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Una familia puede ser tan pequeña como el esposo la esposa y los hijos, o Puede
ser tan grande como una ciudad o una nación, Ciertas familias tienen sus
características; y ciertas ciudades también, Pero necesitamos comprender que no
tenemos por qué aceptar las características negativas de nuestros antepasados. No
tienen por qué perseguirnos durante el resto de nuestras vidas. Las podemos
romper,
¿Qué está haciendo que piense y me conduzca de una manera que no agrada a
Dios? ¿Qué está haciendo que actúe violentamente con mis hijos sin razón
aparente? ¿Por qué me da la impresión de que no puedo retener ningún trabajo
por un buen tiempo? Es hora de romper esa maldición que se halla en nuestra
vidas, de una vez por todas, y caminemos en la libertad que nos proporcionó Jesús
por medio de la cruz,
Testimonio: una pareja de esposo contó que unos dos meses después de que, su
hijo mayor Calen, comenzara en primer grado, la mamá recibió una llamada
telefónica de la maestra del niño. Ésta le dijo que su hijo estaba muy nervioso y
sentía pánico pensando que su mamá no lo fuera a recoger a la escuela. No le
tenía miedo a ninguna otra cosa; sólo a quedar separado de su madre. Un día, el
papa del niño estaba hablando con su padre, acerca de la situación. Y De repente,
fue como si se encendiera una luz en los ojos del abuelo, quien le dijo: “Yo sé
exactamente de qué se trata”. Cuando yo tenía la misma edad de mi nieto, SE
ACTIVAN… CUANDO EL NIÑO ENTRO A PRIMER GRADO, IGUAL QUE EL
ABUELO.
3- Maldiciones bíblicas
a. Rebeldía hacia las autoridades y blasfemia – María habló mal de
Moisés y le dio lepra. Cam no respetó la desnudez de su padre Noé.
b. Robar a Dios con los diezmos y ofrendas. Es falta de gratitud y falta
de obediencia. Malaquías 3:8-9
ÉXODO 8:9 —¡Tú fija la hora! —respondió Moisés—. Dime cuándo quieres que ore
por ti, por tus funcionarios y por tu gente. Entonces tú y tus casas se librarán de
las ranas, y estas quedarán solo en el río Nilo.
10 —Háganlo mañana mismo —dijo el faraón.
Así que ni una noche más con las ranas. Ni una noche más con las
maldiciones, pecados, enfermedades, pactos, vicios generacionales.
¿Cómo lo hacemos:?
La maldición es lo opuesto de la bendición (Deuteronomio 28)
B- Revocar: o sea cancelar lo que sea que dijimos que estuviera mal (Marcos 14:
66-72) y (Juan 21: 15- 17)
Romanos 6:23 dice que la paga del pecado es muerte. Esto no habla sólo de la
muerte después de la cual tenemos por delante el cielo o el infierno. El divorcio es
parte de esa muerte; lo son la pobreza, el racismo, la ira que destruye los
matrimonios y las familias, y también las depresiones y las enfermedades. La
gente recibe la salvación, pero no ha aprendido a poner la sangre sobre la puerta
de su tabernáculo. Cuando usted se da cuenta, y usa el poder de la sangre de
Jesús, esos espíritus y esas maldiciones no lo pueden tocar, El divorcio tratará de
llegar, pero cuando vea la sangre sobre la puerta de su tabernáculo, no va a poder
entrar. Las enfermedades, la depresión, la ira, la violencia y todas las cosas
malvadas van a tratar de arremeter contra usted y contra su Familia, pero si usted
tiene la sangre de Jesucristo en el dintel de su casa, estará viviendo bajo la
Protección divina.
Si usted acostumbra a decir, o si oye que alguien dice: “De tal palo, tal
astilla”, aplíquele a esto la sangre de Cristo y la adopción en la familia de
Dios.
Por el contrario, el Espíritu nos convierte en hijos de Dios y nos permite llamar a
Dios: «¡Papá!»
Isaías 1:18 dice: “Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán
emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca
lana”.
Cuando Dios nos dice que la sangre de Jesús nos limpia, significa que somos
perdonados, pero también somos liberados de la iniquidad.
Vamos al cielo, pero también somos sanados en nuestro interior, para que
podamos llevar una vida pura, santa y justa sobre la tierra.
Tenemos el poder necesario para resistirnos al pecado y llevar una vida santa.
No importa que usted esté sufriendo por una maldición que es consecuencia de
algo que usted mismo haya hecho, o que se debe a algo que hayan hecho sus
antepasados. El Cristo que quita las cargas y destruye los yugos vino para hacerlo
libre. Ya usted no tiene que pagar más las consecuencias de esa maldición. Puede
vivir en las bendiciones, en la libertad de la redención y en la restauración de Dios.