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Vistos:
Considerando:
Segundo: Que, para los efectos de resolver el presente recurso, resulta necesario
consignar los siguientes hechos establecidos por la judicatura del fondo:
- La niña de iniciales A.K.P.F tiene tres años con siete meses de edad (a la fecha de la
sentencia de primera instancia) y es hija de Miguel P. A. y María F. G.;
- A la edad de tres meses, la niña fue ingresada por medida de protección dictada por el
tribunal de familia al hogar CTD Grada, donde se ha mantenido ininterrumpidamente
hasta la actualidad;
Respecto del trastorno que padece la madre, se establece que no es subsanable, por
lo que a lo sumo puede aprender y dotarse de herramientas para favorecer su desempeño.
Asimismo, la evidencia de una serie de circunstancias presentes en ella, que emergen de
las pericias, relacionadas con la precariedad habitacional, deprivación socio cultural, el
que no sea capaz de visualizar los factores de riesgo para su hija, haya vivido
históricamente en situación de alta vulnerabilidad, sea dependiente de su pareja y se vea
expuesta a ejercicio de violencia, no pueda desarrollar estrategias adecuadas de crianza
y protección, su falta de instrucción formal y las deficiencias para aprender conductas
básicas para cualquier persona, como hábitos de aseo y rutinas elementales, o sea
incapaz de reflexionar acerca de sus conductas en relación a la crianza de su hija y la
situación en que se encuentra, se inscriben o son esperables en una persona con su grado
de incapacidad.
Tercero: Con base en los hechos asentados, la sentencia de primera instancia, asumida
íntegramente por la impugnada, reflexiona acerca del significado del principio de
subsidiariedad, que obliga a la judicatura a verificar los antecedentes en que se apoya la
solicitud de declaración de susceptibilidad y, en especial, la imposibilidad de disponer
de otras medidas que permitan la permanencia de la niña en su familia de origen,
advirtiendo que coexiste, en este caso, un conjunto de principios y derechos relacionados
con la situación de discapacidad de la madre, que la hacen gozar de la protección que
consagra la Convención Internacional de Derechos de las Personas con Discapacidad,
concluyendo que éstos deben armonizarse, en la medida que ello no sea incompatible
con el principio del interés superior de la niña, el que debe imponerse en caso de colisión.
Luego analiza las causales invocadas por la solicitante, contenidas en las hipótesis
contempladas en el artículo 12 de la ley 19.620, en sus numerales 1 y 2, el primero de
los cuales en relación al artículo 226 del Código Civil y 42 de la ley 16.618, en sus
números 3, 6 y 7, descartando que se configuren las de los números 3 y 6, ya que en el
caso del numeral tercero --no haber velado por la crianza, cuidado personal y educación
de A.K.P.F— no es posible reprochar tales conductas a los padres de la niña, ya que el
ingreso de ésta a la red de institucionalización fue originada por la denuncia del Hospital
Padre Hurtado y motivada por factores que no les son imputables, básicamente, porque
decía relación con pobreza estructural y vulnerabilidad social, especialmente de la
madre, ejercicio de violencia en su contra y fundamentalmente la discapacidad que
padecía, factores todos, salvo la violencia, que estarían proscritos como fundamento de
una medida de internación; indica, a tal efecto, que la hipótesis del numeral tercero exige
una conducta intencionada y positiva de los padres, lo que aquí no estaría presente,
máxime que no obstante la internación de su hija no han dejado de vincularse con ella
en forma regular. En el caso del numeral sexto, que se refiere a casos en que se hubiere
maltratado, dado malos ejemplos o cuando la permanencia de la niña en el hogar de sus
padres constituye un peligro para su moralidad, señala el fallo que la prueba aportada
no permite siquiera vislumbrar algún atisbo de tales conductas y, en todo caso,
razonando en relación al alcance de la "moralidad" exigida por la norma, indica que lo
que lp que se espera de los padres en relación al cuidado de sus hijos dice relación con
la preocupación por su salud, bienestar físico y material, afecto, entrega de valores,
protección e integridad entre otros, en definitiva, lo que se conoce como ejercicio de una
"parentalidad adecuada", respecto de lo cual la solicitante no ha aportado evidencia de
cómo los hechos invocados se encuadran con las hipótesis normativas indicadas.
Asimismo, en cuanto a la causal del artículo 12 N°2, que dice relación con el hecho de
que los padres no le proporcionen atención personal o económica durante el plazo de
dos meses a la niña, el tribunal resuelve que tampoco se verifica, ya que A.K.P.F. ingresó
a Grada por decisión de un tribunal como parte de una medida de protección adoptada
en el año 2015, de modo que faltaría la voluntariedad de los padres; por otra parte, señala
que se acreditó la asistencia regular a las visitas por parte de los padres, manteniendo un
vínculo permanente en el tiempo, que descarta la falta de apoyo personal.
Con todo y, entendiendo que el interés superior de A.K.P.F. exige abordar el tema
desde un enfoque de protección integral, en cuanto a armonizar su derecho a ser
restituida a un entorno familiar, con una identidad en que ambos padres son figuras
significativas, decide que lo más beneficioso para ella es ser adoptada por una familia o
persona que le permita mantener sus vínculos familiares, tarea que los servicios
correspondientes pueden ejecutar sobre la base de una búsqueda eficiente de candidatos,
en razón de lo cual declara la susceptibilidad de adopción de A.K.P.F, con la condición
especial ya señalada en la parte expositiva.
Cuarto: Que las infracciones de ley denunciadas en los dos primeros capítulos,
tienen un fundamento común, en la medida que hacen consistir los yerros en la
vulneración del principio de subsidiariedad de la adopción y en la necesidad de utilizar
dicha institución como "última ratio", lo que, a juicio de la parte recurrente, se produjo
al haber declarado la susceptibilidad de adopción de la niña sin considerar que sus padres
han forjado una genuina vinculación con su hija, producto de las visitas regulares a su
lugar de internación y han cumplido todas las exigencias que se le impusieron en la causa
proteccional, por lo que deberían haberse agotado todas las posibilidades existentes para
fortalecer sus competencias parentales, de modo de permitir que la niña sea restituida a
su familia de origen. Asimismo, los pretendidos yerros denunciados tienen directa
relación con la vulneración que también acusa a las normas de la Convención sobre los
Derechos del Niño —a saber, artículos 8.2, 18.2 y 27.3 en el sentido que el Estado no
habría procurado los medios adecuados para apoyar a los padres en los cambios que
necesitaban, ya que se les ofrecieron programas estándar que no se avienen con su
especial situación, fundamentalmente, la discapacidad de la madre, lo que redunda en
un cumplimiento meramente formal de las obligaciones contraídas como Estado Parte.
En este contexto, se deberá analizar la infracción al interés superior de la niña, también
denunciado en el recurso, en la medida que, a su juicio, éste no se satisface con la
solución adoptada por la sentencia impugnada, sino que se alcanzaría sólo si se restituye
a la niña al núcleo familiar de origen y, en razón de lo anterior, es que sostiene que el
Estado ha incumplido su obligación de procurar los medios adecuados para apoyar a los
padres en los cambios que necesitaban para desempeñar las labores de crianza de la niña.
En consecuencia, se procederá a hacer un análisis conjunto de dichos capítulos de
nulidad.
Por otra parte, como advierte la sentencia impugnada, el caso no puede ser resuelto
sin tener presente la condición de la madre, que requería de una especial protección para
hacer posible el ejercicio de la custodia de su hija, bajo estándares que el Estado se ha
comprometido al suscribir la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de
las Personas con Discapacidad.
Asimismo, y particularmente por lo que interesa al caso, se debe destacar que "los
Estados partes reconocen que las mujeres y niñas con discapacidad están sujetas a
múltiples formas de discriminación y, a ese respecto, adoptarán medidas para asegurar
que puedan disfrutar plenamente y en igualdad de condiciones de todos los derechos
humanos y libertades fundamentales", comprometiéndose a tornar todas las medidas
pertinentes para asegurar el pleno desarrollo, adelanto y potenciación de la mujer, con
el propósito antes indicado (art.6). Por su parte, el artículo 23, que aborda el respeto del
hogar y de la familia, señala que los Estados Partes: N°1) "Tomarán medidas efectivas
y pertinentes para poner fin a la discriminación contra las personas con discapacidad en
todas las cuestiones relacionadas con el matrimonio, la familia, la paternidad y las
relaciones personales y lograr que las personas con discapacidad estén en igualdad de
condiciones con los demás, a fin de asegurar que: a) se reconozca el derecho de todas
las personas con discapacidad en edad de contraer matrimonio a casarse y fundar una
familia sobre la base del consentimiento libre y pleno de los futuros cónyuges"; N°2)
"Garantizarán los derechos y obligaciones de las personas con discapacidad en lo que
respecta a la custodia, la tutela, la guarda, la adopción de niños o instituciones similares,
cuando esos conceptos se recojan en la legislación nacional; en todos los casos se velará
al máximo por el interés superior del niño. Los Estados Partes prestarán la asistencia
apropiarla a las personas con discapacidad para el desempeño de sus responsabilidades
en la crianza de sus hijos". N°4) "Asegurarán que los niños y niñas no sean separados
de sus padres contra su voluntad, salvo cuando las autoridades competentes, con
sujeción a un examen judicial, determine de conformidad con la ley y procedimientos
aplicables, que esa separación es necesaria en el interés superior del niño. En ningún
caso se separará a un menor de sus padres en razón de una discapacidad del menor, de
ambos padres, o de uno de ellos".
A la hora de evaluar, entonces, si los órganos del Estado cumplieron con su deber
de apoyar a los padres para que la niña se mantenga en su núcleo de origen, se observa
que éstos cumplieron con las cargas impuestas, fundamentalmente la madre, quien se
apegó estrictamente a lo solicitado, evidenciando progresos en cuanto a su desempeño,
no obstante las limitaciones propias de su discapacidad. Como ha quedado establecido,
ella posee una discapacidad que —debido a la historia vital que el fallo describe—ha
afectado su independencia y autonomía, careciendo de redes de apoyo, familiares o
externas, que puedan contribuir en el cuidado de la niña. En ese contexto, resulta
manifiesto que no era suficiente ofrecerle programas destinados a fortalecer sus
habilidades parentales —los que de hecho realizó íntegramente, sin lograr los estándares
esperados para estimarla habilitada para tener el cuidado de la niña— sino que era
crucial, trabajar aquellos aspectos particulares que dada su condición necesitaba
fortalecer y, ante la carencia de un entorno social que pudiera colaborar en la crianza,
ejercer su rol, de manera que la adopción se produzca sólo en eventos excepcionales en
que aquello no se logra o no existe.
Tocante a la infracción de los artículos 7.1 y 9.1 de la Convención sobre los
Derechos del Niño, que tratan del derecho al nombre y a la nacionalidad y el derecho a
no ser separados de sus padres, salvo casos excepcionales que indica, respectivamente,
señala que la adopción debe ser la ultima ratio y destaca el vínculo afectivo que existe
entre la niña y sus padres, lo que se demostraría, además, con lo dispuesto en la propia
sentencia impugnada, que establece que, en su oportunidad, la entidad que corresponda
deberá agotar la posibilidad de que quienes la adopten, estén dispuestos o abiertos a
permitir el contacto con sus padres biológicos, para lo cual deberá acreditarse que se ha
preguntado a todos los que conforman el registro de personas interesadas en la adopción
—cualquiera sea su orden de prelación— y. que no hubo nadie dispuesto a ello. Lo
anterior implica que su separación podría ocasionarle un fuerte daño.
Sobre los artículos 16 de la ley 19.968 y 3 de la Convención sobre los Derechos del
Niño, que consagran el interés superior del niño, refiere que es un principio rector en
materias de adopción y que, no obstante ser un concepto jurídico indeterminado, debe
apreciarse en cada caso concreto de manera de lograr que se tomen las medidas que
resulten más aconsejables para la protección de sus derechos fundamentales y posibilitar
la satisfacción de todos sus requerimientos orientados al desarrollo de su personalidad
en un ambiente de afecto, contención y formación integral.
En tal circunstancia, cabe concluir que el Estado —a través, en este caso, de los
organismos acreditados ante el Servicio Nacional de Menores—no ha cumplido con el
deber que le imponen no solo las normas internacionales indicadas en el recurso, sino
aquellas relativas a la protección de las personas con discapacidad y también las de
derecho interno que regulan las obligaciones de dichos organismos en relación al apoyo
y orientación que deben prestar a la familia de origen del menor, en el contexto de un
proceso de adopción (artículo 7 de la ley 19.620). Corolario de lo anterior es que, si bien
la sentencia impugnada —consciente de la complejidad del asunto— ha buscado una
modalidad inédita para evitar la separación definitiva y total de la niña con sus padres,
ha obviado el mandato que el artículo 1 °, en relación al artículo 15 de la ley 19.620 le
imponen, en el sentido de dar curso a la susceptibilidad de adopción sólo cuando se
hubieren agotado las medidas que permitan la permanencia de la niña en su familia de
origen, como consecuencia del principio de subsidiariedad de la adopción, en virtud del
cual ésta debe operar una vez que se concluya que la familia de origen está imposibilitada
de brindarle afecto y los cuidados tendientes a satisfacer sus necesidades de todo orden.
Es cierto que la sentencia resuelve apremiada por el dilema de que esperar cambios en
la aptitud de los padres prolongará una ya larga institucionalización a que se ha visto
sujeta la niña, sin embargo, actuar de ese modo permite, de alguna manera, que el
Estado no asuma la responsabilidad que le cabe en el desarrollo de políticas y programas
apropiados para lograr que los niños y niñas que son hijos o hijas de un padre o madre
con discapacidad se mantengan en el núcleo familiar de origen, aceptando, como ocurre
en este caso, que se continúe discriminando a una mujer por el sólo hecho de su
discapacidad, a lo que se suma su situación de pobreza y vulnerabilidad, al impedir que
tenga acceso a programas que le permitan desempeñar las labores de crianza de su hija,
lo que lesiona su dignidad como persona.
Sexto: Que en relación a una eventual infracción del interés superior de la niña, en este
caso concreto, cabe señalar que si bien prima facie podría entenderse que, en las
condiciones actuales, el mayor beneficio lo obtendría haciendo lugar a la susceptibilidad
de adopción, ciado el tiempo de institucionalización y el peligro de que sufra algún daño
involuntario de ser entregada a sus padres, es lo cierto que al no haberse agotado las
posibilidades de trabajar con la familia de origen para que se mantenga a su cuidado,
acoger la susceptibilidad significa hacer cargar a la niña con la negligencia del Estado,
en el sentido que se le priva de la posibilidad de crecer en el seno de su familia y, en
especial junto a su madre, a quien reconoce y con quien ha desarrollado un vínculo de
apego, lo que ciertamente lesiona o es contrario a su interés superior, sobre todo teniendo
presente las especiales condiciones que comparecen en la especie, cual es que los padres
—y fundamentalmente la madre— han demostrado un genuino interés en mantener y
desarrollar el vínculo con su hija, y que la propia sentencia impugnada descarta todas
las causales invocadas por la institución solicitante que dicen relación con la negligencia
de sus padres y sólo valida la última, residual, que se refiere a cualquier otra situación
que ponga en riesgo moral o material a la niña, no obstante advertir que en ningún caso
sería proveniente de la voluntad de sus padres. En consecuencia, apartar a la niña del
cuidado de éstos, no contribuye a satisfacer su interés superior, en la medida que
clausura el desarrollo de una opción que le puede permitir ser restituida a su entorno
familiar, y conectar con sus raíces, siempre que el Estado cumpla con su responsabilidad
de prestarle la asistencia que requiere.
Pronunciado por la Cuarta Sala de la Corte Suprema integrada por los Ministros señor
Ricardo Blanco H., señoras Gloria Ana Chevesich R., Andrea Muñoz S., María
Angélica Cecilia Repetto G., y la abogada integrante señora Leonor Etcheberry C.
Santiago, diecinueve de febrero de dos mil veinte.
Sentencia de reemplazo.
Vistos:
Se reproduce la sentencia en alzada, con excepción del motivo décimo tercero, que
se elimina.
Segundo: Que, resulta indispensable que el Estado, representado en estos autos por
la Casa de Acogida Grada, como organismo acreditado ante el Servicio Nacional de
Menores, donde la niña se encuentra institucionalizada desde el mes de enero de 2015,
en cumplimiento de las obligaciones a que el Estado de Chile se ha comprometido al
suscribir tanto la Convención sobre, los Derechos del Niño como la Convención sobre
los Derechos de las personas con Discapacidad, realice todas las acciones y programas
especiales necesarios tendientes a apoyar a la madre de la niña para que esté en
condiciones de desempeñar el cuidado de su hija, impulsando el desarrollo de una mayor
autonomía e inserción en la comunidad, y/o a través de la asistencia directa del Estado,
en caso de ser necesario. Del mismo modo, velará porque ambos padres se sometan a
una intervención que visibilice la violencia ejercida por el varón en relación a su pareja
y promueva una conducta respetuosa de su condición como mujer y de sus limitaciones
cognitivas, con miras precisamente a generar herramientas que potencien una nueva
forma de relacionarse.