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¿Cómo era la relación entre indios y cristianos en la frontera bonaerense? ¿Por qué
los indios hacían malones sobre los pueblos? ¿Y por qué los cristianos respondían con
expediciones militares sobre las tolderías? A fines de la Colonia era frecuente ver a
grupos de indios recorriendo las calles de tierra de Buenos Aires con sus caballos
cargados de plumas de avestruz, mantos y cueros o parados en la puerta de los
comercios donde vendían sus productos. De igual manera, los indígenas veían llegar a las
tolderías a comerciantes blancos que transportaban en sus carretas yerba, azúcar y
aguardiente. La frontera no era una línea que separaba de manera tajante un mundo
#civilizado# y un mundo #salvaje#. Era un espacio por el cual transitaban cotidianamente
indios y cristianos. Pero las guerras revolucionarias y los enfrentamientos civiles que les
siguieron produjeron cambios en la relación. Los distintos bandos criollos en pugna
buscaron la colaboración militar de algunos grupos indígenas para resolver sus conflictos.
Y los caciques aprovecharon estas posibilidades de alianza para obtener las mejores
ventajas. De esa manera, durante la primera mitad del siglo XIX, el intercambio comercial
que había sido la relación casi exclusiva a lo largo de buena parte del período colonial dio
paso a una historia de intrigas, alianzas y conflictos que, no obstante, siguió mostrando la
íntima relación entre indios y cristianos.
De la paz a la guerra.
Desde octubre de 1853 hasta fines del año siguiente, distintos puntos de la campaña
fueron escenario de los rasgos característicos de la vida en la frontera: comitivas
indígenas enviadas por sus jefes para saludar al nuevo gobierno y establecer relaciones
pacíficas, hospedaje, manutención y obsequios a las mismas en los fuertes y, por otro
lado, esporádicos ataques a establecimientos rurales. La estrategia de Calfucurá en esta
coyuntura fue de constante acercamiento al gobierno de Buenos Aires mediante el
informe sobre posibles ataques y el ofrecimiento de ayuda militar contra indios maloneros.
Pero el cacique no jugaba sus cartas solamente con Buenos Aires, pues, paralelamente,
mantenía conversaciones con Urquiza. La paz dudaría poco. En el quiebre de la misma
fueron fundamentales los cambios que se produjeron en el elenco de personas
encargadas de los asuntos de frontera. Para el año de 1854, y por motivos diferentes, se
estaba creando una situación de tensión en las relaciones entre los principales caciques
amigos y el gobierno porteño: expropiación de tierras, negativa a la entrega de raciones,
asesinato de un cacique amigo, parecen haber sido motivos de descontento que llevaron
a una momentánea coalición de fuerzas indígenas, incluyendo a los grupos dependientes
de Calfucurá.
Sobre este escenario se agregó un nuevo cambio en el elenco de las personas a
cargo de los asuntos de guerra, poco favorable para lograr un entendimiento con los
indígenas. En enero de 1855, Bartolomé Mitre fue nombrado Ministro de Guerra y, desde
ese cargo, decidió poner en práctica que venía elaborando para asegurar la campaña: la
reorganización del ejército de línea y la fundación de colonias agrícola-militares para
contener a los indígenas. Las fuerzas provinciales iniciaron una serie de ofensivas
militares que resultaron en sendas derrotas. Luego de éstas, el gobernador de la
provincia, Pastor Obligado, se trasladó a la frontera para organizar una nueva ofensiva
militar con la que se esperaba acabar con los ataques indígenas. La campaña
emprendida en febrero de 1856 y dirigida por Hornos, se definió en el encuentro de San
Jacinto y fue adversa para el ejército porteño. En vista de esos acontecimientos el
gobernador Obligado decidió iniciar personalmente negociaciones de paz con Catriel y
enviar chasques a Calfucurá con el mismo objetivo.
Y de la guerra a la negociación