CENTRO DE FORMACIÓN BARINAS BARINAS ESTADO BARINAS.
PROMOCIÓN DE LA GESTIÓN DE RIESGO PARA LA
MINIMIZACIÓN DE LAS CONDICIONES DE VULNERABILIDAD EXISTENTES
(Ensayo como requisito adicional para la Obtención del Título de Licenciado en
Gestión de Riesgos y Administración de Desastres)
Tutora: Autor: Lcda. Lisbeth Meza Miriam P. Veliz C. CIV- 14.932.453
Barinas, Julio 2019
A nivel internacional, pero específicamente en y desde América Latina, se ha manifestado desde la década de 1990 un significativo cambio en la percepción y el abordaje de la problemática de los desastres, desde la academia hasta la incidencia en respectivas políticas, como también en propuestas de acción. El problema ya no se enfoca tanto en el evento de ocurrencia del desastre y la respuesta (administración del desastre) sino en el riesgo que predispone el desastre, el cual es construido socialmente; es decir, ningún desastre puede suceder sin la previa existencia de una situación de riesgo, la cual no solo permite la ocurrencia del desastre sino determina también la dimensión de sus impactos.
En consecuencia, el riesgo se convirtió en el elemento sustancial para
entender cómo se “construyen” los desastres, y determinar los elementos (o procesos) sobre los cuales se debe incidir para evitar la ocurrencia de un desastre o reducir sus efectos. De esta manera se determinó el vínculo estrecho entre desarrollo y riesgo de desastre: en la medida que el riesgo es producto de procesos sociales particulares, es también producto directo o indirecto de los estilos o modelos de crecimiento y desarrollo impulsados en cada sociedad. Los problemas de deficiencias en su desarrollo que enfrenta la mayoría de los países en América Latina son los mismos que contribuyen a la permanente construcción de riesgos de desastres.
Con la creciente preocupación a nivel internacional respecto al aumento
en la frecuencia y severidad de los desastres y las amenazas naturales, debido en parte a factores relacionados con el cambio climático, existe cada vez más voluntad en muchos países para poner en marcha medidas políticas, legales, técnicas, económicas e institucionales que reduzcan los efectos destructivos en la vida y en los modos de vida de las personas y las comunidades. Suceden desastres de todo tipo cuando las amenazas afectan seriamente a las comunidades y a los hogares y destruyen, temporalmente o por muchos años, la seguridad de los modos de vida de sus miembros. Un desastre es el resultado de una combinación de condiciones de riesgo, vulnerabilidad social, y las limitadas capacidades de los hogares o comunidades para reducir los potenciales impactos negativos de la amenaza.
El reconocimiento de la vulnerabilidad como un elemento clave en el
contexto del riesgo también se ha visto acompañado por el creciente interés por entender y fortalecer las capacidades positivas de las personas para afrontar el impacto de los riesgos. La existencia o la ausencia de sistemas institucionales y socioeconómicos adecuados para mitigar o responder rápidamente frente a los peligros determina la susceptibilidad o resiliencia de una sociedad o una comunidad frente a los impactos de las amenazas. En otras palabras, las capacidades de afrontamiento aseguradas por estos sistemas se traducen directamente en resiliencia fortalecida.
Los eventos naturales adversos se presentan por situaciones
irregulares de incidencia en todas las regiones del mundo, las cuales se han hecho presente actualmente en virtud de que la humanidad ha transformado la naturaleza para su beneficio, sin menoscabo de las repercusiones que estas acciones tienen ella. Este fenómeno ha acarreado graves consecuencias, presentándose a través del calentamiento global, el cual es producto de los gases invernadero producidos por las industrias en diversos rubros, para el mantenimiento de las poblaciones urbanas, y que, a pesar de ser un problema mundial, los países más involucrados se niegan a disminuir estos gases, por tanto. los daños en el ambiente son irreversibles.
Esta situación, ha traído como consecuencia la modificación de la capa
de ozono, con mayor incidencia solar sobre la tierra, sus suelo y aguas, el derretimiento de los cascos polares, que ha dado paso al aumento del nivel de agua en el mar, cambio de la dirección en los vientos alisios, generando los fenómenos hidrometeorológicos, los sismos y hasta tsunamis, todos ellos produciendo una reacción concatenada de respuestas adversas para las poblaciones urbanas, algunas de ellas ubicadas en zonas de riesgo
La comunicación estratégica en el campo de la gestión del riesgo tiene
la finalidad de construir de significados entre los actores sociales involucrados en cada caso, con el fin de contribuir a que la población objetivo y los demás integrantes del contexto de opinión pública asuman los conocimientos, los modelos mentales y las actitudes necesarias para afrontar o superar con eficiencia y eficacia, y de manera sostenible, eventos que amenacen el equilibrio, el bienestar o la supervivencia de la población.
El tratamiento de lo que hoy se identifica como reducción del riesgo de
desastres es el resultado de un proceso de transición y de cambio de paradigma de las últimas dos décadas, en el que el énfasis inicial en el evento que origina el desastre y las actividades de respuesta (gestión del desastre) se ha desplazado hacia un enfoque donde el desastre es visto como una manifestación de vulnerabilidades asociadas a procesos socioeconómicos y ambientales, donde las amenazas naturales actúan como detonantes del desastre pero no como agentes causales, y la preocupación se centra en el concepto de riesgo (gestión del riesgo de desastres).
Este cambio de paradigma, en el cual se pasa de la concentración en el
desastre, las amenazas naturales y la respuesta a un abordaje donde el riesgo, las vulnerabilidades y su reducción constituyen los ejes articuladores del tema. Ha generado un replanteamiento de roles y de necesidades institucionales para el tratamiento efectivo a nivel mundial.
Ahora bien, En las últimas décadas, el país ha estado agobiado por
fenómenos naturales que han incidido sobre el territorio, producto del calentamiento global de la tierra, viéndose afectadas áreas urbanas, donde pernocta la población, mayormente aquellas que se ubican en áreas de riesgo, esto trae consecuencias en la población, ya que afecta la infraestructura y las estructuras físicas de las ciudades.
A raíz de esta situación, se propone la Ley de Gestión Integral de
Riesgos Socionaturales y Tecnológicos (2009), que en su artículo 35 se establece que se debe incorporar sobre gestión de riesgo en la educación formal, a través de proyectos, programas y planes.
Los eventos naturales adversos se presentan por situaciones
irregulares de incidencia en todas las regiones del mundo, las cuales se han hecho presente actualmente en virtud de que la humanidad ha transformado la naturaleza para su beneficio, sin menoscabo de las repercusiones que estas acciones tienen ella. Este fenómeno ha acarreado graves consecuencias, presentándose a través del calentamiento global, el cual es producto de los gases invernadero producidos por las industrias en diversos rubros, para el mantenimiento de las poblaciones urbanas, y que, a pesar de ser un problema mundial, los países más involucrados se niegan a disminuir estos gases, por tanto. los daños en el ambiente son irreversibles.
Esta situación, ha traído como consecuencia la modificación de la capa
de ozono, con mayor incidencia solar sobre la tierra, sus suelo y aguas, el derretimiento de los cascos polares, que ha dado paso al aumento del nivel de agua en el mar, cambio de la dirección en los vientos alisios, generando los fenómenos hidrometeorológicos, los sismos y hasta tsunamis, todos ellos produciendo una reacción concatenada de respuestas adversas para las poblaciones urbanas, algunas de ellas ubicadas en zonas de riesgo
Los fenómenos que se presentan, requieren que las ciudades estén
resguardadas y que se evidencie que existe seguridad en los elementos físicos presentes, definidos estos por la ubicación geográfica y sus condiciones ambientales. Desde este punto de vista debemos preparar a nuestras futuras generaciones de profesionales arquitectos a cambiar su actitud monetaria, para llevar a cabo proyectos que generan problemas en el ámbito urbano, lo que hace necesario un cambio cognitivo en este individuo, para que la conducta asumida en su vida cotidiana sea presta a resolver, participar y aportar de ideas que mejoren la condición de la ciudad y específicamente aquellas que se encuentran en áreas de riesgo.
La importancia de la Gestión de Riesgo es fundamental en la vida
actual, por la necesidad de tomar conciencia de los riesgos socio-naturales y antrópicos, que xxviii inciden en el contexto físico urbano inmediato y que son capaces de arrasar con todo, en cualquier momento podemos vernos afectados por estas situaciones, por lo tanto las generaciones de relevo deben reaccionar activamente en los procesos para tomar decisiones en momentos de crisis y llevar a cabo salvaguardar sus vidas y las de otros.
Los fenómenos naturales siempre han estado en la historia de la
humanidad. Aún en el mundo moderno existe una creciente paradoja entre el desarrollo alcanzado por la ciencia y la tecnología y su incapacidad aparente para proteger a la gente y sus bienes de los extremos de la naturaleza. Las amenazas naturales por siempre formarán parte de nuestras vidas, y de ellas no nos podemos escapar.
Pero estas no son las únicas amenazas que afectan al hombre y su
ambiente; existen otras generadas directamente por él, voluntaria o involuntariamente, tales como explosiones, incendios, deforestación, contaminación, fuga de materiales peligrosos, entre otros, aumentando la probabilidad de desastres con las consecuentes pérdidas humanas, materiales, económicas, culturales y otras.
En la medida en que estas situaciones son generadas por intervención
del hombre y que de hecho hacen parte de la vida normal de una sociedad, se comprende que los desastres no son naturales, sino de gestión social, aunque algunos de ellos tengan origen en un fenómeno de la naturaleza, debe ser el propio hombre que debe actuar para prevenirlos, mitigarlos o eliminarlos. Desde el año 2004, Venezuela ha firmado cinco Convenios y Acuerdos Internacionales sobre prevención, cultura preventiva, gestión de riesgos y desastres y resiliencia en el ámbito de protección social y comunitaria, a saber: Manizales 2004, San Andrés 2005, Hyogo 2005, Caracas 2007, Rosario 2008. En todas, en especial La Declaración del Valle de San Andrés, Salvador 2005, se estableció que todos los países firmantes debían tener, antes de 2010, las bases de prevención, riesgos y desastres en las instituciones educativas, en todos sus niveles y modalidades.
Para cumplir este acuerdo, cada país se comprometió a dar formación
preventiva en materia de protección civil y comunitaria a las familias, de forma periódica, de manera que para 2015 el país, a través de la escuela y la comunidad, estaría capacitado para enfrentar un evento adverso natural (Declaración de San Andrés, 2005).
Los informes emitidos desde el 2006 por Venezuela ante la UNESCO,
establecen que el país va en camino de lograr lo propuesto en el convenio de San Andrés. La realidad dice que aún falta mucho para que la población venezolana tome conciencia de lo que implica ser vulnerable en materia de riesgo y desastre.
En este sentido, corresponde a las instituciones, la comunidad, las
personas que por alguna vía se han formado en el área capacitar y enseñar a otros. Se deben establecer planes de capacitación sociales y comunitarios, planes preventivos para niños y niñas. Las escuelas deben asumir el rol de multiplicadores en materia de autoprotección comunitaria en caso de eventos adversos naturales o antrópicos y se deben considerar planes estratégicos que eliminen o mitiguen la vulnerabilidad de los miembros de la comunidad, en especial niños/niñas y ancianos/ancianas (Ávila, 2008).
De esta manera, la Dirección Nacional de Protección Civil y
Administración de Desastres (2006), ente encargado en esta materia, de planificar, coordinar y supervisar, las acciones que serán llevadas a cabo por los centros educativos, cuyo papel es convertirse en agente generador de cambios en las comunidades, permitiendo incorporar programas preventivos en el área de gestión de riesgos en los diferentes niveles y modalidades del sistema educativo. Las escuelas son centros prioritarios de atención con respecto a la reducción de la vulnerabilidad ante los desastres, ya que albergan durante gran parte del día el más alto porcentaje de la población infantil y juvenil de nuestro país, además debe convertirse en el centro de referencia comunal en todos los quehaceres de la cotidianidad social.
La prevención es considerada y tratada en todos los ámbitos y
realidades donde el ser humano está presente. El caso que ocupa esta investigación es la prevención socio comunitaria, aquella donde la persona o personas actúan en beneficio propio, al punto de prepararse y defenderse en caso de un evento adverso, para efectos de este trabajo, a esta realidad se entenderá como autoprotección.
Para estar seguros debemos protegernos de las amenazas que nos
ponen en peligro, es nuestra responsabilidad aprender a conducirnos de forma segura y convertir nuestro ambiente en un ambiente seguro. En este sentido, la autoprotección son las acciones que desarrollan las personas u organizaciones dirigidas a protegerse de amenazas capaces de generarle daño (Normas COVENIN Nº 3661:2001).
Las ideas de prevenir o prevención poseen una gran variedad de
acepciones, todas muy válidas e indicativas de las acciones a seguir: Prevenir significa “antes de venir”, es decir, actuar para que un problema no aparezca o al menos para que disminuyan sus efectos; igualmente connota: preparación, organización, aviso, perspectiva, disponer con anticipación, prever. (García 2003).
Prevención implica investigación, conocimiento de la realidad, reflexión,
planificación, precaución, evaluación, trabajo en equipo, visión de conjunto, enriquecimiento de nuestros conocimientos, redimensionamiento o cambio de dirección, iniciativa, creatividad (Dirección de Reducción de Desastres Naturales de la Naciones Unidas. 1991).
Para finalizar, Los riesgos de desastres relacionados con el cambio de
las condiciones sociales, económicas, ambientales y de uso de la tierra, y las consecuencias de las amenazas relacionadas con fenómenos geológicos, meteorológicos e hidrológicos, la variabilidad del clima y el cambio climático se deben considerar en los planes y programas de desarrollo sectoriales y en las situaciones posteriores a los desastres. Las reducciones de los factores subyacentes al riesgo se expresan a través de la:
a) Existencia de una política y planes relacionados con el ambiente que
promueva la reducción del riesgo de desastres. b) Existencia de garantía que las políticas y los planes de desarrollo social, que tengan como objetivo la reducción de la vulnerabilidad. c) Existencia de garantía que las políticas y los planes económicos y sectoriales productivos tengan como fin reducir la vulnerabilidad de las actividades económicas. d) Inclusión en la planificación y la gestión de los asentamientos humanos de los elementos de la reducción del riesgo de desastres. e) Cantidad de medidas para la reducción del riesgo de desastres. f) Cantidad de evaluación del impacto del riesgo de desastres de los proyectos de desarrollo.
Venezuela informa que los indicadores a, c y d están en la fase de
“compromiso institucional”, y que los logros en la materia no son considerables. La explicación de esta situación se describe como que “hay preocupación por la protección ambiental”, al establecerse en la Constitución en el artículo 127 que el Estado protegerá el ambiente, la diversidad biológica, los recursos genéticos, los procesos ecológicos, los parques nacionales y monumentos naturales y demás áreas de especial importancia ecológica. Asimismo, con la promulgación de la Ley Orgánica del Ambiente, el Estado garantiza una 61 mejor calidad de vida, mediante una gestión ambiental transversal, rectora, ejecutora y normativa, del uso y conservación de los recursos naturales promoviendo la participación de la sociedad.
Venezuela cuenta con una de las normas de construcción
sismorresistentes más actualizadas de la región y los asentamientos humanos planificados se desarrollan siguiendo las normativas vigentes. Paralelamente y a lo largo de las últimas cinco décadas, también se han desarrollado construcciones no planificadas, que incrementan las condiciones de riesgo. Existen regulaciones que han sido creadas para la planificación y gestión de los asentamientos humanos sin embargo no se cumplen totalmente, por lo que se tiene una realidad de país donde los mismos asentamientos humanos se realizan en zonas con condiciones de riesgo.
En cuanto al indicador “Garantía que las políticas implementadas
tengan como objetivo la reducción de la vulnerabilidad y que las medidas para la reducción del riesgo de desastres estén integradas en los procesos de recuperación y rehabilitación”, Venezuela muestra que se han alcanzado “logros considerables, pero con limitaciones reconocidas en aspectos tales como los recursos financieros y/o las capacidades operativas”.
A fin de apoyar la capacitación desde el punto de vista de la amenaza
sísmica, FUNVISIS a través del Aula Sísmica por varios canales (conferencias, talleres, material impreso, entre otros) imparte información de fácil comprensión para prepararse ante un evento sísmico.
En cuanto al indicador procedimientos para evaluar el impacto del
riesgo de desastres de los principales proyectos de desarrollo, el ministerio con competencia en materia ambiental exige, para los nuevos proyectos de desarrollo, estudios de impacto ambiental que contemplan evaluaciones de riesgos de desastres en el entorno, con base en los procedimientos establecidos en la Ley Orgánica del Ambiente y la Ley Orgánica para la Ordenación del Territorio. Los mencionados estudios están orientados a evaluar los efectos de una actividad (minería, infraestructura, hidrocarburos, entre otras), sobre el ambiente natural y social, con el objetivo de generar medidas preventivas, mitigantes y correctivas, a fin de garantizar el cumplimiento de la ley y la sostenibilidad del ambiente.
Las principales ciudades de Venezuela, han conseguido absorber el
crecimiento urbano mediante la proliferación de asentamientos informales. La ubicación de tales asentamientos en zonas propensas a las amenazas hidrometeorológicas, junto con la vulnerabilidad de viviendas y servicios locales y la insuficiente infraestructura necesaria para reducir las amenazas, configuran el riesgo de desastres. La pobreza limita la capacidad de muchos hogares en estas ciudades para acceder a terrenos adecuadamente ubicados y viviendas seguras. Sin embargo, la manifestación de la pobreza en riesgo viene condicionada por la capacidad de las autoridades locales para planificar y regular el desarrollo urbano, permitir el acceso a terrenos seguros y proporcionar infraestructura y protección de manera que se reduzcan las amenazas para los hogares pobres.
En cuanto al cambio climático, tiene un impacto asimétrico en el riesgo
de desastres, pues amplificará las consecuencias que ya tiene en las personas de escasos recursos del medio tanto rural como urbano. Las repercusiones del cambio climático en los niveles de amenaza, exposición, vulnerabilidad y resiliencia están condicionadas por los factores causales que traducen la pobreza en riesgo de desastres, como son medios de vida rurales vulnerables, gobernanza urbana y local deficiente y declive de los ecosistemas. Si se mitigan los factores subyacentes de riesgo, se podrían reducir también los efectos del cambio climático. La Gestión de Riesgo de Desastres es un proceso social, cuyo fin último es la prevención, la reducción y el control permanente de los factores de riesgo de desastres en la sociedad, así como la adecuada preparación y respuesta ante situaciones de desastre, considerando las políticas nacionales, con especial énfasis en aquellas relativas a materia económica, ambiental, de seguridad, defensa nacional y territorial de manera sostenible.
El Estado venezolano conforme a los preceptos constitucionales que
establecen su razón de ser, tiene el deber de implementar medidas eficaces para salvaguardar aquellos derechos fundamentales que le encomienda la Carta Magna, como valores primigenios y superiores, en razón de la cual es imprescindible incorporar en todas las instancias de Gobierno y espacios de participación, donde convergen todas las fuerzas vivas del país; una política de carácter integral con un enfoque prospectivo, correctivo y reactivo en la Gestión de Riesgo de Desastres, para la protección de la vida e integridad de la población, el patrimonio de las personas y del Estado, contribuyendo al desarrollo sostenible del país REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
Campos A. (2000) Educación y Prevención de desastres. Disponible:
Caro A. (2007) La reducción del riesgo de desastres en Venezuela: de
Vargas al Proyecto de Ley Integral de Gestión de Riesgos. Revista EIRD. Dsiponible: http://www.eird.org/esp/revista/no-14-2007/art41.htm
Oficina de la Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo. UNISDR
(2013) Impacto de los desastres en América Latina y el Caribe, 1990-2011 [En línea] Disponible: http://eird.org/americas/noticias/Impacto_de_los_desastres_en_las_Americas .pdf
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (2.000) Gaceta
Oficial Extraordinaria N° 5.453 Caracas. 24 de Marzo del 2000.
Ley de Gestión Integral de Riesgos Socionaturales y Tecnológicos
(2009). Gaceta Oficial N´39.095 de fecha 9 de enero de 2009.