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Los Cuatro
Saberes
Psi Grupos
Carrera 13 No 63 – 21 JAIRO BAEZ
Oficina 512 Un análisis epistemológico a partir de cuatro
15/07/2002 criterios de saber: Mito, Religión, Filosofía y
Ciencia. El texto se escribió para los que se
inician en la psicología en Colombia; pero,
puede brindar algún servicio a toda ciencia
social humana.
Entre otras cosas, no debemos dejarnos
seducir por los historiadores de oficio.
1
Hegel
1
Hegel, G. W. F. (Trad. Gaos, J.). Lecciones sobre la filosofía de la historia universal. Tomo I.
Barcelona: Altaya. 1994. Pág. 45.
2
INTRODUCCIÓN
Así como ese alguien entró a la ferretería ¨X¨ y encontró algo que buscaba, puede
que también entre al restaurante ¨X¨, donde también encuentra algo, pero esta
vez, para calmar el hambre; solamente que aquí la comida fue muy buena, según
su criterio, pero no le gustó la atención. Esto hizo que al día siguiente se guiara
por otro aviso, que refería a otro restaurante donde vendían igual comida, siendo
de su total satisfacción. Con el tiempo, y en tanto permanezca en la ciudad y
tenga necesidad del comercio, entrará y saldrá de gran cantidad de
establecimientos, guiado por los avisos y tal vez nunca logre entrar a todos. Si nos
preguntaran por qué razón, contestaríamos, a simple opinión, que por diferentes
motivos. Motivos que deben ser tema de preocupación para toda persona
interesada en el conocimiento, en tanto quiera explicar porque el ser cognoscente
acude a ciertos libros y a otros no.
Supongamos que otro sujeto hace el mismo itinerario que el primero, el sujeto
hipotético del que estamos hablando. Este último pudo entrar a la Ferretería ¨X¨ y
no encontró lo que buscaba, pudiendo, entonces, tomar diferentes decisiones;
por ejemplo, entrar a otras ferreterías o simplemente no entrar a ninguna más.
Igualmente, entró a los dos restaurantes, a donde entró el primero; pero esta vez,
su concepto fue que el restaurante ¨X¨ es mejor, y le trae mayor satisfacción.
Saber por qué un sujeto no está de acuerdo con el otro será precisamente otro de
los temas de este escrito. Por qué algunos se sienten bien con los libros de
determinado autor y se disgustan con los de otro, el por qué algunos leen la Biblia
y otros no, etc. ¿Dónde la subjetividad entra en el terreno de la objetividad? Pues,
analicemos, así como estamos pensando en dos sujetos distintos, pensemos en
más de dos, y cómo se van encontrando acuerdos en algunos de ellos; y más allá,
cómo esos acuerdos no necesariamente conllevan acuerdos absolutos.
Pensemos ya en dos grupos, uno que está de acuerdo con Darwin y otro con los
presupuestos de Lamarck; pero, así mismo, cómo sus miembros se deshacen en
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su acuerdo cuando, en ambos grupos, encontramos algunos que están de
acuerdo con los postulado bíblicos mientras otros los rechazan categóricamente.
Conocimiento hay bastante, libros hay muchos, incluso hay conocimiento que no
está escrito. Siguiendo con la simplicidad de nuestro ejemplo, puede que el recién
llegado, después de mucho trasegar encuentre, que lo que está buscando, lo
tiene una persona que no se ha dado a la tarea de colocar avisos; sino, que
simplemente se le conoce por la tradición oral; en este caso no existe el libro. Así
en el largo camino del conocimiento, tal vez el mayor obstáculo, en la actualidad,
sea la contaminación; el exceso de información, al que está sometido el sujeto
cognoscente. Así como hoy se habla de contaminación visual ocasionado por el
procedimiento comercial, y los avisos publicitarios son el ojo del huracán, la
contaminación cognoscitiva es una realidad y los libros son el centro del asunto.
Igualmente pensemos que hoy, más que nunca, la psicología tiende a ocupar un
lugar preponderante en la sociedad colombiana. No obstante, ese mismo interés
por un saber, ha hecho que muchos pretendan ser psicólogos y ejercer la
psicología; pero, en el asumir de esta psicología, han surgido infinidad de
proposiciones y procedimientos que ponen en cuestionamientos serios la
efectividad de la misma. Ante tal situación, solamente la ciencia, ha mostrado
efectos contundentes en el mantenimiento de un saber; es por esto que todo
principiante en la psicología, antes que nada, debe participar y adiestrarse en lo
concerniente a la metodología científica. No obstante, debemos ser cuidadosos
cuando hablamos de ciencia, pues puede ocurrir que terminemos señalando como
ciencia simplemente nuestro criterio personal o, lo que nuestro gueto asume como
tal. Ya casos se han visto en la psicología, de cómo una corriente epistemológica
se aboga el derecho de representar la psicología científica, cortando de tajo
cualquier otra pretensión seria de hacer ciencia.
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EL MITO
En la actualidad, no existe área del saber, -en especial las llamadas áreas
humanas- que no se haya interesado en el mito. Los filósofos, los antropólogos,
los psicólogos, los psicoanalistas, los literatos, etc., -cada uno a su manera-,
hablan de un mundo perdido, y en el fondo de cada discurso se encuentra
siempre el reconocimiento de un mundo arcaico, en donde el hombre era diferente
y se manejaba de acuerdo a un parámetro en el que todos concuerdan: Era un
mundo mítico. Y es a ese mundo mítico del que nos es necesario dar cuenta si
deseamos emprender el largo camino del conocimiento como profesionales de la
psicología.
ELEMENTO VERDAD
Según Gusdorf (1962), para el hombre mítico el mito es la verdad misma y nunca
le daría la significación que tiene para nosotros hoy día el término (p. 37 y sgtes).
Esto es, fábula, ficción alegórica. La verdad le fue revelada a la persona indicada
y ésta la mantuvo en custodia hasta que fue el momento de transmitirla,
oralmente, al nuevo elegido o a la comunidad misma. Vale la pena señalar que el
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mito es analfabeta por excelencia , se transmite oralmente, depende de la palabra
hablada (Carothers citado por McLujan, 1985, p. 29), siendo uno de los factores
que posibilita la ausencia de crítica intelectual; factor indispensable para que se
mantenga el mito. Mito que se escribe es mito que pierde su potencialidad de
2
Cf. Goody citado por Geertz, G. Nociones del pensamiento primitivo en Miller, J. (Comp.). Los
molinos de las la mente. México: Fondo de cultura económica. 1986. Págs.242.
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verdad. Como bien nos lo recuerda Piaget (1985), el mito es una opinión, a la cual
se adhiere la colectividad de forma irreversible y obligatoria, sin el mayor deseo de
verificación exhaustiva (p. 85). Así Nietzsche (1994), admite que ¨el mito quiere
ser sentido intuitivamente como ejemplificación única de la universalidad y verdad
que tienen fija su mirada en lo infinito¨ (p. 141).
Aquí se aprecia el criterio dispar que manejan estas dos maneras de pensamiento
en términos de bien y mal.
La verdad del mito tiene ciertas características, tales como el de ser eterna,
inamovible e incuestionable; pero al fin y al cabo explicativa de algo que confundía
y cuestionaba al hombre primitivo. Tal como lo plantea Asimov (1973), el hombre
antiguo echa mano de la analogía para poder explicar lo que sucede a su
alrededor y en su interior, siendo el mito el primer intento de atar lo desconocido a
un saber (pp. 16-17). La verdad del mito se interesa por la causalidad formal
(McLujan, 1985, p. 29). Para el hombre primitivo el rayo es una lanza que
necesariamente debe haber sido disparada por un diestro lancero; la lluvia, lo
mismo que los hombres y los animales que observa, copula con la tierra y de este
acto obviamente saldrán los frutos. La verdad existe, porque sus resultados son
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observables. No son los hechos los que desmienten a los mitos, porque ahí están
para mostrar que son verdaderos. Entonces ¿qué es lo que debilita a los mitos?
Si tomamos como ejemplo a los griegos, los mitos perdieron su efectividad debido
a su debilidad tecnológica, su saber no permitía mayor instrumentalidad del medio
y del hombre mismo. “Mientras el universo estuviera bajo el control de unas
deidades tan arbitrarias y de reacciones tan imprevisibles, no había posibilidades
de comprenderlo; sólo existía la remota esperanza de aplacarlo” (Asimov, p. 18).
No es que el hombre primitivo no aplicara su saber, lo que sucede es que su
aplicación era bastante mínima; la única manera que se tenía era, la imitación, la
adoración, la súplica y la ofrenda para que no se causaran males. La hechicería y
la magia son las técnicas del mito (Freud, 1985, p.106-107), la primera, el arte de
influir sobre los espíritus y la segunda, la influencia sobre los objetos y eventos
naturales mediante la manipulación de las representaciones que se tienen sobre
los mismos. De esta manera un alfiler, ensartado en un monigote, ocasionará el
mismo daño al representado por éste, que si se hiciera en cuerpo propio; una
dádiva será la forma para mantener a los espíritus de nuestro lado, y graznar
como un cuervo será suficiente para convertirse en dicho pájaro.
ELEMENTO TOTALIDAD
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"si el mito corresponde a una categoría, la única que le
conviene es la de la totalidad concreta, más aún, la de la
identidad radical, la de unidad ontológica. La conciencia
mítica afirma un mundo en estado pastoso, en su primera
cohesión y coalescencia. Las articulaciones del lenguaje, de
la técnica y del pensamiento no penetran en la masa.
Señalan, más bien, el hecho de que no analizan esta primera
imagen del mundo, cuya plenitud está preservada"(Gusdorf,
p. 21).
Además:
Cuando se tienen varias verdades con respecto a una misma cuestión, no hay
verdad y es entonces cuando en el hombre empieza la confusión. Es la
explicación del mito la que refrenda esta idea: si la verdad es necesaria al hombre
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es en la medida en que le brinda un único parámetro de comportamiento, de
ubicación en un mundo donde se siente extraño.
Desde este punto de vista, el hombre mítico está pegado al medio, forma parte de
él, mientras que el hombre moderno es independiente, tiene cuerpo propio,
diferente al entorno. Con esta separación el hombre moderno gana volutividad,
poder de decisión y acción sobre el medio, en contraposición al hombre mítico,
que no tiene más posibilidades que aquellas que le son dadas al formar parte de
un todo, al que se le aduce la toma de decisiones (el poder sobre la creación).
Vemos que un elemento perdido en el tránsito a la razón fue el desprendimiento
de un todo poderoso que todo lo hacía y a todo respondía.
ELEMENTO SOCIAL
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en el mundo mítico- a los seres humanos, pues, todo tiene derecho al estatus de
socio.
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"El mito conservará siempre el sentido de apuntar hacia la
integridad perdida, de una intención restitutiva. Es necesario
resolver cuestiones vitales: por ejemplo, asegurar la
subsistencia según las estaciones, armonizando las buenas
y las malas, los tiempos buenos y los tiempos malos; realizar
la protección del grupo humano contra la intemperie, las
bestias salvajes y los otros grupos competidores o enemigos.
El mantenimiento de la existencia exige la persecución de un
equilibrio frágil y amenazado, cuya ruptura impone severas
penalidades. Inseguridad ontológica, generadora de
angustia, como si la vida misma del hombre
correspondiese a una transgresión del orden natural. En el
seno de esta primera existencia, presa del mundo, el mito se
afirma como una conducta de retorno al orden. Interviene
como prototipo de equilibración del universo, como
formulario de reintegración" (Gusdorf, pp. 14-15).
ELEMENTO VIDA
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último, la verdad al servicio de la existencia, se pierde con la división de los
saberes y por ende la proliferación de verdades simultáneas, en el fondo disímiles
en su concepción de la existencia.
ELEMENTO COGNITIVO
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"Nosotros pensamos que nuestra verdad es objetiva porque
es verificable. Pero la verificación se inscribe en el cuadro de
un sistema previamente definido. También para el primitivo,
en su sistema, hay verificación. La interpretación mítica está
siempre verificada por el suceso" (Gusdorf, p. 35).
La calidad totalizante del mito posibilita una mayor cohesión no sólo entre
semejantes (hombres) sino entre todos los elementos constitutivos del todo,
porque ninguno goza de atributos especiales; todos merecen igual consideración.
En el pensamiento racional el hombre se asume especial; él toma las decisiones y
es el posibilitador de su destino. Todo lo que antes fuera, ahora sólo será materia
de conocimiento y utilización en aras de una verdad existencial, guiada única y
exclusivamente por la razón y lejos de todo sentimiento.
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EL SABER RELIGIOSO
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F. Nietzsche .
Estos datos, más que ignorados, deben ser objeto de investigación y analizados
por quien, en su ímpetu, se haga llamar científico; y si la psicología es ciencia, con
mayor razón por el psicólogo. El fenómeno religioso, no es meramente
colombiano, el pueblo latinoamericano, asiático, africano, etc., es creyente en su
mayoría (Almanaque Mundial, 2000).
EL ORIGEN RELIGIOSO
El saber religioso tiene su ancestro en el mito; en todo comienzo religioso se
encuentra un mito, en el caso de los cristianos hay referencias a la utilización de
categorías de pensamiento mítico (Eliade, 1992, p. 176). La verdadera pretensión
de la religión es superar al mito y proporcionar la verdad que, a su manera de ver,
este último no proporciona. Dentro de sus criterios, el saber religioso asume las
referencias históricas como los elementos que le dan el carácter de verdad,
elementos que, según éste, no se encuentran en el mito. Lo dicho por la religión
5
Nietzsche, F. (1985). Más allá del bien y del mal. Madrid: Edaf. Pág. 86.
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es verdad porque existen elementos históricos que lo corroboran. No obstante,
este postulado no es lo suficientemente fuerte y, dentro del mismo seno religioso,
se acepta que no todo lo dicho tiene respaldo histórico. En el caso del
cristianismo, Orígenes reconoce que los evangelios presentan episodios que no
son históricamente auténticos (Eliade, 1992, p. 174). Más aún, Nietzsche (1994),
postula que las religiones fallecen cuando los presupuestos míticos de éstas son
sistematizados como suma acabada de acontecimientos históricos, y se comienza
a defender con ahínco la credibilidad de los mitos, resistiéndose a que sigan
viviendo y multiplicándose como es su propia naturaleza. En síntesis, dice, cuando
se hace de la religión una verdad histórica y se olvida su sensibilidad mítica
empieza su muerte (p. 99).
Según Malinowski (p. 46), una fuente de la religión, es la muerte, la que asume
como la suprema y final crisis de la vida; la muerte sería, por su importancia, la
puerta de entrada a otro mundo. Es la religión una manera de explicar las fuerzas
emotivas del hombre; en el dilema de vivir o morir, ésta le brinda la confortante
creencia de la inmortalidad del espíritu y la continuación de la vida (p. 52). En
mandato del instinto de conservación, el hombre tiene la necesidad de crear estos
arquetipos que le brindan la creencia salvadora en la continuidad espiritual tras la
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muerte (p. 65). “Las creencias, (...) religiosas, están (...) íntimamente asociadas
con los más profundos deseos del hombre, con sus temores y esperanzas, con
sus pasiones y sus sentimientos” (p. 168). O como lo plantea Russell (1984), “La
esencia de la religión consiste en la subordinación de la parte finita de nuestra
vida a la parte infinita” (p. 522).
DEFINICIÓN
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“La religión, más que se define se describe, y más que se describe se siente”,
señalaba Unamuno (p. 210), en su crisis existencial; y definir la religión no ha sido
fácil, pero es obligatoriedad si se quiere salvar la ambigüedad; más en un plano
instrumental y operativo como lo es la ciencia. En la obra freudiana (1987, p. 17),
la religión se define como un sistema de doctrinas y promisiones que le explican al
hombre los enigmas de este mundo, en su totalidad, y le aseguran que un dios
cuidará de su vida, además de recompensarlo en una existencia ultraterrena de
las necesidades vividas en la vida terrenal.
CARÁCTER DOGMÁTICO
Como buena heredera del mito, la religión asume el dogma como su base
fundamental. Dogma entendido como la verdad revelada por Dios, declarada y
propuesta por la iglesia para ser creída (Real Academia Española, 1984, p. 512), y
no tanto como precepto, norma o canon a seguir, aunque normalmente estemos
acostumbrados a verlo como una identidad indisoluble. El dogma, así, como
verdad revelada, viene a ser fundamento y punto capital de todo sistema religioso.
Al igual que la verdad mítica, la verdad religiosa no tiene cuestionamiento, es la
verdad eterna y perenne. Recordemos, a manera de anécdota, el manto de Turín;
cuando la ciencia desmintió su autenticidad, mediante la prueba del carbono
catorce, el vaticano cerró la discusión afirmando que todo era cuestión de fe.
LA FUNCIÓN DE LA RELIGIÓN
La religión, como todo saber, brinda seguridad al hombre; como ya lo hemos
planteado, seguridad allí donde es totalmente inerme, donde su potencial físico
pierde efectividad. La religión salva al hombre de rendirse ante la muerte y la
destrucción (Malinowski, p. 52). “La religión (...) concede al hombre (...) el don de
la integridad mental. (...) la religión neutraliza las fuerzas centrífugas del miedo,
del desaliento, y de la desmoralización y proporciona los más poderosos medios
de reintegración en la turbada solidaridad del grupo y el restablecimiento de su
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presencia de ánimo” (Malinowski, p. 54). La religión, a diferencia del mito, da vida
eterna al hombre, lo deja trascender su naturaleza orgánica, y lo hace inmortal. Lo
que se venía gestando con el mito toma su gran dimensión en la religión: el alma,
el espíritu toma su lugar, para hacer del hombre un elemento sui generis. Como lo
sustenta Freud (1987), si la religión tiene una función, esta es dar un objeto a la
vida humana (p. 19).
POTENCIAL SOCIAL
Dos extremos se hacen presente cuando de analizar el potencial social de la
religión se trata. El menos defendido, pero argumentado, es el de Frazer (citado
por Toynbee, 1985, p. 258), quien afirma que las religiones son esenciales e
irremediablemente antisociales, especialmente las superiores. Se basa, al decir,
en que los intereses de determinada religión pueden ser distintos a los sociales;
los valores sociales y los espirituales son antitéticos e irreconciliables. -Valga
recordar que Comte (1995, p. 47), señala una evolución en las religiones, que
pasa del politeísmo al monoteísmo, con implicaciones de efectividad y práctica
social necesitadas en su momento-, (al caso de lo señalado como religiones
superiores e inferiores por Frazer). De Freud extractamos un ejemplo para apoyar
a Frazer.
Del otro, del poder cohesionador y mantenedor social está Malinowski, para quien
la religión asegura la victoria de la tradición y de la cultura frente a la respuesta
puramente negativa de los instintos (p. 54). Para este autor la sociedad necesita
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de la religión para el mantenimiento de la ley y el orden (p. 55). Sin ser lo mismo,
tiene igual connotación la referencia de Durkheim según la cual la religión es
social en todas sus entidades y su dios o dioses, el material del que todas las
cosas religiosas están hechas (p. 57); según esto hablar de religión en términos
del individuo sería una contradicción; si la religión existe es por su valor social y en
tanto exista la sociedad. Hegel (1994), sigue la misma línea pero diferenciando la
religión acabada, la auténtica, de la inacabada e impositiva. Plantea que la religión
acabada distingue a los pueblos; pues es una manifestación de su espíritu y la
manera como quieren manifestar su sentimiento de unión y colectividad mediante
la conciencia; sin la religión no habría pueblo, solamente individuos que se
aglutinarían con intereses particulares y jamás unitarios (p. 107 y stes).
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EL SABER FILOSÓFICO
Igualmente, desde siempre, se han hecho esfuerzos por hacer de la filosofía una
ciencia, encontrando sus detractores y sus imposibilidades, en determinados
momentos y contextos. La propuesta de Hegel (1986), es ¨la elevación de la
filosofía a ciencia ¨ (p. 68), despojarla de su nombre amor al saber y hacerla un
saber efectivo. Esta es la misma pretensión de Comte en su discurso sobre el
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espíritu positivo y de los neorrealistas, liderados por Russell. Ya sabemos las
grandes controversias que se han tenido al respecto, desde ese entonces, con su
algidez en el postmodernismo, siendo Habermas en su obra, especialmente en su
texto, Conocimiento e Interés, donde, con mayor ahínco se opone a hacer de la
filosofía ciencia. El argumento es valido y justificado en ambos sentidos, es tan
nefasto hacer de la filosofía una ciencia tanto como querer hacer de la ciencia
filosofía. La filosofía siempre estará al tanto de proponer una verdad mientras la
ciencia estará la caza de probar cualquier verdad.
DEFINICIÓN
El término filosofía, desde su etimología, está formado por las palabras philo y
sophia que dan como significado amor a la sabiduría (García M., 1984, p. 11;
Hessen, p. 11). Pero este amor a la sabiduría ha tenido diferencias y matices a lo
largo de la historia y dependiendo la corriente filosófica que abordemos. La
sabiduría ha tenido muchos amantes pero tal vez no existan dos que la hayan
amado de la misma manera. Y sin embargo, en el trasfondo, hay algo que la
identifica en su esencia, lo que podría servirnos como definición.
De esta manera la filosofía terminaría por ser una ontología que no recorta en la
realidad un trozo para estudiarlo ella sola, sino que tendría por objeto la totalidad
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del ser (García M., p. 18). En esto se identifican el mito, la religión y la filosofía,
son explicaciones totalitarias; no obstante, la diferencia de la filosofía con los otros
dos saberes es que su explicación no es perenne ni absolutista. Ahora, hay que
entender esa totalidad, pues la filosofía es total para quien la asume o aquellos
que se asumen en determinado marco filosófico; pero totalidades, en la filosofía,
encontraríamos muchas en tanto diferentes marcos encontremos. No debemos
olvidar, que ante todo la filosofía es práctica.
Estas definiciones puede que sean bastante claras, pero también debemos
señalar algunas que más parecen un galimatías; por ejemplo esta de Fichte, que
rescata Ortega y Gasset: filosofar es propiamente no vivir; vivir es propiamente no
filosofar (p. 47).
Tal como lo plantea García M., a partir del siglo XVII, el campo inmenso de la
filosofía empieza a desgajarse (p. 15). Empiezan a salir del seno de la filosofía las
ciencias particulares, no sólo porque se van constituyendo en disciplinas con su
objeto propio, métodos propios y progresos propios, sino que también se van
especializando cada día más. Desde el siglo XVIII la filosofía no es más que
aquello del saber metódico que ha quedado después que las diferentes ciencias
se han separada de ella; esto es, la filosofía queda reducida a una ontología o
reflexión sobre los objetos en general, a la metafísica, la lógica, el conocimiento, la
estética y la religión (p. 16). Por nuestra parte, y después de ver los avances de la
lógica matemática, la epistemología, la psicología, las artes y la teología,
estaríamos en condición de afirmar que la filosofía de hoy día ha quedado
reducida a tesis éticas. La búsqueda de sentidos (sentido de la vida, sentido del
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hombre, sentido de la ciencia, etc.) y la coordinación de valores distinguen hoy día
su campo de acción6.
EL MÉTODO DE LA FILOSOFÍA
Si bien se sigue manteniendo los conceptos de totalidad y de los principios
durante mucho tiempo, es el método el que los pone en cuestionamiento. Métodos
diferentes, asumidos por diferentes escuelas y pensadores, hacen que esos
principios y esa totalidad no sea la misma, aunque la pretensión sea igual.
En los griegos, de los tres filósofos más conocidos, surgen tres métodos
diferentes. El método de filosofar de Sócrates era la mayéutica, arte de preguntar
en busca de respuestas satisfactorias (tomado de García M., pp. 26-27).
Solamente a partir del cuestionamiento de las repuestas dadas, se llegaba a la
posible verdad, más nunca era alcanzada a cabalidad. (Cf., Diálogos). Platón hace
uso del método dialéctico, consistente en suponer lo que queremos averiguar,
para inmediatamente negarla y discutir esa tesis que hemos hecho, depurándola
en la discusión, hasta obtener una que soporte todas las críticas (citado por
García M., pp. 12-13). Este método se origina en el método de su maestro
Sócrates (García, M., p. 26-27). El método de Aristóteles es el método lógico; esto
es, el método inferencial, o posibilidad de sacar de una proposición general otra
proposición, esta vez particular o específica. Con Aristóteles se hace evidente la
necesidad de las pruebas para que un saber sea aceptado como cierto (García
M., pp. 30-31).
6
Véase el debate de 1966 en la Sorbona, que sostiene Piaget con Ricoeur y otros sobre psicología
y filosofía, publicado en Psicología y marxismo. (Trad. Martínez de V., J.). México: Roca. 1973.
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El método de filosofar de Descartes es el análisis detallado del mundo, en el
fondo del cual está el mundo de las ideas (García M., p. 33). En Descartes (1988),
se puede apreciar que su método es esencialmente racional (p. 65), y lo plantea
en cuatro pasos esenciales: primero, no admitir jamás ninguna cosa sin conocerla
evidentemente, evitando la precipitación, la prevención y su falta de compresión
total; segundo, dividir cada cuestionamiento en tantas partes como sea posible y
en tanto posibilite una mejor repuesta; tercero, llevar los pensamientos de forma
ordenada y organizada, partiendo de lo simple, lo fácil de conocer, a lo complejo,
lo de difícil acceso; y cuarto, describir exhaustivamente y revisar hasta la
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seguridad de no haber omitido nada .
Para Bergson (tomado de García M., pp. 48-50), el método de la filosofía debe ser
la intuición; la misión de la intuición es oponerse al intelecto, no hacer definiciones
y sólo sumergirse en la realidad y describirla, para que otro, en igual forma, la
corrobore. Este filósofo no es el único que toma como método de la filosofía la
intuición, también lo hacen, con su variación en el concepto, Dilthey y Husserl
(García M., pp. 50-53).
LA VERDAD FILOSÓFICA
Como lo hemos planteado, en el ánimo de encontrar la verdad, alejándose del
dogmatismo y la mera opinión, con la filosofía la verdad se esfuma; no tanto
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Revísese especialmente la segunda parte de su Discurso del Método.
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porque no se encuentre sino porque aparecen tantas en tanto métodos surgen
para encontrarla.
Para un racionalista como Leibniz (García M., p. 205), hay verdades de hecho y
verdades de razón. Las verdades de razón son las necesarias y su contradicción
imposible mientras las verdades de hecho son contingentes y su contradicción
posible (Martínez y Cortés). Así, para este filósofo, dos más dos sumarán siempre
cuatro y nada más que cuatro; pero sí digo que Bolívar libertó América, podría ser
lógicamente negada y argumentada con hechos que la contradigan. En esta
misma línea tenemos a Descartes, Hume, Spinoza y Kant.
LA TESIS
No obstante a la pretensión de verdad del discurso filosófico, los historiadores de
la filosofía, y en especial Althusser, han dado en el punto clave del saber
filosófico. Para este filósofo francés, en particular, la esencia de la filosofía no
busca la verdad sino la rectitud.
Así, para García M., el discurso filosófico es un conocimiento que llega mediante
la fijación de tesis, por aproximaciones sucesivas, que luego son contradichas por
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la discusión consigo mismo, siendo así mejoradas o sustituidas, hasta llegar por
completo a abarcar todo el objeto y por consiguiente el concepto (p. 39). Siendo
para Althusser que “No existe ningún discurso objetivo sobre la filosofía que no
sea al mismo tiempo filosófico, es decir, formulado desde posiciones en la
filosofía” (p. 56).
LA VIDA RECTA
Desde su posición de rectitud, toda filosofía y la filosofía en sí, propone la forma
de vivir adecuadamente. Sea que se ubique como promotora de la individualidad,
del colectivo, del humanismo, o del raciocinio. La filosofía no es la ciencia, porque
no puede demostrar la validez de su saber, pero la filosofía trata, con su saber,
constituido en base a juicios de valor, de proponer una forma de vida. La filosofía,
a pesar de su etimología, no pretende validar sus conocimientos sino corregirlos.
La filosofía en general, no trata sobre la verdad de los hechos sino sobre la
rectitud de los mismos; su preocupación no es qué tan cierto es un hecho sino
que tan correcto. La rectitud o corrección de los hechos los funda la filosofía en la
posibilidad de converger en una forma de vida colectiva, en una moral; esto es,
pretende que se conviertan en perennes patrones de conducta. Como lo plantea
Nietzsche (1985), lo esencial de la moral, su valor inapreciable, es la
obligatoriedad de sujetarse a ella prolongadamente (p. 111). O más todavía,
desde la óptica kantiana, que sean imperativos categóricos para la conducta del
hombre (Kant, 1998).
LA FELICIDAD
En la filosofía, más allá del conocimiento, está presente el poder otorgar la
felicidad al ser cognoscente y al ser en general. Para Aristóteles (1987), el fin de
los actos del hombre es la felicidad, que se caracteriza por ser aquella que es
deseable por sí misma y bastarse por sí sola; la felicidad aristotélica no se
encuentra en las diversiones, sino en los actos que van conforme a la más alta
virtud: la contemplación, el afán de saber. La búsqueda y logro auténtico de la
felicidad, para Aristóteles, son propios del filósofo (Libro X).
Para Kant (1961), ser feliz se convierte en una exigencia de todo ser racional,
aunque ésta sea muy particular a cada un de ellos, ¨donde haya de poner cada
cual su felicidad, depende en cada uno de su particular sentimiento de placer y
dolor¨ (p. 30). Define la felicidad como el estar contento con la propia existencia.
Siendo así los hombres nunca podrán ponerse de acuerdo en el modo de lograr la
felicidad pero sí en el modo de decidir en qué consiste la moralidad (Martínez &
Cortés)
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EL SABER CIENTÍFICO
Según Pereira los criterios para que la ciencia sea ciencia son: primero que sea
objetiva, y en contraposición a la subjetividad; segundo que sea precisa, esto
implica describir las condiciones en las cuales se obtuvo el saber; tercero utilizar
un lenguaje matemático, sin contradicciones o ambivalencias semánticas, y
sintácticamente presentado; cuarto, que sus postulados sean medibles; quinto,
que sus aportes, hallazgos, principios, teorías, hipótesis y conceptos tiendan a la
generalización y universalidad; sexto, que sea autocorregible, que no acepte el
dogmatismo; séptimo, que sea sistemática, que tenga el andamiaje lógico
suficiente que le de su sustento y le permita su crecimiento; octavo, que sea
relacional, su conocimiento sea solidario y formalice un conjunto, un todo; noveno,
que sea comunicable, su saber debe estar a disposición del público para su
corroborabilidad (pp. 10-13). De lo anterior debemos enfatizar que ser objetivo no
implica necesariamente el asir el objeto totalmente, sino más bien tener claridad y
consenso en lo visto por diferentes observadores; por tanto la objetividad no es lo
mismo que la verdad pero es el comienzo. Pensemos que tres observadores
pueden percibir lo mismo y esto sería ser objetivo; pero, sus observaciones
pueden estar erradas debido a cualquier tipo de distorsión y por tanto no ser cierto
lo que perciben. No obstante, nos lo recuerda de Heisenberg, los dogmas no
cuadran con la flexibilidad de la ciencia y de la evolución científica (tomado de la
entrevista que le hizo Horia, p. 325)
EL MÉTODO CIENTÍFICO
Método es lo mismo que decir modo de hacer en orden las cosas (Pereira, p. 5). Y
la ciencia sólo tiene un método, no existen diferentes métodos propios de cada
ciencia (Pereira, p. 4). El método científico puede y es utilizado en todo o en sus
partes por cada rama de la ciencia; tal vez por eso la confusión con respecto al
método científico y en cuanto al planteamiento de si hay varios métodos
científicos. El método científico tiene varias etapas, pero todas versan sobre el
manejo de datos, referenciados en unos hechos. La primera observar datos, la
segunda describir datos, la tercera organizar datos, la cuarta analizar datos, la
quinta confrontar datos, la sexta corroborar datos, la séptima interpretar datos y la
octava suponer datos, para volver a repetir el ciclo sin fin. Esto deja sellada la
discusión de si el conocimiento científico es ideacional, empírico, estructural o
fenomenológico, porque el método científico es, a lo largo de su trayecto, las dos
cosas (ideativo y empírico), que en su conjunción determinarían el tercero, siendo
posible concebirlo como una estructura o lejos de ella. Así lo ha planteado Piaget
(1985. pp. 89-90), y de alguna manera, otros epistemólogos, el origen del
conocimiento científico reside en la transformación del objeto a conocer, mediante
dos maneras complementarias; la primera modificándolo en lo físico y la segunda
enriqueciéndolo mediante las operaciones lógico-matemáticas. Nos recuerda
35
Piaget (1973), ¨ninguna ciencia está distribuida hoy en un solo plano -[por ejemplo
plano observable]-, hay multiplicidad de planos para combinación de la
experimentación actual y de la reflexión retroactiva sobre los principios¨ (p. 112).
El conocimiento científico no es solamente almacenamiento de información
recibida perceptualmente, es también procesamiento de dicha información. Esto
nos lleva a la conclusión kuhniana: ¨en las ciencias, hecho y teoría,
descubrimiento e invento, no son categórica y permanentemente diferentes¨ (p.
112). En Piaget (1985), se sintetiza lo anterior:
Hasta los positivistas tienen esto muy claro, a pesar de la mala prensa que se les
ha hecho. Pereira, interpreta a Bunge y sintetiza el método científico como un
procedimiento característico que se aplica a todo proceso de investigación, que
no es infalible ni autosuficiente, y en cambio sí, es lógico y operacionalmente
objetivo y empírico (pp. 5-7). Según ellos, el método científico se puede describir
por sus operaciones donde se incluyen aspectos lógicos, matemáticos y
empíricos. Primero observación (empiria); segundo inducción: abstracción
conceptual a partir de lo observado (empiria y lógica); tercero problematizar:
cuestionar, preguntar (lógica); cuarto hipotetizar: conjeturar, dar una solución
posible y tentativa (lógica); quinto deducir: a partir de la hipótesis señalar las
posibilidades de comprobación empírica (lógica, y empiria); sexto experimentar:
diseñar y ejecutar de tal forma que se pueda comprobar empíricamente la
hipótesis planteada (empiria y lógica); séptimo calcular la probabilidad, ante la
imposibilidad de la absolutez, se pondera la estadística (matemática); octavo
publicar: lanzamiento de la hipótesis, con su alto grado de probabilidad, al
escrutinio público, por supuesto el público científico en primer término (lógica y
empiria); y noveno criticar: asegurar la consistencia teórica y su grado de
repetibilidad empírica (lógica y empiria).
VALIDEZ
El conocimiento es válido en la medida de su efectividad práctica, de su poder
instrumental; esto quiere decir que la posibilidad tecnológica refrenda el saber;
efectividad que vemos con mayor fuerza en el conocimiento científico, en
comparación a otros saberes. Se le ha endilgado a los norteamericanos pero
37
también Nietzsche lo creía así: “el conocimiento es conocimiento para algún fin, la
validez del conocimiento depende de la validez del fin” (tomado de Carr, 1985, p.
37). No es el referente real el que hace al conocimiento científico sui generis, el
mito puede probar que sus proposiciones son ciertas, lo mismo puede hacerlo el
místico. Además la ciencia, desde el mismo desprendimiento de la filosofía
abandonó su pretensión de verdad y se conformó con la verosimilitud (Cf. El
Teetetes de Platón). El primitivo que muere por efectos de un rayo es una prueba
de que Zeus está enfadado y que arroja su lanza; el místico enfermo, que se cura,
prueba que sus oraciones surten efecto. Si no fuese por las pruebas, no habría
forma de explicar por qué en la actualidad, a nivel mundial, hay una
predominancia del pensamiento religioso; ya que ni siquiera podemos hablar de
un pensamiento y un actuar filosófico preponderante. Y son más bien pocos los
hombres que cuentan con un pensamiento científico y lo asumen en su forma de
vida.
Aún más patético, la forma de asumir las pruebas muestra como el pensamiento
mítico se posesiona de la población seudo-educada, donde el espiritismo y
chamanes modernos, regresan al ser amado, favoreciéndose en probabilidades
matemáticas, manejo del discurso y condicionamientos humanos, donde con cara
gana el espiritista y con sello pierde el desplumado seudo-educado. Si el ser
amado regresa, es una prueba de que el conjuro funcionó y si no regresa es una
prueba de que el maleficio ejecutado por la contraparte fue más fuerte, por tanto
se hace necesario ejecutar otro mucho más potente. Y así sucesivamente, si el
ser amado esta vez regresa, es porque el conjuro funcionó y si no funcionó es
porque amerita poner a funcionar otro todavía más potente que el anterior. Un
matemático, nos podría dar buena cuenta de cómo el espiritista está haciendo uso
de las probabilidades, con alta certeza de probar su proposición (¨regresar al ser
amado¨), sin la más mínima necesidad de influir en la realidad que dice manejar.
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Entre la ciencia y la tecnología existe una proceso dialéctico, pero es un error
confundir ciencia con tecnología; lo que es la consecución de un saber con la
aplicación de ese saber. -De hecho todo saber tiene su aplicación tecnológica-. En
Kuhn queda claro que una teoría propone reglas para la investigación, la
resolución de problemas, y que son los instrumentos tecnológicos el motor que
hace que esas reglas sean modificadas. Los instrumentos tecnológicos creados
mediante ciertas reglas dan la oportunidad de crear otras reglas (pp. 68-79);
ejemplo, con la invención del microscopio, la vida microbiana tomó forma y las
reglas de investigación cambiaron. Dice, ¨el término ‘ciencia’ está reservado a
campos que progresan de manera evidente¨ (p. 247). Pero, ¿Qué es el progreso?
8
Diría el profesor Federicci : pues echar para adelante, y ¿dónde es adelante?,
pues para donde vamos. Estos aportes, de un profesor de mil batallas, sintetiza el
pensamiento científico de Hegel, propuesto especialmente en su fenomenología
de espíritu, según el cual el estatismo y el determinismo no son propios del
verdadero científico, en cambio sí el progreso y la coherencia.
EXPERIMENTACIÓN
La ciencia experimenta, buscando corroborar datos obtenidos o buscando
aquellos conjeturados. Por método, se tiende a confundir la investigación con la
experimentación, y no habría razón para tal. La investigación incluye variedad de
etapas del método, que permiten el acercamiento al saber científico, mientras la
experimentación crea experiencias artificiales con ánimos de probar algo.
8
Anécdota muy comentada por Antanas Mockus en sus clases de lógica matemática en la
Universidad Nacional.
39
imposibilidad comunicativa; y sugiriendo que la única manera de hablar con
objetividad de los hechos es el haber estado presente cuando acaecieron, o
experimentando, que viene a ser lo mismo. Pero sigue siendo una visión muy
sesgada de lo que es la ciencia y la investigación científica. Ya los positivistas
lógicos, (Russell y otros), propusieron para tal dificultad, el lenguaje matemático
como posibilitador de transmisión de ideas y hechos sin distorsionarlos.
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LA PSICOLOGÍA COMO DISCIPLINA
En el momento es normal, ver cómo el saber se asume sin analizar su origen, así
es posible que exista un psicólogo que dice ser ferviente admirador del método
científico pero que guarda fielmente las fiestas religiosas; o el que dice asumir la
teoría piagetiana pero en sus acciones refleja el más estricto cumplimiento a la
ortodoxa conductual. Y algo más conmovedor, el psicólogo que quiere hacer del
ritual del yagé una psicoterapia moderna, asumiéndose como chamán. La
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caricatura de nuestra gran ciencia se plasma en la persona que se acerca al
cajero automático con su tarjeta electromagnética, y se persigna en encomienda
al creador para que ojalá le hayan consignado su salario. El problema no está en
el querer ser chamán, religioso, o conductista. El problema lo percibo, en el
asumir, el esconder un discurso en otro, en no entender que se están manejando
marcos epistemológicos distintos en un mismo momento, que necesariamente son
disímiles y contradictorios.
Conocimientos hay bastantes, libros hay muchos, autores a montón, incluso hay
conocimientos que no están escritos y autores no publicados. Así en el largo
camino epistemológico, y en su consecuencia disciplinaria, tal vez el mayor
obstáculo, en la actualidad, sea esa contaminación que planteábamos al principio
del texto; el exceso de información, al que está sometido el ser cognoscente. Así
hemos señalado cómo hoy se habla de contaminación visual siendo los avisos
publicitarios el ojo del huracán, y en la contaminación epistemológica los libros y
los autores pasan a ser el centro del asunto.
Sí se opta por la psicología como disciplina científica se debe sopesar que se está
asumiendo una posición epistemológica, con implicaciones de prueba y no de
rectitud, de explicación y no de verdad, de dinámica y no de estabilidad, de
cambio y no de perennidad, de lógica y no de autoridad, de evidencia y no de
imposición. Como sugiere Piaget (1973), la psicología científica comienza en el
momento que se piden pruebas, experiencias controlables por todos o, en
complemento, cálculos y deducciones lógicas (p. 16). Pero expliquemos, las
pruebas científicas van referidas a la efectividad del conocimiento en su
dimensión tecnológica, práctica y emancipadora, (todas juntas a pesar de la
división propia del postulado de Habermas (1973-1975) en torno al saber, mas no
a la ciencia), no a las pruebas que certifican la verdad en la relación causa efecto
de un hecho perceptible; los hechos no se repiten en la ciencia, los hechos se
homologan para poder aprehender, organizar, explicar, comprender, manejar y
conjeturar la realidad. Es un trato, -y no una verdad-, para agilizar y simplificar la
relación del ser cognoscente con el caos perceptible, llámese realidad social,
física, psicológica, natural, etc. La prueba científica no pretende mostrar que su
conocimiento es verdadero, sino que su poder heurístico, hermenéutico e
instrumental es potencialmente cada vez más alto. De hecho, si el conocimiento
científico se interesa por el poder heurístico y hermenéutico, es en tanto favorecen
el poder instrumental. El conocimiento científico no tiene pretensión de imponer
verdades desde el juicio de valor; en cambio sí explicar el devenir de los
acontecimientos y antecederse a futuros acontecimientos con alguna seguridad
de comprensión y manejo. El camino menos indicado es ir a la psicología
científica a encontrar verdades irrefutables o enrostrarle la ausencia de la verdad
en sus postulados, pues ese es fundamentalmente su motor, la búsqueda de la
verdad a partir de un método específico.
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El conocimiento psicológico desde la disciplina científica pretende su
universalidad; no obstante, sumido en sus pruebas sabe que aún no lo es, por
tanto su conocimiento se renueva con otro cada vez más potencializado, en los
términos antes señalados. Como toda disciplina científica, la psicología como
ciencia no acepta dogmas ni autoridades; si se cita un autor, como argumento, no
es a la persona sino al conocimiento otorgado por esa persona, el cual, se supone
fue adquirido en las condiciones previamente establecidas o lógicamente
mejoradas. Al contrario de otros marcos cognoscitivos, como la religión y la
filosofía, la ciencia no tiene doctores, seres que lo saben todo, hombres
omniscientes; la ciencia asume que el conocimiento se adquiere progresivamente
y que ningún hombre lo sabe todo. Recordemos a Hegel en su introducción
general a la filosofía de la historia universal, cuando nos señala que la ciencia es
de los hombres y no del hombre, la ciencia de por sí es colectiva. La psicología
como ciencia, solamente escapa al antropomorfismo mediante la posibilidad de
descentración, ese proceso por el cual el sujeto sale de su subjetivismo o de su
idealismo (Piaget, 1973, p. 60). La ciencia es noble, al asumir que el conocimiento
absoluto no se ha logrado aún -pero será siempre su búsqueda.
El objeto psicológico
Hoy, el acercamiento entre disciplinas ha propiciado en la psicología la pérdida de
su objeto. La especificidad de la psicología, en su deseo de ampliar su marco de
acción y comprensión, tiende a confundirse con el mimetismo en otros discursos,
llámense sociológicos, antropológicos o filosóficos. Se han abandonado terrenos
que, en su largo recorrido, la disciplina psicológica había ganado. Sin un mayor
análisis y valoración objetiva de los embates que se le hacen a su proceder, son
abandonadas teorías y praxis optando el camino fácil de asumir posturas de otras
ramas de la ciencia, como si esta fuera la solución ante la supuesta falta de
credibilidad y resultados. Es sintomático, ver como algunos profesionales en
psicología pregonan que ante la práctica, las profesiones se confunden; si así
fuera deberíamos pensar en la factibilidad de revivir la vieja licenciatura en
humanidades, siendo de esta manera más rentable para todos y menos engañoso
para el estudiante que realmente cree que cada profesión tiene su propio objeto
de estudio e intervención. ¿De qué sirve inscribirse a un centro universitario para
estudiar psicología si, al salir, en su rol profesional va hacer lo mismo que un
trabajador social, un sociólogo, un antropólogo o filósofo?
El objeto de la psicología no niega la relación que pueda tener con otras ramas de
la ciencia; no obstante, encontrar puntos de relación no es lo mismo que asumir el
discurso del otro. La especificidad de las ramas de la ciencia se justifica en el
énfasis que se le da desde su campo de acción, por tanto, así sea el mismo
objeto, el énfasis y la visión que se tengan del mismo es lo que ocasionará la
praxis y los derroteros a seguir. Hoy más que nunca, cuando la psicología intenta
incursionar en otros campos, corre el riesgo de asumir posturas de otras
disciplinas, repitiendo el error que cometió cuando creyó que su objeto era el
46
mismo de la medicina y en particular el de la psiquiatría. La psicología con su
tradición, avance y diversidad, tiene ya, y aún, elementos para intervenir en esos
campos en los que se quiere ubicar, sin necesidad de hacer uso de discursos
extraños y más acordes a otras disciplinas que están más preparadas para
asumirlos. La pregunta que surge es por qué no se ha agotado el discurso
psicoanalítico, el discurso conductual, o el discurso cognitivo. Trabajadores
incansables desde la psicología están esperando que sus sucesores agoten e
innoven sus discursos en los diferentes campos de aplicación, allí donde se
encuentre el hombre presente, sea sociedad, educación, familia, niñez,
adolescencia, etc.; me refiero por ejemplo a Freud, Jung, Adler, Fromm, Horney,
Reich, Klein, Winnicott, Lacan, del lado psicoanálitico; a Watson, Skinner, Hull,
Tolman, Beck, Staats, del lado conductual; a Rogers, Maslow, Perls, Frankl, entre
los humanistas; a Piaget, Brunner, Wallon, Vigotski del lado cognitivo-
constructivista y otro gran olvidado, y tal vez poco entendido, Konrad Lorenz.
Estos son algunos de los que, los psicólogos, han desechado, siendo sospechoso
el motivo por el cual no se tienen en cuenta cuando de abrir nuevos campos de
estudio e intervención se quiere, por parte de la psicología.
Los psicólogos sociales y los psicólogos educativos ¿Cuándo agotaron los textos
sociales de Freud, el discurso del Otro de Lacan, las variables intervinientes de
Tolman, el aprendizaje vicario de Bandura, el modelo motivacional de Hull, el
constructivismo de Piaget, el modelo psicosocial-histórico de Vigotski o la
impronta de Lorenz?
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Investigar trata de la consecución de algo nuevo, aunque también se haya
planteado la verificación de lo ya existente. Sin embargo, si fuéramos leales con el
concepto tendríamos que ceñirnos a la acepción primera. Investigar, y más en
nuestro medio, debe llevar más al logro de nuevos conocimientos, que a la
verificación de los mismos. Es bien sabido que nuestros conocimientos proceden
de un ambiente donde la tecnología ha permitido su verificación, siendo casi
imposible, con nuestra tecnología, poner en contradicción dichos saberes. Por
tanto más allá de la verificación de un saber dado, la única posibilidad vendría a
darse desde la verificación del mismo conocimiento en un nuevo contexto, siendo
ya descartable cierto tipo de estudios verificables, que con frecuencia se
encuentran en el ámbito de la investigación universitaria colombiana. Me refiero
en la psicología, por ejemplo, a la insistencia de si una sustancia, o condición
influye o no en capacidades como la memoria o el aprendizaje. Ya en la
consecución de nuevos conocimientos en un contexto tan sui generis como el
nuestro, las cosas podrían ser mucho más constructivas y valiosas, tanto para el
estudiante, para universidad, como para la sociedad colombiana misma. De hecho
si algo valioso tiene el conocimiento es la posibilidad de que sirva mínimamente a
quien lo produce, en este caso el productor es un representante de la sociedad y
es la sociedad representada la que debe beneficiarse de los frutos. Insistiendo, en
que si el conocimiento es contextual, la verificación debería igualmente serlo; no
es posible verificar un conocimiento en contextos distintos bajo esta óptica. La
propuesta específica que hago con respecto a la investigación, desde la
universidad colombiana, es aquella de que debe apuntar al descubrimiento y
creación de nuevos saberes. Investigar debe ser la consecución del nuevo saber.
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REFERENCIAS
Arranz, F., E. (1998). Modelos del desarrollo psicológico humano. Universidad del
país vasco.
Comte, A. (1995). (Trad. Marías, J.). Discurso sobre el espíritu positivo. Barcelona:
Altaya.
51
Freud, S. (1987). El malestar en la cultura. Madrid: Alianza Editores.
Homero. La odisea. (Lisde de L. Trad.). Rapsodia III. Buenos Aires: Editorial Tor.
No hay fecha.
52
Kuhn, T. S. (2000). (Contin, A. Trad.). La estructura de las revoluciones científicas.
Bogotá: Fondo de Cultura Económica.
Nietzsche, F. (1985). Más allá del bien y del mal. Madrid: Edaf.
Quine, W. (1981). (Trad. Acero, J. & Guasch, N.) Los métodos de la lógica.
Barcelona: Ariel.
53
Toynbee, A. (1985). Estudio de la Historia II. Barcelona: Planeta Agostini.
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