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3:9 “Y llamó IHWH Elohim al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás?


3:10 “Y él respondió: Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque yo estaba
desnudo; y me escondí”.
“…porque yo estaba desnudo…” El texto hebreo dice aquí «kí-eróm-anojí» ‘porque
desnudo estoy yo’. Aunque sería más común usar el pronombre «aní» ‘yo’, aquí aparece en
su lugar «anoji» ‘yo soy’ ¿por qué? Porque se hace alusión al ‘anoji’ de este otro versículo
“Yo soy [anoji] YHWH tu Elohim…” (Éx. 20:2). Este ‘Anoji’ representa al Ser Supremo, Adám
se vio entonces desnudo o despojado del ‘Anoji’ es decir, de la gloria Divina que gozaba
antes de la trasgresión, se veía desnudo de la imagen del Creador. □

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3:11 “Y le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del
árbol del que yo te mandé no comer?”
3:12 “Y el hombre respondió: La mujer que me diste por compañera me dió
del árbol, y yo comí”.
“…la mujer que me diste…” En el lenguaje de la conciencia, ‘mujer’ representa el
«nefesh» es decir, la naturaleza física del hombre, así el hombre parece siempre culpar a su
naturaleza carnal de todas las debilidades que no se ve capaz de afrontar. Pero culpar a la
vasija es lo mismo que culpar al alfarero que la hizo.
De este modo siempre que el hombre sucumbe ante las pasiones de su naturaleza
carnal, en lugar de reconocer esto como un defecto en sí mismo, por lo general se justifica
aduciendo que ‘así es su naturaleza’ y esto es como si se justificara ante el Creador
diciendo: ‘si tú mismo me hiciste así, entonces no soy culpable yo sino Tú por haberme
hecho así’.
Pero las Escrituras dicen: “El Creador hizo al hombre recto, pero ellos buscaron muchos
razonamientos”. (Ecl 7:29) Y del mismo modo los escritos antiguos enseñan: “… Tampoco
digas: El me ha inducido al error; pues Él no necesita que haya hombres impíos”. “A nadie
ha mandado obrar impíamente, y a nadie ha dado un tiempo o permiso para pecar. Porque
no le es grato a él el tener muchos hijos desleales e inútiles”. (Libro del hijo de Sirak 15: 11,
12, 21, 22)
Vemos entonces que El Creador parece responderle al hombre: ‘como tú dices que el
defecto no está en ti sino en la vasija que yo hice, entonces pediré cuentas a la vasija para
ver si es cierto que la naturaleza con la que te he creado es la que tiene el defecto’. Así más

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adelante veremos a la mujer justificarse también y culpar a la serpiente, queriendo decir ‘la
influencia externa es la culpable de todo, si el mundo no fuese gobernado por el mal (la
serpiente) yo no sería tan tendiente a pecar’.
Así se cierra el círculo de la auto-justificación, el hombre habiéndose despojado de un
nivel de conciencia superior, responde ahora con un bajo nivel de conciencia, ya no es
capaz de razonar la realidad de una manera objetiva, su razonamiento comienza ya a ser
manipulado por su ego, busca culpables en todo mundo menos en sí mismo, incluso en el
Creador, solo puede ver la paja en el ojo extraño y no la viga en el suyo propio, su
conciencia ahora ha caído en los niveles más bajos del razonamiento. □

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3:13 “Entonces IHWH Elohim dijo á la mujer: ¿Qué es lo que has hecho? Y
dijo la mujer: La serpiente me engañó, y comí”.
“…y dijo la mujer: la serpiente me engañó…” Se dice que el corazón es el símbolo
de la mujer y sobre el corazón dicen las Escrituras: “Engañoso es el corazón más que todas las
cosas…Yo escudriño el corazón… Para dar a cada uno conforme…al fruto de sus obras”. (Jer.
17:9,10). Dado que el corazón representa las emociones humanas, la ‘serpiente’ podría
entonces representar el lado negativo que gobierna nuestras emociones, los momentos en
que estamos más propensos a cometer errores en nuestra vida, es por lo general cuando
estamos poseídos por nuestras emociones, ya sea la ira, el despecho, deseo, envidia,
depresión, desesperación, etc.
Podemos ver entonces como el lado negativo que gobierna nuestro corazón o nuestro
estado emotivo, nos engaña constantemente y nos lleva a tomar actitudes negativas que no
solo nos traen un gran daño a nosotros mismos sino también a los que nos rodean y de
hecho, a todo nuestro mundo. No se quiere decir con esto que las emociones en sí sean
malas pues estas constituyen un sistema de adaptación al ambiente o el entorno en el que
nos desarrollamos, lo que sucede es que el estado emotivo en sí no puede darle una
dirección equilibrada a nuestra vida.
Por esta razón diría la Escritura: “las palabras que yo te mando hoy estarán sobre tu
corazón…” (Deut. 6:6) dado que las leyes espirituales son las que sostienen la armonía de
toda la creación, el hombre debe vincularse a estas leyes espirituales por ‘sobre’ su corazón,
esto quiere decir que nuestras emociones o las tendencias de nuestro corazón no deben
dominar nuestro razonamiento y nuestras actitudes en la vida, al contrario debe ser
siempre la mente, como órgano rector, y que está ‘sobre’ o arriba del nivel del corazón, el
que debe gobernar nuestras emociones y todas nuestras actitudes, como se entiende del
versículo: “Los ojos del sabio están en su cabeza, más el necio anda en tinieblas…” (Ecl. 2:14).
Esto podría compararse a lo que la psicología llama la ‘inteligencia emocional’ que
consiste en desarrollar una conexión entre la mente y el estado emotivo, la ‘inteligencia
emocional’ representaría un conjunto de habilidades que sirven para tener un control sobre
las emociones, esto implica un buen manejo de los sentimientos, motivación, perseverancia,
empatía o agilidad mental, cualidades que ayudan a crear un carácter más equilibrado, y
por lo tanto más apropiado para el desarrollo de una vida más plena. □

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3:14 “Y IHWH Elohim dijo á la serpiente: Por haber hecho esto, maldita
serás entre todas las bestias y entre todos los animales del campo; sobre
tu pecho andarás, y polvo comerás todos los días de tu vida”
“…y YHWH Elohim dijo a la serpiente…maldita serás…”. La serpiente no solo
representa la influencia externa, sino también nuestra propia percepción del mundo que
nos rodea. De este modo, cuando nuestro nivel de conciencia cae y vivimos bajo la ‘ley
animal’, es decir, sometidos a nuestra naturaleza carnal, nuestra percepción del mundo
externo se ve también ‘maldecida’, esto quiere decir que todo lo percibimos mal, vemos el
mal en la vida diaria, en nuestra familia, en la sociedad, en los gobiernos, en las diferentes
corrientes religiosas, etc. Todo mundo está mal y nuestra vida en este mundo se vuelve
fastidiosa. □

“…y polvo comerás todos los días de tu vida”. Este polvo se refiere al hombre
mismo, como lo declara la Escritura: “Porque Él conoce nuestra condición, Se acuerda de que
somos polvo”. (Sal 103:14) en otras palabras, es como si se le dijera a la serpiente: ‘Así como
el polvo es abundante y no tiene ningún valor, así tú te sostendrás por medio de hombres
comunes y que no poseen ningún valor espiritual, te alimentaras por medio del placer
animal y engañoso que ellos buscan constantemente’. Por esto también dice la sabiduría
antigua: “La serpiente es la que traga los cuerpos de los que han llevado mala vida; de ellos
se alimenta”. (Segundo apocalipsis de Baruk. fragmento).
Pero del hombre que se arrepiente de sus malos caminos dice la Escritura: “Él
Levanta del polvo al pobre…” (1Sam. 2:8). El Creador lo levanta para que ya no sea el
alimento de la serpiente. □

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3:15 “Y pondré enemistad entre ti y la mujer, Y entre tu simiente y su


simiente. Él te aplastará la cabeza y tú hieras su calcañar.”
El vocablo hebreo «Zera» ‘simiente’ aquí es masculino, por eso el texto no dice ‘ella te
aplastará la cabeza’ sino ‘él te aplastará la cabeza’. Nuestros mayores escribieron sobre la
palabra ‘zera’ lo siguiente: “…No dice: Y a sus descendencias, como de muchas, sino como de una:
Y a tu descendencia, la cual es el Mesías.” (Gál. 3:16). Aunque aquí no se está hablando de
este versículo sino de Génesis 12:7, el concepto mesiánico sobre la palabra ‘zera’ aparece en
la tradición hebrea desde este relato que habla de la enemistad de la serpiente con la
simiente de la mujer, el Targún Yonatán1, por ejemplo, agrega lo siguiente sobre este
versículo: “Y finalmente harán la paz en los días del Mesías Rey.”

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El Targún era una traducción interpretativa de las Escrituras hebreas al idioma arameo, que era la lengua que se usaba
generalmente entre los judíos en los tiempos del segundo templo. Cuando se habla de ‘traducción interpretativa’
quiere decir que se traducía de acuerdo a lo que la tradición interpretaba de esas partes del texto Bíblico.

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Aquí el targún asocia el vocablo hebreo «yeshufjá» ‘te aplastará’ con la palabra
aramea «shefiyuta» ‘hacer la paz’, lo cual también podría interpretarse como: ‘la cabeza de la
serpiente será aplastada cuando el Mesías Rey traiga la paz’ algo muy similar a lo que también
nuestros mayores escribieron: “Porque Él es nuestra paz, que de ambos hizo uno, y derribó la
pared intermedia de separación, es decir, la enemistad” (Efe. 2:14).
En el lenguaje de la conciencia, esa ‘enemistad’ que surgió entre la simiente de la
serpiente y la de la mujer, es decir entre la naturaleza carnal o ‘animal’ y la conciencia del
hombre, vendrá a su fin solamente cuando la verdadera espiritualidad (representada por la
edad mesiánica) gobierne completamente la vida del hombre.
La verdadera espiritualidad establece ‘paz’ entre esa conflictiva relación que
mantiene el cuerpo y el espíritu, entre los deseos de la carne y los de la conciencia, haciendo
que tanto lo uno como lo otro encuentren un punto de armonía o unidad como se dice
después en el versículo: “…para crear en sí mismo, de los dos, un solo y nuevo hombre,
haciendo la paz.” (Ef. 2:15).
Esto quiere decir que no se trata de vivir bajo la idea errada de un mundo ‘dualista’
como lo entiende la religión, es decir, vivir confrontando la naturaleza física con la
espiritual, sino el saber encontrar a través de los principios espirituales la forma adecuada
de sujetar de manera armoniosa el cuerpo a la mente, lo material a lo espiritual, como diría
un escrito antiguo: “cuando sean capaces de hacer de los dos uno solo entonces serán hijos de
Adám” (Evangelio de Tomás 106). Solo a través de la espiritualidad, llamada también la
edad mesiánica, el hombre puede encontrar la verdadera paz interior, es decir, la completa
unidad de todo su ser. □

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3:17 “Y al hombre dijo: Por haber obedecido la voz de tu mujer, y haber
comido del árbol del que te mandé diciendo, No comerás de él; maldita
será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu
vida”
“…maldita será la tierra… con dolor comerás de ella…”. Esta ‘maldición’ no recae
en la tierra en sí, sino en la vida del hombre, que se beneficia del producto de la tierra, pero
en otra parte dice la Escritura: “la bendición del Eterno es la que enriquece y no añade dolor con
ella” (Prov. 10:22) de acuerdo a esto ‘maldición’ vendría a ser sinónimo de pobreza, y por lo
tanto ‘bendición’ sería sinónimo de riqueza, sin embargo, el sabio agrega “y no añade dolor
con ella”, quiere decir que así como existe la pobreza con dolor, también existe la riqueza
con dolor, lo cual indicaría que la ‘maldición’, no radica exclusivamente en la pobreza sino
en el ‘dolor’.
La palabra «itzavón» ‘dolor’ también conlleva el significado de ‘preocupación’,
‘tristeza’ y ‘esfuerzo’. Vivir una vida de angustia, de esfuerzos infructuosos y tristeza,
independientemente de si se es pobre o rico, es lo que la Escritura denomina ‘maldición’. □

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3:18 “Espinos y cardos te producirá, y comerás hierba del campo”
“…Espinos y cardos te producirá…”. En las Escrituras, espinos, cardos, zarzas,
abrojos, etc. Podrían ser expresiones genéricas para referirse a cualquiera de las diversas
variedades de plantas espinosas que representaban por lo general algo desagradable, y
también representaban un riesgo de incendios en los campos por ser un tipo de vegetación
que arde fácilmente. El Rav menciona en una de sus parábolas: “…el que fue sembrado entre
espinas, es el que oye la palabra, pero el afán del mundo y el engaño de las riquezas, ahogan la
palabra y la hacen infructuosa” (Mat. 13:22).
De manera alegórica las espinas de estas plantas representan las dificultades en la
vida, el deseo de alcanzar las riquezas o todas esas cosas que se consideran importantes en
el ambiente en el que uno se desarrolla y que cuestan tanto obtener, pero una vez que se
tienen se ‘queman’ fácilmente, es decir, desaparecen como el engaño de un espejismo en
medio del desierto.
Ahora bien, contrario a lo que significa vivir una vida de ‘espinos y cardos’, se ha
dicho anteriormente que el Creador llamó ‘bueno’ al ‘árbol que da fruto’ (Gen. 1:12) esto al
alusión al hombre que puede dar algo de sí en beneficio de los demás, la palabra
‘bendición’ estaría relacionada esencialmente a esto. Sin embargo, cuando una persona solo
piensa en cómo enriquecerse a toda costa, en mantener un estilo de vida o un estatus de
renombre entre los demás, tal persona no puede llegar a ser ‘fructífera’ de ninguna manera
porque esta persona está encerrada en sí misma y no piensa más que en su propio
beneficio, por eso se dice en otra parte: “no se recogen higos de los espinos, ni se vendimian
uvas de los cardos” (Lc. 6:44).
Solo hasta que el hombre llega a un estado de conciencia, en el que puede valorar la
espiritualidad libre de los obstáculos mentales que le representan el buscar constantemente
su propio beneficio, solo entonces puede ver en su vida la verdadera ‘bendición’ que trae
consigo la espiritualidad, y aquí es cuando puede dejar atrás la vida de ‘espinos y cardos’ y
transformarse en un ‘árbol que da fruto’. □

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3:19“Con el sudor de tu rostro comerás pan hasta que retornes a la tierra,
Porque de ella fuiste tomado, Pues polvo eres y al polvo volverás”.

“Con el sudor de tu rostro comerás el pan…” ¿Qué significó para todos los
descendientes de aquel hombre aquella única falta cometida? Los escritos antiguos lo dicen
de la siguiente manera: “…esa es la transgresión que cometió Adán, el primer hombre. Pues
al hacerlo apareció la muerte –que no existía en su tiempo-, se dio nombre al luto, se
preparó la tristeza, se creó el dolor, se cumplió la fatiga en el trabajo, el orgullo comenzó a
establecerse, el Sheol deseó renovarse con la sangre de los hombres y tomó a sus hijos, se
creó el ardor de los padres, la majestad de la humanidad fue humillada y la bondad se
marchitó”. (Primer Apocalipsis de Baruk. Fragmento 1)
Podríamos también preguntarnos ahora ¿Qué podría significar para nuestros hijos y
para toda nuestra descendencia los errores que nosotros cometamos en la vida? Por
ejemplo, se ha visto que una persona decide ahogar su vida en el alcoholismo y con ello

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termina condenando a sus hijos a vivir bajo el círculo de la pobreza por varias
generaciones. Otras personas de tendencias muy narcisistas abandonan sus hogares por
irse con otras mujeres y con ello hacen que sus hijos, al carecer de una figura paterna en el
hogar, se vengan a convertir en delincuentes o drogadictos.
En fin, podríamos tomar innumerables ejemplos tomados de la vida real, de la
realidad con la que convivimos diariamente en nuestra cultura, y todo ello no nos llevaría a
otra cosa más que a considerar que la realidad que construimos actualmente con nuestros
actos y nuestras decisiones en la vida es la misma que vendrá a afectar a nuestros
descendientes, ya sea de una manera positiva o negativa. □

“Con el sudor de tu rostro comerás el pan…” Todo lo negativo que pudo traer
consigo la trasgresión cometida por el antepasado de toda la humanidad, será corregido, de
acuerdo a la sabiduría antigua, cuando el estado de conciencia de la humanidad esté
preparado para la llegada de la luz mesiánica en todo el mundo:
“Después de humillar a todos los que estaban en el mundo, se ha sentado en paz mi
Mesías para siempre en el trono de su reino. Entonces se revelará el gozo y aparecerá la
calma. Entonces el remedio descenderá con el rocío y desaparecerá la enfermedad; el miedo,
el dolor y los gemidos pasarán de los hombres y volverá la alegría por toda la tierra. Nadie
morirá fuera de su tiempo, ni de repente tendrá lugar ningún contratiempo…Los animales
saldrán del bosque y servirán a los hombres; serpientes y dragones saldrán de sus guaridas
como para someterse a un niño. (Primer Apocalipsis de Baruk. Fragmento 1). □

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