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Universidad de Buenos Aires

Facultad de Psicología

Tesis de Licenciatura en Psicología

“Exigibilidad de derechos y salud colectiva de mujeres


trabajadoras sexuales organizadas en AMMAR-CTA”

Malén Arinovich Szir


L.U: 365309490

Tutora de Tesis: Lic. Valeria Pipo


DNI: 24.551.753

-2017-

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A todas las mujeres de mi vida,
Que me enseñan, me cuestionan, me acompañan
Que luchan conmigo día a día
Que me ayudan a deconstruir
A levantarme
A construir
Y también a todos los varones
Que acompañan en las luchas
y las hacen carne propia

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ÍNDICE

Introducción………………………………………………………………………………. Pág. 4
Planteo del problema……………………………………………………………………. Pág. 5
Objetivos………………………………………………………………………………….. Pág. 6
Marco teórico…………………………………………………………………………….. Pág. 7
Exigibilidad de derechos………………………………………………………... Pág. 7
Salud colectiva…………………………………………………………………… Pág. 8
Participación……………………………………………………………………… Pág. 9
Trabajo…………………………………………………………………………... Pág. 11
Perspectiva de género………………………………………………………… Pág. 12
Estado del Arte…………………………………………………………………………. Pág. 14
Metodología…………………………………………………………………………….. Pág. 23
Fuentes………………………………………………………………………….. Pág. 23
Instrumentos….………………………………………………………………… Pág. 24
Análisis y articulación conceptual……………………………………………………. Pág. 25
AMMAR CTA: sus derechos, sus luchas……………………………………. Pág. 25
Exigibilidad de derechos: reflexividad y participación……………………… Pág. 34
Salud colectiva: participación y empoderamiento………………………….. Pág. 40
Palabras finales………………………………………………………………………… Pág. 46
Bibliografía……………………………………………………………………………….Pág. 48
Anexo……………………………………………………………………………………. Pág. 51

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Exigibilidad de derechos y salud colectiva de mujeres trabajadoras
sexuales organizadas en AMMAR-CTA

INTRODUCCIÓN

El presente trabajo corresponde a la Tesis de Licenciatura en Psicología de la


Universidad de Buenos Aires llevada a cabo por la alumna Malén Arinovich Szir L.U
365309490. La tutoría de la misma se encuentra a cargo de la Lic. Valeria Pipo,
ayudante de trabajos prácticos regular de la materia Psicología Preventiva, a cargo del
profesor adjunto Lic. Hugo Leale y Jefa de Trabajos Prácticos de la Práctica Profesional
“Salud Mental y Desinstitucionalización” a cargo de la Lic. Ana Tisera.
La temática fue elegida por un interés particular hacia una organización (AMMAR
CTA) que agrupa mujeres que se encuentran triplemente vulneradas, por ser mujeres
en una sociedad patriarcal y heteronormativa; por pertenecer a sectores populares y
por ejercer el trabajo sexual en el marco de un país abolicionista. El objetivo es poder
estudiar sus prácticas de exigibilidad de derechos y los procesos de salud colectiva en
el que se encuentran inmersas.
La metodología utilizada para esta investigación es cualitativa, con un diseño
descriptivo-exploratorio, y para tales fines se realizarán entrevistas en profundidad a
mujeres trabajadoras sexuales de AMMAR CTA, una observación participante de
alguna actividad de esta organización y el rastreo de fuentes secundarias.
Los ejes a desarrollar serán los procesos de participación, de reflexividad y de
empoderamiento que surgen de las prácticas de exigibilidad de derechos y de salud
colectiva, como también se trabajará la perspectiva de Derechos humanos y laborales
de las mujeres trabajadoras sexuales organizadas en AMMAR CTA.

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Planteo del problema

Tradicionalmente se conocen tres posturas acerca de la regulación de la


prostitución: por un lado el abolicionismo, que sería la persecución de la explotación
sexual ajena y descriminalización del ejercicio de la prostitución; por otro lado el
prohibicionismo, que es la prohibición de toda forma de explotación y del ejercicio de la
prostitución; y el reglamentarismo, que sería la regulación del ejercicio de la
prostitución a través del establecimiento de controles sanitarios, espaciales y/o
administrativos. La Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina (AMMAR-CTA),
junto con otras organizaciones, proponen una cuarta postura: la “legalización”. Este
modelo se basa en la ampliación de los derechos humanos y civiles de las personas
que realizan el trabajo sexual de manera autónoma, defendiendo las libertades
individuales y el derecho al trabajo (Orellano, G., Daich, D. y Varela, C., s.f.)
AMMAR surge en 1994 y es el sindicato en el cual se unen aquellas mujeres que
se denominan como trabajadoras sexuales. Ellas hablan de trabajo sexual y no de
prostitución por cuestiones ideológicas y políticas “en el marco de la concepción de los
derechos humanos y el respeto por la libre determinación de las mujeres” (Ammar, s.f.)
ya que manifiestan participar voluntariamente en el mercado del sexo. Se presentan
como mujeres adultas que ejercen el trabajo sexual por consentimiento propio y de
manera autónoma. Se vieron implicadas en un objetivo en común al estar todas
atravesadas por situaciones de violencia y vulneración de derechos: lograr llevar al
trabajo sexual a ser un trabajo con dignas condiciones.
Quienes participan del sindicato demandan al Estado la garantización de sus
derechos humanos y laborales. Buscan fortalecerse mediante la defensa de la libertad
laboral a través de conocer y ejercer sus derechos humanos y generar estrategias para
el cuidado de su salud integral. Creen que es necesario conseguir las condiciones
dignas para realizar su trabajo y poder salir de la clandestinidad a la cual están
expuestas. Los derechos laborales y humanos incluyen el derecho a la educación, a la
salud, a la vivienda digna, a decidir sobre el propio cuerpo, vivir una vida sin violencia,
etc. Éstos, desde un abordaje comunitario y desde la complejidad, son parte de la
visión integral de la salud colectiva, donde el derecho a la salud se piensa

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indisociablemente del resto de los derechos.
El presente trabajo se propone pensar en la exigibilidad de derechos y las
estrategias de producción de salud colectiva de mujeres que están organizadas en
AMMAR CTA, y por tanto se reconocen trabajadoras sexuales, de forma autónoma, por
voluntad y elección propia.

Objetivos

General:
Estudiar las prácticas de exigibilidad de derechos y los procesos de salud
colectiva de las mujeres trabajadoras sexuales organizadas en el sindicato AMMAR
CTA en la defensa de los Derechos Humanos y laborales.

Específicos:
-Delinear la perspectiva de Derechos humanos y laborales de quienes participan
en AMMAR CTA
-Reflexionar en torno a los procesos de reflexividad y participación que surgen
de las prácticas de exigibilidad de derechos de quienes conforman AMMAR CTA
-Identificar los procesos de participación y empoderamiento que hacen a los
procesos de la salud colectiva de quienes participan en AMMAR CTA

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Marco teórico

A lo largo del trabajo se toman los siguientes conceptos claves:

Exigibilidad de derechos
Vivimos en un mundo donde los derechos de las mujeres son siempre más
vulnerados que los de los varones, y partimos del supuesto de que los mecanismos de
estigmatización y discriminación operan como obstáculo para el cumplimiento de los
derechos en su totalidad. Por esto se tomará el concepto de exigibilidad de derechos
de Zaldúa. Ella postula que los sectores más vulnerables pueden apropiarse en mayor
o menor medida de los procedimientos y desarrollar una conciencia de sí mismos como
sujetos de derechos. El desarrollo de habilidades y empoderamiento será mayor según
el grado de apropiación (Zaldúa et al., 2016). En el proceso de apropiación y
concientización de los derechos es cuando acontecen prácticas instituyentes de
exigibilidad de los mismos. Frente a la vulneración de estos derechos, los sujetos y
colectivos buscan tanto reconocerlos como reclamarlos y atraviesan procesos de
reflexividad y participación, llevando a cabo procesos de empoderamiento. De este
modo se promueven la accesibilidad a una ciudadanía cada vez más plena poniendo
en cuestión las barreras de las desigualdades sociales, de género, de raza, étnicas,
etc. (Zaldúa et al., 2016).
Para lograr la exigibilidad de derechos es importante el trabajo en equipo, la
participación y el compromiso con la comunidad en su totalidad, así como también el
trabajo en conjunto con profesionales que sean parte de esta lucha, participando
activamente con el grupo, y no por éste, ayudando a construir el protagonismo de su
propia vida (Zaldúa et al., 2016). La construcción de vínculos y redes lleva a relaciones
más horizontales y a procesos de democratización de las instituciones que habiliten la
participación comunitaria para favorecer ejercicios de exigibilidad.
Las mujeres que participan en AMMAR luchan por sus derechos humanos y
laborales, dentro de los que se podrían nombrar la educación, la salud, el decidir sobre
el propio cuerpo, vivir una vida sin violencia, tener condiciones dignas de trabajo, entre
otros. Desde un abordaje comunitario y desde la complejidad, pensar la visión integral

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de la salud, que incluye el derecho a ésta última, es pensarla indisociablemente de los
otros derechos como la educación, justicia, seguridad y trabajo (Breilh, 2003). La salud
dentro del campo colectivo lleva a plantear que los problemas de salud no se reducen a
fenómenos individuales, sino que surge la necesidad de pensar de manera colectiva
para promover los lazos y las redes entre los sujetos y que éstos puedan convertirse en
sujetos empoderados y emancipados. “[...] Generar condiciones de equidad en el
acceso a las oportunidades en salud, educación, cultura, género y trabajo digno,
deviene una prioridad para cualquier política integral de atención y promoción de la
salud y garantía de los derechos humanos. Para ello, son necesarias iniciativas que
empoderen a las comunidades como sujetas/os de derecho, a fin de que desarrollen
ampliamente su potencial subjetivo y social [...]” (Zaldúa, 2016, p. 81). Según Fleury
(2012) la exigibilidad de derechos como capacidad colectiva promueve procesos de
“subjetivación”. Esto por un lado implica el desarrollo de nuevas identidades tanto
singulares como colectivas que rompan con las identidades subordinadas; por otro lado
supone procesos de singularización y construcción de una estrategia de transformación
social y ruptura de las relaciones percibidas como opresivas (Zaldúa et al., 2016).

Salud colectiva
A partir de los años 70 se vio la necesidad de superar el concepto de salud
como “falta de enfermedad” en personas individuales y por lo tanto abrirse a la
determinación social de la salud. Se tomarán los conceptos de Jaime Breilh para hablar
de salud colectiva. Este autor propone trabajar en términos de complejidad: es decir
que la salud abarca no solo el aspecto individual, sino que abarca el contexto y el grupo
socioeconómico del cual se es parte, y a su vez ese grupo forma parte de una sociedad
que tiene una lógica de desarrollarse y condicionarse. Entonces se podrían nombrar
tres dimensiones de la salud: la general, la particular de los grupos y la individual de las
familias. Él plantea que si la lógica de una sociedad es la acumulación de la riqueza,
entonces aquéllos que acumulen riqueza forman parte de una élite y eso quiere decir
que se deja por fuera a gran parte de la sociedad y por lo tanto, que hay exclusión.
Esta acumulación de la riqueza forma parte también de la configuración política y la
configuración cultural, y estos tres grandes elementos (los últimos dos y el contexto

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socioeconómico) forman la determinación general de la salud. Esto determina la forma
de vivir en los diferentes grupos sociales. Por modo de vivir se refiere al modo de
trabajar, al modo de consumir, al modo de organizar los soportes sociales y colectivos,
al modo de construir la identidad y las relaciones ecológicas. Por lo tanto la salud es un
conjunto de lo que se expresa en los individuos, en los grupos sociales y en la
sociedad. Es el conjunto de procesos que tienen que ver con el orígen y la producción
de condiciones que llevan o que son mediadoras de lo que finalmente suceda en la
salud de las personas. La salud colectiva es un concepto multidimensional que abarca
los fenómenos colectivos de las sociedades en su conjunto que definen la calidad, las
condiciones de vida de esa sociedad, los patrones y modos de vivir de los grupos que
conforman esa sociedad y también a los grupos y sus familias (Breilh, 2003).
Jaime Breilh (2003) plantea que desde la salud hay que pensar integralmente,
crear herramientas para los sujetos y las sujetas, que todos y todas puedan
empoderarse, fortalecerse y generar cambios culturales. La determinación social de la
salud repiensa y amplía la justicia, es una herramienta para el cambio de la civilización,
para transformar la realidad. El empoderamiento tiende hacia la autodeterminación y la
autonomía de los colectivos. Es una herramienta política propiciadora de cambios para
el acceso a oportunidades, para optar y poder decidir, para la emancipación, para
lograr autogestionarse en lo público y en lo privado, para participar en el cambio de un
orden justo (Zaldúa, 2011). “El empoderamiento de las mujeres favorece el ejercicio de
ciudadanía, la expresión del conocimiento y el ejercicio de derechos, así como también
la constitución de sujetas políticas, que propicia la deconstrucción de identidades
femeninas y la construcción de sujetas de derecho” (Zaldúa et al, 2016, p.115)

Participación
Se tomará el concepto de participación de la autora Maritza Montero, quien
define como “[...] un proceso organizado, colectivo, libre, incluyente, en el cual hay una
variedad de actores, de actividades y de grados de compromiso, que está orientado por
valores y objetivos compartidos, en cuya consecución se producen transformaciones
comunitarias e individuales [...]” (Montero, 2004, p. 292) desde un enfoque de la
psicología comunitaria en América Latina.

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La IAP (Investigación Acción Participativa) es un método ética y socialmente
comprometido, que busca no sólo producir un saber sino transformar una situación.
Crea la posibilidad de investigar activa y participativamente para generar
transformaciones, por el efecto movilizador de la conciencia unido al efecto energizante
de la acción y al efecto educador de su condición participativa. La IAP es acción
(solidaria o transformadora): acción que conduce al cambio, a la transformación social.
Es una investigación que deliberada y explícitamente intenta cambiar el mundo en el
mismo proceso de estudiarlo, obligando a las personas a pensar críticamente. Se
centra en el cambio y quiere romper con lo estático y lo ya dado: el punto de partida
para la investigación psicológica crítica es la habilidad de los seres humanos de
cambiar.
A su vez, la IAP es participativa, trata de una participación activa, ya que es una
investigación-acción realizada participativamente. La investigación no es sólo realizada
por los expertos, sino con la participación de la comunidad involucrada en ella. Los
problemas a investigar son definidos, analizados y resueltos por los propios afectados.
La salud colectiva subraya las dinámicas comunitarias y los procesos de
participación comunitaria y resistencias colectivas en salud. En este sentido, los
sectores vulnerados son espacios auto-producidos desde la exclusión que promueve
identidades, construcciones culturales, saberes, formas de resistencia, de vida y de
organización (Zaldúa et al., 2016).
Es importante nombrar el concepto de Participación Social en Salud, que puede
entenderse como el proceso de intervención de la población organizada en las
deliberaciones sobre la atención de la salud. Es un proceso democrático que se
profundiza progresivamente y está ligado a la educación popular ya que tiene que ver
con poder contar con los conocimientos y recursos suficientes para cuidar de uno
mismo o una misma.
“Según Lagarde (1996), la perspectiva de género permite analizar y comprender
las características que definen a las mujeres y a los varones de manera específica, así
como sus semejanzas y sus diferencias. (...) analiza las posibilidades vitales de las
mujeres y los varones, el sentido de sus vidas, sus expectativas y oportunidades, las
complejas y diversas relaciones sociales que se dan entre ambos géneros, así como

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los conflictos institucionales y cotidianos que deben enfrentar. (...) La mirada hacia las
inequidades de género proporcionó de cierta manera la problematización de la tajante
dicotomía existente entre el espacio público y privado, y permitió la discusión en el
ámbito público, aspectos que corresponden a la toma de decisiones sobre el cuerpo, la
sexualidad y la reproducción de las mujeres, y a las implicancias de poder y autonomía,
ya que la libertad en la toma de decisiones sobre la sexualidad y reproducción
construye ciudadanía. La participación es un derecho pero también una
responsabilidad. Participar en la formulación, la ejecución, el seguimiento y la
evaluación de políticas y programas de salud es un derecho que principalmente las
organizaciones de mujeres reivindican como parte de sus derechos ciudadanos. Este
derecho conlleva al empoderamiento colectivo de las mujeres.” (Zaldúa, 2016, p. 105)

Trabajo
En primer lugar se tomarán las ideas de Karl Marx para conceptualizar al
trabajo. Marx define al trabajador como aquella persona que vende no su trabajo sino
su fuerza de trabajo, recibiendo una retribución por eso: “El trabajo es, en primer lugar,
un proceso entre el hombre y la naturaleza, un proceso en que el hombre media, regula
y controla su metabolismo con la naturaleza. [...] Pone en movimiento las fuerzas
naturales que pertenecen a su corporeidad, brazos y piernas, cabeza y manos, a fin de
apoderarse de los materiales de la naturaleza bajo una forma útil para su propia vida”
(Marx, 1894).
Por otro lado es necesario hacer hincapié en las diferencias y desigualdades de
género que existen en el ámbito del trabajo. La Modernidad y el sistema capitalista
diferenciaron un ámbito público racional y otro privado sentimentalizado. En el primero
habitaban hombres trabajadores y asalariados y en el segundo las mujeres que se
caracterizaban por ocuparse de las tareas domésticas y la crianza de los hijos y las
hijas, sin horarios ni salario, solo “por amor” (Ana María Fernández, 1993). Nuevas
formas de subjetividad, tanto para hombres como para mujeres, se dieron a partir de
esta división de los ámbitos público y privado, ya que se adjudicó a cada sexo tareas
que podían y que no podían hacer, siempre dejando a la mujer en un lugar de menos
poder y de inferiorización. El sistema de dominación patriarcal que atraviesa la época

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constituye a la maternidad como pilar fundamental para el modelo tradicional de
feminidad, ya que implica la pertenencia limitada al ámbito privado, el altruismo y la
ternura como cualidades principales de la subjetividad femenina.
Federici (2013) plantea que la jornada laboral de las mujeres que efectúan para
el capital no se traduce necesariamente en un salario y no empieza ni termina en las
puertas del lugar físico de trabajo. El trabajo doméstico tiene una extensión
interminable y es “servir a los que ganan el salario, física, emocional y sexualmente (...)
y esto significa que tras cada fábrica, tras cada escuela, oficina o mina se encuentra
oculto el trabajo de millones de mujeres que han consumido su vida, su trabajo,
produciendo la fuerza de trabajo que se emplea en esas fábricas, escuelas, oficinas o
minas” (Federici, 2013, p. 56-57)
Dessors y Molinier siguen el concepto de Dejours de psicodinámica del trabajo
(1993) donde analizan los procesos psíquicos movilizados por la confrontación del
sujeto con la realidad del trabajo, pensando al sujeto como una historia singular,
portador de esperanzas y deseos. Plantean que trabajar es beneficiarse con un lugar
para hacer y hacerse con los otros. Pero también éste mismo puede obstaculizar la
construcción de la identidad y ser fuente de sufrimiento.

Perspectiva de género
La perspectiva de género va a permitir comprender la lógica de construcción de
identidades y las relaciones de género como parte de una determinada organización de
la vida social. Para Marcela Lagarde la perspectiva de género permite analizar y
comprender las características que definen a las mujeres y a los varones de manera
específica, así como sus semejanzas y sus diferencias (1996). Tener en cuenta la
perspectiva de género implica prestar atención al posicionamiento subjetivo que cada
quien puede tomar con respecto a los roles de género, los condicionamientos de las
relaciones entre hombres y mujeres y también los condicionamientos con respecto a la
salud (Perrotta, 2010).
La sociedad y la cultura suponen roles para mujeres y varones que condicionan
el ejercicio de la sexualidad, los cuidados, sus posibilidades de trabajo, la mirada que
se tiene sobre los cuerpos… por lo que contar con una perspectiva de género ayudará

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a comprender de qué modo se construyen y funcionan dichos condicionamientos sobre
los individuos.
El género como categoría de análisis permite indagar las formas de opresión y
subordinación social de las mujeres y cómo esto afecta en diversos ámbitos de sus
vidas como son la educación, el trabajo, el poder, la salud y la justicia, y por lo tanto,
afecta en el ejercicio de su ciudadanía. En este sentido, el cuerpo y la sexualidad son
dos aspectos importantes. Cuando se habla del proceso salud-enfermedad-atención,
se piensa en el cuerpo como un espacio donde se inscriben condiciones de vida,
estilos de vida individual y comunitaria y construcciones culturales y simbólicas que
predominan sobre éstos (Zaldúa et al., 2016). .
Para garantizar la ciudadanía plena de las mujeres es necesario pensar que
toda decisión de las mujeres corre por responsabilidad de las mismas, por su poder, su
autonomía y su libertad y exige la presencia de prácticas sociales que cuestionen y se
oponga a las lecturas de la realidad donde rige el patriarcado.

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Estado del Arte

Para lograr un análisis integral del tema-problema propuesto, se tomarán


investigaciones que se han hecho anteriormente.

Por un lado se pueden encontrar muchas discusiones, tanto a nivel internacional


como nacional y mismo de AMMAR CTA, acerca de si la prostitución es o no es un
trabajo, y por qué bregan las diferentes posturas acerca de la regulación de la
prostitución:

El artículo “Representaciones en torno a la concepción del trabajo: los casos de


AMMAR CTA y AMMAR Capital” de los sociólogos Florencia Bravo Almonacid,
Emiliano Di Biase, Nicolás Dip, Nayla Pis Diez, Mariana Sorgentini y Nadina Rodriguez
(2009) aborda la temática de la prostitución delineando las diferentes representaciones
que tienen sobre el trabajo los y las integrantes de las organizaciones AMMAR Capital
(Asociación de Mujeres Argentinas por los Derechos Humanos) y AMMAR CTA
(Asociación de Mujeres Meretrices de Argentina). Las dos organizaciones manifiestan
posicionamientos diferentes pero a pesar de ello tienen dos puntos en común: el
corrimiento de la figura de prostituta y la concepción del trabajo como medio de acceso
a la dignidad. La diferencia surge en que desde AMMAR CTA se denominan
trabajadoras sexuales y desde AMMAR Capital mujeres en situación de prostitución.
Estas últimas se consideran mujeres desocupadas excluidas socialmente, donde se
piensa a la prostitución “como un estado superable y no permanente, una situación
contingente y no deseable” (Almonacid et al., 2009, p. 2). La organización entonces
está orientada a buscar alternativas a ese no-trabajo, como microemprendimientos y
otras actividades destinadas a la subsistencia. Por otro lado la organización AMMAR
CTA está orientada a reivindicar la prostitución como un trabajo y por lo tanto luchar y
exigir por los derechos y condiciones dignas que les corresponde. En el artículo
plantean que lo que estas mujeres reconocen como trabajo es trabajo en tanto trabajo
alienado.

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En cuanto a la construcción de la representación del concepto de prostitución,
tanto como trabajo sexual como mujeres en situación de prostitución, se constituye
como herramienta para lucha contra un sistema que las excluye. Buscan desvincularse
del término prostitución ya que en ambas organizaciones piensan que tiene
connotaciones “indignas” (Almonacid et al., 2009). Además las respectivas
organizaciones confluyen en considerar al trabajo como “solución”, como forma de
dignificar a las sujetas y acceder a la ciudadanía social, luchando para ser reconocidas
por parte del Estado y de la sociedad como ciudadanas plenas.

Analía Aucía escribe un artículo en 2008 titulado “Trabajo sexual: dificultades en


concebir como trabajo aquello que la cultura degrada” donde hace referencia a que las
mujeres nucleadas en AMMAR CTA luchan por “el reconocimiento social y legal del
intercambio del sexo por dinero como un trabajo” (Aucía, 2008, p. 1), con todo lo que
eso conlleva: los derechos como trabajadoras, cobertura social, prestaciones médicas
de prevención, controles sanitarios, posibilidad de reclamos frente al incumplimiento de
algún derecho, etc. La autora hace hincapié en la oposición a la separación entre
prostitución libre y forzada, considerando que la libre elección es muy relativa, sobre
todo en el mercado laboral. Plantea que cuando los varones pagan a las mujeres por
sexo, se pone en juego un derecho unilateral de uso sexual directo del cuerpo de una
mujer, se adquiere una potestad de dominio del varón al cuerpo de la mujer. Pero aún
así es importante tener una perspectiva que permita comprender la diversidad de
experiencias que se presentan en el intercambio de sexo por dinero (el nivel educativo,
las condiciones físicas, el interés en la inversión del dinero, el sector socioeconómico al
cual pertenecen, etc.), ya que “si se piensa que toda forma de prostitución ha sido y es,
en sí misma, una forma de servidumbre sexual, se borra toda diferencia subjetiva y
objetiva” (Aucía, 2008, p. 2). Pensar a las mujeres que cumplen este rol como si
estuviesen en estado de servidumbre sexual significa fijarlas en un lugar de impotencia
y victimización. Es ponerlas en un lugar de objeto donde toda dimensión subjetiva,
cultural e histórica quedan borradas. Por lo tanto es importante no quitar los márgenes
de elección, de decisión, cuando es posible ejercer cierta autonomía y que de hecho se
ejerce. “El efecto de este borramiento obtura la posibilidad de explicar a la prostitución

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de las mujeres desde una dimensión política, más precisamente, desde el entramado
de poder que la ha producido y la sigue reproduciendo” (Aucía, 2008, p. 3)

Por otro lado se pueden encontrar artículos que tratan la vulneración de


derechos de estas mujeres y la situación de exclusión que viven, tanto tomándolas
como trabajadoras sexuales como mujeres en situación de prostitución:

Un informe titulado “Políticas anti-trata y vulneración de derechos de


trabajadoras sexuales” escrito por Georgina Orellano, Débora Daich y Cecilia Varela,
intenta dar cuenta cómo las personas que manifiestan participar voluntariamente del
mercado del sexo se ven afectadas por ciertas normativas y prácticas que terminan
vulnerando los derechos de éstas. Hace un recorrido por las diferentes normativas que
se fueron dando en el país en los últimos años y cómo fueron afectando a quienes
ofrecen sexo comercial. Algunas de ellas se definen como trabajadoras sexuales y
otras no. Se trata de mujeres mayores de edad que se insertan en el mercado sexual
en diferentes grados de ganancia económica. Algunas son cuentapropistas y otras
trabajan a través de un arreglo económico que involucra a un tercero, pero todas
ofrecen servicios sexuales de manera voluntaria.
Algunos derechos que detecta el informe que se ven vulnerados para estas
mujeres por las nuevas normativas son: robos y pérdidas de dinero y/o objetos de valor
en allanamientos a causa del accionar de las fuerzas de seguridad; coimas y otros
“negocios informales” de las fuerzas de seguridad; exposición a allanamientos
reiterados y violentos; restricciones a las libertades de las personas en el marco de las
“operaciones de rescate”; vulneraciones en el derecho a la salud; vulneraciones en el
derecho a la vivienda; y eventuales implicaciones como partícipes de las redes de trata
y explotación.

En “Exigibilidad de derechos de personas en situación de prostitución y


dispositivos comunitarios de CABA” (Zaldúa, Longo, Sopransi, Lenta; 2016) se plantea
que las situaciones de prostitución están atravesadas por relaciones de poder, dominio
y mercantilización de los cuerpos para el goce de los otros. El objetivo de la

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investigación es esclarecer discursos, prácticas y dispositivos alternativos para la
exigibilidad de derechos de personas en situación de prostitución.
El fenómeno de la prostitución cuenta con diversos factores intervinientes como
son las migraciones, la feminización de la pobreza y de la subsistencia, la falta de
acceso a derechos sociales y culturales, el consumismo generalizado, las
organizaciones o personas que lucran con la prostitución y quienes consumen
prostitución -que son, generalmente, varones- (Zaldúa et al., 2016).
"El sexo se presenta como algo que los hombres ‘necesitan', mientras que la
sexualidad de las mujeres apenas es reconocida. De modo que a las mujeres se les ve
‘al servicio' de esta necesidad masculina (...) en ambos casos, y por diferentes motivos,
la sexualidad aparece más relacionada con las estrategias de poder que con el placer"
(Rostagnol, 2007: 49-50). Los varones acuden a la prostitución como un ejercicio de
poder y sumisión sobre otra persona, convirtiéndola en un objeto de consumo, eso está
naturalizado y la mayoría no se lo problematiza.
En el encuentro de trabajadores y trabajadoras de salud con personas en
situación de prostitución es esencial una reflexión y atención particular por la
complejidad de las situaciones. En esa problematización y reflexividad crítica de parte
de las y los trabajadores/as de la salud en estos contextos de pobreza e inequidad, se
propician buenas prácticas (Zaldúa et al., 2016). “[...] resulta sustancial garantizar la
disponibilidad y accesibilidad económica, física y segura, la aceptabilidad y calidad de
establecimientos, bienes y servicios públicos de salud y centros de atención, así como
de programas que funcionen plenamente sin discriminación alguna” (Zaldúa et al.,
2016, p. 142). Las buenas prácticas son experiencias y acciones concretas que
promueven cambios que contribuyen al fortalecimiento de una democracia de género
(Zaldúa et al., 2016). El artículo comenta acerca de dispositivos que proponen
“estrategias alternativas para el acceso al derecho a la educación y al trabajo para las
personas en situación de prostitución, a través de estrategias de sensibilización
comunitaria e inclusión lo que promueve prácticas de exigibilidad de derechos y supone
procesos de transformación subjetiva en los planos individual y social” (Zaldúa et al.,
2016, p. 152)

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Por otro lado, María Belén Sopransi escribe un artículo llamado “La participación
social en salud desde la perspectiva de las organizaciones populares” donde define
que “La participación social está ligada a procesos de transformación sociopolítica, a
formas de organización social, a diseño de políticas públicas y a implementación de
programas. Según sea quién la defina y con qué objetivos es empleada, asume
diferentes característica” (Sopransi, 2016, p. 87). Hace hincapié en la inclusión de
propuestas participativas en salud, planteando que es un proceso de la población
organizada en las deliberaciones sobre la atención de la salud, la toma de decisiones
que tienen que ver con la satisfacción de las necesidades y el control de los procesos
(Sopransi, 2016). Sobre la participación, cita a Montero (2004: 292) cuando la define
como un “proceso organizado, colectivo, libre, incluyente, en el cual hay una variedad
de actores, de actividades y de grados de compromiso, que está orientado por valores
y objetivos compartidos, en cuya consecución se producen transformaciones
comunitarias e individuales”
Sobre la participación social en salud comenta que hay una postura que la
define como un proceso donde se construye ciudadanía que reivindica la condición de
las personas como sujetos de derechos, asumiendo la concepción de salud como
derecho social, humano y como un bien público. Se destaca el carácter político de la
participación popular con fines democráticos y de redistribución del poder y plantea una
relación con el Estado que mantenga la autonomía de los movimientos sociales, tiene
en cuenta los aspectos sociales, históricos, políticos y culturales del proceso salud-
enfermedad; sostiene una visión holística e integral de la salud con énfasis en el
bienestar y en el “encuentro de saberes” que vendría a ser la conjunción del saber
popular con el científico. Por último concluye diciendo que “Resulta indispensable
reflexionar acerca de las estrategias de autoprotección de la salud que desarrollan los
sectores expulsados para cubrir sus necesidades sanitarias y acerca de las
experiencias colectivas en salud que se despliegan desde las clases subalternas
promoviendo la defensa del derecho a la salud (...)”

Zaldúa, Pawlowicz, Longo, Sopransi y Lenta en su artículo titulado “Vulneración


de derechos y alternativas de exigibilidad en salud comunitaria” plantean que es una

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prioridad para cualquier política integral de atención, promoción de la salud y garantía
de los derechos humanos, generar condiciones de igual acceso en lo que refiere a
salud, educación, cultura, género y trabajo digno. Dicen que para que esto sea posible,
es necesario que las comunidades se empoderen como sujetos de derecho, con el fin
de desarrollar su potencial subjetivo y social. También es fundamental fortalecer los
vínculos y las redes entre las personas de la comunidad, donde se apueste a
relaciones más horizontales y a procesos de democratización de las instituciones que
habiliten la participación comunitaria como algo necesario para favorecer estrategias de
exigibilidad.

Roxana Longo en “Los caminos de la diversidad” plantea que el modelo


neoliberal en Argentina produjo cambios en los campos económico, político social,
ideológico y de la subjetividad que conllevaron desempleo y expulsión social de más de
un tercio de la población. Pero frente al avance del neoliberalismo se producen fuertes
resistencias desde la comunidad, y junto a esto, el surgimiento de nuevos movimientos
sociales. Éstos se constituyeron como lugares de la demanda de trabajo, de
condiciones de vida, de defensa del medio ambiente, del territorio, de recursos, entre
otros. “(...) La consideración del Género en el análisis de las relaciones sociales de
poder, junto con otras variables de naturaleza socio-cultural, constituyen un marco de
referencia potente para la explicación del rol y el protagonismo actual de la mujer en los
nuevos movimientos sociales y la búsqueda de la equidad social, de género, étnica,
generacional, etc.” (Longo, ss/f.). Las políticas que de desarrollaron en las últimas
décadas vulneraron muchos derechos conquistados por trabajadores y trabajadoras,
afectando especialmente a las mujeres. La brecha de géneros en Argentina se puede
visualizar si se piensa en la desigualdad en la participación económica, en el
fortalecimiento político, en la salud... Las situaciones de vulnerabilidad que atraviesan
las mujeres son múltiples e incluyen fenómenos que deterioran la calidad de vida y los
procesos subjetivos de las mismas.
Estos nuevos movimientos tienen el desafío de crear nuevas estrategias que
permitan continuar la lucha y profundizar la construcción de espacios de
problematización, intercambio y encuentro que se asuman como ámbitos de creación

19
de prácticas y representaciones contrahegemónicas al dominio capitalista y patriarcal.
“Uno de los aspectos importantes a trabajar es problematizar, cuestionar, las prácticas
y representaciones sociales desde nuestra vida cotidiana, cuestionar desde los propios
movimientos sociales, organizaciones sociales y colectivos sociales la legitimidad de
los dispositivos de poder cristalizados, tanto en la organización de la sociedad y en las
instituciones, como en la subjetividad de hombres y mujeres. Generar instituyentes que
den cuenta de la existencia de deseos que no se anudan al poder, que desordenan las
prácticas, desdisciplinan los cuerpos, deslegitiman sus instituciones...” (Castoriadis,
1983). De manera de ir construyendo y forjando una praxis que permita superar las
tradiciones culturales dicotómicas y dogmáticas, analizando y problematizando las
contradicciones y revalorizando la diversidad de subjetividades y experiencias
existentes.” Revisar todo esto posibilita otras posiciones subjetivas frente a las
asimetrías entre los sexos, las relaciones de poder y desigualdad.
Finalmente concluye su artículo planteando que hay que optar por las iniciativas
que conlleven a la transformación y creación de nuevas relaciones sociales, siempre
teniendo en cuenta que los procesos de participación intenta transformar la realidad
desde una praxis liberadora con relaciones sociales equitativas, sin discriminaciones ni
desigualdades.

Clara Attardo en “Psicólogos y psicólogas por el cambio. ¿Por qué es pertinente


incluir la perspectiva de género cuando trabajamos en la promoción de la salud?”
estudia cómo los estudios de género pueden ser una herramienta teórico-práctica
adecuada para llevar adelante intervenciones de promoción de la salud en el campo de
la salud comunitaria y promover la equidad en las intervenciones. Plantea que los
estudios de género se interesan en lograr equidad e igualdad entre mujeres y varones.
Estos estudios permiten crear estrategias para que ambos sexos deconstruyan y
reconstruyan saberes, imaginarios y sentidos que forman parte de sus procesos de
subjetivación en tanto los mismos reproducen relaciones de poder injustas y opresivas,
fundamentalmente para las mujeres.
Utiliza la definición de la promoción de la salud de la Carta de Ottawa: “(...)
consiste en proporcionar a los pueblos los medios necesarios para mejorar su salud y

20
ejercer mayor control sobre la misma. Para alcanzar un estado adecuado físico, mental
y social un individuo o grupo debe ser capaz de identificar y realizar sus aspiraciones,
de satisfacer sus necesidades y de cambiar o adaptarse al medio ambiente. (...) se
trata por lo tanto de un discurso positivo que acentúa los recursos sociales y
personales así como las aptitudes físicas (...)”. Y respecto a esto comenta que se
requiere de políticas públicas intersectoriales y se entrama con el objetivo de favorecer
el respeto por la singularidad y fortalecer la autonomía de los sujetos. Es necesario
impulsar medios de vida saludables como la paz, la justicia social, la igualdad entre
hombres y mujeres, el acceso a una vivienda digna, etc.
El objetivo del artículo es poder visibilizar que, como psicólogos y psicólogas, en
los ámbitos de intervención comunitarios, el sector de la salud pública, los espacios
municipales, las organizaciones de la sociedad civil y los diferentes estamentos
públicos se pueden aportar herramientas pertinentes para promover transformaciones
tanto colectivas como singulares. Trabajar en promoción de salud conlleva poder
reconocer y rescatar creencias, mitos, imaginarios sociales, que construyen a las
subjetividades, con el fin de visibilizar y transformar malestares, inequidades y formas
opresivas de existencia que impactan en la salud de las personas. Lo ideal es intervenir
tanto individual como colectivamente con el fin de promover la sensibilización,
capacitación y reflexión de las comunidades, para fomentar transformaciones y generar
lazos y redes de inclusión social. En este marco, los estudios de género son una
herramienta transformadora en tanto se pretende lograr la equidad en las relaciones
sociales entre mujeres y varones y se enlaza con todos los abordajes que tienden a
garantizar la efectivización de los derechos.

En “Hombres públicos - mujeres privadas” Ana Maria Fernandez plantea que el


espacio público (racional) es tradicionalmente ocupado por varones y el privado
(sentimentalizado) por mujeres, connotando atribuciones de lo masculino y lo femenino,
respectivamente. Comenta que no sólo fue una división de tareas a lo largo de la
historia, si no que fue una prohibición de tareas según el sexo. Con respecto a la
modernidad “se enfatiza la distribución de los espacios y las figuras jurídicas para
hombres y mujeres, propios del capitalismo incipiente” (Fernández, 1993). Ella postula

21
que hoy en día las mujeres occidentales lograron muchos avances en lo que a
derechos y prohibiciones respecta, participan de casi todas las actividades de la vía
pública y no se encuentran recluidas en ningún claustro doméstico. Sin embargo, estas
nuevas prácticas no han superado a las viejas, sino que coexisten con ellas y en
tensión conflictiva. Por último es importante destacar que se construyen tres mitos
alrededor del “modelo de mujer” por elección (blanca, de clase media y heterosexual):
el de “mujer = madre”, la pasividad erótica femenina y el amor romántico.

22
Metodología

La metodología es definida por Minayo (2007) como el camino que toman el


pensamiento y la práctica para abordar la realidad que es inagotable. Ésta autora le
otorga un lugar preponderante al potencial creativo de parte del investigador. La
investigación será definida como la actividad básica que tomará la ciencia para la
indagación y construcción de la realidad (Minayo, 2007). Dicha actividad está vinculada
con el pensamiento y la acción.
La utilización de metodología cualitativa implica el análisis de bibliografía a fin de
abordar los objetivos propuestos y responder las preguntas que operan como guías de
la presente investigación. Se buscará articular la recopilación y lectura del material
bibliográfico con las herramientas utilizadas a tales fines, para un mayor análisis y
descripción de la temática en cuestión. El análisis cualitativo “trabaja con el universo de
significados, motivos, aspiraciones, creencias, valores y actitudes, lo que corresponde
a un espacio más profundo de las relaciones, de los procesos y de los fenómenos que
no pueden ser reducidos a una operacionalización de variables” (Minayo, 2007, p.18)
El diseño que se utilizará en esta investigación, en función del tema
problematizado, será de carácter descriptivo-exploratorio, a partir de un enfoque
cualitativo. Y las herramientas serán entrevistas en profundidad a mujeres trabajadoras
sexuales de AMMAR CTA, observación participante de alguna actividad de esta
organización y rastreo de fuentes secundarias.
Población: Mujeres que ejercen el trabajo sexual
Muestra: Mujeres trabajadoras sexuales organizadas en AMMAR CTA
Unidad de análisis: Discursos y prácticas de mujeres militantes y dirigentes de
AMMAR CTA.

Fuentes:
Primarias: entrevistas a mujeres trabajadoras sexuales organizadas en AMMAR CTA y
observación participante en actividad realizada por la organización.
Secundarias: Información documental proveniente de diversas páginas web acerca de
AMMAR CTA y otros, y otras modalidades de publicaciones vinculadas a la temática.

23
Instrumentos:
Entrevista semidirigida: Se realizaron tres entrevistas semi dirigidas a tres
trabajadoras sexuales militantes y dirigentes de la organización AMMAR CTA. Los
objetivos de las mismas fueron conocer algunos aspectos de la historia de AMMAR
CTA, los objetivos de la organización, las estrategias que hacen a la exigibilidad de
derechos y de salud colectiva de la misma y las transformaciones subjetivas que las
mujeres atraviesan al estar sindicalizadas. Estas entrevistas se facilitaron a través de la
comunicación con Recursos Humanos de AMMAR CTA. Dos de ellas fueron realizadas
en septiembre de 2015 para fines de un trabajo de campo de la materia Psicología
Institucional y la tercera fue realizada específicamente para fines de la escritura de la
Tesis en febrero de 2017. Todas expresaron su voluntariedad de participación y un
consentimiento explícito para utilizar sus entrevistas como material de trabajo para
fines de la Tesis de Licenciatura en Psicología.
Otávio Cruz Neto (2007) menciona a la entrevista como una técnica en donde el
investigador busca obtener informes contenidos en el habla de los actores sociales. A
través de este procedimiento, según el autor, podemos obtener datos objetivos y
subjetivos. Los datos subjetivos tendrán relación con las actitudes y opiniones de los
sujetos entrevistados. El tipo de entrevista que se utilizará es de tipo semi dirigida,
considerando en la misma, diferentes tópicos o preguntas tentativas pero permitiendo
al entrevistado tomar un camino singular de respuesta.
Observación participante: La observación participante se realizó en una charla-
debate el día lunes 20 de marzo de 2017 en la Facultad de Filosofía y Letras de la
UBA, en marco de un seminario de la carrera de antropología llamado “Comercio
sexual y regímenes anti-trata”.
Ésta es definida como una técnica en donde el investigador entra en contacto
directo con el fenómeno a observar, posibilitándole obtener información sobre esa
realidad y sus actores intervinientes en sus contextos. La importancia de dicha técnica
reside en poder capturar una amplia gama de situaciones que no son obtenidas por
preguntas. Es importante destacar que durante el proceso de la implementación de la
técnica el observador puede modificar y ser modificado por el contexto (Cruz Neto,
2007).

24
ANÁLISIS Y ARTICULACIÓN CONCEPTUAL

AMMAR CTA: sus derechos, sus luchas

Los Derechos Humanos se refieren a aquellos derechos y libertades propias de


cada individuo por el sólo hecho de pertenecer al género humano, y que a su vez nos
permiten vivir y convivir como tales. Son universales ya que son derechos que
trascienden las fronteras y los momentos históricos y son referidos a todos los países,
a todos los tiempos y todas las personas. Los Estados firmantes son los que asumen la
tarea de que se cumplan. Para tales efectos también se crearon organismos e
instituciones internacionales de derechos humanos. Sin embargo, en la realidad
concreta su aplicación no es tan universal ya que se ve atravesada por aspectos
sociales, culturales, políticos, económicos y religiosos de cada país.
Muchas personas y diferentes grupos sociales a lo largo del mundo no pueden
ejercer estos derechos humanos, por no tener acceso a las condiciones necesarias o
porque les son vulnerados. El derecho a trabajar es uno de los fundamentales ya que a
través del mismo se puede acceder a cierto nivel de bienestar y se fundamenta en los
principios de dignidad y autonomía. La Modernidad y el sistema capitalista
diferenciaron un ámbito público racional y otro privado sentimentalizado. En el primero
habitan hombres trabajadores y asalariados y en el segundo las mujeres que se
caracterizan por ocuparse de las tareas domésticas y la crianza de los hijos y las hijas,
sin horarios ni salario, solo “por amor” (Ana María Fernández, 1993). Nuevas formas de
subjetividad, tanto para hombres como para mujeres, se dieron a partir de esta división
de los ámbitos público y privado, ya que se adjudicó a cada sexo tareas que podían y
que no podían hacer, siempre dejando a la mujer en un lugar de menos poder y de
inferioridad.
La sociedad patriarcal tiende a organizarse según el criterio de la superioridad y
el dominio del hombre con respecto a la mujer. El género como categoría de análisis
permite indagar las formas de opresión y subordinación social de las mujeres y cómo
esto afecta en diversos ámbitos de sus vidas como son la educación, el trabajo, el
poder, la salud y la justicia, y por lo tanto, afecta en el ejercicio de su ciudadanía
(Zaldúa et al., 2016). En este sentido la mujer es objeto de violencia por parte de ésta

25
sociedad que ofrece más y mejor oportunidades al hombre y que crea y perpetúa
estereotipos de mujeres con los cuales legitima la violencia. Esta violencia se ejerce en
todos los ámbitos, son fundados sobre la base de imaginarios sociales (Mari, 1988)
difusos e institucionalizados que marcan a la mujer como alguien que debe
subordinarse al hombre, obedeciendo, ocupando un rol maternal de cuidado, y además
objeto de abuso y acoso por parte del hombre como una conducta aceptada por la
sociedad. Asimismo es posible distinguir esta subordinación en diversos ámbitos como
el laboral.
Cuando el trabajo se encuentra regulado no sólo constituye una fuente de
ingresos sino que además garantiza el acceso a otros derechos, como la salud a través
de regímenes de obras sociales, una jubilación asegurada a través de aportes, acceso
a una vivienda digna a través de recibos de sueldos, entre otros. Asimismo el trabajo
tiene la capacidad de otorgar identidad y pertenencia y ayuda a la inclusión social.
Existen actualmente personas que realizan una actividad que consideran trabajo
y sin embargo el Estado (y la sociedad) no la reconoce como tal. Esto hace que estos
grupos no puedan gozar de los derechos y garantías laborales y en consecuencia se
encuentran más sometidos a situaciones de clandestinidad, precarización laboral y
vulnerabilidad de sus derechos humanos.
El trabajo sexual es un ejemplo de cómo lo "universal" de los Derechos
Humanos queda por fuera ya que es excluido socialmente. Frente a esto hay diversas
posiciones. Por un lado el abolicionismo, que sería la persecución de la explotación
sexual ajena y descriminalización del ejercicio de la prostitución, entendiendo a ésta
última como una explotación del cuerpo de la mujer sometida al sistema patriarcal en el
que vivimos, donde el varón domina a una mujer sometida; por otro lado el
prohibicionismo, que es la prohibición de toda forma de explotación y del ejercicio de la
prostitución; y el reglamentarismo, que sería la regulación del ejercicio de la
prostitución a través del establecimiento de controles sanitarios, espaciales y/o
administrativos. La Asociación de Mujeres Meretrices en Argentina (AMMAR CTA),
junto con otras organizaciones, proponen una cuarta postura: la “legalización”. Este
modelo se basa en la ampliación de los derechos humanos y civiles de las personas
que realizan el trabajo sexual de manera autónoma, defendiendo las libertades

26
individuales y el derecho al trabajo (Orellano, G., Daich, D. y Varela, C., s.f.). Ellas
hablan de trabajo sexual y no de prostitución por cuestiones ideológicas y políticas “en
el marco de la concepción de los derechos humanos y el respeto por la libre
determinación de las mujeres” (Ammar, ss/f.) y lo consideran trabajo ya que afirman
que no es una situación o condición existencial coyuntural, sino que es lo que eligen
hacer de manera autónoma. G. plantea en su entrevista que: “(...) hay muchos
prejuicios, muchas cuestiones moralistas detrás de muchos argumentos que nos dicen
que esto no puede ser una actividad, que la prostitución es violencia contra el cuerpo
de la mujer... Hay muchos argumentos ideológicos que se contraponen con lo que
nosotras vivimos del día a día (...) nosotras defendemos que nuestra actividad es un
trabajo, y violencia no es la actividad en sí sino que en todo caso violencia son las
condiciones en las cuales tenemos que ejercerlo porque no estamos paradas bajo
ningún marco regulatorio”.
Argentina desde 1936 cuenta con una postura abolicionista. Es un país donde el
trabajo sexual no está prohibido pero tampoco cuenta con un marco normativo que
garantice sus derechos. En 1936 fue sancionada la ley de profilaxis de enfermedades
venéreas, para proteger la salud pública y la libertad y dignidad de las personas. Así la
prostitución a título personal y sin autorización estatal dejó de ser delito y se penalizó a
todo tercero que lucre por ello. Subsisten, sin embargo, algunas regulaciones locales,
como las contravenciones o los códigos de faltas que, enmarcadas en el poder de
policía, habilitan la discrecionalidad policial y, en la práctica, la penalización de las
mujeres en prostitución (Daich, 2012). Por eso es que estas personas no tienen
derechos como cualquier otro/a trabajador/a, no sólo son excluidas dentro de la
sociedad sino también desde el marco de la ley. En general son consideradas prácticas
socialmente reprobables y eso contribuye a la invisibilización, al ocultamiento, a la
estigmatización, discriminación y vulneración.
Se puede hablar de territorios de exclusión cuando hay colectivos sociales cuyas
experiencias de vida, prácticas y significaciones construidas están atravesadas por el
fatalismo. Martín Baró (1998) plantea que las personas marginadas encuentran al
mundo cerrado e incontrolable, y eso se traduce en ideas, sentimientos y
comportamientos de pasividad, resignación, conformismo y sumisión. Quienes son

27
marginados poseen bajos niveles de vida (vivienda, salud, educación, cultura); sus
ingresos económicos y sus trabajos son inestables y fluctuantes. En este marco, las
trabajadoras sexuales son marginadas. El discurso común las visualiza como personas
que no tienen posibilidad de elegir o no están capacitadas para realizar otra actividad, o
“que les gusta la vida fácil” (N., entrevistada en 2015). No se lo considera una opción
de trabajo como cualquier otra, fomentando de esta forma la humillación y la exclusión,
teñida de discriminación, con derechos tanto laborales como humanos vulnerados.
Muchos imaginarios sociales corren alrededor de las trabajadoras sexuales y la
sexualidad de la mujer, como cuenta G, “(...) Esto de que en el campo de la sexualidad
la mujer es la sumisa y el hombre si tiene dos o tres y encima les pagan es un grande y
la mujer no, la mujer es la puta si hace eso (...) en la sexualidad el que tiene que
disfrutar es el hombre y nosotras tomábamos el lugar de sumisas”. El orden sexista
dictamina que las mujeres sólo deberían tener sexo a cambio del amor romántico, por
eso es que si se separa el sexo del afecto se aleja a las mujeres de la legitimidad
social.
AMMAR surge en 1994 y es el sindicato en el cual se unen aquellas mujeres que
se denominan como trabajadoras sexuales. Desde 1995 que están junto a la Central de
Trabajadores Argentinos (CTA). Ellas luchan por defender los derechos humanos y
laborales de las trabajadoras sexuales en Argentina, y contra la vulneración de sus
derechos en salud, educación, vivienda y documentación. Son un sindicato ya que
creen que esa es la mejor forma de estar juntas para defenderse de ser discriminadas,
reprimidas, maltratadas, excluidas y perseguidas.
Se presentan como mujeres adultas que ejercen el trabajo sexual por
consentimiento propio y de manera autónoma. Se vieron implicadas en un objetivo en
común al estar todas atravesadas por situaciones de violencia y vulneración de
derechos: lograr llevar al trabajo sexual a ser un trabajo con dignas condiciones.
Buscan fortalecerse mediante la autoorganización y la defensa de la libertad laboral a
través de conocer y ejercer sus derechos humanos y de generar estrategias para el
cuidado de su salud integra (pág. web de AMMAR CTA). En este sentido, G. comenta
respecto a los derechos laborales por los cuales luchan: “(...) como el acceso a una
obra social, aportes jubilatorios, que crea un registro único de trabajadoras sexuales,

28
una órbita en el ministerio de trabajo”, y respecto a los derechos humanos M. plantea:
“(...) uno de ellos es poder acceder a un servicio de salud sin discriminación (...)
nosotras no podemos tener recibos de sueldo, entonces no podemos ni alquilar ni tener
tarjetas por ejemplo, no podemos tener cosas básicas (...) de la manera en la que se
habla del trabajo sexual, nuestros derechos humanos básicos están siendo vulnerados
cuando nosotras decimos que somos trabajadoras sexuales y nos dicen que somos
mujeres en situación de prostitución, o se nos niega nuestra identidad autopercibida.
Muchas veces las cosas que se cuentan o cuando se universaliza una sola voz ahí
también se invisibiliza y vulnera nuestros derechos (...) Yo creo que el estigma en sí
mismo es el derecho humano que más se vulnera, porque se ve reflejado en
situaciones varias y cotidianas (...) la discriminación y los prejuicios (...)”
En el proyecto de Ley Nacional surgido desde AMMAR CTA y presentado en el
Congreso Nacional en el año 2013 (aún no tratado), en su artículo primero se define al
trabajo sexual como “la actividad voluntaria y autónoma de ofrecer y/o prestar
servicios de índole sexual, a cambio de un pago para beneficio propio”. El trabajo
sexual es una actividad lícita siempre que sea efectuada por personas mayores de
edad de forma voluntaria, es decir que decide con libertad, y en beneficio propio sin la
presencia de un tercero mediador que obtenga una ganancia. Pero no hay que dejar de
problematizar ni naturalizar la supuesta “libre elección”. La elección de ejercer el trabajo
sexual está atravesada por las pocas posibilidades con las que cuenta la mayoría de la
población, entre otros factores. Dentro de las opciones que encuentran como mujeres -
muchas, incluso, pertenecientes a clases populares y con pocos recursos económicos-
el trabajo sexual les resulta más rentable que cualquier otro, ya que, según ellas, tienen
flexibilidad horaria, ganan más dinero en menos tiempo, trabajan en el lugar físico que
ellas elijan, entre otros. G. comenta en su entrevista que: “(...) al compartir experiencias
sindicales con sindicatos, nos dimos cuenta que hay toda una clase trabajadora que no
elige libremente qué trabajo quiere hacer sino que simplemente se va adaptando frente
a las posibilidades que tiene. (...) Pero es una cuestión de elección que tiene la clase
obrera. Estamos un poco condicionados a terminar eligiendo dentro de las pocas
opciones que tenemos, y a nosotras nos pasa exactamente lo mismo”. Y en relación al
porqué eligen el trabajo sexual entre esas pocas opciones que tienen dice: “Fuimos

29
niñeras, empleadas administrativas, etc. y terminamos decidiendo este trabajo por la
remuneración económica, porque nos dimos cuenta que en otros trabajos el hombre
termina ganando más que la mujer aunque quizás hagan lo mismo, y además por la
autonomía que da el trabajo sexual. Acá no hay patrones. Elegimos los horarios, la
zona, en qué momento trabajar, algunas que trabajamos en la vía pública y otras que
se sienten más protegidas trabajando en departamentos privados, pero hay una
elección con el tema de los horarios, de los días, de los clientes, de los precios, de los
servicios que se dan”.
Ellas hacen hincapié en la autonomía de decidir sobre el propio cuerpo, donde
nada ni nadie debería interferir en éstas decisiones. Así proponen hacer de los
genitales una herramienta más, como el obrero usa su fuerza o como una empleada
doméstica usa sus manos para limpiar. Y lo enmarcan dentro de la lucha del
movimiento de mujeres, donde constantemente se plantea la consigna de “Mi cuerpo
es mi territorio, mi libertad y mi responsabilidad”, a través del cual afirman que “Si
estamos estigmatizando a las mujeres por el sólo hecho de decidir qué hacer con el
propio cuerpo, ¿eso no es violento? ¿Desde qué lugar yo le puedo decir a ella “no, la
verdad que lo tuyo no es trabajo, tenemos que darte una alternativa laboral, vos no
estás decidiendo, está decidiendo el macho”? ¿Eso no es patriarcado con cara de
mujer?” (Georgina Orellano, octubre de 2016, XXXI Encuentro de Mujeres). Y en el
mismo discurso afirma: “Ya de por sí las mujeres pobres por ser pobres y por ser
mujeres tenemos menos alternativas laborales para elegir.. Nuestros trabajos son muy
mal pagos. Esa es la discusión que tenemos que dar. Todo lo que nos pasa a nosotras
no nos pasa por ser putas, nos pasa por ser mujeres”. Son las mujeres sometidas a la
doble opresión genérica y de clase a las que refiere Lagarde (1996). Reivindican la
autonomía de los cuerpos y la autonomía del trabajo, y dicen que la autonomía que
tienen con este trabajo no lo tienen en ningún otro (de los que está dentro de sus
posibilidades), que tienen poder de decisión frente al precio que le ponen al trabajo, al
tiempo de sus vidas que usan para trabajar, con qué clientes salir y con cuáles no. Así
es que llegan a la conclusión que el problema de éste trabajo (por lo cual son
discriminadas, excluidas, vulneradas y poco escuchadas) es la parte del cuerpo con la
que ellas trabajan. En su entrevista G. aclara: “(...) está bien que vos puedas vender la

30
fuerza de trabajo explotando otra parte del cuerpo que no sean los genitales y que
ganes el dinero con el sudor de tu frente y que está mal si vos le pones un precio a tu
sexualidad y ganes dinero ofreciendo tu cuerpo, con el sudor de tu vagina”.
Desde AMMAR CTA se plantea que las trabajadoras sexuales necesitan una
Ley para acceder a derechos laborales como cualquier trabajador/a registrado/a en el
país. Mediante esta Ley proponen crear un registro único de trabajadoras/es sexuales
que dependa del Ministerio/Secretaría de Trabajo, de forma tal que la entidad pueda
controlar el ejercicio voluntario del trabajo sexual. La Ley contempla también la
habilitación de cooperativas de trabajadoras sexuales autónomas, la creación de la
categoría de Trabajo Sexual en el Monotributo para habilitar el acceso a obra social,
aportes jubilatorios, créditos, vivienda, entre otros derechos y el otorgamiento de becas
de estudio para la finalización de la escuela primaria y secundaria y/o la realización de
estudios universitarios. Además, incluye el diseño de políticas públicas encaminadas a
brindar alternativas laborales para las personas que quieran dejar de ejercer este
trabajo.
De esta manera buscan que su actividad sea tomada como un trabajo, y así
incluirse dentro del campo laboral legitimado por el Estado. Una Ley de regulación
implica ser reconocidas como trabajadoras. Eso conllevaría, en parte, un
reconocimiento e inclusión social. Queda claro que no sería suficiente, ya que mismo
plantea M. en su entrevista que uno de los objetivos más importantes de AMMAR CTA
es luchar contra el estigma y la discriminación. Si bien la aprobación de esta Ley sería
un avance significativo en su lucha, el proceso de des-estigmatización y deconstrucción
de los prejuicios sociales que cuestionan la ética de usar el cuerpo (y específicamente
los genitales) como herramienta de trabajo; que las ve como mujeres que eligen ese
trabajo por no querer trabajar de algo “productivo para la sociedad”, etc. pasa por otro
lado. Es necesario generar un cambio desde las raíces del conflicto, desde la
construcción de estos imaginarios que la sociedad tiene acerca de las trabajadoras
sexuales.
En este sentido, la reforma necesaria para el modo en que las trabajadoras de
AMMAR CTA piensan al trabajo sexual va más allá de una Ley, ya que para que ellas
puedan ser tratadas desde otra lógica y sin violencia es preciso que la perspectiva

31
común se modifique, es necesaria la construcción social de una nueva concepción de
la trabajadora sexual que la conciba como trabajadora en primer lugar, y en segundo
lugar como trabajadoras que sufren distintas formas de violencia de género, y a partir
de allí, generar las condiciones necesarias para un trabajo digno.
AMMAR CTA fue en un principio creada como una agrupación para hacer frente
a diversas problemáticas, como la defensa frente a problemas o conflictos del contexto
laboral en el que se insertan, que las deja entre la legalidad y la arbitrariedad de otras
instituciones legítimas (como la policía, los espacios estatales de atención municipal,
etc.). G. cuenta: “(...) acá en Capital había vigentes edictos policiales que criminalizan
ofrecer servicios sexuales en la vía pública o hacer uso del espacio público de todo
aquello que ofenda la moral, a las buenas costumbres, al tema de la vestimenta, y
permitían que la policía con total arbitrariedad pueda llevar detenidas a nuestras
compañeras y las detenían de 21 a 30 días en un penal de mujeres, y en algunos
casos en hogares (...) la política pública debería estar dirigida a cómo frenar que la
policía nos exija el pago de coimas, de favores sexuales (…)”
El Estado es quien designa y regula el campo laboral, el que determina qué es
trabajo y que no. En términos de Bourdieu (1996) el Estado es un metacampo de
luchas de distintos agentes con el objetivo de ejercer o tener el monopolio de la
violencia simbólica legítima, y así poder imponer como universales un conjunto de
normas coercitivas. AMMAR CTA busca aumentar su capital simbólico, con cual le
permitiría influir en algo del capital estatal, de forma tal que puedan promulgar la ley
que les brindaría la legitimidad y el amparo del Estado, o sea inscribir algo como
violencia simbólica legítima estatal.
Ana María Fernández (2008) invita a pensar que cuando un colectivo “arma
máquina”, desborda lo instituido (lo “ya existente”) e inventa nuevos devenires. AMMAR
CTA como institución podría considerarse un actor instituyente y novedoso dentro de
un movimiento más amplio como lo es el feminista, que busca desnaturalizar y
deconstruir aquellos imaginarios sociales que oprimen a la mujer trabajadora sexual. La
noción de imaginario social fue iniciada por Castoriadis y alude al conjunto de
significaciones por las cuales un colectivo se instituye como tal al mismo tiempo que
construye los modos de sus relaciones sociales-materiales (Castoriadis, 1975).

32
Además de posicionarse, junto con el movimiento de mujeres en general, como un
elemento disonante con el imaginario social instituido de la mujer obediente, sumisa y
hogareña, es innovador en el punto que también se posiciona como un elemento
disonante con el imaginario social de la mujer que ejerce el trabajo sexual porque la
obligan, porque no sabe hacer otra cosa o porque no tiene otra opción, y por el
contrario muestra mujeres que expresan que estar paradas donde están se trata de
una elección propia y además luchan y reclaman sus derechos laborales y humanos.

A su vez, en su lucha por los derechos humanos, uno de los objetivos es


erradicar la violencia institucional que sufren. “(...) no es la prostitución en sí la que
afecta su dignidad personal sino la falta de reconocimiento, la negación de sus
derechos, el abuso policial y la invisibilización social. (...) estas mujeres no se sienten
indignas ni víctimas, construyen otros sentidos de la sexualidad -el sexo como servicio,
por ejemplo- que merecen ser explorados” (Daich, 2012). Por un lado de parte de la
policía, quienes según G. “(...) nos piden coimas para poder trabajar, tanto en privado
como las compañeras que trabajan en la calle. O a veces agarran a compañeras muy
nuevas y le piden favores sexuales gratis para dejarlas trabajar tranquilas, les dicen
que el trabajo sexual es un delito, que si no lo hace puede ir presa. Eso es mentira,
juegan con el desconocimiento de las compañeras”. Por otro lado, las trabajadoras
sexuales aseguran estar en contra de la “trata de blancas” y querer luchar contra ello
pero, a su vez, dicen que la Ley 26.364 anti trata, sancionada en 2008, se usa como
excusa de parte de la sociedad y de instituciones como la policía y el Poder Judicial
para accionar contra ellas. Explica M. que “La Ley anti trata vulnera las trabajadora
sexuales y no ve el consenso ni la propia voluntad, y según esa ley toda persona que
ejerza el trabajo sexual puede ser víctima”. Se ubica en el mismo lugar a las
trabajadoras sexuales y a las víctimas de trata diciendo que “todas son víctimas” y
entienden a la prostitución como una institución patriarcal basada en la desigualdad
entre varones y mujeres y que no puede, bajo ningún concepto, ser considerada
trabajo, y que por lo tanto a toda quien lo ejerce “hay que rescatarla”, a pesar de que
ella misma afirme que no es víctima y que está trabajando por elección y
consentimiento propio. Así es que los departamentos privados se volvieron también un

33
lugar de vulnerabilidad ya que, por ejemplo, “(...) Los allanamientos que se hacen en
los lugares de trabajo de nuestras compañeras para buscar víctimas de trata son muy
violentos. Le rompen la puerta, le apuntan con revólver a la cabeza, le roban el dinero
que tienen ahí, como también los objetos personales, celulares, tablets, cámaras de
fotos, nunca se los devuelven (...) la compañera está todo el tiempo diciendo que no es
víctima de trata, soy trabajadora sexual, y le muestra su documento, su teléfono, y aún
así se le cierre y clausure la vivienda (...) Una entrevista que tiene que ser
supuestamente donde las trabajadoras sociales y las psicólogas tienen que contener a
la víctima, se convierte en un juicio de valores donde termina muy mal la compañera,
se terminan tomando cuestiones muy personales de la compañera”

Exigibilidad de derechos: reflexividad y participación

“Ante situaciones de vulneración de derechos, los sujetos y los colectivos


atraviesan procesos de reflexividad y de participación en los que reconocen de distinto
modo sus derechos y buscan mecanismos de apelación, reclamo y reconocimiento”
(Zaldúa, 2016, p. 55).
Vivimos en un mundo donde los derechos de las mujeres son siempre más
vulnerados que los de los varones, y partimos del supuesto de que los mecanismos de
estigmatización y discriminación operan como obstáculo para el cumplimiento de los
derechos en su totalidad. Se toma el concepto de exigibilidad de derechos, mediante el
cual Zaldúa plantea que los sectores más vulnerables pueden apropiarse en mayor o
menor medida de los procedimientos y desarrollar una conciencia de sí mismos como
sujetos de derechos, y según el grado de esta apropiación será mayor el desarrollo de
habilidades y empoderamiento de las personas (Zaldúa et al., 2016). En el proceso de
apropiación y concientización de los derechos (tanto de los que son respetados como
lo que son vulnerados) es cuando acontecen prácticas instituyentes de exigibilidad de
los mismos. De este modo se promueven la accesibilidad a una ciudadanía cada vez
más plena poniendo en cuestión las barreras de las desigualdades sociales, de género
y étnicas (Zaldúa et al., 2016).
El hecho de luchar y exigir por sus derechos conlleva un trabajo en equipo, la
participación y el compromiso de toda la comunidad interpelada, construyendo vínculos

34
y redes que desembocan en relaciones más horizontales y procesos de
democratización que habilitan la participación comunitaria. Todo esto favorece los
ejercicios de exigibilidad. Por otro lado, el trabajo en conjunto con profesionales
también es fundamental mientras participen activamente con el grupo y no por éste.
La participación comunitaria es definida por Montero (2008) como “un proceso
organizado, colectivo, libre, incluyente, en el cual hay una variedad de actores, de
actividades y de grados de compromiso, que está orientado por valores y objetivos
compartidos, en cuya consecución se producen transformaciones comunitarias e
individuales” (p. 229). La participación permite la circulación de saberes, de solidaridad,
de acompañamiento, de confianza; permite la movilización de recursos ya existentes y
la creación de otros nuevos, y donde cada miembro se encuentra envuelto por un
proceso de aprendizaje y enseñanza (Montero, 2008).
Las trabajadoras sexuales que participan en AMMAR CTA no participan
únicamente de un sindicato, sino que son parte de una continua lucha por el
cumplimiento de sus derechos laborales y humanos. En esa lucha ellas se convierten
en un grupo de compañeras que debaten formas de encarar diversas situaciones, que
se acompañan y se apoyan, que se solidarizan la una con la otra y se ayudan frente a
todo tipo de conflicto. Esto se plasma en la entrevista con M., cuando cuenta: “los lazos
que formamos entre nosotras nos hacen muy bien. Siempre son lazos de mucha
contención, porque no es fácil el lugar que tenemos en la sociedad ni lo que hacemos.
Y nos cuidamos mucho entre nosotras. (...) o cuando alguna tiene algún problema que
se acerca a la oficina, desde un problema con un cliente, o una pelea con la familia,
con la pareja, con el lugar donde vive, y más”. Además hablan del lugar difícil en el que
se encuentran en relación al estigma y la discriminación. Una de las cuestiones que
nombran es lo complicado que es comentarle a sus familias qué es lo que hacen, que
sienten miedos del que-dirán, que a veces se sienten estigmatizadas, que a veces no
encuentran apoyo en sus seres queridos y otras veces sí. Las entrevistadas recalcan
que sólo entre trabajadoras sexuales pueden sentir la confianza y la libertad de decir a
dónde van sin recibir preguntas o cuestionamientos del otro lado, y que por eso
AMMAR CTA se vuelve un espacio tan importante, de tanta contención y apoyo. M.
cuenta que: “Este tema no lo podés hablar con cualquiera libremente, poder decir “me

35
voy a ver un cliente” sin tener ningún prejuicio del otro lado es una tranquilidad. Poder
decir “voy a trabajar” y no tener ningún cuestionamiento del otro lado no se da en
muchos espacios. Entonces estar en Ammar para muchos se vuelve algo totalmente
necesario y hasta de supervivencia se podría decir”. G., por otro lado, también comenta
que al conocer la organización le pasó que: “(...) muchas explicaciones no les teníamos
que dar porque ellas eran trabajadoras sexuales igual que nosotras; como que nos
sentimos contenidas en ese momento cuando buscamos respuestas por todos lados y
nadie nos supo decir (...)”.
A su vez la participación permite una comunicación horizontal entre todos y
todas los y las que son parte del sindicato, y esto es muy importante para lograr un
trabajo en equipo, ya que la comunicación es la base fundamental para formar vínculos
sanos y redes de confianza. Se refleja en la entrevista con M. cuando dice: “Se presta
atención a todas. Las que queremos opinar opinamos mucho y somos partícipes. (...)
Creamos entre todos y todas (...) Se escuchan las voces de las trabajadoras. Están
todo el tiempo incluyendo y mirando para adelante (...) Depositamos confianza en todos
y en todas. Yo cuando llegué me sentí muy contenida, muy apoyada”. En este mismo
sentido el trabajo en equipo permite un acercamiento entre los/las participantes,
contemplando y cuidando de su integridad e intercambiando saberes. El lazo social que
se establece permite entender a la participación como unida e interdependiente del
compromiso, donde una no es sin la otra y además priman valores como la solidaridad
y el respeto mutuo.
“La capacidad colectiva de exigibilidad de derechos promueve, según Fleury
(2012), procesos de “subjetivación”. Por un lado, esto implica el desarrollo de nuevas
identidades singulares y colectivas que rompan y superen las identidades subordinadas
y alienadas, mientras que por otro supone procesos de singularización y construcción
de una estrategia de transformación social y ruptura de las relaciones percibidas como
opresivas” (Zaldúa et al., 2016, p. 59). No se puede dejar de destacar el papel
fundamental que cumplen la escucha y el pensamiento crítico y reflexivo en estos
espacios. El hecho de poder intercambiar saberes, opiniones, poder escuchar otros
puntos de vista y darles un valor, nutrirse de los otros y de las otras. Todo eso
transforma a cada individuo y al grupo en su totalidad. El intercambio de saberes

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supone el desarrollo de nuevas identidades tanto singulares como colectivas, implica e
interpela a los sujetos rompiendo con lo ya dado. Tal como dice M.: “(...) cada vez
aprendo más, cada vez quiero aprender más, aprendo cosas de política de las cuales
no tenía idea, de leyes, de sindicalismo.. Darme cuenta de que cosas de que yo haga
pueden repercutir para bien y ayudan a la militancia (...) me hizo dar cuenta de la
capacidad que podemos tener como organización y como personas que militamos.
Muchas veces nos subestimamos y cuando vemos los avances nos damos cuenta que
todo es parte de lo que estamos haciendo y logrando”. Esto está relacionado con que el
trabajo colectivo transforma e implica a individuos, grupos y circunstancias en las
cuales se participa, estableciendo acciones en donde se refleja el poder producido en y
por la comunidad (Montero, 2008). En el conversatorio “Del estigma al Puta Feminista”
contaron que cada vez participan más compañeras y que cada vez se dan más charlas,
debates e intercambios, tanto entre ellas como con el afuera: “Eso es un cambio
porque antes estábamos más solas. Ahora hay muchísima más escucha”.
Desde un abordaje comunitario y desde la complejidad, pensar en la visión
integral de la salud es pensar en el derecho a ésta última indisociablemente de otros
derechos como la educación, justicia, seguridad y trabajo (Breilh, 2003). La salud
dentro del campo colectivo y comunitario lleva a plantear que los problemas de salud
no se reducen a fenómenos individuales, sino que surge la necesidad de pensar de
manera colectiva para promover los lazos y las redes entre los sujetos y que éstos
puedan convertirse en sujetos empoderados y autónomos.
Zaldúa (2010) plantea la autonomía como un proceso donde se genera un
análisis propio y una búsqueda respecto al reconocimiento de uno mismo y del otro. A
su vez, dice que la autonomía es conquistada en un proceso donde se crean nuevos
valores y significados que cuestionan y desafían aquellos que se encuentran
cristalizados en la sociedad. Y es desde la autonomía que se propician redes, lazos y
soportes solidarios para los individuos y los grupos. El reconocimiento y el cuidado del
otro o de la otra y de sí mismo son centrales para crear redes de contención y
confianza entre las trabajadoras sexuales. M. cuenta en su entrevista que: “(...) se
vuelve medio individual todo y muy solitario también. Es totalmente necesario que
exista una organización. Una trabaja sola, trabaja contra el estigma, se aleja y se aisla,

37
por el tema de la competencia también”. Explica que frente a la soledad y
discriminación que conlleva esta actividad en particular, es necesario organizarse, estar
unidas, cuidarse entre ellas. G. también explicita: “(...) esto de no trabajar solas en las
esquinas, sino trabajar entre dos o tres, de avisarnos entre nosotras cuando salíamos
con algún cliente, como esa cosa de protección (...) Todos los viernes era la regla para
nosotras parar de trabajar de doce a una y compartir un almuerzo, contarnos como nos
fue en la semana. Teníamos como un grupo ahí: si alguna compañera estaba enferma
y alguna se enteraba, juntábamos dinero entre todas y se lo íbamos a alcanzar, si se
tenía algún hijo internado se hacía prácticamente lo mismo”. Reconocer a la otra como
una compañera, como alguien a quien cuidar y escuchar, como alguien con quien
contar. Así el hecho de estar organizadas y la organización en sí transmiten valores
nuevos (para algunas) como la escucha, la confianza, la solidaridad y la sororidad.
La autonomía busca generar espacios en donde se produzcan nuevas
significaciones para las trabajadoras sexuales que rompan con los imaginarios sociales
de todos los días. El proyecto de autonomía resulta fundamental al analizar los
procesos de fortalecimiento de las trabajadoras sexuales ya que crea seres con
potencial para pensar, analizar y reflexionar, y no sujetos sujetados, donde puedan
manifestarse singularidades y expresiones de las subjetividades en acción. En palabra
de Longo (2012): “Asumirse como sujetos que independiente de los otros poseen
deseos, sueños y proyectos, ejercer la autonomía, implica un trabajo cotidiano y
constante. Ejercer la autonomía requiere cambios inmensos en términos de rupturas de
ciertas creencias y conductas, es un verdadero terremoto” (p.110). AMMAR CTA
devuelve la mirada sobre las trabajadoras sexuales como protagonistas de sus vidas,
posibilitando habitar su propia voz, tomar sus propias decisiones y transformarse
subjetivamente de manera colectiva e individual.
Lagarde postula que cuando no se construye la autonomía, la identidad, el ser y
la existencia de la persona son un híbrido que resulta del “ser para los otros” y la lucha
por constituirse como individuas con un sentido propio de la vida. Denomina a ésto
como el potencial político más importante de movilización de las mujeres cuando se
puede dar al conflicto un sentido transformador y de alternativa (Lagarde, 2015). Para
poder ser autónomas, es necesario que todas las mujeres redefinan sus vidas en torno

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a ellas mismas y dejen de ser objetos.

Por otro lado, en lo que respecta a las redes de contención es necesario hacer
hincapié en la importancia que tienen las redes formadas con “el afuera” de la
organización. M. comenta de la creación de FUERTSA, el Frente de Unidad
Emancipatorio por el Reconocimiento de los Derechos de Trabajadorxs Sexuales en
Argentina, y en relación a ésto dice: “(...) Y el estar más organizadas y más fuertes
hace que estemos más unidos y más aliados. Para eso también se creó FUERTSA,
que es un frente donde están todos los aliados periodistas, académicos, artistas
independientes, de otros movimientos, trabajadoras sexuales que no quieren formar
parte de Ammar por el hecho del estigma entonces apoyan desde ahí, para acompañar
pero no explícitamente. Con todos ellos y más simpatizantes con nuestra lucha que nos
lee y nos apoya, ya no estamos solas. Y somos muchos más en las marchas y en
cualquier lucha”.
Lo mismo pasa, según N., con el hecho de estar agrupadas en la CTA: “(...) ahí
nos empezamos a reunir dentro de la CTA que eso fue lo que más me motivó y me dijo
que sí, si estaba dentro de la CTA ya no es pavada. Y fue donde no.. nosotros no nos
discriminamos. (...) Y cuando sentimos que entramos en la CTA y fuimos tan bien
recibidas y nos dieron tantos talleres y tanto apoyo, ya ahí me sentí más segura”. En
este sentido se puede notar que el cruzamiento institucional de AMMAR con la CTA
hace que la primera tenga más fuerza y peso por el solo hecho de ser parte de la
segunda. Esto repercute en la confianza que emana la institución para las trabajadoras
a la hora de decidir si quieren sindicalizarse o no.
Además de sentirse apoyadas entre ellas, sentir el apoyo y el acompañamiento
de agentes externos (otros movimientos, otras organizaciones, personas
independientes, etc.) que luchan también por los derechos de las trabajadoras
sexuales, hace que tengan más visibilización en la sociedad, que se propague la lucha
llegando a públicos que quizás sin ese apoyo hubiera sido más difícil de llegar. Además
les da más fuerza, les hace ver que no están solas, que su esfuerzo y trabajo de todos
los días va cobrando un sentido. Como ejemplo, esto se pudo ver en la charla “Del
estigma al puta feminista” que se hizo en marco del seminario “Comercio sexual y

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regímenes anti trata” de la carrera de antropología en la Facultad de Filosofía y Letras
de la UBA. Se trató de un encuentro abierto entre siete trabajadoras sexuales de
AMMAR CTA y tanto alumnos y alumnas del seminario como todo quien quiso asistir,
donde ellas contaban un poco de su militancia y el público preguntaba cuestiones que
iban surgiendo. El hecho de invitar a las mujeres de AMMAR CTA a un seminario con
asistencia obligatoria y, además, abrirlo a todo público que quiera concurrir, denota que
hay actores que las apoyan y quieren que sus voces sean escuchadas. De parte de
ellas, como decía C. en la charla “(...) es importante que ustedes nos comiencen a
escuchar y se saquen prejuicios, dudas”. El hecho de asistir a este tipo de actividades
les abre la posibilidad de contar y responder preguntas a gente que quizás nunca antes
había tenido la posibilidad de sentarse frente a una trabajadora sexual. En este sentido,
M. comenta en su entrevista: “Yo creo que el ganar lugar en los medios, en los
espacios académicos, que nos inviten a festivales, eso nunca había pasado. Se ve un
progreso enorme en la visibilización de la discusión. Hoy en día se ve reflejado incluso
entre grupos de facebook y otras redes sociales”.

Salud colectiva: participación y empoderamiento

A partir de los años 70 se vio la necesidad de superar el concepto de salud


como “falta de enfermedad” en personas individuales y por lo tanto abrirse a la
determinación social de la salud. Jaime Breilh propone trabajar en términos de
complejidad: es decir que la salud abarca no solo el aspecto individual, sino que abarca
el contexto y el grupo socioeconómico del cual se es parte, y a su vez ese grupo forma
parte de una sociedad que tiene una lógica de desarrollarse y condicionarse (Breilh,
2003). La salud colectiva determina la forma de vivir en los diferentes grupos sociales.
Por modo de vivir el autor se refiere al modo de trabajar, al modo de consumir, al modo
de organizar los soportes sociales y colectivos, al modo de construir la identidad y las
relaciones ecológicas. Por lo tanto se habla de salud como el conjunto de procesos que
tienen que ver con el orígen y la producción de condiciones que llevan o que son
mediadoras de lo que finalmente sucede en la salud de las personas. La salud colectiva
es un concepto multidimensional que abarca los fenómenos colectivos de las
sociedades en su conjunto que definen la calidad, las condiciones de vida de esa

40
sociedad, los patrones y modos de vivir de los grupos que conforman esa sociedad y
también a los grupos y sus familias (Breilh, 2003).
Breilh (2003) plantea que desde la salud hay que pensar integralmente, crear
herramientas para los sujetos y las sujetas, que todos y todas puedan empoderarse,
fortalecerse y generar cambios culturales. La determinación social de la salud repiensa
y amplía la justicia, es una herramienta para el cambio de la civilización, para
transformar la realidad. El empoderamiento tiende hacia la autodeterminación y la
autonomía de los colectivos. Es una herramienta política propiciadora de cambios para
el acceso a oportunidades, para optar y poder decidir, para la emancipación, para
lograr autogestionarse en lo público y en lo privado, para participar en el cambio de un
orden justo (Zaldúa, 2011). En el marco de la sociedad patriarcal y heteronormativa en
la cual estamos inmersos, “(...) el empoderamiento de las mujeres favorece el ejercicio
de ciudadanía, la expresión del conocimiento y el ejercicio de derechos, así como
también la constitución de sujetas políticas, que propicia la deconstrucción de
identidades femeninas y la construcción de sujetas de derecho” (Zaldúa et al, 2016,
p.115).
En este sentido las palabras de M. se suman a la teoría cuando cuenta que
desde que es parte de AMMAR CTA: “(...) Me siento mucho más autónoma, más
empoderada. Sin el trabajo sexual no sé que estaría haciendo de mi vida. Me hizo dar
cuenta de mi valor como persona, como militante, el poder poner límites a otros. No soy
sumisa en ninguna situación ni ante nadie, entiendo más como manejar situaciones
estresantes (...)”. Se trata de factores realmente importante para las mujeres
trabajadoras sexules de esta organización: el empoderamiento, la autonomía, la
participación, la autopercepción. Frente a una mirada tan aplastante que les devuelve
la sociedad, ellas necesitan agruparse y organizarse, “(...) estar nucleados en alguna
organización para poder luchar por los derechos, exigir los derechos laborales, luchar
contra la discriminación..” (entrevista con M.), apoyarse y acompañarse entre ellas.
El agrupamiento, que luego devino en organización, trae aparejado el plus de lo
grupal que les posibilita posicionarse en su lucha contra la violencia del poder estatal y
salir de la situación de encerrona trágica, cosa que, de forma individual, estas mujeres
no hubiesen conseguido. En este sentido es importante el momento en que ellas

41
deciden ser una organización y se ponen un nombre (AMMAR), creando una nueva
identidad que modifica y redefine su posición en la sociedad (Zaldúa et al., 2016). Un
nombre que une a muchas con un sentido de pertenencia y que, a su vez, diferencia
del resto. Esa construcción de la identidad las construye como organización, las vuelve
autónomas y las emancipa. En los últimos años se comenzaron a denominar como un
movimiento de “Putas Feministas”, ya que son parte del movimiento feminista porque
están luchando por la autonomía y la liberación del cuerpo de las mujeres y los géneros
disidentes, y “la palabra PUTA tiene mucha connotación negativa y ellas quieren volver
a apropiarse del nombre. Dicen que es parte de la identidad política y, que su problema
no es la palabra, si no el no tener un marco legal normativo que las cuide”. Esta
segunda auto-denominación que hacen se puede pensar también como una
demostración del empoderamiento, al identificarse con el movimiento feminista que es
muy amplio, pero poder poner su signo (puta), que lo hace parte de su identidad, es
una herramienta más de lucha y las pone en una posición bien definida, de mujeres
que saben dónde están paradas y hacia dónde quieren ir.
La psicodinámica del trabajo pensada por Dejours (1993) analiza los procesos
psíquicos que se generan en el encuentro del sujeto con la realidad del trabajo. Se
piensa al sujeto como una historia singular, portador de esperanzas y deseos, donde
hace y se hace con los otros (Dessors y Molinier, 1994). Sin embargo esto también
puede obstaculizar la construcción de la identidad y producir sufrimiento. G. plantea, en
una misma frase, cómo el trabajo a veces les produce sufrimiento y además les impide
mostrarse tal cual son. Todo esto lo enfrentan de diversas maneras estando unidas
mediante la organización: “(...) una de las cosas que pudimos comenzar a trabajar en la
organización, deconstruir todas aquellas cosas que nos hacía sentir mal, no por una
cuestión nuestra, sino por una cuestión de lo que va a decir el de afuera y en el trabajo
que hacemos tiene mucho que ver eso, todo esto de ocultar nuestra actividad a
nuestras familias, todo por el miedo al qué dirán, que nuestros hijos se enteren, que
nos discriminen, y como nosotras mismas ocultamos nuestra actividad mediante el
hecho de inventar historias (...)”.
Las transformaciones subjetivas que conlleva la formación de la organización
AMMAR CTA suceden tanto a nivel individual como grupal y desarrollan poco a poco,

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con el correr de los años y las trayectorias de vida las mujeres, generando un cambio
de posicionamiento tanto en la organización como en cada mujer. Hablan en las
entrevistas de cambios de la organización como: “(...) somos muchos más en las
marchas y en cualquier lucha (...) Los medios más grandes a los que estamos llegando,
eso es todo nuevo, y hay cada vez más gente interesada y más gente que nos escucha
o nos lee (...)” o G. que cuenta que “(...) hace veinte años atrás las compañeras se
juntaron para pelear por la derogación de un edicto y no ir más presas y hoy estamos
peleando por una ley a nivel nacional que regula el trabajo sexual (...) estamos
peleando otras discusiones como más avanzadas (...)”.
Por otro lado se producen también cambios individuales tal como cuenta M. que
desde que participa en la organización “(...) Me hizo más extrovertida en muchas
situaciones, no soy tímida pero siempre tengo muchas inseguridades, y me costaba
hablar. Y el tener que ir a dar una entrevista a una radio, a un programa, la militancia
me ayudó a superar esos miedos”. La organización poco a poco va teniendo más
repercusión y más visibilización, llega a más público y por ende, son más escuchadas,
más comprendidas y apoyadas. Además los lazos entre sus integrantes van siendo
cada vez más fuertes y pueden seguir construyendo como también criticando ciertos
aspectos del trabajo en equipo como M. que plantea en su entrevista que ella cree que
falta que tengan reuniones más seguido todas juntas.
Las mujeres individualmente pasan por un proceso de aprender a valorarse más
como mujeres y como militantes; que la lucha sea colectiva y cada vez más masiva
ayuda a darle menos lugar a la “mirada juzgadora” y al estigma y ellas pueden sentir
menos culpa o vergüenza por sus trabajos y ser más libres. Comenta M. que al
principio “(...) llegar a Ammar me costó un montón, acercarse a Ammar significa ir y
reconocerte a vos misma como trabajadora sexual, y no es fácil. (...) dar la cara, que
todos digan cosas que no son, una escucha cosas horribles de una, súper
distorsionadas, y no es fácil” y cuenta que hoy en día da entrevistas en diversos medios
y le gusta contar de su vida y de cómo se toma el trabajo sexual porque siente que así
empatiza más y la gente las ve más humanas, más “como una amiga cualquiera, una
vecina”. Y dice: “(...) muchas veces salgo de una entrevista pensando que fue una
mierda pero que tengo que mejorar, no “no hago nunca más esto”. Porque me siento

43
con responsabilidad de cambio, no podemos exigirle a los demás que cambien si no
que nosotras tenemos que generar ese cambio para que se vaya dando
paulatinamente todo”.
Los procesos de fortalecimiento buscan el desarrollo máximo de las
competencias y estrategias ya conocidas y la posibilidad de crear otras nuevas, a partir
del trabajo comprometido y participativo. Sin embargo la transformación que conlleva el
fortalecimiento es también transformación del entorno. Respecto de ello Montero (2010)
menciona que las transformaciones deben nacer de las necesidades mismas de la
comunidad a partir de la acción de sus miembros. Es decir que no deben ser acciones
forzadas desde lo externo, implantando necesidades supuestas por otros. Sino más
bien, serán los propios sujetos, como agentes de cambio, los que construirán
estrategias de acción a partir de la participación comprometida.
Estas estrategias de acción se dan en AMMAR CTA a partir de uno de los
objetivos principales de la organización que es la visibilización y desestigmatización de
las trabajadoras sexuales. A tales fines ellas se manejan a través de charlas y
actividades para poder ser escuchadas y tener intercambios con diversos públicos. En
palabras de M., “(...) me di cuenta que era necesario que hayan más caras y que más
gente pueda salir a hablar del trabajo sexual desde la experiencia”. Además están
abiertas a responder y contener a personas que les escriben por cuestiones de salud
sexual o problemáticas de diversos tipos, como cuenta M. “(...) en Ammar recibimos
muchas consultas, ya sea sobre salud sexual o sobre aborto..nos preguntan cosas todo
el tiempo, y encuentran una contención en nosotras. Consejos de pareja, de educación
sexual, de sexo en general (...) Siento que en algún punto somos referentas para una
variedad de temas más amplios que el trabajo sexual en sí y para un público más
amplio, no sólo trabajadoras sexuales”.
Siguiendo a las ideas de Breilh sobre salud colectiva (2003), otras estrategias
que ellas implementan son capacitaciones, formaciones, talleres y planes de diversas
cuestiones que hacen a la salud. Principalmente “(...) tenemos charlas que
organizamos nosotras con ginecólogas, médicas, profesionales de salud sexual y
reproductiva, que nos capacitan, nos enseñan. Nos ayudan a ser más conscientes..”.
Además cuenta G. que tienen formaciones sobre política, comunicación y cuestiones

44
legales. M. habla sobre la situación con el preservativo como un ejemplo de estrategia
de cuidados y comenta que están intentando que todas se concienticen y lo usen. Esta
campaña empieza con recorridas que hacen ellas mismas por las zonas más
habituales de trabajo donde reparten bolsas con preservativos, y sigue con talleres
sobre cómo y por qué usarlo. Ella dice que “(...) con estos talleres y con la folletería y
con el entregar el preservativo, ayuda a que haya una mayor conciencia. Y esto de ver
que otras lo hacen hace que pensemos “yo también lo voy a hacer”. G. cuenta que
junto con los preservativos reparten la información de AMMAR CTA y un calendario con
las actividades que tienen, así se dan a conocer entre las trabajadoras que no están
organizadas. Por otro lado tienen planes para que todas las mujeres de la organización
que aún no lo hicieron puedan terminar la primaria y la secundaria, así como planes de
reinserción laboral para quienes quieren dejar de ejercer el trabajo sexual y ayuda con
la documentación para las compañeras extranjeras. Además todas las trabajadoras
cuentan con asesoría legal gratuita para cualquier problemática que tengan que
resolver, ya sea que tenga que ver con el trabajo o con su vida personal.
En lo que a atención médica respecta, G. cuenta que, frente a los malos tratos y
discriminación que reciben cuando se quieren atender, “(...) aparte de tener un centro
de salud propio, que lo tenemos en La Plata, es una cogestión de AMMAR con el
Ministerio de Salud provincial. Acá en Capital lo que tenemos son centros amigables. El
Hospital Álvarez es un centro amigable para que la compañera vaya sin tener que
sacar turno, el Hospital de Clínicas lo mismo, el Argerich lo mismo”.
En este sentido Zaldúa plantea que generar condiciones de igualdad en el
acceso a oportunidades en salud, educación, cultura, género y trabajo digo es una
prioridad para las políticas integrales de atención y promoción de la salud y garantía de
los derechos humanos. Como se nombró anteriormente, para que esto suceda es
necesario el empoderamiento de las comunidades como sujetas/os de derecho para
desarrollar su potencial subjetivo y social. “(...) Facilitar construcciones de vínculos y
redes, apuesta a relaciones más horizontales, a la definición de responsabilidades
entre efectores y usuarios/as y a procesos de democratización de las instituciones que
habiliten la participación comunitaria como instancias necesarias para favorecer
ejercicios de exigibilidad” (Zaldúa, 2016, p. 81).

45
PALABRAS FINALES

Habiendo hecho un recorrido por la temática trabajada, considero necesario


reflexionar sobre el rol que tienen los psicólogos y las psicólogas en los ámbitos
comunitarios, específicamente en lo que respecta al trabajo sexual de las mujeres.
Más allá de vivir en un país donde rige el abolicionismo, las mujeres que están
organizadas en AMMAR CTA eligen ejercer el trabajo sexual. La elección es relativa,
como la elección de trabajo de -casi- todo el campo popular femenino. Pensar a estas
mujeres que cumplen este rol como si estuviesen en estado de opresión y servidumbre
sexual significa fijarlas en un lugar de impotencia y victimización, en un lugar de objeto
donde toda dimensión subjetiva, cultural e histórica quedan borradas. “El efecto de este
borramiento obtura la posibilidad de explicar a la prostitución de las mujeres desde una
dimensión política, más precisamente, desde el entramado de poder que la ha
producido y la sigue reproduciendo” (Aucía, 2008, p. 3). Sin embargo, mientras
sigamos viviendo en una sociedad capitalista y patriarcal ellas quieren y deciden
continuar con esta actividad.
En este sentido, creo que es necesario que existan leyes y políticas públicas que
las amparen, que no sean más vulneradas ni violentadas y que puedan trabajar y
organizarse como cualquier otro/a trabajador/a.
Problematizar, cuestionar, deconstruir y desnaturalizar son cuestiones
fundamentales cuando se trata de pensar con una población en situación de
vulnerabilización y excluida socialmente: poder problematizar las situaciones y
profundizar en una mirada crítica que cuestione e interrogue los juicios morales de la
sociedad, visibilizar los problemas y construir conjuntamente cuáles son los mejores
caminos para solucionarlos. Trabajar con ellas, no por ellas ni para ellas. Escucharlas.
Entender lo que es su realidad, aliarse, construir.
Hago hincapié en el hecho de estar unidas y organizadas porque si algo aparece
con mayor claridad con las luchas feministas de hoy en día es que siempre es mejor -¡y
cuánto!- si estamos juntas. Considero que el objetivo principal es el camino del
empoderamiento, ser mujeres que puedan elegir con autonomía qué hacer y qué no,
cuándo dejar de hacer y cuándo seguir. Tener herramientas. En este sentido,

46
sindicalizarse, participar, luchar y pensar en conjunto conlleva muchas
transformaciones subjetivas tanto individuales como grupales, así como mucho
aprendizaje a través de talleres y formaciones pero sobre todo a través del día a día, de
intercambios entre las compañeras. Por eso es muy importante el trabajo en equipo y
los lazos fuertes entre ellas.
Garantizar la ciudadanía plena de las mujeres implica pensar que toda decisión
que tomen es responsabilidad de las mismas debido a su poder, su autonomía y su
libertad. Pero también implica la presencia de prácticas sociales que cuestionen,
desnaturalicen y se oponga a las lecturas de la realidad donde rige el patriarcado
(Zaldúa, 2016). Pensar la salud como campo colectivo conlleva la necesidad de
recuperar estas prácticas donde se promueven lazos solidarios y se constituyen
sujetos/as emancipados/as, que puedan llevar adelante un proceso de exigibilidad de
derechos.

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50
ANEXO

Entrevista a G. realizada en 2015:

¿Nos podés contar la historia de la organización?

G: Bueno, AMMAR es una organización de Trabajadoras Sexuales. Este año cumplimos 20


años de estar organizadas. A fines del 94 y principios del 95 se comenzaron a organizar porque
acá en Capital había vigentes edictos policiales que criminalizaban ofrecer servicios sexuales
en la vía pública o hacer uso del espacio público de todo aquello que ofenda la moral, a las
buenas costumbres, al tema de la vestimenta, y permitían que la policía con total arbitrariedad
pueda llevar detenidas a nuestras compañeras y las detenían de 21 a 30 días en un penal de
mujeres, y en algunos casos en hogares. Y ahí las compañeras de Capital Federal, de las
zonas de Constitución, Once y Flores, se comenzaron a organizar con ayuda de dos
antropólogas que estaban haciendo en ese momento un trabajo de campo y dos monjas que
les llevaban dinero, frazadas, comida, a las compañeras cuando caían presas en la comisaría.
Se comenzaron a organizar para poder trabajar libremente y poder derogar, o encontrar la
forma de que esos edictos no sigan teniendo funcionamiento y que el órgano de aplicación no
sea la policía. En el año 98, después de todo un trabajo con la Legislatura y la organización de
las compañeras trans de ATTTA y el organismo de derechos humanos, se logró derogar esos
artículos y muchos años después vino Macri a la ciudad y nos aplicó otro artículo: ya no nos
llevan detenidas pero sí nos pueden hacer actualmente un acta contravencional cuya penalidad
es realizar trabajos comunitarios. AMMAR es una organización nacional porque las
compañeras que comenzaron a organizarse ninguna era de Capita Federal, sino que eran de
provincias sobre todo del Norte, de Salta, Jujuy, Santiago del Estero… y con la ayuda de
Ministerio de Salud, que a veces nos da preservativos, hacemos el trabajo entre pares con las
compañeras, y para nosotras el preservativo es aparte de una herramienta de trabajo, lo que
nos llega a la compañera. Y ahí podemos conocer cuáles son las problemáticas del lugar
donde trabaja, sea calle, privado, bar, cabaret.. y eso nos permite comenzar a organizarnos. En
ese momento se comenzó a viajar a provincias como Tucumán, Córdoba.. a conocer la realidad
de las otras compañeras y hacer trabajo de campo. Empezamos a darnos cuenta de que en las
provincias pasaban también cosas parecidas a las de acá -los edictos, etc-. Hoy por hoy en
casi 19 provincias siguen vigentes éstos y las compañeras siguen yendo detenidas. Pero eso
posibilitó que AMMAR sea una organización más a nivel nacional.

¿Cómo se les ocurrió utilizar la palabra “meretrices”?

G: Y, en ese momento se utilizó eso porque estaba muy en uso la palabra prostituta, que
nosotras a veces la refutamos porque tiene una carga muy peyorativa, muy negativa. Y no
estaba en debate concientizar a las compañeras que la prostitución era un trabajo. Nosotras
hoy por hoy reivindicamos la palabra trabajadoras sexuales pero fue todo un proceso, sobre
todo de ingresar acá a la central de trabajadores y discutirlo entre las bases de por qué, si
elegíamos, no elegíamos el trabajo sexual, si queríamos tener otro trabajo o queríamos
permanecer acá mismo y luchar por derechos laborales. Pero eso pasó en los últimos años,
sobre todo en el 2001. Ahí comenzó la discusión de si es un trabajo o no, y también qué más
iba a hacer esta organización aparte de derogar los artículos contravencionales... cuál era más
el objetivo de lucha de AMMAR, cuando las compañeras tenían un montón de problemas
respecto a la vivienda, al acceso a la salud, cuando había un montón de compañeras mayores
que no podían jubilarse de nada porque no habían hecho ningún tipo de aporte. Todo eso fue

51
ayudando a que nosotras podamos decidirnos y definir este camino de lucha, del
reconocimiento del trabajo sexual como un trabajo y poder acceder a los mismos derechos que
tiene cualquier trabajador en Argentina.

¿Cómo fue la discusión sobre si es un trabajo o no?

G: Ya está definido. Para nosotras es un trabajo, y luchamos por que el Estado argentino
reconozca nuestra actividad como un trabajo legal, nos ampare bajo un marco regulatorio... Ya
hemos presentado varios proyectos de ley del 2013 en adelante. En el 2013 presentamos un
proyecto a nivel nacional con el ex senador Osvaldo López por la provincia de Tierra del Fuego,
ahora tiene el mandato cumplido pero fue el primer proyecto que presentó junto con la
organización. Después de ese comenzaron a adaptarlo a las leyes provinciales, y las
compañeras lo empezaron a adaptar provincialmente. Se presentó en Neuquén, en Mendoza,
Santiago del Estero. En Capital Federal también se presentó, y ahora vamos a ver si podemos
presentarlo en Entre Ríos y San Juan. Igual falta mucho para que se tenga la madurez política
de debatir cuestiones tan complejas que atraviesan muchas cosas como es nuestro trabajo.
Eso nosotras lo tenemos más que claro. Nos dimos cuenta que hay muchos prejuicios, muchas
cuestiones moralistas detrás de muchos argumentos que nos dicen que esto no puede ser una
actividad, que la prostitución es violencia contra el cuerpo de la mujer... Hay muchos
argumentos ideológicos que se contraponen con lo que nosotras vivimos del día a día. Pero es
una postura que tomó la organización, donde debatimos sólo las trabajadoras sexuales y
nosotras defendemos que nuestra actividad es un trabajo, y violencia no es la actividad en sí
sino que en todo caso violencia son las condiciones en las cuales tenemos que ejercerlo
porque no estamos paradas bajo ningún marco regulatorio.

¿Tienen discusiones con algunas organizaciones feministas?

G: Con alguna parte del feminismo... con el feminismo más abolicionista. Porque también hay
otras organizaciones feministas que apoyan a la regulación del trabajo sexual. El feminismo
abolicionista defiende esto de cuerpo de la mujer, que no podemos ser objeto, el tema de la
dominación por parte del hombre y el tema del patriarcado, el tema de si verdaderamente
elegimos o no. Y nada, nosotras al ser parte de una Central de Trabajadores [de la CTA de
Yasky] y compartir experiencias sindicales con sindicatos, nos dimos cuenta que hay toda una
clase trabajadora que no elige libremente qué trabajo quiere hacer sino que simplemente se va
adaptando frente a las posibilidades que tiene. Acá hay compañeras que están agrupadas en el
comercio, y son empleadas en algún comercio o en algún supermercado, y charlando te dicen
que ellas tampoco eligieron ser repositoras de supermercado, que si pudieran haber elegido
libremente hubieran elegido hasta el salario que quisieran ganar. Pero es una cuestión de
elección que tiene la clase obrera. Estamos un poco condicionados a terminar eligiendo dentro
de las pocas opciones que tenemos, y a nosotras nos pasa exactamente lo mismo. Muchas de
nosotras antes de ser trabajadoras sexuales hicimos otro tipo de trabajo... Fuimos niñeras,
empleadas administrativas, y terminamos decidiendo este trabajo por la remuneración
económica, porque nos dimos cuenta que en otros trabajos el hombre termina ganando más
que la mujer aunque quizás hagan lo mismo, y además por la autonomía que da el trabajo
sexual. Acá no hay patrones. Elegimos los horarios, la zona, en qué momento trabajar, algunas
que trabajamos en la vía pública y otras que se sienten más protegidas trabajando en
departamentos privados, pero hay una elección con el tema de los horarios, de los días, de los
clientes, de los precios, de los servicios que se dan. La que tiene poder de decisión ahí es la
mujer, y el abolicionismo eso no lo comprende y dice que el hombre es machista y violento, y
en realidad quien es violento con nosotras es la policía. Pero bueno, son argumentos y
discusiones que siempre están ahí dando vueltas y hay que profundizar un poco más pero

52
siempre sacando la cuestión moral. Entendemos que trabajamos con la sexualidad y mucho de
eso las abolicionistas mucho no quieren entrar en discusión con eso porque queda un poco al
descubierto cuestiones que todos como sociedad vivimos, que es que la sexualidad tiene que
ser sagrado y tiene que estar dentro del amor, que tiene que haber sentimiento de por medio, y
cuando nosotras disputamos esto y ponemos como vender la fuerza de trabajo a través de los
genitales entra toda esta cuestión de que vienen y nos dicen que no es lo mismo trabajar con la
mano que con la vagina, y nosotras creemos esto, que si no es lo mismo es porque vos le
estás poniendo una mayor dignidad a la vagina que a la mano, cuando nosotras creemos que
la dignidad ni las mujeres ni los hombres la tenemos en los genitales, sino que está en otra
parte del cuerpo.

¿Quiénes serían las abolicionistas?

G: Hay académicas que tienen esta postura, funcionarias, legisladoras... Lo que luchan es por
abolir la prostitución, porque lo comparan con la esclavitud. Y nosotras no somos esclavas.
Nadie atrás nuestro está eligiendo por nosotras. Las que elegimos somos nosotras. Una cosa
es la esclavitud de muchos años atrás y otra es la esclavitud que pasa ahora por el mercado de
trabajo. Las empleadas domésticas también en un momento fueron esclavas, y hoy por hoy
tienen una ley que las ampara, tienen vacaciones, días de enfermedad, aguinaldo... y nadie
quiere abolir al empleo doméstico y suponemos nosotras que nadie elige ser empleada
doméstica como principal opción. Pero aún así el Estado tiene que estar presente para proteger
a través de derechos y garantías y es lo mismo que nosotras queremos con nuestro trabajo.
Tienen una campaña, “Campaña abolicionista Nacional”.

¿Qué es el género para vos?

G: La verdad es que cuando nosotras llegamos a la Institución las primeras cosas que
comenzamos a trabajar son éstas, talleres que daba AMMAR en aquellos tiempos y que hoy en
día continúa sosteniendo, empoderar a las compañeras en cuestiones ligadas a género. ¿Por
qué hablamos de género? ¿De qué hablamos cuando nos referimos con actividad sexual
reproductiva? ¿Por qué luchás por la legalización del aborto? En fin, nosotras mismas nos
encontramos reproduciendo cuestiones machistas, pero es porque son cosas que están en la
sociedad culturalmente hablando, es un camino largo por el que luchás contra esos ideales que
nosotras reproducimos inconscientemente.
Es allí en donde nosotras comenzamos a definir qué entendemos nosotras por género, como
aquella división entre hombre y mujer, en la que el hombre tenias muchas cosas más
permisivas ligadas a la salud el trabajo la familia, y a veces en el territorio lo ponemos como
algo en contra de los hombres y no es así, muchas veces los hombre se encuentran
reproduciendo parte de esa “masculinidad” para poder demostrar a la sociedad que es un
hombre, como “ un hombre no tiene que llorar”, y nosotras reproducimos esas cosas también
en nuestros hijos menores, yo también cuando lo veo llorar a mi hijo le digo “los hombres no
lloran”, y todas esas cosas que comenzamos a aprender en la organización cuando vino una
compañera de la Secretaría de Género a darnos una charlas y explicarnos qué es el género y
por qué nosotras creíamos que la mujer en vez de usar una ropa de determinado color y el
hombre otra, que el hombre no podía usar remeras rosadas, y si nosotras reproducíamos esto
en nuestras casas, nosotras les contamos que si, lo hacíamos inconscientemente, y también
como tuvimos que comenzar a cambiar ciertas modalidades para educar y entender que hay
muchas cuestiones ligadas al género que para poder cambiar también hay que incluir a los
hombres.
Antes le teníamos un odio hacia los varones, o sea como una rivalidad, éso es lo que quería
decir, que las cultura los hizo así y que para cambiar y para deconstruir todo eso, no hay que

53
ponerlos como un lugar de enemigos sino hay que luchar juntos, hombre y mujeres para poder
luchar en contra de estas representaciones que por suerte están construidas socialmente.

¿Ese cambio lo notaste formando parte de la organización?

G: Sí, y no sólo estando organizada, sino también conociendo otras historias y darnos cuenta
que todas las mujeres tenemos una propia historia, y que de por sí somos culposas y una de
las cosas que pudimos comenzar a trabajar en la Organización, deconstruir todas aquellas
cosas que nos hacía sentir mal, no por una cuestión nuestra, sino por una cuestión de lo que va
a decir el de afuera y en el trabajo que hacemos tiene mucho que ver eso, todo esto de ocultar
nuestra actividad a nuestras familias, todo por el miedo al qué dirán, que nuestros hijos se
enteren, que nos discriminen, y como nosotras mismas ocultamos nuestra actividad mediante
el hecho de inventar historias , hasta darnos cuenta que el hecho de ser trabajadoras sexuales,
no hace al hecho de ser mujer, mamá, antes de ser trabajadoras sexuales, primero fuimos
mujeres, mamás.
Una de las cosas que hablábamos con las compañeras es que qué te molesta del trabajo
sexual? y una de las cosas en que concordábamos es dejar muchas horas solos a nuestros
hijos por ir a trabajar, nos dimos cuentos que no era un problema único de las trabajadoras
sexuales, sino que era un problema de las mujeres, pero para poder entenderlo necesitamos
sacarnos esa mochila de la culta de dejar solo a nuestros hijos, para poder ir a trabajar,
pero no era un único problema de las trabajadoras sexuales, sino que le pasaba otras mujeres
y compartir estas charlas con otras compañeras pertenecientes a otros mercados laborales fue
genial, nos hizo dar cuenta de que muchas de las cosas que nos pasan no es que sucedan por
ser trabajadoras sexuales, sino por el hecho de ser mujeres.

¿Cómo está organizada AMMAR?

G: Y, es como un sindicato de hechO pero no derecho. Tiene un secretario general, adjunto,


tesorera, primera vocal, segunda vocal… Hay elecciones cada cuatro años, hay delegadas en
los barrios…

¿Qué tipo de elecciones son?

G: Y, son elecciones por voto indirecto. O sea, el… las filiales, que serían las provincias, son
elecciones por voto directo. O sea, nosotros tenemos compañeras afiliadas, hay compañeras
que presentan las listas… Es todo como una elección en un sindicato. 30 días antes se cierra la
lista de afiliados, bajan urnas a los barrios, con compañeras delegadas que protejan, digamos,
el tema de los votos, después se contabilizan acá, en la organización, y después para elegir el
secretariado a nivel nacional vienen la secretaria general y la adjunta de las filiales que fueron
electas y traen como el voto… el mandato de las bases. Y ahí gana el que tiene más del 50%,
son elecciones cada 4 años

¿Cómo es un día en AMMAR?

G: Depende de qué día. No todos los días son…el miércoles… el miércoles tuvimos una
actividad que lanzamos una línea roja, un 0810, una línea gratuita que está habilitada las 24
horas del día para que las compañeras a nivel nacional denuncien casos de violencia
institucional por parte de la policía, por parte de… si, de los operadores judiciales. Son
cuestiones que la organización ya viene llevando adelante pero no manejamos registros. Y las
instituciones no manejan registros como nosotras quisiéramos que lo manejaran. O sea,

54
primero que no nos respetan cuando hablan de las mujeres que ejercen el trabajo sexual, no
hablan de trabajadoras sexuales sino que hablan de mujeres en situación de prostitución, y… y
nada: una cosa es cuando vos manejás la información y cómo… y después cómo la
comunicás. Y bueno, la verdad que se maneja como… como que nosotros fuésemos unas
víctimas, ¿no? Y nosotras lo que queríamos hacer es tener… que la organización pueda tener
sus propios datos pero para poner en la agenda la violencia institucional de la que sufrimos, no
por víctimas.

¿Cómo sería un observatorio?

G: Claro. Se creó también el observatorio. Tenemos la línea roja y después, paralelamente, la


creación de un observatorio de violencia institucional hacia el trabajo sexual, donde están
integradas dos antropólogas del CONICET y las abogadas de la organización, que son las que
van a llevar adelante la recopilación de datos. Y después hay compañeras trabajadoras
sexuales que atienden la línea y que, bueno, que hacemos el seguimiento o derivamos al
programa de género o a la defensoría de LGBT las denuncias, y de AMMAR junto con la
abogada se acompaña en el caso que tengamos que denunciar, no sé, el pago de coimas, o
presentar un recurso de amparo para que se les restituyan las llaves del domicilio que le fue
clausurado a la compañera… Esas cosas son las que la organización hace día a día, pero
bueno, no manejamos datos. Nosotras desde acá presentamos un montón de recursos de
amparo para que la policía deje de clausurarle la vivienda… el domicilio particular de la
compañera. Hubo varios recursos de amparo que ganamos, y que de hecho el Juzgado Nº 8,
creo que era, ¿no? (le pregunta a la otra compañera). Ese fue el último, en marzo de este año
una jueza del Juzgado de Instrucción Nº 8… nada, le instó al Gobierno de la Ciudad a que deje
de perseguir a las trabajadoras sexuales y que nos regule la actividad. Porque lo que hacía la
Metropolitana y la Agencia Gubernamental de Control, acá, es buscar la habilitación. Es un
órgano de inspección que regula todos los comercios de la Ciudad, sean restoranes, bares,
boliches. Y entraba a los domicilios de nuestras compañeras pidiéndoles la habilitación. Por
supuesto que nosotras habilitación no tenemos, y entonces lo que hacían era clausurarle la
vivienda, eran viviendas particulares de las compañeras, donde también trabajaban, se la
clausuraban. Nosotras íbamos, la acompañábamos a las compañeras con la abogada, y lo que
nos decían en el Gobierno de la Ciudad era que para abrir de vuelta, para que ellos vayan y
quiten la faja de clausura, ella tenía que habilitar encuadrada en algún tipo de comercio, y lo
más parecido al trabajo sexual, porque el trabajo sexual no estaba reconocido, y que tenía que
cambiar… nada, la estructura del lugar. O sea, poner el matafuegos, la salida de emergencia…

¿Qué otras actividades se realizan en la organización?

G: Y bueno, lo primero es la recorrida, por las zonas de trabajo, se reparten preservativos, en


las bolsitas (pone una sobre el escritorio)… A ver si les puedo mostrar, una cosa así, se les
reparte a las compañeras que están en la esquina. Tiene preservativos y tiene material de la
organización que tiene los datos de AMMAR, y después del otro lado tiene todo como un
calendario de lunes a viernes con las actividades que tenemos. Y ahí está que los martes y…
no, los miércoles y jueves viene la abogada, tiene asesoría gratuita, que los viernes hay talleres
de capacitación, en formación… después también hay una capacitación virtual, que las
compañeras pueden hacer no teniendo que venir a la organización, que comprende 4 módulos
de salud sexual y reproductiva, ciencia política, comunicación… Después, otra de las
actividades es si la compañera viene con problemas de salud tenemos… aparte de tener un
centro de salud propio, que lo tenemos en La Plata, es una cogestión de AMMAR con el
Ministerio de Salud provincial. Acá en Capital lo que tenemos son centros amigables. El
Hospital Álvarez es un centro amigable para que la compañera vaya sin tener que sacar turno,

55
el Hospital de Clínicas lo mismo, el Argerich lo mismo… bueno, la abogada está para
cuestiones que no únicamente tienen que estar relacionadas con el trabajo, sino también con la
familia. Hay muchas compañeras que vienen con el tema de la tenencia de los hijos, y también
de acá se la ayuda. Y bueno, sí, las actividades de ciencia política. Nosotras vamos a la
Legislatura, a la Cámara de Diputados, al Senado, a pedirles… a pedirles reuniones, y vamos a
tratar de sensibilizar. Ahí nos encontramos con un montón de cosas. Primero con que tienen un
gran desconocimiento de lo que es la problemática del trabajo sexual, otros que tienen unas
cuestiones recontra moralistas, y después que hay un montón de prejuicios, sobre todo para
hablar del tema. Es como que de eso no se habla, pero… pero bueno, tratan de ocultarlo
debajo de la alfombra, y si hablan todo el tiempo nos ponen en lugar de víctima, y… y nada,
nos ponen como que el Estado debería darnos reinserción laboral, capacitaciones, y se
piensan como políticas de capacitación para que nosotras seamos… ¿Qué era? Costureras,
eso…

No les interesa a ustedes…

G: No. No, la verdad que nosotras capacitarnos nos podemos capacitar. O sea, eso nos parece
como que nos subestiman. Nosotras, la gran mayoría terminamos el colegio secundario, y
también hay muchas compañeras que están en la universidad. Y esto de decirnos la
capacitación… si viene una compañera que no terminó el secundario, la anotamos en el Plan
Fines, que se dicta acá arriba, y hacemos que termine el secundario, o el primario. Pero… pero
cuando nos hablan de capacitación, cuando les preguntamos para qué va a ser la capacitación,
es para hacer carteras, para hacer toallones, decimos ¿no pueden pensar otra cosa? O sea,
¿por qué siempre la mujer tiene que estar haciendo carteritas, toallones…? O sea, si te quieren
sacar a la cuestión, o si se pone siempre en discusión que nosotras fomentamos el patriarcado,
nada, esas actividades también fomentan el patriarcado, que la mujer tiene que estar cosiendo,
haciendo toallones, ¿por qué no se piensa otra política pública de reinserción laboral más
concreta, no, y un poco más seria? Vos no le resolvés el problema dándole 1200 pesos por
mes a una compañera cuando esa compañera tiene 7 hijos y tiene que pagar el alquiler. O sea,
no va a salir del trabajo sexual. Por eso a veces decimos que quizás son políticas pensadas
con buenas intenciones pero que no solucionan el problema de fondo. La compañera no va a
dejar de trabajar y menos si tiene que ir 3 veces por semana a capacitarse. No se van a anotar
y… Y después siempre les decimos que está bueno que ellos bajen al territorio para que les
pregunten a las compañeras qué es lo que quieren. Porque esas políticas son pensadas sin
nosotras. Una cosa es que nosotras no estemos organizadas, pero estamos organizadas. Pero
si quieren pensar algo para las mujeres que están en prostitución, deberían convocarnos
cuando piensan, no sé, se discuten las paritarias con los docentes, llaman a los docentes para
discutir verdaderamente con ellos. No llaman a otro sector. Y acá pasa lo mismo. Cuando se
quiere pensar una política para las mujeres en prostitución no nos llaman a nosotras: las
resuelven ellos, y quizás no resuelven el problema de fondo porque se piensan en políticas
públicas pero la realidad es que la problemática que nosotras tenemos es la violencia
institucional. O sea: la política pública debería estar dirigida a cómo frenar que la policía nos
exija el pago de coimas, de favores sexuales… esa es la problemática real que tenemos en el
territorio, y el Estado nos debería dar una respuesta con eso, no máquinas de coser, sino qué
hace con la policía, o por qué se permite que la policía arbitrariamente le cobre coimas a las
compañeras para poder dejarlas trabajar tranquilas con el trabajo sexual, que es ejercido por
mujeres mayores de edad, y si lo ejercemos autónomamente, o sea sin que nadie nos esté
explotando, sacando un porcentaje, no es un delito. O sea, por qué la policía exige el pago de
coima y bueno, la compañera sí, le va a pagar por el tema del miedo, de que si no le paga ellos
mismos la amenazan que le van a allanar el lugar, que se lo van a cerrar… Entonces en eso sí
buscamos… buscamos como respuestas concretas con ellos o a veces sobre todo en el último

56
tiempo cuando se ligan… se está ligando mucho el tema de la trata de personas con el trabajo
sexual, y donde todas las políticas que se implementan apuntan al trabajo sexual, o sea, y
eliminar el rubro 59. Prohibirlo. Nosotras tenemos un montón de compañeras que publicaban
en ese rubro. Ahora no publican más. Publican… porque no existe más ese rubro, pero
publican en Solos y solas, publican como masajistas, en Belleza y salud, una sola línea, de
manera engañosa, y donde el diario Clarín le termina cobrando tres veces más que lo que
pagaba cuando estaba el rubro 59, pero cómo esa política prohibicionista para combatir la trata
de personas terminó empujando a todo un sector a una mayor clandestinidad, precarización
laboral y cómo aquel, el monopolio en este caso, se sigue abusando, porque en vez de pagar
70 pesos por mes, que antes pagábamos, por día, para publicar 4 líneas y una foto, ahora por
solo una línea nos cobran 200. Entonces por eso, a partir de la prohibición de ese rubro, se
comenzó una nueva estrategia para poder seguir trabajando y poder seguir teniendo… o sea,
difundiendo nuestros servicios. La gran mayoría de las compañeras desistió de pagar 200
pesos por día porque no tenían ese poder adquisitivo de poder hacerlo, y algunas se fueron a
publicar en páginas web, donde antes de la prohibición del rubro eran todas gratuitas, y como
comenzaron a tener un montón de demanda, ahora cobran entre 800, mil pesos, sin el book de
fotos, sin el Photoshop, que esos salen como hasta 2000 pesos pagan las compañeras por
eso, y si no están los papelitos en la vía pública, que también hay un montón de grupos que los
salen a despegar, porque dicen que detrás de eso hay una víctima de trata, y la verdad que no:
ahí están (nos muestra una pared detrás nuestro), esos, ahí nosotras traemos todos los
papelitos de las afiliadas de la organización, están pegados. Y… y siempre decimos: si hay un
número de teléfono, si aparece la dirección, por qué en vez de despegar esos papelitos e
incentivar a que la demás población en general los despegue, por qué no llaman y le preguntan
a la compañera si es víctima de trata o no. Porque está haciendo público el número de teléfono.
Es más: hay algunas compañeras que ponen “somos autónomas, somos todas mayores de
edad, no somos víctimas, somos trabajadoras sexuales…”, pero aun así hay campañas
masivas. De hecho hay un grupo que pura y exclusivamente se dedica todos los martes a salir
vestida de rojo, que son los martes rojos, a despegar los papelitos nuestros, y los tiran en una
bolsa roja, que dice que son las bolsas que se utilizan en los hospitales para desechar todo
aquello que pueda contagiar como las agujas, y demás. Entonces tira nuestros papelitos en esa
bolsa, y me parece que esas cuestiones sí son violentas. Cuando nos hablan de que la
prostitución es violencia… No: esas cuestiones que ellas hacen, esas iniciativas, la verdad que
también son violentas. Parece una cacería de brujas. En todos lados donde estamos…

Como comparar a la sexualidad con algo… patológico.

G: Claro. Sí, sí. Y después todo lo otro: un montón de decretos provinciales que prohíben el
funcionamiento en la provincia de cabarets, whiskerías, casas de citas, clubs nocturnos, y todo
lugar privado se comercializase, facilitase, actos de prostitución, que están vigentes en 12
provincias, y en las cuales, en esas mismas 12, las compañeras no pueden trabajar en privado
porque está prohibido, que es una política pensada para combatir la trata de personas, pero
que tampoco pueden trabajar en la calle porque están los artículos contravencionales vigentes
que las llevan presas .O sea: no les están dejando ningún medio para poder trabajar, que todo
está atravesado por la criminalización. Y eso sí, hacemos mucha incidencia cuando nos
enteramos que… no sé, que un senador o un legislador, quiere presentar un proyecto de ley, o
se va a comenzar a debatir un proyecto de ley, nosotras sí nos hacemos presentes y tratamos
aunque sea de pedir la palabra no para… primero para hablar en primera persona, y segundo
para decir que en aquellas provincias en las cuales se llevaron adelante esas políticas cómo
están trabajando nuestras compañeras ahora. Porque la whiskería, sí, está bien, no se puede
habilitar más como whiskería, pero nos encontramos con pools que tienen la mesa de pool y
nuestras compañeras están trabajando ahí. O sea, cómo se… hasta peluquerías encontramos

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en las provincias, que tienen la fachada de peluquería pero adentro están las compañeras
nuestras ejerciendo el trabajo sexual. O sea, cómo una política prohibicionista se arman
mercados paralelos negros alrededor, se arman quiosquitos, donde lamentablemente la que
queda siendo perjudicada, y puesta en una mayor vulneración de derechos es la mujer que
hace trabajo sexual. Y entonces eso… esas son por ahí las contradicciones y la lucha que
tenemos ahora de poder diferenciar lo que es trata, de explotación laboral, de trabajo sexual
autónomo, pero que lamentablemente todas las políticas que se llevan adelante tienen que ver
con combatir el mercado del sexo, no importa si hay autonomía, si hay explotación.

¿Reciben llamados de personas que no sean trabajadoras sexuales? Para


asesoramiento, información..

G: Si acá se reciben llamado de todos, clientes llaman para decir si nosotras tenemos
contactos o direcciones de compañeras que son autónomas.. que bueno..ellos quieren ir y
tomar servicio en lugares que puedan saber que el dinero va a ser de la trabajadora sexual y no
de un tercero.. eh..clientes que tienen discapacidad o diversidad funcional que nos preguntan si
hay compañeras que están sensibilizadas para atenderlos..si les podemos pasar los numeros o
si hay departamentos privados o edificios que tiene rampas porque ellos tienen sillas de
ruedas..si les podemos decir. Si llaman.

¿Y de mujeres que quieran, que tengan interés en trabajar?

G: También, esas se reciben más por facebook o en el mail. Que quieren ingresar en el trabajo
sexual y que tienen miedo y que no saben como ni donde. Si nosotras las podemos orientar. O
que quieren ponerse un privado osea ponerse un departamento con una amiga..que cosas
tiene que tener en cuenta..ehh..o vienen acá a la organización..de esas si hay un montón.

¿Hay varones en la organización?

G: No, los hombres vienen pero no, pero nosotras no queremos organizar a los hombres, es
muy dificil. Primero porque.. por una cuestión de género. Ellos no están tan criminalizados
como nosotras. No están tan perseguidos, trabajan en otros lugares, otro estatus social y con
otra clientela donde se lo protege y ademas no esta tan ..ni siquiera tan visible la problemática
de ellos. Cuando se habla de prostitución el imaginario social piensa que la prostitución tiene
cara de mujer y el cliente es hombre. Pero acá llegan un montón de compañeros, si no
también los lugares donde nosotros vamos a hacer la recorrida veo un montón de trabajadores
sexuales..pero ellos no se reconocen como trabajadores. Se reconocen como taxi boys,
gigolos. Segundo no quieren ser visibles..porque la mayoría están terminando sus estudios
sobre todo hay muchos que terminan derecho y ejercen el trabajo sexual y no quieren que sus
familias se enteren. El anteaño pasado habían venido un montón porque ellos trabajaban todo
en Avenida Santa Fè, en departamentos y hubo muchas denuncias por parte de los vecinos
ahi ehh.. la zona de recoleta y cerraron todo. Cerraron los bares donde ellos trabajaban
levantando clientes y cerraron los departamentos privados, se los clausuraron y muchos
también eran viviendas donde ellos ejercen trabajo sexual sino que también vivían. Se les dio la
ayuda de la organización como a nuestras compañeras presentación de recurso de amparo
pero después nos costó mucho armar una reunión y que ellos quieran venir. No querían venir,
querían que nosotras vayamos personalmente al lugar de trabajo o no querian agruparse
porque no querian que nadie los vea. Esas cuestiones. Pero si por ahi nos ayudó a ver como la
mujer que hace trabajo sexual se le dice “puta” “prostituta” y a ellos como definiciones más
lindas no? “gigolo” “taxi boy” y esa cosa de como a la mujer se la pone como víctima “ Ay pobre

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tiene que ejercer el trabajo sexual” y ellos en su grupo de amigos si contaban que eran
trabajadores sexuales, que se acostaban con mujeres y encima les pagaban los compañeros y
los amigos los felicitaban. Y nosotras no es lo mismo, yo no le puedo ir a decir a mi mama,
ahora ya sabe igual, pero yo no le puedo decir a mis hermanos “ ay si conseguí un trabajo en la
esquina” por que no me iban a felicitar como a ellos. Esto de que en el campo de la sexualidad
la mujer es la sumisa y el hombre si tiene dos o tres y encima les pagan es un grande y la
mujer no, la mujer es la puta si hace eso. Bueno esas cuestiones nos pasaban con ellos
cuando ellos nos contaban cómo era la relación, si la familia sabia y bueno ahí vimos mucha
diferenciación sobre todo de clases. Las mujeres que les pagan a ellos son de clase alta, tienen
otro poder adquisitivo.Sus honorarios son más altos. Los lugares donde se mueven son otros.
El que más asiduamente va a pagar es el hombre. En mayor proporción que las mujeres. Pero,
eso tiene que ver también en cómo la mujer vive la sexualidad. Y las mujeres que van a pagar
por sexo viven como una sexualidad más abiertamente y por eso no tienen ningun prurito en ir
y pagar por sexo a otra mujer o a otro hombre. Y siempre nos preguntamos por qué lo hacen
en menos cantidad porque si vamos por porcentaje son mayoría los hombres a buscar y las
mujeres no. Y charlando con las mujeres que toman servicios sexuales se toman como que la
sexualidad el que tiene que disfrutar es el hombre y nosotras tomábamos el lugar de sumisas.
Entonces quizás por eso las mujeres no quieran ir a pagar porque todo lo viven con culpa y la
sexualidad también fue un campo de que siempre el hombre era el único que disfrutaba y la
mujer sumisa que nada.. tenía que si o si hacer ese campo de disfrute algo más del hombre
que de ella. Y quizás por eso no haya tantas mujeres que paguen servicios sexuales y sea un
campo donde vayan más los hombres.

¿Trabajan con población trans?

G: Las compañeras trans vienen a la organización. Lo que pasa que ellas también tienen una
organización parecida a la de AMMAR que también tiene veinte años a nivel nacional que es
ATA “ Asociación de travestis transexuales de la Argentina” Entonces cuando ellas vienen,
como las compañeras de ATA tienen toda un trabajo con el tema de hormonas, con la identidad
de género que son problemáticas que tienen las compañeras trans, nosotras las recibimos y las
derivamos a esa asociación y lo mismo ellas si reciben a una trabajadora sexual, mujer
biológica que va en busca de preservativos a la organización de ellas que es ahí por callao y
corrientes y tiene problemas con la policía y saben que nosotras trabajamos todas esas
cuestiones de amparo o acompañarlas a la fiscalía, las derivan para aca. Trabajamos a veces
conjuntamente y vamos juntas, compartimos muchos espacios con las compañeras.
Compartimos espacios de discusión, espacios en la legislatura, actividades.

Cuando presentan proyectos de ley por ejemplo, ¿se coordinan?

G: Si ellas acompañan.

¿Pueden tener la misma mirada respecto a las leyes?

G: Si. Por ahi la unica diferencia que tenemos con ellas es que ellas dicen que nosotras
elegimos dentro de las opciones que tenemos, como les explicaba más temprano y que ellas
por ahí, la prostitución es la única opción. Porque hay todo un tema de discriminación, de
reinserción laboral. No pueden ir a buscar trabajo a una fábrica por la cuestión de la
discriminación no la van a tomar, ni como empleada doméstica, ni como niñera por la cuestión
de la discriminación que hay. Y por ahí lo que ellas dicen es que para la mayoría de las
compañeras trans es la única salida laboral que tuvieron. Por eso ellas plantean dos cosas: el

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cupo laboral trans por un lado para las compañeras que no quieran trabajar mas de esto, pero
por otro lado la ley de trabajadoras trans para las compañeras que sí quieran seguir ejerciendo
un trabajo sexual con sus derechos y garantías.

¿Cómo se ven en un futuro?

G: Viejas..(Risas) No, que se yo, quizás como organización un poco más fortalecida, eso
siempre lo hablamos con las compañeras. Si hace veinte años atrás las compañeras se
juntaron para pelear por la derogación de un edicto y no ir más presas y hoy estamos peleando
por una ley a nivel nacional que regula el trabajo sexual, que nos de derechos laborales como
el acceso a una obra social, aportes jubilatorios, que crea un registro único de trabajadoras
sexuales, una órbita en el ministerio de trabajo y estamos peleando otras discusiones como
más avanzadas, seguramente las compañeras en el futuro y tendrán la ley y sabemos que con
la ley no se nos soluciona el problema, si no que es una herramienta para poder denunciar
todas las problemáticas que hoy tenemos como la violencia institucional que hoy no podemos
hacer porque no estamos amparadas, no es algo legal. Y nada, lo que vemos en el futuro es
eso, que ellas puedan hacer pensar cosas mucho más avanzadas y que ahi no esté tan
presente el tema del estigma, de la discriminación y se puedan organizar muchas más
compañeras. Lo que nos pasa que acá llegan muchas compañeras pero quizás son pocas las
que se quedan a militar por la cuestión de que la familia no sabe o no me quiero sacar una foto
por que aparece en el facebook y mi familia piensa que yo trabajo de otra cosa. Y capaz que
cuando haya una ley y la sociedad en general lo empiece a tomar como trabajadoras y no les
importe tanto la herramienta de trabajo que tenemos, somos las únicas trabajadoras que
tenemos que explicar que somos trabajadoras sexuales y todo el tiempo tenemos que explicar
por qué tenemos que trabajar de esto, eso no les pasa a otro trabajadores, el compañero del
subte no anda explicando porque quiso trabajar bajo tierra, seis horas o las cuestiones de
insalubridad que tienen, pero a nosotras todo el tiempo se nos está cuestionando eso. Porque
decidimos trabajar, porque no elegimos otra cosa, si elegimos, no elegimos

¿Le cambiarías algo a esta organización?

G: No, yo no le cambiaría nada. Todo tuvo un proceso, quizás a veces nosotras con las
compañeras que llegan nos dicen ustedes están organizadas desde hace veinte años, por
supuesto que yo hace seis nada más que estoy en la organización, y siempre decimos si las
compañeras hace veinte años atrás hubiesen pensado en la regulación del trabajo sexual,
quizás hoy nosotras tendríamos ya una ley. Pero también entendemos que toda organización
tiene su proceso de maduración y nosotras también tenemos un proceso de maduración. Esto
de la sexualidad hace cinco años atrás no te lo hubiésemos dicho, porque nosotros también
tenemos nuestro prejuicios con nuestra sexualidad y cosas no resueltas. Pero también
entendemos que cuando toda la sociedad en general pueda vivir una sexualidad libremente
pueden pasa varias cosas una es que nosotras no tengamos más trabajo porque no haya
necesidad de pagar, si los hombres vivirian su sexualidad libremente y las mujeres también. O
tambien podria pasar que siga existiendo el trabajo sexual y que no esté tan cuestionado
porque se paga porque si vivimos la sexualidad libremente tenemos que entender que en un
hombre o una mujer está la fantasías de pagar. Y que el tema del dinero, no solamente
atraviesa el tema del trabajo sexual y esta mal. El dinero atraviesa el sistema capitalista y la
explotación también está en otros mercados de trabajo, pero todo eso se pone siempre en
cuestionamiento en el trabajo nuestro, y tiene que ver con que trabajamos la sexualidad y
muchos ponen que la sexualidad es como la parte del cuerpo digna. Y para nosotras como
trabajadoras no es asi, nosotras en el trabajo nuestro no ponemos nuestro sentimiento y

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nuestro amor. Ponemos la herramienta como el albañil pone su mano de herramienta y la
empleada doméstica pone su herramienta de trabajo que también son las manos para poder
limpiar. Y nosotras ponemos nuestro genitales para poder trabajar y sacar un dinero para
poder disputar el tema capitalista, porque nosotras defendemos el trabajo autónomo. Y la ley
que pedimos también habla de la autonomía y la emancipación de la mujer. No necesitamos de
la patronal y tampoco queremos la explotación en nuestro trabajo. Creemos que si el estado
está presente protegiéndonos, nosotras no necesitamos la protección de terceros que después
nos saquen plata nuestra. Entonces también como que son varias luchas en una sola pero que
todo está atravesado por la cuestión de que todo está bien o esta mal ponerle un precio a la
sexualidad. Creo que cuando uno tiene la capacidad de decidir sobre su propio cuerpo las
cuestiones de los demás no tiene que interferir en una decisión que es libremente quizás
muchas veces acotadas por las pocas posibilidades que tenemos pero que tenemos, pero que
es una decisión al fin. Nosotras hoy si no quisiéramos trabajar mas de esto lo podríamos hacer,
pero no quisiéramos trabajar en fábricas y no por una cuestión de no valorar el trabajo de las
compañeras si no porque nosotras defendemos la autonomía del cuerpo y la autonomía del
trabajo y esta autonomía que nos da este trabajo no está dentro de otros trabajos. Tampoco la
remuneración económica, quizás si ganariamos lo mismo que ganamos aca haciendo otro
trabajo ahí lo pensaríamos, pero la realidad es que no. En otros trabajos la mujer termina
ganando un poco menos que el hombre y los lugares de poder y los lugares mas importantes,
mas alla de que tengamos una presidenta mujer todavia nos falta, porque esos lugares están
ocupados por hombres, esa desigualdad de género que hay en ese mercado de trabajo,
nosotras decidimos que acá somos nosotras las que decidimos, nosotras somos las que nos
ponemos el precio a los servicios sexuales, nosotras decidimos hasta con qué cliente salir y
con cuál no, porque a veces hay clientes que no nos gustan y les decimos que no, que estamos
ocupadas, que estamos esperando un cliente, que ya nos vamos o les tiramos un precio más
alto y algunos te dicen quizas que si pero no importa. Pero tienen que ver con eso en el fondo
hay un tema con la sexualidad, pero nosotras defendemos que el tema acá no es la sexualidad,
es el trabajo, la reivindicación del trabajo como una herramienta que también es parte del
cuerpo. Si no esto que está bien que vos puedas vender la fuerza de trabajo explotando otra
parte del cuerpo que no sean los genitales y que ganes el dinero con el sudor de tu frente y que
está mal si vos le pones un precio a tu sexualidad y ganes dinero a través que ganes dinero
ofreciendo tu cuerpo con el sudor de tu vagina. Y esta disputa que tiene que ver con el sexo y
en las charlas que damos, los debates en universidades,sobre todo en la de sociales sale
mucho el tema de la cuestión de la sexualidad y me parece que como sociedad, aunque
tuvimos muchos avances con la cuestión de la ley de identidad de sexo, la ley de matrimonio
igualitario todavia ahi es un tema un poco tabú. Vos imaginate que hay dos cuestiones todavía
pendientes que tienen que ver con la sexualidad y las mujeres, el aborto y el trabajo sexual y
como mucho atrasan cuando dicen ser progresistas y tienen que ver con la mujer y la
disposición del cuerpo que las mujeres tenemos que tener y queremos tener y como el estado
no permite regular y todo lo que pasa tanto en un trabajo, como el trabajo sexual y lo que pasa
en el aborto clandestino, se criminaliza sólo a las mujeres y las que mueren son las mujeres y
en el trabajo sexual pasa lo mismo se criminaliza a las mujeres y a los hombres no, a las que
se persiguen son a las mujeres y a los trabajadores no. Falta una lucha larga todavía.

¿Podés contar cómo entraste a la organización?

G: Hace seis años. Yo comencé a ejercer el trabajo sexual a los 19 años, y conocí a las
compañeras cuando ellas estaban haciendo el mismo trabajo que yo estoy haciendo ahora,
repartiendo preservativos. En ese momento la cuestión de los derechos, del sindicalismo, de
estar organizadas no me interesaba porque tenía la edad en la que iba, baja y subía de los
autos.

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Entonces me interesaba más el preservativo y no perder el tiempo porque sentía que sentarme
a escuchar la charla que las compañeras daban era perder el tiempo y que iba a perder el
cliente; y como que no demostraba interés. No solamente me pasaba a mí, le pasaba a un
montón de compañeras. Pero después cuando comencé a organizarme un poco con las
compañeras, no con AMMAR, sino entre nosotras; esto de no trabajar solas en las esquinas,
sino trabajar entre dos o tres, de avisarnos entre nosotras cuando salíamos con algún cliente,
como esa cosa de protección. Ahora está el whatsapp pero antes estaban los mensajitos de
texto; de mandarnos mensajes si salíamos con un cliente, poner cuanto vamos a tardar. Todos
los viernes era la regla para nosotras parar de trabajar de doce a una y compartir un almuerzo,
contarnos como nos fue en la semana. Teníamos como un grupo ahí: si alguna compañera
estaba enferma y alguna se enteraba, juntábamos dinero entre todas y se lo íbamos a alcanzar,
si se tenía algún hijo internado se hacía prácticamente lo mismo. Entonces yo, hubo un
momento en que dejé de trabajar pero después volví a trabajar de vuelta, tenía como veintitrés
años, tuve un problema con un cliente en la zona mía de trabajo. Un problema que no lo
pudimos resolver, ni yo ni tampoco mis compañeras. Entonces ahí acudimos a la organización.
No es que vinimos a AMMAR, sino que AMMAR, haciendo los trabajos que hacía de repartir
preservativos, le comentamos que teníamos ese problema y ellas nos dijeron: "Dejen que
vamos a pensar una solución para eso". Y la verdad que la respuesta que nos dieron fue
rápida, fue efectiva, se calmaron las aguas, pudimos comenzar a trabajar nuevamente
tranquilas ahí en la zona de trabajo... fue como sentirnos en ese momento que no estábamos
solas, de que había una organización que respondía por nosotras, que muchas explicaciones
no les teníamos que dar porque ellas eran trabajadoras sexuales igual que nosotras; como que
nos sentimos contenidas en ese momento cuando buscamos respuestas por todos lados y
nadie nos supo decir verdaderamente lo que teníamos que hacer, ni tampoco nos dio su apoyo.
Las compañeras de la organización en ese momento llevaron adelante una acción que para
nosotras fue gratificante en la complicación que estábamos teniendo, con ese cliente que se
había enamorado, como obsesivo que me perseguía, perseguía a las compañeras. Y nosotras
denunciarlo, no lo íbamos a denunciar; ¿qué íbamos a decir? "Se enamoró porque él era mi
cliente...", no íbamos a ir a la comisaría a denunciarlo. Y él se había enojado mucho. Todas
nosotras nos habíamos puesto de que no íbamos a salir más con él, ninguna. Y eso fue como
contraproducente porque él comenzó a hacer reuniones con los vecinos y a decir como que
nosotras robabamos a los clientes, que molestábamos ahí, y comenzó a juntar firmas para
hecharnos. Y eso fue algo que no pudimos resolver nosotras y le tiramos la pelota para la
organización y en menos de dos días nos dio la respuesta. El cliente no únicamente que no
molestó más, sino que después nos vino a pedir disculpas. Y los vecinos que habían firmado,
que eran tres nada más, también nos vinieron a pedir disculpas porque sabían bien cual era el
problema de fondo. Él decía que nosotras molestábamos y que nuestra presencia iba a bajar el
valor de sus propiedades, y que nadie quería ir a alquilar ahí o comprar una propiedad porque
era zona de trabajo sexual.
Cuando las compañeras hicieron un afiche explicando a los vecinos que las actitudes que él
estaba tomando no tenían que ver con la preocupación como vecino y de la inseguridad, sino
que tenían que ver con que las chicas habían decidido que por los malos tratos de él y sus
cuestiones obsesivas respecto al trabajo sexual, nosotras habíamos decidido no ofrecerle más
nuestros servicios. Y como que de alguna forma se escrachó al cliente este. Y él vino a pedir
disculpas y nos vino a pedir que saquemos los carteles que se habían pegado por todo el barrio
con el nombre y apellido de él.
Esa fue como la respuesta que no pudimos pensar entre nosotras. Que buscamos sí ayuda en
otros organismos y nadie nos pudo ayudar. Nos decían: "Y bueno, buscate otra zona".

¿Qué organismos?

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G: El INADI, y en ese momento estaba el 0800 del ministerio de seguridad que hacía reuniones
con los vecinos y las comisarías de las comunas. Ahora creo que ya no está más. Pero
nosotras habíamos llevado nuestra problemática a la comuna, que es la comuna doce, y nada.
Primero fue re vergonzoso ir a esa reunión y decir que somos trabajadoras sexuales. Dijimos
que somos prostitutas. Ahora sí reivindicamos la palabra de trabajadora sexual porque estamos
organizadas, pero en ese momento dijimos que somos "chicas de la calle". Y encima
hablábamos despacito y nos decían lo de atrás: "¡A ver, más fuerte que no se escucha!". Fue
como una situación así como media vergonzosa y nada. Exponernos a eso para que los
comisarios nos digan: "y bueno chicas, ustedes también trabajan de eso, ¿qué quieren?". Esa
fue la respuesta. Después cuando llamamos al INADI la respuesta fue: "y bueno, mudense de
esquina". No era la solución mudarse porque de hecho ya lo habíamos hecho, nos habíamos
corrido una manzana más, e igual así el vecino andaba juntando firmas y haciendo reuniones
con los demás vecinos. Pero bueno, las compañeras de AMMAR lo dejaron como en evidencia
a él y sus actitudes, y los vecinos que habían firmado no tuvieron más que venir y pedir
disculpas y él también nos pidió disculpas y nos dijo que no iba a molestar más siempre y
cuando saquemos todos los carteles; que no los habíamos pegado nosotras. Los habían ido a
pegar las compañeras de AMMAR a la noche, porque decían que no querían exponernos a
nosotras a ningún tipo de peligro, y el cartel lo firmaba AMMAR. Y decía: "Si el vecino sigue con
estas mismas actitudes, la asociación de mujeres meretrices de la argentina va a denunciarlo
ante el organismo del ministerio de seguridad...". Y ahí con mis compañeras sentimos como la
necesidad de devolverle a la organización lo que había hecho, y ellas nos dijeron de que la
mejor devolución que le podíamos hacer era participando en las actividades, formándonos,
viniendo a los talleres de capacitación. Y ahí comenzamos a venir todos los miércoles a los
talleres de once a una. La primera charla fue de género, la segunda fue de derecho, la tercera
fue de "por qué es importante estar organizadas", y la cuarta fue de "salud sexual y
reproductiva". Después, como habíamos venido a formarnos dos, nos dijeron que nosotras dos,
nos habían entregado un diploma de que habíamos terminado, teníamos que ir a la base y
darle el taller de lo que habíamos aprendido a nuestras compañeras. Y eso hicimos. Después
hicimos nosotras actividades para el día del niño, luego vinimos a pintar una bandera. Como
que nos dieron pequeñas responsabilidades. Participamos en el primer encuentro de la mujer
que ese año fue en Entre Ríos. Y de ahí de participar en el encuentro de la mujer a nivel
nacional, eso fue como que nos explotó la cabeza y ahí quedamos en la organización, y ahí
salimos un poco de estar sectorizadas en Villa del Parque y comenzamos a ver cuál era la
problemática que tenían las compañeras de Flores, de Constitución, en Once, y después
empezamos a viajar a las demás provincias para organizar a las compañeras. Logramos que
se organicen las compañeras de Neuquén, de Río Negro. Y ahí nos dimos cuenta de que lo
que nos pasaba a nosotras en esa esquina, había muchas compañeras que la estaban
pasando mucho peor que nosotras y necesitan quizás la misma respuesta así, rápida y efectiva
que la organización en ese momento nos dio. Y ahí quedé.

Hablaste de violencia institucional como la mayor problemática ¿Cómo es eso?

G: La policía siempre fue que nos piden coimas para poder trabajar, tanto en privado como las
compañeras que trabajan en la calle. O a veces agarran a compañeras muy nuevas y le piden
favores sexuales gratis para dejarlas trabajar tranquilas, les dicen que el trabajo sexual es un
delito, que si no lo hace puede ir presa. Eso es mentira, juegan con el desconocimiento de las
compañeras. Ni hablar con lo que hacen con las compañeras extranjeras de República
Dominicana, de Perú, de Paraguay que les dicen que si no hacen lo que ellos dicen las van a
deportar. Las compañeras vienen con una problemática con el tema de los papeles que
nosotras desde acá también ayudamos con el tema de la documentación. Y después todo lo
que viene pasando ahora con el tema de los operativos anti trata y cómo los operadores

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judiciales también se hacen partícipe de la violencia institucional por parte del estado. Los
allanamientos que se hacen en los lugares de trabajo de nuestras compañeras para buscar
víctimas de trata son muy violentos. Le rompen la puerta, le apuntan con revólver a la cabeza,
le roban el dinero que tienen ahí, como también los objetos personales, celulares, tablets,
cámaras de fotos, nunca se los devuelven. Para nosotras también es violencia que se deje a
una compañera en la calle y se le clausure la vivienda y se le ofrezca un refugio cuando la
compañera está todo el tiempo diciendo que no es víctima de trata, soy trabajadora sexual, y le
muestra su documento, su teléfono, y aún así se le cierre y clausure la vivienda. Y si la
compañera saca la faja de clausura después la procesan por violación de clausura y queda una
causa abierta. Esas cuestiones para nosotras también es violencia. Violencia es lo que hacen
las psicólogas, las psicólogas también participan en estos operativos, tienen una postura
abolicionista, con la que nosotras no acordamos, pero además como funcionarias las
ideologías de cada una deberían ser dejadas un poco de lado, porque sino nunca va a lograr
comprender por qué la otra mujer que está en frente decidió ser trabajadora sexual, porque hay
muchas cuestiones que ella las a va a cuestionar. Una entrevista que tiene que ser
supuestamente donde las trabajadoras sociales y las psicólogas tienen que contener a la
víctima, se convierte en un juicio de valores donde termina muy mal la compañera, se terminan
tomando cuestiones muy personales de la compañera. Es violencia que ellas estén ahí y que
entren a la psicóloga con la policía y que si ellas son las que tienen que contener no puedan
denunciar junto con nosotras lo que la policía le hace a nuestras compañeras. ¿Por qué le
roban el celular y el dinero recaudado? Y ni hablar de los preservativos.. acá en Capital los
entrega el Ministerio de Salud, y los operadores judiciales que dependen de del mismo
gobierno o el mismo municipio se llevan los preservativos que tienen el sello del Ministerio de
Salud, como prueba de que ahí se está ejerciendo el trabajo sexual. Ni siquiera se ponen de
acuerdo entre ellos... por un lado hay una política pública que otorga preservativos gratuitos
para que nosotras hagamos el trabajo de campo con las compañeras de protegernos y demás,
pero por otro lado los operadores judiciales utilizan eso para encontrar una culpabilidad cuando
el trabajo sexual no es un delito en Argentina. Esas cosas también para nosotras es... eso de
no poder ir denunciar a ningún lugar porque lo que nos pasó a nosotras.. vamos al INADI y nos
dicen “bueno, anda a la otra esquina”, la respuesta es esa. O vamos a la comisaría y también.
Es como si vos trabajas del trabajo sexual estás como en situación de que te pase todo.
Porque vos “te la buscaste, vos decidiste trabajar de eso”, y es la respuesta que nos dan, y
muchas veces compañeras nuestras ni siquiera tienen ganas de ir a denunciar esto. Y a
nosotras también nos pasa, esa vuelta que fuimos que ya les conté que pasamos vergüenza,
que el comisario nos dijo que por qué no nos dedicábamos a trabajar de otra cosa.. es como
que “sos puta” y “tiene que pasar”, “está bien que la policía te cobre porque vos te la buscaste”,
si el cliente se enamoró y se puso obsesivo está bien porque “vos te la buscaste”. No hay una
concesión del estado de poner a la mujer en culpable. Es lo mismo que pasa con la violencia
de género, algunos dicen “te pegó una vez y vos seguis con él...” y no entienden que es toda
una cadena que la mujer tiene que romper y empoderarse para salir de esa situación de
violencia, que no se sale de un día para el otro. Y con nosotras pasa lo mismo, por una
cuestión de los prejuicios que los demás tienen con nuestro trabajo, hacen que todo esto siga
pasando y que no haya organismo sensibilizado para que las compañeras vayan a realizar la
denuncia. Porque no lo hay...Una de las cosas por las cuales decidimos lanzar la Línea Roja es
esto, es para contar y poner sobre la mesa la problemática. Para dejar un poco el debate de si
el trabajo sexual es un trabajo o no, y fijémonos que hay vulneración de derechos, y más allá
de las cuestiones personales o ideológicas que pueda tener cada uno me parece que no se
puede no querer hacer nada con todo lo que nosotras vivimos, y que parte fundamental es el
Estado.. nosotras vemos a la policía, pero eso viene de arriba. Los mismo cuando estamos en
la calle y vemos el Jefe de Calle. Nosotras lo vemos a él, pero no creo que haya tanta
impunidad para que el jefe de calle nos pida $100 todos los días y los funcionarios que están

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más arriba ni lo sepan. Y ni hablar de los privados que a las compañeras le piden fortunas...
terminan trabajando entre pagando el alquiler y pagándole la comisaría, ellas mismas lo dicen..
es más fácil trabajar con un dueño que te quite el 50% pero que él arregle con la policía. Lo que
hace esa política es que muchas compañeras pierdan autonomía en el trabajo y terminan
trabajando con un dueño y termina siendo todo el sistema éste, medio perverso, termina
haciendo funcionar al proxenetismo. Porque los lugares donde hay dueños no fueron allanados,
pero las casas de nuestras compañeras sí. Entonces esto también lo pone mucho en
cuestionamiento, porque los lugares que están abiertos tienen dueños y se quedan con
porcentajes de nuestras compañeras, y los lugares donde ellas puedan trabajar solas,
tranquilas, y que nadie se quede con porcentajes suyos, se los cierra. Entonces es
complicado...

(interrumpen llamando a G.) Bueno, te dejo seguir trabajando. Gracias por el tiempo y las
respuestas!!!

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Entrevista a N., realizada en 2015:

¿Cuándo ingresaste vos a la organización?

N: Yo en Ammar empecé en el 96.. 96, 97..

¿Cómo conociste Ammar?

N: Y... En La Plata, Elena fue a hacer una recorrida como las que hacemos nosotras ahora, que
es bastante común, pero en esa época Elena fue a llevar unos profilácticos, a contarnos qué
era Ammar, y para qué estaban. Mucha bola no le dábamos igualmente. Estabamos esperando
primero a laburar y después a que la policía no nos joda. Viste entonces como que nosotras
mucho no... No creíamos que nosotras pudiéramos tener algún derecho, porque cuando uno es
ignorante, cuando tenés la carga esa que pensás que estás haciendo algo mal, que la gente te
mira con esa cara discriminándote, a uno le parece que no está bien. Pero bueno, pasaban
tanto que bueno, una vez pasaron me acuerdo que había una campaña de vacunación, creo
que era contra la Hepatitis B, y ahí me gustó y dije “bueno, vamos a ver que pasa acá” y ahí
nos empezamos a reunir dentro de la CTA que eso fue lo que más me motivó y me dijo que sí,
si estaba dentro de la CTA ya no es pavada. Y fue donde no.. nosotros no nos discriminamos.
Porque viste a mi me gustan mucho los chicos, y por ahí pasaba y tocaba alguna cabeza
estando en la esquina y te corrían al pibe para que no lo toque. Y cuando sentimos que
entramos en la CTA y fuimos tan bien recibidas y nos dieron tantos talleres y tanto apoyo, ya
ahí me sentí más segura.

¿Y qué actividades realizas dentro de AMMAR?


N: Yo ahora soy coordinadora de un centro de salud. Nosotros en La Plata tenemos el Centro
de Salud que es el único que hay en Latinoamérica y además el único centro de salud
provincial, porque generalmente los centros de salud son municipales. Nosotros tenemos y nos
referimos al trabajo sexual, pero está libre, o sea que no es sólamente para trabajadoras
sexuales. Está abierto a la comunidad. Bueno eso tenemos una parte de coordinación y
dirección Ammar, y otra parte la médica, el equipo médico, que yo participo también de las
reuniones. Para no estar hablando con uno y con otro yo cualquier cosa que veo, si estoy lo
digo. Me llama una compañera y me dice “mirá, pasó esto con tal médico...” entonces yo voy
directamente a hablar con la directora que está a cargo del equipo médico.

¿Y quiénes se atienden ahí?

N: Toda la comunidad, todo el barrio, los chicos estudiantes. Nosotros en La Plata estamos en
una zona donde está la Zona Roja, que igual la Zona Roja ahora es en cualquier lado porque
están los departamentos, los bares. Pero ahí es la vieja Zona Roja, y los chicos van, los
estudiantes, que estamos ahí en el foco, donde están las facultades, estamos cerca de un
Hospital también, con la gente del barrio, y con los compañeros nuestros de la CTA y los
trabajadores.

¿Cómo es la relación entre las trabajadoras?

N: Y.. .la relación es como en todos los ambientes. Hay veces que se llevan bien, otras veces
que discuten. Viste... todo por el laburo, o no, por esto, por lo otro, porque vos te parás, porque
vos cobras menos. La relación es como en todos lugares viste, siempre hay algún... pero

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generalmente se llevan bien. Es como los hermanos: nos vivimos matando pero cuando
tenemos que estar juntos por alguna cosa en común nos defendemos a muerte.
Yo sé que cuando uno sale a trabajar es porque necesita, no es porque no quiere boludear. Yo
prefiero estar en mi casa con mi nieto tomando mate, me fascinaría. Pero a uno los talleres lo
hace entender, porque antes por ahí pasaba una mina nueva y la cagaban a palos mal las
mismas trabajadoras, porque era lo que se estilaba. Pero con eso fuimos abriendo cabezas y
concientizando que la mina que va a laburar es porque lo necesita, y ayudándola. O sea: si vos
tenés un lugar “bueno, vení, parate acá”. Yo por ejemplo trabajo actualmente y pasan y, casi
siempre, con las únicas que no me paro es con menores. Yo a las menores que veo, que
lamentablemente son muchas, las veo y ni siquiera les doy un profiláctico. Porque yo no me
voy a hacer cargo de una cosa que a mi no me entra en la cabeza. Pero bueno, a otras chicas
que vienen que veo que están caminando les digo que se paren conmigo, o quizás tienen
miedo, y les digo “con éste salí, con éste no, este es un hijo de puta”. Hace poco pasó que yo
conozco una piba de hace muchos años, empezó a trabajar en un cabaret que yo también
empecé y el otro día me dice “sabes Norma que me pasó, salí con un tipo que me llevó al
departamento, y después me dijo que me iba a pagar después porque tenía que ir hasta el
cajero” y le digo “¿cómo es?” “es un pelado con un auto gris” y le digo que yo hace años que lo
conozco, entonces vos la paras al lado y le decís. Igualmente el tipo no pasó nunca más
porque yo un día lo agarré en un semáforo en rojo y se puso verde-violeta. Pero uno como
tiene años de trabajo en la calle, conoces todo, hasta el horario del micro. Entonces eso es lo
que hay que ayudar a la compañera, con este sí, con este no, cuidado, viste.

¿Y hay compañeras que no estén sindicalizadas?

N: Hay un montón. Por ahi, no estan afiliadas, que nosotras antes era vení y afíliate. En cambio
ahora hay que hacer talleres para que ellas sepan que es Ammar, osea que no es veni afiliate,
dame el número, queremos que ellas sepan, tengan talleres de prevención y talleres de
derecho. El tema que tuvimos en La Plata, fue que a través de la Ley de Trata, mal aplicada,
porque nosotras también estamos contra la trata. Nuestra mártir es Sandra Cabrera, que fue
fusilada por denunciar la trata y la explotación infantil en Rosario. Nosotros también estamos
contra la trata, pero lo que pasa es que con esta ley que está mal aplicada, con Cartasegna
que está mal formado, fueron a lugares a allanar lugares públicos donde tiene libre acceso
cualquiera, hasta ellos mismos. Porque la policía va como cliente a cualquier agencia y cuando
ellos empezaron a clausurar todo, y que en ese momento no estaba yo, porque tuve una
pérdida familiar muy grande, que a mi me mató, yo estaba alejada, cuando pasó eso no hubo
respuesta de Ammar en ese momento para con las compañeras. Que en realidad confían tanto
en nosotros y están resguardados en nosotros. Entonces eso fue un despelote porque
perdimos un poco, en La Plata había casi 450 agencias y cabaret, y eso había un montón. Y
nosotras ibamos dos veces por semana a hacer recorridas, una vez a la ruta, otra vez a tal
zona, otra a tal otra. Repartíamos casi 30 cajas de treinta mil profilácticos mensuales, pero
después con esta explosión de la Ley de Trata que logró invisibilizar todo eso y
clandestinizarnos más. Entonces ahora nos es muy difícil. Igual van apareciendo, pero nosotras
lo que tenemos es el Centro de Salud Integral que es desde el dolor de panza hasta la silla que
te falta en tu casa. Entonces eso es lo que nos perjudicó, que estamos buscando y es muy
difícil, porque algunas se fueron a Paraguay porque allá es legal el trabajo -acá también es
legal- pero allá no les hacen quilombo a las chicas. Pero trabajan por muy poca plata, allá no
les rinde, entonces se vienen para acá. Algunas están volviendo, otras se fueron a Chile, pero
perdimos mucho tratamiento, tratamento que hay que seguir.. que eso es lo que conseguimos
con esta Ley de trata, de rubro 59. Todo se fue juntando y.. pero hay muchas compañeras. Lo
que pasa es que no es tan visible, hay veces que no quieren ir al centro de salud porque se
piensan que Cartasegna va a estar en la puerta, qué se yo.

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¿Y los objetivos de la organización cuáles serían?

N: Y los objetivos primero lograr la Ley. La Ley de Regulación, que eso a nosotros nos
blanquearía como trabajadoras, pero también nos sacaría de esa carga que tenemos de esa
comparación con la trata. Porque nosotros estamos a favor, y ayudamos a mujeres que están
en situación de prostitución, ayudamos también a las que quieren dejar de trabajar. Porque
para trabajar hay que estar muy bien, yo si tengo un quilombo con mi hija en mi casa no salgo a
trabajar porque no levanto nada... eso me desmoraliza, me pone mal, entonces uno tiene que
estar bien. Pero hay mujeres que ya tienen otras cosas, se pelean con el marido, se divorcian,
o se juntan, quieren dejar y nosotras las ayudamos. Nosotras con esta regulación de la ley lo
único que queremos es tener un registro único, ser funcionales al Estado, no a la Policía. Estar
registradas. Nosotras cuando tengamos esta ley vamos a tener unos talleres que nos van a dar
derechos de género, de enfermedades de transmisión sexual. Vamos a estar bien preparadas,
y vamos a poder saber quienes estamos, quienes somos trabajadoras sexuales y quién es la
que está tratada. Porque va a haber un equipo de trabajadores sociales, psicólogos, de todo,
que van a estar... y la que no está registrada no va a poder trabajar.

¿Por qué elegiste este trabajo?

N: Yo me separé, yo tengo siete hijos, y cuando me separé mi marido no se separó de mí sino


de mi y de mis hijos. El es chapista de autos de carrera, estábamos muy bién económicamente.
Y cuando empezaron a nacer los pibes, nosotros estuvimos muchos años solo, medio que se
despelotó toda la relación, pero era porque teníamos hijos, al hombre y a la mujer le cambia
todo, eso trajo bastante despelote. Se había puesto muy violento, no solamente conmigo, con
los pibes. Yo tenía, tengo a Milagros que le agarraban convulsiones ya por los quilombos que
hacía el tipo cuando venía, viste, pero despelotes. En tonces me separé. Cuando me separé yo
tenía un negocio de comidas, nosotros trabajamos para YPF, teníamos una camioneta que
venía a buscar las viandas, y yo trabajaba de eso. Teníamos muchísimos clientes. Pero cuando
me separé, me quedé sola, el marido de mi socia trabaja con los caballos de carrera en el
hipódromo de La Plata, yo me iba porque no podía estar todo el día, a la noche era más que
nada los camioneros, al medio día era todo vianda y a la noche camioneros, el camionero es un
tipo que lo tenés que atender bien, le tenés que dar su postre, el cuando se acostumbra a eso,
buena comida, y no lo cagues, porque si vos le cobras cincuenta y viene el pibe y le cobra
ochenta…, y no era un camionero, eran flotas. Entonces empezó a pasar eso que el tipo traía
mucha gente de él, de su gremio a comer gratis y a mi no me convenía, yo no me llevo una
milanesa a mi casa..., imaginate. Entonces dejé. Igual lo vendí. A la mina le duró dos o tres
meses porque se fundió. Y bueno, eso que dicen que vos golpeas las puertas y te abren es
mentira, yo tenía en ese momento madre, hermana, muchos parientes, te van a ayudar un día,
dos, después no. Yo empecé a trabajar en casas de familia, la desesperación de uno por
abastecer o bancar a tu casa, yo trabajaba muchísimo. Yo tenía a la mamá de un amigo mío,
que iba casi todos los días, y me decía que mañana no venga y le decía que por qué no, y me
decía que mañana no se si voy a tener plata, y yo que no importa aunque sea me das para
hacer de comer… Entonces yo tenía una amiga travesti, y me dice dejate de joder mirá cómo
estás, andá al cabaret y trabaja aunque sea por el sueldo, porque antiguamente te daban un
sueldo por solo ir, estabas en el salón y te daban. Entonces bueno, yo voy. Hablé con mi vieja y
me dijo “ay no!”, nadie te puede quitar lo que no te puede dar, lo tenemos claro eso. Entonces
me fui, y empecé a trabajar solamente por el sueldo. Yo tomar no tomo, porque me pongo en
pedo, no sirvo, me encanta el vino pero me pongo en pedo. Entonces trabajaba, charlaba, unas

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copas, hasta que me dí cuenta que haciendo pases en vez de llevarme cien me llevaba
quinientos. Entonces chau, nos vemos.

¿Le cambiarías algo al trabajo?

N: Si. Me gustaría tener mejores condiciones de trabajo, en el sentido de que no seamos tan
criminalizadas, tan estigmatizadas, tan castigadas por la sociedad y por la policía. Yo creo que
con esta ley nos vamos a sacar a la policía de encima, que a mí hoy la policía no me jode
porque yo sé de mis derechos. Pero yo tengo una compañera que está alquilando un
departamento, el departamento sale cuatro mil pesos, pero como la mina labura, el dueño le
dijo no, te cobro ocho mil. Y es un departamento que si vos vieras. A parte vos decís que es un
departamento que lo alquilás a una familia que por ahi el pibe te raya las paredes, pero ella lo
tiene un chiche, viste cómo son estos lugares, tienen que estar… Cómo nos explotan. Eso me
gustaría cambiar, que con la ley eso va a ser diferente, porque no van a poder, porque estamos
registradas, porque somos laburadoras, porque vamos a poder alquilar, y porque vamos a
poder comprar, y porque vamos a poder tener un montón...una obra social. Porque uno no
siempre tiene veinte, treita. Como yo le digo a las chicas cuando voy a los talleres, la jubilación,
todas esas cosas que tiene cualquier trabajador. Y la libertad, de siempre tener que estar con
estas abolicionistas...faaa. Viste, que nos matan. Nosotros esta noche vamos al encuentro… y
yo ya estoy sufriendo lo que le tenés que hablar a la mina, qué es una mujer, uno también es
feminista y cómo puede ser que abolicionen contra la decisión de uno. Porque yo estoy estoy a
favor, nosotros hemos denunciado la trata en La Plata, había boliches enteros, y nosotros lo
hemos denunciado. Nadie fue. En la ruta a nosotras no nos dejan pasar, pero si va la policía,
ahí sí nos dejan pasar, a nosotros nos sacan a los tiros. Yo estoy en contra de la trata y a favor
que eso se termine, la trata en todo sentido, la explotación en todo sentido, viste que hubo unos
nenes quemados en un taller acá de… Estoy a favor, pero que nos dejen de castigar de esa
forma, viste. Porque vos te das cuenta de la mina que está, porque nosotros hemos tenido
chicas que las han mandado, yo antes he estado en cabarets que el tipo las trae de Paraguay y
les dice que va a trabajar en un hotel y que después la trae y que la mina la ves llorando que se
quiere volver. Devolvele la plata, sacale el pasaje y que se vaya. Guarda que a los 2 meses
vuelve, porque allá en Paraguay no podían comprar ni leche. Pero una decisión que vuelva,
que sea de ella.

¿Y en qué crees que cambiaría si todo esto que decís se diera?

N: Eso, que podríamos trabajar libremente, que las chicas que trabajan en privado podrían
hacer una cooperativa, alquilar entre 2 o 3, que no se las molesten, que tengamos un
monotributo, que paguemos lo que haya que pagar pero siempre en blanco. Y nos sacaríamos
de encima también esta cosa que dice “la puta, la droga, chorra, esto..”

¿Cuáles crees que son los prejuicios de la sociedad?

N: Esos, que la puta le gusta la vida fácil, que es chorra que es falopera, que es borracha.
Nunca mira el lado ese de que uno es madre, que tenes hijos. Hay chicas que tenemos acá,
chicas que vienen de Recoleta que no son madres, que tienen unos autos de la puta madre no
sabés, y le cobra la noche en dólares. Tenemos ese tipo de comunidad. Pero también tenemos
minas que son madres que se paran en la esquina y que quieren llevar la plata a su casa. Y
que no vive de una asignación, te ayuda y está barbara pero.. yo creo que todo eso se
terminaría.

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¿Qué es ser una mujer para vos?

N:- Para mí qué es ser una mujer? Para mí es lo más lindo que hay, porque yo gracias a que
soy mujer, soy madre, soy abuela… soy súper feliz. Esto que puedo manejar mi vida como
quiero, mis tiempos, eso no me lo quita nadie. Yo soy muy feliz. Tengo quilombo con los pibes
todos los días. Tengo dos adolescentes, una de 14 y otro de 16, así que te podés imaginar que
me vuelven loca, pero soy muy feliz.

¿Qué es el género para vos?

N: Y el género es una de las cosas más importantes que tenemos, que nosotros defendemos a
full. Estamos con trabajadoras o no trabajadoras, estamos bancando la ley de género y
estamos en contra de la violencia de género a full. Y eso uno lo inculca desde todo, desde todo
tiempo, desde todo lugar y en todo momento, viste? No solamente con las trabajadoras que
tenemos problemas o no, pero hoy en día todas tenemos problemas. Y proclamar los derechos
que tenemos como mujeres es básico para mí.

¿Qué problemas crees que tenemos?

N: Y esto que somos violentadas y que nos dejamos violentar. Eso es muy triste. A mi me ha
pasado con él, cuando el padre de mis hijos y yo estaba embarazada y que iba a la comisaría y
que de ahí me mandaban a la comisaría de la mujer que era ahí a 40 cuadras. Le digo “pero
vos no te das cuenta de que yo estoy embarazada, no puedo ni caer de la paliza que tenía, y
vos me mandás..?” eso, violencia que hay para con nosotros. Para la mujeres que no somos
trabajadoras, y más para las mujeres que somos trabajadoras. Que no es con el hombre, es
con la misma mujer. Nosotras somos más violentadas a veces por la misma mujer, por una par,
que por ahí por el hombre.

¿Cómo sería eso?

N: Y sí, de discriminarte, de mirarte, de criticarte. En no ponerte en el lugar de tu par, y de


entender. Uno se tiene que saber de las cosas para después juzgar, o después hablar.
Nosotras, dentro de esta CTA no, pero de la CTA que estamo en La Plata, yo he sentido. Y le
he dicho a la mina “vos qué hacés acá? cómo podés estar en una central de trabajadoras
donde estamos nosotras? donde todas nos aceptan como como mujeres trabajadoras...porque
a mi me gusta cuidar gente grande y ella me tomó por teléfono de que venga a cuidar a su
madre. Y cuando se enteró que era de Ammar me dijo “no, mirá..” ..viste?. Y eso duele más
que una piña, viste?

¿Qué lugar ocupa el cuerpo en este trabajo?

N: Depende el lugar que uno le quiere dar, yo ya te digo.. yo trabajo a veces con el cuerpo y
otras veces que no. A parte todos trabajamos con el cuerpo, no solamente las trabajadoras
sexuales, si vos te referis a los genitales no, hay veces que trabajamos y otras veces que no.
Yo soy muy de trabajar con francesa, yo vagina poco y nada y soy una experta en eso y una
profesional digo yo. Pero todos trabajamos con el cuerpo., yo no veo q nadie se saque el
brazo.. en eso .. que se yo.

¿Cómo es la comunicación entre ustedes?

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N: Las chicas tienen mi teléfono, yo hago recorridas periódicamente dos veces por semana.
Una vez voy a departamentos, ellas tienen todos nuestros telefonos, nosotros tenemos
tarjetitas y ellas se van pasando. Porque si generalmente viene otra de otro lado, de Córdoba,
de Santa Fe o de Rosario o de donde vengan ellas se comunican conmigo, mas por el centro
de salud viste? Ahora tengo que hablar con una chica de Quilmes, nos comunicamos más que
nada por telefono y despues nos encontramos. Y depende lo que sea, generalmente es por
salud pero a veces es por otras cosas viste? por alguna ayuda de una pensión, algun tramite
de gestoria que también lo hacemos nosotros, con nuestros compañeros en el centro de salud.
Y nosotros nos comunicamos todo por la página también y por teléfono por que todas tenemos
un corporativo.

¿Como toman decisiones?

N:-Entre todas. Nosotras tenemos plenarios.

¿Y como son?

N: Los plenarios se hacen tres veces al año. Si hay que tomar una decisión, por ejemplo, de las
cosas que vamos a hacer cada una en su territorio, de como vamos a tomar la ley, sus
modificaciones cada una en sus provincias ehh.. de que vamos a hacer para las actividades
que son importantes, el 2 de Junio, el 1ro de Diciembre, el dìa del niño que también es
importante, todo lo hablamos entre todas.

Si surge alguna problemática inesperada, ¿como la resuelven en el sindicato?

N: Nosotras ahora tenemos una línea roja, depende lo que sea. Pero nosotras nos juntamos y
aportamos cada una lo que puede y lo solucionamos y a parte tenemos compañeros tenemos
mucho apoyo del movimiento Evita de un montón de organizaciones que están dentro de la
CTA ahí. Nosotras hace poco tuvimos unos allanamientos y que por la línea roja nos enteramos
y se pudo parar esos allanamientos viste porque las chicas con las charlas ya están informadas
y saben que si no hay una orden nadie puede pasar, entonces ese allanamiento se paro y no
se pudo hacer. Y cuando trajeron la orden dio negativo porque no había ninguna víctima de
trata. Porque estuvieron parados en la puerta hasta que viniera la orden, pero nadie entró y
nadie salió osea que cuando vinieron a ver .. a la psicóloga las chicas la echaron le dijeron que
no necesitaban ningun tipo de asesoramiento, que no querian hablar con la psicologa. Y bueno
eso se va preparando también, todo con talleres, nos falta muchisimo todavia por aprender
porque todos los días salen cosas nuevas, siempre hay algo viste para… Y yo que estoy en
salud se puede hacer.. me preguntan yo tengo esto y esto y ahi enseguida conseguimos un
medicamente tratamos, no solamente para nosotras, para los pibes.. yo tengo el hospital de
niños, aca esta el Garrahan asi que manejamos en cadena, en red.

Y ¿Tienen vínculo con otras organizaciones?

N: SI si, Con algunos movimientos y además nosotros tenemos un montón de organizaciones


sociales y todos los que están en la CTA ya sea los músicos, los visitadores médicos, los
artistas están dentro de la CTA, todo lo que está dentro de la CTA nos bancan y ahí
encontramos la solución

¿Por qué el nombre AMMAR ?

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N: Porque es Asociación de mujeres meretrices en la Argentina. Meretriz saben que es? trabajo
con la vagina por eso se llama AMMAR y que es EN la Argentina , porque tenemos un montón
de compañeras que son Colombianas, Dominicanas, Paraguayas, Peruanas asi que por eso se
llama Ammar.

Bárbaro N, muchas gracias!

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Entrevista a M., realizada en 2017:

¿Cómo se formó Ammar?

Ammar empezó en 1994 con las chicas que trabajaban en la calle, que frente al abuso policial,
el pedido de coimas y los problemas que había con la policía se empezaron a organizar y
pensar cómo podían ir en contra de todos estos abusos. En 1995 tuvieron algo más formal y
ahí se juntaron a formar lo que es hoy en día Ammar.

¿Cuáles son los objetivos de la organización?

Bueno, los objetivos de la organización fueron cambiando.. Como también sus posturas y las
personas que lo formaban. Empezaron puntualmente para combatir lo que es el abuso de las
fuerzas de seguridad y la violencia institucional. Hoy en día eso sigue en pie lamentablemente,
pero se ha abierto a otras formas de trabajo sexual, otras problemáticas, más mujeres que lo
conforman, ya no solo “mujeres sis”, si no que hay mujeres trans con el ingreso de Georgina
Arellano, que forman una parte muy importante del trabajo sexual. Antes eran sólo chicas que
trabajaban en la calle, porque es donde hay más vulnerabilidad. Y luego empezaron a
acercarse cada vez más chicas que trabajan en privados, porque eso también pasó a ser un
lugar de vulnerabilidad para trabajar por los allanamientos, más que nada por las psicólogas de
rescate que iban supuestamente a ayudar y terminaban marcandolas como víctimas de trata. Y
luego con la masividad de internet se empezaron a acercar chicas que trabajan por ahí. Yo por
ejemplo siempre trabajé por internet, publicando en facebook, ni en la calle ni nada. El año
pasado fui la primera en contar que yo me publicitaba por facebook de manera gratuita y no por
páginas foros y etc donde tenés que pagar. Entonces aparecieron muchas otras chicas contado
que ellas hacían lo mismo. Hay mucha variedad y las problemáticas son distintas pero lo que
más predomina y es común para todas son la violencia institucional y el estigma. Todo lo que
tiene que ver con la discriminación, de cómo ve la sociedad al trabajo sexual, y cómo
enfrentarse al mundo siendo trabajadora sexual. Ammar da una contención y un espacio que
en otro lugar no se lo encuentra, porque es el único sindicato de trabajadoras sexuales del
país.

¿Cuáles son los principios de la organización?

Yo creo que Ammar existe para nuclear a todo un grupo que siempre ha sido estigmatizado,
marginalizado y clandestino, y que eso para una minoría (que en realidad somos muchas, pero
ante la sociedad somos una minoría) es muy importante, como también pasa con los
compañeros del colectivo LGTBIQ, que también necesitan estar nucleados en alguna
organización para poder luchar por sus derechos, exigir sus derechos laborales, luchar contra
la discriminación.. Cosas que algunos grupos no necesitan hoy en día, o que nunca se han
organizado. La principal función de Ammar a mi entender es esa, y la de poder cambiar el
estatuto de trabajadoras sexuales, que no somos reconocidas por el estado, poder acceder a
los derechos laborales que cualquier otro trabajador tiene. Y esto también fue cambiando con el
tiempo y hace tres años se presentó una ley de trabajo sexual, que hoy en día quienes
conformamos Ammar no estamos de acuerdo con esa ley y creemos que debe ser debatida..
Se hizo rápidamente como respuesta a ley anti-trata que surgió luego del juicio de Marita Verón
y demás. La Ley anti trata vulnera las trabajadora sexuales y no ve el consenso ni la propia
voluntad, y según esa ley toda persona que ejerza el trabajo sexual puede ser víctima. Ammar
para decir “acá estamos” hizo una ley rápidamente con lo que tenía a mano basada más que

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nada en los modelos de Uruguay y Holanda, que hoy en día son criticados hasta por las
mismas trabajadoras de Uruguay y Holanda. En ese momento la organización no tenía ni la
madurez ni el crecimiento ni el alcance que tiene ahora hoy en día. Yo vine por primera vez a
Ammar hace dos años pero formo parte de la organización desde principios del año pasado,
hace un año, y no es nada que ver la llegada de la organización. Y la llegada de Georgina hizo
que se de un vuelco terrible. Es totalmente reconocible todo lo que ha hecho Elena Reynaga,
pero es ya una mujer más grande, que tiene otros pensamientos, es más cerrada y más
conservadora con ciertas cosas. Y el trabajo sexual es un tema que recién el año pasado ha
pasado a formar parte de movimientos feminista, que tiene más lugar en los medios,
entrevistas, etc. Siempre se lo presentaba como el sindicalismo o la ley, y nunca se lo
presentaba como el debate. El año pasado fui una de las primeras en dar la cara y, más allá de
Ammar, decir en entrevistas “soy trabajadora sexual” y ya he dado muchas entrevistas en
medios grandes, videos, en radios.. Y eso hizo que la gente viera una cara que no sea alguien
que está representando al sindicato, si no alguien que representa las problemáticas del trabajo
sexual, que además forma parte de un sindicato. Lo que pasa muchas veces con Georgina es
que se pierde un poco la humanización de la trabajadora sexual, se la vuelve un ente molesto
que está ahí en la sociedad, pero se la escucha como alguien que habla desde un sindicato y
listo. Por eso yo cuento más de mi historia, de mi vida, no porque quiero que sepan de mi vida,
si no porque así siento que pueden empatizar más y ver el reflejo de la persona y decir “ah,
alguien que puede ser una amiga mía puede ser trabajadora sexual”, o “alguien que me cruzo
en la calle”. Y más al contar que lo hago por internet, que lo hago desde otro lugar, también eso
hizo que muchas chicas se acercaran a querer ejercer el trabajo sexual, que vieron que estaba
más a su alcance manejarse por facebook que salir a la calle. Cada una va encontrando sus
modos de hacerlo.. Creo que este último año, también con el Encuentro Nacional de Mujeres,
creo que ha hecho que Ammar esté en uno de los principales debates del feminismo y que sea
uno de los temas más fuertes.

Ammar en un momento proponía una ley.. Era esta misma que me estabas contando?

Si, la Ley sigue en vigencia. De todos modos no hemos tenido una reunión muy profunda para
ver cómo sería exactamente la ley. Si en el Plenario de trabajadoras de fin de año (donde
vienen todas las referentas) hablamos de que hay que debatir esa ley. Ahora en marzo eso va
a pasar en Entre Ríos, que podría ser la primer provincia que tiene la ley. Pero creo que el
debate se tiene que dar sí o sí porque ninguna está de acuerdo en su totalidad con el proyecto
que habían armado. Y cada una tiene sus posturas. Yo no querría una ley de trabajo sexual si
no que querría descriminalización. Es decir que el Estado no intervenga en nuestro trabajo,
porque hoy en día cada vez que interviene es para peor. Pienso que no están en nuestro lugar
ni tienen nuestras problemáticas, asique es muy difícil que atienda a las urgencias y demandas
que hay. No sé si algún día eso va a suceder, no tengo mucha esperanza con los políticos. En
eso difiero un poco con Georgina que quiere hacer una carrera política y demás, la política no
es lo que más me atrae ni mi discurso está tan pegado con exigir al Estado. Pero en definitiva
esa ley está ahí y este año se va a charlar. La ley es una ley reglamentarista.. Es decir que es
un modelo del Estado (no de las trabajadoras sexuales) que reglamenta al trabajo sexual pero
más que nada desde una visión sanitaria, de reducción de daños. Hoy en día esos controles
sanitarios obsesivos no nos parece que tengan que ver con los derechos de las trabajadoras, si
no con obligaciones que ya se pasan de ser una obligación a ser un control totalmente
autoritario. Pienso que la ley debería enfocarse a derechos laborales, y no a controles. Y
derechos laborales como jubilación, porque ahora no podemos aportar..cuando intentamos
anotarnos como autónomas o free-lance no se puede, te pide que te anotes como masajista
por ejemplo y para ser masajista tenés que hacer un curso de masajes, y no todas queremos y
además no somos masajistas. La lucha pasa por un lado más de reconocimiento y no sólo de

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poder aportar dinero para tener una jubilación. Otra cosa con la que no estoy de acuerdo es
con que cada trabajadora tenga un carnet (eso también lo propone la ley). Creo que hoy en día
eso es utópico, no es eficaz ni efectivo, y ya se ha dado en Alemania por ejemplo, y que dice
que es trabajadora sexual. Yo veo mucho conflicto ahí porque muchas dicen que no lo quieren
hacer porque no quieren tener ese carnet, y porque no quieren dar datos. Eso se presenta
como una alternativa a descifrar quiénes están bajo una red de trata, y yo creo que eso sólo se
hace cambiando la ley anti-trata, y que sea eficaz a la hora de buscar y los millones que se
destinan a luchar contra la trata sean efectivos, que dejen de perseguir trabajadoras sexuales y
decir que están rescatando víctimas, porque agarran a compañeras nuestras. Que se pongan a
buscar donde tienen que buscar, en el interior.. Ese imaginario de la chica encadenada en una
cama son casos aislados, no es la regla. Lo que hay muchísimo es una tremenda
vulnerabilidad de los derechos de las chicas que trabajan más de 12 horas, donde el jefe es
super abusivo porque no hay nadie controlando, le sacan los documentos, y no las dejan tener
otra salida. Esto del carnet es una salida a esta pregunta que nos hacen siempre de ¿cómo
diferencio si una chica es “tratada” o no?, y en realidad habría que ver también a qué nos
referimos con “ser tratadas”, porque hoy en día la ley dice que ser tratada es todo lo que tenga
que ver con la prostitución..

Me hablaste de derechos laborales, ¿cuáles son los derechos humanos por los que
luchan ustedes?

Bueno, uno de ellos es poder acceder a un servicio de salud sin discriminación. Muchas chicas
no van a atenderse por miedo, por miedo a decir que son trabajadoras sexuales y que eso se
sepa, y aparte por miedo a hacerse un testeo médico y tener algo y que eso se difunda. Los
trabajadores de la salud deberían tener una capacitación sobre cómo tratar con trabajadoras
sexuales, para que no nos miren mal, no nos discriminen, y nos traten de igual forma que a
cualquier otra persona que va a hacerse ver.
Otro derecho humano es que nosotras no podemos tener recibos de sueldo, entonces no
podemos ni alquilar ni tener tarjetas por ejemplo, no podemos tener cosas básicas. Hoy en día
las chicas que trabajan en la calle en Constitución todas viven ahí porque hay muchos hoteles,
y todas pagan 8 mil o 6 mil pesos por una habitación sin baño, sin cocina, porque los dueños
saben que son trabajadoras sexuales y no les queda otra. No poder acceder a una vivienda es
un derecho básico humano que se nos está negado y que muchas chicas trabajan solo para
poder llegar a la plata del alquiler, es un abuso terrible. Yo tengo la suerte de vivir en casas de
amigos, nunca pude alquilar tampoco. Este problema no es sólo del trabajo sexual en sí, en
muchísimos laburos precarizan, pero se ve este abuso más exacerbado todavía. Luego
también en los medios cuando se habla de trabajo sexual, de la manera en la que se habla del
trabajo sexual, nuestros derechos humanos básicos están siendo vulnerados cuando nosotras
decimos que somos trabajadoras sexuales y nos dicen que somos mujeres en situación de
prostitución, o se nos niega nuestra identidad autopercibida. Muchas veces las cosas que se
cuentan o cuando se universaliza una sola voz ahí también se invisibiliza y vulnera nuestros
derechos y que recién ahora estamos cada vez tomando más los medios y diciendo que acá
estamos. Y ahí es cuando salen las abolicionistas diciendo que nos están dando demasiado
lugar. Yo creo que el estigma en sí mismo es el derecho humano que más se vulnera, porque
se ve reflejado en situaciones varias y cotidianas. Por ejemplo cuando el nene tiene que mentir
en la escuela sobre lo que hace la mamá, o la mujer directamente le miente a su familia.. Eso
me parece terrible. Eso es por la discriminación y los prejuicios que hay. Y si yo puedo
tomarme tres horas por día para dar entrevistas es porque sé que hay un montón de
compañeras que no pueden dar la cara por las familias, etc. y es porque les da miedo el qué
dirán. Siento que con Georgina hacemos un buen equipo porque ella habla en general más de
los derechos laborales y de política y a mi lo que más me interesa, porque siento que para

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llegar a tener derechos laborales hay que romper con el estigma, es el hecho de humanizarnos.
Contar más de primera persona, que hay gente de clase media que ejerce el trabajo sexual y
no es algo que queda relegado a mujeres pobres o prostitutas VIP. Si no que mujeres de clase
media pueden elegir entre otros trabajos y éste.

¿Cuáles son sus estrategias de lucha?

Ahora con el gobierno actual no es algo que estamos viéndolo como posible, y que además nos
jugaría en contra si saliera la Ley. Cada provincia tiene sus debates, sus diferentes situaciones.
En Entre Ríos está por darse el debate de la ley y no creo que salga, pero ya que esté en
discusión visibiliza que hay una problemática, que hay algo que se está pidiendo. Yo creo que
el ganar lugar en los medios, en los espacios académicos, que nos inviten a festivales, eso
nunca había pasado. Se ve un progreso enorme en la visibilización de la discusión. Hoy en día
se ve reflejado incluso entre grupos de facebook y otras redes sociales. Hay un cambio radical
y eso es lo principal. Para mi hay que cambiar la visión que hay del trabajo sexual en el país.
Eso creo que es lo que más hace no se pueda acceder a derechos tanto laborales como
humanos. Quienes han tenido la voz siempre fueron las abolicionistas, la iglesia, la
derecha..que son los que ponen la ley de criminalizar al cliente. Que ahora la quieren
implementar acá. Y el estar más organizadas y más fuertes hace que estemos más unidos y
más aliados. Para eso también se creó FUERTSA, que es un frente donde están todos los
aliados periodistas, académicos, artistas independientes, de otros movimientos, trabajadoras
sexuales que no quieren formar parte de Ammar por el hecho del estigma entonces apoyan
desde ahí, para acompañar pero no explícitamente. Con todos ellos y más simpatizantes con
nuestra lucha que nos lee y nos apoya, ya no estamos solas. Y somos muchos más en las
marchas y en cualquier lucha. Que gente conocida como Malena Pichot se ponga el pin de
“puta feminista”, más allá de si nos gusta lo que hace o no, eso nos hace llegar a un público
que desde un sindicato y desde alguien que dice “soy prostituta” no llegaríamos. Los medios
más grandes a los que estamos llegando, eso es todo nuevo, y hay cada vez más gente
interesada y más gente que nos escucha o nos lee y nos dice “mirá, nunca lo había pensado
así, o yo tenía este otro concepto porque lo único que escuché fue la otra postura..”. Lo que
tiene el abolicionismo es que tienen una postura absoluta y todo es de la manera que ellas
dicen y niegan e invisibiliza al resto, niegan nuestra identidad. Y nosotras no negamos que hay
gente que no quiere ejercer la prostitución, que ha sido forzada, ya sea por vulnerabilidad
económica o porque vino un tipo y las obligó, o que hay mucha gente que migra de un país a
otro y la única salida es trabajo sexual. Pero creemos que el único problema no es la
prostitución, sino que son un montón de cosas que están alrededor de eso, como la pobreza, la
desigualdad, los problemas de migraciones. Creo que lo más importante es la visibilización y la
desestigmatización, creo que son pasos fundamentales. Y creo también que lo más importante
en este momento para pedir es la descriminalización.

¿De qué manera toman decisiones dentro de la organización?

Georgina es la última palabra, la secretaria general elegida por todas. Es en quien confiamos,
es nuestra referente. Y el año que viene termina su mandato, y estamos medio en crisis porque
no sabemos quién va a ser, no hay una figura fuerte que pudiera hacerlo. Se presta atención a
todas. Las que queremos opinar opinamos mucho y somos partícipes. Se hacen reuniones de
FUERTSA y ellos lo que plantean es cómo se va a acompañar a Ammar, y Ammar lo que tiene
son reuniones directivas y demás. Somos como familia, nos preguntamos todo. Creamos entre
todos. No es que Georgina hace algo y nos enteramos después, si no que nos pregunta,
opinamos. Si a alguien se le ocurre algo tipo “hay que hacer un taller de esto..” se hace. Se

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escuchan las voces de las trabajadoras. Están todo el tiempo incluyendo y mirando para
adelante, más allá de a quién se le haya ocurrido la idea y del lugar que esa persona tenga en
la organización. Depositamos confianza en todos y en todas. Yo cuando llegué me sentí muy
contenida, muy apoyada. Está la necesidad y la urgencia de que haya más personas porque
somos siempre los mismos a veces, o las que estamos somos siempre las mismas (después
hay otras que apoyan, pero no quieren dar la cara).

¿Se trabaja en equipo? ¿Tienen redes de contención?

Tenemos grupos de Whatsapp por ejemplo, para comunicarnos entre todas. A fin de año se
hace el plenario de todas y se arma un calendario y luego se va viendo, si hay invitaciones que
no habíamos tenido en cuenta vamos viendo quién puede ir, durante la marcha, pero queremos
estar presente en donde más podemos. Lo que sí faltaría un poco es tener reuniones más
seguido todas juntas, como que todo se va haciendo medio así. Ahora vamos a estar en el
Centro Cultural Matienzo, en una actividad en el MAMBA, en la facultad de Derecho, radios..
Estamos llegando a lugares que no creíamos. Y después están las fechas que están en
agenda, el 8 de marzo, el 3 de junio, el Encuentro nacional de Mujeres, etc.
El único tema es que todo lo que tiene que ver con medios recae un poco en mi y en Georgina,
porque somos las que tenemos más experiencia y menos vergüenza. Hay muchas chicas que
están perfilando para esto, que les gusta hablar y hablan bien, pero falta quizás que se
acerquen un poco más a Ammar o tengan más tiempo en la organización. Queremos aliarnos
con otros activismos también.. Estuvimos haciendo muchos videos, con Leonor Silvestri, con
una chica que estudia algo de audiovisuales y nos filmó a muchas contando nuestras historias.
Creo que estamos en el principio de una nueva etapa. Es una buena señal para nosotras.
Hoy en día están afiliadas 6.000 chicas de todo el país..eso es de la afiliación del año pasado,
ahora estamos haciendo la nueva.

¿Tienen alguna oportunidad de verse o conocerse (las más posibles) en alguna


instancia?

Y, nos vamos conociendo de a poco. Entre las de capital van viniendo a la oficina, a veces a
pedir preservativos, a veces a pedir bolsas de comida, o cuando alguna tiene algún problema
que se acerca a la oficina, desde un problema con un cliente, o una pelea con la familia, con la
pareja, con el lugar donde vive, y más.. yo si estoy en la oficina voy conociendolas más.
Cuando se hacen recorridas en Constitución a veces yo voy y hablo con ellas. LO que tiene el
trabajo sexual es que se vuelve medio individual todo y muy solitario también. Es totalmente
necesario que exista una organización. Una trabaja sola, trabaja contra el estigma, se aleja y se
aisla, por el tema de la competencia también.. Hay distintos roces entre algunas personas, por
dichos, por posturas, por esquinas o clientes. Eso obviamente pasa. Yo creo que si no se
puede hacer, que se yo, un Congreso Nacional de Putas es por el estigma, no es fácil. A mi
llegar a Ammar me costó un montón, acercarse a Ammar significa ir y reconocerte a vos misma
como trabajadora sexual, y no es fácil. Que la gente opine de tu vida sin saber, dar la cara, que
todos digan cosas que no son, una escucha cosas horribles de una, súper distorsionadas, y no
es fácil.
En los plenarios nos conocemos varias, las referentas de las provincias vienen todas. Y
además me escriben mucho por redes sociales, que leyeron entrevistas mías y se sienten
menos solas, que se sienten identificadas, incluso de otros países donde dicen que no tienen
redes de contención ni una organización. O chicas de Buenos Aires que te escriben por un
montón de cosas, que no se animan a venir pero buscan contención por otros medios, y
escriben desde contando un problema con un cliente hasta contando peleas con los novios,

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incluso me escribió una vez un psicólogo de una trabajadora sexual. El alcance de los medios y
de internet es impresionante.

¿Qué estrategias consideras que deberían tener para el cuidado de la salud integral de
las trabajadoras?

Creo que el tema de la salud en general de las trabajadoras sexuales empieza por una buena
educación sexual integral que ninguna la tiene. No tuvimos buena educación sexual de chicos.
Eso es primordial, pero no todos tienen la posibilidad de acceder a la educación “formal”,
entonces me parece necesario crear talleres, folletería.
También hay cosas que son muy reales que es por ejemplo que la educación de los hombres
hace que muchas descuiden su salud, porque te exigen que no uses preservativo ya sea oral o
hasta para la penetración. Y una si está en una situación de vulnerabilidad económica lo va a
hacer, porque si no no come. No es algo que pasa sólo por el trabajo sexual. Yo cuando veía a
un chico por primera vez, donde no había tanta confianza, también era siempre la insistencia..y
muchas veces una para complacer o para no quemar el momento acepta, y en el trabajo sexual
una acepta por la plata, o sea que no hay tanta diferencia. Por eso muchas veces cuando
haces hincapié en “los clientes que quieren cojer sin preservativo”.. No es los clientes, es la
gente en general. A mi me ha pasado muchas más veces eso con un pibe random que con un
cliente. Pero el hecho de saber que estamos más organizadas, que tenemos más poder, que
somos más visibilizadas hace que nos animemos más a, por ejemplo, hacer sexo oral con
preservativo. Eso para mi fue todo un proceso, yo no lo hacía con preservativo y Georgina me
dijo que lo tenía que hacer con y al principio perdí un montón de clientes, pero después con la
paciencia y práctica y demás me volvieron a escribir miles.
Nosotras tenemos charlas que organizamos nosotras con ginecólogas, médicas, profesionales
de salud sexual y reproductiva, que nos capacitan, nos enseñan. Nos ayudan a ser más
conscientes..de hecho en general cuando yo tuve algo siempre fue por fuera de los clientes,
porque una se descuida más. Pero es fundamental concientizar a las trabajadoras. El otro día
en Constitución nos decían que estaban en crisis porque había pocos clientes, y eso hace que
ellas terminen aceptando los pocos clientes que hay que no quieren usar forro y se descuiden,
y encima sea por poca plata.

¿Cómo son los cuidados?

Damos talleres, ahora estamos intentando que todas usen preservativo, que directamente se lo
pongan a los clientes, sin preguntar, que él ni tenga la chance de decir con o sin. Yo creo que
con estos talleres y con la folletería y con el entregar el preservativo, ayuda a que haya una
mayor conciencia. Y esto de ver que otras lo hacen hace que pensemos “yo también lo voy a
hacer”. Yo cuando escuché que Georgina lo hacía dije “bueno yo lo tengo que hacer”. Es mi
referenta y yo confío en su palabra, en lo que piensa, en su discurso. Es profesional y lo hace y
yo lo voy a hacer también. En Ammar recibimos muchas consultas, ya sea sobre salud sexual o
sobre aborto..nos preguntan cosas todo el tiempo, y encuentran una contención en nosotras.
Consejos de pareja, de educación sexual, de sexo en general..y ahí también ves la falta de una
figura. Me preguntan cosas que yo no puedo responder, yo no soy psicóloga, no soy sexóloga.
Entonces tengo que cuidarme mucho con lo que digo.
Siento que en algún punto somos referentas para una variedad de temas más amplios que el
trabajo sexual en sí y para un público más amplio, no sólo trabajadoras sexuales.

Ahora vamos a hacer un taller de trabajo sexual autogestivo porque no damos a basto con
Georgina de responder mensaje por mensaje. Y ya hay como 100 inscriptas. Surge como

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necesidad, por una demanda muy fuerte que no estamos pudiendo llegar a cumplir porque
tenemos cada vez más mensajes. Mi necesidad en particular está saciada con estar en Ammar,
ir a la oficina, estar con ellos, esa es mi necesidad. Y cuando nos invitan a espacios a hablar y
dar debates y demás me siento contenida al ver que hay cada vez más personas que nos
escuchan, que nos humanizan, que cada vez hay más gente que nos apoya.

Por otro lado, los lazos que formamos entre nosotras nos hacen muy bien. Siempre son lazos
de mucha contención, porque no es fácil el lugar que tenemos en la sociedad ni lo que
hacemos. Y nos cuidamos mucho entre nosotras. Y las situaciones de mierda que vivimos a
veces nos unen más. Los lazos entre nosotras son muy buenos, yo viví un mes con Georgina
cuando me quedé sin casa, ahora estoy viviendo con Alex que es el técnico de Ammar.. Osea,
te volvés amigo. Este tema no lo podés hablar con cualquiera libremente, poder decir “me voy a
ver un cliente” sin tener ningún prejuicio del otro lado es una tranquilidad. Poder decir “voy a
trabajar” y no tener ningún cuestionamiento del otro lado no se da en muchos espacios.
Entonces estar en Ammar para muchos se vuelve algo totalmente necesario y hasta de
supervivencia se podría decir. Somos como familia, amigos, compañeros de militancia, salimos
juntos.. Son las personas más presentes en mi vida más allá de mi familia, mis amigos..

¿Por qué elegiste empezar a participar en Ammar?

En principio quería ayuda por este tema del estigma y que no sabía como decirselo a mis
papás. Cuando llegue a Ammar vi que los problemas que tenían muchas otras eran mucho más
graves que esto y tardé un tiempo en darme cuenta que todas las problemáticas son válidas,
pero ese momento me pareció una boludez asique en ese momento no volví. Un año después
volví, en 2016, y fue más que nada una necesidad de militancia y de poner la cara. Y cuando
empecé a aceptar entrevistas, primero contaba que hacía porno y después empecé a contar
que ejercía el trabajo sexual..fue progresivo, me costó aceptarlo. Y ahí me di cuenta que era
necesario que hayan más caras y que más gente pueda salir a hablar del trabajo sexual desde
la experiencia. También de contención, de saber que estoy en un grupo con el cual puedo
contar sea cual sea el problema que tenga, y siempre van a estar ahí y yo también puedo
ayudar.

¿Cambió algo en el ejercicio de tu trabajo y en tu vida personal el hecho de entrar en


Ammar?

Si porque cuando empecé fue cuando empecé a exponer más públicamente mi trabajo y a
aceptarme, y fue un cambio radical donde mi vida no es la misma. Cambié un montón como
persona, cada vez aprendo más, cada vez quiero aprender más, aprendo cosas de política de
las cuales no tenía idea, de leyes, de sindicalismo… Darme cuenta de que cosas que yo haga
sí pueden repercutir para bien y ayudan a la militancia, me cuesta apropiármelo pero me hizo
dar cuenta de la capacidad que podemos tener como organización y como personas que
militamos. Muchas veces nos subestimamos y cuando vemos los avances nos damos cuenta
que todo es parte de lo que estamos haciendo y logramos. Les pude contar todo esto a mi
familia, y lo aceptaron muy bien, me di cuenta que eran más mis miedos que lo que me podían
decir ellos y ahora tengo una relación mucho más libre y linda.
Me siento mucho más autónoma, más empoderada. Sin el trabajo sexual no sé que estaría
haciendo de mi vida. Me hizo dar cuenta de mi valor como persona, como militante, el poder
poner límites a otros. No soy sumisa en ninguna situación ni ante nadie, entiendo más como
manejar situaciones estresantes, o poder hablar frente a gente. Me hizo más exrtovertida en
muchas situaciones, no soy tímida pero siempre tengo muchas inseguridades, y me costaba

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hablar. Y el tener que ir a dar una entrevista a una radio, a un programa, la militancia me ayudó
a superar esos miedos. Si muchas veces salgo de una entrevista pensando que fue una mierda
pero tengo que mejorar, no “no hago nunca más esto”. Porque me siento con responsabilidad
de cambio, no podemos exigirle a los demás que cambien si no que nosotras tenemos que
generar ese cambio para que se vaya dando paulatinamente todo.

Me quedó en el tintero... ¿Cómo es el organigrama de Ammar?

Está Georgina que es la Secretaria General, después hay tesorero, un técnico administrativo,
está prensa, comunicación, están los abogados. Tenemos algunos donantes, algunas marcas o
fundaciones, de ahí sacamos la plata. Yo veo las cuentas y los registros de plata que maneja la
organización y en ese sentido son muy transparentes, sé las problemáticas que pasan..saber
que no nos están escondiendo nada porque son super transparentes con todo a mi me hace
confiar ciegamente, y si pasa algo que no está tan bueno también sé que se habla para saber
qué hacer frente a eso, siempre hay una crítica constructiva. No somos tantos entonces
necesitamos ser un poco más.

Bárbaro María, me querés contar algo más?

No, te agradezco por venir hasta acá. Después quiero leer lo que escribas!

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Crónica de la charla-debate “Del estigma al puta feminista”

El 20 de marzo de 2017 a las 18 hs se realizó un conversatorio llamado “Del estigma al


puta feminista” donde participaron mujeres trabajadoras sexuales de AMMAR, en marco del
seminario “Comercio sexual y regímenes anti trata”, de la carrera de Antropología de la UBA.
La charla fue en el aula 264 de la Facultad de Filosofía y Letras, en Puan 480. Era una charla
abierta, dirigida a los alumnos y alumnas del seminario pero también a todo público que quiera
asistir, y estaba dirigida por Cecilia Varela, antropóloga activista en FUERTSA.
El aula estaba llena, había gente sentada en los bancos y en el piso. Luego de
presentarse Cecilia, presentó a cuatro trabajadoras sexuales. K., que trabaja en la calle; C.,
que trabaja con webcam; A., que trabaja con páginas de internet y G., secretaria general de
AMMAR. Cada una habló entre 5 y 10 minutos, contaron lo que hacen y nombraron algunas
problemáticas.
K. contó que está en edad de jubilarse y no va a poder tener una jubilación porque con
el trabajo sexual nunca pudo aportar, contó que los problemas más reiterados en la calle son
con la policía, que es de quien más violencia reciben. Habló de una pareja que tuvo durante
muchos años que la violentaba y cómo se refugió en sus compañeras para salir de eso.
C. habló sobre su cuerpo. Contó que es “puta por internet”, que trabaja por webcam, y
que la problemática más instalada es el estigma. Ella dice que es gorda y que se amigó con su
cuerpo cuando empezó a militar en activismos de gordas y de putas -dos militancias que ella
articula-. Cuenta que trabajar por internet es como mirarse al espejo 4 horas seguidas, y
encontró un lugar donde no le importa su cuerpo, su identidad, su look, su edad. “Es un espacio
amplio y con clientes para todos y todas. Me ayudó mucho a amigarme con mi imagen y mi
autopercepción”.
A. comienza contando que antes trabaja en departamentos privados y no se sentía
cómoda. Después pasó a trabajar en wishkerías y boliches hasta que la política antitrata actúa
sobre estos lugares y los cierra. Ahí entra en AMMAR y busca otras maneras de ejercer el
trabajo sexual, porque “(...) no quería dejar de hacerlo. Es mi profesión y es donde me siento
cómoda y me hallo. Es parte de mi identidad, de lo que soy”. Se encuentra con el mundo virtual
y trabaja desde ahí. Comenta que es difícil, porque a las cuentas de facebook las bloquean, las
páginas hay que pagarlas y cuestan caro, etc.
A G. Cecilia le hace una pregunta, el por qué del “puta feminista”, que es como se
autodenominan en los últimos años. G. comienza comentando que hay toda una camada de las
“mujeres de su edad o más” que primero se acercaron a la clase trabajadora antes que al
feminismo. Por el contrario, cuenta que todas las chicas que están empezando a participar en
AMMAR hoy en día ya tienen más saldado el debate del feminismo y “la tienen más clara”. En
los comienzos de la organización el feminismo las estigmatizó mucho, las cuestionaba, las
juzgaba. Decían “que lo que hacían era denigrante, que eso no era un trabajo, que estaban
sometidas y fomentaban al patriarcado, que eran malas madres” y por mucho tiempo no
entraron en los movimientos de mujeres porque se sentían muy excluidas y se sentían “poco
feministas”. En un encuentro internacional con feministas de Latinoamérica por el año 2013 se
dieron cuenta que sí eran feministas, “porque luchan por la autonomía de los cuerpos, por
hacer de mi cuerpo lo que quiero” y como estaban seguras de su discurso, de que estaban
eligiendo el trabajo que elegían, que era lo que querían hacer, etc., empezaron a tener menos
vergüenza y menos culpa frente al resto de las mujeres. Así fue que se presentaron en los
últimos tres Encuentros Nacionales de Mujeres (en Salta en 2014, Mar del Plata 2015 y Rosario
2016). Dice que en 2015 el taller que abrieron se llamaba “Mujeres en situación de
prostitución”, y lucharon porque en 2016 se llame “Mujeres y trabajo sexual”, porque “para
nosotras es un trabajo, no es una situación momentánea, es una elección. Y queremos dejar de
discutir un día y medio contra las abolicionistas si es trabajo o no es trabajo. Porque no

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llegamos a nada. Y volvemos del Encuentro y vamos a las esquinas y nos siguen violentando,
nos siguen tratando mal, seguimos sin poder atendernos en cualquier hospital ni poder vivir en
un lugar digno”. Plantea que quieren un taller donde se puedan discutir formas de reglamentar
la ley, políticas públicas que las beneficie, y que el resto de las mujeres pueda escucharlas,
hacerles preguntas, sacarse dudas. Después cuenta que la palabra PUTA tiene mucha
connotación negativa y ellas quieren volver a apropiarse del nombre. Dice que es parte de la
identidad política. Nuevamente dice, que su problema no es la palabra, si no el no tener un
marco legal normativo que las cuide.
Se suman tres chicas más jóvenes que estaban sentadas entre la gente, que cuentan
que también son de AMMAR y que entraron hace muy poquito tiempo al sindicato, que son
trabajadoras sexuales y se publicitan vía páginas, facebook, redes sociales. Entre todas van
contando que es un proceso el de lograr un espacio en el feminismo que se está logrando de a
poco pero cada vez más, cada vez son más visibilizadas, pueden asistir a más charlas,
participar de más actividades. Y eso hace que más público las escuche, que sus voces se
expandan más y se las comprenda más. Hay más personas que luchan con ellas, más
activismos que las apoyan y más alianzas. Y dicen “Para nosotras es muy importante que
ustedes nos comiencen a escuchar y se saquen prejuicios, dudas...”.
Dicen también que de las cosas que más les duelen es que las consideren víctimas,
que nadie les pregunte realmente qué quieren para sus vidas o si es que están bien así o qué
querrían, sino que se las considera víctimas. K. cuenta que su mamá al enterarse de su trabajo
le decía “Me parece bien que hagas lo que tengas que hacer, pero me pone tan triste pensarte
volviendo de trabajar llorando, angustiada” y ella se reía, porque le decía que volvía cansada, a
veces feliz, a veces triste, pero no era una condición que por trabajar de prostituta vuelva
angustiada. Y G. dice: “Y nosotras somos todas chicas con diferentes historias... estamos acá
paradas defendiendo nuestros derechos y luchando contra los prejuicios pero cada una viene
con lo suyo, ella con pareja, ella con dos hijos, ella que trabaja con la webcam, ella que sufrió
violencia, yo que trabajo en la calle.. Somos todas mujeres pensantes, que deseamos, que
soñamos, que vivimos y cuestionamos las cosas. Que a veces vamos a trabajar felices, a
veces tristes.. Que las cosas nos atraviesan y nos pasan por ser mujeres, no por ser putas”.
Otra de las chicas agrega que quieren que las mujeres se pongan en sus zapatos, en vez de
seguir señalando y juzgando. Creen que las luchas que más se tiene que dar en el feminismo
es crear más opciones y posibilidades laborales para las mujeres pobres.
Luego de una hora entera de charla, se abre lugar a las preguntas, que duró también
una hora. Hubieron varias, les preguntaron desde cosas más personales como qué precios se
ponían, cómo les habían contado de su trabajo a sus hijos o padres, si tenían parejas y cómo
llevaban eso, si alguna vez habían consumido prostitución, quiénes eran las abolicionistas,
cómo era la militancia de ellas día a día, sobre el feminismo.. Las cuestiones que salieron de
ese intercambio más interesantes a fines de esta observación fueron:
-que la militancia es muy nueva para ellas pero que está creciendo mucho. Cada vez son más
compañeras, cada vez hay más terreno y cada vez se dan más charlas, tanto entre ellas como
con el afuera. “Eso es un cambio porque antes estábamos más solas. Ahora hay muchísima
más escucha”. Por otro lado, “desde el Estado no estamos recibiendo nada. Es una lucha que
por ahora creemos que no va a llegar a nada, pero es la pelea que queremos dar porque
sabemos que va a llevar mucho tiempo”.
-que el abolicionismo es una parte muy hipócrita del feminismo, porque tras el discurso de “Mi
cuerpo es mío y yo decido” están decidiendo qué hacer con el cuerpo de la compañera que
quiere ejercer el trabajo sexual libremente. El hecho de decir que todas son víctimas, que están
oprimidas, que se someten a las peores situaciones con los clientes, y que no tienen otra
opción es deshumanizarlas mucho, no dejar lugar a la palabra de ellas mismas que lo viven en
carne propia y que sí decidieron estar ahí, y que no son víctimas, y que las peores situaciones

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las viven con la policía o con parejas en sus vidas privadas, no con clientes, que ellas ponen
sus reglas con los clientes y que incluso muchas veces la pasan bien y se divierten.
-Dan muchos talleres, lo cual les parece una muy buena estrategia de lucha primero para darse
a conocer, y segundo porque sienten la falta de educación sobre ciertas temáticas (salud
sexual y reproductiva, educación sexual, sindicalismo, etc.)
-Piensan que hay muchas cosas, como la jubilación o la obra social, deberían ser políticas
estatales ya que esperar a que pase por el Congreso se hace eterno y hay más urgencia.
Cuentan que tienen un centro de salud (Sandra Cabrera) en La Plata pero que no sólo atiende
trabajadoras sexuales, sino que atiende a todo público. Creen que no tiene que haber centros
de salud especializados para trabajadoras sexuales, sino que cualquier centro/hospital etc,
deberían estar preparados para atender a una trabajadora sexual al igual que a cualquier otra
persona, sin discriminar, sin juzgar..
-”Las diferentes violencias que sufrimos todas no es por ser putas, es por ser mujeres”. Dicen
que como sociedad patriarcal nos educaron e inculcaron ciertas maneras de vivir la sexualidad:
las mujeres oprimidas, sumisas y sometidas mientras que los varones “la tienen que pasar
bien”. Por eso dicen sentirse culpables si la pasan bien con clientes, y quieren poder
desnaturalizar y deconstruir esa culpa, poder sentir placer y pasarla bien sin culpas.
Por último hablan del estigma, diciendo que en este momento es su mayor problema
porque les imposibilita hacer un montón de cosas de forma más libre, charlas, actividades y
demás, ya que siempre van a tener gente que las esté señalando, mirando, que venga a sus
actividades a marcar que está mal lo que hacen. Les parece muy problemático tener que mentir
a sus familias, sus amigos, repiten que no es fácil aceptarse como trabajadora sexual en el
marco de esta sociedad.
Se hacen las 20hs y Cecilia cuenta que hay que dejar el aula. Les agradece a las
trabajadoras sexuales por haber venido, ellas agradecen haber invitado. Varias personas del
público se acercan a charlar con ellas, agradecerles diferentes cosas. Incluso una chica les
dice “me parecen un gran ejemplo de empoderamiento”. Por último, reparten unos fanzines
sobre AMMAR, sobre quiénes son, sus luchas, sus objetivos, sus logros...

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