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Relación cuerpo-mundo
Para concebir las rupturas, los procesos que desembocaron en las actuales (y diversas)
representaciones del cuerpo, Le Breton señala diversos hitos que permiten reconstruir el
itinerario que propone.
Podemos ubicar así en las culturas tradicionales, otras maneras de concebir la relación
con su corporeidad, en un entramado que Le Breton designa como cuerpo unido al
mundo. Considerando que las mismas categorías permiten designar al Cosmos, a la
naturaleza, a los cuerpos y a las relaciones entre las personas. Ese entramado construye
un único tejido del mundo, entrelazando esas realidades. El cuerpo, en esta relación, no
está separado, no constituye una realidad autónoma.
"Las materias primas que componen el espesor del hombre son las mismas que
le dan consistencia al cosmos, a la naturaleza. Entre el hombre, el mundo y los otros, se
teje un mismo paño, con motivos y colores diferentes, que no modifican en nada la
trama en común" (Le Breton, 1990)
Tapiz huichol
Lo que nos permite pensar que en estas sociedades es imposible concebirse como
persona, como individualidad, por fuera, separado de la comunidad. La existencia está
ligada a la red de intercambios, donde el cuerpo no es una frontera, sino un lugar de
paso
"El cuerpo como elemento aislable del hombre (al que le presta el rostro) sólo
puede pensarse en las estructuras sociales de tipo individualista en las que los hombres
están separados unos de otros, son relativamente autónomos en sus iniciativas y
valores. El cuerpo funciona como un límite fronterizo que delimita, ante los otros, la
presencia del sujeto" (Le Breton, 1990)
Mientras que en las comunidades tradicionales, la persona está fundida en una
comunidad de destino, su cuerpo constituye una diferencia, complementaria con la
identidad del grupo.
Cuerpo Grotesco
Para ello recurriremos a las investigaciones de Mijail Bajtin, sobre Carnaval y fiestas
populares en la Edad Media. El autor señala estos momentos como ruptura del orden
disciplinario medieval, momentos en los que irrumpían otras configuraciones del
cuerpo, denominadas o abarcadas por el nombre de "cuerpo grotesco", donde
sobrevivían las representaciones del cuerpo ligadas a los ciclos agrarios, lo que nos
permite encontrar características de la anterior relación cuerpo-mundo.
Lo cual tiene consecuencias en aquello que Bajtin considera como las dos principales
cosmovisiones de la realidad, la seriedad y la comicidad. Analizaremos los principales
aspectos de estas percepciones, como Cosmovisiones y en su uso del lenguaje.
A partir de ello, vincularemos estas perspectivas con el análisis que realiza Bajtin sobre
los dos cánones del cuerpo: el clásico y el grotesco. En relación a este último,
destacaremos las partes que componen lo inferior corporal en la obra de Bajtin: El
vientre, el trasero y los genitales. Por otra parte, Bajtin señala en su topografía, un lugar
especial para la boca.
Señala Henríquez que para Bajtin, la risa es “popular”, dado que es propiedad de la
colectividad, es general (ya que todos ríen), es “universal” (puesto que incluye todas las
cosas y la gente, el mundo entero se percibe cómico) y es “ambivalente” ( pues niega y
afirma, mata y da vida): “En la vida del hombre medieval la risa solo podía
manifestarse plena y puramente en el carnaval.” En consecuencia, Bajtin sostiene que
“el carnaval era el triunfo de una especie de liberación transitoria, más allá de la órbita
de la concepción dominante, la abolición provisional de las relaciones jerárquicas,
privilegios, reglas y tabúes”. Como una suerte de interregno en el que se instalaba “una
forma especial de contacto libre y familiar entre los individuos normalmente separados
en la vida cotidiana por las barreras infranqueables de su condición, su fortuna, su
empleo, su edad y su situación familiar”.
Vivenciado como un tiempo de fiesta, en que el pueblo transitoriamente habitaba “en el
reino utópico de la universalidad, de la libertad, de la igualdad y de la abundancia”.
Donde eran permitidos abiertamente determinados aspectos de la vida material como la
sexualidad, los actos de orinar, defecar, y también el comer y beber en abundancia.
Pieter Bruegel el Viejo, “El Combate entre Don Carnaval y Doña Cuaresma” (1559)