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Historia de la Opera
Parte 2: "Opera barroca"
No fue sino a comienzos del siglo XVIII cuando la ópera italiana hizo de
Londres un baluarte del bel canto. Confiando en la capacidad de atracción
de las estrellas del canto, los empresarios privados tuvieron un éxito
desigual al trasplantar a Londres el florecimiento de la ópera en el
continente. Uno de ellos fue Georg Friedrich Haendel, que había nacido
en la ciudad sajona de Halle en 1685, el mismo año de Johann Sebastian
Bach, y que murió en Londres siendo ciudadano británico en 1759. Hijo
de un cirujano, tenía veinte años cuando alcanzó sus primeros éxitos en
el Theater am Gänzemarkt de Hamburgo. Estudió la ópera italiana sobre
el terreno, llegando a ser músico favorito del público en Roma y en
Venecia, como clavecinista y como compositor de ópera, y en 1709 los
italianos quedaron cautivados por "il caro sassone" cuando representó su
ópera Agrippina con vestuario clásico. Llegó a Londres desde Hanover en
1711 y desplegó una energía casi sobrehumana escribiendo ópera tras
ópera para el teatro que dirigía. La obra final de Haendel es un puente
entre el barroco tardío y el rococó; Serse (Jerjes, 1738) se aproxima
claramente al nuevo estilo con su yuxtaposición de pathos, lirismo y
comedia. Haendel presenta figuras de la mitología y la historia antiguas
finamente delineadas contra un decorado que es suntuoso y en ocasiones
de carácter oriental. Se apoya invariablemente en el vigor melódico del
aria da capo y utiliza pocos conjuntos, a pesar de que su lenguaje
orquestal es muy colorista y pleno de matices, con solo obligatos
característicos. Su expresión emotiva tiene gran hondura y dignidad, sus
escenas de la naturaleza son impactantes y concisas, y sus cantinelas
(como el célebre "Largo" de Serse) son de gran amplitud y de un ritmo
claramente definido. En las manos magistrales de Haendel la ópera
barroca italiana alcanzó su culminación. La melodía y el ritmo son
supremos. La gestualidad expansiva de la ópera barroca queda
legitimada por la infalible capacidad de Haendel para la expresión
emocional. Las óperas de haendel quedaron olvidadas durante casi
doscientos años, pero sus oratorios bíblicos, empezando en 1742 con
Messiah, eran óperas irrepresentables adornadas con vigorosos coros,
ejemplares narraciones dramáticas que han quedado generalmente como
modelos excelsos en su género.
El Rococó