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'MIÉRCOLES, 4 JUNIO DE 1969 LA VANGUARDIA ESPAÑOLA Página 13'

LAS POSIBILIDADES EXISTENCIALES


SIN PAUSA Y SIN PRISA

NOTAS A LA ACTUALIDAD CULTURAL IA MUERTE COMO 'RESPUESTA


f^ON motivo de la celebración de la Semana de la cura quijotil a ese hondo lago de inocencia y melan-
CI alguien me preguntara con qué
palabra deíino la existencia, o, me-
jor, de qué modo la experimento, di-
los motivos (azar aparente) que lle-
van a Julieta y Romeo al suicidio son
puras «articulaciones de superficie»
Comunicación Social han circulado emocionantes colía que Nuria ha puesto en los ojos aldeanos y ni- ría: «carencia». Esta palabra explica que enmascaran lo esencial: si no hu-
palabras. Se llega a la convicción profunda de que lo ños a la vez de Sancho Panza. la situación del existente desde Buda bieran muerto, su amor no habría sido
importante y lo trascendente, nos llega por vía de comu- a H'aidegger. Si para el primero, el de- inmortal, se habría deslizado hacia la
nicación; o, si queréis, de comunión. El infierno es un seo es el origen del color, no hay duda entropía del espíritu. En las conversa-
modo de soledad, al que nos apuntamos demasiadas Luis Permanyer, en la casa de «AB C» de que, a su vez, el deseo se debe a la ciones de Romeo con el franciscano
veces de una manera voluntaria. «Dile o tu prójimo Crepitaba, delgada y enérgica, la voz de Luis Per- fundamental «carencia» que constitu- que los casa, clandestinamente, se alu-
que le quieres; lo necesita», viene a decir uno de los manyer, al agradecer en la gran sala .dé «ABC», la ye al ente. Si el hombre no sintiera de a la inconstancia del joven. Sólo la
pregones que han circulado en estos días. Y es ver- cena de homenaje por la concesión del Premio Luca que le faltan muchas cosas (posible- muerte, cortando las vidas y el amor
dad. ¡Cuántas veces por timidez, por rubor, por in- de Tena, a la luz de los grandes candelabros que pre- mente todas las cosas, lo absoluto) no en el instante de la culminación, dará
hibición no decimos nuestro amor a quienes nos ro- sidían la mesa. Y agradecía la palabra redonda de tendría ningún deseo. En cuanto a verdad mítica a sus sentimientos. Y
dean! ¡Qué estúpidamente avaros somos de nuestra Torcuata Luca de Tena, cuando subrayaba la sig- Heidegger, para él, la condición hu- terminará con la insuficiencia, a la
propia ternura! ¿Y no comporta ello la adustez, vo- nificación del ascenso de un periodista barcelonés al mana estriba en «estar saliéndose de vez que con la carencia.
luntaria o no, de los rostros vecinos? Un amigo mío más alto galardón del periodismo peninsular. Primero, sí» («ex-sistere») constantemente, y Exactamente lo mismo sucede en el
suele completar, en verso, la tripleta proverbial de había presentado sus cartas credenciales, evocando justo por esa carencia básica. La se- «Tristán» wagneriáno. Ciertamente,
nuestros deseos «salud pesetas y amor» con estas pa- el magisterio verbal que sobre él habían ejercido dos gunda palabra que agregaría a la pri- se imbrica aquí la idea de «sacrificio»,
labras «y caras alegres a nuestro alrededor». Porque, grandes escritores: Josep María de Sagarra y Néstor mera, en el fondo se refiere a lo mis- como contexto sacro de acciones me-
¿de qué nos serviría una felicidad rodeada de lá- Lujan, de la noble estirpe de los grandes conversado- mo, pero con la perspectiva invertida. ramente humanas, porque al amor, en
grimas? res. Y era un lujo curioso la evocación, en un ambien- Ya no se trata de ver la existencia, su nivel superior, es una hierofanía.
Hace unos días, con ocasión de un aniversario, me te así, de páginas de «L'aperitiu», como espejo de pe- como totalidad, desde el ente, sino al No por otra razón muere Crisagón
ha sido dado el goce supremo de paladear una amistad, riodismo vivaz, poético y creador. Después —porque revés. La palabra es: insuficiencia. ante Bronwyn; pues, sin la muerte, la
entrañable. La amistad no nos viene prefigurada por nobleza obliga— dijo unas palabras exactas sobre la Todas las «respuestas» que el ser hu- incapacidad, no sólo de intensidad y
la sangre, ni por .la estirpe. Es —como el amor— un dinastía periodística que rige, desde hace casi un si- mano es capaz de dar a las solicitudes constancia, sino de «dar respuestas su-
don de Dios. Sino que, yo diría, todavía más sublime. glo, la nave de «ABC», recogiendo así lo que su actual de la existencia son insuficientes. ficientes» (sé que esto es difícil de
En el disfrute del amor hay siempre, en el fondo, una director designó como «virtualidad de los puentes» y Cuanto se hace en amor, para darle comprender, pero juzgo que cuanto
nota de pequeño egoísmo, aunque sea compartido. En agradeciendo, como corresponde, la voluntad de con- realidad, no basta. Cuanto se hace en «hacemos» es un juego en relación con
la amistad, no hay sino corazón volcado y mano abier- cordia que sostenía sus nobles palabras. Si a esto se la vida del espíritu, tampoco basta. lo deberíamos «poder hacer»), no hu-
ta; con sentimiento profundo. ¡Bienaventurado el hom- añade la significación del premio otorgado a don Sal- Con verdad decía Valéry: «Siempre biera dejado de manifestarse, pronto,
bre capaz de eludir la soledad, en el ejercicio grato vador de Madariaga —cuya lejanía ideológica se com- que realizamos una dbra bella, nos tarde, o de modo inmediato. Cuántos
de la compañía amiga! plugo en señalar— se comprendera mejor el hondo damos cuenta de que hemos perdido no han experimentado la muerte inte-
e importante sentido que tuvo la fiesta, como símbolo (dejado de hacer) una obra bellísima». rior del amor, sufriendo, no por falta
Amén. . ' • • • ' —lo subrayó después el conde de los Andes— de la . Pues la insuficiencia no es sino la ca- de «correspondencia» de fuera aden-
furiosa necesidad de entendimiento entre los españo- rencia interior. tro, sino por «carencia» de fuerza
les, única fórmula viable para el inmediato porvenir. afectiva propia. Por falta de posibili-
Nuria Bordas, ilustradora Por esta razón, posiblemente, las dades expresivas, fáctícas, existencia-
tensiones más hondas que pueden con- Íes. Y esto no sólo acontece en este
He sentido el goce de asistir, hace unos días, a la
clausura de una exposición de trabajos de la cátedra
Constancia de un suceso mover al hombre sólo hallan respuesta dominio, sino en todos. De ahí la im-
Esta sección, al servicio de la actualidad cultural, adecuada en la cesación voluntaria de' paciencia frenética (incomprensible
del profesor Madiroles en la Escuela Superior de Be- «lo que es carente e insuficiente»: la
llas Artes de San Jorge. Son trabajos para ilustrar deja constancia del suceso siguiente: el pasado día 27 vida. Por esta razón, la muerte es la para quienes no sean grandes apasio-
libros. He aquí, pues, una bella artesanía que hay de mayo de 1969 •—cita inaugural de la Feria del Li- respuesta más auténtica y profunda nados) de los mártires. Leyendo los
que contemplar con atención. Nuestras ediciones son bro de Madrid— vendió, una editorial española, en el que se puede dar, el testimonio defi- libros de historia de la Iglesia primi-
cada vez más correctas: pero yo diría que quizá, tam- término de la jornada, ciento cincuenta mil ejempla- nitivo, no sólo por arrancar, de una tiva, uno se sorprende de la bondad
bién, menos artísticas. El arte de decorar una edición res de la obra «La tía Tula», de Miguel de Unamuno, irrealidad fenoménica, sino por la ex- de algunos magistrados romanos, de
es un nobilísimo arte; como lo es, también, el arte de y espera vender, según mis noticias, una cifra aná- presa voluntad de ir más allá de un cómo procuraban evitar pronunciar '
encuadernar. Son todos ellos, elementos de persona- loga de la inmediata reedición. Este acontecimiento, mundo que no permite la intensidad condenas y les era imposible por el
lidad. sencillamente impar, entiendo que debe quedar regis- y la perfección vivencial en sus gra- anhelo de muerte manifestado por el
¿Y no podría explicarse todo esto a las delicadas trado, en luminosas tintas, en este' breviario atento de dos máximos. La muerte por amor, o mártir, convencido de que sólo tras-
y hondas ilustraciones que a la edición catalana del la vida cultural española. a causa del amor, es explicada con cendiendo el reino de «la mezcla» (de
«Quijote» (publicada por Ed. Tarraco), ha puesto Nu- pretextos varios por los dramaturgos bien y mal, para usar un término
ria Bordas? Delicadeza y hondura, que va de la nube Guillermo DIAZ-PLAJA o los «inventores» de leyendas. Sha1- gnóstico) podían alcanzar la seguridad
etérea al rasgo incisivo;, de la alegría furiosa a la lo- de la Real Academia Española kespeare tenía perfecta idea de que y serenidad, la «eternidad de respues-
ta» ante el Creador que amaban.
Es lo que Nietzsche llamaba «es-
tar maduro para la muerte», en-
LAS P E Q U E R A S N A D A S tender que, aquí, todo tiene algo,
o mucho, de parodia. Y que sólo arro-
jándose al foso abismático cabe rea-

LA VIEJA HISTORIA DEL VINAGRE


|^O hablaré de quienes —y los hay— somos relamidos, y más bien partida- tenerlo al alcance de la pluma me di cuenta colegiales; la enorme mesa te-
lizar, cuando menos, un acto que sí
es una «respuesta suficiente» al estí-
mulo dado (el peligro de la «patria»,
el espíritu de invasión y conquista,, el
anhelo de superioridad por el senti-
miento de la propia fuerza). Por esto,
lo practican —me refiero a los avi- rios —cada vez más— del yantar sen- el cumplido gusto dé oponer valiente nía forma de U; chicos a las dos ban-
nagrados, a los no dados a la grata cillo y concreto, siendo fresco, sí de- réplica a sus razones, por nota, a pie das; en el engarce de los dos lados de lo peor de la muerte ordinaria, la que
concordia del vivir en paz—; hablo del bemos confesar nuestros remilgos en espera a la más inmensa mayoría de
de página, en cuantas ocasiones fue la vocal, el director con un alumno los humanos, es su inutilidad. Por
pequeño vivir diario, cada cual en su cuanto a la calidad del vinagre, al ex- menester,, para dejar las cosas en su a la derecha y otro a la izquierda; el
parcela; aludo a los que ponen esa tremo de que, fuera de la casa, si el esto, Rainer María Rilke pedía para
condimento no pinta, a nuestro enten- sitio, sirviéndome para ello no sola- subdirector presidía, allá al fondo, en cada uno «su propia muerte», en el
cara especial a la más mínima; cara mente de mi memoria palatal, sino de la cabecera de una de las mesas; re-
de np estar de acuerdo con nada de der, como es debido, renunciamos con sentido de que ese dejar de ser fuera
lo nuestro; ¡con lo cómodo —^-tira y aire sesudo. Repudiamos, con todos los textos solventes que contienen el qué cuerdo las comidas, las gratas y las no un responder personal y absoluto a
afloja— que resulta vivir regalando respetos, esos vinagres que circulan y el cuanto de los vinos que se crían gratas; las enormes tortillas a la fran- un llamamiento también personal y
un poco de sonrisa para aderezar el sin árbol genealógico, clarillos de co- en Jerez de la Frontera; y no digo más cesa, con indudable trampa, vista la absoluto. La poesía, que, como expli-
extraño transcurrir de los días, conde- lor, o demasiado tintos, puras degus- porque, en su día se verá el libro consistencia de las porciones, con aire caba, enfrenta constantemente al autor
nados a las dichosas obligaciones! Los taciones de io que debe ser el ácido —por cierto delicioso— que yo vertí de las de los brazos de gitano; las con su insuficiencia —no ya de me-
hay, llenos de doctrina, eso sí que, por acético, sin más. Utilizamos, por gene- al castellano y que, por voluntad de fuentes de patatas fritas, celebradas dios, sino de fines— es una zona del
lo visto ni son felices ni dejan serlo,: rosa caridad hacia esa absurda ver- su editor, en España, encabecé con un con vítores cuando acontecían; recuer- pensamiento en la que esa promoción
lo relativamente que se puede en este tiente nuestra, un vinagre excepcional, prólogo en el que dulcifico mis severas do las grandes vinagreras, perenne, del morir puede hallar una forma ex-
mundo. No; no andan hoy los tiros por que no se halla en el comercio, utili- único adorno de la mesa, a mármol se- presiva, que, aun insuficiente, sirva
palabras contradictorias, tendiendo al para transmitir algo, o mucho, de los
el reino del sentido figurado; allá que- zado para el consumo del donante y su autor el puente de mi amistad con de- co, sin manteles; las estoy viendo,, re-
den, con sus guerras, los avinagrados;^ gente\ numerosa; se cria en el campo pletas, relucientes, limpias; estoy vien- conflictos que minan al hombre. Por
y denos Dios sentido del humor y ca- de Tarragona, paisaje de buena parte cidida voluntad de sobremesa; que, en esto, el que no se atiene a valores
esa continuación espiritual del condu- do los colores: el amarillo soleado del convencionales puede llegar a admi-
pacidad suficiente para superarlos, si de mis adolescencias, donde los vinos aceite y el rojo industrial del vinagre,
asoman por los caminos de nuestro nubladores de lejanas sobremesas, co- mio, los que no se, ponen de acuerdo rar, e incluso a amar, a personajes
es porque no quieren. demasiado rojo a los ojos de la memo- extraños o terribles. Por darse cuenta
pan de todos los días. Así sea. roneles en grado, padres y abuelos de ria. La verdad sea dicha: usábamos
olorosos rancios, «Calandrias» y «mis- Confesaré que administrado con to- de que ellos, al iniciar su acción, sa-
De lo qué estoy intentando hablar dos los honores, el vinagre jerezano ha del convoy sin limitación; hasta que bían que estaban respondiendo con
es del vinagre, llano y simple, tan an- telas» que inducen a transitorias, pero un día... constatados que fueron por
sinceras abdicaciones, de- los varoniles hecho tambalear mis sólidas convic- tal plenitud que se ponían en peligro
tiguo como el vino, diurético él, y di- la superioridad abusos en la adminis- mortal. No otra cosa ha aflorado en
solvente, participador, en función de principios excluidores del vino dulce, ciones, y mi adhesión fiel al tarraco- tración racional del aceite, utilizado
y la ópera italiana. Y, claro está, de nense, pues, claro, clarísimo cómo, un la correspondencia que estos días
esas.cualidades, en las mixturas de la abusivamente para el untado de pan mantenía con el poeta Félix Alonso
farmacopea —el que bebían, por lo tales vinos, tales vinagres; delgados, vino de los claros, reluciente y amba-
de color caoba, con aromas ancestra- en cantidades que algunos almacena- Royano, quien me confesaba admirar
visto, rebajado con agua, los soldados rino, suelta, una vez en el ruedo, fra- ban en las tristes celdas individuales a dos seres a quienes no he dejado
romanos, y, puro, algunas señoritas del les, con un leve pie en lo rancio, que gancias insospechadas, sobre todo nue-
hacen de la lechuga una fiesta; llevo con alta ventana, se dictó una orden, tampoco de admirar: Ekhnaton y Ri-
Romanticismo, para palidecer, y estar vas para el consumidor del catalán, a rajatabla, suprimiendo el aceite; y cardo III de Inglaterra. Ambos, por
a la altura de las circunstancias; usa- largos años en el rito y me cuesta cam-
biar la suerte; cómo decía, prefiero la menos veleidoso en el aroma, pero ase- la medida sancionadora que, por natu- disímiles que fueran en vocación, ca-
do, pqí algunos entendidos, para rociar guro que muy eficaz en el cumpli- rácter y destino, sintieron que «vivir
fresas y fresones, que yo prefiero a renuncia, a pesar de que me encantan raleza, parecía transitoria, se convirtió
las «eruditas», aun., cuando no al ex- miento de su cometido. Pero, lo reco- en costumbre, con todas sus conse- no es' necesario, navegar sí»¡ (Pompe-
palo seco, azucarados, o, de lo contra- miendo; ha sido para mí una expe- yo el Magno). El primero tuvo que ser
rio, aliñados con otros caldos, o con la tremo de su versión francesa, tan cuencias; así, recuerdo yo las lóbregas
abundante como engañadora, para en- riencia útil y regalada, y puede serlo vinagreras sólo con vinagre; así, por rey en un nivel segundo, superior, so-
nata, prohibitiva para los que, desde lar, derrocando la dictadura del cler-o
antiguo, venimos estudiando más bien trar en materia en los cubiertos de para quien haya pensado en un ideal lo que a mí respectaba, quedaban ex-
precio módico, ante los que, en Fran- de vinagre al consumir los que se en- cluidas de mis comidas las escarolas de Amón e instaurando el monoteísmo
para gordos. Diré que, con las debidas del Sol (lo que le llevó a una autodes-
mesuras, el vinagre es fundamental en cia, hay que sucumbir de no costar la cuentran por los ultramarinos de todas rizadas y las lechugas de hojas navi-
cosa un ojo de la cara. trucciónque fue autorrealiz'áción). El
tocante a lechugas y escarolas; asimis- las esquinas, y no se haya planteado formes, que con el vinagre aquél, a segundo sintió que, para «ser», había
mo para los fluviales berros, de tan Y les diré que mis razones en torno seriamente el cambio de rumbo que secas, y con sal, sabían a demonios. de «ser rey». Como, un muerto que
difícil logro en plaza; algunos, en el al vinagre vienen promovidas por ra- una ensalada cobra según sea su ade- - ...Como ha sido dicho, muchas de viera lá posibilidad de vivir, hizo todo
caso, prescinden del vinagre, por otra zón de que uno de esos pocos pero en- rezo —y no hablemos ya del aceite nuestras cosas comienzan en la infan- lo que fuera (los peores crímenes)
parte silenciado en el proverbio: «La trañables amigos con que se cuenta, porque necesitaríamos capítulo aparte. cia; en ello están de acuerdo todos para vivir en el plano de la respuesta
ensalada, bien aceitada y por mano de tan buenos que llegan a acordarse de los autores. suficiente. Y en Bosworth, cuando
loco meneada»; por cierto que, con to- Además, todo esto ha coincidido
las frivolidades de uno, inofensivas, —la opinión no es manca, como suele cayó bajo las armas enemigas—no
dos los rigores de la asepsia, como emparentadas con el fervor hacia las antes— pudo comprender, en aquel
mejor queda dispuesta una ensalada pequeñas nadas, me ha obsequiado
decirse en familia— con el dato de José CRUSET instante (no antes, repito) que ha-
es revuelta cuidadosa e insistentemen- que él ancho y prodigioso Orson Welles bía alcanzado su sino. No se entienda
te con las manos; algunos cavilan —y con una botella de auténtico vinagre ha declarado en estas fechas, en un
de Jerez: «...pusiéronse en pie los jue- erróneamente nada. Aquí no se habla
existen razones, al respecto, para todos cine de nuestra ciudad, por más señas, sino dé la carencia y de la insuficien-
los gustos— sobre el orden de prela- ces...»; se trata de palabras mayores;
ción, en el aderezo de los elementos
tradicionales: sal, aceite y vinagre;
el solo nombre del prodigioso lugar ya
inspira un respeto; y no digamos ya
su pasión por las ensaladas, y ha pon-
tificado diciendo que el goce le resul-
ta sin tacha, impecable, cuando en el
La GRASA cia. Cada cual puede buscar, o debe
buscar, si le es preciso, el modo suyo
de trascenderse. Es obligatorio ser,
pues aquí no se alude al empleo de sus vinos, de universal, renombre; sin No deje que la grasa deforme
aliñado emplea vinagre de Jerez. su figura, consérvese joven, ágil, puesto que «nos ha sido» obligatorio
mostazas u otras mercancías embote- más que devotos en los más exigentes existir.
lladas que muchos utilizan por gusto, países, en los que poco encomiado sue- Con el vinagre y la lechuga tengo esbelta con el método FQRMODE,
y otros para dárselas de viajados y le ser lo ajeno; sólo, de mi conoci- yo una sombra en la infancia; recuer- sin dieta ni ejercicio. Consulte a
mundanos. Por nuestra parte, nos sen- miento, he registrado un detractor; do como si fuera ahora mismo el co- su médico y pida en su farmacia Juan-Eduardo CIRLOT
timos tradicionales; pero si bien» como atolondrado negador de los vetustos medor aquel del internado; comíamos, FOBMODE. c.p.s.605
en ocasiones hemos proclamado, no pergaminos del cálao jerezano, y por por entonces, en él unos buenos cin- De la Academia del Faro
de San Cristóbal

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