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Jaime 1
Miguel 2
Lucas 3
Jordi 4
David Fersan
Jordi Capdevila Compañeros de Piso 4
Jordi
Sentí unos gemidos lejanos que no podía saber de donde provenían. Por
más que intenté agudizar el oído me era imposible encontrar el foco. Giré
sobre mi estómago y entonces impacté contra una superficie dura y fría.
—Merda d'Oh! Puta merda boles! —me quejé tontamente por el impacto
contra el suelo y lo peor de todo, es que ni si quiera podía moverme.
No habían pasado más de cuatro horas desde que me había follado a Clara
y después había bebido un montón y luego tomé un par de pastillas y
después volví a follar, esta vez con María y en ese momento tenía un gusto
extraño en mi boca y mi cuerpo no reaccionaba como quería.
—Veo que no hace falta que te toque para que te pongas duro, —dijo en mí
oído Clara, que con su mano derecha seguía pajeándome—. Ya te está
babeando, —ella sacó la mano y lamió su palma—. Me chifla el sabor de tu
líquido preseminal.
David Fersan
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polla apuntando al techo. Cuando estoy duro, a mí no se me inclina ni a la
derecha ni a la izquierda, o arriba o abajo, simplemente es como una gruesa
flecha que apunta al frente. No había coño que amedrentara mi polla. Y
perdonad si parezco un cerdo o un ordinario hablando, pero para mí el sexo
debe ser cerdo que es como realmente me pone.
Clara lamió mis abdominales uno a uno, mientras con sus dos manos me
masturbaba firmemente. María me observaba fijamente mientras seguía
introduciéndose sus dedos, ella había abierto más sus piernas y que me
mataran si la vista no me pareciera el paraíso.
—¿O una polla? —le dijo Clara apartándose de encima de mí, para que su
amiga pudiera ver mi polla en todo su esplendor.
Nos observó por unos instantes más, mientras seguía con su cadencia
masturbándose y cuando decidió que ya estaba lo suficientemente caliente,
se dirigió hacia mí.
Di un lengüetazo antes de pasar mis brazos por encima de sus muslos para
agarrarme a los cachetes de su culo. Sentí su sabor en mi lengua y fue
como si una corriente eléctrica fuera directamente a alojarse a mis huevos.
Adoraba el sabor espeso y el olor de su humedad.
Noté cuando María se inclinó hacia adelante y en ese momento, sentí dos
lenguas lamiéndome el capullo, mientras seguí comiendo coño, que era
algo que se me daba muy bien. Eso, aguante y la marcha atrás, eran mis 4
bazas estrella.
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Cuando María se levantó, dejando mi boca huérfana, me quejé. Pero solo
pasaron dos segundos, hasta que vi lo que iba a hacer. Pasó una pierna por
encima de mi cintura, con una mano sujetó mi polla y con la otra se abrió
sus labios y entonces presionó.
Ella había estado trabajándose un rato y todo fue puro placer. Noté como su
vagina iba tragándose mi polla, su cálida humedad extendiéndose a la
misma vez que ella engullía mi rabo.
Gemí mientras el largo camino de bajada hacía que me pusiera ansioso por
puntear, pero antes de darme la oportunidad. Clara se sentó en mi cara, y
eso fue suficiente para hacerme callar, mientras me deleitaba lamiendo.
María estuvo sentada con toda mi tranca dentro durante unos segundos. Se
meneaba en círculos, presionando tanto que pensé que quería partirme la
pelvis. Deduje que ellas se estaban comiendo los morros. Nunca antes
habíamos follado los tres juntos, pero me había follado a ambas y sé que
ellas eran amigas de hacía mucho tiempo. Clara me comentó una vez que
se lo habían montado entre ellas y eso fue el detonante para decidirme a
follármela. Si te follas a la abeja reina, acabas follándote todo el panal.
María comenzó a cabalgarme a una buena velocidad y tengo que decir que
yo no seré Nacho Vidal, pero calzo bien y el recorrido entre mi capullo y la
base era suficiente para hacerla humedecer y gemir como si fuera una
posesa.
—¡Me estoy corriendo! —dijo dándose unas palmadas con su mano en sus
labios—. Ya sabes que me gusta correrme sin la polla dentro.
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Observé sus fluidos y los míos convertidos solo en uno, deslizándose
lentamente por mi polla, desde el capullo hasta la base. Di un masaje para
extenderlos bien, cuando Clara se tumbó en el sofá con sus piernas abiertas.
Prácticamente me gritó “clávamela”.
Sujeté una de sus piernas mientras me puse de rodillas y con la mano libre
apunté al centro de la diana. Entré suavemente, solo la cabeza. Estuve
frotándola durante unos instantes, mientras ella se pellizcaba sus pezones.
Di un pequeño empujón hasta clavarle la mitad, Clara lo recibió de buena
gana. Me introduje hasta el fondo y comencé a bombear suavemente.
Cuando decidí que ya era tiempo de cambio, hice que Clara se pusiera de
pie y le elevé su pierna para que la apoyara en el espaldar del sofá, me
agaché un poco y comencé a lamerle su entrada, ahora bien abierta por el
grosor de mi cipote.
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Seguí introduciéndome al estilo salvaje, salía y entraba completamente
mientras los gemidos ahogados de Clara, ocultaban completamente los
“cloc, cloc, cloc” que tanto me excitaban.
Cuando sentí a Clara gemir con cada embestida, la levanté del sofá y la
tumbe en el suelo boca arriba. Con mis rodillas abrí sus piernas y de un
golpe seco me enterré completamente en su interior.
María sujetó las mañecas de Clara cuando esta comenzó a tocarse el clítoris
y comenzó a lamerle ella. Cuando sentí las convulsiones debajo de mí, supe
que podía concentrarme en correrme, mi labor de hacer correrse a las dos
chicas estaba más que cumplida.
—¡Uff!, —exclamé cuando los tres nos mirábamos ante lo que habíamos
hecho—. No habéis dejado nada para el desayuno.
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solo chupándola. Es una sensación dolorosa, eso sí, dura a lo sumo un
minuto y luego ya estoy preparado de nuevo.
—¡Vivó aquí!
Buen punto. 8
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—Sí, ¿pero no estabas en tu pueblo?
Eso era cierto y él estaba picado. Yo había estado poco cercano estos
últimos días con Jaime y con Michel, pero después de que Michel ¿casi me
pajeara, que querían estos dos?, ¿que saltara a sus pies?
—Tienes que hablar con él. No creo que fuera tan grave lo que sucedió
entre vosotros. ¿Y yo que pinto?, ni si quiera te la vi —dijo quejándose—.
¿De qué pueblo eres?
Muchas preguntas para como tenía la cabeza. Yo iría por partes. —De
Lleida —contesté rápidamente.
—¿Y qué pasa que allí no os hacíais pajas grupales a los 13 o 14 años?
—¡Por supuesto que sí!, —me contestó como si no cupiera alguna duda—.
No es la gran cosa. Quedábamos en la casa de algún compañero del colegio
y veíamos clandestinamente una peli porno, otras veces estábamos jugando
en los bancales de los alrededores del pueblo y siempre había alguien que
lo sugería y ¿sabes lo mejor de todo?
—Que el 95% de ellos hoy tienen pareja femenina. Incluso tres de ellos son
papás. Pueden que hayan corrido demasiado, pero ahí están todos, sin
ningún trauma y ninguno se asustaba o salía corriendo.
—¿Y el 5%?
—Otro amigo y yo. Nos gustó tanto que seguimos nuestro propio camino.
—Jaime abrió sus manos como pidiendo que reaccionara—. No es que
todos fueran a dejar que los masturbaras y ellos te lo harían a ti. La mayoría
se dejaban hacer y hacían.
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—¿Qué? ¿Eso es lo que me respondes? ¡Jódete tío!
Cepillé mis dientes todo lo que pude. El regusto me hacía tener mal sabor
de boca y por supuesto mal humor. Me puse desodorante y até la toalla a la
cintura. 10
David Fersan
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Me quedé observando a Jaime que estaba de rodillas encima del taquillón
del pasillo. Estaba limpiando la moldura del espejo que había encima.
—Es que si cada uno hicierais algo de vez en cuando esto no pasaría.
Luego me doy una pasada impresionante.
—La semana pasada si me importaba, pero como sabía que hasta hoy tu
compañero de equipo no vendría a estudiar. Pues para que iba a hacerlo dos
veces.
—Germán Torres.
—De clase.
Hay algunas cosas muy famosas en la universidad y una de ellas, son las
macrofiestas que celebran los Torres en su chalet a las afueras de Madrid.
Pero era demasiado complicado que te invitaran a una de ellas.
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—¿Qué es lo que sabes?
—Habla con Michel, no tiene que ser la gran cosa. Algo así como; siento lo
extraño que me he comportado estos últimos días, espero que me
entiendas, nunca antes otro tío me había tocado.
—Por tres cosas, —me contestó Jaime como si él llevara las de ganar—.
Uno, por mi salud mental. Dos, si lo haces, me encargaré personalmente
que Germán te invite a la fiesta y tres, eliminaré las fotos y el video que he
grabado de ti mientras estabas durmiendo, roncando y babeando en el sofá,
sin contar que estabas desnudo.
Aitor otro de los compañero de piso se erguía tras nosotros. Era como un
armario empotrado, “Made in País Vasco”. Fue el primero que llegó al
piso, dos años antes que yo, pero desde el primer momento conectamos
aunque solo por nuestras ideas nacionalistas. Él es una persona muy
encerrado en sí mismo, aunque últimamente se estaba abriendo un poco
más.
David Fersan
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—¿Qué hay?
—¿Si?
Mierda yo había olvidado por completo que había quedado con algunos
compañeros del equipo para tomarnos unas cañas.
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Lo miré sorprendido y él me miró, pero ninguno de los dos dijimos nada.
De todas formas, cuando regresara en la tarde noche hablaría con él. No me
importaría una foto mía en internet con la polla dura. Pero no iba a permitir
una foto o video con babas en la boca y durmiendo. Para mí era caer
demasiado bajo.
Solo Luis, Bernardo y Julio vinieron a tomar cañas. Parecía ser que el resto
de los chicos del equipo estaban de resaca aún, y por supuesto, Germán,
que estaba en casa estudiando con Jaime.
Ella lo cogió sin saber que era, aunque supuse que eso no era nada nuevo,
la chica estaba bien formada, con sus tetas resultonas, una estrecha
cinturilla y culo palpable. Así era como me gustaban a mí.
—¡Tengo novio!.
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Los chicos quisieron ir a tomar unas copas, pero después de unas partidas
en los recreativos y que ya estaba anocheciendo, decidí acabar el día de
salida y volver al piso. Ahora tenía una charla un poco complicada.
Subí por las escaleras mientras intentaba poner en orden mi mente para
montar alguna especie de discurso que decirle a Michel. Jaime me había
indicado la senda de lo que podría decirle, pero me parecía muy infantil,
aunque visto de otro modo, si intentaba dar una charla más seria y formal
sería como si el asunto hubiera sido demasiado importante. Lo que debía
pretender era quitarle hierro al problema y algo sencillo sería la solución.
Solía pasar que las semanas que iba a Lleida, las noches de sábado que
salía, no me recogía tarde, porque a otro día tenía que volver y cuatro horas
de viaje caían seguro.
Sonreí. Aitor, Lucas y yo, comíamos demasiado, eso era una verdad como
un templo. Pero éramos de estómago grande y siempre estábamos
dispuestos a echaros algo a la boca.
—¡Pasa!, ¿no habréis quemado la masa? ¡Ya os dije que sólo la dejarais 15
veinte minutos!
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Asomé la cabeza por la rendija.
Jaime estaba tumbado en el suelo con los pies encima de la cama. Su libro
abierto por las dos manos. Él se giró para verme.
—Lo sé. Germán se ha ido ahora. Por nada del mundo pierdas el código.
Eso era nuevo para mí. No es que fuera homófobo o algo por el estilo.
Simplemente era pura curiosidad.
—¿Y entonces?
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Por el silencio que se había hecho, supe que Jaime estaba preparando algo.
Él solía ser directo incisivo y gracioso la mayoría de las veces.
No supe por qué, pero aunque ese cumplido había salido de la boca de un
hombre, hizo que mi pecho se hinchase. Dicen que los gays son muy
críticos ¿no? Pues parece que yo había pasado mi examen con buena nota.
Michel tenía unas piernas delgadas y largas, y parecía que no tenía bello.
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—¡Sal del cuarto! —me avisó con su dedo como si fuera el guizque de un
escorpión—. ¿No puedes tocar antes de pasar?
Y ahora era cuando me surgían las dudas. Podía decirle la verdad, mentirle
o simplemente hablar a medias.
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Michel se había puesto sus calzoncillos sin quitarse la toalla. Ese era un
rasgo característico de los chicos gays que son vergonzudos. Normalmente
los heteros no nos cortamos al desnudarnos delante de otros hombres.
Quizás porque desde pequeños estamos acostumbrados a desnudarnos en
duchas al practicar deportes. Mierda, yo no entendía ese pudor.
—Realmente lo debería de sentir yo. Creo que fui demasiado lejos. Aun
sabiendo que eres hetero, no lo pensé y…, —se calló pensando en cómo
decirlo pero no le llegaba la inspiración divina.
Ambos sonreímos.
—Yo también lo siento. Así que volvemos a estar como antes de que
pasara nada ¿no?
Nos miramos en silencio por unos segundos, que parecieron una eternidad.
Aitor salió de la cocina con una pizza del tamaño de la bandeja grande del
horno y Lucas dio otro viaje con una bandeja más pequeña, en la que 19
algunos de los canelones del medio día, habían sido calentados de nuevo.
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Troceamos las pizzas y repartimos alguna porción en los platos.
David Fersan
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—Invítalo a cenar. Que suba a por los apuntes y ya lo invitas.
Nos saludó a todos y tomó asiento junto a Michel, en el sofá frente a Lucas
y a mí y al lado más cercano a Jaime.
Jaime no había contado esa información y por su mirada, supe que lo había
hecho a posta.
El tipo era muy agradable. Charló con Jaime y Michel y en menor medida
con Lucas y conmigo. 21
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Cenamos como osos y vimos las dos pelis. Tengo que decir que el
ambiente cambió un poco desde la llegada de Daniel, pero lo pasamos
genial. Fue una de esas noches que recuerdas toda tu vida y eso que no
hubo sexo o nada que se le pareciera.
Cotinuará….
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David Fersan