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Desnaturalización

Parece primordial abordar este nuevo tema desde una perspectiva que pueda ser eje en una
materia que ha sido subestimada socialmente, principalmente porque en el contexto nacional se
trata del único derecho del cual podemos ser privados sin reclamar. Es por ello que para poder
hablar de la desnaturalización primero debemos abordar de manera muy general de la
naturalización, posteriormente exponer su contraparte y buscaremos dar cabida de ella en el
mundo educativo.

Tal como lo apunta Julio Armero, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia de Madrid,
el tecnicismo de “naturalización” lo hemos tomado de la misma palabra de raíz anglosajona que
tanto puede designar la observación de un fenómeno natural, como el despojo de las
características innatas de algún suceso u objeto. Lamentable, o afortunadamente, la RAE
únicamente recoge esta segunda definición para indicar que hemos “normalizado”, en términos
más coloquiales, alguna conducta o suceso. Es por ello que la palabra posee desde un inicio cierta
carga de ambigüedad, sin embargo, nos enfocaremos a la misma desde el enfoque filosófico dado
por la ética, debido a que dentro de ella existe una corriente que designa a los “naturalistas”
quienes tratan de sustentar la norma moral por sobre todas aquellas teorías que disten de sus
puntos de vista, pero aquí cabría cuestionarse ¿Qué es realmente moral? Esto sería bien
responderlo teniendo un amplio criterio del ámbito antropológico.

Por lo tanto, hablar de naturalización es hablar también de falacias, ya que la falacia naturista
deriva todo aquello que “debe ser”, denotando un juicio de valor que está fundado en la
subjetividad, eventualmente basado sobre una tesis empírica, la cual una vez establecida nos crea
lo que Kuhn designa como un paradigma. Veremos que no está muy alejada esta terminología de
lo que estamos observando, ya que es Michel Serres quien nos explica 3 etapas de la creación de
un paradigma: De aparición, cuando el suceso nace; de reactivación, momento en que insertamos
el mismo en un sistema y le da un nuevo sentido; y la recurrencia, cuando nuestro suceso posee
un valor y veracidad cuasi indiscutible.

Ahora bien, hablar de naturalización en la educación es también concebir que la forma de enseñar
actualmente es casi inmodificable, y se debe pensar de este modo porque llevamos décadas y tal
vez siglos siendo participes de un sistema que no puede prescindir de aulas, butacas, una pizarra y
un docente, sólo por mencionar algunos ejemplos que no son sino el resultado de un proceso
histórico y social.

Es por todo esto que la desnaturalización tanto de la pedagogía como del sistema educativo nos
implica buscar nuevas alternativas de enseñanza – aprendizaje, situación que no sería nueva, ya
que tenemos precedentes dentro de las antiguas escuelas orientales donde la carencia de butacas
permitía un contacto más pleno del estudiante con su entorno, la mayéutica con Sócrates, las
academias medievales, entre otros varios ejemplos. Esto nos lleva a caer en cuenta que el proceso
de desnaturalización no es algo estático, sino que forma parte de un ciclo, uno donde a cada
vuelta que se da: se crea un paradigma, se debate, se desnaturaliza y se cambia; la cuestión se
complica cuando existen tantos contextos en el mundo que llegamos al grado de tener decenas de
“hechos” a desnaturalizar, todos buscando un modelo “ideal”.

Tomando en cuenta todo lo ya expuesto es que podemos llegar a una clara conclusión sobre el
proceso de desnaturalización en el ambiente educativo: En primer punto, para poder
desnaturalizar al mismo debemos ser parte de un paradigma activo; en segunda, debido a que la
educación corresponde a un entorno social y temporal, cada hecho tomado como una verdad total
permaneciendo más al rango de lo subjetivo que a cualquier otro; tercero, la búsqueda de un
proceso de desnaturalización debe guiarse en torno al devenir de la sociedad existente, ya que la
línea temporal no cesa y las vanguardias continúan revolucionando saberes y entornos, por lo que
es importante ir de la mano a este proceso y si es debido adelantarse con el fin de no recaer en un
proceso de “lo natural”, o, ¿Acaso la desnaturalización forma parte de su misma antítesis?

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