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9-303-S26

REV: MARCH 31, 2002

MICHAEL A. ROBERT

GINA M. CARIOGGIA

Lanzando la guerra contra el terrorismo

En la mañana del 11 de septiembre de 2001, el Presidente George W. Bush viajó a la escuela


primaria Emma Booker en Sarasota, Florida. Al llegar, le informaron que un avión se había estrellado
contra la Torre Norte del World Trade Center en la ciudad de Nueva York. El Presidente y sus
asistentes creyeron que se trataba de un trágico accidente. Unos minutos después, mientras Bush le
leía un cuento a un grupo de alumnos de segundo año, Andrew Card, el Jefe de Personal del
Presidente, le dijo al oído: “Un segundo avión se acaba de estrellar contra la segunda torre, Estados
Unidos está siendo atacado”.1 Bush mantuvo la compostura y terminó de leerles el cuento a los niños.
Luego se retiró rápidamente del salón de clase para conocer más sobre los acontecimientos que
estaban sucediendo en Nueva York. El Presidente recordó más tarde su reacción inicial a los sucesos
estremecedores de esa mañana: “Sabía que tenía que tener la mente clara, y estaba ansioso por salir
de la clase y obtener los hechos… yo tenía que saber lo que significaba: “Estados Unidos estaba bajo
ataque“2. Un poco después, cuando Bush supo que aparentemente Nueva York había sido atacada
por terroristas, pensó: “Nos habían declarado la guerra y en ese mismo momento decidí que íbamos a
entrar en guerra.”3

Rabia y determinación
El Presidente entró a la sala de prensa de la escuela y anunció las alarmantes noticias sobre un
“aparente ataque terrorista” contra los Estados Unidos.4 Poco después Bush abordó el avión Fuerza
Aérea Uno de regreso a Washington, D.C. Habló con el vicepresidente Dick Cheney y con la consejera
de Seguridad Nacional, Condoleezza Rice, quienes estaban en el Centro Presidencial de Operaciones
de Emergencia, en Washington; un centro subterráneo. Cheney propuso que los militares debían, en

1 David E. Sanger y Don Van Natta, Jr., “En cuatro días, una crisis nacional cambia la presidencia de Bush,” The New York
Times, 16 de septiembre de 2001, pág. 1
2 Entrevista con el presidente George W. Bush y Laura Bush realizada por Barbara Walters en “20/20”, el 5 de diciembre de
2001 (se tiene acceso en www.abc.com, 18 de julio, 2002)
3 Dan Balz y Bob Woodward, “La guerra caótica de América hacia la guerra; la estrategia global de Bush comenzó a tomar
forma en las frenéticas primeras horas después del ataque,” The Washington Post, 27 de enero, 2002, pág. A01.
4 La reacción y los discursos del presidente Bush después de los ataques terroristas en la ciudad de Nueva York y en el
Pentágono en Washington,” el 11 de septiembre de 2001. www.september11news.com/PresidentBush.htm (consultado el 1 de
agosto de 2002)
________________________________________________________________________________________________________________

El caso de LACC número 303-S26 es la versión en español del caso de HBS número 303-027. Los casos de HBS se desarrollan únicamente para su
discusión en clase. No es el objetivo de los casos servir de avales, fuentes de datos primarios, o ejemplos de una administración buena o
deficiente.

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caso necesario, disparar contra cualquier otro avión comercial secuestrado por los terroristas. El
Presidente estuvo de acuerdo. Cheney y Rice también aconsejaron al Presidente posponer su regreso
a Washington por razones de seguridad. De mala gana, Bush les hizo caso y se dirigió a la Base
Barksdale de la Fuerza Aérea en Louisiana. En ese momento de tanta tensión, Bush le dijo al
Vicepresidente, “Vamos a averiguar quién hizo esto, y vamos a acabar con ellos”5.

Mientras tanto, los asesores del Presidente comenzaron a preparar una declaración para que la
hiciera en Louisiana. Karen Hughes, asistente y persona de confianza cercana al Presidente, objetó
cuando el Secretario de Prensa, Ari Fleischer, comenzó a leer del borrador inicial: “Esta mañana
fuimos las víctimas de…” Ella lo refutó fuertemente: “Un momento, no somos víctimas de nada.
Puede ser que hayamos sido el blanco, que nos hayan atacado, pero no somos víctimas”.6
Visiblemente emocionado Bush se dirigió a la nación poco después de la una de la tarde, y no se
refirió a los ciudadanos del país como víctimas.

Desde Louisiana, el Presidente voló a la Base Offutt de la Fuerza Aérea en Nebraska, donde a las
3:30 p.m. tuvo una videoconferencia con los miembros del Consejo de Seguridad Nacional. Bush le
dijo a sus asesores que los terroristas habían realizado “ataques contra la libertad, y así es como los
vamos a definir”.7 El director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), George Tenet, informó al
grupo que Osama Bin Laden y la red de al Qaeda parecían ser los responsables.8 Bush terminó
asegurando a sus asesores, “Vamos a encontrar a estas personas. Van a pagar por lo que han hecho.
No quiero que tengan dudas al respecto”.9

A las 4:30 p.m. Bush abordó el avión de la Fuerza Aérea Uno de regreso a la capital
norteamericana.10 Le pidió a Hughes y al jefe de redacción de discursos, Michael Gerson, que
comenzaran a preparar un discurso breve que quería dar a la nación esa misma noche. Gerson acuñó
una frase fuerte en este discurso: “Éste no es sólo un acto de terrorismo. Éste es un acto de guerra”.
Bush estuvo de acuerdo con esta caracterización pero decidió eliminar la frase del discurso. A
Hughes le dijo que “nuestra misión es dar confianza”. Bush recuerda lo que pensó entonces: “Quería
calmar los nervios … Yo sabía que (después) habría mucho tiempo para hacer declaraciones de
guerra”.11

Aunque trató de tranquilizar a la nación, el Presidente también quiso asumir una posición muy
sobre la respuesta de su país al terrorismo. En el discurso Bush hizo una pronunciamiento temerario:
“No vamos a hacer ninguna distinción entre los terroristas que cometieron estos actos y aquellos que
los encubren”. Esto comprometió a Estados Unidos a enfrentarse potencialmente con las naciones que
pudiesen haber estado involucradas en los ataques terroristas. Desde hace tiempo el equipo de
política exterior del Presidente había estado discutiendo qué hacer con el terrorismo patrocinado por
un estado. No obstante, Bush decidió declarar la nueva política de su administración en el discurso
de esa noche, sin solicitar la contribución del vicepresidente Cheney o del secretario de Estado Colin
Powell. Sí consultó a Rice. Ellos conversaron sobre la redacción del pronunciamiento y se

5 Balz y Woodward, “Las primeras horas frenéticas”.

6 Ibid

7 Sanger y Van Natta.

8 Balz y Woodward, “Las primeras frenéticas”.

9 Ibid.

10 “El 11 de septiembre: Cronología del terror”, CNN Online www.cnn.com (consultado el 1 de julio, 2002)

11 Balz y Woodward, “Las primeras horas frenéticas”.

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preguntaron si era el momento apropiado para hacerlo. Cuando Bush le pidió su opinión, ella
recomendó incluirlo en el discurso. Bush estuvo de acuerdo.12

Después de dirigirse a la nación desde la Oficina Oval de la Casa Blanca, Bush presidió la segunda
reunión del día del Consejo de Seguridad Nacional. Mas tarde declaró que el estado de ánimo era
“increíblemente sombrío”.13 Esa misma noche, más tarde, Bush convocó su primera reunión con el
Gabinete de Guerra, integrado por un grupo selecto de funcionarios del más alto nivel de la
administración.

El Gabinete de Guerra de Bush


El Gabinete de Guerra estaba integrado por Bush, Cheney, Card, Powell, Rice, Tenet y otros siete
funcionarios de alto nivel: el Secretario de la Defensa Donald Rumsfeld, el director del Buró Federal
de Investigación (FBI) Robert Mueller, el Procurador General John Ashcroft, el presidente del Estado
Mayor Conjunto Henry Shelton, el Secretario del Tesoro Paul O’Neill, el Secretario Adjunto de la
Defensa Paul Wolfowitz y el Secretario Adjunto de Estado Richard Armitage. Este grupo se reunió en
secreto casi todos los días a lo largo de las semanas siguientes. Muchos de ellos tenían gran
experiencia en política exterior y llevaban años trabajando juntos. De hecho, cinco individuos
(Cheney, Powell, Rice, Wolfowitz y Armitage) habían desempeñado un papel importante durante la
planeación y la ejecución de la Guerra del Golfo Pérsico bajo la administración del padre de Bush.14
(El Anexo 1 contiene antecedentes de cada miembro del grupo).

El presidente George W. Bush


Bush se graduó de la Harvard Business School en 1975 y varias décadas después, se convirtió en la
primera persona con una maestría en administración de negocios en llegar a la Presidencia de los
Estados Unidos. Bush prefería liderear estableciendo las directrices generales y delegando
responsabilidades a subordinados de confianza. Una columna de un periódico publicada durante la
campaña electoral describió el estilo de liderazgo de Bush: “Bush es una persona que delega y se
apoya mucho en sus asesores de confianza … Él escoge ayudantes que le son leales y les da mucho
margen para actuar … Él esboza las metas en gruesas pinceladas y deja los detalles a los demás”.15

Antes de su elección Bush no tenía experiencia alguna en política exterior. Por tanto, reunió a un
equipo altamente calificado y se apoyó mucho en la asesoría y los consejos de éste. Bush describió su
filosofía de dirección: “No me da miedo rodearme de gente fuerte y competente. Yo espero que los
norteamericanos se den cuenta que un buen Presidente es aquél que sabe elegir a las personas
ydelegar, alinear la autoridad y la responsabilidad, hacer que la gente sepa que es responsable de los
resultados”.16 (El Anexo 2 contiene más reflexiones de Bush sobre su estilo de liderazgo).

12 Ibid.

13 Entrevista de Barbara Walters con el presidente y la Sra. Bush, 5 de diciembre de 2001.

14 Steven Mufson, “El gabinete de guerra: los veteranos en terreno familiar”, The Washington Post, 1 de octubre de 2001, pág.
A01.
15 Terence Hunt, “El presidente Bush: ahórrense los detalles, contraten buenos asesores”, Pittsburgh Post-Gazette, 5 de
noviembre de 2000, pág. A-21.
16 Del Jones, “Cómo las maestrías en administración de empresas podrían reconfigurar la Casa Blanca; los grados académicos
hacen que esta administración se concentre exclusivamente en los negocios”. USA Today, 19 de enero de 2001, Pág. 01B.

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Bush prefería escuchar los puntos de vista de varios asesores antes de tomar una decisión y
proceder. Un funcionario describió su liderazgo después del 11 de septiembre en estos términos:
“Hay tantos asuntos sobre áreas tan amplias y diversas que se trata de ‘tomar una decisión y pasar al
tema siguiente’, no puedes dudar. Yo creo que [su respuesta a los ataques] ha demostrado su estilo
administrativo, confía en sus asesores y toma decisiones y no entra en discusiones interminables,
como las de la Sociedad del Poeta Muerto”.17 Entre los miembros del Gabinete de Guerra, Bush se
apoyó mucho particularmente en los consejos de Cheney, Powell, Rice y Rumsfeld.

El vicepresidente Dick Cheney


Bush nombró a Cheney Vicepresidente debido a su enorme experiencia como ex Secretario de
Defensa, congresista y Jefe de Asesores de la Casa Blanca. Bush confiaba mucho en el criterio de
Cheney. Antes de tomar decisiones difíciles, a menudo le preguntaba a otros, “¿Qué piensa Cheney
de esto?”18 Cheney rehuía la luz pública, y prefería trabajar de manera discreta para influir en la
política. Un ex colega describió el estilo de Cheney: “Cuando fue Jefe de Asesores de la Casa Blanca
bajo Ford, su nombre en código del Servicio Secreto era Backseat (asiento trasero). Él sería el primero
en reconocer que no es el orador más vehemente. Pero cuando tienes un avión que va en dirección a
la Casa Blanca y tienes que escoger una persona a quien pedirle consejos, esa persona sería Dick
Cheney”.19 Según varios funcionarios de la administración, Cheney con frecuencia le expresaba sus
ideas al Presidente en privado, en lugar de declararlas abiertamente durante las discusiones de
grupos más grandes. No obstante, Cheney sí hacía muchas preguntas difíciles o incisivas en las
reuniones de equipo con el Presidente y con los demás asesores.20

Cheney tenía una relación cercana de trabajo con Rumsfeld y con Powell, ya que había trabajado
con los dos durante años. Rumsfeld fue jefe de la Oficina de Oportunidad Económica a principios de
los años setenta, y contrató a Cheney en esa época. Este fue el lanzamiento de la carrera política de
Cheney.21 Powell fue Presidente del Estado Mayor Conjunto durante la primera administración Bush,
y trabajó muy de cerca con Cheney durante la Guerra del Golfo Pérsico. Powell describió su relación:
“El vicepresidente Cheney y yo pasamos juntos por muchos momentos duros cuando él era secretario
de defensa y yo era el presidente del Estado Mayor Conjunto. Nos llegamos a conocer muy bien y a
veces una sonrisa o un gesto del otro lado de la mesa es todo lo que necesitamos para comunicarnos
entre nosotros”.22

El secretario de Estado Colin Powell


Powell había estado en las anteriores cuatro administraciones como asesor, dirigente militar y
miembro del gabinete. Con frecuencia Bush habló de su profundo respeto por Powell y lo describió

17 Dana Milbank y Bradley Graham, “Con la crisis, un estilo más fluido en la Casa Blanca; la toma de decisiones más rápida
tiene como lado opuesto a la confusión,” The Washington Post, 10 de octubre de 2001, pág. A04.
18 Susan Page, “Cheney claramente toma el asiento trasero,” USA Today, 16 de noviembre de 2001, pág. 13A

19 Ibid.

20 Barbara Slavin y Susan Page, “Cheney es el mejor bateador en la Casa Blanca”, USA Today, 29 de julio de 2002, pág. A1.

21 Evan Thomas, Tamara Lipper y Roy Gutman, “La química en el gabinete de guerra”, Newsweek, 28 de enero de 2002, pág. 26.

22 Page, “Cheney toma el asiento trasero”.

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como “una torre de integridad y sentido común”. 23 Varios observadores creyeron que era la primera
elección de Bush para la Vicepresidencia pero que su familia no quería verse obligada a soportar el
escrutinio que implicaba una campaña para un puesto en el gobierno federal. (Para ver más sobre el
estilo de liderazgo de Powell, consulte el Anexo 3).

Cuando Bush eligió a Powell como secretario de estado, elogió el buen juicio del ex general sobre
asuntos exteriores. No obstante, el 10 de septiembre de 2001, la revista Time publicó un artículo bajo
el título de “El que queda fuera,” cuestionando la influencia de Powell dentro de la administración
Bush. Los autores escribieron:

En el equipo de Bush, Powell se encuentra operando a través de una falla. Dicho


brevemente, se trata de la actitud. Las diferencias dentro del equipo de Bush no son tanto sobre
las metas sino sobre la manera de lograrlas. A Powell le gusta actuar multilateralmente; otros
asesores de Bush prefieren actuar unilateralmente. Él es internacionalista; para los otros
Estados Unidos es primero… A menudo se le considera la fuerza de moderación de la
Administración, el responsable de controlar los entusiasmos más extremistas.24

Los autores contrastaron la función de Powell con la influencia ejercida por Rice:

Se dice que Bush admira y respeta a su secretario de estado. Pero cuando a Bush le faltan
conocimientos sobre algún tema, él se apoya en las relaciones personales … Rice es la que
ocupa ese dulce lugar ahora. Ella le enseño a Bush el ABC de las relaciones exteriores antes de
llegar a la presidencia… Rice ha cultivado un perfil cada día más alto, que de acuerdo con la
filosofía de suma cero de Washington implica un perfil más bajo para Powell.25

La consejera de Seguridad Nacional Condoleeza Rice


Rice se crió en Alabama en los años cincuenta. Como afro-americana, de niña estuvo en escuelas
segregadas. Ya después obtuvo su doctorado en ciencias políticas y fue profesora. Durante la primera
administración Bush fue parte del Consejo de Seguridad Nacional y luego se convirtió en la
administradora de más alto rango de la Universidad Stanford. Sus colegas describieron a Rice como
“de hablar suave” y, al mismo tiempo, “dura, decisiva, y sin miedo a ir en contra de lo establecido”.26
No obstante, un ex rector de Stanford la describió como “una buenísima jugadora de equipo”.27 Una
persona comentó que “[Rice] tiene el don de resumir las cosas hasta alcanzar su esencia y luego
describir los asuntos clave de manera clara y con sentido común”.28 El secretario del tesoro O’Neill
comentó sobre la función de Rice como la de una moderadora, alguien que facilita las cosas en las
reuniones entre los consejeros de Bush: “Ella sabe de antemano cuando no vamos a estar de acuerdo.
Ella dice, “afinemos la discusión, pongamos las cosas por escrito y dejemos que el jefe decida”.29

23 “Comentarios durante el anuncio de la nominación de Powell como secretario de estado”, The New York Times, 17 de
diciembre de 2000, pág. 51.
24 Johanna McGeary, “El que queda fuera”, Time, 10 de septiembre de 2001, pág. 1A

25 Ibid

26 Susan Baer, “La voz en el oído de Bush”, The Baltimore Sun, 1 de octubre de 2001, pág. 1A

27 Ibid

28 Ibid.

29 Thomas, Lipper y Gutman, “La química”.

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Rice conoció a Bush cuando su padre gobernaba, y se mantuvo cerca de la familia Bush a lo largo
de los años noventa.30 Un funcionario de la administración describió la relación de Rice con Bush:
“Condi y el Presidente son muy cercanos. Son amigos. El confía en ella, eso significa mucho”.31 De
hecho, Rice visitó muy a menudo el rancho de Bush en Midland, Texas y con frecuencia veía
películas y deportes en la televisión con la familia Bush en la Casa Blanca.32 Ellos sin duda
compartían la pasión por el deporte; mientras que Bush supuestamente hace años soñaba ser el
Comisionado de las Grandes Ligas de Béisbol, Rice fantaseaba ser la Comisionada de la Liga
Nacional de Fútbol.33

Curiosamente Bush frecuentemente le pedía a Rice que no hablara durante las reuniones del
Gabinete de Guerra. El quería que ella fuese un árbitro silencioso de la discusión, que no figurara …
que no promoviera una posición, sino que actuara como un par de ojos y oídos alterno, y que al
sopesar las opciones, viera lo que sentía y lo comparara con lo que el Presidente sentía”.34 Sin
embargo, un ex colega de Stanford observó que “una vez que termina una reunión ... ella siempre
tiene la última palabra. Siempre es la que sigue hablando con el Presidente”.35

El secretario de defensa Donald Rumsfeld


En enero del 2001 Rumsfeld asumió el puesto de Secretario de Defensa por segunda vez en su
vida, ya que durante la administración Ford en los años setenta también ocupó dicho puesto. Al
regresar al Departamento de Defensa, Rumsfeld decidió transformar a la clase militar; como era de
esperarse, se encontró con una enorme resistencia. Rumsfeld creía que la nación enfrentaba toda una
serie nueva de amenazas, muy distintas de las que habían prevalecido durante la Guerra Fría.
Consecuentemente, creía que los militares necesitaban desarrollar nuevas capacidades y obtener
distintos tipos de armas.36 Después de los ataques, un experto en la industria de defensa comentó
sobre esta filosofía: “Rumsfeld tenía razón. La amenaza realmente ha cambiado, y no estábamos
preparados, y él siempre lo ha dicho”.37 Rumsfeld también creía que los Estados Unidos titubeaban
mucho en emplear su poder militar. Poco después de asumir su puesto, compartió su filosofía con el
Presidente: “No le dejé la menor duda a Bush, de que en el momento que algo sucediera, iría yo a
verlo para que actuáramos, y fuésemos hacia delante, no hacía atrás … y él me dijo, sin ambigüedad,
que eso sería lo que haríamos”.38

Rumsfeld no sólo tenía una visión clara para el Departamento de Defensa, también estaba a favor
de una filosofía de dirección distinta. Como ejecutivo en los sectores público y privado, fue

30 Baer.

31 McGeary.

32 Baer.

33 Baer.

34 Andrew Sullivan, “¿Está Bush en problemas? Es cuando dice ‘Consígueme a Condi’”, The Sunday Times, 24 de marzo de
2002.
35 Baer.

36 Kenneth T. Walsh, “Consejos y apoyo en grande; el consejo de guerra”, US News & World Report, 12 de octubre de 2001, Pág.
24.
37 Vernon Loeb, “El Secretario de Defensa obtiene altas calificaciones por el manejo de la crisis; Rumsfeld, alguna vez bajo
ataque, calla a los críticos”, The Washington Post, 20 de septiembre de 2001, pág. A23
38 Bob Woodward y Dan Balz, “Reagruparemos al mundo; Bush y sus asesores establecen los objetivos, pero batallaron para
ver cómo lograrlos”, The Washington Post, 28 de enero de 2002, pág. A01.

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desarrollando estos puntos de vista a lo largo de muchos años. Formuló esta filosofía en una serie de
reflexiones y citas que se conocen como las “Reglas de Rumsfeld”. Publicó la primera edición en 1974
y sacó una versión actualizada el 10 de septiembre del 2001. (Para ver algunas de las “Reglas de
Rumsfeld”, consulte el Anexo 4).

Comienzan las Deliberaciones

Los actos de guerra


El día después de los ataques, la administración comenzó a cambiar el tono de su mensaje al
pueblo norteamericano y a la comunidad mundial. El Presidente hizo estos comentarios la mañana
del miércoles: “Los ataques deliberados y mortales que se llevaron a cabo el día de ayer contra
nuestro país fueron más que actos de terrorismo. Fueron actos de guerra… Ésta va a ser una lucha
monumental entre el bien y el mal. Pero el bien prevalecerá”.39 Powell usó un lenguaje muy similar
las cinco veces que apareció en los noticieros de televisión ese día.40

El miércoles Bush y Powell comenzaron a formar una amplia coalición de líderes mundiales que
daría su apoyo a la campaña contra el terrorismo. Bush habló personalmente con los líderes de Gran
Bretaña, Francia, China, Rusia y Alemania.41 Consultó primero con el primer ministro británico Tony
Blair, en quien el Presidente confiaba para que le diera consejos sinceros. Blair preguntó sobre los
tiempos de la respuesta militar norteamericana, sabiendo que a muchos líderes europeos les
preocupaban las medidas de represalia precipitadas lanzadas por Estados Unidos. Bush respondió
que él no quería “atacar la arena con millones de dólares en armas”.42 Él quería darse el tiempo para
planear una respuesta efectiva. Blair estuvo de acuerdo con este enfoque y le aconsejó a Bush que se
moviera rápidamente para conseguir el apoyo internacional para una campaña militar.43

Después de hablar con Blair, el Presidente se reunió con el Consejo de Seguridad Nacional, e
instruyó al Consejo de Secretarios Adjuntos que establecieran las metas de la administración en una
guerra propuesta contra el terrorismo. El consejo estaba integrado por los funcionarios adjuntos en
unos cuantos departamentos y agencias clave del gabinete. El Consejero Adjunto de Seguridad
Nacional Stephen Hadley presidió el grupo, el cual de inmediato se puso a trabajar.44

El Gabinete de Guerra se reunió más tarde esa misma mañana. Rumsfeld inició la discusión sobre
el alcance de la guerra. Le preguntó al grupo, “¿Nos concentramos en bin Laden o en algo más
amplio?” Al discutir temas complejos de política exterior, Rumsfeld con frecuencia citó al ex
Presidente Eisenhower, quien una vez dijo, “Si un problema no puede resolverse, amplíenlo”. En este
caso, Rumsfeld sostuvo que la administración no podía montar una defensa adecuada contra el
terrorismo si decidía concentrarse, de manera limitada, en la red de al Qaeda. Él creía que el prevenir

39 Ibid.

40 Sanger y Van Natta.

41 Katherine Seelye y Elisabeth Bumiller, “Bush etiqueta los actos terroristas como ‘actos de guerra’”, The New York Times, 13 de
septiembre de 2001, pág. A16.
42 Woodward y Balz, “Vamos a reagrupar”.

43 “La llamada telefónica que formó una coalición contra el terrorismo”, Sunday Age (Melbourne), 3 de febrero de 2002, pág. 4:
Woodward y Balz, “Vamos a reagrupar”.
44 Woodward y Balz, “Vamos a reagrupar”.

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futuros actos de guerra “requeriría un esfuerzo sostenido y amplio … y que no esté restringido a una
sola entidad, estado o entidad no estatal”.45

Powell respondió a los comentarios de Rumsfeld: “La meta es el terrorismo en su sentido más
amplio, concentrándose primero en la organización que actuó el día de ayer”. Cheney agregó: “En la
medida en que definamos nuestra tarea de manera amplia, incluyendo a aquellos que apoyan el
terrorismo, entonces incluiríamos a los estados. Y es más fácil dar con ellos que con bin Laden”.
Después de escuchar la discusión durante un rato, el Presidente acotó: “Comiencen con bin Laden,
eso es lo que los norteamericanos esperan oír. Ya luego, si tenemos éxito, habremos dado un gran
golpe y podemos seguir adelante”. Sin embargo, a Bush le seguían preocupando sus opciones
militares. No creía que los militares estuvieran preparados para pelear una guerra no convencional
en contra de un tipo de enemigo muy distinto. Bush retó a Rumsfeld y Shelton a que consideraran
formas innovadoras para conducir esta guerra.46

El Consejo de Seguridad Nacional se reunió nuevamente ese mismo día. El Consejo de Secretarios
Adjuntos sostuvo que la guerra contra el terrorismo no debería consistir exclusivamente de una
acción militar. Abogó por una campaña de gran extensión que incluiría esfuerzos diplomáticos,
financieros, humanitarios y de investigación. Los secretarios adjuntos propusieron que la meta de la
campaña debía ser “eliminar el terrorismo como una amenaza a nuestro modo de vida, incluyendo a
las organizaciones y redes terroristas, sus finanzas y su acceso a las armas de destrucción masiva”.47
Los secretarios adjuntos subrayaron que el objetivo no debía ser acabar con todo el terrorismo, puesto
que esto sería prácticamente imposible, sino más bien erradicar las amenazas directas a los Estados
Unidos. El Presidente estuvo de acuerdo con estos principios pero sostuvo que Estados Unidos tiene
la obligación también de defender a sus aliados.48

Acto seguido, el grupo retomó el asunto sobre el alcance de la campaña. Bush reiteró su
inclinación por comenzar con al Qaeda, y Powell estuvo de acuerdo con él. No obstante, Cheney
indagó sobre la posibilidad de actuar en contra de estados que apoyan al terrorismo, en particular el
régimen talibán de Afganistán. Rumsfeld mencionó a Irak y a su líder Saddam Hussein, de quien
desde tiempo se rumoreaba que patrocinaba actividades terroristas. El adjunto de Rumsfeld, Paul
Wolfowitz, se mostraba muy a favor de eliminar a Hussein como líder de Irak. Powell y Shelton se
opusieron fuertemente a cualquier acción en contra de Irak en ese momento, dada la falta de
evidencia directa que implicara a Hussein en los ataques del 11 de septiembre. El Presidente escuchó
atentamente todas las partes de la discusión pero decidió por el momento posponer la discusión.49

La diplomacia y el desacuerdo
El jueves Powell anunció públicamente que bin Laden era el principal sospechoso en la
investigación que los Estados Unidos estaba realizando. Subrayó que presentarían pruebas sólidas
que indicaban que Bin Laden había planeado los ataques. También declaró que Estados Unidos
actuaría de inmediato para exigir la cooperación de Pakistán en un esfuerzo por desmantelar la red

45 Eric Schmitt y Thom Shanker, “La administración considera opciones más amplias y potentes para el desquite”, The New
York Times, 13 de septiembre de 2001, pág. 15.
46 Woodward y Balz, “Vamos a reagrupar”.

47 Ibid.

48 Ibid.

49 Ibid.

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de al Qaeda en Afganistán.50 Powell le había aconsejado a Bush actuara rápidamente para presionar
a Pakistán a que estuvise del lado de los Estados Unidos, pese al apoyo que esa nación había dado
anteriormente al régimen talibán. Bush aprobó este enfoque y le dio a Powell un amplio margen para
tratar con el gobierno de Pakistán.51 El jueves Powell, Armitage y la embajadora Wendy Chamberlain
presentaron a los líderes pakistaníes una lista de siete demandas para la cooperación en la guerra
anti-terrorista.52 El líder pakistaní Misharraf estuvo de acuerdo en cumplir con todos los puntos.53

Mientras tanto, el Gabinete de Guerra se reunió nuevamente el jueves por la mañana. El director
de la CIA George Tenet presentó un plan para atacar la red terrorista en Afganistán a través de
actividades encubiertas y ataques militares. Recomendó que la CIA y el ejército norteamericano
unieran fuerzas con la Alianza del Norte, una red informal integrada por las fuerzas de resistencia
contra los talibanes. Acto seguido Cofer Black, jefe del centro de contraterrorismo de la CIA, hizo una
presentación vehemente sobre cómo Estados Unidos podría desmantelar la red de al Qaeda. En algún
momento afirmó: “Usted nos asigna la misión y nosotros acabamos con ellos. Todos van a tener
moscas en los ojos”.54 Su entusiasmo y aparente exceso de confianza causaron una gran impresión.

Después de la reunión, Bush condujo una conferencia telefónica con el alcalde de Nueva York,
Rudolph Giuliani, y con el gobernador de Nueva York, George Pataki. Luego contestó unas cuantas
preguntas de los reporteros. En algún momento, la voz del Presidente se quebró y se le salieron las
lágrimas. Al oír hablar sobre la devastación en Nueva York, no pudo controlar sus emociones.55

Esa tarde el secretario adjunto de defensa, Wolfowitz, dio un informe a la prensa. Desató una
polémica cuando dijo, “No se trata simplemente de capturar a las personas y hacerlos responsables,
sino de remover los sistemas de apoyo, acabar con los estados que patrocinan el terrorismo”.56
Muchos interpretaron esto como un apoyo de la administración a la acción militar contra países como
Irak. Wolfowitz criticó abiertamente la decisión de no quitar a Hussein del poder durante la Guerra
del Golfo, y siguió presionando para eliminar al dictador iraquí. Esto lo puso contra Powell, quien ya
en 1990 había titubeado sobre el uso de fuerza militar para expulsar al ejército iraquí de Kuwait y
después había abogado fuertemente por contener la misión y que ésta no incluyera la erradicación de
régimen de Hussein.57 Cuando se le inquirió sobre los comentarios de Wolfowitz, Powell dijo,
“Acabar con el terrorismo, dejémoslo ahí y dejen que el Sr. Wolfowitz hable por sí mismo”.58 La
frustración de Powell se había estado acumulando desde hacía tiempo. Cuando Rumsfeld y su
secretario adjunto habían mencionado a Irak durante una discusión anterior del Gabinete de Guerra,

50 Elisabeth Bumiller y Jane Perlez, “Bush y sus más altos asistentes proclaman una política para acabar con los estados que
apoyan el terrorismo”, The New York Times, 14 de septiembre de 2001, Pág. 1.
51 Dan Balz, Bob Woodward y Jeff Himmelman, “Surge el programa detallado de acción de la campaña en Afganistán”, The
Washington Post, 29 de enero de 2002, pág. A01.
52 “La administración Bush presiona a Pakistán”, CNN Online www.cnn.com (consultado el 13 de septiembre de 2001).

53 Edward. A Gargan y Tina Susman, “Pakistán accede a las demandas de Estados Unidos”, Newsday, 16 de septiembre de
2001, pág. W25.
54 Balz, Woodward y Himmelman, “Surge el programa detallado de acción”.

55 Sanger y Van Natta.

56 Balz, Woodward y Himmelman, “Surge el programa detallado de acción”.

57 Mufson.

58 Balz, Woodward y Himmleman, “Surge el programa detallado de acción”.

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303-S26 Lanzando la guerra contra el terrorismo

Powell le expresó su molestia en privado al General Shelton: “ En qué demonios están pensando
estos tipos? ¿No puedes regresar a estos tipos a donde salieron?”59

Con tantos asuntos sin resolver, a Bush le preocupó que el Gabinete de Guerra no había podido
deliberar sin interrupciones en medio del caos de los últimos días. Por consiguiente Bush invitó a sus
asesores a Campo David, el retiro presidencial en Maryland, a pasar el fin de semana. Dijo: “Todo
[debe estar] sobre la mesa … Necesito ver opciones en la mesa … Quiero decisiones rápidas”.
Rumsfeld estuvo de acuerdo pero añadió: “Le vamos a quedar a deber lo que pueda salir mal, las
cosas que pueden detenernos o hacer que nos movamos más lento”.60

Un día nacional de recuerdo


El viernes marcó el Día Nacional de Recuerdo; el Presidente dio un discurso en la Catedral
Nacional de Washington. Temprano en la mañana, Bush tuvo su primera reunión con el gabinete en
pleno desde que se perpetraron los ataques. Se emocionó cuando el grupo lo saludó con una ovación.
A Powell le preocupó que Bush pudiera perder la compostura nuevamente durante su discurso en la
catedral. Le pasó una nota que decía: “Querido Sr. Presidente, lo que yo hago cuando tengo que dar
un discurso como éste, es evitar pronunciar palabras que sé me van a hacer llorar como un niño”.61
Todos se rieron cuando Bush les dijo a los demás, “Les voy a contar lo que me acaba de decir el
Secretario de Estado. ‘Querido Sr. Presidente, no se desmorone!’” Bush reaseguró a Powell, “No te
preocupes, ya me lo quité de encima”.62 Acto seguido, Rumsfeld abrió la reunión con una oración en
la que pidió “paciencia para madurar nuestra ansia por la acción”.63

Después de la reunión del gabinete, Bush llamó nuevamente al Primer Ministro Blair. Los dos
hablaron sobre cómo tratar con el régimen talibán en Afganistán. Blair sostuvo que el Presidente
debería emitir un ultimátum a los talibanes, exigiendo que el gobierno eliminara los campos de
entrenamiento terrorista y entregara a bin Laden y a otros líderes de al Qaeda. Los dos platicaron
también sobre los desafíos que implicaba el construir una coalición internacional efectiva en la
campaña contra el terrorismo.64

Durante el discurso de mediodía en la catedral, Bush se dirigió directamente a las familias de las
víctimas, y les dijo: “Les ofrecemos las más profundas condolencias de la nación. Y les aseguro que
ustedes no están solos”. El Presidente evocó recuerdos sobre los anteriores esfuerzos de Estados
Unidos para defender la democracia: “En cada generación, el mundo ha producido enemigos de la
libertad humana. Ellos han atacado a Estados Unidos, porque nosotros somos la casa y el defensor de
la libertad. Y el compromiso de nuestros antepasados se ha vuelto ahora el llamado de nuestros
tiempos”. También expresó su confianza en que Estados Unidos triunfaría cuando afirmó, “Este

59 Ibid.

60 Ibid.

61 Dan Balz y Bob Woodward, “Un día crítico de dolor y rabia; Bush vista la Zona Cero y ayuda al país a pasar del dolor a la
guerra”, The Washington Post, 30 de enero, 2002, pág. A01
62 Balz y Woodward, “Un día crítico”.

63 Ibid.

64 Ibid.

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Lanzando la guerra contra el terrorismo 303-S26

conflicto fue iniciado según los tiempos y términos de otros. Terminará de la manera, y en la hora,
que nosotros escojamos”.65

Después del discurso, el Congreso aprobó una resolución autorizando el uso de la fuerza militar
contra los terroristas que habían perpetrado los ataques y las naciones que protegieron estos grupos.
Mientras tanto, Powell procedió con sus esfuerzos por formar una coalición, platicando con los
líderes de Pakistán, Arabia Saudita, Israel, Siria y de otras naciones.66 El Presidente visitó la Zona
Cero, el sitio donde habían estado las torres gemelas del World Trade Center. Recorrió el área en
helicóptero junto con el alcalde Giuliani, y habló con los trabajadores de rescate desde la parte de
arriba de una sección de los escombros. Bush les agradeció su dedicación y perseverancia, y les
prometió apoyo federal para la limpieza y la reconstrucción. Durante su visita a Nueva York, también
se reunió con las familias de varias víctimas. Luego viajó a Campo David para una reunión de fin de
semana con su Gabinete de Guerra.67

Campo David
Bush le pidió a sus asesores en Campo David que se reunieran sin él en una plática informal la
tarde del viernes. Los miembros del Gabinete de Guerra, sin el Presidente, cenaron juntos y
platicaron sobre varios de los temas más importantes que enfrentaban. Entre otras cosas, hablaron
sobre los aspectos únicos de la inminente campaña, estableciendo varias diferencias entre esta guerra
y el conflicto convencional en el Golfo Pérsico de hace una década.68 Los asesores parecían apreciar la
oportunidad de tratar varios temas y preguntas complejos en un entorno más cómodo e informal.
Muchos asuntos permanecían sin resolverse, incluyendo precisamente qué tipo de acción militar
llevarían a cabo en Afganistán, cómo tratar con los talibanes, y si debían extender o no la campaña
confrontando a otros estados que patrocinaban el terrorismo. Cuando Bush llegó más tarde, pensó
sobre cuáles eran sus objetivos. Para cuando terminara el fin de semana, él quería que su equipo
estuviese unido en apoyo a una clara estrategia de cómo proceder. Él recuerda que pensó, “Si todos
no estamos exactamente de acuerdo, entonces unos se van a desconectar y a volver a cuestionarse las
cosas, así el proceso de verdad no va a desarrollarse como debiera”.69

Discutiendo el tema de Afganistán


La mañana del sábado, el Gabinete de Guerra se reunió en la sala de conferencias; había mapas de
Afganistán y de la región circundante colgados en la pared.70 En el programa hubo varias
presentaciones, con tiempo suficiente para discusiones informales después de cada orador. Powell
comenzó discutiendo los esfuerzos para formar una coalición internacional, y el Secretario del Tesoro

65 “Los comentarios del Presidente en el Día Nacional de la Oración y la Recordación” www.whitehouse.gov (consultado el
14 de septiembre, 2001)
66 George E. Condon, Jr. y Finlay Lewis, “Bush promete ‘erradicar el mal del mundo’; el Congreso da todo su apoyo a la acción
militar”, San Diego Union-Tribune, 15 de septiembre de 2001, pág. A-2
67 Ian McCaleb, “Bush visita la Zona Cero en la baja Manhattan”, CNN Online www.cnn.com (consultado el 14 de
septiembre, 2001)
68 Barton Gellman y Mike Allen, “La semana que redefinió a la Presidencia; el Presidente pone a la nación en un camino
nuevo”, The Washington Post, 23 de septiembre, 2001, pág. A01; Balz y Woodward, “Un día crítico”.
69 Balz y Woodward, “Un día crítico”.

70 Judy Keen, Susan Page, Barbara Slavin y Jonathan Weisman, “No hay decisiones fáciles en la guerra”, USA Today, 8 de
octubre, 2001, pág. 4A

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303-S26 Lanzando la guerra contra el terrorismo

O’Neill habló sobre cómo deshacer la capacidad de al Qaeda para financiar actividades terroristas.
Acto seguido el director de la CIA Tenet hizo una propuesta minuciosa sobre una serie amplia de
actividades encubiertas en Afganistán y en otros países. Le pidió al Presidente que autorizara a la
CIA a intensificar sus vínculos con agencias de inteligencia en el extranjero, algunas de las cuales
usaban tácticas brutales realizadas por individuos de mala fama. Tenet propuso que los equipos
paramilitares de la CIA debían entrar a Afganistán y establecer relaciones con la Alianza del Norte.
Después, junto con las tropas de las Fuerzas Especiales, los equipos de la CIA y la Alianza del Norte
empezarían a quitarle el control a los talibanes que tenían en las regiones del norte de Afganistán.
Esto le quitaría a al Qaeda su “refugio seguro” en esa área. Tenet también propuso llevar a cabo
operaciones encubiertas, simultáneas, en otros países. Al final, Bush manifestó su satisfacción con la
presentación detallada de Tenet. A Rumsfeld también le gustó que Tenet hubiese recomendado el uso
de tropas de tierra -- una opción militar que él aprobaba.71

Después, Mueller y Ashcroft hablaron sobre la investigación y el plan para formular la nueva
legislación para el cumplimiento de la ley. Por último habló el General Shelton. Dijo que apreciaba el
hecho de que el Presidente tomara en cuenta la opinión del ejército y que no dependiera
exclusivamente de la acción militar para enfrentar la amenaza del terrorismo.72 Shelton había
formulado estrategias militares para atacar a Afganistán e Irak pero sólo había presentado
alternativas para el primero. Presentó tres opciones. Primero, Estados Unidos podría lanzar misiles
crucero sobre los campos de entrenamiento de al Qaeda. El Ejército podría implementar este plan
muy rápidamente. Segundo, los militares podían llevar a cabo bombardeos aéreos piloteados y
ataques con misiles crucero. Estas fuerzas irían tras el ejército de los talibanes así como tras los
campos de al Qaeda. Tercero, Estados Unidos podría lanzar una campaña aérea e introducir tropas e
tierra, incluyendo a las Fuerzas Especiales y a las tropas regulares del ejército. Este plan implicaba el
mayor riesgo y tardaría más tiempo en ponerse en práctica.73

Conforme pasó la mañana, el Presidente escuchó atentamente las ideas de todos pero rara vez dio
sus propias opiniones. El jefe de asesores Card comentó sobre el papel de Bush durante las
deliberaciones: “No tenía ninguna idea preconcebida que le quisiera imponer a nadie. Él estaba ahí
para reunir los datos, que se discutiera sobre ellos, juntar estrategias y que también se discutieran, y
ya luego ofrecer dirección”.74 Cuando terminaron las presentaciones de la mañana, Bush le pidió a
sus consejeros que estudiaran los riesgos relacionados con estas propuestas y cuál sería el peor
escenario posible respecto a la acción militar en Afganistán.

Muchos individuos manifestaron su inquietud sobre una guerra prolongada en Afganistán,


especialmente debido a los problemas que encontraron los soviéticos durante la invasión en los años
ochenta. A Powell le preocupaba perder el apoyo internacional si Estados Unidos extendía su
campaña más allá de al Qaeda. Bush contestó: “En algún momento, puede que seamos los únicos que
queden [en la guerra contra el terrorismo]. No tengo problema con eso. Nosotros somos los Estados
Unidos”. Powell no estuvo de acuerdo; el creía firmemente que Estados Unidos no debería actuar
unilateralmente. Sin embargo, Cheney estuvo de acuerdo con el Presidente.75

71 Bob Woodward y Dan Balz, “En Campo David, consejos y desacuerdo; Bush y sus ayudantes tratan de ponerse de acuerdo
sobre el plan de guerra”, The Washington Post, 31 de enero, 2002, pág. A01
72 Gellman y Allen.

73 Woodward y Balz, “En Campo David”.

74 Judy Keen, et al.

75 Woodward y Balz, “En Campo David”.

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Lanzando la guerra contra el terrorismo 303-S26

Muchos consejeros manifestaron su inquietud de que la guerra pudiera provocar disturbios y


conflictos en Pakistán. Bush le preguntó a Powell si el gobierno de Pakistán entendía el peligro que
implicaba aprobar la acción de Estados Unidos en Afganistán. Después de oír hablar a Powell sobre
las conversaciones que había tenido con los líderes de ese país, el presidente le pidió a sus asesores
que elaboraran un programa de ayuda a Pakistán. El grupo habló también sobre cómo tratar a los
talibanes. Bush le preguntó al equipo si la administración debería establecer una fecha límite para que
el régimen talibán cumpliera con una lista de exigencias; un enfoque recomendado por Tony Blair
durante sus pláticas con el Presidente. El grupo parecía estar dividido sobre este punto. Bush dijo que
él quería dejar claro que habría consecuencias para los talibanes si no cooperaban en la persecución
de los terroristas de al Qaeda, pero no ofreció un punto de vista definitivo sobre el asunto de la fecha
límite.76

La pregunta sobre Irak


En algún momento, Rice preguntó al grupo sobre los beneficios y riesgos que implicaría el
extender la guerra a otros países. Esto generó una nuevo debate sobre Irak. Bush había hecho a un
lado dicha discusión días antes, pero ahora dejó que los participantes retomaran el tema. Rumsfeld
inició la discusión, preguntando si Estados Unidos debería actuar ahora para enfrentar la amenaza
planteada por Hussein, quien se creía estaba financiando el terrorismo y desarrollando armas de
destrucción masiva.77 El asunto les recordó a algunos las deliberaciones previas a la Guerra del Golfo.
En ese entonces, el presidente del Estado Mayor Conjunto, Powell, había pugnado por imponer
sanciones económicas en lugar de lanzar una operación militar rápida. El secretario de defensa
Cheney había estado a favor de una extensa campaña militar para expulsar al ejército iraquí de
Kuwait. Uno de sus oficiales adjuntos, Wolfowitz, lo había apoyado fervientemente. El ex presidente
Bush estaba de acuerdo con Cheney y Wolfowitz. Sin embargo, después decidió detener la guerra sin
avanzar hacia Bagdad y expulsar a Hussein, una decisión que Powell aprobó pero que no gustó a
muchos otros ayudantes.78

Ahora, en el 2001, Powell y Wolfowitz una vez más estaban en lados opuestos de la discusión
sobre Irak. En sus primeros comentarios, Rumsfeld parecía inclinarse por apoyar una acción militar
contra el régimen de Hussein. Powell expresó su desacuerdo. Él creía que Estados Unidos debería
actuar en contra de Irak sólo después de haber obtenido un apoyo internacional sólido para dicha
acción, tal y como lo hizo el padre del Presidente durante la Guerra del Golfo. Powell no creía que
Estados Unidos pudiera conseguir ese apoyo internacional en ese momento, especialmente sin
pruebas claras sobre la participación de Irak en los ataques. Wolfowitz respondió con el argumento
de que Hussein representaba una amenaza más seria que Bin Laden. La evidencia sugería que los
iraquíes habían estado desarrollando armas biológicas y químicas y que Hussein había tratado de
adquirir capacidad nuclear. El dictador iraquí también había expulsado a los inspectores
internacionales de armas. Estados Unidos no podía vincular a Hussein a estos ataques terroristas,
pero Wolfowitz señaló que la evidencia indicaba que Hussein estaba detrás del bombardeo de 1993
del World Trade Center.79

Wolfowitz presentó sus argumentos de manera decidida durante las discusiones. No obstante a
Card le pareció que se volvió repetitivo. Un incidente en particular molestó a Card y a Bush. En un

76 Ibid.

77 Ibid.

78 Judy Keen, et al.

79 Ibid.

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303-S26 Lanzando la guerra contra el terrorismo

comentario que hizo Rumsfeld sobre el tema iraquí, Wolfowitz interrumpió para reiterar uno de sus
argumentos sobre por qué Estados Unidos debía actuar en contra de Hussein. Los participantes no
estaban seguros sobre si Rumsfeld se había molestado por la interrupción de Wolfowitz. Más tarde
Card le dijo a Rumsfeld y a su principal adjunto: “El Presidente espera que sea una sola persona
quien hable en nombre del Departamento de Defensa”.80

Bush no expresó una opinión sobre el asunto iraquí durante esta discusión tan acalorada. Después
recordó lo que pensaba: “Mi teoría es que tienes que hacer algo y tienes que hacerlo bien … Si
tratábamos de hacer demasiadas cosas.. entonces la falta de enfoque hubiese sido un riesgo
enorme”.81 A Bush también le preocupaba que la participación de algunos en el proceso de toma de
decisiones en la Guerra del Golfo podría afectar su interpretación sobre la situación actual. El ha
dicho: “Una de las cosas que no iba yo a permitir era que su experiencia anterior en ese escenario
dictara la lógica para una nueva guerra”.82

Después de horas de discusión, el presidente Bush levantó la sesión y le pidió a todos que
regresaran dentro de unas horas. Fue muy claro al decirles que esperaba oír sus recomendaciones
después del receso. A Rice no le gustó el flujo de la discusión de esa mañana; le pareció rebuscado y
desestructurado. Le inquietaba que no se avanzara sobre ciertos asuntos clave. Rice compartió sus
preocupación con algunos otros, pero no con el Presidente. Les insistió que Bush esperaba ver un
plan de acción como resultado de las deliberaciones en Campo David. Aproximadamente quince
minutos antes de reiniciar las juntas del Gabinete de Guerra, Rice se encontró con Bush quien
regresaba de hacer ejercicio. Él le propuso un formato para la junta de esa tarde en la que
sistemáticamente le pediría a cada asesor que presentara sus recomendaciones sobre lo que debían
hacer. Le pidió a Rice su opinión. Ella contestó: “Está bien. ¿Quieres que simplemente me dedique a
escuchar?” Bush le confirmó, “Sí, quiero que solamente escuches”.83

Los argumentos finales


Al reiniciar las discusiones, el presidente Bush le pidió a Powell, Rumsfeld, Tenet, Card y Cheney
que dijeran cuáles eran sus recomendaciones para una acción militar. Powell comenzó por
argumentar que la comunidad internacional apoyaría una acción enfocada en los individuos
directamente responsables del ataque terrorista. Otras naciones verían un ataque contra Irak como
poco oportuno e injustificado, pese a las preocupaciones que varios compartían sobre el apoyo de
Irak en el pasado a otros actos terroristas. Además, el ejército norteamericano sería menos eficaz si
intentaba pelear varias batallas simultáneamente. Powell abogó por un enfoque exclusivo sobre al
Qaeda, y recomendó plantearle un ultimátum al régimen talibán. Si éste no cumplía, él abogó por
atacar abrumadoramente a las fuerzas armadas de Afganistán.84

Rumsfeld presentó después de Powell e hizo hincapié en la paciencia. Quería tiempo suficiente
para planear una operación militar efectiva y agresiva en vez de apresurarse a tomar represalias en
los próximos días. Insistió sobre la necesidad de actuar ahora sin perder de vista el impacto mundial
que tendrían en el largo plazo. Rumsfeld recomendó el uso de tropas de tierra, sobre todo de los

80 Woodward y Balz, “En Campo David”.

81 Ibid.

82 Ibid

83 Ibid.

84 Ibid.

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integrantes de las Fuerzas Especiales. Sin embargo, subrayó que esta guerra requeriría tácticas no
convencionales. Rumsfeld no mencionó el tema de Irak.85

Tenet recalcó la necesidad de concentrase en Afganistán en el corto plazo, pero también sugirió el
inicio inmediato de acciones encubiertas en otras naciones para dañar la red de al Qaeda y otras
células terroristas. Dijo que se requeriría un nivel de colaboración nunca antes visto entre la CIA y el
ejército de Estados Unidos en Afganistán. Su plan requería establecer una cabeza de playa en el norte
de Afganistán, desde la cual Estados Unidos pudiera perseguir a al Qaeda y derrumbar al régimen
talibán en caso necesario.86

Card hizo varias preguntas agudas antes de presentar sus recomendaciones. Desató una discusión
muy vigorosa al preguntar, “¿Cómo se define el éxito?”87 Después sostuvo que la acción militar
estadounidense tenía que ser de alto impacto, y no un intento limitado de tomar represalias a
distancia, como por ejemplo usar únicamente los misiles de crucero. Card también recomendó
operaciones hostiles, encubiertas, en otras partes del mundo y se opuso a atacar a Hussein en el corto
plazo.

Por último Cheney ofreció sus puntos de vista. Él recomendó una campaña multifacética en contra
de al Qaeda, que incluyera atacar sus activos financieros así como sus campos de entrenamiento en
Afganistán. Cheney creía que Estados Unidos necesitaba actuar asimismo contra los talibanes y
sugirió trabajar con la Alianza del Norte, debido al conocimiento que tenían del lugar y de las líneas
de defensa de los talibanes. Cheney sostuvo que la administración necesitaba prepararse para usar
tropas terrestres y como resultado de esto, llegar a tener víctimas. Insistió sobre la importancia de
formar una coalición internacional sólida, y por esa razón, no recomendó ninguna acción contra Irak
en el corto plazo. Sin embargo, Cheney dejó claro que le preocupaban los intentos de Hussein para
desarrollar armas de destrucción masiva. El grupo platicó sobre las recomendaciones ofrecidas por
Cheney y los otros. Todos estuvieron de acuerdo en que esta campaña no sería de corta duración y
que tenían que estar preparados para una guerra prolongada.88 Finalmente, Bush anunció, “Voy a
pensar sobre todo esto, y les haré saber cuál es mi decisión”.89 El grupo se despidió; algunos
regresaron a la capital mientras que otros permanecieron esa noche en Campo David.

Más tarde, los noticieros mencionaron las serias diferencias de opinión entre los asesores de Bush,
y los periodistas especularon particularmente sobre la relación entre Rumsfeld y Powell. Se
concentraron en el hecho de que Rumsfeld tendía a ser más “halcón” mientras Powell abogaba por la
cautela y la moderación. Los dos reconocieron sus diferencias de opinión, pero sugirieron que
siempre encontraban la manera de trabajar juntos constructivamente. Powell dijo, “Discutimos pero
casi siempre encontramos la respuesta. Tenemos puntos de vista políticos. A mí me consideran un
moderado. Pero todos saben cuál es la posición de los demás”.90 Rumsfeld comentó sobre la manera
del Presidente para abordar los desacuerdos entre sus asesores: “No todo tiene que estar
absolutamente elaborado antes de llegarle a él”.91 Cuando a Rice le preguntaron sobre las disputas
entre los asesores principales, ella no negó las diferencias de opinión. Pero subrayó que el Presidente

85 Ibid

86 Ibid.

87 Ibid.

88 Gellman y Allen.

89 Woodward y Balz, “En Campo David”.

90 Thomas, Lipper y Gutman, “La química”.

91 Ibid.

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no quería que las discusiones se vieran reflejadas en la prensa. Ella describió las opiniones de Bush
sobre este asunto: “El Presidente no está dispuesto a tolerar problemas que surgen por el ego de un
individuo. Eso está claro”.92

El Presidente decide
La mañana del domingo el Presidente se reunió con Cheney y con Rice por separado. Cheney y
Bush conversaron sobre los temas que había discutido el Gabinete de Guerra. Ni Bush ni Cheney han
dicho nada sobre esta conversación privada.93 Más tarde Bush le pidió a Rice que se reuniera con él
en su cabaña de Campo David. Le dijo a Rice que había considerado los puntos de vista aportados
por todos y llegado a una serie de conclusiones. Le dijo cómo quería proceder durante la guerra. Rice
y Bush también optaron por no hablar sobre el contenido de esta conversación privada y no han
comentado en qué medida Rice sugirió revisar o agregar algo al plan de acción de Bush.94

En la tarde Bush se reunió con su equipo de comunicación; le pidió que comenzara a pensar cómo
darle forma al mensaje de su administración sobre la guerra. Insistió que no quería filtraciones a la
prensa respecto a los planes militares. En ese momento no explicó la estrategia militar detallada que
pensaba seguir en Afganistán.95 Después de la reunión Bush vio nuevamente a Rice en privado para
hablar sobre lo que le quería anunciar al Gabinete de Guerra al día siguiente. Rice tomó muchos
apuntes y luego redactó un memo de una página que describía los aspectos clave de la estrategia del
presidente.96

Avanzando
El Gabinete de Guerra se reunió nuevamente el lunes en la mañana. Bush comenzó por informar
al grupo que había tomado una serie de decisiones después de haber tenido en cuenta sus
contribuciones y consejos durante el fin de semana. Mientras resumía su plan, Bush delegó los
distintos pasos de la implementación a cada uno de sus asesores. Al equipo le dijo que quería una
guerra multidimensional, incluyendo acciones financieras, jurídicas, diplomáticas y encubiertas, así
como el uso de la fuerza militar. Bush le dijo a Powell que quería enviar un ultimátum inmediato a
los talibanes, exigiendo que cumplieran con una serie de demandas, incluyendo la captura de bin
Laden y sus asociados de más alto nivel. Quería que Powell les hiciera ver claramente que las
consecuencias de la falta de cumplimiento incluirían un fuerte ataque militar, rápido, por las fuerzas
del ejército norteamericano.97

Bush explicó que emitiría una orden presidencial dándole a la CIA la capacidad de iniciar una
serie de operaciones encubiertas en todo el mundo. Quería que equipos paramilitares de la CIA
comenzaran a actuar dentro de pocos días para reunirse con la Alianza del Norte ya en el terreno en
Afganistán. En cuanto a la misión militar, Bush eligió la tercera opción, presentada por el General

92 Ibid.

93 Bob Woodward y Dan Balz, “Combatiendo el terrorismo: ‘hoy comienza’”, The Washington Post, 1 de febrero de 2002, Pág.
A01
94 Judy Keen, et al.

95 Ibid.

96 Woodward y Balz, “Combatiendo el terrorismo”.

97 Ibid.

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Shelton. Ésta incluía una gran campaña aérea, ataques con misiles de crucero y tropas de tierra. El
Presidente dijo que entendía los riesgos de usar tropas terrestres en Afganistán, sobre todo debido al
terreno montañoso, la presencia de jefes de guerra de varias regiones rivales entre sí, y la historia de
invasiones extranjeras fracasadas en ese país. Sin embargo, él sentía que Estados Unidos tenía que
actuar de manera decisiva y no creía que podría desmantelar a al Qaeda y sacar del poder a los
talibanes exclusivamente con la fuerza aérea. Bush también dijo que quería que el Pentágono buscara
la participación de las fuerzas aliadas en sus planes de guerra, particularmente de los ingleses. Por
último, Bush le dijo al equipo que había decidido no actuar contra Hussein en ese momento, aunque
encargó al equipo que siguiera desarrollando planes para derrocar al dictador de Irak.98

Después de que Bush acabó de describir lo que había decidido hacer, se generó cierta discusión.
Particularmente Powell comentó que le gustaría tener un poco más de tiempo para elaborar el
ultimátum que se iba a emitir a los talibanes. Sugirió esperarse hasta el día siguiente. El Presidente
estuvo de acuerdo en esperar hasta la mañana del martes si fuese necesario, aunque insistió que no
quería más demoras. El equipo también dedicó un buen rato a ver cómo debería proceder Estados
Unidos después de los primeros ataques, dependiendo de lo que sucediera durante la primera fase
del operativo militar.99

Esa mañana, un poco más tarde, el presidente le dijo a su equipo de comunicación que dentro de
unos días quería dar un discurso sobre sus planes de guerra a una sesión conjunta en el Congreso.
Instruyó a los redactores de discursos que tuvieran listo un primer borrador a las siete de la noche.
Bush le dijo a Karen Hughes: “Este es un momento definitorio. Tenemos que hacer bien las cosas”.100
Tres días después, cuando Bush se dirigió a la nación, él y sus redactores habían revisado el discurso
19 veces.101

El martes Rice le dio al Presidente un borrador del ultimátum formulado por Powell y otros
consejeros. En ese momento, Bush decidió anunciar el ultimátum durante su discurso, en vez de que
Powell transmitiera el mensaje a través de los canales diplomáticos.102 El miércoles se reunió con un
grupo de redactores de discursos y consejeros. Hadley, el consejero adjunto del Consejo de Seguridad
Nacional, sugirió un ligero cambio en la declaración de la así llamada Doctrina Bush: “No haremos
distinción alguna entre los terroristas que cometieron estos actos y los que los protejen”. Él propuso
agregar la palabra “continuar” para que la política dijera, “… y aquellos que continúen
protegiéndolos”. Creyó que la declaración original implicaba la confrontación con muchas naciones.
Quería darles a esos países la oportunidad de apoyar el actual esfuerzo de los Estados Unidos pese a
las transgresiones que hubiesen cometido en el pasado.103 El Gabinete de Guerra se reunió más tarde
para platicar sobre el discurso. Rumsfeld propuso no mencionar el nombre de bin Laden. Él quería
referirse a la guerra en términos más amplios. Rice no estuvo de acuerdo y finalmente, Bush decidió
dejar en su discurso una referencia a bin Laden. El grupo también debatió sobre la recomendación de
Hadley. Rice y Powell apoyaron mucho su propuesta y Bush optó por hacer caso a sus consejos.104

98 Ibid.

99 Ibid.

100 Judy Keen, et al.

101 Ibid.

102 Bod Woodward y Dan Balz, “Una presidencia definida en un discurso”, The Washington Post, 2 de febrero de 2002, pág. A01

103 Judy Keen, et al.

104 Woodward y Balz, “Una presidencia definida”.

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El jueves 20 de septiembre, el Presidente Bush dio su discurso transmitido por televisión en


cadena nacional. (Para ver fragmentos de su discurso, consulte el Anexo 5). Durante la tarde Bush le
había puesto los toques finales al discurso. Luego se había reunido con Blair, a quien había invitado
al discurso como una demostración de la solidaridad entre ambos países en la campaña contra el
terrorismo. Bush y Blair hablaron sobre la colaboración militar en Afganistán y sus esfuerzos
constantes por formar una coalición. Por último, a las nueve de la noche, Bush se dirigió a la nación.
Durante el discurso, Bush hizo una descripción sobre el alcance de la guerra:

Los norteamericanos no deben esperar que haya una sola batalla, sino una campaña
prolongada y distinta a lo que hemos visto… A los terroristas les vamos a quitar el
financiamiento, vamos a enfrentar a unos contra otros, los expulsaremos de un lugar tras otro,
hasta que no tengan refugio ni descanso. Y perseguiremos a las naciones que den ayuda o
refugio al terrorismo… A partir de este día cualquier país que siga encubriendo o apoyando al
terrorismo será considerado por los Estados Unidos como un régimen hostil.105

105 “Discurso a la sesión conjunta del Congreso y al pueblo norteamericano”. www.whitehouse.gov (consultado el 20 de
septiembre, 2001)

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Anexo 1 El Gabinete de Guerra de Bush

El presidente George W. Bush

Nació en 1946; se crió en Texas y fue a la Universidad de Yale. Años después obtuvo su maestría en
administración de empresas en la Harvard Business School. Al salir de ahí, trabajó en la industria del
gas y del petróleo. En 1989 Bush se convirtió en el socio y director general del equipo de beisbol
Texas Rangers. Fue elegido gobernador de Texas en 1994 y obtuvo la reelección cuatro años después.
En el año 2001 fue elegido Presidente de los Estados Unidos.

El vicepresidente Richard Cheney

Cheney nació en 1941 y se crió en Casper, Wyoming. Inició su carrera en el gobierno durante la
administración de Nixon y fue nombrado jefe de asesores de la Casa Blanca bajo la administración de
Ford. Comenzando en 1977, Cheney estuvo durante cinco periodos en la Cámara de Representantes.
Durante la administración de Bush, fue secretario de defensa. En 1995 fue nombrado presidente
ejecutivo de Halliburton, una empresa de servicios de energía. En el año 2001 fue nombrado
Vicepresidente.

El secretario de estado Colin Powell

Powell nació en la ciudad de Nueva York en 1937. Se graduó del City College en Nueva York en 1958
y fue oficial del ejército norteamericano. Powell estuvo 35 años en el ejército. En 1987, el presidente
Reagan lo nombró consejero de seguridad nacional. De 1989-1993, Powell fue Presidente del Estado
Mayor Conjunto. En 2001 fue nombrado Secretario de Estado.

El secretario de defensa Donald Rumsfeld

Nació en 1932. Se graduó de Princeton y sirvió tres años en la Marina de Estados Unidos. En los años
sesenta fue elegido al Congreso durante cuatro periodos; en 1969 entró a la administración de Nixon
y años más tarde fue embajador en la OTAN. Bajo la administración de Ford, fue oficial mayor y
secretario de defensa. En 1977, fue nombrado presidente ejecutivo de G.D. Searle. Después fue
presidente ejecutivo de General Instrument y presidente de Gilead Sciences. En el 2001, asumió por
segunda vez el puesto de Secretario de Defensa.

La consejera de Seguridad Nacional Condoleeza Rice

Nació en 1954 en Birmingham, Alabama. Estudió en la Universidad de Denver y de Notre Dame, y


entró a la facultad de la Universidad de Stanford en 1981 como profesora de ciencias políticas. En los
años ochenta fue consejera de los Jefes del Estado Mayor Conjunto y fue nombrada miembro del
Consejo de Seguridad Nacional durante la administración del primer presidente Bush. De 1993 a 1999
fue administradora de alto rango en Stanford. En 2001 fue nombrada Consejera de Seguridad
Nacional del presidente George W. Bush.

El jefe de asesores Andrew Card, Jr.

Card nació en 1947 y se crió en Holbrook, Massachusetts. Obtuvo su licenciatura de la Universidad


de Carolina del Sur. De 1975-1983 Card sirvió en la Cámara de Representantes. Luego trabajó en

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distintos puestos para el presidente Reagan. Durante la administración del primer presidente Bush,
sirvió como Jefe de Personal Adjunto y Secretario de Transporte. Después de varios años en el sector
privado, Card regresó al sector público en el año 2001 como Jefe de Personal de la Casa Blanca.

El director de la CIA George Tenet

Nacido en 1937, Tenet se crió en Queens, Nueva York, y obtuvo grados académicos de la Universidad
de Columbia y la Universidad de Georgetown. En los años ochenta trabajó como ayudante de los
senadores Heinz y Leahy en asuntos de inteligencia. El presidente Clinton lo nombró al Consejo de
Seguridad Nacional y luego como director de la CIA. Cuando asumió el poder, el presidente Bush
decidió mantener a Tenet como director de la CIA.

El presidente del Estado Mayor Conjunto General Henry Shelton

Shelton nació en Carolina del Norte en 1942. Obtuvo sus grados académicos de la Universidad del
estado de Carolina del Norte y de la Universidad Auburn. En 1963 ingresó como oficial en el ejército
norteamericano y sirvió en las fuerzas armadas hasta su jubilación a finales del año 2001. Fue
Comandante Adjunto de Operaciones de la División durante la Guerra del Golfo. En 1996 Shelton fue
nombrado Comandante en Jefe del Comando de Operaciones Especiales de los Estados Unidos. El
presidente Clinton lo nombró Presidente del Estado Mayor Conjunto en 1997.

El secretario del tesoro Paul 0’Neill

O’Neill nació en Missouri en 1935. Obtuvo grados académicos de la Universidad de Fresno State y de
la Universidad de Indiana. En los años sesenta trabajó en la Administración de Veteranos de los
Estados Unidos y en la Oficina de Administración y Presupuesto (conocida como la OMB.) Bajo la
administración del presidente Ford, fue director adjunto de la OMB. O’Neill ingresó al sector privado
a finales de los años setenta y en 1985 fue nombrado presidente de International Paper. En 1987 entró
a Alcoa y fue presidente ejecutivo de la empresa hasta que ingresó a la administración de Bush.

El procurador general John Ashcroft

Nacido en 1942, Ashcroft se crió en Missouri, se graduó de Yale y en 1967 obtuvo el grado de Doctor
en Derecho de la Universidad de Chicago. Fue elegido a dos periodos como procurador general de
Missouri en los años setenta. Ashcroft luego fue gobernador de Missouri durante dos
administraciones y durante un periodo fue miembro del Senado de los Estados Unidos. En 2001 fue
nombrado Procurador General de los Estados Unidos.

El director de la FBI, Robert Mueller III

Mueller nació en 1944. Obtuvo sus grados académicos de la Universidad de Princeton, la Universidad
de Nueva York y la Escuela de Derecho de la Universidad de Virginia. Fue oficial de la Marina de los
Estados Unidos durante tres años. De 1973-1976, Mueller ejerció como abogado en San Francisco.
Trabajó como fiscal federal de 1977 a 1990. Durante la administración del primer presidente Bush, fue
procurador general adjunto. Tuvo su práctica privada durante algunos años antes de regresar a la
oficina del procurador general de Estados Unidos en 1995, donde estuvo hasta que el presidente
George W. Bush lo nombró Director de la FBI.

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El secretario de defensa adjunto Paul Wolfowitz

Wolfowitz nació en 1943. Obtuvo su licenciatura de la Universidad de Cornell y un doctorado de la


Universidad de Chicago. Primero trabajó en el Departamento de Defensa durante la administración
del presidente Carter. El presidente Reagan lo nombró primero Secretario de Estado Adjunto para los
Asuntos de Asia-Pacífico Oriental y años después, embajador en Indonesia. De 1989 a 1993 Wolfowitz
fue subsecretario de defensa para políticas. En 1994 fue rector de la Escuela Nitzke de Estudios
Internacionales en la Universidad de John Hopkins, cargo que mantuvo hasta que en el 2001 fue
nombrado Secretario de Defensa Adjunto.

El secretario de estado adjunto Richard Armitage

Armitage nació en 1945. Fue a la Academia Naval de los Estados Unidos y participó en varias
misiones en Vietnam. Trabajó en el Departamento de Defensa durante la administración de Reagan y
luego fue nombrado a una serie de puestos de política exterior por el primer presidente Bush.
Regreso al gobierno federal en el 2001 cuando fue nombrado Secretario de Estado Adjunto.

Fuente: Adaptado por el escritor del caso de las páginas en el Internet de los departamentos del Gabinete del Gobierno
Federal de los Estados Unidos.

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Anexo 2 Estilo de liderazgo de George Bush

En su autobiografía, A Charge to Keep; My Journey to the White House, George W. Bush reflexionó
sobre su manera de abordar el liderazgo. Él ha dicho que sus puntos de vista sobre la gestión del
gobierno reflejan lo que aprendió como ejecutivo en las ligas mayores del beisbol y en la industria del
petróleo. Los siguientes fragmentos del libro nos permiten entender algo sobre el estilo de liderazgo
de Bush y su filosofía de la dirección. No olviden que cuando escribió el libro era gobernador de
Texas; por tanto, las citas se refieren a la manera como dirigió esa administración:

El primer reto del liderazgo, creo yo, es establecer una visión clara y una agenda… El siguiente
reto fue formar un equipo fuerte de gente efectiva para que pusiera en práctica mi agenda…
Trabajé duro para reclutar a los mejores.

Tuve mucha fe y confianza en mi personal de apoyo. Busco gente lista y leal y que comparta
mi filosofía conservadora. Mi tarea es establecer la agenda y el tono y el marco de referencia,
establecer los principios con los que operamos y tomar decisiones, y luego delegarles a ellos gran
parte del proceso. La decisión final con frecuencia es mía, pero su opinión influye mucho en mí.

Yo había decidido que quería un organigrama plano en vez del enfoque tradicional de trabajar
a través del coordinador de asesores; quería que los directores de alto nivel de las distintas
divisiones en mi oficina me reportaran directamente a mí, en vez de pasar por un jefe de asesores.
Me gusta obtener información de varias personas distintas, además de que sabía que la gente muy
fuerte se sentiría frustrada a menos que tuviese acceso directo al jefe.

Lo que quiero de mi gente es una investigación exhaustiva y una opinión sincera. No quiero
que me digan lo que ellos creen que yo quiero oír. Trato de crear una atmósfera en la que se
sientan cómodos expresando sus ideas y opiniones... A menudo me detengo, y voy por la sala y le
pregunto a distintas personas lo que piensan y por qué.

No me gustan las juntas programadas previamente. Cuando los directores de las dependencias
estatales me vienen a informar sobre un tema, a veces traen cuadernos que han preparado y tratan
de hojearlos, leyendo en voz alta, página por página. Por lo general yo ya he leído estos informes.
A veces he pedido a los directores que cierren el libro y me digan en sus propias palabras lo que
de verdad es importante, lo que recomiendan y porqué.

Quiero que los miembros de mi personal de apoyo sepan que reflexiono sobre lo que me
dicen. Es importante escucharlos, y frecuentemente les llamo para darle seguimiento a algo o para
preguntar sobre algo que alguien dijo en una plática. Me gusta que la gente diga lo que tiene que
decir y exprese sus opiniones de manera directa y concisa… Leo muchos memos, pero disfruto del
intercambio que se da en una conversación sustanciosa. Quiero indagar cuál es la lógica, hacer
preguntas y poner ideas a prueba hablando sobre ellas.

Soy un fuerte partidario del rendir cuentas. Creo en los resultados. Después de todo, manejé
un equipo de beisbol. Los resultados en la pizarra se entregan en la prensa cada mañana, para que
todos los lean. Todo mundo puede ver escrito en blanco y negro quién ganó y quién perdió.

Fuente: Adaptado por el escritor del caso de la autobiografía de George W. Bush, A Charge to Keep: My Journey to the White
House (New York: William Morrow and Company, 1999).

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Anexo 3 Las lecciones sobre liderazgo de Colin Powell (citas)


1. “El liderazgo es el arte de lograr más de lo que la ciencia de la administración dice que se
puede hacer”.
2. “A veces el ser responsable significa que habrá algunas personas enojadas”.
3. “El día que los soldados dejen de contarte sus problemas será el día que has dejado de ser su
líder. O significará que han perdido la confianza en ti y no creen que los puedes ayudar, o han
llegado a la conclusión de que no te importa. Cualquiera de las dos cosas significa que has
fracasado como líder”.
4. “No te dejes influir por los expertos y las elites. Los expertos con frecuencia tienen más datos
que criterios. Las elites pueden cerrarse tanto en sí mismas que producen hemofílicos que
sangran hasta la muerte … si han sido cortados por el mundo real”.
5. “No tengas miedo a desafiar a los profesionales, incluso en su propio patio trasero”.
6. “Nunca olvides los detalles. Cuando todos están medio dormidos … el líder debe estar
doblemente alerta”.
7. “No sabes hasta qué punto puedes salirte con la tuya hasta que lo intentas”.
8. “No dejes de buscar bajo las apariencias de la superficie… [aunque] tal vez no te guste lo que
encuentres”.
9. “La organización en realidad no logra nada. Tampoco los planes . Las teorías de
administración no importan mucho. Los esfuerzos tienen éxito o fracasan debido a las
personas que participan. Sólo si atraes a los mejores podrás lograr grandes hazañas”.
10. “Los organigramas y los títulos pretenciosos no sirven para casi nada”.
11. “Nunca dejes que tu ego dependa tanto de tu puesto que cuando te quedes sin el puesto,
también te quedes sin ego”.
12. “No encajes en ningún estereotipo. No vayas tras las últimas modas de dirección. La situación
dicta con cuál enfoque se logra mejor la misión del equipo”.
13. “El optimismo perpetuo es un multiplicador de fuerza”.
14. “Las reglas de Powell para escoger a las personas” – Busca inteligencia y criterio y, lo más
importante, la capacidad para prever, y ver lo que está del otro lado de la esquina. También
busca lealtad, integridad, mucha energía, un ego equilibrado y el impulso para lograr que se
hagan las cosas”.
15. “Los grandes líderes casi siempre pueden simplificar las cosas, viendo a través del los
argumentos, las discusiones y las dudas, y ofreciendo una solución que todos pueden
entender”.
16. “Use la fórmula P = 40 a 70; la P equivale a la probabilidad de éxito y las cifras indican el
porcentaje de la información adquirida. Una vez que la información está en el rango de 40 a
70, haz caso a lo que le dice tu intuición”.
17. “El comandante en el campo siempre tiene la razón y la retaguardia siempre está equivocada,
a menos que se pruebe lo contrario”.
18. “Diviértete con tu mando. No siempre corras a toda velocidad … Rodéate de gente que tome
su trabajo en serio, pero que no se tome a sí misma en serio, ¡aquellos que trabajan duro
juegan duro!”
Fuente: Adaptado por el escritor del caso del libro The Leadership Secrets of Colin Powell, de Oren Harari (New York: McGraw-
Hill: 2002)

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Anexo 4 Extractos seleccionados de las “Reglas de Rumsfeld”

Trabajando en la Casa Blanca

• “No aceptes el puesto ni te quedes a menos que hayas llegado a un acuerdo con el Presidente
que diga que tendrás toda la libertad para decirle lo que piensas, sin tapujos, y que tengas la
valentía para hacerlo”.

• “Aprende a decir, ‘No lo sé.’ Si lo dices cada vez que sea indicado, lo vas a decir a menudo”.

• “En nuestro sistema el liderazgo se da por consentimiento, no por mando. Si un presidente


quiere dirigir, debe persuadir. Los contactos y las experiencias personales ayudan a conformar
su pensamiento. Éstos pueden ser de suma importancia para su poder de persuasión y por
tanto, para su liderazgo”.

• “Cuiden las opciones del Presidente. Puede que las necesite”.

• “No obedezcas automáticamente las instrucciones del Presidente si no estás de acuerdo con
ellas o si sospechas que él no ha tomado en cuenta aspectos clave del asunto”.

• “El precio de estar cerca del Presidente es el tener que darle las malas noticias. Si no le dices la
verdad, le estarás fallando. Los demás no se las van a dar”.

Cumpliendo con la tarea en la Casa Blanca

• “Un presidente necesita múltiples fuentes de información. Evita el restringirle excesivamente


al Presidente el flujo de documentos, gente o ideas, aunque tienes que velar por su tiempo. Si
hay un exceso de control, entonces va a ser tu ‘regulador’ el que controla, no el de él. Sólo si
abre el grifo lo suficiente, corriendo el riesgo de que él pierda parte de su tiempo, el
‘regulador’ de él podrá asumir el control”.

• “Asegúrate de que el presidente, el gabinete y el personal están informados. Si cortas el flujo


de la información, puede que sus decisiones sean malas, o que no decidan, o que éstas no se
implementen con confianza o convencimiento”.

• “No permitas que se excluya a alguien de una reunión o que se le niegue la oportunidad de
expresar sus puntos de vista porque éstos difieren de los del Presidente, de los de la persona
que convoca a la reunión y de los tuyos. El sistema de personal de apoyo debe tener
integridad y disciplina”.

• “Cuando el Presidente tiene que tomar una decisión, asegúrate de que él tenga las
recomendaciones de todas las personas indicadas, o que al menos sepa que no ha escuchado
lo que piensan y esté dispuesto a aceptar las consecuencias. Dichas personas no van a estar
contentas, se van a sentir fuera de onda, o van a ser menos efectivos si sienten que se les ha
hecho a un lado, o que se percibe como que se les ha hecho a un lado”.

• “Una de sus tareas es separar lo ‘personal’ de lo ‘sustancioso’. Los dos pueden llegar a
confundirse, sobre todo si alguien le cae mal al Presidente”.

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• “Si un posible enfoque presidencial no se puede explicar con la suficiente claridad para que la
gente lo entienda bien, esto significa que probablemente éste no ha sido pensado de principio
a fin. Si los norteamericanos no lo entienden bien, lo más probable es que de todos modos no
va a ‘pegar’. Detente y reconsidéralo”.

• “Busquen lo que falta. Muchos asesores le pueden decir al Presidente cómo mejorar lo que se
ha propuesto o lo que le ha fallado. Pero pocos pueden ver lo que ha faltado”.

Para el Secretario de Defensa

• “Dirije la interacción entre el Pentágono y la Casa Blanca. A menos que establezcas un canal
estrecho para el flujo de información y la realización de las tareas de uno y otro lado, el
proceso rápidamente se puede volver caótico”.

• “Si logras bien los objetivos, un teniente puede escribir la estrategia”. (General George
Marshall)

Sobre la vida (y otras cosas)

• “La persuasión es una espada de dos filos –la razón y la emoción–, encájalas bien”. (Profesor
Lewis Sarett, Sr.)

• “El arte de escuchar es indispensable para usar la mente de manera correcta. También es el
hábito humano más gentil, más abierto y más generoso”. (Atribuido a R. Barr, St. John’s
College, Annapolis, Maryland).

• “En la unanimidad bien puede haber o cobardía o pensamiento no crítico”. (Anónimo).

• “La prueba de una inteligencia de primera es la capacidad para tener en mente dos ideas
opuestas al mismo tiempo, y aún así poder funcionar”. (F.Scott Fitzgerald)

• “Si formula reglas, nunca tenga más de diez”.

Fuente: Adaptado por el escritor del caso de las “Reglas de Rumsfeld”, revisado el 10 de septiembre de 2001, derechos de
autor, 1980, de Donald Rumsfeld.

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Anexo 5 Extractos seleccionados del discurso del presidente Bush — 20 de septiembre de 2001

“Esta noche somos un país que ha despertado al peligro y ha sido llamado a defender la libertad.
Nuestro dolor se ha convertido en rabia, y la rabia en determinación. Ya sea que llevemos a nuestros
enemigos a la justicia, o que les llevemos la justicia a ellos, la justicia se hará”.

“El 11 de septiembre los enemigos de la libertad cometieron un acto de guerra contra nuestro país.
Los norteamericanos han conocido las guerras, pero en los últimos 136 años, éstas han sido guerras
en el extranjero, salvo la de un domingo en 1941. Los norteamericanos han tenido víctimas de guerra,
pero no en el centro de una gran ciudad en una mañana tranquila. Los norteamericanos han conocido
los ataques sorpresivos, pero nunca antes sobre miles de civiles. Todo esto nos sucedió en un solo día,
y la noche cayó sobre un mundo distinto, un mundo donde la libertad misma está siendo atacada”.

“Toda las pruebas que hemos obtenido señalan hacia una serie de organizaciones terroristas
vagamente afiliadas, conocidas como al Qaeda… Este grupo y su dirigente –una persona de nombre
Osama bin Laden– están vinculados a muchas otras organizaciones en distintos países … Hay miles
de estos terroristas en más de 60 países. Son reclutados en sus propios países y comunidades y
llevados a campos en lugares como Afganistán, donde se les adiestra en las tácticas del terror”.

“Esta noche Estados Unidos de Norteamérica presenta las siguientes demandas a los talibanes:
entreguen a las autoridades de Estados Unidos a todos los dirigentes de al Qaeda que se estén
escondiendo en su territorio. Liberen a todos los ciudadanos extranjeros, incluyendo a los ciudadanos
norteamericanos, que ustedes han puesto en prisión injustamente. Protejan a los periodistas
extranjeros, a los diplomáticos y a los voluntarios que estén en su país. Cierren de inmediato de
manera permanente todos los campos de entrenamiento terrorista en Afganistán, y entreguen a cada
terrorista, y a toda persona en su estructura de apoyo, a las autoridades indicadas. Denle a Estados
Unidos pleno acceso a los campos de entrenamiento terrorista, para que podamos asegurarnos de que
éstos ya no están operando. Estas demandas no están abiertas a la negociación o a la discusión. Los
talibanes tienen que actuar y actuar de inmediato. O nos entregan a los terroristas, o tendrán que
compartir su destino”.

“Nuestra guerra contra el terror comienza con al Qaeda, pero no termina allí. No terminará hasta
que cada grupo terrorista de alcance mundial haya sido encontrado, detenido y vencido”.

“Los norteamericanos se están preguntando: ¿Cómo vamos a pelear y ganar esta guerra? Vamos a
utilizar todos los recursos a nuestra disposición, toda vía diplomática, toda herramienta de
inteligencia, todo instrumento en el cumplimiento de la ley, toda influencia financiera, y toda arma
de guerra necesaria, para romper y vencer a la red terrorista mundial”.

“Esta guerra no será como la guerra contra Irak de hace una década, con la liberación decisiva de
un territorio y una conclusión rápida. No se va a parecer a la guerra aérea sobre Kosovo de hace dos
años, donde no se usaron tropas terrestres y ni un solo norteamericano murió en combate”.

“Sin embargo, esta lucha no es solamente de los Estados Unidos. Y lo que está en juego no es sólo
la libertad de los Estados Unidos. Esta es la lucha del mundo entero. Esta es la lucha de la
civilización. Esta es la lucha de todos los que creen en el progreso y en el pluralismo, en la tolerancia
y la libertad”.

“Nos han inflingido un gran daño. Hemos sufrido una gran pérdida. Y en nuestro dolor y rabia
hemos encontrado nuestra misión y nuestro momento. La libertad y el miedo están en guerra. El
avance de la libertad humana –el gran logro de nuestro tiempo, y la gran esperanza de todos los

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Lanzando la guerra contra el terrorismo 303-S26

tiempos-- ahora depende de nosotros… Vamos a reagrupar al mundo en torno a esta causa a través
de nuestros esfuerzos, de nuestra valentía. No nos vamos a cansar, no vamos a titubear y no vamos a
fracasar”.

Fuente: “Address to a Joint Session of Congress and the American People” www.whitehouse.gov, 20 de septiembre de 2001.
(Discurso dirigido a una sesión conjunta del Congreso y al pueblo norteamericano.)

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