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1. Primeros pasos para relacionarse con un instrumento.

Antes que nada, es necesario comprender qué es un tambor. Así como sabemos que una
piedra, es un ser energético, un tambor también lo es.
Cuando comenzamos a evaluar la energía de un objeto, lo primero que observamos es su
historia, y todo el camino recorrido hasta llegar a nuestras manos, por lo tanto, debemos
ahora recordar que éste es un ser compuesto. En su estructura encontramos principalmente
madera y cuero, representantes de los dos grandes reinos vegetal y animal
respectivamente, que en ambos casos fueron asesinados y mutilados por un ser humano.
Lo mismo sucede con los instrumentos sintéticos que en general derivan del reino mineral, y
por los humanos fueron una y mil veces transformados en un nuevo material, hasta
finalmente conformar nuestro instrumento.
Ya con conocimiento de este pasado, nos es más fácil entender, que este nuevo ser
energético que es nuestro tambor, nos tenga desconfianza y recelo, como humanos, aún sin
saber porque.

Al igual que una fiera, se lo puede domar de diferentes formas, obteniendo diferentes
resultados. Así, en corto tiempo se le puede enseñar a temernos y responder, por medio de
golpes, fuerza y violencia, o por el contrario, con tiempo y amor, se le puede enseñar sobre
respeto y cariño. Naturalmente, en el segundo caso se podrán obtener los más dulces y
delicados sonidos y generar una reciprocidad energética fructífera tanto para el instrumento
como para el percusionista, mientras que, el primer método, solo creará respuestas
automatizadas, sin fluidez, toscas y muy limitadas en su crecimiento.

Al enfrentarnos por primera vez a un instrumento, debemos hacerlo con respeto,


entendiendo su pasado, su dolor y su esfuerzo, y entendiendo también el karma que le
imprimió cada una de las manos que lo trabajo, depositando en él una energía específica,
desde el que crió el animal o el que asesinó el árbol, hasta el vendedor de la tienda de
música, atravesando un largo pasamanos que comprende tanto al luthier que lo esculpió
como al transportista que lo trasladó una y otra vez, todas esas manos dejaron una huella
energética grabando un karma y un destino en ese tambor, el de sonar y crear música. Fue
creado con un propósito, y ahora nuestra tarea, es ayudarlo a cumplir con ese destino.

Aunque para nosotros sea obvio, hay que recordar, que ese tambor, no conoce aún su
misión, y de hecho hasta que es ejecutado por primera vez, ni siquiera tiene consciencia de
que es capaz de producir sonidos. Por eso nuestra tarea es fundamental para su desarrollo
energético espiritual, así como la suya lo es para el nuestro.
Lo primero que debemos hacer, ya con todas las anteriores consideraciones, es enseñarle,
poco a poco, sus cualidades, hasta finalmente llevarlo a explorar todas sus potencialidades.
Nunca hay que olvidar que debemos ganar su respeto y al mismo tiempo respetarlo como
instrumento sagrado que es, hasta llegar al punto de crear un vínculo tan fuerte, en el que él
se sienta lo suficientemente cómodo como para expresarse por sí solo, utilizando
simplemente nuestras manos/baquetas como un canal. Debemos ganarnos su confianza y
respeto, esa es la primera tarea de cualquier percusionista.
Los primeros contactos, aconsejo que sean exageradamente amables, para demostrarle a
nuestro nuevo instrumento, que nuestra intención es amarlo y ayudarnos mutuamente, y no
simplemente utilizarlo, como lo hicieron probablemente muchos de los humanos que
conoció antes que a nosotros.
Acariciarlo es un buen inicio, presionarlo suavemente para que vaya conociendo de a poco
su propias voz, y guiarlo poco a poco con golpes sutiles y repetidos, paseandonos por el
parche con cuidado y delicadeza. Es importante que él nos pierda el miedo, antes de los
golpes más fuertes, así no se sentirá atacado, y así al mismo tiempo nuestros dedos, y
nuestro propio ser interno, también se irá adaptando a esta nueva interacción.

Nunca se debe olvidar, que la música es un lenguaje tan válido en el mundo terrenal como
en el espiritual, y por ello se considera a un tambor como un nexo entre los mundos.
Cuando hayamos logrado la suficiente confianza con nuestro instrumento, solo con apoyar
nuestras manos sobre él, bastará para que nuestros espíritus se conecten y podamos
empezar a tocar lo que él nos pida expresar, y al mismo tiempo, al escuchar sus sonidos,
conectarnos cada vez más y más con nuestra propia espiritualidad.

Con esta introducción te doy la bienvenida al mundo de la percusión, a un viaje mucho más
profundo de lo que imaginas, que te ayudará a explorar aspectos de tu propio ser que nunca
imaginaste.

2. Principios rítmicos naturales.

En paralelo a los conceptos puntuales referentes a instrumento, debemos comenzar a


amigarnos con la idea del ritmo, que junto a los sonidos que aprendamos a obtener de
nuestro tambor, será indispensable para tocar percusión.

El primer paso, aún antes de poner los dedos sobre un parche, es la toma de conciencia
rítmica, empezando por aceptar y reconocer que somos seres rítmicos.
Respiramos siguiendo un patrón rítmico, caminamos siguiendo un patrón rítmico,
masticamos e incluso hablamos con un ritmo; lo único que hace falta entonces es tomar
conciencia sobre ello.

Solo con llevarnos la mano al pecho y precionarla levemente contra nuestro corazón, nos
dará el primer ritmo escencial de nuestra naturaleza humana, el primero que puedes
intentar replicar en tu tambor y en el que te aconsejo meditar lo suficiente antes de intentar
avanzar en tu práctica, el latido.

Cómo cualquier otro de nuestro sentidos, el ritmo puede agudizarse mucho con la práctica,
y así como nuestro olfato se entrena para degustar escencias, nuestro ritmo puede también
ejercitarse para lograr identificar así los patrones con mayor facilidad.

Para comenzar nuestro entrenamiento del ritmo, es importante entender el aprendizaje


progresivo, así como nuestro tacto no está preparado para interpretar braille a la primera,
deberemos comenzar con patrones rítmicos y en lo posible ya conocidos por nosotros,
como puede ser el latido del corazón, o incluso algunas claves conocidas como la de la
salsa o candombe, o la chacarera.

Marcar ritmos con las Palmas es un gran ejercicio, intenta repetir un patrón rítmico que
conozcas hasta que puedas interiorizar lo lo suficiente como para no tener que pensar en
ello mientras lo hagas, y puedas por ejemplo hablar o silbar, incluso cantar, mientras lo
continuas marcando en tus manos.

3. Oído.

4. Silencios.

5. Disociación.

6. Repetición, concepto de LOOP.

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