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Desde Platón, los filósofos han tratado de imaginar sociedades y sistemas políticos en
los que filosofar fuera una actividad segura. En su esfuerzo por examinar la vida, los
filósofos siempre han representado algún tipo de peligro para el statu quo. En muchos
aspectos, el ejemplo de Sócrates ha guiado a los filósofos de todos los tiempos.
¿Cómo puede afectar el hecho de estudiar y enseñar filosofía a una persona que viva
bajo un régimen teocrático aquí y ahora? En otras palabras, ¿cómo es posible estudiar
filosofía en Teherán? Por extraño que pueda parecer, estudiar filosofía en Teherán
puede no solo ser un consuelo espiritual sino un arma política. Es un desafío claro al
monologuismo del pensamiento tiránico, pero es también una invitación a ser un
individuo dialógico responsable en una cultura que se ha puesto sistemáticamente a
resguardo de la tarea socrática de aprender a base de hacer preguntas y "vivir en la
verdad".
Los periodos de ansiedad hacen que la labor socrática de la filosofía sea aún más
necesaria, y puede volver a algunas personas que viven bajo la tiranía más receptivas
ante sus lecciones. Más que de un hecho o una doctrina, se trata de un sentido de la
realidad -especialmente digno de cultivar- con el que la vida, de pronto, parece mucho
más incierta y mucho menos frívola que antes.
Esta reacción constante contra la cultura dialógica y la filosofía de la elección hace que
todos los fundamentalismos contemporáneos tengan cierta dosis de fundamentalismo
religioso como trasfondo común. Los fundamentalistas se consideran a sí mismos
personas abiertas al diálogo y la elección individual. Pero en su compromiso con la
revelación de la tradición religiosa, entablan una lucha precisamente contra el diálogo y
la elección individual. Los fundamentalistas afirman estar en posesión exclusiva de la
verdad divina y se proponen enseñar el "camino acertado" a todo el mundo.
Los efectos del discurso fundamentalista pueden verse hoy en todo el mundo musulmán.
En medio de la enorme angustia que provocan los problemas del mundo moderno, para
las generaciones jóvenes de musulmanes, el acercamiento al islam ofrece una pauta
clara con la que comparar la sociedad urbana contemporánea. El ascenso del
fundamentalismo y su violencia contra la modernidad no absuelve al "proyecto de la
modernidad" de sus pecados, pero sí es una señal de alarma para todos los que, acosados
por los males filosóficos de ese proyecto, esperan que la reafirmación de la religión
ayude a crear una nueva comunidad ética. Ahí es donde estudiar filosofía puede
ayudarnos a ver la diferencia ontológica entre ser críticos con la modernidad y
permanecer fieles a la elección radical de la filosofía, que exige la tarea socrática
permanente de llevar la introspección a la vida política como correctivo vital del
fundamentalismo.
Si se tiene en cuenta todo esto, estudiar filosofía en Teherán es un estímulo para buscar
"signos de humanidad" en las experiencias humanas cotidianas, pero también es una
forma de decir "no" a todos los que quieren utilizar la filosofía contra su responsabilidad
eterna, que es pensar siempre con espíritu crítico y de otra manera.