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RENACIMIENTO

Cronología. Origen. Generalidades.

El Renacimiento nace en Italia. Podemos distinguir:

 Siglo XIV Prerenacimiento

 Siglo XV- XVI Renacimiento

Hablamos de un renacimiento cultural que abarca todas las esferas de la vida del hombre.

HAUSER señala el aspecto monetario. En la 2da mitad de la Edad Media (fines de siglo XII):

 Surgen las nuevas ciudades.

 La economía monetaria se revitaliza.

 La Burguesía adquiere sus perfiles característicos.

La Concepción del mundo naturalista y científica es una creación del Renacimiento, pero estos
cambios comienzan a surgir en la Edad Media: interés por la individualidad, investigación de las leyes
naturales, sentido de fidelidad a la naturaleza. El Naturalismo del Renacimiento, no es más que una
continuación del naturalismo del gótico.

Por su parte BURCKHARDT nos dice que:

“El descubrimiento del mundo y del hombre” Momento esencial del Renacimiento.

Pero lo nuevo en el Renacimiento:

 No era el naturalismo en sí, sino los rasgos científicos metódicos e integrales del naturalismo.

 No eran la observación y el análisis de la realidad lo que superan a la Edad media, sino la


conciencia y coherencia con que los datos empíricos eran registrados y analizados.

 No era que el artista se fuese convirtiendo en un observador de la naturaleza, sino que la obra
de arte se hubiera transformado en un “estudio de la naturaleza”

Además el arte comienza a separarse de la iglesia. Las ideas sobre la salvación, el más allá, la
redención y el pecado original, que llenaban la vida espiritual del hombre de la Edad Media, pasan a
ser “ideas secundarias”; pero no podemos hablar de un carácter irreligioso. Es cierto que se atacaba al
clero, pero se respetaba a la Iglesia como institución, y a medida que disminuía la autoridad de al
misma, se la sustituía por la de la antigüedad clásica.

Además muchos de los encargos que se hacían eran emprendidos por la iglesia y se realizaban obras
tanto de temas clásicos como religiosos.
En cuanto al individualismo, su importancia es insignificante en la Edad Media. El carácter colectivo de
la cristiandad era más importante que la individualidad de los pueblos componentes. Pero a finales de
la Edad, el Feudalismo, la caballería internacional, la iglesia universal y su cultura unitaria son
sustituidos por la Burguesía Nacional caracterizada por el patriotismo ciudadano, diferentes formas
económicas y sociales en cada lugar, esferas de interés de la ciudad de particularidad de los
principados y la variedad de lenguas nacionales.

Por todo esto, el factor nacional y racial se adelanta al primer plano. El espíritu italiano se individualiza
con respecto al fondo de la unidad cultural europea.

Por otra parte, el Renacimiento no tiene la mirada del espectador separada en detalles como el gótico.
Una obra de arte del Renacimiento da siempre la impresión de enteriza, existe un rasgo de continuidad
en todo el conjunto, y la representación es fundamentalmente simple y homogénea.

Es decir que el Renacimiento propone:

 Mirada unificada.

 Mirada de totalidades, no de parcialidades

 Una armonía nueva.

El racionalismo domina toda la vida espiritual y material. Toda la evolución del arte se articula en este
proceso de racionalización; lo irracional pierde eficacia. Así hablamos de:

 Unidad coherente del espacio y de las proporciones.

 Limitación de la representación a un único motivo principal.

 Ordenar la composición en forma abarcable de una sola mirada.

El Renacimiento temprano es esencialmente italiano, mientras que el renacimiento pleno es común a


toda Europa. Esto sucede porque Italia:

 Lleva una ventaja en el aspecto económico y social.

 Arranca el renacer de la economía.

 En ella se organizan técnicamente el financiamiento y transporte de las cruzadas.

 Comienza a desarrollarse la libre competencia.

 Surge la primera organización bancaria de Europa.

 Emancipación de la Burguesía ciudadana.

 La tradición clásica no se ha perdido enteramente en Italia, donde los monumentos


conservados están en todas partes y a la vista de todos.
El artista renacentista y su visión del mundo que lo rodea.

Por la creciente demanda de arte el artista deja de ser el pequeño artesano y se convierte en una
nueva clase de trabajadores intelectuales libres.

Los artistas de los comienzos del siglo XV son todavía en su conjunto gente modesta, hijos de
campesinos, carniceros, barberos, tintoreros, etc. Reciben su nombre tomándolo del oficio de su
padre, su patria o de su maestro. Están sometidos a las regulaciones gremiales, y no es su talento en
sí, lo que les da derecho a ejercer su profesión de artista, sino el aprendizaje realizado conforme a las
prescripciones del gremio.

Se forman en talleres y no de manera teórica, sino práctica. Entran siendo niños, luego de adquirir
algunos conocimientos de lectura, escritura y cuentas. Suelen pasar muchos años con su maestro.

Comienzan realizando trabajos manuales de todas clases, como la disposición de los colores, la
fabricación de los pinceles y la preparación de los lienzos; viene después el encargo de pasar algunas
composiciones del cartón al cuadro, pintar los paños y las partes secundarias de la figura, y termina
finalmente con la ejecución de obras enteras sin otra base que simples bosquejos e indicaciones. Así
el aprendiz se convierte en el colaborador más o menos independiente, que necesariamente ha de ser
distinguido del discípulo.

El taller de los inicios del Renacimiento está todavía dominado por un espíritu comunal. La obra de arte
no es todavía la expresión de una personalidad autónoma, que acentúa sus características y se cierra
contra lo extraño. La pretensión de realizar de propia mano toda la obra, desde el primero al último
rasgo, sin la ayuda de discípulos se observa por primera vez en Miguel Ángel.

El Quattrocento los talleres artísticos reciben también encargos de rango secundario y tipo artesanal.
Por ejemplo armas, banderas, dibujos para tapiceros y bordadores, elementos de decoración para
fiestas, etc.

El dibujo, el boceto, se convirtió para el Renacimiento en algo importante, ya que se reconocía en él


una forma expresiva especial, distinta de la obra de arte terminada.

En el primer Renacimiento los artistas tienen todavía una posición económica modesta. A los que
mejor les iba era a aquellos que estaban al servicio de alguna corte o protector. Solo ciertas
personalidades podían permitirse honorarios altos.

Los artistas tenían que pedir un anticipo ya durante el trabajo y los clientes a menudo sólo podían
pagar los materiales a plazos.

En los grandes encargos, los gastos de materiales, salarios e incluso muchas veces hasta la
manutención de ayudantes y de aprendices corrían a cargo del cliente, y el propio maestro al principio
recibía sus honorarios en proporción al tiempo empleado.

En la medida que la profesión artística se desliga del artesanado, van cambiando poco a poco las
condiciones que se establecían en los contratos.
En el Quattrocento todavía se pedía al artista que tuviera un garante. Muchas veces el propio
escribante servía de garante a ambas partes. Claro que en personalidades como Miguel Ángel, esto
era una mera formalidad.

En la Italia del Renacimiento, los artistas estaban ya desde el principio en mejor situación que en l0s
demás países. Estos se van independizando frente a los gremios, ante todo, gracias a su repetido
trabajo en las cortes.

Este artista va de una corte a otra, de ciudad en ciudad; y esto le permite librarse de ciertas
prescripciones gremiales.

La ascensión social de los artistas se manifiesta ante todo, en los honorarios. Hacia finales del siglo
XV varios artistas llegan a tener considerables fortunas, y los más célebres maestros del Cinquecento,
disponen de ingresos considerables y llevan una vida magnífica.

En la primera mitad del Quattrocento comienzan a aparecer las biografías de los artistas. Bruneleschi
es el primer artista plástico cuya biografía es escrita por un contemporáneo y Ghiberti escribe la primer
autobiografía que tenemos de mano de un artista.

Hay un desplazamiento de la atención desde la obra de arte a la persona del artista. El concepto de
personalidad creadora penetra en la conciencia de los hombres, y aumentan los signos del creciente
sentido que el artista tiene de sí mismo. Conocemos la firma de casi todos los pintores importantes del
Quattrocento y muchos de ellos han dejado autorretratos.

El cambio decisivo ocurre a comienzos del Cinquecento. Desde entonces los grandes maestros ya no
son protegidos de mecenas sino grandes señores ellos mismos.

Rafael lleva la vida de un gran señor, habita en su propio palacio en roma y trata de igual a igual con
príncipes y cardenales, Tiziano sube a la escala social aún más si es posible, su prestigio lo lleva a las
capas más altas de la sociedad y Miguel Ángel asciende por fin a una altura de la que antes de él no
hay ningún precedente.

Entonces, por primera vez se consuma la emancipación del artista, se convierte en un genio, ya no es
el arte, él mismo es objeto de veneración.

Los Mecenas

El público del Renacimiento va a ser la burguesía ciudadana y la sociedad de las cortes principescas.

Los encargos artísticos de la burguesía consistían al principio, sobre todo, en donaciones para iglesias
y conventos; solo hacia mediados del siglo XV comienza a encargar en mayor número obras de arte
de naturaleza profana y para usos privados. En adelante, también las casas de los burgueses ricos, y
no sólo los castillos y palacios de príncipes y nobles, se adornaban ya con cuadros y estatuas.

Los Medici que gobernaban Florencia y que también eran los banqueros del papa, constituían la fuente
más importante de mecenazgo de la ciudad, pero había otras muchas familias.
La competitividad de los gremios y su control de muchas instituciones importantes, incluyendo la
catedral, el baptisterio, el oratorio, etc. tuvieron como resultado un gran número de encargos para los
artistas y arquitectos. Los mercaderes financieros, temerosos de su propia salvación eterna, invirtieron
grandes sumas en obras de arte devocional, o dejaron su riqueza a los frailes franciscanos, quienes a
pesar de sus votos de pobreza, fueron mecenas generosos del arte.

Trecento

El Trecento italiano en sus dos tendencias florentina y sienesa, rompen con la tradición bizantina,
introduciendo novedades desde el punto de vista técnico y estético que abren paso al Renacimiento.
En las dos escuelas se reflejan una serie de cualidades que hacen que el arte pictórico sufra una
auténtica revolución, preparando el camino a los pintores posteriores.

La pintura del Trecento presenta dos tendencias o escuelas:

- La escuela de Florencia, encabezada por Giotto, rompe con la tradición bizantina, introduciendo
novedades desde el punto de vista técnico y estético que abrirán paso al Renacimiento. Se caracteriza
por difundir un arte duro, con monumentalismo, sentido volumétrico, teatralidad y un contenido
dramático en ocasiones.

- La escuela de Siena, fuertemente ligada a la tradición bizantina, tiene como máximo representante a
Simone Martini que, a través de su estancia en Aviñon, enlaza con el gótico internacional. Se trata de
un arte más amable, suave, en que se valora la belleza de líneas y la combinación de colores.

La principal aportación del Trecento es la utilización de nuevos recursos técnicos, como la


preocupación por el espacio, que desemboca en la utilización de un tipo de perspectiva en la que se
yuxtaponen distintos puntos de vista que convergen en líneas de fuga fuera de la composición. Se
consigue así un carácter escenográfico que prepara el camino de la pintura renacentista. Hay también
una preocupación por la figura, con el consiguiente estudio del volumen y un especial interés por las
actitudes y los gestos, lográndose así la expresión del sentimiento que en ocasiones alcanza un
verdadero dramatismo. Se abandonan poco a poco los fondos dorados, que se reducen a nimbos o
decoración en las vestiduras.

El arte de las ciudades comunales del trecento tenía un carácter preferentemente eclesiástico.

Quatrocento

Florencia es junto con Venecia, que por lo demás tiene su desarrollo propio, el único lugar en Italia
donde se desarrolla una actividad artística significativa.

El rasgo más característico del arte del quattrocento es la libertad y la ligereza de la técnica expresiva,
y con ella la gracia y la elegancia, el relieve estatuario y la línea amplia e impetuosa de sus formas.
Todo en este arte es claro y sereno, rítmico y melodioso. Con su vivo sentido para las relaciones
simples y grandiosas, para la mesura y el orden, para la plasticidad monumental y la construcción
firme, el quartrocento anticipa, a pesar de la existencia de durezas ocasionales y de una dispersión
frecuentemente no superada, los principios estilísticos del renacimiento pleno.
El arte deja de ser exclusivamente eclesiástico y adopta un carácter profano que corresponde a las
nuevas exigencias artísticas privadas y a la orientación racionalista general. Pero no sólo parecen
nuevos géneros mundanos, como la pintura de historia y el retrato; también los temas religiosos se
llenan de motivos profanos. Naturalmente el arte burgués mantiene todavía más puntos de contacto
con la Iglesia y la religión que el arte de las Cortes Principescas, y al menos en este aspecto, la
burguesía sigue siendo más conservadora que la sociedad cortesana.

Cinquecento

Si Florencia fue la cuna del quattrocento, el arte de este siglo tiene su sede en Roma. La Roma de los
papas, que serán mecenas de los grandes artistas de este periodo.

Frente al arte del quattrocento, de inspiración predominantemente mundana, nos encontramos aquí
con los comienzos de un nuevo arte eclesiástico en el que el acento no está puesto en la interioridad y
el misticismo, sino en la solemnidad, majestad, fuerza y señorío.

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