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Silvia Ratto: Indios y cristianos, entre la guerra y la paz en la frontera.

¿Cómo era la relación entre indios y cristianos en la frontera bonaerense? ¿Por qué
los indios hacían malones sobre los pueblos? ¿Y por qué los cristianos respondían con
expediciones militares sobre las tolderías? A fines de la Colonia era frecuente ver a
grupos de indios recorriendo las calles de tierra de Buenos Aires con sus caballos
cargados de plumas de avestruz, mantos y cueros o parados en la puerta de los
comercios donde vendían sus productos. De igual manera, los indígenas veían llegar a las
tolderías a comerciantes blancos que transportaban en sus carretas yerba, azúcar y
aguardiente. La frontera no era una línea que separaba de manera tajante un mundo
#civilizado# y un mundo #salvaje#. Era un espacio por el cual transitaban cotidianamente
indios y cristianos. Pero las guerras revolucionarias y los enfrentamientos civiles que les
siguieron produjeron cambios en la relación. Los distintos bandos criollos en pugna
buscaron la colaboración militar de algunos grupos indígenas para resolver sus conflictos.
Y los caciques aprovecharon estas posibilidades de alianza para obtener las mejores
ventajas. De esa manera, durante la primera mitad del siglo XIX, el intercambio comercial
que había sido la relación casi exclusiva a lo largo de buena parte del período colonial dio
paso a una historia de intrigas, alianzas y conflictos que, no obstante, siguió mostrando la
íntima relación entre indios y cristianos.

La lucha por el indígena.

Urquiza vencedor de la batalla de Caseros en febrero de 1852 termino con el


gobierno de rosas, con la intención de promulgar un constitución de signo federal y
nacionalizar los recursos de la aduana de Buenos Aires. Para evitar el descontento
porteño Urquiza nombro autoridades provinciales pero causo el efecto contrario, en
septiembre de 1852 Buenos Aires se separaría de la Confederación. De esta manera con
dos poderes diferentes en lucha, las relaciones con los caciques cambiaran, aunque salvo
por alguna intervención de los pampas en el conflicto de Caseros no habían tenido
demasiada participación.
De esta manera el período 1852-1861, cuando se produce la reunificación de el
espacio rioplatense con hegemonía bonaerense, se caracterizo por ser una etapa de
alianzas, contraalianzas y conflictos que reflejan el escenario político entre la
Confederación y el estado de Buenos Aires y las agrupaciones indígenas. Las autoridades
de las dos unidades políticas criollas eran conscientes de la importancia de obtener la
amistad de los nativos pero, precisamente, esa "lucha por el indígena” permitió que estos
negociaran desde una postura de fuerza diferente a la del periodo rosista.
En las negociaciones que las nuevas autoridades llevaron adelante con Calfucurá,
fue evidente que el las mejores cartas estaban en manos del cacique. Indios de su
dependencia habían protagonizado ataques al fuerte de Bahía Blanca en varias
oportunidades. Pero a pesar de los ataques, ni el gobierno de la confederación, ni el
gobierno provincial llevaron adelante acciones punitivas, sino que siguieron teniendo
relaciones diplomáticas con el cacique. Se mantuvo la calma del periodo anterior, basada
en las relaciones personales entre comandantes y caciques, basadas en la entrega de
raciones, que para algunos criollos eran consideradas como despilfarro en estos
incivilizados.
De todos modos las dos fuerzas en pugna intentaban movilizar para uno u otro
bando las fuerzas indígenas de manera clientelar. En una carta sitada en el texto se
refleja la posición de fuerza del cacique Calfucurá para negociar con sus coyunturales
aliados y ademas teniendo en cuenta el manejo que tenia sobre las salinas. El malón de
1853 reflejo la importancia de las alianzas con los lideres nativos, tanto para resolver los
conflictos internos, como también para demostrar la penuria económica a la que se podía
llegar, de todos modos durante los dos años siguientes no habrá grandes conflictos con
estos indios.

De la paz a la guerra.

Desde octubre de 1853 hasta fines del año siguiente, distintos puntos de la campaña
fueron escenario de los rasgos característicos de la vida en la frontera: comitivas
indígenas enviadas por sus jefes para saludar al nuevo gobierno y establecer relaciones
pacíficas, hospedaje, manutención y obsequios a las mismas en los fuertes y, por otro
lado, esporádicos ataques a establecimientos rurales. La estrategia de Calfucurá en esta
coyuntura fue de constante acercamiento al gobierno de Buenos Aires mediante el
informe sobre posibles ataques y el ofrecimiento de ayuda militar contra indios maloneros.
Pero el cacique no jugaba sus cartas solamente con Buenos Aires, pues, paralelamente,
mantenía conversaciones con Urquiza. La paz dudaría poco. En el quiebre de la misma
fueron fundamentales los cambios que se produjeron en el elenco de personas
encargadas de los asuntos de frontera. Para el año de 1854, y por motivos diferentes, se
estaba creando una situación de tensión en las relaciones entre los principales caciques
amigos y el gobierno porteño: expropiación de tierras, negativa a la entrega de raciones,
asesinato de un cacique amigo, parecen haber sido motivos de descontento que llevaron
a una momentánea coalición de fuerzas indígenas, incluyendo a los grupos dependientes
de Calfucurá.
Sobre este escenario se agregó un nuevo cambio en el elenco de las personas a
cargo de los asuntos de guerra, poco favorable para lograr un entendimiento con los
indígenas. En enero de 1855, Bartolomé Mitre fue nombrado Ministro de Guerra y, desde
ese cargo, decidió poner en práctica que venía elaborando para asegurar la campaña: la
reorganización del ejército de línea y la fundación de colonias agrícola-militares para
contener a los indígenas. Las fuerzas provinciales iniciaron una serie de ofensivas
militares que resultaron en sendas derrotas. Luego de éstas, el gobernador de la
provincia, Pastor Obligado, se trasladó a la frontera para organizar una nueva ofensiva
militar con la que se esperaba acabar con los ataques indígenas. La campaña
emprendida en febrero de 1856 y dirigida por Hornos, se definió en el encuentro de San
Jacinto y fue adversa para el ejército porteño. En vista de esos acontecimientos el
gobernador Obligado decidió iniciar personalmente negociaciones de paz con Catriel y
enviar chasques a Calfucurá con el mismo objetivo.

Y de la guerra a la negociación

Desde Carmen de Patagones, el comandante Villar elevó al gobierno una propuesta


de paz que recogía las negociaciones sostenidas con Yanquetruz. El gobierno parece
haber aguzado el oído y la paciencia, ya que en abril de 1857 se firmó un tratado que
recogía las principales exigencias del cacique: sueldos para él, sus caciques y soldados
iguales a los que se cobraban en el ejército provincial y un vestuario completo por año. A
los sueldos se agregaron raciones en vicios y yeguas para toda la agrupación. Las
negociaciones de Catriel fueron iniciadas en julio de 1856 desde el fuerte de Bahía Blanca
y luego trasladadas a Azul. El punto fundamental que llevó a las mayores discusiones fue
el referido al territorio asignado a los indígenas. ¿Qué sucedía entretanto con Calfucurá?
Luego de la campaña de Hornos, y hasta marzo de 1857, no se registraron malones en la
campaña sur; el cacique se hallaba en los mejores términos con el establecimiento de
Bahía Blanca y mantenía una fluida correspondencia con el lenguaraz Francisco Iturra. A
pesar del inicio de negociaciones que Calfucurá sostuvo con autoridades de la frontera,
no se llegó a la firma de ningún tratado hasta 1866.

El balance de fuerzas se invierte

En 1859 las fuerzas porteñas fueron vencidas por las de la Confederación en la


batalla de Cepeda. En el encuentro, y como ya era práctica cotidiana, participaron fuerzas
auxiliares indígenas. En esos años, dentro de la política criolla, antiguas alianzas habían
desaparecido y otras nuevas habían surgido, llevando con ellas sus vinculaciones con el
mundo indígena. El posterior triunfo porteño en Pavón definió la unión de Buenos Aires al
resto de la Confederación y el inicio del proceso de consolidación política y territorial del
Estado argentino. A partir de entonces, el tema indígena fue considerado desde una
perspectiva totalmente diferente. El contrincante que había disputado hasta ese momento
la alianza con los caciques de la pampa y que había obligado a una política semejante de
captación, había desaparecido. En este nuevo escenario Calfucurá, que había estado
fundamentalmente vinculado con la Confederación, no pudo impedir que, como sucedió
con Coliqueo, algunos de sus caciques decidieran apartarse de su mando y trataran de
ajustar paces con el gobierno prefiriendo aceptar sus exigencias antes que mantener una
posición de confrontación. La nueva inclinación de los grupos dirigentes criollos se hizo
evidente ya durante la gobernación de Mitre en Buenos Aires con un cambio sustancial en
el curso diplomático a través de la reducción significativa del presupuesto destinado al
racionamiento de indios. Al asumir la presidencia, Mitre dejó sentada la necesidad de
encarar un proyecto más global y definitivo en relación con la amenaza indígena sobre los
establecimientos productivos de la campaña. En el transcurso de unos pocos años se
firmaron más de veinte tratados con distintos caciques. Pero en los puntos acordados se
hacia evidente el cambio en la relación de fuerzas con un deterioro de la posición
indígena y mayores exigencias por parte del Estado provincial y nacional. Este cambio se
expresó además en acciones concretas, como la creación de diez nuevos distritos rurales
sobre territorio indígena durante 1865 y en la promulgación, dos años después, de la ley
215, que establecía el adelantamiento de las fronteras hasta el río Negro. Esta ley no
pudo aplicarse de manera inmediata por el estallido de otros frentes de conflicto que
desviaron los recursos del Estado: la guerra con el Paraguay (1865-1870) y la oposición
de las montoneras del interior (1873-1876). Sin embargo, mostraba claramente que el
objetivo de los nuevos dirigentes era el fin del trato pacífico y la expulsión de los grupos
indígenas. Entre 1878 y 1879 se llevaron a cabo una serie de campañas militares sobre el
territorio indígena que culminaron con la expedición hasta el río Negro dirigida por Roca.

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