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El negocio del aborto

Publicado el 20 de Febrero 2016

¿Qué hay detrás de la ley de aborto? Varios factores, uno de ellos –quizá el más
poderoso– es que alimenta un negocio que mueve miles de millones es dólares.

En 1996 Bernard Nathanson publicó su libro autobiográfico «La mano de


Dios» (Libros MC, Ed. Palabra). Nathanson, quien murió en 2011, fue un médico
estadounidense que llegó a ser conocido como «el rey del aborto». En Estados Unidos
el aborto se legalizó sin restricciones en 1973, pero a mediados de los sesenta algunos
estados comenzaron a permitir el aborto en casos de embarazo por incesto, violación,
feto deforme y peligro para la vida o salud para la madre. En esa época Nathanson
trabajaba como ginecólogo en la atención a mujeres con embarazos problemáticos; a
veces las enviaba a atenderse con médicos abortistas fuera del país y se dio cuenta de
lo rentable que resultaba para ellos. En 1969 junto a un colega fundó la «Liga de
Acción Nacional por el Derecho al Aborto», una asociación cuyo fin era «suprimir
todas las leyes vigentes sobre el aborto y sustituirlas por el aborto a voluntad», lo cual lo
llevó a realizar una intensa actividad propagandística y de lobby para promover el aborto
libre. Entre principios de 1971 y fines de 1972 Nathanson dirigió el Centro de Salud
Reproductiva y Sexual de Nueva York (la mayor clínica de abortos del mundo
occidental, como afirma en el libro), en donde realizó directamente o indirectamente
alrededor de sesenta mil abortos. Más tarde la información aportada por la tecnología
ultrasonido le convenció de que el feto es una vida humana y terminó por
incorporarse al movimiento pro vida. Años después escribió su libro como un intento
de reparar el daño causado.

Entre otras cosas, en el libro Nathanson se explaya sobre la utilización de tejido fetal
para el tratamiento de ciertas enfermedades:
«Cuando se emplean tejidos de otro para suplir funciones deficientes de los propios, el
tejido fetal es el más deseable porque provoca el menor rechazo en el receptor. Cuando
se coloca tejido ajeno en el cuerpo propio, el sistema inmunológico trata de destruir el
tejido extraño. En el caso de que se coloque tejido fetal, el sistema inmunológico
reacciona sólo débilmente, y el tejido puede seguir funcionando durante semanas o
meses».
Explica, por ejemplo, que para el tratamiento de la diabetes se requiere tejido de fetos
abortados entra las catorce y las veinte semanas. Dada la cantidad de enfermos de
diabetes en USA a mediados de los noventa, se necesitaba abortar 11,2 millones de
fetos al año en el período de catorce a veinte semanas, pero «sólo» se abortaban
120.000 al año. En el caso de enfermedades neurológicas (Alzheimer, parálisis
cerebral, embolia, esclerosis múltiple) el tejido debe provenir de fetos abortados entre las
nueve y doce semanas, y la cantidad de fetos que se requería entonces para satisfacer
la demanda era de quince a veinte millones, pero se abortaban «sólo» 800.000.
Después de presentar estos datos la pregunta de Nathanson cae de cajón: ¿de dónde
salen los fetos restantes para abastecer la demanda de tejido fetal en Estados Unidos?
La respuesta: «tendremos que comprar e importar inimaginables cantidades de
tejido fetal humano de países del tercer mundo. Empresarios de Estados Unidos (y
Europa occidental) inundarán África, el subcontinente indio, y América Central y del Sur,
y animarán a las mujeres a quedar encinta tres o cuatro veces al año con el solo propósito
de que vendan su tejido fetal».
El negocio del tráfico de tejido fetal no acaba ahí. Solamente en el caso del Parkinson,
los procedimientos de la extracción de tejido involucra a muchas personas: médicos de
distintas especialidades, enfermeras, auxiliares y técnicos de laboratorio y de rayos X. Y
el paciente puede necesitar más de un procedimiento. «¿Cuánto costaría uno de esos
procedimientos? Pongamos 50.000 dólares de entrada, y entonces multipliquémoslo por
cinco millones (el número de sujetos potenciales para un trasplante de tejido cerebral
fetal) en lista de espera; da un total de 250.000 millones de dólares [nota: esta cifra
equivale al PIB de Chile en 2014]. Y todavía no hemos empezado a hablar de los
números de los trasplantes pancreáticos fetales para diabéticos, los trasplantes de
médula e hígado utilizando tejido fetal, o…» (Continúa una tediosa lista de
procedimientos).

Y la descripción del negocio no para ahí. Porque si se necesitan doce millones de


cadáveres fetales en el período entre catorce y veinte semanas para tratar a los
diabéticos de Estados Unidos, ¿para qué desperdiciar el resto del cadáver? Las
posibilidades de uso de otros órganos y tejidos son múltiples: trasplantes de piel fetal a
quemados, pelo fetal a los calvos, gónadas, dientes… Y además, «… después de la
cosecha de órganos, nos quedarían millones y millones de kilos de cadáver fetal:
músculo, cartílago y tejido conjuntivo. ¿Por qué no utilizar esta fuente
inimaginablemente rica en proteínas y otros nutrientes para alimentar a los
desahuciados, para exportar al tercer mundo (de donde proviene en su mayor parte) y
alimentar a las víctimas del hambre?; sin duda, esto no sería canibalismo, ya que los
defensores del derecho a abortar insisten en que el feto no es una persona…» Todo lo
anterior conduce a Nathanson a concluir: «es imposible separar el tema del aborto del
tema de la utilización del tejido obtenido gracias a él» y «la utilización médica de tejido
fetal hará que aumente el número de abortos».

He hecho un apretado resumen de los planteamientos contenidos en el capítulo XIII del


libro de Nathanson. Han pasado casi veinte años desde que lo escribió y podemos
preguntarnos: ¿exageró? Porque una cosa es oponerse al aborto bajo el
convencimiento de que es un atentado contra la vida humana y otra es suponer que
detrás de su legalización (o «despenalización», como se dice eufemísticamente) se
mueve un negocio de cifras siderales.
Ponga atención, estimado lector. El 15 de julio recién pasado una organización
llamada Center for Medical Progress (CMP, Centro para el Progreso Médico) difundió
un video grabado de forma encubierta en que aparecen dos actores que, fingiendo ser
representantes de una compañía de compra de tejido fetal, se reunieron con la doctora
Deborah Nucatola, directora principal de Servicios Médicos de Planned Parenthood
Federation of America (IPPF). Se trata de una organización no gubernamental que
opera en muchos países y que tiene como objetivos declarados la promoción de la salud
reproductiva y la salud sexual, pero en la práctica se trata de la principal entidad abortista
del mundo.
En la grabación los actores manifiestan su interés por la compra de tejidos de
bebés abortados, logrando que la doctora Nucatola explique cómo su organización
vende órganos de bebés abortados:
«Nos hemos vuelto muy buenos en sacar corazón, pulmón, hígado, porque sabemos
eso», y agregó que los precios a los que venden los tejidos y órganos de los bebés
abortados van entre 30 y 100 dólares «por espécimen», dependiendo «de la instalación
y de lo que implica». «Algunas personas quieren también las extremidades inferiores,
eso es simple. Eso es fácil. No sé qué están haciendo con eso, supongo que quieren
músculo», dijo. Además dejó claro el carácter secreto de la venta de órganos en IPPF:
«hay directrices sobre investigación, pero no hay directrices sobre compra de tejidos», y
«nunca habrá directrices»; «nada está escrito».
Cabe aclarar que la venta de tejido fetal está prohibida en Estados Unidos y, como
IPPF recibe aporte estatal, la divulgación del video ha generado peticiones de quitarle
los fondos y el Senado está investigando la situación, aunque es poco probable que el
gobierno detenga los aportes, dado que Obama es partidario de la labor de IPPF y ésta
apoyó financieramente su campaña.
Días después, el 21 de julio, el CMP divulgó un segundo video en el que aparece la
doctora Mary Gatter, Presidenta del Consejo de Directores Médicos de IPPF, aceptando
una propuesta de 100 dólares por órganos en óptimas condiciones, pero al finalizar el
encuentro, la Dra. Gatter sugirió que quizás los 100 dólares por órgano no era el mejor
precio que podría aceptar. «Déjenme averiguar lo que otros están recibiendo, y si está
en el promedio entonces está bien, si aún es algo bajo, entonces podemos aumentarlo.
Quiero un Lamborghini». Posteriormente se han divulgado cuatro videos más, seis
en total. Se pueden ver en:

• https://www.youtube.com/watch?v=ue34yHnl7Pc
• https://www.youtube.com/watch?v=MjCs_gvImyw
• https://www.youtube.com/watch?v=78Z9LUx7VBI
• https://www.youtube.com/watch?v=GWQuZMvcFA8
• https://www.youtube.com/watch?v=egGUEvY7CEg
• https://www.youtube.com/watch?v=xZOwKM03BV0

Nathanson no exageró; tenía razón. El aborto es muchas cosas para sus partidarios
?ideología de género, libertad sexual, control de la natalidad, etc.? pero sobre todo
un gigantesco negocio.
Solamente en 2014 generó ganancias por 300 millones de dólares para IPPF en Estados
Unidos. Un negocio tan rentable con una oferta tan escasa en relación a la demanda
anima a invertir para hacer crecer la oferta.
Así es como en nuestro país [Chile] IPPF es representada por MILES Chile y
la Asociación Chilena de Protección de la Familia (APROFA), entidad creada en 1965 (y
que fue aliada del gobierno de Eduardo Frei Montalva en sus políticas de planificación
familiar), y obviamente la labor actual de estas instituciones está centrada en apoyar
los esfuerzos por lograr la despenalización del aborto. Por ejemplo, el movimiento
de mujeres Reivindica ha denunciado que desde 2008 hasta 2014 IPPF, según sus
estados financieros, ha entregado a APROFA más de 1 millón 180 mil dólares para
promover la legalización del aborto (www.aciprensa.com/noticias/planned-parenthood-
mas-de-un-millon-de-dolares-para-legalizar-el-aborto-en-chile-17646/).

Me pregunto: ¿de qué manera ha usado APROFA ese dinero? No tengo pruebas,
pero me atrevo a sostener que parte de ese dinero se usó para financiar la campaña
presidencial de Michelle Bachelet y las campañas parlamentarias de algunos políticos de
la Nueva Mayoría (¿se podría verificar esto consultando las declaraciones de
financiamiento respectivas?). En relación con esta sospecha, he encontrado la siguiente
noticia en el sitio español Citizengo:
«los Diputados Chilenos Víctor Torres Jeldes y Gabriel Silber Romo, quienes forman
parte de la Comisión de Salud [de la Cámara]asistieron a un ‘Taller sobre derechos
reproductivos y Sexuales’ invitados por ‘Catholics for Choice’ en Mendoza. Catholics for
Choice ha recibido 244,320 dólares de la International Planned Parenthood Federation.
Es decir, los Diputados Democristianos han acudido a un congreso organizado y
financiado por Planned Parenthood» (http://citizengo.org/es/27457-transparencia-sobre-
relacion-ippf-con-miles-chile-y-aprofa-chile).
¿Tuvieron estos diputados objetividad y libertad de acción para votar la idea de legislar
sobre el aborto el 4 de agosto pasado?
Para terminar, dejo constancia de que he escrito este artículo basándome en el libro de
Nathanson y en información obtenida a través de Internet, según las citas
indicadas. Pero, aparte de una cortísima nota en Economía y Negocios de El
Mercurio, no encontré nada en los medios de comunicación nacionales. Tal vez
busqué mal, pero diariamente leo la prensa por Internet y escucho noticias en cinco
radios, y no me había enterado del escándalo por los videos que muestran el tráfico
de órganos fetales de IPPF, noticia particularmente relevante en momentos en que se
discute la legalización del aborto en Chile.
En síntesis, la despenalización del aborto por tres causales restringidas es una
ventana legal para que se pueda desarrollar una nueva «industria» de enorme
potencial económico. Por una parte, es poco probable que en los actuales centros de
salud se practiquen abortos a gran escala, pues serán celosos de respetar «las tres
causales»que permitirán inicialmente el aborto. Siguiendo la experiencia de otros países,
seguramente serán nuevos centros de «salud reproductiva» los que se organicen para
estos propósitos, motivados por el importante flujo de recursos que generarán los
abortos, con el correspondiente aporte estatal.
La despenalización permitirá también el desarrollo de una exportación «no
tradicional»: la venta de órganos y tejido fetal a compradores extranjeros. Uno de
los principales beneficiados de esta actividad será la red de IPPF, organismo que ha
«invertido» miles de dólares en promocionar la despenalización del aborto y cuyos
tentáculos llegan a todos los ámbitos en los que se está decidiendo este cambio legal,
incluyendo el gobierno, políticos, grupos organizados de presión y medios de
comunicación nacionales.

Gaston Escudero Poblete

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