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TEOREMA DEL PUNTO FIJO DE BROUWER

El teorema del punto fijo de Brouwer (nombrado así en honor al matemático holandés
Luitzen Egbertus Jan Brouwer) forma parte de la familia de los así llamados «teoremas
de punto fijo», que enuncian que, si una función f verifica ciertas propiedades, entonces
existe un punto x0 tal que f(x0) = x0, es decir, un punto fijo de la función. La forma más
simple del teorema de Brouwer asume por hipótesis que la función f está definida sobre
un intervalo cerrado y acotado, de extremos diferentes, J en sí mismo. De manera más
general, la función está definida sobre un conjunto convexo y compacto K de un espacio
euclídeo y a valores en K.

El teorema del punto fijo de Brouwer tiene ramificaciones en varias áreas de las
matemáticas, a veces inatendidas (como por ejemplo en la teoría de juegos, para
demostrar la existencia de un «equilibrio de Nash» por un juego de n personas con
estrategias mixtas). El resultado es uno de los teoremas centrales que caracterizan la
«topología de un espacio vectorial euclídeo de dimensión finita», como el teorema de la
curva de Jordán, el teorema de la bola peluda o el teorema de Borsuk-Ulam.

Históricamente, el estudio del teorema proviene de los trabajos de los matemáticos


franceses Poincaré y Picard sobre ecuaciones diferenciales. Demostrar resultados tales
como el teorema de Poincaré-Bendixson requiere del uso de herramientas de la
topología. Hacia fines del siglo XIX, estos trabajos culminan con varias versiones
sucesivas del teorema; en 1912, Luitzen Egbertus Jan Brouwer da una demostración
general, estableciendo nuevamente un resultado ya probado por Hadamard en 1910.

La historia del teorema del punto fijo de Brouwer impone un pasaje por una ecuación
diferencial. Hacia finales del siglo XIX, una conocida pregunta llama nuevamente la
atención de la comunidad científica, la de la estabilidad del sistema solar, su resolución
supone el desarrollo de nuevos métodos. Como remarca Henri Poincaré, al estudiar el
problema de los tres cuerpos, la búsqueda de una solución exacta es en vano: «Nada es
más propio para darnos una idea de lo complicado del problema de los tres cuerpos y en
general de todos los problemas de Dinámica, en donde no hay integral uniforme y
donde las series de Bohlin divergen». También hace notar que la búsqueda de una
solución aproximada no es más eficaz: « [...] mientras más precisas tratamos de obtener
las aproximaciones, más tiende el resultado a divergir hacia una imprecisión creciente».

Estudia una cuestión análoga a la del movimiento de la superficie de una taza de café.
¿Qué puede decirse, en general, de las trayectorias de una superficie animada por una
corriente constante? Poincaré descubre que la respuesta reside en lo que hoy se llaman
las propiedades topológicas de la zona que contiene la trayectoria. Si es una zona
compacta (es decir, a la vez cerrada y acotada), entonces la trayectoria o bien se
inmoviliza, o bien se acerca de más en más a un bucle que recorre indefinidamente.
Nota Poincaré va más lejos aún, si la zona definida es de la misma naturaleza que un
disco, como en el caso de la taza de café, existe necesariamente un punto fijo. Este
punto fijo es invariante por todas las funciones que, a cada punto de la superficie
original, asocian su posición al término de un período t. Esto no sucede necesariamente
si la zona corresponde a una banda circular, o no está cerrada.

Para comprender mejor la ecuación diferencial, una nueva rama de las matemáticas ve
la luz. Poincaré la llama analysis situs, la Encyclopedia Universalis la define como
aquella que «concierne las propiedades invariantes de una figura cuando se la deforma
de cualquier manera continua, sin rasgaduras (como por ejemplo en el caso de la
deformación de una esfera, las propiedades correlativas de los objetos dibujados en su
superficie)».

En 1886, Poincaré establece un resultado equivalente al teorema del punto fijo de


Brouwer. Más tarde, desarrolla una de las herramientas de base para comprender el
analysis situs, hoy conocido como Grupo fundamental o «grupo de Poincaré». Este es el
método presentado en una de las demostraciones del presente artículo.

De cierto modo, el enfoque de Poincaré es análogo al de Emile Picard, un matemático


contemporáneo que generaliza el teorema de Cauchy-Lipschitz. La idea de Picard se
apoya sobre un resultado que será formalizado más tarde por otro teorema de punto fijo,
llamado de Banach. Este teorema no se basa en las propiedades topológicas del dominio
de definición, sino sobre el hecho de que la función estudiada es contractante.

Demostración:

Supongamos un montañero decide salir a pasear una tarde hasta el pico más alto de la
sierra durante 12 horas, y en el mismo instante en el que llega esta tan cansado y da
media vuelta y regresa a su casa . si imponemos que tarda el mismo tiempo en ir que en
volver, entonces podemos decir que hubo un lugar donde estuvo a la misma hora en días
distintos (independientemente de la velocidad de paseo); la veracidad de este curioso
ejemplo nos la da el teorema de Brouwer.

Un punto fijo de una función f: X X es un elemento x Є X, que satisface que f(x) =x

Dado un conjunto X, parece razonable al preguntarse qué clase de funciones tiene un


punto fijo en el conjunto X. No obstante, en topología es lógico preguntarse si dada una
clase de funciones podemos encontrar un conjunto en el cual dicha clase contenga la
propiedad de que tener un punto fijo.

Un conjunto X decimos que cumple la propiedad topológica de tener un punto fijo(tfpp)


si toda función continua del conjunto X en sí mismo tiene un punto fijo.

Nosotros estamos interesados en saber qué tipo de conjuntos son tfpp, para ello un
pequeño proceso de prueba y error será gratamente ilustrativo.

Un primer ejemplo de conjunto con la propiedad del punto fijo es X = [0,1]


Por ser X compacto los extremos están incluidos y cualquiera que sea la función
continua que parte de f (0) y llegue a f (1) intersecara a la línea rayada, que representa
f(x) = x, es decir una línea de puntos fijos.

Consecuentemente, tendrá sentido pedirle a X que sea contráctil, probemos con el


siguiente conjunto.

Sea x = (0,1), homótopo a un punto y conexo pero se nos “escapa” f por no ser X
compacto.

Como consecuencia de estos ejemplos tenemos la pregunta que se hizo Borzuk en 1932:
¿Si X es un conjunto compacto y contractible entonces se cumple la propiedad
topológica de tener un punto? La respuesta se la dio Kinoshita veinte años más tarde.

Es necesario ser un poco más restrictivos, supongamos de X sea compacto y convexo


(convexo contráctil) ¿Todos los conjuntos tfpp son al menos de esta forma?
Consideramos ahora el “circulo polaco”.
X tiene la propiedad topológica de tener punto fijo pero no es convexo, lo que indica
que hemos exigido demasiado al conjunto.

Consideramos al conjunto X de RxR, formado por el intervalo X0 = [0,1]. Los


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segmentos Xn, que empiezan en el punto (𝑛 , 0) y termina en (𝑛 , 𝑛) .Este conjunto no es
compacto ni convexo pero cumple la propiedad topológica del punto fijo.

Pocas conclusiones podemos sacar a priori sobre el aspecto y similitudes de los espacios
que cumplen la propiedad topológica del punto fijo, pero entonces, ¿Por qué nos
molestamos en caracterizar los espacios según dicha propiedad?
Proposición 1.1:
La propiedad topológica del punto fijo es un invariante topológico.
Demostración:
En efecto, sea X tfpp, sea h: X Y un homeomorfismo. Sea f: Y Y continua. Entonces
si h-1 es la inversa de h tenemos que h-1 o f o h : X X continua, y por tanto como X es
tfpp seguro que existe xєX tal que

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