronda de entrevistas de una empresa. No puedo dejar pasar esta oportunidad, pienso, animándome de
nuevo.
—Siempre ha sido así. Ni siquiera entiendo realmente eI por qué, pero, um… De todos modos,
me gustan. Lo que quiero decir es que me gusta observar a los edificios y la gente que vive y trabaja en
ellos. Por eso a menudo voy a cafés y restaurantes. Incluso he trabajado en unos cuantos a tiempo
parcial-
—Ya veo. —Una de los entrevistadores me interrumpe amablemente—. Entonces ¿podrías
contarnos por qué elegiste entrar en el campo de la construcción, en vez de en la restauración?
Es una mujer de mediana edad, la única de los cuatro que parece amable, y finalmente me he
dado cuenta de que he estado balbuceando sobre una razón irrelevante para aplicar. Rompo en sudor
en un traje que no estoy acostumbrado a llevar.
—Bueno, yo… Servir a los clientes en mi trabajo a tiempo parcial era divertido, pero supongo
que podría decirse que quería estar involucrado en algo mayor…
¿En algo mayor? Eso es una respuesta de instituto. Incluso puedo decir que mi cara ha
enrojecido.
—Quiero decir… Por como lo veo, no podría decirse cuando Tokio podría desaparecer.
Esta vez, sus caras realmente se nublan. Dándome cuenta de que he estado tocando mi nuca,
pongo forzosamente mis manos sobre mis rodillas de nuevo.
—Entonces, si es así- No, precisamente porque lo hará algún día, quiero crear el tipo de ciudad
104
que aliente a la gente, incluso si es solo un recuerdo…
Agh, no es bueno. Incluso no puedo seguir mi discurso. He fallado esta también. Pensando esto,
miro a los grises rascacielos que hay tras los entrevistadores, y siento ganas de llorar.

—¿Y? ¿Cuántas empresas te han entrevistado, contando la de hoy? —Takagi me pregunta.


—No llevo la cuenta. —Le digo sin ánimo.
Luciendo algo entretenido, Tsukasa dice:
—No creo que vayas a lograrlo.
—No quiero oír eso de ti. —Lo corto en seco.
—¿Seguro que no es porque no luces bien con traje? —Takagi sonríe.
—¡Vosotros no vais tan diferente! —Escupo furioso.
—Tengo ofertas no oficiales de dos empresas. —Contea alegremente.
—Yo ocho. —Tsukasa dice condescendiente.
—¡Rrgh…!
No puedo contraatacar. Mi taza de café tintinea en mis dedos mientras estos tiemblan de
humillación.
Tweedle.
Mi móvil pía en la mesa. Compruebo el mensaje, vaciando lo que queda de mi taza de un trago,
y me pongo en pie.
Pensando en ello, nosotros tres vinimos a este café un montón cuando estábamos en el
instituto. El recuerdo me golpea después de despedirme de Tsukasa y Takagi, y empiezo a correr hacia la
estación. La vida era tan despreocupada entonces… No tenía que pensar en el futuro o en encontrar un
trabajo y, de algún modo, cada día era ridículamente divertido. Especialmente ese verano…
Pienso que fue durante mi segundo año en el instituto. Parece que ese verano fue
especialmente emocionante. ¿Qué pasó ese año? Intento recordar y concluyo que no fue nada en
particular. Supongo que debo haber llegado a una edad en la que absolutamente cualquier cosa era
suficiente para provocar un ataque de risa.
… Espera, no, eso es algo que se diría de las chicas…
Ausente, salto las escaleras al metro.

—Ooh. Buscando trabajo, ¿hmm? —Okudera-senpai levanta la vista de su teléfono, me ve en traje y


sonríe.
Es de noche y el área frente a la estación de Yotsuya está llena del zumbido débilmente lánguido
de las personas liberadas de sus días en el trabajo o la escuela.
—Jaja. Bueno, no va tan bien.
—Hmm... —Okudera-senpai murmura, acercando su rostro al mío. Ella me inspecciona de pies a
cabeza con el ceño fruncido. Luego, gravemente, pregunta—: ¿No crees que es porque los trajes no te
quedan bien? 105
—¡¿E-es realmente tan malo?! —Involuntariamente, me miro.
—¡Oh, vamos, estoy bromeando!
Okudera-senpai brilla, su expresión cambia fácilmente.
—Caminemos un rato. —Okudera-senpai dice, y yo la sigo.
Partimos, yendo contra la corriente de los estudiantes universitarios en la calle Shinjuku.
Atravesamos Kioicho, luego cruzamos el Puente Benkei. Por primera vez, me doy cuenta de que los
árboles que bordean las carreteras están cambiando de color. Aproximadamente la mitad de las
personas que pasamos tienen abrigos ligeros. Okudera-senpai lleva una chaqueta suelta de color gris
ceniza también.
—¿Qué está pasando ahora? Tu mensaje salió de la nada. —Sintiendo que soy el único que no
ha seguido el ritmo de la temporada, me dirijo a Okudera-senpai a mi lado.
—¿Qué? —Sus labios brillantes fruncen el ceño—. ¿No puedo comunicarme contigo sin una
razón?
—¡No, no, no! —Agito las manos apresuradamente.
—Estás feliz de verme, ¿verdad? Ha pasado mucho tiempo.
—Sí, sí.
Ella sonríe con satisfacción ante mi respuesta, luego continúa:
—Estaba en el área por trabajo y pensé que me gustaría ver tu cara, Taki. —Fue contratada por
una importante cadena de ropa y ahora trabaja en una sucursal en Chiba—. La vida en los suburbios
también es divertida, pero Tokio es realmente animada y única. —Me dice, mirando a su alrededor
como si estuviera un poco asombrada—. Mira. —Dice de repente, y yo levanto la cabeza.
Estamos cruzando un puente peatonal, así que estamos a la altura de los ojos con la pantalla
gigante sobre una tienda de electrónica. Muestra imágenes aéreas del Lago Itomori en forma de
calabaza y las palabras “El desastre del cometa — 8 años después” en letras grandes.
—Fuimos una vez a Itomori, ¿no? —Okudera-senpai entrecierra los ojos, como si disfrutara de
unos recuerdos distantes—. Estabas en el instituto, Taki, así que debe haber sido…
—¿Hace 5 años, quizás? —Acabo la frase por ella.
—Hace mucho… —Exhala un poco, como si le sorprendiera—. Me olvido de toda clase de cosas.
Tiene razón, pienso.
Cuando bajamos del puente peatonal y caminamos por la calle Sotobori que corre a lo largo del
borde de las tierras de la finca Akasaka, trato de recordar ese día.
Era el verano de mi segundo año en el instituto. No, era casi esta época del año, principios de
otoño. Tsukasa, Okudera-senpai y yo fuimos en un viaje corto. Nos trasladamos desde el Shinkansen a
un tren expreso, fuimos hasta Gifu y deambulamos sin rumbo por el área a lo largo de la línea de tren
local. Cierto, y entramos en esta tienda de ramen que estaba sola al lado de la carretera nacional. Y
luego... A partir de ese momento, mis recuerdos se vuelven borrosos y distantes, como si pertenecieran
a una vida pasada. ¿Quizás peleamos? Tengo un vago recuerdo de dejar a los otros dos e irme solo. Subí
a una montaña en algún lugar solo, pasé la noche allí y luego volví a Tokio solo al día siguiente.
Así es... En aquel entonces, estaba obsesionado con los eventos que rodearon a ese cometa.
El tipo de desastre natural que ha sucedido solo unas pocas veces en la historia humana, un
fragmento del cometa destruyó un pueblo. Y sin embargo, a pesar de eso, casi todos los residentes de la 106
ciudad sobrevivieron. Fue una noche milagrosa. El día que cayó el cometa, resultó que Itomori estaba
realizando un simulacro de desastre en toda la ciudad, y la mayoría de los lugareños ya habían sido
evacuados del área afectada.
Fue una gran coincidencia y una suerte tan increíble, que hubo todo tipo de rumores después
del desastre. El fenómeno astronómico sin precedentes y la estupenda suerte de la gente del pueblo
fueron suficientes para despertar la imaginación de los medios y el público. Todo tipo de ideas
irresponsables volaron salvajemente durante días, desde historias de tipo folklórico que vinculaban la
visita del cometa con la leyenda del dios dragón de Itomori, hasta declaraciones políticas que elogiaban
o cuestionaban el uso del poder plenario por parte del alcalde de Itomori para forzar una evacuación, a
los rumores ocultos de que el impacto del meteorito había sido predicho. Otros detalles extraños, como
el hecho de que el pueblo había estado tan aislado que era prácticamente una isla desierta sin salida al
mar, y el hecho de que la energía en toda el área se había apagado aproximadamente dos horas antes
del ataque del meteorito, estimuló la especulación pública. La emoción de la sociedad duró hasta que
los programas para reasentar a las víctimas en otras áreas se calmaron un poco, pero como con la
mayoría de los incidentes, justo como cambiaron las estaciones, el tema de Itomori desapareció
lentamente de la conversación pública.
Aún así... Una vez más, me parece extraño.
Incluso dibujé bocetos de Itomori, varios. No solo eso, sino que mi interés febril se había
materializado inesperadamente, unos años después del ataque del cometa. Algo me había visitado de
repente, como un cometa rezagado, y luego se desvaneció sin dejar rastro.
¿Qué demonios había sido?
Bueno, supongo que no es importante, pienso, observando las calles de Yotsuya hundirse en la
oscuridad desde una colina junto a la calle Sotobori. Realmente no importa. Escribo el pensamiento en
un muro en mi mente. Necesito centrarme en encontrar un trabajo el año que viene, no en historia
antigua que realmente no recuerdo.
—El viento se alza. —Okudera-senpai murmura, y larga y rizada melena se alza suavemente.
Un dulce aroma que ya oliera, hace mucho tiempo, llega a mi nariz levemente. Con un acto
reflejo, la fragancia destella cierta melancolía en mí.

—Gracias por pasar el día conmigo. Hasta aquí es suficiente. —Okudera-senpai dice cuando me ofrezco
a acompañarla en el torniquete de la estación.
Cenamos en el restaurante italiano donde trabajamos a tiempo parcial como estudiantes.
Gracias a una promesa que no recuerdo haber hecho:
—Pensándolo bien, Taki, ¿no dijiste que me invitarías después de graduarte del instituto?
Terminé pagando por Okudera-senpai. Además, me sentí un poco orgulloso al retirar el cheque.
—Sabes, no tenía idea de que el lugar donde solíamos trabajar tenía tan buena comida.
—Sep, todas las comidas que nos dieron durante nuestros turnos fueron como almuerzos
escolares.
—Pasamos años sin darnos cuenta.
Reímos. Okudera-senpai respira hondo y contenta, luego dice:
—De acuerdo. Te veré más tarde. —Ella me saluda, y hay una banda como una delgada gota de
agua que brilla en su dedo anular—. Encontrarás la felicidad algún día también. —Me había asegurado
antes con un espresso, después de informarme que se iba a casar. No pude lograr una buena respuesta, 107
solo murmuré algo parecido a una felicitación.
No estoy particularmente descontento, pienso, observando la silueta de Okudera-senpai
bajando por el puente peatonal. Dicho eso, realmente no entiendo lo que es la felicidad tampoco.
Inspecciono abruptamente mi palma. Todo ausente.
Solo un poco más…, pienso una vez más.

Antes de darme cuenta, la estación ha cambiado de nuevo.


Pasó un otoño inusualmente lleno de tifones, que pasó directamente a un invierno de nada más
que lluvia fría. Esta noche también la lluvia está murmurando sin cesar, como el recuerdo de una
agradable conversación en algún día pasado. Las luces navideñas centellean más allá de las ventanas con
grandes gotas de gotas de agua.
Tomo un sorbo de mi taza de café de papel, como si me tragara mis pensamientos dispersos,
luego bajo la vista hacia mi cuaderno nuevamente. Incluso ahora, en diciembre, está repleto de citas
para buscar trabajo.
Visitas con antiguos alumnos de último año para discutir su trabajo, sesiones de información,
fechas límite de ingreso, horarios en papel, fechas de entrevistas… La gama es caótica, abarcando todo,
desde los principales contratistas generales hasta las oficinas de diseño y las fábricas de la ciudad vieja, y
mientras compruebo el cuaderno con el horario de mi teléfono, incluso estoy un poco disgustado por él.
Empiezo a organizar los puntos principales a partir de mañana, escribiéndolos en mi cuaderno.
—Ya sabes, me gustaría ir al menos a una feria nupcial más.
Mezcladas con el sonido de la lluvia, las conversaciones de extraños suenan un poco como
secretos. La pareja detrás de mí ha estado discutiendo su boda desde hace un tiempo, y me hace pensar
en Okudera-senpai. Sin embargo, sus voces y porte son completamente diferentes. Hay un poco de
acento regional relajado en su discurso, y su conversación parece completamente relajada, como si
fueran amigos de la infancia. Realmente no estoy escuchando, pero mis oídos captan lo que dicen.
—¿Otra vez? —El chico suena molesto, pero aun así, no hay duda del afecto en su tono. —
Hemos estado en un montón de ferias ya. Todas eran más o menos lo mismo.
—Bueno, estaba pensando que una ceremonia sintoísta también podría ser agradable.
—Dijiste que tu sueño era tenerlo en una capilla.
—Esto es una cosa única en la vida. No puedo decidirme tan fácilmente.
—Pero dijiste que ya te decidiste. —El chico se queja en voz baja, y yo suelto una risita.
La chica lo ignora.
—Hmm... —Murmura, pensando—. Olvida eso.
—Tesshi, tienes que afeitarte esos bigotes antes de la ceremonia.
Estaba a punto de tomar mi café, pero mi mano se detiene. Mi pulso se está acelerando, aunque
no entiendo por qué.
—Perderé algunos quilos por ti, ¿vale?
—¡Pero estás comiendo pastel!
—¡Comenzaré de verdad mañana!
Lentamente, miro hacia atrás.
108
Los dos ya se han levantado de sus sillas y se están poniendo los abrigos. El chico alto y delgado
lleva una gorra de media sobre su cabeza zumbada. Solo vislumbro su perfil. La chica es pequeña, y su
cabello corto la hace parecer joven, casi como una estudiante. La pareja se da vuelta y sale del café. Por
alguna razón, no puedo quitarles los ojos de encima.
—Gracias por su visita. —La voz del empleado del café llega a mis oídos indistintamente,
mezclada con la lluvia.

Para cuando dejo el café, la lluvia ha pasado a ser nieve.


Tal vez se deba a toda la humedad en la atmósfera, pero la ciudad está extrañamente cálida en
la nieve que cae. Me siento extrañamente incómodo, como si me hubiera metido en la temporada
equivocada. Me parece que todas y cada una de las personas con las que paso están ocultando algún
secreto importante y, a pesar de mí mismo, sigo volviéndome para mirarlas.
Voy directamente a la biblioteca del barrio, que está casi lista para cerrar por la noche. La
escasez de lectores en el vasto espacio abovedado hace que el aire interior se sienta aún más frío que
el exterior. Me siento y abro el libro que tomé de las pilas. El título es Itomori desvastada: Registros
completos. Es una colección de fotografías. Como si quitara un sello antiguo, hojeo lentamente el libro.
Árboles de gingko y una escuela primaria. Las empinadas escaleras del santuario, con vistas al
lago. Una puerta del santuario con pintura descascarada. Un pequeño cruce de ferrocarril, como
bloques de construcción de juguete abruptamente establecidos en los campos. Un estacionamiento sin
sentido expansivo, dos bares justo al lado del otro, un monótono instituto de hormigón. Un camino de
la prefectura con asfalto viejo y agrietado. Una barandilla que traza una sinuosa colina. Invernaderos de
vinilo, reflejando el cielo…
Son el tipo de lugares comunes que ves en todo Japón, así que los reconozco todos. Puedo
visualizar la temperatura de los muros de piedra y el frío del viento, como si hubiera vivido allí.
¿Por qué esto es tan…? Me pregunto mientras paso las páginas.
¿Por qué las vistas poco notables de un pueblo que ya no existe hacen que mi corazón duela
tanto?

De nuevo, alimentado por emociones intensas, hice algún tipo de resolución.


Recuerdo esto de la nada cuando miro la luz en la ventana de alguien camino a casa, o cuando
busco un almuerzo en la tienda de conveniencia, o cuando vuelvo a atar mis cordones sueltos.
Decidí algo una vez. Hice un juramento porque conocí a alguien- no, para conocer a alguien.
Lavándome la cara y mirándome al espejo, tirando una bolsa de plástico a la basura,
entrecerrando los ojos al sol de la mañana entre los edificios, pienso esto y sonrío con ironía.
"Alguien", "algo". Al final, no sé nada.
Aún así, pienso cuando cierro la puerta en una entrevista.
Aún así, incluso ahora, estoy luchando para abrirme camino. Quizás sea un poco dramático
decirlo, pero estoy luchando contra la vida. ¿No fue eso lo que decidí una vez? Para luchar. Para vivir.
Para respirar y caminar. Para correr. Para comer. Para unir, musubi. Para vivir una vida ordinaria y
derramar lágrimas sobre las vistas de un pueblo perfectamente ordinario.
Solo un poco más, pienso. Solo un poco está bien. Sólo un poco más.
109
No sé qué es lo que quiero, pero sigo deseando algo. Solo un poco más largo. Sólo un poco más.

Las flores de cerezo florecen y se dispersan, las lluvias lavan las calles, las nubes blancas se elevan, las
hojas cambian de color, soplan vientos helados. Entonces los cerezos florecen de nuevo.
Los días se están acelerando.
Me gradué de la universidad y estoy trabajando en el trabajo que de alguna manera logré
encontrar. Me paso todos los días con la desesperación de un hombre tratando de no ser arrojado de un
vehículo. Hay momentos en que puedo creer que me estoy acercando, en incrementos muy pequeños,
al lugar donde quiero estar.
En la mañana, cuando me despierto, miro mi mano derecha. Hay pequeñas gotas de agua en mi
dedo índice. Cuando las noto, tanto el sueño en el que estaba un momento antes como las lágrimas que
por un instante mancharon mis ojos se habían evaporado.
Solo un poco más.
Con ese pensamiento, me levanto de la cama.

Solo un poco más.


Mientras recito el deseo, me enfrento al espejo y me ato el cordón del cabello. Me paso los
brazos por las mangas de mi traje de primavera. Abro la puerta de mi apartamento y, por un momento,
contemplo el paisaje urbano de Tokio que se despliega ante mí. Subo las escaleras de la estación, paso
por el torniquete automático y subo a un tren suburbano. El pequeño parche de cielo azul que puedo
ver más allá de las cabezas de la multitud está muy claro.

Me apoyo en la puerta del tren, mirando hacia afuera. La ciudad está llena de gente, en las ventanas de
los edificios, en los coches, en los puentes peatonales. Cien personas por un vagón, mil personas por un
tren, mil trenes que cruzan la ciudad. Mirándolos, pido mi deseo.
Solo un poco más.
En ese instante, sin ninguna advertencia, la veo.

Y luego lo veo.
Él está allí, lo suficientemente cerca como para tocarlo si no fuera por los cristales de las
ventanas, en un tren que corre paralelo a este. Me está mirando directamente, y sus ojos están muy
abiertos por la sorpresa, como los míos. Entonces me doy cuenta de cuál es realmente el deseo que he
tenido durante tanto tiempo.

Ella está allí, a solo unos metros de distancia. Ni siquiera sé su nombre, pero sé que es ella. Nuestros
trenes se están alejando uno de otro. Luego, otro tren pasa entre nosotros y la pierdo de vista.
Pero finalmente sé lo que deseo.

Quería quedarme con ella, solo un poco más. 110


Quiero estar con él, solo un poco más.

El tren se detiene y corro por las calles. La estoy buscando. Ya estoy seguro de que ella también me
está buscando.

Nos hemos visto antes. O no, esa podría ser mi imaginación. Puede ser solo una suposición, algo así
como un sueño. Puede ser una ilusión, como vidas pasadas. Además, yo, nosotros, queríamos estar
juntos un poco más. Queremos estar juntos, solo un poco más.
Mientras corro por el camino en pendiente, me pregunto: ¿Por qué estoy corriendo? ¿Por qué
estoy buscando? Probablemente sé la respuesta. No lo recuerdo, pero todo en mi cuerpo lo sabe. Doy
vuelta en un callejón estrecho, y el camino cae. Escalera. Me acerco, miro hacia abajo ... y ahí está.

Luchando contra el impulso de correr, subo las escaleras lentamente. Un viento que huele a flores
levanta la chaqueta de mi traje y la llena como una campana. Está de pie en lo alto de las escaleras,
pero no puedo mirarla directamente. Solo la miro por el rabillo del ojo. Ella está bajando las escaleras.
El chasquido de sus zapatos flota suavemente en el aire primaveral. Mi corazón está saltando en mi
caja torácica.

A medida que nos acercamos, mantenemos nuestros ojos bajos. Él no dice nada. Yo tampoco puedo
decir nada.
Luego, aún sin hablar, nos cruzamos.
En ese momento, siento un dolor tenso y apretante por todas partes, como si algo dentro de mí
se hubiera apoderado de mi corazón. Esto está mal, pienso ferozmente. No podemos ser extraños. Va
en contra de algo tan básico como la mecánica del universo o las leyes de la vida. Y entonces…

Y entonces me doy la vuelta. Ella gira también, con exactamente la misma velocidad. Está parada en las
escaleras, las calles de Tokio detrás de ella, con los ojos muy abiertos y redondos. Me doy cuenta de
que su largo cabello está recogido con un cordón del color del sol de la tarde. Todo mi cuerpo tiembla
ligeramente.
Finalmente lo encontré. Finalmente nos conocimos. Probablemente estallaré en llanto a menos que
haga algo.
Pero me doy cuenta de que ya estoy llorando.
Al ver esto, él sonríe. Incluso mientras lloro, yo también sonrío. El aire primaveral lleva consigo
todo tipo de aprensión y anticipación, y respiro profundamente.
Luego abrimos la boca al mismo tiempo.
Al igual que los niños que acordaron contar hasta tres, decimos juntos:

111
¿Cuál es tu nombre?
Palabras del autor

P
ara ser honesto, no pretendía escribir esta novela. Podría ser rudo para los lectores que diga
algo así, pero pensaba que your name funcionaría mejor como película de animación.
Este libro, your name, es la versión novedosa de una película animada que dirigí, cuyo estreno
está programado para el verano de 2016. En otras palabras, es una novela de la película, pero
en realidad, mientras escribo este epílogo, la película aún no ha terminado. Me dicen que tomará otros
tres meses más o menos completarla. Eso significa que la novela saldrá al mundo primero, así que si me
preguntaran cuál es el trabajo original, la película o la novela, tendría que decir: "Es complicado".
Escribir este libro ha alterado algo de mis impresiones también. Por ejemplo: "Mitsuha era una niña
bastante relajada y optimista, ¿no?" y "Taki realmente no tiene remedio con las mujeres". Es probable
que influya en la grabación posterior (cuando los actores de voz creen las voces para nosotros) en la 112
película. Este intercambio de regalos entre una película y una novela fue lo primero para mí y, a decir
verdad, fue muy divertido.
No hay diferencias importantes entre la novela y la película en lo que respecta a la historia,
pero hay ligeras diferencias en la forma en que se cuenta. La novela está escrita desde las perspectivas
en primera persona de Taki y Mitsuha; en otras palabras, solo desde sus puntos de vista. No pueden
contarnos cosas que no saben. Mientras tanto, las películas generalmente usan perspectivas en tercera
persona: el mundo como nos lo muestra la cámara. Por esa razón, muchas escenas se cuentan
literalmente desde un punto de vista de alto ángulo e incluyen personajes distintos de Taki y Mitsuha.
Pienso es más que posible disfrutar del trabajo por sí solo, pero debido a las características únicas de
cada medio, inevitablemente se complementan entre sí.
Escribí la novela por mi cuenta, pero las películas están hechas por muchas personas. El guión
de your name tomó forma durante varios meses de reuniones preliminares con Toei (la compañía de
películas). Las sugerencias del productor Genki Kawamura siempre fueron enérgicas y decisivas, y
aunque a veces pensé en secreto que ‘Es realmente superficial’ (porque es el tipo de persona que dice
incluso cosas importantes como si no significaran mucho), siempre me mostró el camino.
Además, escribí este libro tanto en casa como en el estudio de producción, aproximadamente
la mitad en cada lugar, y pienso que es gracias al director de animación, Masashi Ando, que logré
completarlo. No es que haya discutido la novela con él. Es solo que, gracias a su trabajo
verdaderamente dedicado en la película, pude relajarme incluso en el pandemónium de un sitio de
producción de películas animadas y hacer tiempo para trabajar en el libro.
Luego está la partitura de RADWIMPS, el grupo a cargo de la música de la película.
Naturalmente, no hay música de fondo en la novela, pero el libro estuvo muy influenciado por el
mundo de las letras de RADWIMPS. El papel que juega la música enla película de your name es grande,
y espero que prestéis especial atención a cómo se representó tanto en la película como en la novela.
(Para hacer eso, supongo que necesitaréis ver la película. ¡Id a verla!)
Al principio escribí esto porque pensaba que esta historia funcionaba mejor como película
animada, pero eso se debe a que la película es, como mencioné antes, una espléndida cristalización de
los talentos de muchas personas. Las películas creo que están en un lugar que está mucho más allá de
la capacidad de las personas.
Incluso así, al final, escribí una versión novedosa.
En algún momento, cambié de opinión y comencé a querer escribirlo.
Tenía la sensación de que, en algún lugar, había niños y niñas como Taki y Mitsuha. Esta
historia es una fantasía, por supuesto, pero creo que hay personas en algún lugar que han tenido
experiencias similares a las suyas y que tienen sentimientos similares en su interior. Las personas que
han perdido seres queridos o lugares preciosos, y que en privado han decidido "luchar y luchar". Las
personas que creen que están seguros de encontrar algo algún día, a pesar de que aún no ha sucedido,
y que siguen buscándolo. Sentí que esos sentimientos debían relacionarse con una inmediatez que
difería del glamour de la película, y pienso que es por eso que escribí este libro.
Muchas gracias por cogerlo y por leerlo.

Marzo de 2016, Makoto Shinkai

113
Ensayo

Por GENKI KAWAMURA


(Productor de películas y novelista)

—P
or favor, escribe el ensayo.
Eso es lo que Makoto Shinkai me dijo en una sala de reuniones en CoMix Wave
Films.
114
La repentina solicitud me puso nervioso, y le dije que pensaba que el consejo
interpretativo debería ser escrito objetivamente por terceros.
Soy el productor de la película de your name, y ya no tengo esa perspectiva.
Incluso así, Shinkai no retrocedía. Me presionó: Por favor. Quiero que hagas esto, pase lo que
pase.
Varios meses después, leí la novela. Fue un libro maravilloso. En ese momento, pensé que
entendía por qué Shinkai me había pedido el ensayo. No quería que yo ‘interpretara’ nada, me di
cuenta. Quería a alguien que, en familia, revelara cómo surgió esta novela.
Hace 2 años, decidí hacer una película con Makoto Shinkai.
Esa noche, estaba bebiendo sake con él en un pub barato debajo de las pistas elevadas de
Yurakucho. Estábamos hablando, yo con un combinado con alcohol, él con una cerveza de barril.
Voces de una estrella distante. El lugar prometido en nuestros primeros días. 5 centímetros por
segundo.
Shinkai escribe historias de amor sobre chicos y chicas que se cruzan en mundos hermosos y
magníficos. Le dije que quería que hiciera su trabajo más nuevo. ‘La mejor película de Makoto Shinkai’.
Quería que las personas que aún no conocían a Shinkai se encontraran con su mundo y se
sorprendieran (la forma en que me sorprendió cuando vi Voces de una estrella distante hace 14 años).
También quería que las personas que habían seguido el ritmo de las obras de Shinkai fueran testigos,
como si fuera la primera vez, de lo que este talento en particular podría lograr.
Además, le dije que quería que el nuevo trabajo fuera infinitamente musical. (Las obras de
Makoto Shinkai siempre tienen una música espléndida). Le pregunté si había músicos que le gustaran y
nombró a cierta banda. Estuve en términos amistosos con el líder de esa banda por un tiempo, y bajo la
influencia de la bebida, le envié un mensaje de texto.
—Empecé a buscarte en tu tercera vida de regreso.
Medio año después, Yojiro Noda de RADWIMPS envió una demostración de ‘Third Life Back’, la
canción principal. Fue una pista fantástica que probablemente resulte ser una época para RADWIMPS
también.
—Estoy tan emocionado que me estoy empapando mientras lo escucho.
Por alguna razón, ese mensaje de Line de Shinkai casi me hizo llorar.
En este mundo, que está lleno de encuentros, es difícil encontrar a tu alma gemela. Incluso si lo
encuentras, ¿quién demostrará que realmente es tu alma gemela?
Makoto Shinkai y Yojiro Noda escribieron la historia de una pareja que se siguen extrañando en
un mundo infinitamente grande. Estos dos se encontraron como guiados por el destino, y el resultado
fue una colaboración milagrosa (incluso si fue provocado por un pub debajo de las vías del tren).
Makoto Shinkai escribió la historia y el guión, Yojiro Noda los recogió y los amplió como música,
y juntos, se convirtieron en este libro. Además, aunque la película está casi terminada, debido a que este
libro fue escrito, se está llenando aún más. En serio, ¿cómo tuvo tanta suerte esta producción?
—No voy a escribir una novela esta vez.
Eso es lo que dijo Shinkai, pero la música de Yojiro Noda lo hizo escribirlo.
No es posible reproducir audio en novelas, pero puedo escuchar las canciones de RADWIMPS.
Pienso que es un libro raro, producto de un encuentro fatídico.
115
En 2012, escribí una novela llamada Si los gatos desaparecieran del mundo. Era un retrato de un
cartero moribundo. Pensé que estaba escribiendo sobre la muerte, pero en algún momento, se convirtió
en una historia sobre recuerdos.
¿Qué es lo más cruel, en lo que respecta a las personas? La muerte, naturalmente.
Eso es lo que siempre pensé.
Sin embargo, hay algo más cruel que la muerte. Es olvidar a la persona que amas mientras estás
vivo.
¿Dónde viven los recuerdos humanos?
¿Están en los circuitos sinápticos del cerebro? ¿Las retinas y las yemas de los dedos contienen
recuerdos también? ¿O hay un colectivo espiritual invisible, amorfo, nebuloso, en algún lugar, y ahí es
donde residen los recuerdos? Algo que llamaríamos corazón, mente o alma. ¿Es algo que se puede sacar
y volver a colocar, como una tarjeta de memoria en un sistema operativo?
En el libro, Taki se pregunta sobre esto.
Los humanos son criaturas misteriosas. Olvidamos las cosas importantes, y todo lo que
recordamos son las cosas que no importan. A diferencia de las tarjetas de memoria, no tenemos la
capacidad de guardar las cosas importantes y eliminar lo que no necesitamos. Siempre me pregunté por
qué era eso.
Sin embargo, ahora que he leído este libro, siento que lo entiendo, solo un poco. La gente olvida
las cosas importantes.
Dicho esto, al resistir, al luchar contra eso, ganan vida.
your name, una película que cuenta la historia de amor de un chico y una chica, luchando,
magníficamente, en este mundo cruel, se completará en breve. Sin duda, será la mejor película de
Makoto Shinkai. No, dejadme reformular eso. El mundo está a punto de encontrarse con la última obra
maestra de Makoto Shinkai.
Ahora, con los mismos sentimientos que las personas que han leído esta novela, espero con
ansias mi encuentro con esa película desde el fondo de mi corazón.

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