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SALA CONSTITUCIONAL

MAGISTRADO PONENTE: JESÚS EDUARDO CABRERA ROMERO

Mediante oficio 04-2007 del 10 de enero de 2007, el Juzgado Superior Segundo


en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección del Niño y del
Adolescente de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, remitió a esta Sala
Constitucional, expediente contentivo de la acción de amparo interpuesta por los
abogados Víctor Saume Bermúdez y María Elizabeth Saume de Villalobos, inscritos en
el Inpreabogado bajo los Nº 2.402 y 20.046 respectivamente, actuando en su carácter de
apoderados judiciales de INVERSIONES A.P 19 C.A. inscrita ante el Registro
Mercantil Segundo de la Circunscripción Judicial del Distrito Capital y Estado Miranda
el 28 de junio de 2004, bajo el Tomo 102-A sgdo. Nº 66, contra la decisión dictada el 27
de septiembre de 2006, por el Juzgado Cuarto de Primera Instancia en lo Civil,
Mercantil y Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo.

Tal remisión obedeció, a la apelación interpuesta por los accionantes contra la


decisión dictada el 20 de diciembre de 2006, por el Juzgado Superior Segundo en lo
Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección del Niño y del Adolescente de
la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, que declaró sin lugar la acción de
amparo constitucional, la cual fue oída previo cómputo efectuado por el juzgado de la
causa.
El 2 de febrero de 2007, se dio cuenta en la Sala de la presente acción de amparo
constitucional, y se designó ponente al Magistrado Jesús Eduardo Cabrera Romero,
quien con tal carácter suscribe el presente fallo.

Siendo la oportunidad para decidir, esta Sala observa:

I
ANTECEDENTES

En el juicio que por cumplimiento de contrato intentó Inversiones A.P. 19 C.A


contra el ciudadano José Tabeira, el Juzgado que conoció en primera instancia dictó
medida de secuestro sobre el inmueble objeto del contrato, y el 2 de marzo de 2006, en
la oportunidad de la práctica de la medida por el Juzgado Ejecutor de Medidas de los
Municipios Valencia, Libertador, Los Guayos, Naguanagua, San Diego y Carlos Arvelo
de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, la parte demandada convino en la
demanda “en todas y cada una de sus partes por ser cierto tanto los hechos como el
derecho allí alegado”.

El 14 de marzo de 2006, la apoderada actora, solicitó al tribunal de la causa su


abocamiento, así como también la ejecución del convenimiento celebrado el 2 de marzo
de 2006. El 27 de marzo de 2006, la parte actora solicitó se homologara el
convenimiento efectuado.

El 4 de abril de 2006, la apoderada judicial de la parte demandada solicitó al


tribunal se abstuviera de efectuar la homologación solicitada por adolecer ésta de una
violación a las normas constitucionales, y por existir un amparo con una medida
innominada decretada.

El 20 de abril de 2006, el Juzgado Quinto de los Municipios Valencia,


Libertador, Los Guayos, Naguanagua y San Diego de la Circunscripción Judicial del
Estado Carabobo, dictó auto mediante el cual acordó:

“…Por cuanto en la presente causa la parte demandada, asistida de


abogado, interpuso Amparo Constitucional por ante el Juzgado Primero
de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Agrario de la
Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, según oficio Nº 469 de
fecha 10-03-06 (…) Este Tribunal, hasta tanto no conozca las resultas
del Amparo intentado, no se procederá a conocer sobre la homologación
del convenimiento…”.

El 1° de junio de 2006, la abogada Loira Monagas Torres, actuando como


apoderada judicial de la parte demandada, solicitó al tribunal se abstuviera de
homologar el convenimiento suscrito en razón de que la demanda interpuesta estaba
viciada de nulidad absoluta desde su inicio por violaciones de orden público, en vista de
que dicho procedimiento “no es el establecido por la ley” por ser el contrato a tiempo
indeterminado y no determinado.

En razón de que el amparo fue declarado inadmisible el 22 de mayo de 2006, por


el Juzgado Primero de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Agrario de la
Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, el Juzgado Quinto de los Municipios
Valencia, Libertador, Los Guayos, Naguanagua y San Diego de la Circunscripción
Judicial del Estado Carabobo, mediante auto homologó el convenimiento efectuado por
la parte demandada al considerar que el mismo no era contrario a derecho y versaba
sobre materias disponibles.

Apelado dicho auto por la parte demandada, le correspondió el conocimiento al


Juzgado Cuarto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, el cual el 27 de septiembre de 2006,
dictó sentencia haciendo las consideraciones siguientes:

“…Antes de conocer de las denuncias invocadas por la parte


demandada en cuanto al proceso y la indebida homologación del acto de
autocomposición procesal celebrado ante el Juzgado Ejecutor de Medidas, es
necesario analizar por razones de orden público, si en esta causa operó la
perención de la instancia, ya que nuestro alto Tribunal se ha pronunciado
celosamente al respecto, tanto es así, que la sentencia de fecha 05 de mayo de
1999, dictada por la Sala de Casación Civil, actuando en sede constitucional,
en el Expediente Nº 98-416, con ponencia del Dr. Antonio Ramírez Jiménez, se
estableció:
Omissis…
A este respecto, podemos constatar que antes de homologar el acto de
autocomposición procesal, sea convenimiento o transacción, el juez debe
verificar el requisito procesal previo, es decir el cumplimiento de la obligación
por parte del actor, tal y como lo determina nuestro Código de Procedimiento
Civil interrumpiendo la perención de la instancia, como bien lo dispone el
artículo 267 ordinal 1º del referido Código.
Omissis…
Por lo tanto en esta causa evidentemente la parte demandante no
cumplió con las obligaciones y cargas procesales dentro de los treinta (30) días
siguientes a la admisión de la demanda para citar al demandado, entre estas se
encuentran la presentación de diligencias que pongan a la orden del alguacil
los medios y recursos para ello, cuando tal citación deba practicarse a mas de
quinientos metros (500 mts) de la sede del Tribunal, a los fines de interrumpir la
perención, como lo es suministrar para el fotocopiado del libelo a los fines de la
expedición de la compulsa, lo cual se verificó por diligencia de fecha 23 de
febrero del 2006, posterior a los treinta (30) días que preveé (sic) el artículo
267, ordinal 1º de nuestro Código de Procedimiento Civil (…)
Omissis…
Siendo en consecuencia la perención de estricto orden público no
renunciable por las partes, es decir, aun cuando celebren transacción o
convenimiento, si la misma se ha verificado por el transcurso del tiempo, hasta
de oficio el tribunal debe decretarla y en este caso así ha sucedido, por ello las
actuaciones realizadas en esta causa carecen de valor pues atentan contra el
orden público en virtud de que para la fecha en la cual la abogada María Elena
García de Bagur solicitó la citación del demandado y consignó copias del libelo
para elaborar la compulsa, 23 de febrero del 2006, ya la perención había
operado de pleno derecho, y como bien lo señala nuestro alto Tribunal la cosa
juzgada obtenida en una causa donde se ha consumado la perención no vale
como tal, entendiéndose como cosa juzgada la transacción celebrada y su
respectivo auto de homologación, pues podemos evidenciar que la intención de
las partes en el acta de secuestro no fue la de celebrar un convenimiento, por el
contrario, la intención era la de celebrar una transacción, con recíprocas
concesiones, tanto es así que el demandado queda en el inmueble, pero tal acto
como se dijo no tiene validez alguna y menos aun puede ser considerado en el
campo procesal por la situación de derecho antes descrita…”.

La anterior decisión dio origen a la solicitud de amparo que aquí se conoce en


apelación, la cual se fundamentó -según se detallará- en el segundo capítulo del presente
fallo.

II
DE LA PRETENSIÓN DE AMPARO

Refieren los accionantes lo siguiente:

Que su representada Inversiones A.P. 19. C.A. demandó al ciudadano José


Tabeira, el cumplimiento de un contrato de arrendamiento celebrado sobre un inmueble
de su propiedad, demanda ésta que fue admitida por el Juzgado Quinto de los
Municipios Valencia, Libertador, Los Guayos, Naguanagua y San Diego de la
Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, el 9 de diciembre de 2005.
Que, el 23 de febrero de 2006, la Dra. María Elena García de Bagur, en su
carácter de apoderada judicial de la parte actora, consignó copia del libelo de la
demanda y los emolumentos correspondientes al Alguacil a los fines de la práctica de la
citación de la demandada. Paralelo a ello, en el cuaderno de medidas que al efecto abrió
el tribunal, se practicó el 2 de marzo de 2006, el secuestro del inmueble arrendado, el
cual no se llegó a materializar por cuanto en dicho acto, la parte demandada convino en
la demanda, comprometiéndose a hacer entrega del inmueble a más tardar el 10 del
mismo mes y año.

Que dicho acto fue debidamente homologado por el Juez de la causa el 6 de


junio de 2006, y habiendo ejercido la parte demandada apelación contra el referido auto,
subieron las actuaciones al Juzgado Cuarto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y
Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, el cual alegando “razones
de orden público” declaró la perención de la instancia.

Según refiere el accionante, la decisión dictada no tiene fundamento alguno en


razón de que nunca transcurrieron los treinta días que exige la ley para que opere la
perención de la instancia, por las siguientes razones: la demanda fue admitida el 9 de
diciembre de 2005, y el 19 de diciembre de 2005, la Comisión de Funcionamiento y
Reestructuración del Sistema Judicial destituyó al Juez de la causa. El 23 de febrero de
2006, la apoderada actora solicitó la citación de la parte demandada y, a tal efecto
consignó copia del libelo y canceló los emolumentos correspondientes. El 3 de marzo de
2006, el Juez Suplente Especial se abocó al conocimiento de la causa. El 14 de marzo de
2006, nuevamente la apoderada actora solicita el abocamiento del nuevo Juez Suplente
designado.

De lo cual se concluye que desde la admisión de la demanda 9/12/05 hasta el


19/12/05, transcurrieron 10 días consecutivos; y desde ese día hasta el 6/2/06, que es
designado el Juez Provisorio, el tribunal se encontraba acéfalo por la falta absoluta del
juez. Luego, desde el 6/2/06 hasta el 23/2/06, cuando se solicita la citación del
demandado, transcurrieron dieciséis (16) días, que sumados a los diez (10) da como
resultado que transcurrieron veintiséis (26) días y no treinta (30).
De ese modo afirman los accionantes, al haber el juez denunciado como
agraviante, decretado una perención sin haber transcurrido el lapso que fija la ley, violó
los derechos y garantías constitucionales contenidos en la Carta Magna de su
representada y se extralimitó en sus funciones.

Razones por las cuales solicitaron se declare la nulidad del fallo dictado el 27 de
septiembre de 2006, por el Juzgado Cuarto de Primera instancia en lo Civil, Mercantil y
Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo y se declare con plena
validez el convenimiento celebrado por las partes ante el Juzgado Tercero Ejecutor de
Medidas el 2 de marzo de 2006.

III
DEL FALLO APELADO

El 20 de diciembre de 2006, el Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil,


Bancario, del Tránsito y de Protección del Niño y del Adolescente de la Circunscripción
Judicial del Estado Carabobo, conociendo de la solicitud de amparo interpuesta, luego
de efectuada la audiencia oral y pública, sentenció lo siguiente:

“…En la decisión parcialmente copiada, de fecha 13 de julio de 2006,


dictada en el expediente 18881, y cuya copia fue acompañada a los autos por el
querellante, se declaró la nulidad de una sentencia que había dictado el juez
OMAR GONZALEZ LAMEDA, después de haber sido destituido, por lo tanto la
sentencia fue dictada por quien ya no era juez, y en consecuencia dicha decisión
era inexistente a tenor de lo dispuesto en el artículo 246 del Código de
Procedimiento Civil; en el caso de autos el juez destituido no cumplió ninguna
actuación en el expediente después de su destitución, pero el tribunal de la
causa siguió dando despacho, tal como consta del cómputo al que se hizo
referencia con anterioridad, por lo tanto, las partes continuaron teniendo
acceso al expediente y tenían la carga de cumplir con los actos procesales que
les impone la ley, pues la causa no se encontraba paralizada ni suspendida.
La destitución de un juez no constituye ninguna causa de suspensión o
paralización de la causa que se encuentre en curso, es decir, en la cual estén
corriendo los lapsos procesales; salvo los casos excepcionales en que no se
provee a la rápida designación del nuevo juez y el tribunal se mantiene cerrado,
pues en esos casos, las partes no tienen acceso al expediente por no tener
posibilidad de ingresar al tribunal, y si se computaran los lapsos procesales, se
les violaría el derecho a la defensa, al impedírseles el ejercicio de los actos y
recursos procesales.
En el caso de autos, por el contrario, el juez destituido continuó dando
despacho hasta el 20 de diciembre de 2005, incluso dio despacho los primeros
días del mes de enero de 2006, por lo tanto las partes pudieron libremente
acceder al tribunal y diligenciar en el expediente cumpliendo las actuaciones
que les impone la ley para lograr la citación del demandado.
En este caso resulta irrelevante el hecho de cuando debe considerarse
ejecutoria la destitución del juez, si desde la fecha de la audiencia ante la
Comisión de Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial que
destituyó al juez (12 de diciembre de 2005) o desde la fecha de la publicación de
la destitución en la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N°
38.359, (17 de enero de 2006), pues en este caso no se está juzgando alguna
actuación cumplida por el juez destituido, pues lo verdaderamente relevante a
los fines de determinar si hubo o no violación del derecho a la defensa de la
parte querellante, es si las partes tuvieron o no acceso al expediente y pudieron
o no ejercer los actos y recursos que les impone la Ley, y en el caso de autos, al
permanecer el tribunal ABIERTO e incluso dando despacho durante todo el mes
de diciembre y el mes de enero, las partes SI TUVIERON ACCESO AL
EXPEDIENTE y no cumplieron con las actuaciones que les impone la ley para
lograr la citación del demandado, debiendo computarse los días continuos para
el cálculo de la perención así:
Desde el 09 de diciembre de 2005, fecha de la admisión de la demanda
hasta el 23 de diciembre de 2005, último día hábil en el calendario judicial,
transcurrieron catorce (14) días continuos, computables para la perención;
desde el 07 de enero de 2006, primer día hábil del calendario judicial del año
2006, hasta el 23 de febrero de 2006, fecha en que la actora diligenció
solicitando la citación del demandado, transcurrieron cuarenta y ocho (48) días
continuos, reiterándose que la parte actora tuvo la posibilidad de acceder al
expediente después de la admisión de la demanda, durante todo el mes de
diciembre e incluso enero, pues en el tribunal de la causa hubo varios días de
despacho en los meses de diciembre y enero, fechas en las cuales pudo gestionar
la citación del demandado, independientemente de la destitución del juez de la
causa, pues la destitución no es causa de paralización ni suspensión de la
causa.
Tampoco es causa de suspensión el abocamiento de un nuevo juez si la causa se
encuentra en curso, debiendo abocarse al conocimiento de la causa pero sin
necesidad de notificar a las partes, las cuales se encuentran a derecho, ni de
ordenar la reanudación, pues la causa no está paralizada.
En conclusión independientemente de la destitución del juez, la causa no
se paralizó, ni el tribunal se encontraba cerrado, por lo que la actora tenía la
carga de gestionar la citación del demandado, ya que lo que se sanciona con
nulidad son las decisiones dictadas por el juez destituido, y ello por ordenarlo
expresamente el artículo 246 del Código de Procedimiento Civil, pero las
causas que se encuentran en curso, no sufren paralización ni suspensión de
ningún tipo, por lo que la sentencia recurrida en amparo no violó el derecho a
la defensa ni al debido proceso de la parte querellante, al computar los lapsos
procesales para determinar si se verificó o no la perención, incluyendo todos los
días continuos desde la admisión de la demanda e incluyendo los días que
transcurrieron después de la destitución del Juez, todo lo cual implica la
improcedencia de la acción de amparo intentada y así se declara…”.

IV
CONSIDERACIONES PARA DECIDIR
En primer lugar, esta Sala pasa a pronunciarse acerca de su competencia para
conocer del presente asunto y, al respecto, observa:
Conforme a la Disposición Derogatoria, Transitoria y Final, letra (b) de la Ley
Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia esta Sala es competente para conocer las
apelaciones de los fallos de los Tribunales Superiores que actuaron como primera
instancia en los procesos de amparo ya que, según la norma invocada, hasta tanto se
dicten las leyes de la jurisdicción constitucional, la tramitación de los recursos, como lo
es la apelación, se rigen por las normativas especiales, como la Ley Orgánica de
Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales, en cuanto le sean aplicables, así
como por las interpretaciones vinculantes de esta Sala.

De acuerdo a estas últimas interpretaciones y a lo pautado en la Ley Orgánica de


Amparo sobre Derechos y Garantías Constitucionales (artículo 35), es esta Sala, como
Tribunal Superior de la primera instancia, cuando ésta corresponda a los Juzgados
Superiores (salvo que se trate de los Juzgados Superiores en lo Contencioso
Administrativo) el Tribunal competente para conocer las apelaciones de los fallos, y así
se declara.

No existe en esta materia, debido a lo expuesto, necesidad de dictar Reglamentos


Especiales que regulen el funcionamiento y competencia de esta Sala en materia de
amparo, ya que la Ley especial de amparo no ha sido derogada, y es esta Sala la
competente para conocer las apelaciones de los fallos de primera instancia de amparo,
conforme a la jurisprudencia vinculante emitida en fallo de 1º de febrero de 2000 (caso:
José Amando Mejía).

En tal sentido, visto que la decisión recurrida fue proferida por el Juzgado
Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, Bancario, Tránsito y de Protección del Niño y
del Adolescente de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, esta Sala resulta
competente para conocer del presente asunto, y a tal efecto observa:

El Juzgado Superior que conoció en primera instancia del presente amparo, lo


declaró improcedente por considerar que, al no haberse producido ni la suspensión ni la
paralización de la causa, con motivo de la destitución del juez, la sentencia que
declaraba la perención de la instancia no violaba el derecho a la defensa ni el debido
proceso de la parte accionante.

Como se puede evidenciar tanto de la solicitud de amparo como la sentencia


objeto de apelación, éstas giran su atención en torno a los días transcurridos desde la
admisión de la demanda hasta el momento en que la parte actora insta al tribunal a
practicar la citación de la parte demandada.

A juicio de la parte solicitante del amparo, ésta efectuó las diligencias necesarias
antes de que transcurrieran los treinta (30) días que establece el artículo 267 del Código
de Procedimiento Civil. Sin embargo, el juez que conoció de la apelación efectuada
contra el auto que homologó el convenimiento, consideró -como antes se dijo- que no
obstante se había producido la destitución del juez del Juzgado Quinto de los
Municipios Valencia, Libertador, Los Guayos, Naguanagua y San Diego de la
Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, ello no paralizaba ni suspendía la causa,
en razón de lo cual declaró la perención de la instancia.
Como se observa, la anterior discusión se produce en juicio luego de que la parte
demandada al momento en que el tribunal ejecutor de medidas procedía a practicar la
medida de secuestro sobre el inmueble objeto del contrato cuya resolución se demandó,
conviniera en la demanda, por lo cual la parte actora le otorgó un plazo de ocho (8) días
para la entrega del inmueble.

Ahora bien, dado el convenimiento efectuado por la parte demandada en la


oportunidad de contestar la demanda, hay que tomar en cuenta lo dispuesto en el
artículo 263 del Código de Procedimiento Civil, según el cual, el acto por el cual
conviene el demandado en la demanda es irrevocable, aún antes de la homologación del
tribunal. Y, una vez efectuado éste, se procederá como en sentencia pasada en autoridad
de cosa juzgada.

Lo anterior importa en el presente caso, dado que en el juicio que intentó


Inversiones AP 19 C.A. contra el ciudadano José Tabeira, éste mediante un acto
voluntario, convino en la demanda, lo cual era posible pues se trataba de un acto de
disposición de sus derechos litigiosos. Tal actuación -de la parte demandada- dado los
efectos que emanan de dicho acto, hacían improcedente que ésta planteara nuevas
defensas, entre ellas la naturaleza del contrato del cual se demanda su cumplimiento,
pues el hecho de que el convenimiento sea irrevocable, aun antes de la homologación
del tribunal, es precisamente evitar que el demandado se retracte a última hora.
Quedando a salvo claro está, que el mencionado convenimiento pueda ser impugnado
por carecer el demandado de capacidad para disponer del objeto sobre el que verse la
controversia ó que se trate de materias en las cuales estén prohibidas la
autocomposición procesal, caso en el cual corresponderá decidir al tribunal superior
respectivo.

La Sala se encuentra frente a un juicio en el cual se produjo una sentencia


definitiva por un mecanismo de autocomposición procesal que produjo cosa juzgada
entre las partes, y por una cuestión de seguridad jurídica es inmutable, a menos que se
trate de derechos no disponibles, para lo cual existe la apelación como medio de
impugnación, como quedó antes apuntado.

Pero ahora falta por dilucidar si la figura de la perención de la instancia en una


causa donde hubo convenimiento en la demanda constituye una cuestión de orden
público, capaz de enervar los efectos de éste, tal y como lo declaró la sentencia
denunciada como lesiva de los derechos y garantías constitucionales del accionante,
para lo cual se observa:

La perención de la instancia constituye una sanción contra el litigante


negligente, que se produce con motivo de un estado de inactividad de la causa. Por
mandato del artículo 269 del Código de Procedimiento Civil, se verifica de pleno
derecho, no es renunciable por las partes y, puede ser declarada de oficio por el tribunal.
Se trata de evitar que los juicios permanezcan sin impulso procesal de manera
indefinida; disminuyéndose los casos de paralización de las causas durante largos
períodos, favoreciendo así la celeridad procesal.

Ahora bien, no obstante que la perención deba ser declarada de oficio por el
tribunal cuando haya advertido su existencia, y no pueda ser renunciada por las partes,
ello no es suficiente para desconocer o impedir la disposición que sobre sus derechos
subjetivos éstas tengan; tan es así que si efectivamente en una causa se verifica la
perención de la instancia, y antes de ser ello advertido, -como sucedió en el presente
caso- finaliza por un mecanismo de autocomposición procesal, nada impide que éste
(convenimiento) produzca sus efectos, pues según la norma tal acto es irrevocable y
tiene el carácter de cosa juzgada. Al allanarse el demandado a la pretensión del actor, no
existe contención, y por tanto juicio, por lo que resultaría inútil declarar una perención
con posterioridad a la materialización de tal acto.

Lo contrario, sería desconocer u obstaculizar el fin último del proceso, que no es


otro sino la solución de conflictos, en este caso de particulares y por ende impedir la
tutela del orden jurídico que conlleva a la paz social.

En este orden de ideas, como quiera que el objeto del presente amparo lo
constituyó la actuación del Juzgado Cuarto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y
Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo que conociendo en alzada
desconoció el carácter de cosa juzgada que se produjo con motivo del convenimiento
efectuado por la parte demandada el cual fue homologado por el a quo, y en su lugar
declaró una perención de la instancia, la presente acción debió ser declarada con lugar;
en razón de lo cual esta Sala revoca la sentencia dictada por el Juzgado Superior
Segundo en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección del Niño y del
Adolescente de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, que declaró Sin Lugar
la acción de amparo constitucional.

En consecuencia, se declara con lugar la presente acción de amparo y en tal


sentido se declara la nulidad de la sentencia dictada el 27 de septiembre de 2006, por el
Juzgado Cuarto de Primera Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la
Circunscripción Judicial del Estado Carabobo y, como quiera que el auto que homologó
el convenimiento efectuado por el ciudadano José Tabeiro, fue apelado y se encuentra
pendiente de decisión -dada la nulidad de la sentencia aquí acordada-, ordena al tribunal
a quien le corresponda conocer de la apelación, decidir al respecto y ceñir el thema
decidemdum al fundamento de la apelación. Así se decide.

V
DECISIÓN
Por los razonamientos antes expuestos, esta Sala Constitucional del Tribunal
Supremo de Justicia, en nombre de la República y por Autoridad de la Ley, declara
CON LUGAR la apelación interpuesta por los abogados Víctor Saume Bermúdez y
María Elizabeth Saume de Villalobos, actuando en su carácter de apoderados judiciales
de INVERSIONES A.P 19 C.A. contra la decisión dictada por el Juzgado Superior
Segundo en lo Civil, Mercantil, Bancario, del Tránsito y de Protección del Niño y del
Adolescente de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, que declaró sin lugar
la acción de amparo constitucional.
En consecuencia, se declara CON LUGAR el amparo interpuesto contra la
decisión dictada el 27 de septiembre de 2006, por el Juzgado Cuarto de Primera
Instancia en lo Civil, Mercantil y Tránsito de la Circunscripción Judicial del Estado
Carabobo, que declaró la perención de la instancia, en el juicio seguido por
INVERSIONES A.P 19 C.A contra el ciudadano José Tabeira. En consecuencia se
declara la nulidad de la sentencia antes mencionada y ordena al juzgado a quien le
corresponda conocer de la apelación interpuesta contra el auto dictado el 6 de junio de
2006 dictado por el Juzgado de los Municipios Valencia, Libertador, Los Guayos,
Naguanagua y San Diego de la Circunscripción Judicial del Estado Carabobo, decidir al
respecto y ceñir el thema decidemdum al fundamento de la apelación. Así se decide.

Publíquese, regístrese y devuélvase el expediente al tribunal de origen.

Dada, firmada y sellada en el Salón de Audiencias de la Sala Constitucional del


Tribunal Supremo de Justicia, en Caracas, a los 10 días del mes de octubre de dos mil
siete (2007). Años: 197° de la Independencia y 148° de la Federación.

La Presidenta de la Sala,

Luisa Estella Morales Lamuño

El Vicepresidente-Ponente,
Jesús Eduardo Cabrera Romero

Los Magistrados,

Pedro Rafael Rondón Haaz

Francisco Carrasquero López

Marcos Tulio Dugarte Padrón

Carmen Zuleta de Merchán

Arcadio Delgado Rosales

El Secretario,

José Leonardo Requena Cabello


Exp. 07-0133
JECR
Quien suscribe, Magistrada Carmen Zuleta de Merchán, salva su voto por

disentir del criterio de la mayoría sentenciadora, que declaró con lugar la apelación

ejercida por INVERSIONES A.P 19 C.A., contra la sentencia dictada el 20 de

diciembre de 2006, por el Juzgado Superior Segundo en lo Civil, Mercantil, Bancario,

del Tránsito y de Protección del Niño y del Adolescente de la Circunscripción Judicial

del Estado Carabobo, revocó el fallo apelado y declaró con lugar el amparo.

Según la mayoría sentenciadora, “(…) si efectivamente en una causa se verifica

la perención de la instancia, y antes de ser ello advertido, -como sucedió en el presente

caso- finaliza por un mecanismo de autocomposición procesal, nada impide que éste

(convenimiento) produzca sus efectos, pues según la norma tal acto es irrevocable y

tiene el carácter de cosa juzgada. Al allanarse el demandado a la pretensión del actor,

no existe contención, y por tanto juicio, por lo que resultaría inútil declarar una

perención con posterioridad a la materialización de tal acto”.

A juicio de quien salva su voto, es incorrecta y en demasía genérica la frase

según la cual, al allanarse el demandado a la pretensión del actor, no existe contención,

y que, por tanto, es inútil declarar la perención. Tal proposición queda desvirtuada

incluso con el propio texto del fallo del que se evidencia más bien lo contrario, esto es,

que si hubo tal contención, puesto que luego del “convenimiento”, la parte demandada

se opuso a la homologación del mismo y con posterioridad apeló de la decisión que se la

impartió.

Juzga además quien suscribe, que al habérsele reconocido validez al

“convenimiento” en cuestión, la mayoría sentenciadora no hizo otra cosa sino darle

cabida a la denominada “renuncia de la perención” prevista en el derogado artículo


203 del Código de Procedimiento Civil de 1916, según el cual, “La perención se

verifica de derecho; y cuando se quiera continuar la instancia, quien pretenda

aprovecharse de la perención debe proponerla expresamente antes que cualquier otro

medio de defensa, entendiéndose que ha renunciado si no lo hiciere así”, juzgamiento

éste con el que se infringió, por falta de aplicación el artículo 269 del Código de

Procedimiento Civil vigente, que preceptúa:

“La perención se verifica de derecho y no es renunciable por las partes.


Puede declararse de oficio por el Tribunal y la sentencia que la declare, en
cualquiera de los casos del artículo 267, es apelable libremente”. (Subrayado
añadido).

En efecto, es jurisprudencia reiterada de la Sala de Casación Civil, la cual ha

sido acogida por esta Sala Constitucional, que la perención es una institución de orden

público, no renunciable por convenio alguno entre las partes, la cual se verifica de

derecho, esto es, se consuma desde el momento en que han transcurrido los plazos

previstos en la ley, y la declaratoria judicial sólo ratifica lo que virtualmente ya estaba

consumado.

En estos términos, la Sala de Casación Civil se pronunció entre otras, en

sentencia de fecha 13 de mayo de 1980, en la cual dejó sentado:

“...nuestro derecho procesal sigue en materia de perención el sistema


italiano; la perención, conforme al texto del artículo 203 del Código de
Procedimiento Civil, se verifica de derecho, vale decir, ope legis,
independientemente del requerimiento de la parte interesada y la
consiguiente declaratoria judicial, la cual no vendría sino a ratificar lo que
virtualmente estaba consumado, pues la perención opera desde el momento
mismo en que ha transcurrido el término prescrito por la ley, ya que conforme
a la enseñanza de la doctrina, existe aún con antelación a la solicitud de parte
en hacerla valer...” (Resaltado y negrillas de la Sala).

Es claro, pues, que el ordenamiento jurídico venezolano acoge el sistema

italiano respecto de la perención, de conformidad con el cual ésta opera de pleno

derecho y, por tanto, se consuma por el sólo transcurso del tiempo previsto en la ley, y
una vez declarada surte efectos no desde esa oportunidad, sino a partir del momento en

que operó la perención, pronunciamiento este que sólo reafirma un hecho ya cumplido.

En consecuencia, una vez consumada y declarada la perención produce efectos

desde que ésta operó, por lo cual tanto los hechos jurídicos -transcurso del tiempo sin

impulso de las partes- como sus efectos -extinción del proceso- se rigen por las normas

procesales vigentes para la época en que éstos se verificaron. (Vid. entre otras s.S.C.C.

números 31/2001; 5/2002; RC.00648/2007).

De conformidad con los criterios jurisprudenciales señalados considera quien

suscribe, que el Juzgado supuesto agraviante no actuó fuera de su competencia, ni se

extralimitó en sus funciones cuando declaró la perención breve, por el contrario, actuó

ajustado a derecho, pues ésta se había consumado antes de que se celebrara el

“convenimiento”, por lo que, no debió habérsele dado validez alguna a dicho acto de

autocomposición procesal y menos aún considerar que alcanzó la autoridad de la cosa

juzgada cuyo desconocimiento en realidad no existió, ya que, ni siquiera era aplicable al

caso el artículo 270 del Código de Procedimiento Civil, toda vez que “las decisiones

dictadas” y “las pruebas que resulten de autos”, a que hace referencia la norma,

lógicamente son aquellas anteriores a la oportunidad en que efectivamente se consuma

la perención. En tal virtud, debió confirmarse la decisión apelada que había declarado

sin lugar el amparo interpuesto.

Queda así expresado el criterio de la Magistrada disidente.

En Caracas, a la fecha ut supra.

La Presidenta,

LUISA ESTELLA MORALES LAMUÑO


El Vicepresidente,

JESÚS EDUARDO CABRERA ROMERO

Los Magistrados,

PEDRO RAFAEL RONDÓN HAAZ

FRANCISCO A. CARRASQUERO LÓPEZ

MARCOS TULIO DUGARTE PADRÓN

CARMEN ZULETA DE MERCHÁN


Disidente

ARCADIO DE JESÚS DELGADO ROSALES

El Secretario,

JOSÉ LEONARDO REQUENA CABELLO

Exp. N° 07-0133

CZdeM/rm

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