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TURBULENCIA TRANSFERENCIAL: LA MUERTE DEL ANALISTA

A la Memoria de Joel Zac

Dr Jaime Marcos Lutenberg


Email: mail@jaimeluten.com
Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)

... "Pero esa cosa más grande aún en la que tú


no quieres creer, tu cuerpo y su gran razón: esa
no dice yo, pero hace yo"…
"Así Habló Zaratustra" (de F. Nietzsche)1

A - INTRODUCCION

Transcurridos ya varios años de la muerte del que fuera mi analista durante un


fructífero y prolongado período, me pareció oportuno transcribir una síntesis de
mis reflexiones actuales, basadas en algunas notas que tomé en el momento en
que recibí la noticia de su fallecimiento y que luego complementé con las que
                                                            
1
F. Nietzsche. "Así Habló Zaratustra" (Edición 1984, página 60 “De Los Despreciadores del
Cuerpo”)
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fueron apareciendo a lo largo de los años.
En esta comunicación voy a describir la especificidad que para mí tiene la
naturaleza emocional del contacto del analizando con la noticia de la muerte del
analista. Es un momento muy particular, que vale la pena diferenciarlo del proceso
de duelo propiamente dicho, al que precede.
La muerte de una figura tan significativa, implica la puesta en marcha de un
trabajo mental muy intenso y trascendente, cuya proyección se extiende tanto
hacia el pasado como hacia el futuro. Todo duelo redefine la historia vincular con el
fallecido y reorganiza al yo en función de dicha ausencia.
En “Inhibición, Síntoma y Angustia” Freud (1925b)2 abre una reflexión desde la
cual nos señala el camino para diferenciar teórica y clínicamente la angustia, el
dolor y el duelo. Estas diferencias resultan fundamentales para pensar acerca de
las emociones y sentimientos que convergen en el momento en que recibimos la
noticia de la muerte de un ser querido. A esta convergencia de las tres emociones
que señala Freud, se le agregan muchas otras, como la confusión, la
incertidumbre, el miedo, etc. En estos primeros instantes del contacto con la
noticia, estas vivencias apenas se insinúan y ninguna predomina.
Considero que todos estos sentimientos y emociones que acabo de
mencionar, pueden ser sintetizados en la figura de un estado mental típico y
específico: el de “turbulencia emocional”. Respecto a su categorización teórica y
clínica, coincido con todos los aportes y con la definición3 que en su artículo
“Turbulencia Emocional” nos ofrece Bion (Bion, 1992).
De acuerdo con todas estas premisas, me parece útil diferenciar dos
momentos en relación a la muerte del analista en particular y en lo que se refiere a
                                                            
2
(Freud S. 1925-b “Inhibición, Síntoma y Angustia” Capítulo IX o “Adenda”- Apartado "C". Tomo
XX, Página 158
3
Bion. W (1992) “Seminarios Clínicos y Cuatro Textos”-Turbulencia Emocional (1976). Lugar
Editorial
Página 220 “Encuentro útil considerar que en la latencia, lo que está latente es la turbulencia
emocional”
El “Diccionario Enciclopédico Español Espasa Calpe (1994) define a la “turbulencia” así:
“Alteración de las cosas claras y transparentes que se oscurecen con alguna mezcla que reciben.”

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los “procesos de duelo” en general:
a) el contacto con la noticia
b) el paso posterior, que corresponde al proceso duelo propiamente dicho.
Toda muerte tiene dos escenarios muy distintos: el del mundo externo y el del
mundo interno. En esta comunicación me ocuparé de los fenómenos que ocurren
en ambos.
Dado que la literatura psicoanalítica es particularmente fértil en la descripción
de las transformaciones propias del duelo, no me he de extender en este punto.
En cambio en esta comunicación he de profundizar en la naturaleza de las
emociones y procesos mentales convergentes en los primeros momentos del
contacto con la noticia de la muerte del analista.
Sólo deseo señalar una diferencia fundamental entre la visión freudiana y
kleiniana de todo proceso de duelo. Para Freud cabe la posibilidad de que luego
de la pérdida de un ser querido, se inicie un proceso de duelo “normal o
patológico”. Su artículo “Duelo y Melancolía” (Freud 1917) nos aporta elementos
teóricos y clínicos relevantes y específicos. En cambio para M. Klein, todo proceso
de duelo remite al sujeto a la puesta en marcha de una “inevitable regresión” a la
posición depresiva, con alternancias con la posición esquizo-paranoide. (M Klein
1934). El resultado personal del proceso de duelo depende, para Klein, de las
condiciones bajo las cuales ambas posiciones fueron transitadas o “superadas” y
re significadas en el curso de la vida de cada sujeto.
La muerte del analista se convierte en un disparador de múltiples estímulos
que generan una “crisis” en el todo el mundo interno del analizando. La turbulencia
emocional que se produce en esos momentos tiene como protagonistas al yo del
analizado efectuando múltiples transferencias al analista, como “objeto interno”
(Klein 1957).
También, en esos momentos se pone a prueba la vigencia y la actualización
de la función “continente” del que fuera su analista, redefinida por el autoanálisis.
Considero que dicho autoanálisis puede operar con elementos que, para esa

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persona, pueden ser concientes o inconcientes.
Por lo antedicho, podemos afirmar que la muerte del analista implica un
proceso de duelo diferente a otros duelos; con los cuales guarda, sin embargo,
muchas semejanzas. En esta comunicación me voy a restringir al caso en el que
el proceso psicoanalítico del analizando ha finalizado. La correlación con otras
circunstancias diferentes requiere un estudio por separado.
Según mi experiencia personal, vinculada con las circunstancias en las cuales
actué como analista de algunos analizados cuyo proceso psicoanalítico se vio
interrumpido por la muerte (súbita o no) de su analista; el desarrollo emocional es
diferente si la muerte del analista acontece durante el curso del tratamiento mismo.
Pero la turbulencia emocional generada por el primer contacto con la noticia de la
muerte del analista, es semejante, aunque no idéntica.
Creo oportuno remarcar una diferencia, a pesar de ser tan evidente: en los
tramos finales del proceso analítico, es muy distinto afrontar y elaborar las
emociones propias del proceso de “duelo” que implica la separación de la
“persona total” del analista; que enfrentarse, con su muerte. La muerte del
analista, a pesar de que se ha finalizado el tratamiento, implica una "cosa en sí"
diferente que reclama una nueva y distinta elaboración. A continuación he de
transcribir mis reflexiones al respecto.

B - EL CONTACTO CON LA NOTICIA

El contacto con la noticia de la muerte del analista constituye una experiencia


original y distinta ante la cual es difícil que el yo esté "preparado" para significarla
de inmediato, por la naturaleza del vínculo intrínseco con la persona de la que se
trata. Por ello, se constituye en una “situación traumática” que pone a prueba a
toda la estructura mental del que la recibe.
Theodor Reik (1975) en su libro "Variaciones psicoanalíticas sobre un tema de
Mahler" efectúa una precisa descripción del momento del contacto con la noticia.

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En el capítulo I subtitulado "El canto del yo desconocido" dice así: "Al final de la
tarde del 25 de diciembre recibí una llamada telefónica de Viena. Un colega me
refirió la triste nueva de que Karl Abraham había fallecido" (Abraham había sido su
analista)... "la primera reacción que tuve tras conocer su muerte fue de un impacto
intenso...la reacción que experimenté como impacto, duró sólo unos minutos y me
sentí luego extrañamente entumecido. Traté de recordar mi último encuentro con
el Dr. Abraham y sus últimas cartas, traté de rememorar el aspecto de mi amigo, el
timbre de su voz. Consideré los años de nuestra amistad y la pérdida que significa
para su familia y para el movimiento psicoanalítico, más no experimenté pesar
alguno". (las negritas son mías)
Mi propia experiencia vivencial total coincide con las precisas descripciones
de Reik; también con los relatos de los pacientes, cuando pueden discriminar las
vivencias correspondiente a este primer contacto con la noticia de la muerte de un
ser querido o de su anterior analista.
Todas estas evidencias me condijeron a certificar que los procesos mentales
que emergen del contacto con la noticia de un ser querido son diferentes a los que
se producen más tarde, en el proceso de duelo propiamente dicho.
Entiendo que esta discriminación vale la pena tenerla en cuenta ya que nos
permite diferenciar ambos procesos desde el punto de vista clínico y teórico. Ello
nos ayuda, oportunamente, a orientar nuestras intervenciones psicoanalíticas de
un modo más discriminado y de acuerdo con las transformaciones mentales que
se producen en ambos momentos del proceso natural de todo duelo.
La turbulencia emocional caracteriza el primer contacto con la noticia del
fallecimiento de un ser querido. Corresponde a la respuesta total del individuo
frente al impacto por la noticia recibida. En este preciso instante, todas las
barreras discriminatorias que el yo posee, se alteran. El diafragma yoico que
separa la realidad interna de la externa4 se abre y se cierra en forma permanente.

                                                            
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Freud S. 1911-1924a
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Dicha oscilación yoica redefine la noción de espacio y de tiempo5.
Lo trascendente de dicha alternancia espacio temporal, es que el yo se hace
simultáneamente permeable a las evidencias que le llegan de la realidad exterior
(que le anuncian la muerte como un acontecimiento fáctico irreversible) y a las
evidencias que le llegan de la realidad del mundo interno (que atestiguan la viva
presencia emocional de todos los recuerdos ligados con la persona que falleció).
Es este un momento de desesperante incertidumbre, donde interactúan
incesantemente las dos realidades, que como “verdades”, se oponen entre sí. La
confrontación conciente entre ambas “realidades” es un factor importante en la
generación de la turbulencia emocional.
Durante esos breves instantes las pautas discriminatorias del yo no están
borradas sino redefinidas: tiempo y espacio no son para el yo los ordenadores
lógicos que le permitían discriminar la presencia o la ausencia del objeto.
En esos momentos, dichos referentes (tiempo y espacio) forman parte de una
totalidad que adquiere otra lógica. Ahora su eje ordenador de la “realidad” es
“emocional” y su lógica depende de las variaciones del vinculo interno con el
objeto de quien el yo se anoticia de su muerte.
El sector más evolucionado del yo puede concebir la idea de muerte pero,
como lo afirma Freud, el concepto de muerte no es compatible con la lógica del
inconsciente6. Esta doble evidencia antagónica respecto a si el objeto está vivo o
muerto, abre un dilema para el yo que pasa a ser elaborado por el “proceso de
duelo propiamente dicho.
Desde el punto de vista teórico, tal cual lo describió Freud (Freud 1917-1925-
b) todo proceso de duelo pone a prueba la capacidad de tolerancia a la frustración
de la estructura mental del individuo. Dicha capacidad varía según las distintas
épocas y circunstancias históricas.

                                                            
5
 Meltzer. D 1975. Tercera y cuarta dimensión según describe Meltzer en  “Exploración del  
autismo.” Ed. Paidós.  
6
(Freud 1925 a-b - Green 1986)
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Cuando la persona a quien se le ha muerto un ser querido se halla en proceso
psicoanalítico y cuenta con la persona de su analista para dialogar estos
problemas, la turbulencia emocional adquiere cualidades distintas. La fuerza
dinámica de la transferencia amortigua la confusión y enriquece las posibilidades
elaborativas del yo que la vivencia de confusión bloquea.
Una breve viñeta clínica de mi experiencia:
Como ejemplo de lo que estoy describiendo, deseo mencionar el caso de
Carlos, un joven de 26 años que hacía 2 años se hallaba en análisis conmigo
cuando falleció su padre. Inicia así su sesión del lunes, luego de haber pasado el
segundo fin de semana posterior a la muerte de su padre:
"Estos días me resultó muy difícil dormir, de día estuve mal, lloré mucho
porque extrañé mucho a mi padre. Tuve pesadillas. El domingo a la madrugada
soñé que estaba con Fernanda (su pareja) en terapia intensiva, había un muerto
allí y llamaban a la cochería (empresa funeraria) para que se lo lleven. También
estaban en el lugar médicos y algunos pacientes más. De repente veía que el
muerto se movía. De inmediato, desesperadamente, llamé a la cochería para que
no vengan, para que no se lo lleven y en esa desesperación me desperté, muy
angustiado. Tuve otras pesadillas pero no me las acuerdo".
Ubicándome en la arquitectura del sueño, en sus asociaciones
correspondientes y en la dinámica emocional propia del encuentro conmigo el día
lunes, pude acceder a la semántica del sentimiento siniestro (Freud 1919) vivido
por Carlos durante su creación onírica nocturna. El encuadre analítico (separación
del fin de semana) y la dinámica de la transferencia, fueron tomados por mí como
"restos diurnos latentes" que me ayudan a recorrer el complejo camino que
conduce a reconocer los afectos implícitos en el sueño narrado por Carlos.
Cuando fallece un ser querido y la persona se encuentra en análisis, como en
el caso de Carlos; la turbulencia emocional se inscribe dentro de la dinámica de la
transferencia. Esta circunstancia abre un camino elaborativo del duelo cuyas
variables dependen de la eficacia y originalidad de ese vínculo analítico.

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En cambio, cuando el análisis ha concluido, la turbulencia emocional propia
del primer contacto con la noticia del fallecimiento del analista, abre un proceso
que necesariamente es "dialogado" con el analista como objeto interno.
Cuando recibí la noticia de la muerte de mi analista, acudieron a mí los
acordes del último movimiento de la Segunda Sinfonía de Mahler. En aquel
momento lo relacioné con mi gusto musical muy afín a la obra de Mahler y a mis
reflexiones previas. Yo no conocía aún el trabajo de Reik.
Los procesos mentales que intervienen cuando el análisis ha concluido, nos
ubican más cerca de las características de los procesos de sublimación; con los
consiguientes peligros tal cual lo anticipó Freud7. La cita del texto de Reik nos
permite apreciar la complejidad de los problemas emocionales que emergen en
estas circunstancias.
El recuerdo afectivo multidimensional del analista muerto, acude desde el
inconsciente a través de muy variadas representaciones que hacen posible
"dialogar" con él, acerca de esta ingrata novedad. Se trata de un diálogo muy
diferente al que se desarrolla durante el proceso analítico, pero guarda con él
muchas analogías estilísticas, sobre todo en lo referente a la posibilidad de darle
un significado simbólico a la ambivalencia afectiva que en esos momentos críticos
se genera.
Si tomamos en cuenta la teoría de Bion (1966-1972-1974), en esos momentos
se producen intensas transformaciones mentales que nos aproximan al
denominado por Bion Vértice "O"; que él definió como "la cosa en sí" (concepto
Kantiano del cual también partió Freud para construir su teoría de la

                                                            
7
Freud 1923 “El Yo y el Ello”. Ed amorrortu: - Tomo XIX, capítulo V, pagina 55:
“…Cualquier identificación de esta índole tiene el carácter de una desexualización o, aun, de una 
sublimación. Y bien; parece que a raíz de una tal trasposición se produce también una desmezcla 
de  pulsiones.  Tras  la  sublimación,  el  componente  erótico  ya  no  tiene  más  la  fuerza  para  ligar 
toda  la  destrucción  aleada  con  él,  y  esta  se  libera  como  inclinación  de  agresión  y  destrucción. 
Sería  de  esta  desmezcla,  justamente,  de  donde  el  ideal  extrae  todo  el  sesgo  duro  y  cruel  del 
imperioso deber‐ser.” (Las negritas son mías) 

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representación).
Las transformaciones estéticas, junto con la operatividad transformacional del
análisis previo, se combinan en el mundo interno del ex analizando, para sostener
los turbulentos procesos emocionales que convergen en el instante en que recibe
la noticia de la muerte de su analista. Se trata de una peculiar “demanda” del
proceso de post análisis.
En síntesis, deseo puntualizar que la turbulencia emocional, es la reacción
natural del yo cuando un analizando se enfrenta con la noticia de la muerte del
que fuera su analista. Su metamorfosis evolutiva abre el movimiento de las
transformaciones que conduce hacia el inicio del proceso de duelo.
Cabe la posibilidad de que su desenvolvimiento natural sea interrumpido por
una defensa del yo, de distinta categoría regresiva, (negación-renegación-
regresión patológica-racionalización-escisión yoica-etc.) en cuyo caso ha de
perturbarse simultáneamente la instauración del proceso de duelo.

C - LA CEREMONIA FUNERARIA

Los rituales funerarios han formado y forman parte sustancial del


advenimiento del ser humano a la cultura. Los distintos pueblos han hallado, en
las configuraciones de sus ceremonias funerarias, un desafío que se convirtió en
un “impulso evolutivo” que ha llevado a las diferentes culturas por el camino del
arte8.
Todas las ceremonias funerarias materializan simultáneamente en sus rituales
un culto al cuerpo muerto a la vez que ejecutan, en sí mismas, la desaparición de
ese cuerpo venerado.
Funeral viene de “funus” que significa simultáneamente “muerte”, “funeral” y
“asesinato” (Aries 1982). A través de un funeral, reglado culturalmente por cada
medio social, la “imprevisible muerte” es transmutada en un “previsible entierro”,

                                                            
8
(Hauser 1969 - Graves 1969 - Freud 1912 a).
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condicionado por la "voluntad" y la "decisión" de los deudos. El cambio de verbo
tiene un efecto balsámico para el yo: la pasividad que implica "se murió" es
transformada en la actividad propia del “lo enterramos”.
Podemos encontrar en las ceremonias funerarias una especie de "gramática",
un intento de ordenamiento de la culminación de la vida por pasos reglados. Ello
puede ayudar al yo a ordenar semánticamente lo inasible del sentido de este paso
a la muerte y encontrarle un significado altamente dependiente de cada contexto
cultural.
Luego del resaltamiento del cuerpo del muerto, se procede a una ceremonia
cuyo resultado final es su “desaparición” (entierro, cremación) mediante un paso
reglado dentro de la totalidad de la ceremonia.
Los rituales funerarios ayudan a definir el lugar que el cuerpo vivo tiene en
cada cultura ya que contribuyen a discriminar y asegurar la separación entre el
mundo de los vivos y el mundo de los muertos. Varios psicoanalistas argentinos9
han investigado teóricamente el problema y han demostrado que es necesario que
exista una certificación social de la muerte de una persona. Dichos autores
estudiaron los “duelos suspendidos” en descendientes de fallecidos cuyos restos
jamás fueron hallados (desaparecidos por motivos políticos en la Argentina y
deudos de fallecidos en los campos de concentración en la Alemania Nazi).
Cuando por distintas circunstancias existe una incertidumbre respecto a la
muerte de las personas, se dificulta mucho el inicio del proceso de duelo por el
muerto, por lo cual, dicha muerte queda enquistada y congelada dentro del yo.
Este mecanismo escinde al yo, a consecuencia de lo cual el yo queda
sectorialmente detenido y congelado en su evolución, por causa de este duelo
imposible, por impensable.
Cuando la ceremonia funeraria corresponde al cuerpo muerto del analista,
todos los elementos constitutivos de la misma, adquieren una jerarquía especial,
pues visten de muerte a un cuerpo cuya significación discriminada nos remite a la

                                                            
9
(Kijak - Pelento 1985 –D. Rosenfeld 1985)
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dinámica de la transferencia (Freud, 1912b) , al encuadre analítico y a las
características transferenciales de la presencia física del analista en la sesión.
Durante todo el desarrollo del análisis, el cuerpo del analista tiene una alta
relevancia en el proceso de recolección de la transferencia y el posterior análisis
simbólico de la misma. En nuestro medio Bleger (1967) resaltó la continuidad que
existe, a nivel de la fantasía inconsciente, entre el cuerpo del analista y el
encuadre psicoanalítico.
Desde el punto de vista de los procesos de transformación (Bion 1972),
considero que el cuerpo del analista siempre conserva un resto incognoscible, no
sólo “como cosa en sí”, sino por el hecho de constituirse, durante el proceso
psicoanalítico, en el “representante corporal” de la transferencia generada no sólo
en el mundo inconciente del analizado, sino en las proto fantasías (ello) edípcas y
de escena primaria, es decir, de la pareja combinada de los padres internos.
Una vez que durante el proceso psicoanalítico se ha recorrido la ruta
transferencial que va del encuadre psicoanalítico ⇔ al cuerpo del analista ⇔ ya su
elaboración mental de la transferencia y de la contratransferencia de allí al ⇔
insight del analista ⇔ insight del paciente; el mismo camino puede volver a
transitarse muchas veces a través del pensamiento y las reflexiones propias del
autoanálisis. En esta dimensión, el cuerpo del analista conserva ese resto
incognoscible, incapaz de ser develado en su totalidad por el proceso
psicoanalítico. Atañe a lo interminable o infinito (Freud 1937) de un análisis.
Luego de concluido el análisis, el encuadre psicoanalítico, junto con la
persona del analista y su presencia corporal, confluyen dinámicamente en la
arquitectura de la imagen del analista como “objeto interno” con el cual se "dialo-
ga" permanentemente en un nivel inconsciente.
Esta "viva presencia interior” es el soporte referencial que sostiene la función
psicoanalítica de la personalidad (Bion 1974; 1982b) y se constituye en el
“catalizador mental” que ayuda y dinamiza la creación, tanto en el arte como en las
ciencias.

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Como muy bien afirma Anzieu (1978) hace falta sólo un interlocutor interno
calificado con el cual intercambiar las ideas embrionarias relacionadas con el
proceso creador. A mi entender, la “persona” que ocupa el lugar de interlocutor
calificado en el mundo interno, es el analista transformado en “función mental”.
Durante el proceso psicoanalítico, el registro cenestésico del cuerpo del
analista (como contratransferencia corporal) puede ser la primera estación que es
capaz de detectar de los aspectos escindidos de la personalidad del paciente. A
partir de esta peculiar función continente, pueden "nacer" a la vida mental aquellas
emociones y vivencias eternas que, por una falla en la contención materna no
pudieron evolucionar como pensamiento ni estimular el aparato psíquico para
pensarlos.
Cuando a través de la ceremonia funeraria se resalta y despide el cuerpo del
analista, el cuerpo del analista se lleva a su morada final estos aspectos de la
transferencia nacida de lo “originario” perteneciente a la porción sincrética del
paciente.
Como describe Freud10, durante la elaboración del complejo de Edipo se
produce un importante proceso de transformación estructural en la mente del niño.
Luego de concluido el mismo, se “renuncia” a la aspiración corporal que satisfaga
la pulsión, en aras de la evolución estructural del yo y del superyo. La renuncia al
cuerpo de los padres lleva a la identificación y a la identidad. Lo que era “carga de
objeto” ("tener al objeto") se vuelve identificación ("ser" el objeto) en el yo y en el
superyo.
En consonancia con estos procesos, cuando finaliza el análisis, estamos
capacitados para pensar y crear de una manera distinta a la que teníamos antes
de iniciar el análisis. Esta nueva estructura post analítica es diferente al funcio-
namiento mental propio del proceso primario y del proceso secundario. El cuerpo
del analista perdura en el mundo interno como sostén de la intuición (Bion 1974-
1982a).

                                                            
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Freud 1923-1924a-1925b
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Transcurrido más de 25 años de la muerte del que había sido su analista. T.
Reik escribe su libro "Variaciones psicoanalíticas sobre un tema de Mahler". De
entre sus apuntes, rescata el recuerdo de la espontánea evocación de un
fragmento de la segunda sinfonía de Mahler denominada "La resurrección".
Justamente la segunda sinfonía fue completada por su autor en circunstancias
muy especiales. Mahler se hallaba "inhibido" en su proceso creador de la sinfonía,
cuando falleció su maestro y guía, el director del teatro y de la orquesta filarmónica
de Viena, Hans Von Bulow11.
Cuando Reik se enteró de la muerte de Abraham, al rato, emergieron los
acordes del último movimiento de la segunda sinfonía y sus versos. Tanto la
experiencia creadora de Reik, el libro mismo, como la de Mahler, dan cuenta de la
trascendencia de la presencia viva de un padre - maestro, como sostén de la
intuición creativa.
La cesura12 que separa el cuerpo del analista y el cuerpo del analizando
contornea, desde sus bordes, a cada una de las individualidades. El cuerpo
muerto del analista abre al infinito esta cesura.
En suma, la muerte del cuerpo del analista nos marca en un nuevo nivel
conceptual, la realidad de nuestra individualidad corporal inscripta y a la vez
discriminada de la pluralidad corporal de nuestros antecesores y ancestros. Como
significante póstumo, en el espejo del cuerpo muerto del analista, cada individuo
se recorta moribundo para renacer en la solitaria certeza de su identidad
discriminada.

                                                            
11
Reik, T. (1975) En “Variaciones Psicoanalíticas sobre un tema de Mahler” transcribe
las siguientes reflexiones de Mahler: ...“fue entonces precisamente cuando falleció Bulow y
asistí al servicio fúnebre que se le hizo aquí... En ese momento; el coro entonó el
Aufersteh'n de Klopstock; me sacudió como un rayo de luz y todo se volvió claro y vívido
en mi alma.... lo que experimenté entonces no tenía más que ponerlo en música..."
12
Cesura: Es el surco que separa-une al analizando del analista. En Inhibición,
Síntoma y Angustia, Freud se refiere a la continuidad que existe en el individuo más allá de
la "cesura" del nacimiento. Bion redefine estos conceptos (Bion 1982 b).
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D - LA MUERTE "PERSONAL" DEL ANALISTA:

Mientras estaba ordenando mis reflexiones actuales, recordé un artículo


escrito por Zac hace un tiempo, titulado "Cómo se originan las interpretaciones en
el analista" (Zac 1972). La "presencia" ordenadora del trabajo me ayudó a seguir
pensando los problemas de los cuales me estoy ocupando.
Su autor discrimina tres instancias del yo del analista que concurren, para dar
lugar a la interpretación: a) el yo racional (FI); b) el yo irracional (FII) y c) el yo
privado (FIII). Reconoce que entre ellos debe existir una adecuada permeabilidad
que hace posible el normal desenvolvimiento del proceso analítico.
Refiere que cuando se produce una alteración en la vida privada del analista
que compromete a su yo privado, surgen problemas que, si no se toman los
recaudos necesarios, pueden involucrar al sector de su yo racional y al de su yo
irracional. Cuando ello ocurre, toda su capacidad para interpretar queda
comprometida.
Las aferencias perceptuales y emocionales que le llegan al paciente a través
de los elementos de los rituales funerarios del analista, corresponden a lo que Zac,
en su artículo, denomina FIII (yo privado). Pero estas representaciones “empujan”
(trieb) desde el mundo interno del analizando a iniciar una nueva síntesis yoica.
El problema es más complejo ya que, como el propio Zac lo afirma en su
trabajo (Zac 1972), durante el análisis, las interpretaciones que surgen al ponerse
en juego el yo privado emergen más del yo irracional que del yo racional.
Cuando el analista sigue vivo durante el post análisis, siempre existe la
posibilidad de "transferir" a su persona real, aspectos dinámicos de la evolución
permanente de la mente del paciente. El tránsito a la muerte que se opera en la
persona del analista, genera un fenómeno trans-objetal de emociones en el interior
de la mente del analizando.
Estas emociones también pueden ser “trans”... feridas hacia los diferentes

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objetos que trans... portan hacia su morada final el cuerpo muerto del analista.
Con los años, estos objetos pueden ser los representantes manifiestos de
sentimientos que sólo con el tiempo son elaborados en un proceso de duelo
abierto al infinito. Estos "restos diurnos" pueden esperar días o años, hasta
aparecer en el contenido manifiesto o latente de un sueño.
Como dice Zac (1972) en su artículo, cuando se refiere a los acontecimientos
de la vida privada del analista, "estos factores personales pueden ser controlados
pero en numerosas ocasiones no pueden ser suprimidos como sería deseable"...
La muerte física es inevitable, el olvido es evitable... y no depende ni de la
voluntad ni de la conciencia.
El "recuerdo" del analista muerto se inscribe dentro de lo que representa una
síntesis evolutiva de un proceso de “identificación con el objeto perdido” abierta al
infinito, forma parte de un nuevo nivel del "amor de transferencia" que se produce
luego de la muerte del que fuera el analista. Eros es una energía de ligadura y
complejización cuya fuente (pulsión) se eterniza en el sujeto, mediante el vínculo
con el objeto.

E - EL CUERPO Y LA PALABRA (La torre de Babel)


“se dice que el amor fue el inventor del
dibujo, pero también el inventor de la
palabra, con menor fortuna” “Ensayo Sobre el
Origen de las Lenguas” (capítulo I),
Jean Jaques Rousseau

El ver y el saber parecen haber estado tan unidos conceptualmente que, en el


griego antiguo, había una sola palabra para designar los dos verbos13. El mito de
Babel14se coloca dentro de esta lógica. Según la versión de Voltaire15, la torre de

                                                            
13
Foucault 1980 “La Verdad Y Sus Formas Jurídicas”
14
Graves 1969 “Mitos Hebreos”
15
Voltaire: Diccionario Filosófico, Editorial Sophos. Buenos Aires
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Babel fue construida para ver el rostro de Dios. Para sus armadores, no alcanzaba
la palabra divina como testimonio de su presencia. Decidieron construir la torre
para ver el rostro de Dios.
La confusión del lenguaje, como castigo divino, simultáneamente coartó el
intento y dio nacimiento a las distintas lenguas. Para Voltaire, Babel alude al “Dios
Padre” y la Torre de Babel es la torre de la puerta de Dios. Discute tanto con el
Génesis como con Flavio Josefo para quien Babel significa confusión.
Fiel a su estilo, refuerza su reflexión con una ironía: sería imposible que
Babilonia (Ciudad de Dios) se erigiera en la capital y centro de un imperio
aludiendo a “confusión”. Según Voltaire la torre de Babel abre la puerta a la visión
de Dios.
Ver para creer, remarca la metáfora de la torre de Babel. A mi entender, uno
de los problemas que introduce la religión hebrea en la evolución del pensamiento
humano no está dado solamente por la concepción monoteísta, sino por la
prohibición de ver el rostro de Dios. Esta interdicción lo hace inmaterial e
inabordable a través de los sentidos, solo es pensable a partir de su nombre.
A mi entender, el mito de Babel, más que hablarnos de la confusión de las
lenguas nos estaría señalando, el origen del “sentido” del lenguaje: hablamos
como un intento de describir lo “invisible”, es decir, lo que ya no se ve o lo que
nunca se vio. Es un modo de significar lo inasible. La curiosidad visual al ser
transferida a la curiosidad verbal abre un problema que el lenguaje no termina de
resolver16.
A partir de Freud, los distintos autores psicoanalíticos le fueron atribuyendo a
la palabra un complejo origen. Casi todas las teorías vinculan la capacidad de
construir un lenguaje con los distintos grados de tolerancia a la frustración en el
sentido más amplio del término.
Según Freud (1895), el lenguaje constituye el sustrato a través del cual se
                                                            
16
Wittgenstein L; (1987) Tractatus Lógico. Philosophicus: "De lo que no se puede hablar hay que

callar”. .

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puede ejercer la función judicativa. Es el instrumento que nos permite tomar
noción psíquica de los "hechos" ocurridos en el mundo externo (Freud 1925a).
El juicio de realidad que puede emerger del lenguaje hablado, corresponde a
una labor del yo real definitivo. A través del mismo se intenta amortiguar la
frustración emanada de las evidencias de la ausencia del objeto, que el propio yo
real definitivo se encarga de reconocer.
Como en el mito de Babel, el encuadre analítico lleva a la privación de la
imagen visual del analista, por lo cual instaura una infranqueable cesura inter
corporal que sólo la palabra, y las emociones que portan, la pueden atravesar
(Freud 1912b, 1925b- Bion 1982b).
Desde el inicio del proceso psicoanalítico, la interpretación marca
simultáneamente la comprensión y la contención de la angustia generada por lo
inalcanzable del "objeto" de la transferencia. Entiendo que la palabra nace de la
frustración tolerada y se realiza en el conocimiento (insight).
La noticia de la muerte del analista del analista se inscribe dentro de esta
semántica de la privación, es una nueva frustración, un nuevo “no” que se ubica
en la cadena de la significación de las diferentes privaciones inscriptas en la
historia del vínculo total de esa pareja analítica y de la historia personal del
analizando.
Despedir para siempre el cuerpo del analista, implica colocarse nuevamente,
pero de otro modo, en la dramática emocional de la cesura (Bion 1982b) del
vínculo transferencial. El lenguaje, eterno trovador de las pequeñas "muertes"
conocidas en la historia, es citado para que en este desgarrador evento, vuelva,
como entonces, a “reflejar” la muerte.
A través de la palabra nos encontramos con la función del objeto perdido. Esta
"función" es ejercida independientemente del hecho que el analista siga vivo o
haya fallecido. Corresponde a una identificación con la función psicoanalítica del
analista, nacida del intercambio transferencial. Esta función es permanentemente
alimentada y redefinida desde el mundo interno del analizado.

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El lenguaje es el producto del trabajo mental que instala la función del objeto
perdido como transformación de la pérdida de objeto. La tarea de cada sesión
consiste, específicamente, en esta transformación verbal. La alternancia
transferencia ⇔ asociación libre ⇔ objeto inalcanzable ⇔ interpretación emanada
de ese mismo cuerpo inalcanzable; es un reflejo del mítico juego “babeliano”. La
muerte del analista nos reubica en él de otro modo: siempre será solo la palabra
la que hable del dolor de un encuentro imposible.
Para ampliar estos conceptos vinculados con la tolerancia mental a la
frustración, voy a transcribir la trascendencia metapsicológica que para mí abarca
el concepto "untergang" (o “sepultamiento”) del Complejo de Edipo (Freud 1924b).
Concluida su segunda tópica, Freud redefine el significado estructural del
complejo de Edipo. Su previa definición de la represión (Verdrangung) no le
alcanzó para darle una adecuada dimensión semántica al complicado proceso
evolutivo que ahora concibe en relación con la génesis del “yo-superyo”, a partir
del “ello”. Por ese motivo utiliza la palabra "untergang" para categorizar las
peculiaridades que atañen a la culminación de la evolución del Complejo de Edipo.
“Untergang” en alemán significa literalmente “caminar hacia abajo”. Tal vez
nos ayude para comprender los múltiples sentidos de esta palabra alemana
recordar el uso que de ella efectúa Nietzsche (1984) en “Así Habló Zaratustra”17.
La usa para aludir a la puesta de sol, al ocaso, hundimiento, a la declinación. Pero
Zaratustra nos enseña que después de “untergang”, viene el “ubergang”, término
que alude al hecho de “pasar al otro lado”, “renacer en una nueva transformación”.
Cuando Freud nos habla del "sepultamiento" del complejo de Edipo, entiendo que
no se refiere a su “desaparición”, sino a su transformación estructural.
Este “untergang”, este “ocaso” en la aspiración de tener el cuerpo de los
padres, aguarda el "amanecer" del ubergang (pasaje al otro lado) representado
por lo que Freud denomina "especie de sublimación"18, metamorfosis que lleva al
sujeto a entronizarse en su propia estructura (superyo - yo). El "ubergang" es un
                                                            
17
Nietzsche (1984) en “Así Habló Zaratustra”. Nota N° 6 del traductor; página 435
18
Ver nota N° 6 (Freud 1923)
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trans-paso, una trans-ferencia definida por la trans -formación del "tener" al "ser” el
objeto. El interjuego “untergang ⇔ ubergang nos define conceptualmente la
presencia eternizada del “objeto perdido” a través de la identificación.
De esta forma el “complejo de Edipo sepultado” se instala como un “trans
formador” que se activa ante cada pasaje evolutivo de “Eros”, es decir cuando la
Pulsión de vida transita por el umbral estructural entre el “ello” y el “yo
inconciente”. Es en este sentido que Freud afirma que la diferencia entre ello y yo
sólo se hace notoria cuando existe un conflicto entre ambas instancias.
Podemos entender también que el sepultamiento del cuerpo del analista
implica un "untergang" fáctico que se abre al "ubergang" simbólico. Las emociones
y representaciones que emergen de la turbulencia emocional propia del contacto
con la noticia de su muerte, más los elementos que forman parte de la ceremonia
funeraria, permanecen en la mente en el nivel de una pre-concepción (Bion 1966;
1974), esperando que su transformación en elementos alfa le adjudique distintas
significaciones. Tal vez una palabra nos hable de su muerte, tal vez un sueño nos
de la ilusión de tocar visualmente el cuerpo perdido para siempre…pero un realista
despertar nos ha de informar que esta nueva forma de "tener" la sesión imposible,
ha llegado a su "ocaso" y otra vez la torre de Babel queda detenida en su punto
crucial: el cuerpo inalcanzable.
Desde este nuevo nivel nos colocamos como analistas "detrás" del diván en el
cual los analizados nos ofrecen se “Fe” en el trabajo compartido (Bion 1974), una
“Fe” virtual que nuestra propia “Fe” en el método psicoanalítico hace “real” en cada
sesión que iniciamos y concluimos.
Se trata de la reconstrucción de un vínculo psicoanalítico abierto a la
significación por la palabra: volvemos a la labor analítica siendo para los
analizando un cuerpo que se oculta sin haber sido alcanzado; cada ocaso espera
el amanecer de la palabra. Funcionalmente un análisis es infinito como proceso
interno. Es finito sólo en términos bi personales.

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RESUMEN

En este trabajo me ocupo de definir y descubrir el concepto de turbulencia


transferencial que es generado en el mundo interno del analizado por el impacto
de la noticia de la muerte del analista. Esta movilización de emociones tienen
características distintas si dicha muerte se produce durante el proceso
psicoanalítico o si ocurre una vez concluido el mismo.
Diferencio el momento del contacto con la noticia de la muerte de un ser
querido, del proceso de duelo propiamente dicho. Esta distinción es nuclear desde
el punto de vista clínico y teórico.

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La turbulencia emocional caracteriza el primer contacto con la noticia. Si es
interferido por diferentes motivos, puede llegar a perturbar el inicio del proceso de
duelo; el cual puede quedar congelado o suspendido. De todo ello se desprende la
trascendencia de la investigación de los procesos de turbulencia emocional.
En el trabajo desarrollo algunas reflexiones teóricas y técnicas acerca del
encuadre y la significación del cuerpo del analista durante todo el proceso
psicoanalítico. También señalo la trascendencia sociológica y psicoanalítica de los
rituales funerarios propios de cada medio cultural.

DESCRIPTORES

1) IMAGEN CORPORAL
2) OBJETO INTERNALIZADO
3) DUELO
4) SIMBOLIZACIÓN

SUMMARY

In this work I will describe the concept of transferential turbulence which is


produced in the internal world of the patient by the impact of the news of the death

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of the analyst. This emotional storm has different characteristics according to
whether the death takes place during the psychoanalytic process or occurs once it
has concluded.
It is important to distinguish the moment when the news of the death is
received, from the grief process itself. This vertex is essential from a clinical and
theoretical point of view.
Emotional turbulence is the immediate result of receiving the news. If there is
interference with these feelings, this can affect the commencement of the grieving
process; which may be frozen or suspended. For these reasons, the study of the
processes of emotional turbulence is of great significance.
In this paper I elaborate some theoretical and technical points of view about
the setting and the symbolism of the analyst’s body during the entire
psychoanalytical process. I will also indicate the sociological and psychoanalytical
importance of the funeral rites in each cultural context.

RESUMO

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Neste trabalho me dedico a definir e descobrir o conceito de turbulência
transferencial que é gerado no mundo interno do analisado, devido ao impacto
causado pela notícia da morte do seu analista. Esta mobilização de emoções tem
características diferentes se essa morte acontece durante o processo psicanalítico
ou se ocorre quando este já terminou.
Diferencio o momento do contato com a notícia da morte de um ser querido, do
processo de luto propriamente dito. Desde o ponto de vista clínico e teórico esta
diferença é nuclear.
O primeiro contato com a notícia se caracteriza pela turbulência emocional. Se,
por diversos motivos, sofrer interferência poderia perturbar o início do processo de
luto; o qual pode ficar “congelado” ou suspendido. Disso tudo emana a
transcendência da investigação dos processos de turbulência emocional.
Com este trabalho desenvolvo algumas reflexões teóricas e técnicas sobre o
enquadramento e a significação do corpo do analista durante todo o processo
psicanalítico. Destaco, também, a transcendência sociológica e psicanalítica dos
rituais funerários próprios de cada meio cultural.

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----- (1923): “El Yo y el Ello” – Amorrortu
------ (1924ª) “Neurosis y Psicosis”- Amorrortu

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