Sie sind auf Seite 1von 25

www.planetaius.

org

CONTRATOS CONEXOS .-

I.- Introducción:

En nuestro derecho se entiende por contrato: un acto


jurídico mediante el cual dos o más partes manifiestan su
consentimiento con el fin de crear, modificar, transferir,
conservar o aniquilar relaciones jurídicas patrimoniales .

Así las cosas, el consentimiento o “acuerdo de voluntades”


aparece como uno de los elementos estructurales del contrato, en
cuya formación intervienen por lo menos dos partes, cada una de
las cuales emitirá una declaración de voluntad unilateral y
recepticia –que se llamará oferta o aceptación, según el caso- y
cuya fusión dará origen al contrato .

Perfeccionado el mismo se genera una relación jurídica


cuyos efectos se proyectarán entre las partes y, eventualmente,
quienes llegaren a ser sus sucesores, ya sea “mortis causa” o por
actos entre vivos; como consecuencia de la aplicación del art.
1195 del Código Civil, precepto que nos enfrenta ante el
denominado efecto relativo de los contratos .

De acuerdo con este principio, los derechos y obligaciones


que emanan del contrato, se proyectan exclusivamente sobre las
partes y llegado el caso, sus sucesores o herederos, que –no esta
demás decirlo- se “convierten” en parte una vez producida la
sucesión o transferencia del contrato; y como consecuencia del
mismo “los contratos no pueden perjudicar a terceros” (art. 1195)
“no pueden oponerse a terceros” ni “invocarse” por ellos (art.
1199) .
www.planetaius.org

Las nociones hasta aquí desarrolladas se corresponden con


el esquema clásico o tradicional del contrato paritario, donde las
partes –en un pie de igualdad- pueden, como expresión del
liberalismo individual que tanto influyó sobre la concepción de
Velez Sarfield, crear una “ley particular” (art. 1197) que sólo -y
exclusivamente- producirá efectos inmediatos sobre sus
conductas, pero sin abarcar a los “terceros” que, respecto de esa
regla o convención, son “res inter alios acta, aliis neque nocere,
neque prodesse potest" .

II.- Contratos típicos y atípicos:

Esbozada brevemente la noción de contrato, nos


detendremos en una de las tantas clasificaciones que -con espíritu
doctrinario- trabajó nuestro codificador dentro del propio Código
Civil.

Puntualmente analizaremos la clasificación propuesta en el


art. 1143 que textualmente reza: "Los contratos son nominados o
innominados según que la ley los designe o no bajo una
denominación especial"; terminología resistida por la doctrina
moderna, que prefiere hablar de contratos típicos (en lugar de
nominados) y atípicos (en lugar de innominados) .

Los contratos típicos son aquellos que estan expresamente


regulados en la ley, que tienen una disciplina particular o propia
en la ley; como por ejemplo el contrato de compraventa o de
leasing, que estan especialmente regulados en los arts. 1323 a
1433 del Código Civil, el primero, y en la ley 24.441, el segundo.
www.planetaius.org

Los contratos atípicos son aquellos que no encuentran su


"sede" dentro de la ley, aquellos que carecen, no ya de un nombre
, sino de una estructura o regulación legal. Son el producto de la
libertad contractual (art. 1197) y de las necesidades de la vida
jurídica: no nacen de la fantasía de los juristas o de la inventiva de
los legisladores sino de la necesidad práctica que plantea el tráfico
negocial (v. gr. el contrato de garage o de hospedaje).

A su vez, dentro de esta última categoría la doctrina


distingue: (i) los contratos atípicos puros que son aquellos que no
encajan en ninguna de las figuras con específica regulación legal y
tampoco responden a una combinación de elementos
correspondientes a figuras contractuales típicas (ej. contrato de
franchising ) y (ii) los contratos atípicos mixtos que implican no
una pluralidad de contratos sino uno solo, con elementos
pertenecientes a otros tipos de contratos, aunque ligados de
manera que constituyen un todo unitario. Son entonces una
combinación no de contratos completos, sino de elementos
contractuales, total o parcialmente regulados por disposiciones
relativas a diversas especies típicas de contratos (por ej. el
contrato de garage ).

Sobre la base de esta clasificación se observa que nuestro


codificador reguló mínimamente algunos contratos, como la
compraventa, la donación y la locación de cosas, cada uno de los
cuales respondió a una finalidad concreta tenida en mira por las
partes .

Cada uno de estos contratos tuvo así su tipicidad legal, pero


se dejó abierta la posibilidad de que las partes, como reflejo de la
autonomía de la voluntad (art. 1197), pudieran celebrar contratos
que no tuvieran una regulación específica en la ley, los llamados
contratos atípicos o innominados, cuya proliferación se fue
afianzando con el paso del tiempo . Surgieron así combinaciones
de elementos de distintos tipos legales, y nuevas figuras con
www.planetaius.org

elementos “novedosos”; todo ello como respuesta a la necesidad


del tráfico negocial moderno .

III.- Las uniones de contratos:

Durante la época en que se redactó nuestro Código Civil,


sancionado en 1869, era conocido el fenómeno llamado “unión de
contratos” .

Siguiendo a Alterini diremos que la unión de contratos se


da cuando las partes los celebran con alguna vinculación temporal
o funcional, pudiendo distinguir las siguientes subcategorías:

a) Unión meramente externa: Dos contratos,


independientes entre sí, se pueden unir externamente en el acto
de su celebración, no guardando ningún nexo de subordinación
o dependencia el uno con respecto al otro (v. gr. puedo
concurrir a una librería para comprar un libro y alquilar otro).
Se celebran dos contratos que aparecen unidos por su
celebración coetánea por las mismas personas (y hasta pueden
constar en el mismo instrumento), pero sin relación entre ellos.
Esta categoría carece de relevancia jurídica especial.

b) Unión de contratos con dependencia unilateral o


bilateral: Se da cuando dos contratos completos y unidos
externamente son queridos por las partes como un todo único.
Existe una relación de tal naturaleza que un contrato influye
sobre el otro, tienen entre sí relevancia jurídica. Así, por
ejemplo, cuando se compra un caballo y se alquila la silla para
montarlo. Hay aquí dos figuras contractuales típicas pero con
dependencia unilateral de una hacia la otra, ya que si el primer
contrato quedara sin efecto, por el motivo que fuere, también
www.planetaius.org

quedaría sin efecto el segundo negocio.

c) Unión alternativa: la unión de contratos es alternativa


cuando la conclusión de uno o de otro de los contratos depende
de que se cumpla, o fracase, cierta condición (ej. se compra un
caballo para el supuesto que se llegue a ser oficial de caballería
en el plazo de un mes, y de no resultar así, se lo alquila por tres
meses. Según se cumpla o no la condición (hecho futuro o
incierto) existirá compraventa o locación.

IV.- Distinciones necesarias:

Se torna sumamente necesario no confundir los contratos


atípicos, donde existe un solo y único contrato, con las llamadas
uniones de contratos, supuesto en el que existen varios contratos
que mantienen su autonomía, pero que –tal como sostuvimos
supra- las partes celebran con alguna vinculación temporal o
funcional.

Y llendo más lejos en el análisis debemos distinguir la


unión de contratos de la conexidad o encadenamiento contractual
. En efecto, “a diferencia de la unión de contratos, en el
encadenamiento no hay una mera yuxtaposición, o cierto grado de
dependencia entre uno y otro contrato, sino una necesaria
amalgama de los actos de varias personas, que son de índole
diversa, pero que confluyen en el objeto común de una operación
económica global” .

Como enseña Lorenzetti “En la conexidad hay un interés


asociativo que se satisface a través de un negocio que requiere
varios contratos unidos en sistema; la causa en estos supuestos
vincula a sujetos que son parte de distintos contratos situándose
fuera del contrato, pero dentro del sistema o red contractual; es
una causa sistemática. Ello significa que hay una finalidad
económico social que trasciende la individualidad de cada
contrato y que constituye la razón de ser de su unión; si se
desequilibra la misma se desequilibra todo el sistema y no un solo
contrato” .
www.planetaius.org

Este fenómeno se vincula con las contrataciones directas de


la sociedad de masas, donde es necesario instrumentar redes de
contratos: redes de usuarios de tarjetas de créditos, de
consumidores, de concesionarios. En ellos la existencia de un
contrato solo se explica porque hay otros que funcionan como un
sistema; no se justificaría el negocio si hay uno solo.

Individualmente considerados, cada uno de los contratos


que conforman la red o sistema contractual, son actos jurídicos
bilaterales (o plurilaterales) que producen relaciones contractuales
típicas o atípicas. No constituyen un contrato atípico, ni una unión
de contratos meramente externa o con alguna dependencia
temporal o funcional; se trata de una red contractual donde los
efectos de cada contrato individualmente considerado inciden –al
menos de manera indirecta- en los restantes contratos.

Ello así, pues la circunstancia de estar uno al lado del otro


hace que presenten una configuración especial: “conviven”, se
necesitan unos con otros y constituyen un sistema. No es posible
pensarlos aisladamente, ya que su existencia se explica en base a
su celebración masiva.

“Así como hay una finalidad perseguida a través de un


contrato, y ello motivó una categorización muy útil para el
Derecho, hay una finalidad supra contractual. En ella, las
finalidades económico-sociales son distintas o más amplias que
las que existen en los contratos social o legalmente típicos, de
modo tal que estos últimos son usados instrumentalmente para
lograr aquéllas” .

V.- La evolución:
www.planetaius.org

Nuestro codificador entendió que cada contrato respondía a


una finalidad concreta perseguida por las partes , y por ello
representaba una figura autónoma y desvinculada de otros
acuerdos, cuyos efectos se extendían estrictamente entre los
sujetos intervinientes (art. 1195), ya que la finalidad perseguida
no trascendía más allá de la relación jurídica creada por las partes.

Y como sostuvimos más arriba, Velez Sarfield reguló


mínimamente los contratos más difundidos de su época (como la
compraventa o el mandato), pero dejando abierta la posibilidad de
que las partes -siempre y cuando respetaran los límites
infranqueables del orden público, la moral y las buenas
costumbres (arts. 21 y 953)- celebraran otros negocios que no
tuvieren una regulación legal específica .

Y si bien conoció el fenómeno denominado unión de


contratos, no se detuvo a regular sus efectos, omisión que -salvo
honrosas excepciones- trasuntó en el silencio de nuestra doctrina
nacional en cuanto al análisis de las consecuencias del ligamen
negocial.

Sin embargo, con la evolución del tráfico comercial, surgió


un supuesto de hecho imprevisto por el legislador del Código
Civil: la existencia de redes o sistemas contractuales como
nuevas formas de intercambio de bienes y servicios de la sociedad
moderna.

En efecto, actualmente “la producción masiva de los bienes


y servicios, la fabricación de miles de artículos en serie,
acompañada de una adquisición y consumo también masivos, han
generado lo que se conoce como tráfico en masa (con lo que) la
vinculación jurídica de productores y adquirentes no puede
www.planetaius.org

realizarse dentro del esquema clásico o tradicional del contrato


paritario; por el contrario es necesario un nuevo sistema de
contratación. Surge así la contratación masiva como una respuesta
ante las exigencias de la sociedad de intercambiar los bienes y
servicios” .

En este contexto “es habitual que los contratos de consumo


sean masivamente celebrados, involucrando a un grupo de
consumidores (o usuarios), tal como sucede con las tarjetas de
crédito, con la medicina prepaga, los círculos de ahorro para la
compra de bienes, los fondos comunes de inversión, la jubilación
contratada con las administradoras de fondos de pensión” .

Se trata de encadenamientos contractuales en los que los


objetivos económicos se alcanzan no ya mediante un contrato,
sino de varios utilizados estratégicamente en función de un
negocio o en redes que forman sistemas lo cual propone la
necesidad de un concepto de finalidad supra contractual.

VII.- Criterio para determinar la existencia de contratos


conexos:

Tal como adelantamos, “Para distinguir cuando hay uno o


varios contratos es irrelevante que estén vinculados por su
celebración en un mismo momento, por la unidad del documento
en que se celebran o por otra causa. En este supuesto la influencia
es mínima, puesto que lo único que muestra cierta vinculación
entre ellos es el momento de celebración o su desarrollo en un
mismo documento, y ambos son datos que no producen efectos” .

En otras palabras, para determinar si estamos ante un


supuesto de conexidad contractual no interesa que los contratos
aparezcan celebrados en el mismo instrumento , o que se celebren
www.planetaius.org

en un mismo momento .

Tampoco interesa “a los fines de establecer una conexión


negocial... que medie identidad de sujetos, habida cuenta que el
nexo puede operar entre negocios jurídicos concluidos por las
mismas partes o entre partes diversas” .

“En cambio es importante establecer si hay una o varias


causas o finalidades económico-sociales ya que es el elemento
determinante para constatar la pluralidad de contratos” .

Como enseña Messineo, "para establecer si hay pluralidad o


unidad de negocio jurídico, es necesario acudir a la causa del
negocio: si la causa es única, aún cuando sea compleja, se tendrá
negocio único; si hay varias causas, se tendrán otros tantos
negocios jurídicos, aunque eventualmente conexos .

De ahí la importancia capital de analizar la causa del


negocio, ya que habrá unidad de negocio cuando la causa sea
única y pluralidad de ellos cuando, por el contrario, existan dos o
más causas .

“En ese orden se ha señalado que la situación jurídica debe


ser examinada a la luz de las obligaciones de las partes: cuando
las prestaciones aparecen entre ellas coordinadas de modo que
responden a un fin único perseguido por ellas, deberá concluirse
por la unidad del contrato. Viceversa, cuando las prestaciones
cuentan con suficiente independencia y se hallan ordenadas hacia
fines diversos debe admitirse la pluralidad negocial” .
www.planetaius.org

En suma, el análisis de la causa del contrato o negocio es


definitorio para determinar cuando nos hallamos ante un único
negocio, o, bien, ante una pluralidad de contratos; ya que sólo en
esta última hipótesis es posible hablar de encadenamiento o
conexidad, con los efectos que más adelante veremos.

La conclusión anterior sin desmedro de destacar la


disparidad de criterios que existe en cuanto a la noción de causa,
fundamentalmente entre la doctrina italiana y la doctrina nacional
. Los autores, según sigan una u otra doctrina, discrepan en cuanto
a que debe entenderse por causa del negocio, pero esa
discrepancia conceptual no enerva la conclusión a que hemos
arribado supra : si la causa es única, aún cuando sea compleja, se
tendrá un negocio único; si hay varias causas, se tendrán otros
tantos negocios jurídicos, aunque eventualmente conexos.

VIII.- Algunos supuestos de conexidad contractual:

Con el fin de clarificar conceptos, en lo que sigue, daremos


algunos ejemplos de conexidad contractual o ligamen negocial.

VIII.1.- Autofinanciamiento y compraventa:

Como consecuencia de la contratación masiva en la


sociedad moderna, en los últimos años han aparecido en el terreno
jurídico los denominados contratos de ahorro previo para fines
determinados.

Así es frecuente que una persona que desea adquirir un


vehículo, ingrese en un plan de financiación, conforme con el cual
www.planetaius.org

irá abonando una serie de cuotas hasta obtener –en un momento


determinado- el vehículo en cuestión .

Este contrato-negocio de financiamiento de consumidores


no es un contrato o negocio autónomo y autosuficiente, pues, si
bien con la simple entrega del dinero, el ahorrista persigue el
denominado proceso de “capitalización”, tiene una función
conexada concreta, la adquisición de un determinado automotor .

Así las cosas, la finalidad perseguida se juridiza mediante


un sistema de estructuras relacionadas: el financiamiento o auto
ahorro y la compraventa, a los que se pueden añadir, según los
casos, el contrato de mandato, el contrato de prenda, etc.; todos
ellos tendientes a la misma causa-fin sistemática de la que
hablamos supra: la adquisición financiada de un automotor.

Vale decir que, como sostienen Weingarten y Ghersi ,


“detrás de la apariencia formal de independencia de estos
distintos acuerdos... se oculta un único negocio (global) puesto
que todos responden al mismo propósito económico que a través
de ellos se pretende obtener, a pesar de que las prestaciones sean
diferentes. Lo que en realidad ocurre, es que esa única unidad
económica que representa el negocio realizado –la compraventa-
ha sido fraccionada en dos relaciones distintas”.

Este nexo económico funcional entre ambos acuerdos que


se concluyen, lleva a que desde el aspecto jurídico éstos no
puedan ser considerados como absolutamente independientes,
pues ello implicaría desvincularlos de la operación que quiere
articularse, haciendo aparecer como formalmente separado lo que,
desde el plano del contenido económico-jurídico, constituye una
indisoluble unidad.
www.planetaius.org

Es que más allá de la “forma jurídica” que se utilice para


instrumentar la operación hay un resultado común que trasciende
a cada contrato particular, lo que obliga a atender más que nada a
la verdadera realidad económica subyacente, con independencia
de los límites formales de cada uno de los contratos.

En consecuencia, si el cumplimiento de uno de estos


contratos deviene de cumplimiento imposible, por una causa ajena
al “ahorrista-comprador”, la consecuencia es que la ineficacia de
ese contrato se debe trasladar al otro –respecto del cual es conexo-
pues la operación económico-jurídica global es querida por el
comprador como un todo.

Por tal motivo, si la empresa vendedora no puede entregar


el vehículo prometido y perfectamente individualizado , como
consecuencia de un motivo que le es imputable (v. gr. por haber
perdido la concesión del automotor en cuestión), no puede
pretender que quede sin efecto el contrato de compraventa , pero
manteniendo la vigencia del contrato de ahorro previo para
inducir al “ahorrista” a adquirir cualquier otro objeto que
comercialice la empresa.

Adecuando estos conceptos con el criterio expuesto en el


punto VII, es dable destacar que en este ejemplo se observa una
operación económica global instrumentada mediante la
celebración de contratos formalmente independientes (contrato de
compraventa, de ahorro previo, de prenda, de mandato, etc.), pero
tendientes a un mismo fin último: la adquisición de un
determinado automotor. Esta es la única causa sistemática o
global perseguida mediante los "diferentes" contratos celebrados,
pero que tienen, cada uno de ellos, una causa-fin específica o
particular .
www.planetaius.org

En consecuencia, tenemos una pluralidad de causas o


finalidades específicas que se persiguen en cada uno de los
contratos celebrados (de ahí que tengamos una pluralidad
negocial), pero que confluyen en una única causa o finalidad
sistemática: la adquisición de un determinado automotor .

VIII.2.- Contrato de concesión comercial :

La articulación de un sistema de concesión comercial


implica la gestación de un negocio jurídico complejo, ya que
requiere la celebración de una multiplicidad de contratos para
llevar adelante el negocio propuesto.

En efecto, esta operatoria comercial -que responde a las


necesidades de la sociedad moderna- exige que el concedente
(fabricante o productor de un determinado bien) se vincule con
una red de concesionarios, que serán las bocas de expendio de su
producto.

En este sistema contractual cada concesionario será una


empresa autónoma desde el punto de vista jurídico , que actuará
por cuenta y riesgo propio frente a los terceros compradores del
producto; y donde normalmente se pactará una exclusividad que
funciona con un doble carácter: (i) una exclusividad pactada a
favor del concedente, ya que el concesionario tendrá prohibida la
venta de otras marcas o productos que no sean los de aquél y (ii)
una exclusividad prevista en favor del concesionario,
representada por la prohibición para el concedente de
establecerse, por sí o por terceros, en la zona geográfica que le
corresponda a aquél.

Estos líneamientos básicos del contrato de concesión


www.planetaius.org

comercial son suficientes para demostrar que nos encontramos


ante un supuesto de conexidad o encadenamiento contractual;
donde se torna sumamente importante la labor de la red de
concesionarios en el mantenimiento de la confiabilidad y calidad
del producto ofrecido y la colaboración del concedente para el
éxito comercial de cada uno de los componentes del sistema.

Así las cosas, podemos pensar en un ejemplo tendiente a


observar de que manera -en un supuesto de conexidad contractual-
se "relativiza" el efecto relativo de los contratos que nos brinda el
art. 1195 del Código Civil, conforme con el cual una persona que
no intervino en la celebración de un determinado contrato no
puede -salvo excepciones- sufrir las consecuencias jurídicas del
mismo.

Empero, a pesar de lo establecido en esta norma, podemos


observar que los componentes que forman parte de un sistema de
concesión comercial, para integrarse a la red, solamente
celebraron el contrato con el concedente y no con los restantes
concesionarios; sin embargo las conductas y actitudes que éstos
desplieguen durante la comercialización del producto pueden
tener importantes consecuencias, ya sean negativas o positivas,
respectos de los restantes.

En efecto, podemos pensar en concesionarios de una


prestigiosa marca de automotores ubicados en distintas zonas
geográficas de nuestro país (La Pampa, Santa Fe, Entre Ríos,
Neuquén, etc.). Entre estos concesionarios –reiteramos- existe un
total independencia, tanto jurídica como económica, pues no han
celebrado entre ellos ningún contrato o negocio; sin perjuicio
-claro está- de formar parte del mismo programa de distribución
comercial.
www.planetaius.org

Así las cosas, podemos suponer que los concesionarios de


La Pampa y Santa Fé comiencen a cometer una serie de estafas
(que tomen estado público) en cuanto al estado de los automóviles
vendidos o en cuanto a la entrega de los mismos y donde el
concedente sea absolutamente ajeno a esa situación.

En esta circunstancia, los concesionarios que cometieron


las estafas provocarán un serio perjuicio económico a los restantes
(los ubicados en Entre Ríos y Neuquén, entre otros) pues todo
hace pensar que el temor a una estafa hará decaer la demanda del
rodado en todas las bocas de expendio, ya que el público tiende a
identificar la marca del producto vendido, sin reparar en la aludida
independencia existente entre diversos concesionarios.

Sobre la base de esta hipótesis de trabajo cabe detenerse a


pensar (sin perjuicio de la actitud que puede adoptar el
concedente) cuáles serán las acciones que pueden darse entre los
concesionarios, y, sobre todo, si estamos hablando de una
responsabilidad contractual o extrancontractual.

En los parágrafos siguientes arriesgaremos una respuesta a


estos interrogantes, pero sin pretender agotar la cuestión, pues
estamos analizando un fenómeno contemporáneo cuyos contornos
no han termiando de perfilarse.

IX.- Efectos de la conexidad o encadenamiento


contractual:

“La jurisprudencia italiana, que ha elaborado la teoría de


los negocios coligados, tiene admitido como principio general que
las partes, en el ejercicio de su autonomía contractual pueden dar
vida, con un solo acto, a contratos diversos y distintos, que aún
www.planetaius.org

conservando la individualidad de cada tipo negocial y aún


permaneciendo sometidos a su propia disciplina, están sin
embargo coligados entre sí funcionalmente y con relación de
dependencia recíproca, que trae como consecuencia que las
vicisitudes de uno repercuten sobre los otros, condicionando su
validez y ejecución. Haciendo aplicación de este criterio se
registran numerosas sentencias que han establecido, por ejemplo,
que la resolución o nulidad de un contrato puede motivar la
resolución de todo el conjunto, siempre que las dos prestaciones
de los convenios sean conexas e inescindibles desde el punto de
vista económico debido a la unidad del fin perseguido” .

Se observa, entonces, que el efecto capital de la conexidad


contractual esta determinado por la circunstancia de que las
vicisitudes sufridas por uno de los contratos que conforman el
sistema contractual, repercute –en mayor o menor medida- en los
restantes negocios que integran la red; lo cual lleva a analizar la
posibilidad de “neutralizar” los efectos de uno de los contratos del
sistema, si en cualquiera de los otros se produce una causal de
ineficacia, invalidez, resolución o incumplimiento.

Precisamente, analizando de que manera se ramifican las


consecuencias jurídicas de uno de los contratos celebrados en red,
a los restantes acuerdos que conforman el sistema, Tobías y De
Lorenzo han dicho que la existencia de la pluralidad de negocios
vinculados jurídicamente, lleva a entender que casi siempre la
finalidad última solo podrá lograrse si todos los negocios ligados
resultan válidos, de ahí que mediando un nexo entre ellos resulta
convincente afirmar que el negocio válido solo estará en
condiciones de producir sus efectos propios si el restante es –a su
vez- válido; en caso contrario no producirá sus efectos normales
por una causa que le es extrínseca (la invalidez de otro negocio) y
no intrínseca a su propia formación. Resulta válido pero ineficaz.
En suma, la existencia del nexo determina que la invalidez de uno
de los negocios acarree la ineficacia del restante negocio válido .
www.planetaius.org

Sin embargo, dada la existencia del art. 1039 del Código


Civil , coincidimos con los autores citados en que -en nuestro
derecho- la invalidez de uno de los negocios ligados se proyectará
conduciendo a la ineficacia del otro cuando el nexo sea de tales
características que la finalidad económica perseguida sólo pueda
lograrse si ambos producen la plenitud de sus efectos (ambos
negocios son “inseparables” en la obtención de la única finalidad
económica). Por el contrario, si con la producción de efectos del
negocio válido es factible la obtención -siquiera parcial- de la
finalidad económica perseguida (los negocios son “separables”),
la invalidez del restante no incidirá en la eficacia del válido (doct.
art. 1039 C. Civ).

IX.1.- Otros efectos:

Siguiendo a Alterini podemos destacar otros dos aspectos


que se vinculan con los efectos del fenómeno analizado a lo largo
del presente.

Por un lado, es necesario reparar en la interpretación de los


contratos encadenados, pues cuando el jurista debe interpretar un
solo y único contrato debe recurrir -además de los principios
generales del derecho y de los contratos- a normas específicas: el
art. 1198 del Código Civil y los arts. 217 y 218 del Código de
Comercio.

Mediante la aplicación de estas normas es posible


desentrañar el verdadero alcance de las cláusulas existentes en un
determinado contrato, pero cuando nos encontramos frente a una
red negocial existe un aditamente especial, ya que, como enseña el
citado jurista, “los contratos que están vinculados entre sí por
haber sido celebrados en cumplimiento del programa de una
www.planetaius.org

operación global son interpretados los unos por medio de los


otros, y atribuyéndoseles el sentido apropiado al conjunto de la
operación”.

En segundo lugar, la responsabilidad de los integrantes de


un grupo o red contractual es otro de los fenómenos que
corresponde analizar. Así, por ejemplo, cuando se contrata la
construcción de una fábrica llave en mano, “la responsabilidad
emergente... involucra a todas las partes de los contratos
encadenados, de modo que, por ejemplo, el incumplimiento del
proveedor de la caldera lo hace responsable tanto por la falta de
entrega de ese equipo (frente a su cocontratante) como por la
inejecución de la obligación global de poner la fábrica en marcha
(frente a quien realizó el contrato de construcción de este
establecimiento). Si sólo se tomara en cuenta la responsabilidad
con relación a cada uno de los contratos singulares, el ámbito de
esta última responsabilidad será extracontractual, en razón del
efecto relativo previsto por el artículo 1195 del Código Civil; pero
quienes son parte en los contratos encadenados no resultan
“verdaderos terceros” (Durry), por lo cual esa responsabilidad
debe ser considerada contractual (Teyssié, Bacache, Gibeilli)” .

Asimismo, el fenómeno de la responsabilidad de los


integrantes de un grupo de contrato se puede enfocar desde el
plano de los consumidores en relación con las nuevas formas de
contratación de la sociedad de masas.

Ello así, pues la imagen clásica de la empresa actualmente


esta siendo superada, en atención a que la empresa moderna
tiende a organizarse a través de grupos o redes de sociedades
comerciales (y por ende de contratos) para fragmentar y delimitar
los riesgos empresariales, al crear una pantalla protectora con el
fin de evitar la relación directa con el consumidor o usuario.
www.planetaius.org

Como enseñan Weingarten y Ghersi “la doctrina italiana ha


estudiado con profundidad el tema desarrollando una concepción
objetiva de la empresa como unidad económica, en el que cada
una de las sociedades que la integran son simples fragmentos
productivos de una única y misma empresa. Todo el grupo de
empresas es el centro del beneficio y por lo tanto de riesgo y
responsabilidad”.

“De allí que la responsabilidad alcance a todo aquel que se


beneficia de un negocio jurídico y no solamente quien entra en
relación con el consumidor. La consecuencia obligada es que
estos sujetos que participan de una misma actividad organizada, es
la responsabilidad solidaria”.

En esta línea de pensamiento, en las XV Jornadas de


Derecho Civil (Mar del Plata, 1995) se recomendó que “en los
supuestos de conexidad contractual, la responsabilidad puede
extenderse más allá de los límites de un único contrato otorgando
al consumidor una acción directa contra el que formalmente no ha
contratado con él, pero ha participado en el contrato conexo, a fin
de reclamar la prestación debida o la responsabilidad por
incumplimiento”.

X.- Conclusión:

El intercambio de bienes y servicios es un fenómeno


altamente complejo en las sociedades modernas, representando
una situación fáctica impensada para nuestro codificador, quien
reguló la Teoría general del contrato partiendo de ciertos ideales
básicos contestes con los fenómenos políticos, económicos y
sociales propios su época.
www.planetaius.org

Sobre la bases de las ideas desarrolladas en la Revolución


Francesa e Industrial, Velez Sarfield desarrolló la teoría del
contrato paritario, celebrado por personas ubicadas en un pie de
igualdad y con el mismo poder de negociación, que buscaban una
finalidad concreta cada vez que celebraban un contrato. En esta
concepción los efectos de cada acuerdo no podían extenderse más
allá de la esfera jurídica de los sujetos intervinientes, para abarcar
a quienes -en modo alguno- participaron de la negociación.

Pero en la actualidad, la masificación y la fluidez en el


tráfico comercial torna indispensable la formación de grandes
sistemas contractuales en donde no todos los participantes se
encuentran en igualdad de condiciones o pudieron negociar su
ingreso al sistema.

En estos encadenamientos contractuales, la circunstancia de


estar cada contrato al lado del otro hace que presenten una
configuración especial: "conviven", se necesitan unos con otros, a
tal punto que no es posible pensarlos en forma aislada; y las
vicisitudes sufridas en uno de ellos repercuten sobre los restantes,
poniendo en tela de juicio el efecto relativo de los contratos
previsto por Velez Sarfield.

Por lo demás, los conceptos jurídicos "responsabilidad" e


"interpretación" adquieren ribetes especiales dentro de este
fenómeno, pues podría hablarse de responsabilidad contractual
entre quienes nunca celebraron un contrato, o, bien, podría
interpretarse un negocio a la luz de las conductas desplegadas por
contratantes que celebraron un acuerdo distinto del analizado,
pero conexo con el mismo.

Entendemos que quienes deban abordar el análisis del


www.planetaius.org

derecho de los consumidores y usuarios no pueden desconocer el


fenómeno representado por la conexidad contractual, pues la
existencia de aquellas categorías jurídicas responde a las nuevas
formas de contratación en masa de las sociedades modernas
donde precisamente han proliferaron las redes contractuales a que
hemos hecho referencia a lo largo del presente.

----------

Ricardo Uguet

Derechos reservados.

Agosto de 1999.

Se aclara, desde el punto de vista terminológico, que a lo largo del


presente trabajo utilizamos indistintamente los conceptos: contratos
conexos, conexados, coligados o encadenados.
Arts. 944, 1137, 1168, 1169 y ccds. del Código Civil.
Siempre que se encuentren reunidos los otros dos elementos estructurales
o esenciales del contrato: (i) objeto y (ii) causa; como así también el
presupuesto de válidez representado por la capacidad de los sujetos
intervinientes.
El efecto relativo de los contratos es uno de los pilares sobre los que se
asienta la Teoría clásica o tradicional del contrato. Los otros pilares que
identifica la doctrina son: la autonomía de la voluntad, la igualdad de las
partes, la fuerza obligatoria del contrato y el principio de buena fe (que
adquirió un mayor auge con la reforma de 1968, ley 17.711).
Esto sin perjuicio de las excepciones que se observan en los contratos a
favor, en contra y por cuenta de terceros.
Adagio latino que significa: "las cosas hechas entre otros, no pueden
perjudicar ni aprovechar a los demás".
El criterio de clasificación se funda en la existencia o inexistencia de una
regulación legal específica del contrato analizado en el caso concreto.
De ahí que prefiera hablarse de atípico en lugar de innominados.
En nuestro medio el contrato de franchising es un contrato atípico desde el
punto de vista legal, pues no existe ninguna norma jurídica que regule su
contenido. Sin embargo, es un contrato que tiene tipicidad "social", vale
decir, que se celebra con tanta asiduidad que es posible sintetizar los
www.planetaius.org

elementos que integran su contenido, aún antes de que estos tengan


recepción legislativa.
El contrato de garaje para automotores normalemente tiene elementos del
contrato de guarda o custodia, de locación de cosas, y de servicios (de
limpieza o mantemiento del vehículo), todo ello contra el pago de un precio
en dinero.
Así, por ejemplo, con la compraventa se buscaba ser propietario de lo que
se pagó y con

la locación de cosas, usar y gozar una cosa cuya titularidad dominial


continuaba en cabeza

del locador.
Como producto de la reiteración en la formulación de determinados
contratos atípicos, la doctrina elaboró una categoría sui generis: los
contratos con tipicidad social.
Todo esto sin perjuicio de reiterar que en la concepción de Velez Sarfield el
contrato aparece como una figura autónoma y desvinculada de otros
acuerdos, cuyos efectos se circunscriben estrictamente a la esfera jurídica
de los sujetos intervinientes (art. 1195).
Autores que fueron fuente de nuestro codificador, como Aubry y Rau y
Zachariae, daban ejemplos de uniones contractuales.
ALTERINI, Atilio Anibal, "Contratos civiles, comerciales y de consumo",
Ed. Abeledo Perrot, Bs. As., 1998, págs. 193 y sigts.
Ello sin perjuicio de reconocer que en determinadas circunstancias será
difícil para el jurista diferenciar una unión de contratos, con dependencia
unilateral o bilateral, de un encadenamiento contractual.
ALTERINI, Atilio Aníbal, “Contratos civiles - comerciales – de
consumo”, Ed. Abeledo Perrot, Buenos Aires, 1998, pág. 195.
LORENZETTI, Ricardo Luis, “Contratos modernos ¿conceptos
modernos?, La Ley 1996-E-851.
Es lo que pasa en un sistema de tarjetas de crédito en el que sus miembros
no pagan, o de medicina prepaga, en el que se produce la necesidad de
pagar una prestación exorbitantemente costosa.
LORENZETTI, Ricardo Luis, op. cit. en nota 18, pág. 864.
La transferencia de la propiedad en el contrato de compraventa, el uso y
goce de una cosa ajena en la locación, la comunión de intereses en el
contrato de sociedad, etc..
Ya sea mediante la combinación de elementos contractuales conocidos o
mediante la creación de elementos novedosos.
SOTO COAGUILA, Carlos Alberto, “La contratación masiva y la crisis
del contrato...”, Diario La Ley del 29 de Junio de 1999, pág. 1.
LORENZETTI, Ricardo Luis, “Nuevas fronteras del abuso de derecho”,
La Ley 1995-E-593.
LORENZETTI, Ricardo, Luis, op. cit. en nota 18. Pág. 862.
Varios contratos distintos, cada uno con una causa-fin propia, se pueden
www.planetaius.org

celebrar en un mismo documento, sin que exista ningún punto de contacto


–más que el instrumento en que aparecen redactados- que permita inferir
la existencia de una conexidad contractual.
Una persona puede celebrar un contrato de compraventa de un
departamento y, al mismo tiempo, celebrar un contrato de locación de obra
con un decorador para que reacondicione la propiedad. Podría incluso, en
la misma secuencia temporal, celebrar un contrato de locación de ese
mismo inmueble. Tendríamos, en este ejemplo, tres contratos celebrados
al mismo tiempo y sobre el mismo objeto, pero sin que se pueda advertir
un ligamen o conexión entre ellos.
TOBIAS, José W. – DE LORENZO, Miguel Federico, “Complejo de
negocios unidos por un nexo”, La Ley 1996 "D", pág. 1408.
LORENZETTI, Ricardo, Luis, op. cit. en nota 18. Pág. 862, citando a
MESSINEO en "Doctrina general del contrato", T 1, pág. 393, Ed. Ejea,
Bs. As. 1986, fuente que determina la identificación de causa como
finalidad eonómico-social del contrato; pero destacando que no hay
uniformidad en nuestra doctrina nacional en cuanto a la noción de este
elemento (sobre el particular remitimos a nota 33).
MESSINEO, Francesco, "Manual de Derecho Civil y Comercial", Ed.
Jurídica Europa-América, Bs. As., 1971, Tomo II, pág. 341.
Nuestra doctrina es prácticamente unánime en el sentido de considerar a la
causa del contrato como elemento fundamental para determinar cuando
existe pluralidad de negocios, o, por el contrario, hay un único y sólo
negocio; ello sin perjuicio de las discrepancias en torno al concepto de
causa.
TOBIAS, José – DE LORENZO, Miguel Federico, “Complejo de
negocios unidos por un nexo”, La Ley 1996-D-1394. Debiendo destacarse
que los fines diversos que originan la pluralidad negocial a que aluden
estos autores, pueden estar orientados al cumplimiento de una operación
económica global, supuesto en el que tendremos una conexidad o ligamen
de esos negocios o contratos plurales.
Si bien excede el objeto del presente trabajo, es dable destacar que la
literatura jurídica italiana tiende a identificar la causa, antes que con el fin
perseguido por las partes, con la función económico-social del negocio
jurídico (Betti, Santoro Passarelli, Cariota Ferrara, entre otros). Se
identifican así distintas funciones económico-sociales que puede cumplir
un contrato: (i) función de cambio de la titularidad: cuyo contrato “líder”
es el contrato de compraventa, (ii) función de crédito: cuyo prototipo es el
contrato de mutuo oneroso, (iii) función de garantía: mediante tipos
contractuales que brindan seguridad respecto del cumplimiento de otro
contrato (v. gr. contrato de fianza); habiéndose destacado otras funciones
como la de custodia, cooperación, previsión, recreación, etc. En cambio,
la mayor parte de nuestra doctrina nacional -siguiendo la jurisprudencia y
doctrina francesas - identifica la noción de causa como “causa-fin” o
finalidad. Así Mosset Iturraspe entiende por causa "la razón o motivo
determinante del contrato" apareciendo, entonces, "la causa del contrato
como subjetiva, concreta y variable en cada negocio jurídico, aún en los de
www.planetaius.org

la misma especie. Subjetiva, porque se vincula con la finalidad que guía a


los contratantes. Concreta, porque atiende a cada negocio en particular.
Variable, porque tratando de apreciar el móvil que ha impulsado a las
partes será distinta en cada contrato" (MOSSET ITURRASPE, Jorge,
“Contratos”, Ed. Rubinzal-Culzoni, 1997, pág. 239). En igual sentido, la
XIII Jornadas Nacionales de Derecho Civil (Buenos Aires, 1991) cuya
Comisión Nro. 3, al tratar la noción de frustración del fin del contrato,
conceptualizó la causa como "el móvil determinante, razón de ser o fin
individual o subjetivo que las partes han tenido en vista al momento
formativo del negocio".
Siguiendo, a través de Messineo, las enseñanzas de la doctrina italiana.
El presente ejemplo se realiza en base al trabajo de WEINGARTEN, Celia
– GHERSI, Carlos, “Los contratos conexados”, La Ley 1997-F-1348.
La difusión de esta operatoria negocial estructurada sobre la base de –por
lo menos- dos contratos (de ahorro previo y compraventa) se vincula con
la variación sufrida por la compraventa como contrato. En efecto, en la
época en que fue sancionado nuestro Código Civil se tomó como base la
compraventa de contado. Hoy, en cambio, predomina la venta a crédito, en
la que el vendedor busca una garantía del pago del precio para neutralizar
los riesgos de insolvencia del deudor. Así, pues, la mayoría de los
vehículos que se entregan de inmediato, como consecuencia de un
contrato de compraventa, se entregan prendados; o, bien, se diagrama un
sistema contractual en el que varios adquirentes se convierten en
“ahorristas”, mediante el pago de las cuotas de un plan de ahorro previo,
lo cual genera un proceso de “capitalización”, que funciona como garantía
de la empresa vendedora.
En el caso jurisprudencial que motivó el comentario de doctrina al que
hacemos referencia en la nota 35, el vehículo comprado se encontraba
perfectamente individualizado: Peugeot verde modelo 82, que sería
pintado de negro y amarillo, pues el adquirente lo utilizaría como taxi.
Como consecuencia de esta individualización del objeto del contrato de
compraventa, surge con mayor nitidez la conexidad o vinculación
contractual que se analiza.
WEINGARTEN, Celia – GHERSI, Carlos, op. cit. en nota 35, pág. 1350.
Recordemos que en el caso judicial comentado se trataba de un vehículo
donde se detalló marca, modelo e incluso el color con que sería pintado.
El que probablemente tendría una cláusula tendiente a limitar –al extremo-
la responsabilidad patrimonial de la empresa por la imposibilidad de
cumplimiento del contrato; ello como consecuencia de su poderío
económico que trasunta en una posición contractual netamente favorable.
Así el contrato de compraventa persigue la transferencia de la propiedad
del automotor, el contrato de ahorro previo busca la capitalización del
ahorrista, el contrato de prenda tiende a garantizar el saldo adeudado por
el adquirente, etc.
Con el ejemplo brindado en este punto queda demostrado que la
"conexidad contractual" no es un fenómeno exclusivo de los grandes
sistemas de contratación masiva, sino que también puede darse en
www.planetaius.org

supuestos "más sencillos", que involucren tan sólo a dos contratos


celebrados entre dos personas.
Para una mejor comprensión de los conceptos vertidos en este punto,
remitimos al lector a HOCSMAN Heriberto Simon, "Contrato de
concesión comercial", Ed. La Rocca, Bs. As., 1994.
Pudiendo existir o no una subordinación económica respecto del
concedente.
Con respecto a la discusión de si la exclusividad es o no un elemento
esencial del contrato de concesión remitimos al lector a HOCSMAN,
Heriberto S., op. cit. pág. 76.
Amén del claro perjuicio sufrido por el concedente, ante quien deberán
responder.
WEINGARTEN Celia – GHERSI Carlos, op. cit., pág. 1352; citando
jurisprudencia de la Corte Di Cassazione italiana, sentencia del 18.10.60 y
de la Corte De Apello di Napoli, sentencia del 31.10.66.
TOBIAS José W. - DE LORENZO, Miguel Federico, op. cit., pág. 1414;
donde puede verse el análisis que realizan estos autores en cuanto a la
aplicación -dentro de un sistema contractual- de la teoría de la lesión (art.
954), la teoría de la imprevisión (art. 1198, 2do. párrafo), el pacto
comisorio (art. 1204) o la excepción de incumplimiento contractual (art.
1201).
Es lo que podría ocurrir, por ejemplo, en un sistema de tarjeta de crédito,
donde la hipotética nulidad o invalidez de la totalidad de los contratos
celebrados entre la entidad emisora de la tarjeta y los comercios
adheridos, implicaría la necesaria invalidez de los contratos celebrados
entre la entidad emisora y los titulares o portadores de la tarjeta; ello
como consecuencia de la frustación de la causa fin de estos contratos, pues
no podrían cumplir su finalidad ante la inexistencia de comercios
adheridos donde utilizar la tarjeta. Este ejemplo, si se quiere de
laboratorio, sirve para demostrar que aún cuando el titular no celebre el
contrato de tarjeta de crédito con los comercios adheridos, la relación
contractual entre estos y la entidad emisora de la tarjeta no le es del todo
ajena.
El art. 1039 del Código Civil establece que "la nulidad de un acto jurídico
puede ser completa o sólo parcial. La nulidad parcial de una disposición
del acto, no perjudica las otras disposiciones válidas, siempre que sean
separables".
ALTERINI, Atilio Aníbal, op. cit., págs. 195 y 421.
ALTERINI, Atilio Aníbal, op. cit. pág. 195.
WEINGARTEN Celia – GHERSI Carlos, op. cit., pág. 1351.

Das könnte Ihnen auch gefallen