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TALLER DOCENTE II

TRABAJO FINAL

Docentes: Fernanda Zacarías


Zaira Ristein

Alumna: Melina Estrubia.

[Nombre del autor]


[Dirección de correo electrónico]
DETECTAR
En esta instancia, asistí a la “Escuela N° 8 Cristobal Colón”, la cual me asignó el curso de “1er grado
Turno Tarde” para realizar estas observaciones.
El primer día, al entrar a la escuela, medio desorientada sin saber a dónde dirigirme ya que nunca
había ido a esa institución, se acercó una docente para que pueda ir a hablar con la vicedirectora y
ella buscó una alumna de 7mo grado que me llevó al salón de plásticas, el cual era compartido con
todos los grados y sólo pertenecía a esta área. Éste quedaba en el primer piso, así que en el
recorrido subiendo escaleras y yendo por varios pasillos hasta llegar a él, pude observar que en el
patio interno de la escuela las paredes estaban llenas de decoraciones referidas al 12 de Octubre,
“Día de la diversidad cultural”, había un telón con este motivo, banderines hechos por los alumnos
y alumnas, afiches y cartulinas con dibujos muy creativos y realizados con materiales no
convencionales, también pude observar carteles referidos al “Grooming” (acoso por redes
sociales), y muchas otras carteleras con diversos temas. Estas paredes me recordaron al texto de
Gabriela Augustowsky, “Qué dicen las paredes”, cuando se refería tanto a Paredes Alegóricas “…En
relación con su uso y función, estas paredes actúan como un gran calendario que va siguiendo el
ritmo de las efemérides escolares.”, como también me recordaba a Roux, que nos dice que “… las
escuelas están […] superpobladas de imágenes que quieren proyectar la capacidad de
productividad…”, para que la comunidad observe al entrar a la institución que se está “trabajando”
con los y las alumnas.
Al llegar al aula los niños y niñas, que eran aproximadamente 25, estaban afuera en filas divididas
por género, con la docente de grado y adentro los esperaba la profesora de plástica. Al entrar al
salón observo un espacio con dibujos y trabajos realizados en dicha materia, 5 mesas rectangulares
las cuales se sentaban cuatro, cinco alumnos por cada una, un mueble en donde la docente
guardaba tanto las carpetas como materiales para utilizar en las clases, se observaba que el lugar
era bastante reducido por tantas cajas, papeles, materiales en general que se utilizan en esta
materia. Los alumnos algunos me saludaban y le preguntaban a la seño “¿quién es?” “¿por qué está
acá?”. Otros, hacían de cuenta que no estaba, pero veía sus miradas observadoras y expectantes.
Algunos tenían guardapolvo, otros vestían con diversas remeras y pantalón de buzo azul.
Al comenzar la clase la docente inmediatamente abrió el mueble del que hable anteriormente para
buscar las carpetas de cada uno y las fue repartiendo. Los niños estaban con muchas ganas de
hablar entre ellos, riéndose, dando vueltas por el aula, pero ella pedía silencio y que le presten
atención para que puedan buscar sus pertenencias, ya que ella no se acordaba los nombres de los
alumnos y si no le decían de quien era cada carpeta ella no podía entregarla. Hablando con ella me
decía que este curso es el más indisciplinado que le tocó en años, y que tardaba muchísimo tiempo
en repartir carpetas y útiles. Entre medio de la conversación algunos de ellos y ellas le comentaban
que no tenían la carpeta en la escuela, o que los padres no tenían dinero para comprarles hojas de
dibujo. La profesora tenía algunas hojas que les daba a esos niños que no tenían los materiales y
luego de terminar de repartir, fue preguntando quiénes habían terminado el útlimo trabajo de la
clase anterior y a los que les faltaba terminarlo en ese momento.
Luego, pasó a explicar la nueva consigna con la cual trabajarían. Comenzó preguntándoles cuántos
momentos de comidas en el día había y qué alimentos se consumían. Los niños y niñas comentaban
lo que comían en el desayuno, almuerzo, cena. La mayoría contaba qué alimentos consumían en
sus hogares. Después de esta puesta en común la docente entregó a cada mesa revistas y catálogos
de supermercado los cuales estaban llenos de alimentos y bebidas. La consigna fue “dibujen una
mesa, grande, a ustedes sentados en sillas y también a las personas con la que comparten este
momento” mientras explicaba la consigna se iba ayudando con el pizarrón para explicar cómo
hacer la mesa y las sillas para que tengan de referencia.
Luego sacó del mueble fibrones, lápices de colores, tijeras, crayones y diferentes útiles para que
puedan empezar con su trabajo. La docente me explicaba que con ella, no usaban ni lápiz ni goma,
porque todo lo que no guste como queda, se transforma.
Entre medio de toda la entrega de carpetas y explicación de la consigna fueron llegando más
alumnos al aula, que la otra docente iba llevando porque no habían terminado de copiar su
consigna en el aula. Pero eso retrasaba a la docente porque tenía que buscar sus carpetas y
nuevamente hablar de la consigna. Luego de la tercera vez que va la profe de grado, la docente de
plástica le dijo, bastante enojada “Necesitamos hablar de este tema. Así no se puede más”
También retó varias veces a los niños y niñas porque hablaban entre ellos, o jugaban con los
fibrones dibujando las mesas o sus brazos, un niño recorría todas las mesas y reiteradamente la
profesora le dijo que se siente, hasta que lo cambio de lugar y a otro niño también, o “amenazaba”
con hacerlo porque según ella “se distraían mucho y no le prestaban atención a la clase”. En un
momento, un niño le pide de ir al baño, pero ella le dijo que no podía dejarlo ir, que era peligroso
porque no lo podía ver, pero luego accedió a que vaya. A mitad de la clase, un niño sale corriendo y
se escapa del aula, a lo que la profe me mira desganada y me dice “siempre hace lo mismo. Tengo
que cerrar con llave porque se quiere ir con la docente de aula.” Más tarde me deja a cargo de los
niños unos minutitos para ir a buscar a Emiliano, este niño que se escapó del aula, pensando que
estaba abajo con la docente de grado pero cuando regresa veo que no estaba con el niño y me
comenta que la otra docente tampoco estaba con él.
La profe me decía que el curso era el reflejo de la docente que tienen a cargo, entones venía de ahí
el problema de que los alumnos no prestaban atención y eran “muy desordenados y sin hábitos”.
Se pudo observar una tensión entre estos dos roles docentes, ya que había inquietudes de parte de
la profesora de plástica para con la otra y esto hacía que se genere un ambiente bastante tenso
también con los alumnos. Desde mi punto de vista creo que eso afecta de una manera muy
significativa a los alumnos y alumnas porque la docente de artes visuales expresa cierta
desconformidad con el curso y eso se ve en el trato con las niñas y niños.
Cuando termina la hora los niños estaban esperando a poder salir e ir a la copa de leche, pero
primero llevaron las carpetas a la mesa de la profesora la cual les dijo que la clase siguiente
continuaban con el trabajo.
A la semana regreso, pero en esta ocasión habían faltado varios alumnos. Algunos cuando entraron
al aula me abrazaban, me contaban qué habían hecho el fin de semana, con quienes y qué juegos
habían jugado. Aunque intenté mantenerme bastante al margen y con neutralidad, aunque se hizo
bastante difícil.
En esta clase la docente de grado había traído a todos los alumnos en el mismo momento, pero
Emiliano que estaba afuera del aula no quiso entrar, asi que esta docente le dijo a la de plástica
“bueno, déjamelo a mí total se queda abajo conmigo y listo.”
La docente pasó a entregar las carpetas y les dijo que sigan con la actividad. Mientras me contaba
algunas cosas o dudas que tenía, los niños y niñas se paraban a cada ratito a preguntarle a la profe
si estaban haciendo bien, si le gustaba, o solo a mostrarle la creación. Ella me contaba que nunca
les decía que la obra estaba terminada, siempre podían seguir agregándole detalles y mejorar el
trabajo.
Se me venían varias preguntas a la mente por la presentación del enunciado de la actividad, o las
correcciones que les iba haciendo, y ella misma me fue comentando que en esta etapa ella era
conductista, les decía siempre bien detallado los pasos a seguir, porque si no “se quedan siempre
en el monigote” y que, para ella, en esta etapa no servía el “dejar que el niño descubra por sí solo”,
porque si no, no nunca lo hacía, sin una ayuda extra. Me comentaba también que el contexto en el
que vivían los alumnos y alumnas no era favorable para desarrollar la imaginación ya que no leen
libros en sus casas, tampoco les traen los materiales. Yo pensaba que los útiles que ella iba
repartiendo los daba la institución, pero me cuenta que fue juntando a lo largo de los años y lo
sigue haciendo porque si no, no tienen con qué pintar los niños y la escuela no podía darles todos
los materiales.
Me comentaba que a ella le gustaba lo técnico, líneas, geometrías, perspectiva, y siempre quiere
ver un avance en ellos y ellas, entonces me fue mostrando las carpetas de los niños y con alegría
me señalaba que habían avanzado en figura humana y tamaños del cuerpo. Lo que sí noté al ver
todas estas carpetas y trabajos que se fueron haciendo en el año era una repetición siempre de
algún elemento, ya que ella les daba eso de partida, para que luego ellos vayan creando a partir de
lo que entienden de la consigna.
Le pregunté si se hacían puestas en común, ya que recordaba el texto de Roux que explicaba lo
indispensable que es para que puedan “…tener la oportunidad de registrar qué han logrado y cómo
lo han hecho…”, para que vean este proceso de cada uno de sus compañeros, pero la docente se
limitó a contestarme que eso se hacía dependiendo el grupo.
Al terminar la clase, pude seguir conversando con ella, mientras acomodábamos el aula para el
próximo curso, muy predispuesta me respondió las dudas que me surgieron y me comentaba cosas
de sus 20 años de experiencia en la docencia.
Muy agradecida con el recibimiento y el espacio que me dieron, me fui de la institución, con
muchas preguntas y contradicciones que me surgieron a lo largo de estas observaciones.
ANALIZAR
En estas observaciones, como en la anterior, traté de ir con una mirada neutral, como habla en sus
textos Nicastro, para poder dejar prejuicios de lado. Se me dificultó más en esta etapa, creo yo,
porque al tener todos estos materiales de estudio como los de Hebe Roux, “Desplegar la mirada”, o
“Pedagogías invisibles” de Maria Acaso, se iban relacionando completamente, inevitablemente a la
hora de observar estas clases y los roles de cada participante, las metodologías que se utilizan, etc.
Como nos expresa Nicastro, “…No siempre las miradas provocan encuentros, a veces, por el
contrario, develan distancias insalvables.”
Volví con muchas preguntas, dudas sobre la docencia y qué rol voy a poder tomar, cuál voy a
“elegir” en mi experiencia, cómo actuar y qué predisposición tendré al momento en que suceda
esto.
Como lo dice en “Pedagogías Invisibles”, para hacer un análisis de los elementos que configuran el
discurso tenemos que tener en cuenta cinco conceptos, como es la violencia simbolica, el
curriculum opaco, la direccionalidad, el lapsus psicológico, la performatividad.
Ante esto, tengo que destacar que al releer “Revisitar la mirada sobre la escuela”, pude hacer cierta
relación con esta mirada situacional, la que nos dice que “… las situaciones en la escuela son
controvertidas, […] cambiantes, por lo que una mirada situacional conlleva, como regla, renunciar a
la pretensión de captarlo y entenderlo todo, de una vez y para siempre.” Y tener en cuenta que las
clases, la cotidianeidad no es un clon que se repite a diario, sino que va de la mano de un constante
cambio.
En relación a la violencia simbólica, la cual habla de una violencia escondida, indirecta, que se
refiere a una jerarquización de poder de la o el docente, frente a los alumnos y alumnas, es esa
muestra de poder que obliga, por ejemplo, a no hablar en clases, quedarse sentados por mucho
tiempo, aunque se ven como esos cuerpos necesitan de esa expresión en movimiento, de una
expresión corporal que se las anula y evita cada vez que la docente, en este caso, retaba a los
alumnos cuando estaban parados, que no podían relacionarse con otros compañeros que no sean
los que están en su mesa, prohibir el dialogo en clases y una necesidad de atención absoluta a la
actividad planteada por ella. Estas, como dice el texto, son “… microviolencias cotidianas de
repetición y miedo.”
Otra forma de violencia simbólica es el obligar a los niños que asistan a las clases de una forma
determinada, con un atuendo determinado, sacándole a estos niños y niñas la posibilidad de poder
ser, un desprendimiento simbólico de tu identidad, como dice Acaso. En esta institución vi cierta
libertad a no llevar guardapolvo, por ejemplo, ya que mi paso por la primaria era indiscutible el uso
de tal. Pero sin embargo siempre hay cierta relación entre los vestuarios de estos niños.
En relación a la opacidad del currículum, que hace referencia a espacios en los que habitamos que
nos son controlados, estrictos, puedo tomar como ejemplo las paredes de este salón de plástica, el
cual tenía algunos trabajos realizados por los niños, pero eran de otros cursos, otros grados, ellos y
ellas no se tenían ese espacio, esto también puedo relacionarlo a un lapsus psicológico, el cual se
expresa en la ausencia de habitar este espacio, en sentirlo como propio; y si hablamos de la
arquitectura el aula y la distribución de estos espacios, se sentía cierta incomodidad en el espacio
compartido de las mesas. Creo que, aunque las mesas eran más grandes y se podían sentar de a
grupos, esta libertad la anulaba el hecho de que no podían moverse de tales lugares asignados.
Cuando hablamos de la direccionalidad, la cual tiene que ver con el posicionamiento de él o la
docente, con el lenguaje corporal que utiliza, con la manera de transmisión de diversos conceptos.
En este punto, por lo visto en los dos días de observación, y como me dijo la docente, el método de
enseñanza que desarrolla, al ser conductista, creo que encierra de cierto modo a los niños a poder
expresarse y tener una libre interpretación de las actividades, tanto que esto crea una ausencia de
búsqueda propia de cada trabajo.
Lo que es interesante es la posibilidad de que los niños comenten cuáles eran las comidas, hacerlos
pensar en lo cotidiano para poder crear luego, pero estas producciones creo que al tener una
direccionalidad demasiado resuelta y lógicas cerradas como dice Acaso, no da lugar a la
experimentación del niño.
Creo que el deseo tan grande de la docente de ver avances “buenos”, es decir, resultados como ella
los espera y con un resultado final ya determinado, puede estar olvidándose de la diversidad y los
tantos modos de creación y expresión que cada niño tiene, y también creo que una parte muy
interesante de las actividades que se ponen en juego, es que estas producciones cobren sentido
para los alumnos.
Lo que nos habla “Pedagogías Invisibles” es que, éstas se preguntan por las ausencias, se
cuestionan la importancia que tiene lo que no se está enseñando, tanto asi que a veces es hasta
más importante lo que no ocurre que lo que ocurre. Por lo tanto, el método conductista que ejerce
la docente no es el que yo trataría de utilizar a la hora de dar clases, poder tener una pedagogía en
la que yo sea la acompañante de estos niños y niñas, pudiendo aprender de ellos como ellos de mí,
tratar de no ejercer una jerarquización de alumnx-docente, sino estar a un nivel el cual pueda
darles las herramientas necesarias para el desarrollo de las actividades.
También me quedo resonando el caso de este niño que no quiere trabajar en clases, y se me vino a
la mente las palabras de Nicastro, cuando habla de una escucha osada, la cual “… va más allá de las
palabras que nos están directamente dirigidas, hacia aquellas que escuchamos gracias a estar
abiertos a escuchar…”.
La docente me comento que ya tuvo una charla con los padres y les informó que debía cerrar con
llave para que Emiliano no se escape. Con dicho tema me surgen preguntas de cómo poder actuar
ante esos casos para buscarle una solución a esta situación. Como dije anteriormente, la docente
actuó de la forma que le pareció más conveniente, no dudo la predisposición de ella al intentar
incluir al niño al curso, pero más allá de eso, si estuviera en el Rol docente intentaría charlar con el
alumno para poder saber cuáles son sus inquietudes, qué es lo que frena su integración al grupo.
También crear alguna estrategia con ayuda de la docente de grado para que pueda asistir a las
clases.
A la hora de la devolución de estas actividades me gustaría poder darles un aliento a que las
creaciones propias son tan validas como las de los compañeros y así también poder crear un
espacio de autorreflexión del proceso de creación tanto de ellos como del grupo. Me parece
interesante que de una actividad propuesta salgan ideas completamente diferentes y válidas todas.
TRANSFORMAR
Basandome en la lectura de Bombini, que nos demuestra una alternativa de la planificación
tradicional, comenzaré a articular el “Guion conjetural”.
Antes de comenzar la clase dispondré las mesas de tal modo que los alumnos se puedan sentar en
un medio círculo y todos puedan verse las caras. Al inicio de la clase les haré preguntas
disparadoras de ¿Cuáles son las comidas que comemos? ¿En qué lugar? ¿Cómo es el espacio en el
que almuerzan, cenan, desayunan? Para que vayamos conversando entre todos y todas, y también
puedan pensar en su cotidianeidad los espacios habitados por ellos y por sus familias, amigos, etc.
Luego les mostraré diferentes alimentos y bebidas, que son imágenes grandes y a color para que se
les haga sencillo distinguirlos, y me podrán decir para qué momento del día lo utilizan. Por ejemplo,
una ensalada para almuerzo o cena, una chocolatada, para desayuno o cena. Luego de esta
interacción con el grupo les daré hojas de diferentes colores para que elijan las que más les gusten,
también dispondrán de fibras, lápices de colores, crayones.
También tendrán dispuestos dibujos de alimentos y bebidas en un menor tamaño para que puedan
utilizarlas en modo de collage, y podrán recrear un momento de comida del día, pero pueden
transformar su realidad, les daré lugar a que el espacio en el que transitan este momento del día
pueda ser imaginación del alumno, los invito a posicionarse en un mundo inexistente en la realidad,
pero que existe en su mente. Poder hondar en la introspección de sus pensamientos e invenciones,
como también desarrollar la observación de las cosas cotidianas que a veces de tenerlo tan a la
vista nos olvidamos de ellas, pero que son indispensables para el día a día.
Como el tiempo de 40minutos es muy acortado para que pueda culminar esta actividad, cuando
sea la hora de retirarse, los niños podrán darme sus trabajos, con nombre para que recuerden en la
próxima clase cuál es el propio, y seguimos esta actividad la clase siguiente. Los invitaré a prestar
atención esa semana que transcurre hasta la próxima vez que nos veamos, en los alimentos que
existen, que están en los diferentes momentos del día, y poder distinguir cuáles se utilizan en cada
instancia.
La clase siguiente podremos continuar con estos trabajos, utilizando los materiales de la clase
pasada y a medida que vayan terminando esta actividad haremos una puesta en común como
instancia de apreciación de los trabajos propios y los trabajos de los pares. Tendrán un tiempo para
que, el/la que lo desee, cuente qué fue lo que quiso plasmar en esta actividad y así, ver la
diversidad de ideas que pueden surgir desde una propuesta.

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