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La democracia, por un lado, es un sistema político, una forma de Estado, pero por otro,
es una determinada forma de vida civil y social. Para que ambas concepciones se fundan
en una se requiere que la mayoría de los miembros de una sociedad se comporte como
ciudadanos demócratas, como personas conscientes de sus derechos, responsabilidades
y deberes, como miembros activos de una sociedad y de un Estado, es decir, que
correspondan a valores propios de una cultura democrática solidaria. No puede haber
democracia sin demócratas, no puede haber demócratas sin formación política, para ello
se requiere una formación política permanente, más allá de la educación cívica y del
estudio científico de la política, que se practica en la democracia, comprometida con un
proyecto político o con una causa social determinada, en el contexto de fortalecer y
profundizar los procesos democráticos. Conceptualmente la democracia es el sistema de
gobierno en el cual la soberanía del poder reside y se sustenta en el pueblo (la voz de
Dios), y es él quien puede cambiar o ratificar su voluntad en las urnas en las siguientes
elecciones populares; y uno de los pilares fundamentales de la democracia es la
separación de los poderes del Estado, cada uno de ellos es independiente y existe un
control constante de uno sobre el otro, para evitar los casos de corrupción o ilegalidad
en el sector público y privado. En una democracia libre, independiente y soberana no se
desarma a la población (sometimiento), en la Constitución norteamericana se garantiza
el uso de las armas para que la ciudadanía se proteja de la delincuencia y del
totalitarismo, no existe centralización de las funciones del Estado (regionalismo del
poder), no se ataca a los medios de comunicación (mordaza e impunidad), no se deja
libre a los presos sin sentencia (incremento de la delincuencia), no se viola el sigilo
bancario de los clientes para efectos tributarios, no se viola la Constitución de la
República (tiranía), no se estatiza la producción privada (comunismo), no se interpretan
las leyes políticamente para beneficio personal (autocracia), no se utiliza la demagogia
como solución de las problemas sociales del país (parche político), no se utilizan los
recursos, fondos y bienes del Estado en campañas políticas (abuso del poder), no se
persigue a la oposición que no está de acuerdo con las decisiones y medidas tomadas
(persecución política), no se crea más burocracia privilegiada (ministerios de asesores) y
gastos de publicidad política innecesarios e improductivos para el país (despilfarro de
fondos públicos) y no se utiliza a la justicia en juicios fraudulentos y políticos (justicia
politizada). Para que una democracia sea libre e independiente con éxito económico,
político y social, debe existir libertad de empresa (libre competencia), libertad de
expresión (participación ciudadana), libertad de comunicación (derecho a la resistencia),
seguridad jurídica, inversión y confianza extranjera (crecimiento económico), rendición
de cuentas sobre los recursos, fondos, bienes y contratos firmados con el Estado
(fiscalización de Contraloría), respeto a la vida y a los derechos humanos y laborales
(conciencia social), cumplimiento de los debidos procesos electorales y judiciales
(legislación soberana), independencia política, ideológica y operativa para manejar el
Estado (sin sometimiento), paz y tranquilidad ciudadana y bienestar comunitario (el
buen vivir), reconocimiento del triunfo político de la oposición (democracia), rechazo al
fraude de cualquier línea política (transparencia), sanción para los responsables de los
actos de corrupción con fondos públicos, sanción para los que violan las leyes y la
Constitución de la República (justicia despolitizada), rehabilitación penitenciaria
(justicia social) y un sistema de control del medio ambiente para preservar los recursos
naturales y garantizar la buena salud de las personas (protección humana). En Ecuador
se está tratando de construir un nuevo sistema democrático partiendo de cero como se
hizo con el Municipio de Guayaquil (asesor jurídico), pero sin embargo se quiere
sembrar un caos para convertirnos en una especie de Angola sudamericana, los
crímenes públicos y el narcotráfico están ganando espacio en el país, situación que es
manejada por los altos círculos del poder oculto que están vinculados con ciertas
autoridades que han permitido su existencia, por lo que debemos luchar como sociedad
civil para terminar con dicho poder y establecer un ambiente de progreso y bienestar
ciudadano. La educación política ecuatoriana sigue estacionaria, se continúa con la
misma práctica electorera que no ha variado en absoluto en los últimos años, sin que se
haya incrementado la independencia política, solo varían quienes dan los consabidos
encendidos discursos contra sus mayores opositores políticos y no para nada la solución
de los problemas del país y de la ciudadanía, en el campo de la práctica y de la realidad
nacional. Deben resolverse los problemas políticos estructurales de la democracia
ecuatoriana, para lograr un mejor nivel de desarrollo económico y social, que permita
superar la pobreza y garantizar el progreso sostenido del país y su bienestar ciudadano.
Reflexiones: ¿En democracia debe existir independencia de los pobres del Estado?
¿Deben cumplirse transparentemente los procesos electorales y judiciales para que
exista una democracia libre, independiente y soberana? ¿Deben existir libertades
humanas en una democracia independiente y libre? ¿En una democracia se debe respetar
los derechos humanos, laborales y la vida privada de la ciudadanía? ¿En una democracia
debe haber libre competencia de empresa y mercado? ¿En democracia el pueblo decide
a través de su voto el destino del país y el bienestar ciudadano? ¿En democracia se
sanciona a los responsables que violan las leyes y la Constitución de la República? ¿En
democracia prevalecen los intereses del país y de la ciudadanía sobre los políticos y
personales? ¿En democracia la fuerza pública debe ser obediente y no deliberante? ¿En
democracia debe informarse anualmente el monto de lo presupuestado de lo civil y no
civil financiado por el Estado? ¿En democracia debe informarse anualmente los
resultados de la situación económica, política y social del país? Atentamente Ángel
Calderón
PRESUPUESTO Y DEMOCRACIA
Una regla de oro sobre el manejo del presupuesto público es que mientras más control
tenga el Ejecutivo, y específicamente el Ministro de Hacienda, sobre el proceso,
mejores son los resultados. Si ese control se pierde y se traslada al Congreso o
directamente a la ciudadanía, más difícil resulta el manejo fiscal y mayor el peligro de
que se vuelva un factor desestabilizador. Pero, desde otro punto de vista, darle a la
ciudadanía injerencia directa en el proceso de formación, decisión y control del
presupuesto es un avance mayúsculo en democracia participativa. Lamentablemente,
también puede ser un retroceso peligroso en materia de manejo fiscal y estabilidad
macroeconómica.
Ese dilema entre democracia y macroeconomía causó mucha ansiedad durante la discusión de
la Constitución de 1991 y ha estado permanentemente presente en la discusión sobre la
descentralización. Ahora vuelve a cobrar mucha importancia con motivo del referendo. La
pregunta número 4 de este proyecto se refiere a la forma como podrán influir las
corporaciones públicas y la ciudadanía en la preparación y la ejecución de los presupuestos en
los órdenes nacional y territorial. Consagraría el derecho de las comunidades para intervenir
mediante audiencias públicas en la preparación del presupuesto de inversión y definiría la
forma como las bancadas parlamentarias de los departamentos tendrían voz y voto en este
proceso.
Los abogados hacendistas y algunos economistas consideran que cualquier discusión del
presupuesto con la gente y con los parlamentarios que implique llegar a acuerdos o hacer
compromisos con ellos es contaminante, contraria al manejo fiscal prudente y un relajamiento
de las buenas costumbres. Infelizmente, esos prejuicios tienen algún fundamento. Pero no
tener en cuenta las preferencias de la ciudadanía y de los políticos tampoco es una práctica
deseable y no es democrática. Puede ser nocivo que el pueblo haga el presupuesto, pero no lo
es menos si lo hacen los técnicos sin tener en cuenta las preferencias y necesidades de la
gente.
La pregunta del referendo que nos ocupa podría representar un avance importante y ofrece la
oportunidad de revisar toda la metodología presupuestal. Las autoridades presupuestales han
sido excesivamente estrictas en recortar el presupuesto de inversión y muy laxas en cuanto al
tamaño del presupuesto de funcionamiento. En las audiencias ciudadanas van a encontrar
poca simpatía para esa actitud y bastante apoyo para recortar el gasto de funcionamiento.
Por otra parte, el presupuesto se debería elaborar cada año con borrón y cuenta nueva, sin
tener que cargar con los errores del pasado y dándoles prioridad a las necesidades de los más
pobres en la asignación de recursos. Las audiencias ciudadanas van a presionar en este
sentido. Otro punto a favor de la intervención ciudadana es el control de la ejecución por parte
de veedores designados por la comunidad. Uno de los costos más grandes de la programación
y la ejecución presupuestal actuales es que no se haga lo que se promete. Eso deja a la gente
colgada de la brocha, hace malgastar recursos y se desperdician oportunidades. Inducir sesgos
en el sistema a favor del cumplimiento es otro punto a favor.
Sin embargo, no hay que perder de vista en esta discusión que no hay soluciones que dejen
feliz a todo el mundo. Hacer un presupuesto implica definir prioridades y asignar recursos a
sabiendas de que hay unos que ganan y otros que no se favorecen. Esa es la labor del Gobierno
y específicamente el papel del Ministro de Hacienda y el DNP. Después de haber oído a todo el
mundo, ellos son los que tienen que tomar las decisiones y cargar con la responsabilidad. La
clave para que esta innovación que se propone en el referendo no sea el germen de un futuro
despelote macroeconómico es que la nueva ley orgánica de presupuesto preserve el poder del
Ejecutivo, en especial del Ministro de Hacienda, para mantener el orden. Lo malo es que el
Congreso es el que tiene que decidir esto.
REQUISITOS DE LA DEMOCRACIA MODERNA
La Democracia
Desde entonces, la Democracia sufrió muchos embates, en los que se la cuestionó con
distintos argumentos pero, en nuestros días, goza de pleno consenso en todo el mundo.
En Argentina, donde en estos días -diciembre de 2013- se celebraron los 30 años del
restablecimiento de la democracia, encuestas recientes han revelado una aceptación de
esa forma de gobierno por el 88% de la población. Ese alto porcentaje afirma que la
democracia es el mejor sistema.
Ante todo recordemos que el término democracia proviene del griego clásico, del siglo
V a. C. δημοκρατία y los vocablos δῆμος (pueblo) y κράτος (poder o gobierno).
El primero que clasificó las formas de gobierno fue Heródoto, luego lo hizo Platón, y
finalmente Aristóteles, cuya sistematización se siguió usando durante milenios.
Aristóteles, tras el estudio de más de 158 constituciones, consideró que las formas de
gobierno podían ser divididas en 2 grupos: las puras, y las impuras ( ).
En la primera categoría (puras) incluía: a) la monarquía, que es el gobierno ejercido por
una sola persona; b) la aristocracia, gobierno ejercido por una minoría selecta, los más
sabios; y c) la democracia, gobierno ejercido por la multitud o mayoría de los
ciudadanos.
Pero lo importante es que, según Aristóteles, en las tres variantes de la primera categoría
-las formas puras, o buenas, recomendables- el poder siempre está dirigido al interés
común, de todos los miembros de la polis, pues se gobierna para la utilidad pública.
Es decir que, en la democracia, el gobierno debe ser para todos, y en beneficio de todos.
En otra parte de su "Política", Aristóteles decía que la democracia es el gobierno de la
ley, no de los hombres; y que requiere libertad e igualdad ( ).
Sin perjuicio de ese concepto, de hace más de 2000 años, la democracia ha sido
entendida y definida de muchas formas. Así, el gran pedagogo Dewey, decía que
"democracia es más que una forma de gobierno; es primariamente una forma de vivir
asociado, de experiencia comunicada juntamente".
Por ello, creo que debemos entender a la democracia como un proceso en constante
evolución y perfeccionamiento, pues ha ido cambiando en su amplitud y características,
y varía según los tiempos y los países.
Así, no es igual la democracia del siglo XIX (que era gobernada, según Burdeau) que la
del XX (gobernante, según el mismo autor francés) o el XXI, que exige una
participación aún mayor.
Con las formas de gobierno ocurre como con las de Estado: en éstas, los estados
federales que se originaron en confederaciones, como Estados Unidos y Suiza, tienen
una descentralización efectiva, real. En Argentina, en cambio, donde si bien antes de la
Constitución de 1853 nos llamábamos "Confederación", en la práctica funcionábamos
como un Estado Unitario, porque todo el poder estaba centralizado en el gobernador de
Buenos Aires, Juan Manuel de Rozas.
Formas
Democracia directa es cuando el pueblo ejerce el poder por sí mismo, sin intermediarios
o representantes. El gobierno es el pueblo mismo, que dicta las leyes, las ejecuta y
aplica, no hay representantes. En la práctica, esta forma no ha existido nunca, porque,
como decía Rousseau, se necesitaría una sociedad integrada por seres perfectos,
mientras que los grupos humanos se componen con hombres imperfectos.
Lo que más se ha aproximado a esa forma ideal de democracia ha sido el sistema que
aplicaban los atenienses, en el siglo V antes de Cristo, en que las decisiones las tomaba
el pueblo reunido en la colina de Pnix. Allí se reunía, desde el siglo VI a. C., la
asamblea (Ekklesía) del pueblo ateniense. Sin embargo, había diversos gobernantes,
cargos y magistraturas, por lo que no era propiamente una democracia directa.
Otro tanto puede decirse en nuestros tiempos del "Landgemeinde" de algunos cantones
suizos de origen germánico: allí hay democracia directa, sí, pero un sólo día en el año;
durante el resto, gobiernan los representantes del pueblo.
En otras palabras: si el pueblo vota con cierta periodicidad, con ese sólo requisito, ¿se
puede decir que hay democracia?
Pero hay otras opiniones, que consideran que se necesita algo más que el sufragio, y en
este caso el concepto de democracia está unido al concepto de república, es decir que se
entiende que la democracia debe ser republicana, y la república es necesario que sea
democrática.
En otras palabras: el sufragio es el primer requisito para que exista democracia, pero no
es el único.
En otras palabras: no sólo el acceso al poder debe ser democrático, también debe serlo
su ejercicio.
Ante todo, por la definición misma que daba Aristóteles, en que incluía a la democracia
entre las formas puras, en que se gobierna en beneficio de toda la comunidad. Y la de
Lincoln, que exige que sea un gobierno "para el pueblo", es decir, "todo el pueblo".
Esta es la idea que pretendemos plantear aquí: si un gobierno surgido del voto popular,
no se ejerce en favor de la totalidad de la población, (los que lo votaron, los que votaron
a otros, o que directamente no votaron), no existe democracia.
Estado y Gobierno
En los países con debilidad institucional, quienes asumen el poder consideran que
Estado y gobierno son la misma cosa y que además les pertenece. Esto significa retornar
a aquella frase atribuida a Luis XIV: "El Estado soy yo".
En definitiva, no puede haber democracia cuando un grupo, (el gobierno, es decir unos
pocos) maneja el Estado (que son todos) como cosa y patrimonio propios de ese grupo.
Presupuestos de la democracia
Para que se pueda afirmar que hay democracia, el gobierno debe ocuparse del bien de
toda la población, y deben respetarse los derechos y libertades para todos, por cuanto la
democracia es, por definición, para la totalidad de la población, no sólo para los que
gobiernan, ni para su grupo.
Además, hay que aplicar una cultura democrática y una práctica democrática; se
requiere confianza de los ciudadanos en sus gobernantes, un mínimo de credibilidad
pública. James Bryce destacaba la importancia de la cultura y la práctica democráticas
en Suiza: "Quien hable con un campesino de Solothurn o de Glarus se quedará
asombrado de su dominio de los principios tanto como de su conocimiento de los
detalles. Es muy probable que tenga en su casa una copia de la Constitución Federal. Es
casi seguro que la aprendiera en la escuela. La Constitución ha disciplinado así su mente
tanto como el catecismo reducido educó a los campesinos presbiterianos de Escocia...Se
siente asimismo parte del Gobierno y generalmente parece que está imbuído de un
respeto que incluye hasta la misma letra del instrumento" "Así, el hombre democrático,
como diría Platón, gusta de leer y conocer su Constitución por sí mismo. Cuanto más
sencilla y sincera sea, mejor, pues de esta forma no necesitará explicaciones de nadie
más diestro que él." ( ).
En cuanto al gobierno, debe ser ejercido con las limitaciones que establece la
Constitución, incluyendo el tiempo del mandato, y estar sometido a un permanente
control, porque el Estado es de todos; para ello, deben existir herramientas
contramayoritarias.
Los Partidos Políticos son imprescindibles, pero deben gozar de plena organización y
vida interna, mediante elecciones primarias abiertas, y competencia electoral entre ellos,
y un control de su financiamiento.
Hay que recordar que la anarquía y la anomia generalmente son seguidas por la
dictadura y la tiranía. La historia universal nos brinda muchos y muy dolorosos
ejemplos. Como dijeron nuestros sabios constituyentes de 1853: "hay que arrodillarse
ante la ley para no hacerlo ante los tiranos"
No sólo la Constitución debe tener plena aplicación: también los principios del
constitucionalismo universal, como legalidad, razonabilidad, división de poderes,
independencia del Poder Judicial, Estado de Derecho, garantías individuales, seguridad
personal, paz interior, equidad, un aceptable nivel de vida para toda la población.
En cuanto a los individuos, los derechos y libertades individuales son para todos.
Debe consolidarse la paz interior, tal como lo establece el Preámbulo de nuestra sabia
Constitución.
En síntesis: en el siglo XXI la democracia para ser tal debe ser constitucional.
También hay que cuidarse de los peligros que siempre acechan a las democracias, como
la autocracia en sus distintas formas, y de las tergiversaciones de la democracia, como la
democracia delegativa, al decir de Guillermo O´Donnell, la democracia plebiscitaria y
del populismo. En ellas, el pueblo deposita su confianza en un líder carismático, con
cualidades que son la encarnación de aspiraciones y virtudes colectivas. Esas tres
formas son particularmente peligrosas, porque resultan atractivas, a causa de que al
pueblo le dan la sensación de liberarse de la responsabilidad de gobernar, y que es más
cómodo entregar el poder al líder que lo hará en su nombre, y pensará por él.
Podrá haber, en todo caso, una democracia meramente formal, limitada a la emisión del
voto cada dos años luego de campañas electorales vacías de contenido y carentes de
debates ideológicos. Pero no una verdadera democracia.
Finalmente, la democracia debe ser esencialmente tolerante. Todas las ideologías son
aplicables a la democracia, en la medida que respeten los principios antes expresados.
Debemos dejar de adjetivarla: la democracia puede ser monárquica, republicana, liberal,
socialista, popular, nacional, internacional, etc.
Lo único que debemos exigir es que se cumpla con la Constitución y los principios
republicanos, aunque sea una monarquía.
Síntesis