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INTRODUCCIÓN
Estos objetivos no deben ser entendidos como la defensa de una teoría general de Dworkin
sobre la interpretación. El ensayo de Dworkin no se utilizará para respaldar sus hipótesis,
salvo por la que se refiere al vínculo entre la literatura y el derecho. Será tomado como un
punto de partida, para conectar algunos de los temas planteados con lo que se discute en la
teoría literaria sobre la interpretación.
Los aportes de esta investigación son dos: el primero, es proponer algunas distinciones
sobre la relación entre la literatura y el derecho. Como se verá, este vínculo puede ser
entendido de muchas maneras, que si no se conocen pueden dar lugar a confusiones. El
segundo aporte, basado en una introducción a la historia de la teoría literaria en el Siglo
XX, servirá para visualizar en qué medida la interpretación en esta disciplina es más
avanzada y compleja que la que tiene la conciencia jurídica local.
1
DWORKIN R. Law as Interpretation. En: MITCHELL W.J.T. The Politics of Interpretation. Chicago
University Press. 1983. pág. 271.
2
DWORKIN R. ob. cit. 1983.
3
BINDER, G. Literary Criticism of Law. Princeton University Press, 2000.
1
exponiendo algunas características de Law in Literature enmarcadas dentro de la tradición
anglosajona de la literatura. El desarrollo de Law as Literature se dejará para el capítulo
siguiente.
La tercera parte aborda la interpretación en la teoría literaria del Siglo XX. Esta parte se
estructurará siguiendo los lineamientos del capítulo anterior sobre los puntos de vista acerca
de la interpretación: subjetivistas, objetivistas y de la recepción. El propósito de este
capítulo es mostrar que la manera como se ha estudiado la interpretación por la teoría
literaria es bastante compleja y variada. Esta parte será relevante para establecer porqué se
permite decir que el concepto de interpretación defendido en la comunidad jurídica local se
encuentra atrasado.
4
FISH, S. Working on the Chain Gang: Interpretation in the Law and in Literary Criticism En:
MITCHELL W.J.T. The Politics of Interpretation. Chicago University Press. 1983.
5
LOPEZ MEDINA, D.E. Teoría Impura del Derecho. Legis. 2004.
2
PARTE I
En el libro A Matter of Principle6 Dworkin cambió el título original del ensayo Law as
Interpretation7 por How Law is Like Literature.8 Este nuevo título no corresponde al
desarrollo que Dworkin hace en su ensayo, y el título original parece más apropiado.
Aunque en el ensayo se contiene la idea de que el derecho se parece a la literatura porque
ambas son actividades interpretativas, Dworkin no resuelve la pregunta con la que se titula
ahora su ensayo; ni destaca que la relación DL pueda plantearse de más de una manera. La
idea de Dworkin queda bien recogida en la siguiente cita:
“I shall argue that legal practice is an exercise in interpretation not only when
lawyers interpret particular documents or statutes but generally. (…) I propose that
we can improve our understanding of law by comparing legal interpretation with
interpretation in other fields of knowledge, particularly literature”.9
La propuesta es interesante; sin embargo deja sin resolver algunos interrogantes: ¿es la
interpretación el único vínculo entre la literatura y el derecho? ¿En qué consisten los
posibles vínculos?. En el siguiente punto se mostrarán otras maneras de entender el vínculo
DL.
¿Cuáles son las posibles relaciones entre el derecho y la literatura?. G. Binder10 distingue
dos perspectivas: derecho como literatura (Law as Literature) y derecho en la literatura
(Law in Literature):
“The Law and Literature movement embraces both the study of legal themes in
imaginative literature –law in literature-, and the use of the methods of literary
6
DWORKIN R. A Matter of Principle. Harvard University Press, 1985.
7
DWORKIN R. Law as Interpretation.ob. cit. págs. 249-271. El ensayo por primera vez fue publicado, con el
mismo título, Law as Interpretation, en la revista: Critical Inquiry vol. 9, no. 1. Septiembre de 1982.
8
La traducción al español del ensayo es el mismo nombre que el título que lleva en A Matter of Principle.
DWORKIN, R. Cómo el derecho se parece a la literatura. En: Cesar Rodríguez (estudio preliminar). La
decisión Judicial. El debate Hart-Dworkin. Siglo del Hombre Editores & Universidad de los Andes, 1997.
pág. 143-180.
9
DWORKIN R. Law as Interpretation. ob. cit. pág. 249.
10
BINDER, G. ob. cit . pág. vii.
3
criticisms in understanding and evaluating laws, legal institutions, and legal process
–law as literature”.11
Ya que Binder en su trabajo no argumenta en qué sentido puede haber “un movimiento” de
Law and Literature, tal vez se está refiriendo al conjunto de todas las posiciones que
defienden la relación DL, sin hacer diferencias. Así ambas traten grosso modo sobre el
derecho y la literatura, no son muy similares entre sí.
La perspectiva Law as Literature (en adelante LaL) parte de que las herramientas teóricas
empleadas por la teoría literaria podrían ser aplicadas en distintos campos del derecho. Esta
clasificación se retomará en la parte II.
El enfoque de Binder indica que la relación DL tiene otra perspectiva, la cual se denomina
law in literature (en adelante LiL). LiL abarca los estudios que desarrollen temas legales
vistos en “la literatura imaginativa”; definición que resulta vaga. En primer lugar porque no
queda claro en qué sentido pueden encontrarse temas legales en la literatura. Y segundo,
porque no determina el alcance del término ‘literatura imaginativa’. Si no se demarcan
estás dos cuestiones, la relación LiL consistiría en ver el lado literario del derecho, algo
que parece una definición insuficiente. Para responder a estas cuestiones debe tomarse en
cuenta que LiL es una posición no teórica de la literatura. Se dice no teórica en el sentido
que no pone en consideración preguntas del estilo como: ¿qué es la literatura?, ¿qué
elementos identifican un texto literario?, ¿cuáles son las estrategias del intérprete frente a
un texto?, etcétera.
LiL se encuentra basada en lo que la mayoría de las personas entiende que es una obra
literaria. Partiendo de las distintas maneras del ‘sentido común’ de definir la literatura, se
permite conocer algunos de los sentidos en los que LiL puede desarrollar los temas legales
vistos en “la literatura imaginativa”. En el siguiente punto se verán algunas de éstas
características.
Aunque puede que estas posiciones sobre la relación LiL provengan de alguien con poco
conocimiento sobre teoría literaria, ninguna está equivocada. La razón, en parte se debe a
que algunas de éstas características de LiL están basadas en una concepción ordinaria o
común de la literatura.
11
Ibid., pág. vii.
4
otros tipos de escritura. Así, por ejemplo, esta definición corriente es el punto de partida
para decir que la relación DL consiste en la estilística, pero la estilística no es la única
clasificación de LiL. Así como existen varias definiciones corrientes de literatura, también
existen otras clasificaciones. Por ejemplo, se dice que la buena literatura es aquella que
logra tratar los temas con mucha más ‘profundidad’; también se dice que la literatura
clásica es aquella que enaltece los grandes principios morales de la humanidad. Estas
definiciones de la literatura, como se verá adelante, se encuentran reflejadas en LiL.
Por lo dicho hasta ahora puede pensarse que LiL es una perspectiva banal sobre la relación
DL; sin embargo esa no es la intención. Que LiL tenga un fundamento en algunas
concepciones “ordinarias” de la literatura, no implica que sus aportes carezcan de seriedad
e importancia. No obstante, algunas clasificaciones de LiL son más elementales que otras.
W. Domnarski afirma que durante toda su vida había enseñado la relación DL de una
manera bastante limitada:
“I sought to explore with students the various ways a lawyer's life might be
understood from the way it is described in the fiction about lawyers written by
lawyers.(…) My law and literature teaching was geared to a special audience -law
students- and to the unique professional problems they would encounter as members
of the legal profession”.12
Según este autor un primer tipo de curso sobre literatura y derecho son los que parten de
bibliografía de ficción: “are usually organized thematically to show the lawyer or the legal
system as they are reflected through the eyes of the novelist, short story writer, dramatist or
poet” (...)"an examination of lawyers' roles and legal problems in fiction and other literary
forms". 13 Un segundo tipo de curso encontrado por Gemmette enfatiza “the literary
characteristics of statutes and judicial opinions”(...) “to enhance the student's appreciation
of the law's impact on society and response to societal problems and to expand the breadth
of the law student”.14 Un tercer tipo de clasificación son los cursos que tratan sobre estilo y
12
DOMNARSKI, W. Law and Literature. American Legal Studies Association: The Legal Studies Forum.
2003.
13
GEMMETTE, E. Law and Literature: An Unnecessarily Suspect Class in the Liberal Arts Component of
the Law School Curriculum. 23 Val. U.L. Rev. 267, 1989. pág. 304. Citada por DOMNARSKI. ob. cit.
14
GEMMETTE, ob. c it, pág. 308.
5
lenguaje literario. Estos suelen basarse en el libro de J. B. White The legal imagination:
studies in the nature of legal expression.15
Falta mencionar una de las clasificaciones más importantes. Esta podría llamarse derecho y
‘discurso emotivo’, o derecho y ‘educación sentimental’.20 Su énfasis consiste en entender a
la literatura como mecanismo para encontrar discursos emotivos que fomenten la educación
sentimental o moral de los lectores, en este caso agentes del derecho. Así en el caso de la
adjudicación judicial, a través de la lectura de obras literarias, se espera educar al juez a
fallar haciendo caso a sus sentimientos morales de simpatía, en vez de atenerse a una
racionalidad obtusa y fría. El juez debe sentir emotividad frente a los hechos del caso que
va a fallar, generando un vínculo simpático similar al que experimenta cuando lee una obra
literaria y evidencia sentimentalmente las injusticias causadas por los abusos, por la
desigualdad, por el racismo, el machismo, etcétera.
15
WHITE, J. B. The legal imagination: studies in the nature of legal expression. Little, Brown, 1973.
16
GEMMETTE ob. cit. págs. 309-313.
17
Ibidem. págs309-313.
18
WARD I. Law and Literature. 4 Law and Critique, 1993. págs. 43-79. Del mismo autor Law and
Literature: Possibilities and Perspectives. 1995; WILLIAMS M. Empty Justice: One Hundred Years of Law,
Literature and Philosophy. 2002; ARISTODEMOU. M. Law and Literature: Journeys from Here to Eternity.
2000; DOLIN K. Fiction and the Law: Legal Discourse in Victorian and Modernist Literature. 1999.
19
SKINNER, S. A Benevolent Institution for the Suppression of Evil': Joseph Conrad's The Secret Agent and
the Limits of Policing. En: Journal of Law and Society, Septiembre 2003. pág. 420-440.
20
Cfr. NUSSBAUM, M. Justicia Poética. Editorial Andres Bello, 1997.
6
“the study of law in literature stimulates critical reflection about law and the limits
of its institutions by expanding contextual analysis to include the emotive
discourses of fiction”. 21 [las negrillas son agregadas]
Esta idea de educación sentimental en el derecho parece bastante natural y noble, sin
embargo, si se examina con cuidado, plantea algunas dudas y problemas. De hecho, desde
algunas perspectivas, defender la educación sentimental, que se encuentra enmarcada
dentro de la tradición inglesa de la literatura, se toma como un concepto ingenuo de la
literatura como fenómeno social.22
Frente a esta manera de usar a la literatura pueden plantearse una serie de interrogantes:
¿Acaso qué literatura sirve para educar sentimentalmente?, ¿cuáles son los clásicos y cuáles
los libros no importantes?, ¿es acaso la idea de justicia de los escritores diferente a lo que
piensan los demás?, ¿tienen acaso mayor conciencia moral?. Para que la propuesta de la
educación sentimental con la literatura tenga sentido, quienes la defienden deben saber qué
tipo de moralidad van a defender. Por eso tendrán que responder a estas preguntas. Muy
probablemente no se encontrarán en su selección lecturas del estilo de autores como
Borroughs, Bukowsky o Celine. Ineludiblemente este movimiento contiene una concepción
clásica de literatura, donde se elevan los altos valores de la humanidad, o al menos se
denuncia su falta. Por eso partiendo de allí la concepción funcionalista de la literatura, vista
desde la crítica, es conservadora y legitimadora de la ideología y los valores determinantes
defendidos por la clase hegemónica en una sociedad específica. Cuando se escogen los
libros que deben ser leídos hay implícita una ideología, una defensa de unos valores e
intereses concretos.
Así la aparentemente desinteresada formación moral genera más de una sospecha, que se
refuerza al ver que autores como R. Posner, defensores del Law and Economics, pertenecen
21
SKINNER, S. ob. cit. pág. 420.
22
Estudios marxistas o pos-estructuralistas probablemente no estarían muy seguros que la finalidad de la
literatura sea algo neutral como lo pretende LiL. En el sentido que lo único que le interesa es educar
noblemente en los sentimientos morales. Dirían que detrás de este interés existe una legitimación del status
quo y un enaltecimiento de los valores de la clase social hegemónica. Cfr. EAGLETON, T. Una introducción
a la teoría literaria. FCE. 1998. Capítulo 1. El ascenso de la Letras Inglesas.
23
Cfr. SYDNEY, P. An apology fo Poetry. En: Critical Theory since Plato. ADAMS, H (editor) Harcourt
Brace Jovanovich, 1992. págs. 155-177. Referencia tomada de BINDER, G. ob. cit. pág. 7. Cita N° 7.
7
al movimiento LiL.24 Posner lo vincula con sus intereses por la economía y la utilidad. Así
lo afirma:
Por ahora no se entrará en más detalle sobre la crítica a la ideología de esta manera de ver
la literatura. En la parte III se dedicará un acápite a las características del “ascenso de las
letras inglesas”, y sus características teóricas e ideológicas. Esto, en todo caso, es apenas un
motivo de desconfianza, que todavía da lugar a revisión. Existen ejemplos que hacen dudar
sobre lo anotado al respecto de los vínculos ideológicos de LiL. M. Nussbaum,26 una de la
más destacadas representantes de LiL, a todas luces, no parece enmarcarse dentro de la
defensa del utilitarismo.
Para concluir debe aclararse que en ninguna situación se piensa que detrás de derecho y
discursos emotivos exista una conspiración de dominación de un aparato ideológico al
estilo de 1984.27
24
POSNER, R, Law and Literature Harvard University Press, 1998. La posición de Posner se encuentra en el
punto medio entre algunas de las clasificaciones de LiL, que se mostraron en los puntos anteriores, y una
posición de educación sentimental. Los juristas deben mirar ‘the craft values of literature’ ara ayudarlos a
‘think straighter as well as write better’ ”, p. 306
Posner, sin embargo, también reconoce un aspecto de la relación DL que no correspondería a LiL sino a LaL.
En: Over Coming Law. Harvard U. Press, 1995. En el capítulo Law and Literature Revisited, además de tratar
temas sobre LiL dedica espacio a asuntos relacionados LaL. Específicamente a mostrar algunos avances
sobre la traducción de textos literarios podrían aplicarse a la interpretación de la constitución norteamericana.
25
POSNER, R. Over Coming Law. Harvard U. Press, 1995. pág. 472.
26
Cfr. NUSSBAUM, M. Justicia Poética. Editorial Andrés Bello, 1997.
27
Puede preguntarse por qué razón no se ha optado por exponer conjuntamente los dos movimientos: derecho
en la literatura y derecho como literatura. ¿Acaso no son significantes los aportes del movimiento derecho en
la literatura? La controversia entre LiL y LaL es más detallado, y no puede negarse cómo, en algunos
aspectos, derecho en la literatura y derecho como literatura, pueden complementarse, a pesar de las
tensiones y las contraposiciones. BINDER, ob. cit., págs. 5-10.
8
PARTE II
¿En qué sentido puede haber un intercambio del concepto de interpretación entre el derecho
y la literatura?. Para responder a esta pregunta se presenta el debate, a raíz del ensayo Law
as Interpretation, entre R. Dworkin y S. Fish, uno de los teóricos literarios más destacados
en los Estados Unidos de los últimos veinte años. El primer objetivo de esta muestra es
indicar cómo a partir de ese momento en el escenario norteamericano empezaron a confluir
teóricos jurídicos y literarios en la discusión de temas similares sobre la interpretación. El
segundo objetivo es mostrar la idea, compartida por Dworkin y por Fish, de clasificar los
debates sobre la interpretación en derecho y literatura de la misma manera: objetivistas, y
subjetivistas. Como ninguno de estos autores entraría en esta clasificación, se propone una
tercera; la interpretación de la recepción, la cual consiste en la superación de la dicotomía
objetivismo-subjetivismo. No se abordará el debate para determinar quien tiene la razón
(Fish o Dworkin), se pretende, más bien, mostrar los puntos en común: entender al derecho
y a la literatura como actividades interpretativas, y la influencia recíproca de aportes entre
las dos disciplinas.
Antes de seguir se hace necesaria una aclaración sobre lo que se entiende por Law as
Interpretation y Law as Literature.
28
LEYH. G. Legal Hermeneutics: History, Theory, and Practice. University of California Press. 1992. pág.
xiii. La cita corresponde a BRUNS G. Law and Language: A Hermeneutics of the Legal Text. Págs. 23-42.
29
DWORKIN, (1983) ob. cit. pág. 250.
9
¿Debió Dworkin, entonces, haber titulado su ensayo Law as Literature?. Es probable que
haya pensado así para evitar confusiones. Como se vio en la parte anterior en una
publicación más reciente de Law as Interpretation titula ahora a su ensayo How Law is like
Literature. En ese sentido su retracto parecería apropiado. Probablemente las discusiones
que aquejan la interpretación de las ciencias humanas sean muy diferentes a las de las
ciencias duras, y mantener la palabra Interpretation en el título se prestaba a confusiones.
La crítica, en todo caso, sí acierta en advertir que definir la interpretación no es una tarea
fácil, y probablemente, como dice, es irresoluble. Pero se equivoca al afirmar que, si se
entrase a mirar los debates sobre la interpretación, habría un retracto sobre lo planteado.
De hecho, los álgidos debates sobre la interpretación, y la ausencia de conclusiones sobre
en qué consiste exactamente la interpretación es lo que debe llamar la atención de los
abogados. Advierte Dworkin:
“Lawyers would do well to study literary and other forms of artistic interpretation.
That might seem bad advice (choosing the fire over the frying pan) because critics
themselves are thoroughly divided about what literary interpretation is, and the
situation is hardly better in the other arts. But that is exactly why lawyers should
study these debates”. 30
30
.Ibídem, pág. 252.
10
La propuesta de Dworkin en Law as Interpretation no está en decir: aquí se tiene la
respuesta a los problemas del derecho; Dworkin no está proponiendo una solución,
simplemente está cuestionando la tranquilidad de algunas conciencias jurídicas que creen
haber resuelto la difícil pregunta sobre la interpretación. Sus respuestas no son definitivas.
Con ello Dworkin pone de nuevo al derecho en su lugar, mostrando que los problemas que
se han soslayado no han sido resueltos, y que se deben retomar tal como todavía se hace en
los estudios de la literatura, de la filosofía, de la política. ¿Por qué razón en derecho se
pensó que podía dársele la espalda a las preguntas y problemas que siempre han
preocupado a la literatura y a la filosofía? ¿Acaso existen verdades definitivas en el
derecho? Sería un error entender el texto de Dworkin como una solución final a los
debates de la interpretación en la literatura. Su propuesta debe ser vista, no como una
respuesta, sino más bien como un llamado a la conciencia de las comunidades jurídicas
para preguntarse de nuevo, en qué consiste la interpretación. Así lo plantea:
“not all the battles within literary criticism are edifying or even comprehensible, but
many more theories of interpretation have been defended in literature than in law,
and these include theories which challenge the flat distinction between description
and evaluation that has enfeeble legal theory”.31
Para que la propuesta derecho como interpretación de Dworkin tuviera algún efecto, su
ensayo no podía limitarse a esbozarla. Tenía que generar algún tipo de reacción llamando la
atención no solo de los teóricos jurídicos, sino de los teóricos literarios. Al atraer a los
teóricos literarios al debate, de alguna manera, estaría obligando a la comunidad jurídica a
responder y a tomar en cuenta, lo que los teóricos literarios tienen que decir sobre la
interpretación; asunto que no iba a ser muy difícil por la estructura y las cualidades de la
comunidad académica norteamericana.
Dworkin sin hacer un recuento detallado sobre los debates actuales en la crítica literaria,
consciente de las críticas que podría recibir, se lanza a tratar temas bastante controversiales
al interior de la teoría literaria contemporánea. En su ensayo presenta la controversial
31
Ibídem. pág. 252.
11
aesthetical hypothesis. Según esta: “an interpretation of a piece of literature attempts to
show which way or reading (or speaking or directing or acting) the text reveals it as the best
work of art”.32 Al final del artículo para hablar de la interpretación jurídica modifica la
hipótesis por la political hypothesis.
Poco después de la aparición de su artículo, surgieron las primeras respuestas por parte de
teóricos literarios; la primera fue el ensayo de S. Fish Working on the Chain Gang:
Interpretation in the Law and in Literary Criticism.33 Estas respuestas estaban dirigidas a
algunos de los argumentos empleados para sustentar la aesthetical hypothesis.
“The members of the group draw lots and the lowest number writes the opening
chapter of a novel, which he or she then sends to the next number who adds a
chapter, with the understanding that he is adding a chapter to that novel rather than
begging a new one, and then sends the two chapters to the next number, and so
on”.35
Para Dworkin esto tiene un doble efecto. En primer lugar genera una restricción sobre la
creatividad del autor encargado. La novela no podría dar giros absurdos como cambiar el
nombre de los personajes, o cosas así. En segundo lugar, el autor no pierde del todo su
libertad creativa, pues el capítulo a su cargo, aunque relacionado con los otros, será obra de
su imaginación. La anterior queda más claro con la siguiente cita:
“Now every novelist but the first has the dual responsibilities of interpreting and
creating because each must read all that has gone before in order to establish, in the
interpretivist sense, what the novel so far created is. He or she must decide what the
characters are really like; what motives in fact guide them; what the point or theme
of the developing novel is; how far some literary device or figure, consciously or
unconsciously used, contributes to these, and whether it should be extended or
refined or trimmed or dropped in order to send the novel further in one direction
rather than another”.36
32
Ibídem, pág. 253.
33
FISH, S. ob. cit. (1983) & MICHEALS W.B. Is there a Politics of Interpretation?. En: MITCHELL (1983)
págs. 335-345.
34
DWORKIN, (1983) ob. cit., págs. 262- 263.
35
Ibídem, pág. 262.
36
Ibídem, pág. 263.
12
Como se anotó el propósito inicial del argumento de Dworkin es diluir la creencia de que
interpretar consiste en identificar la intención del autor. No podría decirse que la
interpretación correcta de la novela consistiera en des-cubrir la intención del autor que
escribió el último capítulo. Y por supuesto, sería un sinsentido buscar algo así como una
intención colectiva, pues cada autor elaboró su parte de la manera que mejor creía que la
tenía que hacer.
Ahora se regresa al debate Fish-Dworkin mostrando las críticas contra the Chain Gang por
contener posiciones objetivistas y subjetivistas. Fish como Dworkin critican la intención del
autor en la interpretación.37 Fish con lo que no está de acuerdo es con las conclusiones
respecto “the dual responsabilities of interpreting and creating”.
Para Fish el argumento Chain Gang contiene varias contradicciones por recurrir a posturas
subjetivistas y objetivistas. Afirma Fish: “Dworkin repeatedly falls away from his own best
insight into a version of the fallacies (of pure objectivity and pure subjectivity) he so
forcefully challenges”.38 Dworkin con su ejemplo imaginario cae en el objetivismo y el
subjetivismo, posturas que el mismo pensaba criticar.
Fish al analizar el ejemplo del Chain Gang critica la afirmación de que el primer autor sería
más libre en la escogencia del tema y el desarrollo de la novela que los demás coautores.
Para Fish, con esta afirmación se está cayendo en el subjetivismo. Para demostrarlo dedica
parte de su ensayo a argumentar que la restricción que pueda tener el primer autor y el
último es la misma, evidenciando que la creatividad del autor no es tan alta como se piensa.
Con respecto al objetivismo, Fish muestra que la segunda parte del argumento Chain Gang,
sobre la restricción de los coautores de los capítulos siguientes al primero, al extenderse al
tema de la interpretación del precedente judicial -The Chain of Law-, resulta ser
confirmatorio del objetivismo.
Como se anotó la reseña del debate no se hizo con la finalidad de determinar si Fish o
Dworkin tiene razón. Si ese fuera el objetivo, daría curso a un trabajo dedicado
exclusivamente al tema. El debate no sólo consistió en la respuesta de Fish y continuó
varios años.39
37
FISH. (1983) ob. cit, pág. 282.
38
Ibídem. pág. 272.
39
Cfr. DWORKIN. R. My Reply to Stanley Fish (and Walter Benn Micheals): Please don´t talk about
objectivity anymore. En MITCHELL, b. it. págs. 287-313. FISH responde en: Wrong Again. 62 Texas Law
Review 1983, ágs 299-316. Parte del tema es retomado por Dworkin en capítulo segundo de Laws Empire.
Harvard, 1986, págs. 78-86. Fish de responde de nuevo en: Still wrong after all these years. En: 6 Law and
Philosophy, 1987, págs. 401-418.
13
D. Interpretación objetivista, subjetivista y de la recepción en el derecho y en la
teoría literaria
En Working on the Chain Gang, Fish menciona que ambas disciplinas, derecho y literatura,
comparten el mismo interrogante sobre en qué consiste la interpretación. En este sentido,
Fish coincide con Dworkin en la posibilidad de vincular la teoría jurídica con la teoría
literaria.42 Para Fish en la literatura se presentan problemas sobre la interpretación
similares a los que hay en el derecho.
“The field is divided, in short, between those who believe that interpretation is
grounded in objectivity and those who believe that interpreters are, for all intents
and purposes, free”.43
La clasificación de Fish no debe ser vista como una revisión sencilla del pasado. En la
teoría literaria hoy en día hay objetivistas, subjetivista, e intérpretes de la recepción.
Gracias a los debates desarrollados en sus comunidades académicas durante un largo
tiempo, se ha logrado que cada postura se haya depurado, desechando las posiciones
indefendibles, o contradictorias.
40
MARMOR, A (editor). Law and Interpretation. Clarendon Press, 1995. Preface, pág. v.
41
FISH, S. ob. cit. (1983).
42
El término empleado por Fish no es ‘teoría jurídica’ sino ‘práctica jurídica’ , y ‘práctica de la crítica
literaria’ en vez de ‘teoría literaria’. Uno de los debates de Fish es sobre la crítica a las teorías desde una
posición pragmática. En todo caso en este contexto el intercambio en la utilización de la palabra teoría en vez
de práctica no debe presentar ningún problema. El interesado en el debate puede consultar: FISH, S.
Consequences. En: MITCHELL,W.J.T. (editor). Against Theory. Chicago, 1985, pág. 106-131.
43
FISH, (1983) ob. cit. pág. 271.
14
En el libro Against Theory,44 en el cual se debate la validez de las teorías en literatura,
impulsado por el editor de la revista Critical Inquiry de la Universidad de Chicago, se
recoge una discusión en el que participaron objetivistas como E.D. Hirsh Jr,45 subjetivistas
defensores de la indeterminación como H. Parker,46 y teóricos de la recepción como S.
Fish. 47 Aparecen también defensores del pragmatismo como R. Rorty,48 y de la retórica-
hermenéutica como S. Mailloux.49
De hecho, los debates llevados a cabo en el escenario literario no solo han llegado hasta el
derecho, tienen vigencia también en un ámbito general sobre la interpretación, en el que
confluyen el derecho, la literatura, la filosofía, el arte y la política.52
44
Cfr. MITCHELL,W.J.T. (editor). Against Theory. Chicago, 1985.
45
E. D. HIRSCH Jr. Against Theory?. págs. 48-52. En: Against Theory.
46
PARKER, H. Lost Authority: Non sense, Skewed Meanings, and Intentionless meanings. págs 72-79. En:
Against Theory.
47
FISH, S. Consequences. págs. 106-131. En: Against Theory.
48
RORTY, R. Philosophy without principles. págs. 132-139.En: Against Theory.
49
S. MAILLOUX. Truth or Consequences: On Being Against Theory. págs. 65- 71. En: Against Theory.
50
Algunos ejemplos son: S. MAILLOUX que participa en el debate de teoría literaria de Against Theory
junto con LEVINSON es editor de . Interpreting Law and Literature: a Hermeneutic Reader. Northwestern
University Press, 1988; KNAPP, S y MICHAELS, W.B, autores del controversial ensayo Against Theory
participant en debates jurídicos. Véase: Intention, Identity and the Constitution: A response to David Hoy. En:
LEYH, G., ob. cit,. págs. 173-186; FISH, S. autor de Is there a Text in this Class? The Authority of
Interpretive Communities. Harvard University Press, 1980. también escribe sobre teoría juridical. Véase
Theory and the Law. En: LEYH, G. ob. cit., págs. 297- 316.
51
MARMOR, A. ob. cit. págs. v-vii.
52
Cfr. MITCHELL W.J.T. (1983) ob. cit..
15
E. Las buenas consecuencias de ver al derecho como interpretación
Entre las loables consecuencias de ver al Derecho como Interpretación se encuentra que el
llamado de Dworkin para prestar atención a la interpretación, ha revivido el debate en torno
a la adjudicación, quizá la cuestión más importante del derecho.54
Después de haber expuesto estos lugares comunes entre la literatura y el derecho con
respecto al problema de la interpretación, se espera quede justificada la pertinencia de
enterarse, al menos mediante un atisbo, de la historia de la teoría literaria en el Siglo XX.
Antes de continuar, debe hacerse la aclaración de que el capítulo siguiente no puede ser
entendido como un desarrollo teórico completo, sino como una reseña histórica del
pensamiento literario en el siglo pasado. Después de este breve paso por el debate sobre la
interpretación en Norteamérica, en la parte IV se mostrará el estado moribundo en que se
encuentra el problema de la interpretación en la comunidad jurídica local. Si en este
entorno se aprendiera de otras comunidades las consecuencias serían extraordinarias, ya
que se permitiría ampliar en este entorno el concepto sobre la interpretación.
53
MARMOR, A. ob. cit. ibídem. pág. vi.
54
Tema que el positivismo jurídico parecía haber ignorado, y que el realismo jurídico había dejado
desprotegido al antojo de los jueces. DWORKIN, R. Laws Empire. Harvard, 1987. Capítulo II.
16
PARTE III
Probablemente, uno de los campos más aptos para mostrar de qué se trata la actividad
interpretativa se encuentra en el desarrollo de la teoría literaria del Siglo XX. Los debates
desarrollados, dejan claro cómo a través de la problematización y de la crítica es posible el
avance de un status quo de la interpretación, que en cada tiempo se supone como definitivo,
hacia una perspectiva más compleja y transformadora, que controvierte a la anterior. Este,
por así llamarlo, “progreso dialéctico”, sugiere que el estado actual del concepto de
interpretación no puede ser definitivo, ni único; así lleve bastante tiempo arraigado.
En esta parte se aborda la interpretación en la teoría literaria del siglo XX. Esta se
estructura siguiendo la clasificación, vista en el punto anterior, sobre la interpretación. El
objetivo de este capítulo es mostrar que la manera como se ha estudiado la interpretación
por parte de la teoría literaria es bastante compleja y variada. Esto permitirá en la parte IV
tener un punto de comparación, frente al cual, contrastar el concepto de interpretación
defendido por la comunidad jurídica local.
Presentación
En la teoría literaria del pasado siglo han ocurrido importantes debates sobre la
interpretación. Con esta exposición se busca resaltar la riqueza y la diversidad de la teoría
literaria. En esta parte se han escogido algunos movimientos, a veces coincidentes con la
filosofía, la psicología, la sociología, y la lingüística, que dan razón de lo se que ha
producido durante esta última centuria por los autores y movimientos más representativos.56
El segundo acápite, trata sobre las posiciones que pueden ser clasificadas como
subjetivistas. Estas son la fenomenología de Husserl y la fenomenología de Ingarden. La
definición de subjetivismo empleada, es la del diccionario de Abbagnano: “término
moderno que designa la doctrina que reduce a estado o actos del sujeto (universal o
55
Este trabajo inicialmente pretendía mostrar, de manera introductoria, de qué trata la hermenéutica
gadameriana; después, sugerir su aplicabilidad al derecho, tomando en cuenta la reducida versión que se tiene
de la hermenéutica en la tradición jurídica colombiana. En la medida que se estudiaban los comentaristas de
Gadamer se descubrió que éste parte de la variedad que se encuentra en la teoría literaria en temas
relacionados con interpretación. Probablemente, más que en cualquier otra rama del saber, en este espacio es
dónde más avances se han producido al respecto.
56
La presentación no es exhaustiva, y no se mencionarán otros movimientos: feminismo, psicoanálisis, pos-
estructuralismo, marxismo, pragmatismo, entre otros; sin se considere que sean menos importantes.
57
ABBAGNANO, N. Diccionario de Filosofía. FCE, 1997. pág. 865.
17
individual) la realidad o los valores. En tal sentido, el idealismo es subjetivismo porque
reduce la realidad de las cosas a estados del sujeto (percepciones o representaciones) y
análogamente se habla de subjetivismo moral o de subjetivismo estético cuando se reducen
el bien, el mal y lo bello y lo feo a las preferencia de los sujetos en lo particular”.58 El
subjetivismo que se mostrará corresponde a un subjetivismo universal.
1. Objetivismo interpretativo
Desde mediados del Siglo XIX la posición imperante en la interpretación fue la romántica o
historicista. Esta dirigió su atención a la intención del autor de la obra; el intérprete debía
descifrar entre las líneas de la obra la intención original del creador,59 liberándose de todo
prejuicio histórico del presente y trasladándose al tiempo del autor,60 llegando así a la
interpretación correcta o verdadera. Como lo muestra la siguiente cita, en el romanticismo
la identidad de la producción artística y la imaginación implicaba que “the real work of art
is the one the artist intended to produce not the one she actually produced, and that a
literary work is identical with the meanings intended by the author”.61 Sin embargo, ya en
las postrimerías de ese siglo tal posición empezaba a ser cuestionada.
En la historia de la teoría literaria el formalismo ruso62 (en adelante el FR) puede ser visto
como una revolución. Esta es la primera postura teórica capaz de desplazar la atención del
polo del autor y su obra, a la relación entre el texto y el lector. En este acápite se empezará
58
Ibíd. pág. 1097
59
Durante siglos la teología fue donde más se desarrollaron temas de interpretación. Es así como los orígenes
de la hermenéutica se encuentra en la lectura de los textos sagrados, especialmente de la Torah, por los
cabalistas. Cfr. ECO, Humberto. La Búsqueda de la Lengua Perfecta. Biblioteca de Bolsillo, 1999. Prefacio,
Capítulos I, II y III.
60
. Uno de los grandes expositores del historicismo fue W. Dilthey. Este autor no estaba preocupado por la
interpretación de la obras literarias como tal, su interés se dirigía a las nacientes ciencias del espíritu,
categoría que la literatura no había alcanzado en ese tiempo, por su ausencia de rigor científico. En todo caso,
los primeros teóricos literarios adoptaron las metodologías historicistas para la interpretación literaria. Cfr.
DILTHEY, W. Crítica de la Razón Histórica. Península, 1986.
61
BINDER, G. ob. cit. pág. 10.
62
HOLUB, R. Reception Theory. A Critical Introduction. METHUEN, 1984. pág. 16. Holub para tratar el
tema del formalismo presenta el trabajo de V. Schkloskii. Refiéndose a éste dice, “The shift in attention from
the pole of author-work to the relationship between text and reader is perhaps exhibited more clearly in the
early writings of V. Schkloski”. Otros autores que hicieron parte del movimiento del formalismo ruso son:
Roman Jakobson, Osip Brik, Yury Tynyanov, Boris Eichenbaum y Boris Tomashevsky.
18
por mostrar en qué consiste ésta revolución, luego se mencionarán algunas características
del movimiento anglosajón de la revista Scrutiny, y el movimiento norteamericano New
Criticism63 (en adelante NC).
En el formalismo para lograr una obra de arte se requería del resaltamiento de la forma del
texto por encima del contenido, que desde su óptica es accesorio. En otras palabras,
cualquier producción que pretendiera ser verdaderamente artística debía lograr un
resaltamiento de su forma. ¿Cómo hacerlo? Los formalistas preocupados por una respuesta,
buscaron algo en común a todas las obras literarias. Encontraron que las obras de arte se
lograban mediante la “defamiliarización”, o lo que se denomina el “extrañamiento” del
lenguaje. Algo que queda ejemplificado en las palabras de R. Jakobson cuando afirma que
la literatura consiste en una forma de escribir en la cual “se violenta organizadamente el
lenguaje ordinario”.65
A partir de ese punto encontraron que estos conceptos se logran con el empleo de distintos
elementos que denominaron “devices”. Por device entendían “the means by which we
become aware of objects, the technique which makes the thing perceivable and artistic”.66
Ejemplos de devices son la alegoría, la metonimia, la metáfora, etcetera.
En este orden de cosas, como si se tratara de una receta de cocina, quien supiera emplear
correctamente suficientes “devices”, lograría un verdadero extrañamiento, y produciría
exitosamente una obra. El genio y el talento, por supuesto, no eran un ingrediente
necesario. Un ejemplo muy famoso es el trabajo La Morfología del Cuento Infantil del
63
Cfr. EAGLETON, T. Una introducción a la Teoría Literaria. FCE, 1997, págs. 35 – 40.
64
Ibídem. pág. 13.
65
Ibídem. pág. 12.
66
HOLUB, ob. cit. pág. 17.
19
formalista ruso Leon Tropp escrito en 1928. En éste identificaba todos los “devices” que se
encontraban en los cuentos infantiles.
Shklovskii defendió que es el receptor de la obra quien reconoce y evalúa cuando una
forma es diferente y artística. Esto por cuanto el receptor es el único capaz de contrastar las
formas tradicionales de las formas artísticas, que en principio no se destacan por si solas.
Las formas artísticas no son especiales en sí mismas,67 por eso deben contrastarse frente a
la percepción automática y ordinaria de las otras formas. La posición de Shklovskii fue
complementada por Tynainov. La percepción del objeto artístico tiene un componente
histórico: aquél objeto que es extraño en un momento determinado puede, con el tiempo,
convertirse familiar, perdiendo su cualidad de forma artística.68 Piénsese por ejemplo la
expresión “ese hombre es un viejo zorro”. Hoy esa metáfora no tiene nada de extraño, ni
nos parece un lenguaje poético, o ampuloso. Sin esfuerzo se entiende que se quiere decir
que esta persona es alguien astuto, que sabe todo tipo de artimañas.
67
Roman Jakobson, años más adelante, al intentar definir literatura explicó como ésta no era por si misma
literatura, sino por su capacidad de mostrarse como tal. Llamó esta cualidad “literariness”: “The object of
literary scholarship is not literature, but literariness, that is, the quality which makes a work literary. And
since literariness is defined in terms of devices, one could not escape the conclusion that concern with the
device was the task of criticism.” HOLUB, ob. cit. pág. 17.
68
Ibídem. pág.. 19.
20
interpreta al texto de una manera diferente, que cuando no la conoce. La imagen que el
lector tenga del autor influirá en la forma como la interpreta.69
Dentro de FR, como lo muestran estos autores, ya se presentaban indicios de disidencia por
cuenta de las limitaciones explicativas del fenómeno artístico. Se reconoció así, que el
concepto de lo ordinario y corriente en contraposición al de lo extraño y artístico, tiene un
estrecho vínculo con temas relacionados con ‘la sociedad’ y ‘la historia’. En todo caso el
movimiento formalista se mantuvo en su línea teórica principal, haciendo óbice de estas
disidencias. Posteriormente, el estructuralismo de Praga, representado por Mukarovský, que
había sido influenciado por FR, prestó más atención al componente social, necesario para la
mejor comprensión de la interpretación de una obra artística.
1b) Scrutiny
El movimiento previo a Scrutiny fue el representado por M. Arnold, quien no sólo buscaba
combatir la amoralidad de las masas, sino también el misticismo romántico, en el que el
arte era inútil, perdiendo su capacidad como herramienta para la transformación social. La
posición de Arnold era confirmada por muchos de sus colegas. G. Gordon dijo que la
literatura inglesa: “tiene ahora una triple función: aún debe, supongo, deleitarnos e
instruirnos, pero también, por encima de todo, salvar nuestras almas y sanar al Estado”.70
69
Ibídem. pág.. 20.
70
Citado por EAGLETON, ob .cit., pág. 36.
21
creador, por un concepto similar que se expresa en la “fuerza implacable e impersonal de la
Vida espontáneamente creadora”.71
Más que otra cosa interesa resaltar de Scrutiny, su interés por desmenuzar los textos,
aislados de todo su contexto. Esto es importante dado que fue el primer movimiento en la
tradición de las letras anglosajonas por desarrollar esta iniciativa.
Una de las características por la cual Scrutiny se destaca consiste en que inicia con la
reificación o cosificación del texto. A partir de ahí los textos recibían el tratamiento de cosa
u objeto. “Cualquier trozo escrito, literario o no, puede ser debidamente estudiado e
incluso comprendido aislado de todo contexto”.72. En ese orden, no era extraño que
quienes estuvieron alrededor de Scrutiny utilizaran en sus trabajos la expresión “lectura
analítico-interpretativa”. Esta actividad consistía en estudiar al texto y solo el texto,
aislando de todas las otras consideraciones.73 Con Scrutiny se logra darle al texto vida
propia: el texto es artístico aún no existiera nadie para decirlo.
Visto así Scrutiny parece formalismo puro, sin embargo no se olvide que también había
dentro del movimiento una conciencia romántica de la ‘Vida creadora’, generando un
híbrido entre formalismo y romanticismo.
De Scrutiny surgió New Criticism (NC), un movimiento similar que se extendió por más
tiempo en los Estados Unidos. I.A. Richards es el eslabón entre Scrutiny y NC. Este autor al
igual que Arnold y los miembros de Scrutiny, entre ellos T.S. Eliot, adjudica a la obra de
arte una función de salvación ante la decadencia moral.
Aun cuando NC tiene varios elementos formalistas no es necesario mostrar de nuevo en qué
consisten estos elementos, por cuanto son similares a FR. La posición formalista de NC
supera algunas de las contradicciones que se vieron en Scrutiny, sin embargo, lo que
interesa de éste, es ver cómo permite evidenciar la relación entre formalismo e ideología.
Una de las figuras más representativas de NC fue I.A Richards. Para este autor la literatura
no debe pretende dar respuesta a interrogantes como: qué es o por qué. Estos no son
interrogantes legítimos, sino pseudo-interrogantes. A la literatura le correspondería,
entonces, dar pseudo-respuestas; no tenerlas, deja un vacío emocional a quien las plantea.
“La poesía es un lenguaje más emotivo que referencial, es una especie de “pseudo-
declaración” que da la impresión de describir el mundo pero que en realidad
organiza satisfactoriamente nuestros sentimientos”.74
71
Ibídem, pág.. 58.
72
Ibídem, pág.. 61
73
Ibídem, pág. 61.
74
Ibídem, pág. 64.
22
Vinculando a NC dentro de la tradición arnoldiana esta definición de texto poético se
convierte en un refugio para la desmembración moral gestado en la industrialización; lo
cual puede ser visto como un aspecto educativo. A partir de entonces el texto debe
abordarse como una unidad todavía inmaculada e impermeable al enmarañado mundo
exterior. Visto el poema como una unidad todas sus partes están relacionadas,
concatenadas, y en armonía autónoma frente a la realidad confusa. “El poema abolía toda
fricción, toda irregularidad y contradicción en la cooperación simétrica de sus diversas
características”.75 Con esto se ve que la función de la teoría que en un principio parecía
neutra muestra un papel ideológico. Para NC “coherencia” e “integración” son palabras
claves. Por ese motivo al autor no se le adjudica ninguna importancia, como tampoco al
intérprete, o al receptor de la obra. Como lo muestra Eagleton, en NC se encontraba una:
Como se puede notar esta forma de entender a la literatura tiene una finalidad ideológica de
control social, de organización de sentimientos, la cual no es muy diferente a cómo LiL,
pretende que quienes leen literatura se fortalezcan moralmente para ejercer al derecho de
una manera, supuestamente, más humana.
1d) el Estructuralismo
El estructuralismo puede ser visto como la consumación del formalismo. De hecho, muchos
estructuralistas habían sido formalistas tardíos. Sin embargo, sus tesis eran más complejas y
superaban el análisis exclusivo de los textos y se preocupaban más por la estructura del
fenómeno del lenguaje en su conjunto. No obstante, los textos no dejaron de ser objeto de
estudio para los estructuralistas literarios, simplemente empezaron a ser abordados con
variables más poderosas.
F. Saussure está reconocido entre los fundadores del estructuralismo. Para este autor el
lenguaje es un sistema de signos.77 El sentido de cada uno de los elementos que hacen parte
del sistema es identificado por el lugar que ocupa frente a los demás elementos; sin los
demás elementos del sistema los garabatos que conforman una palabra no podrían adquirir
ninguna cualidad de significado. Por eso el sentido de una palabra se establece por medio
de la diferencia que tenga con las demás palabras, que por si solas no son más que ruidos o
garabatos. Así, la tarea de un estructuralista es reconocer la “relaciones diferenciales” del
75
Ibídem, pág. 64.
76
Ibídem, pág. 69.
77
Para Saussure el lenguaje es un sistema independiente al habla. El habla hace uso del lenguaje pero no es un
sistema de la manera que lo es el lenguaje. Cfr. SCHUSENBERG, C. El Estructuralismo. http://poetas.com.
Publicado el 15 de marzo de 2004.
23
sistema, vinculando cada elemento con los demás. Por eso para un estructuralista las
palabras por si solas son formas contingentes y mutables.78
“Este método consiste, pues, en considerar cualquier realidad humana (una lengua,
una institución, una obra literaria, etc.) como una totalidad estructurada y
significativa, articulada en relaciones estables y regidas por unas leyes internas que
hay que buscar en su estructura profunda”.80
78
JOHNSON. C. Derrida: El Estrado de la Escritura. Norma, 1998. pág. 10.
79
Ibídem. Pág. 10.
80
SCHUSENBERG, C. ob. cit.
81
HOLUB. ob. cit. pág. 31.
24
De ahí se entiende que el lema del formalismo “progresista” era: “Perception not creation,
reception not production”.82
82
Ibídem, pág. 17.
25
“By considering the artwork to be a social sign and it’s viewer a social creature, a
member of a collective (las itálicas corresponden el término utilizado por
Mukarovský), Mukarovský avoids aesthetic subjectivism as well as idealizing
tendencies of the phenomenologist and Formalist positions. His semiology, in other
words, is able to incorporate sociology, not by positing the mechanistic reflection of
an already constituted reality, but by the presupposing the prior penetration of
reality into the very structure of art and its recipient”.83
Mukarovský advirtió que era indispensable modificar la manera de abordar el texto como
estructura intocable y armónica, como lo hacían los formalistas y los estructuralistas. Para
entender mejor el fenómeno literario era necesario reconocer los aportes que podrían
brindar la sociología y la historia. Mukarovský demostraba así, que la crítica literaria debía
encargarse de mucho más que el mero texto.
Para concluir, Mukarovský, haciendo un cómico parangón entre el mundo de los textiles y
la teoría literaria, explica que los formalistas se habían preocupado por los tipos de bordado
y de textiles, y no de lo importante: el mercado mundial del algodón.85
Las distintas posiciones que se han mostrado tienen en común que pueden ser clasificadas
como objetivistas. Por objetivistas se quiere decir que éstas entienden al texto artístico
como un objeto estético por si mismo, independiente de contingencias históricas y
sicológicas. Ahora, el formalismo ruso es sólo un primer momento en la historia de la teoría
literaria, a partir de ahí ha habido una multiplicidad de teorías que explican la interpretación
de maneras diferentes.
83
Ibídem, pág. 32.
84
MUKAROVSKY, J. Strucutre, Sign, and Function. Yale U. Press, 1978 pág. 97. Citado por HOLUB: pág.
34. Este aspecto sociológico permite “investigate in detail the dialectical contradiction between the
variability and multiplicity of the aesthetic norm and its rights to constant validity” MUKAROVSKY, J.
Aesthetic Function, Norm and Value as Social Facts. University of Michigan, 1970. pág. 58. Citado por
HOLUB: pág. 33.
85
MUKAROVSKY, J ob. cit. (1978), pág. 140. Citado por HOLUB: pág. 33.
26
vierte en el texto, que es un recipiente vacío, todo contenido estético. Visto de tal manera el
texto no tiene ninguna relevancia antes de que el lector lo intérprete.
Por la “contundencia” científica del objetivismo y por las fuertes críticas recibidas por
relativista, la defensa del subjetivismo parece una lucha perdida. Sumado a esto si se admite
que el concepto de subjetivismo obtiene sentido a partir de su opuesto, el objetivismo, la
defensa del subjetivismo nace condenada al fracaso. Quien defiende al subjetivismo
implícitamente reconoce la combinación binaria que le daba sentido: el objetivismo. Desde
esa perspectiva toda confrontación, subjetivismo vs. objetivismo, resulta contradictoria por
si misma. Sujeto y objeto resultan siendo conceptos ideales, siempre contrapuestos, en los
que la confrontación siempre reconoce la existencia del otro. Como puede deducirse esta
crítica al subjetivismo es invertible, pues es igualmente aplicable contra el objetivismo. El
objetivismo tiene sentido partiendo de su antónimo, el subjetivismo.86
86
En la tradición filosófica las aserciones ‘objetivismo’ y ‘subjetivismo’ han sido usadas con una
multiplicidad de significados. La respuesta por la fuente de la Verdad está vinculada al debate si se encuentra
en el objeto (materialismo) o en el sujeto (idealismo): la historiografía de la filosofía moderna es un reflejo de
este debate. Una de los más grandes intentos por su superación, mediante la fusión del sujeto con el objeto, la
encontramos en HEGEL, G.W.F. La Fenomenología del Espíritu, FCE, 1997. En un capítulo de su obra
titulado La Dialéctica del Amo y el Esclavo Hegel presenta un argumento similar al que se acaba de presentar,
sobre la dialéctica entre subjetivismo y objetivismo.
87
La fenomenología puede ser enmarcada dentro de la tradición filosófica más que literaria. En la filosofía los
intentos por la superación de la dualidad sujeto-objeto, no eran nuevos cuando apareció la fenomenología de
Husserl, Hegel ya lo había intentado.
27
En lo que sigue se mostrarán las teorías sobre la interpretación que dieron lugar a la
superación de la dicotomía que se ha señalado. Teorías que permitieron llegar a una
comprensión más completa de lo que es la interpretación, puesto en términos
hermenéuticos contemporáneos: sin una conciencia histórica efectiva no hay lugar a una
mejor comprensión de lo que es interpretar.
La fenomenología surge por una preocupación histórica, y por eso mismo cumplió desde la
óptica de algunos críticos, como T. Eagleton, una función, de salvación y sosiego, frente a
una crisis moral de la sociedad europea de las postrimerías del siglo XIX.88 En esta
oportunidad, el debate no trataba sobre la finalidad de la literatura sino de la filosofía. En
las universidades alemanas de ese tiempo todavía no existían facultades de literatura, solo
pocos filósofos se había dedicado al estudio exclusivo de la literatura.
88
“En el contexto de la honda crisis ideológica de fecha muy anterior a la Primera Guerra Mundial-, Edmund
Husserl se propuso desarrollar un sistema filosófico que proporcionara certezas absolutas a una civilización
que se desintegraba. Se trataba de escoger, (…), entre la barbarie irracionalista y el renacimiento espiritual, a
través de una ciencia del espíritu absolutamente autosuficiente”. EAGLETON, ob. cit., pág. 73.
28
Husserl, por dejar atrás el estudio de los conceptos puros, creyó haber superado al
idealismo. Y tenía razón en decir que sin un ancla en los hechos las ciencias no tendrían
verdaderos cimientos. Ante esa situación parecía que se hubiera superado la dicotomía
adentro/fuera, sujeto/objeto (aplicado a la literatura: texto/lector), pero la creencia en la
existencia de una entidad inmutable, una forma pura, no parecía superar la metafísica y el
idealismo, que la fenomenología negaba. Husserl, en el fondo, trataba los hechos como
eventos contingentes, que tenían detrás la verdadera esencia del fenómeno.
Como se puede suponer Husserl no prestó mucha atención al lenguaje. Para soslayar los
problemas que ocasionaba a la fenomenología la mediación del lenguaje en la percepción
de los fenómenos, afirmó que éste “se ajusta en una medida pura a lo que se ve en toda su
claridad”. 89 Para Husserl, en palabras de Eagleton, “lo que proporciona significado a mi
experiencia no es el lenguaje sino el acto de percibir fenómenos particulares como
universales, acto que (…) se realiza independientemente al lenguaje. (…) [E]l significado
es algo que antecede el lenguaje; el lenguaje no pasa de ser una actividad secundaria que da
nombres a significados que de alguna forma yo poseo”.90
La posición de la fenomenología frente ‘la historia’ es la misma que se explicó que tenía
sobre ‘el lenguaje’. Aunque parece que la historia era una variable de análisis de la
fenomenología, por tomar ésta en cuenta los hechos del mundo, en realidad no fue así. Al
buscar la esencia del fenómeno y al otorgar a la razón y al sujeto la cualidad de entidades
eternas, precisamente estaba negando la importancia de la historia. La fenomenología, de
esa manera, se convertía en la negación de la influencia de la historia en la conformación de
la realidad. Como comenta Eagleton: para la fenomenología husserliana “el sujeto debía ser
considerado como fuente y origen de todo significado: no formaba propiamente parte del
mundo pues, en primer lugar, el era lo que daba ser al mundo (…) el hombre, en alguna
forma, era anterior a su historia y a sus condiciones sociales, las cuales brotaban de él
mismo como el agua que brota de un manantial”.91
89
HUSSERL, E. The Idea of Phenomenology, 1964, pág. 31. Citado por EAGLETON, ob. cit. Pág. 80.
90
EAGLETON, ob. cit, Págs. 79-80
91
EAGLETON, ob. cit, Pág. 77.
29
2b) Roman Ingarden y la concretización de la obra literaria cómo fenómeno
En la segunda etapa se reconoce cuáles de esas formas son unidades de significado. Esta
etapa es diferente a la primera por cuanto en ésta las unidades no habían sido reconocidas
como tales. Por ejemplo las palabras cabeza hueca, vista en la primera etapa son solo un
conjunto de garabatos con espacios blancos entre ellos. En la segunda etapa se reconoce
“cabeza” como una unidad de significado distinta a “hueca”. Pero no deben confundirse las
unidades de significado con palabras, aunque en algunos casos coincidan. En una frase más
larga la expresión cabeza hueca se convierte en una unidad de significado indivisible, por
ejemplo en la frase, “Pepe es un cabeza hueca”. En ese caso la unidad de significado
cabeza hueca, es diferente al significado de las palabras cabeza y hueca, tomadas por
separado.
En la tercera etapa empiezan a ocurrir cosas más complejas, que vistas desde las etapas
anteriores parecen bastante extrañas. Aquéllas formas y garabatos, posteriores unidades de
significado, ahora evocan en la conciencia nuevos fenómenos abstractos, cuyo “contenido”
no se encuentra en el mundo perceptible por los sentidos. Tómese otro ejemplo. La
descripción fenomenológica de un animal, no corresponde a la descripción fenomenológica
de la palabra que representa al animal. Piénsese en un gato. Describiéndolo se puede decir
“Veo un animal allí, negro, con la cola enroscada, y ojos amarillos”. Pero describir la
palabra gato como fenómeno es algo totalmente distinto, empezando porque no está
necesariamente refiriéndose a ningún gato que exista como tal. Aún así ese fenómeno
abstracto aparece en la conciencia; esa es la función de la palabra, significar un fenómeno,
pero no, como requisito, uno concreto. El significado de las palabras como fenómenos
pueden ser imaginados, i.e., al leer la palabra gato me imagino al gato Félix, al gato con
botas, o el concepto de gato arquetípico: negro y de ojos amarillos. Resáltese que la calidad
de fenómeno no es asignado por el hecho de que el “contenido” sea un objeto real.
92
La fenomenología está interesada en los fenómenos como aparecen en la conciencia. Por tal razón el mundo
objetivo es puesto entre paréntesis. No puede negarse que los fenómenos son en cuanto están dirigidos a algo
lo que se denomina “contenido”.
30
Ya en la cuarta etapa con todas esas representaciones abstractas de la tercera etapa, se
forma un esquema de los objetos representados, como un esqueleto, una estructura
indeterminada. La conciencia ha hecho mucho entre la primera etapa, en la que las palabras
no son más que garabatos y ruidos, y la cuarta etapa, en la que el texto es una cubeta vacía,
que va a ser llenada de significado, para así ser comprendida en su conjunto. De ese
esqueleto es que parte la concretización. Como se dijo, ahora a ese esqueleto debe dársele
un contenido, debe concretizarse. Pero, ¿hay una forma precisa de hacerlo?. El esqueleto
parece ser un objeto determinado, sin embargo es un recipiente vacío, y como tal se
concretiza de diferentes maneras.
La concretización del texto hecha por un sujeto probablemente no va a coincidir con como
lo haga otro. Al hacer fenomenología dirigida a objetos reales la situación es distinta, el
resultado está atado a una realidad física. Ante cierto fenómeno del “mundo real” puedo
afirmar “la superficie es amarilla y rugosa”, sin embargo ante un texto la situación es otra.
En este escenario la indeterminación parece insuperable, la manera como se concretiza
varía en cada caso.
Una manera didáctica para entender la concretización es recordar esos libros para niños en
los que se dan instrucciones para conectar con un lápiz cada uno de los puntos numerados
en orden en una hoja. Si se siguen las instrucciones al final aparece una figura que no
estaba ahí. Algo similar ocurre cuando se concretiza un texto literario, nada más que la
mayoría de los puntos no están numerados. Parece que la indeterminación es inevitable, sin
embargo el problema no es tan preocupante como parece.
Permítase un ejemplo más. Se tomará una frase de una famosa novela y el nombre propio
con la que empieza, será reemplazada por una X. La frase es la siguiente:
Para entender la frase aislada se tiene que efectuar una serie de suposiciones. X puede ser
una estrella, un faro, una flor, una mujer (madre, hija, amante). Si se reemplazará X por
Lolita la historia es totalmente distinta, y en la medida que se avanza con la lectura de la
novela de Nabokov la indeterminación va desapareciendo.
Más adelante el texto sigue, “Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, un metro cuarenta
y ocho de estatura con pies descalzos. Era Lola con pantalones. Era Dolly en la escuela.
Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos era siempre Lolita”. Como se percata en
la medida que avanza la lectura del texto se encuentran las indicaciones para comprenderlo
mejor. Así la concretización termina siendo menos indeterminada de lo que inicialmente
parecía. Quien después de unas páginas de lectura piense que Lolita es una gata, o la flor
predilecta del escritor ruso, está concretizando de una manera dudosa. Se sabe ahora que
Lo, Lola, Lolita, Dolly y Dolores son la misma persona, que es alguien de baja estatura que
va a la escuela; alguien por quien parece que el narrador siente profundos sentimientos.
Ahora bien, lo anterior no implica que la indeterminación desaparezca del todo. ¿Cuántos
años tiene Lo? ¿es una estudiante o una maestra? ¿Es de tez blanca, tiene pelo corto?
31
Siempre habrá datos irrelevantes, por ejemplo no parece importante determinar si Lolita
tiene calzas en los dientes.93
Con esta aclaración se permite distinguir entre dos tipos de concretizaciones. Un tipo de
concretización que es necesaria para la “correcta” comprensión como entender que Lolita
es un una joven y no un juguete. Y un segundo tipo más libre que funciona junto con la
imaginación del intérprete. Por ejemplo, determinar si Lolita lleva el pelo suelto o recogido,
es fruto de la concretización individual y libre. Esto se puede ver en el siguiente texto,
“Filling in indeterminate places requires creativity and, skill and perspicuity as well.
Moreover, since concretizations are considered the activity of individual readers,
they can be subject to vast variation. Personal experiences, moods, and a whole
array of other concretizations are ever precisely identical, even when they are
product of the same reader”.94
Comprender requiere una concretización por el receptor; llenar los vacíos del esqueleto de
la obra como fenómeno, pero no de una manera caprichosa o indeterminada. ¿Pero quién
sienta los parámetros, el texto, la forma, el receptor?.
No puede perderse de vista que Ingarden era un fenomenólogo. Para él si la crítica literaria
buscaba reconocer las variadas maneras de concretización, era con la intención de saber qué
había detrás de todas ellas, cuál era la estructura-esqueleto compartida por todas, que le
daba la esencia artística al texto. Lo que a Ingarden le hacia pensar que existía una
estructura común a todas las concretizaciones era que a pesar de la indeterminaciones,
siempre se lograban ciertos acuerdos sobre qué obras eran artísticas y cuales no; ello sólo
era posible por el hecho que existía una estructura invariable detrás de la obra. Si se retoma
el ejemplo de la hoja con puntos numerados para ser completados por un niño, Ingarden
creería que se podría reconocer cuáles son los puntos ciertos que siempre están ahí. Estos
puntos, según Ingarden, ya están numerados, y siempre lo van a estar de la misma manera.
Con esto se ve la similitud entre la reducción fenomenológica de Husserl, de ahí que las
críticas aplicadas a éste también sean válidas contra Ingarden.
Aunque con la fenomenología se haya presentado un viraje hacia el sujeto, que reemplaza
al objetivismo, el objetivismo sigue en pie, pues el sujeto es entendido como un sujeto-
trascendental, en el sentido idealista de la palabra, librado de una situación histórica
concreta:
93
Todas las novelas y cuentos pueden servir para este ejemplo. Unos se hacen más evidentes que otros; en
algunos casos al finalizar se ve que la comprensión-concretización era equivocada. Véase el cuento Betsy de
Rubem Fonseca. En la compilación de cuentos: Historias de Amor. Norma, 2002.
94
HOLUB, ob.cit pág. 26
32
“Ingarden thus conceives of his reader as an ideal individual, divorced from and
independent of any larger collectivity. Questions of politics or issues of class are
viewed only as hindrances to concretization and are as unwelcome and avoidable as
inattentiveness to the text”.95
Las teorías sobre la interpretación descritas y analizadas en esta exposición muestran que la
intención del autor es en verdad tan solo un comienzo de todo lo que puede llegar a ser la
interpretación. Se ha mostrado que a partir de las posiciones disidentes del formalismo y de
la fenomenología, la posición formalista ortodoxa es bastante restringida por entender al
significado de los textos como un objeto ahí afuera, cognoscible de la misma forma que si
se tratara de una cosa estudiada por una ciencia física. Cada teoría ha mostrado que el
concepto de interpretación puede tener distintas perspectivas, y que cada perspectiva puede
incluir nuevas y más complejas variables. Todas éstas hacen el concepto de interpretación
más rico e interesante que el que habría si se limitase a una posición romanticista o
formalista. Sirva para ilustrar la siguiente anotación. La fenomenología al indicar que los
objetos son intencionales, hace surgir una perspectiva subjetivista distinta a la objetivista,
ya que los objetos son intencionales de la conciencia de un sujeto que los percibe. En
cuanto a Ingarden su estudio de los textos supera la perspectiva “intrínseca” de éstos.
Partiendo de la concretización, parecen bastante cuestionables las consideraciones de FR y
NC de entender al texto como un todo armonioso y inmaculado.96
En este acápite se mostrará la superación de las posiciones objetivistas y (i.e. FR, NC,
estructuralismo) subjetivistas (i.e. fenomenología, y romanticismo) arriba expuestas. Para
tal propósito se retoma el pensamiento de H. G. Gadamer, el más importante representante
de la hermenéutica contemporánea.
Gadamer, al igual que M. Heidegger, creía que se interpreta partiendo de lo que se es. Esto
por cuanto el estar en el mundo es en todo momento una experiencia lingüística e
histórica.97 En otras palabras, para Gadamer la interpretación no es un asunto
exclusivamente epistemológico, sino también ontológico.98
95
Ibídem, pág. 29.
96
Ibídem, pág. 28.
97
B. WATCHERHAUSER. Getting it Right: Relativism, Realism and Truth, pág. 57. En: R. DOSTAL
(editor). The Cambridge Companion to Gadamer. Cambridge U. Press. 2002, págs. 52-78.
98
Cfr. FIGAL, G. The doing of the thing it self: Hermeneutic ontology of language. En. R. DOSTAL ob. cit.
págs. 102-125.
33
Un intérprete como sujeto histórico está vinculado a su tiempo concreto, no puede
interpretar sin tomar en consideración su realidad lingüística e histórica. A este momento
interpretativo Gadamer lo llamó horizonte interpretativo. Una interpretación consiste en
una fusión de horizontes interpretativos: entre el horizonte del intérprete y la obra
interpretada.
El método científico al que se está haciendo referencia tiene dos implicaciones que generan
preocupación. Primero, hace asumir que mediante su utilización se puede alcanzar la
“verdad” objetiva. Segundo, que la relación sujeto-objeto sólo es epistemológica. Hoy en
día son varias las críticas frente a la posibilidad de alcanzar verdades objetivas, y el hecho
de que exista la dualidad objeto-sujeto, incluso en las ciencias físicas.102 Si el método
científico es problemático en las “ciencia duras”, con más razón lo es su importación a las
ciencias humanas.
99
H. G. GADAMER . Verdad y Método I. Ediciones Sígueme. Salamanca, 2001.
100
Ibíd., pág. 35
101
HOLUB, ob. cit., pág. 37.
102
WATCHERHAUSER. ob. cit. pág. 52. “Hilary Putnam recently reminded us that even terms such as
“electron” can have conceptual history that changes with the historically shifting context of research. What
makes this fact problematic for traditional notions of objectivity is that such notions usually insist that the
objects of research or the referents of terms such as “electron” or “genes” are what they are independent of
our conceptual vocabulary. This creates the expectation that we ought somehow to be able to compare the
adequacy or accuracy of any conceptual vocabulary against the object itself. But if we have no way to locate
such referents independently of those same vocabularies and, moreover, if those vocabularies are subject to
change (even seemingly random and unpredictable change), then where, it is often ask, are we to find the
fixed, concept independent object?”. Se refiere al texto de H. PUTNAM, Realism with a Human Face,
Harvard, 1990.
34
Gadamer no tiene ninguna aspiración en alcanzar algún tipo de verdad científica en la
interpretación, por el contrario, se encuentra mucho más interesado por recalcar el impacto
de los prejuicios en la interpretación. Los prejuicios deben identificarse, pero no por ello se
debe pretender librarse de ellos. Desde la perspectiva de la modernidad los prejuicios se
ponen como obstáculos para conocer el objeto como tal, “verdadero” y “puro”. Gadamer
advierte, que de la misma manera que en la hermenéutica no hay lugar a metodologías, no
existe preocupación en reconocer que el conocimiento es “finito” y limitado.103
Pero se podría decir: “el rechazo por las metodologías, la importancia de los prejuicios, la
finitud del conocimiento, todas parecen más barreras que ayudas para la interpretación.
Entonces, ¿por qué es entonces Gadamer tan importante para la hermenéutica?”. Una
pregunta así parte de una comprensión equivocada de Gadamer. Las supuestas barreras que
se mencionan, más bien, deben ser más bien entendidas como condiciones inexorables para
lograr una mejor interpretación. Partiendo de éstas condiciones Gadamer plantea varios
conceptos que permiten el avance de la comprensión de la actividad interpretativa. A saber:
i) la conciencia de los prejuicios, ii) el círculo hermenéutico, y iii) los horizontes
interpretativos y la efectiva conciencia histórica. En lo que sigue de la exposición se
expondrán en qué consisten éstos conceptos. Antes de tratarlos se verá cómo Gadamer
muestra que entender está compuesto por tres actividades: comprender, explicar, y aplicar.
Después de hacer una crítica al método científico aplicado a las ciencias humanas Gadamer
procede a recompilar la historia de la palabra Verstehen (en español “entender”, en inglés
“understand”). Empieza por mostrar cómo verstehen tiene tres aserciones, pero por alguna
razón dos de ellas se han dejado de usar, haciendo su significado más limitado. Gadamer
está interesado en revivir estas dos aserciones extraviadas, e integrar las tres para hacer una
síntesis del concepto verstehen que comprenda los tres significados.
Actualmente el significado corriente de verstehen coincide con cómo se veía por las teorías
hermenéuticas del Siglo XIX. Verstehen, en este sentido, es ver en los textos con partes
ambiguas las cosas más claras. Esta comprensión aclarativa se logra, en el caso que el
texto tenga partes oscuras, aplicando distintos tipos de metodologías que hacen inteligible
lo que en un principio no se veía.104 (Téngase lo anterior en cuenta para cuando se
expliquen las metodologías interpretativas empleadas en el ordenamiento colombiano).
103
Aunque Gadamer puede parecer un relativista esa no parece ser una buena interpretación de su
pensamiento. No se entrará a defender a Gadamer, in extenso, de las críticas que ha recibido como relativista,
en especial por su defensa a los prejuicios como condiciones a la interpretación. Relativista es aquel que
afirma que toda interpretación es válida, y que por eso no puede ser criticada. Gadamer siempre pensó que
habían mejores interpretaciones que otras: “Gadamer actually showed (…) that our understanding is always
subject to revision when confronted with more convincing evidence and interpretation”. J. GRONDIN.
Gadamer’s Basic Understanding of Understanding. pág. 44. En: DOSTAL (editor) ob. cit. Para Gadamer los
intérpretes inexorablemente están atados a momentos históricos y hacen parte de una tradición (i.e.
comunidades de interpretación, que determinan las maneras como se recolecta información, como se plantean
preguntas relevantes, etc. Los valores de estas comunidades pueden dar parámetros para evaluar cuando una
interpretación es mejor que otra: “(…) a normative tradition not only determines the questions in some sense,
but also plays a substantive role in determining what counts as a good answer to these questions. Such
traditions are normative in that they guide communities of inquiry toward an epistemic ideal, an ideal that is
historically conditioned”. WATCHERHAUSER. ob. cit. pág. 58).
104
GRONDIN. ob.cit. pág. 36.
35
Gadamer al referirse a la hermenéutica clásica explica que en esta “siempre que alguien se
esfuerza por comprender –por ejemplo, respecto de la sagrada Escritura o respecto a los
clásicos- está operando indirectamente una referencia a la verdad que se oculta en el texto y
debe llegar a la luz”.105
Gadamer muestra que verstehen tiene otras dos aserciones: el “subtilitas explicandi”, la
explicación,106 y el “subtilitas applicandi”, la aplicación. Fue en la etapa romanticista,
cuando se equiparó la “comprensión” con la “explicación”, y se perdió de vista la
importancia de la “aplicación”.107 Gadamer explica que al no tomarse en cuenta la
“aplicación” como un requisito para el verstehen, la comprensión se torna
descontextualizada y vacía. En palabras de Gadamer: “[E]l texto (…) debe ser comprendido
en cada momento y en cada situación concreta de una manera nueva y distinta. Comprender
es siempre también aplicar”.108
Pero si una mejor interpretación requiere su aplicación a algo concreto no puede negarse,
entonces, su atadura al momento histórico en el que se interpreta. Por eso para Gadamer la
interpretación es un acontecer histórico; pero no en el sentido historicista del romanticismo,
en que, como se anotó arriba, si interpretaba viajando al pasado, como en una máquina del
tiempo, que además borrara la memoria. Con esto no se quiere decir que el “pasado” haya
perdido importancia para la hermenéutica gadameriana, es innegable que todo texto tiene
un origen en un momento histórico concreto. Lo que resulta equivocado es que el pasado
sea tomado como único elemento para la interpretación.
“when our historical consciousness places itself within historical horizons, this does
not entail passing, into alien worlds unconnected in any way with our own, but
105
GADAMER. ob. cit. pág. 239. Gadamer se está refiriendo a la hermenéutica universal de Schleiermacher.
106
La traducción al español de Verdad y Método traduce “subtilitas explicandi” como “interpretación”, en las
traducciones al ingles lo traducen por “explication”.
107
GADAMER. ob. cit. pág. 378.
108
Ibídem, pág. 380. Gadamer crítica las carencias de la interpretación filológica, y la complementa con lo
que se hacía en el campo jurídico y de la teología antes del romanticismo.
109
GADAMER. ob. cit. pág. 414.
36
together they constitute the one great horizon that moves from within and, beyond
the frontiers of the present, embraces the historical depths of our self-
consciousness. It is, in fact, a single horizon that embraces everything contained in
historical consciousness”.110
Para Gadamer, como ya se mencionó es un error que los prejuicios se vean como algo
necesariamente negativo e indeseable. Gadamer muestra que el responsable de tal
presunción equivocada es el método científico de modernidad aplicado a las ciencias
humanas, el cual desvalora al prejuicio como un obstáculo a la objetividad y al verdadero
conocimiento. Pero la realidad es otra: los prejuicios son requisitos imprescindibles para la
interpretación. El pensamiento hermenéutico a través de los prejuicios toma en cuenta su
finitud histórica: “It is only a proper hermeneutics when it demonstrates the effectivity of
history within understanding itself ”.111
El tema de los prejuicios presenta algunos interrogantes. ¿Pueden reconocerse como buenos
todos los prejuicios?. Y si es así, ¿cómo identificarlos?. Gadamer reconoce la distinción
entre “the true prejudices, by which we understand, from the false ones, by which we
misunderstand”.112 Sin embargo no elabora una iniciativa propositiva sobre cómo podrían
reconocerse.
La crítica al identificar este vacío en la hermenéutica, advierte que los prejuicios negativos
en la medida que se arraigan entorpecen la interpretación, haciéndola cerrada, inclusive
tozuda. Algo que va en contravía de lo que Gadamer aspira. En cuanto al tema de los
prejuicios se han presentado también críticas a la hermenéutica por defender el
relativismo.113 Ante la crítica Gadamer responde, evitando incurrir en una metodología, que
la existencia de los prejuicios negativos debe ser superada ya que: “our understanding is
always subject to revisions when confronted with more convincing evidence and
interpretations”.114 Estas revisiones van mejorando con el transcurso del tiempo. “Often it is
through experience and time that we come to recognize what is appropriate and what is
not”.115 Y esto solo es posible con el paso del tiempo.
110
GADAMER. Truth and Method. Continuum, 1975. pág. 271. Citado por HOLUB, ob. cit., pág. 42.
111
HOLUB. ob. cit. pág. 41.
112
GADAMER, Truth and Method, ob. cit. pág. 298-299
113
Una de las críticas proviene de Claus von Bormann. Este pregunta a Gadamer, “Is it not the case that this
finitude, more often than not, leads less to the openness to new experience than to the stubborn reaffirmation
of one’s own prejudices?”. Citado por GRONDIN, ob. cit. pág. 45.
114
GRONDIN. ob. cit. pág. 44.
115
Ibídem, pág. 44.
37
El círculo hermenéutico
Por último, y relacionado con el tema de los prejuicios, falta exponer el círculo
hermenéutico. Gadamer no es el primero en proponer un círculo hermenéutico, Heidegger
también había planteado uno, y en la historia de la filosofía se han empleado diferentes
círculos hermenéuticos. Gadamer menciona que este concepto proviene de la retórica
antigua, en ésta el círculo se relacionaba con cómo el texto debe pretender articular las
partes con el todo. Más adelante el círculo fue empleado en la fenomenología, “to describe
the to-and-fro motion of any attempt at understanding, from the parts to the whole and from
the whole back to the parts”.116 El círculo hermenéutico de Gadamer no es del todo
diferente a los demás. Con éste Gadamer da nombre al constante proceso, “that consists of
the revision of the anticipations of understanding in light of a better and more cogent
understanding of the whole”.117 A pesar de las similitudes entre el círculo hermenéutico de
Gadamer, con el círculo hermenéutico tradicional (el de la conciliación del todo con las
partes), el de Gadamer es original y distinto a los demás.
116
Ibídem, pág. 47.
117
Ibídem, pág. 47.
38
3b) Teoría de la recepción
Interesa mostrar a la teoría de la recepción por dos razones: primero porque sintetiza todo
lo que se ha visto sobre interpretación en el siglo XX, y segundo porque, al igual que la
hermenéutica, presenta la superación de la dicotomía objetivismo-subjetivismo. Dado que
ya existe cierto acercamiento con Stanley Fish, se expondrá su posición, en especial a lo
referido a la superación de la dicotomía.
Como ya se ha hecho en otros capítulos para explicar algunos temas se empezará con una
cita. Esta fue tomada de la introducción del libro de Stanley Fish, Is there a Text in this
Class? Authority in Interpretive Communities.120
Fish está diciendo que quien da la forma al texto es el lector con sus estrategias
interpretativas. Sin saber que se quiere decir con ‘estrategias’ fácilmente se podría pensar
que Fish se está refiriendo a los antojos y caprichos del intérprete, que quiere poner al texto
a decir lo que mejor le parezca. Retomando la definición de Abbagnano, una posición así
puede ser entendida como la reafirmación del subjetivismo individual, en el que la validez
interpretativa es relativa a cada individuo.
Sin embargo, Fish ha insistido en que nada se aleja más de su posición que aquella. Para
Fish hacer clasificaciones en los polos extremos: subjetivista/objetivista, es un error. Para
este autor es innegable que es el lector quien interpreta, pero no en un sentido subjetivista.
118
FISH, S. Is there a Text in This Class? The Authority of Interpretive Communities. HARVARD, 1980.
pág.17
119
Cfr. HOLUB, R. ob. Cit . págs. xi- xiv
120
FISH, S. (1980) ob. cit,. pág. 13.
39
Lo que debe hacer es poner énfasis en el proceso interpretativo y el contexto en el que se
sitúa la interpretación.
“At this point it looks as if the text is about to be dislodged as a centre of authority
in favour of the reader whose interpretative strategies make it; but I forestall this
conclusion by arguing that strategies in question are not his in the sense that would
make him an independent agent. Rather, they proceed not from him but from the
interpretive community of which he is a member; they are in effect community
property and in so far as they at once enable and limit the operations of his
consciousness, his is too. (…) Indeed it is interpretive communities, rather than
either the text or the reader that produce meanings (…)”.121
Las dudas que se presentaban para catalogar a Fish como un relativista quedaron resueltas,
con la presentación del concepto de interpretive community. Esta es la fuerza coercitiva que
une la interpretación, y no permite la primacía de las preferencias individuales.
Las exposiciones que se ha hecho hasta este punto, vistas desde la autoridad de las
comunidades interpretativas a su interior, permiten entender que algunas de las
preocupaciones de los movimientos objetivistas y subjetivistas, en cuanto a la
indeterminación, pueden resolverse sin necesidad de que se propongan falsas metodologías,
o asumir que el significado de los textos son objetos que existen en el mundo de la misma
forma como el papel en el que están escritos.
Por ejemplo, el temor de los formalistas es que el receptor, al liberarse de las estructuras
formales del texto, quiebre todo orden y haga de la interpretación algo anárquico y relativo,
impidiendo que existan unos criterios objetivos del arte. Sin embargo, estaban
desconociendo que el receptor no es un agente independiente que pueda hacer con el texto
lo que se le antoje, pues se encuentra mediado por la autoridad de la comunidad
interpretativa a la que pertenece.
¿Por qué una pintura fluorescente de una sopa enlatada de marca Campbell’s o un orinal
invertido no alcanzaron el status de arte en el siglo XIX? Probablemente en ese momento
para las comunidades receptoras esas formas no se consideraban arte. Pero por eso, acaso
¿no podrían ser nunca consideradas obras de arte?. En el Siglo XX cuando A. Warhol y M.
Duchamp elaboraron estas piezas fueron interpretadas por algunas comunidades como
obras de arte revolucionarias. Algo que no fue precisamente porque su forma manifestara
un extrañamiento de las formas, tuviera una forma inmutable, estuviera enmarcada en una
estructura, o reflejara la genialidad de un autor, sino porque la comunidad artística a las que
pertenecían compartían un consenso sobre qué piezas eran consideradas artísticas. En
síntesis, el concepto de comunidad le da un giro casi sociológico a la interpretación, que
como se pudo ver no corresponde ni al genio, ni a la forma, ni a la estructura.
Algo muy similar a lo que sucede con las obras de arte, ocurre con la interpretación de los
textos. ¿Por qué se interpretan de tal o cual manera? Fish da un ejemplo con la frase is there
121
Ibídem. págs. 13-14.
40
a text in this class? en su ensayo titulado con el mismo nombre.122 A un colega suyo de la
universidad en el primer día de clases uno de sus alumnas le preguntó, Profesor, ¿hay
textos en esta clase?. El colega de Fish con toda naturalidad respondió, “por supuesto
seguiremos la antología Norton de Literatura”. Pero no se había respondido lo preguntado,
y la estudiante dijo, “No, no me refiero a eso, quiero decir que si en esta clase creemos que
existen los poemas o cosas así, o solo estamos nosotros?”. El profesor que está enterado de
la teoría literaria que se enseñaba en su universidad comprendió a que se estaba refiriendo.
Para alguien totalmente ajeno al mundo universitario, la frase habría podido tomar un
sentido bastante diferente, y ante la pregunta respondería, ¿y cómo voy a saber yo,
cuéntelos usted?. Y si alguien hubiera entrado corriendo al mismo salón y hubiera
preguntado, “Hay algún texto en esta clase?”, los que están adentro hubieran habrían
interpretado algo similar a “¿Alguien ha visto un texto que olvidé?”.
Fish demuestra que la misma frase puede tener varios significados, y no es porque sea una
frase ambigua. Su significado no se va a alcanzar porque existan unas reglas intrínsecas que
las hagan comprensibles, o exista algo así como una interpretación literal u obvia, inscrita
en el texto. Es porque las actividades interpretativas se surten en contextos, y porque la
manera y el lugar en que se sitúan permiten entenderlas. Al respecto Fish explica como una
frase se entiende de una manera u otra, no porque el significado se encuentre ahí dentro del
texto y que tenga que ser aclarado de alguna manera. “Because both my colleague and his
students are situated in that institution, their interpretive activities are not free, but what
constrains them are the understood practices and assumptions of the institution and not the
rules and fixed meanings of the language system”.123
No debe dejarse de mencionar que hay críticas a Fish que lo acusan de ser conservador. En
todo caso Fish reconoce su posición no es la última palabra, ni el fin de la historia de la
teoría literaria. Con estas más que estar en lo cierto o no, le preocupa hacerlas persuasivas
dentro de la comunidad interpretativa a la que pertenece “[…] having redefined the activity
of criticism so that it was no longer a matter of demonstration but a matter of
persuasion124.”
Uno de los variados aportes que se encuentran en el debate Fish-Dworkin, como se explicó
en la Parte II, es clasificar los tipos de interpretación en la literatura y el derecho de la
misma manera. Esta además coincide con el perenne debate de la filosofía: objetivismo
122
FISH, (1980). ob. cit. págs. 305-321
123
FISH, (1980). ob. Cit. pág. 306.
124
Ibídem. pág. 17.
41
versus subjetivismo. Sin embargo, no son las dos únicas y puede incluirse en la
clasificación la posición interesada en superar la dualidad objetivismo-subjetivismo (la
teoría de la recepción y la hermenéutica contemporánea). Como todas las clasificaciones,
éstas presentan defectos y desventajas; sin embargo a nivel introductorio son útiles para dar
un mapa general del asunto que se está tratando. Partiendo se éstas clasificaciones se
mostró parte de la historia de la teoría literaria en el Siglo XX, haciendo énfasis en la
interpretación.
Se inició la exposición con la primera posición teórica objetivista del Siglo XX, el
formalismo ruso. La revolución formalista desvió el punto de atención de la interpretación
literaria, antes interesada en reconocer ‘dentro’ de la obra el reflejo del genio del creador,
hacia la forma especial del texto mismo, aislada de todo contexto. Los formalistas, por eso,
prestaron poca atención a dos cosas, por un lado, a la creación de la obra, y por el otro, a la
recepción. Su enfoque en el texto como objeto consistía en estudiarlo y conocerlo como un
producto final (un resultado), al que tenía que reconocérsele la unidad y la armonía que
siempre había estado ahí. Por tal razón no se prestaba atención al genio del creador, ni el
papel de quien la interpretó. Dentro de la clasificación formalista, para vincular el debate
con la comunidad anglosajona, también se muestran Scrutiny, New Criticism, y sus
antecedentes.
Ahora, ¿qué tiene que ver la historia de la literatura con la interpretación en derecho?. Una
manera de justificar el contenido de este capítulo es plantear un contraste entre la historia
de la teoría literaria y de la conciencia jurídica local. Al revisar los intereses del formalismo
jurídico125 y compararlos con los del formalismo literario la similitud se destaca. Ambos
son posteriores a la época romántica, y coinciden en defender la coherencia y la unidad de
los textos; el formalismo literario con respecto a las obras de arte (artísticas en si misma,
gracias a su forma artística invariable); y el formalismo jurídico frente a las normas
positivas que conformaban al sistema normativo.126 Incluso, la semejanza de la historia de
la teoría literaria y la jurídica no inicia con el formalismo.127 En el contexto colombiano las
posiciones pre-formalistas se fundamentaban en teorías provenientes de la época romántica:
125
El ‘formalismo jurídico’ tiene varias aserciones. Algunos elementos de la exégesis francesa pueden ser
clasificados como formalistas. Con las mismas las palabras, pero con un sentido distinto, se ha hecho
referencia a la propuesta de Kelsen en la Teoría Pura del Derecho. Ya que con el término formalismo se está
mostrando el rechazo al romanticismo, el sentido en que se emplea en este escrito hace referencia al
formalismo defendido por una teoría pura del derecho, en el que la interpretación de la norma es algo
irrelevante, siendo el derecho un producto terminado.
126
De igual manera el formalismo literario superaba la indeterminación de conceptos como ‘voluntad
creadora’, ‘genio’, ‘ímpetu’, ‘vida’. El formalismo jurídico kelseniano, dejaba de lado concepto como:
espíritu del pueblo (Volkgeist), metodologías interpretativas, etc..
127
BASTIDA FREIXEDO, X. El Silencio del Emperador: Un ensayo sobre la unidad del ordenamiento
jurídico. Universidad Nacional de Colombia, 2001 págs. 36-58
42
la exégesis, la escuela histórica y la jurisprudencia de conceptos.128 Para la escuela histórica
y la exégesis francesa, ya que el derecho era creado por la voluntad del espíritu del pueblo,
la interpretación de la norma requería que se encontrara voluntad del legislador,
representante del pueblo, inscrita en la norma (Volkgeist). La concepción romántica de la
interpretación en la literatura coincidía con el del derecho en que interpretar requería
descubrir la voluntad del creador de la obra o de la ley.
Ahora bien, para llegar a estas conclusiones tendría que tratarse la historia de la conciencia
jurídica local de la misma manera como se hizo en este capítulo con la teoría literaria. Pero
parte de esto ya se ha hecho en La teoría impura del Derecho de López y por eso en esta
investigación no se hará un recopilación histórica en ese campo. Más bien, se tiene interés
en comparar el concepto actual de la interpretación jurídica en Colombia con lo que se
expuso en esta parte. Al hacer una comparación se identifica una convergencia en la
aplicación de la interpretación romántica y sus metodologías; sin embargo, a diferencia de
la literatura, donde dichas metodologías se abandonaron hace más de un siglo, en derecho
se mantuvieron. La teoría literaria no se estancó ni en la posición romántica, ni en la
formalista. De hecho, el debate superó al objetivismo y al subjetivismo, llegando inclusive
a superar la dualidad en la interpretación.
128
LOPEZ MEDINA, ob. cit.
129
Desde comienzos del siglo XX, cuando Beardsley y Wimsatt publicaron el famoso ensayo The intentional
fallacy , pueden evidenciarse estos progresos .Cfr. BEARDSLEY, M.C y WIMSATT, W.K ob. cit. The
intentional fallacy. Critical Theory since Plato. ADAMS, H (editor) Harcourt Brace Jovanovich, 1992. págs.
1005-1021. Referencia tomada de BINDER, G. ob. cit. pág. 10. Cita # 20.
43
PARTE IV
Al revisar los comentarios que M.G. Monroy Cabra 131 realiza a las normas de
interpretación en Colombia, y compararlos con lo que se vio en el capítulo anterior sobre
teoría literaria, se concluye que en este aspecto la conciencia jurídica local se encuentra
atrasada. La selección del libro de Monroy se debe a que es el único producido en el ámbito
local en materia de introducción al derecho.132
El desarrollo está basado en varios conceptos propuestos por D. López Medina (en adelante
LM). Estos resultan de gran utilidad para delimitar el rango de alcance de lo que se ha
llamado “positivismo” en el ámbito local. Por razones de pertinencia y de espacio, no se
hará un resumen explicativo de la propuesta teórica de LM, salvo por la escueta explicación
del concepto de la recepción académica y de la recepción pop. Otros conceptos importantes
130
LEYH, G (ed.) . Legal Hermeneutics: History, Theory and Practice. University of California Press. 1992.
pág. xii.
131
MONROY CABRA. Introducción al Derecho. Duodécima edición. Temis, 2001.
132
Esta muestra es insuficiente para generalizarla a la conciencia jurídica local. Para que esta conclusión sea
contundente debe hacerse una investigación jurisprudencial, identificando el comportamiento de las Altas
Corporaciones del derecho local con respecto a la interpretación, tema que sobrepasa a la investigación.
133
LOPEZ MEDINA, D.E. ob. cit.
44
como transmutación, se supondrán previamente entendidos. Para su mejor comprensión
resulta útil cierta familiaridad del lector con la teoría de LM.
En Colombia, como lo afirma López Medina, podría hablarse de una recepción teórica, o
académica del positivismo jurídico, y de una recepción pop. El primer tipo de recepción, el
estudiado en entornos académicos, busca aproximarse a la versión de positivismo que
“comparten los demás académicos en otras partes del mundo”.134 El segundo tipo de
recepción, es una versión local no académica, con ningún interés especial por
contextualizar sus interpretaciones con lo que pueda significar la teoría en el lugar en que
se produjo; se interesa, más bien, en legitimar las teorías, aceptadas por los abogados
practicantes (famosos litigantes, doctrinantes, y profesores de cátedra), que ya existen en la
comunidad.
Para entender la conciencia jurídica actual, denominada neoclásica, deben conocerse las
conciencias predecesoras que permitieron su consolidación. En el contexto jurídico
colombiano ésta historia comienza con la conciencia jurídica clásica. Según LM, ésta
consiste en la recepción-transmutación de las teorías de la exégesis francesa y la
jurisprudencia de conceptos alemana en el último cuarto del Siglo XIX. La tradición clásica
perduró hasta 1916 y entró en crisis hasta 1940. Había sido cuando se interrumpida por una
corriente de anti-formalismo jurídico proveniente de Francia (uno de los centros
transnacionales de producción teórica más influyentes en el país).135
En esta crisis, con la aparición de la Teoría Pura del Derecho de H. Kelsen, que algunas
décadas atrás había estado de moda en el continente europeo, se logra revivir la conciencia
jurídica clásica. La Teoría Pura le brindó una fuerza renovadora a la tradición de la
exégesis y la jurisprudencia de conceptos. La recepción de la obra de Kelsen se consolidó a
través de una recepción pop, de la misma manera que a finales del Siglo XIX la conciencia
clásica se había consolidado. Como indica LM:
“El kelsenismo era entonces considerado como una teoría contemporánea del
derecho, creado en los altos círculos de la teoría transnacional del derecho que vino
a confirmar en el ámbito local la veracidad y la corrección de la mayoría de los
antiguos dogmas formalistas que hacían parte del credo clásico; y, más importante
aún, le dio a dichos elementos un tratamiento más riguroso y más sistemático”.136
Para el positivismo pop importaba poco que su versión del positivismo kelseniano no
equivaliera en “realidad” con el corpus de la obra de Kelsen. Como lo muestra la cita los
134
Ibidem, pág. 346.
135
Cfr. LOPEZ. Ob. cit. Capítulo 4. Los tiempos modernos: Anti-formalismo jurídico para una época
convulsionada (1916-1940).
136
Ibidem, pág. 344.
45
aportes de Kelsen consistían en brindar una apariencia de rigurosidad y teoría sistemática.
Los demás aspectos de la teoría “verdadera” de Kelsen no eran interesantes, y se podían
desechar los puntos de la teoría pura que fueran incordios con los intereses de la versión
vernácula del positivismo, que se conformaba como una nueva conciencia clásica.
Se anotó que la conciencia neo-clásica está compuesta por varios pilares: conceptualismo,
historicismo, exégesis, y teoría pura kelseniana. Ante esto, si se pregunta en qué consiste
teóricamente la conciencia teórica local, se tendría que dar una inconexa y enmarañada lista
de distintas teorías del derecho.
A pesar de las desventajas que ésta amalgama teórica tiene para que la conciencia
neoclásica fuera una consistente, como beneficio, le otorga cierta inmunidad frente a la
crítica, en la medida que le dificulta el trabajo. Si la crítica se dirige sólo a uno de los
pilares, dígase al pensamiento de Kelsen, la respuesta puede surgir de cualquiera de los
restantes haciendo pensar que el parapeto de la conciencia local positivista es
infranqueable. Ahora, se harán algunas aclaraciones teóricas sobre el concepto de
interpretación que se encuentra la versión local del positivismo.
Debe aclararse, para empezar, que referirse a una‘posición teórica’ de la conciencia neo-
clásica es paradójico, debido a su reluctancia y rechazo frente a la teoría en general.138 Ya
que la conciencia jurídica neo-clásica está ligada con la práctica del derecho, en razón a ello
la comunidad local ha decidido que los problemas teóricos no surten ningún efecto en
contra suya.
137
En cualquier caso, no se debe desconocer que la recepción de nuevas teorías pueda ocurrir de nuevo. La
conciencia jurídica local podría devenir en una nueva, que modernice a la conciencia neo-clásica, de la misma
manera que en su momento hizo con Kelsen. En centros de producción transnacional teórica han aparecido
nuevas tendencias de positivismo. Aunque de entrada no tengan mucha similitud con la conciencia neo-
clásica, podrían ser recepcionados de la misma manera como se recepcionó a Kelsen. En otras palabras la
continuidad de la tradición jurídica local, que se ha logrado gracias a las más extravagantes transmutaciones,
con seguridad no van dejar de ocurrir. Algo que todavía está por verse con el Concepto de Derecho de Hart,
traducido en Argentina al español por G. Carrió en 1963.
138
Algo que resulta sorprendente, pues aunque lo niegue efectivamente tiene orígenes teóricos, aunque sean
de hace 125 años.
46
Desde esa óptica todo intento de crítica es un enredo ampuloso cuya solución no presenta
ningún aporte para el ejercicio del derecho. Logra así delinear una frontera entre práctica y
teoría, adoptando una posición indiferente frente a la crítica y la academia. El argumento
anterior es confirmado y ampliado por LM:
“El clasicismo, unido ahora a la recepción pop de la teoría de Hans Kelsen, acepta
confiadamente la idea según la cual esta mezcla puede ser considerada como una
exposición correcta y quizás definitiva de lo que es el derecho, sin tener que dar
cuenta de múltiples fenómenos que no necesariamente quedaban bien explicados
dentro de sus estructuras. Este neoclasicismo contiene dentro de sí el conjunto de
presupuestos más difundidos en la cultura local acerca de lo que es el derecho sin
que sea necesario, al mismo tiempo, desarrollar una iusteoría más compleja o
crítica. Los estudiantes, conforman así su concepto del derecho a partir de los
presupuestos de la doctrina neoclásica; las reflexiones explícitas de filosofía del
derecho resultaban siendo demasiado marginales o esotéricas como para que, de
hecho, pudieran hacer algún contrapeso al concepto hegemónico que se distribuía
sottovoce en la doctrina dominante.”(…) [Se llega] “incluso a manifestar una
inclinación antiintelectual y anti-teórica: es como si el kelsianismo hubiese resuelto
definitivamente la cuestiones más apremiantes de la teoría del derecho en relativa
concordancia con la ideas provenientes de la tradición clásica”.
“El propósito de Kelsen es construir una teoría pura del Derecho, es decir, una
teoría descontaminada de cualquier influencia exterior al propio Derecho, bien
provenga del campo de la moral, bien de la sociología o de la psicología.(…) Dicho
139
“Anyone who peruses Kelsen's Pure Theory of Law expecting to find a full-blown philosophical analysis
of legal interpretation is bound to be disappointed, at least at first glance. Legal interpretation plays a
relatively modest role in the framework of the Pure Theory, and the focus of Kelsen's analysis is extremely
narrow. His approach is largely determined by an uncompromising rejection of the view that the methods of
legal interpretation lead to "one right answer."”. LINDAHL, H. Dialectic and revolution: confronting Kelsen
and Gadamer on legal interpretation . En: Cardozo Law Review. January, 2003.
47
en otros términos, la ciencia del Derecho debe describir los distintos significados de
la norma, pero no prescribirlos; no puede extralimitar sus funciones excluyendo
algunas interpretaciones y privilegiando otras”.140
Eso no quiere decir que Kelsen pensara que la interpretación no tuviera importancia, eso no
se puede saber. “Se ha dicho que (…) puede considerarse a la interpretación como un tema
marginal en la obra kelseniana y que (…) al mismo tiempo ha sido también clasificada
como el aspecto más deficiente de su teoría. (…) En la segunda edición [se refiere a la
Teoría Pura], el capítulo sobre la interpretación jurídica está situado justo al final del libro;
ubicación que, al menos en apariencia, parece causada por considerar al tema como
marginal, e incluso desconectado de, por ejemplo, la sistematización que Kelsen realiza, en
esta misma edición, entre los aspectos dinámicos y los estáticos de la teoría del
Derecho”.141 En razón a lo anterior decir que Kelsen tiene una teoría sobre la interpretación
no es apropiado. El juez resuelve el caso aplicando la norma, el proceso no es importante;
la interpretación que haya hecho, si hubo lugar a ella, es insignificante pues puede tener
aspectos políticos o psicológicos, o cualquier otro tipo de filtraciones ajenos a la teoría
pura. Visto así, no hay lugar para hablar de la interpretación de una manera detallada desde
la Teoría Pura. Para el sistema de derecho lo que en verdad importa es que el caso se
resuelva, con la norma pertinente a los hechos. La finalidad de la adjudicación es resolver,
dar un resultado, el procedimiento no interesa.
Es increíble ver cómo la conciencia local asume muchas cosas alrededor de Kelsen, que no
son verdaderas.142 Kelsen hablaba de la voluntad del sistema, no hablaba de la
interpretación ni del proceso. Esto es claro en la Teoría Pura de Kelsen, en donde “reduce
la interpretación ⎯la interpretación judicial⎯ a un acto de voluntad, (…) lo que a él le
importa no es el proceso de la interpretación, sino el resultado; y de ahí que la
interpretación, en definitiva, no pueda considerarse como un tema de especial relevancia
para la teoría pura”.143 144
140
I. LIFANTE. La interpretación jurídica en el la teoría del derecho contemporánea. Centro de Estudios
Constitucionales, 1999. pág. 52.
141
Ibid. Pág. 53.
142
Es posible que las transmutaciones de Kelsen no sólo se presenten en comunidades periféricas como la
colombiana. Existen misreadings de Kelsen alrededor del mundo, inclusive en Alemania. Estas al llegar a
nuestro escenario, reafirman las confusiones aquí existentes. Cfr. WALTER, Robert. La doctrina del
Derecho de Hans Kelsen. Universidad Externado, 1999. págs. 61-63. En este libro dedicado a la obra de
Kelsen, en el capítulo Doctrina de la Interpretación, se mencionan las metodologías decimonónicas de la
interpretación, algo que Kelsen no trató en su Teoría Pura. Que Kelsen haya mantenido silencio al respecto
no puede interpretarse como que aprobara las metodologías interpretativas románticas.
143
ATIENZA, M. En: LIFANTE VIDAL, I. ob. cit. pág. 18.
144
Otras teorías positivistas, que no hacen parte de nuestra tradición, no se tratarán en texto principal. El
positivismo anglosajón es un ejemplo. Esta perspectiva ha explicado cómo la aplicación de las normas es un
asunto semántico. El significado de las normas es algo que se sabe por una convención social que determina
qué quiere decir la norma en determinada situación; y por lo tanto, estando claro el significado de la norma su
aplicación al caso concreto no es problemática. Cuando se presentan complicaciones, algo producido por la
textura abierta, el significado se estipula habiendo lugar a la discrecionalidad. Estas complicaciones
permiten clasificar la adjudicación entre casos fáciles y casos difíciles. En estos hay lugar a la interpretación.
Sin embargo, una posición semántica diría que no pasa algo así. Cuando los jueces dicen que están
interpretando en realidad lo que están haciendo es inventar o estipular un nuevo significado que la norma no
tenía antes. Cfr. MENDONCA, D. Las claves del derecho. Gedisa, 2000. “la tarea de interpretar consiste en
48
En resumen, tal como se detalla, Kelsen no propuso metodologías de interpretación, pues
estás eran ajenas a una ciencia del derecho, que describe lo que es el derecho, no lo que
debe ser, o que se piensa que debería ser.145
49
precedida por la frase “ese autor formula las siguientes conclusiones”.150 Este extracto
ejemplifica a lo que se está haciendo referencia:
“En 1933, Joaquín Dualde publicó un libro titulado Una revolución en la lógica del
derecho (concepto de la interpretación del derecho privado).151 Ese autor formula
las siguientes conclusiones: 1ª. La interpretación como método lógico está afectada
por las taras hereditarias de un estado mental anterior al nuestro. (…) 10ª. El
legislador, preponderantemente, es una voluntad en su mayor parte inconsciente.
(…) 13ª. El sentimiento es unos de los factores causales de la ley, olvidarlo es
deformarla; tal vez llevarla a la monstruosidad”.152
La preocupación, sin embargo, no sólo surge en las incoherencias en las que se funda ésta
conciencia, sino en las consecuencias que tiene en la práctica del derecho. No se pierda de
vista que Hermenéutica Jurídica fue un curso de formación de jueces, probablemente esté
en las estanterías de los Despachos y su contenido debe verse reflejado en providencias
dictadas, aquí y allá, en diferentes circuitos judiciales del país.
150
Ibídem. pág. 245.
151
J. DUALDE. Una revolución en la lógica del derecho. Librería Bosch, 1933. págs. 306 y ss. Citado por
MONROY, ibídem. pág. 245.
152
MONROY, ibídem. pág. 248.
153
GOMEZ J.J. Citado por F. GOMEZ MEJIA. La interpretación del derecho. Ediciones Ananke, 1979. pág.
178
50
En el ordenamiento colombiano las metodologías de interpretación ser recogen en el
capítulo IV título preliminar del Código Civil, artículos 25 al 32.154 Estas normas, como
acierta Monroy,155 coinciden con los métodos interpretativos de Savigny: el gramatical, el
lógico, el histórico, y el sistemático.156 A estas metodologías se le agregan los principios
establecidos en la Ley 153 de 1887, artículos 4, 5, 8 y 13.157
Artículo 28: Las palabras se entenderán en su sentido natural y obvio, según el uso
general de las mismas palabras; pero cuando el legislador las haya defendido
expresamente para ciertas materias, se les dará su significado legal.
Artículo 30: El contexto de la ley servirá para ilustrar el sentido de cada una de sus
partes, de manera que haya entre todas ellas la debida correspondencia y armonía.
Los pasajes oscuros de una ley pueden ser ilustrados por medio de otras leyes,
particularmente si versan sobre el mismo asunto.
Artículo 32: En los casos a que no pudieren aplicarse las reglas de interpretación
anteriores, se interpretarán los pasajes oscuros o contradictorios del modo que más
conforme parezca al espíritu general de la ley.
154
Cfr. F. GOMEZ MEJIA. ob.cit. pág. 170El contenido de esta normatividad se vislumbraba en el proyecto
del código de A. Bello, aprobado en Chile en 1855, adoptado por Colombia en 1973, y anteriormente, en
1858, por el estado de Santander.
155
MONROY ob. cit. pág 290.
156
LARENZ, K. Metodología de la Ciencia del Derecho. Ariel, 1994. págs. 32-38.
157
Para un desarrollo de la historia de la consolidación de la exégesis en la conciencia jurídica local Cfr.
LOPEZ, ob. cit. págs. 188-204.
158
MONROY CABRA, M.G. (2001). ob. cit.,. págs. 352-372.
51
Monroy, en cuanto a los métodos de interpretación, basa su exposición en las normas
positivas encontradas en el Código Civil, y no hace ningún aporte al respecto; por el
contrario, las presenta con más ambages y confusiones, que el mismo tenor enredado de las
normas.
Esta metodología gramatical, de acuerdo con el artículo 31, parece tener jerarquía frente a
las demás, pues, independientemente de las consecuencias de la norma debe dársele
prevalencia al “sentido genuino”.
En el segundo inciso del artículo 27, se introduce una sofisticación al tema, al hablar de la
intención o espíritu de la ley. A esta metodología se le ha denominada interpretación
histórica. El artículo 5 de la Ley 183, también menciona a esta metodología, dando a la
hermenéutica y a la crítica la tarea de “fijar el pensamiento del legislador y aclarar o
armonizar disposiciones legales oscuras o incongruentes”. Esta tesis, como se puede
contrastar con la parte III, es la que corresponde con la hermenéutica romántica, que tantas
críticas recibió durante el Siglo XX por la teoría literaria.
Todas las metodologías tienen en común la convicción de que mediante ellas se alcanza un
significado que siempre estuvo allí pero no se había visto, lo que se llamó sentido genuino;
como si con las metodologías se aclarará la oscuridad, de la manera que ocurre cuando se
enciende una luz en la penumbra, post tenebras spero lucem. Es interesante hacer notar,
como el artículo 31 manifiesta, la creencia en la existencia de sentido verdadero, original de
la normas.
52
Con éstas líneas quedan básicamente expuestas las normas de interpretación en Colombia.
Alguien renuente a su presentación podría reclamar que estas metodologías están en
desuso, pero la inclusión de estas en un libro de doctrina tan divulgado como el de Monroy
en el 2001, seriamente permiten pensar que siguen vigentes en la conciencia jurídica
vernácula.159
Hay otras normas vinculadas con la interpretación pero que no tratan directamente del
tema, se ocupan más de la integración, de la coherencia del sistema,160 y de la plenitud del
orden jurídico, como lo llama Monroy.161 Este trabajo no se extenderá hasta ese tema, en
primer lugar porque no cambia la situación que ya quedó evidenciada en éste acápite, sobre
la atrasada concepción de la interpretación en el ordenamiento; y segundo, porque alargaría
la exposición hacia temas extensos como las fuentes del derecho y la integración, que se
desvían del foco de interés de éste trabajo, y que han sido rigurosamente expuestos por LM.
D. Resumen
159
En la parte final del capítulo Monroy incluye un acápite llamado Reglas generales del Derecho según la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia. En este punto, sobre el enriquecimiento sin justa causa,
enumera algunos principios del derecho romano, transcribe unos artículos del código civil, y cita alguna
jurisprudencia y doctrina extranjera. No queda claro en dónde quedaron las metodologías que expuso en las
páginas anteriores.
160
Todos estos asuntos inexorablemente conducen a temas como las fuentes del derecho, y su jerarquía.
Términos relacionados con este asunto son la aplicación de las analogías y las reglas de solución de
antinomias: Ley especial deroga a la general, Ley superior deroga a la inferior, Ley posterior deroga la
anterior.
161
MONROY. (2001) ob. cit. pág 336.
162
GOMEZ MEJIA. ob. cit. pág. 170
163
Queda sujeto a revisión si es apropiado llamar conciencia, al imaginario que moldea la práctica y la
comprensión del derecho en Colombia.
53
La conciencia neoclásica, dentro del esquema la parte III, no clasifica como una posición
objetivista, pues como se vio, el positivismo kelseniano, que sería el único componente
objetivista de esta conciencia, no dijo mucho sobre la interpretación. De ahí que este
concepto local todavía clasifique dentro de las metodologías románticas, también conocidas
como historicistas o psicológicas. Si se recuerda la parte III el romanticismo se explicó para
justificar el surgimiento del formalismo ruso a comienzos del Siglo XX. Como
reiteradamente se ha dicho la conciencia jurídica local se encuentra más de un siglo en
atraso en materia de interpretación.
Existen muchos otros campos de los que el derecho podría aprender de la teoría literaria,
que no fueron tratados aquí. Por ejemplo la crítica de Gadamer a la aplicación de las teorías
científicas en las ciencias humanas. En derecho hoy en día, y desde hace 100 años se lleva
hablando de la ciencia del derecho. Desde la teoría literaria se diría, ¿ciencia, dónde?.
E. Reflexión
En algún punto atrás en esta parte se citó a López para mostrar que la conciencia neoclásica
generó un rechazo por la academia y la teoría. Las consecuencias de este rechazo se ven en
la existencia de doctrina de la laya de Introducción al Derecho de Monroy. Libros por el
estilo dan muestra de las limitaciones de la conciencia jurídica neo-clásica. Sin embargo, a
manera contraria, desde la perspectiva de algunos abogados del país, libros así son vistos
como colosales tratados.
54
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