a Rodrigo Lira Y Pancho Ferri Preguntó Si sabíamos la historia El viaje comenzó un feliz día de noviembre Del Caraculo Pero de alguna manera el viaje ya había Y el Jetachancho terminado Asiendo con ambas manos Cuando lo empezamos. El volante Todos los tiempos conviven, dijo Pancho Y haciendo vibrar la camioneta Ferri, Mientras buscábamos la salida El vocalista. O confluyen, De Santiago, Vaya uno a saber. Haciéndola vibrar como si fuera Los prolegómenos, no obstante, El pecho Fueron sencillos: Del Caraculo Abordamos con gesto resignado Que soportaba un peso terrible La camioneta Para cualquier humano. Que nuestro mánager en un rapto Y recordé entonces que el día De locura Anterior a nuestra partida Nos había obsequiado Habiámos estado Y enfilamos hacia el norte, En el Parque Forestal El norte que imanta los sueños De visita en el monumento Y las canciones sin sentido A Rubén Darío. Aparente Adiós, Rubén, dijimos borrachos De los Neochilenos, Y drogados. Un norte, ¿cómo te diría?, Ahora los hechos banales Presentido en el pañuelo blanco Se confunden Que a veces cubría Con los gritos anunciadores Como un sudario De sueños verdaderos. Mi rostro. Pero así éramos los Neochilenos, Un pañuelo blanco impoluto Pura inspiración O no Y nada de método. En donde se proyectaban Y al día siguiente rodamos Hasta Pilpilco y Llay Llay Y pasamos sin detenernos Acompañaba a Aldo Di Pietro Por La Ligua y Los Vilos ¿Lo recuerdan? Y cruzamos el río Petorca En el Café Puerto Rico Y el río El Caraculo veía crecer Quilimari Su cuenta corriente Y el Choapa hasta llegar Y su autoestima. A La Serena ¿Y qué lección podíamos Y el río Elqui Sacar los Neochilenos Y finalmente Copiapó De la vida criminal Y el río Copiapó De aquellos dos sudamericanos En donde nos detuvimos Peregrinos? Para comer empanadas Ninguna, salvo que los límites Frías Son tenues, los límites Y Pancho Ferri Son relativos: gráfilas Volvió con las aventuras De una realidad acuñada Intercontinentales En el vacío. Del Caraculo y del Jetachancho, El horror de Pascal Dos músicos de Valparaíso Mismamente. Perdidos Ese horror geométrico En el barrio chino de Barcelona. Y oscuro Y el pobre Caraculo, dijo Y Frío El vocalista, Dijo Pancho Ferri Estaba casado y tenía que Al volante de nuestro bólido, Conseguir plata Siempre hacia el Para su mujer y sus hijos Norte, hasta De la estirpe Caraculo, Toco De tal forma que se puso a traficar En donde descargamos Con heroína La megafonía Y un poco de cocaína Y dos horas después Y los viernes algo de éxtasis Estábamos listos para actuar: Para los súbditos de Venus. Pancho Relámpago Y poco a poco, obstinadamente, Y los Neochilenos. Empezó a progresar. Un fracaso pequeño Y mientras el Jetachancho Como una nuez. Aunque algunos adolescentes ¿Cómo puede existir Nos ayudaron Tanta maldad A volver a meter en la camioneta En un país tan nuevo, Los instrumentos: niños Tan poquita cosa? De Toco ¿Acaso es éste Transparentes como El Infierno de las Putas? Las figuras geométricas Se preguntaba en voz alta, de Blaise Pascal. Pancho Ferri Y después de Toco, Quillagua, Y los Neochilenos no sabíamos Hilaricos, Soledad, Ramaditas, Qué responder. Pintados y Humberstone, Yo más bien reflexionaba Actuando en salas de fiestas vacías Cómo podían progresar Y burdeles reconvertidos Esas variantes neoyorquinas del sexo En hospitales de Liliput, En aquellos andurriales Algo muy raro, muy raro que tuvieran Provincianos. Electricidad, muy Y con los bolsillos pelados Raro que las paredes Seguimos subiendo: Fueran semi sólidas, en fin, Mapocho, Negreiros, Santa Locales que nos daban Catalina, Tana, Un poco de miedo Cuya y Y en donde los clientes Arica, Estaban encaprichados con En donde tuvimos El fist-fucking y el Algo de reposo -e indignidades. Feet-fucking, Y tres noches de trabajo Y los gritos que salían En el Camafeo de De las ventanas y Don Luis Sánchez Morales, oficial Recorrían el patio encementado Retirado. Y las letrinas al aire libre, Un lugar lleno de mesitas redondas Entre almacenes llenos Y lamparitas barrigonas De herramientas oxidadas Pintadas a mano Y galpones que parecían Por la mamá de Don Luis, Recoger toda la luz lunar, Supongo. Nos ponían los pelos Y la única cosa De punta. Verdaderamente divertida Que vimos en Arica Empezó a delirar: Fue el sol de Arica: Ya no quería que nuestro grupo Un sol como una estela de Se llamara Pancho Relámpago Polvo. Y los Neochilenos, Un sol como arena sino Pancho Misterio O como cal Y los Neochilenos: Arrojada ladinamente El terror de Pascal, Al aire inmóvil. El terror de los vocalistas El resto: rutina. El terror de los viajeros, Asesinos y conversos Pero jamás el terror Mezclados en la misma discusión De los niños. De sordos y de mudos, Y un amanecer, De imbéciles sueltos Como una banda de ladrones, Por el Purgatorio. Salimos de Arica Y el abogado Vivanco, Y cruzamos la Frontera un amigo de don Luis Sánchez, De la República. Preguntó qué mierdas queríamos decir Por nuestros semblantes con esa huevada de los Neochilenos. Hubiérase dicho que cruzábamos Nuevos patriotas, dijo Pancho, La frontera de la Razón. Mientras se levantaba Y el Perú legendario De la reunión Se abrió ante nuestra camioneta Y se encerraba en el baño. Cubierta de polvo Y el abogado Vivanco E inmundicias Volvió a enfundar la pistola Como una fruta sin cáscara, En una sobaquera Como una fruta quimérica De cuero italiano, Expuesta a las inclemencias Un fino detalle de los chicos Y a las afrentas. De Ordine Nuovo, Una fruta sin piel Repujada con primor y pericia. Como una adolescente desollada. Blanco como la luna Y Pancho Ferri, desde Esa noche tuvimos que meter Entonces llamado Pancho Entre todos Misterio, no salía A Pancho Ferri en la cama. De la fiebre, Con cuarenta de fiebre Musitando como un cura En la parte de atrás ¿Y si no estuviéramos De la camioneta En el Perú?, nos Los avatares -palabra india- Preguntamos una noche Del Caraculo y del Jetachancho. Los Neochilenos. Una vida delgada y dura ¿Y si este espacio Como soga y sopa de ahorcado, Inmenso La del Jetachancho y su Que nos instruye Afortunado hermano siamés: Y limita Una vida o un Estudio Fuera una nave intergaláctica, De los Caprichos del Viento. Un objeto volador Y los Neochilenos No identificado? Actuaron en Tacna, ¿Y si la fiebre En Mollendo y Arequipa De Pancho Misterio Bajo el patrocinio de la Sociedad Fuera nuestro combustible Para el Fomento del Arte O nuestro aparato de navegación? Y la Juventud. Y después de trabajar Sin vocalista, tarareando Salíamos a caminar por Nosotros mismos las canciones las calles del Perú: O haciendo mmm, mmm, mmmmh, Entre patrullas militares, vendedores Mientras Pancho se fundía Ambulantes y desocupados, En el fondo de la camioneta, Oteando Devorado por las quimeras En las colinas Y por las adolescentes desolladas. Las hogueras de Sendero Luminoso, Nadir y cénit de un anhelo Pero nada vimos. Que el Caraculo supo intuir La oscuridad que rodeaba los A través de las lunas Núcleos Urbanos De los narcotraficantes Era total. De Barcelona: un fulgor Esto es como una estela Engañoso, Escapada de la Segunda Un espacio diminuto y vacío Guerra Mundial Que nada significa, Dijo Pancho acostado Que nada vale, y que En el fondo de la camioneta. Sin embargo se te ofrece Dijo: filamentos Gratis. De generales nazis como Reichenau o Model Hablando del kilo y medio de materia gris Evadidos en espíritu Del cerebro de una persona Y de forma involuntaria Adulta. Hacia las Tierras Vírgenes Mensajes químicos, decía De Latinoamérica: Pancho Misterio ardiendo de fiebre, Un hinterland de espectros Neuronas que se activan Y fantasmas. Y neuronas que se inhiben Nuestra casa En las vastedades de un anhelo. Instalada en la geometría Y las putitas decían De los crímenes imposibles. Que un kilo y medio de materia Y por las noches solíamos Gris Recorrer algunos cabaretuchos: Era bastante, era suficiente, para qué Las putas quinceañeras Pedir más. Descendientes de aquellos bravos Y a Pancho se le caían De la Guerra del Pacífico Las lágrimas cuando las escuchaba. Gustaban escucharnos hablar Y luego llegó el diluvio Como ametralladoras. Y la lluvia trajo el silencio Pero sobre todo Sobre las calles de Mollendo, Les gustaba ver a Pancho Y sobre las colinas, Envuelto en varias y coloridas mantas Y sobre las calles del barrio Y con un gorro de lana De las putas, Del altiplano Y la lluvia era el único Encasquetado hasta las cejas Interlocutor. Aparecer y desaparecer Extraño fenómeno: los Neochilenos Como el caballero Dejamos de hablarnos Que siempre fue, Y cada uno por su lado Un tipo con suerte, Visitamos los basurales de El gran amante enfermo del Sur de Chile, La Filosofía, las arcas, los El padre de los Neochilenos Colores americanos, el estilo inconfundible Y la madre del Caraculo y el Jetachancho, de Nacer y Renacer. Dos pobres músicos de Valparaíso, Y una noche nuestra camioneta Como todo el mundo sabe. Enfiló hacia Lima, con Pancho Y el amanecer solía encontrarnos Ferri al volante, como en En una mesa del fondo Los viejos tiempos, Salvo que ahora una puta Gimnásticas y mentiras, Lo acompañaba. Y así nos la iba contando, Una puta delgada y joven Fragmentada, De nombre Margarita, El grito Kundalini, Una adolescente sin par, El grito de una yegua turfista Habitante de la tormenta Y la muerte colectiva en el hipódromo. Permanente. Un hipódromo que ya no existe. Sombra delgada y ágil, Un hueco anclado La ramada oscura En un Chile inexistente Donde curar sus heridas Y feliz. Pancho pudiera. Y aquella historia tuvo Y en Lima leímos a los poetas La virtud de iluminar Peruanos: Como un paisajista inglés Vallejo, Martín Adán y Jorge Pimentel Nuestro miedo y nuestros sueños Y Pancho Misterio salió Que marchaban de Este a Oeste Al escenario y fue convincente Y de Oeste a Este, Y versátil. Mientras nosotros, los Neochilenos Y luego, aún temblorosos Reales Y sudorosos Viajábamos de Sur Nos contó una novela A Norte. Llamada Kundalini, Y tan lentos De un viejo escritor chileno. Que parecía que no nos movíamos. Un tragado por el olvido Y Lima fue un instante De nombre Délano, alias Coke, De felicidad, Como la Coca-Cola o algo así, Breve pero eficaz. Dijimos los Neochilenos ¿Y cuál es la relación, dijo Pancho, Y Margarita. Entre Morfeo, dios Y el fantasma de la Coca-Cola Del sueño Escribió -parece ser- Y morfar, vulgo Una novela llamada Kundalini, Comer? Y Pancho apenas la recordaba, Sí, eso dijo, Hacía esfuerzos, sus palabras Abrazado por la cintura Hurgaban en una infancia atroz De la bella Margarita, Llena de amnesia, de pruebas Flaca y casi desnuda En un bar de Lince, una noche Y luego nos subimos todos Leída y partida y A la camioneta Poseída Y la ciudad Por los relampagos De las leyendas De la quimera. Y del miedo Nuestra necesidad. Quedó atrás. Nuestra boca abierta Un día feliz de enero Por la que entra Cruzamos La papa Como hijos del Frío, Y por la que salen Del frío Inestable Los sueños: estelas O del Ecce Homo, Fósiles La frontera con Ecuador. Coloreadas con la paleta Por entonces Pancho tenía Del apocalipsis. 28 ó 29 años Sobrevivientes, dijo Pancho Y pronto moriría. Ferri. Y 17 Margarita. Latinoamericanos con suerte. Y ninguno de los Neochilenos Eso es todo. Pasaba de los 22. Y una noche antes de partir Vimos a Pancho Y a Margarita Buenos Aires -mayo de 1993 De pie en medio de un lodazal Infinito. Y entonces supimos Que los Neochilenos Estarían para siempre Gobernados Por el azar. La moneda Saltó como un insecto Metálico De entre sus dedos: Cara, al sur, Cruz, al norte,