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1. ESPAÑA EN 1492
Para 1492, España se había consolidado como una de las primeras naciones europeas
unificándose bajo un gobierno central. Esto se había logrado después de varios siglos de
lucha armada contra la presencia musulmana. Con la expulsión de los últimos moros del sur,
en Granada, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón -los reyes católicos- aseguraron su
dominio del nuevo reino unificado que ya era España.
España, después de expulsar a los musulmanes, contaba con ciertos factores Ideológicos y
políticos que le aventajaban, respecto a los demás países europeos. A continuación,
veremos tres de esos factores.
Son típicas las imágenes de los conquistadores españoles con sus armaduras y caballos,
siempre acompañados de sacerdotes católicos, convirtiendo a los indígenas o luchando
contra ellos, y fundando ciudades en nombre de Dios y del rey. Una vez conquistado un
vasto territorio, el esfuerzo militar pronto se concentró en neutralizar la intervención de otras
potencias en la zona, tales como los bucaneros, franceses e ingleses. Además, la Corona
española estableció un fuerte monopolio comercial sobre sus territorios de ultramar, y una
estructura autoritaria, burocrática y jerárquica que duró más de tres siglos.
Una vez colonizado el: Nuevo Continente, España estableció las pautas de vida a través de
sus instituciones, manejadas por los colonizadores (nobles de España) y por la Iglesia. A
continuación veremos algunos detalles al respecto.
La creación de virreinatos
Las capitanías
La Audiencia
3.1.2. Las capitanías.- Con menor jerarquía política, había territorios más militarizados,
gobernados por capitanes: las capitanías de Guatemala (hasta lo que hoy es Panamá), de
Cuba (que incluía La Española y Puerto Rico), de Venezuela y de Chile.
3.1.3. La Audiencia.- Además de los virreyes y de los capitanes, existía en América una
institución judicial llamada la Audiencia, constituida por un presidente y cinco oidores que
controlaban a las autoridades políticas. Los virreyes, además, eran visitados con frecuencia
por representantes del rey para supervisar su fidelidad a la Corona. Este complicado aparato
político respondía en parte, a la preocupación constante de la Corona española por controlar
sus territorios en América. Pero también reflejaba los debates internos del gobierno español,
que por un lado fomentaba el afán de lucro y el trabajo forzado de indígenas y de africanos,
pero por otro lado expedía leyes para proteger los derechos cristianos de los indígenas y
prevenir los abusos. La autoridad era contradictoria y difusa. Un dicho común en las colonias
era: la ley se acata pero no se cumple", es decir, se reconocía el mandato del rey, pero sus
leyes tenían poco impacto en la práctica. Por ejemplo, por razones religiosas y políticas, en
todos los territorios españoles estaba prohibido el tráfico de esclavos -los traficantes de
esclavos eran ingleses, franceses, portugueses y holandeses- pero en realidad la compra y
venta de esclavos africanos fue una parte fundamental de la economía colonial.
La pirámide social de las colonias estaba basada en una clara distribución desigual de la
riqueza, el trabajo y la raza. Era como sigue:
3.2.1. Los españoles venidos de España.- En la cima de la pirámide, con el mayor poder
político y económico, estaban los españoles venidos de España. Eran, prácticamente, los
dueños no solamente de los territorios colonizados, sino de la vida y del destino de sus
habitantes.
3.2.2. Los criollos.- Junto a los españoles, pero con menor influencia política, estaban los
criollos: americanos de “pura sangre" española que generalmente eran latifundistas y tenían
pleno acceso a la educación.
3.2.3. Los mestizos.- En el estrato medio, casi siempre artesanos o pequeños propietarios
de tierras, estaban los mestizos que eran hijos/as de padres españoles y madres indígenas.
3.2.4. Otras castas sociales.- En escala descendente había un gran número de otras
"castas": mulatos (negro y español), zambos (negro e indígena), etc.
En la base de la pirámide y destinados a los trabajos más duros en las minas y la agricultura,
estaban los indígenas y los esclavos africanos.
Los indígenas, que no eran esclavos sino ciudadanos, estaban obligados a trabajar mediante
instituciones basadas en los Impuestos o en la "protección" militar. Dichas instituciones eran
la mita (impuestos que se pagaban con tiempo de trabajo) y la encomienda (tierras
"protegidas” por un español que debía asegurarse del bienestar de los indígenas, quienes a
cambio trabajaban gratuitamente para él).
La metrópoli española tenía el monopolio del mercado, así que era prohibido el comercio de
unas colonias con otras: todas enviaban sus mercancías directamente a España. Sin
embargo, el contrabando y la piratería eran prácticas comunes. La industria nunca fue una
parte muy significativa de este monopolio, y fundamentalmente se concentraba en la
manufactura de algunos productos para el consumo doméstico (ropa, alimentos, ladrillos,
etc.) Los criollos y los mestizos generalmente controlaban este tipo de industrias locales.
Pero no todo en la colonia era explotación económica o burocracia política. La vida cultural
también se manifestó a través de instituciones educativas (controladas por la Iglesia), arte y
festivales religiosos, periódicos, expediciones científicas, la producción arquitectónica, una
rica tradición de leyendas orales y una producción literaria basada en la crónica y en la
poesía. En paralelo con la estructura social, los virreinatos españoles en América tenían
pocas instituciones educativas para el pueblo en general, pero establecieron desde muy
temprano prestigiosas universidades para los españoles y los criollos, los futuros
administradores. En Lima, Perú, por ejemplo, se fundó la Universidad de San Marcos en
1552, la cual continúa funcionando hasta hoy.
4.5. La censura de libros
La censura de libros por parte de la Inquisición católica fue más estricta en América, donde
estaban prohibidas todas las novelas, incluyendo la famosa obra: "Don quijote” de Miguel de
Cervantes. Por lo tanto, el cultivo literario se concentró en las crónicas históricas y en la
poesía. En la práctica, sin embargo, había un contrabando continuo de novelas europeas: se
ha descubierto que en 1505, el mismo año en que se publicó El Quijote, había en Cartagena
(Colombia) y en Lima (Perú) numerosos volúmenes de esta obra. Fue esta herencia múltiple
y contradictoria, llena de posibilidades y limitaciones, la que dio forma a lo que hoy sé llama
América Latina. Su estética barroca, su diversidad étnica, sus paradojas económicas y
sociales, encuentran sus raíces en la historia colonial, en la que las nuevas potencias
europeas luchaban por la tierra y el trabajo de indígenas y africanos.
La actitud que tomó el conquistador en tierras americanas estuvo marcada por una
concepción etnocéntrica vigente en Europa. Según esta concepción Europa es el mundo
civilizado, el único mundo válido, en medio de mundos inferiores y sumidos en la oscuridad.
En otras palabras: eran ellos (los colonizadores) la civilización, el resto era barbarie; eran
ellos los que poseían la verdad cristiana, el resto: paganos y herejes; en ellos estaba el todo,
en el resto: la nada. Fue esta mentalidad egocéntrica del conquistador la que lo llevó a
desprestigiar, no valorar y hasta intentar destruir las culturas del Nuevo Continente que ante
sus ojos aparecía como la nada.
Para el conquistador América apareció como un continente vacío, sin población y sin cultura.
Las tierras americanas, sus habitantes y todo lo que éstos habían construido, tanto en el
aspecto material como en el cultural, no significaba nada para los recién llegados. Eran
estorbos que había que eliminar sí se quería construir algo nuevo, aunque era nuevo hasta
cierto punto y solamente para los indios, pues en realidad no era más que una imitación de
todo lo que caracterizaba al mundo occidental.
5.2. El choque de las dos civilizaciones
Los pueblos latinoamericanos, antes de la llegada de los invasores, que estaban aislados del
viejo continente durante miles de años, de repente experimentaron un goipe brutal y sin
precedentes: la invasión de hombres blancos de Europa, el choque con un mundo
completamente diferente. El año 1492 fue un año que dio comienzo a todo un proceso de
relaciones e interacción entre dos mundos distintos: El Mundo Occidental y el Nuevo Mundo.
La llegada del europeo al Nuevo Mundo fue para las sociedades naturales una Interrupción y
perturbación del curso normal de su vida. Esta penetración trajo aparejada consigo toda una
serie de consecuencias que afectaron a todos los ámbitos de la vida indígena. Desde la
organización político-territorial de la sociedad indígena, su dinámica de población, su sistema
económico, su organización social, su mundo cultural y sus creencias religiosas, hasta su
modo de vida, su régimen alimentario, su vida cotidiana, su cosmovisión del mundo y en fin:
todo se vio influenciado y alterado.
En el aspecto económico, el contacto del hombre del Nuevo Mundo con el europeo tuvo
consecuencias rápidas y profundas, tanto que no dio a los indígenas el tiempo necesario
para que puedan lograr adaptarse a la nueva situación. Los españoles introdujeron nuevos
cultivos (especialmente el trigo), nuevos sistemas de producción y nuevas formas de
relaciones de producción que eran hasta ese entonces totalmente desconocidas por la
población autóctona.
En el aspecto social y cultural también hubo cambios. Las antiguas clases dominantes
perdieron su poder y sus puestos fueron suplantados y ocupados por los conquistadores.
Una gran mayoría de los aborígenes terminaron siendo utilizados, generalmente por la
fuerza, como mano de obra en las tareas agrícolas, ganaderas o mineras. Otro número no
menos reducido tuvo que sufrir la pérdida total de su libertad, a pesar de las prohibiciones, y
desde entonces fueron comprados y vendidos como esclavos en los mercados.
Con la llegada del conquistador todo se vio afectado desde las estructuras y los estados
sociales hasta las antiguas lenguas y todas las demás formas de manifestaciones culturales.
Las lenguas nativas, al igual que las vestimentas tradicionales, perduraron sobre todo entre
los plebeyos indígenas, mientras que las clases señoriales pronto aceptaron la lengua de los
dominadores: y algunas de sus costumbres para poder preservar sus antiguos cargos y
privilegios.
El aspecto religioso mostró las grandes diferencias que existían entre blancos e indígenas.
Algunos cristianos condenaron las prácticas religiosas de los conquistados y éstos, en su
gran mayoría, y en un primer momento, no alcanzaron a entender la nueva religión
occidental que el clero cristiano pretendía que acepten. Para terminar las viejas prácticas
religiosas de los nativos americanos se destruyeron los antiguos templos y los lugares
sagrados y se tachó al culto indígena como manifestación diabólica. Aun así, los Indígenas
permanecieron fieles a sus creencias y siguieron durante mucho tiempo practicando sus ritos
aunque en forma oculta. Muchos otros parecieron aceptar el culto cristiano pero, simulando
su práctica, no hicieron otra cosa más que continuar adorando a sus divinidades.
Para poder entender la actitud que tomó el indígena ante la llegada de los españoles
tenemos que comprender primero la forma en que los percibieron. Ésta es una mirada desde
la visión de los indígenas, desde la visión de los vencidos:
Algunos autores afirman que los indígenas percibieron los acontecimientos que ocurrieron
por la acción del hombre blanco a través de la estructura de sus mitos y por eso es que los
conquistadores, por su aspecto físico, sobre todo, fueron considerados como sus dioses que
regresaban a castigar el pecado de los hombres y a imponer el orden y la paz (para los
aztecas era Quetzalcóatl y para los incas Viracocha). Además, tanto la llegada de Cortés a
México como la de Pizarra a Perú se produjeron en las fechas en que justamente se
esperaba a dichas divinidades y algunas de las características del hombre blanco, hasta
incluso la dirección cardinal por la que llegaron, coincidían con lo que decían sus profecías
religiosas.
Al cabo de un tiempo los indígenas se dieron cuenta de que los blancos eran tan mortales
como ellos y el falso reflejo de la naturaleza divina de éstos muy pronto se esfumó. La oscura
realidad emergió ante sus miradas. Los indígenas entonces solamente veían muertes y
crímenes, enfermedades nuevas (que aumentaban día a día y provocaban numerosos
fallecimientos), robos y hurtos, violencia e intimidación, desastres naturales, calamidades,
cataclismos, incendios, masacres y pillajes: ¿Pero qué significado tenían estas señales para
el indígena? Estos acontecimientos no significaban otra cosa más que el abandono de los
antiguos dioses y la pérdida del poder sobrenatural de los mismos. Y, en algunos casos,
para un indígena la idea de que sus dioses habían muerto significaba que ellos también
morirían y aunque esto no sucediera, de todos modos, su vida ya no tendría sentido: los
motivos para seguir viviendo se habían perdido.