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LA RELIGIÓN

La religión es lo que el hombre dice de Dios.

Las religiones no son más que la humanización de la espiritualidad.

Desde niño fui aprendiendo que la religión no es más que un método


con el título "prohibido pensar" en el que todo ya está escrito.
(Ricardo Arjona)

¿Quién dijo que la religión está en la iglesia?


La religión huye de la iglesia y sale a la calle para estar con los religiosos.
Porque los religiosos no son sólo los sacerdotes,
sino todos aquellos que ejercen su religión.
La religión debe desarrollarse en la vida, no en la iglesia.
(Francisco de Sales)

“El problema no radica en la religión, sino en la mente humana.


Los practicantes sinceros de cualquier religión , muestran cualidades
humanas esenciales: simplicidad, constancia, compasión y contento.”
(Dalai Lama)

“Cuando el psiquiatra Rollo May le preguntó al Dalai Lama si el Cristianismo y


el Budismo se amalgamarían, respondió: “No. Aprenderán una de la otra.”

“Buda, más que budistas, quería Budas;


Cristo, más que cristianos, quería Cristos”.
(Anónimo)

Sin duda, la religión debiera ser otra cosa distinta de


esto en lo que ha terminado por ser para la inmensa
mayoría de las personas: unas normas indiscutibles que
marcan desde el Vaticano, o desde los centros religiosos,
todos los dogmas, y los textos que denominan sagrados;

Francisco de Sales
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ir a la iglesia los domingos con mejor o peor cara, por


amor o temor, por si acaso uno se gana el infierno por no
ir; leer la Biblia y creérselo todo; no poder cuestionar
asuntos relacionados con la espiritualidad, con el
sentimiento interior de o hacia Dios porque aún quedan
reminiscencias inconscientes de ese Temor de Dios del
que nos hablaron los curas, de aquellas amenazas de que
Dios lo ve todo y lo juzga todo, y de ese Dios del que
hablaban, que parecía más un inquisidor frotándose las
manos y maquinando castigos para cuando nos
sorprendiera en un pecado.
Muchos hemos vivido con ese temor, acallando cualquier
pregunta que surgiera con respecto a la religión, por eso
de que Él lo ve todo, hasta los pensamientos, y si nos
sorprendía dudando, o queriendo saber algo más, el
infierno era nuestro premio seguro.
A pesar de todo, conseguí tener mis propias ideas, lo que
no es garantía de que sean acertadas, pero estoy
absolutamente convencido que cada humano tiene la
obligación de crear sus propias filosofías y cánones en la
vida cotidiana, en la política y en la religión.
Y sé que no se debe aceptar y acatar una religión que
vaya en contra de lo que uno es, siente o desea.
No a una religión basada en el miedo, ni que sea una
dictadura, ni que unos señores se adjudiquen el monopolio
de Dios, ni que vaya en contra de los principios
personales, ni que sea un lote indivisible en el que tienes
que tragarte lo que no te parece lógico o justo.
Por eso cada humano, quizás debiera salirse del
fanatismo de defender su religión íntegramente, aunque

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no esté del todo de acuerdo con ella, y bajo ningún


concepto defender a espada que es la única real, que su
Dios es el único Dios, o el mejor, y aún menos despreciar
las otras, y aún menos todavía insultar a los que siguen
otras porque, tal vez como nosotros, están defendiendo
y creyendo en la que a ellos les inculcaron. Es evidente
que si hubiéramos nacido en su piel, estaríamos haciendo
exactamente lo mismo que hacen ellos.
Dios y la religión son imprescindibles para el ser humano,
por lo menos hasta que uno se da cuenta de que Dios
habita dentro de uno, y no en el Cielo, y que uno tiene a
Dios entre sus ingredientes, en su naturaleza, aunque
hace falta mucha humildad y compromiso para aceptar
esto; que cuando uno habla con Dios en realidad está
hablando consigo mismo; que Dios no es sólo el que creó
el universo y la vida, y sabe hacer asombrosos milagros;
que Dios no puede velar por los intereses de todos sus
hijos, como dicen en los sermones, porque cuando todos
los hijos que han comprado un número distinto de lotería
le piden que les toque, es evidente que no puede
satisfacer a todos.
¿Por qué ponemos a Dios fuera y lejos de nosotros?
¿Por qué tan inaccesible, tan distante, tan callado?
Yo busco a Dios y le busco dentro de mí. Aunque, a veces,
juego a buscar a Dios fuera y le veo, con una claridad
incontestable, en las flores, en los espermatozoides, en
el sol, en la risa, en los niños…
Y otras veces le pongo cuerpo y cara, pero sigue siendo
un juego, y es un tipo mayor, gordo y bonachón, listo
como él solo, paciente escuchador, que suelta de vez en

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cuando una frase que me deja clavado, con un excelente


sentido del humor (a veces le cuento chistes sobre Él)
que se entretiene en leer y en escuchar ópera mientras
no estoy con Él.
Le considero mi amigo, uno de esos que no fallan nunca,
siempre atento y servicial, poniendo a mi disposición su
optimismo, su sabiduría, su empuje para que aprenda a
disfrutar la vida, y todo ello y más a cambio de nada.
Generalmente trato con el que no tiene rostro, con el que
está integrado en el Ser que soy, con el Mmaestro
prudente que muchas veces no me da respuestas para
que sea yo quien las dé.
Reconozco que, a veces, me paso mucho tiempo sin
contactar con Él, pero siempre me lo perdona y me
recibe como si no hubiera pasado el tiempo.
Yo también soy uno de esos que no aprovecha a Dios lo
suficiente.
Como si aún creyera eso de que Dios tiene unos
intermediarios, que según dicen tienen la exclusiva, a los
que hay que dirigirse para confesar los pecados (¿no
quedamos en que Él lo sabe todo?) y a los cuales tengo
que dirigirme para solicitar perdón. Como si aún creyera
que para hablar con Dios tengo que ir a una iglesia,
cuando resulta ser omnipresente, y como si fuera un
señor muy atareado que nunca pudiera recibirme.
Supongo que estas opiniones molestarán a los que tienen
otras distintas. Les pido perdón. No estoy tratando de
convencerles de que esto es la verdad, simplemente es mi
verdad. Y no crean que me ha sido fácil llegar hasta aquí.
Pero me resulta más fácil creer en un Dios muy cerca de

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mí, porque me da la sensación de que puede prestarme


más atención que el que esté en un trono en el
inaccesible Cielo, y teniendo que pedir audiencia para
hablar con Él y que me den el número 3.552.522.209
Dios es la vida y por tanto tiene que estar en la vida.
Deberíamos conseguir sentir su presencia inseparable a
todas las horas del día, en todos los sitios y momentos, y
hablar con Él como hablan los niños con el amigo invisible,
y escucharle con la atención afinada, y meterle al agua
con nosotros, y cantar a dúo desentonadas rancheras.
Pasamos por la vida sin mucho Dios.
No sé si es que han hecho de piedra sus imágenes y nos
hemos creído que realmente es así; si le han subido tan
alto que pensamos que es inalcanzable; si es tan
desagradable como Le pintan en el Antiguo Testamento y
no nos interesa ser amigos de Él; si le imaginamos tan
ocupado dirigiendo el Mundo que le va a ser imposible
conceder audiencia a tan insignificantes pulgas que
somos, o si pensamos que Dios es ocupación de curas,
monjas y beatas.
Recuperar el contacto con Dios, y activarlo, es una
agradable y gratificante tarea imprescindible para todos
nosotros.

POR SI NO LO SABES
Uno de los peligros de la religión, de la religiosidad, quizás
el más grave, es el fanatismo.
El fanatismo obnubila la razón haciendo creer que uno está
en conocimiento y posesión de la Verdad Absoluta, de la
Religión Auténtica, del Camino Directo a Dios, de un Poder
Especial, y por eso se cree en el derecho y el deber de

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desacreditar las demás, y se siente con el poder


indiscutible de poder descalificarlas y arrasarlas para que
sobreviva la propia.
El caso es que cualquiera que profese otra religión distinta
de la tuya, opina prácticamente lo mismo.
¿Y si ninguna está confundida?
¿Y si todas tienen grandes porciones de verdad?
Si todos tenemos una idea similar con respecto a la
existencia de Algo Superior, ¿por qué nos peleamos
porque otros nombran a la misma cosa con otro nombre
distinto?
El nombre no cambia a la cosa.
La cosa Es.
Ni los adjetivos ni las definiciones conforman la cosa, que
ya tiene esencia y existencia antes de nombrarla.
Frases del estilo de “Todos somos hijos del mismo Dios”,
“Todos somos hermanos”, “Yo Soy el que Soy”, etc…
deberían hacer reflexionar a los fanáticos y desmontarles
de su error.
Un distintivo de la religiosidad debiera ser la comprensión
(de que partimos todos de un principio de buena voluntad),
la aceptación (de que cada uno actúa del modo que cree
apropiado), la oración (pedir a tu Dios que se apiade de él,
por si es que estuviera equivocado), el amor al prójimo (en
ningún momento dice Dios que son una excepción los que
profesan otras religiones), y la bondad (haz bien y no mires
a quién).
El fanatismo no sólo no aporta nada bueno, ni
enriquecedor, ni útil, sino que impide el ejercicio de
cualquiera de los puntos que acabas de ver.

ATENCIÓN:
No hay unanimidad en el origen de la palabra religión. La interpretación más extendida
es la cristiana que dio Lactancio (304-311 d. C.), que hace derivar religio de religare:
vincular, atar fuertemente.

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Yo he escuchado otras interpretaciones que decían, más o menos, que la religión sería
el hecho de volver a religarse con lo que uno tiene en su esencia espiritual, o
recomponerse juntado todas las piezas (espirituales y humanas) que un día fueron una
sola cosa.
Según esa misma interpretación, si la religión nos religa con Dios es porque nosotros
somos una parte de Dios, y mediante ella pasamos a ser de nuevo la Unidad.
Lo que sí creo es que la religión no es solamente ir a misa, cuando estamos deseando
que termine para salir, o repetir una letanía, cuando son frases a las que ni siquiera
prestamos atención.
Ni siquiera creo que la religión sea el cumplimiento de los Diez Mandamientos, si se
respetan sólo por imperativo y no por convicción absoluta de ellos.
La religión ha de ser una filosofía de vida, un Ccamino que uno desea recorrer con el
corazón, la creencia en Algo, indefinible, quizás incognoscible, Superior, que no se mece
con los vaivenes de la siempre insegura humanidad, sino que sobrevive a los siglos, a
las mentes pequeñas, a los cuestionamientos, y a la mente más inquisitiva.
Son tu sensibilidad y tu alma quienes han de poner las bases de tu religión, y con tan
excelsas aliadas jamás te equivocarás, porque nada incorrecto puede salir de sus bocas.
Que sean ellas, y no la ideología que te inculcaron otros, quienes se encarguen de
actualizar todos tus pensamientos y sentimientos religiosos.
Que seas tú quien funde tu propia religión, desvestida de miedos y amenazas, sin
pecados ni castigos, sin demonios, con mucha sencillez y mucha alegría, basada en el
respeto al prójimo, en la preservación de la dignidad, llena de amor desinteresado y de
generosidad, con Santos y Maestros y Guías de tu confianza. Una religión con la que te
sientas a gusto, en la que creas porque veas que todos sus principios y todas sus
normas son dignas, respetables, y en la que pueda seguir acrecentándose tu corazón, y
agrandándose tu alma y la de los demás.

RESUMIENDO
De siempre la religión ha sido un quebradero de cabeza para la
mayoría de las personas, y no un espacio en el que sentirse a gusto y
en contacto con Lo Superior.
De siempre el miedo, la inseguridad en uno mismo, la duda de si se
hace bien y se cree lo suficiente, el temor inconsciente… las

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reflexiones porque se tiene un poco o muy abandonada, las


promesas de prestarle más atención que no siempre se cumplen,
De siempre la distancia, el puente insalvable, yo tan pequeño y Él
tan inaccesible, no poder hablar con Él o no estar seguro de lo que
dice cuando nos dice algo, Señor: no soy digno de que entres en mi
morada…
De siempre acudir a Él como siervos que nos han dicho que somos y
no libres y con el corazón gozoso y henchido, no vamos con el
abrazo predispuesto y la confianza en ser bien recibidos…

Quisiera ser como otros: como los que creen en Él sin ninguna duda,
los que le sonríen y saben que reciben otra sonrisa a cambio, los que
le rezan y saben que les está escuchando, los que se saben
especialmente cuidados y protegidos, los que Le comprenden del
todo en todo, los que le sienten en cada segundo, los que Le aman
incondicionalmente…

Francisco de Sales

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