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Reglas para la devolución

Puede hacerse en forma oral pero lo ideal es que se haga por escrito. Enfáticamente explicó
Vygotski que a los niños no les enseñamos a escribir cuando están listos, les enseñamos a escribir
para que estén listos. Al escribir se aprende. La escritura es una herramienta poderosa que
ayuda a organizar y perfeccionar el intelecto... si es que la ponemos a su servicio. No es que
primero pensemos las cosas y luego las escribamos, sino que al escribirlas, o decirlas, las
pensamos. Más aún, al materializar el pensamiento mediante el habla o la escritura,
ponemos nuestras ideas frente a nosotros mismos, convirtiéndolas en objetos susceptibles de
análisis y reflexión.
Es falso decir que la escritura fija el pensamiento. Escribir es más bien una
manera de pensar. No hay ningún pensamiento que no se articule a través
de un gesto. Antes de su articulación el pensamiento es sólo virtualidad; es
decir, nada. Y se realiza a través del gesto. Hablando con propiedad no se
puede pensar antes de hacer ciertos gestos. El gesto de escribir es un gesto
del trabajo, gracias al cual las ideas se realizan en forma de textos. Tener
ideas no escritas significa en realidad no tener nada. Quien asegura que no
puede expresar sus pensamientos, lo que está diciendo es que no piensa. Lo
que importa es el acto de escribir; todo lo demás es puro mito (Vilém Flusser,
Los Gestos).

Con los niños pequeños la devolución se hará en forma oral, aunque ellos también pueden
apoyarse en el dibujo y en la expresión corporal. Con los niños que ya sepan escribir, se hará
primero en forma oral —conversando un poco— y luego por escrito. Que quede claro: si lo
puedes escribir lo puedes pensar... si no, no.
No es tarea fácil componer un texto o elaborar un resumen. Es un largo proceso aprender
a escribir (bueno fuera que todos aprendiéramos a hacerlo bien). Sabemos que se aprende a
escribir escribiendo, por lo que habrá que diseñar mil situaciones para que este acto mágico
tenga lugar (más adelante analizaremos algunas sugerencias).
Conviene que facilitemos a los niños el proceso de apropiación de las preguntas claves que
les permitirán abordar con éxito dicha tarea. Dichas preguntas, explica Ana Teberosky, debe
proponerlas el maestro en forma sistemática para que, a partir de ellas, se organicen los
comentarios de los niños. A saber:
 “¿de qué se trata?”, para solicitar un resumen de lo leído o escuchado;
 “¿quién?”, “¿qué?”, “¿cuándo?”, “¿dónde?”, para que se explicite el plano general del
discurso;
 “¿y después?”, “¿y qué más?”, para que en el recuerdo los eventos se encadenen en
forma sucesiva;
 “¿cómo?”, “¿por qué?”, para que los eventos y las acciones sean explicados desde el
punto de vista de sus relaciones medio-fin.
Explica Daniel Cassany que un modelo práctico que facilita la exploración y redacción de
un tema es la estrella: “la estrella deriva de la fórmula periodística de la noticia, según la cual
para informar de un hecho tiene que especificarse el quién, el qué, el cuándo, el dónde, el cómo
y el por qué. Estos seis puntos, las llamadas 6Q (iniciales de la fórmula inglesa: six questions)
son los esenciales de cualquier tema, aunque pueden ampliarse con otras interrogaciones”.
Es recomendable realizar la devolución siguiendo este esquema:
1. Posicionamiento. Así se llama la primera parte y el trabajo es individual. Cada uno
escribe lo que comprendió o lo que le pareció de mayor interés, produciendo una
paráfrasis (repitiendo más o menos lo que se dijo, pero con sus propias palabras), y una
síntesis: destacando las ideas principales y las palabras claves en el margen derecho o
“espacio inteligente” de su hoja de trabajo (ver la página siguiente).
Conviene aclarar que la intención del listado de palabras claves (síntesis) es favorecer
la comprensión; es decir, acostumbrar a los escolares a buscar el sentido de lo
escuchado, experimentado, visto o leído.
Sabemos que si preguntas a un niño de qué se trató la película que acaba de ver en
el cine… ¡el niño te la cuenta todita! (recita el texto). Así que hará falta insistir con
algunas sutiles preguntas para que, con suerte, te diga de qué se trató. Es decir, logre
penetrar el sentido que el director o el autor le quisieron dar a su obra (el subtexto). Esto
es lo que se entiende por hacer una lectura. Comento de paso que estos productivos
conceptos fueron convertidos por Stanislavsky en genial método de dirección escénica
y formación de actores (esencia del trabajo que realiza el Actor’s Studio de Nueva
York) y, en el arte interpretativo (“leer entre líneas”) desplegado durante años por
Carlos Monsiváis en su brillante y jocosa página titulada “Por mi madre, bohemios”
(en las revistas Siempre y Proceso).
Siempre debe haber devolución. Siempre debe poder expresarse el alumno (sobre
todo por escrito). No hay duda: “La parte principal de una idea brillante es poder
expresarla”.5

Este texto es un fragmento del libro: La escuela y la educación para nuestros hijos de Luis
Gadea de Nicolás. Siglo xxi editores. Prohibida su reproducción.

5 Propone con tino un anuncio de impresoras Hewlett Packard.

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