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La relación ‘literatura y Derecho’ en la interpretación:

Un paralelo entre la historia de la teoría literaria y el concepto de


interpretación en la ‘Conciencia Jurídica Local’

Pablo Cárdenas Rey


“I have no good idea that this project could be successful,
and I end simply by acknowledging my sense that politics, art,
and law are united, somehow, in philosophy”.1

INTRODUCCIÓN

Esta investigación se basa en la idea, encontrada en el artículo Law as Interpretation de R.


Dworkin,2 que el derecho puede enriquecerse de la manera cómo se entiende la
interpretación por otras disciplinas, más concretamente en la literatura. Los objetivos por
tanto son contribuir a la mejor comprensión de la relación entre el derecho y la literatura, y
contrastar el concepto de interpretación de la teoría literaria con el de la conciencia jurídica
local.

Estos objetivos no deben ser entendidos como la defensa de una teoría general de Dworkin
sobre la interpretación. El ensayo de Dworkin no se utilizará para respaldar sus hipótesis,
salvo por la que se refiere al vínculo entre la literatura y el derecho. Será tomado como un
punto de partida, para conectar algunos de los temas planteados con lo que se discute en la
teoría literaria sobre la interpretación.

Los aportes de esta investigación son dos: el primero, es proponer algunas distinciones
sobre la relación entre la literatura y el derecho. Como se verá, este vínculo puede ser
entendido de muchas maneras, que si no se conocen pueden dar lugar a confusiones. El
segundo aporte, basado en una introducción a la historia de la teoría literaria en el Siglo
XX, servirá para visualizar en qué medida la interpretación en esta disciplina es más
avanzada y compleja que la que tiene la conciencia jurídica local.

La investigación se dividirá en cuatro partes. En la primera parte se expondrán las posibles


conexiones entre la literatura y el derecho (en adelante relación DL). Dworkin, a pesar de
haberla sugerido concretó el punto. Para mostrar cuáles son algunas de las maneras como
puede ser entendida se recurrirá al libro de G. Binder Literary Criticisms of Law, 3 texto
producido en el escenario anglosajón. Binder sostiene que hay dos perspectivas generales
sobre la relación DL: Law as Literature y Law in Literature. La primera, entiende la
relación DL desde la teoría literaria; la segunda, relaciona al derecho con lectura de
novelas, educación sentimental, y discursos emotivos. Termina esta primera parte

1
DWORKIN R. Law as Interpretation. En: MITCHELL W.J.T. The Politics of Interpretation. Chicago
University Press. 1983. pág. 271.
2
DWORKIN R. ob. cit. 1983.
3
BINDER, G. Literary Criticism of Law. Princeton University Press, 2000.

1
exponiendo algunas características de Law in Literature enmarcadas dentro de la tradición
anglosajona de la literatura. El desarrollo de Law as Literature se dejará para el capítulo
siguiente.

En la segunda parte, se presentará brevemente en qué consiste el debate entre R. Dworkin y


S. Fish (uno de los teóricos literarios más destacados en los Estados Unidos de los últimos
veinte años) a raíz del ensayo Law as Interpretation. No se abordará el debate con el
objetivo de discutir los aportes que podría tener para una teoría general de la interpretación.
Por el contrario, con la presentación de este debate se pretenden mostrar tres puntos sobre
la relación DL. El primero es desarrollar más a fondo en qué consiste la perspectiva Law as
Literature frente al concepto de interpretación. En el segundo punto, partiendo de la crítica
de S. Fish a Dworkin en su ensayo Working on the Chain Gang,4 se identificará la manera
como se clasifican los debates al interior de la teoría literaria: objetivistas, subjetivistas, y
de la recepción (cuestión que en el capítulo cuarto servirá para estructurar la
argumentación). Esta clasificación es transferible a los debates generales de la
interpretación en los que participan actualmente, en el ámbito norteamericano, teóricos del
derecho y de la literatura. El tercer punto, consiste en mostrar que la participación de
teóricos literarios en debates relacionados con el derecho es un argumento a favor de la idea
de que la teoría literaria puede contribuir activamente a la interpretación jurídica.

La tercera parte aborda la interpretación en la teoría literaria del Siglo XX. Esta parte se
estructurará siguiendo los lineamientos del capítulo anterior sobre los puntos de vista acerca
de la interpretación: subjetivistas, objetivistas y de la recepción. El propósito de este
capítulo es mostrar que la manera como se ha estudiado la interpretación por la teoría
literaria es bastante compleja y variada. Esta parte será relevante para establecer porqué se
permite decir que el concepto de interpretación defendido en la comunidad jurídica local se
encuentra atrasado.

En la cuarta parte se mostrará someramente en qué consiste la conciencia jurídica


predominante en la comunidad jurídica local. Para ello se recurrirá a algunas herramientas
aportadas recientemente por D. López Medina en su libro Teoría Impura del Derecho,5 en
especial en lo referente al concepto de recepción pop del positivismo kelseniano y la
conciencia neo-clásica. Esto se hará para poder responder a las preguntas: ¿De dónde
proviene, y en qué consiste el concepto de interpretación jurídica que se propone
contrastar con el propuesto por la teoría literaria?.

Como ya se dijo no se busca defender ninguna teoría en especial sobre la interpretación,


simplemente se sugiere que existen otros campos, concretamente la literatura, en los que la
interpretación es comprendida de una manera más completa que en el derecho.

4
FISH, S. Working on the Chain Gang: Interpretation in the Law and in Literary Criticism En:
MITCHELL W.J.T. The Politics of Interpretation. Chicago University Press. 1983.
5
LOPEZ MEDINA, D.E. Teoría Impura del Derecho. Legis. 2004.

2
PARTE I

¿CÓMO EL DERECHO SE PARECE A LA LITERATURA?

Partiendo de la pregunta planteada se buscará darle respuestas; las cuales se resumen en


dos: el derecho visto en la literatura, y el derecho visto como la literatura. El capítulo se
encargará básicamente de mostrar las características de la primera óptica.

A. La indeterminación de la propuesta de Dworkin sobre la relación DL

En el libro A Matter of Principle6 Dworkin cambió el título original del ensayo Law as
Interpretation7 por How Law is Like Literature.8 Este nuevo título no corresponde al
desarrollo que Dworkin hace en su ensayo, y el título original parece más apropiado.
Aunque en el ensayo se contiene la idea de que el derecho se parece a la literatura porque
ambas son actividades interpretativas, Dworkin no resuelve la pregunta con la que se titula
ahora su ensayo; ni destaca que la relación DL pueda plantearse de más de una manera. La
idea de Dworkin queda bien recogida en la siguiente cita:

“I shall argue that legal practice is an exercise in interpretation not only when
lawyers interpret particular documents or statutes but generally. (…) I propose that
we can improve our understanding of law by comparing legal interpretation with
interpretation in other fields of knowledge, particularly literature”.9

La propuesta es interesante; sin embargo deja sin resolver algunos interrogantes: ¿es la
interpretación el único vínculo entre la literatura y el derecho? ¿En qué consisten los
posibles vínculos?. En el siguiente punto se mostrarán otras maneras de entender el vínculo
DL.

B. Una clasificación general de la relación DL: Derecho como Literatura y


Derecho en la Literatura

¿Cuáles son las posibles relaciones entre el derecho y la literatura?. G. Binder10 distingue
dos perspectivas: derecho como literatura (Law as Literature) y derecho en la literatura
(Law in Literature):

“The Law and Literature movement embraces both the study of legal themes in
imaginative literature –law in literature-, and the use of the methods of literary

6
DWORKIN R. A Matter of Principle. Harvard University Press, 1985.
7
DWORKIN R. Law as Interpretation.ob. cit. págs. 249-271. El ensayo por primera vez fue publicado, con el
mismo título, Law as Interpretation, en la revista: Critical Inquiry vol. 9, no. 1. Septiembre de 1982.
8
La traducción al español del ensayo es el mismo nombre que el título que lleva en A Matter of Principle.
DWORKIN, R. Cómo el derecho se parece a la literatura. En: Cesar Rodríguez (estudio preliminar). La
decisión Judicial. El debate Hart-Dworkin. Siglo del Hombre Editores & Universidad de los Andes, 1997.
pág. 143-180.
9
DWORKIN R. Law as Interpretation. ob. cit. pág. 249.
10
BINDER, G. ob. cit . pág. vii.

3
criticisms in understanding and evaluating laws, legal institutions, and legal process
–law as literature”.11

Ya que Binder en su trabajo no argumenta en qué sentido puede haber “un movimiento” de
Law and Literature, tal vez se está refiriendo al conjunto de todas las posiciones que
defienden la relación DL, sin hacer diferencias. Así ambas traten grosso modo sobre el
derecho y la literatura, no son muy similares entre sí.

La perspectiva Law as Literature (en adelante LaL) parte de que las herramientas teóricas
empleadas por la teoría literaria podrían ser aplicadas en distintos campos del derecho. Esta
clasificación se retomará en la parte II.

El enfoque de Binder indica que la relación DL tiene otra perspectiva, la cual se denomina
law in literature (en adelante LiL). LiL abarca los estudios que desarrollen temas legales
vistos en “la literatura imaginativa”; definición que resulta vaga. En primer lugar porque no
queda claro en qué sentido pueden encontrarse temas legales en la literatura. Y segundo,
porque no determina el alcance del término ‘literatura imaginativa’. Si no se demarcan
estás dos cuestiones, la relación LiL consistiría en ver el lado literario del derecho, algo
que parece una definición insuficiente. Para responder a estas cuestiones debe tomarse en
cuenta que LiL es una posición no teórica de la literatura. Se dice no teórica en el sentido
que no pone en consideración preguntas del estilo como: ¿qué es la literatura?, ¿qué
elementos identifican un texto literario?, ¿cuáles son las estrategias del intérprete frente a
un texto?, etcétera.

LiL se encuentra basada en lo que la mayoría de las personas entiende que es una obra
literaria. Partiendo de las distintas maneras del ‘sentido común’ de definir la literatura, se
permite conocer algunos de los sentidos en los que LiL puede desarrollar los temas legales
vistos en “la literatura imaginativa”. En el siguiente punto se verán algunas de éstas
características.

C. Características de Law in Literature

Por lo general tiende a pensarse que la relación DL consiste en encontrar en la obras


literarias temas relacionados con el derecho, por ejemplo, cuentos y novelas que relatan
asuntos jurídicos. Generalmente se piensa que la relación DL se encuentra en los aportes de
la estilística literaria para la elaboración de sentencias, memoriales y recursos, de tal forma
que éstos puedan ser leídos con la fluidez y el gusto con el que se lee una obra literaria.

Aunque puede que estas posiciones sobre la relación LiL provengan de alguien con poco
conocimiento sobre teoría literaria, ninguna está equivocada. La razón, en parte se debe a
que algunas de éstas características de LiL están basadas en una concepción ordinaria o
común de la literatura.

La mayoría de las personas creen que el rasgo característico de la literatura es su “especial”


forma de escritura. Esta ‘manera especial’ es lo que hace a la literatura más hermosa que

11
Ibid., pág. vii.

4
otros tipos de escritura. Así, por ejemplo, esta definición corriente es el punto de partida
para decir que la relación DL consiste en la estilística, pero la estilística no es la única
clasificación de LiL. Así como existen varias definiciones corrientes de literatura, también
existen otras clasificaciones. Por ejemplo, se dice que la buena literatura es aquella que
logra tratar los temas con mucha más ‘profundidad’; también se dice que la literatura
clásica es aquella que enaltece los grandes principios morales de la humanidad. Estas
definiciones de la literatura, como se verá adelante, se encuentran reflejadas en LiL.

Por lo dicho hasta ahora puede pensarse que LiL es una perspectiva banal sobre la relación
DL; sin embargo esa no es la intención. Que LiL tenga un fundamento en algunas
concepciones “ordinarias” de la literatura, no implica que sus aportes carezcan de seriedad
e importancia. No obstante, algunas clasificaciones de LiL son más elementales que otras.
W. Domnarski afirma que durante toda su vida había enseñado la relación DL de una
manera bastante limitada:

“I sought to explore with students the various ways a lawyer's life might be
understood from the way it is described in the fiction about lawyers written by
lawyers.(…) My law and literature teaching was geared to a special audience -law
students- and to the unique professional problems they would encounter as members
of the legal profession”.12

De la cita se puede deducir una clasificación de LiL; consiste en parangonar la vida


profesional del abogado con la trama de obras de ficción, v. gr. novelas, cuentos, películas.
Así, entonces, en un curso de ética profesional con la película El Abogado del Diablo de
Taylor Hackford se evidenciarían los debates éticos afrontados por un abogado a lo largo de
su carrera. Hay otras maneras para clasificar a LiL que demuestran que esta perspectiva es
una entre muchas. Para mostrarlas se partirá de una clasificación propuesta por Gemmette
en el artículo Law and Literature: An Unnecessarily Suspect Class in the Liberal Arts
Component of the Law School Curriculm. Gemmette hace la clasificación partiendo de
distintos tipos de cursos que enseñan la relación DL encontrados en las universidades
norteamericanas.

Según este autor un primer tipo de curso sobre literatura y derecho son los que parten de
bibliografía de ficción: “are usually organized thematically to show the lawyer or the legal
system as they are reflected through the eyes of the novelist, short story writer, dramatist or
poet” (...)"an examination of lawyers' roles and legal problems in fiction and other literary
forms". 13 Un segundo tipo de curso encontrado por Gemmette enfatiza “the literary
characteristics of statutes and judicial opinions”(...) “to enhance the student's appreciation
of the law's impact on society and response to societal problems and to expand the breadth
of the law student”.14 Un tercer tipo de clasificación son los cursos que tratan sobre estilo y

12
DOMNARSKI, W. Law and Literature. American Legal Studies Association: The Legal Studies Forum.
2003.
13
GEMMETTE, E. Law and Literature: An Unnecessarily Suspect Class in the Liberal Arts Component of
the Law School Curriculum. 23 Val. U.L. Rev. 267, 1989. pág. 304. Citada por DOMNARSKI. ob. cit.
14
GEMMETTE, ob. c it, pág. 308.

5
lenguaje literario. Estos suelen basarse en el libro de J. B. White The legal imagination:
studies in the nature of legal expression.15

Al interior de estas clasificaciones de LiL hay espacio para diferenciaciones. Un curso de


la relación DL se podría dividir en módulos de: Derecho y Moralidad, Derecho y
Autoridad, Derecho y Libertad, y Derecho y Castigo. Todos estos temas, presentados
mediante el tratamiento que reciben en poemas, obras de teatro, cuentos, películas,
etcétera.16 Otro cursos no dedicados exclusivamente a la relación DL podrían dedicar
algunos módulos del programa, "to consider law in society, use of literary works to raise
legal issues," "to familiarize the students with great literature that has a legal setting;" and
"to focus on works on literary merit that are concerned with law and its effect upon
individuals and society".17

En Estados Unidos el volumen de la literatura jurídica de cada una de estas clasificaciones


de LiL es prolífico en distintos campos del derecho.18 Por ejemplo un artículo reciente, en
el que se discuten los límites de las funciones policivas del Estado, se plantean los
argumentos a través de The Secret Agent de J. Conrad. Novela que trata sobre la policía y el
anarquismo en el Siglo XIX.19 La multiplicidad de posibilidades de clasificación
presentadas por Gemmette y Domanrski es amplia, pero no exhaustiva.

D. Law in Literature como discurso emotivo

Falta mencionar una de las clasificaciones más importantes. Esta podría llamarse derecho y
‘discurso emotivo’, o derecho y ‘educación sentimental’.20 Su énfasis consiste en entender a
la literatura como mecanismo para encontrar discursos emotivos que fomenten la educación
sentimental o moral de los lectores, en este caso agentes del derecho. Así en el caso de la
adjudicación judicial, a través de la lectura de obras literarias, se espera educar al juez a
fallar haciendo caso a sus sentimientos morales de simpatía, en vez de atenerse a una
racionalidad obtusa y fría. El juez debe sentir emotividad frente a los hechos del caso que
va a fallar, generando un vínculo simpático similar al que experimenta cuando lee una obra
literaria y evidencia sentimentalmente las injusticias causadas por los abusos, por la
desigualdad, por el racismo, el machismo, etcétera.

La literatura como educación sentimental no se limita a la adjudicación. Como lo muestra


la siguiente cita, consiste en traer al análisis del derecho discursos emotivos encontrados en
obras de ficción:

15
WHITE, J. B. The legal imagination: studies in the nature of legal expression. Little, Brown, 1973.
16
GEMMETTE ob. cit. págs. 309-313.
17
Ibidem. págs309-313.
18
WARD I. Law and Literature. 4 Law and Critique, 1993. págs. 43-79. Del mismo autor Law and
Literature: Possibilities and Perspectives. 1995; WILLIAMS M. Empty Justice: One Hundred Years of Law,
Literature and Philosophy. 2002; ARISTODEMOU. M. Law and Literature: Journeys from Here to Eternity.
2000; DOLIN K. Fiction and the Law: Legal Discourse in Victorian and Modernist Literature. 1999.
19
SKINNER, S. A Benevolent Institution for the Suppression of Evil': Joseph Conrad's The Secret Agent and
the Limits of Policing. En: Journal of Law and Society, Septiembre 2003. pág. 420-440.
20
Cfr. NUSSBAUM, M. Justicia Poética. Editorial Andres Bello, 1997.

6
“the study of law in literature stimulates critical reflection about law and the limits
of its institutions by expanding contextual analysis to include the emotive
discourses of fiction”. 21 [las negrillas son agregadas]

Esta idea de educación sentimental en el derecho parece bastante natural y noble, sin
embargo, si se examina con cuidado, plantea algunas dudas y problemas. De hecho, desde
algunas perspectivas, defender la educación sentimental, que se encuentra enmarcada
dentro de la tradición inglesa de la literatura, se toma como un concepto ingenuo de la
literatura como fenómeno social.22

E. La ideología de Law in Literature, enmarcada dentro de la tradición


anglosajona de la literatura.

A partir de “derecho y discursos emotivos” existe un movimiento que se ha enfocado


principalmente en desarrollar los aportes de la lectura, en la formación y educación
sentimental de los jueces, abogados y sujetos del derecho. Este movimiento se encuentra
enmarcado dentro de la tradición de las letras anglosajonas que empieza en la segunda
mitad del Siglo XIX con las propuestas de M. Arnold y Sydney,23 de entender a la literatura
funcionalistamente, en la medida que ésta contribuye a la formación ‘moral’ de las clases
bajas. El vínculo entre este movimiento y derecho y discurso emotivo, siendo que ambas
pertenecen al ámbito anglosajón, parece plausible.

Frente a esta manera de usar a la literatura pueden plantearse una serie de interrogantes:
¿Acaso qué literatura sirve para educar sentimentalmente?, ¿cuáles son los clásicos y cuáles
los libros no importantes?, ¿es acaso la idea de justicia de los escritores diferente a lo que
piensan los demás?, ¿tienen acaso mayor conciencia moral?. Para que la propuesta de la
educación sentimental con la literatura tenga sentido, quienes la defienden deben saber qué
tipo de moralidad van a defender. Por eso tendrán que responder a estas preguntas. Muy
probablemente no se encontrarán en su selección lecturas del estilo de autores como
Borroughs, Bukowsky o Celine. Ineludiblemente este movimiento contiene una concepción
clásica de literatura, donde se elevan los altos valores de la humanidad, o al menos se
denuncia su falta. Por eso partiendo de allí la concepción funcionalista de la literatura, vista
desde la crítica, es conservadora y legitimadora de la ideología y los valores determinantes
defendidos por la clase hegemónica en una sociedad específica. Cuando se escogen los
libros que deben ser leídos hay implícita una ideología, una defensa de unos valores e
intereses concretos.

Así la aparentemente desinteresada formación moral genera más de una sospecha, que se
refuerza al ver que autores como R. Posner, defensores del Law and Economics, pertenecen

21
SKINNER, S. ob. cit. pág. 420.
22
Estudios marxistas o pos-estructuralistas probablemente no estarían muy seguros que la finalidad de la
literatura sea algo neutral como lo pretende LiL. En el sentido que lo único que le interesa es educar
noblemente en los sentimientos morales. Dirían que detrás de este interés existe una legitimación del status
quo y un enaltecimiento de los valores de la clase social hegemónica. Cfr. EAGLETON, T. Una introducción
a la teoría literaria. FCE. 1998. Capítulo 1. El ascenso de la Letras Inglesas.
23
Cfr. SYDNEY, P. An apology fo Poetry. En: Critical Theory since Plato. ADAMS, H (editor) Harcourt
Brace Jovanovich, 1992. págs. 155-177. Referencia tomada de BINDER, G. ob. cit. pág. 7. Cita N° 7.

7
al movimiento LiL.24 Posner lo vincula con sus intereses por la economía y la utilidad. Así
lo afirma:

“Anyone who wants to explore the economics of surrogate motherhood, or of


criminal responsibility, or of the efficiency of the common law, or of redistributive
effects of legislation, or of the behavior of judges, or of affirmative action, or of the
legal institutions of societies known to us only or mainly through literary studies
sources (such as Homeric epics and Icelandic sagas), is bound to rub against the
other interdisciplinary fields, (...), to become interested in what they have to
contribute to our knowledge of law and legal system whether in tandem or in
competition with economics”.25

Por ahora no se entrará en más detalle sobre la crítica a la ideología de esta manera de ver
la literatura. En la parte III se dedicará un acápite a las características del “ascenso de las
letras inglesas”, y sus características teóricas e ideológicas. Esto, en todo caso, es apenas un
motivo de desconfianza, que todavía da lugar a revisión. Existen ejemplos que hacen dudar
sobre lo anotado al respecto de los vínculos ideológicos de LiL. M. Nussbaum,26 una de la
más destacadas representantes de LiL, a todas luces, no parece enmarcarse dentro de la
defensa del utilitarismo.

Para concluir debe aclararse que en ninguna situación se piensa que detrás de derecho y
discursos emotivos exista una conspiración de dominación de un aparato ideológico al
estilo de 1984.27

24
POSNER, R, Law and Literature Harvard University Press, 1998. La posición de Posner se encuentra en el
punto medio entre algunas de las clasificaciones de LiL, que se mostraron en los puntos anteriores, y una
posición de educación sentimental. Los juristas deben mirar ‘the craft values of literature’ ara ayudarlos a
‘think straighter as well as write better’ ”, p. 306
Posner, sin embargo, también reconoce un aspecto de la relación DL que no correspondería a LiL sino a LaL.
En: Over Coming Law. Harvard U. Press, 1995. En el capítulo Law and Literature Revisited, además de tratar
temas sobre LiL dedica espacio a asuntos relacionados LaL. Específicamente a mostrar algunos avances
sobre la traducción de textos literarios podrían aplicarse a la interpretación de la constitución norteamericana.
25
POSNER, R. Over Coming Law. Harvard U. Press, 1995. pág. 472.
26
Cfr. NUSSBAUM, M. Justicia Poética. Editorial Andrés Bello, 1997.
27
Puede preguntarse por qué razón no se ha optado por exponer conjuntamente los dos movimientos: derecho
en la literatura y derecho como literatura. ¿Acaso no son significantes los aportes del movimiento derecho en
la literatura? La controversia entre LiL y LaL es más detallado, y no puede negarse cómo, en algunos
aspectos, derecho en la literatura y derecho como literatura, pueden complementarse, a pesar de las
tensiones y las contraposiciones. BINDER, ob. cit., págs. 5-10.

8
PARTE II

DERECHO COMO LITERATURA

“(…) what would the hermeneutics of the law do? A hermeneutics of


law would not seek to resolve disputes and long standing controversies
but would begin modestly ‘by detaching the thing in question from its
dogmatic context, the fixed or institutionalized ways of thinking it’”.28

¿En qué sentido puede haber un intercambio del concepto de interpretación entre el derecho
y la literatura?. Para responder a esta pregunta se presenta el debate, a raíz del ensayo Law
as Interpretation, entre R. Dworkin y S. Fish, uno de los teóricos literarios más destacados
en los Estados Unidos de los últimos veinte años. El primer objetivo de esta muestra es
indicar cómo a partir de ese momento en el escenario norteamericano empezaron a confluir
teóricos jurídicos y literarios en la discusión de temas similares sobre la interpretación. El
segundo objetivo es mostrar la idea, compartida por Dworkin y por Fish, de clasificar los
debates sobre la interpretación en derecho y literatura de la misma manera: objetivistas, y
subjetivistas. Como ninguno de estos autores entraría en esta clasificación, se propone una
tercera; la interpretación de la recepción, la cual consiste en la superación de la dicotomía
objetivismo-subjetivismo. No se abordará el debate para determinar quien tiene la razón
(Fish o Dworkin), se pretende, más bien, mostrar los puntos en común: entender al derecho
y a la literatura como actividades interpretativas, y la influencia recíproca de aportes entre
las dos disciplinas.

A. Derecho como interpretación = literatura como interpretación = derecho como


literatura

Antes de seguir se hace necesaria una aclaración sobre lo que se entiende por Law as
Interpretation y Law as Literature.

La propuesta inicial de Dworkin, con la que se inició la exposición en el capítulo anterior,


se puede resumir así: Quienes estudian y practican el derecho pueden enriquecer el
ejercicio de su actividad si conocen otros campos donde el tema de la interpretación ha
sido mucho mejor estudiado que en el suyo. Esta postura puede ser vista como la piedra de
toque de Law as Literature, y de la vinculación del derecho con el tema general de la
interpretación, desde una perspectiva teórica.

Dworkin decidió llamar a su propuesta Law as Interpretation. Por alguna razón en su


ensayo habla muy poco de la interpretación en otros campos, como la física o las
matemáticas. Sus ejemplos tratan sobre temas literarios, relacionados con las ciencias
humanas. Por ejemplo, su aesthetical hipótesis,29 se circunscribe al tema literario, y la
political hypothesis, a la política y al derecho (ambas se explicarán más adelante).

28
LEYH. G. Legal Hermeneutics: History, Theory, and Practice. University of California Press. 1992. pág.
xiii. La cita corresponde a BRUNS G. Law and Language: A Hermeneutics of the Legal Text. Págs. 23-42.
29
DWORKIN, (1983) ob. cit. pág. 250.

9
¿Debió Dworkin, entonces, haber titulado su ensayo Law as Literature?. Es probable que
haya pensado así para evitar confusiones. Como se vio en la parte anterior en una
publicación más reciente de Law as Interpretation titula ahora a su ensayo How Law is like
Literature. En ese sentido su retracto parecería apropiado. Probablemente las discusiones
que aquejan la interpretación de las ciencias humanas sean muy diferentes a las de las
ciencias duras, y mantener la palabra Interpretation en el título se prestaba a confusiones.

Pero no se concluye que el primer título de Dworkin estuviera equivocado; el derecho y la


literatura tienen algo importante en común, y es que ambas son actividades interpretativas.
En ese orden, siendo que la literatura y el derecho son similares, resulta lo mismo decir
‘Law as Literature’ que ‘Law as Interpretation’. El derecho es como la literatura en el
sentido de que ambas son interpretación.

Al interior de algunas comunidades jurídicas esta frase es escandalosa, especialmente para


algunas conciencias jurídicas con ínfulas positivistas, para las cuales la interpretación es un
agente externo que contamina la puridad del derecho. Como se verá en la parte IV, al
interior de estas conciencias conviven contradicciones, pues aun cuando se proclaman
positivistas, contienen y aplican metodologías interpretativas que no parecen poderse
conciliar con el positivismo.

B. Si el derecho es interpretación, entonces, ¿qué es interpretación?

Por ahora no se ha dedicado espacio a responder la pregunta ¿qué es la interpretación?. Para


la crítica no haber resuelto esta pregunta puede tomarse como una elusión a un problema
irresoluble. Diría que si se entrara a definir interpretación habría tantos obstáculos y
dificultades que esta exposición tendría que concluir con un retracto de todo lo dicho. Sin
embargo, tal reclamo es tan necio como decir que no se puede hablar de filosofía, sin antes
definirla, algo de lo que hasta el momento, que se sepa, no se ha encontrado solución; lo
mismo que ocurre con las preguntas sobre ¿qué es la literatura?, ¿qué es la economía?, ¿qué
el derecho?, etcétera.

La crítica, en todo caso, sí acierta en advertir que definir la interpretación no es una tarea
fácil, y probablemente, como dice, es irresoluble. Pero se equivoca al afirmar que, si se
entrase a mirar los debates sobre la interpretación, habría un retracto sobre lo planteado.
De hecho, los álgidos debates sobre la interpretación, y la ausencia de conclusiones sobre
en qué consiste exactamente la interpretación es lo que debe llamar la atención de los
abogados. Advierte Dworkin:

“Lawyers would do well to study literary and other forms of artistic interpretation.
That might seem bad advice (choosing the fire over the frying pan) because critics
themselves are thoroughly divided about what literary interpretation is, and the
situation is hardly better in the other arts. But that is exactly why lawyers should
study these debates”. 30

30
.Ibídem, pág. 252.

10
La propuesta de Dworkin en Law as Interpretation no está en decir: aquí se tiene la
respuesta a los problemas del derecho; Dworkin no está proponiendo una solución,
simplemente está cuestionando la tranquilidad de algunas conciencias jurídicas que creen
haber resuelto la difícil pregunta sobre la interpretación. Sus respuestas no son definitivas.
Con ello Dworkin pone de nuevo al derecho en su lugar, mostrando que los problemas que
se han soslayado no han sido resueltos, y que se deben retomar tal como todavía se hace en
los estudios de la literatura, de la filosofía, de la política. ¿Por qué razón en derecho se
pensó que podía dársele la espalda a las preguntas y problemas que siempre han
preocupado a la literatura y a la filosofía? ¿Acaso existen verdades definitivas en el
derecho? Sería un error entender el texto de Dworkin como una solución final a los
debates de la interpretación en la literatura. Su propuesta debe ser vista, no como una
respuesta, sino más bien como un llamado a la conciencia de las comunidades jurídicas
para preguntarse de nuevo, en qué consiste la interpretación. Así lo plantea:

“not all the battles within literary criticism are edifying or even comprehensible, but
many more theories of interpretation have been defended in literature than in law,
and these include theories which challenge the flat distinction between description
and evaluation that has enfeeble legal theory”.31

C. El Debate Fish - Dworkin

Para que la propuesta derecho como interpretación de Dworkin tuviera algún efecto, su
ensayo no podía limitarse a esbozarla. Tenía que generar algún tipo de reacción llamando la
atención no solo de los teóricos jurídicos, sino de los teóricos literarios. Al atraer a los
teóricos literarios al debate, de alguna manera, estaría obligando a la comunidad jurídica a
responder y a tomar en cuenta, lo que los teóricos literarios tienen que decir sobre la
interpretación; asunto que no iba a ser muy difícil por la estructura y las cualidades de la
comunidad académica norteamericana.

Al momento que Dworkin aborda la interpretación en literatura, los teóricos de esta


disciplina no tardaron en aparecer con sus réplicas. Pero las críticas que contenían no
debilitaron la propuesta de Dworkin, sino que la hicieron más poderosa,
independientemente a que su teoría sobre la interpretación, la aesthetical hypothesis, fuera
correcta o no. En este punto se mostrará la primera respuesta que Dworkin recibió de S.
Fish. El primer objetivo es indicar cómo, a partir de ese momento, en el ámbito
norteamericano empezaron a confluir teóricos jurídicos y literarios en la misma discusión
alrededor de la interpretación. La segunda finalidad es mostrar la idea, compartida por
Dworkin y por Fish, de clasificar los debates sobre la interpretación en literatura y derecho
como objetivistas, y subjetivistas. Ya que ninguno de estos autores entraría en esta
clasificación, se propone por el autor de esta exposición, una tercera: la interpretación de la
recepción, la cual consiste en la superación de la dicotomía.

Dworkin sin hacer un recuento detallado sobre los debates actuales en la crítica literaria,
consciente de las críticas que podría recibir, se lanza a tratar temas bastante controversiales
al interior de la teoría literaria contemporánea. En su ensayo presenta la controversial

31
Ibídem. pág. 252.

11
aesthetical hypothesis. Según esta: “an interpretation of a piece of literature attempts to
show which way or reading (or speaking or directing or acting) the text reveals it as the best
work of art”.32 Al final del artículo para hablar de la interpretación jurídica modifica la
hipótesis por la political hypothesis.

Poco después de la aparición de su artículo, surgieron las primeras respuestas por parte de
teóricos literarios; la primera fue el ensayo de S. Fish Working on the Chain Gang:
Interpretation in the Law and in Literary Criticism.33 Estas respuestas estaban dirigidas a
algunos de los argumentos empleados para sustentar la aesthetical hypothesis.

La crítica de Fish, se enfoca en el argumento de Dworkin, que burlescamente decide llamar


Chain Gang. El propósito del argumento Chain Gang34 de Dworkin es combatir la idea,
ampliamente aceptada por las comunidades jurídicas (no solo en la norteamericana), de que
interpretar consiste en descifrar la intención del autor del texto. En este ejemplo, Dworkin
propone que se imagine el proceso de escritura de una novela por varios autores
consecutivos. El primer autor escribe una parte y al terminarlo lo envía sin tener ningún
otro tipo de comunicación, al segundo autor; este al recibir la misiva que contiene el
capítulo precedente, escribirá la segunda parte sin hacer modificaciones a la anterior, y así
sucesivamente; cada autor al recibir en lo que va la novela, tiene que interpretarla antes de
empezar a escribir su parte.

“The members of the group draw lots and the lowest number writes the opening
chapter of a novel, which he or she then sends to the next number who adds a
chapter, with the understanding that he is adding a chapter to that novel rather than
begging a new one, and then sends the two chapters to the next number, and so
on”.35

Para Dworkin esto tiene un doble efecto. En primer lugar genera una restricción sobre la
creatividad del autor encargado. La novela no podría dar giros absurdos como cambiar el
nombre de los personajes, o cosas así. En segundo lugar, el autor no pierde del todo su
libertad creativa, pues el capítulo a su cargo, aunque relacionado con los otros, será obra de
su imaginación. La anterior queda más claro con la siguiente cita:

“Now every novelist but the first has the dual responsibilities of interpreting and
creating because each must read all that has gone before in order to establish, in the
interpretivist sense, what the novel so far created is. He or she must decide what the
characters are really like; what motives in fact guide them; what the point or theme
of the developing novel is; how far some literary device or figure, consciously or
unconsciously used, contributes to these, and whether it should be extended or
refined or trimmed or dropped in order to send the novel further in one direction
rather than another”.36
32
Ibídem, pág. 253.
33
FISH, S. ob. cit. (1983) & MICHEALS W.B. Is there a Politics of Interpretation?. En: MITCHELL (1983)
págs. 335-345.
34
DWORKIN, (1983) ob. cit., págs. 262- 263.
35
Ibídem, pág. 262.
36
Ibídem, pág. 263.

12
Como se anotó el propósito inicial del argumento de Dworkin es diluir la creencia de que
interpretar consiste en identificar la intención del autor. No podría decirse que la
interpretación correcta de la novela consistiera en des-cubrir la intención del autor que
escribió el último capítulo. Y por supuesto, sería un sinsentido buscar algo así como una
intención colectiva, pues cada autor elaboró su parte de la manera que mejor creía que la
tenía que hacer.

Ahora se regresa al debate Fish-Dworkin mostrando las críticas contra the Chain Gang por
contener posiciones objetivistas y subjetivistas. Fish como Dworkin critican la intención del
autor en la interpretación.37 Fish con lo que no está de acuerdo es con las conclusiones
respecto “the dual responsabilities of interpreting and creating”.

Para Fish el argumento Chain Gang contiene varias contradicciones por recurrir a posturas
subjetivistas y objetivistas. Afirma Fish: “Dworkin repeatedly falls away from his own best
insight into a version of the fallacies (of pure objectivity and pure subjectivity) he so
forcefully challenges”.38 Dworkin con su ejemplo imaginario cae en el objetivismo y el
subjetivismo, posturas que el mismo pensaba criticar.

Fish al analizar el ejemplo del Chain Gang critica la afirmación de que el primer autor sería
más libre en la escogencia del tema y el desarrollo de la novela que los demás coautores.
Para Fish, con esta afirmación se está cayendo en el subjetivismo. Para demostrarlo dedica
parte de su ensayo a argumentar que la restricción que pueda tener el primer autor y el
último es la misma, evidenciando que la creatividad del autor no es tan alta como se piensa.

Con respecto al objetivismo, Fish muestra que la segunda parte del argumento Chain Gang,
sobre la restricción de los coautores de los capítulos siguientes al primero, al extenderse al
tema de la interpretación del precedente judicial -The Chain of Law-, resulta ser
confirmatorio del objetivismo.

Como se anotó la reseña del debate no se hizo con la finalidad de determinar si Fish o
Dworkin tiene razón. Si ese fuera el objetivo, daría curso a un trabajo dedicado
exclusivamente al tema. El debate no sólo consistió en la respuesta de Fish y continuó
varios años.39

En el punto siguiente se mostrará en qué consiste la clasificación de la teoría literaria


aplicable al derecho, que se puede extraer del debate Fish-Dworkin. También se verá la
aplicación de tal clasificación a la comunidad jurídica y literaria norteamericana.

37
FISH. (1983) ob. cit, pág. 282.
38
Ibídem. pág. 272.
39
Cfr. DWORKIN. R. My Reply to Stanley Fish (and Walter Benn Micheals): Please don´t talk about
objectivity anymore. En MITCHELL, b. it. págs. 287-313. FISH responde en: Wrong Again. 62 Texas Law
Review 1983, ágs 299-316. Parte del tema es retomado por Dworkin en capítulo segundo de Laws Empire.
Harvard, 1986, págs. 78-86. Fish de responde de nuevo en: Still wrong after all these years. En: 6 Law and
Philosophy, 1987, págs. 401-418.

13
D. Interpretación objetivista, subjetivista y de la recepción en el derecho y en la
teoría literaria

“interpretation is not uniquely, or even typically, a


legal concept. In the realm of arts and art criticism
it also plays a central role, and this suggests that
there are interesting analogies between the two
disciplines. Once again, the extent and usefulness
of the analogy is subject to controversy (…)”.40

Partiendo de la crítica de S. Fish a Dworkin en su ensayo Working on the Chain Gang,41 se


identificará la manera como se clasifican los debates en la teoría literaria. Los cuales son
objetivistas, subjetivistas, y de la recepción. Lo que en la parte siguiente servirá para
organizar el orden de la exposición de la historia de la teoría literaria en Siglo XX. El
significado sobre lo que quiere decirse con objetivismo, subjetivismo y recepción se
explicará también más adelante. El debate que se originó con la aesthetical hypothesis es
bastante interesante, pero más que todo al conocerse, pone al día a los abogados en los
debates sobre la interpretación en la teoría literaria y la filosofía.

En Working on the Chain Gang, Fish menciona que ambas disciplinas, derecho y literatura,
comparten el mismo interrogante sobre en qué consiste la interpretación. En este sentido,
Fish coincide con Dworkin en la posibilidad de vincular la teoría jurídica con la teoría
literaria.42 Para Fish en la literatura se presentan problemas sobre la interpretación
similares a los que hay en el derecho.

“The field is divided, in short, between those who believe that interpretation is
grounded in objectivity and those who believe that interpreters are, for all intents
and purposes, free”.43

La clasificación de Fish no debe ser vista como una revisión sencilla del pasado. En la
teoría literaria hoy en día hay objetivistas, subjetivista, e intérpretes de la recepción.
Gracias a los debates desarrollados en sus comunidades académicas durante un largo
tiempo, se ha logrado que cada postura se haya depurado, desechando las posiciones
indefendibles, o contradictorias.

La vigencia de la clasificación derivada del debate Fish-Dworkin se encuentra en los libros


que recopilan las discusiones que se desarrollan en la comunidad académica
norteamericana, tanto en derecho como en teoría literaria. En ellos se encuentran posiciones
objetivistas, subjetivista, y de la recepción.

40
MARMOR, A (editor). Law and Interpretation. Clarendon Press, 1995. Preface, pág. v.
41
FISH, S. ob. cit. (1983).
42
El término empleado por Fish no es ‘teoría jurídica’ sino ‘práctica jurídica’ , y ‘práctica de la crítica
literaria’ en vez de ‘teoría literaria’. Uno de los debates de Fish es sobre la crítica a las teorías desde una
posición pragmática. En todo caso en este contexto el intercambio en la utilización de la palabra teoría en vez
de práctica no debe presentar ningún problema. El interesado en el debate puede consultar: FISH, S.
Consequences. En: MITCHELL,W.J.T. (editor). Against Theory. Chicago, 1985, pág. 106-131.
43
FISH, (1983) ob. cit. pág. 271.

14
En el libro Against Theory,44 en el cual se debate la validez de las teorías en literatura,
impulsado por el editor de la revista Critical Inquiry de la Universidad de Chicago, se
recoge una discusión en el que participaron objetivistas como E.D. Hirsh Jr,45 subjetivistas
defensores de la indeterminación como H. Parker,46 y teóricos de la recepción como S.
Fish. 47 Aparecen también defensores del pragmatismo como R. Rorty,48 y de la retórica-
hermenéutica como S. Mailloux.49

Cuando se revisa si en el derecho pasa lo mismo que en la teoría literaria sobre la


clasificación objetivista, subjetivista y de la recepción se encuentran resultados positivos.
Algo que refuerza la afirmación que se extrae del debate Fish- Dworkin. Actualmente en la
comunidad jurídica anglosajona la controversia sobre la interpretación jurídica se ha
enriquecido con los debates que durante un siglo se han llevado a cabo en la teoría literaria,
situación, que empieza a presentarse a partir de la década de los ochentas; en la que se
puede comprobar, al ver cómo en compilaciones de ensayos sobre la interpretación jurídica,
participan teóricos literarios.50 Ahora estos teóricos intervienen defendiendo las mismas
posturas que inicialmente tenían en la teoría literaria.

La vigencia de los parámetros de clasificación teórica en la interpretación se mantienen aún


en las compilaciones de ensayos que niegan la posibilidad de aprender de la relación DL.51
Oposiciones de este tipo no han logrado eludir los debates alrededor de al interpretación en
derecho y literatura.

Independientemente de que Fish o Dworkin estuvieran en lo cierto a partir de su debate, las


discusiones sobre la interpretación en el derecho y la literatura han convergido, a tal punto
que teóricos que se dedicaban exclusivamente a la teoría literaria, como Fish, ampliaron el
campo de su estudio e incluyeron a la interpretación jurídica como uno de sus temas de
interés.

De hecho, los debates llevados a cabo en el escenario literario no solo han llegado hasta el
derecho, tienen vigencia también en un ámbito general sobre la interpretación, en el que
confluyen el derecho, la literatura, la filosofía, el arte y la política.52

44
Cfr. MITCHELL,W.J.T. (editor). Against Theory. Chicago, 1985.
45
E. D. HIRSCH Jr. Against Theory?. págs. 48-52. En: Against Theory.
46
PARKER, H. Lost Authority: Non sense, Skewed Meanings, and Intentionless meanings. págs 72-79. En:
Against Theory.
47
FISH, S. Consequences. págs. 106-131. En: Against Theory.
48
RORTY, R. Philosophy without principles. págs. 132-139.En: Against Theory.
49
S. MAILLOUX. Truth or Consequences: On Being Against Theory. págs. 65- 71. En: Against Theory.
50
Algunos ejemplos son: S. MAILLOUX que participa en el debate de teoría literaria de Against Theory
junto con LEVINSON es editor de . Interpreting Law and Literature: a Hermeneutic Reader. Northwestern
University Press, 1988; KNAPP, S y MICHAELS, W.B, autores del controversial ensayo Against Theory
participant en debates jurídicos. Véase: Intention, Identity and the Constitution: A response to David Hoy. En:
LEYH, G., ob. cit,. págs. 173-186; FISH, S. autor de Is there a Text in this Class? The Authority of
Interpretive Communities. Harvard University Press, 1980. también escribe sobre teoría juridical. Véase
Theory and the Law. En: LEYH, G. ob. cit., págs. 297- 316.
51
MARMOR, A. ob. cit. págs. v-vii.
52
Cfr. MITCHELL W.J.T. (1983) ob. cit..

15
E. Las buenas consecuencias de ver al derecho como interpretación

“It matters how judges decide cases”


R. Dworkin

La prueba de que la propuesta de Dworkin ha enriquecido a la comunidad jurídica


norteamericana, entre otras, se encuentra en que a partir de ésta los defensores del
positivismo anglosajón se han visto en la obligación de revisar cuidadosamente algunos de
sus paradigmas. Estos por un tiempo se habían aceptado como incuestionables. Algunos
ejemplos son: la necesidad de encontrar la intención del autor en la interpretación, la
posibilidad de una interpretación objetiva, la verdad de las proposiciones normativas, el
significado literal de las normas, entre otros.53

Entre las loables consecuencias de ver al Derecho como Interpretación se encuentra que el
llamado de Dworkin para prestar atención a la interpretación, ha revivido el debate en torno
a la adjudicación, quizá la cuestión más importante del derecho.54

Después de haber expuesto estos lugares comunes entre la literatura y el derecho con
respecto al problema de la interpretación, se espera quede justificada la pertinencia de
enterarse, al menos mediante un atisbo, de la historia de la teoría literaria en el Siglo XX.
Antes de continuar, debe hacerse la aclaración de que el capítulo siguiente no puede ser
entendido como un desarrollo teórico completo, sino como una reseña histórica del
pensamiento literario en el siglo pasado. Después de este breve paso por el debate sobre la
interpretación en Norteamérica, en la parte IV se mostrará el estado moribundo en que se
encuentra el problema de la interpretación en la comunidad jurídica local. Si en este
entorno se aprendiera de otras comunidades las consecuencias serían extraordinarias, ya
que se permitiría ampliar en este entorno el concepto sobre la interpretación.

53
MARMOR, A. ob. cit. ibídem. pág. vi.
54
Tema que el positivismo jurídico parecía haber ignorado, y que el realismo jurídico había dejado
desprotegido al antojo de los jueces. DWORKIN, R. Laws Empire. Harvard, 1987. Capítulo II.

16
PARTE III

TEORIA LITERARIA EN EL SIGLO XX55

Probablemente, uno de los campos más aptos para mostrar de qué se trata la actividad
interpretativa se encuentra en el desarrollo de la teoría literaria del Siglo XX. Los debates
desarrollados, dejan claro cómo a través de la problematización y de la crítica es posible el
avance de un status quo de la interpretación, que en cada tiempo se supone como definitivo,
hacia una perspectiva más compleja y transformadora, que controvierte a la anterior. Este,
por así llamarlo, “progreso dialéctico”, sugiere que el estado actual del concepto de
interpretación no puede ser definitivo, ni único; así lleve bastante tiempo arraigado.

En esta parte se aborda la interpretación en la teoría literaria del siglo XX. Esta se
estructura siguiendo la clasificación, vista en el punto anterior, sobre la interpretación. El
objetivo de este capítulo es mostrar que la manera como se ha estudiado la interpretación
por parte de la teoría literaria es bastante compleja y variada. Esto permitirá en la parte IV
tener un punto de comparación, frente al cual, contrastar el concepto de interpretación
defendido por la comunidad jurídica local.

Presentación

En la teoría literaria del pasado siglo han ocurrido importantes debates sobre la
interpretación. Con esta exposición se busca resaltar la riqueza y la diversidad de la teoría
literaria. En esta parte se han escogido algunos movimientos, a veces coincidentes con la
filosofía, la psicología, la sociología, y la lingüística, que dan razón de lo se que ha
producido durante esta última centuria por los autores y movimientos más representativos.56

El capítulo se estructura en tres acápites principales. En el primero, se exponen aquellos


movimientos, que en gracia de la exposición, se han clasificado como objetivistas:
formalismo ruso, Scrutiny, New Criticism, y estructuralismo. Por objetivismo se adoptará la
definición del Diccionario de Filosofía de N. Abbagnano: “Cualquier doctrina que admite
la existencia de objetos (significados, conceptos, verdades, valores, normas, etc.) válidos
independientemente de las creencias y de las opiniones de los diferentes sujetos”.57

El segundo acápite, trata sobre las posiciones que pueden ser clasificadas como
subjetivistas. Estas son la fenomenología de Husserl y la fenomenología de Ingarden. La
definición de subjetivismo empleada, es la del diccionario de Abbagnano: “término
moderno que designa la doctrina que reduce a estado o actos del sujeto (universal o

55
Este trabajo inicialmente pretendía mostrar, de manera introductoria, de qué trata la hermenéutica
gadameriana; después, sugerir su aplicabilidad al derecho, tomando en cuenta la reducida versión que se tiene
de la hermenéutica en la tradición jurídica colombiana. En la medida que se estudiaban los comentaristas de
Gadamer se descubrió que éste parte de la variedad que se encuentra en la teoría literaria en temas
relacionados con interpretación. Probablemente, más que en cualquier otra rama del saber, en este espacio es
dónde más avances se han producido al respecto.
56
La presentación no es exhaustiva, y no se mencionarán otros movimientos: feminismo, psicoanálisis, pos-
estructuralismo, marxismo, pragmatismo, entre otros; sin se considere que sean menos importantes.
57
ABBAGNANO, N. Diccionario de Filosofía. FCE, 1997. pág. 865.

17
individual) la realidad o los valores. En tal sentido, el idealismo es subjetivismo porque
reduce la realidad de las cosas a estados del sujeto (percepciones o representaciones) y
análogamente se habla de subjetivismo moral o de subjetivismo estético cuando se reducen
el bien, el mal y lo bello y lo feo a las preferencia de los sujetos en lo particular”.58 El
subjetivismo que se mostrará corresponde a un subjetivismo universal.

El tercer acápite mencionará el movimiento que se puede llamar de la hermenéutica


contemporánea o de la recepción. La definición breve de ambos movimientos se entiende
como el intento de superación de la dualidad objetivismo-subjetivismo. Para estos efectos
se expondrá el pensamiento de Gadamer y Fish.

La clasificación no es exhaustiva, y en rigor, la validez de la clasificación es cuestionable.


Más que otra cosa debe ser vista con la finalidad práctica de introducir al lector en algunas
características de la historia de la teoría literaria el Siglo XX. En armonía con el resto del
trabajo, el propósito de esta parte es respaldar la idea de que la teoría y la practica jurídica
podrían beneficiarse si se ‘acercan’ a los debates llevados por parte de la teoría literaria.

1. Objetivismo interpretativo

Desde mediados del Siglo XIX la posición imperante en la interpretación fue la romántica o
historicista. Esta dirigió su atención a la intención del autor de la obra; el intérprete debía
descifrar entre las líneas de la obra la intención original del creador,59 liberándose de todo
prejuicio histórico del presente y trasladándose al tiempo del autor,60 llegando así a la
interpretación correcta o verdadera. Como lo muestra la siguiente cita, en el romanticismo
la identidad de la producción artística y la imaginación implicaba que “the real work of art
is the one the artist intended to produce not the one she actually produced, and that a
literary work is identical with the meanings intended by the author”.61 Sin embargo, ya en
las postrimerías de ese siglo tal posición empezaba a ser cuestionada.

En la historia de la teoría literaria el formalismo ruso62 (en adelante el FR) puede ser visto
como una revolución. Esta es la primera postura teórica capaz de desplazar la atención del
polo del autor y su obra, a la relación entre el texto y el lector. En este acápite se empezará

58
Ibíd. pág. 1097
59
Durante siglos la teología fue donde más se desarrollaron temas de interpretación. Es así como los orígenes
de la hermenéutica se encuentra en la lectura de los textos sagrados, especialmente de la Torah, por los
cabalistas. Cfr. ECO, Humberto. La Búsqueda de la Lengua Perfecta. Biblioteca de Bolsillo, 1999. Prefacio,
Capítulos I, II y III.
60
. Uno de los grandes expositores del historicismo fue W. Dilthey. Este autor no estaba preocupado por la
interpretación de la obras literarias como tal, su interés se dirigía a las nacientes ciencias del espíritu,
categoría que la literatura no había alcanzado en ese tiempo, por su ausencia de rigor científico. En todo caso,
los primeros teóricos literarios adoptaron las metodologías historicistas para la interpretación literaria. Cfr.
DILTHEY, W. Crítica de la Razón Histórica. Península, 1986.
61
BINDER, G. ob. cit. pág. 10.
62
HOLUB, R. Reception Theory. A Critical Introduction. METHUEN, 1984. pág. 16. Holub para tratar el
tema del formalismo presenta el trabajo de V. Schkloskii. Refiéndose a éste dice, “The shift in attention from
the pole of author-work to the relationship between text and reader is perhaps exhibited more clearly in the
early writings of V. Schkloski”. Otros autores que hicieron parte del movimiento del formalismo ruso son:
Roman Jakobson, Osip Brik, Yury Tynyanov, Boris Eichenbaum y Boris Tomashevsky.

18
por mostrar en qué consiste ésta revolución, luego se mencionarán algunas características
del movimiento anglosajón de la revista Scrutiny, y el movimiento norteamericano New
Criticism63 (en adelante NC).

A partir de los formalistas sucedieron una serie de avances en materia de interpretación.


Hoy mirando hacia atrás se puede reconstruir lo ocurrido como una secuencia lineal, sin
embargo, no se puede perder de vista que la controversia aquí presentada no ha ocurrido
como si hubiera sido un empalme. Si así parece debe ser entendido en gracia a la presente
exposición.

1a) Formalismo ruso

Un formalista tranquilamente afirmaría que, “El Quijote no es un libro “acerca” de un


personaje de ese nombre; el personaje no pasa de ser un recurso para mantener unidas
diferentes técnicas narrativa”.64 Esto se explica a partir de que el FR defendió que lo
relevante del texto –su contenido estético- es independiente del autor.

En el formalismo para lograr una obra de arte se requería del resaltamiento de la forma del
texto por encima del contenido, que desde su óptica es accesorio. En otras palabras,
cualquier producción que pretendiera ser verdaderamente artística debía lograr un
resaltamiento de su forma. ¿Cómo hacerlo? Los formalistas preocupados por una respuesta,
buscaron algo en común a todas las obras literarias. Encontraron que las obras de arte se
lograban mediante la “defamiliarización”, o lo que se denomina el “extrañamiento” del
lenguaje. Algo que queda ejemplificado en las palabras de R. Jakobson cuando afirma que
la literatura consiste en una forma de escribir en la cual “se violenta organizadamente el
lenguaje ordinario”.65

Con el concepto de defamiliarización el FR sabía ahora que era lo que diferenciaba a un


texto cualquiera de una verdadera forma artística y literaria. Pero esto no era suficiente,
ahora se debía reconocer cómo se podía llegar a ese extrañamiento. Para eso tuvieron que
desbrozar ambos conceptos: defamiliarización y extrañamiento.

A partir de ese punto encontraron que estos conceptos se logran con el empleo de distintos
elementos que denominaron “devices”. Por device entendían “the means by which we
become aware of objects, the technique which makes the thing perceivable and artistic”.66
Ejemplos de devices son la alegoría, la metonimia, la metáfora, etcetera.

En este orden de cosas, como si se tratara de una receta de cocina, quien supiera emplear
correctamente suficientes “devices”, lograría un verdadero extrañamiento, y produciría
exitosamente una obra. El genio y el talento, por supuesto, no eran un ingrediente
necesario. Un ejemplo muy famoso es el trabajo La Morfología del Cuento Infantil del

63
Cfr. EAGLETON, T. Una introducción a la Teoría Literaria. FCE, 1997, págs. 35 – 40.
64
Ibídem. pág. 13.
65
Ibídem. pág. 12.
66
HOLUB, ob. cit. pág. 17.

19
formalista ruso Leon Tropp escrito en 1928. En éste identificaba todos los “devices” que se
encontraban en los cuentos infantiles.

En la actualidad las posturas formalistas parecen bastante extremas, pero históricamente


gracias a este radicalismo la teoría literaria logró ir más allá de la enmarañada concepción
romántica de lo artístico, que la equiparaba con el genio del autor. Ahora para el FR, el
concepto de interpretación es algo muy distinto, y consiste en identificar todos los devices
que conforman la obra, o dicho de otra manera, la hacen.

La postura del FR fue novedosa en su tiempo, sin embargo su tratamiento de lo artístico


resultó siendo excesivamente reduccionista del complejo fenómeno. Varias objeciones
podrían planteársele, por ejemplo, ¿acaso las obras que hoy consideramos artísticas, lo
serán por siempre? Algunas formas que hoy resultan ordinarias pueden no serlo después; y
formas, que en otros tiempos resultaban ordinarias, hoy pueden parecer extrañas y
artísticas. Una de las carencias del FR fue no tomar en cuenta, en sus variables de análisis, a
la sociedad y la historia. Debe admitirse que es fácil elevar esta objeción hoy en día, pero
en ese momento este desconocimiento fue lo que permitió superar al romanticismo.

A pesar de su principal interés por la forma artística, algunos miembros de FR fueron


conscientes de las falencias ocasionadas por no tomar en cuenta variables como ‘la
historia’, ‘la sociedad’, y ‘la psicología’. Por eso no desconocieron la importancia del
receptor de la obra, éste se encontraba enmarcado en una realidad. Al estar en esa situación
la percepción del receptor se influenciaría y su manera de interpretar la obra se vería
alterada. Algunos de éstos formalistas son: Shklovskii, Tynainov y Tomashevsky.

Shklovskii defendió que es el receptor de la obra quien reconoce y evalúa cuando una
forma es diferente y artística. Esto por cuanto el receptor es el único capaz de contrastar las
formas tradicionales de las formas artísticas, que en principio no se destacan por si solas.
Las formas artísticas no son especiales en sí mismas,67 por eso deben contrastarse frente a
la percepción automática y ordinaria de las otras formas. La posición de Shklovskii fue
complementada por Tynainov. La percepción del objeto artístico tiene un componente
histórico: aquél objeto que es extraño en un momento determinado puede, con el tiempo,
convertirse familiar, perdiendo su cualidad de forma artística.68 Piénsese por ejemplo la
expresión “ese hombre es un viejo zorro”. Hoy esa metáfora no tiene nada de extraño, ni
nos parece un lenguaje poético, o ampuloso. Sin esfuerzo se entiende que se quiere decir
que esta persona es alguien astuto, que sabe todo tipo de artimañas.

Tomashevsky, por su parte, explicó el efecto de la biografía de los autores sobre la


interpretación de la obra. El efecto es importante, no porque la vida del autor esté inscrita
de alguna manera en el texto, sino porque cuando el receptor conoce la biografía del autor

67
Roman Jakobson, años más adelante, al intentar definir literatura explicó como ésta no era por si misma
literatura, sino por su capacidad de mostrarse como tal. Llamó esta cualidad “literariness”: “The object of
literary scholarship is not literature, but literariness, that is, the quality which makes a work literary. And
since literariness is defined in terms of devices, one could not escape the conclusion that concern with the
device was the task of criticism.” HOLUB, ob. cit. pág. 17.
68
Ibídem. pág.. 19.

20
interpreta al texto de una manera diferente, que cuando no la conoce. La imagen que el
lector tenga del autor influirá en la forma como la interpreta.69

Dentro de FR, como lo muestran estos autores, ya se presentaban indicios de disidencia por
cuenta de las limitaciones explicativas del fenómeno artístico. Se reconoció así, que el
concepto de lo ordinario y corriente en contraposición al de lo extraño y artístico, tiene un
estrecho vínculo con temas relacionados con ‘la sociedad’ y ‘la historia’. En todo caso el
movimiento formalista se mantuvo en su línea teórica principal, haciendo óbice de estas
disidencias. Posteriormente, el estructuralismo de Praga, representado por Mukarovský, que
había sido influenciado por FR, prestó más atención al componente social, necesario para la
mejor comprensión de la interpretación de una obra artística.

Antes de mostrar en qué consiste el estructuralismo de Praga, en el acápite siguiente, se


mostrarán dos movimientos similares al formalismo ruso que aparecieron en el ámbito
anglosajón hacia la misma época. La similitud con FR es parcial, pues aunque muestren
características formalistas se encuentran en la transición del romanticismo al formalismo.
Posteriormente se hará una crítica a los componentes ideológicos de Scrutiny y New
Criticism. Su inclusión en este trabajo se debe a que ambos explican la transición entre el
romanticismo y el formalismo literario; además permiten entender mejor el contexto de las
letras inglesas en el que se sitúa el movimiento de Law in Literature, ya reseñado en la
primera parte de este trabajo.

1b) Scrutiny

Los antecedentes de Scrutiny se encuentran en la ‘teoría social’ imperante en la segunda


mitad del Siglo XIX; en Inglaterra el estudio de la literatura como teoría no existía
propiamente, las primeras facultades de letras se abrieron a finales del Siglo XIX. Para esta
teoría el papel de la literatura era exclusivamente funcional, en el sentido que su finalidad
era formar y educar moralmente a las masas en los valores nobles. Estos valores se
enarbolaron como el antídoto al colapso moral de la revolución industrial.

El movimiento previo a Scrutiny fue el representado por M. Arnold, quien no sólo buscaba
combatir la amoralidad de las masas, sino también el misticismo romántico, en el que el
arte era inútil, perdiendo su capacidad como herramienta para la transformación social. La
posición de Arnold era confirmada por muchos de sus colegas. G. Gordon dijo que la
literatura inglesa: “tiene ahora una triple función: aún debe, supongo, deleitarnos e
instruirnos, pero también, por encima de todo, salvar nuestras almas y sanar al Estado”.70

El fenómeno detrás de Scrutiny es bastante complejo y contradictorio, aunque compartía en


parte la posición arnoldiana, sin embargo también pretendía superarla; y no solo esto,
también buscaba revivir valores estéticos del romanticismo. Algo que se evidencia en cómo
recuperó el concepto del genio artístico, remplazando el ‘ímpetu místico’, el genio del

69
Ibídem. pág.. 20.
70
Citado por EAGLETON, ob .cit., pág. 36.

21
creador, por un concepto similar que se expresa en la “fuerza implacable e impersonal de la
Vida espontáneamente creadora”.71

Más que otra cosa interesa resaltar de Scrutiny, su interés por desmenuzar los textos,
aislados de todo su contexto. Esto es importante dado que fue el primer movimiento en la
tradición de las letras anglosajonas por desarrollar esta iniciativa.

Una de las características por la cual Scrutiny se destaca consiste en que inicia con la
reificación o cosificación del texto. A partir de ahí los textos recibían el tratamiento de cosa
u objeto. “Cualquier trozo escrito, literario o no, puede ser debidamente estudiado e
incluso comprendido aislado de todo contexto”.72. En ese orden, no era extraño que
quienes estuvieron alrededor de Scrutiny utilizaran en sus trabajos la expresión “lectura
analítico-interpretativa”. Esta actividad consistía en estudiar al texto y solo el texto,
aislando de todas las otras consideraciones.73 Con Scrutiny se logra darle al texto vida
propia: el texto es artístico aún no existiera nadie para decirlo.

Visto así Scrutiny parece formalismo puro, sin embargo no se olvide que también había
dentro del movimiento una conciencia romántica de la ‘Vida creadora’, generando un
híbrido entre formalismo y romanticismo.

De Scrutiny surgió New Criticism (NC), un movimiento similar que se extendió por más
tiempo en los Estados Unidos. I.A. Richards es el eslabón entre Scrutiny y NC. Este autor al
igual que Arnold y los miembros de Scrutiny, entre ellos T.S. Eliot, adjudica a la obra de
arte una función de salvación ante la decadencia moral.

1c) New Criticism

Aun cuando NC tiene varios elementos formalistas no es necesario mostrar de nuevo en qué
consisten estos elementos, por cuanto son similares a FR. La posición formalista de NC
supera algunas de las contradicciones que se vieron en Scrutiny, sin embargo, lo que
interesa de éste, es ver cómo permite evidenciar la relación entre formalismo e ideología.

Una de las figuras más representativas de NC fue I.A Richards. Para este autor la literatura
no debe pretende dar respuesta a interrogantes como: qué es o por qué. Estos no son
interrogantes legítimos, sino pseudo-interrogantes. A la literatura le correspondería,
entonces, dar pseudo-respuestas; no tenerlas, deja un vacío emocional a quien las plantea.

“La poesía es un lenguaje más emotivo que referencial, es una especie de “pseudo-
declaración” que da la impresión de describir el mundo pero que en realidad
organiza satisfactoriamente nuestros sentimientos”.74

71
Ibídem, pág.. 58.
72
Ibídem, pág.. 61
73
Ibídem, pág. 61.
74
Ibídem, pág. 64.

22
Vinculando a NC dentro de la tradición arnoldiana esta definición de texto poético se
convierte en un refugio para la desmembración moral gestado en la industrialización; lo
cual puede ser visto como un aspecto educativo. A partir de entonces el texto debe
abordarse como una unidad todavía inmaculada e impermeable al enmarañado mundo
exterior. Visto el poema como una unidad todas sus partes están relacionadas,
concatenadas, y en armonía autónoma frente a la realidad confusa. “El poema abolía toda
fricción, toda irregularidad y contradicción en la cooperación simétrica de sus diversas
características”.75 Con esto se ve que la función de la teoría que en un principio parecía
neutra muestra un papel ideológico. Para NC “coherencia” e “integración” son palabras
claves. Por ese motivo al autor no se le adjudica ninguna importancia, como tampoco al
intérprete, o al receptor de la obra. Como lo muestra Eagleton, en NC se encontraba una:

“extraordinaria falta de interés en lo que la obras literarias en realidad dicen; su


atención se reduce, casi totalmente, a las cualidades del lenguaje, a los estilos del
sentimiento, a las relaciones entre la imagen a la experiencia”.76

Como se puede notar esta forma de entender a la literatura tiene una finalidad ideológica de
control social, de organización de sentimientos, la cual no es muy diferente a cómo LiL,
pretende que quienes leen literatura se fortalezcan moralmente para ejercer al derecho de
una manera, supuestamente, más humana.

1d) el Estructuralismo

Como se mencionó en FR se encontraban rasgos de teorías que superaban al formalismo


ortodoxo. En el siguiente acápite se verán algunas características del estructuralismo, en
especial del estructuralismo de Praga, uno los movimientos que trataron después de FR.

El estructuralismo puede ser visto como la consumación del formalismo. De hecho, muchos
estructuralistas habían sido formalistas tardíos. Sin embargo, sus tesis eran más complejas y
superaban el análisis exclusivo de los textos y se preocupaban más por la estructura del
fenómeno del lenguaje en su conjunto. No obstante, los textos no dejaron de ser objeto de
estudio para los estructuralistas literarios, simplemente empezaron a ser abordados con
variables más poderosas.

F. Saussure está reconocido entre los fundadores del estructuralismo. Para este autor el
lenguaje es un sistema de signos.77 El sentido de cada uno de los elementos que hacen parte
del sistema es identificado por el lugar que ocupa frente a los demás elementos; sin los
demás elementos del sistema los garabatos que conforman una palabra no podrían adquirir
ninguna cualidad de significado. Por eso el sentido de una palabra se establece por medio
de la diferencia que tenga con las demás palabras, que por si solas no son más que ruidos o
garabatos. Así, la tarea de un estructuralista es reconocer la “relaciones diferenciales” del

75
Ibídem, pág. 64.
76
Ibídem, pág. 69.
77
Para Saussure el lenguaje es un sistema independiente al habla. El habla hace uso del lenguaje pero no es un
sistema de la manera que lo es el lenguaje. Cfr. SCHUSENBERG, C. El Estructuralismo. http://poetas.com.
Publicado el 15 de marzo de 2004.

23
sistema, vinculando cada elemento con los demás. Por eso para un estructuralista las
palabras por si solas son formas contingentes y mutables.78

La innovación de Saussure no se restringió a la lingüística y se expandió a otros saberes


como la antropología. Levi-Strauss adoptó el estructuralismo y lo aplicó para “distinguir las
estructuras de nivel profundo a las que (...) diferentes fenómenos sociales [estructuras de
parentesco y representaciones mitológicas] podían ser reducidos”.79

Como ya se mencionó, en el estructuralismo los elementos concretos e independientes al


sistema no tienen ningún sentido, y no pueden ser estudiados. Así por ejemplo el sujeto,
quien para esta teoría no tiene ninguna relevancia, no juega ningún papel en la
identificación de las relaciones diferenciales.

Por lo que se ha visto, en cuanto a la inclusión de variables dinámicas, como lo es por


ejemplo la historia, tanto el método estructuralista como el formalismo puede clasificarse
como una teoría sincrónica (la cual se opone a diacrónica).

“Este método consiste, pues, en considerar cualquier realidad humana (una lengua,
una institución, una obra literaria, etc.) como una totalidad estructurada y
significativa, articulada en relaciones estables y regidas por unas leyes internas que
hay que buscar en su estructura profunda”.80

1e) Mukarovský y el estructuralismo de Praga

En los movimientos teóricos expuestos se ha resaltado, más concretamente en FR, cómo a


su interior se contienen posturas disidentes que permitieron el avance de la teoría a un
nuevo escenario, por así llamarlo, progresista. Mukarovský, quien hizo parte del círculo de
Praga, lo demuestra para el estructuralismo. Sus propuestas, siendo estructuralistas, no
fueron ortodoxas. Entre su disidencia reconoce la necesidad de un método diacrónico en el
reconocimiento de la estructuras. Los métodos diacrónicos son ostensiblemente más
complejos que los métodos sincrónicos. “[For Mukarovský] Structures are not independent
of history but formed and determined by diachronic series”. 81

Mukarovský al estudiar el formalismo manifestó que éste, fue un lema utilizado


primordialmente por Shklovskii, para tomar distancia de la teoría literaria romanticista.
Según Mukarovský el formalismo fue un evento histórico que permitió el avance de la
teoría literaria más allá del romanticismo. Recuérdese el acápite sobre formalismo, en éste
se mencionó que para algunos formalistas detrás del concepto de device, extrañamiento y
defamiliarización se sabía que el resaltamiento requería de la actividad del receptor, quien
era el capaz de evaluar y distinguir lo que era especial, en sentido opuesto a lo ordinario.

78
JOHNSON. C. Derrida: El Estrado de la Escritura. Norma, 1998. pág. 10.
79
Ibídem. Pág. 10.
80
SCHUSENBERG, C. ob. cit.
81
HOLUB. ob. cit. pág. 31.

24
De ahí se entiende que el lema del formalismo “progresista” era: “Perception not creation,
reception not production”.82

Mukarovský fue para el estructuralismo lo que Shklovskii fue para el formalismo.


Mukarovský a diferencia de otros estructuralistas, entendía a la literatura como un producto
cultural histórico, el cual era resultado de varios factores sociales, que a la vez cambian con
la historia y su contexto.

Como consecuencia de sus posiciones vanguardistas en Mukarovský se encuentra el interés


por derrumbar la dicotomía entre la forma y el contenido, tan defendida por los formalistas.
Esto hace necesario revisar el complejo concepto de estructura de Mukarovský. Su versión
de estructuras no consiste en sistemas estáticos de significación, sino en sistemas dinámicos
multirelacionados. Si el estructuralismo tradicional se preocupaba por estructuras de dos
dimensiones, Mukarovský incorporaba una tercera y una cuarta dimensión. Cada obra era
una estructura, pero a su vez era un elemento de otra estructura. Por ejemplo si se iba a
estudiar una novela de determinado autor, la estructura de la obra tenía que situarse dentro
de la estructura de las tendencias artísticas del momento en el que se produjo, empezando
por la de nivel nacional, y luego situándola en la posición que tal movimiento ocupaba en la
estructura internacional. Así, el estudio de cada una de ellas no podía desarrollarse
correctamente si su significado no se encontraba siempre relacionado con todas las demás.
Visto de otra manera, las estructuras siempre hacían parte de otras estructuras. Esta
comprensión compleja hizo que Mukarovský asignara a cada estructura (obra, movimiento,
etc.) la cualidad de signo dentro de una estructura más grande. Sin embargo la aplicación de
su postura por querer abarcarlo todo se hacía imposible; ningún estudio podría se completo
pues nunca alcanzaría a abarcar todas las estructuras.

El estructuralismo no ortodoxo de Mukarovský no acaba aquí. Se había mencionado que


uno de los propósitos de Mukarovský era superar la dicotomía entre forma y contenido.
Para esto mostró que las obras de arte tienen una estructura autónoma, en tanto que éstas
son algo más que meras formas sin contenido en una gran estructura. Esta autonomía se
alcanzaba gracias al hecho de que la realidad social penetraba en la estructura. Al hacerlo
ésta no podía ser un signo vació, sino que podía ser estudiado como una estructura
autónoma; sin perjuicio que siguiera haciendo parte de una estructura mayor. Con base en
un criterio de autonomía, Mukarovský quería dar a entender que la obra, separada de la
totalidad de estructuras, estaba imbuida de realidad, esto es, su significado no estaba
exclusivamente relacionado con el lugar que ocupara en la estructura.

Siendo que la propuesta de Mukarovský buscaba tener la mayor cantidad de variables en


consideración la importancia del receptor de la obra no podía ser la excepción. El receptor
juega un papel importante para la obra, que por si sola no puede ser reconocida como tal.
Obra y receptor son producto de la realidad social, por eso la cualidad estética no se logra
por el simple hecho de tener cierta posición en la estructura, sino por su equivalencia con
un contenido artístico identificado por el receptor. Lo anterior queda expresado en los
siguientes términos:

82
Ibídem, pág. 17.

25
“By considering the artwork to be a social sign and it’s viewer a social creature, a
member of a collective (las itálicas corresponden el término utilizado por
Mukarovský), Mukarovský avoids aesthetic subjectivism as well as idealizing
tendencies of the phenomenologist and Formalist positions. His semiology, in other
words, is able to incorporate sociology, not by positing the mechanistic reflection of
an already constituted reality, but by the presupposing the prior penetration of
reality into the very structure of art and its recipient”.83

La propuesta de Mukarovský contiene una conspicua dimensión sociológica, y un


distanciamiento total de las teorías romanticistas para las cuales interpretar se reducía a
encontrar la intención del autor. Si existe algo así como la intención esta debía entenderse,
no como un resultado de un estado mental o psicológico, sino un evento sociológico.
Sostiene Mukarovský a este respecto: “It is not the originator’s attitude toward the work
but the perceiver’s which is fundamental, (…), for understanding its intrinsic artistic
intent”.84

Mukarovský advirtió que era indispensable modificar la manera de abordar el texto como
estructura intocable y armónica, como lo hacían los formalistas y los estructuralistas. Para
entender mejor el fenómeno literario era necesario reconocer los aportes que podrían
brindar la sociología y la historia. Mukarovský demostraba así, que la crítica literaria debía
encargarse de mucho más que el mero texto.

Para concluir, Mukarovský, haciendo un cómico parangón entre el mundo de los textiles y
la teoría literaria, explica que los formalistas se habían preocupado por los tipos de bordado
y de textiles, y no de lo importante: el mercado mundial del algodón.85

2. El giro del objetivismo hacia el subjetivismo

Las distintas posiciones que se han mostrado tienen en común que pueden ser clasificadas
como objetivistas. Por objetivistas se quiere decir que éstas entienden al texto artístico
como un objeto estético por si mismo, independiente de contingencias históricas y
sicológicas. Ahora, el formalismo ruso es sólo un primer momento en la historia de la teoría
literaria, a partir de ahí ha habido una multiplicidad de teorías que explican la interpretación
de maneras diferentes.

Si el objetivismo se encuentra en un extremo el subjetivismo se encuentra en otro. Este, en


reducidas cuentas, para lo pertinente a esta exposición, destaca que el contenido artístico
del texto es aportado por su receptor. Si en el romanticismo el interés debía enfocarse en el
genio del autor de la obra, y para el objetivismo el texto era por si mismo artístico, para el
subjetivismo es el receptor quien juega el papel principal para la obra literaria; es él quien

83
Ibídem, pág. 32.
84
MUKAROVSKY, J. Strucutre, Sign, and Function. Yale U. Press, 1978 pág. 97. Citado por HOLUB: pág.
34. Este aspecto sociológico permite “investigate in detail the dialectical contradiction between the
variability and multiplicity of the aesthetic norm and its rights to constant validity” MUKAROVSKY, J.
Aesthetic Function, Norm and Value as Social Facts. University of Michigan, 1970. pág. 58. Citado por
HOLUB: pág. 33.
85
MUKAROVSKY, J ob. cit. (1978), pág. 140. Citado por HOLUB: pág. 33.

26
vierte en el texto, que es un recipiente vacío, todo contenido estético. Visto de tal manera el
texto no tiene ninguna relevancia antes de que el lector lo intérprete.

Para muchos, el subjetivismo, por la indeterminación a la que somete a la validez estética


del texto, ha sido motivo de preocupación. Sus críticos lo han asemejado con el relativismo,
e inclusive al anarquismo intelectual. La posición de un detractor del subjetivismo podría
ser resumida así: la interpretación no es un asunto que pueda entregarse al antojo del
receptor, deben existir unos criterios claros que permitan diferenciar lo que es estético de
lo que no lo es. Si no se tranca el subjetivismo ¿no terminarían siendo ser válidas todas las
interpretaciones?. Ante este escenario no es sorprendente que sobre el subjetivismo hayan
caído tantas críticas.

Las preocupaciones contra el subjetivismo son apenas entendibles. Intuitivamente se diría


que si el subjetivismo es válido, entonces, siendo que los sujetos son tan distintos, ante un
mismo texto puede haber el mismo número de sujetos que interpretaciones. Esto no parece
ser algo muy deseable. ¿Dónde plantear las fronteras entre la interpretación aceptable y la
inaceptable? ¿Qué restricciones concretas tiene la interpretación?.

Por la “contundencia” científica del objetivismo y por las fuertes críticas recibidas por
relativista, la defensa del subjetivismo parece una lucha perdida. Sumado a esto si se admite
que el concepto de subjetivismo obtiene sentido a partir de su opuesto, el objetivismo, la
defensa del subjetivismo nace condenada al fracaso. Quien defiende al subjetivismo
implícitamente reconoce la combinación binaria que le daba sentido: el objetivismo. Desde
esa perspectiva toda confrontación, subjetivismo vs. objetivismo, resulta contradictoria por
si misma. Sujeto y objeto resultan siendo conceptos ideales, siempre contrapuestos, en los
que la confrontación siempre reconoce la existencia del otro. Como puede deducirse esta
crítica al subjetivismo es invertible, pues es igualmente aplicable contra el objetivismo. El
objetivismo tiene sentido partiendo de su antónimo, el subjetivismo.86

Desde su inicio la teoría literaria empezó a buscar la superación de la dicotomía, sin


embargo, ese nuevo camino en la historia de la teoría literaria toma realmente forma en
posiciones que pueden ser clasificadas como subjetivistas, tal es el caso de la
fenomenología,87 sin embargo ésta no sobrepasará la dualidad. Es con la hermenéutica
heideggeriana y gadameriana, posteriores a la fenomenología, con la introducción de
variables dinámicas, como condiciones para la interpretación, donde inicia la superación de
la dicotomía objetivismo-subjetivismo.

86
En la tradición filosófica las aserciones ‘objetivismo’ y ‘subjetivismo’ han sido usadas con una
multiplicidad de significados. La respuesta por la fuente de la Verdad está vinculada al debate si se encuentra
en el objeto (materialismo) o en el sujeto (idealismo): la historiografía de la filosofía moderna es un reflejo de
este debate. Una de los más grandes intentos por su superación, mediante la fusión del sujeto con el objeto, la
encontramos en HEGEL, G.W.F. La Fenomenología del Espíritu, FCE, 1997. En un capítulo de su obra
titulado La Dialéctica del Amo y el Esclavo Hegel presenta un argumento similar al que se acaba de presentar,
sobre la dialéctica entre subjetivismo y objetivismo.
87
La fenomenología puede ser enmarcada dentro de la tradición filosófica más que literaria. En la filosofía los
intentos por la superación de la dualidad sujeto-objeto, no eran nuevos cuando apareció la fenomenología de
Husserl, Hegel ya lo había intentado.

27
En lo que sigue se mostrarán las teorías sobre la interpretación que dieron lugar a la
superación de la dicotomía que se ha señalado. Teorías que permitieron llegar a una
comprensión más completa de lo que es la interpretación, puesto en términos
hermenéuticos contemporáneos: sin una conciencia histórica efectiva no hay lugar a una
mejor comprensión de lo que es interpretar.

2a) La fenomenología de E. Husserl

La fenomenología surge por una preocupación histórica, y por eso mismo cumplió desde la
óptica de algunos críticos, como T. Eagleton, una función, de salvación y sosiego, frente a
una crisis moral de la sociedad europea de las postrimerías del siglo XIX.88 En esta
oportunidad, el debate no trataba sobre la finalidad de la literatura sino de la filosofía. En
las universidades alemanas de ese tiempo todavía no existían facultades de literatura, solo
pocos filósofos se había dedicado al estudio exclusivo de la literatura.

La posición que se pretendía revaluar, no era la interpretación historicista o romántica de


los textos literarios, sino de los fenómenos del mundo en general. En ese tiempo, la
filosofía todavía tenía significativas influencias para la ciencia. Así, los avances de la
filosofía no se restringirían a su campo, como si podía pasar con la teoría literaria, sino que
tenían implicaciones en el cambio de la comprensión del sentido del hombre en el mundo,
en particular la manera de encontrar la “verdad”. Con esto es entendible que la
fenomenología de E. Husserl se presentara a si misma como “la ciencia de la ciencias”.

En este orden de ideas la fenomenología planteó respuestas concisas, de profundo alcance,


con respecto al mundo. Husserl destacó que los objetos del mundo, tal como los perciben
nuestros sentidos, no son cosas-en-si (como entidades allá afuera), sino cosas pretendidas
por nuestra conciencia, y no por ello ilusiones. En esa medida los objetos tal cual como los
percibimos son fenómenos. La fenomenología consiste en reconocer la manera como la
conciencia se relaciona con los objetos de nuestro pensamiento y les da una forma (eidos).
Durante mucho tiempo los objetos de la conciencia habían sido equivocadamente
entendidos como objetos reales. Por tal razón se explica cómo a través del tiempo, y por
distintas circunstancias, la conciencia sobre un objeto puede adoptar diferentes formas y
manifestaciones. O sea el fenómeno, contenido de la conciencia, no se muestra siempre con
la misma forma.

Sin embargo, la fenomenología trasciende el interés por reconocer la existencia de los


objetos en nuestra conciencia como fenómenos, y sus cambios de forma. Lo que pretende,
es encontrar aquella esencia del fenómeno, aquello que permanece a través de las
innumerables manifestaciones eidéticas que haya tenido. Para lograrlo, ya que la esencia
misma del objeto no es evidente, Husserl propone la reducción fenomenológica. Esta
reducción no es otra cosa que la crítica a la experiencia mediada, mediante la que se
alcanza la experiencia inmediata y verdadera o ‘intuitiva’, en término husserlianos.

88
“En el contexto de la honda crisis ideológica de fecha muy anterior a la Primera Guerra Mundial-, Edmund
Husserl se propuso desarrollar un sistema filosófico que proporcionara certezas absolutas a una civilización
que se desintegraba. Se trataba de escoger, (…), entre la barbarie irracionalista y el renacimiento espiritual, a
través de una ciencia del espíritu absolutamente autosuficiente”. EAGLETON, ob. cit., pág. 73.

28
Husserl, por dejar atrás el estudio de los conceptos puros, creyó haber superado al
idealismo. Y tenía razón en decir que sin un ancla en los hechos las ciencias no tendrían
verdaderos cimientos. Ante esa situación parecía que se hubiera superado la dicotomía
adentro/fuera, sujeto/objeto (aplicado a la literatura: texto/lector), pero la creencia en la
existencia de una entidad inmutable, una forma pura, no parecía superar la metafísica y el
idealismo, que la fenomenología negaba. Husserl, en el fondo, trataba los hechos como
eventos contingentes, que tenían detrás la verdadera esencia del fenómeno.

Como se puede suponer Husserl no prestó mucha atención al lenguaje. Para soslayar los
problemas que ocasionaba a la fenomenología la mediación del lenguaje en la percepción
de los fenómenos, afirmó que éste “se ajusta en una medida pura a lo que se ve en toda su
claridad”. 89 Para Husserl, en palabras de Eagleton, “lo que proporciona significado a mi
experiencia no es el lenguaje sino el acto de percibir fenómenos particulares como
universales, acto que (…) se realiza independientemente al lenguaje. (…) [E]l significado
es algo que antecede el lenguaje; el lenguaje no pasa de ser una actividad secundaria que da
nombres a significados que de alguna forma yo poseo”.90

La posición de la fenomenología frente ‘la historia’ es la misma que se explicó que tenía
sobre ‘el lenguaje’. Aunque parece que la historia era una variable de análisis de la
fenomenología, por tomar ésta en cuenta los hechos del mundo, en realidad no fue así. Al
buscar la esencia del fenómeno y al otorgar a la razón y al sujeto la cualidad de entidades
eternas, precisamente estaba negando la importancia de la historia. La fenomenología, de
esa manera, se convertía en la negación de la influencia de la historia en la conformación de
la realidad. Como comenta Eagleton: para la fenomenología husserliana “el sujeto debía ser
considerado como fuente y origen de todo significado: no formaba propiamente parte del
mundo pues, en primer lugar, el era lo que daba ser al mundo (…) el hombre, en alguna
forma, era anterior a su historia y a sus condiciones sociales, las cuales brotaban de él
mismo como el agua que brota de un manantial”.91

Más adelante se verá cómo algunas modificaciones a la fenomenología son el origen de la


hermenéutica. Así como Marx invirtió el idealismo hegeliano, la hermenéutica invierte a la
fenomenología, convirtiendo al lenguaje y a la historia, que parecían contingentes y
deleznables, en el punto de partida para la interpretación.

Con base a lo anterior, antes de exponer la hermenéutica contemporánea, se pasará a tratar


la posición de la fenomenología sobre la interpretación literaria. Para esto se recurrirá a R.
Ingarden, un discípulo de Husserl, que desarrolló la postura fenomenológica de la obra
literaria. Aunque Ingarden no superó los problemas metafísicos de la fenomenología
husserliana, interesa presentarlo aquí porque brinda una idea acerca de la fenomenología
del arte y la literatura.

89
HUSSERL, E. The Idea of Phenomenology, 1964, pág. 31. Citado por EAGLETON, ob. cit. Pág. 80.
90
EAGLETON, ob. cit, Págs. 79-80
91
EAGLETON, ob. cit, Pág. 77.

29
2b) Roman Ingarden y la concretización de la obra literaria cómo fenómeno

A diferencia de Husserl, el “contenido”92 de la fenomenología ingardiana es la obra de arte,


y no todos los fenómenos que pueden aparecer en el “mundo de la vida”. Un concepto
clave en las propuestas de Ingarden es el de concretización. Este permite explicar con
claridad en qué consiste la fenomenología de la obra literaria, de una mejor manera que
valiéndose exclusivamente de los difíciles conceptos de fenomenología husserliana. Sin
embargo, la importancia del concepto de concretización no debe restringirse a este campo,
y su aplicación puede ampliarse, y no tratar solamente sobre obras literarias. Su utilización
puede extenderse a la compresión de actividades como los actos de habla y de los textos,
vistos como fenómenos, independientemente sean artísticos o no.

En Ingarden la concretización de los textos vistos como fenómenos se estructura en cuatro


etapas. En la primera etapa nuestros ojos u oídos, sin ninguna mediación, perciben las
palabras como formas o sonidos sin hacer ningún de tipo de comprensión. Por ejemplo, la
letra X, es un garabato negro sobre un fondo blanco.

En la segunda etapa se reconoce cuáles de esas formas son unidades de significado. Esta
etapa es diferente a la primera por cuanto en ésta las unidades no habían sido reconocidas
como tales. Por ejemplo las palabras cabeza hueca, vista en la primera etapa son solo un
conjunto de garabatos con espacios blancos entre ellos. En la segunda etapa se reconoce
“cabeza” como una unidad de significado distinta a “hueca”. Pero no deben confundirse las
unidades de significado con palabras, aunque en algunos casos coincidan. En una frase más
larga la expresión cabeza hueca se convierte en una unidad de significado indivisible, por
ejemplo en la frase, “Pepe es un cabeza hueca”. En ese caso la unidad de significado
cabeza hueca, es diferente al significado de las palabras cabeza y hueca, tomadas por
separado.

En la tercera etapa empiezan a ocurrir cosas más complejas, que vistas desde las etapas
anteriores parecen bastante extrañas. Aquéllas formas y garabatos, posteriores unidades de
significado, ahora evocan en la conciencia nuevos fenómenos abstractos, cuyo “contenido”
no se encuentra en el mundo perceptible por los sentidos. Tómese otro ejemplo. La
descripción fenomenológica de un animal, no corresponde a la descripción fenomenológica
de la palabra que representa al animal. Piénsese en un gato. Describiéndolo se puede decir
“Veo un animal allí, negro, con la cola enroscada, y ojos amarillos”. Pero describir la
palabra gato como fenómeno es algo totalmente distinto, empezando porque no está
necesariamente refiriéndose a ningún gato que exista como tal. Aún así ese fenómeno
abstracto aparece en la conciencia; esa es la función de la palabra, significar un fenómeno,
pero no, como requisito, uno concreto. El significado de las palabras como fenómenos
pueden ser imaginados, i.e., al leer la palabra gato me imagino al gato Félix, al gato con
botas, o el concepto de gato arquetípico: negro y de ojos amarillos. Resáltese que la calidad
de fenómeno no es asignado por el hecho de que el “contenido” sea un objeto real.

92
La fenomenología está interesada en los fenómenos como aparecen en la conciencia. Por tal razón el mundo
objetivo es puesto entre paréntesis. No puede negarse que los fenómenos son en cuanto están dirigidos a algo
lo que se denomina “contenido”.

30
Ya en la cuarta etapa con todas esas representaciones abstractas de la tercera etapa, se
forma un esquema de los objetos representados, como un esqueleto, una estructura
indeterminada. La conciencia ha hecho mucho entre la primera etapa, en la que las palabras
no son más que garabatos y ruidos, y la cuarta etapa, en la que el texto es una cubeta vacía,
que va a ser llenada de significado, para así ser comprendida en su conjunto. De ese
esqueleto es que parte la concretización. Como se dijo, ahora a ese esqueleto debe dársele
un contenido, debe concretizarse. Pero, ¿hay una forma precisa de hacerlo?. El esqueleto
parece ser un objeto determinado, sin embargo es un recipiente vacío, y como tal se
concretiza de diferentes maneras.

La concretización del texto hecha por un sujeto probablemente no va a coincidir con como
lo haga otro. Al hacer fenomenología dirigida a objetos reales la situación es distinta, el
resultado está atado a una realidad física. Ante cierto fenómeno del “mundo real” puedo
afirmar “la superficie es amarilla y rugosa”, sin embargo ante un texto la situación es otra.
En este escenario la indeterminación parece insuperable, la manera como se concretiza
varía en cada caso.

Una manera didáctica para entender la concretización es recordar esos libros para niños en
los que se dan instrucciones para conectar con un lápiz cada uno de los puntos numerados
en orden en una hoja. Si se siguen las instrucciones al final aparece una figura que no
estaba ahí. Algo similar ocurre cuando se concretiza un texto literario, nada más que la
mayoría de los puntos no están numerados. Parece que la indeterminación es inevitable, sin
embargo el problema no es tan preocupante como parece.

Permítase un ejemplo más. Se tomará una frase de una famosa novela y el nombre propio
con la que empieza, será reemplazada por una X. La frase es la siguiente:

“X, luz de mi vida, fuego de mis entrañas”.

Para entender la frase aislada se tiene que efectuar una serie de suposiciones. X puede ser
una estrella, un faro, una flor, una mujer (madre, hija, amante). Si se reemplazará X por
Lolita la historia es totalmente distinta, y en la medida que se avanza con la lectura de la
novela de Nabokov la indeterminación va desapareciendo.

Más adelante el texto sigue, “Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta
y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela.
Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita”. Como se percata en
la medida que avanza la lectura del texto se encuentran las indicaciones para comprenderlo
mejor. Así la concretización termina siendo menos indeterminada de lo que inicialmente
parecía. Quien después de unas páginas de lectura piense que Lolita es una gata, o la flor
predilecta del escritor ruso, está concretizando de una manera dudosa. Se sabe ahora que
Lo, Lola, Lolita, Dolly y Dolores son la misma persona, que es alguien de baja estatura que
va a la escuela; alguien por quien parece que el narrador siente profundos sentimientos.

Ahora bien, lo anterior no implica que la indeterminación desaparezca del todo. ¿Cuántos
años tiene Lo? ¿es una estudiante o una maestra? ¿Es de tez blanca, tiene pelo corto?

31
Siempre habrá datos irrelevantes, por ejemplo no parece importante determinar si Lolita
tiene calzas en los dientes.93

Con esta aclaración se permite distinguir entre dos tipos de concretizaciones. Un tipo de
concretización que es necesaria para la “correcta” comprensión como entender que Lolita
es un una joven y no un juguete. Y un segundo tipo más libre que funciona junto con la
imaginación del intérprete. Por ejemplo, determinar si Lolita lleva el pelo suelto o recogido,
es fruto de la concretización individual y libre. Esto se puede ver en el siguiente texto,

“Filling in indeterminate places requires creativity and, skill and perspicuity as well.
Moreover, since concretizations are considered the activity of individual readers,
they can be subject to vast variation. Personal experiences, moods, and a whole
array of other concretizations are ever precisely identical, even when they are
product of the same reader”.94

Comprender requiere una concretización por el receptor; llenar los vacíos del esqueleto de
la obra como fenómeno, pero no de una manera caprichosa o indeterminada. ¿Pero quién
sienta los parámetros, el texto, la forma, el receptor?.

La interpretación que hasta este punto se ha hecho de Ingarden está directamente


relacionada con las posiciones, que se verán más adelante, interesadas en superar la
dicotomía objetivismo-subjetivismo. Por tal razón en lo dicho hasta ahora puede que no se
hayan vislumbrado las similitudes entre la fenomenología de Ingarden y de Husserl.

No puede perderse de vista que Ingarden era un fenomenólogo. Para él si la crítica literaria
buscaba reconocer las variadas maneras de concretización, era con la intención de saber qué
había detrás de todas ellas, cuál era la estructura-esqueleto compartida por todas, que le
daba la esencia artística al texto. Lo que a Ingarden le hacia pensar que existía una
estructura común a todas las concretizaciones era que a pesar de la indeterminaciones,
siempre se lograban ciertos acuerdos sobre qué obras eran artísticas y cuales no; ello sólo
era posible por el hecho que existía una estructura invariable detrás de la obra. Si se retoma
el ejemplo de la hoja con puntos numerados para ser completados por un niño, Ingarden
creería que se podría reconocer cuáles son los puntos ciertos que siempre están ahí. Estos
puntos, según Ingarden, ya están numerados, y siempre lo van a estar de la misma manera.
Con esto se ve la similitud entre la reducción fenomenológica de Husserl, de ahí que las
críticas aplicadas a éste también sean válidas contra Ingarden.

Aunque con la fenomenología se haya presentado un viraje hacia el sujeto, que reemplaza
al objetivismo, el objetivismo sigue en pie, pues el sujeto es entendido como un sujeto-
trascendental, en el sentido idealista de la palabra, librado de una situación histórica
concreta:

93
Todas las novelas y cuentos pueden servir para este ejemplo. Unos se hacen más evidentes que otros; en
algunos casos al finalizar se ve que la comprensión-concretización era equivocada. Véase el cuento Betsy de
Rubem Fonseca. En la compilación de cuentos: Historias de Amor. Norma, 2002.
94
HOLUB, ob.cit pág. 26

32
“Ingarden thus conceives of his reader as an ideal individual, divorced from and
independent of any larger collectivity. Questions of politics or issues of class are
viewed only as hindrances to concretization and are as unwelcome and avoidable as
inattentiveness to the text”.95

Con esto termina la exposición sobre la fenomenología. En el siguiente punto se mostrará la


posición hermenéutica, que desde la perspectiva de ésta exposición, es la más innovadora y
consistente de las teorías que hasta ahora se han presentado. Esta recoge algunos elementos
de la fenomenología, sin embargo, como se dijo, invierte el idealismo-subjetivista de la
fenomenología, para enfocarse en lo que es variable, finito y contingente.

3. Hacia la superación de la dicotomía: objetivismo- subjetivismo

Las teorías sobre la interpretación descritas y analizadas en esta exposición muestran que la
intención del autor es en verdad tan solo un comienzo de todo lo que puede llegar a ser la
interpretación. Se ha mostrado que a partir de las posiciones disidentes del formalismo y de
la fenomenología, la posición formalista ortodoxa es bastante restringida por entender al
significado de los textos como un objeto ahí afuera, cognoscible de la misma forma que si
se tratara de una cosa estudiada por una ciencia física. Cada teoría ha mostrado que el
concepto de interpretación puede tener distintas perspectivas, y que cada perspectiva puede
incluir nuevas y más complejas variables. Todas éstas hacen el concepto de interpretación
más rico e interesante que el que habría si se limitase a una posición romanticista o
formalista. Sirva para ilustrar la siguiente anotación. La fenomenología al indicar que los
objetos son intencionales, hace surgir una perspectiva subjetivista distinta a la objetivista,
ya que los objetos son intencionales de la conciencia de un sujeto que los percibe. En
cuanto a Ingarden su estudio de los textos supera la perspectiva “intrínseca” de éstos.
Partiendo de la concretización, parecen bastante cuestionables las consideraciones de FR y
NC de entender al texto como un todo armonioso y inmaculado.96

3a) Gadamer y el inicio de la Hermenéutica contemporánea

En este acápite se mostrará la superación de las posiciones objetivistas y (i.e. FR, NC,
estructuralismo) subjetivistas (i.e. fenomenología, y romanticismo) arriba expuestas. Para
tal propósito se retoma el pensamiento de H. G. Gadamer, el más importante representante
de la hermenéutica contemporánea.

Gadamer, al igual que M. Heidegger, creía que se interpreta partiendo de lo que se es. Esto
por cuanto el estar en el mundo es en todo momento una experiencia lingüística e
histórica.97 En otras palabras, para Gadamer la interpretación no es un asunto
exclusivamente epistemológico, sino también ontológico.98

95
Ibídem, pág. 29.
96
Ibídem, pág. 28.
97
B. WATCHERHAUSER. Getting it Right: Relativism, Realism and Truth, pág. 57. En: R. DOSTAL
(editor). The Cambridge Companion to Gadamer. Cambridge U. Press. 2002, págs. 52-78.
98
Cfr. FIGAL, G. The doing of the thing it self: Hermeneutic ontology of language. En. R. DOSTAL ob. cit.
págs. 102-125.

33
Un intérprete como sujeto histórico está vinculado a su tiempo concreto, no puede
interpretar sin tomar en consideración su realidad lingüística e histórica. A este momento
interpretativo Gadamer lo llamó horizonte interpretativo. Una interpretación consiste en
una fusión de horizontes interpretativos: entre el horizonte del intérprete y la obra
interpretada.

Para exponer su pensamiento Gadamer en Verdad y Método99 comienza criticando la


aplicación del método científico a las Ciencias Humanas (o del Espíritu), y en general las
metodologías hermenéuticas decimonónicas. Una de estas teorías criticadas es la Dilthey,
autor que proponía una metodología para la correcta interpretación, que consistía en la
liberación de todos los prejuicios del intérprete. Uno de estos prejuicios, que Dilthey
proponía que se desechasen, es el momento histórico del intérprete. Sin liberarse de éstos el
intérprete nunca entendería correctamente al texto tal cual como lo entendía el autor en el
momento en el que lo produjo. Liberándose de los prejuicios el intérprete podría entender
qué es lo que verdaderamente decía el texto, verdad que había quedado inscrita al momento
de su creación. “[P]ara Dilthey el conocimiento científico implica la disolución de ataduras
vitales, la obtención de una distancia respecto a la propia historia que haga posible
convertirla en objeto”.100

Gadamer, partiendo de ahí, empieza un ataque directo en contra de la aplicación de


metodologías en las ciencias humanas. Método debe ser entendido como algo que un sujeto
aplica sobre un objeto para obtener un resultado; resultado, que la ciencia moderna desde
Descartes, asimilaba con la verdad y la certidumbre, algo que no puede ser dudado. Así lo
muestra la siguiente cita: “The unstated task of speculative activity form the seventeenth
century to the twentieth century has been to conceal and justify the alienation of mind and
matter, subject and object, by providing a philosophical basis for the scientific method”.101

El método científico al que se está haciendo referencia tiene dos implicaciones que generan
preocupación. Primero, hace asumir que mediante su utilización se puede alcanzar la
“verdad” objetiva. Segundo, que la relación sujeto-objeto sólo es epistemológica. Hoy en
día son varias las críticas frente a la posibilidad de alcanzar verdades objetivas, y el hecho
de que exista la dualidad objeto-sujeto, incluso en las ciencias físicas.102 Si el método
científico es problemático en las “ciencia duras”, con más razón lo es su importación a las
ciencias humanas.

99
H. G. GADAMER . Verdad y Método I. Ediciones Sígueme. Salamanca, 2001.
100
Ibíd., pág. 35
101
HOLUB, ob. cit., pág. 37.
102
WATCHERHAUSER. ob. cit. pág. 52. “Hilary Putnam recently reminded us that even terms such as
“electron” can have conceptual history that changes with the historically shifting context of research. What
makes this fact problematic for traditional notions of objectivity is that such notions usually insist that the
objects of research or the referents of terms such as “electron” or “genes” are what they are independent of
our conceptual vocabulary. This creates the expectation that we ought somehow to be able to compare the
adequacy or accuracy of any conceptual vocabulary against the object itself. But if we have no way to locate
such referents independently of those same vocabularies and, moreover, if those vocabularies are subject to
change (even seemingly random and unpredictable change), then where, it is often ask, are we to find the
fixed, concept independent object?”. Se refiere al texto de H. PUTNAM, Realism with a Human Face,
Harvard, 1990.

34
Gadamer no tiene ninguna aspiración en alcanzar algún tipo de verdad científica en la
interpretación, por el contrario, se encuentra mucho más interesado por recalcar el impacto
de los prejuicios en la interpretación. Los prejuicios deben identificarse, pero no por ello se
debe pretender librarse de ellos. Desde la perspectiva de la modernidad los prejuicios se
ponen como obstáculos para conocer el objeto como tal, “verdadero” y “puro”. Gadamer
advierte, que de la misma manera que en la hermenéutica no hay lugar a metodologías, no
existe preocupación en reconocer que el conocimiento es “finito” y limitado.103

Pero se podría decir: “el rechazo por las metodologías, la importancia de los prejuicios, la
finitud del conocimiento, todas parecen más barreras que ayudas para la interpretación.
Entonces, ¿por qué es entonces Gadamer tan importante para la hermenéutica?”. Una
pregunta así parte de una comprensión equivocada de Gadamer. Las supuestas barreras que
se mencionan, más bien, deben ser más bien entendidas como condiciones inexorables para
lograr una mejor interpretación. Partiendo de éstas condiciones Gadamer plantea varios
conceptos que permiten el avance de la comprensión de la actividad interpretativa. A saber:
i) la conciencia de los prejuicios, ii) el círculo hermenéutico, y iii) los horizontes
interpretativos y la efectiva conciencia histórica. En lo que sigue de la exposición se
expondrán en qué consisten éstos conceptos. Antes de tratarlos se verá cómo Gadamer
muestra que entender está compuesto por tres actividades: comprender, explicar, y aplicar.

Después de hacer una crítica al método científico aplicado a las ciencias humanas Gadamer
procede a recompilar la historia de la palabra Verstehen (en español “entender”, en inglés
“understand”). Empieza por mostrar cómo verstehen tiene tres aserciones, pero por alguna
razón dos de ellas se han dejado de usar, haciendo su significado más limitado. Gadamer
está interesado en revivir estas dos aserciones extraviadas, e integrar las tres para hacer una
síntesis del concepto verstehen que comprenda los tres significados.

Actualmente el significado corriente de verstehen coincide con cómo se veía por las teorías
hermenéuticas del Siglo XIX. Verstehen, en este sentido, es ver en los textos con partes
ambiguas las cosas más claras. Esta comprensión aclarativa se logra, en el caso que el
texto tenga partes oscuras, aplicando distintos tipos de metodologías que hacen inteligible
lo que en un principio no se veía.104 (Téngase lo anterior en cuenta para cuando se
expliquen las metodologías interpretativas empleadas en el ordenamiento colombiano).

103
Aunque Gadamer puede parecer un relativista esa no parece ser una buena interpretación de su
pensamiento. No se entrará a defender a Gadamer, in extenso, de las críticas que ha recibido como relativista,
en especial por su defensa a los prejuicios como condiciones a la interpretación. Relativista es aquel que
afirma que toda interpretación es válida, y que por eso no puede ser criticada. Gadamer siempre pensó que
habían mejores interpretaciones que otras: “Gadamer actually showed (…) that our understanding is always
subject to revision when confronted with more convincing evidence and interpretation”. J. GRONDIN.
Gadamer’s Basic Understanding of Understanding. pág. 44. En: DOSTAL (editor) ob. cit. Para Gadamer los
intérpretes inexorablemente están atados a momentos históricos y hacen parte de una tradición (i.e.
comunidades de interpretación, que determinan las maneras como se recolecta información, como se plantean
preguntas relevantes, etc. Los valores de estas comunidades pueden dar parámetros para evaluar cuando una
interpretación es mejor que otra: “(…) a normative tradition not only determines the questions in some sense,
but also plays a substantive role in determining what counts as a good answer to these questions. Such
traditions are normative in that they guide communities of inquiry toward an epistemic ideal, an ideal that is
historically conditioned”. WATCHERHAUSER. ob. cit. pág. 58).
104
GRONDIN. ob.cit. pág. 36.

35
Gadamer al referirse a la hermenéutica clásica explica que en esta “siempre que alguien se
esfuerza por comprender –por ejemplo, respecto de la sagrada Escritura o respecto a los
clásicos- está operando indirectamente una referencia a la verdad que se oculta en el texto y
debe llegar a la luz”.105

Gadamer no concluye que esta comprensión de verstehen sea equivocada, simplemente es


insuficiente, y no abarca todo lo que verstehen quiere decir. Esta primera cara de
verstehen, Gadamer explica, corresponde al subtilitas intelligendi.

Gadamer muestra que verstehen tiene otras dos aserciones: el “subtilitas explicandi”, la
explicación,106 y el “subtilitas applicandi”, la aplicación. Fue en la etapa romanticista,
cuando se equiparó la “comprensión” con la “explicación”, y se perdió de vista la
importancia de la “aplicación”.107 Gadamer explica que al no tomarse en cuenta la
“aplicación” como un requisito para el verstehen, la comprensión se torna
descontextualizada y vacía. En palabras de Gadamer: “[E]l texto (…) debe ser comprendido
en cada momento y en cada situación concreta de una manera nueva y distinta. Comprender
es siempre también aplicar”.108

Pero si una mejor interpretación requiere su aplicación a algo concreto no puede negarse,
entonces, su atadura al momento histórico en el que se interpreta. Por eso para Gadamer la
interpretación es un acontecer histórico; pero no en el sentido historicista del romanticismo,
en que, como se anotó arriba, si interpretaba viajando al pasado, como en una máquina del
tiempo, que además borrara la memoria. Con esto no se quiere decir que el “pasado” haya
perdido importancia para la hermenéutica gadameriana, es innegable que todo texto tiene
un origen en un momento histórico concreto. Lo que resulta equivocado es que el pasado
sea tomado como único elemento para la interpretación.

Fusión de horizontes interpretativos

Al interpretar un texto del pasado se requiere de un complemento, un diálogo con la historia


presente del intérprete. Interpretar, es así una combinación de dos momentos, una fusión de
horizontes históricos, lo que también ha sido llamado por Gadamer “una conciencia de la
historia efectual (Wirkungsgeschichte)”.109 Un horizonte es la posición o perspectiva en la
que uno se encuentra frente un margen finito de visión; en la medida que se avanza el
horizonte se ensancha y se ve aquello que antes no se encontraba ahí; aquello que queda
atrás aunque no sea visto se recuerda. Como lo expresa Gadamer:

“when our historical consciousness places itself within historical horizons, this does
not entail passing, into alien worlds unconnected in any way with our own, but

105
GADAMER. ob. cit. pág. 239. Gadamer se está refiriendo a la hermenéutica universal de Schleiermacher.
106
La traducción al español de Verdad y Método traduce “subtilitas explicandi” como “interpretación”, en las
traducciones al ingles lo traducen por “explication”.
107
GADAMER. ob. cit. pág. 378.
108
Ibídem, pág. 380. Gadamer crítica las carencias de la interpretación filológica, y la complementa con lo
que se hacía en el campo jurídico y de la teología antes del romanticismo.
109
GADAMER. ob. cit. pág. 414.

36
together they constitute the one great horizon that moves from within and, beyond
the frontiers of the present, embraces the historical depths of our self-
consciousness. It is, in fact, a single horizon that embraces everything contained in
historical consciousness”.110

La comprensión de todos los conceptos gadamerianos se logra mejor si éstos se


complementan entre sí. La fusión de horizontes también puede ser vista como la
experiencia hermenéutica, que a la vez se comprende mejor junto al concepto de prejuicio.

Los prejuicios interpretativos

Para Gadamer, como ya se mencionó es un error que los prejuicios se vean como algo
necesariamente negativo e indeseable. Gadamer muestra que el responsable de tal
presunción equivocada es el método científico de modernidad aplicado a las ciencias
humanas, el cual desvalora al prejuicio como un obstáculo a la objetividad y al verdadero
conocimiento. Pero la realidad es otra: los prejuicios son requisitos imprescindibles para la
interpretación. El pensamiento hermenéutico a través de los prejuicios toma en cuenta su
finitud histórica: “It is only a proper hermeneutics when it demonstrates the effectivity of
history within understanding itself ”.111

El tema de los prejuicios presenta algunos interrogantes. ¿Pueden reconocerse como buenos
todos los prejuicios?. Y si es así, ¿cómo identificarlos?. Gadamer reconoce la distinción
entre “the true prejudices, by which we understand, from the false ones, by which we
misunderstand”.112 Sin embargo no elabora una iniciativa propositiva sobre cómo podrían
reconocerse.

La crítica al identificar este vacío en la hermenéutica, advierte que los prejuicios negativos
en la medida que se arraigan entorpecen la interpretación, haciéndola cerrada, inclusive
tozuda. Algo que va en contravía de lo que Gadamer aspira. En cuanto al tema de los
prejuicios se han presentado también críticas a la hermenéutica por defender el
relativismo.113 Ante la crítica Gadamer responde, evitando incurrir en una metodología, que
la existencia de los prejuicios negativos debe ser superada ya que: “our understanding is
always subject to revisions when confronted with more convincing evidence and
interpretations”.114 Estas revisiones van mejorando con el transcurso del tiempo. “Often it is
through experience and time that we come to recognize what is appropriate and what is
not”.115 Y esto solo es posible con el paso del tiempo.

110
GADAMER. Truth and Method. Continuum, 1975. pág. 271. Citado por HOLUB, ob. cit., pág. 42.
111
HOLUB. ob. cit. pág. 41.
112
GADAMER, Truth and Method, ob. cit. pág. 298-299
113
Una de las críticas proviene de Claus von Bormann. Este pregunta a Gadamer, “Is it not the case that this
finitude, more often than not, leads less to the openness to new experience than to the stubborn reaffirmation
of one’s own prejudices?”. Citado por GRONDIN, ob. cit. pág. 45.
114
GRONDIN. ob. cit. pág. 44.
115
Ibídem, pág. 44.

37
El círculo hermenéutico

Por último, y relacionado con el tema de los prejuicios, falta exponer el círculo
hermenéutico. Gadamer no es el primero en proponer un círculo hermenéutico, Heidegger
también había planteado uno, y en la historia de la filosofía se han empleado diferentes
círculos hermenéuticos. Gadamer menciona que este concepto proviene de la retórica
antigua, en ésta el círculo se relacionaba con cómo el texto debe pretender articular las
partes con el todo. Más adelante el círculo fue empleado en la fenomenología, “to describe
the to-and-fro motion of any attempt at understanding, from the parts to the whole and from
the whole back to the parts”.116 El círculo hermenéutico de Gadamer no es del todo
diferente a los demás. Con éste Gadamer da nombre al constante proceso, “that consists of
the revision of the anticipations of understanding in light of a better and more cogent
understanding of the whole”.117 A pesar de las similitudes entre el círculo hermenéutico de
Gadamer, con el círculo hermenéutico tradicional (el de la conciliación del todo con las
partes), el de Gadamer es original y distinto a los demás.

Este proceso puede describirse como la construcción y reconstrucción de una coherencia.


Cada vez que se avanza en la comprensión de lo que se interpreta, parte de lo comprendido
se derrumba y se construye de nuevo integrándose con el todo, pero no sólo en un sentido
epistemológico sino también ontológico, el entender es un diálogo. Así la comprensión
anterior siempre se concilia con la nueva, que tiene una connotación de entender, en su
triple sentido. Visto de delante hacia atrás, la coherencia es resultado de la revisión de las
anticipaciones a la coherencia. En éste la coherencia no se logra exclusivamente con el
texto, sino con todo lo que compone la experiencia, el estar en el mundo. Con esto termina
la exposición sobre Gadamer, la cual propone que la interpretación no es un asunto
epistemológico, exclusivamente, sino también ontológico. Esa manera es la que logra,
desde el punto de vista hermenéutico, superar la dicotomía objeto-sujeto. El sujeto no se
enfrenta al objeto, pues cuando lo interpreta entra en diálogo con el, disolviéndose la
dicotomía, fundiéndose los dos en uno.

En los anteriores términos se ha dado un breve esbozo del pensamiento de Gadamer en


cuanto a la hermenéutica en tres puntos principales de su teoría: Los prejuicios, el círculo
hermenéutico, la fusión de horizontes (la conciencia histórica efectiva). También se
mostraron algunas críticas que surgieron por su defensa de los prejuicios. Se dejaron de
lado conceptos importantes como la tradición. Al igual que con los prejuicios, sobre este
concepto recaen una serie de crítica e interrogantes, en especial por entender la historia
efectiva siempre ceñido al canon occidental.

Lo importante es reconocer los grandes avances que permite su hermenéutica: 1) contribuir


con el rompimiento de la dicotomía texto-interprete, 2) atacar la importación a las ciencias
humanas de los conceptos de verdad y método provenientes de las ciencia físicas o duras, y
3) identificar conceptos que hacen de la interpretación un proceso más complejo que
transciende en todos los aspectos las pretensiones cientificistas de la metodologías
interpretativas románticas.

116
Ibídem, pág. 47.
117
Ibídem, pág. 47.

38
3b) Teoría de la recepción

“A polemic that was mounted in the name of the reader and


against the text has ended by the subsuming of both text and
reader and the larger category of interpretation”.118

El rótulo Teoría de la Recepción “Rezeption Theorie” fue principalmente adjudicado a las


teorías presentadas por los alemanes Wolfang Iser y Hans Robert Jauss. Sin embargo, con
éste término también se ha referido a la Estética de la Recepción “Rezeptionsästhetik”, y a
la Historia del Impacto (Wirkungsgeschichte). El término teoría de la recepción es
utilizado como un término general que comprende todas éstas aserciones, a pesar de las
diferencias. En los Estados Unidos la correspondiente a la Teoría de la Recepción ha
recibido la denominación de “reader response criticism”, al que pertenecen autores como
Norman Holland, Jonathan Culler, y Stanley Fish. 119

Interesa mostrar a la teoría de la recepción por dos razones: primero porque sintetiza todo
lo que se ha visto sobre interpretación en el siglo XX, y segundo porque, al igual que la
hermenéutica, presenta la superación de la dicotomía objetivismo-subjetivismo. Dado que
ya existe cierto acercamiento con Stanley Fish, se expondrá su posición, en especial a lo
referido a la superación de la dicotomía.

Como ya se ha hecho en otros capítulos para explicar algunos temas se empezará con una
cita. Esta fue tomada de la introducción del libro de Stanley Fish, Is there a Text in this
Class? Authority in Interpretive Communities.120

“The relationship between interpretation and text is thus reversed: interpretative


strategies are not put into execution after reading; they are the shape of reading, and
because they are the shape of reading, they give texts their shape, making them
rather than, as is usually assumed, arising from them”.

Fish está diciendo que quien da la forma al texto es el lector con sus estrategias
interpretativas. Sin saber que se quiere decir con ‘estrategias’ fácilmente se podría pensar
que Fish se está refiriendo a los antojos y caprichos del intérprete, que quiere poner al texto
a decir lo que mejor le parezca. Retomando la definición de Abbagnano, una posición así
puede ser entendida como la reafirmación del subjetivismo individual, en el que la validez
interpretativa es relativa a cada individuo.

Sin embargo, Fish ha insistido en que nada se aleja más de su posición que aquella. Para
Fish hacer clasificaciones en los polos extremos: subjetivista/objetivista, es un error. Para
este autor es innegable que es el lector quien interpreta, pero no en un sentido subjetivista.

118
FISH, S. Is there a Text in This Class? The Authority of Interpretive Communities. HARVARD, 1980.
pág.17
119
Cfr. HOLUB, R. ob. Cit . págs. xi- xiv
120
FISH, S. (1980) ob. cit,. pág. 13.

39
Lo que debe hacer es poner énfasis en el proceso interpretativo y el contexto en el que se
sitúa la interpretación.

“At this point it looks as if the text is about to be dislodged as a centre of authority
in favour of the reader whose interpretative strategies make it; but I forestall this
conclusion by arguing that strategies in question are not his in the sense that would
make him an independent agent. Rather, they proceed not from him but from the
interpretive community of which he is a member; they are in effect community
property and in so far as they at once enable and limit the operations of his
consciousness, his is too. (…) Indeed it is interpretive communities, rather than
either the text or the reader that produce meanings (…)”.121

Las dudas que se presentaban para catalogar a Fish como un relativista quedaron resueltas,
con la presentación del concepto de interpretive community. Esta es la fuerza coercitiva que
une la interpretación, y no permite la primacía de las preferencias individuales.

Las exposiciones que se ha hecho hasta este punto, vistas desde la autoridad de las
comunidades interpretativas a su interior, permiten entender que algunas de las
preocupaciones de los movimientos objetivistas y subjetivistas, en cuanto a la
indeterminación, pueden resolverse sin necesidad de que se propongan falsas metodologías,
o asumir que el significado de los textos son objetos que existen en el mundo de la misma
forma como el papel en el que están escritos.

Por ejemplo, el temor de los formalistas es que el receptor, al liberarse de las estructuras
formales del texto, quiebre todo orden y haga de la interpretación algo anárquico y relativo,
impidiendo que existan unos criterios objetivos del arte. Sin embargo, estaban
desconociendo que el receptor no es un agente independiente que pueda hacer con el texto
lo que se le antoje, pues se encuentra mediado por la autoridad de la comunidad
interpretativa a la que pertenece.

¿Por qué una pintura fluorescente de una sopa enlatada de marca Campbell’s o un orinal
invertido no alcanzaron el status de arte en el siglo XIX? Probablemente en ese momento
para las comunidades receptoras esas formas no se consideraban arte. Pero por eso, acaso
¿no podrían ser nunca consideradas obras de arte?. En el Siglo XX cuando A. Warhol y M.
Duchamp elaboraron estas piezas fueron interpretadas por algunas comunidades como
obras de arte revolucionarias. Algo que no fue precisamente porque su forma manifestara
un extrañamiento de las formas, tuviera una forma inmutable, estuviera enmarcada en una
estructura, o reflejara la genialidad de un autor, sino porque la comunidad artística a las que
pertenecían compartían un consenso sobre qué piezas eran consideradas artísticas. En
síntesis, el concepto de comunidad le da un giro casi sociológico a la interpretación, que
como se pudo ver no corresponde ni al genio, ni a la forma, ni a la estructura.

Algo muy similar a lo que sucede con las obras de arte, ocurre con la interpretación de los
textos. ¿Por qué se interpretan de tal o cual manera? Fish da un ejemplo con la frase is there

121
Ibídem. págs. 13-14.

40
a text in this class? en su ensayo titulado con el mismo nombre.122 A un colega suyo de la
universidad en el primer día de clases uno de sus alumnas le preguntó, Profesor, ¿hay
textos en esta clase?. El colega de Fish con toda naturalidad respondió, “por supuesto
seguiremos la antología Norton de Literatura”. Pero no se había respondido lo preguntado,
y la estudiante dijo, “No, no me refiero a eso, quiero decir que si en esta clase creemos que
existen los poemas o cosas así, o solo estamos nosotros?”. El profesor que está enterado de
la teoría literaria que se enseñaba en su universidad comprendió a que se estaba refiriendo.
Para alguien totalmente ajeno al mundo universitario, la frase habría podido tomar un
sentido bastante diferente, y ante la pregunta respondería, ¿y cómo voy a saber yo,
cuéntelos usted?. Y si alguien hubiera entrado corriendo al mismo salón y hubiera
preguntado, “Hay algún texto en esta clase?”, los que están adentro hubieran habrían
interpretado algo similar a “¿Alguien ha visto un texto que olvidé?”.

Fish demuestra que la misma frase puede tener varios significados, y no es porque sea una
frase ambigua. Su significado no se va a alcanzar porque existan unas reglas intrínsecas que
las hagan comprensibles, o exista algo así como una interpretación literal u obvia, inscrita
en el texto. Es porque las actividades interpretativas se surten en contextos, y porque la
manera y el lugar en que se sitúan permiten entenderlas. Al respecto Fish explica como una
frase se entiende de una manera u otra, no porque el significado se encuentre ahí dentro del
texto y que tenga que ser aclarado de alguna manera. “Because both my colleague and his
students are situated in that institution, their interpretive activities are not free, but what
constrains them are the understood practices and assumptions of the institution and not the
rules and fixed meanings of the language system”.123

Con esto se cierra la presentación sobre la superación de la dicotomía sujeto-objeto. En la


actualidad los estudios literarios toman un nuevo rumbo y se enfocan en el proceso
interpretativo, el contexto en el que se pronuncian, en el que se recepcionan, el bagaje
cultural de quien las interpreta, ya no se busca conocer la estructura inmutable del texto, ni
se pretende dispersar las tinieblas para encontrar la intención del autor reflejada en alguna
parte del texto.

No debe dejarse de mencionar que hay críticas a Fish que lo acusan de ser conservador. En
todo caso Fish reconoce su posición no es la última palabra, ni el fin de la historia de la
teoría literaria. Con estas más que estar en lo cierto o no, le preocupa hacerlas persuasivas
dentro de la comunidad interpretativa a la que pertenece “[…] having redefined the activity
of criticism so that it was no longer a matter of demonstration but a matter of
persuasion124.”

Repaso y vinculación con el tema principal

Uno de los variados aportes que se encuentran en el debate Fish-Dworkin, como se explicó
en la Parte II, es clasificar los tipos de interpretación en la literatura y el derecho de la
misma manera. Esta además coincide con el perenne debate de la filosofía: objetivismo

122
FISH, (1980). ob. cit. págs. 305-321
123
FISH, (1980). ob. Cit. pág. 306.
124
Ibídem. pág. 17.

41
versus subjetivismo. Sin embargo, no son las dos únicas y puede incluirse en la
clasificación la posición interesada en superar la dualidad objetivismo-subjetivismo (la
teoría de la recepción y la hermenéutica contemporánea). Como todas las clasificaciones,
éstas presentan defectos y desventajas; sin embargo a nivel introductorio son útiles para dar
un mapa general del asunto que se está tratando. Partiendo se éstas clasificaciones se
mostró parte de la historia de la teoría literaria en el Siglo XX, haciendo énfasis en la
interpretación.

Se inició la exposición con la primera posición teórica objetivista del Siglo XX, el
formalismo ruso. La revolución formalista desvió el punto de atención de la interpretación
literaria, antes interesada en reconocer ‘dentro’ de la obra el reflejo del genio del creador,
hacia la forma especial del texto mismo, aislada de todo contexto. Los formalistas, por eso,
prestaron poca atención a dos cosas, por un lado, a la creación de la obra, y por el otro, a la
recepción. Su enfoque en el texto como objeto consistía en estudiarlo y conocerlo como un
producto final (un resultado), al que tenía que reconocérsele la unidad y la armonía que
siempre había estado ahí. Por tal razón no se prestaba atención al genio del creador, ni el
papel de quien la interpretó. Dentro de la clasificación formalista, para vincular el debate
con la comunidad anglosajona, también se muestran Scrutiny, New Criticism, y sus
antecedentes.

Históricamente el formalismo literario fue un intento teórico por derrumbar los


indeterminados valores estéticos del romanticismo que impedían hacer de la literatura una
verdadera ciencia. Como se nota los formalistas clasificaron todas las formas, las técnicas y
las figuras posibles de obras literarias, con lo que se visualizan las aspiraciones
cientificistas de la teoría literaria.

Ahora, ¿qué tiene que ver la historia de la literatura con la interpretación en derecho?. Una
manera de justificar el contenido de este capítulo es plantear un contraste entre la historia
de la teoría literaria y de la conciencia jurídica local. Al revisar los intereses del formalismo
jurídico125 y compararlos con los del formalismo literario la similitud se destaca. Ambos
son posteriores a la época romántica, y coinciden en defender la coherencia y la unidad de
los textos; el formalismo literario con respecto a las obras de arte (artísticas en si misma,
gracias a su forma artística invariable); y el formalismo jurídico frente a las normas
positivas que conformaban al sistema normativo.126 Incluso, la semejanza de la historia de
la teoría literaria y la jurídica no inicia con el formalismo.127 En el contexto colombiano las
posiciones pre-formalistas se fundamentaban en teorías provenientes de la época romántica:

125
El ‘formalismo jurídico’ tiene varias aserciones. Algunos elementos de la exégesis francesa pueden ser
clasificados como formalistas. Con las mismas las palabras, pero con un sentido distinto, se ha hecho
referencia a la propuesta de Kelsen en la Teoría Pura del Derecho. Ya que con el término formalismo se está
mostrando el rechazo al romanticismo, el sentido en que se emplea en este escrito hace referencia al
formalismo defendido por una teoría pura del derecho, en el que la interpretación de la norma es algo
irrelevante, siendo el derecho un producto terminado.
126
De igual manera el formalismo literario superaba la indeterminación de conceptos como ‘voluntad
creadora’, ‘genio’, ‘ímpetu’, ‘vida’. El formalismo jurídico kelseniano, dejaba de lado concepto como:
espíritu del pueblo (Volkgeist), metodologías interpretativas, etc..
127
BASTIDA FREIXEDO, X. El Silencio del Emperador: Un ensayo sobre la unidad del ordenamiento
jurídico. Universidad Nacional de Colombia, 2001 págs. 36-58

42
la exégesis, la escuela histórica y la jurisprudencia de conceptos.128 Para la escuela histórica
y la exégesis francesa, ya que el derecho era creado por la voluntad del espíritu del pueblo,
la interpretación de la norma requería que se encontrara voluntad del legislador,
representante del pueblo, inscrita en la norma (Volkgeist). La concepción romántica de la
interpretación en la literatura coincidía con el del derecho en que interpretar requería
descubrir la voluntad del creador de la obra o de la ley.

Ahora bien, para llegar a estas conclusiones tendría que tratarse la historia de la conciencia
jurídica local de la misma manera como se hizo en este capítulo con la teoría literaria. Pero
parte de esto ya se ha hecho en La teoría impura del Derecho de López y por eso en esta
investigación no se hará un recopilación histórica en ese campo. Más bien, se tiene interés
en comparar el concepto actual de la interpretación jurídica en Colombia con lo que se
expuso en esta parte. Al hacer una comparación se identifica una convergencia en la
aplicación de la interpretación romántica y sus metodologías; sin embargo, a diferencia de
la literatura, donde dichas metodologías se abandonaron hace más de un siglo, en derecho
se mantuvieron. La teoría literaria no se estancó ni en la posición romántica, ni en la
formalista. De hecho, el debate superó al objetivismo y al subjetivismo, llegando inclusive
a superar la dualidad en la interpretación.

Un ejemplo de los progresos de la teoría literaria en interpretación es que para esta


disciplina las críticas a la intención del autor, o método histórico, no son nada nuevo.129 En
cambio en el derecho, cómo se verá en la siguiente parte, el concepto de interpretación es
prácticamente el mismo que hace 120 años.

128
LOPEZ MEDINA, ob. cit.
129
Desde comienzos del siglo XX, cuando Beardsley y Wimsatt publicaron el famoso ensayo The intentional
fallacy , pueden evidenciarse estos progresos .Cfr. BEARDSLEY, M.C y WIMSATT, W.K ob. cit. The
intentional fallacy. Critical Theory since Plato. ADAMS, H (editor) Harcourt Brace Jovanovich, 1992. págs.
1005-1021. Referencia tomada de BINDER, G. ob. cit. pág. 10. Cita # 20.

43
PARTE IV

UNA MUESTRA DEL CONCEPTO DE INTERPRETACIÓN EN LA COMUNIDAD


JURIDICA LOCAL

“A critical examination of how we justify our


interpretive choices is a way of widening the
horizons of those –perhaps especially in the law-
whose practical work is so centrally
interpretive.”130

Al revisar los comentarios que M.G. Monroy Cabra 131 realiza a las normas de
interpretación en Colombia, y compararlos con lo que se vio en el capítulo anterior sobre
teoría literaria, se concluye que en este aspecto la conciencia jurídica local se encuentra
atrasada. La selección del libro de Monroy se debe a que es el único producido en el ámbito
local en materia de introducción al derecho.132

Como la muestra de Introducción al Derecho resulta insuficiente para hacer extensible la


tesis del atraso al entorno colombiano, someramente se verá, partiendo de algunas
herramientas aportadas recientemente por D. López Medina en su libro Teoría Impura del
Derecho,133 cuál es la conciencia jurídica local.

A. ¿De dónde proviene el concepto de interpretación que se busca criticar?


Conciencia neo-clásica y la recepción pop del positivismo en Colombia según
López Medina

Mantener que un concepto de interpretación se encuentra en atraso en comparación con


otro requiere, como es apenas natural, demarcar los objetos que se comparan. En el punto
anterior se mostró la diversidad que existe en la comprensión de la interpretación por la
teoría literaria. Esta parte comenzará indicando de dónde proviene el concepto de
interpretación que se busca contrastar con el anterior. ¿De quién proviene el concepto de
interpretación que se contrasta con el de la literatura?.

El desarrollo está basado en varios conceptos propuestos por D. López Medina (en adelante
LM). Estos resultan de gran utilidad para delimitar el rango de alcance de lo que se ha
llamado “positivismo” en el ámbito local. Por razones de pertinencia y de espacio, no se
hará un resumen explicativo de la propuesta teórica de LM, salvo por la escueta explicación
del concepto de la recepción académica y de la recepción pop. Otros conceptos importantes

130
LEYH, G (ed.) . Legal Hermeneutics: History, Theory and Practice. University of California Press. 1992.
pág. xii.
131
MONROY CABRA. Introducción al Derecho. Duodécima edición. Temis, 2001.
132
Esta muestra es insuficiente para generalizarla a la conciencia jurídica local. Para que esta conclusión sea
contundente debe hacerse una investigación jurisprudencial, identificando el comportamiento de las Altas
Corporaciones del derecho local con respecto a la interpretación, tema que sobrepasa a la investigación.
133
LOPEZ MEDINA, D.E. ob. cit.

44
como transmutación, se supondrán previamente entendidos. Para su mejor comprensión
resulta útil cierta familiaridad del lector con la teoría de LM.

No sería correcto hablar de la existencia de un positivismo jurídico universal. Cada


comunidad interpretativa tiene su(s) propia(s) versión(es) del positivismo. Algunas veces,
estas versiones son bastante similares, en otros casos, los parecidos son tan exiguos que
podría decirse que lo único que tienen en común es el nombre.

En Colombia, como lo afirma López Medina, podría hablarse de una recepción teórica, o
académica del positivismo jurídico, y de una recepción pop. El primer tipo de recepción, el
estudiado en entornos académicos, busca aproximarse a la versión de positivismo que
“comparten los demás académicos en otras partes del mundo”.134 El segundo tipo de
recepción, es una versión local no académica, con ningún interés especial por
contextualizar sus interpretaciones con lo que pueda significar la teoría en el lugar en que
se produjo; se interesa, más bien, en legitimar las teorías, aceptadas por los abogados
practicantes (famosos litigantes, doctrinantes, y profesores de cátedra), que ya existen en la
comunidad.

Para entender la conciencia jurídica actual, denominada neoclásica, deben conocerse las
conciencias predecesoras que permitieron su consolidación. En el contexto jurídico
colombiano ésta historia comienza con la conciencia jurídica clásica. Según LM, ésta
consiste en la recepción-transmutación de las teorías de la exégesis francesa y la
jurisprudencia de conceptos alemana en el último cuarto del Siglo XIX. La tradición clásica
perduró hasta 1916 y entró en crisis hasta 1940. Había sido cuando se interrumpida por una
corriente de anti-formalismo jurídico proveniente de Francia (uno de los centros
transnacionales de producción teórica más influyentes en el país).135

En esta crisis, con la aparición de la Teoría Pura del Derecho de H. Kelsen, que algunas
décadas atrás había estado de moda en el continente europeo, se logra revivir la conciencia
jurídica clásica. La Teoría Pura le brindó una fuerza renovadora a la tradición de la
exégesis y la jurisprudencia de conceptos. La recepción de la obra de Kelsen se consolidó a
través de una recepción pop, de la misma manera que a finales del Siglo XIX la conciencia
clásica se había consolidado. Como indica LM:

“El kelsenismo era entonces considerado como una teoría contemporánea del
derecho, creado en los altos círculos de la teoría transnacional del derecho que vino
a confirmar en el ámbito local la veracidad y la corrección de la mayoría de los
antiguos dogmas formalistas que hacían parte del credo clásico; y, más importante
aún, le dio a dichos elementos un tratamiento más riguroso y más sistemático”.136

Para el positivismo pop importaba poco que su versión del positivismo kelseniano no
equivaliera en “realidad” con el corpus de la obra de Kelsen. Como lo muestra la cita los

134
Ibidem, pág. 346.
135
Cfr. LOPEZ. Ob. cit. Capítulo 4. Los tiempos modernos: Anti-formalismo jurídico para una época
convulsionada (1916-1940).
136
Ibidem, pág. 344.

45
aportes de Kelsen consistían en brindar una apariencia de rigurosidad y teoría sistemática.
Los demás aspectos de la teoría “verdadera” de Kelsen no eran interesantes, y se podían
desechar los puntos de la teoría pura que fueran incordios con los intereses de la versión
vernácula del positivismo, que se conformaba como una nueva conciencia clásica.

LM llama conciencia neoclásica al producto que renueva a la conciencia clásica a través de


la recepción de Kelsen. Como muestra, ésta conciencia neo-clásica se conforma por
elementos de la escuela histórica, exégesis, jurisprudencia de conceptos, y de positivismo
kelseniano. El concepto de interpretación que se tratará en el acápite C parte de ésta
conciencia neo-clásica.137

B. ¿En qué consiste la conciencia jurídica neo-clásica de la interpretación?

En el punto anterior se mostró brevemente de dónde proviene el concepto de interpretación


en la comunidad jurídica local. En este punto se verá someramente en qué consiste la
conciencia jurídica neo-clásica.

Se anotó que la conciencia neo-clásica está compuesta por varios pilares: conceptualismo,
historicismo, exégesis, y teoría pura kelseniana. Ante esto, si se pregunta en qué consiste
teóricamente la conciencia teórica local, se tendría que dar una inconexa y enmarañada lista
de distintas teorías del derecho.

A pesar de las desventajas que ésta amalgama teórica tiene para que la conciencia
neoclásica fuera una consistente, como beneficio, le otorga cierta inmunidad frente a la
crítica, en la medida que le dificulta el trabajo. Si la crítica se dirige sólo a uno de los
pilares, dígase al pensamiento de Kelsen, la respuesta puede surgir de cualquiera de los
restantes haciendo pensar que el parapeto de la conciencia local positivista es
infranqueable. Ahora, se harán algunas aclaraciones teóricas sobre el concepto de
interpretación que se encuentra la versión local del positivismo.

Debe aclararse, para empezar, que referirse a una‘posición teórica’ de la conciencia neo-
clásica es paradójico, debido a su reluctancia y rechazo frente a la teoría en general.138 Ya
que la conciencia jurídica neo-clásica está ligada con la práctica del derecho, en razón a ello
la comunidad local ha decidido que los problemas teóricos no surten ningún efecto en
contra suya.

137
En cualquier caso, no se debe desconocer que la recepción de nuevas teorías pueda ocurrir de nuevo. La
conciencia jurídica local podría devenir en una nueva, que modernice a la conciencia neo-clásica, de la misma
manera que en su momento hizo con Kelsen. En centros de producción transnacional teórica han aparecido
nuevas tendencias de positivismo. Aunque de entrada no tengan mucha similitud con la conciencia neo-
clásica, podrían ser recepcionados de la misma manera como se recepcionó a Kelsen. En otras palabras la
continuidad de la tradición jurídica local, que se ha logrado gracias a las más extravagantes transmutaciones,
con seguridad no van dejar de ocurrir. Algo que todavía está por verse con el Concepto de Derecho de Hart,
traducido en Argentina al español por G. Carrió en 1963.
138
Algo que resulta sorprendente, pues aunque lo niegue efectivamente tiene orígenes teóricos, aunque sean
de hace 125 años.

46
Desde esa óptica todo intento de crítica es un enredo ampuloso cuya solución no presenta
ningún aporte para el ejercicio del derecho. Logra así delinear una frontera entre práctica y
teoría, adoptando una posición indiferente frente a la crítica y la academia. El argumento
anterior es confirmado y ampliado por LM:

“El clasicismo, unido ahora a la recepción pop de la teoría de Hans Kelsen, acepta
confiadamente la idea según la cual esta mezcla puede ser considerada como una
exposición correcta y quizás definitiva de lo que es el derecho, sin tener que dar
cuenta de múltiples fenómenos que no necesariamente quedaban bien explicados
dentro de sus estructuras. Este neoclasicismo contiene dentro de sí el conjunto de
presupuestos más difundidos en la cultura local acerca de lo que es el derecho sin
que sea necesario, al mismo tiempo, desarrollar una iusteoría más compleja o
crítica. Los estudiantes, conforman así su concepto del derecho a partir de los
presupuestos de la doctrina neoclásica; las reflexiones explícitas de filosofía del
derecho resultaban siendo demasiado marginales o esotéricas como para que, de
hecho, pudieran hacer algún contrapeso al concepto hegemónico que se distribuía
sottovoce en la doctrina dominante.”(…) [Se llega] “incluso a manifestar una
inclinación antiintelectual y anti-teórica: es como si el kelsianismo hubiese resuelto
definitivamente la cuestiones más apremiantes de la teoría del derecho en relativa
concordancia con la ideas provenientes de la tradición clásica”.

Es interesante ver que la conciencia neoclásica se auto-conciba como el final de la historia


de la teoría jurídica, como el cenit del derecho, del que toda teoría posterior es una sombra
de un producto final que no necesita más enmiendas. Pero esta seguridad, vista
externamente, después de que se conoce el resultado de una historia de transmutaciones,
resulta equivocada.

Si se revisa el concepto de interpretación de la teoría neo-clásica se encuentran en ella


reflejadas todas estas transmutaciones, y falacias. En primer lugar, el concepto de
interpretación no es el mismo ni para la exégesis, ni para el historicismo, ni para Kelsen, y
aglutinarlos resulta extravagante. Y en segundo lugar, partiendo de lo anterior, decir que el
concepto de interpretación de la conciencia neo-clásica no necesita reforma, es tan limitado
como decir que después de la teoría de la gravedad de Newton lo que sigue son tonterías.

La bandera más enarbolada en la conciencia jurídica local es el positivismo de Kelsen. Sin


embargo, éste no tuvo mucho que decir sobre la interpretación en la Teoría Pura.139 Lo cual
era apenas coherente, pues si lo hubiera hecho habría sacrificado la puridad de su teoría.

“El propósito de Kelsen es construir una teoría pura del Derecho, es decir, una
teoría descontaminada de cualquier influencia exterior al propio Derecho, bien
provenga del campo de la moral, bien de la sociología o de la psicología.(…) Dicho
139
“Anyone who peruses Kelsen's Pure Theory of Law expecting to find a full-blown philosophical analysis
of legal interpretation is bound to be disappointed, at least at first glance. Legal interpretation plays a
relatively modest role in the framework of the Pure Theory, and the focus of Kelsen's analysis is extremely
narrow. His approach is largely determined by an uncompromising rejection of the view that the methods of
legal interpretation lead to "one right answer."”. LINDAHL, H. Dialectic and revolution: confronting Kelsen
and Gadamer on legal interpretation . En: Cardozo Law Review. January, 2003.

47
en otros términos, la ciencia del Derecho debe describir los distintos significados de
la norma, pero no prescribirlos; no puede extralimitar sus funciones excluyendo
algunas interpretaciones y privilegiando otras”.140

Eso no quiere decir que Kelsen pensara que la interpretación no tuviera importancia, eso no
se puede saber. “Se ha dicho que (…) puede considerarse a la interpretación como un tema
marginal en la obra kelseniana y que (…) al mismo tiempo ha sido también clasificada
como el aspecto más deficiente de su teoría. (…) En la segunda edición [se refiere a la
Teoría Pura], el capítulo sobre la interpretación jurídica está situado justo al final del libro;
ubicación que, al menos en apariencia, parece causada por considerar al tema como
marginal, e incluso desconectado de, por ejemplo, la sistematización que Kelsen realiza, en
esta misma edición, entre los aspectos dinámicos y los estáticos de la teoría del
Derecho”.141 En razón a lo anterior decir que Kelsen tiene una teoría sobre la interpretación
no es apropiado. El juez resuelve el caso aplicando la norma, el proceso no es importante;
la interpretación que haya hecho, si hubo lugar a ella, es insignificante pues puede tener
aspectos políticos o psicológicos, o cualquier otro tipo de filtraciones ajenos a la teoría
pura. Visto así, no hay lugar para hablar de la interpretación de una manera detallada desde
la Teoría Pura. Para el sistema de derecho lo que en verdad importa es que el caso se
resuelva, con la norma pertinente a los hechos. La finalidad de la adjudicación es resolver,
dar un resultado, el procedimiento no interesa.

Es increíble ver cómo la conciencia local asume muchas cosas alrededor de Kelsen, que no
son verdaderas.142 Kelsen hablaba de la voluntad del sistema, no hablaba de la
interpretación ni del proceso. Esto es claro en la Teoría Pura de Kelsen, en donde “reduce
la interpretación ⎯la interpretación judicial⎯ a un acto de voluntad, (…) lo que a él le
importa no es el proceso de la interpretación, sino el resultado; y de ahí que la
interpretación, en definitiva, no pueda considerarse como un tema de especial relevancia
para la teoría pura”.143 144

140
I. LIFANTE. La interpretación jurídica en el la teoría del derecho contemporánea. Centro de Estudios
Constitucionales, 1999. pág. 52.
141
Ibid. Pág. 53.
142
Es posible que las transmutaciones de Kelsen no sólo se presenten en comunidades periféricas como la
colombiana. Existen misreadings de Kelsen alrededor del mundo, inclusive en Alemania. Estas al llegar a
nuestro escenario, reafirman las confusiones aquí existentes. Cfr. WALTER, Robert. La doctrina del
Derecho de Hans Kelsen. Universidad Externado, 1999. págs. 61-63. En este libro dedicado a la obra de
Kelsen, en el capítulo Doctrina de la Interpretación, se mencionan las metodologías decimonónicas de la
interpretación, algo que Kelsen no trató en su Teoría Pura. Que Kelsen haya mantenido silencio al respecto
no puede interpretarse como que aprobara las metodologías interpretativas románticas.
143
ATIENZA, M. En: LIFANTE VIDAL, I. ob. cit. pág. 18.
144
Otras teorías positivistas, que no hacen parte de nuestra tradición, no se tratarán en texto principal. El
positivismo anglosajón es un ejemplo. Esta perspectiva ha explicado cómo la aplicación de las normas es un
asunto semántico. El significado de las normas es algo que se sabe por una convención social que determina
qué quiere decir la norma en determinada situación; y por lo tanto, estando claro el significado de la norma su
aplicación al caso concreto no es problemática. Cuando se presentan complicaciones, algo producido por la
textura abierta, el significado se estipula habiendo lugar a la discrecionalidad. Estas complicaciones
permiten clasificar la adjudicación entre casos fáciles y casos difíciles. En estos hay lugar a la interpretación.
Sin embargo, una posición semántica diría que no pasa algo así. Cuando los jueces dicen que están
interpretando en realidad lo que están haciendo es inventar o estipular un nuevo significado que la norma no
tenía antes. Cfr. MENDONCA, D. Las claves del derecho. Gedisa, 2000. “la tarea de interpretar consiste en

48
En resumen, tal como se detalla, Kelsen no propuso metodologías de interpretación, pues
estás eran ajenas a una ciencia del derecho, que describe lo que es el derecho, no lo que
debe ser, o que se piensa que debería ser.145

La conciencia jurídica local, que como ya se ha advertido, es una mezcolanza de teorías.


Aplicando la terminología de LM, se concluye que el concepto de interpretación local era
ecléctico

“la estructura teórica dominante en la nueva producción jurídica terminó siendo


altamente ecléctica: incorporaba las tesis principales del positivismo jurídico
kelseniano mientras que preservaba muchos de los argumentos del conceptualismo y
de la exégesis”.146

Para la conciencia local, en su posición ecléctica, el vacío de la teoría pura no le hacía


afrontar complicaciones, pues estaban las metodologías de la exégesis y la escuela
histórica. Algo que resultaba bastante peculiar en términos teóricos. Por un lado mantenía
su veneración a la teoría pura, y por el otro, con respecto a la interpretación, consideraba
las metodologías románticas; que a todas luces no mantenían asepsia de la teoría pura y la
‘contaminaban’ con elementos psicológicos, políticos, sociológicos, etcétera. Estas
metodologías están contenidas en el Código Civil y la Ley 153 de 1887.

Evidencia de esta conciencia ecléctica, con respecto a la interpretación, puede encontrarse


en manuales de derecho de nivel introductorio, e incluso, avanzado. Un ejemplo de esto es
el libro Hermenéutica Jurídica, publicado por el ministerio de Justicia y la Escuela Judicial
Rodrigo Lara Bonilla, un manual de interpretación dirigido a los jueces de la República.147.

En este ‘Curso’ se transcribe el capítulo de Monroy Cabra sobre interpretación, tomado de


su libro Introducción al Derecho.148 Este capítulo es un vertedero de teorías, dando una
perfecta muestra del revoltijo teórico de la conciencia jurídica local.

A lo largo de sus páginas contiene las teorías sobre la interpretación decimonónicas:


exégesis, historicismo; luego incluye a la libre investigación científica de Geny, la
jurisprudencia de intereses, la jurisprudencia sociológica; después vuelve a R. V. Ihering y
el método teleológico; no sin antes mencionar al realismo jurídico, a la crítica egológica de
Cossio,149 a Kelsen, a Dualde, y Ascoli; el pluralismo teórico, el método histórico-
evolutivo, etcétera. Cada uno de estos resumidos en dos párrafos por mucho, siempre

la detección de un significado existente y, para la otra, la adjudicación (total o parcial) de un nuevo


significado.” Mendonca basado en la teoría semántica de Hart clasifica entre enunciados interpretativos
informativos y enunciados normativos estipulativos. Pág. 35.
145
LIFANTE. ob. cit. pág. 57
146
LOPEZ MEDINA. ob. cit. pág. 400.
147
Cfr. SIN AUTOR. Hermenéutica Jurídica. Curso de Capacitación para Jueces de la República. Escuela
Judicial Rodrigo Lara Bonilla, 1988.
148
G. MONROY CABRA. Introducción al derecho. Aplicación, interpretación e integración del derecho. 7ª
edición. Temis, Bogotá, 1986. pags. 239-271
149
Ibídem. pág. 242.

49
precedida por la frase “ese autor formula las siguientes conclusiones”.150 Este extracto
ejemplifica a lo que se está haciendo referencia:

“En 1933, Joaquín Dualde publicó un libro titulado Una revolución en la lógica del
derecho (concepto de la interpretación del derecho privado).151 Ese autor formula
las siguientes conclusiones: 1ª. La interpretación como método lógico está afectada
por las taras hereditarias de un estado mental anterior al nuestro. (…) 10ª. El
legislador, preponderantemente, es una voluntad en su mayor parte inconsciente.
(…) 13ª. El sentimiento es unos de los factores causales de la ley, olvidarlo es
deformarla; tal vez llevarla a la monstruosidad”.152

Después de este alboroto expositivo, Monroy concluye su capítulo: “En la interpretación


hay que tener en cuenta la vida humana y las circunstancias del caso concreto, sea cual
fuere el método que se adopte para desentrañar el verdadero sentido de la norma”.

La manera como concluye su capítulo, pone en evidencia las terribles confusiones


provocadas por la incoherencia de la conciencia neo-clásica. ¿Cómo es posible
“desentrañar el verdadero sentido de la norma”, aplicando “sea cual fuera el
método”?.

La preocupación, sin embargo, no sólo surge en las incoherencias en las que se funda ésta
conciencia, sino en las consecuencias que tiene en la práctica del derecho. No se pierda de
vista que Hermenéutica Jurídica fue un curso de formación de jueces, probablemente esté
en las estanterías de los Despachos y su contenido debe verse reflejado en providencias
dictadas, aquí y allá, en diferentes circuitos judiciales del país.

En resumen, la aglomeración inconexa de temas en ese capítulo de Monroy da muestra, en


términos teóricos sobre la interpretación, de la debacle en la que se encuentra la conciencia
jurídica local, con la que parece que LM fue muy apacible al criticarla.

C. La interpretación en la doctrina y en el código civil

“Nosotros fuimos herederos universales de la escuela exegética


francesa, y aún lo somos. Exegéticamente estudiaron derecho
nuestros mayores, y exegéticamente lo aplicaron a los estrados
de la justicia; exegéticamente nos enseñaron a nosotros, y como
jueces y abogados no hemos podido menos que aplicarlo y
pedirlo exegéticamente. Todo un siglo de exégesis en la
cátedra, en el foro, en la judicatura, en el ensayo, en el libro”.153

150
Ibídem. pág. 245.
151
J. DUALDE. Una revolución en la lógica del derecho. Librería Bosch, 1933. págs. 306 y ss. Citado por
MONROY, ibídem. pág. 245.
152
MONROY, ibídem. pág. 248.
153
GOMEZ J.J. Citado por F. GOMEZ MEJIA. La interpretación del derecho. Ediciones Ananke, 1979. pág.
178

50
En el ordenamiento colombiano las metodologías de interpretación ser recogen en el
capítulo IV título preliminar del Código Civil, artículos 25 al 32.154 Estas normas, como
acierta Monroy,155 coinciden con los métodos interpretativos de Savigny: el gramatical, el
lógico, el histórico, y el sistemático.156 A estas metodologías se le agregan los principios
establecidos en la Ley 153 de 1887, artículos 4, 5, 8 y 13.157

Transcritos los artículos, el desarrollo del tema se apoya en el capítulo La interpretación en


el derecho colombiano, encontrado en la edición de 2001 de Introducción al Derecho158 de
Monroy Cabra, el cual, salvo en una nota a pie de página, no ha sido modificado en 20
años, incluso, después de la Constitución de 1991. La escogencia de este libro se debe a la
amplia divulgación que tiene para la formación jurídica en el país. Se limitará ha exponer el
tema, las críticas serán retomadas en el punto siguiente.

Se transcribirán los artículos 27, 28, 30, 31 y 32.

Artículo 27: Cuando el sentido de la ley sea claro, no se desatenderá a su tenor


literal a pretexto de consultar su espíritu.
Pero bien se puede, para interpretar una expresión oscura de la ley, recurrir a su
intención o espíritu, claramente manifestados en ella mismo o en la historia
fidedigna de su establecimiento.

Artículo 28: Las palabras se entenderán en su sentido natural y obvio, según el uso
general de las mismas palabras; pero cuando el legislador las haya defendido
expresamente para ciertas materias, se les dará su significado legal.

Artículo 30: El contexto de la ley servirá para ilustrar el sentido de cada una de sus
partes, de manera que haya entre todas ellas la debida correspondencia y armonía.
Los pasajes oscuros de una ley pueden ser ilustrados por medio de otras leyes,
particularmente si versan sobre el mismo asunto.

Artículo 31: Lo favorable u odioso de una disposición no se tomará en cuenta para


ampliar o restringir su interpretación. La extensión que deba darse a toda ley se
determinará por su genuino sentido, y según las reglas de interpretación
precedentes.

Artículo 32: En los casos a que no pudieren aplicarse las reglas de interpretación
anteriores, se interpretarán los pasajes oscuros o contradictorios del modo que más
conforme parezca al espíritu general de la ley.

154
Cfr. F. GOMEZ MEJIA. ob.cit. pág. 170El contenido de esta normatividad se vislumbraba en el proyecto
del código de A. Bello, aprobado en Chile en 1855, adoptado por Colombia en 1973, y anteriormente, en
1858, por el estado de Santander.
155
MONROY ob. cit. pág 290.
156
LARENZ, K. Metodología de la Ciencia del Derecho. Ariel, 1994. págs. 32-38.
157
Para un desarrollo de la historia de la consolidación de la exégesis en la conciencia jurídica local Cfr.
LOPEZ, ob. cit. págs. 188-204.
158
MONROY CABRA, M.G. (2001). ob. cit.,. págs. 352-372.

51
Monroy, en cuanto a los métodos de interpretación, basa su exposición en las normas
positivas encontradas en el Código Civil, y no hace ningún aporte al respecto; por el
contrario, las presenta con más ambages y confusiones, que el mismo tenor enredado de las
normas.

El primer inciso del artículo 27 es lo que se denomina interpretación literal o gramatical,


que corresponde con el principio latino, in claris non fit interpretatio, en la claridad no hay
lugar a la interpretación. El artículo 28 reitera al anterior, al referirse al sentido obvio y
natural de la norma. En todo caso, al final de éste artículo se habla del sentido legal, el cual,
aún cuando no es natural, mantiene la vigencia de la interpretación literal, en cuanto se
ataña a lo que norma versa expresamente. El sentido legal parece decir que puede haber una
interpretación literal que no corresponda uso corriente de las palabras, sino a uno técnico.

Esta metodología gramatical, de acuerdo con el artículo 31, parece tener jerarquía frente a
las demás, pues, independientemente de las consecuencias de la norma debe dársele
prevalencia al “sentido genuino”.

En el segundo inciso del artículo 27, se introduce una sofisticación al tema, al hablar de la
intención o espíritu de la ley. A esta metodología se le ha denominada interpretación
histórica. El artículo 5 de la Ley 183, también menciona a esta metodología, dando a la
hermenéutica y a la crítica la tarea de “fijar el pensamiento del legislador y aclarar o
armonizar disposiciones legales oscuras o incongruentes”. Esta tesis, como se puede
contrastar con la parte III, es la que corresponde con la hermenéutica romántica, que tantas
críticas recibió durante el Siglo XX por la teoría literaria.

Monroy menciona al comienzo del capítulo el método lógico de la interpretación. No se


entiende en que sentido Monroy considera que este elemento está consagrado en el
ordenamiento. El punto quinto de su capítulo se titula: ‘Elementos lógicos e históricos’.
Pero en los 13 renglones dedicados al asunto no se menciona ningún tipo de elemento
lógico, así que permite distinguir a qué se refiere.

El artículo 30 introduce la interpretación sistemática. Esta consiste en el empleo de la


conciliación del todo con las partes: el sentido particular de la norma debe conciliarse con
el de la ley general en la que se encuentra. En esta metodología la interpretación de la
norma no debe ser aislada del ubicación en la que se encuentra en el texto, o sea, no debe
perder de vista en qué capítulo se sitúa; debe prestar atención al encabezado de la norma,
por ejemplo. De esta manera, cuando haya más de una interpretación de la norma, debe
preferirse aquella que no genere contradicciones en la unidad y coherencia de la estructura
de integrada.

Todas las metodologías tienen en común la convicción de que mediante ellas se alcanza un
significado que siempre estuvo allí pero no se había visto, lo que se llamó sentido genuino;
como si con las metodologías se aclarará la oscuridad, de la manera que ocurre cuando se
enciende una luz en la penumbra, post tenebras spero lucem. Es interesante hacer notar,
como el artículo 31 manifiesta, la creencia en la existencia de sentido verdadero, original de
la normas.

52
Con éstas líneas quedan básicamente expuestas las normas de interpretación en Colombia.
Alguien renuente a su presentación podría reclamar que estas metodologías están en
desuso, pero la inclusión de estas en un libro de doctrina tan divulgado como el de Monroy
en el 2001, seriamente permiten pensar que siguen vigentes en la conciencia jurídica
vernácula.159

Hay otras normas vinculadas con la interpretación pero que no tratan directamente del
tema, se ocupan más de la integración, de la coherencia del sistema,160 y de la plenitud del
orden jurídico, como lo llama Monroy.161 Este trabajo no se extenderá hasta ese tema, en
primer lugar porque no cambia la situación que ya quedó evidenciada en éste acápite, sobre
la atrasada concepción de la interpretación en el ordenamiento; y segundo, porque alargaría
la exposición hacia temas extensos como las fuentes del derecho y la integración, que se
desvían del foco de interés de éste trabajo, y que han sido rigurosamente expuestos por LM.

D. Resumen

En la primera parte de la exposición se identificaron las distintas maneras de clasificar la


relación derecho y literatura. En la parte siguiente se explicó la vigencia de la aplicación del
debate proveniente de la teoría literaria alrededor de la interpretación al derecho; se mostró
cómo hoy en día en el ámbito norteamericano teóricos literarios y jurídicos participan en
los mismos debates y que a partir de ahí la clasificación de las teorías de la interpretación
en derecho y literatura pueden clasificarse de igual manera: objetivistas, subjetivistas y de
la recepción. En el parte III se presentó un resumen de la historia de la teoría literaria en el
Siglo XX. Tras su muestra se pudieron extraer algunas similitudes entre la historia de la
teoría literaria y la del derecho. En la parte IV se mostró que la interpretación legal en
Colombia mantiene vigentes las metodologías existentes hace más de 120 años.162

Al confrontar el concepto de interpretación de la teoría literaria con el de la conciencia


jurídica local parece que ésta se encontrara en su ‘prehistoria’. Estas en algún momento
compartieron el mismo concepto de interpretación, sin embargo hace más de un siglo
tomaron rumbos distintos. La teoría literaria progreso, por así decirlo, superando al
romanticismo y al formalismo. En cambio la historia de la conciencia jurídica,163 a pesar de
haber tenido un momento común con la teoría literaria, se estancó.

159
En la parte final del capítulo Monroy incluye un acápite llamado Reglas generales del Derecho según la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia. En este punto, sobre el enriquecimiento sin justa causa,
enumera algunos principios del derecho romano, transcribe unos artículos del código civil, y cita alguna
jurisprudencia y doctrina extranjera. No queda claro en dónde quedaron las metodologías que expuso en las
páginas anteriores.
160
Todos estos asuntos inexorablemente conducen a temas como las fuentes del derecho, y su jerarquía.
Términos relacionados con este asunto son la aplicación de las analogías y las reglas de solución de
antinomias: Ley especial deroga a la general, Ley superior deroga a la inferior, Ley posterior deroga la
anterior.
161
MONROY. (2001) ob. cit. pág 336.
162
GOMEZ MEJIA. ob. cit. pág. 170
163
Queda sujeto a revisión si es apropiado llamar conciencia, al imaginario que moldea la práctica y la
comprensión del derecho en Colombia.

53
La conciencia neoclásica, dentro del esquema la parte III, no clasifica como una posición
objetivista, pues como se vio, el positivismo kelseniano, que sería el único componente
objetivista de esta conciencia, no dijo mucho sobre la interpretación. De ahí que este
concepto local todavía clasifique dentro de las metodologías románticas, también conocidas
como historicistas o psicológicas. Si se recuerda la parte III el romanticismo se explicó para
justificar el surgimiento del formalismo ruso a comienzos del Siglo XX. Como
reiteradamente se ha dicho la conciencia jurídica local se encuentra más de un siglo en
atraso en materia de interpretación.

Existen muchos otros campos de los que el derecho podría aprender de la teoría literaria,
que no fueron tratados aquí. Por ejemplo la crítica de Gadamer a la aplicación de las teorías
científicas en las ciencias humanas. En derecho hoy en día, y desde hace 100 años se lleva
hablando de la ciencia del derecho. Desde la teoría literaria se diría, ¿ciencia, dónde?.

E. Reflexión

La ignorancia al respecto de lo que es la interpretación genera más vicios que virtudes, en


especial cuando se ve reflejada en la manera cómo los abogados pobremente justifican,
entienden, practican, crean y luego explican al “derecho”. Se aspiraría a que quienes
defienden la conciencia neo-clásica fueran capaces de reconocer el estado actual en el cual
se encuentra su doctrina y partiendo de ahí, ensanchen sus horizontes.

En algún punto atrás en esta parte se citó a López para mostrar que la conciencia neoclásica
generó un rechazo por la academia y la teoría. Las consecuencias de este rechazo se ven en
la existencia de doctrina de la laya de Introducción al Derecho de Monroy. Libros por el
estilo dan muestra de las limitaciones de la conciencia jurídica neo-clásica. Sin embargo, a
manera contraria, desde la perspectiva de algunos abogados del país, libros así son vistos
como colosales tratados.

La única manera de combatir situaciones como ésta es haciendo énfasis en la necesidad de


crear comunidades interpretativas más rigurosas, que no menosprecien la academia y los
aportes que ella le pueda brindar. Tarea que también le corresponde a ésta indicándole a la
conciencia neoclásica que se encuentra parada en castillos de naipes; llevándolos tal vez
por fin a depurar todas esas seudo-teorías que siguen estando ahí sin nadie que las enfrente;
permitiendo que libros como Introducción al Derecho sean considerados grandes obras
eruditas, haciendo cierto el dicho: “En el país de los ciegos el tuerto es rey”.

54
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